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Esta carta, sino, tiene el ánimo de relatar, desde mi punto de vista o

experiencia, el tipo o modo particular de relación que se llevó entre dos


individuos esperanzados en la Unión. Esa vivencia que tiene como fin
entender la separatidad. Sin embargo enfrentan el conflicto intimidad vs
aislamiento propio de la adultez temprana, que es la propia afirmación de
la identidad con la convicción de lo que uno quiere. También, corregir
algunos términos utilizados en la carta enviada pasada, más no es el
objetivo. Evitaré, en la medida de lo posible, juzgar aquel modo de
experimentar tuyo, como ya lo mencioné: cada uno construye su camino.
Tampoco soy un crítico en relaciones sociales para sentenciar o encerrar
bajo “ciertos parámetros” ni a individuos ni colectivos. Así que si de algo
valdrá esta carta es por su misma esencia o intento, de humildad y coraje.
Solo encontrarás de extrañeza su sinceridad y quizá, disciplina. Que
incumbe a la actividad espiritual. Comencemos.

Me comentaste, la vez pasada, que habías leído los libros que te envié.
Lectura completa o incompleta es suficiente, la lectura tiene un carácter
transformador. En aquel instante no noté el milagro de lo sucedido, luego
de meditarlo, entendí. Tus palabras eran lúcidas y evidenciaba más
manejo de teoría en aquellas expresiones escritas, cortas pero había que
pescar o comprender. Me alegré.

Había pensado antes del viaje (a Callahuanca) y otras cosas más, observar
y conocer, en ese lapso corto, tu personalidad o los cambios que trae la
vida. Como te había contado, te estuve observando desde hace mucho.
Tenía un ideal no muy trabajado. La realidad y yo queríamos solo la
verdad. Superar.

Sin embargo la situación tomó otro rumbo. Cada uno mostró interés sobre
la situación completa del otro. Se dijeron e interpretaron palabras,
opiniones y esperanzas. Listas y otras muy tontas.
Luego de la tarde, el beso y la carpa. Al día siguiente, lo que había pensado
alguna vez en mi vida estaba sucediendo y no sabía qué hacer. Estabas
conmigo y no sabía cómo retribuirlo. Sucedió rápidamente, mucho era
diferente. Tuve un bloqueo, relució la inexperiencia. No lograba leerte.
Llegó la noche, y cada uno partió a su morada. Se despidieron de cualquier
forma, pero lo hicieron.
En casa, durante dos semanas, estudié el amor. Y fue entonces que lo
comprendí. La relación estaba destinada al fracaso. El enamoramiento,
esa experiencia de pronta intimidad, por su misma naturaleza es de corta
duración. Facilitado con nuestra pronta atracción sexual y su cometido.
Haber derribado aquellas barreras que nos separaban y conocido
íntimamente eran parte de una Ilusión, en realidad el conocimiento
mutuo era muy poco. La intimidad y el compromiso no se logran
fácilmente. La intensidad del apasionamiento era la muestra de nuestra
soledad interior. Adicionando la falta de comunicación: hablar de la
propia vida, de los sueños y aflicciones y más. Era PREocupante.

Sabía que iba a dejar de quererte y tú a mí, como pareja. No quería


aceptarlo. Iba a luchar. Conocerte. Iba a implicarme realmente. Superar el
vértigo y entender la separatidad. Iba a forjar mi personalidad. El
momento había llegado y no deseaba que terminara así. Aún no lo
entendía. Tergiversé el sentido de lo aprendido de las lecturas. Me aferré
más al pasado. Y temía que lo supieras. Es más, pensé que yo era el único
problema. No confié en ti. Quería hacerlo solo. Y así la ansiedad y la
depresión empeoró, el autoengaño habría de ser la gota que colmó el
vaso. Aquella noche, el reencuentro, fui franco. Pero debías saber más. El
asunto debía tratarse como pareja. Noté tus expectativas, eran nobles y
acordes. Yo estaba intranquilo y abrumado. Decidí entonces forzarlo. Me
distraje. Pero los poemas se hacían cada vez más complicados. Tomé la
atención profesional, la psicología. Lo conversé y medité varias veces para
percatarme del hecho.

Luego lo sucedido es sabido. Viajaste, yo dejé de estudiar. Formalizamos


la relación. Terminamos la relación, es de dos la participación (risas). Me
centré a ganar dinero algunas semanas. Después retomé los estudios.
Seguí asistiendo a la terapia. La situación iba aclarándose. Di cuenta del
autoengaño, analicé la relación. Comunicación vía internet. Y entre otras
cosas más por solucionar ya relatadas en la carta pasada. Sé que superar
lo sucedido es posible. Es humano. Nostalgia por la posibilidad. Y molesto
con lo que he hecho de mí. Ya pasó. Sin embargo me conforta que
manejes más teoría y terminar en buenos términos… ………………………….----
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