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América Latina celebra los 200 años de su

independencia sin proyecto común y en


medio de querellas y divisiones

"Se dilapidarán millones de euros en un espectáculo a lo


Hollywood"
En el continente se oyen más críticas al presente que
elogios al pasado
por la independencia

Interpretación en la que un comandante británico lee a un líder de las tropas


españolas la declaración según la cual el castillo de San Marcos (Florida) pasó
a manos británicas en 1763 (Propias)
JOAQUIM IBARZ

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América Latina ha iniciado, no sin polémica, la celebración de los 200 años de


los primeros gritos de independencia de España. Según el discurso oficial, la
efemérides de la gesta libertaria sería una inmejorable oportunidad para
cimentar la identidad del continente y unir a cada país.
2010 debía ser un año de reverencia histórica e integración americana pero se
presenta en estado de fragmentación y ruptura. El Bicentenario se inició con
dispersión, polémica y sin convocatoria que unifique y coordine esfuerzos.
Nadie parece ansioso de celebrar que hace 200 años empezó la lucha por la
Independencia y que hace cien echó sus primeros tiros la Revolución
Mexicana. Se oyen más críticas al presente que elogios al pasado.
El escritor Carlos Monsiváis destaca que la celebración del Bicentenario, con
alegorías pirotécnicas en honor de los héroes nacionales, consistirá "en
inauguraciones, discursos en pro de la identidad nacional, congresos para
revisar mitos y lugares comunes, listones recién cortados como flores del
autoengaño, y millones de euros dilapidados en un espectáculo a lo
Hollywood".
Según el historiador mexicano Lorenzo Meyer, "hay división y ausencia de un
proyecto común; nuestro país está dividido en izquierda y derecha, con
visiones distintas de qué es independencia; son distintos los motivos, los
proyectos, los valores, cómo hacerle para celebrar algo así". "México no es un
país que tenga una idea clara de a dónde va", recalca Meyer.
Pese a la retórica de los gobernantes, el Bicentenario llega con los pueblos
iberoamericanos más desunidos que nunca. El golpe de
Honduras contra Manuel Zelaya profundizó el cisma. La crispación y la
desconfianza priman no sólo entre naciones vecinas, sino dentro de cada país.
Jorge Elías, analista del diario argentino La Nación, señala que la hermandad
latinoamericana "es más creíble en la voz de Mercedes Sosa que en la
coherencia de sus gobiernos, no suelda políticas comunes; amontona
voluntades esporádicas". "En vísperas del Bicentenario, América Latina no
está unida ni dominada, sino zurcida a garrotazos", subraya Elías.

La guerra del Pacífico (1879-1883) profundizó las divisiones entre Chile, Perú
y Bolivia que el paso del tiempo no cicatriza. Bolivia reclama a Chile la salida
al mar, mientras Chile y Perú, con denuncias de espionaje de por medio,
litigan en la Corte Internacional de Justicia de La Haya por la demarcación de
la frontera marítima. En el alto tribunal también dirimen diferencias Argentina
y Uruguay; Nicaragua litiga con Colombia, y Quito con Bogotá.
El escenario de división viene de atrás. América aparece partida: de un lado,
gobiernos conservadores afines a Washington, como Colombia y Perú; del
otro, la izquierda autoritaria y populista de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael
Correa y Fernando Lugo; entre ambos, una socialdemocracia a la europea, con
Lula da Silva y Bachelet como estandartes. Es probable que Chile, Perú,
Colombia, Panamá y México acaben constituyendo un eje del Pacífico de
países moderados. Frente a ellos estaría la Alternativa Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América (ALBA), una alianza ideológica creada y
financiada por Chávez. El pacto militar de Colombia con el Pentágono para la
utilización de siete bases profundizó la división y aisló a Álvaro Uribe.
¿Cuánto hay de verdad o de retórica para el consumo interno en la advertencia
de Hugo Chávez sobre que ‘vientos de guerra empiezan a soplar en América
Latina’?
Las rencillas entre naciones tienen componentes personales. Evo Morales
tacha al presidente peruano Alan García de muy gordo y poco
antiimperialista. Insultos de Chávez contra Uribe son impublicables. García
responde en forma desabrida a Morales, de quien dice que es un peón de
Chávez. Según Jorge Elías, "las secuelas de la Guerra del Pacífico brotan en
improperios contra Chile, país al que García califica de republiqueta que se
siente envidiosa".
Aunque ideológicamente son polos opuestos, a Uribe y Chávez les une su
delirio caudillista por perpetuarse en el poder, arrasando con las instituciones
y la decencia democrática. Uno y otro cambian la Constitución a su antojo
para seguir en la presidencia.
Lo sucedido en Bolivia es un mal presagio. En Sucre, capital política del país
andino, el bicentenario de lo que se dice que fue el primer movimiento
independentista latinoamericano se celebró hace una semana con total
división. Las autoridades regionales y el presidente Evo Morales convocaron
actos por separado, debido a desencuentros entre el Gobierno central y las
provincias.

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