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Roberto Javier Martínez Salmerón

Edmundo Husserl

Edmundo Husserl nació en 1859 de una familia judía, en Prossnitz, Moravia, que entonces era
provincia austríaca. Husserl murió en 1938. Dejó una cantidad enorme de manuscritos que han sido
piadosamente recogidos en Lovaina y que están en curso de publicación.

La filosofía como ciencia.


Husserl empieza por señalar que la filosofía, desde su origen y en todas las épocas de la historia, ha
pretendido ser siempre una ciencia. Pero, añade inmediatamente, no ha podido satisfacer jamás esta
pretensión. Lo demuestra el hecho de haberse fragmentado en un sin fin de sistemas o «concepciones
del mundo», que se oponen y que son incapaces de unificar los espíritus: «Todo es controvertido,
cada toma de posición es asunto de convicción personal.»
Si la filosofía debe ser una ciencia, no debe admitir nada que no se funde sobre una evidencia
apodíctica. Éste es el significado de la primera reducción. Una vez más en la historia de la filosofía
moderna hallamos el procedimiento característico del racionalismo y del idealismo, que consiste en
determinar el método de una ciencia antes de señalar su objeto, de tal manera que el objeto se
encuentra definido a priori por ciertas exigencias del espíritu.

La reducción fenomenológica.
El paso característico de Husserl, que él mismo presenta como el pórtico de su doctrina, es la
«reducción fenomenológica trascendental».
La reducción husserliana es más radical que la duda cartesiana. Se aplica ante todo al mundo: la
existencia del mundo no goza de una evidencia apodíctica, ya que se puede concebir que no exista, y
el conjunto de las experiencias sensibles que nos lo dan podría no ser más que un sueño coherente.
La reducción es, pues, una especie de conversión intelectual, en la que el filósofo pasa de la actitud
natural, mundana, ingenua, o dogmática, a la actitud fenomenológica. En la primera cree en la
existencia real del mundo. En la segunda suspende su creencia y considera todas las cosas
estrictamente como fenómenos. Esta conversión es libre, carece incluso de motivo en el sentido de
que, por lo que se refiere a la actitud natural, no hay ninguna razón para abandonarla.

La intencionalidad de la conciencia.
La intencionalidad es esta propiedad común a todos los estados de conciencia, vividos, de referirse a
un objeto.
Roberto Javier Martínez Salmerón

La intuición de las esencias


La esencia, o eidos, puede definirse, en primer lugar, como el sentido de los hechos particulares. Pero
la noción de sentido es una de las más huidizas de la fenomenología. El sentido no es tanto lo que hay
de inteligible en una cosa, aunque también sea esto, como la unidad de una diversidad de fenómenos
particulares.

Conclusión
Parece que Husserl, hacia el final de su vida, se dio cuenta de la vanidad de su esfuerzo. «El sueño de
la filosofía como ciencia rigurosa, escribió, ha terminado.»
En el pasivo del balance, pondríamos la reducción fenomenológica, con el idealismo que de ella se
deriva, es decir, aquello a lo que Husserl estaba más aferrado. Según nuestro modo de ver, es un nido
de equívocos y de confusiones. En el activo del balance, por el contrario, pondríamos la
intencionalidad de la conciencia y la intuición de las esencias. Son éstas dos nociones fundamentales
de la fenomenología, y gracias a Husserl han conseguido el derecho de ciudadanía en la filosofía
contemporánea.

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