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equidad de género; iv) el acceso al trabajo; y, v) el tema de los derechos
reproductivos, sobre todo con la obstinación en penalizar el aborto.
Las soluciones a estas desigualdades en México. i) Se ha buscado garantizar la
igualdad en la ley, la igualdad formal, entre hombres y mujeres; ii) la
“desigualdad de género” ha sido articulada como un problema que afecta
exclusivamente a las mujeres, quedando desatendido el papel que juega la
masculinidad en la producción de desigualdades; y, iii) las múltiples
desigualdades se están reconceptualizando como problemas de “violencia”:
violencia política contra la mujeres, violencia en el trabajo, violencia obstétrica.
El efecto de este enfoque excesivo de violencia termina siendo necesariamente
un enfoque punitivo. Esto lleva a reformas penales, creación de fiscalías
especializadas, las políticas públicas como la alerta por violencia de género. Lo
que falta, según la autora, es reformar el sistema de justicia.
Algunas propuestas. Del estudio de Irene Casique sostiene que el
empoderamiento de las mujeres es directamente proporcional a la reducción de
riesgo de vivir distintos tipos de violencia, sobre todo en la participación en las
tareas del hogar. La apuesta sería una mayor participación de los hombres en las
labores el hogar, lo que implica: que se cumpla el horario legal de ocho horas
diarias, empatar las jornadas escolares con las laborales de ocho horas, acceso a
guarderías. Campañas de corresponsabilidad entre la familia y el trabajo,
talleres para fomentar “nuevas masculinidades”, cursos para “empoderar
mujeres”, no bastan. Sugiere la autora cambiar esferas laboral, sistema escolar y
sistema de cuidados.
Evaluación La autora retoma un tema clave para explicar la violencia de género, en
crítica específico la violencia familiar: el conflicto de roles. La incorporación de las
mujeres en el sector productivo significó la desconfiguración de los roles
tradicionales en la familiar nuclear de hombre proveedor y mujer ama de casa.
Ahora, la propuesta es que la incorporación de los hombres en las tareas del
hogar significa empoderamiento de las mujeres y reducción del riesgo de
violencia familiar.
Lo que parece ambicioso en el ensayo y que no se cumple es el método que al
inicio propone la autora acerca del análisis en clave de género. Hay una
desconexión entre los primeros dos puntos del ensayo con el tercero, éste no se
sigue de los anteriores, por lo que podría prescindirse de ellos y seguir
sosteniéndose la tesis principal. Además, los datos estadísticos que intentan dar
la apariencia de objetividad al artículo no cumplen su objetivo; la impresión que
al final me queda es que falta mayor precisión y mejores herramientas de
medición; o que debemos acudir a la fuente para comprobarlo por nosotros
mismos.