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Génesis 49:5-12

Hoy estudiaremos un capítulo muy interesante, porque la acción


transcurre junto al lecho de muerte del anciano Jacob. En realidad, en el
capítulo anterior le vimos ya postrado por la enfermedad y consideramos
el momento en que cobró fuerzas, se sentó en la cama y bendijo a los
hijos de José.
Después de la entrevista anterior, los otros once hijos de Jacob entraron
en la habitación, de manera que se reunieron a su alrededor los 12 hijos
para escuchar el mensaje de despedida que Jacob tenía para cada uno
de ellos. Comenzó con su hijo mayor y continuó con todo el grupo hasta
llegar al menor. Lo que un moribundo declara en su lecho reviste gran
importancia, ya que, en general, si alguien dice alguna vez la verdad
será precisamente en esos momentos previos a la muerte. Estos
mensajes fueron especialmente dramáticos porque tenían un carácter
profético. Revelarían a los 12 hijos de Jacob lo que les sucedería cuando
se convirtiesen en tribus. Y lo que entonces era profético, se ha
convertido mayormente en historia.
Esta es nuestra última oportunidad para ver otra evidencia de fe en la
vida de Jacob. En esta ocasión, habló a los jóvenes que un día se
convertirían en las 12 tribus de la nación de Israel y que habitarían en la
tierra de Canaán. ¡Qué fe la de Jacob! Recordemos que en esa época los
cananeos vivían en esa tierra, y que la familia de Jacob estaba
residiendo en Egipto, en condiciones muy favorables.

Profecía sobre Simeón y Leví


Eran hermanos carnales, hijos de Lea y están incluidos en la misma
profecía.
"Simeón y Leví son hermanos; sus armas instrumentos de violencia. En
su consejo no entre mi alma, a su asamblea no se una mi gloria, porque
en su ira mataron hombres, y en su obstinación desjarretaron bueyes.
Maldita su ira porque es feroz; y su furor porque es cruel. Los dividiré en
Jacob, y los dispersaré en Israel."
Seguramente recuerdas cómo entraron en Shalem, una ciudad de
Siquem y mataron a todos sus habitantes porque uno de ellos había
violado a su hermana Dina. ¡Así fue que se vengaron de toda la ciudad!
Por supuesto que no tenían que haberlo hecho y Jacob les recordó aquel
hecho trágico.
En Leví podemos ver una demostración de la gracia de Dios. Es cierto
que los miembros de esta tribu fueron esparcidos por todo Israel, pero
esto fue así porque ellos eran la tribu sacerdotal, distribuida por las
demás tribus. Realmente fue una demostración de la gracia de Dios
elegir a una persona cruel como Leví para convertirle en el jefe de la
tribu de los sacerdotes.
Y ha sido la gracia de Dios la que ha nos ha transformado a pecadores
de las más variadas procedencias, en un reino de sacerdotes porque,
según la Biblia, todos los creyentes son hoy sacerdotes. Dice el apóstol
Pedro en su primera carta, 1:18-19,
"Sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir
heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata,
sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la
sangre de Cristo."
Y luego el mismo apóstol continúa en 2:5;
"También vosotros, como piedras vivas, sed edificados como casa
espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesucristo."
¿De quién está hablando? De todos aquellos que han sido redimidos por
la sangre preciosa de Cristo.
Rubén perdió el primer lugar, así también como Simeón y Leví. El futuro
rey no provendría de ninguna de estas tribus. Y ahora, vamos a hablar
de otro joven que también fue un pecador, y comprobaremos lo que la
gracia de Dios hizo por él. Leamos ahora la
Profecía sobre Judá
En primer lugar, consideremos los versículos 8 al 10;
"A ti Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus
enemigos; se inclinarán a ti los hijos de tu padre. Cachorro de león es
Judá; de la presa, hijo mío, has subido. Se agazapa, se echa como león,
o como leona, ¿quién lo despertará? El cetro no se apartará de Judá, ni
la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Siloh, y a él
sea dada la obediencia de los pueblos."
¿Por qué dice, "se inclinarán a ti los hijos de tu padre"? Porque el Señor
Jesucristo descendía de la línea de Judá, y delante del Señor, todos nos
inclinaremos.
La expresión "hasta que venga Siloh" se refiere al gobernante.
Esta es una de las profecías más notables de toda la Biblia. Ya hemos
leído que habría una simiente de mujer. Esta fue la primera profecía de
Cristo, que leímos en Génesis 3:15;
"Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su
simiente; él te herirá en la cabeza, y tu le herirás en el calcañal."
La simiente de la mujer, Cristo, sería el que heriría la cabeza de la
serpiente y obtendría la victoria. La primera profecía estaba en Génesis
y después, la simiente fue confirmada a Abraham, a Isaac y a Jacob.
Ahora estaba siendo confirmada a Judá. Y Cristo vendría como
descendiente de la línea de Judá. Además, la palabra Siloh significa
reposo y tranquilidad. Cristo es aquel que traería descanso, reposo.
Recuerda que cuando el Señor Jesús estaba en esta tierra, el Evangelista
Mateo nos contó en el 11:28, que El se apartó de los que le habían
rechazado y le dijo al pueblo:
"Venid a mí, todos los que estáis muy cansados y cargados, y yo os haré
descansar."
Aquel era el Siloh, el Siloh que había venido. No solo era Cristo el Siloh
sino también el que tiene el cetro. El cetro de este universo será llevado
en manos atravesadas por clavos en una cruz. En la última parte del
versículo 24, de este capítulo leemos que de Dios vendrá el pastor, la
roca de Israel. Así que el Siloh es, a la vez, el pastor y la roca, Cuando
lleguemos al libro de los Números 24:17, veremos que se ha profetizado
una Estrella.
Pensemos en todo lo que significa la venida de Cristo. El es la simiente
prometida a la mujer y a los patriarcas. El es el Siloh que trae descanso.
El es el Rey que tiene el cetro. El es el Pastor que dio su vida por las
ovejas, y El es el Príncipe de los Pastores que un día vendrá. El es la
Piedra que los constructores desecharon, pero que se ha convertido en
la piedra angular. El es la Estrella, el brillante lucero de la mañana para
Su iglesia. Esta es la línea de descendencia que fue desde Adán hasta
Set (después de que Abel fuera asesinado). De Set pasó por Noé hasta
Sem y a Abraham, Isaac y Jacob y ahora hasta Judá. Es importante que
veamos que Dios está siguiendo un plan y un programa. Continuemos
leyendo los versículos 11 y 12;
"El ata a la vid su pollino, y a la mejor cepa el hijo de su asna; él lava en
vino sus vestiduras, y en la sangre de las uvas su manto. Sus ojos están
apagados por el vino, y sus dientes blancos por la leche."
¿De quién se está hablando aquí? Pues, de Cristo, que entraría en
Jerusalén cabalgando sobre un asno pequeño, ofreciéndose a sí mismo
como el Mesías, el Rey y el Salvador.
Veamos la frase, "el lava en vino sus vestiduras". ¿Qué clase de vino? Es
sangre. Es su propia sangre. Pero cuando Cristo venga la próxima vez,
sus vestiduras serán rojas. ¿Por qué? Esta pregunta ha sido hecha en el
libro del profeta Isaías 63:2
"¿Por qué es rojo tu ropaje, y tus vestiduras como las del que pisa el
lagar?"
En esa ocasión no será su propia sangre sino la de sus enemigos. Esta
es una predicción de la segunda venida de Cristo cuando venga para
juzgar.
En este asunto, la Palabra de Dios es muy clara. En su primera venida a
este mundo, Jesucristo vino en pobreza, humildad y mansedumbre,
abandonando la gloria Divina que siempre tuvo. Y así fue que el Hijo de
Dios vino a este mundo para morir en nuestro lugar, para pagar nuestra
deuda con la justicia divina.
Pero, después de resucitar y ascender al cielo, El está ahora sentado a la
derecha de Dios. Cuando regrese, ya no lo hará como en su primera
venida, como lo acabamos de describir. En su segunda venida vendrá en
la plenitud de su gloria y poder para juzgar al mundo.
¿Cómo puede evitar el ser humano el juicio divino? Desde luego, no con
sus propias fuerzas, ni gracias a sus buenas obras o méritos personales,
sino únicamente por su gracia. Por lo tanto, lo único que el ser humano
puede hacer es aceptar por la fe el sacrificio de Cristo, que es el único
medio ofrecido a las personas para obtener la salvación, la justificación y
la reconciliación con Dios.

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