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Todos los órganos y partes del cuerpo están representados en el IRIS y se encuentran
localizados en zonas bien definidas. El diagnóstico por el iris es una ciencia basada en
que cualquier alteración del organismo llega y se registra en el iris por vía refleja
nerviosa, ya que el mismo contiene una gran número de minúsculos filamentos
nerviosos que reciben impresiones de todo el sistema nervioso del cuerpo. La
IRIDOLOGIA es para la medicina natural una especie de "REGISTRO PATOLÓGICO",
donde puede averiguarse la constitución y resistencia del organismo, la debilidad
congénita, las partes más predispuestas a la enfermedad, la dolencia que se sufre y el
origen de los variados síntomas que forman el cuadro patológico.
Historia de la Iridología
El correcto examen del iris del ojo, realizado por profesionales
capacitados, es una de las más fiables formas de diagnosticar las
deficiencias orgánicas. Esta circunstancia es debida a la estrecha
conexión existente entre los iris de los ojos de una persona y sus
centros nerviosos, los cuales registran de forma totalmente fiable
los procesos morbosos que afectan a las determinadas partes del
cuerpo.
El descubridor, un tanto fortuito, de esta "ciencia médica" fue el húngaro Ignaz Von
Peczely, quien en el año 1836, a la edad de diez años y mientras jugaba con un
mochuelo vivo, pudo observar que al animal, al romperse una pata en sus esfuerzos
por huir, le aparecía una raya en el iris (exactamente en la zona media inferior del iris),
hasta ese momento claro y limpio.
Durante los siguientes años, Peczley observó el iris a centenares de personas, lo que
le permitió ir elaborando los primeros gráficos de situación y su correspondencia en las
enfermedades o lesiones corporales. Esta labor de paciente investigación fue facilitada
de forma notable durante el período que pasó en prisión, acusado de prácticas
revolucionarias.
Al ser liberado siguió sus estudios de medicina y pasó a ser interno en las salas del
hospital de la facultad, donde tuvo oportunidad de ir constatando sus teorías,
comprobando las marcas que dejaba la enfermedad antes y después de ser curada.
El primer discípulo de Peczely fue el doctor Schlegel, que publicó dos obras sobre el
diagnóstico de las enfermedades por el iris. Más tarde, el sacerdote sueco Liljequist,
interesado en el nuevo arte del diagnóstico, descubre que existe una relación entre la
decoloración amarillenta de sus ojos y el crónico envenenamiento por la quinina, que
ha tomado como consecuencia de haber sufrido malaria.
Así, cada uno de los signos irídicos estarán determinados en una longitud y en una
latitud determinada y que corresponderá a un órgano o sistema orgánico.
Una vez bien iluminado el iris, con una lupa o lente de aumento se procederá a una
detallada inspección, que puede durar más o menos tiempo, y en la que se buscarán
datos, mientras se observan:
Color
Contextura
Rosario linfático
Anillos nerviosos
Corona simpática
Cerco de costras
Manchas psóricas
Lagunas Criptas
La calidad del iris
La calidad del iris depende de dos condiciones simultáneas: el color y la contextura.
Esta última se refiere a la estructura del tejido iridiano y a su calidad.
De estos factores que integran la calidad del iris, la contextura, llamada densidad por
algunos, es, sin duda, la más importante, porque está relacionada con la constitución
del individuo, representa el grado de integridad o perfeccionamiento de los tejidos y
órganos del cuerpo y nos da la medida de la vitalidad, tono, poder de resistencia y
poder recuperativo.
Colores normales del iris: Sólo hay dos colores normales: el azul celeste y el de
avellana moreno claro.
En el color azul celeste, las células cromotóforas del estroma no son pigmentadas y no
llevan pigmento, pero adquieren sobre el fondo oscuro del epítelo una coloración azul
celeste suave, brillante u uniforme, lo cual es debido a que, dejando pasar la mayor
parte del haz luminoso, reflejan únicamente una porción de rayos de ondas cortas que
azulean brillantemente.
Pueden darse iris de buena y superior contextura, con gran número de signos e
impregnaciones, y otros de contextura endeble o mala, sin aquellas señales
marcadamente visibles de signos, manchas e impregnaciones, siendo, sin embargo,
preferibles los primeros a los segundos, porque ya hemos dicho que la contextura del
tejido iridiano es el reflejo de la contextura orgánica total del individuo, dando idea del
gran grado de vitalidad y tono general del sistema orgánico.
Contextura normal
El tejido del estroma, o capa superficial, está bien desarrollado, y la colocación de las
fibras es ordenada y perfecta. Cuando la contextura del tejido iridiano es normal, las
fibras radiadas hacen un tejido de fabricación esmerada y claramente perceptible; la
superficie endotelial, que cubre la capa anterior del estroma, se halla limpia,
presentando una superficie lustrosa. Este iris sería el del hombre ideal.
Contextura defectuosa
Cuando la contextura del iris es defectuosa, las fibras nerviosas y musculares del
estroma están colocadas y desarrolladas desigualmente, unas desviadas,
entremezclándose, formando en algunas áreas fibras apretadas y en otras separadas,
dando el aspecto de sombras oscuras. Comúnmente, algunos iris son de superficie
difusa, salpicados de puntitos grumosos de aspecto gelatinoso.
Todos estos iris defectuosos están indicando la pobreza general del tejido orgánico y
su impregnación, y acusan un relajamiento de la vitalidad orgánica y quebrantamiento
del poder de resistencia y recuperativo.
Tipos de Iris
Según su calidad, el conjunto de observaciones hechas sobre la contextura y color del
iris suministran al iridólogo datos acerca de la contextura orgánica del individuo y las
lesiones orgánica del individuo y las lesiones adquiridas o heredadas, lo que parece
suficiente para formarse juicio muy fundado respecto de los extremos siguientes:
Sin embargo, podemos afirmar que muchísimas veces, individuos cuya débil
constitución se revela en la calidad de su iris, pueden sobrevivir, y realmente
sobreviven, gracias a un régimen cuidadoso de vida, dieta racional en la alimentación,
higiene respiratoria y corporal y buena moral, a otros de constitución vigorosa, pero
que lamentablemente malgastan el poder de su energía vital.
Cuando se diga acerca de la importancia que la contextura del iris tiene para el
iridólogo, es poco. Muchísimas veces se encuentra uno ante muchachos de ambos
sexos, hombre y mujeres, que según el dicho vulgar, se encuentran rebosando de
salud, de fuerte apariencia, corpulentos, a quienes los mismos médicos no han podido
apreciar señal alguna de enfermedad, habiéndoles tomado por aprensivos. Sin
embargo, al ser examinados a través de sus ojos, se muestra con claridad todo lo
contrario de lo que su exterior va proclamando. En aquel espejo fidelísimo se aprecia,
a la primera ojeada, la calidad inferior de su constitución orgánica; la que aparenta
firmeza de roble es débil chopo o pino inconsistente. Aparece la herencia artrítica de
acidosis, el aparato digestivo congestionado, irritado, febril, con profundas alteraciones
de las mucosas intestinales, con sus paredes aplastadas o dilatadas, el cerebro
recargado de impregnaciones morbosas, etc. Aquel, en fin, a quien acaso el médico se
vio impelido a decirle: "Usted no tiene más que aprensión, es una de las personas más
fuertes que he visto." Debería mejor saber la verdad de su estado orgánico y de su
salud si le dijese: "¡Amigo mío, usted posee una contextura débil, tejido como ovillo
endeble y morboso, pletórico de combustibles; se cuida severamente bajo un régimen
de depuración a todo vigor o cualquier día es pasto de las llamas!".
Para llegar a dar con seguridad estos juicios inapelables, deberá el iridólogo saber
interpretar exactamente cuantas señales de anormalidad orgánica aparecieran en el
iris y dar la explicación científica para que la iridoscopia tenga el respeto y la
consideración de todo hombre culto.
El examen del iris demuestra de modo evidente esta manera de considerar la cuestión.
Y así podemos observar cuatro grados patológicos claramente determinados por
signos bien característicos:
El estado crónico se refleja por medio de líneas, manchas y bandas oscuras en las
zonas de los órganos afectados, producidas por recargo degenerativo de pigmento
melánico en las células del estroma del iris. Es de notar que cuando una enfermedad
pasa del estado agudo al estado crónico, los signos blancos del primero se ven poco a
poco mezclados con líneas y sombras de oscuras, hasta el total predominio de éstas,
sobre todo si por tratamientos supresivos o deficiencias vitales se ha abortado la
marcha aguda del proceso.
Los fenómenos destructivos, que suelen ser el final de las enfermedades de mal
pronóstico, aparte de los traumatismos y heridas quirúrgicas, producen en el diafragma
iridiano signos y puntos negruzcos, debido a la destrucción de sus fibrillas
superficiales, lo que permite ver la capa epitelial posterior.
Hay que advertir que a veces el iris no refleja con fidelidad la importancia de una
inflamación o lesión orgánica. Y esto, aparte de poder de ser causado por la falta de
transmisión nerviosa de la que ya hemos hablado, ocurre especialmente en ciertos iris
azules, cuyas células cromatóforas carecen de capacidad para formar pigmento
melánico. Y es más ostensible en individuos de temperamento linfático. Entonces el
estado morboso se traduce por un enturbamiento y oscurecimiento general del iris,
semejante al que se observa en los estados diatésicos o de intoxicación general
alimenticia.
Rayos solares.
Oscuras líneas terminando en punto
afilado que pueden ir desde el
mismo borde de la pupila. Hasta el
borde de la piel, (en la topografía del
iris) determinaron siempre
perturbaciones del sistema nervioso:
depresiones, astemia, stress: si las
líneas salen del borde papilar:
perturbaciones del sistema nervioso
central y si las líneas salen del borde
del intestino determinarán
perturbaciones del sistema nervioso
vegetativo. Cuando las líneas más
profundas, más crónico el estado
depresivo.
Rayos solares.
Copos o Tofos
En la fotograba, colocados en la
zona del borde intestinal puede
determinar infección aguda en él
colom descendente (iris izquierdo) y,
que afecta a casi la totalidad del
intestino y en transición a estado
crónico con enquistamiento mucoso
en divertículos.