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La Medicina ante el Espiritismo

LA MEDICINA ANTE EL ESPIRITISMO


No vamos a hacer cuestión de si la medicina es ciencia o arte y si es arte y ciencia a la vez; puesto que se debe tener
por ciencia exclusivamente aquellos estudios que rigurosamente se sujetan a la matemática; y la medicina, en parte
está sujeta y en parte no.
Nosotros, a la medicina en conjunto la vamos a titular ciencia y esciencia. De modo es que, el médico, para nosotros,
no puede ser científico, sino escientífico; pero mejor todavía si alcanza a ser el sabio, cuyos modelos serian: Miguel
Servet y Paracelso; de ahí para adelante.
Y tenemos nuestra razón insuperable para ello: pues no puede ser un buen médico, sino cuando es un buen
Médium; porque no concebimos racional que, siendo la medicina el medio y remedio entre la salud y la enfermedad,
entre la vida y la muerte, el médico, que es el artista que actúa entre esos dos extremos, no sea también el medio, que
hemos de entender Médium, aunque ya, científicamente, se le llama facultativo, de facultad. Y facultad es la
Mediumnidad. ¿Qué buscaréis otras formas filológicas? Encontraréis sólo conveniencias que desfiguran la raíz.
Esto lo exigirá el espiritismo en su reinado y régimen y ya lo tiene legislado para los cuerpos de higiene y salud pública
e individual.
El médico que no posea grandes conocimientos de la Psiquiatría moderna y más profundos aun de la antigua, en que
se combinaba mejor que hoy, las fuerzas mentales con el magnetismo personal y la botánica, no podrá hacer ninguna
de aquellas curaciones maravillosas que los profanos llamaron milagros.
No dudéis que, valido de esas tres cosas (dos Psiquiatras y la tercera medicina botánica), Jesús hizo grandes y ruidosas curaciones.
Pero no creáis en cuanto os relatan, más que aquellas que se amoldan a esos tres conocimientos y quitarles todo cuanto
les han añadido las falacias religiosas y el fanatismo; y estad seguros que el médico de hoy, puedo hacer (si no media el
interés exagerado) mejores maravillas en los enfermos, que aquéllos porque tenéis más medios botánicos reducidos ya a

esencias que pueden obrar más fácil y rápidamente que las aplicadas en infusiones; y el magnetismo está hoy también
mucho mejor estudiado (pero mucho peor comprendido), por causa de que hoy, los médicos se hacen: entonces nacían.
Antes había médicos facultativos, sin haber facultades de medicina; pero había facultades espirituales y eran
verdaderamente facultativos.
¿Creéis que cuanto se atribuye a Simón el Mago, Cipriano, Zoroastro y Paracelso, entre miles más, sea una
fantasía? No tal.
Hechos son que pueden repetirse mucho más adelantados; y estad seguros que, en el régimen del espiritismo, se
repetirán, y aseguramos que el hombre desencarnará por senectud y no por causa de enfermedad.

Por José Lenel Clavijo Flórez 1


La Medicina ante el Espiritismo

Y no crean los médicos que los ataquemos por su casi nulidad, respecto al conocimiento de los remedios y de su
aplicación. Sabemos de dónde dimana su poquedad, que, en una palabra bien dicha, dimana del acaparamiento inmoral
de todo, en lo material y científico.
Ese acaparamiento obliga a los hombres a buscar los medios de vida más fáciles y lucrativos y no habrían de ser los
médicos una excepción: y por esa causa, en vez de facultativos, se han convertido en comerciantes de las enfermedades.
Acaso por esto también ha crecido tanto el número de las enfermedades, que su índice ininteligible se hace
interminable, como el catálogo de un almacén, y «inda mais» (N-de JLCF IR MAS ALLA).
Por otra parte, son muy cortos los estudios, y en autores verdaderamente nulos de facultades medianímicas, que no
sólo no hablan del espiritismo, sino que no entienden nada del alma, aunque han destrozado como panteras miles de
cadáveres. Y ¿qué van a encontrar en los escombros que dejó el espíritu, llevándose el alma como vestido forzado
y forzoso, en la que está escrita, indudable, toda su historia, su fuerza, su ciencia y su vida?
Muy bien hecho que se haya querido ver prácticamente nuestra arquitectura e ingeniería, que constituye nuestro
armazón y sistema, que es todo cuanto os puede ofrecer un cadáver; pero después de tenerlo, ¿para qué más
destrozos? ¡Basta de serruchos y cuchillos para eso! Sólo aplicarlos para las disecciones y operaciones necesarias
de la cirugía; pero antes, tenéis la electricidad, que con sus rayos escrutadores, os puede localizar, sin equívocos, el
punto donde pondréis el bisturí.
Si fuerais facultativos en la inspiración, la intuición y la videncia, ni aun la electricidad necesitaríais más que como
medicina y no como herramienta; y vuestras recetas serían seguramente sin equívoco, porque vosotros sólo seríais el
instrumento; y más de cuatro veces, bastaría también vuestra propia medicina mental o Psíquica; porqué más de
cuatro veces, y más de cuarenta de cada cien, está enferma el alma o el espíritu, para los que, la materia, no tiene
medicina.
¿Creéis que vamos, a apoyar a los supercheros, manos-santas ignorantes y charlatanes curanderos?
Estamos de eso mucho más lejos que vosotros, que los perseguís: nosotros, los anulamos.
Nosotros declaramos que el espiritismo no cura nada. Pero es luz que orienta las facultades para curarlo todo, con los
medios y remedios que él ha traído en formas de ciencias y botánica.
El espiritismo cura al espíritu. El magnetismo cura el alma. La materia cura a la materia.
El primero necesita sabiduría. El segundo requiere potencia y la tercera exige ciencia.
No lo podemos simplificar más, ni manifestarnos con más verdad.
El médico que tal tenga y comprenda, es un facultativo. El que no tenga eso, es un mata sanos.
De los primeros hoy hay muy pocos; forman la excepción. De los segundos son la generalidad.
¿Cuántas veces no podéis observar en vuestras visitas, que en muchos casos basta vuestra presencia y palabra
para que el enfermo mejore, recobrando enseguida ánimos y vida? ¿Pero creéis que eso sea debido a vuestra
educación y porte, o a vuestra ciencia?
No; en muchos casos es una influencia benéfica que os envuelve, de alguien que vela sobre el enfermo y aprovecha
vuestra facultad medianímica, sin importar que vosotros la desconozcáis. Pero siempre, en esos casos, es la afinidad
de vuestro propio espíritu y el del enfermo, que se buscan y al encontrarse, el que sufre alguna de las tantas
tribulaciones de su conciencia, de su moral, o también las furias del enemigo que lo agobian, y al encontrarse, repito,
con el afín, el enemigo huye.
Todos estos puntos, que debería conocer el médico, antes que las fórmulas médicas, le darían más triunfos aunque sus
conocimientos anatómicos y fisiológicos.
Por otra parte, sale el médico con un título académico y ¡ya se llama doctor! No. A mí se me ha dicho con alta
sabiduría: «No llega a doctor el niño por los cursos que hizo en la universidad. Cuando la experiencia en el curso
de su carrera lo habrán experimentado, entonces será el Doctor».
Hay, sin embargo, un proverbio, que no podemos aprobar: «El boticario viejo y el medico nuevo», dicen. Lo
primero lo aceptamos; lo segundo lo rechazamos, salvo que el boticario viejo sea el médico nuevo.
Nosotros, en nuestro «Código de Amor Universal» para el régimen comunal, en la escala de estudios, establecemos:
«Los médicos, en estudio y ayudantía, hasta los 35 años ». Claro está que entonces puede ser, porque «la única
moneda de valor es el hombre».
Después de lo expuesto, y como no tratamos aquí de un curso de medicina, sino de presentar a la medicina ante el
espiritismo, para deshacer mil entuertos, como diría Cervantes, vamos a discurrir un poco sobre la palabra que hemos
escrito: «Los médicos no se hacen; los médicos nacen» como igualmente lo hemos sentado para los médiums.
Si nosotros afirmamos esto, no es refiriéndonos a si lo dijo fulano, o zutano, o no lo ha dicho nadie. Nosotros lo
afirmamos porque conocemos las leyes inflexibles de la sabiduría (que son las de la creación y la vida), y sabemos por ellas que
sin la reencarnación continuada, el progreso del espíritu no podría ser; y no pudiendo ser ése progreso, el progreso
humano no sería mayor que el que diera la naturaleza, representado en el reino animal irracional. «La ley en una y la
sustancia una», hemos sentado en nuestra proclama.
Por José Lenel Clavijo Flórez 2
La Medicina ante el Espiritismo

Pues bien. El espíritu aprende y no olvida. Cada facultad que el hombre puede mostrar, ya estaba en su espíritu, en
germen, desde que es lanzado a continuar la Creación; y el germen de médico, es lo primero que empieza a
desarrollarse hasta en los irracionales, en los que no puede pasar de lo que es: el instinto de conservación.
En el hombre es igualmente el instinto de conservación el que lo lleva a buscar el remedio a un dolor, o indisposición.
Pero como la mayor delicadeza de la materia y organismos del hombre y la infinidad de instintos que tiene más que
un animal, acrecienta los dolores y los quebrantos de su salud, y por una vez que el irracional tenga que buscar el
antídoto de su dolor, el hombre tendrá mil casos.
Pero en el irracional no queda esa experiencia más que mientras vive, porque no tiene espíritu. En cambio, en el
hombre, en cada observación el espíritu, anota los resultados en el alma indeleblemente.
Como este archivo lo lleva y lo trae para cada existencia, cuando ya tiene la mitad (por lo menos) de los conocimientos de
los dolores y enfermedades ordinarias, es cuándo empezará como hombre su profesión de médico y no antes se lo
consentirá la ley de las armonías.
Tampoco va a ser el médico en la primer existencia que se inicie en esa ciencia, sino que será un ayudante
experimentador y acaso, allá en su ancianidad, podrá dar algo de valor, pero a condición de que no haya sido el
comerciante de las enfermedades.
Como nosotros conocemos estas disposiciones del gobierno del espiritismo, es por lo que hemos legislado la carrera
de médico, hasta los 35 años de estudio y aprendizaje, con los ya verdaderos médicos, que a esa edad, lo licenciarán
para aquella rama de la medicina en la que sea especialista.
Como ya lo comprenderéis, esto es velando por el valor del hombre, que nada hay que valga más: y nada hay tampoco
para el hombre que más le interese, que la vida y la salud, que hoy se le entrega a la inexperiencia de un joven que aún
no ha hecho conciencia, aunque tenga ciencia, pero que no alcanzó la esciencia.
Hay hoy otras cosas que considerar muy delicadas en un gran porcentaje de los titulados en un papel, por la
universidad.
Aun cuando hay muchísimas quejas del público, por amoralidad de muchos jóvenes médicos, cosa muy repudiable y
que no puede ser consentido en el régimen del espiritismo, porque tampoco habrá médicos comerciantes de
enfermedades, por lo cual serán médicos por vocación y destino, hoy, en general, lo más grave es que no conocen la
causa de la vida y por eso no les importa la vida de un hombre y se han hecho casi irresponsables, adquiriendo leyes
que casi los inmuniza de sus crímenes por descuidos e ignorancia.
No. Esto no puede ser y hay que recabar para el médico la responsabilidad más severa por las defecciones que su falta
de conciencia y competencia ocasionan.
Conviene mejor para licenciar a un estudiante de medicina para ejercer la profesión, un examen de moral y amor
humano, que el mismo conocimiento mecánico de las materias, por las que se le autoriza a jugar con la vida de sus
semejantes.
Nosotros (y mientras se impondrá el régimen del espiritismo) recomendaríamos que no se autorizase a ningún
médico antes de los 35 años de edad, a ejercer la profesión libremente, sino bajo un consejo de médicos ancianos, los
más experimentados; lo que no es nada difícil, porque se pueden colegiar bajo la subvención del estado y se aseguraría
en esa forma la moral médica y la salud del pueblo.
En esa forma se obtendría también una uniformidad de vida y pensamiento y el médico, en el contacto y trato de sus
colegas, sabría cada uno lo de todos y sería dificilísimo el equívoco.
Pero vengamos ya a decir algo sobre las ideas predominantes en el mundo médico, en todo el mundo, que son en
general materialistas sistemáticos.
Que un veterinario fuera materialista absoluto (si pudiera caber esto), tendría, no explicación, pero sí sus grandes puntos
atenuantes de su brutología, ya que su contacto es sólo con brutos.
Pero que el médico sea materialista sistemático, siendo médico de hombres, es lo inexplicable y no hay atenuante
posible en su responsabilidad, en sus forzosos equívocos.
Millones de veces está dolorida la materia y el enfermo es otro, al que el médico (por aberración a su idea sin razón) desconoce
y, por lo tanto, le está vedado curarlo y acaba por matar la materia.
Si el médico fuese más doctor en espiritismo que en letras, sabría usar primero la medicina mental, que obra casi
instantáneamente, y pronto sabría si era el enfermo el espíritu, su alma o el cuerpo y entonces a todo llegaría a tiempo.
Pero es tal la aberración, que a pesar de haberse impuesto el magnetismo hasta hacerse recibir como parte integrante
e imprescindible en la medicina, lo han tomado por cosa y producto material.
No, el magnetismo es sólo del espíritu, por más que se manifieste en la materia; como la vida es el mismo espíritu y sin
embargo la demuestra el cuerpo material.
Pero, ante tantos como habéis visto expirar, ¡oh médicos! Por vuestra ignorancia o no, ¿No os ha ocurrido pensar en
la causa de esa terrible mueca que, más o menos igual, todos hacen a su última respiración, con la que toda
aquella maravillosa máquina se paró?...
Por José Lenel Clavijo Flórez 3
La Medicina ante el Espiritismo

Pero, en cambio, están como cuervos, viendo y oliendo desde la altura de una peña, cómo despellejan la bestia en el
muladar, para en cuanto se retire el faenador, echarse sobre ella y devorarla.
Ya hemos dicho en nuestro «Código de Amor Universal», en su primera parte, al tratar de estas cuestiones, cuándo y
en quiénes pueden hacerse la autopsia y la anatomía; pero con el espiritismo no hacen falta esos destrozos y
manipuleos irreverentes, cuando no son una verdadera profanación. ¿Pensáis que no siente el espíritu que animó
aquel cuerpo, los tajos que hacéis a su materia y más aún las impúdicas manipulaciones, chocarronerías y
atrevimientos punibles que se cometen en esos despojos de la vida demostrada? El anfiteatro de una facultad de
medicina, es algo así como el circo romano, donde el hombre indefenso habría de ser devorado por las fieras.
Una sola vez presencie el acto de una operación de esta naturaleza y no he querido horrorizarme más ante las
iniquidades que vi, que se repiten en cada ocasión y lección.
¡Qué desesperación terrible sufren la mayoría de los espíritus cuyos cuerpos que acaban de dejar son entregados
en las manos de esos irreverentes estudiantes, no de médicos, sino de comerciantes de enfermedades... Pongamos
un velo a las chanzas atrevidas, a las palabras innobles y de doble sentido y otras cosas que ellos saben que callo.
Y, después, ¡entréguense, enfermos, y sobre todo enfermas, a esa especie desconocida en la escala zoológica!
No creáis que esto es hablar o escribir nada más porque sí… He podido comprobarlo en muchos casos de las pocas
audiencias que puedo conceder a mujeres desoladas por la desesperación que llevan en todo su ser, por caídas
inconscientes, de las que no tienen responsabilidad, puesto que el médico preparó cuantos medios están en su mano
(y no son pocos), incluso el magnetismo, y sobre todo el hipnotismo.

Si fuera alguno que otro caso aislado, no los mentara; pero son muchos y con graves reincidencias y los advierto como
prevención a la moral, para que los amantes de la dignidad médica pongan el remedio necesario, señalando a los
detractores de la medicina.
Cuando el espiritismo estará en su reinado y el cuerpo médico estará acompañado de un buen cuerpo de médiums,
como lo señala nuestra «Ley de Mediumnidades», harán, por lo menos, las curas de Paracelso y Jesús.
He aquí, pues, lo que es la medicina ante el espiritismo. La Panacea de la naturaleza, aplicada con balanza justa por la
luz y sabiduría del espiritismo, para anular las enfermedades. ¿Qué más queréis que sea? ¿Y qué más pueden ser los
médicos, que los facultados por esa misma luz y sabiduría, para hacer la vida sana y agradable?
¡Qué diferente es el pensamiento de la generalidad de los médicos de lo que quiere de ellos el espiritismo! Pero,
¡Qué diferente es el espiritismo de lo que lo creen esos mismos médicos que buscan el alma a punta de cuchillo
en... los cadáveres!...
No, hermanos médicos. El cadáver no es más que las escorias que arroja el maquinista que movía todo el complicado
organismo de la máquina-hombre, cuando llega a su destino, o ha hecho explosión por cualquier causa, de asesinato,
accidente o suicidio. Lo que buscáis estaba en el hombre; pero se fue en la última boqueada y no creáis que muy lejos
en la generalidad. Casi siempre quedan, por un período más o menos largo, con sus afines y consanguíneos, y es por
esto que no se debe ultrajar ni destrozar su cadáver.
Eso que se salió del cuerpo en la postrer boqueada, es lo que daba el movimiento, porque es calor, que se convierte en
fuerza, ésta en movimiento y el todo en luz, manifestándose en inteligencia, está en pensamiento y éste en obras. ¿Y
queríais que esto bajara a la fosa? Esto no es polvo ni procede del polvo y, por lo tanto, no vuelve al polvo.
Esto es lo que exigimos de los médicos; que comprendan esa verdad y con sólo eso serán mejores médicos y no
entrarán en la acusación de un crítico cantor, al que le oí esta copla:
Médicos y cirujanos:
No vayáis a la oración,
Porque os dirán los muertos,
Este es el que me mató.

Por José Lenel Clavijo Flórez 4

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