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INTELIGENCIA EMOCIONAL PARA EL LIDERAZGO EFECTIVO

Nureya Abarca
Profesora
Escuela de Administración

Pontificia Universidad Católica de Chile

Clase 7

El Líder frente a la adversidad: Resiliencia y Autoeficacia

Los líderes que tienen éxito aceptan sus responsabilidades, admiten sus faltas y errores
y se ocupan de solucionar los problemas, sin obsesionarse con el fracaso.

Es sabido que los líderes exitosos se destacan por su perseverancia y por su alta
motivación de logro. Están llenos de energía y se sienten apasionados por su trabajo. En
general, consideran que lo que hacen tiene mucho sentido y creen en lo que están
empeñados en lograr. Más aún, frente a las dificultades se muestran capaces de salir
fortalecidos y muchas veces se re-inventan a sí mismos para superar las crisis. Los que
tienen éxito aceptan sus responsabilidades, admiten sus faltas y errores y se ocupan de
solucionar los problemas, sin obsesionarse con el fracaso.
Esto nos muestra la capacidad de resiliencia del líder, característica que se encuentra
muy relacionada a un componente de la inteligencia emocional, la propia motivación.
Este componente de la inteligencia emocional tiene que ver con ser capaz de ordenar las
emociones en pro de un objetivo, con empuje, iniciativa, afán de éxito y adaptabilidad.

La Resiliencia
¿Cómo logran salir adelante las personas después de situaciones difíciles que cambian
sus vidas? La muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, las enfermedades serias,
los ataques terroristas y otros eventos traumáticos son algunos ejemplos de situaciones
límites que ocurren en la vida. Muchas personas reaccionan frente a estas situaciones
con un torrente de emociones fuertes y con angustia frente a la incertidumbre.
Sin embargo, en general las personas logran adaptarse a estas situaciones críticas de la
vida y a las continuas condiciones de estrés. ¿Qué les permite hacerlo? La respuesta es
“resiliencia”, un proceso psicológico que toma tiempo y esfuerzo y que implica una
serie de pasos. El término se refiere a la capacidad para adaptarse bien a situaciones
adversas, traumas, tragedias, amenazas o situaciones de estrés en la familia o relaciones
cercanas, a problemas de salud serios, o al estrés laboral o financiero. Significa ser
capaz de “rebotar” a partir de estas experiencias difíciles. Las investigaciones han
demostrado que la resiliencia es “ordinaria” y no “extraordinaria”. Las personas
frecuentemente demostramos resiliencia.

El vocablo resiliencia tiene su origen en el latín, en el término resilio que significa


volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. La resiliencia es un término que
proviene de la física y se refiere a la capacidad de un material de recobrar su forma
original después de haber estado sometido a altas presiones. Por analogía, en las
ciencias humanas se comenzó a utilizar esta palabra para designar la capacidad que
permite a las personas, a pesar de atravesar situaciones adversas, lograr salir no
solamente a salvo, sino aún fortalecidos por la experiencia. Esta capacidad que
probablemente es tan antigua como la humanidad, seguramente fue la única manera que
tuvieron muchos pueblos y personas de resistir la destrucción para construir algo
positivo.

La teoría de la resiliencia cobra significado a partir de las diferencias individuales en la


reacción ante circunstancias adversas, generadoras de estrés. Mientras algunas personas
sucumben a dichas circunstancias, evidenciando desequilibrio y trastornos a diversos
niveles, otras se fortalecen en la adversidad.

Precisamente, las principales preguntas formuladas por los investigadores sociales en


los últimos años en esta área, se relacionan con los determinantes del enfrentamiento
exitoso al estrés y a la adversidad.

La resiliencia no es un rasgo de personalidad que algunas personas tienen o no tienen.


Más bien, incluye un repertorio de conductas, pensamientos y acciones que pueden ser
aprendidos y desarrollados por cualquiera de nosotros.

La mayoría de los investigadores coinciden en que entre los ámbitos a desarrollar para
contribuir a fomentar la resiliencia, se destacan las redes de apoyo informales (parientes,
amigos, maestros), la capacidad de encontrarle algún sentido a la vida, el desarrollo del
sentido del humor y por sobre todo, la aceptación incondicional de una persona
significativa.
Cambiar algunos aspectos de la situación en que una persona se encuentra, es una
estrategia tanto cognitiva como conductual, ya que implica pensar y actuar en forma
diferente. Uno cree que no se puede hacer nada para cambiar la forma de enfrentar los
problemas, pero en realidad podemos cambiar nuestro repertorio conductual hacia
conductas más sanas que produzcan menos estrés. En esto juega un papel muy
importante el grado en que los individuos crean que sus conductas influyen sobre lo que
les sucede.
En el aprendizaje de la resiliencia es muy importante destacar el papel que tienen las
aptitudes sociales y aptitudes resolutivas, que permiten la sensación de tener cierto
control sobre la propia vida, así como un cierto grado de eficacia personal. A
continuación, veremos cómo estos dos factores pueden ayudar al desarrollo de la
resiliencia en las personas.

Lugar de control
El lugar de control determina en qué grado creen los individuos que sus conductas
pueden influir sobre su ambiente. Algunos sujetos piensan que son autónomos, que son
los dueños de sus destinos y asumen la responsabilidad personal de lo que les sucede.
Ven el control de sus vidas como algo que proviene de su interior; es decir son
individuos con control interno. Por otro lado, también hay mucha gente que se ve a sí
misma como personas indefensas en manos del destino, controladas por fuerzas
externas sobre las que tienen poca o ninguna influencia. Estas personas creen que el
lugar de control es externo en vez de interno.

Un estudio, llevado a cabo sobre una muestra de 900 empleados públicos, mostró que
los empleados controlados internamente estaban más satisfechos con sus trabajos, más
próximos a ocupar un puesto de liderazgo y con un estilo de dirección participativo
comparados con los individuos que se sentían controlados externamente.

Otro interesante estudio, realizado sobre una muestra de 90 empresarios sirvió para
examinar el lugar de control, el estrés percibido, el contagio de las conductas y el
rendimiento laboral. El estudio se realizó en un distrito comercial durante un período de
tres años y medio, después de las inundaciones producidas por el huracán Agnes. Los
resultados mostraron que los individuos con control interno sufrían menos estrés que los
individuos con control externo y utilizaban más conductas centradas en las tareas y
menos conductas centradas en las emociones. Además, sus conductas se asociaban a un
mejor rendimiento.

En general, los resultados de la investigación sugieren que los individuos con control
interno son más resistentes a las presiones y menos proclives a ser convencidos para
cambiar sus actitudes.

Auto-eficacia
El concepto de auto-eficacia, se define como la creencia de que uno puede actuar
adecuadamente en una determinada situación. Cuando los individuos adquieren una
orientación en su control interno que los guía a fijar objetivos y a desarrollar planes de
acción que suelen cumplirse, desarrollan un sentido de auto-eficacia. El sentido que
tienen las personas sobre su propia capacidad influye en su percepción, su motivación y
su rendimiento.
La percepción de las habilidades que tiene cada persona de sí misma se explican mejor
como un conjunto de evaluaciones específicas. Los individuos evalúan sus logros
pasados y actuales, el rendimiento de los demás y sus propios estados emocionales. Es
así como se puede reconocer distintas fuentes de información en la generación de la
auto-eficacia.

Logros Personales
La información más importante proviene de los logros personales, ya que no hay nada
que nos convenza más de nuestra eficacia personal que las realizaciones actuales o
pasadas.
Estos logros personales, además de influir en la elección de actividades, tareas y
situaciones del sujeto, también influyen en el esfuerzo a realizar y en el plazo que la
persona se concede para conseguir lo que se ha propuesto. Por ejemplo, el tiempo y el
esfuerzo que un estudiante dedica a una materia o a un curso depende más de su sentido
de auto-eficacia, que de su habilidad.

La conducta de una persona con un elevado nivel de auto-eficacia, contempla los


problemas, preocupaciones o consideraciones en términos de fracaso o incapacidad para
realizar un trabajo de alta calidad. Sam Walton —fundador de Wal-Mart— era un
ejemplo de individuo con un nivel de auto-eficacia suficiente para enfrentarse y vencer
a Sears, K-Mart o Target. Walton elegía las oportunidades, urdía los planes, visualizaba
las situaciones y expresaba cómo Wal-Mart llegaría a conseguir sus objetivos. Tanto en
su discurso como en su conducta, Walton mostraba un elevado nivel de auteficacia.

La auto-eficacia tiene tres dimensiones: la magnitud, el nivel de dificultad que una


persona cree poder enfrentar; la fortaleza, que se refiere el auto-convencimiento de que
uno es fuerte o débil y la generalidad, o el grado en que este sentido de eficacia
personal se generaliza a través de las situaciones. Nunca tratamos de hacer un trabajo
cuando no creemos ser eficaces. Intentamos evitar ciertas personas, estados y
situaciones cuando no nos sentimos a la altura de las circunstancias.

Experiencia Vicaria
Otra fuente de información acerca de nuestra eficacia personal proviene de la
experiencia de otras personas. Mientras más similares a uno, mayor es la influencia que
tienen estos modelos. Si percibimos que éstos pueden realizar las tareas con éxito,
tenemos un cierto grado de seguridad en que nosotros también podríamos ser eficaces
en situaciones parecidas. Por ejemplo, si nos damos cuenta que alguien que conocemos
puede hablar en público sin dificultades, sentimos que también podríamos lograrlo.

Persuasión
Las expectativas de un líder sobre el rendimiento laboral pueden considerarse como una
información importante en la percepción de eficacia del empleado. La fortaleza de la
persuasión estaría influida por la credibilidad del líder, la relación previa con el
empleado, su peso en la organización, etc. Claramente, si alguien que nosotros
admiramos cree en nuestra eficacia, esto aumenta las posibilidades de éxito en nuestra
tarea.
Al respecto, se habla del efecto Pigmalión, el cual se refiere al aumento del rendimiento
que se deriva de las expectativas positivas de los demás. Se basa en la creencia de que la
auto-eficacia puede estar relacionada con el efecto Pigmalión, a través de la influencia
persuasiva de las expectativas positivas que otros tengan.

Estados Emocionales
Nuestros estados emocionales nos informan acerca del grado de eficacia con que
esperamos realizar bien una tarea. Cuando nos sentimos confiados e internamente
relajados, enfrentamos los desafíos con la tranquilidad necesaria para superarlos; por el
contrario, cuando sentimos un exceso de ansiedad, esperamos y frecuentemente
tenemos, un fracaso como resultado de nuestras acciones. Sin embargo, es necesario
reconocer el nivel óptimo de excitación emocional, ya que con muy poco estrés o
desafío, nos dejamos estar y no rendimos al máximo; por otro lado, con mucha ansiedad
nos vemos sobrepasados.

En resumen, cuanto mayor la eficacia personal, tanto más confía la persona que puede
desempeñarse bien. Por eso vemos que en situaciones difíciles, quienes tienen poca
eficacia personal tienden a un menor esfuerzo o a darse por vencidas con mayor
facilidad. Además al parecer, quienes tienen gran eficacia personal responden a la retro-
alimentación negativa sobre su actuación realizando un esfuerzo mayor y sintiéndose
motivadas para hacerlo mejor. Es probable por otro lado, que quienes tienen poca
eficacia personal al recibir retro-alimentación negativa sobre su actuación hagan menos
esfuerzo.

Finalmente, el líder a través de la persuasión y de su ejemplo jugará un papel muy


importante en la auto-eficacia y resiliencia que puedan tener sus seguidores.

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