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CENTRO UNIVERSITARIO TECNOLOGICO

INTEGRANTES:
Alejandra Segovia (11711376)
Génesis Oliva (31921462)
Alejandro Olivera (31911304)
Jorge Rivera (31811975)

CATEDRATICO: María Aurelia Salgado Salinas

ASIGNATURA: Sociología

TRABAJO:
Informe de Control, Delito y Desviación Social

FECHA: 8 de septiembre de 2019


Introducción
Los delitos de todo tipo parecen estar en aumento, y algunos, como el tráfico de drogas,
están cobrando dimensiones internacionales. Por otro lado, el miedo a ser víctima de un
delito también aumenta, lo que explica por qué en muchos rincones del mundo se están
endureciendo las penas. En nuestros días, las cuestiones relacionadas con la
delincuencia constituyen uno de los principales caballos de batalla en las
confrontaciones electorales y, por lo general, el mensaje unánime es que hay que
endurecer las medidas para combatirla. En muchas partes del mundo, el problema de la
delincuencia ha pasado a un primer plano.
En este tema discutiremos algunas de las muchas cuestiones relacionadas con el control,
el delito y la desviación. Comenzaremos por intentar trazar un retrato global del delito y
la desviación. Analizaremos la naturaleza cambiante del proceso de control social, un
fenómeno que se extiende de manera creciente en la sociedad moderna. También
examinaremos algunas de las razones que explican el aumento de la delincuencia,
tratando de descubrir algunas de sus causas principales. La Tabla 17.1 ofrece una
cronología de las principales teorías y posturas de la criminología. Aunque no
disponemos de suficiente espacio para considerar todas ellas en este capítulo, usted
puede volver a revisar la cronología después de haber leído el texto para ver cuáles de
ellas puede identificar.
Las sociedades están reguladas por normas que orientan virtualmente todas las
actividades humanas, y la desviación es la violación de estas normas junto con el
reconocimiento y etiquetaje de estas violaciones. El concepto de desviación (o de
«conducta desviada»), por tanto, implica dos elementos: las definiciones y las normas.
Una conducta desviada es la que la gente entiende o define como tal a la vista de que
alguien está violando o transgrediendo una norma cultural. Las normas guían
prácticamente todo el rango de actividades humanas, de manera que el concepto de
desviación cubre un espectro igualmente amplio. Existen, por ejemplo, normas en el
campo de la sexualidad o en el de la religión, y quienes violan dichas normas se
transforman automáticamente en pervertidos o herejes, respectivamente. El delito es un
tipo claramente específico de desviación. El delito consiste en la transgresión de la ley.
Por supuesto, hay muchos tipos o categorías de delitos y de delincuentes. Como es
obvio, en algunos casos la desviación apenas produce reacción alguna, mientras que en
otros puede dar lugar a respuestas severas por parte de la sociedad. Nadie presta
prácticamente ninguna atención al detalle de ser zurdo (que implica, al fin y al cabo, la
transgresión de una vieja norma cultural) o de ser presumido; pero somos más severos
con quien conduce bajo los efectos del alcohol, o con quien comete vandalismo, y
llamamos a la policía en el caso de allanamiento de morada. Existe un continuo de
respuestas sociales a los delitos, y no todos respondemos de la misma manera ante ellos.
La configuración social y global del
delito
En todas las sociedades existen el delito y la desviación: los sociólogos están
generalmente de acuerdo en que no existe una sociedad libre de delito. De hecho, el
delito puede ser un precio necesario para cierta libertad social (y por tanto
inconformismo).
Puede servir como mecanismo de cambio social y también puede definir los límites
morales de una sociedad. Si no tuviéramos malos, ¿podríamos tener buenos? Una
sociedad sin delito o desviación probablemente sería muy rígida y muy controlada. Al
mismo tiempo, el nivel de delincuencia varía mucho entre sociedades.
Demasiada «libertad», por ejemplo, puede conducir a altas tasas de delincuencia. No
todas las sociedades tienen la misma configuración social del delito.

Las estadísticas sobre delitos y delincuencia


En el Reino Unido, aproximadamente 100.000 delitos fueron registrados anualmente
entre 1876 y 1920, aumentando a medio millón para 1950, a dos millones y medio en
1980, y a casi seis millones en 2002-2003. En Estados Unidos, el índice de delincuencia
también es extremadamente alto: durante la década de los noventa la policía registró
unos ocho millones de delitos graves cada año.
Las tasas de delincuencia, por lo tanto, han aumentado durante la mayor parte del siglo
XX. En Europa, resultados de investigaciones sobre víctimas sugieren que Holanda es
el país donde existe más delincuencia, seguido de cerca por Inglaterra y Gales, Suiza,
Escocia, Francia, Suecia, Finlandia y Austria. Estas mismas investigaciones muestran
que Irlanda del Norte es el país donde más se obedece la ley (Levi y Maguire,
1998:181).
¡Pero enseguida podemos apreciar lo difícil que es interpretar estas cifras cuando
descubrimos que una gran parte de la delincuencia en Holanda está relacionada con el
robo de bicicletas!
Cambios en el control social
Dado que en todas las sociedades hay reglas y normas, sus miembros intentan ejercer
control social los unos sobre los otros. En casos más serios, la sociedad reacciona de un
modo más formal (y contundente), mediante un sistema de control social que implica el
desarrollo de respuestas planificadas y programadas a probables conductas desviadas.
Este sistema implica todas aquellas medidas que se toman para prevenir, evitar o
castigar el delito (S. Cohen, 1985:2). Su variante más visible es el sistema de justicia
penal, esto es el conjunto de instituciones policiales, judiciales y penitenciarias que se
pone en funcionamiento cuando se produce una violación de la ley. Son estas
instituciones las encargadas de dar una respuesta formal al delito.
En algunos países, la policía militar mantiene un control estrecho sobre el
comportamiento de la ciudadanía; en otros, el poder de los oficiales está más limitado
en cuanto a su capacidad de respuesta a ciertas violaciones de la ley. Existen, no
obstante, redes de control menos visibles: desde la labor desempeñada por asistentes
sociales y psiquiatras, hasta los circuitos cerrados de televisión en centros comerciales,
pasando por la generalización del etiquetado electrónico en las tiendas, o la creciente
presencia de guardias jurados en todo tipo de empresas y organizaciones. Luego nos
extenderemos un poco más sobre estos otros mecanismos.
Las características fundamentales de los actuales sistemas de control tienen su origen a
finales del siglo XVIII. Aunque antes también existían cárceles, no eran los grandes
espacios estructurados en celdas individuales ni el tipo de organizaciones rígidamente
burocratizadas que conocemos hoy. Antes bien, eran pequeñas dependencias locales,
bastante reducidas, donde se hacinaban sin diferenciación alguna tanto los grandes
criminales como los pequeños ladronzuelos. A menudo no era más que «lugares de
espera», el vestíbulo de las galeras o del patíbulo (Ignatieff, 1978). De modo semejante,
la vigilancia y el control de las calles era un asunto exclusivamente local. Todo esto
cambió con la industrialización y el desarrollo de las sociedades modernas. En concreto,
el control social se profesionalizó y burocratizó, y la administración central empezó a
jugar un papel cada vez más importan.
El tráfico internacional de drogas
El tráfico de bienes ilegales, especialmente drogas, bien puede ser la principal industria
del mundo. El tráfico ilegal de drogas se encuentra en todas partes: cocaína en
Colombia y los Andes; opio y heroína en el triángulo dorado del sur asiático, las
fronteras de México, Turquía, los Balcanes, Afganistán y Asia central (Castells,
1998:169). En parte, la proliferación de drogas ilegales en Estados Unidos y Europa
proviene de la demanda: hay un mercado muy rentable de cocaína y otras drogas, y no
faltan personas dispuestas a traficar a pequeña escala para garantizarse el propio
consumo u obtener unos beneficios, a pesar de los graves riesgos que corren. Pero si
miramos esta cuestión desde el lado de la oferta podemos entender mejor por qué es tan
difícil combatir el tráfico de drogas.
Se calcula que, en Colombia, alrededor del veinte por ciento de la población se gana la
vida en torno a la producción de cocaína. La cocaína no solo es la exportación más
rentable del país, sino que supera en beneficios al resto de las exportaciones juntas
(incluyendo el café). Por tanto, para entender la verdadera naturaleza de este problema
es necesario analizar las condiciones sociales tanto de los países consumidores como de
los productores. Y esto no solo con respecto al tráfico de drogas. Para entender la
naturaleza de muchas actividades delictivas se hace cada vez más necesario atender al
contexto internacional y no solo a lo que está ocurriendo dentro de las fronteras del país.
¿Cuál es la meta del sistema penal?,
¿cómo manejar la delincuencia?
El sistema penal está compuesto por instituciones y agencias, por condiciones
económicas, políticas, intelectuales y culturales. Es un concepto muy amplio, pero es
necesario aclarar su objetivo. Podemos reflexionar en torno a muchos aspectos del
funcionamiento del sistema penal, uno de ellos son sus diferentes metas. ¿Cuál es su
cometido?, ¿qué cree estar haciendo y a quién? Probablemente no haya otro asunto que
conduzca a conversaciones tan acaloradas como la delincuencia (así lo muestran, en
efecto, las encuestas sociales). La conciencia y el miedo a la delincuencia están muy
extendidos. Por ello, el tema se debate frecuentemente en los medios de comunicación,
y es fácil encontrar portavoces públicos importantes que muestran su desacuerdo. Muy a
menudo hablan desde diferentes puntos de vista, haciendo afirmaciones radicalmente
distintas. Por supuesto, no son necesariamente compatibles. Malcolm Davies ha
resumido muy sucintamente las tensiones que pueden encontrarse en cualquier política
penal.
Puede:
Disuadir: pretende prevenir la delincuencia por medio de sanciones efectivas y
eficientes. Pide que los castigos se apliquen con seguridad, claridad y rapidez, con
severidad, pero con justicia. Asume un modelo de comportamiento muy racional y una
visión de la vida social humana sin complicaciones. Sin embargo, el mundo suele ser
más complejo que todo esto.

Rehabilitar (y reformar): pretende cambiar las causas del delito —económicas,


personales o sociales—. Se relaciona a menudo con los tratamientos y la acción
comunitaria. Asume que los criminales tienen muy poco o ningún control o
responsabilidad sobre sus delitos, y que estos cambios en las personas o en el entorno
pueden diseñarse fácilmente. En esta vertiente, la pregunta es cuáles son los
tratamientos y respuestas específicas que funcionan. ¿Cuáles tendrán un mayor impacto
y éxito? Con frecuencia, la conclusión es que tal vez no sean del todo eficaces.

Reparar: intenta que las cosas vuelvan a ser como eran. La meta de la justicia es
reconciliar los conflictos, cerrar brechas en las comunidades y solucionar los problemas.
Debe haber una respuesta moral a los delitos, pero no una que conduzca al rechazo
hacia los delincuentes. De nuevo, se asume un modelo de comportamiento que es quizá
demasiado racional. Las personas cooperarán y se comportarán correctamente si se les
ofrecen las oportunidades sociales necesarias.
Retribuir: Las conductas del pasado son sometidas a examen, y la sociedad tiene el
deber de castigar a los malhechores.
Esto puede deslizarse fácilmente hacia la venganza, que es para muchos una base moral
inadecuada para la ley. Una versión conocida como «castigos merecidos» destaca la
necesidad de justicia y de una escala determinada de castigos apropiados.

Incapacitar y proteger socialmente: la sociedad debe ser protegida, lo que se consigue


excluyendo a los delincuentes —con la cárcel o con la pena capital—. Esta parece una
respuesta muy popular entre el público en general, pero no lo es entre los criminólogos
(excepto como parte de un sistema más amplio de metas múltiples que incorpore varias
de las señaladas anteriormente).

Radical, no intervenir: intervención mínima. No es realmente una meta del sistema


penal, ya que pretende eliminarlo. Esta postura defiende que el sistema penal en
realidad no funciona y que incluso puede promover la delincuencia. Tal vez parezca
razonable para delitos sin víctimas, pero para los delitos más graves no es algo que el
público acepte. En algunas ocasiones se puede recurrir a ella para recortar la ley, reducir
el número de profesionales que trabajan con delincuentes, cerrar instituciones donde los
delincuentes son incapacitados o desviar a los criminales hacia otras políticas que tal
vez sean más justas.
Teorías sobre el delito y la desviación
Hemos demostrado que la delincuencia sigue pautas sociales definidas, y hemos
examinado algunas de las respuestas sociales hacia el delincuente. Ahora nos
centraremos en las preguntas que hacen muchas personas: ¿Cómo podemos explicar que
algunas personas se hagan delincuentes? ¿Por qué hay personas que cometen delitos y
cómo podemos prevenirlo? Lo que quieren dar a entender los sociólogos es que el delito
está relacionado con las condiciones sociales.

1. La escuela Clásica
La escuela clásica de criminología data de la época de la
Ilustración y su concepto principal
es que el delito es una elección racional del individuo.
Las personas cometen delitos cuando (a) pueden maximizar
sus beneficios y (b) pueden estar relativamente seguros
de que no serán castigados. El delito, por tanto, es un
acto racional.

2. La escuela Positivista
Las teorías positivistas se centran en las características y
causas de un prototipo de delincuente. Vamos a examinar
brevemente algunas versiones biológicas y psicológicas
de esta escuela teórica (aunque también existen versiones
sociales).

3. La teoría funcionalista y las bases sociales de la desviación


Aunque todos tenemos cierta tendencia a pensar en la desviación
como el resultado de opciones o fracasos puramente
personales, la conducta desviada (así como cualquier
otro tipo de conducta), viene en gran parte determinada por
el contexto social. Hay tres razones que explican esto.

4. Teorías de Aprendizaje
El aprendizaje de toda pauta de conducta (tanto de la conducta
desviada como de la más convencional) es un proceso
que tiene lugar en el seno de grupos sociales. Según
la teoría de la asociación diferencial de Edwin Sutherland
(1940), la tendencia de un individuo hacia la conformidad
o hacia la desviación depende de la frecuencia con la que
ese individuo entra en contacto con grupos de personas
que fomentan un tipo de comportamiento u otro.
5. La teoría del etiquetaje
Una de las contribuciones más interesantes del enfoque
del interaccionismo simbólico a la sociología de la desviación
es la teoría del etiquetaje. Según esta teoría, la
desviación y la conformidad se definen no tanto por las
acciones de las personas como por la respuesta del entorno
social a esas acciones.
Conclusiones

La desviación abarca todos aquellos comportamientos o actitudes que representan una


quiebra de las normas habituales o convencionales de una sociedad. Se considera
desviación desde un inocente acto de grosería hasta un asesinato.

Las estadísticas oficiales no son fiables y reflejan diversos procesos sociales. Para
estudiar la incidencia real de la delincuencia, además de los datos policiales, se deben
emplear otro tipo de datos. Existen fuentes alternativas, como las encuestas a las
víctimas que realiza la British Crime Survey.

En lo relativo al control social, los aspectos más destacables son los siguientes: la
expansión del sistema tradicional, sobre el que se han añadido elementos nuevos; y el
aumento de los mecanismos y técnicas de vigilancia. Las sociedades modernas son
sociedades vigilantes. En todo el mundo ha habido un incremento notable de la
población reclusa. Algunos países, además, han empezado a utilizar la iniciativa privada
para resolver este problema, recluyendo a los internos en cárceles privadas.

Para explicar la conducta se han de tomar en cuenta variables sociológicas y no


individuales porque(a) solo hay desviación en relación a unas normas sociales, (b) solo
hay conducta desviada cuando se define como tal y (c) las desigualdades económicas y
políticas que existen en una sociedad determinan quiénes tienen más probabilidad de
presentar conductas desviadas. Durkheim pensaba que la reacción social a la desviación
contribuye a afirmar los valores y las normas de la sociedad y a establecer con mayor
nitidez dónde están los límites entre lo lícito y lo ilícito, que fomenta la unidad social y
estimula al cambio social.
Bibliografía
Macionis, J. J., & Plummer, K. (2011). SOCIOLOGÍA. Pearson.

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