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EL DRAGÓN SALVADOR

Érase una vez un dragón que se llamaba Max. Su sueño era ser el mejor salvador del mundo. Al parecer iba a ir a un parque
muy divertido en el bosque de Camelot. Pero, llegó la maldad.
Mientras Max estaba dando vueltas en la rueda giratoria, apareció una máquina del tiempo y salió un dragón que empezó a
soltar objetos en un volcán cercano. Este dragón se llamaba Stoop y venía del futuro. Soñaba en ser el único que viviera en
la Tierra y en el Universo.
Stoop no sabía que Max tenía poderes, pero resulta que los dos tienen los mismos poderes. Los dos pueden congelar
exhalando intensamente, pueden quemar con el fuego de sus ojos muy abierto, y secar con la mano muy fuerte. También
pueden correr a súper velocidad activando ese poder dando patadas muy rápidas en el suelo antes de salir a toda velocidad.
Los dos dragones empezaron a pelear porque Max le dijo que parara de molestar al volcán. Pero cuando a Stoop le mandan
algo que no quiere hacer, se enfada. Y así comenzó la batalla de los dragones.
Stoop peleaba con una serie de poderes: fuego, hielo, fuego, súper velocidad. Y Max luchaba: hielo, fuego, hielo, fuego,
súper velocidad. Resulta que los poderes eran contrarios y no podía ganar ninguno de los dos porque si mezclas fuego con
hielo se crea piedra. Como los dragones no pueden tener la súper velocidad mientras vuelan arriba y abajo, las piedras caen
al suelo a toda velocidad y los dragones no llegan a cogerlas.
Pero cuando llevaban mucho tiempo peleando, Max empezó a entender por qué estaba atacando mal. Porque no sabía que
Stoop estaba haciendo otra serie distinta a la suya.
Así que Max decidió escoger el poder anterior para tener el mismo poder activado que Stoop. Pero como Max tenía la
habilidad de activar dos poderes a la vez, eligió usar el poder de congelar y quemar. Stoop le atacó con fuego. Fuego y fuego
no hacen nada. Pero el hielo de Max con el fuego de Stoop creó piedra. Por suerte, Max llegó a coger la piedra, esquivó el
fuego de Stoop con la súper velocidad y se acercó a él y le tiró la piedra. Entonces, cayó la piedra y como Stoop se había
quedado sorprendido del ataque con hielo y fuego a la vez, Max aprovechó y le volvió a lanzar la piedra en forma de
estalactita y se la clavó en la barriga.
El dragón que había venido del futuro, Stoop, murió vencido por Max, el dragón que salvó a los habitantes de Camelot. La
gente agradecida votó y decidieron que Max fuera el rey de Camelot. Y así se convirtió en el dragón salvador.

UN PEQUEÑO PECECITO
Había una vez, y te lo digo porque me lo contaron (me lo contó un ratoncito muy viajero que había estado por los mares
navegando y había conocido a un pececito muy inquieto que se lo encontró cuando él estaba pescando…). El ratón me contó
un relato que me dejó alucinado. Abre tus orejas y atiende a mi cuento.
Existía un pececito que vivía en lo más profundo del mar, era pequeñito y lleno de bonitos colores con manchitas en su piel.
Su mamá estaba loca con él, nunca paraba, siempre quería jugar y a la escuela no quería ir a estudiar. Su mamá siempre le
decía:
-Pececito vete a la escuela, porque no llegarás a ser nada y no aprenderás a poder esquivar a las redes y cañas de pescar…
Pero el pececito se reía de su mamá y le decía:
-Ay mamá, déjame disfrutar y poder navegar, soy muy joven y quiero conocer el mar.
Su mamá se llevaba las aletas a la cabeza y lo dejaba navegar, no podía retenerlo por mucho tiempo más.
El pececito feliz se recorría el mar, y un día encontró una gamba fácil de atrapar que colgaba asustada y fue corriendo a
atraparla, era un gran manjar… Pero al comérsela con su boquita se dio cuenta de que se había quedado enganchado, no
podía navegar, y algo le empujó hacia el exterior… Muy asustado intentó escabullirse, pero estaba atrapado. Entonces sintió
como caía en algo duro y escuchó una vocecilla:
-¡¡Ohhh!! Este es muy pequeño…
El pececillo lo miró, era un pequeño ratón, asustado le pidió que lo dejara, que quería volver con su mamá. El ratoncito lo
miró y le sonrió:
-¿Tú no tendrías que estar en la escuela? Eres muy pequeño para andar sólo por estos mares, deberías estar estudiando…
Gracias que soy un ratoncito bueno, porque te podrían haber pescado los humanos y te hubieran llevado y acabarías frito…
El pececito lo miró muy asustado y empezó a llorar, quería volver con su mamá… El ratón lo tranquilizó y le aconsejó que en
vez de surcar mares, tendría que ir a aprender para su futuro… El pequeño pez le prometió que estudiaría mucho y jamás le
volvería a pasar nada de eso porque sería muy listo. El ratón se alegró al oír eso, le soltó, y le pidió que volviera a casa con su
madre para descansar. El pececito se tiró al agua y se despidió de su amigo el ratón, le dio las gracias y se sumergió…
Al poco rato llegó a su casa y su madre estaba muy preocupada. Cuando le vio se alegró y le dio muchos besos… Pececito le
prometió ir a estudiar y ser muy listo, su madre muy contenta le dio más besos y le dijo que le había preparado gambas,
pero pececito no tenía muchas ganas de cenar y miró a su madre con mala cara. En fin, eso hizo aprender a pececito y nunca
más se fue solo por el mar y no faltó a clase ningún día.
Así me lo contó el ratoncito… ¿y sabéis como lo encontré? Porque yo estuve allí, yo era aquel ratoncito aventurero…
EL VIAJE DE LAS CINCO VOCALES
En una ciudad llamada Abecedario vivían consonantes y vocales. Un día se enfadaron a causa de que todas querían
ser mejores que las otras.
Un día las consonantes llamaron a la Z para idear una trampa para las vocales y ese engaño consistía en esto:
Aprovechando que la U había salido a comprar el pan, mandaron una carta a cada una de las vocales diciendo que
habían raptado a U, cosa que era mentira.
Al recibir la noticia, fueron en ayuda de su compañera. Al cabo de un rato llegaron al lugar donde las consonantes
tenían preparada su trampa. De repente, las consonantes se dieron cuenta de que les faltaba una de las vocales. Era
la U. Rápidamente mandaron a un guardián que la raptara. Después de un tiempo llegó la U y soltaron la catapulta
que tenían preparada. Fueron lanzando a cada vocal a un continente distinto.
La A, se encontró en un país muy raro y preguntó a un guardabosques donde estaba. El guardabosques contestó que
se encontraba en África. La vocal se sobresaltó, ¿en África? Tengo que buscar a mis amigas.
Y recorrió todo el mundo.
Navegó por mares y océanos, lagos y ríos y al final llegó a un continente llamado Europa, donde se encontró con su
amiga la E que estaba llorando.
-¿Por qué lloras? -preguntó la A.
Y la E le contestó que porque no encontraba a sus amigas.
-Pues yo soy tu amiga A y quiero que me ayudes a encontrarlas.
-Muchas gracias A.
Y siguieron su camino.
Pasados unos días llegaron a un país nuevo que se llamaba India. Ahí se encontraron con su amiga I, que también las
estaba buscando. Y las tres juntas continuaron camino hacia otro continente que se llamaba Oceanía. Allí estaba su
amiga O, que al verlas corrió a su encuentro. Las cuatro juntas recobraron fuerzas para ir a buscar a la U, y se
pusieron en camino. Por último llegaron a EEUU, donde permanecía su amiga U triste y afligida. Al verlas corrió a
abrazarlas y se puso muy contenta.
Todas juntas regresaron a casa, donde se encontraron a las consonantes deprimidas y tristes por el acto que habían
cometido, ya que se habían dado cuenta de que no podrían volver a pronunciar las palabras bonitas de la vida, como
por ejemplo: PAZ, AMOR, BELLEZA, COMPASIÓN, ETC…
Así que decidieron preparar una fiesta en honor a las cinco vocales.

EL VAGABUNDO Y LA LUNA
Érase una vez un extraño hombrecillo que moraba entre las sombras de una ciudad.
Prefería la noche al día, y al alba, se acomodaba sobre los tejados más mullidos de la capital.
La gente, que nada de él conocía, acostumbraba a susurrar en su espalda mientras el hombrecillo dormía, ajeno a los
demás.
– ¡Pobre vagabundo! –se lamentaban los más bondadosos– ¡Qué vida tan desgraciada tendrá!
A aquel extraño vecino le acompañaba siempre un gato, lleno de tantas manchas que parecía vestido de lunares, y
¡hasta unas botitas blancas parecía calzar!
Poco más poseía aquel hombre, salvo una pequeña flauta que le alegraba las noches, mientras todos dormían y él
despertaba. Y sin embargo, era el hombre más rico de la ciudad.
Cuando la ciudad dormía, todo se tornaba de paz y tranquilidad por las calles y recovecos de aquel lugar. Solo un
pequeño hombrecillo y su gato de cien manchas permanecían en aquel momento con los ojos abiertos. Aquel
pequeño hombrecillo, o vagabundo (como le llamaban), hacía entonces sonar su flauta llenando las avenidas de
alegría, color y magia.
Sentado a los pies de la mismísima luna, cada noche silbaba el músico al viento todas las melodías que recordaba.
– ¡Qué dichoso y afortunado me siento aquí sentado! – comentaba a menudo el músico acariciando a su curioso y
pintoresco gato.
Arropadito por un buen manto de estrellas, tocaba y tocaba sin darse cuenta la noche entera, y cuando todos
comenzaban a despertar volvía junto a su gato a buscar tejados mullidos donde poder reposar.
Así una y otra vez hasta que acabase el día, y la noche y la música tuviesen de nuevo lugar.
LA JIRAFA DROMEDARIA

Érase una vez una Jirafa Dromedaria que habitaba en la sabana africana…Esta curiosa jirafa vivía al margen de su
manada porque… ¡apenas se le parecía en nada!.Su lomo asemejábase más al de un camello, o a un dromedario (o a
un tobogán), y ni siquiera gozaba del cuello largo y rectilíneo del que disfrutaban el resto de las jirafas de aquella
sabana. Ninguna de sus parientes jirafas podía ver en ella ni a una tía, ni a una hermana, ni siquiera a una prima
lejana; ni contemplaban tampoco al verla, a alguien con quien compartir el agua o las sabrosas acacias. Recelosas,
observaban muy erguidas en las alturas a aquel extraño animal, cuasi jorobado, que tanto se les acercaba. La Jirafa
Dromedaria cansada, con el tiempo, de agazaparse y correr siempre al rebufo del resto de la manada, decidió vagar
sola por la sabana en busca de más jirafas dromedarias, en busca de una auténtica familia que en apenas algo se le
asemejara. Tras un tiempo observando y buscando su nuevo hogar, la Jirafa Dromedaria creyó haberlo encontrado al
ver el pelaje de un leopardo, intentando camuflarse entre el pastizal.

Se Acercó la insensata jirafa hacia el fiero animal, hasta que sus finos y largos bigotes pudo casi palpar. Pero el
leopardo (creyendo ver al mismísimo demonio en la piel de un camello con sarampión) se quedó tan congelado
cuando la llegó a observar, que concedió a la jirafa el tiempo justo para lograr escapar. Y emprendiendo como pudo
una carrera, al trote de un paso muy vacilante y torpón, la Jirafa Dromedaria de nuevo retomó la búsqueda de su
familia de verdad.
Harta de trotar para escapar del leopardo y de un posible ataque fatal, creyó divisar a lo lejos un paraíso de antílopes
colosal. En la distancia, pudo olisquear el aroma de las hojas y de las vainas frescas que cubrían parte de los terrenos
de aquel esbelto y bello animal, y cansada y apurada por el hambre, pensó haber llegado al hogar.
A su llegada, los antílopes no dudaron en dar la bienvenida a aquella invitada curiosa y particular. Agasajaron a la
jirafa con hierbas frescas de temporada y, al anochecer, la acomodaron en un humilde rincón fresco de pasto para
que pudiese reposar. Al día siguiente, ya descansada, la Jirafa Dromedaria se divirtió de lo lindo con las pequeñas y
juguetonas crías del grácil antílope, las cuales se deslizaban por su espalda jorobada, como si recorriesen mil rampas
a lomos de un tobogán. Qué gracia en sus saltos y movimientos… ¡qué cariño en cada uno de sus gestos!
La Jirafa Dromedaria, por primera vez, parecía formar parte de un grupo, de una manada; y nunca más se puso en
marcha en busca de familiares por la sabana.
Qué extraño resultaba verla en medio de aquella tribu africana. ¡Qué familia tan disparatada formaban! Y qué felices
los niños junto a su nueva amiga del alma.

EL MAGO DE LOS SUEÑOS

Hace muchos años vivía en un país lejano un joven llamado Samuel. Un día estaba Samuel oyendo una charla que
daba el mago de los sueños, en ella decía que cada uno siguiera su sueño sin importarle lo que los demás pensaran,
pero Samuel no estaba seguro de su sueño, él quería investigar lugares que nadie había pisado aún pero no sabía
cómo hacerlo.
Al día siguiente fue a visitar a una amiga de su infancia, pidiéndole que le ayudara. Ella le ofreció una buena ayuda
llevándolo a un lugar que nunca antes había visto y ella le dijo:
-Tú, Samuel lo que quieres ser es explorador, y no es fácil conseguirlo, pero yo sé que puedes conseguirlo.
-¿Cómo? – Preguntó Samuel.
-Siguiendo tu corazón.
Estas palabras no las comprendió muy bien Samuel, pero con el paso del tiempo, fueron tomando sentido.
El mago de los sueños confió en que Samuel lo consiguiera y fue a visitarle, el mago ya sabía que Samuel tenía
problemas con su sueño, el mago se ofreció a ayudarle. Samuel lo agradeció tanto que al final, con ayuda de su gran
amigo el mago de los sueños consiguió ser un fantástico explorador.
Estaba Samuel un día en un barco rumbo a un país lejano y vio reflejada la imagen de su gran amigo el mago de los
sueños en el mar, sonriéndole.
EL NIÑO Y LA ESTRELLA

Había una vez un niño al que le gustaban mucho las estrellas; era tanta su pasión que se pasaba todas las noches
mirando el cielo desde su ventana, hasta que un día el pequeño encontró una estrella muy especial, la más hermosa
de todo el cielo, convirtiéndose ésta en su favorita.
Noche tras noche la encontraba siempre en el cielo, hasta que un día de repente no era capaz de verla. El pequeño
se vistió corriendo y salió de su cuarto trepando por un pequeño árbol que tenía enfrente de su ventana. Fue
caminando y caminando buscándola sin parar, recorriendo un largo camino hasta que la encontró, pero de repente
se dio cuenta de que se había perdido.
Sus padres angustiados y preocupados le empezaron a buscar, no sabían dónde podría estar su hijo. El pequeño al
mismo tiempo intentaba buscarles a ellos entre la oscuridad de la noche, pero no era capaz de encontrar el camino
hacia su casa. En ese momento su estrella favorita comenzó a brillar fuertemente, moviéndose en el cielo como si
quisiera marcarle el camino hacia ellos.
Siguió a la estrella durante todo el camino consiguiendo encontrar finalmente su casa donde estaban sus padres muy
preocupados. El niño fue hacía ellos rápidamente para abrazarlos, sintiéndose muy contento al poder estar otra vez
con su familia.
El niño al volver a su habitación miró por la ventana y, dando gracias a la estrella por ayudarle a encontrar a sus
padres, se durmió feliz al saber que tenía una nueva amiga que le ayudaría siempre cuando no pudiera encontrar el
camino entre la oscuridad.

EL GATO Y EL PERRO

Había una vez en un pueblo muy lejano donde vivió un gato llamado Sultán, él era muy amigo de un maravilloso
perro que vivía en una casita de madera y ellos no peleaban por nada, pero un día los dos amigos se encontraron un
inmenso hueso y los dos empezaron a pelear por el hueso y no se hablaban ni saludaban, pero entonces el gato se
sintió mal por pelear con su mejor amigo. Ellos no querían estar peleados ni bravos y a los dos se les ocurrió botar el
hueso para no seguir peleados. Ahora los dos están contentos porque no están peleando más y siguieron como los
mejores amigos del mundo.

EL CASTILLO Y LA PRINCESA TRISTE

Habia una vez una princesa en un castillo que tenía todas las cosas que queria, todos los muñecos, pero ella no era
feliz por que no tenía amigos, solo queria tener amigos y su papá el rey la vió llorando y le dijo por qué loras, la
princesa le dijo: papá es que yo no tengo ni un amigo, el rey le dijo que su primo va a venir hoy mismo y la princesa
se puso muy feliz por que va a tener con quien hablar y se fue al parque a esperar al primo, el papá le dijo que fuera
con un guardaespaldas dijo si papá me voy a cambiar nos vemos más tarde y llegó la princesa con el primo y llegaron
muchos niños y niñas, cinco niños y siete niñas, los niños se fueron con el primo y las niñas con la princesa, fueron al
cuarto de la princesa y las niñas vieron esas muñecas y comenzaron a jugar, se divirtieron mucho, la princesa le
mostró las amigas al papá y el rey se puso muy feliz por que nunca habia visto a su hija tan feliz como hoy y el rey
lloro de la felicidad, mandó a que les dieran galletas y leche para sus amigas, la princesa siguió jugando en su cuarto y
fué muy feliz por que por fin tenía amigas.

EL LOBO BUENO

Habia una vez un lobo que vivía en el bosque, él no era como todos los otros, ellos le decian a él " Tú no eres como
nosotros " " Eres uin lobo gallina " entonces el lobito se puso triste y se fué a vivir a otro bosque cercano, de repente
se encontró con una lobita que tambien estaba como él. Ella era ta hermosa que a él los ojos le brillaban de felicidad.
Ellos se volvieron tan amigos que al pasar de los tiempos se olvidó que no hay que ser malo para obtener lo que
quiere.
“LOS DOS AMIGOS Y EL DUENDECILLO DEL BOSQUE”

Clara y Raúl eran dos amigos y compañeros del cole. Un día fue toda su clase de excursión al bosque. Allí vieron
muchos animales (caballos, conejos, pajarillos, ciervos, patos…)
Pero Clara y Raúl, se entretuvieron siguiendo a un saltamontes y se perdieron en el bosque. Cuando empezó a ser de
noche, se asustaron mucho con el ruido de los búhos.
Mientras tanto, todos los niños y profesores se fueron a dormir a una tienda de campaña muy grande y no se dieron
cuenta de que Clara y Raúl no estaban con ellos.
Los niños perdidos tenían mucho miedo y empezaron a llorar.
Un duende que vivía por allí cerca, al oír los llantos, se acercó hasta Clara y Raúl; era un duende de color rojo que
saltaba mucho y estaba muy triste.
Clara y Raúl se creyeron que era un duende malo, pero él les dijo que no se asustaran; y como los niños tenían
mucho frío, el duende los llevó a su cueva, que era muy oscura y profunda, y allí se calentaron y comieron.
Cuando estaban tan tranquilos jugando con el duende, éste los encerró en la cueva, porque como él no había tenido
nunca a ningunos amigos para jugar, no quería que Clara y Raúl se fueran.
Pero los niños lloraron mucho y al duende le dio mucha pena y les dijo que al día siguiente, por la mañana, los
soltaría, siempre que les prometiera, que todos los domingos regresarían al bosque a jugar con él; porque siempre
estaba muy solo y no tenía con quien jugar. Por eso, el duende les dijo a Clara y Raúl, que si decían la palabra mágica
“Salakabula”, desaparecerían de sus casas y aparecerían en el bosque para jugar con él un ratito, y así estaría
siempre contento y no triste como hasta ahora.
Al día siguiente, el duende llevó a Clara y Raúl donde estaban los profesores y compañeros y de una forma mágica
desapareció.
Y desde ese día, todos los domingos Clara y Raúl juegan con su amigo el duende cuando dicen la palabra mágica
“Salakabula”.
¡Y colorín colorete, el duende salta tanto como un cohete!.

MI ZAPATO VIEJO

Tenía un hueco en la punta de mi zapato, estaba roto por un lado, macha cado por detrás, ya no servían para
nada.

– ¡Lo tiraré a la basura!, – pensé


Y por un rato dejé allí mi zapato, mientras hacía mis tareas de la escuela. Cuando terminé me dispuse a tirar mis
viejos e inservibles zapatos, pero me llevé una gran sorpresa cuando vi un lindo y calentito huevo de mi patita Loló
dentro de uno de ellos.

– ¡Puede servirle de nidito!, -pensé.

Por lo menos no se moja ni pasa frío. Busqué un pedazo de tela vieja, la hundí dentro y puse el huevo encima.

– ¡Que alegre estaba! ¡Ya mi patito Loló tenía su camita para nacer!

Puse mi zapato debajo de un arbolito, allí mi patita Lolò velaría a su nuevo bebé y mi abuela vería como pude darle
otro uso a los zapatos, que si para mi no servían, sí a mis animalitos.

Nunca mas pensaré en tirar algo sin antes pensar para que puede servir y les contaré a mis amiguitos de la escuela y
a mi maestra.

– ¡Viva! ¡que llegue mañana!


UN CACHORRO PERDIDO

Erase una vez un pequeño cachorrito que estaba jugando con su familia muy feliz. Un día salió de paseo y cuando
regresó toda su familia se había mudado y no los encontró. El cachorro se quedó muy triste porque estaba solo y los
echaba de menos.
Pasaron los días y el perrito seguía solo. Vivía en un parque para ver pasar a la gente y que jugaran con él. De
repente, un niño lo vio, lo cogió y dijo:

– Pequeño cachorrito ven conmigo!

Y el cachorrito se puso muy feliz que tuviera a alguien que lo quisiera tanto. El niño se lo llevó a su casa y vivió muy
contento rodeado de una nueva familia.

‘’BANE, LASSI Y MIKI LAS TRES ARDILLITAS DEL BOSQUE”

Bane, Lassi y Miki eran unas ardillitas que vivían muy felices en un bosque.
Las tres eran hermanas y tenían su casa en un viejo árbol, donde guardaban las bellotas y frutas que cogían
en primavera. Cuando llegó el invierno, decidieron celebrar el cumpleaños de Miki que era la menor de las
ardillas.
Todas estaban muy contentas. Invitaron a todos sus amigos del bosque (conejos, mapaches, pájaros,
mariposas, etc…).
Para el cumpleaños de Miki, prepararon un enorme tarta de bellota con nueces y nata. Era grandísima
porque tenían que comer todos sus amigos. También prepararon “chuches” y refrescos.
Todos estuvieron comiendo durante muchas horas, y jugando a cosas muy divertidas.
Cuando se estaba acabando la fiesta, empezó una gran tormenta. Los rayos y relámpagos asustaron a todos
los animalitos, y ninguno quería irse a su casa, porque les daba mucho miedo; pero cuando estaban mas
tranquilos, un rayó cayó sobre el viejo árbol donde estaban y empezó a arder.
Todos salieron corriendo y se refugiaron en otro árbol que estaba cerca; era un pino muy grande que tenía
un agujero, por donde entraron todos los animales. Desde él vieron como ardía el árbol viejo, y pensaron
que habían tenido mucha suerte al salir todos.
Bane, Lassi y Miki, empezaron a llorar porque se habían dado cuenta, que ya no tenían ni casa, ni comida
para todo el invierno; ya que estaba ardiendo y no podían hacer nada para recuperarlas.
Sus amigos, cuando las vieron tan tristes, le dijeron que como eran buenos amigos, les ayudarían a hacerle
dentro del pino, unas habitaciones para que vivieran en él. Y también entre todos, le llevaron comida, para
que no pasaran hambre en el invierno.
Y fueron muy felices y siempre ayudaron a sus amigos.
¡Y colorín colorete, las ardillas vivieron en el pino – pinete.!
“LA FLOR SIN COLOR”
Había una vez una flor muy pequeña, que estaba plantada en un jardín grandísimo.
Esta flor estaba muy triste, porque era la que menos colores tenía de todo el jardín. Y por eso siempre
estaba llorando.
Un día una mariposa muy bonita que volaba por el jardín, se posó sobre la flor y le dijo: ¿Qué te pasa?,
¿Por qué lloras?.
La flor le dijo que estaba triste porque tenía muy pocos colores, y también se le estaban cayendo los
pétalos.
La mariposa le animó mucho y le dijo que ella tenía unos colores tan bonitos en sus alas, porque siempre
estaba muy alegre.

Al día siguiente, la flor quiso ser como la mariposa y dejó de llorar y quiso ser bonita.

El suelo donde estaba plantada estaba muy mojado porque había llorado tantos días, que empezó a crecer
y crecer; y con el sol se hizo grande y bella.

Desde aquel día era una de las flores más preciosas del jardín.

Todas sus compañeras se sorprendieron de lo hermosa que estaba, y los colores que tenía.

Cuando llegó el invierno, todo el jardín se quedó blanco por la nieve que había caído. Las demás flores se
murieron, pero ella con su alegría aguantó el frío y la nieve y vivió un año más.

En primavera volvió a ver a su amiga la mariposa y fueron muy felices.

Y colorín colorado, la flor y la mariposa de colores el jardín han inundado.

LOLA Y SUS PASTELES

Lola pasaba por la calle y encontró a un niño lolorando y le dijo ¿ por qué lloras ? y el niño contesta, es que
mi mamá está cumpliendo años y no tengo pastel, yo te doy un pastel de chocolate, al menos quedan cinco
pasteles y vé pasando un perro con hambre y Lola le dió un pastel de vainilla y ahora me quedan cuatro
pasteles y se encontro un lobo y le dió un pastel de fresa, ahora le quedan tres pasteles, dice ¡ oh, no !
ahora tengo poquitos pasteles. Lola fué a la fiesta y la casa estaba cerrada, fué a donde su amiga Adriana y
tampoco estaba, fué a donde su amigo Carlos y tampoco estaba, fué a donde su amiga María y tampoco
estaba, entonces pensó depronto estan pescando, vió el río y el río estaba seco, ¡ oh ! entonces estan a
donde mi abuelita y ahí estaban: el perro, el niño, el lobo, Adriana, Carlos, María y ahí estaban los pasteles
de Lola y quedaron felices.
DESCUBRIENDO LA NAVIDAD

Había una vez un lugar llamado Villa Mágica. Allí vivían toda clase de criaturas maravillosas, entre ellos un pequeño
pueblo de elfos en donde no había llegado nunca la Navidad. Todos estaban muy tristes hasta que un día algo
extraordinario ocurrió.

Un frío día de invierno, tres elfos, Turlond, Tarmiso y Termino, se dirigieron a un viejo bosque donde nadie se atrevía a
entrar desde hace muchos años. Había una leyenda muy antigua que decía: “El que logre pasar el bosque, encontrará una
cosa muy valiosa.”
Ellos iban con miedo, inseguros, nadie había entrado nunca en aquel lugar. Sólo sabían que había algo, pero no sabían si
era bueno o malo.
Mientras se dirigían allí oían ruidos: parecían voces de personas y risas, pero no pudieron ver a nadie alrededor. Turlond,
Tarmiso y Termino empezaron a sentirse contentos y alegres de manera inexplicable. El miedo les abandonaba poco a
poco según iban avanzando por el bosque.
Según iban caminando se quedaban más impresionados: los árboles les saludaban, las ardillas les seguían, los ciervos
les acariciaban. ¡Los animales hablaban! Llegaron a un sitio donde había muchos regalos, todo era ilusión y felicidad. Un
pequeño hombre con barba blanca estaba ahí, vestido con un atuendo rojo y un gran gorro en su cabeza.
Tarmiso, el elfo más joven, dijo:
-Hola, somos los elfos que se adentraron en el bosque para encontrar el tesoro que hay al final del camino, ¿quién eres?
-Soy Papá Noel, os llevo esperando mucho tiempo, y ahora que por fin habéis llegado hasta aquí os daré algo muy
especial.
En ese momento, Papá Noel les entregó el regalo más valioso que tenía, tres pequeñas campanillas mágicas.
-Ya podéis volver a vuestro pueblo, en cuanto estéis ahí tocad cada uno de vosotros la campanilla que os he regalado.
Los elfos agradecieron el regalo de Papá Noel, aunque no llegaron a entender muy bien para qué servían las campanillas.
Al volver al pueblo no se pudieron ni imaginar lo que iba a suceder. Al tocar la primera campanilla, los árboles se
encendieron con unas hermosas luces y todo quedó nevado. Al tocar la segunda las calles se inundaron de felicidad y
alegría, y finalmente, al tocar la tercera, en cada casa del pueblo aparecieron una gran multitud de regalos.
Nuestros queridos amigos no se lo pudieron creer, fue el inicio de la Navidad en Villa Mágica. Todos recibieron la felicidad
y la magia que siempre estuvieron esperando, y al alzar su mirada al cielo pudieron ver un pequeño trineo volador que
dejaba una preciosa estela dorada en el firmamento.

LA ESTRELLA Y EL CANGREJO

Un cangrejo se encontraba moviéndose en la arena de una playa en la noche, observaba una estrella y le dijo:
– “¿Qué linda estrella brillante eres?”.
La estrella le respondió:
– “Es para que admiren mis destellos y guiar a los barcos por el rumbo adecuado en la oscuridad de la noche”.

El cangrejo respondió: – “¿Yo soy un cangrejo que camina de lado y no tengo importancia en la naturaleza?”.

Y la estrella le dijo: – “Sr. Cangrejo usted también tiene una misión muy importante en la vida, limpiar el fondo de los
mares de pescados y animales muertos, comiéndolos”.

El cangrejo se puso feliz y continuó su caminata nocturna.


LLUM Y FOC

Érase una vez una brujita llamada Llum que paseaba muy triste por el jardín de su colegio. Estaba apenada porque
había perdido su Varita mágica y no sabía cómo encontrarla.
Sus amiguitos de LA ESCUELA querían ayudarla, pero ella no quiso decirles que pasaba. Estaba avergonzada y tenía
miedo de que los brujitos y brujitas se burlasen de ella por no saber dónde había dejado su Varita.
Cuando sonó la campana y terminaron las clases, Llum no tenía ganas de ir a su casa. Empezó a caminar muy
despacito y llegó al bosque. Sus amigos, los animales del bosque enseguida supieron que le pasaba algo, porque
todos los días cuando llegaba Llum, venía corriendo y cantando, pero sin embargo ese día había llegado triste y
suspirando. No decía nada a nadie. Todos los animales se preocuparon mucho y le hacían cosquillas para que se
pusiera a reír, pero nada…
Al final, después de mucho insistir, la ardilla consiguió saber que le ocurría a Llum.
– Verás, esta mañana cuando me iba al colegio me di cuenta de que aún era muy temprano y me quedé jugando en los
columpios. Pero para columpiarme mejor dejé la varita en el suelo, cerca de mi.
Pasó el tiempo y se me hizo tarde, entonces me fui corriendo al colegio, cuando estuve allí me di cuenta de que me
había dejado la varita y volví. Busqué y busqué pero… no la encontré.
– No te preocupes -le dijo el gorrión- nosotros te ayudaremos.
Salieron volando muchos pájaros, buscaron y buscaron pero no encontraron nada.
– Ahora buscaremos nosotros -dijo la ardilla-. Y todos los animales del bosque que caminaban sobre cuatro patas
fueron a buscar la barita. Pero.. no la encontraron.
– Ya verás como te la traemos -le dijo un topo-. Se metieron en sus madrigueras y cuevas, mirando si se había caído
en una de ellas. Pero no encontraron nada.
Llum estaba muy triste y sus amiguitos los animalitos, también.
– ¿Y si alguien te la ha quitado? -le dijo el grillo.
– ¿Pero quién? -respondió Llum- yo no vi a nadie.
– ¡Vamos a tu casa! -dijo el búho-. Creo que ya sé quién la tiene.
Fueron a casa corriendo. Pero en lugar de entrar enseguida, el búho les hizo mirar por las ventanas.
– Yo no veo nada extraño -dijo la mariposa- sólo veo a tu hermanito comiendo tartas.
– ¿Comiendo tartas?. ¡Pero no puede comerlas!. ¡Tiene mal la barriga!.
– ¿No ves algo que brilla debajo de la algo que brilla debajo de la almohada? -dijo el saltamontes-.
– ¡¡¡Sí!!! -dijeron todos a coro, sin acordarse que estaban vigilando al hermanito de Llum.
Foc, que así se llamaba se llamaba el brujito, se asustó al verlos a todos mirar por la ventana y se metió debajo de la
cama.
Llum entró en la habitación y cogió su varita mágica. Estaba muy enfadada y quería convertir a su hermano en un
sapo, pero después pensó que ya era suficiente con el susto que le habían dado.
Llum desde ese día fue con más cuidado al dejar su barita y Foc no volvió a hacer ninguna travesura con la varita por
miedo a que su hermana lo convirtiera en un sapito.

EL POLLITO VERDE

Había una vez un pollito que era verde y todos los animales se burlaban de su color. Le decían:
– Que suerte que soy diferente a ese pollito feo.
Cuando el pollito se quedaba solo comenzaba a llorar, recordando todo lo que le decían.
Al día siguiente pensó que si se teñía las plumas de amarillo le dejarían de molestar, pero su mamá no le dejó. Él
pensó:

– ¿Y si me pongo un disfraz de pollito amarillo?

De nuevo fue a preguntárselo a su mamá y ella le dijo


– Si eso va a hacer sentirte bien, vale, pero solo una vez.
El pollito fue a la tienda y se compró el disfraz, después se lo puso pero le seguían molestando. Entonces se lo contó
todo a su madre y le pidió que le ayudara. Su mamá le dijo que no les hiciera caso, que ya se cansarían en algún
momento. Pero como seguían molestándole se le ocurrió una idea. Pensó en mudarse de gallinero, no había otro
cerca, así que se sentó en un pajar y se echó a descansar para continuar con su búsqueda. Cuando se despertó, todo
estaba oscuro, se había quedado dormido un largo período de tiempo y se hizo de noche. No pudo encontrar su
gallinero y pasaron días, meses…. hasta que por fin lo encontró.
Al llegar no lo extrañaron, lo aceptaron tal y como era, nadie se burlaba de él. Para el pollito era el día más feliz de su
vida. Tuvo nuevos amigos y una vida mucho mejor en el nuevo gallinero, ya que allí le respetaban.

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