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Un postítulo para transformar la enseñanza.

Sentí a esta actualización como un valioso aporte para la formación de los


docentes formadores. Porque se nutrió de significativas producciones académicas que,
aunque tenían un peso teórico importante se expresaban en un lenguaje simple y directo
que no nos abrumaba tanto a los cursantes. Se sintió en todo momento que la teoría que
íbamos leyendo, si bien implicaban posicionamientos claros, no aspiraban a negar otras
posiciones o imponerse como verdad, sino, más bien, a buscar un equilibrio muchas veces
perdido y creo que si confiamos en nuestro juicio crítico podemos formas nuestras propias
alternativas de acción.
Una de las cosas que me llevo del postítulo es haber podido entender la
complejidad de la formación en las prácticas docentes, que muchas veces son
minimizadas o vistas como una mera cuestión técnica. Sin embargo creo que pocas
actividades de las que realizamos en los institutos de formación revisten la significación
y los efectos políticos, sociales y culturales que implica el enseñar.
Desde un punto de vista muy personal, lamento no haber podido llevar todo el
proceso de este postítulo de una manera más regular. Los avatares que nos impone el
trabajo y la vida personal hace que, en no pocas ocasiones, los docentes nos veamos
abrumados con las actividades que nos conectan con el trabajo aún en nuestros hogares y
es quizás por esto que las reservas mentales que nos quedan para aprovechar una
capacitación tan valiosa como ésta sean escasas.
Valoro todos los materiales que el postítulo puso a nuestra disposición porque su
actualidad y pertinencia son invaluables, pero por sobre todo valoro el módulo de
interdisciplinariedad.
Soy un profesor que hace más de diez años que viene intentando llevar a cabo
propuestas interdisciplinarias pero que en muchas ocasiones caen en el vacío porque poca
gente reconoce la importancia que tiene para la formación. Quizás el haber yo mismo
transitado por muchas instancia de formación diferente (arte, teatro, música, tecnología,
economía, etc.) me hayan hecho volver enriquecidos desde esos lugares extraños para
mirar mi propias disciplinas con nuevos ojos.
Todos sabemos que nuestra educación necesita un cambio. Pero quizás el cambio
no está en tirar todo lo que tenemos hecho, porque eso hasta aquí viene sirviendo.
Probablemente lo que tenemos que hacer es “educar la mirada” y comenzar a ver la
misma educación con nuevos ojos, unos ojos que comprendan que cuál es la educación
que necesitan nuestros alumnos para vivir en el siglo XXI.

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