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La radicalidad del plan generará dos temáticas polémicas en torno a sus presupuestos.
La primera es la apertura de la contraposición entre estrategia civil respecto a la militar.
Aunque el plan citado dice abandonar la “estrategia represiva policial-militar”, la
preocupación que gravita en varios líderes sociales, autoridades y analistas es que la
guardia nacional supone quitarle su esencia civil, establecida en el artículo 73 fracción
XV de la Constitución General de la República y que faculta al Congreso “Para dar
reglamentos con objeto de organizar, armar y disciplinar la Guardia Nacional,
reservándose los ciudadanos que la formen, el nombramiento respectivo de jefes y
oficiales, y a las entidades federativas la facultad de instruirla conforme a la disciplina
prescrita por dichos reglamentos”. Con ello, también se estaría dejando fuera a la
instancia de gobierno estatal para que la guardia esté bajo mando castrense federal.
La fracción IV del artículo 76 de la propia Constitución señala como facultad del Senado
la de “Dar su consentimiento para que el Presidente de la República pueda disponer de
la Guardia Nacional fuera de sus respectivas entidades federativas, fijando la fuerza
necesaria”. Si se dará un sentido distinto a esta fracción, será para quitar precisamente
la presencia decisional de las autoridades de las entidades federativas.
La estrategia de seguridad tiene una ventaja: es una opción, dada por la propia
Constitución General de la República, al sentido de la declaración de
inconstitucionalidad emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación de la Ley de
Seguridad Interior, que había sido promulgada por el aún presidente Peña Nieto, pero
que éste declaró su suspensión hasta que la Corte no se pronunciara.
En suma, el plan contiene los elementos de un nuevo modelo de seguridad pública con
base en una nueva fuerza llamada guardia nacional, estructurada como una fuerza
militar más, lo que constituye un claro incentivo para militarizar esta función, lo que no
quiere decir que la nueva instancia esté vacunada en contra de la corrupción y sea una
instancia donde impere la legalidad y el respecto de los derechos humanos.