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PSICOLOGIA EXPERIMENTAL:

APROXIMACION HISTORICO-CRITICA
Por: Alberto Ferrer Botero

El objetivo del presente documento es presentar el desenvolvimiento histórico


de la psicología experimental, las razones que posibilitan su surgimiento, sus
logros sus fracasos, y finalmente, una discusión acerca de todo el problema de
la psicología como ciencia; para lograr dicho objetivo se ha dividido el tema en
cuatro secciones:
- Historia de la psicología experimental: De la psicología especulativa al
introspeccionismo
- Historia de la psicología experimental: Del introspeccionismo al
conductismo
- Implicaciones practicas del conductismo: La modificación de la conducta
y la terapia de la conducta
- La psicología como ciencia: Del conductismo a la psicología
experimental.

I. Historia de la psicología experimental: De la psicología especulativa al


introspeccionismo

La psicología experimental nace en el año 1879, por lo tanto cuenta ya con 105
años de historia, de fracasos y de triunfos. Para hacer un planteamiento
histórico de la psicología experimental –de esos 105 años–, es necesario
preguntarse por qué solo a finales del siglo pasado se dan las condiciones para
el nacimiento de la psicología experimental, cuales eran los obstáculos -
históricos o científicos- que impidieron que la psicología experimental se
desarrollara antes y finalmente, por qué tarda tanto la psicología experimental
en convertirse en ciencia independiente. Todas estas preguntas es necesario
plantearlas cuando se trabaja desde el punto de vista histórico.

Cuando se analiza la historia de otras ciencias, se encuentra que su larga y


penosa lucha por la independencia de la filosofía tiene lugar principalmente en
los siglos XVI y XVIII, mientras que la psicología solo llevaría a cabo esa
emancipación casi en los albores del siglo XX. ¿Por qué las luchas que
sostuvieron las ciencias naturales no afectaron a la psicología? Para responder
a estas preguntas, es necesario que se analice el obstáculo científico – o si su
quiere, el prejuicio – que imposibilitó a la psicología llegar a tener un proceso
de emancipación de la filosofía, paralelo a las otras ciencias. La historia de
todas las ciencias es una historia del proceso de independización de la
especulación, de la liberación del pensamiento filosófico; toda su historia es un
intento de construir leyes, postulados, teorías, con rigor científico, que sean a
su vez verificables, comparables, refutables, etc. Tal es la misión del método
científico: ahuyentar la especulación. En psicología la misión de ahuyentar la
especulación, se llevó a cabo muy tarde. La razón fundamental de esa
tardanza se debió a que se consideraba el fenómeno psicológico como algo
totalmente aislado y sin ninguna relación con el fenómeno físico o fisiológico. El
fenómeno psicológico aparecía como algo totalmente opuesto al fenómeno
físico y objetivo – el cual era el objetivo de estudio de las otras ciencias -. Esta
es la razón fundamental, o si se quiere, el “obstáculo”, que impide a la
psicología llegar a convertirse en ciencia independiente como todas las demás.
Por esta razón la psicología no lleva a cabo ese proceso de ruptura de forma
paralela al de las otras ciencias; y por esta misma razón la psicología retarda
tanto una emancipación que era ya historia en otras ciencias.

El obstáculo fundamental con que tropieza la psicología al querer convertirse


en ciencia independiente, es el dualismo marcado que existía entre los
fenómenos psíquicos y los fenómenos físicos o materiales. La historia de este
dualismo se remonta al planteamiento de descartes cuando se hace la división
entre sustancia pensante o “res cogitans” y sustancia extensa o “res extensa”.
Según Descartes, estos dos tipos de sustancias eran opuestas y tenían
propiedades diferentes. Las propiedades de la sustancia pensante eran el ser
algo vivenciado por el sujeto, algo inespacial, incorpóreo, inaccesible a la
observación exterior, arbitrario, etc. Por el contrario las propiedades de la
sustancia extensa, eran el ser algo espacial, corpóreo, accesible a la
observación exterior, etc.

Está claro que con el planteamiento de este dualismo, las ciencias que
estudiaban la “res” 1 extensa (física, química, biología, astronomia, etc.), fueron
las primeras en ahuyentar la especulación y por tanto fueron las primeras en
utilizar el método científico. La cuestión aparecía clara. No había problemas en
trabajar científicamente con algo espacial, corpóreo y observable
exteriormente; sin embargo, si existían problemas cuando se pretendía estudiar
científicamente algo inespacial, incorpóreo e inaccesible a la observación
exterior. De esta forma se llegó a un nuevo dualismo: Los fenómenos físicos y
materiales podían ser estudiados científicamente, mientras que los fenómenos
psicológicos no podían llegar a serlo. Esta es la razón fundamental por la cual
la lucha de la independencia de las otras ciencias por salirse de la
especulación no alcanza a la psicología.

La psicología se convirtió en el último reducto, en el último fortín del idealismo,


de la especulación: Podía hacerse ciencia con la “res” extensa, pero jamás con
la res “cogitans” 2. El terreno de la res cogitans era aún un terreno que le
pertenecía a la filosofía y no se lo dejaría arrebatar tan fácilmente de la ciencia.
Es claro que dadas las circunstancias, la revolución científica llegara muy tarde
a la psicología. Parecía que por las propiedades de su objeto de estudio, la
psicología estuviese condenada eternamente a la especulación: podía
especularse con algo inobservable inespacial e incorpóreo.

Fue este dualismo marcado entre las características de lo psíquico (res


cogitans) y las características de lo físico (res extensa) por un lado, y el modelo
de método experimental, derivado de las ciencias naturales (ciencias que
trabajan con objetos observables, exteriormente espaciales y corpóreos) por

1
“res”: palabra latina que significa “cosa”; aquí está tomada en el sentido de “realidad
física”
2
“cogitans”: palabra latina que significa “pensante” aquí se utiliza en contraposición a
la res extensa; res extensa – realidad material; res cogitans – realidad pensada,
psíquica.
otro lado, lo que imposibilitó y retardó durante mucho tiempo el nacimiento de
la psicología experimental.
Está claro que su la psicología quería pertenecer a la respetable familia de las
ciencias y salirse de toda forma de especulación, debía saltar dos obstáculos:
El primero de ellos demostrar que el dualismo entre lo psíquico (definido como
algo inobservable y especulativo) y lo físico (definido como algo observable y
científico) no existe; y el segundo de ellos, demostrar que el fenómeno
psíquico, a pesar de sus características de subjetividad e inobservabilidad,
puede ser también abordado desde el punto de vista científico; es decir,
demostrar que puede ser estudiada científicamente también la res cogitans. La
historia de la psicología experimental es la historia de la resolución de estos
dos obstáculos.

EL camino hacia el advenimiento de la psicología experimental fue dado


paradójicamente por los estudiosos de la res extensa –los fisiólogos- y no por
los psicólogos.

El siglo XIX se caracterizó por el gran auge de la fisiología y de la biología,


especialmente a partir del año 1859 cuando dio a luz la obra más importante
que se ha publicado en ese campo jamás: “El origen de las Especies” de
Charles Darwin. A partir de ese momento las investigaciones fisiológicas se
multiplican, se estudian especialmente las funciones del sistema nervioso y
concretamente, los fenómenos de percepción. Numerosos nombres se vinculan
a estas investigaciones de la fisiología del sistema nervioso y de la percepción:
Helmholtz, Weber, Fechner, Bell, Magendie, Flourens, Séchenov y Muller entre
otros. Estas investigaciones sobre la percepción, se realizan utilizando los
métodos con los cuales estaba familiarizado el fisiólogo: Actuar sobre el órgano
receptor mediante estímulos mecánicos y eléctricos, examinar la conducción
nerviosa y el término de reacción, mediante aparatos especialmente ideados.
Sin embargo, los fisiólogos encontraron que en el estudio de la percepción
siempre aparecía algo “un residuo” que no era factible de investigación
fisiológica: Lo Psíquico.

En las investigaciones fisiológicas podría estudiarse la acción físico-química


(estimulo), el cambio en el nervio (excitación), pero el hecho de conciencia
(percepción) no podía ser abordado desde la fisiología, ya que nadie podía dar
cuenta ni comunicar nada acerca del hecho de conciencia, excepto el propio
sujeto. Ocurría así una contradicción que ponía en aprietos al viejo dualismo; Si
el fenómeno psíquico y el fenómeno físico son tan opuestos ¿Cómo es posible
que desde las investigaciones estrictamente fisiológicas, experimentales, se
llegara, se encontrara con el fenómeno psíquico a todo momento? Las
investigaciones llevadas a cabo por los fisiólogos ponían de manifiesto un
nuevo campo que hasta el momento no había sido objeto de estudio científico:
El fenómeno psicológico. Se planteaba así la necesidad de construir una
ciencia que empezara a investigar aquellos fenómenos que eran el punto de
llegada de los fisiólogos. Fueron pues los fisiólogos los que vieron la necesidad
de estructurar una nueva ciencia. Para la psicología ésta era una oportunidad
única, ya que eran ahora los representantes de la nueva tradición científica y
no los representantes de la especulación, los que hacían énfasis en la
necesidad de una explicación psicológica. El camino estaba claro: O escuchar
el llamado de la cientificidad planteado por los fisiólogos, o seguir condenados
a la especulación filosófica. La respuesta era obvia: La psicología debería
convertirse en una ciencia al igual de las demás. Como afirma Wolman (1975):
“Los psicólogos estaban buscando una forma de escapar a la metafísica, la
especulación y la filosofía, y se dirigieron esperanzados hacia la fisiología para
que ésta les proporcionara la pauta necesaria para un método científico de
investigación” 3.

La persona que aceptó el reto de convertir la vieja psicología especulativa en


psicología experimental, fue el alemán Wielhelm Wundt quien en 1879 fundara
en Leipzig (Alemania) el primer laboratorio de psicología experimental. El paso
ya se había dado, ahora la psicología formaba parte de la familia de las
ciencias; Había nacido la psicología experimental. Sin embargo, como se verá
mas adelante, no basta con hacer proclama de la psicología experimental para
hacer psicología experimental.

Fueron numerosos los problemas a los que Wundt hubo de enfrentarse. Tenía
que cambiar toda la tradición especulativa de la psicología. El reto al que
estaba enfrentado ciertamente, no era fácil y las trampas de la especulación
aparecían a todos lados.

Lo primero que realizó Wundt fue cambiar el objeto de estudio de la psicología:


Si la psicología debía convertirse en una ciencia, debía encontrar un objeto de
estudio tan respetable como sus propósitos. El objeto de estudio de la
psicología especulativa era el alma o en el mejor de los casos, las facultades
mentales (concebidas como algo dado, inmutables e independientes de lo
orgánico). Si Wundt quería convertir a la psicología en ciencia, debería en
primer lugar dirigir su mirada a otro objeto de estudio a fin de evitar posibles
especulaciones. La elección fue hecha rápidamente: La psicología
experimental se encargaría de estudiar la conciencia -la experiencia inmediata-.

Para abordar ese nuevo objeto de estudio, Wundt utilizó tres métodos
fundamentales:

- La introspección o autoobservación: Este método era el método estrictamente


psicológico de Wundt. Consistía en que la persona se autoobservara a si
misma (observara la experiencia inmediata) y comunicara su introspección al
experimentador.

- La experimentación fisiológica: Este método es retomado directamente de la


fisiología. Es propiamente el método experimental de Wundt. Consistía en
realizar mediciones y observaciones fisiológicas.

- Análisis de los productos culturales de las mentes humanas: es un método


fundamentalmente socio-cultural, donde se hacían análisis desde este punto de
vista.

3
Wolman, Benjamín. “Teorías y Sistemas Contemporáneos en Psicología”
Barcelona: Edic. Martínez Roca, S. A., 1968. Página 12.
Wundt empleaba estos tres métodos para estudiar su objeto de estudio: La
conciencia. Sin embargo, salta a la vista que el método estrictamente
psicológico es la introspección, salta a la vista también, que la introspección no
es un método confiable, ni valido (condiciones que aseguran poca cientificidad
al método), y por ultimo, salta a la vista que el soporte “experimental” de la
psicología de Wundt radicaba en la experimentación fisiológica y no en el
campo psicológico.

Todo lo anterior, trae una consecuencia fundamental: LA psicología de Wundt


no es más que la antigua psicología metafísica con un nuevo ropaje, pues a
pesar de sus alardes de “cientificidad” no logra este cometido. La psicología de
Wundt sigue siendo dualista: se especula en la esfera psicológica y la prueba
experimental viene por el lado de lo fisiológico. Wundt inaugura un nuevo
dualismo. Lo único que diferencia su psicología “experimental”, de la psicología
metafísica, es la experimentación; pero esta experimentación no es psicológica,
sino fisiológica. Wundt retomó el método experimental de la fisiología y lo aplicó
a la psicología con la esperanza de que con dicho método pudiera hacer de la
psicología una ciencia, sin embargo, sus resultados no fueron tan buenos como
sus propósitos: Su psicología estaba condenada al fracaso por el dualismo
planteado. Su único mérito fue introducir experimentación “en” psicología, más
no la experimentación “con” psicología.

Como respuesta al fracaso de este primer intento de hacer psicología


experimental, surge una orientación –el conductismo- que por otro camino
pretende realizar el viejo sueño de Wundt: Hacer de la psicología una ciencia.

II. Historia de la psicología experimental: Del introspeccionismo al


conductismo

El introspeccionismo dominó la esfera de la psicología durante sus primeros


cuarenta años de historia. Durante ese tiempo los psicólogos dirigieron su
energía a la introspección, sin embargo, sus esfuerzos a la postre resultarían
infructuosos: El introspeccionismo fracasaría.

La alternativa más clara al introspeccionismo fue postulada por John Watson


quien en 1920 escribiera el libro que por casi 50 años fuera el lineamiento de
los futuros trabajos psicológicos: “El Conductismo”.

Sostenía Watson que introspeccionismo había fracasado fundamentalmente,


por dirigir su mirada a los fenómenos internos, inobservables; de ahí que ni su
objeto de estudio “conciencia” ni su método “introspección”, fueron para
Watson confiables y válidos.

La idea central del pensamiento de Watson (y por supuesto de todo sistema


conductista), es tener una visión positivista de la ciencia: Sólo puede estudiarse
científicamente lo observable; lo que no es observable no es factible de ser
estudiando científicamente. El modelo de ciencia de Watson, fue copiado
textualmente de las ciencias naturales que operaban con elementos
observables.

En su intento de abandonar la especulación de la psicología, Watson reduce


los fenómenos psíquicos a uno solo y observable: La Conducta. Si antes en el
introspeccionismo se estudiaban los fenómenos internos –la conciencia-, ahora
con la inauguración del conductismo se estudiaría la conducta manifiesta. Los
planteamientos de Watson causaron una verdadera revolución en psicología;
los psicólogos “experimentales” veían impotentes como su ciencia se
derrumbaba, y al igual que cuarenta años atrás cuando se refugiaron en la
fisiología para salirse de la metafísica, se refugian ahora en la nueva psicología
que Watson les presenta, como única alternativa de “cientificidad” posible en
psicología. El sistema de Watson aparecía como algo nuevo que ofrecía lo que
el viejo sistema introspeccionista ya no podía cumplir: Cientificidad. Los
delineamientos para lograr esta cientificidad eran sencillos: Eliminar lo interno
como objeto de estudio y describir cuidadosamente la conducta, con la espera
de poder derivar leyes funcionales de ella.

Los psicólogos dirigen sus esfuerzos a la conducta y sus leyes, con la


esperanza de lograr recuperar el prestigio científico perdido con el
introspeccionismo.

Con la eliminación de lo inobservable como objeto de estudio científico, la


atención se pone en la conducta: En los estímulos y en las respuestas. Son los
estímulos los que van a producir las respuestas, por lo tanto no hay que
inspeccionar nada al interior del organismo: La casualidad interna se remplaza
por la causalidad externa. De esta forma, el conductismo eliminó al organismo
de su estudio.

Según el conductismo, toda la conducta podía ser explicada por las relaciones
que existen entre un estímulo y una respuesta.

Cuando Watson decide estudiar la conducta manifiesta (las relaciones entre un


estimulo y una respuesta), se encuentra con un problema fundamental; Cómo
un estimulo logra producir una respuesta: o dicho en otros términos, cómo una
respuesta se produce ante un estimulo determinado. Para resolver ese
problema no había más que acudir al aprendizaje: Gracias al aprendizaje se
“explican” las relaciones entre estimulo y respuesta. De esta forma, las leyes de
la conducta son leyes del aprendizaje. El conductismo es el intento más grande
por explicar la conducta con base en el aprendizaje.

Cuando Watson postula su proclama conductista (la eliminación de lo interno)


habían sólo dos autores que estudiaban el aprendizaje: Thorndike y Pavlov.
Thorndike fue tal vez el primer psicólogo que postuló una teoría sistémica del
aprendizaje. Sus experimentos consistían en introducir unos gatos en una caja
problema; los gatos tras algunos intentos accionaban por coincidencia el
mecanismo de control de salida de la caja, y como consecuencia de esto,
recibían comida (es de anotar que Thorndike trabajaba con gatos hambrientos).
Se observaba entonces que los intentos de accionar la palanca se aumentaban
en el futuro, debido a la comida: La comida “reforzaba” o “fortalecía” la
conducta de accionar la palanca. Surgía así en psicología el concepto de
refuerzo que alcanzará su forma más elaborada en la teoría de Skinner.

Thorndike explicaba este aumento de la conducta por el refuerzo, como


resultado del placer: La conducta se incrementa cuando es seguida por algo
placentero (refuerzo). La teoría del refuerzo de Thorndike es una teoría
hedonista. Es de anotar también, que Thorndike trabaja fundamentalmente con
conducta emitida, no con conducta innata o refleja. La conducta emitida va a
ser denominada posteriormente por Skinner “operante”.

La otra teoría del aprendizaje que existía en la época de Watson, era la teoría
de Pavlov. Pavlov a diferencia de Thorndike no trabajó con conducta operante
sino con conducta innata, refleja. Los experimentos de Pavlov se basaron en
los reflejos incondicionados. Un reflejo incondicionado es una reacción innata
(refleja) que da un organismo ante un estimulo innato. No hay aprendizaje en el
reflejo incondicionado, en una reacción innata.

Los estímulos que provocan una respuesta sin que exista aprendizaje se
denominan EI (Estímulos Incondicionados), la respuesta que se provoca por un
estimulo sin que exista aprendizaje se denomina RI (Respuesta
Incondicionada). Hasta aquí se tiene un reflejo incondicionado. Se empieza a
hablar de aprendizaje y por tanto de reflejos condicionados, desde el momento
en que se aparea temporalmente un estimulo inicialmente neutro (EN) con un
estimulo incondicionado (EI); con el tiempo el EN va tomando las
características del EI, cuando esto ocurre se dice que el EN deja de ser neutro
y se vuelve un estimulo condicionado (EC). El ejemplo clásico de Pavlov es
presentar carne (EI) a un perro, cuando ésta se presenta, el perro saliva (RI).
Hasta aquí se tiene un reflejo incondicionado. Para establecer aprendizaje,
Pavlov, presenta junto con la carne (EI) una campana (EN). Con muchas
repeticiones la campana (EN) va a provocar la respuesta de salivación (RC) y
se convierte en un EC. Aquí ya hay un Aprendizaje: El perro aprende a
responder a un estimulo que era originalmente neutro, a esto se llama reflejos
condicionados.

Como Watson orientó el análisis de la conducta al campo del aprendizaje, tenía


que escoger entre la teoría de Thorndike y la teoría de Pavlov. Su decisión fue
por “mentalista”, por hacer énfasis en fenómenos internos como el placer. Sin
embargo, esta elección por la teoría de Pavlov no fue afortunada, ya que el
condicionamiento pavloviano estudia solamente conductas reflejas innatas y la
gran mayoría, por no decir casi todas, las conductas humanas no son innatas,
ni reflejas. De tal forma, que el condicionamiento pavloviano sólo sirve para
explicar una porción muy limitada del aprendizaje humano. El aprendizaje
operante de Thorndike hubiera sido un modelo más ideal para explicar el
comportamiento humano, pero Watson lo rechazó sin analizar sus aspectos
positivos.

Estaba claro que el sistema de Watson sólo explicaba porciones muy pequeñas
de conducta, además, como tomaba el condicionamiento pavloviano como
modelo de aprendizaje, Watson se vio obligado a trabajar con algunos
conceptos “no observables” de carácter fisiológico que sustentaba la teoría
pavloviana, como son los conceptos de “excitación” e “inhibición”. Puede
decirse que el sistema de Watson no fue totalmente estricto con e conductismo
que había preconizado. Watson, por su aceptación de la teoría del aprendizaje
de Pavlov, se vio precisado primero, a aplicar toda la compleja conducta
humana con base en una serie de leyes del aprendizaje relativamente sencillas
basadas en los reflejos; y en segundo lugar, a introducir conceptos fisiológicos
inobservables que contradecían sus postulados conductistas iniciales; (tal vez
Watson pensaba que son más “científicos” los conceptos inobservables
fisiológicos que los psicológicos).

Según lo visto anteriormente puede decirse que las razones que marcaron el
fracaso de la teoría de Watson fueron: Explicar toda la conducta humana con
base en leyes de reflejos y adoptar explicaciones fisiológicas (inobservables)
en psicología. Estas dos razones hubieran sido suficientes para hacer fracasar
el conductismo como sistema, y de hecho, el conductismo no hubiera
sobrevivido tanto, si no hubiera sido por una persona que emprendió el camino
conductista desde otro punto de parida, lo cual le permitió saltar obstáculos que
fueron infranqueables a Watson; esta persona era B. F. Skinner.

Skinner tiene un punto en común con Watson: Su conductismo, es decir, su


creencia en que la psicología para llegar a ser científica, debe prescindir de
inobservables y trabajar sólo con observables; ya que según ellos, lo único
factible de ser científico, es lo observable. Sin embargo, Skinner difiere
marcadamente con Watson en aspectos tales como su concepción del
aprendizaje en términos de leyes reflejas, y su explicación fisiológica del
aprendizaje; para Skinner, la gran mayoría de las conductas no se pueden
explicar por leyes reflejas, ni mucho menos acepta explicaciones fisiológicas.
Skinner establece una diferenta entre el aprendizaje de tipo pavloviano (reflejo)
y el aprendizaje operante. Para Skinner las leyes del aprendizaje pavloviano
sólo pueden aplicarse a las conductas reflejas y no a las conductas emitidas
libremente por el organismo. Las conductas emitidas libremente por el
organismo, siguen otras leyes de aprendizaje, diferentes a las leyes de la
conducta refleja.

Skinner dice que las explicaciones del aprendizaje de tipo pavloviano, son
fisiológicas pues las respuestas que se dan en él son reflejas, innatas y en
última instancia orgánicas. Sin embargo, el aprendizaje de tipo “operante”, que
trabaja con respuestas libremente emitidas, no puede tener explicaciones
orgánicas, ni fisiológicas. Las respuestas operantes “operan”, “trabajan” sobre
el ambiente y son –según Skinner- las consecuencias que brinda ese ambiente,
las que incrementarán o decrementarán la probabilidad futura a la respuesta.
Según Skinner, la conducta es función de sus consecuencias.

Cuando una consecuencia de una conducta incrementa la probabilidad de que


esa conducta vuelva a ocurrir de nuevo en el futuro, a esta consecuencia se la
llama refuerzo; cuando una consecuencia de una conducta decrementa la
probabilidad de que esa conducta vuelva a ocurrir en el futuro, a esa
consecuencia se llama castigo.
Skinner con su planteamiento del condicionamiento operante, lleva al
conductismo al máximo, ya que al explicar la conducta por sus consecuencias,
no tiene que hacerse énfasis en las causas internas e inobservables, sino que
por el contrario, toda explicación de la conducta se refiere a causas externas.
De esta forma, Skinner evita toda intromisión al organismo y sus explicaciones
dejan de ser internas (ya sean psicológicas o fisiológicas), para ser
exclusivamente externas.

Se puede ver claramente, como Skinner supera las obstáculos encontrados por
Watson y plantea un conductismo “puro”, que no contiene ninguna explicación
basada en lo inobservable, ya sea fisiológica o psicológica. La “teoría” de
Skinner es el intento más grande que se ha realizado en psicología por
establecer unas leyes generales del aprendizaje –completamente descriptivas-
haciendo abstracción del organismo –de cualquier organismo-. Según Skinner,
el aprendizaje tiene leyes propias, independientes del organismo, y asegura
que estas leyes se cumplen en cualquier organismo (independientemente de si
éste es una rata, un pichón, un chimpancé o un hombre).

El sistema de Skinner es un sistema totalmente descriptivo: Se basa en


descripciones de relaciones funcionales entre la conducta y el ambiente.

De esta forma, Skinner estructura leyes “funcionales” de la conducta sin tener


necesidad de recurrir a teorías o a constructos no observables (hipotéticos). De
lo anterior se desprende, que el sistema skinneriano es un sistema no teórico
(pues Skinner considera que la teoría es innecesaria), completamente
funcional, que se basa en observables (respuestas y consecuencias)
exclusivamente, y que además, no considera para nada al organismo (el
organismo es una caja negra de la cual no se puede saber nada).

La propuesta de Skinner fue durante mucho tiempo el único modelo que los
psicólogos creían posible para realizar una verdadera psicología experimental.
En líneas generales, durante mucho tiempo, psicología experimental fue
sinónimo de conductismo: Se creía que la única forma de hacer psicología
experimental, era evitando los inobservables y trabajando exclusivamente con
la conducta y su descripción. Sin embargo, la situación no duró mucho: La
propuesta conductista de Skinner empezó a ser criticada desde varios frentes.

En primer lugar, la propuesta de Skinner fue criticada por muchos filósofos de


la ciencia y epistemólogos que consideraban que el modelo de ciencia
sustentado por Skinner, era un modelo completamente positivista y ateórico.
Las críticas de los epistemólogos afirman que dicho modelo es un modelo
descriptivo, más no explicativo de la conducta. Los filósofos de la ciencia (por
ejemplo Bunge), afirman que la verdadera explicación científica debe basarse
en constructos teóricos que no son observables directamente, y que son
construidos por el científico; tal es la labor del científico: Construir teorías,
establecer explicaciones teóricas de los fenómenos observables. Según los
epistemólogos, la propuesta de Skinner no alcanza a ser científica, pues no
logra el nivel de teorización, no alcanza a ser una teoría porque no se
desprende de lo directamente observable, y para realizar una teoría, se debe
trabajar con constructos no observables. Se puede decir que el sistema de
Skinner describe la conducta en términos observables, pero no lo explica –ya
que no utiliza constructos teóricos-. (Para una mayor revisión de este tema, se
recomienda al lector del artículo del profesor Eduardo Acevedo 4). También fue
criticada por los propios psicólogos experimentales. Un articulo de Seligman,
publicado en 1970, (véase la Bibliografía), fue tal vez el primer articulo en el
cual un psicólogo experimental (y no un filósofo) criticaba la generalidad de las
leyes del aprendizaje planteadas por Skinner. En este artículo, Seligman hace
énfasis en algo que Skinner no hacía énfasis: El organismo. Según el
planteamiento de Seligman, las leyes de aprendizaje no eran universales, no
eran aplicables a todos los organismos con la misma regularidad como
sostenía Skinner, sino por el contrario, un aprendizaje que se realizaba con
facilidad. Estos experimentos de Seligman rompen con el conductismo de
Skinner, en el sentido de que señalan la necesidad de considerar al organismo
entre la relación estimulo – respuesta.

Otra serie de experimentos llevado a cabo por Gustavson y García (1974) –ver
Bibliografía-, llegan a las mismas conclusiones que Seligman. Gustavson y
García, sostienen que el aprendizaje se puede facilitar o se puede retardar
debido a la existencia de “restricciones orgánicas”. Estas restricciones
orgánicas son factores fisiológicos que influyen en el aprendizaje y que no eran
tomados en cuenta por Skinner.

Estas dos investigaciones citadas anteriormente, prueban que las leyes


funcionales planteadas por Skinner no eran tan generales como esto lo supuso,
y por otro lado, estos experimentos resaltan algo fundamental, y es que, no
puede plantearse una “teoría” del aprendizaje que haga abstracción del
organismo. Si esto era cierto para los organismos animales, es aún más cierto
para el aprendizaje humano. En el aprendizaje humano no puede hacerse
abstracción de la persona.

Los dos grupos de críticas anteriormente citadas, marcan el final del


conductismo y plantean la necesidad de estructurar una psicología
experimental que siga unos lineamientos diferentes al conductismo, es decir,
una psicología que trabaje con rigor experimental, pero que teorice sobre
aspectos no observables directamente (como la percepción, atención,
memoria, pensamiento, etc.).

III. Implicaciones practicas del conductismo: La modificación de la


conducta y la terapia de la conducta

A pesar de las críticas mencionadas en el apartado anterior, el conductismo


tuvo y tiene numerosas implicaciones prácticas. Es de anotar, sin embargo, que
muchas de estas aplicaciones prácticas no comparten el postulado conductista
de adhesión a lo externo; la influencia práctica del conductismo es más a nivel
de aprendizaje que a nivel realmente conductista.

4
“Elementos para el examen de la Teoría Conductista”. Revista Psicología Educativa
Nº 1 Julio 1981. CEIPA. Págs. 73-89
Las dos principales implicaciones prácticas del conductismo, son la
modificación de la conducta o análisis conductual, aplicado, a la terapia. Estas
dos implicaciones prácticas tienen un origen diferente, campos diferentes de
aplicación, y teorías diferentes (concepciones diferentes del aprendizaje).

A. La modificación de la conducta

La modificación de la conducta (o como también se conoce: Análisis conductual


aplicado), no es otra cosa que la aplicación a la conducta humana de los
principios experimentales que rigen la conducta, observados en laboratorio
(análisis experimental).

Los principios experimentales de la conducta fueron establecidos por Skinner


en laboratorio (análisis experimental de la conducta) pero él nunca aplicó estos
principios en humanos. La suposición de la conducta se encarga de llevar a
cabo esta extrapolación. La suposición básica, es que no hay ninguna
diferencia entre las regularidades del aprendizaje de laboratorio a nivel animal y
las regularidades del aprendizaje a nivel humano. La modificación de la
conducta acepta de entrada la generalidad y la universalidad de las leyes del
aprendizaje (punto criticado en el apartado II por Seligman, Gustavson y
García). Según el supuesto de generalidad, el aprendizaje del hombre en un
ambiente social se regiría por el mismo tipo de aprendizaje que la rata en un
ambiente de laboratorio (punto sumamente controversial).

La modificación de la conducta acepta todos los planteamientos de Skinner.


Las leyes del condicionamiento operante, el papel de las consecuencias como
fundamentales para el aprendizaje, el evitar términos internos “mentalistas” y
finamente el postulado de generalidad de las leyes de la conducta. Se puede
decir entonces que la modificación de la conducta en lo único que se diferencia
del análisis experimental de laboratorio, es en el cambio de sujeto
experimental: En vez de la rata o el pichón se trabaja con el hombre. No acepta
si quiera, que el cambio de un ambiente de laboratorio a un ambiente social,
pueda crear nuevos tipos de aprendizaje (como lo acepta por ejemplo la teoría
de Bandura), diferentes al aprendizaje por consecuencia.

Lo que es más curioso, la modificación de la conducta explica el aprendizaje


humano con las mismas leyes que el aprendizaje animal, sin detenerse a
plantear las diferencias abismales (biológicas y psicológicas) que existen entre
el hombre y la rata o el pichón; es decir, se lleva del principio de la generalidad
del aprendizaje a limites insospechados y temerarios.

A pesar de las críticas anteriores, la modificación de la conducta ha sido y es


aplicada con éxito en campos como el retardo mental, la modificación de
comportamientos infantiles en colegios, en ambientes institucionales como
cárceles, manicomios, etc. La condición indispensable para modificar la
conducta es tener el completo control del ambiente: Si la modificación depende
de las consecuencias –como sostiene Skinner-, para modificar la conducta se
deben modificar las consecuencias. El peso de la modificación de la conducta
se pone en las consecuencias. Si no se tiene un control adecuado a ellas
(reforzadores y castigos) no puede presentarse. Esta es la razón por la cual es
fácilmente aplicable a ambientes institucionales: Sólo en estos ambientes se
tiene un control adecuado de las consecuencias.
La modificación de la conducta va enfocada, a que por medio de la
manipulación de las consecuencias se incrementan conductas consideradas
como “deseables” y se decrementen conductas consideradas como
“indeseables”.

Según lo anterior, es una técnica “educacional” (concebida simplemente la


educación como el incremento o el decremento de repertorios
comportamentales) o “reeducacional” si se quiere, en la cual se utilizan los
métodos del aprendizaje animal derivados de laboratorio y se aplican al
comportamiento humano.

Esta concepción de la educación o de la rehabilitación, sostiene que lo


importante es la creación en el individuo de ciertos repertorios “deseables” y la
eliminación de otros “menos deseables”. Para lograr la creación o la
eliminación de dichos repertorios, se apela a los descubrimientos del
aprendizaje animal realizados en laboratorios (es decir, al descubrimiento de
que la frecuencia de la conducta se incrementa o decrementa por las
consecuencias).

De lo dicho hasta ahora, pueden surgir muchas inquietudes; en primer lugar, es


un hecho que muchas veces el hombre actúa en función de las consecuencias,
es decir, se comporta según las leyes del aprendizaje que se cumplen a nivel
animal, pero esto no prueba que el aprendizaje humano se rija exclusivamente
por las leyes del aprendizaje animal. En el hombre aparecen otros tipos de
aprendizaje: Simbólicos y mediados por el lenguaje que nunca se dan a nivel
animal y que no se pueden explicar por las leyes del aprendizaje animal. Surge
en el hombre, un tipo de aprendizaje cualitativamente diferente, que tiene las
leyes propias y que puede inhibir al aprendizaje por consecuencias (animal).
Este aprendizaje específicamente humano (simbólico – verbal), con sus leyes
propias, tira por el suelo el principio del aprendizaje generalizado sustentado
por Skinner.

En segundo lugar, la misión de la educación o de la rehabilitación, no puede


reducirse simplemente a incrementar conductas “deseables” y decrementar
conductas “indeseables”. Quedarse en este papel, seria reducir la educación y
la rehabilitación, a mecanismos de control que buscarían llevar a la “norma”
todo lo que se desvíe de ella.

De lo dicho anteriormente, puede deducirse que el aprendizaje por


consecuencias, y por tanto la modificación de la conducta, no se cumplen en el
hombre tan estrictamente como en los animales, y que sólo se cumplen en
casos muy excepcionales cuando hay déficits muy marcados (como por
ejemplo en el retardo mental, en el cual hay deficiencias en las capacidades
simbólicas y de abstracción), o en casos donde lo importante es
exclusivamente el control de la conducta como lo que ocurre en las cárceles y
manicomios (donde evidentemente el papel de la modificación de la conducta
dejaría de ser terapéutica y rehabilitacional para convertirse simplemente en
una técnica de control al servicio de otros intereses). Pero ni siquiera en estos
casos extremos, las leyes del aprendizaje animal se cumplen totalmente en el
hombre.
Está claro que una “tecnología conductual” basada exclusivamente en las
consecuencias, no puede cumplirse en el hombre, y que para explicar la
conducta humana no pueden adoptarse modelos animales, ya que se descuida
lo básico del hombre: El aprendizaje simbólico y verbal.

B. La Terapia de la Conducta:

A pesar de los muchos parecidos que aparentemente pueden existir entre la


terapia de la conducta y la modificación de la misma, especialmente en lo
referente a sus raíces comunes (conductismo), ambas son completamente
diferentes en muchos aspectos. En primer lugar, la modificación de la conducta
hace énfasis en los cambios ambientales (consecuencias), para lograr por
medio de esos cambios, modificaciones en el comportamiento; en cambio la
terapia de la conducta, no trabaja con cambios ambientales, sino con cambios
de la persona más que del ambiente.

En segundo lugar, la modificación de la conducta, por hacer énfasis en la


manipulación de las consecuencias, es directamente aplicable en instituciones;
por el contrario, la terapia de la conducta, por hacer énfasis en la persona, es
clínica, es individual. En tercer lugar, la modificación de la conducta acepta los
planteamientos del comportamiento operante (razón por la cual es
completamente ambientalista), mientras que la terapia de la conducta acepta
más los planteamientos del condicionamiento pavloviano. Todas estas
diferencias hacen de estas dos técnicas algo completamente diferente. El único
punto en común de ambas, es la importancia que dan al aprendizaje: Para
ambas técnicas todas las conductas surgen por aprendizaje y pueden
desaprenderse por los mismo (u otros) mecanismos que se aprendieron. La
diferencia fundamental en torno al punto del aprendizaje, estriba en cómo se
concibe ésta: Para la modificación de la conducta sólo se logra ese
reaprendizaje o desaprendizaje cambiando las consecuencias, es decir,
manipulando el ambiente (de aquí el carácter ideológico de la modificación de
la conducta donde se concibe al individuo como pasivo ante las influencias de
las consecuencias), por el contrario, para la terapia de la conducta, el
reaprendizaje o desaprendizaje se logra motivando cambios fundamentales en
el individuo y no en el ambiente (de aquí que la terapia de la conducta conciba
al individuo como fundamentalmente activo y el ambiente pasa a ocupar un
lugar secundario).

El origen de la terapia de la conducta es también muy diferente al origen de la


modificación de la conducta. El ambiente clínico (que es el ambiente en el cual
se desenvuelve), estaba dominado hasta el año 1958 (fecha en la cual
comienza a aparecer la terapia de la conducta) fundamentalmente, por el
pensamiento psiquiátrico-psicoanalítico y no existía una alternativa que pudiese
contraponerse a estos planteamientos.

La historia de cómo el pensamiento psiquiátrico y psicoanalítico se amalgan en


uno solo, es bastante curiosa y, no deja de ser una de esas grandes paradojas,
en las cuales surge un planteamiento criticando a otro y en lugar de desplazarlo
lo robustece: Tal es la historia del psicoanálisis y la psiquiatría.
Debemos recordar que la psiquiatría es una rama de la medicina, por lo tanto
opera con supuestos y modelos médicos. La psiquiatría como rama de la
medicina se configuró bajo el supuesto de que cualquier trastorno del
comportamiento debía tener una base (etiología) orgánica y era por tanto una
enfermedad. El sueño de la psiquiatría, es pues, encontrar las causas
orgánicas de los trastornos y anormalidades del comportamiento. El modelo
médico de los trastornos de la conducta, se vio fortalecido con el
descubrimiento de que la psicosis que se presenta en la sífilis era provocada
por un agente etiológico que causaba daños orgánicos (la spirochaeta pallida).
Se tomó entonces como base para abordar todos los trastornos de la conducta
deberían tener un agente etiológico orgánico (desconocido hasta el momento)
que produjera los trastornos comportamentales. Este modelo se aplicó
perfectamente a muchas psicosis que se producían especialmente por
intoxicación, por enfermedades agudas y crónicas, por traumatismos
cerebrales y por enfermedades somáticas. Sin embargo, este modelo no pudo
aplicarse con igual éxito en ciertos trastornos de la conducta que no tenían una
etiología orgánica (las neurosis). Estrictamente hablando, las neurosis no son
enfermedades, pues no tienen una causa orgánica (etiología) que las produzca.
Históricamente fue la histeria el trastorno que rompió con el modelo médico: En
la histeria se observa toda una sintomatología orgánica (parálisis, anestesias,
cegueras, etc.), que no tiene una etiología orgánica. Estaba claro que este
trastorno no encajaba en el modelo médico. De esta forma surgió el
psicoanálisis como un intento de explicación de esos trastornos “funcionales”.

Según el psicoanálisis, estos trastornos de la conducta no se producen por una


causa orgánica (punto en que el psicoanálisis critica a la psiquiatría), sino por
una causa psicógena (por recuerdos reprimidos, inconscientes). Surgía
entonces el psicoanálisis como una crítica al modelo médico.

Sin embargo, (y aquí lo paradójico), el modelo médico en vez de decaer se vio


robustecido por el psicoanálisis. El modelo médico consideró que había ciertas
enfermedades mentales que tenían una causa orgánica, pero que había otras
que no tenían causa orgánica sino psicógena, (las llamadas enfermedades
funcionales). De esta forma se equiparan los traumas inconscientes a los virus
y bacterias como agentes potencialmente etiológicos, productores de una
“enfermedad”. Es curioso cómo la psiquiatría no vio contradicciones entre su
modelo médico y el modelo del psicoanálisis, sin darse cuenta que el
planteamiento psicoanalítico critica a fondo la noción de enfermedad. Sin
embargo, la psiquiatría se salió fortalecida por el psicoanálisis (a pesar del
psicoanálisis) y el modelo médico de enfermedad mental fue ampliado a
etiologías no orgánicas (psicológicas).

En realidad todo esto se oponía al modelo médico, pero la psiquiatría lo asimiló


a su modelo de enfermedad, mirando entonces los problemas psicológicos
como una especie de “virus” (no orgánico sino “funcional”) que causaban una
“enfermedad”. Había pues que eliminar los “virus” (problemas inconscientes)
para eliminar la “enfermedad”. Es fácil ver como la misma lógica de las
enfermedades y de los tratamientos médicos, se aplicó a los trastornos de la
conducta que no tenían etiología orgánica. Tal era la situación de la clínica
cuando apareció un enfoque alternativo al modelo psiquiátrico-psicoanalítico:
La terapia de la conducta.

La terapia de la conducta nace en 1958 con la publicación del libro:


“Psicoterapia por inhibición recíproca” de Joseph Wolpe. La hipótesis central
del libro sostiene que la formación de las neurosis se debe al aprendizaje. En
otras palabras, es el aprendizaje (“las leyes del hábito”, como diría Wolpe) lo
que explica las neurosis. Siguiendo el mismo razonamiento, Wolpe afirma que
si las neurosis se formaron por aprendizaje, pueden desprenderse también por
los mismos (o diferentes) mecanismos a que las formaron.

Como puede verse, la terapia de la conducta implica dos aspectos: Uno


psicopatológico y otro clínico. El aspecto psicopatológico de la terapia de la
conducta, explica el cómo se adquieren y mantienen las neurosis (explicación
que se hace en términos de las leyes del aprendizaje); mientras que el aspecto
clínico es el conjunto de técnicas y recursos que se utilizan en los diferentes
casos para hacer “desaprender” una neurosis. Está claro que no se puede dar
el uno sin el otro, ya que el aspecto psicopatológico es el aspecto teórico de la
terapia de la conducta, mientras que el clínico, es su aplicado.

Veamos en primer lugar el aspecto psicopatológico (teórico) de la terapia de la


conducta, que sin lugar a dudas es el más importante de ella.

El aspecto teórico de la terapia de la conducta sostiene que los trastornos del


comportamiento que no tienen causa orgánica (los llamados trastornos
funcionales) no son enfermedades, pues para hablar de enfermedad debe
haber un problema orgánico (una etiología orgánica). Según lo anterior, la
terapia de la conducta considera que es completamente inadecuado abordar
las neurosis desde el modelo médico pues ellas no obedecen a una etiología
orgánica y por tanto, no pueden explicarse por el modelo de enfermedad.
Afirma la terapia de la conducta que la explicación de las neurosis obedece a
otro modelo, que no es el modelo médico (o de enfermedad). Es un modelo de
aprendizaje: Afirma que las llamadas neurosis se explican por el aprendizaje
(por las leyes del hábito). De esta forma, la terapia de la conducta rechaza las
“explicaciones” etiológicas de la psiquiatría y afirma que las neurosis surgen y
se mantienen por aprendizaje. (De lo anterior se puede inferir que, para
entender la explicación de las neurosis, no se necesita el modelo médico, sino
un modelo psicológico de aprendizaje). Es aquí donde entran los psicólogos
con derecho propio a un campo que anteriormente les estaba vedado: Es el
modelo psicológico el que permite explicar las neurosis y no el modelo
psiquiátrico.

Es necesario que los mecanismos de aprendizaje por los cuales se aprende


una neurosis, no se circunscriban al condicionamiento operante o clásico. La
terapia de la conducta habla de otros tipos de aprendizaje (simbólico-verbal,
como son los mencionados en la teoría de aprendizaje de Bandura), que
pueden hacer surgir y mantener una neurosis. No es el objetivo del presente
documento, analizar las explicaciones de la neurosis con base en el
aprendizaje, para tal fin, se recomienda consultar las obras de Wolpe, Eisenck,
Yates, Lazarus, Bandura, Rimm y Masters, que se citan en la bibliografía final.
En cuanto al aspecto clínico o técnico de la terapia de la conducta, consiste en
buscar medios de “desaprendizaje” de las neurosis. Entre las principales
técnicas de desaprendizaje, se encuentran la desensibilizacion sistémica y el
entrenamiento asertivo (la información de estas técnicas se pueden consultar
en los libros de terapia de la conducta citadas en la bibliografía).

Es importante hacer notar que muchas veces se considera solamente el


aspecto clínico de la terapia de la conducta, descuidando el aspecto
psicopatológico; esto es un gran error; el aspecto clínico siempre se deriva del
teórico (psicopatológico).

Se han tratado en este apartado las dos implicaciones prácticas más


importantes del conductismo, y se han visto las diferencias radicales que
existen entre ambas; en el apartado siguiente, se verá una propuesta de hacer
psicología experimental, que no se base en la propuesta introspeccionista, ni
conductista.

IV. La psicología como ciencia: Del conductismo a la psicología


experimental

A través de este documento se ha visto que en sus 105 años de existencia, la


psicología ha perseguido siempre un sueño que le ha sido negado: La
cientificidad. Como se ha visto anteriormente, el sistema introspeccionista
fracasó en su intento de cientificidad en psicología, debido a su dualismo
(especulación en lo psicológico y prueba experimental en lo fisiológico);
también el sistema conductista fracasó en su intento de cientificidad por su
positivismo (creencia de que sólo lo observable puede ser estudiado
científicamente).

Es necesario analizar cuidadosamente la razón de estos fracasos en el intento


por hacer psicología experimental. El introspeccionismo consideraba que se
podían estudiar los fenomenitos internos (de hecho la conciencia era su objeto
de estudio), pero no estudiaba los fenómenos internos científicamente, y la
prueba científica del introspeccionismo no iba enfocada a la esfera psicológica
sino fisiológica. Por esta razón, el introspeccionismo es dualista, pues en el
fondo considera que los fenómenos internos no pueden estudiarse con el
método experimental (de aquí la razón de que el método experimental fuese
aplicado exclusivamente en la esfera fisiológica).

El conductismo siguió otro camino diferente al camino introspeccionista:


Eliminó los fenómenos internos (por miedo a caer en los errores del
introspeccionismo) y el carácter de la cientificidad se puso únicamente sobre
los fenómenos externos, observables (la conducta).

A pesar de las aparentes oposiciones entre los dos sistemas, puede verse
claramente, que los dos comparten algo en común y es que los fenómenos
psicológicos no pueden estudiarse científicamente (el introspeccionismo
estudia los fenómenos psíquicos pero no de una forma científica y el
conductismo sencillamente, les niega el derecho de cientificidad por no ser
observables directamente). Esto demuestra que los dos sistemas son dualistas
pues siguen considerando que el fenómeno interno, por sus características de
subjetividad, inobservabilidad, etc., no puede abordarse desde el campo de la
ciencia.

Este dualismo se debe a la creencia, derivada del método experimental surgido


en el estudio de las ciencias naturales, de que solamente lo observable, puede
ser estudiado científicamente. Según esta creencia, lo psíquico (por ser
aparentemente inobservable) nunca podría abordarse desde la ciencia.

El problema fundamental del introspeccionismo y del conductismo, es la


concepción que tiene de lo psicológico. Si se concibe lo psicológico como algo
completamente aislado del mundo objetivo y de los fenómenos fisiológicos, es
natural que se piense que los fenómenos psicológicos son completamente
arbitrarios, inmutables, y que dadas estas características no pueden abordarse
científicamente. Si por el contrario, se concibe lo psicológico en relación con el
mundo objetivo y con los fenómenos fisiológicos, la situación cambia
completamente, ya que los fenómenos psicológicos (a pesar de su aparente
inobservabilidad), podrán estudiarse científicamente.

Según lo anterior, puede verse claramente que el problema de la cientificidad


en la psicología, no es en principio problema de método; pues por muy
científico que sea un método, si éste se aplica a una teoría idealista de lo
psicológico, el resultado será completamente idealista. Se infiere entonces que
la creencia del introspeccionismo y el conductismo de convertir la psicología en
ciencia, aplicando el método experimental de las ciencias naturales, es
completamente falsa. Antes de aplicar cualquier método, es necesario que se
plantee una concepción adecuada de lo psicológico. Este debió haber sido el
principio de cualquier psicología experimental. Si la psicología hubiera
planteado esta cuestión desde antes, se habría evitado muchas confusiones.

Tradicionalmente se ha concebido lo psíquico como algo “aparte” del mundo


objetivo, como algo “opuesto” a la materia y como algo que no tiene un origen
muy claro. Esta concepción está en el fondo de los sistemas introspeccionistas
y conductivistas, y puede verse que ha sido lo erróneo de esta concepción, la
responsabilidad del fracaso de estos sistemas (y no el método como se ha
pensado). Para plantear una verdadera psicología experimental, es necesario
que se vuelva a discutir el problema del origen de lo psicológico y por tanto, sus
relaciones con el mundo objetivo y fisiológico. Este problema fue planteado por
primera vez, por el gran psicólogo soviético Lev Vygotsky entre los años 1925 y
1934. Sin embargo, nos enfocaremos en el análisis que hace el psicólogo
soviético Galperin (discípulo de Vygotsky).

Galperin (1976) presenta dos postulados en los cuales discute la naturaleza de


lo psicológico; el primero de ellos, discute la relación de lo psíquico con lo
fisiológico; en el segundo, la relación de lo psíquico con el mundo objetivo.
El primer postulado de Galperin afirma, que lo “psíquico es una propiedad
especifica (particular), de la materia altamente organizada”. Desglosando este
postulado se puede decir, en primer lugar, que lo psíquico es una propiedad de
lo orgánico, y no una “sustancia” o una “cosa aparte” (como lo consideran las
concepciones idealistas). En segundo lugar, es necesario hacer notar que lo
psíquico es una propiedad de la materia altamente organizada, no de cualquier
materia, sino únicamente de la altamente organizada; por lo tanto, lo psíquico
aparece relativamente tarde en el proceso de evolución. Según lo anterior, lo
psíquico surge solamente en los organismos vivos, sino en aquellos altamente
complejos que se mueven en un medio complejo. Por los cambios continuos de
ese medio, los animales se ven obligados constantemente a adaptar su
conducta y esa adaptación dinámica y flexible, exige un aparato nuevo y
complementario, que es precisamente la actividad psíquica. Lo psíquico
surgiría de un proceso de evolución y es el remate de la materia altamente
organizada. En tercer lugar, es necesario ver que lo psíquico es una propiedad
particular específica. Esta particularidad de lo psíquico era interpretada por las
concepciones idealistas como exclusión de todo lo que fuera material. Sin
embargo, esta particularidad desde ser entendida como irreductibilidad de lo
psíquico, a los procesos fisiológicos (los cuales son la base de lo psíquico pero
no explican lo psíquico), y no como exclusión de lo fisiológico.

El segundo postulado de Galperin, afirma que lo “psíquico es reflejo del mundo


objetivo”. Este postulado pone en relación al fenómeno psíquico con el mundo
objetivo. En este postulado es necesario hacer notar que la palabra “reflejo” no
implica que el mundo objetivo se “imprima” de una forma mecánica en un
sujeto pasivo. Lo que sostiene este postulado es que el fenómeno psicológico
tiene su origen en el medio externo (mundo objetivo), y que a medida que el
sujeto va actuando sobre el medio externo, va teniendo acciones sobre él; este
medio externo se va interiorizando, “envolviendo”, es decir, va interiorizando
estas acciones que en un principio fueron externas. De esta forma, el
fenómeno psicológico es externo por su origen. Si se tiene en cuenta entonces,
que el mundo objetivo en que se desempeña el hombre es socio-histórico, aquí
se infiere que el fenómeno psicológico es socio-histórico por su origen.

Estos dos postulados plantean la relación de lo psíquico con lo fisiológico y de


lo psíquico con el mundo objetivo. Según estos dos postulados, para que exista
el fenómeno psíquico, no es suficiente con que exista lo biológico. Lo biológico
es la base, el asiento de lo psicológico, pero no explica cómo surge lo
psicológico. En otras palabras, para que exista lo psicológico, debe existir una
base biológica, pero esta base no es suficiente para crear el fenómeno
psicológico. Es aquí donde entra el mundo objetivo (lo histórico-social en el
hombre). Hemos dicho que lo psicológico es exterior (socio-histórico) por su
origen. La interiorización del mundo objetivo o histórico-social, (que se logra por
medio del sistema nervioso), es lo que forma lo psicológico. En otras palabras,
lo psicológico es lo histórico-social interiorizado (la misión del sistema nervioso
seria posibilitar esta interiorización).

Puede verse que estos dos postulados explican el fenómeno psicológico


uniendo dos aspectos que antes (por las visiones idealistas de lo psíquico),
aparecían como completamente separados: lo biológico y lo socio-histórico.
Esto nos indica que en la formación del proceso psíquico siempre se conjugan
estos dos aspectos como un todo inseparable. Para que surja lo psíquico no
basta lo biológico, pero tampoco basta lo histórico-social: Es necesario que se
conjuguen los dos. Sólo cuando esto ocurre, surge el fenómeno psíquico. Esta
concepción de lo psíquico, rompe con la concepción idealista y dualista que
sustentaba el introspeccionismo y el conductismo. Bajo esta nueva concepción,
no puede existir un dualismo entre lo psíquico y lo fisiológico, por un lado, y lo
psíquico y lo socio-histórico, por otro. Bajo esta nueva concepción, lo psíquico
ya no puede considerarse como algo “aparte”, “arbitrario”, etc. Pero tal vez lo
más importante, es que esta nueva concepción explica el origen de lo
psicológico, lo cual nunca pudo hacerse desde la concepción idealista. Lo
psíquico (desde esta concepción) deja de ser algo misterioso, inescrutable y se
vuelve completamente comprensible, y lo que es mas importante, se vuelve
factible de estudio científico propio (lo que no logra el introspeccionismo ni hace
el conductismo).

El estudio científico de lo psicológico, toma entonces una perspectiva


completamente diferente (que no hubiera sido posible desde una concepción
idealista de lo psicológico), tal perspectiva es la genética. Si lo psíquico se
forma en interacción con el ambiente histórico social, entonces lo psíquico debe
evolucionar, no es algo estático como suponía la concepción idealista.

Numerosos nombres se vinculan a esta perspectiva psico-genética: Vygotsky,


Piaget, Luria, Wallon, Galperin, etc. Todos estos investigadores estudian la
evolución y conformación de los procesos psíquicos superiores (sensación,
percepción, atención, memoria, pensamiento, lenguaje, inteligencia, etc.).

Como puede verse, bajo esta nueva perspectiva se estudian fenómenos que el
conductismo consideró poco “científicos” (por no ser observables). Lo
interesante es que esta nueva perspectiva explica cómo se configuran esos
procesos internos (explica el origen y la evolución de estos procesos).

En la nueva perspectiva de la psicología experimental, no hay prejuiciosas a


estudiar lo “interno” por considerarlo poco científico. Cuando la psicología
genética explica la configuración de los procesos psíquicos, devela sus
misterios y los hace completamente asequibles al estudio científico. De esta
forma, la nueva psicología experimental dirige su mirada sobre algo que nunca
antes fue objeto estudio científico (ni para el introspeccionismo, ni para el
conductismo): Los procesos psíquicos vistos a la luz de un marco
completamente evolutivo.

Puede decirse sin exagerar, que fue el enfoque psicogenético el que permitió a
la psicología poder ubicarse como una ciencia en el verdadero sentido de la
palabra; pues gracias a este enfoque se explican los procesos psicológicos, se
estudia su origen y su evolución. Sin embargo, el merito más grande del
estudio psicogenético, es el romper con el dualismo psico-físico y psico-social e
integrar esos aspectos en una teoría explicativa de lo psíquico. Al romper con
este dualismo y al demostrar que los procesos psíquicos (que antes se
consideraban insondables), pueden estudiarse científicamente, la psicología
experimental salta de los obstáculos (mencionados en el apartado uno de este
documento) que por mucho tiempo impidieron que ésta realmente se
convirtiera en una ciencia.
Se necesitó mucho tiempo y energía para que la psicología llegara a ocupar el
lugar que le corresponde en las ciencias. Fueron muchos los caminos
equivocados que se tomaron tratando de lograr esa “cientificidad”, aplicando
métodos prestados de otras ciencias. Sin embargo, la psicología por fin
comprendió, que sólo volviendo a retomar el problema del origen de lo
psicológico, era posible vislumbrar el camino de cientificidad, que se le había
negado. Esta es otra de las paradojas de la psicología: Después de divagar
mucho tiempo por caminos erráticos, vuele a su problema de origen y
encuentra allí su identidad.
BIBLIOGRAFIA

Se recomienda la siguiente bibliografía para cada uno de los temas del documento:

I. Historia de la psicología experimental: De la psicología especulativa al


introspeccionismo

Boring E. G. “Historia de la psicología experimental”. México: Editorial Trillas. 1967

Wolman, Benjamín. “Teorías y sistemas contemporáneos en psicología”. Barcelona:


Edic. Martínez Roca, S. A. 1968

Yeroshesvky. “La psicología del siglo XX”. México: Editorial Grijalbo. 1979

II. Del introspeccionismo al Conductismo

Acevedo, Eduardo. “Elementos para el examen de la teoría conductista”. En


“Psicología Educativa”. CEIPA. Número 1, Julio 1981, 73-89

Bunge, Mario. “La investigación científica”. Barcelona: Edit. Ariel 1969

Gustavson y Gracía. “Aversive conditionning: Pulling a gag on the Woly coyote”. En


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Hilgard y Bower. “Teorías del aprendizaje”. México: Edit. Trillas, 1980

Mackenzie, Drian. “El behaviorismo y los limites del método científico”. Bilbao:
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Seligman. “On the generality of tje laws of learning”. En “Psychology Review”. 1970,77
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Skinner B. F. “Ciencia y conducta humana”. Barcelona: Editorial Fontanella. 1972

Skinner B. F. “Sobre el conductismo”. Barcelona: Edit. Fontanella. 1974

Watson, J. B. “El conductismo”. Buenos Aires: Edit. Paidós. 1968

III. La modificación de la conducta y la terapia de la conducta

Bibliografía de la modificación de la conducta: Blackman y Silberman. “Cómo modificar


la conducta infantil”. Buenos Aires: Edit. Kapelusz. 1973
Galindo y otros. “Modificación de la conducta en la educación especial”. México: Edit.
Trillas. 1980

Holland y Skinner. “Análisis de la conducta”. México. Edit. Trillas. 1970

Ribes Iñesta, Emilio. “Técnicas de modificación de conducta. Su aplicación al retardo


en el desarrollo”. México. Edit. Trillas, 1972
Ribes y Bandura. “Modificación de conducta”. México: Edit. Trillas, 1978

Ulrico, Roger. “Control de la conducta humana Vol. 1”. México: Edit. Trillas. 1973

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