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FUNCIÓN, FUNCIONAMIENTO Y FUNCIONALIDAD PSICOMOTORA

Una perspectiva desde la Clínica Psicomotriz Infantil


Henig. I y Huguet M. 2016

INTRODUCCIÓN

La Psicomotricidad disciplina en construcción, tiene por objeto de estudio el


movimiento, la afectividad y la inteligencia como un todo integrado e indisociable

Es la esencia misma de la Psicomotricidad, compleja e interdisciplinaria, la


que nos lleva a intentar conceptualizar y articular del punto de vista clínico-
metodológico (con la práctica) los aspectos estructurales de la función motriz (o
perceptivo-motriz); pero principalmente aquellos aspectos que hacen que el sujeto
disponga de ella para la interacción con el ambiente (intención,
planificación/organización, expresión, emoción, pulsión).

En la intención de avanzar en la construcción de la especificidad de la


disciplina, los conceptos de función, funcionamiento y funcionalidad psicomotora
han sido campo fértil para la reflexión, buscando integrar las diferentes
dimensiones que hacen a las producciones corporales.

El objetivo de esta producción escrita es avanzar en su esclarecimiento,


desde la perspectiva de la Clínica Psicomotriz Infantil.

DESARROLLO

1. FUNCIÓN PSICOMOTORA

a. Concepto de función
Se acude al sentido etimológico del término función:
“Acción propia de un órgano o aparato de los seres vivos, o de una máquina”
(RAE)

Posteriormente, se busca su acepción en el campo de la Medicina:

“Acto, proceso o serie de procesos encaminados a un fin. Ej. función cognoscitiva:


proceso intelectual por el cual la persona es consciente, percibe y comprende las
ideas” (Diccionario de Medicina, Océano Mosby, 2009)

Finalmente, se llega a la perspectiva psiconeurológica:

Da Fonseca (2005), desde un enfoque psiconeurológico, señala cómo Luria


(1973), de acuerdo con Vygotski (1960), aborda la noción de función “como un
sistema complejo y plástico realizando una actividad de adaptación particular,
compuesta por un grupo de componentes permutables y altamente diferenciados”.
(p.48)

Esta definición abarca desde las funciones elementales del cuerpo humano
como la respiración, la digestión, etc.; e incluye a la función cerebral como la más
compleja que se conoce.

b. Concepto de Psicomotricidad como integración funcional


La Psicomotricidad es el nombre de una disciplina, pero ésta tiene su punto
de partida en el estudio de una integración funcional que alcanza un nivel
específico en el ser humano.

“El Movimiento no depende sólo del sistema motor sino que el movimiento
es la emergencia del funcionamiento global del sistema nervioso, por lo
tanto resulta también de la integración de las senso-percepciones, de la
inteligencia y de la afectividad. Esto es lo que ha llevado al concepto de
psicomotricidad.” (Rebollo A. 2007,151)
Rebollo (2003) cita la clasificación de Wallon quien distingue 3 tipos de
movimientos:

 activos o autógenos que son voluntarios


 pasivos o exógenos producidos por fuerzas exteriores como la gravedad,
hacen posible la postura y tienen como base el tono muscular

 actitudes y mímicas que tienen por fin comunicarse con el medio exterior y
también tienen como base el tono muscular

A su vez, Rebollo plantea que los movimientos se clasifican en:

 voluntarios: dependen de la voluntad del sujeto y requieren la imagen


mental del movimiento a realizar.

 Involuntarios: se ejecutan sin que intervenga la voluntad y pueden ser


reflejos o automáticos.

Asimismo, la autora se refiere a la motricidad (y al movimiento


indistintamente), de la siguiente manera:

En el hombre es una actividad compleja que implica ya sea un


desplazamiento del cuerpo en su conjunto o de sectores de él, pero es
también el mantenimiento de una postura o actitud. En este sentido, el
movimiento hace posible la comunicación, tanto porque hace posible el
desplazamiento, el acercamiento o alejamiento de los otros, como también
por los gestos y actitudes que expresan sentimientos.
Pero los movimientos más elevados, praxias, no sólo se vinculan a la
comunicación, sino que como instrumento de la inteligencia hacen posible
el conocimiento y la manipulación de los objetos. (Rebollo A. 2003,7)

c. Factores/funciones psicomotoras según Da Fonseca (2005)


Da Fonseca también concibe a la motricidad humana como
Psicomotricidad. Es imposible sin un objetivo, sin un fin que la define como praxis,
y a su vez, es producto de un desarrollo social. El movimiento humano no se
puede explicar suficientemente por una visión anatómica o mecanicista
(estudiando huesos, articulaciones y músculos), si no se aborda el significado del
movimiento como comportamiento.

La motricidad humana tampoco puede ser estudiada de forma aislada, es


indisociable de la organización del tono de reposo y de acción, del control
postural y de la regulación vestibular gravitatoria y espacial, de la noción
que el cuerpo ocupa en relación a ese mismo espacio, de la memoria y de
las aferencias del medio, con el cual programa su acción en una red
compleja y secuenciada de engranajes motores, sólo posteriormente
materializada sobre la forma de acción propiamente dicha. (p.53)

El autor (2005) destaca la interdependencia entre el desarrollo de la


motricidad y el lenguaje. El lenguaje emerge de la motricidad, de la acción que
persigue un fin, de la (co)operación humana, de la coordinación de actividades
humanas correlacionadas para la obtención de fines comunes (cita a De laguna
1963).

Posteriormente, el lenguaje deja de ser un factor inmediato de la acción y


se distancia de ella en el espacio y el tiempo, planificándola, regulándola,
inhibiéndola y socializándola.

En el inicio del desarrollo, la actividad del niño es regulada por el lenguaje


exterior del adulto, más tarde es el propio lenguaje interiorizado el que guía
y organiza su actividad psíquica superior, esto es, la actividad de su propio
cerebro. (Da Fonseca, V. 2005,56-57)

Concibiendo al movimiento humano como “el medio a través del cual el


individuo comunica y transforma el mundo que lo rodea” (Da Fonseca, 2000,17),
prefiere hablar de psicomotricidad, en lugar de motricidad, y presenta los
“Factores psicomotores” que componen su Batería Psicomotora (2005,107),
designación que considera equivalente a la noción de funciones psicomotoras.

Tales factores/funciones traducen actividades complejas, adaptables, que


contribuyen a un todo funcional que comprende la actividad mental expresa en la
psicomotricidad.
“Los factores psicomotores reunidos funcionalmente comprenden la constelación
psicomotora, pues cada uno contribuye particularmente a la organización global
del sistema funcional psicomotor.” (Da Fonseca, 2005, 107)

Ellos orientan el instrumento de observación psicoeducativa propuesto por


el autor: la Batería psicomotora y son: la tonicidad, el equilibrio, la lateralidad, la
noción de cuerpo, la estructuración témporo-espacial, la praxia global y la praxia
fina.
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A los efectos de ilustrar los aspectos funcionales designados por el autor, hacia el
final de cada presentación, se propone un ejemplo de actividad lúdica en la cual
dicha función psicomotora se pone especialmente en juego. Es importante aclarar
que se trata de viñetas extraídas del ámbito de la clínica.

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Tonicidad: La tonicidad, como función de soporte, está contenida en todas


las manifestaciones de la motricidad, es imposible separarlas, como no es posible
separar la postura y la actitud del movimiento voluntario. Cita a autores como
André-Thomas y Ajuriaguerra (1949) y Stambak (1963), para quienes es
extremadamente difícil distinguir a partir de qué movimiento, el desplazamiento de
un segmento corporal, corresponde a una variación tónica o a un movimiento real.
“Se trata de la estructura básica que prepara y guía la actividad osteomotora,
controlando la modulación articular y garantizando el ajuste plástico e integrante
de la amplitud de los movimientos.” (Da Fonseca,2005,109)

La función tónica requiere una fluctuación oscilante entre los estados de


reposo y de actividad, cualquier tensión residual que impida esta interacción, tiene
efectos claros en la postura y en la acción.

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Gabriel (8 años) elige una pelota grande y se tiende sobre ella. Intenta
balancearse sin caer al piso. Este esfuerzo le requiere un ajuste tónico: eleva el
tono tensando el cuerpo y dirigiéndolo hacia el lado contrario evita la caída. Frente
a la dificultad se frustra intensamente. Con el apoyo de la Psicomotricista que
sostiene por momentos la pelota, encuentra el estado de equilibrio sobre el objeto,
distribuyendo de forma homogénea el peso de su cuerpo sobre la pelota, logrando
paulatinamente bajar el tono y amoldarlo a la superficie de la misma. La actividad
prosigue con una progresiva disminución de la ayuda del adulto regulada frente a
las progresivas posibilidades de ajuste tónico postural del niño frente al objeto y la
actividad.

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Equilibrio: “Implica una multiplicidad de ajustes posturales antigravitatorios,


que dan soporte a cualquier respuesta motriz” (Da Fonseca, 2005,152)
El equilibrio junto con la tonicidad constituyen la organización motora de
base; el dominio del equilibrio requiere una modulación tónica necesaria para el
ajuste postural, de donde parte el movimiento voluntario.

Con la inseguridad gravitatoria el equilibrio no se realiza apropiadamente;


toda la inestabilidad emocional se desencadena y no es posible ninguna
atención selectiva o control. El desarrollo emocional y psicomotor están
comprometidos y las dificultades de aprendizaje tienden a emerger. (Da
Fonseca, 2005,160)
El procesamiento de información sensorial requiere de condiciones
posturales estables.

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Andrea (7 años) intenta pasar por una barra de madera ancha que va desde el
espaldar a la escalera. Debajo hay una plataforma de colchones que brinda
seguridad frente a una eventual caída. Como la actividad resulta demasiado
sencilla, no significando ningún desafío reequilibratorio, la psicomotricista coloca
unos almohadones que ofician de obstáculo. La consigna es no tocarlos. Dado el
aumento de la dificultad, la niña extiende los brazos para atravesar el puente.

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Lateralidad: Progresivamente con la edad y la experiencia, los dos


hemisferios cerebrales se especializan funcionalmente, presentando capacidades
diferentes para el procesamiento de la información. Según Luria, el hemisferio
izquierdo asume un papel determinante en los procesos psíquicos superiores y el
derecho es fundamental para el pensamiento espacial y la orientación viso-
perceptiva.

Básicamente innata, es gobernada por factores genéticos, aunque el


entrenamiento y la presión social, pueden incidir. La preferencia manual aparece
al final del primer año, pero se afirma alrededor de los 4-5 años.

La lateralidad, en sus diferentes componente funcionales, ocular, auditiva,


manual y pedal, promueve la estabilidad del universo vivido, del cual parten
todas las relaciones esenciales entre el individuo y su entorno. La no
estabilización del universo vivido, es decir del sistema postural peculiar del
individuo (radar del Yo), tiende a alterar todas las relaciones de interacción
con el medio exterior, afectando la organización de los factores tónicos y
posturales y desintegrando los componentes de la organización práxica.
(Da Fonseca, 2005,188)
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La psicomotricista propone a Silvana (6 años) una actividad de enhebrado con
fideos pintados de colores y un hilo grueso, de manera de hacer un collar. La niña
prueba sostener el hilo con la mano izquierda, utilizando la derecha para introducir
el fideo. Frente a la dificultad, exclama: “Ah, qué difícil! Voy a probar con la otra
mano”. El cambio de mano favorece la actividad. Se da un diálogo entre la niña y
la psicomotricista acerca del hallazgo.
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Noción de cuerpo: También designada por otros autores como


somatognosia, esquema corporal e imagen del cuerpo, Da Fonseca, la presenta
como una síntesis perceptiva.
“La noción del cuerpo es el alfabeto y el atlas del cuerpo, mapa semántico, con
equivalentes visuales, táctiles, kinestésicos y auditivos (lingüísticos), verdadera
composición de memorias de todas las partes del cuerpo y de todas sus
experiencias.” (Da Fonseca, 2005,193)

Se trata de una representación mental que se constituye en un marco de


referencia interna que precede todas las relaciones con el exterior. Cualquier
perturbación en este factor condiciona el desarrollo de cualquier acción y las
praxias; afecta la ejecución, la armonía del movimiento y la disponibilidad.

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Laura, (4 años) juega a la escondida con la psicomotricista. Cuando le toca
esconderse introduce su cabeza y parte del tronco entre los colchones, sin darse
cuenta que el resto de su cuerpo queda visible.

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Estructuración espacio-temporal: Se trata de una estructura que resulta


de la integración de dos que son distintas, con desarrollo propio, pero en estrecha
interdependencia. La primera, relacionada con la visión y la segunda con la
audición.
El punto de partida de estimación y orientación del espacio y del tiempo es
el cuerpo. La evolución transcurre de lo corporal a lo representacional. En ese
proceso también se destaca el papel del lenguaje.

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Gustavo (7 años) propone saltar a la cuerda. La psicomotricista y otro niño la
hacen girar. El niño no logra sincronizar su movimiento (salto) con el de un objeto
en movimiento (cuerda). La terapeuta despliega algunas estrategias que colaboren
agregando información y descomponiendo la actividad en sus partes: observar
primero de lejos el movimiento del objeto (visual), saltar sin la cuerda marcando
desde el exterior un ritmo de palmas claro y bien definido, para finalmente al saltar
con la cuerda, en un nuevo intento, lo ayuda realizando un sonido rítmico (palmas,
chasquido o instrumento musical).
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La praxia global: Da Fonseca, evoca a Piaget, quien define las praxias


como “sistemas de movimientos coordinados en función de un resultado y de una
intención”.

La praxia global, comprende la realización y automatización de tareas


motoras secuenciales globales, o sea con la participación de grandes grupos
musculares.
Involucra muchos niveles jerárquicos: desde la tonicidad, el equilibrio, la
lateralidad, la noción de cuerpo y la estructuración témporo-espacial.

“La eficiencia, la precisión y la competencia resultan de la regulación de este


torrente de factores integrados, originando la melodía de comportamiento a la que
se refiere Luria para caracterizar el movimiento complejo, la praxia.” (Da Fonseca,
2005,250)

En las praxias, tanto la global como la fina, la intención precede la acción.


Antes de ser aprendidas, la planificación motora es consciente, una vez aprendida,
ya no es necesaria.

“El objetivo en la exploración de la praxia global no es sólo evaluar el


rendimiento motor, sino también la calidad de la integración sensorial y
psicomotora que evidencia la integridad del cerebro…” (p.255)
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Pablo (6 años) reitera durante las sesiones el intento de trepar al espaldar. No hay
suficiente sinergia entre los movimientos de miembros superiores e inferiores. Es
evidente la dificultad en alternar pies y calcular la distancia donde debe apoyarlos.
Al bajar, aumentan las dificultades, evidenciándose en un movimiento impreciso y
titubeante, llegando incluso a saltearse varios escalones y quedar casi colgado de
sus manos.

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Praxia fina: El autor destaca el papel de la mano como medio eficaz para
la exploración del medio exterior y también del propio cuerpo. Una mano se
especializó en la función de iniciativa, y la otra de soporte.

Praxia fina y percepción visual tienen una íntima relación y ella es de suma
importancia para el desarrollo psicomotor y del aprendizaje. En la lectura, escritura
y cálculo subyace la integración de ambos aspectos.

“La praxia fina evidencia la velocidad y la precisión de los movimientos finos y la


facilidad de reprogramación de las acciones, en la medida en que las
informaciones táctilo-perceptivas se ajustan a las informaciones visuales.”(p.261)

La coordinación de los sistemas visuales y manuales dependen a su vez de


factores psicomotores simples, como los del control postural estático y dinámico.

“El triángulo postura-visión-mano es una recoordinación sistémica que está en la


base de la praxia fina.”(p.271)

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Agustina (5 años) toma la tijera y quiere cortar trozos de papel glasé. Coloca
incorrectamente los dedos por lo que no le es posible manipular ni hacer un uso
funcional del instrumento para resolver adecuadamente la actividad. Rasga el
papel en lugar de cortarlo. La Psicomotricista la ayuda para que realice un
adecuado sostén, lo que pone en evidencia las dificultades mas allá de la toma del
instrumento (adecuada coordinación bimanual que permita realizar una adecuada
maniobra sostén-manipulación, manejo funcional de la tijera logrando abrir y
cerrarla alternadamente, coordinación óculo-manual). La niña procura adoptar la
nueva modalidad de prensión con buena disposición.

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Es claro, como cada una de las actividades realizadas por los niños, pone en
juego varias de las funciones psicomotoras. Es evidente la predominancia de la
que se pretende ilustrar.

d. Las “gnosopraxias” (A. Rebollo) como función psicomotora


Grunbaum, citado por Rebollo (2012) fue quien usó por primera vez (1924)
el término gnosopraxia para señalar la relación íntima entre gnosias y praxias.
Fue retomado luego por otros autores como Ajuriaguerra, dada la indisociabilidad
de praxias y gnosias en su génesis y en el funcionamiento normal.

“La realización correcta de las praxias requiere información del cuerpo que
realiza el movimiento (somatognosia) y del espacio en el que se este se realiza: el
espacio corporal o extracorporal…” (Rebollo (2007, 211).

A su vez, Rebollo (2012), plantea que para que se den las percepciones y
gnosias se tiene que dar el movimiento. Cita a Piaget quien prefiere hablar de
“actividad perceptiva”, pues se percibe actuando y la percepción estimula la
actividad. La autora (2007) manifiesta que la forma esencial de la actividad
perceptiva es la exploración, imprescindible para la extracción de lo visto, tocado u
oído. Cita el ejemplo: “no se puede reconocer un objeto por el tacto si no se lo
mueve en la mano, y no se puede reconocer por medio de la visión si se inmoviliza
el ojo.” (2012,97)

Este es el fundamento, por el que muchos autores se adhieren a plantear


ambas funciones gnósica y práxica, constituyendo una unidad: la practognosia o
gnosopraxia. Se estudian en forma separada sólo como una manera de desglosar
los distintos aspectos funcionales incluidos.

Rebollo (2012) plantea que las gnosopraxias o practognosias, también se


relacionan con la inteligencia y la afectividad.
Con respecto a la inteligencia, la autora (2012) reconoce que tanto gnosias como
praxias constituyen instrumentos de la inteligencia y a su vez, son estructuradas
por la inteligencia. Dependen también, de otras funciones cognitivas como la
atención, la memoria y el lenguaje.
En relación a la afectividad, es claro como determinados estados afectivos pueden
modificar las percepciones. Es importante la motivación para la ejecución del
movimiento. Cita a Piaget, quien designa a la afectividad como “el motor de las
praxias” (Rebollo, 2012,161)

La integración de la motricidad, la inteligencia y la afectividad en la función


gnosopráxica, justifica su designación como función psicomotora.

Percepción / gnosia
Rebollo (Rebollo, 2012) plantea que son dos etapas del mismo
proceso:

La percepción, implica el reconocimiento de que se ha producido un


estímulo y la posibilidad de discriminar entre varios aspectos de ese estímulo
(ej: magnitud, discriminación espacial, etc.). Aportando un ejemplo: frente a
una pelota, se reconoce la presencia del objeto, que está cerca, que es
grande y redonda.

En el caso de la gnosia, se llega a la conceptualización y por lo tanto


al verdadero conocimiento y reconocimiento. Implica a su vez :

 un nivel asociativo: requiere el aporte de más de una modalidad


perceptiva
 un nivel semántico : porque se llega a la significación (implica haber
accedido a la función simbólica).

Retomando el ejemplo de la pelota, se llega a su conocimiento como


un objeto que rueda, que sirve para jugar, con el que se juega al fútbol, u
otros deportes.

Otros autores no establecen distinción entre percepciones y gnosias.


Rebollo A. (2012,98), presenta una clasificación de las percepciones y
gnosias:

Percepciones simples: integran una modalidad sensorial:

 Percepción visual
 Percepción auditiva
 Participación táctil o háptica

Percepciones complejas (gnosias), integran varias modalidades


sensoriales:

 Percepción espacial
 Percepción temporal
 Somatognosia o Esquema corporal

A continuación se selecciona el análisis de la percepción visual, dado que


es la que no está especificada por Da Fonseca dentro de su lista de
factores/funciones psicomotoras.

En la percepción visual, dice Rebollo (2012), es muy importante el


movimiento, la actividad perceptiva. La exploración visual se realiza mediante
fijaciones oculares sucesivas. Cada unidad de exploración implica una sacudida
(movimiento sin visión) y una estación (visión sin movimiento). La exploración
visual requiere un programa. “Diversas experiencias prueban que en la base de
esta organización hay varios mecanismos como la previsión, la orientación
selectiva de la atención, la estructuración del conjunto del campo visual en
elementos ligados entre ellos.” (Rebollo,2012,125). Relaciona la exploración ocular
con los procesos cognitivos.

M. Frostig, D. Horne y A. Miller (2000), definen a la percepción visual como


“la facultad de reconocer y discriminar los estímulos visuales e interpretarlos
asociándolos con experiencias anteriores… La interpretación de los estímulos
visuales ocurre en el cerebro, no en los ojos.” (p.7)
Estos tres autores destacan 5 facultades de percepción visual por su
importancia para el aprendizaje del niño:

Coordinación visomotriz: Es la capacidad de coordinar la visión con los movimientos del cuerpo o
de sus partes. Ej: cuando una persona que ve trata de alcanzar algo, sus manos están guiadas por
la vista.

Percepción figura-fondo: La figura es aquella parte del campo perceptual que constituye el centro
de nuestra atención. El resto de los estímulos constituyen un fondo cuya percepción es confusa.
Ej: un balde en un jardín, en el que hay otros objetos. No es posible percibir con precisión el objeto
a menos que se lo observe en relación con su fondo.

Constancia perceptual: Supone la posibilidad de percibir que un objeto posee propiedades


invariables, como color, forma, posición y tamaño específicos, a pesar de la variabilidad de su
imagen sobre la retina del ojo. Por ej. reconocer un cubo visto desde un ángulo oblicuo, el tamaño
de una pelota aunque esté lejos, y el color independientemente de las condiciones de iluminación.

Posición en el espacio: Se define como la percepción de la relación en el espacio de un objeto con


el observador. Espacialmente, una persona siempre es el centro de su propio mundo y percibe los
objetos que están por detrás, por delante, por arriba, por abajo o al lado de sí mismo. Un ejemplo
citado: el niño que tiene dificultad para percibir la posición correcta de un objeto en relación con su
cuerpo suele ver la b como d, la p como q, etc.

Relaciones espaciales: “La percepción de las relaciones espaciales es la capacidad de un


observador de percibir la posición de dos o más objetos en relación consigo mismo y respecto los
unos de los otros.” (p.9). Como ej: un niño que enhebra cuentas, debe percibir la posición de la
cuenta y del hilo en relación consigo mismo, y a su vez, la de la cuenta y el hilo entre sí.

Praxias
Rebollo (2003) sostiene que la praxia es el movimiento más evolucionado,
característico del hombre y cita a Piaget, quien define: “Las praxias o acciones no
son movimientos cualesquiera sino sistemas de movimientos coordinados en
función de un resultado o de una intención…” (p.166). Prosigue la autora: “Son
movimientos, acciones o gestos de complejidad variable, planificados, que tienen
un fin determinado, que son aprendidas y por lo tanto conscientes, pero con la
repetición se automatizan.” (p.166). El plan es un elemento fundamental de las
praxias, por tanto, requieren de la función semiótica. Al automatizarse, dejan de
ser conscientes.
Considera entonces etapas en su instrumentación: una etapa de planificación, otra
de ejecución y finalmente otra de automatización. Y dos aspectos indisociables
para su desarrollo: el investimiento y la ejercitación. (Rebollo, 2003)
Existen, según Rebollo (2012):

 Praxias que tienen por fin la comunicación con otros individuos (ej:
gestos simbólicos de saludo, mímicas, lenguaje de sordos, etc.) y
 Praxias destinadas al conocimiento y uso de los objetos.

Menciona, que otra clasificación puede basarse en la patología, ya que el


interés de definir y clasificar las praxias, ha surgido de la patología. Define apraxia
como la pérdida de la función práxica por lesión cerebral (2003). Aclara: “En el
niño lo frecuente es observar retardos del desarrollo de las praxias de diferente
entidad, leves, moderados y severos. Las dispraxias corresponden al retardo
severo y parcialmente irreversible”. (Rebollo, 2003,171)

En 2012, la autora retoma la clasificación de apraxias de Hécaen y


Ajuriaguerra y llega a una clasificación de las dispraxias:

 Dispraxias de formulación simbólica: alteración en el desarrollo del plan.

 Dispraxias sensorio-quinética: alteración en la automatización.

 Dispractognosias: alteración en la ejecución del plan, con dificultades en la


integración de los datos perceptivos (síntesis perceptivo-motriz).

Si la dificultad está en la ejecución de los gestos en el espacio corporal, la


denomina dispraxia somatoespacial.

Si la dificultad está en los gestos que se ejecutan en el espacio gráfico o


constructivo, la denomina dispractognosia visuo-espacial o constructiva.

Tomando en cuenta a Wallon, se distingue un tercer tipo de


dispractognosias: la dispraxia témporo-espacial.

Rebollo (2012) habla de dispraxias especiales, dentro de las que considera


las dispraxias del vestir (vestimenta, atar el calzado). (p.174).
Según Rebollo, las más frecuentes en los niños son las dispractognosias.
Sólo se puede hablar de ellas en la etapa escolar, no antes.

Entonces, utilizando esta clasificación a partir de la patología, se pueden


considerar los siguientes aspectos funcionales:

 Praxia somatoespacial: capacidad de realizar gestos planificados,


aprendidos, en el espacio corporal.

 Praxia constructiva: capacidad de realizar gestos planificados, aprendidos,


en el espacio gráfico y de la construcción.

 Praxias cotidianas: las que se despliegan en las rutinas cotidianas:


vestimenta, higiene y alimentación.

Coordinación motriz
La coordinación motriz es una función compleja, a la que múltiples autores
han intentado conceptualizar.

Para Da Fonseca (2005) “la coordinación de movimientos es una


organización de acciones motoras en función de un objetivo anticipado, lo que
presupone una interrelación consciencia-acción” (p.91).

Esta postura del autor, quien no incluye la coordinación en la lista de


factores/funciones psicomotoras e impresiona acercar el concepto de coordinación
al de praxia, es controversial con respecto al enfoque de la Neuropediatría en
nuestro medio. La tendencia imperante actual considera coordinación y praxia
como dos conceptos diferentes, dos funciones con su correspondiente sustrato
anatómico-fisiológico.

Rebollo (2003), enuncia que la coordinación de los movimientos puede


estudiarse bien a partir de los 4 años y que “Ella se refiere al balance adecuado de
las acciones musculares para que sean adecuadas a los fines propuestos en su
fuerza, dirección y metría.” (p.104). Advierte que a veces es difícil diferenciarla de
la praxia, pero que ésta última se refiere fundamentalmente al uso de los objetos.
La coordinación puede estudiarse en el mantenimiento de la postura, la estática y
en la realización de los movimientos.

Es importante captar estas distintas formas de conceptualizar a la


coordinación motriz y tomar con espíritu crítico, aquellas que mejor ayuden a
pensar la clínica psicomotriz.

Por otra parte, hay que tener presente, especialmente a la hora de recibir
las derivaciones, las distintas denominaciones que existen en nuestro medio.

En el DSM5 (2013), particularmente, se utiliza la denominación de


“Trastornos del desarrollo de la coordinación motriz” para nombrar globalmente los
problemas del movimiento en la infancia que no responden a una lesión
neurológica. Dentro del grupo de los Trastornos motores (que a su vez están
incluidos en el grupo de los trastornos del neurodesarrollo) ubica: los trastornos
del desarrollo de la coordinación, los trastornos de movimientos estereotipados y
trastornos de tics.

Este Trastorno del desarrollo de la Coordinación que plantea el DSM5 se


manifiesta a través de la torpeza y lentitud para desarrollar actividades motoras y
la causa puede ser muy variada, abarcando las alteraciones práxicas.
FUNCIONES PSICOMOTORAS

DA FONSECA CLASIFICA REBOLLO NOMBRA

 Tonicidad  Tono

 Equilibrio  Equilibrio

 Lateralidad  Lateralidad

 Noción de cuerpo  Coordinación

 Estructuración témporo-  Gnosopraxias o practognosias


espacial
Percepciones simples: visual, tactil
 Praxia global y auditiva

 Praxia fina Percepciones complejas: esquema


corporal, espacial y temporal
Praxias (las más nombradas):
Praxia constructiva o visuo-
espacial
Praxia somato-espacial
Praxia témporo-espacial
Praxias cotidianas

f. Reflexiones en relación al área de la Clínica Psicomotriz


Infantil
Sobre las funciones psicomotoras, el Psicomotricista necesita conocer:

 El sustrato anatómico y fisiológico de cada función psicomotora y cómo se


integran entre sí.
 Cuándo y cómo se originan

 Su desarrollo “normal”.

 Las alteraciones del desarrollo funcional. La etiología, presentación clínica e


intervenciones terapéuticas necesarias.

Para explorar el desarrollo de las funciones, durante el Proceso de


diagnóstico psicomotor en la infancia, el psicomotricista aplica tests
estandarizados y pruebas de criterio donde la observación es una herramienta
clínica primordial. Se obtienen resultados cuantitativos y cualitativos, que permiten
acercarse al perfil psicomotor del niño, a cómo pone en juego estas funciones
psicomotoras (funcionamiento psicomotor) en el contexto de la situación de
prueba; y cómo estos resultados se ubican en referencia a lo esperable para la
edad. Los resultados cuantitativos se interpretan a la luz de las apreciaciones
cualtitativas; no son determinantes para determinar un desfasaje funcional, sino
que se requiere la asociación con otros resultados cuantitativos y cualitativos
aportados por otras pruebas que exploran los mismos aspectos funcionales.

Los insumos recogidos durante el proceso diagnóstico, son fundamentales


a la hora de la elaboración del Proyecto Psicomotor, y serán retomados y
revisados continuamente a lo largo del tratamiento psicomotor. Es recomendable
que en un momento determinado del tratamiento, por ejemplo, cuando se esté
pensando en la culminación del mismo, aplicar nuevamente algunos tests para
constatar con mayor certeza el desarrollo y apropiación de las funciones
psicomotoras.

2. FUNCIONAMIENTO PSICOMOTOR

a. Significado del término “funcionamiento”


Según el Diccionario de la Real Academia Española:

Funcionamiento: “Acción de funcionar” “Ejecutar las acciones que le son propias”


b. Origen de la conceptualización “funcionamiento psicomotor”.

Jean Bergés (1996) distingue entre:

1. La función motriz que es sustentada por las estructuras anátomo-


funcionales, que está inscripta en el sistema nervioso.

2. El funcionamiento psicomotor: que es la puesta en juego de la función.

3. La realización del funcionamiento frente a la mirada del otro.

L. González (2009) retoma a J. Bergés y continúa analizando la relación


entre los conceptos de función y funcionamiento. Plantea que la función necesita
funcionar, ser ejercida. Es entonces, cuando adquiere valor la experiencia. El
funcionamiento es la puesta en juego de lo propio, el aprovechamiento del
equipamiento neurobiológico.

Estamos frente a un concepto que singulariza para cada sujeto la puesta en


juego de la función. Ahora se referiría a lo que construye cada sujeto a partir de
esa potencialidad establecida biológicamente, y en relación con el ambiente que lo
rodea, el cual puede favorecer u obstaculizar el ejercicio y el investimiento, por lo
tanto el desarrollo de la función.

c. El funcionamiento psicomotor se construye en la relación con el


otro.
La psicomotricista L. González (2009) reflexiona cómo el otro materno
habilita las funciones corporales del infante (“aliméntate”, “escúchame”):

“La puesta en funcionamiento de las competencias tempranas es un hecho del


“entre dos”. Del deseo del otro que imagina un suceder y que espera que suceda”
(p.101-102)

Es el otro semejante significativo (en general las figuras parentales) que va


marcando cómo esa función (de tonicidad, lateralidad, gnosopráxica, etc.) va a
funcionar.

d. Reflexiones en relación al área de la Clínica Psicomotriz Infantil


J. Bergés conceptualiza al síntoma psicomotor de J. Bergés, como “un
estilo particular de funcionamiento psicomotor”. Agregamos: funcionamiento
psicomotor marcado por el malestar, padecimiento del niño para relacionarse y
hacer con su cuerpo.

Las funciones psicomotoras, especialmente la tonicidad en relación con la


emoción (Wallon), aportan la estructura para el despliegue del movimiento como
gesto dado a ver al otro. Los mediadores no verbales de comunicación -postura,
mirada, sonrisa, etc- forman parte del estilo psicomotor del niño, de su particular
estilo de funcionamiento psicomotor.

Es interesante como Bergés elude el término disfuncionamiento. Insta a


fortalecer en el niño lo que sí funciona.

En cuanto a la realización del funcionamiento frente a la mirada del otro:

El niño hace un uso particular de la función influido porque el otro está ahí
presente. Otro sería su desenvolvimiento si el otro estuviera ausente.
A su vez, el niño puede mostrarse diferente frente a su madre, su maestra, el
terapeuta psicomotriz, aunque hay aspectos que pueden repetirse. Es interesante
analizar las diferencias y las semejanzas.

Estamos frente a un concepto que singulariza la puesta en juego de la


función motriz en un contexto relacional determinado.

Bergés (1997) distinguiendo entre síntomas motores y psicomotores plantea:

El síntoma psicomotor no involucra la estructura, a la función, sino al


funcionamiento, interesa al funcionamiento ante la mirada del examinador,
involucra al funcionamiento en medio de las palabras del examinador y
sobre todo cobra sentido en el discurso que lo describe. Es el discurso de
los padres, de la Institución, del niño, el que nos permite entender, oír y no
solamente ver a este síntoma.
En la escena del Diagnóstico Psicomotor o de la Terapia Psicomotriz, el
niño despliega su estilo particular de funcionamiento frente a la mirada del otro
(lugar ocupado por el Psicomotricista, y en el caso de una estrategia grupal, su par
niño.)

El Psicomotricista enfatiza la mirada hacia los aspectos cualitativos de la


puesta en juego de la función: lo que es propio del niño, lo que insiste en la
repetición o en la forma de variar (interrogándose a partir de qué circunstancia se
dio la variante, cómo se dieron los cambios, asociando datos).

En la Terapia Psicomotriz, se habilita el despliegue de las funciones


psicomotoras, se favorecen experiencias corporales con el acompañamiento de un
adulto significativo (terapeuta en Psicomotricidad), en un marco de placer y
seguridad. Se produce un efecto encadenante: nuevas inscripciones corporales
promueven nuevos funcionamientos psicomotores en una dinámica hacia el
fortalecimiento de las posibilidades del niño.

______________________________________________________
Pía, de 4 años, trepa al espaldar con mucho temor e inseguridad. Sube dos
peldaños y desiste rápidamente con un gesto de temor. La psicomotricista está
cerca. Al bajar la niña, encuentra su mirada. La psicomotricista le sonríe, se
acerca y le dice: “Hay muchos colchones, puedes probar con seguridad”. A lo
largo de las próximas sesiones, Pía intentará una y otra vez, progresando
lentamente. Al principio, la psicomotricista la acompaña trepando y saltando
también ella en forma simultánea.”

______________________________________________________

3. FUNCIONALIDAD PSICOMOTRIZ
b. Significado del término “funcionalidad”
De acuerdo al Diccionario de la RAE:
Funcionalidad: “Cualidad de funcional”
Funcional: “Práctico, utilitario”

c. Origen de la conceptualización “funcionalidad psicomotriz”


Calmels D. (1997) se refiere al término Funcionalidad Psicomotriz como:
“el funcionamiento del cuerpo en el orden social, funcionamiento con el sello, la
carga de valor otorgada por una familia en un contexto sociocultural determinado.”
(p.14)

Para D. Calmels (1998), órgano y función serían de incumbencia orgánica,


mientras que el funcionamiento y la funcionalidad comprometerían la presencia del
cuerpo, la práctica psicomotriz.

Enuncia:

“Los trastornos psicomotores nos advierten de la presencia de fallas en la


construcción del cuerpo, en su funcionamiento y su funcionalidad” (Calmels D.
2003,31)

Inspirado en la perspectiva ecológica-sistémica del desarrollo humano , el


psicomotricista se cuestiona, sobre la funcionalidad psicomotora, o sea la
integración del funcionamiento psicomotor del niño a las características socio-
culturales de su contexto vital. Contexto familiar y contexto escolar, incluidos en un
contexto socio-económico cultural más próximo (barrio) y otro más abarcativo
(sociedad en general). Escucha el discurso de padres, maestros y otros
profesionales.

No se puede considerar desvinculado el funcionamiento psicomotriz del


niño de las expectativas y exigencias de su familia y la institución escolar. Nos
interesa la repercusión del síntoma psicomotor en los procesos de comunicación,
aprendizaje y autonomía.

El análisis de la situación advierte muy frecuentemente sobre la


problemática en el contexto del niño, y éste se convierte en el emergente: ej.: el
ámbito familiar no se ajusta a sus necesidades, la escuela lo somete a excesivas
exigencias. Se desprende la necesidad de trabajar a estos niveles.

A partir del trabajo con el contexto del niño, cuando se comprende su


situación, se tienen en cuenta sus necesidades y sus fortalezas, se dan cambios
que repercuten marcadamente en la evolución del niño. Generando
transformaciones en los distintos ámbitos donde se despliega el desarrollo del
niño, se da un reposicionamiento del cuerpo del niño. Cambia la mirada, aumenta
la tolerancia y se regulan las exigencias. El funcionamiento psicomotor del niño
(aún persistiendo las dificultades) es recibido de otra manera, mejorando la
funcionalidad. Se da una mayor adaptación del medio a las producciones
corporales del niño.

A través de la Terapia Psicomotriz el niño descubre nuevas modalidades de


relación y realización motriz más funcionales: gratificantes y efectivas. Más allá de
la posible persistencia objetiva de dificultades, éstas ya no son inhabilitantes.
Construye con el otro estrategias para compensarlas y enfrentarlas de otra
manera, centrado más en sus fortalezas que en las dificultades, en el
descubrimiento de lo que sí puede; mejora la funcionalidad motriz.

_______________________________________________________________

Nicolás, de 8 años, si bien es un niño inteligente no tiene un buen desempeño


escolar. Presenta gran desfasaje entre sus posibilidades de trabajo oral y lo que
llega a plasmar en sus cuadernos. Rechaza escribir. Frecuentemente deja los
trabajos sin terminar, conversa y se distrae en clase. Al observarlo mientras
escribe se destaca: una postura muy inadecuada, falta de fuerza en la mano,
llegando rápidamente a la fatiga y debiendo interrumpir la tarea por unos
instantes para poder luego retomar la actividad. Su letra es poco legible, el trazo
muy intenso y su ejecución lenta y trabajosa.
La experiencia corporal signifcada por el lenguaje, en el despliegue de los juegos
corporales, la relajación y los juegos grafoplásticas, posibilita a Nicolás mejorar su
disponibilidad corporal frente a las actividades grafomotrices, comenzar a disfrutar
de ellas, encontrarse con sus fortalezas y conscientizarse de las debilidades en
un espacio de seguridad. Paulatinamente se va apropiando de las estrategias que
le acerca la psicomotricista, descubriendo a la vez recursos propios de
afrontamiento y compensación de las dificultades. Paralelamente, en el marco del
trabajo en equipo con su maestra de clase, se orienta en estrategias a desplegar
en el aula, que permitirán ajustar las exigencias académicas a sus posibilidades
reales.

_______________________________________________________________
CONCLUSIONES

 La concepción integradora de la motricidad en relación con las funciones


psicocognitivas (como la atención, memoria, lenguaje, etc.) y con la
afectividad, fundamenta a la Psicomotricidad como dimensión del ser
humano, y la expresión “Función Psicomotora”
 El concepto de función psicomotora remite a lo general de la especie
humana: hay estructuras anátomo-funcionales involucradas, un origen, un
desarrollo esperable para cada edad.
 La función psicomotora como propia del hombre, consiste en un proceso o
sistema de procesos que se sustentan en un sistema complejo a nivel
anátomo-fisiológico y habilitan una actividad de adaptación particular (no
pasiva sino activa y creativa) que es el movimiento humano.
 Se toma en cuenta al movimiento no sólo como producto de una
contracción muscular sino como “comportamiento” (Da Fonseca, 2005).
 El desarrollo de la función está potencialmente habilitado por un
equipamiento biológico indemne, o de lo contrario obstaculizado por
vulnerabilidades biológicas del orden de lo innato (herencia) o de lo
adquirido (lesión). A los factores biológicos, se sumará la influencia de los
factores ambientales.
 En el ámbito de la clínica Psicomotriz interesa por un lado, la particular
puesta en juego de las funciones psicomotoras, que en el niño siempre está
teñida por la manera de relacionarse a través del cuerpo (funcionamiento).
Y por otro lado, indagar cuál es el impacto de esta manera de ser y hacer
con su cuerpo en la cotidianidad del niño (funcionalidad), de forma de poder
encarar la elaboración de un proyecto terapéutico ajustado, flexible, que
oriente el tratamiento.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Asociación Americana de Trastornos Mentales. (2013). Manual diagnóstico y


estadístico de los trastornos mentales DSM-5. España: Ed. Masson.

Bergés, J. (1997). Desgrabación de seminario “Síntoma psicomotor y lenguaje”.


Buenos Aires.

Calmels, D. (1998). Cuerpo y Saber. Buenos Aires. D&B Editores

Calmels, D. (1997). Del examen motor al psicomotor en Reuniones clínicas en


Psicomotricidad. Buenos Aires. Editoras: González y Sykuler

Calmels, D. (2003). Qué es la Psicomotricidad? Los trastornos psicomotores y la


práctica psicomotriz. Buenos Aires: Grupo Editorial Lumen

De Ajuriaguerra, J. (1984). La escritura del niño, Volumen I y II. Barcelona: Ed.


Laia

Da Fonseca, V. (2000). “Estudio y génesis de la Psicomotricidad”. España.


Editorial INDE. 2da. Edición.

Da Fonseca, V. (2005). Manual de observación psicomotriz. Significación


psiconeurológica de los factores psicomotores. Barcelona: INDE

Diccionario de Medicina (2009). Barcelona: Editorial Océano Mosby

Frostig, M., Home, D., Miller, A. (2000). Figuras y formas. Programa para el
desarrollo de la percepción visual. España: Ed. Médica Panamericana S.A

González, L. (2009). Pensar lo psicomotor. Buenos Aires: Eduntref


Rebollo, A. (1994). El aprendizaje. Montevideo. Prensa Médica Latinoamericana.

Rebollo, M. (2012). Dificultades de aprendizaje. Montevideo: Prensa Médica


Latinoamericana.

Rebollo, M. (2003). La motricidad y sus alteraciones en el niño. Montevideo:


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Rebollo, A. Morel S., Rodríguez, S., Montiel, E. (2007). El desarrollo neuropsiquico


y su evaluación. Montevideo: Ed. Prensa Medica Latinoamericana.

Rebollo, A. Morel S., Rodríguez, S., Winokur,V. (2007). La Psicomotricidad.


Montevideo: Prensa Médica Latinoamericana.

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