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Paz(es) otras en Colombia.
Salida de campo a Belén de Bajirá-Chocó.
Deseo empezar por lo que fue el viaje, el punto de encuentro fue en la entrada a la
universidad ubicada en la Av. Barranquilla, donde se convocó a las 7:00 AM y se inició el
viaje a partir de las 8:00 AM, hubieron distintas paradas para comer, una de ellas en Mutatá
(lugar cercano a las comunidades). Desde aquí, se tomó rumbo hacia las comunidades por
una vía de trocha -no pavimentada- hasta el punto en el que no era posible el tránsito
mediante el bus, por lo que era necesario empezar a caminar, algunos habitantes de la
comunidad tenían motocicleta y abiertamente y generosamente se ofrecieron a
desplazarnos, llegamos aproximadamente a eso de las 10:30 PM a la comunidad, cada
quién empieza a armar su espacio para dormir y luego se procede a comer para
posteriormente descansar.
Durante todo el día hubo espacio para la recreación, una de estas formas era el bañarse en
el río, pasar largas horas en el agua jugando y pasando el tiempo. Así mismo, el encuentro
con los niños y niñas de la comunidad era muy presente, se daban espacios para jugar con
balones, para hablar y reírse, para bailar, etc.
Otra de las actividades realizadas fue el encuentro que hubo entre las mujeres de las
comunidad y las estudiantes, quienes estas últimas se pensaron un encuentro que articulara
aquello personal que es cotidiano para las mujeres, asuntos referidos a lo femenino. Algo a
rescatar de esta actividad es que trajo a colación asuntos que quizás para las mujeres de la
comunidad eran difíciles de expresar puesto eran referidos a su vida privada.
Simultáneamente a la anterior actividad, se estaba realizando también una charla
convocada por Diego (un prácticamente de trabajo de grado que ha tenido fuerte influencia
en la comunidad) en donde se hablaban de distintos asuntos referidos a sus actividades
económicas: la agricultura. Donde se pensaban retos a futuro y acciones a realizar para el
provecho de la comunidad.
Una de las últimas actividades fue la fogata en la que la misma comunidad encendía una
fogata para posteriormente convocar a un círculo entre estudiantes y habitantes. En donde
se recogieran distintas experiencias de la comunidad referidas a los efectos de la guerra,
historias crueles que atravesaban por el cuerpo de quien escuchara, y a partir de esas
historias el exponer qué aprendizajes quedaban, cómo se transitaba para la no repetición y
retos para el futuro.
Posterior a ese trabajo descriptivo, me permito pasar a las reflexiones analíticas que es
posible inferir con los aconteceres de la salida de campo. En un primer momento, decir que
a simple vista pareciese que el Estado es ausente, pues son territorios que -bajo el ideal
desarrollista- son pobres, que no ha habido presencia de instituciones estatales en pro de
mejorar las condiciones de vida, tales como la escuela, mercados, policía, ejército, entre
otras. Pero si se amplía la mirada, el Estado está en constante presencia en estos
territorios, aunque lo hace de una manera distinta, estos territorios en donde se encuentran
gran parte de las riquezas del país, se le aplican distintas medidas de control con el fin de
mediar lo que allí pasa y no se salga de las lógicas que el sistema impone. Esto se
evidencia en la presencia de internet, en la apertura que hubo en la carretera para el
tránsito de mercancía y la movilidad, entre otras.
Las comunidades, bajo el ideal y practicidad colectivo son capaces de reaccionar para
protegerse de los actores armados; además respaldados por organizaciones sociales que
han logrado que desde muchos países del mundo hayan personas atentas al acontecer de
las comunidades. Y es que los distintos aconteceres en el territorio, la manera en que el
conflicto armado interno colombiano ha impactado en este han configurado una serie de
dinámicas de resistencia que se han basado en la colectividad, en hacer las cosas juntos,
para así, según un habitante de la comunidad, “llegar a grandes transformaciones”. Así
mismo se relata que el cómo se han hecho las cosas en el pasado ha definido cómo actuar
en la actualidad, pues aún hay presencia de distintos grupos armados al margen de la ley
que temporalmente retoman el territorio. Al igual que lo anterior, la juntanza también se
evidencia en los haceres cotidianos, lo que es la elaboración de comidas, la siembra, la
cosecha, lo recreativo.
Dentro de las prácticas de sustento prima la economía agrícola, hay distintos sembrados
tales como trigo, maíz, batata, yuca, níspero, entre otras. Estos productos representan el
alimento cotidiano y el medio de obtención de capital, por lo que se requiere exportar estos
productos a otras ciudades (lo que implica, por obvias razones, transportar la mercancía
hacia otros lugares) y el tránsito se da entre comunidad - pequeñas empresas - grandes
empresas. Todo este trámite exige unas condiciones para que sea posible y realizable, en
donde el Estado toma rol preponderante, pues al ser el encargado de velar por los intereses
sociales, se le adjudica la responsabilidad de hacer posible tal cuestión mercaderista. Lo
anterior para mencionar que aunque las relaciones de paz que en esta población se
presenten no son un producto de intervenciones estatales, la misma comunidad reclama la
presencia del Estado, pues a pesar de todo están inmersos en dinámicas sistémicas y
capitalistas.
A su vez, hay lógicas patriarcales que se terminan promoviendo en el territorio, pues ya hay
asignadas naturalmente unas labores para los hombres y para las mujeres, roles
respaldados en ese ideal de supremacía masculina. Por lo que se precisa que es necesario
una lectura de contexto para tener en cuenta el cómo entrar a mediar en esta población,
pues salir de unas dinámicas que han configurado la vida por muchas décadas, es tarea
complicada.