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Se refiere al entrenamiento y formación de los niños por los padres o por sustitutos
de los padres. También se define como los conocimientos, actitudes y creencias
que los padres asumen en relación con la salud, la nutrición, la importancia de los
ambientes físico y social y las oportunidades de aprendizaje de sus hijos en el
hogar (...) La crianza del ser humano constituye la primera historia de amor sobre
la que se edifica en gran parte la identidad del niño y se construye el ser social
(p.1).
La crianza implica tres procesos psicosociales: las pautas de crianza, las prácticas
de crianza y las creencias acerca de la crianza. Por un lado, las pautas se
relacionan con la normatividad que siguen los padres frente al comportamiento de
los hijos siendo portadoras de significaciones sociales. Cada cultura provee las
pautas de crianza de sus niños. Por otro lado, las prácticas de crianza se ubican
en el contexto de las relaciones entre los miembros de la familia donde los padres
juegan un papel importante en la educación de sus hijos. Esta relación está
caracterizada por el poder que ejercen los padres sobre los hijos y la influencia
mutua (Bocanegra, 2007). Según Aguirre (2000) “las prácticas de crianza (...) son
un proceso, esto quiere decir que son un conjunto de acciones concatenadas, que
cuenta un inicio y que se va desenvolviendo conforme pasa el tiempo” (p.5). Las
prácticas son acciones, comportamientos aprendidos de los padres ya sea a raíz
de su propia educación como por imitación y se exponen para guiar las conductas
de los niños. Finalmente, las creencias hacen referencia al conocimiento acerca
de cómo se debe criar un niño, a las explicaciones que brindan los padres sobre la
forma como encausan las acciones de sus hijos. Aguirre (2000) afirma:
(...) son certezas compartidas por los miembros de un grupo, que brindan
fundamento y seguridad al proceso de crianza”. “(...) en las creencias confluyen
tanto conocimientos prácticos acumulados a lo largo del tiempo, como valores
expresados en escalas que priorizan unos valores frente a otros (p.7).
Las palabras, los gestos, las miradas y las expresiones que utilizamos
nos sirven para conocernos mejor y expresar todo aquello que sentimos.
Por eso, incluso durante el embarazo, hay que hablar al bebé.
Debemos continuar siempre con la comunicación. Hablarle mucho, sin
prisas, contarle cuentos y también dejar que él sea quien nos los cuente.
¿Has probado a hacerle una pregunta que empiece con «Qué piensas
tú sobre...»? Así le demostramos que nos interesa su opinión y él se
sentirá querido y escuchado.
La mejor manera para que los niños exploren el mundo es permitirles que
ellos mismos experimenten las cosas. Y si se equivocan, nosotros
tenemos que estar ahí para cuidar de ellos física y emocionalmente, pero
con límites.
La sobreprotección a veces nos protege a los padres de ciertos miedos,
pero no a nuestro hijo. Si cada vez que se cae o se da un golpe, por
pequeño que sea, corremos alarmados a auxiliarle, estaremos animándole
a la queja y acostumbrándole al consuelo continuo. Tenemos que dejarles
correr riesgos.
5. No comparar ni descalificar
Puede sernos muy útil. Así, vivir una etapa de rebeldía de nuestro hijo,
algo muy frecuente a determinadas edades, puede dejar de ser una fuente
de angustia tremenda y convertirse, simplemente, en una fase dura pero
pasajera. Frases como «no te preocupes, a mi hijo le ocurría lo mismo»,
pueden ayudarnos a relativizar los «problemas» y, por tanto, conseguir que
nos sintamos mejor y actuemos más tranquilos.
Si estamos desorientados, preocupados o no sabemos cómo
actuar, siempre podemos consultarlo con un profesional. No tenemos nada
que perder.
A veces pensamos que solo nosotros nos sentimos contrariados y que los
niños tienen que estar todo el día felices. Pero también tienen
preocupaciones.
Su mundo emocional es igual o más complejo que el nuestro, por eso
conviene dar importancia a sus emociones y ser conscientes de ellas.
Debemos ayudar a nuestro hijo a poner nombre y apellido a lo que
experimenta y siente.
“De igual manera, los conflictos que enfrentan los padres diariamente y el estrés
experimentado, debido a funciones relacionadas con la crianza, pueden influir
sobre las características de los hijos y su ajuste emocional”, aseguró la
especialista.
“La crianza está afectada por las relaciones agresivas, la deprivación afectiva y
otras problemáticas como la falta de afecto, el negativismo o la desaprobación a
toda acción o comportamiento de los padres, esto se relaciona con problemas
externalizantes y con baja autoestima en niños y además, la vinculación insegura
con los cuidadores como un factor de mayor vulnerabilidad para la psicopatología
infantil”, aseguró Hurtado Arévalo.
Desarrollo socioafectivo
(socialización)
De manera simple, las prácticas de crianza son las acciones llevadas a cabo por
los padres y personas responsables del cuidado de los pequeños para dar
respuesta cotidianamente a sus necesidades.
Consecuencias
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PAUTAS DE CRIANZA
Vamos aquí a mirar los cuatro procedimientos útiles para enseñar el niño a
aprender cualquier conducta, ellos son:
I. El castigo
II. El premio
III. El ignorar
IV. Los modelos
2. Se debe hacerse SIN RABIA. Si usted pega con rabia, corre el riesgo de
que se le vaya la mano. Por que ese sentimiento, nos impide medir la fuerza y
terminamos en un accidente, que según el código del menor y el código
penal, se constituye en un delito llamado “lesiones personales”.
La rabia además enseña al niño otro sentimiento bien distinto y perverso que
deberíamos acabar, cual es LA VENGANZA. Fíjese como Usted no castiga
cuando no tiene rabia y termina diciéndole al hijo: “la próxima vez…
convirtiendo entonces la amenaza y el chantaje en norma educativa.
3. Debe ser adecuado a la falta, si Usted castiga físicamente por todo, faltas
grandes y chiquitas y a veces por situaciones que no son falta, el niño podrá
discriminar la gravedad de sus actos, ya que se le pega indiscriminadamente,
volviendo al niño como usualmente dicen algunos padres, insensible o
indolente y a sus padres creer que lo que se necesitan son castigos mas
fuertes y severos.
Para que su hijo no mienta no debe mentirle nunca. Y así cada cosa que
usted desee moldear en su hijo, recuerde que su hijo lo imita a Usted y es esa
condición de modelo lo que Usted debe revisar.
Toda conducta premiada incrementa la frecuencia de aparición y toda
conducta castigaga decrementa su aparición pero frente a quien la castiga o
si no recuerde usted todas las cosas prohibidas en su crianza que de saberlo
sus padres le castigarían, no las repitió usted mil veces?
Aprender a ignorar: Una clave para enseñar el buen comportamiento para su
hijo es el ignorar lo malo y premiar inmediatamente lo bueno, pues la atención
que Usted de al mal comportamiento lo agrava; así las cantaletas y los
regaños sirven como premios al MAL comportamiento.
Hay conductas como la pataleta o las malas palabras que si nosotros
atendemos los reforzamos; si queremos que esto pase y se extinga
tendremos que ignorarlos y premiar siempre las aproximaciones sucesivas a
la conducta que deseamos fomentar y dejar en firme.
Entonces una mezcla de estas (4) estrategias o medios nos serán de inmensa
utilidad en la difícil tarea de la crianza para la cual nadie fue entrenado.