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NOVENA AL SANTO

CRISTO DE LA GRITA

Pbro. Luis Gilberto Santander Ramírez.


06 de agosto 2018.
Contenido
HISTORIA DEL SANTO CRISTO DE LA GRITA. ............................................................ 1
NOVENA EN HONOR AL SANTO CRISTO DE LA GRITA. ........................................... 4
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS AL COMIENZO DE LA NOVENA. ................. 4
PRIMER DÍA. .................................................................................................................... 5
SEGUNDO DÍA. ................................................................................................................ 8
TERCER DÍA. .................................................................................................................. 10
CUARTO DÍA. ................................................................................................................. 11
QUINTO DÍA. .................................................................................................................. 13
SEXTO DÍA. .................................................................................................................... 14
SÉPTIMO DÍA. ................................................................................................................ 16
OCTAVO DÍA. ................................................................................................................ 17
NOVENO DÍA. ................................................................................................................ 18
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS AL TERMINAR LA NOVENA. ..................... 21
Gozos al Santo Cristo. ...................................................................................................... 21
Soneto a Jesús Crucificado. .............................................................................................. 22
Himno al Santo Cristo de La Grita. .................................................................................. 23
EL SANTO ROSARIO ........................................................................................................ 24
Misterios Gozosos (lunes y sábado) ................................................................................. 24
Misterios Dolorosos (martes y viernes). ........................................................................... 26
Misterios Gloriosos (miércoles y domingo) ..................................................................... 28
Misterios Luminosos (jueves) .......................................................................................... 30
SANTA MISA EN HONOR AL SANTO CRISTO. ........................................................... 32
HISTORIA DEL SANTO CRISTO DE LA GRITA.

El sonriente valle fue sacudido violentamente en 1610, la ciudad próspera, la “Atenas


del Táchira”, se vio derrumbada y bajo sus casas sepultadas centenares de
habitantes. Sus casas coloniales de bahareque se vinieron al suelo en su mayoría. De
norte a sur se abrió una enorme grieta, que en muchos puntos, años más tarde,
construyeron puentes para unir las calles.
Una vez pasada la confusión los padres misioneros se retiraron a una ermita en la
colina de Tadea y allí vivieron por espacio de varios años. Uno de ellos Fray Javier
además de sacerdote era agricultor, poeta y artista. Tenía gran entusiasmo y
vitalidad. Después del terremoto se le veía en todas partes ayudando a los heridos,
socorriendo a los damnificados, administrando los sacramentos, hablando y dando
consuelo a los afligidos, enterrando a los muertos. Su figura amable y bondadosa era
parte de la ciudad.
Desde el terremoto pensó en tallar una figura de Cristo que fuera el Guardián de la
ciudad y la protegiera de todos los males. Varios días estuvo madurando su idea.
Trazando esquemas imaginarios antes de comenzar la obra. Una vez que la tuvo
concebida empezó el trabajo. Había pensado en un Cristo doliente, humano, de cara
alegre a pesar del sufrimiento. Sus conocimientos de anatomía humana les sirvieron
para ir tallando parte por parte todo el cuerpo. Los músculos, las venas, las heridas
fueron surgiendo con gran realismo hasta llegar al rostro. Tuvo gran dificultad para
tallar el rostro. Primero le salió muy triste y él a pesar de que debía reflejar dolor, no lo
quería así. Lo talló de nuevo, les salió muy feo, no inspiraba devoción. Lo intentó de
nuevo, pero tampoco pudo realizarlo como él quería. Al fin desesperado dejó el
trabajo inconcluso.

1
Fray Javier paseaba con preocupación por el huerto con las manos atrás. Sus pasos
eran nerviosos, el rostro surcado por arrugas. Los hermanos franciscanos lo miraban y
se daban cuenta de su inquietud, pero no decían nada, sabían que de un momento a
otro le surgiría la inspiración y realizaría la obra.
Tenía muchos días que dormía mal. Soñaba con un bello Cristo que estaría en la
nueva iglesia protegiendo a La Grita y sus habitantes. Pero el Cristo permanecía
inconcluso en el estudio. Solo eran sueños…
Una noche escuchó un concierto de cuerdas, era una bella sinfonía interpretada por
manos magistrales. Creyó que estaba soñando y dio media vuelta para acomodarse
mejor en la cama. Se dijo: No estoy soñando, estoy despierto, pero ¡De dónde viene
esa música celestial? Fray Luis toca bien el violín, pero suenan muchos instrumentos:
violines, arpas, bajos, contrabajos y guitarras, ¡ Dónde cabe tanta gente?
De la habitación salía una suave luz blanco-azulada, contuvo la respiración. El
corazón parecía saltarle en el pecho, sus movimientos eran muy acelerados. Unos
pasos más… estaba en el umbral. Lo que vio le impresionó sobremanera a la vez
que una dulcísima sensación lo invadió. Sin atreverse a entrar en el recinto miró su
Cristo. Un joven de cabellos largos, las facciones hermosísimas y de túnica celeste,
estaba dándole forma al rostro. No quiso interrumpir y muy despacio se retiró a su
aposento.
Fray Javier se levantó con el alba y pensó en el Cristo. En ese momento no sabía
distinguir si había tenido un sueño o era una realidad. Impulsivamente se dirigió a su
taller y allí contempló extasiado la obra del Ángel: un rostro como él se lo había
imaginado. Se postró de rodillas y oró largo rato.
Los misioneros y la feligresía lo felicitaban por la obra. El contaba lo del Ángel y nadie
lo creyó; le decían que estaba soñando. Poco tiempo después al terminarse los
trabajos en la iglesia, en el centro de La Grita se instaló el Santo Cristo, que desde
entonces es el Guardián de la Ciudad. A este Cristo milagroso acude gente de todas
partes a postrarse a sus pies. La imagen es querida y venerada por los gritenses, que
todos los años, el 6 de agosto celebran con gran pompa y entusiasmo sus fiestas
patronales.
Flia. Duque.
La Grita, 03 – 12 – 2005. (1)

(1) (CAPILLA DE TADEA, Caserío cerca de la población de la Grita que según la


tradición se llevó a cabo la imagen del Santo Cristo. Al lado derecho del altar
en el presbiterio en un cuadro suelto colgando de la pared se encuentra esta
extraordinaria historia)
NOVENA EN HONOR AL SANTO CRISTO DE LA GRITA.

Se comienza la novena con el rezo del Santo Rosario.


Su Santidad San Juan Pablo II afirmaba en la carta apostólica “El Rosario de
la Santísima Virgen María” que cuando se reza el Rosario contemplamos los
misterios de nuestra Salvación realizados por Jesucristo con la colaboración
insigne de la intercesión de María Santísima. “Las parroquias y los santuarios
son una significativa oportunidad catequética que los Pastores deben saber
aprovechar. Una buena herramienta para todo buen evangelizador. Exhorto,
pues, a contemplar el rostro de Cristo en compañía y ejemplo de su Santísima
Madre.”

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS AL COMIENZO DE LA NOVENA.

Oración al Santo Cristo.

Cristo Amoroso que en la cruz clavado, tu pecho muestras por mi amor


herido, lava en tu sangre con eterno olvido, la mancha torpe de mi vil pecado.
Por ser fuente de bienes me has amado y con muerte afrentosa redimido: por
serlo yo de males, te he ofendido y tus justos preceptos quebrantado, tu real
palabra has obligado a darme los bienes cuando yo te los pidiera. ¡Con tan
gran caridad llegaste a amarme! ¡Oye Señor. Mi petición postrera! Pues
moriste solo por perdonarme. ¡Perdóname, Señor, antes que muera!

ACTO DE CONTRICIÓN.

Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos mis pecados que he


cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un
Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por
tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis pecados y me
has de llevar a la vida eterna, Amén.

CONTEMPLACIÓN DE LOS MISTERIOS DEL SANTÍSIMO


ROSARIO.
Misterios Gozosos (Lunes y Sábado) Página 25; Misterios Dolorosos (Martes
y Viernes) Página 27; Misterios Gloriosos (Miércoles y domingos) Página 29
y Misterios Luminosos (Jueves).Página 31

PRIMER DÍA.

MIRARÁN AL QUE TRASPASARON. Isaías 53, 2b – 12.

El siervo de Yahvé no tenía gracia ni belleza, para que nos fijáramos en él, ni
era simpático para que pudiéramos apreciarlo.
Despreciado y tenido como la basura de los hombres, hombre de dolores y
familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve
la cara, estaba despreciado y no hemos hecho caso de él.
Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, eran nuestros dolores
los que le pesaban y nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y
humillado.
Fue tratado como culpable a causa de nuestras rebeldías y aplastado por
nuestros pecados. El soportó el castigo que nos trae la paz y por su llagas
hemos sido sanados.
Todos andábamos como ovejas errantes, cada cual seguía su propio camino, y
Yahvé descargó sobre él la culpa de todos nosotros.
Fue maltratado y él se humilló y no dijo nada, fue llevado cual cordero al
matadero, como una oveja que permanece muda cuando la esquilan.
Fue detenido y enjuiciado injustamente sin que nadie se preocupara de él.
Fue arrancado del mundo de los vivos, y herido de muerte por los crimines de
su pueblo.
Fue sepultado junto a los malhechores y su tumba quedó junto a los ricos, a
pesar de que nunca cometió una violencia ni nunca salió una mentira de su
boca.
Quiso Yahvé destrozarlo con padecimientos, y él ofreció su vida como
sacrificio por el pecado. Por esto, verá a sus descendientes y tendrá larga vida,
y por él se cumplirá lo que Dios quiere.
Después de las amarguras que haya padecido su alma, verá la luz y será
colmado. Por su conocimiento, mi siervo justificará a muchos y cargará con
todos sus culpas.
Por eso le daré en herencia muchedumbres y recibirá los premios de los
vencedores.
Se ha negado a sí mismo hasta la muerte, y ha sido contado entre los
pecadores, cuando en realidad llevaba sobre sí los pecados de muchos, e
intercedía por los pecadores. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Reflexión.

En la noche del sábado santo cantamos: “Feliz la culpa que nos dio tal
Redentor” Cuando Dios hizo la creación de todas las cosas entre ellas al
hombre y la mujer, hubo un acontecimiento que desdibujó esa obra
maravillosa, el pecado vino a arruinar toda la felicidad de Dios en el hombre
que hasta bajaba en la briza de la tarde a hablar con nuestros primeros padres
Adán y Eva.
La humanidad entera se divorcia de su creador y el pecado hace su casa en la
tierra. Tan grande fue la maldad del hombre que Dios quiso destruir la tierra
por medio de un diluvio.
Los patriarcas, los profetas se hicieron eco de Dios para la humanidad para
que enderezaran sus sendas y se convirtieran a Dios Vivo. Ellos también
mantuvieron vivo el recuerdo de Dios y la promesa de que algún día vendría
un Redentor que rehacería la alianza rota por el hombre. Isaías es el más
esperanzador de todos, señala el sitio de su nacimiento, Belén y presenta al
siervo de Yahvé que vendrá a limpiar a la humanidad con el sacrificio de su
propia vida con la crudeza como lo hemos escuchado en la pequeña lectura
que acabamos de oír.

500 años antes de la venida de Cristo hace esta profecía que nos llena de
asombro, tan parecida la narración a cualquiera de las cuatro que encontramos
en los evangelios de Lucas, Marcos, Juan y Mateo de la pasión y muerte de
nuestro Redentor.

El evangelista Juan afirma en uno de sus pasajes: Mirarán al que traspasaron.


(Jn. 19, 37) Hoy nos encontramos comenzando la novena al Santo Cristo de
La Grita siguiendo el consejo del Apóstol, pero no sólo para mirarlo sino para
seguir su camino, profundizar su doctrina y hacer posible por vivir el mensaje
de aquel que murió en la Cruz y podamos decir con verdad: Con tu cruz y
resurrección nos has salvado, Señor.

Interiorización del mensaje.

En verdad ¿Creemos en este misterio de nuestra salvación? Que los motivos


que nos muevan a realizar la novena en honor al Santo Cristo de La Grita, a
sus pies o en cualquier lugar nos ayude a identificarnos con aquel que entregó
su vida para darnos vida y vida en abundancia. Si este ejercicio no nos ayuda
a cambiar lo negativo que existe en nosotros, no valdría la pena hacerlo, pero
porque creemos en El, en su fuerza transformadora, nos dejaremos guiar por
su espíritu y seremos como El, servidores de los demás para salvarnos todos.

Oración.

Señor Dios que nos has concedido meditar en la pasión de Cristo según el
profeta Isaías, ayúdanos a comprender que la historia de la salvación se realiza
por todos los hombres y por el gran amor que Dios nos tiene dándonos a
tan gran Redentor. Amén.

Oraciones finales (pág. 22)

SEGUNDO DÍA.

MISERICORDIA, DIOS MIO, POR TU BONDAD. Salmo 50


-Piedad de mí, Señor, en tu bondad, por tu gran corazón, borra mi pecado, que
mi alma quede limpia de malicia, purifícame de mis faltas.
-Pues mi pecado yo bien lo conozco, mis faltas no se apartan de mi mente;
contra ti, contra ti solo pequé, lo que es malo a tus ojos, yo lo hice. Por eso, en
tu sentencia tú eres justo, no hay reproche en tu juicio.
-Tú ves que malo soy de nacimiento, pecador, me concibió mi madre. Tú
quieres rectitud de corazón, enséñame en secreto lo que es sabio.
-Rocíame con el agua y seré limpio, lávame y seré blanco cual la nieve. Has
que sienta otra vez el júbilo y el gozo y que bailen los huesos que moliste. ---
-Aparta tu semblante de mis faltas, borra en mí todo rastro de pecado. Crea en
mí, oh Dios, un corazón puro, pon en mí tu santo espíritu.
-No me rechaces lejos de tu rostro ni apartes de mí tu santo espíritu. Dame el
don de tu salvación que regocija, mantén en mí un alma generosa. Indicaré el
camino a los extraviados, a ti se volverán los que no tienen rumbo.
-De la muerte presérvame, Señor, y aclamará mi lengua tu justicia. Señor, abre
mis labios y cantará mi lengua tu alabanza.
-Un sacrificio no te agradaría, ni querrás, si te ofrezco, un holausto. Un
corazón contrito te presento; no abandones un alma destrozada.
-Favorece a Sión por tu bondad, edifica de nuevo tus murallas. Y así te
gustarán los sacrificios, ofrendas y holocaustos que son justos. Ofrecerán
novillos en tu altar.

Reflexión.
El salmo 50 expresa el pecado de adulterio de David cuando le quitó la mujer
a un jefe del ejército llamado Urías y lo mandó colocar en uno de los flancos
más débiles para que pereciera. Cuando nos acercamos al Santo Cristo de La
Grita tenemos conciencia de nuestras deficiencias y pecados porque la
naturaleza humana quedó herida desde el pecado de Adán y Eva; pero también
sabemos que la fuerza de Dios se muestra en el perdón. Los teólogos afirman
que en ningún momento se ha visto más la majestad de Dios en Jesucristo
sino en la cruz perdonando a los le hicieron tanto mal. Al ladrón que estaba a
su derecha le afirma: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” y a sus verdugos:
“Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”. Cada vez que nos
acercamos al sacramento de la penitencia recibimos por la misericordia de
Dios el perdón y la renovación espiritual de nuestra vida.
La alegría de sentirse perdonados nos lleva a ser agradecidos y ofrecer a Dios
dones y oración de acción de gracias y El los recibe porque no quiere la
muerte del pecador sino que se convierta y viva.

Interiorización del mensaje.

Un corazón contrito y humillado tú no lo desprecias. Al acercarnos a Dios lo


debemos hacer con total confianza. Al postrarnos al pie del Cristo del
calvario lo hacemos con la confianza que tuvieron María Santísima y Juan
que estaban seguros de que el drama de la pasión terminaría en momentos de
gloria. Si nosotros nos acercamos con humildad a Cristo, nos hará un
corazón nuevo y estará plenamente seguro que desde ese momento le
alabaremos y le ofreceremos sacrificios de alabanza.

Oración.

Señor Dios Todopoderoso, tú que te complaces en perdonar y tener


misericordia con los que te invocan, recibe este día el arrepentimiento de
todas nuestras culpas y pecados y así como David, Rey de Judá, doblegado
por su culpa inscribió este salmo; reciba Señor nuestra súplica de piedad
como lo hizo el publicano en el templo de Jerusalén: Ten piedad de mí Señor,
porque soy un pecador.

Oraciones finales (pág. 22)


TERCER DÍA.

POR TU CRUZ Y RESURRECCIÓN, NOS HAS SALVADO SEÑOR. Mt.


27, 27- 50.

Los soldados romanos llevaron a Jesús al palacio del gobernador y reunieron a


toda la tropa en torno a él. Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de
soldado color rojo. Después le colocaron en la cabeza una corona que habían
trenzado con espinas y en la mano derecha una caña. Doblaban la rodilla ante
Jesús y se burlaban de él, diciendo: “Viva el rey de los judíos” Le escupían la
cara y, quitándole la caña, le pegaban en la cabeza. Después que se burlaron
de él, le quitaron la capa de soldado, le pusieron su ropa y lo llevaron a
crucificar.
Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a
que cargara con la cruz de Jesús. Cuando llegaron al lugar que se llama
Gólgota o Calvario, le dieron a beber vino mezclado con hiel. Jesús lo probó,
pero no quiso beberlo.
Ahí lo crucificaron, y después echaron suertes para repartirse la ropa de Jesús.
Luego se sentaron para vigilarlo. Encima de su cabeza habían puesto un
letrero que decía por qué lo habían condenado: “Este es Jesús, el rey de los
judíos” También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro
a su izquierda.
Los que pasaban por ahí, movían la cabeza y lo insultaban, diciendo: “¡Hola!
Tú que derribas el Templo y lo reedificas en tres días, líbrate del suplicio,
baja de la cruz si eres el Hijo de Dios.
Los jefes de los sacerdotes, los jefes de los judíos y los maestros de la Ley lo
insultaban, diciendo: “Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo: que
ese rey de Israel bajo ahora de la cruz y creeremos en él. Ha puesto su
confianza en Dios, si Dios lo ama, que lo libere, puesto que él mismo decía:
Soy Hijo de Dios” Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo
insultaban.
Desde el medio día hasta las tres de la tarde, se cubrió de tinieblas todo el país.
Cerca de las tres, Jesús gritó con fuerza: Dios mío Dios mío, ¿por qué me has
abandonado? Al oírlo, algunos de los presentes decían: “Está llamando a
Elías” Y luego, uno de ellos corrió, tomó una esponja, la empapó en vino
agridulce y, poniéndola en la punta de una caña, le daba de beber, Otros
decían: “Déjalo, veamos si viene Elías a liberarlo”
Entonces Jesús, gritando de nuevo con voz fuerte, entregó su espíritu. Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión.

La pasión de nuestro Señor Jesucristo debería ser lectura obligada


permanentemente de los católicos para confrontarse en la vida que se lleva sin
tener en cuenta los sufrimientos que tuvo Cristo para enseñarnos el camino
que nos lleva a la verdadera felicidad. Muchos santos enderezaron sus sendas
con esta lectura del evangelio. Lo realizado por el pueblo judío y sus
autoridades con Jesucristo es inhumano faltando toda razón porque a quien
crucificaron era su gran benefactor y el líder más indiscutible que hubiera
pasado por sus tierras. Hicieron todo lo posible por borrarlo de la tierra de los
vivos multiplicando sus sufrimientos y sus tácticas de desprecio pero Él
resucitó de entre los muertos.

Interiorización del mensaje.

Mirando la imagen del Santo Cristo de La Grita contemplemos su rostro


sereno y bondadoso para con nosotros que tuvimos también la culpa de sus
sufrimientos, por nuestros pecados y componendas con el mal del mundo.
Digamos Oh santa cruz del Salvador que redimiste al mundo ten misericordia
de nosotros y del mundo entero.

Oración.

Fortalece Señor la fe de quienes recuerdan la santa pasión y muerte que


realizaste para darnos la vida eterna y has que recordando estos misterios de
nuestra redención nos sirvan para enmendar nuestra vida cumpliendo tus
mandamientos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oraciones finales (pág. 22)

CUARTO DÍA.

SEÑOR EN TI CONFÍO, NO QUEDARÉ DEFRAUDADO. Salmo 70.

-En ti, Señor, confío, que no sea jamás defraudado.


-Dios justo líbrame, inclina a mí tu oído y sálvame.
-Sé para mí una roca de refugio, una ciudad fortificada en que me salve: tú
eres mi roca y mi fortaleza.
-Dios mío, sácame de las manos del hombre malo, de las garras del malvado y
del opresor. Ya que tú, Señor, eres mi esperanza, y desde mi juventud he
confiado en ti.
-Desde el seno de mi madre me apoyé en ti, y tú me adoptaste al nacer.
Siempre he sido agradecido contigo.
-Muchos me consideraban como un verdadero milagro, porque siempre me
amparabas.
-Mi boca estaba llena de tu alabanza y cantaba tu gloria el día entero.
-No me rechaces cuando llegue a la vejez, no me desampares cuando me
falten las fuerzas, cuando mi enemigos que quieren mal y se ponen de acuerdo
los que quieren matarme.
-Y dicen: “Dios lo abandonó, persíganlo y agárrenlo, que nadie lo defiende”
Oh Dios, no te alejes; Dios mío, ven pronto a socorrerme.
-Me hiciste pasar muchas pruebas y miserias; pero volverás para darme la vida
y me harás subir de la fosa.
-De ahí saldré engrandecido y de nuevo me concederás tu consuelo.
-Y yo celebraré, oh Dios, al son del arpa por tu fiel ayuda. Oh Dios de Israel,
quiero cantarte acompañado de la cítara.
-Anunciaré todo el día tu justicia, pues estarán por tierra y deshonrados los
que buscaban mí desgracia.

Reflexión.

Después de meditar en la pasión de Nuestro Señor Jesucristo y haber


apreciado por la fe lo que sufrió por mí no me queda otra alternativa que
confiar en Él. El salmo 70 viene a ser la oración de un hombre maduro que
expone a su creador las dificultades de la vida, sus tropiezos y éxitos, la
conciencia cierta de las acechanzas del maligno pero la certeza de que Dios
es la roca fuerte de refugio, la ciudad fortificada donde puede protegerse y
salvarse. Ante ese Dios en quien confiar sólo nace un corazón agradecido que
canta sus alabanzas y proclama ante el mundo su justicia.

Interiorización del mensaje.

Señor Nuestro Jesucristo a tus pies reconozco que soy esa persona que en mis
fragilidades debería pensar en Ti. Ayúdame Señor con el ejercicio de esta
novena reconocer mis virtudes las cuales debo fortalecer con la oración y mis
flaquezas que debo vencer con el sacrificio y la renuncia a todos los caminos
que me llevan a no hacer el bien que debo hacer y dejar hacer tantas cosas
buenas que hubieran podido mejorarme y un gran bien a los demás.

Oración.

Dios de toda virtud, de quien procede todo lo que es bueno, infunde en


nuestros corazones el amor a tu nombre, y concede que, haciendo más
religiosa nuestra vida, hagas crecer el bien que hay en nosotros y lo conserves
con solicitud. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oraciones finales (Pág. 22)

QUINTO DÍA.

LA IGLESIA PROCLAMA LA BUENA NOTICIA DEL EVANGELIO.


Hech. 2. 22 – 29.

Dios hizo por medio de Jesús entre ustedes milagros, prodigios y cosas
maravillosas. Sin embargo, ustedes lo entregaron a los malvados, dándole
muerte, clavándolo en la cruz, y así llevaron a efecto el plan de Dios que
conoció todo esto de antemano. A él, Dios lo resucitó y lo libró de los dolores
de la muerte, porque de ningún modo podía quedar bajo su dominio. De él
hablaba David en un salmo al decir:
Veía continuamente al Señor delante de mí, puesto que está a mi derecha para
que no vacile, por eso, mi corazón se ha alegrado y te alabo muy gozoso, y
hasta mi cuerpo esperará la paz. Porque no abandonarás mi alma al lugar de
los muertos ni permitirás que tu servidor sufra la corrupción. Me has dado a
conocer caminos de vida; me llenarás de gozo con tu presencia. Palabra de
Dios. Te alabamos Señor.

Reflexión.

La primera predicación de la Iglesia fue la proclamación de la muerte y


resurrección de Jesús. Esta profesión de fe la encontramos varias veces en el
libro de los hechos de los Apóstoles. No podía negarse una verdad tan
solemne testimoniada por los evangelios: Jesús de Nazaret pasó por Palestina
haciendo el bien y curando a quienes se sentían oprimidos por sus
enfermedades y dolencias. Todo ese bien no fue tomado en cuenta por sus
enemigos los Sumos Sacerdotes, los escribas y fariseos, las clases poderosas
de aquel tiempo. A él Dios lo resucitó, acabamos de afirmar. La muerte no
tuvo dominio sobré El y la palabra de Dios se fundamenta en un salmo de
David hablando de la liberación de su cuerpo de la corrupción. El libro que
explicamos afirma que no fue él sino un descendiente suyo que sería libre de
ella, y ese es Jesús de Nazaret. Sobre esta verdad se fundamenta la fe de la
Iglesia y los apóstoles continuadores de la obra de Jesucristo, la proclaman por
todos los caminos de Galilea confirmándola hasta con su propia vida.

Interiorización del mensaje.

La primitiva Iglesia al escuchar a los Apóstoles enseñando esta verdad:


Jesucristo muerto y resucitado, les decían: ¿qué hacemos? Y ellos respondían:
¡conviértanse y crean en el evangelio! Hechos 2, 47: Alababan a Dios y
gozaban de la simpatía de todo el pueblo; y el Señor hacía que los seguidores
de Jesús que se integraban a la Iglesia fuera mayor cada día. El llamado
también es para nosotros.

Oración.

Ayuda, Señor, a tus siervos, que meditan el mensaje de los Apóstoles de la


muerte y resurrección de Cristo, renueva en nosotros tu obra redentora y
consérvanos en tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oraciones finales (pág. 22)

SEXTO DÍA.

DICHOSOS LOS POBRES DE ESPÍRITU PORQUE DE ELLOS ES EL


REINO DE LOS CIELOS. Mt. 5, 1 -12.

Jesús al ver la muchedumbre, subió al monte. Allí les enseñaba así: Felices
los que tienen espíritu de pobre, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Felices los que lloran, porque recibirán consuelo. Felices los pacientes, porque
recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen y hambre y sed de
justicia, porque serán saciados. Felices los compasivos, porque obtendrán
misericordia. Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Felices
los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino
de los cielos. Dichosos ustedes cuando por causa mía los maldigan, los
persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense
contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues
bien saben que así trataron a los profetas. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.

Reflexión.

Las bienaventuranzas son el alma y el corazón de la doctrina de Jesucristo en


el evangelio. El cristiano si quiere en verdad seguir a Cristo debe vivir las
actitudes y las formas de vida que propone el sermón del monte, si desea
conseguir la verdadera felicidad. La disposición fundamental es la pobreza
espiritual que consiste en el desprendimiento de todo argumento de poder,
de todo bien material aunque se tenga y de todo apego que nos lleve lejos de
Dios y del evangelio predicado por Jesús. Las bienaventuranzas nos piden
ante todo la disposición interior a hacer la voluntad de Dios en los
acontecimientos diarios sin colocarnos como centro de lo que hacemos sino
que lo ocupe Dios. En Él vivimos, nos movemos y existimos como
claramente lo afirmaba san Pablo en el areópago de Atenas. Posiblemente lo
que afirman las bienaventuranzas pareciera una utopía, Jesucristo no sólo las
presentó como camino de realización personal sino que las encarnó en su vida
y los santos las pusieron por obra.

Interiorización del mensaje.

Las bienaventuranzas resumen todo el evangelio y la vida de Jesús de


Nazaret. El caminar por esta ruta nos lleva con seguridad a la vida eterna. No
es fácil. Acordémonos de la parábola de las dos sendas: una está llena de
abrojos, de espinas y cardos y la otra de placeres, bienes materiales en
abundancia, confort, amor a sí mismo y desprecio a los demás. Es fácil
detectar el verdadero camino.

Oración.

Señor, ya advierto que no has propuesto otro camino para llegar al cielo,
ayúdame y enséñame a orar para descifrar lo que más te agrada y amar como
amaste con muerte de cruz a todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oraciones finales (Pág. 22)


SÉPTIMO DÍA.

CRISTO NOS ELIGIÓ DESDE EL COMIENZO DEL MUNDO A SER SUS


HIJOS. Ef. 1, 4 – 12.

En Cristo Dios nos eligió antes de la creación del mundo, para estar en su
presencia sin culpa ni mancha. Desde la eternidad determinó en el amor que
fuéramos sus hijos adoptivos por medio de Cristo Jesús. Eso es lo que quiso y
más le gustó para que se alabe su Gloria por esa gracia suya que nos
manifiesta en el Bien Amado. Pues en Cristo, la sangre que derramó paga
nuestra libertad y nos merece el perdón de los pecados. En esto se ve la
inmensidad de su gracia. Mediante dones de sabiduría e inteligencia, Dios nos
da a conocer este proyecto misterioso que debía realizarse cuando llegara la
plenitud de los tiempos, que todas las cosas han de reunirse en Cristo tanto los
celestiales como los terrenales. El que dispone todas las cosas como quiere,
nos eligió para ser su pueblo para alabanza de su Gloria. Palabra de Dios. Te
alabamos Señor.

Reflexión.

San Juan Pablo II afirma en su encíclica “Redentor de la Humanidad” que la


persona de Cristo solo puede explicarse con referencia al hombre y este de
igual modo con Cristo. Hay por lo tanto una simbiosis total y eso nos lo
explica san Pablo cuando afirma que la Sangre de Cristo paga nuestra
libertad, es decir, nos compra y es Él quien nos redime con su muerte en la
cruz. Pero la bondad de Dios en su Hijo amado no se queda ahí, nos elige
como pueblo cuando quiso reunir todas las cosas celestiales y terrenales para
su alabanza, también de manera personal cuando nos hizo hijos adoptivos por
su Hijo Jesús, fue lo que más quiso y más le gustó para que se alabe su Gloria.
La contemplación del Santo Cristo de La Grita es lo más grande que podemos
realizar porque vemos todo el poder de un Dios que se hace hombre y el
hombre la predilección más grande de aquel que se hizo Dios.

Interiorización del mensaje.

Si llegáramos a comprender en su profundidad este misterio de la Cruz,


nuestra vida necesariamente cambiaría. Lo primero que pudiéramos
comprender más cerca a nosotros es la grandeza del hombre que mereció tal
redentor y lo segundo sería postrarnos reverentes ante la imagen de aquel que
tuvo al hombre como su predilecto, amigo y por quien mereció entregar la
vida en la Cruz.

Oración.

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos,
míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu
Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por Cristo nuestro
Señor. Amén.

Oraciones finales (Pág. 22)

OCTAVO DÍA.

IMITEMOS A JESUCRISTO MANSO Y HUMILDE. Fil. 2, 5 -11.

Tengan unos con otros las mismas disposiciones que tuvo Cristo Jesús. El
siendo de condición divina no se puso a considerar en los hechos la igualdad
que tenía con Dios, sino que se despojó de rango tomando la condición de
esclavo y llegó a ser de tal manera semejante a los hombres que se comprobó
que era hombre. Se humilló y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de
cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le concedió el Nombre que está sobre todo
nombre, para que, ante el Nombre de Jesús todo hombre se arrodille en los
cielos y en la tierra y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para
gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

Reflexión.

Quienes hemos seguido con atención los comentarios de esta novena no


habíamos podido apreciar con más crudeza el anonadamiento del Salvador, es
decir, rebajarse a la nada. ¿Y para qué? Simplemente para Salvarnos y
llevarnos a la plenitud de hijos de Dios. Tuvo la oportunidad de conservar
todos los posibles privilegios de la persona humana: hombre nuevo,
glorificado, y puesto por encima de todo y prefirió pasar por nuestra
condición, sujeta a miserias y limitaciones incluso hasta la renuncia a la
Gloria de Dios. Esta realidad asumida de manso, humilde y obediente,
aunque parezca mentira es la condición de su gloria. El Apóstol Pablo nos
invita finalizando esta novena que tengamos las mismas disposiciones que
tuvo Cristo Jesús. Los hombres y las mujeres de hoy y de siempre, por
naturaleza han sido soberbios, prepotentes, sobresalientes. El mismo pecado
de nuestros primeros padres Adán y Eva, exaltado de manera especial por la
serpiente: “el día que comáis de la fruta prohibida seréis como Dios”. El
llamado sigue vigente: asumamos las mismas disposiciones que tuvo Cristo
Jesús.

Interiorización del mensaje.

La contemplación del Redentor en el cuadro de la pasión ha de ser el motivo


fundamental que nos invite a la conversión. Muchos santos centraron su vida
en este misterio y lograron rescatarla de los caminos torcidos por donde la
habían llevado: san Agustín, san Juan de la cruz, san Francisco de Asís.
Nosotros no somos la excepción, la vida nos presenta diferentes halagos que
nos marean y nos conducen por caminos de soberbia, dominación y placer
que nos hunden en la egolatría y después de esto en acciones que como decía
san Pablo colocamos como a Dios nuestro vientre y las glorias, nuestras
propias vergüenzas.

Oración.

Dios todopoderoso y eterno, concede a tu pueblo que la meditación asidua de


tu doctrina de humildad y obediencia le enseñe a cumplir de palabra y de obra,
lo que a ti te complace. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oraciones finales (Pág. 22)

NOVENO DÍA.
EL SEÑOR NOS INVITA AL MONTE SANTO A REINAR CON ÉL. Mt.
17, 1 – 9.

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a un


cerro alto, lejos de todo. En presencia de ellos, Jesús cambió de aspecto: su
cara brillaba como el sol y su ropa se puso resplandeciente como la luz. En ese
momento se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Jesús. Pedro tomó
entonces la palabra y dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno que estemos aquí! Si
quieres, voy a levantar aquí tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías” Pedro estaba todavía hablando cuando una nube luminosa los
cubrió con su sombra y una voz que salía de la nube decía: “Este es mi Hijo, el
Amado; éste es mi Elegido; a él han de escuchar” Al oír la voz, los discípulos
cayeron al suelo, llenos de gran temor. Jesús se acercó, los tocó y les dijo:
“Levántense, no teman” Ellos levantaron los ojos, pero no vieron a nadie más
que a Jesús. Y, mientras bajaban del cerro, Jesús les ordenó: “No hablen a
nadie de lo que acaban de ver, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado
de entre los muertos.” Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión.

En la transfiguración Jesús recibe la certeza de que su muerte se cumplirá


dentro de poco en Jerusalén. Todo buen judío hacía memoria de los
antepasados analizando las realidades presentes. No puede haber una
referencia más precisa para Jesús que tomar en cuenta a dos eminentes
hombres del Antiguo Testamento venerados y admirados por su pueblo:
Moisés y Elías y saborear de manera anticipada la resurrección. La
predilección de llevar a Pedro, Santiago y Juan demostraba en cierta manera
su capacidad de asimilar mejor lo visto y oído. La Gloria del Señor se
manifestó de manera total, inundando el ambiente que los apóstoles sintieron
una gran paz ante los anuncios de Jesús de su pasión y muerte. Lo enigmático
de todo es la voz que resuena en medio de la teofanía: “Este es mi Hijo
Amado, escúchenlo” Los apóstoles estaban reacios a escuchar y seguir a
Jesús porque les había dicho que iba a ser entregado a las autoridades y que
estos lo crucificarían. El trono donde reina Jesús es la Cruz y a través de ella
nos lleva a reinar con él, pero no aquí abajo sino en el cielo, el monte santo de
Dios.

Interiorización del mensaje.

En este último día de la novena celebramos la gloria del resucitado, aquella


gloria que por unos instantes pudieron vivir los apóstoles cuando dijeron ¡qué
bien se está aquí! Que este ejercicio piadoso haya orientado nuestra vida para
amar y servir más a Jesús, el crucificado, al Santo Cristo de La Grita. Que el
Espíritu Santo guie nuestros corazones a una verdadera conversión y a alabar
y bendecir al Señor por todas sus maravillas que ha hecho con nosotros, y
especialmente con La Grita que ha sido bendecida con la presencia de Cristo
Redentor bajo la advocación del Santo Cristo.
Oración.

Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque


en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oraciones finales (pág. 22)


ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS AL TERMINAR LA
NOVENA.

Gozos al Santo Cristo.

Contemplad al Redentor muerto por la humanidad. Llorad con dolor profundo


vuestros múltiples pecados. Llorad porque causáis al justo pavor y con
humilde fervor decid: Fe, Esperanza y Caridad, dadnos Jesús por tu amor.

Implorad auxilio al cielo y disponed el corazón para que escuchéis la pasión


que sufrió el justo santo del cielo, el Divino Salvador, siendo el supremo
Señor y Rey de cielos y tierra. Fe, Esperanza y Caridad, dadnos Jesús por tu
amor.

De rodillas lloró en el huerto de los Olivos cuando el momento de la muerte le


llegó. Fuertes y terribles fueron sus penas y el dolor que le acompañó al más
bondadoso Señor que alivió los dolores de quien se le acercó. Fe, Esperanza y
Caridad, dadnos Jesús por tu amor.

Con gran humildad recibió el cordero los latigazos, los gritos y humillaciones
de quienes lo tomaron preso para llevarlo hasta Anás, siendo El, Juez, Señor y
dueño de la humanidad. Fe, Esperanza y Caridad, dadnos Jesús por tu amor.

Lo insultaron los verdugos como el mayor criminal que lo llevaron de uno a


otro tribunal; también lo abofetearon con una gran pasión, quisieron también
deshonrarlo colocándole una corona de espinas y una capa de púrpura
inclinándose y burlándose de nuestro gran Redentor que dio la vida por todos
siendo manso y paciente hasta el extremo del don. Fe, Esperanza y Caridad,
dadnos Jesús por tu amor.

Los excesos que tuvieron con Jesucristo le llevaron a sudar sangre a raudales
por sus sagradas heridas que cuando lo llevaron a Pilatos casi no lo reconocía.
Pero a pesar de todo, lo sentenció a muerte como un mísero traidor,
condenando al Santo, al Divino Redentor. Fe, Esperanza y Caridad, dadnos
Jesús por tu amor.

Con la condena de muerte viene luego la cruz que llevó el crucificado hasta el
monte del Gólgota. Pocos tuvieron piedad del dolor del condenado más bien
se horrorizaron de su gran majestad ante tan tamaña afrenta que le hacían al
condenado. Fe, Esperanza y Caridad, dadnos Jesús por tu amor.

Llegó al calvario por fin, y a vista del pueblo entero, quedó desnudo el
Cordero, su faz de rosa y carmín perdió su bello color y su expresión de dolor
le transformó su rostro en beldad. Fe, Esperanza y Caridad, dadnos Jesús por
tu amor.

Sobre el pesado madero, le acostaron los inhumanos, le barrenaron las manos


y los pies y clavándolo con golpe fiero, le alzaron con gran furor quedando así
el Salvador a la vista de todos. Fe, Esperanza y Caridad, dadnos Jesús por tu
amor.

Su Madre, María Santísima, madre de amor y dulzura, la más pura que al


cielo fascina, al pie de la cruz se inclina, mostrando así al pecador que su amor
es por su Hijo y también por la humanidad. Fe, Esperanza y Caridad, dadnos
Jesús por tu amor.

Llegó el momento postrero, ¡Oh momento! Cuando tembló la tierra con gran
espanto de todos, el cielo oscureció y un manto negro lo cubrió y en medio de
tanto estruendo murió el Redentor que con su muerte dio vida a la
humanidad. Fe, Esperanza y Caridad, dadnos Jesús por tu amor.

Bendita y alabada sea la Pasión y Muerte de Nuestro Redentor y los dolores de


su Santísima Madre. Amén.

Soneto a Jesús Crucificado.

Autor anónimo del Siglo XVI.

No me mueve mi Dios para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me


mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido,


muéveme ver tu cuerpo tan herido, muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te
amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera, pues si cuanto espero no esperara, lo


mismo que te quiero te quisiera. Amén.

Padre Nuestro….
Dios te Salve, María…
Creo en Dios Padre todopoderoso…
Gloria al Padre….

Adorémoste Cristo y te bendecimos.


Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Himno al Santo Cristo de La Grita.

Santo Cristo del rostro sereno, de La Grita Divino Pastor, nuestra senda tu luz
ilumine y al andar nos aliente el amor.
Peregrinos de todos los siglos, peregrinos de toda región, siempre encuentran
tus brazos abiertos, siempre abierto tu buen corazón.
Por los montes y valles andinos, mil senderos conducen aquí, estaría siempre
el alma ante Tí.

Que la bendición de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo esté con
nosotros y nos acompañe siempre. Amén.
EL SANTO ROSARIO

Misterios Gozosos (lunes y sábado)

PRIMER MISTERIO.

La encarnación del hijo de Dios. (Luc. 1, 26 -38)


Dios envió al ángel Gabriel a donde una virgen llamada María que vivía en
Nazaret. Entró el ángel a su casa y le dijo: “Alégrate, tú llena de gracia, el
Señor está contigo”. “No temas, María, porque has encontrado el favor de
Dios. Vas a quedar embarazada y darás a luz a un hijo, al que pondrás el
nombre de Jesús.
Con este anuncio aceptado María, la joven doncella se convierte en Madre de
Dios y se coloca a disposición de su creador como una esclava. ¿Por qué nos
cuesta tanto ser humildes? Aceptando esta virtud nos hacemos merecedores
de Dios, de muchas maravillas que tiene guardadas a quien El ama.

SEGUNDO MISTERIO.

La visita de María a Isabel. (Lc. 1, 39 – 56)


Por esos días, María partió apresuradamente a una ciudad de Judá. Entró en la
casa de Zacarías y saludó a Isabel. Isabel se llenó del Espíritu Santo y
exclamó: “Bendita eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre”. ¿Por qué se me ha concedido que venga a mí la madre de mi
salvador?
María muestra una gran solicitud por su prima Isabel. La naturaleza del
hombre le lleva al servicio desinteresado por los demás, en esto encuentra su
verdadera plenitud. Evitemos el egoísmo en nuestras vidas y gastémonos en
el servicio al prójimo que Dios se ocupará de nosotros.

TERCER MISTERIO.

El Nacimiento de Jesús. (Lc. 2, 6 – 18)


En esos días el emperador dictó una ley, que ordenaba hacer un censo en todo
el imperio. José salió de Nazaret y fue a Belén para inscribirse con María que
estaba en cinta. Estando en Belén le llegó el día de tener a su hijo. Y dio a luz
a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en una pesebrera.
La pobreza asumida como virtud nos da la capacidad de ofrecer lo que somos
y tenemos a los demás sin pedir nada a cambio como lo hizo Jesús.
CUARTO MISTERIO.

La presentación de Jesús en el Templo. (Lc. 2, 22 – 40)


Cuando llegó el día de cumplir el rito de purificación de la Madre, llevaron al
Niño a Jerusalén. Ahí lo consagraron al Señor. Simeón vino al templo
inspirado por Dios cuando traían al Niño, lo tomó en sus brazos y bendijo a
Dios diciendo: “Señor, ahora puedes dejar a tu Siervo que muera en paz,
porque mis ojos han visto al salvador”.
Obedecer a las leyes no debemos considerarlo como una humillación, es la
oportunidad de manifestar que somos seres sociales y a la vez aportamos al
bien común. Si quienes nos gobiernan no cumplen, eso es problema de ellos,
nosotros manifestamos que somos hermanos.

QUINTO MISTERIO.

Jesús perdido y hallado en el templo. (Luc. 2, 41 – 52)


Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de Pascua y
cuando Jesús cumplió doce años, fue con ellos. Al terminar los días de fiesta,
Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo notaran. Ellos creyendo que
se hallaba en el grupo que partía, pero al buscarlo no lo encontraron. Al cabo
de tres días lo hallaron en el Templo.
La preocupación principal de Jesús a tan pequeña edad era hacer conocer a su
Padre ante los hombres más notables de su pueblo: los maestros de la ley de
Moisés. Tres días le parecieron un instante. Y nosotros ¿Cuál es la
preocupación fundamental de la semana, acaso podrá ser, participar de la
Santa Misa Dominical y escuchar la Palabra de Dios? ¿Cuánto tiempo de la
semana dedicamos para honrar a quien no dio la vida y lo que somos?
Misterios Dolorosos (martes y viernes).

PRIMER MISTERIO.

La Oración de Jesús en el huerto de los Olivos. (Mt. 26, 36 - 45)


Llegó Jesús a Getsemaní y dijo a sus discípulos: “Siéntense aquí, mientras yo
vaya a orar” Llevó consigo a Pedro y a los hijos de Zebedeo y comenzó a
sentir tristeza. Les dijo entonces: “Siento una tristeza de muerte”. Fue un
poco más lejos e hijo esta oración, “Padre, si es posible, aleja de mí este cáliz;
pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú”
La oración debería ser como el aire para vivir, Jesucristo en su evangelio nos
da ejemplo: muchas veces se retiraba a solas para orar. En los momentos
difíciles se debería intensificar. Un ángel del cielo vino a reconfortarlo. No
dudemos nunca de que nosotros también seremos reconfortados en las
tribulaciones, si humildemente acudimos a Él.

SEGUNDO MISTERIO.

La Flagelación de Jesús. (Mt. 27, 15 -26)


Pilatos mandó azotar a Jesús y lo presentó al pueblo. “Los jefes judíos
convencieron a la gente que pidiera la libertad de Barrabás y la condenación
de Jesús. Cuando el gobernador volvió a preguntarles: ¿Cuás de los dos
quieren que les deje en libertad? Ellos contestaron: “A Barrabás”.
Somos ágiles para alejar de nosotros la mortificación y el sufrimiento, lo que
no alcanzamos a comprender es que muchas veces ese camino nos lleva a la
purificación, la felicidad, la paz y también puede fortalecer nuestra voluntad.

TERCER MISTERIO.

Jesús es coronado de espinas (Mateo 27, 29– 30)


Los soldados llevaron a Jesús al palacio del gobernador y reunieron toda la
tropa a su alrededor. Le quitaron sus vestidos, y le pusieron un manto de burla.
Después le colocaron en la cabeza una corona de espinas y en la mano una
caña. Doblaban la rodilla ante Jesús y se burlaban de él.
Jesucristo asume el reto del sufrimiento y de la humillación delante de los
poderosos. No podemos vender nuestra libertad por un poco de pan, ni por
ningún beneficio que nos lleve a doblegarnos. La mente y el corazón deben
estar libres para realizar obras en bien de la patria y del evangelio de
Jesucristo.
CUARTO MISTERIO.

Jesús carga con la cruz. ( Jn. 19, 17 – 19)


Jesús salió llevando la cruz, para ir al llamado “Lugar de la Calavera” o
Gólgota. Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado. Pilatos
mandó poner sobre la cruz un letrero que decía: “Jesús de Nazaret, Rey de los
Judíos”
Cristo carga con Cruz y nosotros la nuestra. Es el deber y la vocación que
cada uno adquiere al asumir un compromiso. Cristo lo hizo libremente y
nosotros también. Asumamos el reto de llevarla hasta el final como lo hizo
Cristo. Él nos dará la fortaleza si pedimos la ayuda de su Espíritu.

QUINTO MISTERIO.

Jesús es crucificado. (Lc. 23, 44 -46)


Desde el medio día y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en
oscuridad. El sol dejó de brillar, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
Jesús gritó con fuerza y dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y
al decir esto, murió.
En la ley judía sólo los ladrones y homicidas recibían este tormento. Cristo
asumió los pecados de la humanidad y Él sabía de cuanto esfuerzo y sacrificio
tendría que hacer para reparar nuestros pecados. Hagamos un pequeño
esfuerzo por hacer morir en nosotros el mal que nos acompaña para que
resplandezca el bien que podemos hacer por nosotros y por la humanidad.
Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)

PRIMER MISTERIO.

La resurrección de Nuestro Señor (Mc. 16, 1 – 8)


El domingo por la mañana María Magdalena, María, madre de Santiago y
Salomé, compraron aromas para embalsamar el cuerpo. Y muy temprano, el
primer día de la semana, llegaron al sepulcro. Pero vieron que la piedra había
sido echada a un lado. Al entrar al sepulcro vieron un Joven de vestidura
blanca, que les dijo: Jesús de Nazaret, ha resucitado.
Jesucristo resucitado contagia su alegría a todos sus seguidores y les anima a
vencer las dificultades. El miedo es el peor enemigo del hombre ante la
opresión de otras personas que se consideran dueños de la verdad, es nuestro
deber vencerlo e ir siempre hacia adelante conquistando nuevos ideales.

SEGUNDO MISTERIO.

La ascensión de Jesús al cielo. (Lc. 24, 50 -52)


Jesús los condujo a Betania y levantando las manos los bendijo. Y mientras
los bendecía se alejó de ellos y fue llevado al cielo y se sentó a la diestra de
Dios. Ellos, volvieron muy alegres a Jerusalén donde permanecían
constantemente en el templo alabando a Dios. Después de haber conquistado
las metas propuestas en la familia, el trabajo, la comunidad, en la vocación
que elegimos libremente debe embargarnos una inmensa alegría como la que
Jesús tuvo al subir al cielo. Sólo en Dios que es nuestra roca y nuestra
salvación debemos apoyarnos para triunfar y ser felices.

TERCER MISTERIO.

El Espíritu Santo desciende sobre los Apóstoles. (Hch. 2, 1 – 4)


El día de Pentecostés, estaban reunidos en un mismo lugar. De pronto vino del
cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó la casa
donde estaban. Se les aparecieron unas lenguas de fuego, que se fueron
posando sobre cada uno de ello, quedando llenos del Espíritu Santo.
Es el Espíritu Santo con su poder que hace despertar a los Apóstoles para que
vayan a predicar el evangelio de Jesús, sin miedo de ninguna naturaleza. Es la
fuerza que necesitamos para salir de la tibieza en que nos encontramos
respecto de la fe que debemos proclamar con nuestra boca y nuestra vida.

CUARTO MISTERIO.
La Asunción de María al Cielo. (Ap. 12, 1 – 12)
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna bajo
sus pies y una corona de doce estrellas. La mujer dio a luz un Hijo Varón que
va a gobernar todas las naciones de la tierra. Su hijo fue llevado hacia Dios en
el cielo. Y se oyó una voz que decía: Ahora ha llegado ya la salvación.
El colofón necesario de una mujer que llevó en su seno al Hijo de Dios e hizo
su voluntad no podía ser otra: llevada al cielo. El reto está planteado para
nosotros de la misma manera: ir al cielo. Si cumplimos los mandamientos de
Dios, recibimos sus sacramentos, practicamos el mandamiento del amor y
servimos al prójimo, no puede haber ninguna duda de que llegaremos al cielo.

QUINTO MISTERIO.

La coronación de la Virgen María. (Ap. 21, 1- 4)


“Tú eres la gloria de nuestro pueblo” (Jd 13). Tuve la visión del cielo nuevo y
la nueva tierra, Pues el primer cielo y la primera tierra pasaron. Entonces vi la
ciudad santa, que bajaba del cielo, del lado de Dios. Oí una voz que clamaba
desde el trono: esta es la morada de Dios entre los hombres.
Todo atleta que realiza esfuerzos extraordinarios para ganar una competencia
difícil recibe un premio. María Santísima al aceptar el reto de llevar en su seno
al Hijo de Dios, protegerlo, y acompañarlo en la realización de la salvación
de la humanidad mereció el premio de ser coronada por Madre y Reina del
Universo. Esforcémonos por llevar a cabo la obra de Dios en nuestras vidas
para que recibamos como premio el cielo.
Misterios Luminosos (jueves)

PRIMER MISTERIO.

Bautismo de Jesús en el Jordán. (Mt. 3, 13 – 17)


Jesús fue de Galilea al rio Jordán, donde estaba Juan, para que este lo
bautizara. Al principio Juan quería impedírselo, y le dijo: Yo debería ser
bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Jesús contestó: déjalo así por ahora, pues
es conveniente que cumplamos todo lo que es justo, ante Dios.
El bautismo de Jesús le clarifica su misión de Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo, como Hijo muy amado del Padre. Cuando recibimos el
bautismo recibimos una señal imborrable llamada carácter que nos
compromete eternamente a trabajar por el reino de Dios y hacer la voluntad
del Padre.

SEGUNDO MISTERIO.

Las Bodas de Caná de Galilea. (Jn. 2, 1-11)


En aquellos tiempos hubo una fiesta en Caná de Galilea, la Madre de Jesús
estaba allí, y Jesús y sus discípulos fueron también invitados a la Boda. Se
acabó el vino, y la Madre de Jesús le dijo: ya no tienen vino. Jesús le contestó:
Mujer, ¿por qué me dices esto? Mi hora no ha llegado todavía.
Jesús se devela como Dios convirtiendo el agua en vino. Con nuestro obrar
diario de buenas obras estamos develando la obra de Dios en nosotros. Los
obispos en Puebla, Méjico, lamentablemente afirmaban que en América
Latina los cristianos han desfigurado el Rostro de Dios.

TERCER MISTERIO.

Jesús predica la llegada del Reino de Dios. (Mc. 1, 14 -15)


Jesús fue a Galilea a anunciar las buenas noticias de parte de Dios. Decía: Ya
se cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios
y acepten con fe sus buenas noticias y crean en el evangelio.
La conversión del hombre a Dios es el tema central de la predicación de Jesús.
No cesará de invitarnos: Conviértanse y crean en el evangelio. La conversión
se consigue buscando a Dios en los sacramentos, en la práctica de los
mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia, leyendo asiduamente la
Sagrada Escritura y preguntándonos cada día:¿Qué desea Jesús que haga hoy?
CUARTO MISTERIO.

La Transfiguración del Señor en el monte Tabor. (Lc. 9. 28 -36)


Jesús subió al cerro a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan. Mientras
oraba, el aspecto de su rostro cambió y su ropa se volvió muy blanca y
brillante, y aparecieron dos hombres conversando con él. Eran Moisés y Elías,
que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de
Jesús de este mundo.
Transformarnos como Cristo exige sacrificio haciendo la voluntad de Dios en
cada momento, sufrir con paciencia las adversidades del prójimo, inmolarnos
en el deber que asumimos para realizarnos ante los demás y aceptar el dolor,
el sufrimiento, hasta la muerte porque forman parte del proyecto de Dios para
nosotros como lo fue para El.

QUINTO MISTERIO.

Jesús instituye la Eucaristía. (Lc. 22, 7 – 23)


Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa. Jesús les dijo: ¡Cuánto he querido
celebrar con ustedes esta cena de Pascua antes de mi muerte! Entonces
repartió el pan y el vino y les dijo: No he de beber del producto de la vid,
hasta que venga el reino de Dios.
La eucaristía es el alimento necesario de quienes son seguidores de Jesús para
recibir la fuerza necesaria para llevar a cabo su obra. El profeta Elías de
manera simbólica recibió la fuerza de un trozo de pan entregado por un ángel
para llegar al Monte del Horeb.
SANTA MISA EN HONOR AL SANTO CRISTO.

Festividad de la transfiguración del Señor.

1.- Antífona de Entrada.

Apareció el Espíritu Santo en una nube luminosa y se oyó la voz deL Padre
celestial que decía: Éste es mi hijo muy amada, en quien tengo puestas mis
complacencias; escúchenlo. (Mt. 17, 5).

2. Oración colecta.

Dios nuestro, que en la Transfiguración gloriosa de tu Unigénito fortaleciste


nuestra fe con el testimonio de los profetas y nos dejaste entrever la gloria que
nos espera, como hijos tuyos, concédenos escuchar siempre la voz de tu Hijo
amado, para llegar a ser coherederos de su gloria. El, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

3. Lectura del libro del profeta Daniel ( Dn 7,9-10, 13-14)

Yo, Daniel, tuve una visión nocturna. Vi que colocaban unos tronos y un
anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve y sus cabellos, blancos
como la lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas encendidas. Un rio de
fuego brotaba delante de él. Miles y miles lo servían, millones y millones
estaban a sus órdenes. Comenzó el juicio y se abrieron los libros.
Yo seguí contemplando en mí visión nocturna y vi a alguien semejante a un
hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano
de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la
soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos u naciones de todas las
lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su
reino jamás será destruido. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

4. Salmo responsorial.

R. Reina el Señor, alégrese la tierra.


L. Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero:
Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor que se asienta en la justicia y el
derecho. /R
L. Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra. Los cielos
pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos. /R
L. Tú, Señor altísimo, estás muy por encima de la tierra y mucho más en alto
que los dioses. /R (Sal 96).

5. Aclamación antes del Evangelio.

R. Aleluya, aleluya. L. Este es mi Hijo muy amado, dice el Señor, en quien


tengo puestas todas mis complacencias; escúchenlo. R. Aleluya. (Mt 17, 5).

6. Lectura del santo Evangelio según san Marcos. A. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con
ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia.
Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que
nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés,
conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos
tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. En realidad no
sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube
salió una voz que decía: “Este es mi Hijo Amado; escúchenlo”.
En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que
estaba solo con ello.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo
que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso
de “resucitar de entre los muertos” Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor
Jesús.

7. Oración sobre las ofrendas.

Santifica, Señor, las ofrendas que te presentamos en la gloriosa


Transfiguración de tu Unigénito, y límpianos de las manchas del pecado con
el resplandor de su luz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

8. Antífona de comunión.
Cuando se manifieste el Señor, seremos semejantes a él, porque lo veremos
tal cual es. (I Jn. 3,2).

9. Oración después de la comunión.

Te rogamos, Señor, que el alimento celestial que hemos recibido, nos


transforme a imagen de aquel cuyo esplendor quisiste manifestar en su
gloriosa Transfiguración. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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