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“La posición de Sócrates es la de la subjetividad, la de la interioridad que reflexiona sobre

sí misma, y que en su relación consigo misma hace que lo establecido se desprenda y se


disuelva en el oleaje de pensamiento que lo embiste y se lo lleva, mientras ella misma
vuelve una y otra vez a sumergirse en el pensar” (p. 205 -212-) /Socrates' position, then,
is that of subjectivity, of inwardness, which reflects upon itself and in its relation to itself
detaches and volatilizes the established [ Bestaaende] in the flood of thought that surges
over it and carries it away while it itself recedes again into thought” (p. 163 -XIII, 247-).

“En lugar del pudor que tan poderosa como misteriosamente retiene al individuo bajo las
riendas del Estado, aparecían entonces la decisión de la subjetividad y la certeza de sí”/
“Replacing the grace to be ashamed, which powerfully but mysteriously kept the
individual tied to the lead string of the state, there now came the decisiveness and self-
assurance of subjectivity”

(…) lo demoníaco designaba la relación enteramente negativa de Sócrates con lo


establecido en materia religiosa, no tanto porque introdujera algo nuevo, pues en ese caso
su relación negativa se habría mostrado más y más como una subsecuente sombra de su
positividad, sino más bien porque rechazaba lo establecido” (p. 210 -216-)

“Pues una vez que la subjetividad, con su poder negativo, ha deshecho el sortilegio
que hacía que la vida humana dormitara bajo la forma de la sustancialidad, una vez
que ha emancipado al hombre de su relación con Dios del mismo modo que libera al
individuo de su relación con el Estado, la primera forma bajo la que se muestra es la
ignorancia” (p. 212-213 -219-)

“Aun cuando esa ignorancia, a su vez, es caracterizada con toda coherencia como
sabiduría humana, puesto que aquí es el hombre el que se hace valer, ese hacerse valer
es precisamente el de no ser como tal” (p. 213).

Forma-informada. La sabiduría humana consiste curiosamente es quitarse el poder que


tienen el estado y los dioses sobre él, por tanto, sería paradójico, que la sabiduría humana
fuera el poder o la imposición de un saber; es decir, al parecer la sabiduría humana, desde
el mismo sentido de su origen, es algo negativo, un quitarse la forma que le dan para (lo
externo) para construir por sí mismo, en libertad y autonomía, su propia forma. Con lo
cual, la sabiduría humana será negativa, porque “ese hacerse valer es precisamente el de
no ser como tal. “lo cual apunta a una duda todavía más profunda acerca de qué es
propiamente lo mejor para el hombre” (p. 217 -224-). “La frase ‹‹conócete a ti mismo››
significa: apártate de todo lo demás” (p.218-225-).

“Sócrates mismo percibió el malentendido según el cual detrás de esa ignorancia se


ocultaría un saber, pero lo percibió precisamente como un malentendido” (p. 213).

“Sócrates no había venido a salvar al mundo, sino a juzgarlo” (p. 214).

“En lugar de tranquilizar esa negatividad de un modo especulativo, la tranquilizaba más


bien en función de la eterna intranquilidad” (p. 216).

“Se ve entonces que el principio según el cual ha de darse preferencia al más entendido
sobre el menos entendido resulta inmoral precisamente en virtud de su completa
abstracción. Es claro que el defecto, de todos modos, está en la abstracta posición
gnoseológica adoptada por Sócrates” (p. 224 -233-).

Kierkegaard y la concepción del conocimiento como dimorfismo sexual

Uno de los apuntes más interesantes en el tratamiento interpretativo de los primeros


acontecimientos edénicos de Kierkegaard en The Concept of Anxiety, se concentra en
aquella relación entre el conocimiento y la sexualidad. Sobre las consecuencias de haber
comido del árbol del bien y del mal, escribe Kierkegaard: “The consequence is a double
one, that sin came into the world and that sexuality was posited” (1980, p. 48)
Básicamente, “First in sexuality is the synthesis posited as a contradiction”. En este nuevo
estado de pecaminosidad, “(…) the difference between myself and my other is posited”
(Ibid. p. 41). Para Kierkegaard, con el conocimiento surge una luz inédita que nos
comienza a diferenciar y a distanciar. Antes del pecado, todo permanecía en la armonía
de un todo perfecto; después del pecado, cada ser humano es distinto de su otro más
próximo, ya no es con lo otro ni en lo otro. Así pues, alcanzar el conocimiento implicó
adquirir la capacidad de concebir diferencias cualitativas y separaciones, implicó la
división de lo absoluto, implicó lo que posteriormente los seres humanos llamarían
capacidad de análisis: la capacidad de fraccionar el todo en infinitas partes. Esto quiere
decir que el conocimiento, en su nivel más fundamental y esencial, no es la armonía de
una totalidad, sino la fragmentación de esa totalidad. Una vez la totalidad ha sido partida,
es claro que el retorno no podrá reconstruir la totalidad perdida, pues ahora todo es
diferente y el todo se asume compuesto de partes, se asume con la consciencia de
diferencias cualitativas. Con esas características, Kierkegaard comprende que el
conocimiento es la raíz de la sexualidad; es decir, de la contradicción, de la contradicción
entre lo masculino y lo femenino, entre lo público y lo privado, entre el individuo y la
sociedad etc., y que solo con la sexualidad el mundo vino a ser un lugar contradictorio.
Si el estado anterior al pecado era gobernado por la paz y el reposo, según Kierkegaard,
es claro que una de las consecuencias del pecado fue la guerra de todos contra todos
(Bellum omnium contra omnes), en donde cada ser humano se transforma en Homo
homini lupus para su semejante en virtud de la ciencia del bien y del mal adquirida.

Por tanto, las nociones repasadas muestran a un Kierkegaard que difiere de las
concepciones iluministas del conocimiento. En primer lugar, el conocimiento no es el fin
de la guerra que nos llega a diferenciar de los animales; al contrario, el conocimiento es
el principio de una nueva guerra basada en la disección y análisis de toda concepción
totalitaria. El conocimiento estalla el problema allí donde todo está bien. En segundo
lugar, el conocimiento no es la vía para la unidad. En su nivel más esencial, el
conocimiento no es totalidad, sino diferenciación de categorías que no pueden reconstruir
el estado original de la plenitud. Así, el conocimiento deviene más en ser la vía que deja
insatisfecho el deseo de unidad para el mundo. De hecho, según The Sickness unto death,
la verdadera unidad no está en el conocimiento, sino en la fe, la cual resuelve todas las
contradicciones dejadas por la racionalidad. En tercer y último lugar, la búsqueda de
nuevos conocimientos asegura la fracturación de las relaciones cordiales con el mundo,
pues el conocimiento no es la quietud paradisiaca de un todo, sino la agitación intranquila
de la diferencia, es el devenir destinado a examinar todo lo que está bien, para luego
encontrar que ya no puede estar tan bien, pues algo ya se perdió y no es lo mismo.
The implications in the original relationship of knowledge and sexuality in
Kierkegaard.

One of the most interesting notes in the interpretative treatment of the first Edenic events
of Kierkegaard in The Concept of Anxiety, focuses on that relationship between
knowledge and sexuality. About the consequences of having eaten from the tree of good
and evil, writes Kierkegaard: “The consequence is a double one, that sin came into the
world and that sexuality was posited” (1980, p. 48). Basically, "First in sexuality is the
synthesis posited as a contradiction." In this new state of sinfulness, "(...) the difference
between myself and my other is posited" (Ibid. p. 41). For Kierkegaard, with knowledge
comes an unprecedented light that begins to differentiate and distance us. Before sin,
everything remained in the harmony of a perfect whole; after sin, each human being is
different from his closest other, it is no longer with the other nor in the other. Thus,
reaching knowledge meant acquiring the ability to conceive qualitative differences and
separations, implied the division of the absolute, implied what human beings would later
call analysis capacity: the ability to fractionate the whole into infinite parts. This means
that knowledge, at its most fundamental and essential level, is not the harmony of a
totality, but the fragmentation of that totality. Once the totality has been split, it is clear
that the return cannot reconstruct the lost totality, because now everything is different and
the whole is assumed to be composed of parts, it is assumed with the awareness of
qualitative differences. With these characteristics, Kierkegaard understands that
knowledge is the root of sexuality; that is to say, of the contradiction, of the contradiction
between the masculine and the feminine, between the public and the private, between the
individual and the society etc., and that only with sexuality the world became a
contradictory place. If the state previous to sin was governed by peace and rest, according
to Kierkegaard, it is clear that one of the consequences of sin was the war of all against
all (Bellum omnium contra omnes), where each human being becomes Homo homini
lupus for his fellow man by virtue of the science of good and evil acquired.

Therefore, the revised notions show a Kierkegaard that differs from the enlightened
conceptions of knowledge. In the first place, knowledge is not the end of the war that sets
us distinct from animals; on the contrary, knowledge is the beginning of a new war based
on the dissection and analysis of all totalitarian conception. Knowledge explodes the
problem where everything is fine. In the second place, knowledge is not the way to unity.
At its most essential level, knowledge is not totality, but differentiation of categories that
cannot reconstruct the original state of the fullness. Thus, knowledge becomes more in
being the way that leaves the desire for unity for the world unsatisfied. In fact, according
to The Sickness unto death, true unity is not in knowledge, but in faith, which resolves all
the contradictions left by rationality. In the third and last place, the search for new
knowledge ensures the fracturing of cordial relations with the world, because knowledge
is not the paradisiacal stillness of a whole, but the uneasy agitation of difference, it is the
future destined to examine everything which is fine, for later find that it cannot be so
good, because something has already been lost and is not the same.

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