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PRIMERA PARTE:
Aspectos Generales y Fundamentos de la
Responsabilidad por Accidentes del Trabajo
I.S.B.N. 978-956-286-133-5
Diseño y Producción:
Gráfica Metropolitana
contacto@graficametropolitana.cl
La decisión de abordar un tema tan delicado como recurrente, como son los
Accidentes del Trabajo y las Enfermedades Profesionales, ha llevado a Editorial Me-
tropolitana Ltda. a dar un giro, y avocarse a un tema que debiese llenar páginas y
tratados en nuestra doctrina. Desgraciadamente ello no es así, y debido a la inexistencia
de un tratamiento serio, sistematizado y científico como se requiere es que, hemos
decidido que este nuevo volumen de nuestra Serie de Jurisprudencia esté dedicado
a los “Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales”, un tema apasionante y
desconocido, en el cual, la jurisprudencia ha tenido un papel cardinal. Pues pese contar
con una Ley reconocidamente buena, nuestra doctrina en poco y nada ha cooperado
al desarrollo del tema, y desconcierta ver como nuestros autores y especialistas en la
materia, escasamente han contribuido a su desarrollo.
Para ser justos, también hemos tomado una decisión crucial, cual es modificar
el nombre de esta serie para llamarla Serie de Doctrina y Jurisprudencia, toda
vez que, siempre hemos destacado aquellas opiniones más relevantes en los temas
tratados, tal vez, exagerando la sencillez de nuestra publicación, lo que nos ha
llevado a decir las cosas por su nombre y destacar otro de los aspectos positivos
de nuestro producto.Y justamente por ello, es la decisión de ampliar nuestro
nombre, porque siempre ha estado la doctrina de los autores más que presente
en esta Serie de Jurisprudencia.
La Ley 16.744 sobre Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y
Enfermedades Profesionales motiva el capítulo segundo.Y entre sus contenidos se
encuentran todos aquellos aspectos sometidos al conocimiento de nuestros tribunales
como de aquellos organismos con competencias en la materia. Tales como los objetivos
de la Ley, los sujetos protegidos, además de resaltar aquellas características principales
que han motivado sendos pronunciamientos por parte de la jurisprudencia.
Así mismo nos detuvimos en el Seguro de la Ley 16.744; Los Organismos Ad-
ministradores de la Ley; las Obligaciones en materia de Salud, Higiene y Seguridad; y
de las Condiciones Sanitarias de los Lugares de Trabajo; y también de los Accidentes
Escolares.
Los Editores.
6 – Editorial Metropolitana
Sección primera
Accidentes del trabajo
I. Concepto
El artículo 5º de la Ley nº 16.744 sobre seguro Social contra riesgo de
Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, define lo que constituye
un accidente del trabajo en los siguientes términos:
“Para los efectos de esta ley se entiende por accidente del trabajo toda lesión
que una persona sufra a causa o con ocasión del trabajo, y que le produzca
incapacidad o muerte.
Son también accidentes del trabajo los ocurridos en el trayecto directo,
de ida o regreso, entre la habitación y el lugar del trabajo, y aquéllos que ocu-
rran en el trayecto directo entre dos lugares de trabajo, aunque correspondan
a distintos empleadores. En este último caso, se considerará que el accidente
dice relación con el trabajo al que se dirigía el trabajador al ocurrir el siniestro.
Se considerarán también accidentes del trabajo los sufridos por dirigentes
de instituciones sindicales a causa o con ocasión del desempeño de sus come-
tidos gremiales.
1
“Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social”, Tomo III, Editorial Jurídica de Chile, edición
17º, 2007, pág. 172.
10 – Editorial Metropolitana
2
Ibid., pág. 173.
3
Ibid.
4
Y como este término podría confundirse con el resultado dañoso “incapacidad o muerte”, es más
propio hablar de una “fuerza lesiva” o “agente energético provocadora de una lesión”. Admitiéndose
así, que se trata de las “lesiones causadas por el trabajo que no derivan de agentes traumáticos
o repentinos, como sucede v.gr. con una malaria contraída con ocasión del trabajo o la muerte
provocada por el congelamiento del cuerpo”.
Juan Sebastián Gumucio Rivas, “Régimen de Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del
Trabajo y Enfermedades Profesionales”, en Revista Laboral Chilena nº 116 (5), sección Estudios,
mayo 2003, pág. 62.
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“La relación de mera ocasionalidad amplía el concepto por cuanto no se requiere que el trabajo
sea causa inmediata de la fuerza lesiva, sino que baste que sea mediata, esto es, que sin provocar el
agente lesión sirva sin embargo de ocasión para que ésta se presente. La fuerza lesiva debe estar ligada,
por cierto, al resultado. No obstante, la tendencia se dirige a admitir la concausalidad, es decir, a
calificar como accidentes del trabajo aquellos que tienen como solo uno de sus orígenes –anterior,
simultáneo o posterior a otro u otros de carácter común- un accidente laboral. Así, una invalidez
cuya causa reciente o inmediata es un accidente común, pero cuya causa remota es un accidente del
trabajo, será calificada como invalidez profesional. Ejemplo clásico es de una persona que pierde un
ojo por causas profesionales y que luego, por causas comunes, pierde la vista del otro ojo, quedando
ciego. Esa ceguera será calificada como invalidez profesional. Esta concurrencia de causas comunes
y profesionales puede también ser simultánea -con causas de un mismo resultado- e incluso, puede
la lesión de origen profesional ser posterior a una lesión común. En todos estos casos, la causa de
origen profesional predominará para la calificación de la lesión”. Ibíd.
12 – Editorial Metropolitana
6
En este juicio, se establecieron como hechos: “a) […] trabajó para la demandada “Norpesca Ltda.”
en labores de vigilancia privada nocturna desde el 16 de marzo de 1992 hasta el 2 de febrero de 1994;
b) El 2 de febrero de 1994 mientras [la víctima] se encontraba en el recinto de la empresa “Norpesca
Ltda.” desempeñando sus labores de vigilancia privada nocturna, fue asesinado por terceros ajenos a la
empresa, quienes penetraron al interior, luego de haber saltado por una pandereta y lo ultimaron con
golpes que le propinaron en el cráneo, siguiéndose por estos hechos la causa rol Nº 25.4451 ante el Tercero
Juzgado del Crimen de Antofagasta, en contra de […] y […] por el delito de robo con homicidio; c)
La empresa “Norpesca Ltda.” había adoptado las medidas de resguardo para impedir tal suceso. […]
4º. Que, como se aprecia del contenido del recurso, éste ataca los hechos establecidos en la sentencia
cuestionada, cuando expresa que le asiste a la empresa demandada responsabilidad en los hechos acaecidos,
pues incumplió las normas legales y reglamentarias referidas a la contratación del trabajador y por ende
las normas de protección, prevención o seguridad que deben entenderse implícitas en todo contrato de
trabajo y que son de responsabilidad exclusiva del empleador, sin embargo la sentencia cuestionada en
su motivación cuarta dejó por establecido como un hecho de la causa que la empresa “Norpesca Ltda.”
adoptó las medidas de resguardo para impedir la muerte del trabajador, de modo que, el libelo en cuanto
se dirige en contra de los hechos acreditados en el proceso debe ser desestimado porque dicha materia es
ajena al control de legalidad que ejerce este Tribunal. Además, el recurso controvierte las conclusiones de
derecho a que acertadamente arribaron los jueces del fondo previa apreciación de las pruebas conforme
a las reglas pertinentes, para de esa manera obtener una sentencia distinta a la recurrida. El libelista
sostiene que de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 14 de la Ley 19.303, la muerte del señor […] debe
ser considerada accidente del trabajo, y debe responder patrimonialmente la empresa demandada por
cuanto incumplió las normas legales y reglamentarias de protección, prevención y seguridad del trabajador.
5º. Que, los jueces del fondo llegaron a las conclusiones que esta Corte Suprema comparte plenamente
respecto de que no existe ninguna relación de causa a efecto entre la muerte de Julio Garrido Vergara
y el trabajo que aquél desempeñaba, sino que el deceso se debió a un hecho respecto del cual ninguna
responsabilidad le asistía a la demandada, puesto que acaeció a consecuencia de la comisión de un hecho
delictual, perpetrado por terceros que ingresaron en forma subrepticia a la empresa, no obstante las
medidas de resguardo para impedir tal circunstancia, motivo por el cual cabe desestimar la pretensión
de la actora de que se le indemnizara por daño moral como consecuencia de un accidente del trabajo
sufrido por su marido”.
Enrique Zurita C., Hernán Álvarez G., Mario Garrido M. y Marcos Libedinsky T. y el abogado
integrante señor Jorge Rodríguez A.
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ1410.
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Como hechos de la causa, se sentaron los siguientes: “ a) Que, don […] falleció el 9 de marzo de
1994 en circunstancias que se desempeñaba como ingeniero civil de las obras que se efectuaban en la
ruta 5 Norte, a la altura del kilómetro 1724, I Región, en virtud de un contrato celebrado con la
empresa constructora Calicanto S.A. el 1º de junio de 1993; b) Que, se cotizó para los efectos de la
Ley Nº 16.744 en la Mutual de Seguridad Cámara Chilena de la Construcción, respecto de quienes
trabajaban para la empresa cotizante Constructora Calicanto S.A.; c) Que, la petición formulada por
doña . […], para que se le otorgaran los beneficios que señala el mencionado cuerpo legal, a las viudas
de trabajadores que fallecen a consecuencia de un accidente del trabajo, fue desestimada;
Segundo: Que, el razonamiento básico para rechazar la solicitud recién indicada fue que el trabajo que
desarrollaba el Sr. […] para la Constructora Calicanto S.A. no era bajo dependencia o subordinación
desde que era socio mayoritario de la compañía y sustentados estos argumentos en los preceptos contenidos
en los artículos 3º y 7º del Código del Trabajo;
Tercero: Que, si bien la normativa laboral define el concepto de trabajador como “toda persona natural
que preste servicios personales, intelectuales o materiales, bajo dependencia o subordinación, y en virtud
de un contrato de trabajo”, el artículo 25 de la Ley Nº 16.744 que contiene el beneficio negado a la
recurrente en su título V “Prestaciones”, Párrafo 1º “Definiciones”, expresa que para los efectos de esta
ley se entenderá por “trabajador”, a toda persona, empleado u obrero, que trabaja para alguna empresa,
institución, servicio o persona;
Séptimo: Que, por lo argumentado precedentemente, el recurso ha de prosperar en la forma que se
expresará, sin que sea impedimento a ello, las alegaciones que, en un sentido distinto, hizo la recurrente.
Y lo prevenido, además, en el artículo 19 Nº 24 y artículo 20 de la Constitución Política de la
República, se declara que se revoca la sentencia apelada de doce de junio pasado, escrita a fojas 107; y,
en su lugar, se decide que se acoge el recurso de protección de lo principal de fojas 18 deducido por don
[...] por doña [...] en contra de la Superintendencia de Seguridad Social y de la Mutual de Seguridad
de la Cámara Chilena de la Construcción, debiendo dictarse por los recurridos las resoluciones que
correspondan tendientes a conceder el beneficio contemplado en el artículo 43 de la Ley Nº 16.744, en
las condiciones que esta normativa establece y conforme a lo razonado en el motivo sexto de este fallo”.
Acordada con el voto en contra del Ministro Sr. Faúndez quien fue de parecer de confirmar el
fallo, teniendo, además, en consideración que el beneficio que se pretende es una expresión, de las
múltiples que tiene el derecho a la Seguridad Social, garantía constitucional que no está resguardada
por esta vía de protección.
Pronunciada por los Ministros señores Osvaldo Faúndez V., Germán Valenzuela E., Fiscal don
Enrique Paillas P. y los abogados integrantes señores Manuel Daniel A. y Germán Vidal D.
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ1168.
8
Ob. Cit., pág. 63.
9
Ibid.
10
Ibid.
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5° de la Ley N° 16.744, dispone que “para los efectos de esta ley se entiende por
accidente del trabajo toda lesión que una persona sufra a causa o con ocasión del
trabajo y que le produzca incapacidad o muerte”.
Los accidentes ocurridos “a causa del trabajo” tienen su origen inmediato y
directo en el trabajo mismo, en términos tales que se enmarcan en las labores que
desempeña el trabajador en el lugar y en las horas en que debe ejecutarlas y que,
en aquéllos acaecidos “con ocasión del trabajo”, existe una ampliación del vínculo
causal, ya que el siniestro tiene una relación indirecta o mediata con el trabajo
realizado, pero en todo caso indubitable. A su vez, el inciso segundo del mismo
artículo 5° dispone que son también accidentes del trabajo aquellos que ocurren
en el trayecto directo, de ida o de regreso, entre la habitación y el lugar de trabajo.
En términos amplios, los accidentes de trayecto, pueden ser considerados como
ocurridos con ocasión del trabajo, ya que el trabajador está efectuando el traslado
entre su casa y el lugar de trabajo justamente para desempeñar su trabajo, sin
embargo, el legislador reguló en forma separada los accidentes ocurridos en el tra-
yecto, ya que si bien se debe proteger a los trabajadores cuando se trasladan entre
su habitación y el lugar de trabajo, el empleador no tiene mayor injerencia en los
hechos que ocurren durante dicho traslado.
Aclarado lo anterior, se debe señalar que el inciso segundo el artículo 5° de la Ley
N° 16.744, dispone que son también accidentes del trabajo aquellos que ocurren en
el trayecto directo, de ida o de regreso, entre la habitación y el lugar de trabajo, sin
exigir que el trayecto se realice al inicio o al término de la jornada de trabajo. Por
ende, también deben entenderse como de trayecto los accidentes que ocurran a los
trabajadores cuando se trasladan entre el lugar de trabajo y la habitación o viceversa,
con el objeto preciso de almorzar, debiendo cumplirse en todo caso todas las otras
condiciones que se exigen en este tipo de accidentes, por ejemplo, la racionalidad del
mismo y el que el trayecto no sea interrumpido” (Superintendencia de Seguridad
Social, 7 enero 2005, Dictamen ORD. Nº 00557).
Y relacionado con la clasificación legal, nos parece muy destacable aquel
caso en que, a pesar de que el accidente se produjo fuera de las dependen-
cias de la empresa, ésta tuvo que responder del infortunio debido a que se
produjo cuando el actor cumplía órdenes de la empleadora. “Corresponde
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“Segundo: Que, desde luego, debe señalarse que la competencia de este tribunal en atención a la causal
invocada, está restringida, exclusivamente, a determinar si a los hechos establecidos en la sentencia, se han
aplicado correctamente las normas que se dicen erróneamente aplicadas en el recurso, esto es, los artículos 5º
de la Ley 16.744, y 184 y 183 letra e) del Código del Trabajo. En otros términos, para que el recurso pueda
prosperar, se requiere que exista un error en la aplicación de una norma decisoria litis, sea de naturaleza
procesal o sustantiva, pudiendo consistir el error, como ya tradicionalmente se ha determinado, en la falta
de empleo de la norma pertinente o su empleo indebido o bien, la aplicación de una norma impertinente,
todo lo cual, supone. La mantención del establecimiento fáctico de la sentencia; en otros términos, los hechos
determinados por los jueces, resultan inamovibles para el tribunal que conoce del recurso, limitándose la
discusión a la ley aplicable al caso y, específicamente aquélla que se diga infringida en la sentencia.
Tercero: Que, en ese entendido, desde luego debe señalarse que el recurso no puede prosperar. En efecto,
el tribunal tuvo como hechos de la causa, en lo que interesa, los siguientes: Motivo séptimo: “[...] el
actor comenzó a prestar servicios para la demandada Holding Servicios Integrales Limitada con fecha
21 de octubre de 2008, ejerciendo labores de especialista mershandinsing para la demandada Carozzi,
según se desprende del contrato de trabajo del actor. Que, fue despedido en virtud de lo dispuesto en
el inciso primero del artículo 161 del Código del Trabajo, esto es, necesidades de la empresa, según se
desprende de la carta de despido remitida al actor. Que, el día domingo 15 de febrero de 2009, el actor
se encontraba en la casa de don […], quien resultó ganador de una moto de agua sorteada en promoción
efectuada por Carozzi y quien fue pareja de la hermana del actor, y con quien tuvo un hijo. Que, al
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momento de hacer funcionar la moto, ésta explotó golpeando en la cara al demandante, quien resultó
con fracturas de las piezas 9 y 10, con compromiso óseo de las tablas vestibulares y palatina”.
También se dio por acreditado, en el motivo décimo del fallo impugnado: “[…]es un hecho no controvertido
señalar que Carozzi en virtud de una promoción asociada a un jugo en polvo regaló motos de agua y que éstas
tenían algún tipo de desperfecto por lo que se decidió entregar otro premio equivalente a los ganadores del
concurso y una de las pocas personas que no aceptó lo ofrecido fue don […]; que sin perjuicio de esta decisión,
empresas Carozzi se coordinó con el proveedor para arreglarlas, de ahí que don [...] remitiera un correo al
actor con fecha 12 de febrero de 2009 que sólo dice “va”, con dos archivos adjuntos y uno que es manual de
armado y uso de la moto acuática, por lo anterior la Juez a quo estima que el trabajador al intentar hacer
funcionar la moto acuática en la casa de don […], cumplía con la instrucción entregada por don […], así las
cosas resulta absolutamente indiferente, el modo en que resultó sorteado don […] y la relación de parentesco
por afinidad que les une, puesto que según lo señalan los testigos de la propia demanda, el trabajo del actor
se limitaba a armar el lugar en donde se exhibían los productos y no participaba en la elección del ganador,
porque el sorteo lo efectuaba un vendedor del supermercado, en el que se efectuaba la promoción, y un vendedor
de Carozzi. Así las cosas esta Juez ha logrado establecer que al momento de ocurrir el siniestro que afectó al
actor, éste se encontraba a disposición de su empleadora, y corrobora esta conclusión que haya sido la propia
parte demandada que ahora desconoce la naturaleza del accidente quien traslada al trabajador herido hasta
la Asociación Chilena de Seguridad y declara el “accidente como del trabajo”.
Cuarto: Que, en ese entendido, cuando el recurrente pretende que el tribunal aplicó erróneamente lo
dispuesto en el artículo 5º de la Ley 16.744 pues la lesión no fue causa o con ocasión del trabajo o que
no se acreditó que la función que cumplía fue convenida con su empleador o con Carrozi, pretende que
esta Corte altere la determinación fáctica de la sentencia impugnada asumiendo como no acreditados
hechos que se tuvieron como los de la causa lo que resulta improcedente en esta sede. Consecuente con
lo dicho, la misma suerte debe correr sus alegatos de que se aplicó de modo erróneo el artículo 184 del
Código del Trabajo pues el actor ejecutaba una labor privada o el artículo 183 letra e) cuando pretende
que el actor no estaba en su esfera de cuidado o en labores que no eran propias de su empresa pues,
como se vio, expresamente el tribunal dio por acreditado lo contrario. Luego, no pudiendo esta Corte,
en caso alguno, abocarse a la determinación fáctica de la sentencia y menos aún cuando no se reclama
alguna infracción a las normas reguladoras de la prueba o la falta de cumplimento de los requisitos de
construcción del fallo, el recurso no puede prosperar.
Por estas consideraciones y visto lo dispuesto en los artículos 474, 477 y 482 (ref:leg8568.4 82) del Código
del Trabajo, SE RECHAZA el recurso de nulidad deducido por el abogado señor […], en representación
de Empresas Carozzi S.A., en contra de la sentencia definitiva de siete de mayo de dos mil diez, dictada
por la señora Jueza de dicho tribunal, […] y, en consecuencia, se declara que la misma no es nula.
Se deja constancia que se hizo uso de la facultad del artículo 82 del Código Orgánico de Tribunales”.
Pronunciada por la Primera Sala, constituida por los Ministros Srta. Marta Carrasco Arellano, Sr.
Dinko Franulic Cetinic y doña Virginia Soublette Miranda. Autoriza don Cristian Pérez Ibacache.
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ25427.
de las circunstancias del accidente toda vez que, de la sola lectura de la sentencia cues-
tionada por esta vía se advierte que el sentenciador dio cumplimiento a la normativa
vigente, ya que analiza todos y cada uno de los antecedentes probatorios rendidos
en la audiencia respectiva, señalando las razones por las cuales otorga veracidad a
los testimonios de las personas que declararon en el juicio, al peritaje del vehículo
siniestrado - no apto para transportar pasajeros atendida su antigüedad y modifica-
ciones efectuadas - concluyendo en definitiva que el traslado de personas no estaba
comprendido dentro de las labores que debía efectuar el actor, por lo que no califica
como aquellos contemplados en la Ley de Accidentes del Trabajo 16.744, por lo cual
no procede pago de indemnizaciones” (Corte de Santiago 28 julio 2010 Recurso
de Nulidad “Cuevas Aránguiz con Hoya Blanca S.A.”, Rol nº 96-2010).
Y tampoco procederían tales derechos ante la falta de acreditación de los
presupuestos exigidos por la Ley 16.744.
“Es importante tener presente que se desprende del inciso 1º del artículo
5º de la Ley 16.744, que para que un siniestro pueda calificarse como laboral
es preciso que exista una relación entre el trabajo y la lesión, la cual puede ser
directa o inmediata -a causa-, pero, también, puede producirse en circuns-
tancias que su nexo con el trabajo sea indirecto o mediato -con ocasión-. Es
en esta última hipótesis en la cual pueden presentase innumerables casos de
infortunios susceptibles de calificarse como accidentes del trabajo ya que,
generalmente, se dan antes o después de la jornada laboral. Es por esta razón
que el legislador consagró expresamente en el inciso 2º del artículo 5º de la
Ley 16.744, la figura del accidente de trayecto, que es un tipo específico del
accidente con ocasión del trabajo, el cual se produce en momentos que el
dependiente realiza el recorrido desde o hacia el lugar de las faenas.
En la especie, han quedado asentados por los jueces de la instancia pre-
supuestos fácticos contrarios a aquellos que supone la calificación pretendida,
como que no se acreditó que la conducción del móvil por parte del afectado
haya sido por instrucción de la empleadora en relación al desarrollo de las
labores convenidas, es decir, con ocasión de ellas; así como, por el contrario,
que el viaje se llevó a efecto en una jornada de descanso del trabajador.
Aparece de manifiesto la improcedencia de la nulidad pretendida cuando
desconoce premisas que son parte del proceso o insta por su alteración, in-
20 – Editorial Metropolitana
se desarrollen fuera del horario de trabajo. […] Para los efectos de contabilizar en
la jornada de trabajo el tiempo ocupado por los trabajadores en cursos de capacita-
ción sobre prevención de riesgos en la empresa, éstos se deberán ajustar a las reglas
establecidas en el D.F.L. Nº 1, de 1989 del Ministerio del Trabajo y Previsión
Social, sobre Estatuto de Capacitación y Empleo. […] El empleador se encuentra
facultado para iniciar una investigación patronal con el objeto de determinar las
causas de los accidentes del trabajo que ocurran en su empresa, sin que ésta pueda
interferir en la investigación que, para estos mismos efectos, se encuentre realizan-
do el Comité Paritario de Higiene y Seguridad. […] El empleador se encuentra
obligado a denunciar la ocurrencia de todo accidente del trabajo y enfermedad
profesional que acontezca en la empresa” (Dirección del Trabajo, 28 julio 1997,
Dictamen ORD nº 441/248).
La obligación de informar los accidentes laborales que recae sobre
el empleador está acotada a los accidentes laborales, siendo los Ins-
pectores del Trabajo Ministros de Fe. “Corresponde acoger el recurso de
apelación deducido en contra de la sentencia que no acoge la reclamación de
multa, revocándola, por cuanto no ha sido posible llegar a la convicción de
que los hechos acaecidos, con resultados fatales para un trabajador, constituyan
un accidente del trabajo, lo que en definitiva implica que el empleador no
tenía obligación de comunicar accidente alguno al organismo administrador
respectivo […].
De acuerdo a los artículos 23 y 24 del D.F.L. Nº 2 de 1967, los Inspectores
del Trabajo tienen el carácter de ministros de fe, gozando los hechos consta-
tados por ellos con una presunción legal de veracidad para todos los efectos legales,
presunción que en cualquier caso no cubre las calificaciones jurídicas, conclusiones,
comentarios o juicios de valor que puedan emitir. […]
El empleador, según lo dispuesto en el inciso 1º de artículo 76 de la Ley 16.744,
deberá denunciar al organismo administrador respectivo, inmediatamente después
de producido, todo accidente o enfermedad que pueda ocasionar incapacidad para
el trabajo o la muerte de la víctima; cuestión que debe ser matizada según el tenor
del artículo 5º de la misma ley” (Corte de Temuco, 25 enero 2010, Apelación
22 – Editorial Metropolitana
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En este caso, se acogió la reclamación interpuesta, respecto de las multas cursadas por la Inspección
del Trabajo mediante la resolución Nº 09014166.07.095-1 y 2 por los montos de 20 y 50 UTM
respectivamente, dejándose sin efecto ambas. Pareciéndonos destacables los motivos: “4.- Que,
conforme a los artículos 23 y 24 del D.F.L. Nº 2 de 1967 los inspectores del trabajo tienen el carácter
de ministros de fe respecto de todas las actuaciones que realicen en el ejercicio de sus funciones, dentro
de las cuales podrán tomar declaraciones bajo juramento y, en consecuencia, los hechos comprobados
por ellos y de los cuales deban informar de oficio o a requerimiento, constituirán presunción legal de
veracidad para todos los efectos legales, incluso para los efectos de la prueba judicial.
5.- Que, en consecuencia, lo que goza de presunción de veracidad o de certeza son los hechos que se
consignan en el acta y que han sido comprobados, esto es los observados, sorprendidos o vistos por
el funcionario, esto es, hechos concretos, materiales y tangibles, que no necesitan de indagaciones o
declaraciones de terceras personas para darlos por establecidos, pues son los comprobados por el inspector.
Por ende no se encuentran amparados por ella las conclusiones, juicio de valor, comentarios, o la
calificación jurídica de los hechos.
6.- Que, el acta de constatación de hechos de fecha 20 de Septiembre del 2007 deja constancia de los
siguientes hechos apreciados en terrenos por la Inspectora del Trabajo “Accidente laboral fatal de […],
RUT Nº [...], acaecido el día 16 de Septiembre del 2007 a las 11 horas en el sector avellano mientras
conducía un tractor vuelca falleciendo aplastado por este vehículo”·
7.- Que, la afirmación de accidente laboral, es una calificación jurídica no una constatación de hecho,
por lo que la misma no está amparada por la presunción de veracidad o de certeza de que gozan los
hechos que se consignan en el acta y que han sido comprobados, esto es los observados, sorprendidos o
vistos por el funcionario, conforme a lo dispuesto por los artículos 23 y 24 del D.F.L. Nº 2 de 1967.
8.- Que, por otra parte consta de la Res. Exenta Nº 9241 de fecha 10 de Julio del 2009 que en el sumario
sanitario incoado contra la recurrente por los mismos hechos que dieron lugar a la multa aplicada por
la Dirección del Trabajo se concluyó por la Secretaría Regional Ministerial de Salud de la IX Región de
la Araucanía: “Que todos los antecedentes que obran en el expediente, declaraciones presentadas tanto
por el sumariado como por familiares del trabajador fallecido no ha sido posible llegar a la convicción
de que se haya tratado de un accidente del trabajo, por lo que no es posible considerar la infracción de
no informar la ocurrencia del accidente fatal a esta Secretaría Regional Ministerial de Salud”.
9.- Que, consecuencia de lo anterior es que en el presente caso no es posible tener por establecido que
el lamentable accidente que afectó a don […], tenga el carácter de accidente del trabajo, siendo por lo
mismo, incorrecta la aplicación de las multas que han sido objeto de la presente reclamación”.
http://microjuris.cl/, MJJ23421.
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Ante el 1er Juzgado de Letras del Trabajo de Valparaíso (Rol N° 289-2008), Jorge Isaías Ruiz y
Compañía Limitada, dedujo reclamo en contra de la Inspección del Trabajo de Viña del Mar,
fundada en que dicha entidad, por Resolución N°213 de fecha 1 de abril de 2008, acogió sólo
parcialmente su solicitud de reconsideración de la Multa N°3066.07.155-1 que le fuera impuesta
el 26 de diciembre de 2006, reduciéndola de 50 a 25 Unidades Tributarias Mensuales, la que
solicita sea dejada sin efecto por las razones que explica. En subsidio, pide que la referida sanción
sea reducida a un monto prudencial.
Evacuando el traslado, la entidad fiscalizadora solicita el rechazo del reclamo por los motivos que
indica.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de 9 de enero de 2009, rechazó el reclamo interpuesto,
sin condena en costas.
Se alzó la empresa y la Corte de Apelaciones de Valparaíso, por fallo de 8 de mayo de 2009, revocó
la decisión de primer grado y, en su lugar, acogió la reclamación, dejando sin efecto la multa
impuesta.
En contra de esta última resolución, la Inspección del Trabajo de Viña del Mar dedujo recurso
de casación en el fondo, por estimar que en su dictación se incurrió en los errores de derecho que
expone y que influyeron en su parte dispositiva, pidiendo que se invalide la sentencia y dicte la
de reemplazo, con costas.
Del fallo de casación extraemos los siguientes motivos: “Cuarto: Que, los sentenciadores acogieron el
reclamo deducido y liberaron a la sociedad actora de la multa impuesta, por considerar que un análisis del
actual artículo 76 de la Ley N°16.744 conlleva precisar que su objetivo primario es proteger inmediatamente
a los trabajadores y tal es así, que en caso de paralización de faenas como consecuencia de un accidente fatal
y grave, éstas sólo pueden reanudarse cuando el organismo fiscalizador verifique que se han subsanado las
deficiencias efectuadas. Así, para efectos de la inmediatez en dar aviso a los organismos correspondientes,
la norma está razonada sobre la base de un siniestro fatal y grave ocurrido en el interior del lugar donde
se desarrolla el trabajo, velando por la seguridad de todos los dependientes que en el momento laboran allí,
no pudiendo entendérsele en relación con los accidentes acaecidos en el trayecto directo de ida o regreso al
trabajo referido en el artículo 5º de la Ley N°16.744, pues en estos casos no se hace necesario salvaguardar
a los demás empleados de la empresa sino sólo al trabajador accidentado, y por ello el informe de que se
trata debe entenderse dentro de un plazo prudencial, como el ocurrido en autos. Más aún cuando de los
antecedentes aparece que el empleador brindó al afectado todo lo que estuvo a su alcance para protegerlo de
inmediato y que lo ocurrido a éste, en ningún caso puso en peligro la seguridad de los demás dependientes
de la empresa. Tuvieron también presente en su decisión los jueces del grado, el tenor de la Circular N°
2.345 de 10 enero de 2007, que imparte instrucciones a las empresas en relación a la aplicación de los
incisos 4°, 5° y 6° del artículo 76 de la ley N° 16.744 y cuya nomenclatura siempre discurre sobre accidente
o falta grave, ocurrido en el interior del lugar donde se desarrollan las faenas, con el objetivo de proteger
eficazmente la vida y salud de todos los trabajadores que allí se encuentran.
Quinto: Que, contraria a la desarrollada por los sentenciadores, la interpretación planteada por la
entidad recurrente del precepto tantas veces citado, se funda en que la única distinción contenida en éste
dice relación con la gravedad del siniestro, constituyendo cualquier otra una errática lectura y aplicación
del mismo, en tanto la severidad de la instrucción consistente en el aviso inmediato no deja margen a
excepción o flexibilidad alguna, menos al criterio del propio destinatario de ella.
Sexto: Que, tal como destacan los jueces del grado, el artículo 76 de la Ley N°16.744, antes de la
introducción de los incisos 4°, 5° y 6° por la ley N°20.123 de 16 de octubre de 2006, obligaba al
empleador a denunciar al organismo administrador respectivo -inmediatamente de acaecido- todo
accidente o enfermedad que pudiera acarrear incapacidad para el trabajo o muerte de la víctima,
debiendo aquél dar noticia al Servicio Nacional de Salud. Actualmente, el inciso 4° agrega que en caso de
accidentes fatales y graves, el empleador deberá informar inmediatamente a la Inspección del Trabajo y a
la Secretaría Regional Ministerial de Salud que corresponda, acerca de la ocurrencia de cualquiera de estos
hechos; incluyendo el inciso 5° que, en estos mismos casos, la empresa deberá suspender en el acto las faenas
afectadas y, de ser necesario, permitir a los trabajadores evacuar el lugar de trabajo, pudiendo reanudarse
las labores sólo previa fiscalización en que se verifique que se han subsanado las deficiencias detectadas.
Séptimo: Que, la inmediatez con que el legislador adjetiva la forma de dar cumplimiento a la denuncia
que impone al empleador en los casos de accidentes graves o fatales, entendida como sinónimo de contiguo
o cercano a algo o alguien, da cuenta de la finalidad preventiva del precepto en tanto la exigencia de
que se trata propende a la protección de los restantes integrantes de la faena o servicio que integra el
trabajador accidentado y para lo cual es menester que la reacción al nivel de la empresa y de los organismos
administrativos y fiscalizadores sea, precisamente, contigua o cercana al acaecimiento del siniestro respectivo.
Octavo: Que, en consecuencia, atendiendo al espíritu y sentido de la norma, la calificación de la
aludida prontitud como factor determinante de su observancia frente a la verificación de un accidente
de gravedad, importa, indefectiblemente, la apreciación de las circunstancias fácticas de cada caso desde
la perspectiva de la lógica, las máximas de experiencia y demás directrices insitas en la sana crítica.
Noveno: Que, en la especie, según se lee de los fundamentos del fallo impugnado, el hecho de haber
sucedido el accidente en el extenso trayecto recorrido por el trabajador de la reclamante para prestar sus
servicios la jornada respectiva, así como la diligencia del representante de la empleadora para socorrerlo
personalmente en otra ciudad y trasladarlo a las dependencias del Instituto de Seguridad del Trabajo, fueron
los presupuestos fácticos gravitantes que explican la decisión de sustraer a la sociedad actora de la multa que le
fuera impuesta, en tanto ella sanciona una inobservancia que desde la perspectiva de los acontecimientos no
resulta ser tal, toda vez que el transcurso de cuatro días hábiles hasta la denuncia o noticia a los organismos
pertinentes aparece razonablemente cercana. Ello por cuanto el primer presupuesto descrito permite inferir
la indemnidad de aquellos dependientes que se encontraban en el lugar de funcionamiento o faenas de la
empresa y, en consecuencia, al margen de un deber de acción inmediato de la parte patronal; y, el segundo,
da cuenta de la concreción oportuna y directa del deber básico de protección no preventiva, sino de socorro,
que la empleadora debe proporcionar al empleado afectado.
Décimo: Que, de lo analizado surge, en el caso de autos, la inocuidad de la distinción propuesta por la
empleadora y tocada por los jueces de la instancia en parte del fallo atacado por cuanto las circunstancias
aludidas, relativas al accidente de que se trata -asentadas en la sentencia y también consideradas en su
justificación-, conducen a la corrección del actuar de aquélla como deudora del deber de protección y de
pronta denuncia, razón por la que, aún expuesta a la carga que discute, aparece diligente y observante
de la misma.
26 – Editorial Metropolitana
Undécimo: Que, en consecuencia, el acoger la interpretación planteada por la Inspección del
Trabajo en relación al artículo 76 de la ley N°16.744 carecería de la influencia determinante
que sostiene la recurrente y que conlleva el agravio que subyace en su impugnación, desde que
la multa cuya revocación se reclama por la sociedad empleadora se erige sobre la base de la
existencia de una obligación y el incumplimiento de ella, presupuesto, este último, que no
concurre en la especie, según se ha expuesto y que conduce a desestimar la nulidad impetrada”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señor Patricio
Valdés A., señora Rosa María Maggi D., Ministro Suplente señor Julio Torres A., y los Abogados
Integrantes señores Roberto Jacob Ch., y Patricio Figueroa S.
14
“Octavo: Que, la controversia central está en determinar si el accidente reclamado por la actora, ocurrió
el 12 de agosto de 2004 y fue de origen laboral, o si éste sucedió el día 13 de agosto del mismo año, y se
trató de un accidente común, como lo denunció el propio trabajador. La convicción a que llegan estos
sentenciadores es la misma a la que arribó la jueza del grado, esto, es que el accidente denunciado por el
trabajador como común, en verdad fue de origen laboral y ocurrió el día 12 de agosto de 2004, sin ser
informado a la Asociación Chilena de Seguridad como legalmente correspondía, según se deja establecido
en las letras b) y c) del motivo 25 del fallo en revisión. Al respecto es decidor la testimonial rendida por
[…] y […], los que no sólo están contestes en circunstancias y hechos de relevancia en lo que deponen,
sino que resultaron ser testigos presenciales que explicitan de una manera clara, categórica, coherente
y concordante lo que ellos pudieron observar con sus propios sentidos, que no fueron desvirtuados por
probanza en contrario y que hacen que el relato de la víctima resulte sólido y acorde a la forma en que
realmente sucedieron los hechos.
Noveno: Que, la principal objeción a que se trata de un accidente del trabajo, la funda la demandada
en la circunstancia que el propio actor denunció el hecho como accidente común, el que fue ratificado
1) Casuística
Accidente de un piloto de avión cuya relación con la empresa fumiga-
dora a que prestaba servicios se calificó de carácter laboral. “Corresponde
rechazar el recurso de casación en el fondo interpuesto por la parte demandada en
durante su largo historial médico a consecuencia de dicho accidente, pero tal hecho, es desmentido no sólo
por el actor, sino que también por los testigos aludidos en el motivo anterior. Y del testimonio de todos
ellos aparece que la denuncia como accidente común, no obedeció a lo que efectivamente sucedió, sino
a una petición de la empresa de tratarlo como accidente común y no del trabajo, por las consecuencias
negativas que para ella representaba darle aquel alcance, de allí que el trabajador mantuviera el
tratamiento como accidente común, lo que no resultaba contradictorio con la verdadera naturaleza del
accidente, desde que su empleadora respondió plenamente con lo prometido de que se haría cargo de
todos aquellos gastos que no cubriera la Isapre a la que estaba afiliado el trabajador, conclusión que se
aviene con los diversos memorandum, que rolan de fojas 77 a 81, que dan cuenta de pagos por consultas
médicas, exámenes y programas médicos relacionadas con el accidente del 12 de agosto de 2004.
Décimo: Que, los pagos efectuados por la empleadora por prestaciones médicas del actor, resultan coherente
con el relato de que se encubrió un accidente del trabajo, con el compromiso de solventar los gastos que
no cubriera la Isapre que relatan los testigos de la demandante y, por otro lado, no sólo permiten darle
coherencia y racionalidad a lo afirmado por el trabajador, de que efectivamente se trató de un accidente
laboral, sino que explica también el comportamiento de la empresa empleadora, la que durante largo
tiempo, casi 3 años, soportó cancelar y/o reembolsar gastos que en ningún caso le correspondía, cual es
solventar todos aquellos pagos que la Isapre no cubría. ¿Qué empleador paga gastos a los que no está
obligado?, la experiencia nos indica que ninguno, salvo que esté obligado por convenios de bienestar,
lo que no se acreditó en autos por la demandada, ni dio razón sobre esa prolongada conducta. De esta
manera, aquella interrogante se responde con el acuerdo tácito a que llegaron las partes.
Una cuestión clara y sin mayor raciocinio que aparece de los hechos relatados en la demanda, es que tanto
la empleadora como el trabajador, nunca dimensionaron la gravedad de la lesión, que ha motivado la
larga data de su tratamiento, lo que da crédito a la versión de que por tratarse de una simple caída de
una silla, no revestiría mayor inconveniente para pasarla por un accidente común.
Undécimo: Que, la recurrente afirma que el informe complementario de accidente y traumatismo
de foja 106 del cuaderno de documentos, resulta concordante con los 29 meses de licencia médica
que por accidente común había presentado el trabajador, al igual que la información proporcionada
por Consalud en cuanto al historial de licencias y prestaciones médicas del actor y de la entregada
por la Asociación Chilena de Seguridad, que refleja la falsedad de la historia creada por el
demandante. Pero tal alegación resulta incorrecta desde que el propio actor alega que el origen de
su tratamiento no fue un accidente común sino que un accidente laboral, afirmación que tiene
respaldo probatorio en la causa, tal como se ha venido concluyendo, lo que no sucede con lo sostenido
por la demandada, pues ella se basa exclusivamente en la afirmación inicial del trabajador, la que
como se ha dicho, con posterioridad fue negada por aquél. Además, la empresa demandada no
rindió probanza alguna para demostrar que es falso el accidente laboral aludido por el trabajador.
28 – Editorial Metropolitana
contra de la sentencia que la acogió, la pretensión del actor para que se declarara de
naturaleza laboral el vínculo que unía a las partes. Ello por cuanto, no se advierte
en la calificación realizada por los jueces del grado, error de derecho alguno que
pueda ser corregido, ya que han quedado asentados todos los elementos propios de
Toda la línea argumentativa de la demandada para resaltar que se trataría de una falsedad lo afirmado
por el trabajador tiene su respaldo en la declaración inicial de aquél, olvidando que en materia laboral
el principio de la primacía de la realidad, está por sobre toda actuación escrita y que den cuenta papeles,
de forma tal que acreditado que los hechos ocurrieron de una manera distinta a la considerada oficial,
esa realidad debe ser reconocida en el fallo, tal como ha sucedido en la especie. Es deber de quien se
basa en la documentación oficial, demostrar que ella obedece efectivamente a la realidad y, la empresa
no acreditó tal circunstancia.
Duodécimo: Que, la recurrente sostiene que no se le puede dar valor a los dichos del testigo […], ya que
de acuerdo a la lógica, la sola circunstancia de tener un juicio contra la empresa, le resta todo mérito a su
testimonio. Ello no es así, puesto que los dichos de aquel testigo no aparecen motivados por la existencia
de un juicio contra la misma empresa demandada, sino que por haber tenido una participación real y
presencial de los hechos que relata, los que están dotados de una veracidad tal, que impiden soslayarlos.
Tampoco resulta de mayor trascendencia que la empresa, de acuerdo al informe pericial de foja 198,
haya cumplido a cabalidad con lo exigido en la legislación vigente en otros casos, pues aquello no da
sello de garantía de que siempre ello ha sido de esa forma. Lo que debía demostrar es que en este caso
concreto cumplió con toda la normativa vigente y no lo hizo. Tampoco produce prueba el hecho de que
en el mismo informe, se haya concluido que no se pudo establecer la efectividad de los hechos descritos
por el accidentado, pues se trata de una simple opinión del perito, el que no tuvo, por cuanto no le
corresponde, en consideración el principio de la primacía de la realidad que emana de lo declarado por
los testigos de autos. En todo caso, nada obsta a que lo que el perito no pudo concluir, sea cierto y que
dicha verdad se concluya por el juez, al ponderar otros antecedentes probatorios.
Décimotercero: Que, el hecho de que exista un procedimiento a seguir para el caso de un accidente laboral
y que todo trabajador conoce, en nada altera lo que se viene concluyendo, atento que resulta claro que, en
el caso de autos, no se siguió, el punto es saber por qué no se siguió. Y ello puede tener 3 razones: porqué
no existió el accidente, porqué existiendo el accidente se acordó no denunciarlo como tal por acuerdo de las
partes como lo sostiene el demandante, o porqué el trabajador fue negligente. Dentro de esas alternativas,
estos jueces se inclinaron por la versión del trabajador, la que resulta consistente, coherente y lógica con la
prueba rendida en el juicio de acuerdo a lo razonado en las reflexiones anteriores.Tampoco tiene asidero
la defensa de la demandada, de que durante 29 meses el actor recibió la atención que la lesión sufrida
requiere y lo que no fue pagado por la Isapre fue cubierto por la empresa, por lo que no divisa cómo se
pudo establecer un daño indemnizable, toda vez que es evidente que el daño está en no haberle dado el
tratamiento de un accidente laboral y poder haber gozado de todos los beneficios que ese status entrega, que
no son pocos. Además, es del todo razonable que no sólo se pueden reclamar los gastos de enfermedad sino
que todos aquellos rubros que entrega el derecho común, como lo son el daño emergente y lucro cesante,
en especial aquellos rubros de la remuneración que están asociados al trabajo efectivo de un trabajador.
Décimocuarto: Que, el apelante en los puntos ii.- y iii.- del escrito de apelación (fojas 326 a 332) insiste
en que de haber ocurrido un accidente, éste ha sido común y sucedió el 13 de agosto de 2004 en la casa
del actor, cuestión que ya ha sido analizada de manera pormenorizada, llegando a convencimiento de
que se trata de un accidente laboral ocurrido el 12 de agosto de 2004 y no denunciado como tal. La
recurrente para esta alegación, lo único que ofrece la denuncia inicial del trabajador que éste explicó
suficientemente por qué lo hizo, sin que el apelante haya aportado algún otro antecedente probatorio
para analizar.
Igualmente, reitera que se trata de una demanda en que se persigue hacer efectiva la responsabilidad
extracontractual y por consiguiente el peso de la prueba es de cargo del actor. En verdad tal asunto ya
está superado y lo único cierto es que con la acción incoada por el actor se persigue la responsabilidad
contractual de la empresa demandada por accidente laboral y ninguna otra. Procedimiento que se sigue
de acuerdo a las normas del Código del Trabajo, de forma tal que la prueba rendida por las partes se
aprecia de acuerdo a las reglas de la sana crítica, que es lo que hizo la sentenciadora en el fallo de primer
grado y lo que se ha consignado en esta sentencia.
Decimoquinto: Que, finalmente, en lo que dice relación con la regulación del daño, la apelante vuelve
a sostener que el actor no ha sufrido perjuicio patrimonial alguno, por el supuesto retardo en la atención,
ya que ha tenido plena cobertura de salud a través de la Isapre y de la empresa demandada, ya que esta
última ha concurrido al copago de todo aquellos gastos que no fueron cubiertos por el plan de salud del
actor.
En verdad nuevamente, el apelante recurre a distraer el asunto esencial de uno que no lo es, pues la
demora de un día en el tratamiento del actor no es lo relevante, sino que el trato de accidente común a
uno que correspondía a accidente laboral y el verse impedido de gozar de todos los beneficios que lleva
aparejado la condición de accidente laboral a aquél que no lo es. La demandada tiene razón en que los
gastos médicos fueron cubiertos por la Isapre y por la propia empresa, pero ello no es lo único que puede
recibir el trabajador cuando se trata de un accidente laboral, lo que se demuestra con la posibilidad que
el legislador le entrega al trabajador víctima para reclamar aquellas indemnizaciones, que el derecho
común otorga.
Decimosexto: Que, en lo único que tiene razón la demandada es que la gravedad de las lesiones no
pueden imputarse a la ocultación de un accidente laboral, pues igualmente el trabajador recibió la
debida atención médica, por lo que la suma fijada por concepto de daño moral resulta excesiva, ya que
claramente en ese rubro se han incluido aspectos que son propios del daño emergente y lucro cesante,
respecto de los cuales además de no haberse especificado su naturaleza y monto, no se rindió prueba
alguna para cuantificarlo, por lo que no se puede salvar una omisión en que incurrió el propio actor,
entregando sumas más allá de lo razonable y prudente, so pretexto de la existencia de un daño moral,
que indudablemente ha debido sufrir el trabajador, pero que será avaluado en una suma muy inferior
a la reclamada en juicio. Suma que estos sentenciadores, estiman como justa y equitativa, de acuerdo
a lo que razonablemente se puede atribuir al comportamiento de las partes del juicio, la cantidad de $
10.000.000.- (diez millones de pesos).
Además, al no haber sido vencido totalmente no puede soportar las costas de la causa.
30 – Editorial Metropolitana
Decimoséptimo: Que, la demandante al adherirse a la apelación ha pedido se aumente el monto de
la indemnización a una suma no inferior a $ 120.000.000 o la que el tribunal estime pertinente,
misma autorización que hizo en la demanda al tribunal de primer grado, esto es, le permitió fijar una
suma inferior al monto pedido, por lo que la suma que se fije no constituye un agravio para el actor,
aunque ésta sea inferior a la solicitada. En todo caso, el argumento básico para pedir el aumento del
monto del daño moral, se hace consistir en que el trabajador ha quedado con una lesión permanente e
invalidante por el resto de sus días, que de haberse tratado como accidente laboral estaría cubierta. Si
bien, el actor tiene razón en esta última parte, en verdad, lo que le sirve de fundamento, constituye un
rubro ajeno al daño moral, sino que es propio de los daños materiales que pudo reclamar y no lo hizo
en forma, como ya se dijo. Tal omisión no puede ser subsanada ni subsidiada con un aumento del daño
moral, pues ello resulta contrario a derecho y a la obligación de alegar la indemnización que legalmente
procedía reclamar.
En virtud de lo razonado y […] se resuelve:
1).- Que, se rechaza el recurso de casación en la forma deducido por la demandada; 2).- Que, se revoca
la sentencia apelada de 26 de noviembre de 2009, en cuanto condena en costas al demandado por
resultar totalmente vencido y, en su lugar, se decide, que no queda condenado en costas el demandado,
por cuanto la demandante no obtuvo todo lo pedido en su demanda; 3).- Que, se confirma, en lo
demás, el referido fallo con declaración que se reduce a diez millones de pesos la suma que debe pagar
la demandada a favor del trabajador demandante por concepto de daño moral.
Pronunciada por la Segunda Sala de esta Corte de Apelaciones, integrada por los señores Ministros
Titulares don Miguel Vázquez Plaza, don Carlos Farías Pino y don Carlos Moreno Vega”.
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ25379.
15
Ante el 2° Juzgado de Letras del Trabajo de Curicó (Rol nº 326-05), se presentó demanda por
accidente sufrido por el trabajador y que, por aplicación del artículo 184 del Código del Trabajo,
el empleador debe indemnizar el daño moral, daño emergente y lucro cesante por las cantidades
que señala; que se declare nulo el contrato de prestación de servicios en todo lo que contravenga
32 – Editorial Metropolitana
los derechos laborales; que mientras dure la incapacidad del actor se entenderá suspendido su
contrato de trabajo, con derecho a sus remuneraciones, más reajustes e intereses y con costas.
Dedujo además acción para que se ordene el pago de la compensación de feriado proporcional y
cotizaciones previsionales a determinarse por los entes previsionales respectivos por todo el período
laborado, también con reajustes e intereses y las costas de la causa.
La demandada, evacuando el traslado conferido, opuso la excepción de incompetencia absoluta
del tribunal basada en que en el contrato de prestación de servicios a honorarios suscrito entre las
partes, cualquier conflicto que se suscitare entre ellas se sometió a la justicia arbitral. En cuanto
al fondo, alega la inexistencia de relación de naturaleza laboral, por las razones que explica y
hace valer los principios de la realidad y la Teoría de los Actos Propios, a lo que agrega que no se
trata de un accidente del trabajo y que ninguna responsabilidad le ha cabido a su parte en él, por
haber dado estricto cumplimiento a todas las normas y regulaciones prescritas y aprobadas por la
autoridad aeronáutica referidas a la manutención de aeronaves, habiéndose debido el accidente
a la responsabilidad del demandante, quien se expuso imprudentemente al riesgo y haciendo
consideraciones acerca de los montos demandados.
En sentencia de 1 de agosto de 2008, el tribunal de primer grado rechazó la excepción de
incompetencia y declarando que la relación jurídica habida entre las partes es de carácter laboral,
acogió parcialmente la demanda y condenó a la demandada a pagar las cantidades que señala por
concepto de indemnización por daño moral, lucro cesante y daño emergente, sin costas. Asimismo,
accedió parcialmente a la demanda de cobro de prestaciones laborales y condenó a la demandada
a pagar las cotizaciones previsionales a determinarse por el ente previsional correspondiente, sin
costas.
Se alzaron ambas partes y la demandada recurrió de nulidad formal y la Corte de Apelaciones de
Talca, en fallo de treinta y uno de mayo del año en curso, rechazó el recurso de casación en la forma
y confirmó el de primer grado, con declaración que se eleva a la suma que señala la cantidad que
la demandada debe pagar por concepto de indemnización por daño moral y circunscribiendo las
cotizaciones previsionales al período que se extiende entre el 1º de diciembre de 1998 y el 5 de
febrero de 2005, fecha de término de la prestación de servicios.
La sentencia de casación fue pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por
los Ministros señores Patricio Valdés A., Pedro Pierry A., señoras Gabriela Pérez P., Rosa María
Maggi., y el Abogado Integrante señor Rafael Gómez B.
16
En este juicio, en la ciudad de Copiapó, un maestro liniero demandó en juicio ordinario laboral,
por accidente del Trabajo a su ex empleadora, fundando su demanda en que el 14 de julio de 2001,
fue contratado por la demandada, para desempeñarse como maestro liniero en una faena; el 16
de julio de 2001, sufrió un accidente del trabajo, consistente en una caída libre de 14 metros, la
cual dice, fue de responsabilidad de su empleador, ya que ese día, se encontraba trabajando para
la demandada en la ciudad de Diego de Almagro, realizando un parado de postes de hormigones y
armado de estructura, pero no había en el lugar un prevencionista de riesgos que pudiera asesorar
a la empresa demandada, en evitar los riesgos propios de la actividad, agrega que se le hizo subir
a un poste sin un equipo de seguridad correspondiente, ya que su equipo se lo pasaron a otra
persona, y no estaba en condiciones, que las trepaderas eran usadas y no habían sido soldadas
con soplete, no encontrándose en buen estado, no siendo éste el modo de repararlas, así estas
trepaderas, se abrieron en el punto de la soldadura o calentamiento, haciendo que el actor cayera
desde los 14 metros, lo que le produjo una fractura del tobillo en el pie derecho. Dice que, no
obstante tratarse de un accidente del trabajo, sólo se le trasladó al Hospital de Diego de Almagro,
derivándolo posteriormente a la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción
en Copiapó; siendo luego despedido por su empleador el 11 de enero de 2002, por conclusión del
trabajo que dio origen al contrato, pero como consecuencia del accidente, dice quedó con secuelas
graves, no puede caminar sin muletas, está incapacitado para trabajar, tiene fuertes dolores en el
pie derecho y según lo informado por otros médicos, no podría haberse dado de alta ni estar en
condiciones de trabajar. El demandado debe indemnizarle en primer lugar, la suma no percibida
desde el momento en que, previa un alta prematura por parte de la Mutual de Seguridad, la
empresa le despidió sin haber recuperado su capacidad de trabajo, lo que estima en la suma de $
12.000.000, más las sumas que se devenguen durante la secuela del juicio y hasta que se declare su
incapacidad parcial o su alta definitiva en su caso; además indica que la empresa debe indemnizarle
por el hecho de haber disminuido su capacidad de trabajo y hasta el momento en que se acoja su
jubilación, la que estima en $ 74.880.000. Finalmente, por los perjuicios morales que ha sufrido,
al estar accidentado, despedido y sin ingreso económico alguno a su cónyuge y a sus tres hijos, de
los cuales había sido el único sustento, lo que indica no se satisface con una suma inferior a los $
12.000.000. Pide en definitiva que se condene a la demandada al pago de las sumas adeudadas o
las que el tribunal determine, más las costas de la causa.
La abogado que defendió a la demandada, primeramente, interpuso excepción dilatoria de
incompetencia absoluta del tribunal, por cuanto el Juzgado del Trabajo no es competente para
conocer de las pretensiones que deduce el actor. En el primer otrosí, en subsidio contesta la
demandada, solicitando su rechazo, con costas, (atendido que la acción deducida por indemnización
de perjuicios, por circunstancias que no están claramente especificadas en la demanda, ya que
se hizo una exposición imprecisa de los hechos y fundamentos de derecho en que se sustenta,
que si bien dice interponer una demanda de indemnización de perjuicios, no expresa cuál es la
causa real de pedir de la misma, si tiene origen contractual o extracontractual, si se trata de daño
emergente o lucro cesante, no queda clara entonces la competencia del tribunal), añade que en
el entendido que acciona el actor por responsabilidad contractual, dice que la empleadora tomó
34 – Editorial Metropolitana
todas las medidas de control adecuado sobre las condiciones de seguridad; se tomaron políticas
de prevención de riesgos, existía una permanente supervigilancia de las situaciones de riesgo por
parte de la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción, que son evaluadas
por el comité paritario, las que han redundado en óptimos niveles de seguridad. También que,
al cumplirse el deber de seguridad en la forma debida, y aun así se produce el accidente, ello
sólo puede encontrar su razón en el trabajador, que no quiso ocupar los equipos de seguridad,
cumplir con las órdenes impartidas y lisa y llanamente, desoyó e hizo caso omiso de las normas
y procedimientos de seguridad, y que en el caso sub lite es un accidente originado por la propia
imprudencia del afectado. Indica además que en este caso no existe responsabilidad objetiva,
por cuanto la existencia de deber, como el de protección y seguridad no imponen obligaciones o
garantías de resultados a todo evento, incluidos el dolo, culpa o negligencia del trabajador, como
en este caso, también alega que hay ausencia de culpa o dolo del empleador en las lesiones del actor,
no pudiendo atribuírsele responsabilidad directa o indirecta, ya que este último contó durante todo
el tiempo que trabajó para la demandada, con todos los elementos de seguridad personal existentes
para la labor que desarrollaba, las condiciones de trabajo eran seguras, cumpliendo la demandada
con todas las exigencias que la ley 16.744 requería. Por otra parte, sostiene que si se estima que
la responsabilidad demandada es extracontractual, opone las excepciones perentorias de: a) falta
de requisitos de procedencia de la acción de indemnización de perjuicios por responsabilidad
extracontractual, ya que hay ausencia de antijuricidad, por no existir conducta de la demandada,
de infracción o vulneración de ninguna disposición legal; b) la excepción de falta de requisitos
legales para proponer la acción indemnizatoria deducida, fundada en que en la parte petitoria
de la demanda, el actor se limita a solicitar concretamente que sea condenada la demandada al
pago de las sumas adeudadas o las sumas que el tribunal estime de justicia fijar, más las costas; y
c) en subsidio, improcedencia de las sumas demandadas por lucro cesante y daño moral, puesto
que el actor en forma arbitraria y antojadiza, ha cuantificado el supuesto daño sufrido, atendido
que los perjuicios patrimoniales que se demandan, no se sabe si corresponden a daño emergente
o lucro cesante, los que estarían constituidos por la pérdida de ganancia por parte del actor, y
tienen el carácter de compensatorios por lo que es susceptible de ser evaluado pecuniariamente
con exactitud. Debe haber certeza del daño, no siendo procedente la reparación de un perjuicio
eventual o hipotético, además dice que las pretensiones del actor son inusitadas y desmesuradas,
que incurre en un error al multiplicar la remuneración por el número de meses que corresponda,
ya que percibir anticipadamente ingresos ocasiona un enriquecimiento ilícito debido a las rentas
o intereses que dicha indemnización crecería a una tasa de interés cercana al 6% anual, si fuese
colocada en el sistema bancario del país, que cabe considerar que si el actor siguiese trabajando
para la demandada, no es tal ya que tenía contrato por obra o faena, la que terminó, por otra
parte había que suponer que el actor extendiese su operación por el tiempo de trabajo activo y que
además sobreviva a dicho período, y la indemnización debe sustentare en hechos reales y no en
meras expectativas, por lo que objeta la base de cálculo de la indemnización por lucro cesante, en
cuanto al daño moral, dice que la suma pretendida por este rubro, es de una cuantía extraordinaria,
excediendo en mucho el carácter satisfactorio del daño moral, de acuerdo a los parámetros de
nuestro ordenamiento civil, presentando al efecto una tabla de indemnizaciones por daño moral
establecida por nuestros tribunales superiores de justicia, en relación a la muerte y lesiones, las que
según indica, demuestran la falta de racionalidad y sustento de las cifras planteadas por el actor,
finalmente dice que de accederse a la acción al fijar alguna de las indemnizaciones, debe tenerse
en cuenta que el actor se expuso imprudentemente al daño.
La sentencia del 26 de julio de 2005, sólo condenó a la demandada por la suma de $ 3.000.000
por daño moral, y en lo demás, se rechazó la acción. Además, tampoco se condenó en costas a la
demandada por no haber sido totalmente vencida.
17
Fuente:http://productos.legalpublishing.cl, Fallo ID nº 41595.
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38 – Editorial Metropolitana
que fue víctima se produjo en el lugar y horas de trabajo, al beber una sustancia
que había sido dejada sin los cuidados debidos por unos maestros que habían eje-
cutado labores de pintura en dicho lugar. A lo anterior, no obsta el hecho que la
ingesta se haya producido al celebrar el cumpleaños de un compañero de trabajo,
ya que tal acción, en este caso, no altera la relación trabajo-lesión, por tratarse
de una conducta aceptable en una relación laboral normal y adecuada; por lo
demás, según los antecedentes expuestos, bien pudo haberse producido el siniestro
sin que la referida celebración hubiese tenido lugar y por la sola circunstancia que
el afectado hubiese querido saciar su sed. En consecuencia y con el mérito de las
consideraciones que anteceden, esta Superintendencia cumple con manifestar que
el accidente que sufrió el día 2 de octubre de 1998 el trabajador debe calificarse
con ocasión del trabajo” (Superintendencia de Seguridad Social, 12 marzo 1999,
Dictamen ORD nº 5196).
c) Por tratarse de un accidente con ocasión del trabajo, procedería
otorgar prestaciones de la ley por accidente ocurrido durante actividades
de celebración del aniversario del empleador. En la especie, el recurrente
se accidentó en un momento en que participaba en una actividad que, si bien
era de carácter deportivo, se insertaba dentro del marco de las actividades de
celebración del aniversario del Colegio; es decir, y en este punto, no se puede
negar la relación que la actividad (aun cuando fuere deportiva) tenía con el
establecimiento para el cual presta servicios el interesado. “Además, también es
indiscutido el hecho de que la actividad en cuestión tuvo lugar en horas y lugar de
trabajo y que, por estar inserta dentro del programa de actividades de celebración,
debió ser aprobada por la Dirección del establecimiento educacional, y le había
sido encomendada por dicha autoridad a la víctima. Finalmente, y siendo de toda
evidencia que en la especie existe una relación entre el trabajo y la lesión de la
víctima, cabe agregar, a mayor abundamiento, que muchas actividades de festejo
que se realizan en una empresa tienen una absoluta conexión con el trabajo, ya
que ellas pueden y deben estimarse como necesarias para el logro de los objetivos
que el empleador persigue, para lo cual es menester una relación laboral fluida y
armónica. En consecuencia, corresponde calificar de accidente del trabajo el sufrido
el día 26 de agosto de 1993 por el Sr. profesor de que se trata, y que participaba
40 – Editorial Metropolitana
18
En este caso, la cónyuge de un guardia de seguridad demandó por el asalto que le costó la vida a su
marido mientras cumplía sus funciones en un local de la demandada. Así, cuando procedía a ingresar
42 – Editorial Metropolitana
el dinero reunido de las cajas en la caja de seguridad del local, viéndose imposibilitado de defenderse,
por no llevar armas, encontrarse esposado al maletín en que portaba el dinero, y por ello sin poder
obedecer a la entrega del mismo al asaltante que se encontraba armado, éste le disparó provocándole
la muerte. Agrega que en el momento del asalto (20:10 hrs.) se encontraba haciendo horas extras,
por cuanto su turno había terminado a las 17:30 horas y que entre las funciones encomendadas se
encontraba la recolección de los dineros de las cajas pagadoras, la que debía hacer sin que su empleador
lo proveyera de las medidas de seguridad correspondientes. Con todo, y pese a existir seguros
comprometidos, su parte no recibió indemnización alguna para cubrir los daños, tanto psicológicos
–muerte de su cónyuge y sustento de 2 niñas menores– como materiales. La familia quedó viviendo
con su suegra quien está imposibilitada de trabajar por su avanzada edad y sobreviviendo del poco
dinero que le proveen sus padres. Y adujo que, la culpa imputable al demandado emanaba de su
negligencia respecto de la falta de condiciones de seguridad indispensables a la función ejercida por
el fallecido, ya que debiendo transportar dinero esposado a un maletín, no contaba con armas para
su defensa, incumpliéndose las reglas de seguridad mínima para su cargo. Finalmente, pidió el pago
de la suma de $50.000.000.- más reajustes y las costas de la causa.
En su contestación, la demandada pidió rechazar la demanda de autos, por cuanto no es efectivo
que su parte tenga culpa ni responsabilidad alguna en los hechos ocurridos en el asalto perpetrado
al Supermercado y que dio muerte al occiso, pues el asalto en cuestión fue perpetrado por
una célula terrorista del grupo autodenominado “Destacamento Patriótico Comandante Raúl
Pellegrín” dependiente del Frente Patriótico Manual Rodríguez, los que se encuentran procesados
criminalmente. Agrega que el guardia fallecido, al ingresar a trabajar en 1990, presentó currículum
de guardia de seguridad en la empresa “Cobra”, dedicada a la vigilancia y a las labores de la empresa,
cumpliéndose las disposiciones legales y reglamentarias vigentes. Y señaló que no era efectivo que
el difunto haya estado esposado al maletín donde se encontraba el dinero, ni que requería de llave
para abrirlo, por cuanto el maletín está provisto de una muñequera de cuero sujetada a éste por un
gancho que se abre fácilmente presionándolo con un dedo, en todo caso para desprenderse de la
muñequera sólo basta sacarla de la muñeca de quien la transporta, pues ésta no tiene esposas ni
cadenas, ni requiere de llaves. Que según señalan los asaltantes en el proceso criminal, el fallecido
fue víctima de sus disparos por intentar proteger el maletín y alejarse de ellos. Que su parte no
estaba obligada a entregar armas a sus guardias de seguridad, por no encontrarse regido por el
D.L. 3.607, que regula el desempeño de los guardias privados, que además su parte no permite el
uso de armas; y termina su alegato señalando que, su parte dio ayuda oportuna a la demandante,
costeando los gastos del funeral y ofreciéndole a la viuda dos años de sueldo de trabajador, no
habiendo obtenido respuesta alguna por su parte. Además la empresa solicitó y obtuvo que la muerte
del trabajador fuese considerada accidente del Trabajo, lo que permitió a la viuda obtener una
pensión de viudez y una indemnización de perjuicios, y de la A.F.P. correspondiente la restitución
de los fondos de pensión acumulados, previo trámite de posesión efectiva.
El Juez de primera instancia (19 Juzgado Civil de Santiago, Rol nº 525-1993), acogió la demanda con
costas, regulándose en la suma de $35.000.000.- el daño moral ocasionado a la actora y sus dos hijos.
Y de cuyo fallo, destacamos: “Décimo Tercero: Que, en las circunstancias imperantes entre los años 1988
y 1993 en esta ciudad, de todas conocidas, esto es, los continuos ataques de comandos terroristas a bancos,
supermercados o lugares en que se contara con dineros en efectivo, la empresa demandada debió adoptar las
medidas pertinentes y necesarias para proteger adecuadamente a su personal y evitar, dentro de lo posible,
dichos asaltos y, especialmente a las personas que por su actividad se encontraban más expuestas al riesgo.
Decimocuarto: Que, las medidas mencionadas en el considerando anterior no se adoptaron en la forma
requerida para proveer a sus empleados del adecuado adiestramiento y protección que les permitiera
actuar eficientemente en situaciones de riesgo, lo que en autos queda en evidencia por los hechos que se
consignan en el motivo duodécimo del fallo.
Decimoquinto: Que, las personas tienen el derecho a desarrollar sus actividades laborales en condiciones
que le aseguren su seguridad personal y el mejor desempeño funcionario, correspondiendo a la empleadora
crear las condiciones para que ello ocurra, sin que se necesite expresarlo pormenorizadamente en cada
contrato.
Decimosexto: Que, la empresa empleadora no adoptó las medidas indispensables para procurar a su
guardia de seguridad las condiciones adecuadas y seguras para sus labores contractuales resultando, a
consecuencia de ello la imposibilidad de responder al requerimiento hecho por el asaltante, lo que provocó
la muerte de […]. Al respecto son insuficientes los dichos de los testigos de la demandada, consignados
en el considerando octavo que antecede, en el sentido que habían sido instruidos para actuar ante
situaciones como la ocurrida”.
Por su parte, la Corte de Apelaciones de Santiago (Rol nº 6.642-97), revocó tal decisión, sin costas,
por los siguientes motivos: “1º.- Que, aún cuando no pueda discutirse la existencia del daño moral
en que se fundamentó la acción de estos autos, deberá negarse lugar a la indemnización solicitada.
2º.- Que, tal conclusión deriva de tener en cuenta que la muerte de don […] fue causada por un
integrante de una banda armada que asaltó el supermercado de la demandada en que aquél cumplía
funciones de guardia, esto es, dicho de otra manera, del hecho no discutido que la muerte no la produjo
la demandada ni alguno de sus empleados.
También es resultado de no existir convicción en cuanto a que la demandada hubiese omitido adoptar
medidas de seguridad capaces de impedir la muerte de su trabajador, por cuanto no ha sido probado
cuáles habrían sido las providencias adecuadas a tales efectos ni la supuesta imposibilidad de desprenderse
del bolsón que contenía el dinero, toda vez que ninguno de los testigos de autos depuso en tal sentido.
3º.- Que, las circunstancias mencionadas en la consideración anterior conducen a concluir que el daño
en cuestión no fue consecuencia necesaria de la actuación de la demandada y que no es procedente
disponer el pago pedido, toda vez que para que así se resuelva conforme al alcance del artículo 2.329
del Código Civil es necesario que exista conexión directa entre el daño y el hecho ilícito, cual, como se
viene razonando, no es la situación de autos”.
Finalmente, la Corte Suprema en fallo pronunciado por los Ministros señores Luis Correa B., Guillermo
Navas B. y Enrique Cury U. y los Abogados Integrantes señores Fernando Castro A. y Álvaro Rencoret
S., rechazó el Recurso de Casación en el fondo por adolecer de manifiesta falta de fundamento. “3º.-
Que, a esta conclusión ha llegado el tribunal pues, las normas que se dicen infringidas, han sido correctamente
aplicadas por los jueces de la instancia y están acordes con lo resuelto reiteradamente por esta Corte en juicios
similares sobre la materia, en el sentido que para que proceda la responsabilidad debe existir relación de
causalidad entre el hecho ilícito y el resultado dañoso producido y, en la especie, no existe conexión directa
entre el daño y el hecho supuestamente ilícito que se le atribuye a la demandada, pues la acción ilícita fue
44 – Editorial Metropolitana
realizada por personas distintas a ésta y no se encuentra establecido que esta última haya incurrido en omisión
respecto de las medidas de seguridad necesarias que hubieran impedido la muerte de la víctima;
4º.- Que, por consiguiente, de lo expuesto se desprende que ningún error de derecho existe en la sentencia
impugnada.
5º.- Que, por lo razonado precedentemente deberá rechazarse el recurso intentado por adolecer de
manifiesta falta de fundamentos”.
19
Fuente: http://www.contraloria.cl/appinf/LegisJuri/boletinjurisprudencia.nsf.
46 – Editorial Metropolitana
1. Accidentes de Trayecto
a) Generalidades
Juan S. Gumucio Rivas los entiende como una figura asimilada a otras que
no tiene relación ni siquiera ocasional con el trabajo, pero que, sin embargo,
recibe igual tratamiento.
E indica que, este tipo de Accidentes, ha sido adoptado por la generali-
dad de las legislaciones, “proyecta el ámbito del trabajo hasta el hogar y da
un tratamiento calificado -como de accidente de trabajo- a los accidentes que
ocurren al trabajador cuando hace el necesario viaje desde su hogar al trabajo
o viceversa.
b) Concepto
“En términos amplios, los accidentes de trayecto, pueden ser considerados
como ocurridos con ocasión del trabajo, ya que el trabajador está efectuando el
traslado entre su casa y el lugar de trabajo justamente para desempeñar su trabajo,
sin embargo, el legislador reguló en forma separada los accidentes ocurridos en el
trayecto, ya que si bien se debe proteger a los trabajadores cuando se trasladan entre
su habitación y el lugar de trabajo, el empleador no tiene mayor injerencia en los
hechos que ocurren durante dicho traslado.
Aclarado lo anterior, se debe señalar que el inciso segundo el artículo 5° de
la Ley N° 16.744, dispone que son también accidentes del trabajo aquellos que
ocurren en el trayecto directo, de ida o de regreso, entre la habitación y el lugar
de trabajo, sin exigir que el trayecto se realice al inicio o al término de la jornada
de trabajo. Por ende, también deben entenderse como de trayecto los accidentes
20
Ob. Cit., pág. 63.
21
Fuente: http://www.dt.gob.cl/consultas/1613/w3-article-95298.html
48 – Editorial Metropolitana
22
http://productos.legalpublishing.cl/, Fallo nº 54169.
23
Ante el Juzgado del Trabajo de Antofagasta, se demandó por los familiares de un trabajador cuyas
funciones eran de chofer y de mecánico, quien en un accidente de tránsito al colisionar de frente
con un bus, perdió la vida.
c) Accidentes en el desvío
También la jurisprudencia ha conocido de casos de Accidentes en el
desvío. “El desvío, por un par de cuadras, realizado para andar en grupo, con el
objeto de tomar locomoción y dirigirse a sus hogares, porque era más apropiado
hacerlo así que dejar a uno de sus compañeros volver solo a su casa, atendida la
hora, día y lugar, apartándose de calles estrechas, solitarias y con escasa locomo-
ción, no obsta a considerar que la muerte del trabajador constituya un accidente
del trabajo ocurrido en el trayecto directo de regreso del trabajo a la habitación,
sin que tampoco se oponga a ella la circunstancia de retirarse cuando estuviera
amaneciendo, puesto que es más probable que exista menos peligro de día que
de noche” (Corte Suprema, 23 julio 192, Recurso de Queja “Arancibia Pozo
con Asociación Chilena de Seguridad” Rol nº 7.514. RDJ t. XXXIX, 2ª parte
-sección 3ª, pág. 92)24. Además el fallo fijó como hechos que, si el demandado
para desvirtuar la existencia de un accidente del trabajo alega que el trabajador
El Juez de primer grado, rechazó las excepciones de incompetencia e ineptitud del demandado, y
acogió la demanda y condenó a las demandadas principal y subsidiaria al pago de los montos que
pidieron.
La Corte de Apelaciones de Antofagasta (Rol nº 2573-2001) revocó el fallo de primer grado y
liberó de responsabilidad a las demandadas. Sentencia pronunciada por los Ministros sres. Álvarez
Giralt, Laura Soto Torrealba y Gajardo Galdames.
El fallo de segundo grado fue confirmado por la 4ª Sala de la Corte Suprema, integrada por los
Ministros sres. Marcos Libedinsky, Urbano Marín y Jorge Median, y los abogados Integrantes
Patricio Novoa y Juan Infante.
24
Ante el 1er. Juzgado del Trabajo de Santiago (rol nº 15.699), la hija legítima de un trabajador
perdió la vida en una riña callejera luego de haber vuelto de atender en un matrimonio y de haber
hecho un intervalo en un local en donde bebieron algunas cervezas.
La controversia de autos radicó en si constituía accidente del trabajo, además del hecho de haberse
desviado para tomar locomoción, que el occiso haya ofrecido gratuitamente sus servicios como
regalo de bodas a la hijastra del Administrador del local donde trabajaba.
50 – Editorial Metropolitana
hizo una donación de sus servicios, los cuales consistían en la atención de una
fiesta de Matrimonio de la hijastra del Administrador de la empresa emplea-
dora, tendrá que acreditar tal excusa, “ya que no puede colegirse que aquél se
haya desempeñado en forma gratuita por tratarse de una persona que precisamente
vive de esas funciones, por lo que cabe concluir que en esa ocasión se encontraba
prestando servicios”.
No corresponderían las prestaciones de la Ley 19.744 si el Atropello
del trabajador que regresa a su domicilio ocurrió cuatro horas despúes
del retiro de su jornada y cuyo trayecto significaba menos de la mitad de
ese tiempo. “Una persona, reclama en contra de la Mutual de Seguridad de la
Cámara Chilena de la Construcción, ya que resolvió que el siniestro que sufrió
su cónyuge, aproximadamente a la 23:30 hrs. del día 9 de agosto de este año, no
constituye un accidente del trabajo en el trayecto. Expone, en síntesis, que el día de
los hechos, su cónyuge se dirigía desde su lugar de trabajo, ubicado en la Comuna
de Peñalolen, hasta su domicilio, situado en la Comuna de la Granja, cuando el
microbús en el que se movilizaba, chocó en el Paradero 19 de Avda. Santa Rosa;
indica que a raíz de lo señalado, el afectado cayó a la calzada y fue atropellado
por otro microbús, permaneciendo inconsciente desde ese momento, por lo que no
fue posible que prestara declaración, pero que, en todo caso, ‘[...] por tener que
tomar dos vehículos de locomoción colectiva, tardó más de lo que pudiera pensarse,
“5º. Que, concluido lo anterior, ha de determinarse si el trayecto seguido por el [fallecido] era
el que correspondía o que por el contrario al desviarse de su camino, hace estimar que no fue
accidente de trabajo el ocurrido.
9º. Que, en definitiva el desvío en el trayecto no fue de tal consideración como para estimar que no
se produjo un accidente del trabajo, por el contrario, se logra estimar de los antecedentes expuestos
que el causante tuvo a bien mayores consideraciones en su desvío por unas cuadras, precisamente
con el objeto de evitar un accidente (trayecto recorrido por el Tribunal), como consta en autos al
efectuar la Inspección Personal, lo que no altera la circunstancia indubitable de que el causante
se dirija a su domicilio después de haber terminado su trabajo […] y que tuvo en dicho trayecto
el accidente que le ocasionó la muerte, todo lo cual constituye un accidente del trabajo en los
términos descritos en el art. 5º de la Ley 16.744.
10º. Que, de tal forma ha de cancelársele a la hija la pensión de orfandad demandada y contenida
en los arts.43 y 47 de la ley 16.744 la que deberá ser calculada por la Asociación demandada, en
los términos señalados en la propia ley, a contar de la fecha del siniestro, más reajustes legales,
ampliándose los intereses, a contar de la fecha en que quede ejecutoriado el presente fallo”.
ya que no tienen una línea directa entre su trabajo y su domicilio, pero no por
ello su trayecto deja de ser directo[...]’. Requerida la Mutualidad, informó que los
antecedentes aportados han determinado que esa Entidad resolviera en la forma
señalada, ya que no se ha logrado convicción respecto que el accidente en cuestión
haya ocurrido en el trayecto directo entre la habitación y el lugar de trabajo, sobre
todo ‘[...] si se considera que el horario de término de la jornada laboral del afec-
tado el día del accidente fue a las 19:30 horas, y el siniestro ocurrió a las 23:30
horas…’. Se acompañan adjuntos en fotocopia, entre otros antecedentes: plano de
parte de la ciudad de Santiago, en el que aparecen indicados el lugar de trabajo,
el del accidente y el domicilio del accidentado; certificado extendido por el emplea-
dor, en el que se indica que el horario habitual de trabajo del Sr. González era
de 08:30 a 18:30 hrs. y que el día del siniestro dicho horario se extendió entre las
08:30 y las 19:30 hrs; certificado extendido por Carabineros, en el que se consigna
que el accidente ocurrió a las 23:20 hrs. del día 9 de agosto pasado. 2.- Sobre el
particular, este Organismo debe expresar que el inciso segundo del artículo 5º de
la Ley N° 16.744 dispone que “Son también accidentes del trabajo los ocurridos
en el trayecto directo, de ida o regreso, entre la habitación y el lugar del trabajo”.
De la disposición antes transcrita y tal como lo ha señalado reiteradamente esta
Entidad Fiscalizadora, la exigencia que el trayecto entre los puntos mencionados
deba ser directo, implica, por una parte, que se siga un recorrido habitual y lógico
y, además, que dicho recorrido no se interrumpa o hayan desviaciones por motivos
voluntarios e innecesarios. En la especie, no se cuenta con mayores datos sobre la
ocurrencia del accidente y ni siquiera con la declaración de la víctima del mismo,
que es un antecedente importante para una adecuada calificación del infortunio
y, precisamente, de la circunstancia que éste ocurrió en el trayecto directo, que
debe establecerse ante el respectivo organismo administrador. En todo caso, de los
antecedentes aportados – específicamente del certificado extendido por la emplea-
dora sobre el horario de trabajo y del parte policial – aparece que entre la hora de
término de la jornada laboral y la del accidente, transcurrieron aproximadamente
4 horas, lapso absolutamente excesivo, aún para un recorrido que al afectado lo
obligaba a tomar dos microbuses entre las Comunas de Peñalolén y La Granja.
Por ello, es que resulta menester concluir que en este caso su cónyuge no realizó un
trayecto directo entre el lugar de trabajo y su habitación.
52 – Editorial Metropolitana
d) Calificación
Atropello de trabajador que regresa a su domicilio sí es Accidente de
Trayecto (Superintendencia de Seguridad Social, 22 octubre 1999, Dictamen
ORD. Nº 32.144).
Procede otorgar cobertura de la ley por accidente ocurrido cuando
el trabajador había dado comienzo al trayecto hacia su lugar de trabajo.
“Conforme al precepto en referencia [artículo 5° Ley n° 16.744], resulta menester
para estos efectos, obviamente, que se haya iniciado el trayecto entre los dos puntos
a que alude el legislador, y se ha entendido que ello no ocurre cuando el accidente
acaece dentro de la habitación. En la especie, y de acuerdo al mismo croquis o
lámina del lugar donde sucedió el siniestro y que adjunta esa Mutualidad, que-
da claramente en evidencia que éste tuvo lugar no dentro de la habitación de la
víctima, sino a la salida de la misma, precisamente en una escala que da hacia
la calle y prácticamente sobre la acera. De este modo, conforme a los antecedentes
tenidos a la vista, es menester concluir que el accidente que sufrió el trabajador
individualizado sucedió cuando éste había dado comienzo al trayecto hasta su
lugar de trabajo. En consecuencia, y con el mérito de las consideraciones que an-
teceden, esta Superintendencia cumple con manifestar que el siniestro de que se
trata debe calificarse como un accidente de trayecto cubierto por la Ley Nº 16.744,
y, por lo tanto, corresponde que esa Mutualidad otorgue al interesado todas las
prestaciones a que tenga derecho de acuerdo a dicho cuerpo legal; en este sentido,
deberá procederse al reembolso de los gastos médicos a que haya lugar” (Superin-
tendencia de Seguridad Social, 3 octubre 1994, Dictamen ORD. Nº 10.939).
También es Accidente de Trayecto el ocurrido dentro del condominio de
la trabajadora al haber sido colisionada por otro vehículo. Del artículo 5°
de la Ley n° 16.744 se infiere que para que un siniestro pueda ser calificado
como de trayecto, es necesario que haya ocurrido en los límites físicos de di-
cho trayecto, la entrada de la casa habitación y la entrada del sitio de trabajo.
“Consecuentemente este Organismo ha señalado que los accidentes ocurridos en el
antejardín de una casa-habitación, son domésticos o comunes, dado que acaecen
antes de iniciar el trayecto, en un espacio físico que forma parte integrante de la
propiedad que habita el accidentado.
Precisamente, en base a dicho criterio resulta improcedente sostener que los
bienes comunes de un edificio puedan ser susceptibles de habitarse por el propietario,
arrendatario o por quienes detenten el uso o goce de un piso o departamento, máxime
cuando sólo es posible servirse de los bienes comunes siempre que se los emplee según
su destino ordinario y sin perjuicio del uso legítimo de los demás, propósito que no
podría lograrse si fuese posible utilizarlos para fines de habitación, de suyo meramente
particulares o privados y no así comunes. Conforme a ello, en el caso del trabajador que
se accidenta mientras sube por las escaleras del edificio en dirección al departamento
que habita, constituye un accidente de trayecto, puntualizándose que no es posible
concluir que las escalas del edificio en que se encuentra ubicado el departamento de
la víctima sean consideradas como parte de su habitación, como quiera que dichas
instalaciones son bienes comunes pertenecientes a la comunidad de copropietarios.
Al efecto, debe entonces entenderse que la escala de acceso del edificio forma parte
del trayecto que debe realizar el trabajador para ir y regresar hacia y desde su lugar
de trabajo. Conforme a ese criterio, deben considerarse también parte integrante de
ese trayecto, los pasillos y calles interiores de un condominio que posibilitan a sus
habitantes transitar entre sus respectivos departamentos o casa-habitaciones y la vía
pública. En la especie, establecido que el accidente de tránsito sufrido por la traba-
jadora ocurrió luego de salir de su departamento en dirección a su trabajo, en una
calle (rotonda) ubicada al interior del condominio donde aquél se encuentra - según
consta en el croquis que se ha tenido a la vista - menester es concluir que debe ser
calificado como un accidente de trayecto, sujeto como tal a la cobertura de la Ley N°
16.744” (Superintendencia de Seguridad Social, 21 abril 2006, Dictamen ORD.
nº 18975. En similar sentido, Dictamen ORD. nº 1234 del 16 enero 2006; n°
9441, del 27 de febrero de 2006; y n° 9938 del 23 junio 1997).
54 – Editorial Metropolitana
determina que se haya calificado como de origen común y no laboral la lesión que
sufrió a la salida de su casa (antejardín)” (Superintendencia de Seguridad Social,
15 febrero 1994, Dictamen ORD. nº 2055). “De conformidad al inciso segundo
del artículo 5° de la Ley N° 16.744, los accidentes ocurridos en el antejardín de
una casa-habitación, son domésticos o comunes, dado que acaecen antes de iniciar el
trayecto, en un espacio físico que forma parte integrante de la propiedad que habita
el accidentado. Por lo anterior, resulta improcedente sostener que los bienes comunes
de un edificio puedan ser susceptibles de habitarse por el propietario, arrendatario
o por quienes detenten el uso o goce de un piso o departamento, máxime cuando
sólo es posible servirse de los bienes comunes, siempre que se los emplee según su
destino ordinario y sin perjuicio del uso legítimo de los demás, propósito que no
podría lograrse si fuese posible utilizarlos para fines de habitación, de suyo mera-
mente particulares o privados y no así comunes. Conforme a ello, en el caso del
trabajador que se accidenta mientras sube por las escaleras del edificio en dirección
al departamento que habita constituye un accidente de trayecto, puntualizándose
que no es posible concluir que las escalas del edificio en que se encuentra ubicado el
departamento de la víctima sean consideradas como parte de su habitación, como
quiera que dichas instalaciones son bienes comunes pertenecientes a la comunidad
de copropietarios. Por lo tanto debe entenderse que, la escala de acceso de un
edificio forma parte del trayecto que debe realizar el trabajador para ir y
regresar hacia y desde su lugar de trabajo. Asimismo, deben considerarse
también parte integrante del trayecto los pasillos y calles interiores de un
condominio que posibilitan a sus habitantes transitar entre sus respectivos
departamentos o casa habitación y la vía pública” (Superintendencia de
Seguridad Social, 21 abril 2006, Dictamen ORD. nº 18795).
El siniestro acaecido durante el trayecto de regreso en bus de un tra-
bajador en cometido funcionario. En este caso, un funcionario que, después
de finalizar sus actividades de auditoría en la cuidad de Los Ángeles, alrededor
de las 20:00 hrs., se fue al hotel, ya que el bus para regresar a Santiago partía a
las 24:00 hrs.; indica que en tales circunstancias y después de abordar el bus,
éste chocó aproximadamente a las 5:00 hrs. en el Km. 230 de la Ruta 5 Sur.
Según la Mutualidad, el accidente pudo haber sido calificado de trayecto, si
acaso el afectado se hubiese dirigido desde la empresa al terminal de buses,
56 – Editorial Metropolitana
58 – Editorial Metropolitana
f) Trayecto Indirecto
60 – Editorial Metropolitana
62 – Editorial Metropolitana
lo interrumpió y efectuó un recorrido que no era el que debía efectuar para llegar
a su lugar de trabajo, directamente desde su habitación” (Superintendencia de
Seguridad Social, 19 mayo 1994, Dictamen ORD. nº 5504).
El accidente sufrido por un trabajador cuando regresaba a su traba-
jo después de almorzar en el campamento-domicilio, sería de trayecto.
“3.- Sobre el particular, esta Superintendencia reitera lo señalado en otros pro-
nunciamientos, en cuanto a que la calificación de los accidentes del trabajo, debe
realizarse analizando las circunstancias y características de cada caso en particular,
por lo que si bien existen conceptos generales aplicables a la mayoría de los casos,
otros casos por sus características particulares o especiales, pueden llevar a resolver
en forma diferente.Aclarado lo anterior, se debe señalar que el inciso primero del
artículo 5° de la Ley N° 16.744, dispone que […]. Los accidentes ocurridos “a
causa del trabajo” tienen su origen inmediato y directo en el trabajo mismo, en
términos tales que se enmarcan en las labores que desempeña el trabajador en
el lugar y en las horas en que debe ejecutarlas y que, en aquellos acaecidos “con
ocasión del trabajo”, existe una ampliación del vínculo causal, ya que el siniestro
tiene una relación indirecta o mediata con el trabajo realizado, pero en todo caso
indubitable.A su vez, el inciso segundo del mismo artículo 5° dispone que son
también accidentes del trabajo aquellos que ocurren en el trayecto directo, de ida
o de regreso, entre la habitación y el lugar de trabajo. En términos amplios, los
accidentes de trayecto, pueden ser considerados como ocurridos con ocasión del
trabajo, ya que el trabajador está efectuando el traslado entre su casa y el lugar de
trabajo justamente para desempeñar su trabajo, sin embargo, el legislador reguló
en forma separada los accidentes ocurridos en el trayecto, ya que si bien se debe
proteger a los trabajadores cuando se trasladan entre su habitación y el lugar de
trabajo, el empleador no tiene mayor injerencia en los hechos que ocurren duran-
te dicho traslado. Aclarado lo anterior, se debe señalar que el inciso segundo del
artículo 5° de la Ley N° 16.744, dispone que son también accidentes del trabajo
aquellos que ocurren en el trayecto directo, de ida o de regreso, entre la habitación
y el lugar de trabajo, sin exigir que el trayecto se realice al inicio o al término de la
jornada de trabajo. Por ende, también deben entenderse como de trayecto los acci-
dentes que ocurran a los trabajadores cuando se trasladan entre el lugar de trabajo
y la habitación o viceversa, con el objeto preciso de almorzar, debiendo cumplirse
en todo caso todas las otras condiciones que se exigen en este tipo de accidentes,
por ejemplo, la racionalidad del mismo y el que el trayecto no sea interrumpido.
4.- Por lo señalado, esta Superintendencia declara que el siniestro que sufrió el
trabajador, el día 23 de julio de 2003, mientras regresaba a su trabajo en la obra
que se realizaba en Concepción, después de almorzar en el campamento-domicilio,
ubicado en el Km. 12,8 del Camino Concepción-Coronel., lugar donde tenía su
habitación, constituye un accidente de trayecto en los términos del inciso segundo
del artículo 5° de la Ley N° 16.744” (Superintendencia de Seguridad Social, 7
enero 2005, Dictamen ORD. nº 557. En similar sentido, Dictamen ORD.
nº 6769 del 11 marzo 2003).
En más de una ocasión se ha calificado como accidente de trayecto
la lesión avalada por declaración de la propia víctima al no contar con
los medios de prueba necesarios (Superintendencia de Seguridad Social, 29
octubre 1993, Dictamen ORD nº 10.735).
No sería accidente del trayecto, aquél siniestro del trabajador que
regresaba de dejar a otro inquilino en su residencia manejando un tractor
en estado de ebriedad.
“De acuerdo con la investigación realizada por la Dirección del Trabajo, el
accidente se produjo por el volcamiento del tractor que conducía el trabajador en
la localidad de Epumallín - Caramávida, al trasladar de una parcela a otra a
un inquilino que, como él, trabajaba para la persona que individualiza, dueño
de los predios o del tractor que conducía. Por otra parte, el siniestro sufrido por
el accidentado ocurrió mientras conducía un tractor de propiedad del represen-
tante legal de la empresa, sin su autorización, en un día inhábil, a altas horas de
la madrugada, y la causa del accidente, de acuerdo con lo señalado en el parte
Policial Nº 6 de Carabineros de Chile, Tenencia Antihuala, sería la de conducir
el vehículo en manifiesto estado de ebriedad y a una velocidad no razonable ni
prudente.Precisado lo anterior, cabe señalar que, de acuerdo con lo dispuesto en
el artículo 5º de la Ley Nº 16.744, se entiende por accidente del trabajo toda
lesión que una persona sufra a causa o con ocasión de su trabajo y que le produzca
incapacidad o muerte. De esta manera, tal como lo ha sostenido este Organismo
Fiscalizador en reiteradas ocasiones, para calificar a un accidente como del trabajo
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25
“Cuarto: Que, una primera cuestión que ha de precisarse, es que se está en presencia de un recurso de derecho
estricto, lo que hace que en su interposición han de observarse determinadas formalidades legales, encontrándose
limitada la competencia del tribunal que debe conocer de él por la causal o causales efectivamente invocadas,
con la obvia excepción de lo previsto en el inciso final del artículo 479 del Código.[…]
Quinto: Que, de la sola lectura del texto del recurso, se desprende, en el contexto de lo expresado
en el motivo anterior, que éste se refiere a que las infracciones de ley que, en su concepto, influyeron
sustancialmente en lo dispositivo del fallo, son las normas contenidas en los artículos 5º de la ley Nº
16.744, 184 del Código del Trabajo, 1545, 1546 y 1547 del Código Civil y 21 del Decreto Supremo
Nº 40 de 1960, del Ministerio del Trabajo […]
Sexto: Que, en concepto de esta Corte, el razonamiento de la Jueza a quo contenido extensa, fundada
y documentadamente en los considerandos octavo a décimo tercero del fallo recurrido, no infringe de
manera alguna las mencionadas disposiciones reseñadas en el motivo anterior, toda vez que se trata de
materias que quedan entregadas por completo a la apreciación del juez de la causa, por lo que no es
posible sostener que dichas eventuales erróneas o incorrectas interpretaciones de las señaladas normas, de
haber existido, pudieran haber influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo, por lo que éste resulta
acertado desde que la interpretación contenida en el fallo es la adecuada y conduce necesariamente a
que se haya rechazado la demanda en los términos en que, efectivamente, lo fue.
Séptimo: Que, en consecuencia y analizada la causal invocada por el recurrente de nulidad, resulta
correcta y plenamente adecuada la interpretación debidamente razonada que hace la sentenciadora
del contenido de los mencionados artículos que se consideran infringidos, debiendo, en consecuencia,
desestimarse la imputación de infracción de ley, que se denuncia en el recurso.
Octavo: Que, en segundo lugar, la parte demandante dedujo recurso de nulidad en contra de la ya
indicada sentencia por la causal del artículo 478, letra b), del Código del Trabajo, […]
Noveno: Que el recurso de nulidad se fundamenta en que la sentencia no habría respetado las razones
jurídicas y las simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia, en cuya virtud asigna valor o
desestima la prueba rendida, apreciándola conforme a las reglas de la sana crítica, tal como lo exige el
artículo 456 del Código del ramo. Sin embargo, el recurrente luego de reproducir transcribiendo parte
de la prueba testimonial rendida, no señala de modo alguno de qué manera se produce el irrespeto a las
razones jurídicas, lógicas, científicas, técnicas o de experiencia, en cuyo contexto valora la prueba rendida,
como tampoco indica cuáles son las reglas de la sana crítica, que imputa a la sentenciadora. Para estos
efectos, resulta demostrativo el considerando décimo cuarto del fallo, que contrariando lo expresado por
el recurrente, resume adecuadamente la valoración de la prueba rendida, expresando: “Que a mayor
abundamiento, y no obstante haberse calificado el accidente como laboral, pero de trayecto, tal como consta
en la resolución del centro verificador de 11 de mayo de 2009, dependiente de la Mutual de Seguridad,
por reunir las condiciones señaladas en el inciso segundo del artículo 5º de la ley sobre accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales, y sin perjuicio de encontrarse establecido que su ocurrencia produjo
en el demandante una hemianopsia homónima temporal izquierda, por lo que ha debido permanecer en
tratamiento desde la fecha de su acaecimiento, según da cuenta la ficha clínica remitida mediante oficio por
la institución señalada, es lo cierto que dicha calificación resulta relevante para efectos de la determinación
de la procedencia de las prestaciones médicas y económicas contempladas en la ley Nº 16.744, pero no
puede importar hacer responsable al empleador de las indemnizaciones por hecho dañoso y daño moral
que el actor reclama, derivadas de un accidente que, como se estableció, no tuvo su origen en una causa
imputable al empleador, razón por la cual es procedente rechazar la demanda”. […]
Undécimo: Que, en consecuencia, por una parte, la sentencia se extendió conforme al artículo 459,
[…]. Por la otra, aparece dando aplicación a las reglas de la sana crítica, según lo prevenido en
el artículo 456 del código del ramo, ya que ha expuesto las motivaciones simplemente lógicas y de
experiencia, y asimismo las jurídicas, de acuerdo a todas las cuales resuelve la cuestión debatida.
Duo décimo: Que, en estas condiciones, el recurso deberá ser también desestimado por este segundo
capítulo de impugnación, por cuanto no sólo se fundamenta en una estimación equivocada acerca de
los hechos establecidos en el juicio, sino que no logra demostrar la infracción a las reglas de la sana
crítica en que habría incurrido la juez al apreciar y razonar la prueba, la que, por lo demás, debe ser
manifiesta para autorizar el recurso.
Por estas consideraciones […], se declara que SE RECHAZA, con costas, el recurso de nulidad
interpuesto por el abogado don […], en representación del trabajador […], en contra la sentencia
definitiva pronunciada por el Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de esta ciudad, en la causa
66 – Editorial Metropolitana
RUC 1040024244-0, con fecha 17 de agosto de 2010, mediante la cual se rechazó íntegramente la
demanda deducida en juicio ordinario laboral por accidente del trabajo, contra “Empresa de Montajes
Industriales Salfa S.A.” y, solidariamente, contra “Corporación Nacional del Cobre de Chile”, la que,
en consecuencia, no es nula.
Pronunciada por la Segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, presidida por el Ministro
señor Mario Rojas González, e integrada por la Ministro señora María Rosa Kittsteiner Gentile y
por el abogado integrante señor Rodrigo Asenjo Zegers.
26
Ante el 1er Juzgado del Trabajo de Valparaíso (Rol n°1728-2002), un Oficial de la Marina Mercante,
inválido, interpuso demanda laboral de indemnización de perjuicio por responsabilidad contractual
por accidente del trabajo en contra de unas compañías navieras y que constituyen la entidad
empleadora. Aduce que estando embarcado en la Motonave Limarí, en el Puerto de Cartagena,
Colombia, el día 14 de enero de 2001 no obstante ser su día de descanso, fue enviado a trabajar
y siendo aproximadamente las 8 horas sufrió un accidente laboral consistente en que un número
no inferior a 8 planchas de acero de alrededor de 500 kilos cayeron sobre él y otro trabajador,
de apellido Cortez. Debido a la gravedad de las lesiones de ambos fueron trasladados a tierra,
primero a una clínica y por falta de acceso a los instrumentos necesarios fueron trasladados hasta
el Hospital de Cartagena, Colombia. Añade que recibió atención y curación bastante elemental,
se le ordenó reposo por un período de cinco días, recetándosele desinflamatorios, remedios para el
dolor y prevención de infecciones, siendo posteriormente trasladados a la nave, a la que debió subir
por sus propios medios. Estando ambos a bordo de la nave, en Kingston, Jamaica, se les derivó
a tierra para chequeo médico y sólo ahí se embarcó un paramédico porque era el lugar donde a
éste le correspondía embarcarse, es decir, no fue embarcado para atender o tratar a los heridos.
Posteriormente la nave zarpó con destino a New Orleans, travesía que le fue muy difícil porque
se acabaron sus medicamentos, siendo reemplazados por otros, para finalmente terminarse todos.
Agrega que luego de 10 días del accidente, cuando llegaron a New Orleans, fueron trasladados a
un hospital donde, atendida la gravedad de las lesiones se dispone que ambos accidentados sean
desembarcados. Por ello debieron pernoctar en dicha ciudad, al día siguiente viajar en avión a
Miami, para trasladarlos desde allí a Santiago de Chile donde fueron atendidos de urgencia en el
I.S.T. de Viña del Mar, siendo posteriormente trasladados al I.S.T. de Talcahuano en donde fue
inmediatamente hospitalizado. Producto de radiografías y exámenes se concluye que sufrió de
atrición de sus extremidades, heridas ambas piernas con infección lado izquierdo y hermartrósis
post traumática rodilla derecha. Finalmente, atendida la gravedad de sus lesiones y secuelas fue
sometido a artroscopía, a una menisectomía (extirpación de los meniscos) y a una condroplastía
(transplante de cartílago), siendo hasta la fecha objeto de licencias médicas producto de las lesiones.
Afirma que el accidente sufrido por él, era perfectamente evitable si se hubieren adoptado las
medidas de seguridad correspondientes, por alguna de las demandadas. Añade que habiéndose
causado el grave accidente laboral que le afectó y que le ha producido una severa invalidez, las
demandadas son responsables de su propio incumplimiento, toda vez que no implementaron
un sistema de trabajo seguro para las faenas en las que se accidentó; han faltado a la obligación
de efectuar una prolija supervisión y mantención a todos los elementos, personas y número de
éstas utilizados en faenas como la que se desarrollaba al momento del accidente; han faltado
a la obligación de cuidado que debían observar; han cometido falta al deber de vigilancia que
debía ejercer en forma constante y agrega que aún hasta la fecha las demandadas no han dado
cumplimiento al convenio colectivo suscrito entre la Federación de Tripulantes de Chile y la
Compañía Southern Shipmanagement Co. S.A. Panamá, conforme al cual por su cláusula 21
procede se le otorgue la máxima indemnización pactada.
Por lo que en definitiva demanda el pago de $ 3.000.000 por concepto de daño emergente; $
135.750.000 por concepto de lucro cesante; $ 5.000.000 por concepto de daño corporal o físico;
$ 5.000.000 por concepto de pretium doloris; $ 5.000.000 por concepto de daño estético; $
60.000.000 por concepto de daño moral propiamente tal. Además 60.000 dólares norteamericanos
por incumplimiento convencional de acuerdo a la cláusula 21 del convenio colectivo suscrito
entre la Federación de Tripulantes de Chile y la Compañía Southern Shipmanagement Co. S.A.
Panamá. Todas estas sumas deberán pagarse con los debidos reajustes, intereses devengados desde
la fecha del accidente y las que se devenguen hasta la fecha de su pago efectivo.
La demandada Southern Shipmanagement (Chile) Ltda. contestando solicitó el rechazo de la misma
en todas sus partes, con expresa condenación en costas. Señala que en primer lugar, la demanda
debe ser rechazada por falta de legitimación pasiva por cuanto el actor hace muchos años prestó
servicios, en diversas ocasiones para la demandada en calidad de tripulante, y la última vez que el
Sr. Riquelme se embarcó por cuenta de la demandada fue el día 16 de agosto de 1998 en virtud
de un contrato de embarco suscrito el día 15 de agosto de 1998; el cual terminó el 24 de marzo
68 – Editorial Metropolitana
de 1999 con el finiquito correspondiente, fechado el 1 de abril de 1999, y que desde esta última
fecha el actor jamás ha tenido alguna otra relación laboral de ninguna especie. En efecto, después
de finalizada esta relación laboral, el actor suscribió contrato de trabajo con otra empresa, Winner
Capital Corp. En cumplimiento de este contrato sufrió el accidente el 14 de enero de 2001. En
estos contratos se pactan condiciones laborales, entre las cuales se estipula el descuento de ciertas
partidas para los fines que señala el trabajador, a saber, los pagos de sus cotizaciones en A.F.P.
Summa como trabajador independiente, descuentos de salud a favor de Fonasa y contribución a
Fetrich y al Sindicato de Tripulantes de Lota. De esta manera, con estas cotizaciones efectuadas por
el actor se demuestra que no hubo contrato de trabajo con las demandadas. Por esto último alega
la excepción de incompetencia del tribunal por cuanto se pretende hacer efectiva una supuesta
responsabilidad civil en contra de una empresa que no es la empleadora del actor y tampoco su
responsabilidad emana de un accidente del trabajo.
De otro lado, afirma que es falso que exista una entidad empleadora porque las empresas
demandadas son diferentes las unas de las otras, siendo las otras dos extranjeras y no se han
constituido de conformidad a las leyes laborales. También solicita el rechazo de la demanda por la
inexistencia de los hechos, por cuanto ninguna de las empresas demandadas, ni individualmente,
ni en forma “colectiva contrató al Sr. Riquelme, por lo que niega todos y cada uno de los hechos
expuestos para tratar de construir una supuesta responsabilidad civil por alguna de las demandadas”.
Alega además, la inexistencia de la relación causal entre los hechos declarados y los daños
supuestamente sufridos, ya que éstos obedecen a una enfermedad preexistente consistente en una
artrosis de su rodilla derecha, como consta de los informes médicos del I.S.T. En consecuencia
solicita el rechazo de la demanda por inexistencia de los daños reclamados, porque ellos no
tienen que ver con el accidente sufrido. Sin perjuicio de lo cual, rechaza las abultadísimas sumas
demandadas por indemnizaciones, sobre todo si se considera que el daño emergente se refiere a
los gastos o desembolsos hechos por la víctima para su tratamiento médico y en la especie éstos
fueron cubiertos por los organismos públicos correspondientes que proporcionan las prestaciones
médicas, y lo que el actor pague por enfermedad preexistente no corresponde indemnizarlo.
La parte resolutiva del fallo de primera instancia decidió: “Vigésimo primero: Que, en relación
con el accidente sufrido por el actor corresponde a la demandada probar que se tomaron las medidas
de seguridad tendientes a proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores, conforme con el art.
184 del Código del Trabajo. Sin embargo en este juicio la demandada no probó estas circunstancias y
por ello no cabe sino concluir que es responsable de los daños sufridos por el actor a causa del referido
accidente.
Vigésimo segundo: Que, en lo que atañe a los daños sufridos los testigos del demandante han sostenido
que desde el accidente éste sufre de problemas en la articulación de la rodilla derecha, no puede caminar
bien por lo que requiere apoyo de bastón, ya no juega fútbol como solía, no puede trabajar normalmente
y ello lo ha transformado en una persona retraída, cabizbajo y nunca podrá ser oficial motorista o de
máquinas como soñaba. Se acompañan también los antecedentes
Con todo, cabe hacer presente a esa Mutualidad que la respuesta contenida en
este Oficio es de carácter general, razón por la cual para atender adecuadamente
planteamientos efectuados por su Empresa Adherente, corresponderá que en su
oportunidad se analice la situación concreta que al respecto pudiera suscitarse” (Su-
médicos del actor, en los que se informa sobre las lesiones sufridas en el accidente y se explica también que
existe una artrosis de rodilla antigua preexistente al accidente de enero de 2001. Se agrega que visto en
reunión clínica por equipo médico del I.S.T. de Talcahuano se concluyó que el paciente presentaba una
osteocondritis post traumática del surco rotuliano y una ruptura del remanente meniscal medial, lesiones
secundarias al accidente y adecuadamente reparadas por vía artroscópica y con completo tratamiento de
rehabilitación efectuado. Además sufre de una artrosis importante de la rodilla, con mayor compromiso
del compartimento medial, que no guarda relación con el accidente actual y que aparece como la lesión
responsable de la limitación prolongada que ha presentado el paciente. El paciente es dado de alta desde
el punto de vista de la lesión sufrida en el accidente; debiendo continuar con tratamientos futuros en
relación con la artrosis, la cual no deriva del accidente.
Vigésimo tercero: En consecuencia, el actor ha superado las dolencias derivadas del accidente, ha sido
dado de alta y no requerirá tratamientos futuros por ellas. Lo cual no significa desconocer que hubo dolor
y daño que le resta capacidad de trabajo a causa del accidente, el cual pudo ser evitado con las medidas
de seguridad que no se tomaron por las demandadas, las que en su calidad de empleador responden de
la culpa levísima y considerando que los montos demandados resultan excesivos, este Tribunal estima
equitativo acoger la demanda sólo en cuanto se ordenará pagar indemnización por una suma única y
total ascendente a $ 8.000.000.
Vigésimo cuarto: Finalmente el actor demanda el pago de 60.000 dólares norteamericanos por
incumplimiento de la cláusula 21 del convenio colectivo T.C.C. de tripulantes, según la cual el
tripulante que resulte lesionado como resultado de un accidente, mientras se encuentra al servicio de
la Compañía... ‘tendrá derecho además del subsidio por enfermedad a una compensación de acuerdo
con las disposiciones de este convenio’. Esta misma cláusula alude a grados de invalidez y a pérdida de
la profesión y conforme a esos elementos de juicio establece el monto de la indemnización. El actor ha
solicitado, la suma de US$ 60.000 que corresponde a la pérdida de la profesión relativa a tripulante de
rango inferior y que se entiende que ha perdido la profesión porque la lesión le ha dejado en condiciones
físicas que le impiden volver a trabajar en el mar.
Vigésimo quinto: Que, de acuerdo con el convenio colectivo aludido al actor le corresponde,
efectivamente, compensación por el accidente sufrido en el trabajo mientras servía a la compañía. Sin
embargo no ha quedado probado en el juicio que exista impedimento para volver a trabajar en el mar
a consecuencia de sus lesiones ni tampoco el grado de invalidez que éstas le habrían provocado. Por ello
se mandará pagar, esta compensación en el monto que corresponda a la invalidez que se pruebe en la
ejecución del fallo.
Y visto además lo dispuesto […] se declara: I. Que, se niega lugar a la excepción de incompetencia
del Tribunal opuesta por la demandada. II. Que, se desestiman las objeciones de documentos
formuladas a fs. 121 por la demandada y, que se tuvo por no presentado el documento observado
a fs. 165. III. Que, se rechaza la tacha interpuesta por la demandante respecto del testigo de la
contraria don […].IV. Que, se hace lugar a la demanda, con costas, debiendo la demandada pagar al
70 – Editorial Metropolitana
actor, la suma única y total de $ 8.000.000 por indemnización de perjuicios sufridos en accidente
del trabajo, con más los reajustes e intereses legales. Deberá también pagar la compensación que le
corresponda de acuerdo con el art. 21 del convenio colectivo T.C.C. uniforme para tripulantes y que se
determinará en el cumplimiento de la sentencia”.
De la Sentencia de Apelación nos quedamos con los motivos: “8º) Que, habida consideración a
la forma en que fue contratado el actor para desempeñarse como tripulante en una nave mercante en
faenas que se realizaron en el extranjero (lugar en donde tuvo lugar el accidente cuya indemnización
demanda), la multiplicidad de personas jurídicas que han intervenido en la relación laboral de que
se trata, cobra especial relevancia el principio de la primacía de la realidad que ampara en el presente
caso al trabajador para los efectos de establecer dicha relación laboral y que ha sido cuestionada por la
parte demandada, pues una consideración contraria a esa conclusión implicaría para el actor una carga
procesal que no está en condiciones de solventar (en el presente caso, tener que demandar en Panamá o en
Liberia), de forma tal que los elementos de convicción pormenorizados en el considerando decimonoveno
del fallo en alzada, son suficientes, a juicio de esta Corte, para estimar que estamos en presencia, en el
caso de los demandados, de una entidad económica, concepto que si bien no aparece en el artículo 3º del
Código del Trabajo, se encuentra incorporado en el artículo 25 de la ley Nº 16.744, sobre seguro social
contra riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, bajo la denominación de “entidad
empleadora”, y que se refiere a toda empresa, institución, servicio o persona que proporcione trabajo.
En este proceso ha quedado demostrado en forma indubitada que el actor prestó servicios para una
entidad económica o empleadora, correspondiente a los demandados de autos, quienes son responsables
consiguientemente de los perjuicios que en esa relación laboral se produjeron.
9º) Que, la conclusión anterior ha sido recogida por la doctrina laboral, y es así que Irene Rojas Miño,
en su artículo “El Peculiar Concepto de Empresa para Efectos Jurídico Laborales: Implicancia para la
Negociación Colectiva (ius et Praxis, año 7 Nº 2: 409 422, 2001), señala al respecto: “Por consiguiente,
una interpretación conforme a derecho no puede desconocer esta realidad: la existencia de una entidad
económica que es la empresa, prevalece para efectos de su definición, independientemente de las personas
jurídicas que se planteen. Tarea ardua, pero de común ocurrencia en el Derecho del Trabajo, en cuanto
por aplicación del principio de la supremacía de la realidad, en caso de disconformidad entre la forma
presentada y lo que acontece en la realidad debe estarse a esta última. Lo contrario significaría seguir
manteniendo una falsedad y, además atomizando el poder laboral.
10º) Que, también el concepto del principio de la realidad ha sido recogido por la jurisprudencia de la
Excma. Corte Suprema, pidiendo señalarse al efecto la sentencia de ese Tribunal de 30 de marzo de 2004
en los autos rol Nº 1.991 03, […] (Lexis Nexis Chile Nº 29981), en donde se señala “que los Jueces del
Fondo concluyeron, sobre la base de los hechos ya descritos y por aplicación del principio de la realidad ,
que una determinada sociedad “constituye un subterfugio para alterar su individualización y así eludir
el cumplimiento de las obligaciones laborales y previsionales, de manera que, conforme a lo dispuesto en
el artículo 478, inciso cuarto, del Código del Trabajo, obligaron a todos los empleadores al pago de todas
las prestaciones laborales que correspondían a la demandante.
11º) Que, con respecto a la circunstancia de que el actor haya sufrido el accidente laboral por el cual
demanda el pago de diversas indemnizaciones, tal hecho se encuentra ampliamente acreditado con
el mérito de los antecedentes documentales que se refieren a las lesiones que precisamente a causa del
accidente laboral ocurrido en la ciudad de Cartagena, Colombia, sufrió el demandante y especialmente
las licencias médicas que a estos efectos se acompañaron.
12º) Que, en relación con la indemnización demandada por el actor y contenida en la cláusula 21 del
Convenio suscrito entre la Federación de Tripulantes de Chile y la Compañía Southern Shipmanagement
Co. S.A., de Panamá, en el proceso constan dos ejemplares. El primero, acompañado por el actor en su
escrito de fojas 117, […]. El segundo, acompañado por oficio emanado a fojas 230 por la Federación de
Tripulantes de Chile y suscrito por su presidente al año 2003 don Mario Mateluna V., […]. En base a este
segundo documento y especialmente en lo que dice relación con el anexo Nº 1, conteniendo el listado de
naves a las que se aplica el convenio (fojas 205), no aparece la nave en la que se desempeñó el demandante
al momento de sufrir el accidente laboral y en cuanto a su vigencia, el convenio se aplica a contar del
primero de enero de 2003, de acuerdo a la cláusula 35 y que se lee a fojas 204. Que, en mérito de estas
consideraciones, corresponde rechazar el pago de la indemnización contenida en el referido convenio en la
cláusula 21.
13º) Que, con respecto a las indemnizaciones que se demandan por concepto de daño emergente,
ascendente a la suma de $ 3.000.000 y lucro cesante por la cantidad de $ 135.750.000, ellos no se
encuentran acreditados en el proceso, por lo cual cabe rechazarlos.
14º) Que, en cuanto al daño moral, el actor ha desglosado este concepto en los siguientes rubros: $ 5.000.000
por daño corporal, el que denomina también daño físico, $ 5.000.000 como pretium doloris, $ 5.000.000
por daño estético y $ 60.000.000 por concepto de daño moral propiamente tal.
15º) Que, a este respecto, si bien es posible teóricamente hacer la distinción que se plantea en la
demanda, no resulta ajustado a la materia de que se trata, en un juicio de carácter laboral, establecer
dicha diferenciación, por lo que al igual que la sentencia de primer grado, resulta más propio englobar
todo el daño moral en un solo concepto, y habida consideración del perjuicio sufrido por el actor, ya
acreditado con las pruebas que rolan en autos y todo ello sin perjuicio de la patología preexistente que
padecía el actor, lo cual permite concluir que no todos los efectos de sus dolencias cabe atribuírselos
exclusivamente al accidente, corresponde fijar esta indemnización de manera prudencial, tomando en
consideración los aspectos ya mencionados, otorgándose en definitiva por concepto de indemnización
por daño moral a favor del actor la suma única y total de $ 20.000.000.
16º) Que, en cuanto a los documentos que se han acompañado en esta instancia […], en nada
alteran lo ya resuelto precedentemente. Por estas consideraciones y vistos, además, lo dispuesto en los
artículos 463 y siguientes del Código del Trabajo y 768 y siguientes del Código de Procedimiento
Civil, se declara: Que, no se hace lugar al recurso de casación en la forma deducido en lo principal
del escrito de fojas 362. Que, se revoca la sentencia apelada de once de abril de dos mil cinco,
escrita desde fojas 327 a 349, en la parte que ordenó pagar la compensación referida al convenio
72 – Editorial Metropolitana
que sea calificado como tal. “Los accidentes ocurridos fuera del horario de trabajo
a funcionarios del Ministerio de Obras Públicas que se encuentran en comisión de
servicio que por causa de sus labores deben pernoctar en campamentos dispuestos por
la respectiva entidad, siempre que exista relación directa o mediata entre la lesión y
el hecho de tener que alojar en el campamento y con las condiciones propias de éste,
deberá calificarse como de servicio, aunque se haya producido fuera de la jornada
de funciones, quedando protegido por la Ley Nº 16.744. Si el siniestro no tiene
relación con dichos aspectos, no podrá estimarse como del trabajo” (Contraloría
General de la República, 1 octubre 2008, Dictamen nº 45742).
1) Generalidades
Humeres dice que se exceptúan como Accidentes del Trabajo aquellos
debidos a fuerza mayor extraña que no tenga relación alguna con el trabajo y
aquellos infortunios producidos intencionalmente por la viíctima, “con la sola
excepción de que se pueden otorgar los beneficios en caso de fuerza mayor en
razón de la necesidad de residir ésta o desempeñar sus labores en el lugar del
colectivo T.C.C. uniforme para tripulantes y se declara en cambio que no se dará lugar al referido
estipendio y se la confirma en lo demás apelado, con declaración de que la indemnización por daño
moral en favor del demandante se eleva a la suma de $ 20.000.000”.
Pronunciada por los Ministros Titulares de la Iltma. Corte señoras Gabriela Corti Ortiz, Mónica
González Alcaide y Abogado Integrante señor Jaime Arancibia Pinto.
La Corte Suprema con fecha 4 de septiembre de 2006, (Rol:3485-2006), declaró inadmisibles los
recursos de casación en la forma y fondo. Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema
integrada por los Ministros señores Marcos Libedinsky T. y Urbano Marín V. y la Fiscal Judicial
señora Mónica Maldonado C. y los Abogados Integrantes señores Oscar Herrera V. y Ricardo
Peralta V.
74 – Editorial Metropolitana
mina el accidente, sino que además haya querido producir las consecuencias
precisas que de él derivan.
Se admite, sin embargo, por extensión, que basta que el trabajador haya
querido lesionar a un tercero -lesionándolo a él el acto que ejecuta- para eximir
al empleador de responsabilidad por el accidente [considerándolo el autor
como un accidente intencional de la víctima].
La Ley nº 16.744 establece solamente sanción de multa para el trabajador
que provoca accidentes por negligencia inexcusable, aún en el caso que él mismo
sea su víctima. Asimismo, señala que los reglamentos internos de seguridad
e higiene en el trabajo, deberían consultar la aplicación de multas a los tra-
bajadores que no utilicen los elementos de protección personal que les hayan
proporcionado o que no cumplan las normas o instrucciones impartidas”27.
27
Ob. Cit., págs. 171 y 172.
28
Ob. Cit., pág. 63.
El caso “el Alfalfal”, se trató del aluvión de barro, piedras y agua nieve, que
se desplazó a una velocidad de 30 a 40 Km./H., por el cauce del río, con una
altura de unos 20 metros y que sepultó a una gran cantidad de trabajadores,
produciendo la muerte de 35 personas y el desaparecimiento de otras 10 (casi
todas las víctimas eran contratistas o subcontratistas de la empresa Chilegener
S.A. que construían la central hidroeléctrica “El Alfalfal”). Ocurrido en el mes
de noviembre de 1987 en la localidad del mismo nombre, ubicada en la zona
Cajón del Maipo de Santiago, Región Metropolitana.
La primera cuestión que se suscitó en la tragedia fue la calificación de la
Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción que calificó
como un caso de “fuerza mayor o hecho fortuito” sin relación alguna al trabajo,
dado que se trataba de un hecho de la naturaleza, producto de la fatalidad, to-
talmente imprevisible e irresistible, conforme al artículo 5º de la Ley nº16.744.
Calificación ratificada por la Superintendencia de Seguridad Social.
Ante la demanda de los familiares, quienes no aceptaron el Dictamen
señalado, pretendieron la declaración judicial de que se trataba de un Acci-
dente del Trabajo. Por sentencia del 7 de marzo del año 1988, el 4º Juzgado
del Trabajo de Santiago (Rol nº 8744) resolvió la demanda interpuesta por
los familiares de las víctimas, la cual, fue confirmada por la Corte de Apela-
ciones de Santiago, en contra del cual se dedujo un Recuso de Queja que fue
desestimado por la Corte Suprema.
El Juez de primera instancia concluyó que: “hubo imprevisión así como
negligencia inexcusable de parte de la empresa en cuanto a garantizar las con-
diciones mínimas de seguridad en el lugar del trabajo para el desempeño de las
labores para las cuales fueron contratadas las víctimas del siniestro que se trata,
por lo que no es lícito argüir que es la consecuencia de un hecho de la naturaleza
común producido por elementos climáticos y geológicos no habituales en la zona,
desde que si se hubiesen adoptado las recomendaciones formuladas por el Cuerpo
de Socorro Andino por lo menos se habrían prevenido, evitándose o limitándose
los efectos en lo relativo a los recursos humanos”.
76 – Editorial Metropolitana
Por su parte, Lucía Verdugo Ernst29, destaca que el fallo también hizo
presente que el fallecimiento de las víctimas se produjo en el cumplimiento de
sus labores, en el lugar, recinto a faena donde prestaban sus servicios y durante
la jornada de trabajo. E indica que, el fallo analizó el concepto de Accidente
del Trabajo dado por inciso primero del artículo 5º de la Ley 16.744, en
cuanto a si los hechos acaecieron “con ocasión” del trabajo, como también las
excepciones del inciso cuarto del mismo artículo impetradas, como fueron
“fuerza mayor extraña que no tiene relación alguna con el trabajo”. Y concluye,
en consecuencia, “que para que exima de responsabilidad se requiere ‘que el
imprevisto o la imposibilidad sea absoluta, definitiva y general, constituyendo
un impedimento o inconveniente insuperable, invencible e irresistible’.
Manifiesta que si bien los aluviones son fenómenos impredecibles, se debió
preveer en las faenas que las riberas cercanas a los ríos, las zonas cordilleranas y las
partes altas, en general, son de mayor peligrosidad y riesgo, y establecer las obras
en otros sectores exentos de los referidos riesgos. En la especie, no hubo fuerza ma-
yor extraña propiamente y no se configura la excepción contemplada en el inciso
cuarto del artículo 5º de la Ley 16.744 por no constituir un hecho imprevisible,
ni irresistible, razón por la cual se acoge la demanda” –cursivas nuestras-, resalta
la autora30.
En cuanto a lo medular del tema que nos detiene, el fallo dijo que: “19º.
Que, bien puede decirse al tenor de estos párrafos de la norma [del artículo 5º
inciso primero de la Ley 16.744] que no es accidente del trabajo el ocurrido por
‘fuerza mayor extraña’.
20º. Que, la ‘fuerza mayor extraña’ a la luz del art. 45 del Código Civil es ‘el
imprevisto a que no es posible resistir’ con el agregado de que no guarde conexión
alguna con el trabajo, que obsta a calificar a un determinado siniestro como laboral;
21º. Que en lo referente al caso fortuito o fuerza mayor, al emplearse la
conjunción ‘o’ se equiparan, siendo sinónimos dichos términos, no obastante, los
29
“Accidente de trabajo ocurrido en la localidad de ‘El Alfalfal’”, publicado en Revista Laboral
Chilena del mes de agosto de 1992, nº 7, pág. 73 y ss.
30
Ibid.
31
Esta decisión fue confirmada por la Corte de Apelaciones de Santiago, el 16 de mayo de 1990, en
sentencia dictada por los Ministros Marta Ossa R, Sergio Guzmán R., Jorge Rodríguez A., Rol
nº 447-1990.
Publicada en Revista Laboral Chilena del mes de agosto de 1992, nº7, pág. 53 y ss.
78 – Editorial Metropolitana
32
Según la autora, se destacan entre la prueba rendida: “a) el Informe del Departamento de
Climatología de la Dirección de Aeronáutica Civil, no objetado, con el que quedó acreditado que
el comportamiento térmico durante noviembre de 1987 fue sobre lo normal, debido a la acción de
un amplio predominio de altas presiones en toda la zona, principalmente, en los últimos días del
mes. Y que el día 15 de noviembre hubo una temperatura de 33º C que produjo un calentamiento
en los niveles bajos de la atmósfera, ya que, la temperatura promedio mensual fue de 18.9º C, por
sobre los 16, 7º C normales.
También destaca los Informes acompañados a Oficio del Cuerpo de Socorro Andino, a los cuales
el Juez atribuyó la eficacia probatoria por emanar de organismos técnicos especializados, y que
señalaron que, “conforme a la historia de los ríos de la zona de la cuenca del Maipo, es necesario
construir largos puentes” y “campamentos de trabajo alejados de los flujos de agua”. Además que
la llegada de aguaceros y deshielos corresponde a la real envergadura de los ríos y, por lo tanto, la
necesidad de adoptar fuertes medidas de seguridad. También señalan que el Cuerpo de Socorro
Andino, dentro de sus recomendaciones de prevención de riesgos, ha insistido acerca de la correcta
ubicación de los campamentos mineros o de la construcción en la montaña, esto en relación con
Igualmente, resalta la importancia del fallo pues, debe ser tomada en con-
sideración por los organismos administradores de la Ley 16.744 y empresas
que realizan obras expuestas a la ocurrencia de fenómenos naturales, “ya que
los siniestros laborales producidos a consecuencia de éstos no estarían excep-
tuados de ser considerados accidentes del trabajo, en cuanto se pueda estimar
que sus consecuencias, de ocurrir, pudieran proveerse adoptando las medidas
de prevención adecuadas […].
El carácter técnico y especializado de la prevención de riesgos, pone de
manifiesto el papel que deben asumir los organismos administradores del Se-
guro Social de la Ley de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales
en la materia”33.
Otro autor que ha tratado el accidente ha sido Diego Corvera Vergara, y
su trabajo34 ha destacado puntos tales como: “El alcance del deber de previsión
y protección del empleador, en relación a fenómenos de la naturaleza”, toda
vez que, se trata del tema de fondo del trágico caso, y resulta tener justamente
80 – Editorial Metropolitana
como límite “la fuerza mayor o caso fortuito”, cobrando así la mayor relevan-
cia, porque se trató de un accidente provocado por la fuerza de la naturaleza.
Destacando que, “las sentencias, tanto de primera como de segunda
instancia, consideran que el accidente fue o debió ser previsto y evitado, si
se hubieren observado medidas de seguridad, algunas de ellas elementales”35.
En conclusión, dice el autor, el accidente sí se pudo prever, no constitu-
yendo así un caso fortuito36.
Por su parte, la jurisprudencia ha entendido que, debe calificarse de
accidente por Fuerza Mayor extraña al trabajo si fue producido por una
tormenta de características tropicales. Ante la Superintendencia de Seguridad
Social, se reclamó en contra de una Mutualidad que estimó que el accidente
producido por el golpe por alcance de una lata de zinc que cayó a consecuen-
cia de un fuerte viento de características de tormenta tropical, no quedaba
cubierto por la Ley 16.744.
35
“Así, el ‘Anteproyecto de Seguridad del Trabajo en la Alta Montaña’, documento preparado por
la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción con la asesoría del Cuerpo de
Socorro Andino, señala que los aluviones o deslizamientos de lodo, roca y nieve impulsadas por
un torrente de agua, son hechos frecuentes en la montaña y por consiguiente, previsibles.
Por otra parte, en opinión de geólogos expertos, publicadas antes del accidente, ‘se puede saber
el cómo y aproximadamente el dónde, pero no el cuándo...’por eso, recomiendan la necesidad de
vigilancia del caudal de los ríos así como lo deshielos y las temperaturas, entre otras medidas.
Y de los hechos establecidos por la investigación del Juez, eran circunstancias conocidas y
absolutamente predecibles: la anormal acumulación de nieve en la alta montaña en el invierno
de ese año; las altas temperaturas de esa primavera, y especialmente los días anteriores al aluvión;
la advertencia de los deshielos que se hizo por los medios de prensa; el considerable aumento del
caudal de los ríos; la calidad de los suelos que favorecía el escurrimiento; la pendiente geológica
del lugar; y demás consideraciones técnicas. Ibíd., pág. 61”.
36
“Por lo mismo, debieron tomarse determinadas medidas mínimas de resguardo para evitar su
consecuencias. La catástrofe, era un riesgo latente que las empresas si bien no pudieron impedir,
si pudieron prever para evitar las consecuencias en vidas humanas que tuvo como resultado la
imprevisión”. Así, debieron haberse puesto en ejecución medidas como: sistemas de vigilancia y
alerta; control y evaluación de las condiciones de peligro, que habían sido informadas públicamente;
la información previa y señalización de las vías o rutas de evacuación en caso de peligro; la instalación
de los campamentos en lugares más altos y no prácticamente en el lecho del río, entre otras. Ibíd.
82 – Editorial Metropolitana
37
Pronunciada por la Décima Sala, integrada por el Ministro señor Omar Astudillo Contreras, la
Ministra señora Adelita Ravanales Arriagada y el Abogado Integrante señor Jorge Lagos Gatica.
Fuente: www.legalpublishing.cl, ID nº 37952.
38
Corte Suprema, 20 febrero 2003, Rol nº 5162-2002.
84 – Editorial Metropolitana
daño moral solicitada por la cónyuge e hijos del occiso, que el tribunal fija en diez
millones de pesos para cada actor […]
Que se haya sobreseído al empleador demandado en el sumario sanitario,
que persigue la aplicación de una multa para los casos señalados en la ley, no es
suficiente para eximirlo de responsabilidad en el accidente, por cuanto, en primer
lugar, lo opinado por el SEREMI de Salud no obliga a los tribunales de justicia y,
en segundo lugar, la causa del sobreseimiento fue que no se determinó cabalmente
responsabilidad en la empresa del accidente laboral fatal acaecido, no porque no
tuviera responsabilidad o porque hubiera dado cumplimiento a la obligación de
seguridad que sobre ella pesaba” (Corte de Concepción, 30 noviembre 2010,
Apelación Llanca Gajardo y otros con Alejandra Uribe Cuevas”, Rol nº 676-
2010)39.
39
Fuente: www.legalpublishing.cl, ID nº 46967.
40
Ob. Cit., pág. 171.
41
“La exterioridad constituye una exigencia del caso fortuito que si bien no se establece expresamente
en el artículo 45 del Código Civil, ha sido reconocida tradicionalmente por nuestra doctrina y
admitida también por los tribunales, aunque concebida mayormente en términos subjetivos, al
entenderse como la ocurrencia del hecho que afecta el cumplimiento con independencia de la
voluntad del deudor, relacionada por lo tanto con la noción de culpa.
Sin embargo, hay que recordar que todo contrato, además de generar derechos y obligaciones, tiene
por función distribuir entre las partes una serie de riesgos, entre ellos, el de que una contingencia
afecte el fiel y oportuno cumplimiento de las partes. El contrato fija una esfera de riesgos de
incumplimiento que son de cargo del deudor, y por los que éste no puede, consecuentemente,
alegar exoneración. Aquí aparece el significado de la exterioridad del caso fortuito: es ajeno o
externo el hecho que no queda comprendido en la esfera de riesgos que el deudor ha asumido al
celebrar el contrato.
La determinación de ese ámbito de riesgos que es de cargo del deudor, y que, consecuente
mente, no pueden ser calificados como externos, requiere de una interpretación integradora de
la convención, fundada en la buena fe, y que incorpore necesariamente el riesgo típico de todo
deudor: aquel intrínseco o inherente a la actividad de cumplimiento que compromete en razón
del contrato celebrado, y que comprende los recursos materiales e inmateriales (maquinarias,
vehículos, instalaciones, etc.), así como personales (auxiliares, subcontratistas, proveedores) que
empleará o deberá emplear en la ejecución de su obligación, considerando la naturaleza de la
relación contractual y de la prestación, circunstancias que deben ser conocidas por el deudor desde
el momento en que contrata. Este riesgo típico constituye el contenido mínimo del ámbito de
riesgos que el contrato pone de su cargo. Este planteamiento no es ajeno a nuestro Código Civil,
por cuanto hay normas que parecen apoyarse en la idea de la existencia de un ámbito de riesgos
a cargo del deudor.
El caso fortuito se construye así fuera del ámbito de riesgos asumidos por el deudor al contratar.
Una vez establecido que un hecho es externo o ajeno al deudor en los términos expresados, deberá
examinarse si se cumplen también los requisitos de imprevisibilidad e irresistibilidad necesarios
para la configuración de un caso fortuito.
Tratándose de estas dos últimas exigencias del caso fortuito, lo primero que debe destacarse es
que tienen como elemento común la diligencia impuesta al deudor en el cumplimiento, que en
nuestro derecho se desprende de lo previsto en los artículos 44 y 1547 del Código Civil. La función
de la diligencia que interesa a estos efectos es la denominada promotora del cumplimiento, que
interviene desde la celebración del contrato y a lo largo de toda su ejecución, con el fin de impulsar
y favorecer el cumplimiento y que, precisamente, impone al deudor desplegar una conducta de
previsión y resistencia a los acontecimientos que –originados fuera de su ámbito de riesgos– puedan
afectar la ejecución de su prestación.
Teniendo en cuenta lo señalado, se puede afirmar que la calificación de la imprevisibilidad del
hecho depende, en definitiva, del cálculo que todo deudor debe hacer sobre las probabilidades de
que su cumplimiento se vea afectado por un evento ajeno a los riesgos que asume en virtud del
contrato. Dicho cálculo viene impuesto al deudor por la diligencia y debe desplegarse conforme a
ella al momento de celebrar el contrato, considerando las circunstancias concomitantes al mismo,
el contexto de su celebración, así como las condiciones de ejecución.
De esta forma, el hecho que afecta el cumplimiento será imprevisible, cuando a pesar de haber
empleado la diligencia debida, el deudor no ha podido representarse, a la celebración del contrato
y con cierto grado de certeza, su realización durante la ejecución del mismo.
Por su parte, la exigencia de irresistibilidad debe apreciarse en base a la conducta que la diligencia
impone al deudor, no ya para anticipar los eventuales obstáculos al cumplimiento, sino para
enfrentarse a aquellos impedimentos ajenos e imprevisibles al contratar que puedan surgir durante
la ejecución de su obligación. La resistencia a dichos acontecimientos implica dos cosas: en primer
lugar, hacer lo necesario para impedir que el hecho afecte el desarrollo de su prestación, es decir,
86 – Editorial Metropolitana
evitar el incumplimiento; y en segundo lugar, si a pesar de haber hecho lo anterior, la inejecución
igualmente se produce, la resistencia implica sobreponerse para cumplir igualmente, aunque sea
con posterioridad y en una forma distinta de la originalmente pactada. Se trata, en definitiva, de
resistir tanto el hecho mismo –evitar sus consecuencias: el incumplimiento– como sus efectos, es
decir, superar la situación de incumplimiento ocasionada por aquél. Sólo mientras se mantenga
la insuperabilidad del hecho en los términos expresados, subsistirá el caso fortuito y sus efectos
exoneratorios.
De esta forma, el hecho será irresistible cuando a pesar de haber empleado la diligencia debida,
el deudor no ha podido superar el obstáculo o sus consecuencias, esto es, no ha podido evitar el
incumplimiento o sobreponerse al mismo.
Éstos son los elementos que configuran un caso fortuito, y que verificados permiten al deudor
alegar su falta de responsabilidad por el incumplimiento”.
“Incumplimiento de un contrato y caso fortuito: ¿Cuándo hay exoneración y cuál es su alcance?”,
por María Graciela Brantt Zumarán.
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl/NXT/publishing.dll?f=templates&fn=LegalLight/
default.htm&3.0&Tit=A_Juridica/CL_PRAXIS&vid=LNChile:405&dtaid=1986858&docID=
42
Fuente: www.legalpublishing.cl, ID nº 31340.
88 – Editorial Metropolitana
situaciones dan origen a las prestaciones del seguro social. “Si la negligencia
es inexcusable, el trabajador debe ser multado (art. 70), pero no pierde el
derecho a las prestaciones”43.
Jorge Barahona González en su estudio acerca de las cuestiones que se
plantean respecto de la culpa de la víctima en la materia, no es partidario
de aplicar a los Accidentes del Trabajo la graduación de la culpa del artículo
1547 del código Civil, debido a su connotación patrimonial, pues en la res-
ponsabilidad derivada de los Accidentes del Trabajo, también influirían tanto
aspectos legales como aquellos referidos a los principios del Derecho. E indica
que, “la indagación de la culpa de la víctima (el trabajador) puede llevar a la
exoneración. O al menos la atenuación de la responsabilidad del empleador
demandado, bajo estándares que valoren la influencia de la negligencia de la
propia víctima, en la producción del daño.
Los criterios de causalidad deben ser considerados conforme con las mo-
dernas doctrinas sobre imputación objetiva.
La jurisprudencia crecientemente considera la responsabilidad del em-
pleador de una manera objetiva, y minimiza la participación culpable del
trabajador”44.
Dice que sólo se estudia el comportamiento de la víctima de frente a la
pretensión indemnizatoria. Así, concentrándose en el comportamiento que
tuvo la víctima frente al daño y la relevancia que pudo tener en su producción.
A mayor abundamiento, delimita que entre víctima y perjudicado existe una
diferencia conceptual, pues, “la víctima en un accidente del trabajo es quien
sufre el evento, quien [sufre] personalmente la lesión física o incluso moral. En
cambio, el perjudicado es quien se ve dañado o lesionado como consecuencia
mediata del accidente, sin ser quien lo padece personalmente. El art. 69 letra
43
Ob. Cit., pág. 63.
44
“La Culpa de la Víctima en los Accidentes del Trabajo: Dogmática y Jurisprudencia Chilenas”, en
“La Responsabilidad por Accidentes del Trabajo”, Cuadernos de Extensión Jurídica (10), Facultad
de Derecho Universidad de los Andes, Jorge Barahona González y Pedro Zelaya Etchegaray editores,
2005, pág. 153.
45
Ibíd., pág. 134.
46
“Pero existen otros deberes del empleador, tales como: e) ofrecer a los trabajadores los equipos e
instrumentos idóneos para operar; f ) mantener sistemas de reacción eficientes y eficaces, en caso
de que se declare una emergencia; g) evaluar permanentemente el estado físico de sus trabajadores;
h) evaluar frente a cada accidente las causas del mismo para evitar su ocurrencia futura; i) respetar
todas las normas legales, reglamentarias e internas, que norman aspectos de seguridad laboral.
Son muchas otras las acciones que deben reconocerse como deberes del empelador, pero creo que
éstas pueden ser las básicas.
Es en este momento en donde debe evaluarse la intervención de la víctima, como se ha dicho,
siempre será un trabajador”. Ibíd., pág. 136.
90 – Editorial Metropolitana
47
Ibíd.
92 – Editorial Metropolitana
48
Ibíd, pág. 138.
49
Ibíd.
50
Ibíd.
51
“En lo principal de su presentación de fs. 215 y siguientes, el abogado [de] la demandada, deduce
recurso de casación en la forma en contra de la sentencia definitiva de 21 de noviembre de 2008,
-que acogió la demanda de fs. 5 y siguientes, por indemnización de perjuicios en procedimiento
ordinario laboral- a fin que esta Corte de Apelaciones, acogiéndolo, la invalide y dicte, acto continuo
y sin nueva vista, la correspondiente sentencia de reemplazo, que revocando la de primera instancia,
rechace la demanda, con costas.
Afirma al efecto el recurrente que la sentencia de que se trata adolece del vicio del numerando
cuarto del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil, ultra petita, al haber dado más de lo
pedido por las partes y haberse extendido a puntos no sometidos a la decisión del tribunal, sin que
existiera facultad de obrar de oficio, por cuanto en su considerando 23° se regula indemnización
por daño patrimonial la suma de $ 8.000.000, en circunstancias que ella no fue pedida en
la demanda, en la que únicamente se pidió el pago de una indemnización por daño moral.
[…]. Primero: Que, de la revisión de lo petitorio de la demanda de lo principal de fs. 5
y siguientes se comprueba que el actor, por los fundamentos que expuso, solicitó solamente
indemnización por daño moral por la cantidad de $50.000.000, y que la sentencia impugnada,
en su resuelvo I, efectivamente, fijó indemnización por concepto de daño patrimonial -que se
estima en la suma de $8.000.000 (ocho millones de pesos)-, según se consignó expresamente.
Segundo.- Que, en tales circunstancias, se ha patentizado en la especie el vicio de casación contemplado en el
numerando 4° del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil, por haber sido dada la sentencia extra petita.
Por estos fundamentos, las disposiciones legales citadas y lo prevenido también en los artículos 764 y
siguientes y 786 inciso 3°, todos del Código de Procedimiento Civil, SE HACE LUGAR al recurso de
casación en la forma intentado en lo principal de la presentación del demandado de fs. 215 y siguientes,
y, en consecuencia, se invalida la sentencia definitiva de primer grado, […].Téngase por no interpuesto
el recurso de apelación del primer otrosí de la presentación de fs. 215”.
Fuente http://microjuris.cl/ MJJ20496.
94 – Editorial Metropolitana
52
Ob. Cit., pág. 139.
El texto de la jurisprudencia citada, sería el siguiente: “existe esta relación de causalidad cuando,
suprimido un acto de voluntad humana, deja de producirse el resultado concreto. En otros términos,
que el resultado sea determinado por la acción u omisión. Si la empresa hubiera adoptado todas las
medidas necesarias para dar seguridad efectiva a su trabajador, manteniendo en condiciones eficientes
el material rodante, o sea, suprimida su omisión, no habría sido necesaria la intervención manual
del actor para movilizar los carros y, en consecuencia, éste no habría resultado lesionado. Luego, ha
existido una concatenación causal necesaria para responsabilizar a la empresa Ferrocarril del Pacífico
S.A. (Fepasa)”.
53
Ibíd.
96 – Editorial Metropolitana
54
Y, en cuanto a lo hechos conocidos por el tribunal de primera instancia, se dijo: “Debido al giro
propio de la demandada, del conocimiento, experiencia y especialidad de sus órganos ejecutores y en
especial de las actuaciones de sus empelados, es posible inferir, que, de haber actuado de otra manera, se
habrían evitado los sucesos de autos. Teniendo en cuenta los estándares generales que deberían imperar
en una empresa que dentro de su giro el principal es el de trabajar en la distribución y comercialización
de la energía eléctrica; es dable suponer que a la demandada le era razonablemente exigible actuar de
otra forma, lo anterior dado la proximidad de un cruce paralelo con otra empresa y habida consideración
de que existe una normativa vigente que está creada para evitar situaciones como ésta, agravada por
el hecho de que se sabía con anterioridad de que entre las obras habría cruces de líneas aéreas y por la
inexistencia de una actitud de real supervisión que se condiga con los títulos de los supervisores. Así, la
demandada incurrió en una conducta omisiva, hizo menos de lo que le correspondía hacer en tanto
persona jurídica dedicada al giro eléctrico; configurándose a su respecto, una actitud negligente, pues
no reconoció la posibilidad del resultado dañoso, conducta sancionada en el artículo 2329. La mayor
abundamiento existió culpa contra legalidad, esto es, su actuar fue antirreglamentario al no cumplir
con la norma N.S.E.G. 5 E. N71” (3er. Juzgado Civil de Osorno, Rol nº 25.646).
Ob. Cit., pág. 141.
55
“Es evidente que la imprudencia de la víctima en el marco de un accidente del trabajo debe ser
contrastada con la actuación de su empleador, básicamente porque sobre éste recae la seguridad
en el trabajo, y por lo mismo […] el empleador no sólo debió prever o precaver los accidentes que
podrían producirse en su empresa, y en función de ellos capacitar a sus trabajadores.
Puede pensarse, así, que muchos accidentes, en que la víctima ha contribuido imprudentemente
a causarse un daño, deben en principio atribuirse al propio empleador que no ha capacitado
adecuadamente a sus trabajadores. Por lo mismo, deberá el empleador acreditar que él ofreció
al trabajador la debida instrucción y capacitación a que el trabajador efectivamente asimiló la
capacitación recibida”. Ob. Ci., pág. 142.
98 – Editorial Metropolitana
56
Ibid.
57
“15º. Que, conforme a lo razonado precedentemente, no ha existido exposición imprudente de la víctima
al daño, por lo que no puede aplicarse reducción de la responsabilidad civil de la demandada, debiendo,
en consecuencia, ésta reparar el total del daño causado.
La apreciación del daño estará sujeta a reducción sólo si la víctima se expuso “imprudentemente” a
él, de modo que para que proceda la reducción es necesario que la acción u omisión de la víctima sea
culpable, ilícita. La acción ejecutada por el demandante, con lo señalado en esta sentencia, no puede
así calificársela.
La acción del actor que le ocasionó las lesiones, no obstante lo alegado por la empresa demandada, no
fue el resultado de su actuar imprudente ni negligente. Para ello es preciso considerar ciertos principios
que rigen las relaciones laborales, como el de primacía de la realidad y el de la experiencia, los que
llevan a concluir que el actor dependiente de la empresa demandada se vio obligado a actuar frente a
los desperfectos de los carros que operaba, debiendo movilizarlos del lugar a como diera lugar, ya que
estaban obstaculizando las vías transversales de circulación y el tránsito de los otros carros de la empresa
que debían entrar al recinto antes de las 08:00 horas del día de los hechos, y el no hacerlo habría
significado un reclamo en su contra”(Rol nº 1892-2001).
58
Ob. Cit., pág. 143.
59
“Cuarto: Que, con respecto a la primera causal invocada [artículo 477 del Código del Trabajo],
corresponde señalar que, como lo indica el sentenciador de primera instancia, en el razonamiento
séptimo, no se ha acreditado por el demandante, cuál sería la norma de seguridad en el desarrollo de
las funciones que realizaba él mismo, que habría sido omitida por el demandado, ni la modificación
de funciones o falta de capacitación que habrían determinado la producción del accidente del trabajo,
correspondiéndole la prueba de la existencia de esta obligación al mismo demandante. Que, corresponde
acotar al respecto que, para que pueda alegarse falta de cumplimiento de alguna obligación, incumplida,
encaminada a proteger eficazmente la vida y la salud de los trabajadores, se hace necesario, previamente,
que, quien lo requiere, anote cuál es la obligación incumplida, supuesto que el demandante no ha
señalado ninguna al respecto y el demandado estima no existe tal supuesto incumplimiento.
Quinto: Que, a los efectos de establecer incumplimiento, se hace necesario el justificar, antes que nada
cuál sería la norma supuestamente incumplida, que al haber sido observada, habría determinado la no
producción del accidente, no bastando para ello el hacer una declaración de carácter amplio, al respecto,
so protexto que corresponde al empleador justificar su buen desempeño, en este orden de cosas.
Sexto: Que, por otro lado, corresponde señalar que el sentenciador de primera instancia, en los
razonamientos tercero a séptimo, analiza, acuciosamente, toda la prueba rendida, de lo que deduce que
no se acreditó que el accidente producido se hubiere dado por no contar o haber dispuesto el demandante
de las adecuadas medidas de seguridad, en el desarrollo de las faenas o por modificación de funciones o
la falta de capacitación del demandante, lo que lo lleva a rechazar la demanda.
Séptimo: Que, de esta forma, al no haberse justificado incumplimiento de alguna obligación encaminada
a proteger la vida y la salud del trabajador y no existiendo otros antecedentes que evaluar en este sentido,
sólo cabe concluir que el accidente que sufriera el demandante, fue producto de una casualidad , en la
cual no tuvo responsabilidad el empleador.
Octavo: Que, a mayor abundamiento, corresponde señalar que, como el mismo demandante lo señala, al
tomarse de los alambres de los ganchos de la maniobra, para desengancharla, pisó con su pierna derecha
el tubo del gancho, doblándose éste, pasando a llevarla, la que se le dobló. Que, asimismo, según la ficha
Informe Médico del Instituto de Seguridad del Trabajo, el demandante presentaba desde antes del año
2004, del año 1990, antecedentes de meniscectomía de rodilla izquierda aguda traumática secundaria
por accidente laboral, sin que se haga mención alguna a lesiones o requerimientos de intervenciones
en su rodilla derecha, que es precisamente la que señala haberse dañado mientras laboraba para la
demandada. Que, de la misma manera como lo señala el demandado, a raíz de la declaración del
demandante en el sentido de que se torció un pie, tal circunstancia no tiene relación alguna con las
medidas de seguridad que adopta la empresa en las faenas, las que por lo demás, son supervigiladas por
la autoridad marítima en terreno.
Que, de conformidad a lo razonado, corresponde desestimar esta causal del recurso de nulidad.
Noveno: Que, en lo relacionado con la segunda causal invocada, esto es, la contemplada en la letra b)
del artículo 478, del Código del Trabajo, […], cabe señalar que tampoco se indica, por el recurrente,
cuál sería la norma sobre la apreciación de la prueba conforme a las reglas de la sana crítica, que
habría sido vulnerada por el demandado, toda vez que el recurrente se limitaba a copiar el texto de las
disposiciones, supuestamente conculcadas y del artículo 456, atinente a la sana crítica, sin pormenorizar
en el tema. En efecto, de los antecedentes reunidos, las declaraciones de testigos y demás, se desprende
claramente la justicia del razonamiento de la magistrado de primera instancia que en forma clara y
precisa, concluye que ‘no habiéndose acreditado por el actor que el accidente sufrido hubiese ocurrido
por no contar con las medidas adecuadas de seguridad en el desarrollo de las faenas o por modificación
de las funciones y falta de capacitación, la presente demanda será rechazada’. Que, al respecto cabe
señalar que no se señala por el recurrente cuál serían de estas normas las conculcadas, supuesto que
la disposición del artículo 456 se refiere a las razones jurídicas y las simplemente lógicas, científicas,
técnicas o de experiencia en cuya virtud se les asignó valor o se las desestima, de tal forma que la mera
aseveración de haberse incurrido en violación de dichas normas o principios, no basta por sí sola, para
justificar la existencia de la causal invocada, de una entidad suficiente como para impedir que el examen
conduzca lógicamente a la conclusión que convence al sentenciador. Que, por ello es procedente también
desestimar la concurrencia de esta causal.
Y atendido lo razonado precedentemente se declara sin lugar el recurso de nulidad interpuesto”.
Pronunciada por los Ministros Sr. Rafael Lobos Domínguez, Sra. María Angélica Repetto García
y Abogado Integrante Sr. Waldo del Villar.
Fuente: http://microjuris.cl/ MJJ21766.
tamente que existen fallos que se refieren a la culpa levísima, sin embargo,
Barahona González dice que, estimo que el estándar de comportamiento de
las partes no debiera reconducirse al artículo 1547 del Código Civil, que ha
sido estructurado para una relación de carácter patrimonial. Por ello, no parece
razonable exigir que el empleador responda de culpa levísima, que es una forma
elegante, si se quiere, de hacerlo responder de toda culpa.
Es el criterio que emana del siguiente fallo: “8º.- Que, en autos, la de-
mandada ha demostrado fehacientemente que el trabajador realizó una maniobra
defectuosa y errónea, posibilitando con su conducta la explosión que causó sus
lesiones. Sin embargo, no ha podido acreditar que la maniobra riesgosa del actor
haya sido debidamente supervisada o controlada por una persona a cargo de la
misma y esta omisión comprometió la seguridad de la operación. Este solo dato es
suficiente para establecer la responsabilidad de la empresa pues el grado de culpa
de que responde se asimila al de levísima, es decir, la falta de aquella esmerada
diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios
importantes, tomando en cuenta que el deber de seguridad que la ley y el contrato
comprometidos en su obligación, importan la vida, la integridad física y síquica
del trabajador:
9º.- Que, de este modo, se dará curso a la indemnización por daño moral pero
su apreciación se sujetará a reducción por cuanto hubo una exposición imprudente
al daño, de acuerdo al informe del Comité Paritario de la Empresa. En lo que
concierne a lucro cesante y daño emergente, la prueba en autos es insuficiente
para discernir montos. Debe dejarse constancia que el Tribunal en la audiencia
correspondiente a la vista de la causa, observó las secuelas de la lesión del actor,
constatando que deambula sin dificultad. Atendido, además, lo dispuesto en los
artículos 465, 468 y 473 del Código del Trabajo y 2330 del Código Civil, se
revoca la sentencia apelada […] y en su lugar se declara que se rechaza la excep-
ción de prescripción y se da lugar a la demanda […], sólo en cuanto se acoge la
indemnización por daño moral, condenándose a pagar a la Empresa Constructora
A.P.F. Limitada, […] a pagar la suma de $4.000.000 (cuatro millones de pesos)
desestimándose el libelo en lo que respecta a las indemnizaciones por daño emer-
gente y lucro cesante, sin costas por no haber sido totalmente vencido” (Corte de
Santiago, 29 agosto 2003, Apelación “Maldonado Curinao con Constructora
A.P.F. Ltda.”, Rol nº 7245-2002. GJ nº 278, pág. 284). En este mismo senti-
do, Corte de Concepción 5 marzo 2008, Rol nº 502-2007; Corte Suprema, 9
enero 2003, Rol nº 3377-02; y Juzgado del Trabajo de Antofagasta, 26 agosto
2009, RIT-O-49-2009).
Y dice el autor que, lo verdaderamente importante en materia de seguridad
laboral es la concurrencia de dos elementos, que configuran toda actuación
imprudente o negligente. Por un lado la posibilidad de prever un evento o
efecto dañoso y, por otro, la evitabilidad de tal evento que sea funcional al
nivel de riesgo esperado60.
Y considera como un caso extremo los motivos 4º a 7º de la sentencia
de la Corte de Concepción de fecha 25 octubre 2004 (Rol nº 1750-2003)61.
60
Ob. Cit., pág. 144.
61
“4º. Que examinados los antecedentes allegados al proceso conforme a las reglas de la sana crítica, los
sentenciadores arriban a la conclusión que el patrón demandado no logró probar de modo suficiente
haber adoptado todas las medidas necesarias para proteger la vida de su trabajador.
En efecto, en orden a lo dicho, el accidente era del todo previsible, según se verá.
En primer lugar, con referencia al sitio, condiciones y tiempo en que se realizaba el trabajo a cargo del
equipo de tarea que integraba el actor.
El sitio de tarea era un descampado, al interior de la parcela El Sauce, en un costado de la Ruta 5 Sur, 8ª
Región. El trabajo era en altura, cerca de cables eléctricos, con uso de varillas metálicas de cuatro metros
de largo.La faena se desarrollaba el día 30 de abril de 2002, que corresponde a la estación de otoño,
de paso al invierno. Estas circunstancias no han sido discutidas por las partes y aparecen reconocidas
en sus escritos respectivos y absolución de posiciones que ambas produjeron.
5º. Que ahora bien, en esta región (8ª Región) del sur del país, el viento es un fenómeno atmosférico
esperable con el que se debe contar, en especial para faenas a cielo descubierto.
Aparte de ello, el viento, también la lluvia y los demás meteoros, pueden conocerse con días de anticipación
a través de los medios informativos todos, y por la red Internet. Se pronostica incluso la velocidad del viento.
Pero, como se sabe, los anuncios del tiempo no tienen la exactitud de una ciencia, sólo su arte y su método,
por lo que dentro de un pronóstico de velocidad moderada del viento, resulta esperable un ventarrón o
racha muy fuerte de viento.
Enseguida, dentro del equipo de tarea (3 trabajadores) específicamente el demandante Rubén Flores,
manipulaba varillas (2) metálicas en presencia cercana de cables eléctricos de alta tensión en la faena
de ejecución.
En las precisas condiciones pre anotadas se produjo el accidente en estudio que el demandado, tras
advertir que había provisto a sus trabajadores de todos los elementos necesarios para realizar su labor
en forma segura, sin riesgos para él ni para sus compañeros de labores, señalando que tales implementos
estaban constituidos por zapatos de seguridad, casco, guantes con aditivo de goma, arnés con cuerda de
vida, antiparras y ropa apropiada, imputa y atribuye al trabajador demandante, apuro e imprudencia
en la realización de la faena, factores, dice, que fueron determinantes en la producción del accidente,
explicando al efecto que el actor no se puso el arnés, que habría evitado su caída y las fracturas que sufrió;
y que ejecutó la maniobra de introducir la lanza o varilla dentro de uno de los pliegues de la tela del
letrero que instalaba en forma contraria a la prevista, circunstancias todas éstas que favorecidas por el
ventarrón que repentinamente se levantó, provocó que se levantara la tela y que la lanza impulsada por la
tela hiciera contacto con los cables de electricidad a unos 3 metros de distancia (fojas 20) cayendo al suelo.
6º. Que, se echa de menos en el proceso un informe técnico sobre las medidas de seguridad que debieron
adoptarse para la ejecución de la obra de instalación de un letrero de publicidad caminera. Sin embargo,
puede observarse que principalmente y siendo conocida la circunstancia que el trabajo debía ejecutarse
en altura, próximo al tendido de cables de alta tensión, lugar determinado de antemano por la existencia
de un contrato para su exhibición con el dueño de la parcela en donde se procedía a su instalación, debió
como medida de máxima seguridad emplear varillas no conductoras de electricidad como las metálicas
que manipulaba el trabajador demandante y que constituyeron el nexo determinante en la causación
del accidente laboral (ver declaración de accidente del trabajo que hizo el empleador a fojas 25 y 26).
El patrón demandado, al ser consultado sobre la posibilidad de haber programado el trabajo utilizando
varillas de un material no conductor de electricidad, respondió, que se sabía que había que cambiar
la tela con los materiales que había (absolución de posiciones fojas 60, pliego en fojas 51 articulación
8ª).
La respuesta señalada admite tácitamente que existía la posibilidad consultada, pero que el trabajo
había que hacerlo con los materiales de que se disponía. Ello quiere decir, con el riesgo incorporado que
representaba el empleo de varillas conductoras de electricidad, riesgo que se hizo efectivo.
Conviene señalar, que las lesiones resultantes del accidente (certificado médico de fojas 28) no han sido
discutidas, debiendo tenerse en cuenta en este punto que las lesiones provinieron de la descarga eléctrica
(quemaduras eléctricas) y que la descarga eléctrica determinó la caída del trabajador que le produjeron
otras lesiones.
7º. Que, el deber de protección u obligación general de seguridad (artículo 184 Código del Trabajo)
importa para el empleador actuar con la debida diligencia parar evitar la producción del daño, diligencia
que se identifica con el sumo cuidado, al grado de culpa levísima a que se refiere el artículo 44 del Código
Civil, no sólo porque la ley manda que el empleador tome todas las medidas necesarias para proteger
eficazmente la vida y la salud de los trabajadores, sino principalmente por la naturaleza de los intereses
que la ley pretende proteger, que no son de carácter pecuniario sino propios de la naturaleza humana
de todo trabajador (Gaceta Jurídica 223, pág. 209 y R.D. y J. Tomo XCVII, 2ª P. sec. 3ª, pág. 152)”.
Proveído por las Ministros en propiedad de la Iltma. Corte señoras Sara Herrera Merino, Isaura
Quintana Guerra y María Leonor Sanhueza Ojeda.
pecto del hecho y, conforme con ello, establecer los grados de responsabilidad
para determinar el resultado”, dice Barahona González62.
En su mirada a la jurisprudencia dice que, ella ha ido perfilando una res-
ponsabilidad por accidentes del trabajo crecientemente objetiva. Razón por la
cual, estima como muy raros los casos en donde la intervención culpable de la
víctima es considerada como un factor excluyente o atenuante de la responsa-
bilidad de la demandada. Y fija los siguientes criterios basados en la casuística.
Entre aquellos casos en que se rebajó la indemnización, cita el de la mezcla-
dora de caucho usada como moledora de carne, ya que, la víctima fue enviada
a alimentar los perros del dueño, y como estaba muy duro el alimento, usó la
máquina que le trituró la mano a la altura de la muñeca. Sentencia de la cual
destaca el motivo 25º que dice:
“Que, el empleado demandado […], no ha desvirtuado la presunción de culpa
que lo alcanza. Ahora bien, demostrada la existencia de un accidente mientras el
actor se desempeñaba bajo las órdenes de la demandada en un trabajo que le había
sido encomendado y con ocasión de él, sin que éste pueda imputarse a una acción
voluntaria de la víctima a un caso fortuito en relación con el trabajo, la empleadora
debe responder. En todo caso, se tendrá presente para los efectos correspondientes el
alto grado de imprudencia observado por el actor al manipular una máquina sin
estar capacitado para hacerlo”.
Entre las defensas aducidas por el empleador, se encontraba aquella refe-
rida al engaño del cual había sido víctima, ya que, el trabajador se declaraba
un experto en su oficio; también, adujo que presentó un curso de seguridad
industrial, y que los demás empleados le dijeron a la víctima que no usara
la máquina porque era peligrosa, y que pese a todo ello, usó la máquina sin
orden de nadie dada su capacidad técnica que dijo tener. Según el fallo, entre
los agentes causantes del daño estaría el uso de guantes inadecuados, como
la postura insegura de una de la manos del actor, lo cual se vio agravado por
la falta de conocimiento del trabajador en la manipulación de la máquina
62
Ob. Cit., pág. 146.
63
La demandada, sostuvo no tener ninguna responsabilidad y que los hechos ocurrieron en forma
diametralmente opuesta a las señaladas por la contraria. Exponiendo en abono de tales afirmaciones:
“3) Que, el actor se encargaba del montaje y desinstalación de los andamios y a la fecha del accidente
llevaba al menos unos cinco meses realizando exclusivamente esa tarea, ya que había sido contratado
para ello y por tanto conocía a la perfección la técnica para llevar a cabo el trabajo exitosamente; […] 5)
Que, el edificio tenía cinco pisos y es de toda lógica considerar que los andamios habían de desmontarse
de arriba hacia abajo y no al revés y siempre se comienza desde un piso inferior al más alto que alcanza
el andamio, es decir, no se puede desmontar un andamio de cinco pisos parándose en la plataforma del
mismo quinto piso, sino que lógicamente hay que pararse en la del cuarto, para seguir bajando en la
medida que avanzan los trabajos de desarme; 6) Que, lo anterior desmiente categóricamente la falsedad
contenida en la demanda, relativa a la altura de la caída de los trabajadores, que no fue superior a los
10 metros; 7) Que, el actor junto a Zúñiga comenzaron su labor como lo hacían diariamente, pero
guiados por un exceso de confianza y con la intención innecesaria de ahorrar tiempo comenzaron a
desganchar el andamio desordenadamente, incluso anulando los amarres de pisos inferiores a aquél en
que estaban trabajando y nadie les ordenó que trabajaran rápida y descuidadamente y si bien el trabajo
es simple, requiere de la disciplina que los accidentados no tuvieron y que les ocasionó un accidente en
su propio perjuicio; 8) Que, la misma negligencia los llevó a no usar los arneses de uso obligatorio que
la demandada les provee y exige para este tipo de trabajos; 9) Que, el andamio tendió a abrirse hacia el
lado contrario al del edificio, pero nunca se desplomó, sino que se inclinó hacia la calle y los accidentados
más que caerse de éste se arrojaron de él ante la expectativa de que se viniera al suelo, lo que en definitiva,
afortunadamente, no ocurrió; 10) Que, producto de la caída el trabajador Zúñiga resultó ileso y previo
el examen médico de rigor fue dado de alta y regresó al trabajo; 11) Que, el actor también fue atendido
inmediatamente por un paramédico de la obra y enseguida trasladado en ambulancia a la Asociación
Chilena de Seguridad y se presentó a trabajar el 1 de febrero del año en curso, después de haber sido dado
de alta, ocasión en que se le hizo ver que la obra había terminado y por lo tanto que se le iba a poner
término a su contrato de trabajo y éste se presentó a la Asociación Chilena de Seguridad, obteniendo
una licencia médica que mantuvo vigente la relación laboral aproximadamente un mes más. Agrega
que no se debe confundir la obligación del empleador de cumplir con las medidas de seguridad con el
accidente mismo, es decir, que no por haberse producido un accidente del trabajo ha de presumirse que
el empleador ha incumplido alguna obligación contractual y que, en este caso, el accidente sufrido por
el demandante ha sido prácticamente inevitable, toda vez que éste ha sucedido solamente por la extrema
negligencia empleada en una tarea que él enfrentó sin tomar ninguna precaución, habiendo podido
hacerlo, toda vez que contaba con los medios y los conocimientos para hacerlo. Argumenta que faltando
tal elemento, no cabe hacer responsable de daño alguno al empleador, por lo que la demanda debe ser
rechazada en todas sus partes. En este mismo orden de ideas, sostiene que para establecer responsabilidad
de culpa o dolo debe descargarse de plano el dolo, pues del propio contexto de la demanda se aprecia
que no se está en presencia de esa situación y de estarlo será resorte de la demandante rendir prueba
estricta de su existencia.[…]
Termina señalando que por todo lo expresado, nada se le adeuda al demandante, pues ha suscrito un
finiquito que cuenta con las formalidades de la ley y que produce pleno poder liberatorio a su parte; que
nada se le adeuda tampoco por no concurrir los elementos de la responsabilidad civil y que no es cierto
que el accidente se haya producido por falta de mantención o defectos del punto que el actor estaba
utilizando, sino que por un error de cálculo de quien lo estaba utilizando, es decir, el demandante.
Finalmente hace ver lo arbitrario de las sumas cobradas, señalando que en cuanto al daño material, la
contraria no ha justificado de manera alguna la determinación del monto reclamado y que tiene entendido
que todos los gastos médicos que pudieron haberse producido son de cargo de la Asociación Chilena de
Seguridad, en virtud del pago del seguro de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, hecho
por la propia demandada. Además, el actor ha gozado de licencias médicas que le han mantenido su
ingreso mientras ha durado el supuesto tratamiento médico; no existe incapacidad laboral y la previsión
social financiada por su representado ha permitido que el lucro cesante no se produzca. En cuanto a la
suma cobrada por daño moral, es totalmente desproporcionada, ya que el golpe recibido no le produjo ni
siquiera una fractura y por su edad y condición es hoy un hombre absolutamente sano y si el tratamiento
médico aplicado no ha sido el correcto o se ha demorado más de lo usual, ello no es de su competencia
y responsabilidad y por ende, no le corresponde indemnizarlo”.
Y en su parte resolutiva, el Juez dijo que: “14º. Que, el finiquito que las partes suscribieran el 20
de marzo último, carece de poder liberatorio en lo relativo a la acción ejercida para hacer efectiva la
responsabilidad culpable del empleador en un accidente del trabajo, tanto porque de la simple lectura de
su texto se infiere que en dicho acuerdo no queda comprendida la responsabilidad culpable del empleador,
cuanto porque a esa fecha no se había emitido resolución por el organismo competente que determina las
consecuencias del accidente sufrido por el trabajador. A mayor abundamiento, el mencionado finiquito
no aparece ratificado por el trabajador, como lo exige el inciso primero del artículo 177 del Código del
Trabajo, de modo que carece del poder liberatorio amplio que le atribuye la demandada. En efecto, la
legislación indicada requiere no sólo la firma del documento ante Ministro de Fe, sino la ratificación
de su contenido, en consideración de su carácter protector del trabajador, en trámite de trascendencia
como lo es el término de la relación laboral y la extinción de obligaciones. Por otra parte, el finiquito
hace referencia a una liquidación efectuada por las partes que se convino formara parte integrante del
mismo, pero que no ha sido acompañada al proceso por el demandado, por lo que es manifiestamente
incompleto, pues no permite precisar si mediante él se han abandonado derechos que tienen el carácter
de irrenunciables, por lo que se concluye que no puede dársele el valor de finiquito total, ni tampoco el
de recibo de dinero.
15º. Que, la Excma. Corte Suprema, en fallo de 27 de mayo de 1999, publicado en la Revista de
Derecho y Jurisprudencia ha dictaminado que en conformidad con lo prevenido en el artículo 184 del
Código del Trabajo, el empleador está obligado a adoptar todas las medidas necesarias para proteger
eficazmente la vida y salud de los trabajadores, manteniendo las condiciones adecuadas de higiene y
seguridad en las faenas, como también los implementos necesarios para prevenir accidentes y enfermedades
profesionales.De acuerdo con lo preceptuado en dicha disposición legal, el empleador es deudor de
seguridad respecto de sus trabajadores, siendo el cabal cumplimiento de la obligación correlativa de una
trascendencia superior a la de una simple obligación de una de las partes en un negocio jurídico, pues
ella mira a la prevención de los riesgos profesionales, lo que importa a sus trabajadores, a sus familias
y a la sociedad toda, tanto para proteger la vida y salud de los trabajadores, como por razones éticas y
sociales.Las normas de seguridad social impuestas por imperativo social al empleador, según lo señala
dicho fallo, no se agotan ni satisfacen con la sola existencia de un formal reglamento de seguridad ni de
anuncios, exhortaciones ni prevenciones hechas a la sola buena voluntad de los trabajadores, sino que
sólo han de tenérselas por existentes cuando el empleador mantiene elementos materiales constantes y
supervigilancia auténtica en cuanto a la forma como debe o haya de desarrollarse la actividad de los
trabajadores, especialmente tratándose de faenas peligrosas.[…]
17º. Que, trayendo a colación nuevamente el fallo referido en el fundamento 15º, ha de tenerse en
consideración, al resolver que los valores que tienden a preservar la obligación de seguridad, en forma
directa e inmediata, no son de índole patrimonial, sino que es la propia vida, la integridad física y
psíquica y la salud del trabajador. Atendido lo anterior y dada la circunstancia que el artículo 69 de la
ley 16.744, aplicable en la especie, no determina el grado de culpa de que debe responder el empleador
en su cumplimiento, debe concluirse que éste es el propio de la culpa levísima, es decir, la falta de aquella
esmerada diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes.
18º. Que, no se acogerá la demanda en cuanto los daños materiales que en ella se cobran. En efecto,
los antecedentes del juicio indican que el actor recibió asistencia médica gratuita, en razón del seguro
de accidentes del trabajo que ligaba a la empleadora con la Asociación Chilena de Seguridad y que tal
asistencia se le prodigó desde el momento del accidente hasta que se le otorgó el alta.
[19°] Que, la demanda en cuanto en ella se persigue indemnizar el daño moral, con el mérito del
proceso que permite determinar el evidente quebranto sufrido por el actor a consecuencia del accidente,
se acogerá, regulándose de manera prudencial en la suma de $ 6.000.000.
Por estas consideraciones, […], se declara: I). Que no ha lugar, con costas, a la tacha formulada en fs. 58
por la demandante al testigo […]. II). Que no ha lugar a la demanda de fs. 10, en cuanto al cobro de daño
material que en ella se formula. III). Que ha lugar a la antedicha demanda sólo en cuanto se dispone que la
demandada pague al actor, la suma única de $ 6.000.000 (seis millones de pesos), a título de indemnización
del daño moral por accidente del trabajo sufrido el 6 de julio de 2000”.
Por su parte, la Corte de Apelaciones de Concepción, confirmó el fallo del tribunal de base el día
5 de diciembre de 2002, en sentencia proveída por los Ministros señorita Irma Meurer Montalva,
señor Juan C. Villa Sanhueza y señora Silvia Oneto Peirano, Rol n°3020-2002.
Corte Suprema, 12 marzo 2003, Rol n°406-2003. Pronunciado por los Ministros señores Marcos
Libedinsky T., José Benquis C., Orlando Alvarez H., Urbano Marín V. y Jorge Medina C.
64
Pronunciado por la Primera Sala, por el Ministro Titular señor Patricio Abrego Diamantti, Fiscal
señora Ruby Alvear Miranda y Abogado Integrante señor Oscar Bosshardt Ulloa.
Por su parte, la Corte Suprema declaró desierto el recurso, el 25 marzo 2003, (Rol n°624-2003).
Fuente: www.legalpublishing.cl, ID n° 28370.
65
Ante el Segundo Juzgado del Trabajo de Santiago (Rol nº 514-2001), la víctima demandó a dos
empresas Sargent Agrícola Limitada y otra de repuestos industriales, por el accidente sufrido que
tiene el carácter de laboral y las demandadas sean condenadas a pagarle las sumas que indica, por
concepto de $ 80.000.000 por concepto de daño moral y $ 52.000.000 por lucro cesante, más
los reajustes e intereses legales y costas.
E indica que, el día 29 de junio de 2000, mientras se encontraba cumpliendo con sus obligaciones
laborales, dado que había sido enviado al estacionamiento de la empresa a trabajar con una máquina
cortadora de papel que se encontraba en ese lugar, picando papel para usarlo en el embalaje de
los repuestos de la bodega, lo que hacía el efecto de plumavit que se usa en otros embalajes,
teniendo su jefe directo quien lo envió, pleno conocimiento del mal estado de la máquina que
el día anterior se había quebrado, arreglándosela en forma provisoria, pero sin tomarse ninguna
medida de seguridad, la antedicha máquina lesionó gravemente su mano derecha, producto de
lo cual perdió tres dedos de dicha mano, lo que le ha causado graves perjuicios, debiendo tener
un largo tiempo de licencias médicas para rehabilitarse y dado el grave nivel de incapacidad que
ostenta, tiene grandes dificultades para trabajar o conseguir nuevas oportunidades o trabajos para
su realización personal y sin perjuicio de ello, el empleador tiene una responsabilidad objetiva al
tenor de lo dispuesto en el art. 184 del Código del Trabajo. Debiendo tenerse presente que, tiene
25 años de edad y sus lesiones le impedirán a futuro desempeñar una vida normal laboral, cuyo
cobro viene en demandar.
La demandada Sargent Agrícola Limitada, evacuando el traslado, opuso la excepción de
incompetencia y, en subsidio, solicitó, con costas, el rechazo de la acción deducida en su contra,
alegando que las verdaderas causas del accidente no son otras que la negligencia del trabajador,
quien evidenció no sólo una patente falta de cuidado en manipular la máquina trituradora de
papel Schlincher 407, tipo 132, sino que, además, no hizo caso de las instrucciones y advertencias
que sus superiores le habían hecho al respecto, por las razones que relata. “5º. Que, al contestar
la demanda, las demandadas solicitaron su rechazo, pues dijeron que el día 29 de junio de 2000, en
que se produjo el lamentable e inesperado accidente que ocasionó la pérdida de tres dedos de la mano
derecha del actor, los dedos meñique, anular y medio, dicho accidente no se debió al mal estado de la
máquina como se consigna en la demanda, siendo sus verdaderas causas la propia negligencia del actor,
quien evidenció no sólo una falta de cuidado en su manipulación, sino que además hizo caso omiso a
las instrucciones y advertencias de sus superiores; Que, el actor llevaba un mes más o menos trabajando,
cuando se produjo el accidente, teniendo la máquina unos diez años de uso, durante el cual jamás
había ocurrido un accidente y siendo instruido para su uso, que es muy simple, por don […], quien se
desempeñó por años efectuando tal labor y don […], tratándose de una máquina muy simple que opera
a través de un sistema de engranajes y de cadenas de transmisión, rubro que corresponde precisamente
al giro de la empresa, por lo que las mantenciones están avaladas por largos años de experiencia; Que,
el día anterior al accidente, su jefe don […], había sorprendido al trabajador operando la máquina
sin protector del sector guillotina instalado, habiéndole señalado la prohibición de operar en esa forma
y le especificó nuevamente cuál era la forma correcta de hacerlo, habiéndola el actor operado en varias
ocasiones y conociendo bien cuál era la forma correcta de hacerlo; Que, en la oportunidad de los hechos, el
trabajador insertó en la máquina papel en forma excesiva, por lo que producto de dicho exceso la máquina
se atoró y lo más grave fue que contraviniendo la expresa prohibición de abrir la cubierta del artefacto,
procedió a destornillar los cuatro pernos que mantienen cerrada la estructura, interviniéndola mediante
introducción de sus dedos en el engranaje que mueve el eje de los cuchillos y con esa acción, realizada sin
haber desconectado la máquina, logró destrabarla y al destrabarse, como estaba enchufada, la cadena
del engranaje se accionó y atrapó los dedos del trabajador, con el lamentable resultado conocido; Que,
la empresa cuenta con personal especializado que se ocupa de mantención y el día anterior el sistema
de bloqueo de la misma había sido reparado a satisfacción por personal especializado, contando además
con elementos especiales en las distintas labores a efectuar y con letreros que llamaban a la seguridad y
cuidado personal de cada trabajador, manteniéndose la máquina en perfecto estado de funcionamiento
y contando a esa fecha con las debidas inspecciones de la Asociación Chilena de Seguridad; Que además
una vez ocurrido el accidente, la demandada se esmeró en procurar al trabajador todas las necesidades
que pudiera tener, desde su ingreso al hospital, durante las operaciones a que se sometió, y para facilitar
su reinserción laboral, se acomodó su horario de trabajo a los requerimientos de su terapia ocupacional
en A.CH.S. y en cuanto a sus citaciones médicas que eran a las 11 de la mañana y tras las cuales el
actor no regresaba a trabajar, jamás se le representó tal hecho, como una manera de apoyarlo en su
situación; Que, la demandada colaboró y puso a disposición del demandante todas las facilidades
y franquicias legales, otorgadas por los organismos de seguridad en los que está inscrita, como es el
caso de la Asociación Chilena de Seguridad, recalcando que el actor sigue prestando servicios para la
demandada, en las mismas labores que efectuaba con anterioridad al accidente, manteniendo íntegra
su remuneración, lo que desvirtúa lo dicho en cuanto a que su nivel de incapacidad le ha provocado
grandes dificultades para trabajar o encontrar nuevos trabajos o posibilidades de realización personal;
Que, no se especifica en la demanda, qué cálculos ha efectuado el actor para llegar a la suma de $
52.000.000 que solicita por lucro cesante y aun cuando no se rebate la existencia de daño moral en la
persona del demandante, la empresa ha acogido al trabajador después del accidente y ha sido testigo
de su proceso de recuperación que no duda ha sido doloroso, pero el monto solicitado se enmarca lejos
de los valores concedidos en las causas por cuasidelitos que son los más similares a los que se podría
asimilar; Que, en cuanto a la responsabilidad que se imputa al empleador, debe tenerse presente que el
accidente se produjo por no haber obedecido el actor las instrucciones recibidas, en cuanto a que procedió
a levantar el mecanismo de engranajes, encontrándose la máquina activada, desatendiendo todas las
instrucciones que le fueron impartidas al efecto, debiendo concluirse que se expuso imprudentemente
al daño que sufrió, de manera que la responsabilidad que pudiere imputarse al demandado, debería
reducirse proporcionalmente y de ninguna manera procedería hacer su apreciación sobre el monto
exagerado que solicita el actor, ya que procedería la compensación de culpas de ambas partes;”.
El Tribunal de primera instancia, en sentencia de 2 de mayo de 2002, rechazó la excepción de
incompetencia, de no empecimiento promovida por las otras demandadas y acogió la demanda
sólo en cuanto condenó a las demandadas a pagar al demandante la suma que indica por daño
moral sufrido por el trabajador, más reajustes e intereses e impuso a cada parte sus costas.
Se alzaron las partes y una de las Salas de la Corte de Apelaciones de Santiago, en fallo 5 de marzo
del año 2003, revocó la de primer grado en cuanto acogía la demanda por concepto de daño moral
y, en su lugar, declaró que se la rechazaba también en ese rubro, confirmándola en lo demás.
66
Dictada por los Ministros de la Décima Sala de esta I. Corte de Apelaciones señores Lamberto
Cisternas Rocha, Raúl Rocha Pérez y el Abogado Integrante señor Ángel Cruchaga Gandarillas.
67
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores José
Benquis C., Orlando Álvarez H., Urbano Marín V., Jorge Medina C. y Adalis Oyarzún M.
68
Fuente: www.legalpublishing.cl, ID n° 28402.
edificio, desde una altura aproximada de 9 metros y que le produjo una fractura
de cráneo, tec cerrado y otras lesiones que lo dejaron incapacitado permanen-
temente. Y del fallo de primera instancia, es posible leer: “8) Que, analizada y
ponderada la prueba rendida por las partes y, aplicadas las reglas de la sana crítica, se
llega a las siguientes conclusiones: a) Que, el actor fue contratado por la demandada
en labores de ayudante, sin especificar las labores concretas a cumplir, sin embargo
éste asume en confesional que eran las de amarre de cables de extensión y, que el día
15 de diciembre de 2000 alrededor de las 16:30 horas, cuando se encontraba en la
loza del segundo piso de la obra en construcción de la empresa Televisión Nacional
de Chile, procedió a recoger y guardar materiales de trabajo, esmeril, por término
de la jornada; b) Que, en tales circunstancias, según lo expresa el testigo presencial
del accidente, el demandante procedió a recoger el cable de un esmeril eléctrico que
se encontraba enchufado en el piso inferior, para lo cual empezó a enrollarlo hasta
llegar al borde de la loza, lugar en el cual comenzó a tirarlo y, más aún se hinca en
el borde en tal maniobra, cayendo al vacío, versión que se ve corroborada por el otro
testigo, en el sentido que dio la orden o instrucción de guardar los materiales; c) Que,
se debe tener presente que la empresa había proporcionado al trabajador los imple-
mentos de trabajo necesarios, según lo reconoce el demandante en confesional y, más
aún habían hecho entrega del Reglamento de Orden, Higiene y Seguridad; d) Que,
producto de la caída al vacío el trabajador sufrió las lesiones que refiere el informe
médico, lesiones que no pueden imputarse a responsabilidad de la demandada, pues,
conforme a los antecedentes allegados y, no desvirtuados por prueba alguna, fue el
actor quien se expuso imprudentemente al daño sufrido, el cual era completamente
previsible y evitable de su parte; […]
10) Que, en consecuencia y en mérito de lo razonado en el motivo anterior se
desestimarán las acciones intentadas en el libelo pretensor por no haberse acreditado
fehacientemente los hechos en que se sustentaba;
11) Que, dado lo resuelto se omite pronunciamiento respecto del demandado
subsidiario;
12) Que, la restante prueba rendida confesionales y documental resulta
irrelevante y en nada altera lo ya resuelto; […]Y visto, […]se declara: I. Que no
ha lugar, a la demanda de fojas 1; II. Que se emite pronunciamiento respecto del
69
Pronunciado por los Ministros señores Marcos Libedinsky T., José Benquis M., Orlando Álvarez
H., Urbano Marín V. y Jorge Medina C. Fuente: www.legalpublishing.cl, ID n° 26716.
70
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ25440.
71
“2.- Que, al tenor de la demanda el hecho culposo radica en no haber cumplido con la obligación
de mantener en condiciones de seguridad el tendido eléctrico del establecimiento municipal, omisión
que ocasionó la muerte del funcionario municipal […], sin describir las circunstancias en que éste se
electrocutó.
empleador tiene su fuente en el artículo 184 del Código del Trabajo y no por
la sola ocurrencia de un infortunio aunque se deba a dolo o culpa: “Que, efec-
tuadas estas precisiones conviene señalar que la responsabilidad del empleador
fundada en su culpa o dolo, no tiene por antecedente una obligación de
garantía que dé lugar a responsabilidad por el solo hecho de producirse el
daño en la esfera de cuidado de este último, lo que funcionalmente equivale a
una responsabilidad contractual. De hecho esa función de garantía es cumplida
por el seguro de accidentes del trabajo, en su calidad de daños ocurridos con
ocasión de la relación laboral, y cuyas prestaciones se devengan con independencia
de la conducta del empleador. El empleador tiene una obligación de seguridad,
impuesta por el artículo 184 del Código del Trabajo, que a diferencia de la obli-
Por su parte la Municipalidad demandada sostiene que la víctima se encontraba instalando un enchufe
para conectar un microondas y un hervidor de agua en una bodega, y cuando estaba haciendo la conexión
de los cables que portaba con la caja de distribución sufrió una descarga eléctrica que posteriormente le
causó la muerte. Esta acción la realizó por propia iniciativa y sin que previamente haya interrumpido
o desconectado el suministro eléctrico.
3.- Que, le incumbe a la actora acreditar la concurrencia de los presupuestos de la responsabilidad
extracontractual y desde esa perspectiva corresponde constatar si estableció con la prueba producida en
autos, el hecho culposo que se le imputa a la Municipalidad. Y en su caso, determinar la concurrencia
de los demás requisitos de procedencia de la acción.
4.- Que, analizando la prueba relacionada por el juez a quo […], cabe señalar que el sumario sanitario
por el que se sancionó con multa a la demandada, concluye (fojas 262) que el órgano municipal incurrió
en la infracción de poner en riesgo la vida y salud del trabajador, ya que no existió control que impidiera
la ejecución de instalación de un enchufe, sacando la conexión desde el entretecho hacia la cafetería de
la oficina de la alcaldía, acción insegura que fue aceptada por el empleador, y que la Superintendencia
de Seguridad Social calificó el accidente en que falleció el señor […] como accidente del trabajo y
ordenó otorgar la cobertura correspondiente.[…]. De esta misma documental y de la documental de la
demandada se comprueba que el señor […], se desempeñaba como conductor, contaba con el título de
técnico automotriz de nivel superior otorgado por INACAP (fojas 140), que el año 2003 fue merecedor
de una anotación de demérito (fojas 150 y 151) y que el Ministerio Público dispuso el archivo provisional
de la investigación por la muerte del citado empleado municipal.[…]
7.- Que, si bien la muerte del trabajador municipal se declaró accidente del trabajo, ello por sí sólo no
implica que el órgano municipal deba responder de los perjuicios que se demandan en este juicio. Los
efectos de un accidente del trabajo o enfermedad profesional quedan regidos por un seguro que cubre
en todo evento el riesgo de accidente y, en caso que éste se deba a negligencia, por el estatuto común y
general de la responsabilidad civil. […]. La acción plantada por los familiares del trabajador fallecido se
sustenta en la responsabilidad extracontractual y debe ser planteada ante la jurisdicción civil, aunque los
ilícitos alegados sean infracciones a deberes de seguridad impuestos por el Código del Trabajo”. Fuente:
http://microjuris.cl/, MJJ24450.
gación de garantía, no tiene por objeto asegurar que el acreedor quede indemne
de todo daño, sino establecer un deber de cuidado, que debe ser apreciado según
las circunstancias. (Enrique Barros, Tratado de Responsabilidad Extracontractual,
páginas 700 y sig.).
9.- Que, en el caso sub litis ha quedado demostrado que el accidente, aunque
con ocasión del trabajo, escapa del ámbito de cuidado que naturalmente corres-
ponde al empleador, y la prueba de la negligencia que corresponde al demandante
ha sido insuficiente. Por el contrario, queda en evidencia que el empleador
no estuvo en condiciones de prever ni evitar el hecho dañoso que se debió
a una acción imprudente de la víctima, que sin tener los conocimientos
técnicos necesarios ni tomar la más elemental medida de seguridad como es
cortar el suministro eléctrico, procedió a instalar un enchufe. No queda la
menor duda de que la causa exclusiva del daño fue la acción negligente del
trabajador, que decidió por su cuenta y riesgo efectuar las maniobras que se han
señalado, sin dar aviso a su superior, obrando fuera del ámbito de su competencia
e incurriendo en falta de cuidado básico.
Si tan sólo hubiese cortado el suministro eléctrico el hecho dañoso no se hubiere
producido”.
“Debe acogerse el recurso de casación en el fondo deducido por la parte deman-
dante, ya que al concluir el fallo de segunda instancia que ‘la víctima se soltó
anticipadamente del cable del cual pendía el cinturón de seguridad’, no
cumple las exigencias de los artículos 455 y 456 del Código del Trabajo,
desde que no es fruto del análisis y ponderación de uno o más de los elementos
probatorios allegados al proceso, puesto que ninguno de éstos fueron particulari-
zados, como tampoco se expusieron las razones que permitieron a los jueces tener
por probado que el trabajador, hijo de los actores, incurrió en la conducta que se
le imputa, la que, por lo demás, es contraria al mérito del proceso, pues no existe
ningún antecedente probatorio que corrobore dicho aserto. Por el contrario, de la
abundante prueba testimonial rendida en el proceso aparece que el hijo de los de-
mandantes y otros trabajadores, luego de efectuado el cambio de turno, se quedaron
conversando en la llamada “zona de riesgo”, donde se encontraban al momento de
ocurrir el colapso del puente, de lo cual se infiere que el procedimiento de seguridad
del cual hacen caudal los testigos presentados por los demandados, no se cumplía
efectivamente ni se fiscalizaba por las personas designadas para tal función. […]
Al accionar los demandantes por el daño propio ocasionado por la muerte
de su hijo por culpa del empleador, y no por el daño de la víctima directa, no es
posible imputárseles una exposición imprudente al daño, siendo improcedente la
rebaja del daño moral fundada en tal aseveración” (Corte Suprema, 22 abril
2010, Casación en la forma y en el fondo “Díaz Díaz con Erazo Vidal y otros”
Rol nº 7339-2009).
1) Generalidades
El artículo 7º de la Ley 16.744 las ha definido como aquellos padecimien-
tos causados “de una manera directa por el ejercicio de la profesión o el
trabajo que realice una persona y que le produzca incapacidad o muerte”.
Y que tienen su origen en los trabajos que entrañan el riesgo respectivo, aun
cuando éstos no se estén desempeñando en la época del diagnóstico.
Humeres ha extraído de la definición legal, los siguientes requisitos: “a) que
provenga del ejercicio de una profesión o trabajo; b) que produzca incapacidad
o muerte, y c) que haya una relación directa entre el ejercicio de la actividad
causante y la incapacidad o muerte de la víctima72”.
Y en cuanto al Catálogo de Enfermedades Profesionales, habrá que estarse
al Decreto Supremo nº109 del año 1968 y que cada cierto tiempo es actuali-
zado73. “Existe una variedad de enfermedades cuyo origen puede ser situado
en el trabajo, ya sea en las condiciones ambientales del lugar de trabajo, en la
presencia de agentes propios o contaminantes de los procesos productivos, pero
también directamente generados por la forma de trabajar, sea por los ritmos,
intensidades, cargas, sistemas de turnos o la organización misma del trabajo,
tanto en su estructura formal (jerarquías, dependencias, sistemas de participa-
ción) como en la disposición real que estas estructuras adopten en la realidad.
Esta relación trabajo enfermedad ha sido reconocida desde los orígenes
de la medicina occidental (Hipócrates 460-380 A.C.) y ha fundamentado el
72
Ob. Cit., pág. 183.
73
El Ordinario No. 09.04.2010-008932 que la Subsecretaría de Previsión Social, envió al ISL
(Instituto de Seguridad Laboral) informó que, con fecha 25 de marzo del 2010, el consejo de
Administración de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), ha dado su aprobación al “Nuevo
Listado de Enfermedades Profesionales”. Se ha publicado en el portal de Internet del Colegio de
Expertos de Prevención de Riesgos de Chile A.G.
Fuente: http://www.coexpertos.cl/sitio/index.php?option=com_content&view=category&id=56
&Itemid=73
74
“Apuntes Técnicos sobre Enfermedades Profesionales”, Yuri Carvajal Bañados, Médico Cirujano
Subdepartamento Salud en el Trabajo Servicio de Salud Metropolitano del Ambiente, abril de 2001.
Fuente: http://www.asrm.cl/Archivos/Servicios/estudio_manual_enf_prof.pdf.
75
Ante el 1er Juzgado del Trabajo de Santiago, (Rol Nº 2.161-2006) se demandó a Lan Airlines
S.A., a fin de que se declare injustificado el despido y se condene a la demandada al pago de las
indemnizaciones y prestaciones que indica, con los recargos legales, reajustes, intereses y costas.
El demandado contestó la demanda y por las razones que indica solicitó el rechazo de la misma.
El Tribunal de primera instancia, por sentencia de 18 de marzo de 2008, acogió, sin costas, la
demanda sólo en cuanto declaró que el despido fue injustificado y condenó a la demandada al
pago de las indemnizaciones sustitutiva del aviso previo y por años de servicios, ésta última con el
incremento legal, compensación del feriado legal y proporcional, remuneración y el equivalente al
valor de ocho pasajes aéreos de la ruta Santiago- Frankfurt- Santiago, a su precio al momento de
pago, más los reajustes e intereses establecidos en los artículos 63 y 173 del Código del Trabajo, y
desestimó el cobro de los perjuicios con motivo de la enfermedad profesional que le afecta. Ambas
partes se alzaron y la demandada, además, recurrió de casación en la forma.
La Corte de Apelaciones de esta ciudad declaró inadmisible el recurso de casación en la forma y
conociendo de los recursos de apelación, por sentencia de 24 abril del 2009, la revocó, en cuanto
por ella condenaba a la demandada al pago del equivalente a ocho pasajes y en su lugar declaró
que en esta parte la demanda quedaba rechazada. En lo demás apelado, la confirmó.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señor Haroldo
Brito C., señora Rosa María Maggi D., Ministro Suplente señor Julio Torres A., y los Abogados
Integrantes señores Ricardo Peralta V., y Patricio Figueroa S.
76
En esta acción se accionó en contra del Director de la Comisión Médica Preventiva de Invalidez
COMPIN, debido a un accidente laboral, a raíz del cual, el accionante, estuvo hospitalizado y en
tratamiento durante siete meses, quedando con graves secuelas que le impidieron trabajar. Después
del accidente la IST lo evaluó y declaró preliminarmente que poseía un 20% de incapacidad,
posteriormente y dados sus severos daños físicos, tales como fractura pélvica sin operar, que lo
inhabilitaban para desempeñar un trabajo y el severo daño psicológico, fue reevaluado y se declaró
por el COMPIN, el COMERE y, en última instancia, por la Superintendencia de AFP, una
incapacidad del 74%. Agrega que desde la fecha del accidente hasta la fecha de la presentación,
en forma ininterrumpida, ha gozado de licencia médica por su incapacidad absoluta para trabajar,
motivo por el cual, desde abril de 2005, se encuentra gestionando su pensión de invalidez, la que
no ha sido materializada hasta la fecha por controversias médicas entre la IST y el COMPIN,
por considerar su invalidez una enfermedad común y por tratarse de un accidente del trabajo.
“Producto de estas controversias, la superintendencia de seguridad social ordenó el pago de todas sus
licencias médicas impagas hasta la fecha, dado que se sólo le han sido pagadas hasta agosto de 2007,
pero dada la controversia existente entre los organismos ya mencionados, desde agosto de 2007 ha
vivido de la caridad de familiares y amigos. Además de lo anterior, señala que ha sido objeto de cobran
zas judiciales por deudas impagas, como asimismo, no ha podido pagar los gastos educacionales de su
hijo menor y tampoco los remedios para su cónyuge. Refiere que, lo anterior, constituye vulneración,
de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 77 bis de la Ley 16.744, que obliga al organismo de régimen
previsional a que esté afiliado, que no sea el que rechazó la licencia o el reposo médico, el que está
obligado a cursarla de inmediato y a otorgar las prestaciones médicas o pecuniarias que correspondan,
sin perjuicio de los reclamos posteriores y reembolsos, si así procedieren; como asimismo al artículo 19
Nº 1 y 24 de la Constitución Política de la República. Termina solicitando se acoja el recurso y resuelva
que la Comisión Médica Preventiva de Invalidez COMPIN haga inmediato pago de todas las licencias
médicas indebidamente no canceladas desde agosto de 2007, hasta la fecha, por un valor de $191.000.-
pesos mensuales, más los reajustes del caso; se remitan todos sus antecedentes en forma inmediata a la
IST de Talcahuano, a fin de que este organismo pueda efectuar las prestaciones previsionales y médicas
futuras y/o pasadas, en el evento de no pagar el COMPIN, a fin de no agravar más sus padecimientos y,
finalmente, el pago de las costas de la causa. Acompaña copias de las licencias médicas no pagadas por la
recurrida; declaración de salud irrecuperable, emanada del Ministerio de Salud, subcomisión Talcahuano
y Dictamen de invalidez de la Superintendencia de AFP que declara un 74% de incapacidad, citadas
en el cuerpo de su presentación.
2º Que, a fojas 41, informa el Presidente de la Sub-Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez,
Compín, solicitando el rechazo del recurso en todas sus partes con costas. En primer lugar, expone que el
recurso es extemporáneo, por exceder del plazo de 30 días para su presentación, atendido que a lo menos,
desde el 14/11/2008 el recurrente tenía conocimiento del no pago de sus licencias médicas. En cuanto
al fondo, expone que las licencias médicas Nº 21771480 y 21775524 extendidas por un total de 60
días a contar del 19/9/2007 fueron rechazadas por la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez
COMPIN por reposo médico no justificado. Estas licencias médicas fueron presentadas como enfermedad
común, no laboral. El recurrido reclamó de esta resolución a la Superintendencia de Seguridad Social,
quien por ordinario Nº 27473 del 23/4/2008, confirmó lo obrado por la COMPIN. Con posterioridad,
todas las licencias médicas posteriores fueron rechazadas, por lo que el recurrido presentó reclamo ante
FONASA, organismo que no teniendo facultades para pronunciarse sobre la materia, lo orientó para
efectuar reclamo ante la Superintendencia de Seguridad Social, en atención a que sus patologías eran
de origen laboral y no común. Por ordinario Nº 64003 de fecha 14/10/2008, la Superintendencia de
Seguridad Social acoge la petición del recurrente y redictamina las patologías del Sr. Álvarez como de
origen laboral y no común, por lo que sus licencias médicas quedaban amparadas por la ley Nº 16.744
de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales. En atención a este dictamen el recurrido reclamó
ante la COMPIN el pago de 14 licencias impagas, desde el 14/9/2007 a 14/10/2008, las que habían sido
rechazadas anteriormente. En atención al dictamen pronunciado por la Superintendencia de Seguridad
Social, no procede que la COMPIN autorice el pago de las licencias, ya que deben ser canceladas por
la respectiva Mutual del Trabajo, en este caso, Instituto de Seguridad del Trabajo, en conformidad a
lo señalado en la ley 16.744, en sus artículos 30 al 33 y además así lo dispone el ordinario Nº 64003
de la Superintendencia de Seguridad Social, al comunicarle este hecho al Instituto de Seguridad del
Trabajo. Finalmente hace presente que procede el rechazo del recurso, dado que nada debe aprobar ni
menos pagar la COMPIN, por no ser este hecho de su competencia.
3º.- Que, para que pueda prosperar la acción cautelar interpuesta a fs. 26, es necesario que los hechos que
le sirvan de fundamento puedan ser calificados de acciones u omisiones arbitrarias e ilegales, calificación
que no es posible hacer en el caso de la especie, puesto que de los antecedentes de autos no se evidencia
que concurra ninguna de esas circunstancias. […]
5º Que, en consecuencia, contra lo que afirma la recurrente, en cuanto a que la COMPIN no habría
pagado sus licencias desde agosto de 2007, la recurrida no ha incurrido en la conducta arbitraria e
ilegal que le atribuye, puesto que no es a dicho organismo a quien debía reclamar, sino al Instituto de
Seguridad del Trabajo, por tratarse de una enfermedad de origen laboral. […]
Por estas consideraciones, lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución Política de la República y
Auto Acordado de la Excma. Corte Suprema sobre Tramitación del Recurso de Protección de Garantías
Constitucionales, se declara: Que se rechaza el recurso de protección”.
Fuente: http://microjuris.cl/ MJJ19764.
77
“6º Que, de todo lo establecido precedentemente [artículos 5º, 7º y 27 de la Ley 16.744. y artículos 4º
y 11 del DL nº 3.500], aparece que se puede ser pensionado por invalidez derivada de un accidente
del trabajo, de una enfermedad profesional, o de una enfermedad común, debiendo aplicarse en los dos
primeros casos, las normas de la Ley Nº 16.744 y en el último el Decreto ley 3 .500. En todo caso, la
declaración, evaluación y revisión de las incapacidades, corresponde ya sea a las Comisiones Médicas
señaladas en el artículo 11 del Decreto Ley 3.500 o, en el caso de las incapacidades permanentes derivadas
de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales, a los Servicios de Salud o Mutualidades (artículo
58 de la Ley Nº 16.744).
7º Que, del documento agregado a fojas 1, acompañado por el propio demandante, aparece que con
fecha 2 de marzo de de 2005, se dictó el Dictamen de Invalidez Nº 108.0296/2005, en el cual se
establece, de conformidad a lo dispuesto en los artículos 4 y 11 del decreto Ley 3.500, un diagnóstico de
Lumbago Crónico Clase I, menoscabo de la capacidad de trabajo: 54% (parcial) y se acuerda aceptar
invalidez transitoria parcial a contar del 28 de enero de 2005, ello considerando que las enfermedades
alegadas como invalidantes, provocan una pérdida de la capacidad de trabajo mayor o igual del 50%,
pero menor de dos tercios. Reclamado el Dictamen por la Compañía de Seguros de Vida S.A. y por […],
la reclamación fue rechazada por Resolución Nº C.M.C. 001469/2005 de 25 de abril de 2005, siendo
confirmado el dictamen que procede a otorgar invalidez parcial transitoria (documento acompañado
por el actor a fojas 2).
8º Que, con los documentos analizados precedentemente, y tal como lo confiesa el propio demandante
al contestar la posición 1.- del pliego de fojas 140, se encuentra plenamente acreditado que el actor
obtuvo una pensión de invalidez por enfermedad común, no por enfermedad profesional, de manera
que su demanda no puede prosperar.
9º Que, el documento acompañado a fojas 80 por el actor, informe de incapacidades, emanado del
médico […], es un instrumento privado emanado de un tercero ajeno al juicio que no lo reconocido;
además, no puede desvirtuar lo establecido por la Comisión Médica que calificó de enfermedad común
la dolencia que motivó la incapacidad del demandante. Lo mismo debe decirse del documento agregado
a fojas 81, fotocopia de una declaración individual de enfermedad profesional, emanada del mismo
médico.
10º Que, las declaraciones de los testigos presentados por la parte demandante, no alteran lo concluido
toda vez que no son personas idóneas para calificar el origen de la enfermedad del actor.
Por estas consideraciones […], se revoca, en su parte recurrida, la sentencia de diez de marzo de dos
mil nueve, escrita a fojas 167 y siguientes, en cuanto condena a los demandados a pagar en forma
conjunta al actor, por concepto de daño moral sufrido por éste, originado en su enfermedad profesional
la suma de $80.000.000 y a las costas de la causa y en su lugar se declara que no se hace lugar a dicha
indemnización y que se les exime del pago de las costas”.
78
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ21824.
79
Un trabajador que prestó servicios desde el mes de diciembre de 1964 hasta enero de 1996 como
operador de la sala de comandos, fecha en la cual fue despedido por la causal de “caso fortuito”.
Asimismo, indica que hizo uso de su Licencia Médica desde marzo de 1992, siendo pensionado
por invalidez total (70%) por la respectiva Comisión Médica desde el mes de 1995, por tener que
desplazarse en silla de ruedas debido a un infarto medular dorsal, epiduritis, paresia moderada,
parecia serena, raquiestenosis y discopatías.
El Juez en lo Civil de Panguipulli rechazó la demanda al encontrarlo justificado. Y del motivo
13º se lee: “Que, los antecedentes reseñados, apreciados conforme a la sana crítica, llevan a concluir
que la capacidad laboral ‘residual’ del actor se centra sobre sus facultades psíquicas, las que aparecen
intactas, pero dadas las características de las labores que desempeñaba, su disminución laboral ascendente
a un 70%, como lo hace constar el Dictamen de Invalidez, la que incide fundamentalmente sobre
sus facultades físicas, no le han permitido continuar desarrollando las labores […].De esta forma, tal
incapacidad, imprevista y a la que no le fue posible resistir, producto de los fenómenos físicos, han
configurado la causal de despido por caso fortuito o fuerza mayor, que su empleadora invocara, por lo
que ha de negarse lugar a su petición de declararla inadmisible e improcedente”.
Por su parte, la Corte de Valdivia revocó la sentencia en cuanto a su declaración de justificado el
despido por la causal de caso fortuito o fuerza mayor y negó lugar a las indemnizaciones por años
de servicios y sustitutiva de aviso previo; declarando, en cambio, la terminación del contrato de
trabajo pero con derecho a esas indemnizaciones.
Se alzó la demanda con sendo recurso de casación en el fondo, el cual fue rechazado.
80
Ante el 4° Juzgado del Trabjo de Santiago, un electromecánico general, demanda en juicio ordinario
del trabajo en contra de Corporación Nacional del Cobre de Chile, solicitando que se condene a
la demandada al pago de una indemnización por daño moral, con motivo de la enfermedad que
por culpa y negligencia del empleador padece su representado, con grave consecuencia para su
salud y calidad de vida, tanto personal como familiar, con reajustes, intereses y costas. El actor
fue contratado con fecha 01 de enero de 1989 por la demandada, para desempeñarse en calidad
de operador de refinación y moldeo, dependiente de la subgerencia de mantención de la División
Chuquicamata. A partir de mayo de 1998 su representado comenzó a sufrir constantes cefaleas,
mareos, fuertes dolores estomacales, vómitos y estados depresivos. En un comienzo el actor
atribuyó estas patologías a un estado tensional por stress laboral, pero frente a la persistencia de esta
sintomatología, acentuada por pérdida de memoria, se informó a su jefe superior, siendo sometido
a exámenes que duraron más de dos años, con procedimientos médicos que transformaron su
vida.El 7 de octubre de 1996, un análisis toxicológico arrojó como resultado contaminación por
plomo. El 25 de mayo de 1999, un spect cerebral efectuado en la Clínica Las Condes, establece
que el paciente ostenta una intoxicación crónica por plomo, daño sicoorgánico secundario no
reversible, panipopituitarismo secundario, daño neuroftalmológico secundario, recomendando
mantenerlo con licencia médica por enfermedad profesional para jubilación por incapacidad laboral.
Con fecha 17 de enero de 2000 un control periódico sobre la base de nuevos exámenes, concluye
que el paciente presenta leve mejoría persistiendo alteraciones endocrinológicas, neurológicas y
siquiátricas, continuando con licencia médica. Un examen comparativo de spect cerebral en julio de
2000 concluye que el paciente ha experimentado una mayor progresión de las alteraciones descritas
con compromiso cerebral de mayor gravedad. En el mismo mes el señor Salinas, producto de una y
descompensación de cuadro de base debió ser hospitalizado en la Clínica Oriente de Antofagasta.
El examen de spect cerebral de agosto de 2001 confirmó los diagnósticos anteriores, manteniendo
el paciente las patologías sin modificaciones desde el año anterior. Conforme a instrucciones de los
facultativos tratantes, el actor solicitó a la Comisión Médica de Prevención e Invalidez del Servicio
de Salud de Antofagasta se le evaluara por intoxicación por plomo, para los efectos de otorgarle la
correspondiente pensión asistencial por invalidez. Por resolución Nº 444/2000, de 4 de octubre de
2000 el compin determinó en 75% la pérdida de capacidad de ganancia de origen profesional del
trabajador estableciendo que tal incapacidad se ha originado por fractura condral condilo izquierdo,
artrosis secundaria a accidente del trabajo (15%) intoxicación C.R. por plomo, D.T. psicoorgánico
secundario no recuperable (70%). La demandada recurrió a la Superintendencia de Seguridad
Social, solicitando un pronunciamiento sobre el origen (laboral o común) de la intoxicación por
plomo reconocida a don [...], según la referida resolución Nº 444/2000, de 4 de octubre de 2000,
de la compin del Servicio de Salud de Antofagasta. La demandada hace hincapié que no pone en
duda el grado de incapacidad del trabajador. La Superintendencia confirmó la resolución recurrida,
por ordinario Nº 025810, de 12 de julio de 2001, señalando en su considerando 3º “que en
ausencia de elementos que demuestren la falta de exposición laboral a plomo se concluye confirmar
el origen profesional de la patología presentada por el afectado, diagnosticada como intoxicación
del auto que se lee a fs. 43, aceptado por las partes, donde no se consideró siquiera
esta materia como punto de prueba; 5° Que, por el contrario, se ha acreditado
que la empresa demandada capacita adecuadamente a su personal, aplica planes
de seguridad, suministra implementos de seguridad laboral y dispone de servicios
médicos para atender a sus trabajadores, cual ocurrió con el actor al detectarse su
enfermedad, y no se ha puesto en duda el cabal cumplimiento de sus obligaciones
de afiliación e impositivas establecidas en la ley. Por otra parte, consta en autos,
documentos de fs. 101, 105 y siguientes, que los niveles de plomo absorbidos por el
señor Salinas son inferiores a cincuenta microgramos por cien ml, determinados por
las normas vigentes como límite de tolerancia biológica, así como que, los detectados
en otros trabajadores que se desempeñan en faenas similares en Codelco Norte, son
muy inferiores a tal límite; lo anterior permitiría aun concluir que el actor contrajo
su enfermedad en una actividad anterior, o bien que posee una cierta tendencia
o debilidad fuera de lo común para contraer afecciones de esta naturaleza; […]
7 ° Que, por otra parte, la actora ha sostenido y mantenido en estrados que,
en virtud de lo establecido en el artículo 184 del Código del Trabajo, cualquiera
enfermedad profesional que sufra un trabajador debe ser indemnizada por el em-
pleador por cuanto el solo hecho que ella se haya desatado demostraría que aquél
no ha tomado las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de
sus dependientes, faltando así a la obligación que tal norma le impondría;
8° Que, la aseveración de la demandante señalada en el acápite anterior, no
se compadece con el verdadero sentido de la norma invocada, que en realidad no
dispone tal cosa. En efecto, así se desprende de su texto, tanto más si se la compara
con lo que se decía en el artículo 255 del antiguo Código del Trabajo, que sí con-
templaba una responsabilidad objetiva de la parte patronal respecto de los accidentes
que sufrieran sus trabajadores. En efecto, allí se establecía que ‘el patrón o empleador
es responsable de los accidentes del trabajo ocurridos a sus obreros o empleados.
Exceptúense los accidentes debidos a fuerza mayor extraña y sin relación alguna
rechaza la objeción de documentos formulada por la parte demandada. III. Que se hace lugar a la
demanda […], debiendo la demandada, Corporación Nacional del Cobre de Chile, […] pagar al actor
la cantidad de $ 90.000.000 (noventa millones de pesos) por concepto de daño moral. IV. Practíquese
liquidación del crédito en su oportunidad de la prestación ordenada pagar con reajustes e intereses
legales, conforme a lo dispuesto en el art. 63 del Código del Trabajo. V. Con costas”.
demanda queda rechazada, sin costas por estimar esta Corte que el demandante
ha litigado con motivo plausible”81.
Del fallo de la Corte Suprema, “Segundo: Que, el recurrente denuncia la
infracción del artículo 184 del Código del Trabajo. Sostiene, en síntesis, que los
sentenciadores han interpretado y aplicado erróneamente la ley, al concluir que
en la especie la demandada incumplió con los deberes de cuidado y protección que
establece la disposición legal citada. Señala que en autos se encuentra acreditado
que la enfermedad sufrida por su parte ha tenido su origen en la contaminación
por plomo a que se vio expuesto durante el tiempo que prestó funciones para la
demandada y que también se encuentra establecido que la protección proporcionada
por la empleadora no fue eficaz ya que no adoptó todas las medidas necesarias
para evitar el peligro. Tercero: Que, como puede apreciarse, las argumentaciones
formuladas por el recurrente consisten en la falta atribuida a los sentenciadores
respecto de la interpretación del precepto legal que ha invocado, cuestionando tam-
bién los presupuestos fácticos y conclusiones establecidas por los Jueces del fondo; sin
embargo, en el recurso no se consignan como vulneradas las normas relativas a la
interpretación de la ley, ni tampoco las disposiciones relativas en esta materia sobre
la apreciación de la prueba, que son las que, en definitiva, permiten la revisión
del fallo en estudio en los aspectos alegados, de modo tal que el recurso intentado
no puede prosperar. Cuarto: Que, conforme lo razonado resulta suficiente para
concluir que el recurso en análisis adolece de manifiesta falta de fundamento, lo
que conduce a su rechazo en esta etapa de tramitación. Por estas consideraciones y
normas legales citadas, se rechaza el recurso de casación en el fondo deducido por
el demandante”82.
Obligación del empleador de indemnizar a trabajadora por daño psico-
lógico causado por maltratos que derivaron en una enfermedad profesional.
“Es un hecho de la causa que los maltratos que la demandante recibió en el desem-
peño de sus funciones laborales, unido al ambiente de tensión generalizado en que
81
Pronunciada por la Décima Sala, integrada por el Ministro señor Cornelio Villarroel Ramírez, el
Fiscal Judicial señor Mario Carroza Espinosa y el Abogado Integrante señor Ismael Ibarra Léniz.
82
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores Marcos
Libedinsky T., Orlando Álvarez H., Urbano Marín V. y Patricio Valdés A. y el Abogado Integrante
señor Ricardo Peralta V.
83
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl , ID n° 51597.
84
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ22673
precisamente sólo cabe a los Tribunales del Trabajo conocer del daño causado a la
trabajadora mientras ésta se encuentra ligada contractualmente con su emplea-
dora, de manera tal que la indemnización solicitada lo es por un daño que el
Código Civil reconoce es de responsabilidad del empleador, no sólo por haber sido
ocasionado por éste, cuanto porque, aún cuando no exista un texto legal expreso
que sancione el acoso laboral con la respectiva indemnización por el daño que con
ello se ha causado a la trabajadora víctima, ésta sí tiene legítimo derecho a ser
indemnizada, máxime si tal acoso lo fue con motivo de un estado de embarazo
que el Código del Trabajo se ha encargado de proteger detalladamente” (Corte de
Santiago, 28 septiembre 2010, Rol nº 11553-09).
Neurosis laboral no atribuible al empleador. “Aunque las afirmaciones de
la demandante sean corroboradas en buena medida por las anotaciones médicas,
y no sea dudoso que el sufrimiento moral existió y produjo un menoscabo en su
calidad de vida, esta vivencia dolorosa no puede ser considerada un daño moral y,
por lo tanto indemnizable, si no se prueba, además, como lo exige el artículo 69
de la ley 16.744, que provino de un hecho culpable o doloso de la demandada, lo
que no ocurre si no obstante estar acreditada una relación de causa a efecto entre
el trabajo realizado por la actora y la neurosis laboral que la afectó, no se probó
en modo alguno que la empleadora hubiera incurrido en una conducta dolosa o
negligente en el mantenimiento de las condiciones ambientales del local en que
trabajaba la demandante que hubieran podido originar la enfermedad, ni en la
participación en cuanto al tratamiento, una vez diagnosticada ésta, sino por el
contrario, ha quedado demostrado que dio cumplimiento oportuno a todas las
recomendaciones para mejorar las condiciones de la trabajadora” (Corte Suprema,
28 agosto 2006, Casación en el fondo “Matamala Velozo con Entel Servicios
Telefónicos S.A” Rol n° 4130-2005)85.
85
En autos Rol nº 3.625-1999 del Séptimo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, una trabajadora
demandó a una empresa de telecomunicaciones, a fin que se condene a la demandada a indemnizar
los perjuicios causados que señala, más reajustes, intereses y costas.
El demandado, evacuando el traslado conferido, solicitó el rechazo total, con costas, de la acción
deducida, y opuso la excepción de litis pendencia, sosteniendo que existe un juicio pendiente
la causa Nº 3336 1999 de este Juzgado, siendo notificada esa demanda y ya siendo contestada.
Agrega que en dicho juicio pendiente y este litigio, existe identidad legal de personas: la misma
actora y la misma demandada; también identidad de la cosa pedida, el mismo beneficio jurídico
en ambos juicios; y, además identidad de causa ce pedir, el mismo contrato de trabajo entre la
actora y el empleador, el despido y la existencia de un supuesto fuero laboral.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de veintiocho de noviembre de dos mil tres, escrita
a fojas 186, acogió la demanda sólo en cuanto condenó a la demandada al pago de la suma
de treinta millones de pesos por concepto de daño moral, más reajustes, intereses y sin costas.
“Tercero: Que, del mérito de este proceso y de la documentación de fs. 17 a 22, aparece que proceda
rechazar la excepción en cuestión con costas. Supuesto que si bien existen dos juicios paralelos entre las
partes: el proceso Nº 3336 1999 y esta causa Nº 3625 1999; no es menos cierto que en aquel juicio se
persigue la declaración de ilegal a injustificado del despido de la actora por la demandada, y el cobro de
prestaciones legales y contractuales; y este pleito persigue la declaración de que la demandante adquirió
una enfermedad de naturaleza profesional, que le produjo perjuicios materiales y morales, y cobrándose
ciertas sumas de dinero por un daño emergente, por un lucro cesante y por un daño moral; Objeción
documental del actor. […]. Por estas consideraciones […]; se declara: I. Que se rechaza la excepción de
litis pendencia opuesta por la demandada […]; VI. Que ha lugar a la demanda […] sólo en cuanto
se condena a la demandada […] a pagar a la demandante […] la suma de treinta millones de pesos
($ 30.000.000) en dinero efectivo, por concepto de daño moral. VII. Que no se hace lugar a la citada
demanda, en cuanto al cobro de indemnizaciones por daño emergente y por lucro cesante; VIII. Que la
indemnización antes señalada deberá reajustarse de acuerdo a la variación que experimente el Índice de
Precios al Consumidor, desde la fecha de la notificación de la demanda; y además devengará el interés
corriente para operaciones reajustables desde que la sentencia quede ejecutoriada y hasta el pago efectivo
de lo adeudado; IX. Que no se condena en costas a la parte demandaba, por no haber sido totalmente
vencida”.
Se alzó el demandado y la Corte de Apelaciones de Santiago, en fallo de quince de junio del año
dos mil cinco, que se lee a fojas 249, revocó la sentencia de primer grado y, en su lugar, rechazó
la demanda sin costas y lo confirmó, en lo demás apelado.
En contra de esta última sentencia, la demandante dedujo recursos de casación en la forma y en el
fondo, por haber sido dictada, a su juicio, con infracciones de ley que han influido en lo dispositivo
de la misma y a fin que se la invalide y se dicte la de reemplazo que describe.
Se declaró inadmisible el recurso de casación en la forma y se trajeron estos autos en relación para
conocer del recurso de casación en el fondo.
Segundo: Que, el informe médico número […] emitido por el Hospital del
Trabajador de Santiago, […], más las fichas médicas que a ese informe se adjun-
tan y que rolan […], son categóricos al describir la enfermedad de la actora como
neurosis laboral, atendida en dicho centro médico entre el 07 de enero y el 16 de
octubre de 2000, por lo que este diagnóstico se tendrá por probado.
Tercero: Que, la demandante atribuye el origen de la enfermedad a las malas
condiciones laborales del local de trabajo y para probarlo acompaña la declaración
de dos testigos, contestes y sin tacha. Una de ellos, doña […], expone a fojas 84:
Además no disponía de una oficina para trabajar, no tenía un lugar determinado,
atendía en diferentes partes, en general lo hacía en una bodega, sentada en el suelo
en alguna caja, pero luego modifica esta declaración, puesto que contrainterrogada,
aclara, a fojas 87: No me consta que haya atendido público sentada en el piso,
pero sí muchas veces atendía al cliente en la bodega de pie, cuando necesitaban
conversar en privado. Un segunda testigo de la demandante […], afirma a fojas
92: en cuanto al lugar físico, éste no contaba con las condiciones de ser un lugar
apropiado para desarrollar sus funciones, muchas veces tuvimos que ocupar el piso
como escritorio, en algún momento se le asignó un escritorio en el área restringida,
pero ese escritorio y esa oficina se ocupaba como bodega, como comedor y para
cuadrar las cajas, era ocupado por todo el personal. El lugar donde se atendía al
público es muy pequeño, juntándose demasiadas personas, lo que hacía más difícil
la atención. Estos testimonios aparecen rebatidos por los dos testigos de la parte
demandada, igualmente contestes en sus dichos y sin tacha. A fojas 104, doña
[…] declara: Ella tenía su oficina propia en Huérfanos, en el segundo piso, ésta
era compartida. El público lo atendía en el módulo de atención a clientes, porque
ahí tenía su computador y podía ver el reclamo a que hacía alusión el cliente.
Ella como jefe de local, no atendía mucha gente, sólo los casos especiales donde se
requería la presencia de un jefe. Repreguntada agrega a fojas 106: Nunca hizo
esto, la empresa provee de escritorios y sillas y por imagen una empresa no puede
permitir que un funcionario atienda en el suelo. Repreguntada, respecto a si la
ACHS cuestionó las condiciones ambientales en que se desempeñaba la actora,
afirma: No cuestionó las condiciones ambientales. Don […], a su vez, proporciona
el siguiente testimonio, a fojas 108: Cada ejecutiva dispone de un PC., teléfono,
escritorio y los útiles necesarios para esa función. Ella como jefa tenía una oficina
de agresión por parte del público en una personalidad con núcleo paranoide). La
ficha médica que viene a continuación, a fojas 129, deja constancia que: Visita a
empresa corrobora origen laboral del cuadro al comprobar trabajo bajo presión, de
alta exigencia y tensión en lo emocional. Si bien los dos testigos de la demandante,
contestes y sin tacha, coinciden en declarar acerca de las malas condiciones am-
bientales del local en que esta última trabajaba, esta afirmación es refutada por los
dos testigos de la demandada, igualmente contestes y sin tachas, cuya declaración
guarda conformidad con lo expuesto en las fichas médicas de la actora acompaña-
das al expediente, en las cuales, si bien se reconoce el origen laboral del cuadro, no
hay ninguna alusión, incluso después de visitada la empresa, a que la agresión de
público que resiente la demandante se deba a las condiciones ambientales del local
en que laboraba, y dejando constancia, en cambio, de una marcada vulnerabilidad
en lo emocional, en una personalidad con núcleo paranoidal. En consecuencia, esta
sentenciadora tendrá por no probado el hecho alegado por la demandante […].
Cuarto: Que, en lo que se refiere al tratamiento de la enfermedad, el informe
médico aludido en el considerando anterior señala, a fojas 125, que: “Con fecha
8 de marzo de 1999 se envió nota a la empresa en que se especificó el diagnóstico
(neurosis laboral) y se sugirieron las recomendaciones (cambio de trabajo)”. Respecto
del cumplimiento de estas recomendaciones el mismo informe expresa, también a
fojas 125 que: “En control del 22 de marzo de 1999 la paciente informó que fue
trasladada de puesto a funciones administrativas (transitoriamente). En control
de 30 de abril de 1999 la paciente volvió a informar de cambio de puesto ad-
ministrativo (también en forma transitoria). Esta comunicación coincide con lo
declarado por el representante de la demandada, quien absolviendo posiciones, a
fojas 175, responde a la pregunta n. 16: “Se le cambió de cargo a una atención de
función telefónica exclusivamente y posteriormente a una función administrativa,
sin ninguna responsabilidad, en el mismo local. De esto se informó a la trabajadora
por escrito, no me consta si se informó a la ACHS. Los dichos de los testigos de la
demandada confirman esta versión. Doña María Eugenia Padilla Polhwein de-
clara a fojas 105 (punto 1): “Una vez que fue dada de alta, la empresa le cambió
las funciones a la de recepción de giro, porque ahí no atendía público”, [...], “En
el cargo asignado a la demandante sólo alcanzó a estar unos pocos días, porque se
quejó que el teléfono le producía molestias a su oído y tenía problemas con su brazo
por un citófono que está en la pared y que tenía que atender”. Debido a esto, llegó
un inspector de la ACHS, y sugirió que el citófono se le acercara más a su puesto
de trabajo, lo que fue hecho en forma inmediata, pero ella siguió quejándose del
teléfono por su problema a su oído. En vista de estos problemas se le cambió de
función y para darle más facilidades, fue asignada al local 11 de septiembre, para
efectuar trabajos administrativos livianos, ahí no atendía teléfonos, ni público, ni
hacía esfuerzos con sus brazos [...]. Don Alfonso Patricio Barahona Núñez, ma-
nifiesta a fojas 114 (punto 1): “Personalmente conversé con la demandante sobre
la recomendación de la ACHS, en el sentido de cambiarla de funciones, situación
que realmente asumimos a contar de los pocos días de recibir la recomendación de
la ACHS, que fue por escrito. Básicamente se le encargó el trabajo administrativo
de lo que es giros nacionales en el local de Huérfanos, no tenía atención de público
directo, pero sí debía contestar el teléfono, aduciendo que tenía problemas auditivos
con eso, expresando su disconformidad por esta labor, la trasladamos al local de 11
de septiembre a hacer trabajos administrativos”. De lo anteriormente expuesto, y
no existiendo contradicción alguna entre lo manifestado por la propia actora, lo
informado por el Hospital del Trabajador y lo declarado por los dos testigos de la
demandada, contestes y sin tacha, se tendrá por probado que el tratamiento de la
enfermedad, en lo que concernía a la empleadora, consistió en cambiar de funciones
a la demandante, asignándola a labores que excluyeran la atención de público, lo
que también fue cumplido a cabalidad por la demandada.
Quinto: Que, en lo que concierne al alta médica y, en su caso, si ésta se
encontraba sujeta al cumplimiento de alguna prescripción médica o plazo deter-
minado, el informe médico, firmado por el Dr. César Carvajal Álvarez, médico
tratante, concluye, a fojas 125 y 126 lo siguiente: La Sra. [...] ha requerido de
dos períodos de reposo. El primero entre el 7 de enero de 1999 y el 10 de marzo
del año 1999 y el segundo entre el 22 de marzo y el 23 de abril de 1999. “El 6 de
mayo de 1999 la paciente estaba sin reposo. La paciente estuvo con reposo entre el
22 de marzo al 23 de abril de 1999 y el control ambulatorio siguiente fue el 24
de mayo de 1999 . El certificado de alta de fojas 146 reza: Certificamos que doña
Rosalía Matamala Velozo de la empresa Entel Serv. Telefónicos S.A. que sufrió
un accidente de Ef. Profesional el día 7/01/99 y que se presentó a nuestro servicio
médico el día 22/03/99, se le ha dado el alta con seguimiento el día 22/03/99 y
puede reintegrarse a su trabajo a partir del día 23/03/99. Se tendrá, por lo tanto,
por probado que desde el 22 de marzo de 1999, la actora no se encontraba en
reposo sino que contaba con alta médica que le permitía trabajar, sin perjuicio de
continuar tratamiento ambulatorio.
Sexto: Que, respecto del daño moral que la actora sostiene haber sufrido, la
demandante absolviendo posiciones declara al punto 5, a fojas 178: “[...]mi familia
se alteró totalmente, conocí el insomnio, quedar botada en una cama sin poder
levantarme, mucho dolor de cabeza, no hablar sino que gritar, poca tolerancia,
llegar a perder el aprecio de mí misma, indiferencia a la vida y al medio que me
rodea, hasta llegar el suicidio, pérdida de conciencia, caídas, inestabilidad, carácter
inestable, desorientación, fobia[...], sin contar con los gastos materiales que supe-
raron los dos millones y medio en medicamentos, atenciones médicas y exámenes.
Lo principal, alteró mi capacidad para desempeñarme como trabajadora que hasta
el día de hoy no he podido superar, me cuesta mucho conseguir un trabajo, incluso
tratar de buscarlo”. Las anotaciones de las fichas médicas acompañadas al expediente
señalan en la paciente a fojas 133: “intensa angustia”, “insomnio marcado”, “irri-
tabilidad fácil”, “desconcentración”, “falla de memoria” y a fs. 135: “somnolencia
diurna” “cierta irritabilidad”, más el siguiente comentario: “Consiguió trabajo
administrativo; sin embargo, al presentarse tuvo crisis angustiosa que la llevó a
desistir del cargo”. Si bien las afirmaciones de la demandante son corroboradas en
buena medida por las anotaciones médicas, lo que no permite dudar de que ese
sufrimiento existió y produjo un menoscabo en su calidad de vida, esta vivencia
dolorosa no puede ser considerada un daño moral y, por lo tanto indemnizable, si
no se prueba, además, como lo exige el artículo 69 de la ley 16.744, que provino
de un hecho culpable o doloso de la demandada, lo que en la especie no ha ocu-
rrido, puesto que no obstante estar acreditado que la demandante contrajo una
enfermedad de origen laboral, existiendo una relación de causa a efecto entre el
trabajo realizado por la actora como jefa encargada de un local de la demandada
y la neurosis laboral que la afectó, no se probó en modo alguno que la empleadora
hubiera incurrido en una conducta dolosa o negligente en el mantenimiento de las
condiciones ambientales del local en que trabajaba la demandante, que hubieran
podido originar la enfermedad, ni en la participación que a ella correspondía en
el tratamiento, una vez diagnosticada esta última; por el contrario, ha quedado
4) Casuística
Procede otorgar prestaciones de la ley por enfermedad profesional
consistente en neurosis depresiva (Superintendencia de Seguridad Social, 1
octubre 1993, Dictamen n° 9716).
No procede otorgar cobertura de la ley a patología de trabajador con-
sistente en trastornos de adaptación y reacción de estrés (Superintendencia
de Seguridad Social, 6 junio 1994, Dictamen n° 6190).
El empleador no sería responsable de hábitos personales del trabajador
ejercidos fuera del ámbito de la empresa, como una alimentación inade-
86
Pronunciada por la Décima Sala de esta Ilustrísima Corte de Apelaciones, integrada por los
Ministros, señor Juan Araya Elizalde y señor Haroldo Brito Cruz y por la Abogada Integrante,
doña Solange Doyhar Casse.
87
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl, Dictamen n° 5415.
88
Un tripulante pesquero, domiciliado en Talcahuano, interpone recurso de protección en contra
del Presidente de la Comisión de medicina preventiva e invalidez de la 8ª Región. Expresa que
el 3 de enero de 2006 formuló una petición de ponderación de enfermedad profesional a la
Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez (Compín) solicitando se le otorgara un 36% de
menoscabo laboral por enfermedad profesional, atendido los documentos acompañados y pidió que
se certificara que su solicitud se encontraba en estado de resolverse. En febrero de 2006 formuló
ante el recurrido la denuncia de incumplimiento de plazos y requirió su decisión, y después, el 27
de febrero solicitó que se certificara que su solicitud no había sido resuelta dentro de plazo legal.
Sin embargo, el recurrido no se ha pronunciado. Con lo anterior, afirma que se ha agraviado el
derecho contemplado en el artículo 19 Nº 24 de la Constitución Política de la República, por
cuanto el artículo 64 de la ley Nº 19.880 contempla el denominado “silencio positivo”. Reitera que
ha dado cumplimiento al procedimiento administrativo y es acreedor de las certificaciones y de los
resultados de la negativa a emitir pronunciamiento; y, en consecuencia, las disposiciones citadas
han incorporado a su patrimonio los efectos de una invalidez de 36% a causa de su enfermedad
profesional. En definitiva, pide resolver que la abstención de resolver y su negativa a certificar
dentro de los plazos legales es un acto que violenta los efectos del silencio positivo previsto en la
ley Nº 19.880.
El recurrido informó que, solicitaba el rechazo de la acción con costas, “por las siguientes razones:
a) El artículo 7º de la ley Nº 16.744 señala qué es enfermedad profesional y que los artículos 58 a
64 establecen el procedimiento de evaluación, reevaluación y revisión de incapacidades derivadas
de una enfermedad profesional, sin que se establezca plazo alguno dentro del cual debe efectuarse
este proceso; b) Esta situación está regulada a su vez en los arts. 76 y 77 bis del decreto supremo
Nº 101, de 1968, sin que se establezca plazo alguno dentro del cual debe efectuarse este proceso;
c) Esta materia también está regulada por el decreto supremo Nº 109 de 1968, el que no establece
plazo alguno dentro del cual debe efectuarse este proceso de evaluación, reevaluación y revisión de
incapacidades derivadas de una enfermedad profesional; d) Como se desprende del artículo 64 de
la ley Nº 19.880, para que opere el silencio administrativo se requiere un plazo legal dentro del
cual no se pronuncie la autoridad; e) En conclusión, tratándose del procedimiento de evaluación de
incapacidad derivada de enfermedad profesional, no existe plazo dentro del cual deba pronunciarse
la administración, por lo cual este silencio administrativo no puede operar y no puede sostenerse
que existe aprobación de la declaración de incapacidad, tal como sostiene el recurrente”.
“Cuarto: Que, para resolver la controversia planteada es preciso tener presente, por una parte, que los
artículos 58 a 64 de la ley Nº 16.744, 76 y 76 bis de su reglamento y 4º del decreto supremo Nº 109,
de 1968, no establecen plazo dentro del cual las Comisiones de Medicina Preventiva e Invalidez debe
emitir sus decisiones.
Por otro lado, el recurrente afirma que el 3 de enero de 2006 formuló la petición, que el 6 de febrero
del mismo año denunció el incumplimiento del plazo y el día 27 pidió que se certificara que su solicitud
no había sido resuelta dentro de plazo legal. […].
Quinto: Que, por lo expuesto en el considerando anterior se puede concluir que si bien la petición fue
presentada el 3 de enero de 2006, la primera citación se cursó para el día 17 de marzo próximo, dando
lugar a los reclamos del recurrente, presentando este recurso el día 15 del mismo mes.
Sexto: Que, con relación a esta materia es preciso tener presente que la ley Nº 19.880 obliga a las
autoridades a actuar con celeridad y eficiencia (artículos 4º y 7º). Dicha ley tuvo por objeto que los
procesos administrativos se resuelvan con prontitud, estableciendo para ello plazos y la institución del
silencio positivo en su artículo 64.
siquiera su trasgresión está en juego en el presente asunto, por cuanto los derechos
que el reclamante señala tener no pasan de constituir sino una mera expectativa
de obtener la declaración de invalidez que solicita, de manera que el recurrido no
ha transgredido alguna garantía constitucional, lo que desde ya conduce al rechazo
del presente arbitrio constitucional;
5º) Que, de acuerdo a lo razonado el recurso de protección de que se trata no
puede prosperar y deberá ser rechazado” (Rol n° 3826-2006)89.
Séptimo: Que, entonces como se dijo en el motivo cuarto en el caso en estudio no existen normas que
establezcan plazos dentro del cual debe efectuarse el proceso de evaluación, reevaluación y revisión de
las incapacidades derivadas de una enfermedad profesional y, por tanto, no resulta aplicable el citado
artículo 64, pero la demora en la atención de una persona que requiere atención urgente atendido sus
problemas laborales y de salud, y al no haberse demostrado que existan motivos de fuerza mayor que
impidan la atención rápida y oportuna que exige la citada ley Nº 19.880, se concluye que la actuación
del servicio es arbitraria.
Octavo: Que, la falta de pronunciamiento perjudica al recurrente, pues le impide ejercer los derechos
que a partir de esa decisión pueden emanar.
Noveno: Que, por lo tanto se encuentra afectada la garantía constitucional consagrada en el artículo
19 Nº 24 de la Constitución Política de la República, esto es, el derecho de propiedad en sus diversas
especies, específicamente el derecho que tiene el recurrente a que la autoridad competente se pronuncie
dentro de un tiempo razonable, atendida las circunstancias del caso que ha planteado”.
Proveído por los Ministros en propiedad de la Cuarta Sala señores Diego Simpertigue Limare y
Jaime Solís Pino.
89
1º) Que, cabe consignar, en primer término, que en el presente asunto el recurrente ha reclamado
la vulneración de su garantía constitucional prevista y sancionada en el artículo 19 Nº 24 de la
Constitución Política de la República, alegando que ello se habría producido por la tardanza en que
habría incurrido el Presidente de la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez (Compín) en
emitir pronunciamiento en relación a una declaración de invalidez que le afecta, incurriendo, en su
concepto, en lo que denomina “silencio positivo”, debiendo por ello entenderse que su solicitud habría
sido aceptada;
2º) Que, como se dijo en la motivación cuarta de la sentencia en revisión, la normativa que rige
la materia no establece un plazo para que el organismo aludido deba resolver acerca del problema
planteado, de manera que en ningún evento podría aplicarse al caso sub judice el denominado “silencio
administrativo”;
3º) Que, además, es necesario destacar, que consta de los antecedentes agregados al proceso, que en la
supuesta demora alegada en el recurso, de emitir el pronunciamiento solicitado, al recurrente le ha cabido
una participación omisiva, puesto que, pese a que fuera citado en diversas ocasiones a fin de practicársele
los exámenes necesarios para emitir los pronunciamientos que aquí se reclaman, no concurrió a dichas
citaciones, contribuyendo con ello a la tardanza que ahora alega”.
Pronunciado por la Tercera Sala, integrada por los Ministros señores Milton Juica, Adalis Oyarzún
y Rubén Ballesteros; y los Abogados Integrantes señores Fernando Castro y José Fernández.
90
Ante el Primer Juzgado del Trabajo de Antofagasta, un auxiliar de planta demandó a fin que se
condene a las demandadas a pagar, por concepto de indemnización por daño moral por las lesiones
y secuelas producto del accidente que refiere, la suma que indica, más reajustes e intereses, en
subsidio, las cantidades que el tribunal estime ajustadas a derecho y equidad, en ambos casos con
costas.
Funda su demanda en que trabajó para el demandado principal a contar del 1º de marzo de
2001, prestando servicios en la faena de la empresa S.Q.M. Boratos S.A., ubicada en el km. 12
en la ruta hacia Baquedano, empresa para la cual el demandado principal prestaba servicios como
contratista. Que su trabajo, consistía en efectuar manualmente el vaciado de los sacos de borato,
para lo cual debía desatar la parte inferior de los denominados “maxi sacos”, los que contenían
aproximadamente 1.000 kg. de borato y eran sostenidos en el aire por un cargador frontal mientras
desataba y su contenido se vaciaba sobre la tolva del carguío, labor que realizaba parado sobre
unos fierros colocados precariamente sobre la misma tolva. Una vez descargado el producto sobre
la tolva, debía hacer lo necesario para que descargara todo el borato desde la tolva a la correa
transportadora que lo llevaba a otra planta para continuar el proceso y para ello generalmente se
ayudaba con un fierro o lanza. Señala que el 9 de marzo de 2001, alrededor de las 9:00 horas sufrió
un accidente de trabajo, pues ese día estaba trabajando sobre la tolva en condiciones muy inseguras,
porque debía desplazarse sobre unos fierros que estaban colocados sobre ésta con dicho objeto y
que habían sido colocados sin tomar ninguna medida de seguridad, por los propios trabajadores.
Que se encontraba de frente al cargador, de manera que vio que éste se retiraba, por lo que con
la lanza, comenzó a ayudar a que el borato pasara por el orificio destinado al efecto, dado que
éste se tapaba cuando el borato se compactaba, en esos instantes cuando efectuaba dicha labor,
ingresó un montacarga por su costado izquierdo con otro maxi saco, para vaciar su contenido en la
misma tolva, éste montacarga topó la tolva sobre la cual se encontraba trabajando, debido a ello el
maxi saco que traía se balanceó y lo golpeó, cayendo desde la tolva hacia la correa transportadora,
quedando aprisionado por los pies de los polines sobre los cuales la correa se desliza, con el cuerpo
colgado, debido a que la correa seguía corriendo le quemaba los pies y lo balanceaba, golpeándolo
sobre unos fierros que sujetan los polines, hasta que el operador del montacarga acudió a su auxilio
evitando que cayera desde una altura de aproximadamente 8 metros; además el operador de la
sala de control detuvo la correa transportadora debido a sus gritos. Que como consecuencia del
accidente permaneció 18 días en tratamiento en el Instituto de Seguridad del Trabajo; dándosele
el alta definitiva el 26 de marzo de 2001, con el diagnóstico de policontuso, sin embargo tuvo
que continuar haciendo reposo en su domicilio, pues no se sentía totalmente recuperado, siendo
despedido por la empresa el 30 de abril de 2001. Expresa que el accidente que sufrió fue producto
de una mala supervisión, ya que las condiciones para ejecutar el trabajo eran muy inseguras, a pesar
de ello no se le dio ninguna charla de seguridad ni instrucción especial, tampoco su empleador le
proporcionó implementos de seguridad y lo que es peor, no supervisó el lugar en que debía trabajar,
ni solicitó a la demandada subsidiaria que mejorara las condiciones de seguridad de dicho lugar.
Por lo que solicita entonces que se condene al demandado principal y subsidiario, al pago de la
suma de $ 2.500,000, por concepto de indemnización por daño moral por las lesiones y secuelas
producto del accidente sufrido, más reajustes, intereses o en subsidio las sumas que S.S. estime
ajustadas a derecho y a la equidad, en ambos casos con costas.
El demandado principal, no contestó la demanda. La demandada subsidiaria, evacuando el traslado
conferido, opuso la excepción de falta de legitimidad pasiva, la de prescripción de la acción. En
subsidio, negó la efectividad de los hechos en que se funda la demanda y solicitó con costas, el
rechazo de la acción deducida en su contra.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de 19 de marzo del 2003, rechazó la excepción de
prescripción y condenó al demandado principal al pago de la suma que señala, más intereses y
reajustes, por concepto de indemnización por daño moral sufrido con ocasión del accidente de
trabajo, ocurrido el 9 de marzo de 2001. Además, decidió que la demandada subsidiaria debe
responder en tal calidad del pago de la suma consignada en el fallo.
Se alzó la demandada subsidiaria y la Corte de Apelaciones de Antofagasta, en fallo de 12 de
mayo del 2003, confirmó la sentencia de primera instancia. Y dijo: “Que, en consecuencia, tanto
a la demandada principal como a la demandada subsidiaria les asiste responsabilidad en el accidente
del trabajo que sufriera el actor y que le causó lesiones diversas que tardaron dieciocho días en sanar,
puesto que no se tomaron las medidas de seguridad que se requería atendidas las labores que el actor
realizaba y que la prudencia aconsejaba, puesto que no existe ningún antecedente que consigne la forma
en que debían realizarse ni las medidas que el prevencionista de riesgos había dispuesto, ya que tan solo
se ha señalado que se impartió instrucciones verbales, pero no se señala siquiera cuáles fueron, de tal
suerte que no cabe sino concluir que ha existido una falta de diligencia y cuidado por parte de aquéllos,
incumpliéndose en la especie lo establecido en la cláusula decimoprimera del documento corriente a
fs. 44, contrato de servicio celebrado entre el demandado principal y demandada subsidiaria, donde
se consigna que el contratista debe proporcionar los equipos de protección personal e implementos de
seguridad a los trabajadores para la ejecución del servicio materia del mismo habiendo de adoptarse
por S.Q.M. Boratos las medidas correctivas, y asimismo, el empleador, había de contratar un experto
en seguridad minera, sin perjuicio de la fiscalización al área de prevención de riesgos de esta última,
de forma que no cabe sino concluir, con arreglo a las probanzas existentes en autos, que ya han sido
analizadas por la Juez de primer grado, que ha existido un actuar negligente por parte del demandado
principal, que devino en un daño de carácter moral al actor por las lesiones que sufrió, y que también
se encuentra obligado a resarcir el demandado subsidiario por las razones que aquélla diera al respecto”
(Rol n°2.759). Pronunciada por la Primera Sala, constituida por los Ministros Titulares señor
Enrique Álvarez Giralt, señora Laura Soto Torrealba y el señor Óscar Clavería Guzmán
En contra de esta sentencia, la demandada subsidiaria interpone recurso de casación en el fondo,
por haberse dictado con infracción de ley, pidiendo su invalidación y la dictación de fallo de
reemplazo por medio del cual se acoja su recurso de apelación y se revoque la de primera instancia,
con costas.
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl, ID n°30122
91
Ante el 1er Juzgado Civil de Temuco, comparece una trabajadora quien viene en deducir demanda
civil de indemnización de perjuicios, en contra de una empresa que fabrica colchones de espuma,
debido a que, con fecha enero de 1992, tras haber sido enviada a la Mutual de Seguridad, en
enero de 1992, diagnosticándosele un asma bronquial la cual fue causada directamente, por el
T.D.I., producto químico con el cual se elabora la espuma. Que esta enfermedad profesional
pudo haberse evitado, si se hubieran tomado las mínimas medidas de seguridad; como el cambio
oportuno de los filtros de las mascarillas, las que tienen una vida útil de máximo ocho horas,
y que sin embargo eran reemplazadas a los tres meses, extractores de aire y una ventilación
adecuada, lo que no era así, que una vez diagnosticada su enfermedad profesional la Mutual
de Seguridad, dio instrucciones precisas a la empresa para que se trasladara a otra sección lo
cual no ocurrió, desencadenándosele en el año 1996, una enfermedad crónica irreversible, que
es la que padece actualmente. Que los efectos negativos de esta enfermedad le afectaron tanto
que sólo podía trabajar temporalmente y el resto del tiempo se lo pasada con licencias médicas,
hasta que el 18 de enero del 2000, fue despedida de la empresa haciéndose valer la causa de
reducción de personal.
La demandada, contestando, expuso: que la demanda debe ser rechazada porque efectivamente la
empresa de su representado se dedicaba a la producción de espuma para la confección de colchones,
sus derivados y complementos para cuyo proceso productivo consta de las diversas etapas que indica.
Además, agregó, que se observaban las medidas colectivas que detalla. Hace presente, que durante
el tiempo que la actora trabajó, ocho años, sólo tuvo ciento diez licencias médicas, lumbagos,
hepatitis, erosiones de rodilla, etc., y los demás días del tiempo global trabajó, ella cumplió con sus
obligaciones en forma normal. Y por último, agrega, que la terminación del contrato de trabajo
de la actora, nada tiene que ver con lo expuesto en el libelo de demanda y que respecto del daño
(asma bronquial) detectado según la actora, el año 1992, no es efectivo que se haya indicado a su
respecto un cambio de sección y en exámenes posteriores la Mutual notificó a la empresa de las
condiciones normales de salud de la trabajadora para desempañar sus funciones. Finalmente, y
considerando los antecedentes entregados, ciertamente no existe de parte del empleador un ánimo
de perjudicar o dañar a la demandante no existiendo responsabilidad de su parte en los términos
del artículo 2329 del Código Civil. Por lo expuesto, solicita tener por contestada la demanda, en
definitiva negar lugar a ella con costas.
Reproducimos la parte resolutiva del fallo de primera instancia.“11. Que, con las pruebas rendidas
por las partes y transcritas en los fundamentos que proceden, se tiene por establecido y probado en el
proceso que la demandada incurrió en una omisión, por no haber tomado las medidas de seguridad
necesarias, para evitar los riesgos de contagio de sus trabajadores al estar éstos en contacto permanente
con elementos tóxicos (T.D.I.) y que como consecuencia de ello la demandante contrajo la enfermedad
(asma obstructiva crónica). En efecto, cuando ésta empezó a trabajar para la demandada en el año 1991,
la industria funcionaba en un galpón con las condiciones mínimas de seguridad, todo lo cual se vino a
subsanar en el año 1996, por insinuación de los organismos de seguridad, como consta del informe de
la Mutual de Seguridad Cámara Chilena de la Construcción, de fojas 110 y siguiente “En sus inicios
(1991) la producción de espuma se realizaba en un solo galpón, en donde se efectuaba el espumado,
curado y laminado, además, de costura de los colchones”. “Durante el año 1996, la empresa acogió
sugerencias en el sentido de aislar al personal de costura de la sala de espumación, en sala independiente”.
“A partir de enero de 1992 se empezó a evaluar al personal expuesto a T.D.I. Isocinato de Tolueno”.
Que, las pruebas aportadas por la demanda, tendientes a desvirtuar lo anteriormente establecido, carecen
de eficiencia o relevancia, toda vez que éstas se remontan a épocas posteriores y no a las condiciones
imperantes en la industria, a la fecha que la actora contrajo la enfermedad, tiempo en el cual ésta
carecía de los elementos mínimos de seguridad como se ha dicho.
12. Que, en mérito de lo previamente razonado, este sentenciador concluye que la parte demandante
probó los requisitos de la acción deducida, esto es que la demandante obró con omisión culpable o incurrió
en culpa, por omisión, al no adoptar una precaución que debió adoptarse, ni prever lo que debió prever,
es decir, incurrió en un actuar negligente. En efecto, al utilizar tóxicos, debía prever que al no tomar
las precauciones necesarias iba en detrimento de la salud de sus dependientes, lo que efectivamente
aconteció, luego el demandante no tomó la actitud que habría tenido una persona prudente en la misma
situación, teniendo presente que nuestro ordenamiento jurídico se aprecia la culpa en forma objetiva o
en abstracto.
13. Que, también se ha establecido la relación de causalidad, toda vez que ésta sea necesaria para que una
persona quede obligada a indemnizar perjuicios, ya que no basta que exista y que haya habido un acto
culpable o doloso suyo, además que el daño sea por causa directa y necesaria del actuar del demandado, de
manara que sin este hecho no se habría producido (art. 1558 “inferir daño que pueda imputarle a otro”).
14. Que, el último requisito de la indemnización de perjuicios derivada de un cuasidelito, es la prueba,
por quien acciona, de la existencia del daño o perjuicio y que se ha definido como todo detrimento o
menoscabo que sufre una persona en su patrimonio o en su persona físico o moral. Todo cual ha probado
la actora con las pruebas allegadas a la causa y que se han examinado precedentes.
15. Que, habiéndose acreditado la culpa del demandado, correspondía a éste probar su exención su
responsabilidad, lo que no ha hecho.
16. Que, habiéndose probado que la enfermedad contagiada por la actora, (daño material) ha sido
una consecuencia directa del ambiente tóxico en el que desarrollaba sus labores, por hecho imputable
al demandado (causalidad) al no haber tomado las medidas de seguridad correspondientes, como
imperativamente las disposiciones legales citadas sufriendo a consecuencias de ello graves perjuicios,
que, le han privado de las facultades para trabajar en forma normal por lo que es justicia se le repare
el daño que se le ha causado.
17. Que, el art. 2329 del Código Civil, dispone […].
18. Que, la demandante ha solicitado se le pague una indemnización $ 50.000.000, más interés, reajustes y
costas, que siendo la determinación del monto del daño una cuestión, de hecho y, tomando en consideración
el daño sufrido por ésta (asma obstructiva crónica) y las consecuencias derivadas de ésta que inciden en su
vida laboral, ingresos y gastos médicos, uso diario de broncodilatadores, corticoesteroides. Este sentenciador
estima como una indemnización compensatoria y reparadora, no puede ser inferior a $ 30.000.000.
19. Que, por todo lo anteriormente razonado, se dará lugar a la demanda, condenándose a la demandada
a la indemnización de perjuicios solicitada en la forma que se dirá en la conclusión.
Por estas consideraciones […] se declara: […] II. Que ha lugar a la demanda en fojas 14 y 15 vuelta,
debiendo la demandada pagar a la parte demandante, por concepto de indemnización de perjuicios,
la suma de $ 30.000.000 (treinta millones). Esta cantidad se pagará con el reajuste que corresponda a
la variación del Índice de Precios al Consumidor fijada por el Instituto Nacional de Estadísticas, entre
el mes que antecede al día del pago o cumplimiento efectivo de la obligación, esta cantidad también
devengará los intereses corrientes para operaciones reajustables entre el día en que quede ejecutoriada esta
sentencia y aquel en que se pague la indemnización. III. Que, no se condena en costas a la demandada
por no haber sido totalmente vencida”.
Del fallo de la Corte de Temuco (Rol n°979-2002) destacamos: “[1°] Que, tanto en el escrito de
apelación como en los alegatos en la vista de la causa, la parte demandada alegó la prescripción de la
acción indemnizatoria entablada, exponiendo que en la demanda se indicó como fecha de iniciación
de la enfermedad el año 1992 y atendido lo dispuesto en el artículo 79 de la ley Nº 16.744 que señala
que las acciones para reclamar prestaciones por enfermedades profesionales prescribirán en cinco años
contados desde la fecha de diagnóstico de la enfermedad, es dable concluir que a la fecha de presentación
de la demanda la acción estaba prescrita. Esta alegación será desestimada por cuanto si bien es cierto
en la demanda se informa que la afección respiratoria se presentó en el año 1992 y que se transformó
en una afección crónica irreversible en el año 1996, de la ficha de antecedentes personales de la actora
acompañada por el demandado, respecto del control de licencias y vacaciones, aparece que entre el 29
de octubre al 07 de noviembre obtuvo una licencia médica por una enfermedad bronquial obstructiva.
Asimismo, del documento de fs. 12 acompañado en fotocopia por la actora, evacuado por la Mutual
de Seguridad, consistente en un certificado de término de tratamiento y prestaciones da cuenta que
doña […] fue atendida entre los días 03 al 18 de febrero de 1998 por afecciones respiratorias debidas
a emanaciones de vapores de origen químico; de igual modo, en el informe médico legal de fs. 122 y
siguientes aparece que aquella persona recibió 19 atenciones en medicina ocupacional entre 1992 y
2001 con diagnóstico de asma bronquial por TDI, por lo que habiéndose presentado la demanda a
distribución en esta Corte el 30 de mayo de 2002, la acción por ella deducida no está prescrita.
[2°] Que, los documentos acompañados con citación en esta instancia, […] no objetados, confirman
que el asma bronquial por TDI que presenta doña […] es de origen profesional y la fuente desde donde
emana la obligación de indemnizar, por lo tanto, es la propia ley, artículo 69 de la ley 16.774, tal como
lo concluyó la sentencia en alzada. [3°] Que, este Tribunal, apreciando prudencialmente las vicisitudes
y malestares morales de la actora y, a no dudarlo, de su grupo familiar, y por estimarlo más equitativo
con las consecuencias que la enfermedad le ha ocasionado, reducirá el monto de la indemnización a la
suma de diez millones de pesos ($10.000.000).
[4°] Que, la actora al adherirse a la apelación del demandado lo hizo por la no condenación en costas de
aquél, y contrariamente con lo resuelto por el tribunal a quo la demandada ha sido totalmente vencida
en la causa, por lo que es procedente su pago, previa regulación que hará el tribunal de primer grado. Por
estas consideraciones y visto lo prevenido en los artículos 186, 187 y 189 del Código de Procedimiento
Civil y 69 de la ley N16.774, se declara: Que SE REVOCA la sentencia apelada de fecha 01 de abril
de 2002, […], en cuanto por su decisión IIIa. no condena en costas a la parte demandada y se resuelve
en cambio que se hace lugar a esa petición de la actora. Que SE CONFIRMA, en lo demás apelado,
la referida sentencia, con costas.
Pronunciada por la I. Corte 1º Sala. Presidente Sr. Victor Reyes Hernández, Ministros Sr. Julio
César Grandón Castro y Sr. Leopoldo Llanos Sagristá.
Segundo: Que, en el caso de autos, se han establecido cada uno de los presu-
puestos de la responsabilidad reclamada, esto es, la omisión culpable de responsa-
bilidad exclusiva de la demandada al no haber adoptado las medidas de seguridad
que eran de su cargo, la lesión física sufrida por la demandante y el daño moral
padecido como consecuencia directa y efectiva de la negligencia de la demandada.
Tercero: Que, en cuanto a la excepción de prescripción extintiva de la acción
del artículo 2.332 del Código Civil, de los antecedentes probatorios allegados
al proceso, es posible inferir que los cuadros respiratorios graves padecidos por la
demandante se presentaron con mayor intensidad a partir del año 1.998, sin que
exista una fecha cierta a partir de la cual sea procedente dar inicio al cómputo del
término de prescripción, sobre todo si se tiene presente, como se desprende de los
documentos acompañados ante el tribunal de alzada, que la enfermedad profesional
por asma bronquial de origen ocupacional, fue diagnosticada por los organismos
técnicos competentes, con posterioridad a la fecha de notificación de la demanda.
Cuarto: Que, es un hecho cierto de la causa que la afección que padece la
actora, asma bronquial por TDI, afectó el desarrollo normal de su vida, no sólo en
el ámbito laboral, sino también en sus relaciones con su grupo familiar, ocasionán-
dole un síndrome ansioso depresivo que requirió tratamiento especializado. Para
la determinación del perjuicio reclamado, apreciando las vicisitudes y malestares
morales de la actora y, a no dudarlo, de su entorno más cercano y por estimarlo
más equitativo con las consecuencias que la enfermedad le ha ocasionado, se fija
el monto de la indemnización en la suma de $10.000.000. Por estas considera-
ciones y de conformidad, además, a lo que dispone el artículo 144 del Código de
Procedimiento Civil, se confirma, sin costas del recurso, la sentencia apelada de
uno de abril dos mil dos, escrita a fojas 130, con declaración de que se reduce a
diez millones ($10.000.000), la suma que la demandada debe pagar a la actora
a título de indemnización por daño moral, más reajustes”92.
El funcionario público que se accidenta prestando servicios para otro
empleador, podrá acreditar su contingencia como laboral con los docu-
92
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores Urbano
Marín V., Jorge Medina C. y Julio Torres A. y los Abogados Integrantes señores Roberto Jacob
Ch. y Patricio Valdés A.
mentos emitidos por una mutual de empleadores, y éstos serán útiles para
justificar la ausencia al trabajo de ese servidor, durante el lapso que dure
su descanso (Contraloría General de la República, 12 junio 2007, Dictamen
nº 26360).
Facultades de las Inspecciones del Trabajo para fiscalizar y disponer
sanciones respecto de los servicios públicos y municipalidades. Conforme
a los artículos 1° de la ley Nº 19.345 y los incisos cuarto, quinto y sexto del
artículo 76 de la ley Nº 16.744, “en el caso en que el personal de los servicios
públicos y municipalidades sufran accidentes del trabajo fatales y graves, tales
entidades deben cumplir con todas las obligaciones que esa normativa les impone
en su calidad de empleadores y, en caso de infracción de las mismas, deben ser
sancionados en la forma contemplada en esas disposiciones. Siendo ello así, cabe
concluir, que las Inspecciones del Trabajo, en el ámbito de sus respectivos territorios,
están facultadas para ejercer su labor fiscalizadora en las instituciones por las que
se consulta, de acuerdo a lo previsto, en lo que interesa, en el artículo 76 de la ley
Nº 16.744, atribución que comprende la potestad para aplicar sanciones a éstas
cuando corresponda” (Contraloría General de la República, 3 noviembre 2010,
Dictamen n° 65503).
Facultad de la Superintendencia de Seguridad Social para modificar
sus actos. Un particular se dirigió a la Contraloría impugnando un oficio
ordinario de la Superintendencia de Seguridad Social, que calificó como de
origen común la enfermedad que lo afectaba, modificando el carácter laboral
que le había otorgado previamente a través del oficio N° 33.466, del mismo
año, por estimar que tal proceder estaría vedado por lo dispuesto en el artí-
culo 77 de la ley N° 16.744, sobre Accidentes del Trabajo y Enfermedades
Profesionales, que, según entiende el ocurrente, la faculta para resolver sobre
esa materia “sin ulterior recurso”.
Por la razón anterior, solicita que se deje sin efecto el aludido oficio así
como el decreto alcaldicio que, en su virtud, declaró vacante por salud in-
compatible el cargo que desempeñaba en la Municipalidad de Pitrufquén, y
que se le paguen las remuneraciones que, en su concepto, se le adeudan como
consecuencia de la señalada medida.
I. Generalidades
Este capítulo lo dedicamos a la Ley 16.744: sus objetivos y alcances, sus
coberturas y la enorme casuística que contempla. Y en consecuencia, la res-
ponsabilidad que se deriva de ella.
También hemos compilado algunos casos de Accidentes Escolares y de
estudiantes que sufrieron infortunios en sus Prácticas Profesionales.
Los subsidios que originan los siniestros laborales también han sido recogi-
dos, sea por Accidentes o por enfermedades Profesionales. Siendo el Seguro por
Accidentes del Trabajo y Enfermedades profesionales y los órganos encargados
de su administración parte central de este capítulo.
En consecuencia, hemos intentado compilar la mayor cantidad de jurispru-
dencia judicial y administrativa que nos permitan ilustrar de la mejor manera a
nuestros lectores acerca de los diversos tópicos contenidos en la Ley n° 16.744.
Con todo, nos parece trascendental recordar algunos antecedentes his-
tóricos de la legislación que nos convoca. Esta Ley dictada con fecha 1º de
febrero de 1912, en palabras de William Thayer Ateaga “parece un caso feliz de
93
“En rigor, el debate seguido en ambas Cámaras es ejemplo de versación, acopio de datos y conciencia
del deber que pesa sobre los legisladores. El tema era de unánime aceptación, pero darle forma,
claridad y eficacia no era sencillo. Muchas indicaciones enriquecieron y perfeccionaron el texto
original. Una sola cuestión fue tema de abierta contradicción: la subsistencia o desaparición de
las mutuales de accidentes del trabajo”.
“Historia y Principios de la Ley Nº 16.744”, en Revista Laboral Chilena, abril 1993, sección
estudios, pág. 54.
94
Juan Sebastián Gumucio Rivas, “Régimen de Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del
Trabajo y Enfermedades Profesionales”, en Revista Laboral Chilena nº 116 (5), mayo 2003, pág.
59, sección Estudios.
95
Según Gumucio Rivas, esta teoría entiende que las contingencias inherentes al trabajo exceden el
ámbito de la empresa y deben ser preocupación de la comunidad toda, la que no es, por cierto,
ajena a las vicisitudes de las empresas, como quiera que aprovecha también de aquellas actividades
de mayor riesgo.
“Esta nueva orientación informa nuestra actual legislación, contenida en la ley 16.744 […], que
sustituyó el concepto de responsabilidad empresarial por un seguro social integral, financiado
con cotizaciones patronales y gestionado por entidades estatales y privadas. La aprobación de
esta ley fue fruto de una dilatada discusión. Sólo en 1968 se logra vencer la oposición de sectores
vinculados a las compañías de seguro privadas que no cesaron en defender su intervención en la
materia, a pesar de existir un grado elevado de convencimiento en orden al fracaso del sistema de
responsabilidad empresarial adoptado a principios de siglo”. Ibíd., pág. 60.
96
Thayer Arteaga, Ob. Cit., págs. 52 y 53.
97
Ibid, pág. 53.
98
Ibid.
1) Objetivos y Alcances
“La ley 16.744 que norma respecto de riesgos y accidentes del trabajo,
se refiere a situaciones de incapacidad, invalidez y muerte, de manera que
si un dependiente puede requerir de la autoridad jurisdiccional, llámese
tribunales laborales, en alguna de las dos primeras, igual derecho asiste a la sucesión
de quien ha fallecido, por la necesaria extensión del daño. Las razones que pudiesen
eventualmente esgrimirse para justificar llevar la controversia a un juicio de lato
99
“Introducción a la Seguridad Social”, Editorial Jurídica de Chile, 1992, págs. 57 a 60, citada por
Thayer Arteaga, pág. 54.
conocimiento en sede civil, como son un mejor estudio o una mayor extensión de la
prueba, no se contraponen con el procedimiento laboral en que se ven igualmente
garantizadas las pretensiones de las partes” (Corte de Santiago, 17 mayo 2006,
“Souper Quinteros con Post Venta Ltda.”, Rol nº 4622-2005)100.
Su Objetivo es crear una “conciencia de la seguridad”. De los artículos
184 del Código del Trabajo y 66, 67, 68 y 69 de la Ley nº 16.744, y de su
Reglamento el D. S nº 40 del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, del
11 de febrero de 1989, se apunta a que se logre una conciencia de seguridad,
“por la importancia que ella tiene para los diversos sectores referidos: los trabaja-
dores, sus familias, la propia empresa y la comunidad, siempre ésta interesada por
los recursos humanos” (Corte Suprema, 27 mayo 1999, Casación en el fondo
“Aguirre Rodríguez con empresa Metropolitana de Residuos Ltda.”, Rol nº 4131-
1997. FM nº 486, pág. 854, sentencia nº 8)101.
a) Casuística
El concepto de Trabajador contendido en la Ley 16.744 sería más am-
plio que en el Código del Trabajo.“Tratándose de la Ley Nº 16.744, sobre
accidentes del trabajo, el concepto de ‘trabajador’ es más amplio que el que
la legislación ordinaria contempla, por lo cual es improcedente sostener que
para su aplicación se requiere una relación de subordinación o dependencia,
ya que basta, como lo afirma el artículo 25 de la ley citada, que el trabajador
desarrolle una actividad para una empresa, institución o servicio o persona,
a cambio de una remuneración” (Corte Suprema, 14 octubre 1996, Recurso
de Protección “Prieto Trucco con Superintendencia de Seguridad Social y Mutual
de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción” Rol nº 2437-1996).
La Ley 16.744 y su Reglamento debe aplicársele a los organismos
de la Administración Civil del Estado con las adecuaciones pertinentes,
100
Dictada por la Décima Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, integrada por los ministros
señores Cornelio Villarroel Ramírez, Amanda Valdovinos Jeldes y abogado integrante señor
Francisco Tapia Guerrero.
101
Pronunciada por la 4ª Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros sres. Hernán Álvarez,
Oscar Carrasco, Marcos Libedinsky, José Benquis y el Abogado Integrante Patricio Novoa.
de Ley Nº 16.744, sobre Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y
Enfermedades Profesionales” (Contraloría General de la República, 13 octubre
2006, Dictamen nº 48505).
Tampoco los socios y que tengan la representación social de una
empresa por estar contemplados en el artículo 7° del Código del trabajo.
“Una persona ha recurrido a esta Superintendencia reclamando en contra del
Instituto de Normalización Previsional, por cuanto su División Apoyo Legal
Particulares ha rechazado su afiliación como empleado particular, por ser socio y
representante legal de la empresa […] Ltda. Requerido al efecto dicho Instituto,
ha informado mediante el oficio citado en antecedentes, en síntesis, lo siguiente:
a.- que el recurrente solicitó jubilar por vejez en el régimen de la ex Caja de Pre-
visión de Empleados Particulares con fecha 5 de enero de 2000, invocando como
último empleador a la entidad llamada Importadora Nacional de Cadenas Ltda.,
para la que habría prestado servicios entre febrero de 1997 y diciembre de 1999;
b.- que también figura como imponente, en el mismo régimen entre el 1º de enero
de 1996 y el 31 de enero de 1997, bajo los empleadores […] y Asociados y […] y
Asociados; c.- que el aviso de contratación de servicios fue recibido en el Instituto
el 31 de diciembre de 1998 y da cuenta de haberse contratado sus servicios a con-
tar del 1º de enero de 1995, según contrato de trabajo de 1º de febrero de 1997;
d.- que las funciones para las cuales fue contratado eran las de Gerente General y
Representante Legal de la empresa; e.- que con fecha 31 de enero de 1996, doña
[…], don […] y don […], todos Baeza Aravena, constituyeron una sociedad de
responsabilidad limitada denominada Importadora […] Limitada, en la que
todos los socios tienen la representación legal, la administración y el uso de la ra-
zón social, indistinta, conjunta o separadamente, con las más amplias facultades;
f.- que en cuanto a la jornada de trabajo, el contrato referido expresa: En el cual
queda excluido de la limitación de jornada de trabajo, y sin fiscalización superior
inmediata, de acuerdo a este Código, podrá prestar servicios en un lugar elegido
por él. g.- que con los antecedentes relacionados, la Fiscalía informante estima que
don […] no ha tenido la calidad de empleado particular en ninguno de los dos
períodos invocados. En efecto, en el lapso 1º de enero de 1996 al 31 de enero de
1997, formaba con el supuesto empleador una sociedad de hecho, no existiendo el
vínculo subordinación y dependencia propio del contrato de trabajo y, en cuanto
por consiguiente, resulta irredargüible, que el que así puede actuar, no está sujeto
a ningún vínculo de subordinación o dependencia y, por ende, no puede estimarse
como trabajador apatronado (Superintendencia de Seguridad Social, 30 agosto
2000, ORD. nº 31847)
No procede otorgar cobertura de la ley a los funcionarios municipales
contratados con posterioridad a la vigencia de la ley 18.883 (Estatuto Muni-
cipal)(Superintendencia de Seguridad Social, 10 octubre 1994, ORD. nº 11572)
Cobertura de la Ley a los Dirigentes de Asociaciones Gremiales. “La I.
Municipalidad de […] se ha dirigido a esta Superintendencia reclamando en contra de
lo resuelto por una Mutual, en el sentido de no considerar como un accidente del trabajo
en el trayecto el siniestro sufrido por dos profesores dependientes de ese Municipio, los que
además actúan como Secretario y Presidente del Colegio de Profesores Asociación Gremial
Comunal. Fundamenta su reclamo en el hecho que el accidente se produjo al término
de una reunión gremial a la que habían asistido los aludidos profesores en [otra locali-
dad], en representación de todos los docentes de la comuna. Estima la I. Municipalidad
que el siniestro se produjo exclusivamente por esta razón, por lo que, en su concepto,
corresponde otorgar a los accidentados la cobertura del seguro contra riesgos laborales de
la ley Nº 16.744. Requerida al efecto esa Mutualidad informó que en consideración a
lo dispuesto en el inciso tercero del artículo 5º de la ley Nº 16.744 y teniendo presente
lo señalado por esa Corporación Edilicia en orden a que los accidentados, al momento
del siniestro, cumplían funciones gremiales del Colegio de Profesores Comunal, declaró
que el siniestro en referencia no constituye un accidente del trabajo. En efecto, sostiene
esa Mutualidad que los términos del inciso tercero del citado artículo 5º están referidos
a los cometidos gremiales de instituciones sindicales que se realizan, precisamente, en
beneficio de los trabajadores de la empresa que representan sus dirigentes y que, en la
especie, se trataba de cometidos gremiales para una Asociación que no tiene el carácter
de un sindicato y que, por otra parte, agrupa a todos los docentes de la comuna y no sólo
a los profesores que laboran en la Municipalidad. Por las razones expuestas, solicita que
se declare que se encuentran ajustadas a derecho sus Res. AJ/02/038 y AJ/02/039, de 22
de mayo de 1990 recaídas en las situaciones que se analizan y que determinaron que el
accidente sufrido por los profesores de que se trata no tiene el carácter de laboral.Sobre el
particular, cabe tener presente que el inciso tercero del artículo 5º de la ley Nº 16.744
establece, en forma excepcional, que se considerarán también accidentes del trabajo a los
sufridos por dirigentes de instituciones sindicales a causa o con ocasión del desempeño de
sus cometidos gremiales. De este modo, lo que debe resolverse es si la protección del seguro
social contra riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales debe restrin-
girse a los dirigentes de los sindicatos a que se refiere el Libro III Título I del Código del
Trabajo y sólo en el caso que los cometidos gremiales se realicen, precisamente, en beneficio
de los trabajadores de la empresa que representan sus dirigentes. Al respecto, debe tenerse
presente que el espíritu de la ley Nº 16.744 es otorgar a los trabajadores una cobertura
integral y suficiente por los riesgos que son propios de su actividad, sea que se trate de un
accidente del trabajo o de una enfermedad profesional. Pues bien, desde esta perspectiva
debe entenderse que la expresión dirigentes de instituciones sindicales utilizada por el
legislador, debe ser entendida en sentido amplio, esto es, comprensiva de todo trabajador
designado por el organismo pertinente para el desempeño de un cometido gremial, de donde
resulta entonces que lo prevenido en el inciso tercero del artículo 5º de la ley Nº 16.744
se aplica a los dirigentes de las denominadas Asociaciones Gremiales, creadas por el D.L.
Nº 2.757, de 1979; por cuanto, no cabe duda que los dirigentes de tales instituciones
cumplen un cometido gremial y cuando sufren de algunas de las contingencias a que se
refiere el citado cuerpo legal en el desempeño de tales funciones, como ha ocurrido en la
especie, merecen su amparo y porque, desde luego, el legislador del año 1968, época de
entrada en vigencia de la ley Nº 16.744, no pudo considerar, en términos explícitos, las
organizaciones gremiales a que se refiere el D.L. N 2.757, pues este cuerpo legal se dictó en
el año 1979. Por las consideraciones precedentes esa Mutualidad de Empleadores deberá
dejar sin efecto lo dictaminado mediante sus Res. Nºs. AJ/02/038 y AJ/02/039, ambas
de 25 de mayo de 1990 y otorgar a los profesores en cuestión las prestaciones de la ley Nº
16.744, por el accidente sufrido por ellos el 23 de enero de 1990” (Superintendencia
de Seguridad Social, 8 agosto 1994, Dictamen nº 8722).
102
“7.- Que si bien del oficio de la Seremi de Salud se informa que fue sobreseída la demandada de la
investigación realizada con ocasión del accidente, lo cierto que es en este procedimiento jurisdiccional es
en definitiva donde se debe determinar si la demandada cumplió con las normas de seguridad, apreciando
la prueba de acuerdo a las reglas de la sana crítica, y como se ha venido analizando la demandada no
lo ha acreditado.
8.- Que, el Informe de investigación del accidente del Departamento de Prevención de Riesgos de
la empresa demandada, le atribuye a la actora responsabilidad por no cumplir con las instrucciones
establecidas, al introducir su mano bajo los rodillos, al querer voltear un trozo de jibia que ya iba mal
ingresado por la propia trabajadora. No obstante ello, del mérito de la prueba rendida y que se ha
expresado precedentemente no existieron las instrucciones suficientes en las labores que desempeñaba
la demandante, más aún, el mismo informe del accidente del Departamento de Prevención de Riesgos
constata que existen antecedentes de que la Sra. Carrasco debía ser apoyada por sus compañeros para
mantenerse despierta mientras se encontraba en proceso, debido a que, según manifiesta un compañero
de trabajo, Sr. [...], en varias oportunidades tuvo que ejecutar acciones diversas (golpear Camelas
contra el suelo, moverla o hablarle) (Sic). Estos antecedentes tienen importancia en el accidente, porque
tratándose de trabajos que por su naturaleza revisten peligrosidad que originan accidentes, el trabajador
debe encontrase en condiciones físicas y saludables acorde con el trabajo que desempeña, estas condiciones
de salud deben ser vigiladas por la persona encargada de la vigilancia en su trabajo, en este caso la
Capataz Jacqueline Pereira quien declara como testigo, y dice haberse encontrado cerca a los hechos y
que fue la persona que le impartió las instrucciones en su trabajo, pero no se percató de este hecho siendo
su obligación hacerlo, porque fue ella, según su propio testimonio, la que le dio charla de capacitación
a la entrada del turno y las instrucciones de lo que había que hacer y de lo que no había que hacer.
La demandada resulta responsable de las inadecuadas condiciones físicas de su trabajadora, de acuerdo
al documento de fojas 6 emanado de la Inspección del Trabajo, el que acredita que la demandada fue
objeto de sanción con multa por no otorgar días de descanso semanal en compensación con las actividades
desarrolladas en día domingo en el periodo laborado 03/02/2005 al 11/02/2005, se debe destacar que
el accidente fue el día 12 de febrero de 2005, lo que justifica que ese día estaba con “falta de sueño y
por ende no estaba en condiciones de desempeñar sus labores con la rigurosidad y concentración que se
requería”.
El documento acompañado por el actor a fojas 83 da cuenta que se deja sin efecto las dos multas
aplicadas, pero no la de 60 UTM, la que fue objeto de reclamación ante Segundo Juzgado del Trabajo
de Concepción, causa Rol Nº102-2007, (tenida a la vista a petición de la demandada) reclamación
que no fue acogida y sólo se rebajó la multa. Trascendencia tiene lo consignado en la sentencia en su
fundamento 6º letra b), en la parte que dice: “Que, no aparece acreditado que se haya otorgado descanso
compensatorio, por el día domingo laborado entre el 3 y el 9 de febrero de 2005, éste último en que
sufrió un accidente laboral”.
9.- Que, la causa del accidente no sólo se debió a que la demandante introdujo la mano en la
máquina fileteadora, sino que el incumplimiento de la empleadora de no otorgarle el descanso semanal
compensatorio, lo que afectó la concentración de la trabajadora en el desarrollo de sus actividades, siendo
un elemento que originó el accidente, que no le es atribuible la responsabilidad a la actora, sino que a
la demandada que contribuyó a ello.
En este orden de ideas, se le resta valor probatorio a los testimonios de la demandada, quienes trasladan
la responsabilidad a la actora, lo que no se comparte de acuerdo a lo que se ha razonado, apreciando
la prueba de acuerdo a las reglas de la sana crítica. […]
12.- Que, los hechos establecidos revelan el incumplimiento por parte de la demandada de la obligación
de seguridad que le impone el artículo 184 del Código del Trabajo y que la hace responsable ante el
actor, de acuerdo al artículo 69 de la Ley 16.744.
13.- Que, por otra parte, atendido a que el artículo 69 de la Ley 16.744 no determina el grado de
culpa de que debe responder el empleador en su cumplimiento, debe concluirse que éste es el propio de
la culpa levísima, esto es, la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre medio juicioso emplea
en la administración de sus negocios importantes.
14.- Que, está en lo cierto la demandada, que no es efectivo como lo consignó el a quo que la actora
haya perdido el dedo anular de su mano derecha, los antecedentes médicos acompañados no dan cuenta
de aquello, la demandante a raíz del accidente sufrió una herida a colgajo dedo índice, anular y medio
y como consecuencia rigidez en su dedo anular.
Lo anterior deberá ser considerado para regular el monto de la indemnización por daño moral.
15.- Que, no se existe prueba que acredite el lucro cesante, ni alguna proyección para determinar su
monto, sin que se pueda apreciar prudencialmente como lo decide el a quo, ya que para que este daño sea
indemnizable se requiere que sea real y cierto o tenga una razonable certeza, y no eventual o hipotético
como ocurre en este caso.
16.- Que, el daño moral se ha definido como el pesar, dolor, angustia o molestias que sufre una persona
en su sensibilidad física o en sus sentimientos, creencias o afectos, por lo que de acuerdo a su concepto es de
naturaleza eminentemente subjetiva y, por lo tanto, para su regulación los tribunales deben establecerlo
de acuerdo a la equidad y prudencia.
17.- Que, establecida la lesión que sufrió la demandante, resulta evidente que ha sufrido un daño
moral, de acuerdo a los hechos establecidos, y a la naturaleza de las lesiones sufridas en sus dedos por la
actora.
Esto es lo normal y corriente de las cosas, de manera que, lo normal se presume y lo anormal debe
probarse, correspondiéndole el onus probandi a quien alega lo anormal o lo extraordinario.
Lo normal, entonces, fue que la demandante experimentó las lesiones consignadas, y sufrió un daño
moral como el descrito.
18.- Que, atendido a lo que se ha venido sosteniendo y de acuerdo a la equidad y prudencia, se fija por
concepto de daño moral sufrido por la actora la suma de cinco millones de pesos ($5.000.000).
Por estos fundamentos y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 464 y 465 del Código del
Trabajo, SE REVOCA la sentencia de, once de julio de dos mil ocho escrita de fs. 135 a 148, en la parte
que se condena a la demandada a cancelar por concepto de indemnización por lucro cesante la suma de
$10.000.000, (diez millones de pesos), y en su lugar se declara no se da lugar a dicha indemnización.
las condiciones dichas en una obra que se construía para la mandante, según sus
instrucciones y en un terreno proporcionado por ella […].
No cabe excusar a las demandadas de su responsabilidad, ni por el hecho de
haber existido una empresa subcontratista a cargo directo de la obra y de quien era
el actor trabajador dependiente -la que también es responsable y contra la cual se
podrá repetir-, ya que ello no impide que sean llamadas a juicio por sus propias
responsabilidades y a elección del actor; ni por las reiteradas cláusulas de irrespon-
sabilidad que contienen los contratos respectivos, pues ellas no son válidas en un
caso como el presente y respecto del actor, atendido que se trata del cumplimiento
de normas de seguridad y protección de las personas -trabajadores o no-, las que
tienen el carácter de orden público en nuestro actual ordenamiento constitucional
y legal, por lo que su respecto se impone de manera objetiva, más allá de lo pactado
en contratos que vinculan sólo a las partes, convenios que, además, suelen ser de
adhesión” (Corte Suprema, 12 octubre 2010, Casación en el fondo y forma
“Vidal Romero Aníbal Rodrigo y Johanna del Rosario con Entel PCS Telecomu-
nicaciones S.A. y Telecomunicaciones Telser Ltda”, Rol nº 2771-10)103.
Se confirma en lo demás la referida sentencia, con declaración que se reduce la indemnización por
concepto de daño moral a la suma de cinco millones de pesos ($5.000.000)”.
Fuente:http://productos.legalpublishing.cl, Fallo nº 42308.
103
En este juicio de Indemnización de Perjuicios derivado del accidente laboral sufrido por un
trabajador en el mes de abril del año 2004 - mientras instalaba una antena de telefonía celular
que le provocó una paraplejia que lo dejó postrado en silla de ruedas- se condenó por la Corte de
Apelaciones de Santiago (Rol nº2009-08) a las demandadas a pagar la suma de $100.000.000 al
trabajador, su cónyuge e hijos.
Del fallo del tribunal de alzada, se lee que las causas determinates del accidente fueron la “fatiga
de material”, “la falta de adecuadas medidas de protección, seguridad y supervisión”, y en virtud
de ellas se creó el riesgo. Así, dicen los motivos 4º y siguientes: “lo que impidió constatar y prevenir
el riesgo configurado por la fatiga de material y su incidencia en la maniobra difícil y arriesgada que
debió realizase a gran altura, como resulta evidente de las fotos que rolan a fojas 267 y 268, en especial
si se considera que el accidente ocurrió cuando se trabajaba en el tramo superior de la antena.
5.- Que, así las cosas, resulta evidente la responsabilidad de las demandadas -empresa contratista y empresa
mandante-, pues ellas crearon el riesgo, sin tomar los debidos resguardos, lo que importa un actuar negligente
que es causa del defecto o siniestro que sufrió el actor cuando trabajó en las condiciones dichas en una obra
que se construía para la mandante, según sus instrucciones y en un terreno proporcionado por ella.
6.- Que, no cabe excusar a las demandadas de su responsabilidad, ni por el hecho de haber existido una
empresa subcontratista a cargo directo de la obra y de quien era el actor trabajador dependiente -la que
también es responsable y contra la cual se podrá repetir-, ya que ello no impide que sean llamadas a juicio
por sus propias responsabilidades y a elección del actor; ni por las reiteradas cláusulas de irresponsabilidad
que contienen los contratos respectivos, pues ellas no son válidas en un caso como el presente y respecto
del actor, atendido que se trata del cumplimiento de normas de seguridad y protección de las personas
-trabajadores o no-, las que tienen el carácter de orden público en nuestro actual ordenamiento
constitucional y legal, por lo que su respecto se impone de manera objetiva, más allá de lo pactado en
contratos que vinculan sólo a las partes, convenios que, además, suelen ser de adhesión.
7.- Que, por lo que se refiere a la indemnización solicitada por el actor para él, su mujer e hijos, por concepto
de daño moral, cabe señalar que la prueba aportada consiste sólo en los antecedentes relativos al estado de salud
severamente deteriorado de aquél con motivo del accidente, como resultado del cual quedó parapléjico, lo que
supone obviamente un estado psicológico y anímico de sufrimiento y desajuste frente a la vida, tanto para él
como para su familia inmediata; a lo que se agrega el testimonio, en el mismo sentido, de don Héctor Vega
Vallejos, a fojas 284 y siguientes. En virtud de lo cual y considerando también que el trabajador accidentado
goza de una pensión de invalidez -según expresó personalmente durante la vista de la causa-, se accederá a
lo pedido por el referido concepto, pero limitado en la forma que se indicará en lo resolutivo”.
Pronunciado por la Tercera Sala del tribunal de alzada fue firmado por los ministros Lamberto
Cisternas, Pilar Aguayo y la abogada integrante Claudia Chaimovich.
La Tercera Sala de la Corte Suprema integrada por sus ministros -Adalis Oyarzún, Sergio Muñoz,
Héctor Carreño, Pedro Pierry y Sonia Araneda-, por su parte, rechazó unánimemente el recurso
de casación presentado por una empresa mandante y otra mandataria en contra de una sentencia
que las condenó a pagar una indemnización por el accidente laboral de un trabajador.
Finalmente, la indemnización por daño moral se divide en: $ 50.000.000 (cincuenta millones de
pesos) para Aníbal Vidal Romero; $ 30.000.000 (treinta millones de pesos) para Johana Romero
Vidal (cónyuge), y $ 10.000.000 (diez millones de pesos) para cada hijo: Paloma Vidal Romero
y Rodrigo Vidal Romero.
104
“Noveno: Que, el juez a quo estableció en el considerando décimo tercero que el 8 de julio del
año 2009, se produjo el daño cuando el actor en carácter de ayudante de eléctrico I jefe de faena
en la labor de mantención de un partidor, el cual se encontraba parcialmente energizado, siendo
necesario retirarlo. Previo a la realización de la mantención se llevaron a cabo las medidas de
seguridad rituales de la empresa, la charla de cinco minutos, el desarrollo de la herramienta cero y
la obtención de permiso de trabajo. Una vez iniciada la labor se requería emplear una herramienta
denominada “chicharra o llave de dados” para retirar el partidor, la cual no se tenía en el momento,
procediendo el actor a colocar la que sí tenía sobre el perno energizado o bornes de alimentación,
lo cual provocó un arco eléctrico, y las quemaduras de los trabajadores. El sitio era una habitación
con espacio relativamente reducido de trabajo, el partidor se encontraba en la última fila, con
iluminación regular, encontrándose el eléctrico I frente a él de rodillas, y el ayudante, actor, al
lado derecho de aquél y de pie. Esta última situación se acredita con la inspección personal del
tribunal, y con el mérito de la orden de investigar que fue remitida por el Ministerio Público,
que señala básicamente esa dinámica de los hechos. Posteriormente, son auxiliados atendidas las
quemaduras y trasladados a diferentes centros hospitalarios del país”.
Asimismo, se establece en las motivaciones décimo cuarta y décimo quinta la obligación del
empleador de tomar las medidas necesarias para proteger la vida y salud de los trabajadores y
que el ayudante no tenía suficiente conocimiento en las actividades para motivar e identificar
las conductas sub estandarizadas relacionadas con la protección de la zona del partidor que
permanecía energizada y la correcta inducción del ayudante […], precisándose además que
éste tampoco tenía experiencia suficiente al exponerse a causas correctivas, sin que Adecco haya
contado con un programa de entrenamiento y capacitación en aspectos técnicos del personal
que ingresa en el cargo de ayudante. Por ello se concluye en el fallo (motivo décimo quinto)
que “básicamente se pueden distinguir dos situaciones: En primer lugar, la falta de inducción
adecuada o de preparación respecto del actor en relación a la labor específica a realizar, que es una
obligación exigible directamente de Adecco, y emana del deber de seguridad amplio del citado
artículo 184. Así, quien contrata una persona con muy poca experiencia y conocimiento, pues
se trata de un egresado del liceo Técnico de 19 años de edad, y lo designa para efectos de llevar a
cabo una mantención eléctrica, debe asumir los riesgos que ello significa, y para evitarlos debió
haber instruido al actor en términos claros y específicos si era la primera vez que participaba
en dicha función, tanto en lo relativo a los sitios que estaban energizados, la forma de realizar
la mantención y trabajo seguro, situación que sólo fue cumplida parcialmente por la empresa,
en términos más globales o genéricos, a través de las charlas de 5 minutos, herramientas cero,
charla de inducción, como acreditan los documentos de fs. 44 a 97 del cuaderno y fs. 100 a
115 del mismo[...]“ “En segundo lugar, en relación al partidor, no veló porque la empresa en
cuya faena se desarrolló la mantención contara con las condiciones de seguridad adecuadas en el
partidor mismo, que debió haber verificado, pues aquél no contaba con elementos aislantes [...]”
Decimo: Que, según lo expuesto el juez de la instancia llegó a la conclusión de que la falta de
capacitación en cuanto a la inducción adecuada o de preparación al actor y las condiciones en que
debía encontrarse el lugar referido como seguridad del partidor, han sido las condiciones de riesgo
que provocaron el accidente, para lo cual consideró la documentación acompañada referida a la
capacitación, estimando insuficientes las declaraciones de los testigos en estos puntos y obtuvo una
conclusión lógica, que no se aparta a la experiencia ni a los principios científicamente afianzados,
porque efectivamente una persona de 19 años, sin experiencia no tenía por qué advertir que una
herramienta inadecuada podía haber provocado un arco eléctrico y una explosión en términos de
quemar considerablemente al actor, causándole lesiones de proporciones. Es más, con un mero
conocimiento de ello, necesariamente no se habría adoptado la conducta generadora de la explosión.
En este sentido la imprudencia, sea o no temeraria, está sustentada en el conocimiento normal
que se tiene de los fenómenos y situaciones esperables, sean laborales o de la naturaleza en general,
porque la proyección del agente se inserta en la posibilidad o probabilidad de que su actuación
bien realizada no va a generar el siniestro; así por ejemplo la persona que conduce a exceso de
velocidad, lo hace en el convencimiento de su habilidad y las demás condiciones del vehículo o del
tránsito permitirán tener el control del vehículo; lo que significa que el agente siempre tiene un
razonamiento lógico en la probabilidad de que el hecho no va a ocurrir gracias a su destreza. En este
caso concreto, no quedó demostrado que el joven sabía que se podía generar una situación como la
ocurrida, como tampoco dado lo expresado anteriormente puede presumirse dicho conocimiento.
En resumen, como corolario final, el joven actor cuando introduce la herramienta no adecuada a
lo menos debió saber que podía producirse la explosión y de acuerdo a las conclusiones del juez
en el considerando décimo quinto, no tenía la destreza suficiente para advertir tal peligro, que por
lo demás, en el mismo motivo expresa que las condiciones del tablero también eran deficientes en
lo que a seguridad se refiere.
Undécimo: Que, por lo razonado y establecido, ninguna infracción a la valoración de la prueba se
ha incurrido debiendo desestimarse el recurso en lo referente a esta causal, tanto por el interpuesto
por Electroandina S.A como el presentado por Adecco S.A.
Duodecimo: Que, el artículo 478 inciso penúltimo del Código del Trabajo establece que no
producirán nulidad aquellos defectos de la sentencia que no influyan en lo dispositivo del fallo,
sin perjuicio de las facultades de corregir de oficio que tiene la Corte durante el conocimiento del
recurso. Sobre este tópico debe dejarse sentado que el sentenciador en la redacción del motivo
décimo sexto incurrió en una incongruencia al referirse de las múltiples causas del “accidente”, pues
en la reflexión anterior ya había aclarado la falta de capacitación del trabajador y de condiciones
de seguridad del lugar donde se laboraba, por lo que lógicamente no podía incluir ahora otras
causas inmediatas del hecho; incongruencia que dado lo resuelto, no influye en lo dispositivo del
fallo, por lo que no podrá ser considerada para los efectos de un eventual motivo de nulidad.
Decimotercero: Que, en lo referente a la causal de nulidad invocada por el demandado subsidiario
Electroandina S.A., relacionada con la infracción de Ley determinante en la parte resolutiva del
fallo, en el sentido de que no se trata de una responsabilidad subsidiaria sino directa, este recurso
deberá desestimarse, porque la aparente mala interpretación, juzgamiento y declaración -según
las palabras utilizadas por el recurrente- no ha influido en lo dispositivo del fallo, pues habiéndose
establecido la responsabilidad, ya no tiene importancia si fue subsidiaria o directa, y por lo demás,
sólo aparecería perjudicado el demandante y recurrido, pues la recurrente alega responsabilidad
directa, lo que aparece irrelevante frente a lo ya establecido.
Por estas consideraciones y visto además lo dispuesto en los artículos 474 y siguientes del Código
del Trabajo, se rechazan, con costas, los recursos de nulidad interpuestos por los demandados […]
en contra de la sentencia definitiva dictada en esta causa Rit 13-2009 del Juzgado del Trabajo de
Tocopilla el 30 de diciembre del año 2009.
irrenunciables y el artículo 5º del Código del Trabajo establece que los contratos
de trabajo podrán modificarse por mutuo consentimiento, en aquellas materias
que las partes hayan podido convenir libremente, de lo que resulta que el poder
liberatorio del finiquito no se extiende a las indemnizaciones que puedan resultar
procedentes en virtud de un accidente laboral, máxime si este aspecto no se ha
mencionado explícitamente en el finiquito invocado” (Corte Suprema, 11 marzo
2008, “Rojas Rojas con Pesca Chile S.A”, Rol nº 6637-2007)105.
Pronunciada por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sr. Enrique Álvarez, Sra. Laura Soto
Torrealba y Sr. Oscar Clavería Guzmán. Autoriza la Secretaria Titular doña Claudia Campusano
Reinike.
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ24000.
105
Un chofer, ante el Juzgado de Letras del Trabajo de Aysén (autos Rol nº 1.780-06), demandó a
fin que se condene al empleador a pagarle la indemnización por concepto de daño moral por la
cantidad que indica o la que se estime de justicia, con costas. En detalle, señaló que, el accidente
materia de los autos, ocurrió el día 01 de septiembre de 2002, alrededor de las 18:30 horas, cuando
estacionó su tractor en las afueras del patio de acopio de bins, quien sin autorización ni necesidad
de hacerlo habría ingresado al recinto para contar los bins que en ese momento el operador de la
grúa horquilla sacaba. En ese instante, y por razones que se desconocerían, desde la altura cayó
una tapa de un bins, que golpeó al trabajador, quedando éste tendido en el patio. Las condiciones
climáticas eran de lluvia abundante y viento, lo que pudo haber producido la caída de la tapa. La
ambulancia de la Achs fue llamada de inmediato por la portería de la empresa, la cual llegó con
una hora de retraso, lo cual provocó que el trabajador sufriera problemas respiratorios asociados a
la exposición al frío y la humedad por el tiempo prolongado de espera. Finalmente fue llevado por
la Achs a Santiago, donde es ingresado por las lesiones propias del accidente, con un cuadro de
bronconeumonía asociado al tiempo expuesto a la lluvia y el frío debido al atraso de la ambulancia.
Además, demando que, el golpe que lo habría dejado inconsciente durante casi tres meses,
recuperando la conciencia recién el día 26 de diciembre del 2002, despertando completamente
inválido en el Hospital del Trabajador de Santiago. También manifestó que, el accidente laboral
le ha significado un daño moral incalculable. Por lo anterior, estimó que el quantum del daño
moral causado no puede ser menor a la suma de $ 300.000.000 (trescientos millones de pesos).
El demandado, evacuando el traslado, opuso la excepción de incompetencia y en la contestación
hizo valer la excepción de transacción. Alegó que su parte carece de responsabilidad y que el
accidente se debió a culpa exclusiva de la víctima, además de existir una exposición imprudente
al daño y una solicitud excesiva por concepto de indemnización.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de 17 de abril de 2007, y complementada el 6 de
julio del mismo año, rechazó la excepción de transacción y acogió la demanda, condenando a la
demandada a pagar la cantidad que señala por concepto de indemnización por daño moral, más
reajustes e intereses, sin costas.
Se alzaron ambas partes y la Corte de Apelaciones de Coyhaique, en fallo de 17 de octubre de
2007 (Rol nº 1.780-2006), revocó la de primer grado y condenó en costas a la parte demandada,
confirmando con declaración relativo al monto de la indemnización otorgada, el que elevó.
En contra de esta última sentencia la demandada dedujo recurso de casación en el fondo.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores Patricio
Valdés A., señora Gabriela Pérez P., señor Carlos Künsemüller L. y los Abogados Integrantes señores
Hernán Álvarez G. y Juan Carlos Cárcamo O.
Fuente:http://productos.legalpublishing.cl, Fallo nº 38506.
Vigésimo: Que, debe recordarse que el Derecho del Trabajo es una rama en
donde no son aplicables en su totalidad los principios liberales que rigen los Códigos
Civiles decimonónicos que siguen las tendencias liberales del Código Civil Francés,
como ocurre con el Código Civil Chileno y que más bien se caracterizan por la
existencia de cortapisas a las libertades debido a la inexistencia de dos partes que
no se encuentran en igualdad de armas, y es en atención a ello, que el contrato de
trabajo se caracteriza por ser un contrato dirigido o normado por el legislador, donde
los pactos de renuncia de derechos se encuentran prohibidos durante la vigencia
del contrato de trabajo y donde se garantizan ciertos mínimos. En definitiva, nos
encontramos en una esfera del derecho en donde los pactos de limitación de respon-
sabilidad se encuentran prohibidos por adolecer de nulidad, en cuanto al objeto,
por contravenir el derecho público chileno, razón por la cual debe ser rechazada
la excepción de transacción opuesta por el demandado”.
Ineficacia del Finiquito por ser contrario a la garantía constitucional
a la integridad física y psíquica. “A la luz del tenor literal del artículo 5º inciso
segundo del Código del Trabajo, pareciera, a primera vista, que la antedicha renuncia
es legalmente admisible y que, en consecuencia, el finiquito, no objetado, tendría am-
plios efectos liberatorios, careciendo, por ende, el actor de legitimación activa para el
ejercicio de la acción sublite. Sin embargo, los sentenciadores de mayoría son de criterio
de sostener que aun terminada la relación laboral, la renuncia formulada por
el trabajador es ineficaz en la medida que se vincula no con el puro interés
patrimonial individual del actor, sino con un bien jurídico o interés colectivo,
como es el derecho a la integridad física y psíquica establecido en el artículo 19 Nº
1 inciso primero de la Constitución Política de la República, el que, dado su carácter de
garantía constitucional, es indisponible entre las partes y, en consecuencia, no puede ser
objeto de renuncia, pues como lo expresa el profesor Sergio Gamonal Contreras, en su
obra ‘Introducción al Derecho’, capítulo V, pág. 156, ‘su proyección trasciende el mero
ámbito individual del sujeto’, agregando que ‘en este caso se encuentran las normas
relativas a la capacidad y protección a los trabajadores establecidas en los artículos 13
y siguientes y 184 y siguientes del Código del Trabajo’. Así, entonces, el artículo 5º
inciso segundo, en comento, necesariamente se ve subordinado a la norma
de rango constitucional referida, debiendo primar ésta por sobre la certeza o
seguridad jurídica, lo que produce como consecuencia la plena vigencia del
ya citado artículo 184 del mismo Código para proceder, en sede judicial, al
106
En esta causa, se establecieron como hechos: a) que, el demandante ingresó a prestar servicios para
Pesquera y Conservera demandada en enero de 2001, para desempeñarse en la función de empleado
de mantención general; b) que, el día 21 de enero de 2003, mientras el demandante desarrollaba sus
funciones sufrió un accidente, al ser golpeado por la puerta de un contenedor metálico y lanzado contra
una grúa horquilla que se encontraba en el lugar, a raíz de lo cual y después de un largo tratamiento
médico, resultó con las secuelas definitivas de incapacidad por trastorno de stress post traumático,
por oftalmología, otorrino y por deformación del rostro; c) que, la relación laboral concluyó el 2 de
septiembre de 2005, fecha en que las partes suscribieron el finiquito, documento que fue ratificado por
el actor ante Inspector del Trabajo el 7 de octubre de 2005, por la causal de mutuo acuerdo establecida
en el artículo 159 N° 1 del Código del Trabajo, percibiendo el trabajador $743.034, por concepto de
indemnización sustitutiva del aviso previo y $3.715.170, a título de indemnización por años de servicio;
d) que, el mismo 7 de octubre de 2005 el actor accionó de indemnización de perjuicios.
La demandada, en primer término opone la excepción de finiquito, razón por la que el Tribunal deberá
desechar la demanda al no existir titularidad del derecho que se reclama jurisdiccionalmente. Expuso,
también, que el finiquito laboral es una renuncia a lo renunciable, así las indemnizaciones por lesiones
son renunciables, más aún, cuando éstas ya se verificaron. A mayor abundamiento señala que en acta
de comparecencia ante la Inspección del Trabajo de Punta Arenas de fecha 12 de septiembre de 2005
se dejó constancia que entre el actor y la demandada se concilió el reclamo interpuesto por aquél, sin
reserva de derecho de ninguna especie, debiendo tenerse dicha conciliación como transacción en sede
administrativa y con efecto de cosa juzgada conforme los artículos 2446 y siguientes del Código Civil
y 304 del Código de Procedimiento Civil. Como segunda cuestión señala que deberá rechazarse la
demanda por cuanto Pesquera y Conservera no ha incurrido en culpa alguna en los hechos fundantes
de la acción deducida, y por no existir el debido vínculo de causalidad entre dichos hechos y daño
alegado. Las lesiones de que se trata estarían originadas en la propia negligencia, imprudencia y desidia
del demandante, quien tenía a su cargo la maniobra en la cual se produjo el lamentable accidente materia
de autos. En subsidio de lo anterior solicita el rechazo de la demanda en razón de haber provisto de
todos y cada uno de los elementos de seguridad reglamentarios que importan haber procedido dentro
del riesgo permitido en el trabajo respectivo, reduciéndose la indemnización demandada a sólo un 0,1%,
sin perjuicio de la cifra que el Tribunal determine. Solicita también se reduzcan aquellos ítems que dicen
relación con el enriquecimiento sin causa. Asimismo solicita se condene en costas a la demandante.
“Séptimo: Que, para apreciar si en el caso concreto el empleador cumplió íntegramente su deber legal
de seguridad, cabe tener en cuenta, en primer término, las conclusiones contenidas en el informe pericial
que rola de fs. 201 a 205, evacuado por el Ingeniero don […], experto en prevención de riesgos, quien,
estableció que el accidente era evitable, que sus causas no son atribuibles al trabajador señor […] y
que la causa directa del mismo fue la ausencia de medidas preventivas que debía adoptar la empresa, y
esencialmente la falta de un Comité Paritario de Higiene y Seguridad; haciendo presente que el actor era
supervisor únicamente en la tarea de acondicionar la unidad fábrica de hielo para su traslado, incluyendo
desconexión eléctrica y de agua, recuperación de refrigerante, sellado de línea, desconexión de anclaje,
etcétera; no incluyendo el transporte ni la ubicación del contenedor de transporte o de la grúa horquilla.
Octavo: Que, la citada pericia, además de aparecer emitida por un profesional competente, parece
ajustada a las reglas de la lógica y de la experiencia, al haber tomado en consideración, en forma
correcta todas las circunstancias que rodearon el resultado dañoso producido y, en consecuencia, genera
convicción en los sentenciadores de mayoría, sin perjuicio de tener presente, además, que aparece
corroborada con la testimonial de […] y de don […], como asimismo que aquella ráfaga de viento que
repentina y abruptamente golpeó al trabajador, no puede ser estimada como imprevisible, pues es un
hecho notorio que esta Región comúnmente se ve afectada por temporales de viento, de modo que la
situación ocurrida, siendo previsible y superable, nunca debió escapar del control de quienes trabajaban
en la faena y bien pudo evitarse si se hubiere tomado todas las medidas de seguridad correctas y, en
consecuencia, si el cierre de la puerta del contenedor se produjo, ello necesariamente se debió a que dichas
medidas no se adoptaron, con lo que sólo cabe imputar el resultado dañoso al empleador; no existiendo
en autos antecedente alguno sobre la presunta negligencia, imprudencia o desidia del actor; ni siendo
tampoco factor exonerante de responsabilidad de aquél que el estado de la maquinaria y accesorios que
formaron parte del todo del accidente haya sido adecuado, como se alega en el escrito de contestación.
Noveno: Que, establecido, como se encuentra, que el hecho dañoso tuvo lugar con ocasión de no haberse
tomado por el empleador todas las medidas de seguridad, corresponde, ahora, examinar la procedencia de
los diversos ítems demandados en el libelo, esto es, el daño emergente, lucro cesante y daño moral. […]
Décimo Tercero: Que, conforme a lo razonado precedentemente, sólo cabe el rechazo de la totalidad de las
excepciones planteadas por la demandada en su escrito de contestación. […] y Civil se declara: I.- Que se
revoca la sentencia apelada […], en cuanto por su resuelvo N° I rechazó la demanda interpuesta de fs. 8 a
11, en todas sus partes, y en su lugar se dispone que se accede a dicho libelo sólo en cuanto se condena a
la demandada, […], a pagar a favor del actor don […], la suma de $2.500.000, a título de indemnización
por el daño moral experimentado por éste con motivo del accidente del trabajo […]; quedando, en
consecuencia, desechadas las excepciones de finiquito, de falta de responsabilidad de la demandada,
fundada en no existir culpa alguna de su parte en los hechos del libelo ni relación de causalidad entre éstos y
el daño producido, la subsidiaria de haber el empleador tomado todas las medidas de seguridad inherentes
a la faena donde ocurrió el accidente y la de reducción de los montos indemnizatorios reclamados. II.-
Que, se confirma en lo demás apelado la referida sentencia, con declaración que la parte demandada
y apelada en estos autos no será condenada al pago de las costas por no haber resultado totalmente
vencida, quedando, en consecuencia, modificado a este respecto el resuelvo 2 del fallo en mención.
Acordada con el voto en contra del Ministro señor Faúndez, quien fue de parecer de confirmar la
sentencia en alzada, en virtud de los siguientes fundamentos: 1°.- Que, según la cláusula cuarta del
finiquito a que llegaron las partes, el 2 de septiembre de 2005, con motivo de la terminación de la
relación laboral, […] el trabajador renunció expresamente, en todo caso y a todo evento, a cualquier
derecho, acción o reclamo que eventualmente tuviere o pudiere corresponderle en contra del empleador,
en relación directa o indirecta con su contrato de trabajo, con los servicios prestados, con la terminación
del referido contrato o dichos servicios, sea que esos derechos o acciones correspondan a remuneraciones,
cotizaciones previsionales, de seguridad social o de salud, subsidios, beneficios contractuales adicionales
a las remuneraciones, indemnizaciones, compensaciones, o cualquier otra causa o concepto;
2°.- Que, dicha renuncia la hizo el trabajador con conocimiento de que a causa del accidente, ocurrido el
24 de enero de 2003, había quedado con una incapacidad de ganancia calculada en un 65% por el I.S.T.,
según se desprende de su propia demanda de fecha 7 de octubre de 2005, y documentos acompaña a ésta;
3°.- Que, si bien los derechos de los trabajadores son irrenunciables - artículo 5° del Código del
Trabajo - esta prohibición se debe, según la doctrina, porque se estima que la disposición del
trabajador de sus derechos, durante la ejecución del contrato tiene un vicio, causado por una
especie de violencia moral que sufre aquél en estado dependencia de su empleador, luego este
impedimento se refiere a una renuncia anticipada de derechos que la ley le concede y no a una
que se refiere a derechos que ya se encontraban en su patrimonio;
4°.- Que, en lo que se refiere al caso de autos, el artículo 69 de la Ley N° 16.744, […], expresa que
cuando el accidente o enfermedad se deba a culpa o dolo de la entidad empleadora, sin perjuicio
de las acciones criminales que procedan, la víctima y las demás personas a quienes el accidente
o enfermedad cause daño podrán reclamar al empleador responsable del accidente, también las
otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del derecho común,
incluso el daño moral;
5°.- Que, en consecuencia, no tratándose en la especie de perseguir la acción penal por la posible
responsabilidad criminal del empleador, el asunto a que se refiere la demanda debe someterse a las
normas del derecho común y, por lo tanto, habiéndose demandado después de haber renunciado a
posibles derechos que ya se encontrarían en el haber del actor; no encontrándose prohibida la renuncia,
según lo expresado en el fundamento tercero de este fallo, ni habiéndose alegado error, fuerza o dolo, y
habiéndose cumplido con los requisitos formales que la ley exige, artículo 171 del Código del Trabajo,
el acuerdo a que llegaron las partes en el referido finiquito, es una ley para las partes;
El finiquito es aquel emanado y suscrito por las partes del contrato de trabajo,
empleador y trabajador, con motivo de la terminación de la relación de trabajo, en
el que dejan constancia del cabal cumplimiento que cada una de ellas ha dado a las
obligaciones emanadas del contrato, sin perjuicio de las acciones o reservas con que
alguna de las partes lo hubiere suscrito, con conocimiento de la otra. […]
Si bien las partes se ligan por un contrato de trabajo, no puede estimarse que la
responsabilidad del empleador derive, propiamente, de esa convención, sino que al
suscribirse un contrato de naturaleza laboral, los contratantes quedan obligados por
todas las normas que rigen la materia y es esta legislación laboral la que establece
el deber u obligación de seguridad para el empleador” (Corte Suprema, 25 julio
2007, casación en el fondo “Carrasco Vera con Constructora M. Rivano Ltda. y
otro” Rol n° 2710-2006).
Que no se haga reserva expresa en el finiquito, de las acciones deri-
vadas de un accidente de trabajo, no se sigue que el trabajador renuncie
a las mismas. “Que, el finiquito es un instrumento emanado y suscrito por las
partes de un contrato de trabajo, con motivo de la terminación de la relación de
trabajo, en el que dejan constancia del cabal cumplimiento que cada una de ellas
ha dado a las obligaciones emanadas del contrato, sin perjuicio de las acciones
o reservas con que alguna de las partes lo hubiere suscrito, con conocimiento de
la otra (Thayer y Novoa, Tomo III). Este acuerdo de voluntades constituye una
convención y generalmente tiene carácter transaccional; celebrado con las forma-
lidades exigidas por el artículo 177 del Código del Trabajo, tiene la misma fuerza
de sentencia firme o ejecutoriada.
6°.- Que, en consecuencia no se pueden demandar ahora sumas herméticas y poco serias de dinero
por daño emergente, lucro cesante y daño moral que, si se estimaba le correspondían, pudieron
haberse reservado, antes de firmar un documento que contiene la renuncia a cualquier derecho,
acción o reclamo que pudiere corresponderle en contra de su empleador en relación indirecta
con su contrato de trabajo, sea que estos derechos o acciones correspondieren a indemnizaciones,
compensaciones, o cualquier otra causa o concepto”.
Pronunciada por los Ministros sr. Vigueras, Sra. Virginia Bravo, y el Sr. Hugo Faúndez López.
http://productos.legalpublishing.cl, nº 37528.
5°) Que, así las cosas, en ausencia de una renuncia expresa a la acción, resulta
improcedente otorgar poder liberatorio al finiquito en los términos que lo decidió
el juez a quo” (Corte de Santiago, 18 abril 2011, Apelación “Pinto González
con Artículos Deportivos Gacitúa y Cía. Ltda.”, Rol n° 3815-2010).
Pese a que los temas de la teoría a que se sumó la Ley 16.744, en cuanto
responsabilidad civil por Accidentes del Trabajo, y el Lucro Cesante, son
temas que trataremos en extenso en la segunda parte de esta compilación,
tan sólo nos quedamos con el principio básico que sería: el establecimiento
de una responsabilidad social. “A través de la dictación de la Ley Nº 16.744 se
derogó la responsabilidad directa del empleador por esos riesgos, transformándose
la responsabilidad en social e impuso una cotización de cargo de la entidad em-
107
“Sexto: Que, relativamente con los reproches sobre la denegación de la indemnización por lucro
cesante, corresponde señalar que, habiéndose establecido que el siniestro que afectó al demandante
de autos, fue un accidente del trabajo que le produjo incapacidad absoluta y que, por ello, se le
otorgó el derecho a una pensión calculada en la forma establecida en la Ley Nº 16.744, es decir,
en otros términos, se le confirió el derecho a una de las prestaciones contempladas en dicha ley, no
es dable pretender una indemnización diferente por ese concepto, ya que por expresa disposición
legal, las incapacidades o disminución de la actividad laboral de un trabajador, deben dar lugar
a las prestaciones ya señaladas, de suerte que no procedía acoger la demanda por lucro cesante
intentada por el actor. Pertinente es añadir que, precisamente, a través de la dictación de la Ley
Nº 16.744 se derogó la responsabilidad directa del empleador por esos riesgos, transformándose
la responsabilidad en social e impuso una cotización de cargo de la entidad empleadora.
Séptimo: Que, por otra parte, la circunstancia relativa a que […] ha sido equivocadamente liberada de
responsabilidad subsidiaria, pues sobre la base de prueba inexistente -confesión ficta del demandante- se
estimó no probado que era la dueña de la obra, si bien es dable estimar concurrente ese error, ya que no
fue punto discutido e incluso la referida Embotelladora admitió la calidad de dueña de la obra, el mismo
carece de influencia en lo dispositivo del fallo, desde que tal como lo indica el artículo 64 del Código
del Trabajo, la responsabilidad es subsidiaria, es decir, en el evento que no respondiera la contratista,
sólo entonces surge la obligación de la mencionada dueña de la empresa y, en el caso, aparece que la
responsabilidad de la contratista no se ha hecho efectiva de modo alguno”. Pronunciada por la Cuarta
Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores Marcos Libedinsky T., Orlando Álvarez
H., Urbano Marín V., Patricio Valdés A. y el abogado integrante señor Roberto Jacob Ch.
La sentencia de segunda instancia, tuvo el siguiente texto: “1º) Que, luego de su accidente, el actor
fue trasladado al Hospital del Trabajador, de la Asociación Chilena de Seguridad, donde fue tratado,
determinándose finalmente su incapacidad absoluta a consecuencia de aquel siniestro. No ha quedado
categóricamente acreditado que el trabajador no contara, al momento del accidente, con cinturón de
seguridad -pues generalmente lo portaban los trabajadores-, así como tampoco que la empleadora
cumpliera cabalmente con todas sus obligaciones de proporcionar seguridad, tal como lo ordena el
artículo 184 del Código del Trabajo, al menos en cuanto a la adecuada y constante supervisión de
un trabajo de gran riesgo como el que se efectuaba cando ocurrió el siniestro laboral.
2º) Que, lo dicho no impide considerar que el actor se desempeñó en condiciones de inseguridad
que, en alguna medida, fueron fruto de no seguir instrucciones impartidas en general respecto del
trabajo a realizar y de no observar las condiciones propias del lugar. Lo que lleva a estimar que es
pertinente rebajar el monto de la indemnización determinando por la señora juez a quo, en razón
de aquella exposición imprudente al daño.
3º) Que, no existen elementos que permitan determinar la procedencia del lucro cesante reclamado,
tanto por no haberse acreditado las condiciones ciertas o estables cuya ausencia, por efecto del siniestro,
produciría como resultado la falta de determinada ganancia, cuanto porque al haberse decretado una
pensión en favor del actor, cuya causa es precisamente la incapacidad provocada por el accidente y cuyo
objeto es dar cobertura específica a esa incapacidad, lo que equivale, en su ámbito y con las debidas
“Que, cabe tener presente que de acuerdo con lo que previene la ley Nº16.744,
sobre seguro social contra accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, la
responsabilidad objetiva del empleador respecto del riesgo a que está expuesto el
trabajador que de él depende, está cubierta por el seguro social establecido en dicha
ley conforme con sus artículos 1º, 2º y 5º; seguro social principalmente financiado
por las correspondientes cotizaciones establecidas en dicha ley, que son de cargo del
empleador; y que los derechos, beneficios y prestaciones relativas a este seguro social
son de responsabilidad del respectivo órgano administrador del seguro social, que,
en este caso, es la Asociación Chilena de Seguridad” (Corte de Santiago, 19 abril
2006, Apelación “Guzmán con Compañía de Seguros de Vida Cardif S.A”, Rol
n° 7781-2004).
Y también se ha sostenido: “Que, de conformidad con las disposiciones de
la ley N° 16.744, sobre seguro social obligatorio contra accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales, la responsabilidad objetiva del empleador -derivada
del riesgo profesional a que está expuesto el trabajador-, se encuentra cubierta por
este seguro social, financiado sustancialmente con cotizaciones que son de cargo del
empleador; motivo por el cual, la cobertura del siniestro que sufra el trabajador a
causa o con ocasión del trabajo opera objetivamente, esto es, prescindiendo de la
culpabilidad, sea ésta del empleador o del trabajador, conforme con lo que clara-
mente disponen los artículos 1°, 2° y 5° de la ley indicada” (Corte de Santiago,
8 septiembre 2004, Apelación “Rojas Oteiza con Correos de Chile”, Rol nº
6287-2003. GJ nº 291, pág. 238)108.
proposiciones, al lucro cesante. Y visto, además, lo dispuesto por los artículos 463 y siguientes del
Código del Trabajo, se confirma dicha sentencia […] escrita a fojas 130, con declaración que se reduce
a $40.000.000 (cuarenta millones de pesos) la indemnización por daño moral fijada en el resolutivo
2º de ese fallo”. Pronunciada por la Décima Sala, integrada por los Ministros don Raimundo Díaz
Gamboa y don Lamberto Cisternas Rocha y el Abogado Integrante don Luis Orlandini Molina.
108
Asimismo, nos parecen útiles los motivos: “3º) Que, respecto de la eventual responsabilidad por
culpa, sea del empleador o de un tercero, el artículo 69 de la misma ley Nº 16.744 dispone que
la víctima -sea ésta el trabajador afectado o un tercero- a quien el accidente cause daño, podrá
reclamar al empleador o al tercero, responsable del accidente, las otras indemnizaciones a que
tengan derecho, -esto es aquéllas distintas de las que establece el indicado sistema de seguro social
obligatorio-; pero, en tal caso y conforme con el claro tenor de esta disposición, ese o esos derechos
se determinarán con arreglo a las prescripciones del derecho común, incluso el daño moral;
4º) Que, en consecuencia, los derechos cuyo reconocimiento demanda el actor en lo principal de
fojas una, a la indemnización del daño emergente, a la del lucro cesante que se habría ocasionado,
y a la del daño moral que dice haber sufrido, deben determinarse con arreglo a las normas del
derecho común; de modo que para determinar si procede o no declarar los derechos que se
demandan habrá de determinarse si el hecho dañino o perjudicial sufrido por el actor fue causado
por hecho -acción u omisión- del demandado; si esta acción u omisión fue culpable o dolosa; y
si, así establecido, causó el perjuicio cuya indemnización se demanda; todo ello, conforme con
los fundamentos de derecho en que se basa la acción de que trata, específicamente invocados por
el actor en su libelo de fojas una”.
Pronunciada en la Cuarta Sala por los Ministros señor Jorge Dahm Oyarzún y señor Patricio
Villarroel Valdivia, y por el Abogado Integrante señor Luis Orlandini Molina.
recurre” (Corte Suprema, 19 julio 2006 Recurso de Protección “Díaz Silva con
INP Sucursal San Bernardo”, Rol nº 2879-2006)109.
109
La acción constitucional de marras, fue deducida por el gerente comercial de la Empresa “Comercial
Importadora y Exportadora Kilómetro Veinticinco Ltda.” en contra del Instituto de Normalización
Previsional INP, Sucursal San Bernardo, debido a que, el recurrido dictó con fecha 20 de enero del
2006, el Ord: 441/SA 01 06, mediante el cual se dispuso la suspensión de la atención médica que
recibe por accidente del trabajo que sufrió el 01 de agosto de 2005, poniendo término a la orden
de atención Nº 441/91010853 del 03 de agosto de 2005, en virtud de la ley 16.744, y que esta
suspensión se debió a que no existe vínculo de subordinación y dependencia y como consecuencia
de ello, no existe vínculo laboral, por lo que no procedería la cobertura de la ley 16.744; y señala
además el recurrente, que se le habría hecho devolución de la licencia médica Nº 15410441,
correspondiente al período del 16 de octubre de 2005 al 14 de noviembre de 2005.
Asimismo, adujo que, la resolución recurrida le causa privación a su derecho a la integridad física,
por cuanto al poner término al tratamiento de rehabilitación al que está sometido, arriesga la salud
de sus extremidades izquierdas, las que fueron dañadas gravemente al caer desde un container
con el pie izquierdo, causándose una fractura de Platillos Tibiales de rodilla izquierda, Trombosis
venosa segmentaria, pierna izquierda, esguince muñeca, derecho constitucional contemplado en
el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política. Agrega que se encuentra vulnerado también por
la resolución recurrida, su derecho a la protección a la salud, ya que es cotizante del sistema y se le
niega ejercer sus derechos para ser atendido médicamente y que le ha sido otorgado por la Ley de
Isapres y ley 16.744. Señala que se niega y se suspende el tratamiento después de haber recibido
casi el 70% de la atención médica. Y que el fundamento de la resolución en el sentido de que
no trabaja bajo subordinación y dependencia de su empleador es falso. Por lo anterior, solicita se
acoja el presente recurso de protección, restableciendo el imperio del derecho a su integridad física
y de salud, que han sido vulnerados, privados y amenazados, solicitando sea dejada sin efecto la
mencionada resolución y ordenando que la atención médica siga vigente y que debe pagársele la
licencia médica indicada en la misma resolución.
A fs. 30, rola informe evacuado por Gabriel Alonso Muñoz Muñoz, en representación del Instituto
de Normalización Provisional, solicitando que el recurso de protección interpuesto, sea rechazado.
Señala el recurrido, que con fecha 2 de agosto de 2005, la empresa Comercial Importadora y
Exportadora Kilómetro Veinticinco enunció accidente del trabajo ocurrido al parecer a las 16:30
horas del día lunes 1 de agosto de 2005, de que fue víctima su presunto trabajador, siniestro que
se habría producido en Curicó. Ante tal denuncia, se otorgó al Sr. Díaz, Orden de Atención Nº
441 01010853, de 3 de agosto de 2005, dirigida al prestador médico, la Asociación Chilena de
Seguridad. Una vez entregada la orden de atención señalada, se procedió al proceso de verificación
del siniestro denunciado, para lo cual se realizaron dos visitas. El verificador, constató que el
recurrente había sido representante legal y socio de la empresa empleadora, hasta mayo del 2005,
y después fue contratado como Gerente Comercial de la misma empresa a contar del 1 de julio del
mismo año. Ante esta situación, se realizó una fiscalización por parte de la Inspección Comunal
del Trabajo de Maipú, que concluye que el Sr. Díaz es socio mayoritario de la empresa “Comercial
Santa Inés Ltda.”, en la que tiene una participación en un 97%, y esta empresa es a su vez socia, en
un 65% de la Empresa Comercial Importadora y Exportadora, por lo cual, el Sr. Díaz mantiene
1) Generalidades
La Ley Nº 16.744, se basa en el principio de que la totalidad de los
trabajadores expuestos sean cubiertos por los sistemas de Seguridad Social.
La materialización de este principio se encuentra en sus artículos 2º y 3° que
señalan las personas sujetas obligatoriamente a este seguro.
“Respecto de los independientes, la misma Ley entregó al Presidente de
la República la facultad de decidir a través de reglamentos, la oportunidad y
condiciones en que se irían incorporando al Seguro por grupo de actividades.
Desde 1968 se han incorporado a este seguro, a través de los correspondientes
decretos supremos, numerosos trabajadores independientes de actividades
específicas. Entre ellos, los pirquineros; los suplementeros; los profesionales
hípicos; los conductores propietarios de taxis; los conductores propietarios de
vehículos motorizados de locomoción colectiva; de transporte escolar y carga;
los pescadores artesanales, y otros grupos de trabajadores de esta naturaleza.
Posteriormente, la Ley 20.255 de 2008 de Reforma Previsional, permite
la incorporación voluntaria de trabajadores independientes al Seguro Social
contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales du-
rante el periodo octubre de 2008 a diciembre de 2011, para que a partir de
enero de 2012, se convierta en obligatoria la incorporación de los trabajadores
independientes (Título IV de la misma ley).
Además, la Ley incorpora al sistema a los socios de sociedades de personas,
socios de sociedades en comandita por acciones, empresarios individuales y
directores de sociedades en general, que se desempeñen como trabajadores
independientes en la respectiva sociedad o empresa. Éstos deberán afiliarse al
mismo organismo administrador del seguro a que se encuentre afiliada o se
toda la administración de la supuesta empleadora, y en ese orden de cosas, no puede ser contratado
por dicha empresa. Agrega que el Sr. Díaz no cumple con el requisito de ser trabajador por cuenta
ajena que establece la ley 16.744, en su artículo 2º, y en el Reglamento de la citada ley, D.S. Nº
101 de 07 de junio de 1968.
Agrega que existen mecanismos claros de reclamación administrativa ante los hechos consignados
como arbitrarios, y es así, como el recurrente hace una presentación ante la Superintendencia
de Seguridad Social, con fecha 21 de enero de 2006; iniciándose el respectivo procedimiento
administrativo.
El recurrido señala que no se encuentran vulnerados los derechos constitucionales invocados por
el recurrente. En efecto, en relación al artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política, no existe
vulneración ya que suspendida la orden de atención, inmediatamente surge la obligación de la
Isapre respectiva de cubrir esos gastos, ya que se le debe tratar como enfermedad o accidente
común, y en ese sentido el recurrente reconoce estar afiliado a una Isapre.
En relación al derecho constitucional contemplado en el artículo 19 Nº 9 de la Carta Fundamental,
no resulta vulnerado por la suspensión de la orden de atención otorgada al recurrente, por cuanto,
el rechazo del financiamiento de las órdenes de atención, las ulteriores licencias y reembolsos en
base a la ley 16.744, hace nacer automáticamente la obligación de financiarlo con cargo al plan
de salud que tiene contratado con su Isapre.
http://www.legalpublishing.cl, ID nº 34922.
110
“La protección social de los trabajadores frente a los accidentes de trabajo en Chile tiene sus
inicios en el 1916, año en que se promulga la Ley 3.170 en la que se definen por primera vez las
responsabilidades de los empleadores ante accidentes laborales.
A partir de 1924, se crean la Caja del Seguro Obrero Obligatorio, la Caja de Previsión de Empleados
Particulares y la Caja de Empleados Públicos, las cuales se financiaban con cotizaciones obligatorias
de los trabajadores, empleadores y el Estado. El sistema proveía prestaciones médicas, pensión de
invalidez y una jubilación a partir de los 65 años de edad.
Dado que se trataba de un sistema de reparto, los montos finales de las pensiones dependían de
los montos que se lograban juntar a partir de los aportes de los cotizantes activos.
La prevención de riesgos laborales comienza su implementación a partir de 1925, con la creación
de la sección accidentes de la Caja Nacional de Ahorros a través del DL 379.
Posteriormente, en 1942, se crea la Caja de Accidentes del Trabajo, que reemplaza y amplía la
sección accidentes y en 1952, con la promulgación de la Ley 18.383, se crean el Servicio del Seguro
Social y el Servicio Nacional de Salud.
Con la Ley 18.383, los antiguos obreros pertenecientes al Seguro Obrero comenzaron a beneficiarse
con una pensión de sobrevivencia, el subsidio a la maternidad, un aumento en las pensiones de
invalidez y la ampliación a toda la familia de la cobertura en salud.
Ya en los años 50, se crean las Mutuales de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales,
básicamente como estrategia para ayudar a prevenir los riesgos labores y disminuir las tasas de
accidentes existentes.
En 1968 se promulga la Ley 16.744 que define el Seguro Social Obligatorio de accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales. Con la Ley 16.744 se oficializa el trabajo de las dos mutuales
existentes en ese entonces: la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), creada por iniciativa de la
Sofofa y Asimet en junio de 1958 y el Instituto de Seguridad del Trabajo (IST) creado en octubre
de 1958 por empresarios y Asiva. Recién en 1963 y por iniciativa de los empresarios agrupados
en la Cámara Chilena de la Construcción, se crea la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena
de la Construcción.
Las otras instituciones que participaban en la administración del seguro eran organismos estatales:
el Instituto de Normalización Previsional (INP) y el Sistema Nacional de Servicios de Salud
(SNSS);”.
“Evaluación del Régimen de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales de Chile.Informe
Final”, Facultad de Economía y Negocios, Universidad Alberto Hurtado, Santiago, febrero de
2010, págs. 11 y ss.
111
Ob. Cit., pág. 76.
112
Ibíd., pág. 14.
113
Tema que se analizará en la Segunda Parte de este trabajo.
114
“Responsabilidad Civil del Empleador por Accidentes del Trabajo en Chile”, en Revista Laboral
Chilena n°62, 1996, págs.
115
En este juicio, el actor solicitó en su demanda que se condenara a la sociedad demandada a
indemnizarle los perjuicios en virtud de la teoría del riesgo creado o del riesgo profesional, en
una suma no inferior a los doscientos millones de pesos por el daño moral producido, a la suma
de $118.080.000 por daño emergente permanente que se traduce en lucro cesante, y la suma de
$ 15.225.300 por el seguro colectivo de accidentes personales y de vida pactado en el numeral 16
del anexo del contrato que lo une con la demandada, más las costas de la causa y los intereses y
reajustes; y fundó dicha demanda invocando su calidad de trabajador dependiente de la sociedad
demandada, y lo que dispone el artículo 69 de la ley Nº 16.744, y afirmando que el accidente de
trabajo de que fue víctima, es imputable a hecho o culpa de la empleadora.
Por su parte, la demandada en su contestación planteó, como cuestión previa, la falta de legitimación
pasiva de dicha sociedad en lo concerniente a la eventual indemnización a que tendría derecho el
demandante por el seguro de accidentes personales y de vida contratado por la demandada con la
Compañía de Seguros de Vida Cardif S.A. mediante la póliza Nº […], en beneficio del actor en
su calidad de trabajador dependiente de dicha sociedad; porque de acuerdo con dicho contrato
de seguro privado, y en caso de ocurrir el siniestro, el o los beneficiarios de la póliza deben dirigir
su acción en contra de la entidad aseguradora, que es la referida compañía de seguros. También
alegó la demandada que, había adoptado todas las providencias para la adecuada protección de
la salud y la vida de sus trabajadores, y solicitó el rechazo de la demanda en todas sus partes, con
costas; y, en subsidio, que se negara lugar a las indemnizaciones solicitadas por concepto de daño
emergente, lucro cesante y daño moral, por no existir daño o perjuicio indemnizable.
Así las cosas, entre los motivos que tuvo la Corte de Santiago para confirmar lo resuelto por el
Juez del grado, estuvieron: “12º. Que, además de la prueba rendida, tanto la propia defensa de la
demandada como los hechos que ella misma invoca, conducen a concluir que ella es responsable
de la omisión de las medidas de seguridad que debieron adoptarse frente a la cara libre u hoyo
existente en el nivel 733, cuya peligrosidad extrema está reconocida por la demandada; cabe tener
presente especialmente que la propia empleadora cita las normas contenidas en el Manual de
Estándares General Mina, aprobado por la resolución Nº19, de 17 de abril de 2001, del Servicio
Nacional de Geología y Minería, para ser aplicado precisamente en las faenas de la mina en que
ocurrió el accidente de que se trata; […]; que, en consecuencia, resulta inexcusable la omisión en
que incurrió la demandada; toda vez que, no solamente por aplicación de las normas generales de la
ley, sino por la existencia de una regulación específica como la que ha citado la propia demandada,
es evidente que no sólo alguna señalización debió existir en la referida cara libre, sino que como
lo dice la norma recién citada, una protección física que impida el paso de personas y/o equipos
y, además, alguna señalización de peligro (letrero, loro, banderín rojo), y en el caso de no existir
tal protección física del modo ya indicado, ha debido actuarse en forma inmediata para precaver
un grave accidente; todo lo que no se hizo por la empresa, como debió hacerlo para evitar un
accidente como el que motiva la demanda de autos;
13º. Que, en lo que concierne a la pretensión de excusar su responsabilidad a pretexto de que
los ocupantes de la camioneta en que era transportada la víctima del accidente se expusieron
imprudentemente al accidente, cabe considerar. a) que no hay en el proceso prueba alguna de
una conducción negligente o impudente por parte de don […]; al revés, hay prueba de los graves
riesgos que enfrentaban los trabajadores accidentados como consecuencia de la falta de previsión
de la empleadora respecto de la operación al interior de la mina; así se deduce de los términos
del informe técnico Nº 118/2002, de fojas 9, en que consta que el asiento del conductor en la
camioneta accidentada no estaba en buenas condiciones, lo que impedía quedar bien sentado
y tener una buena visión hacia delante, lo que está refrendado por el supervisor mecánico de la
empresa, quien afirma que dicho asiento se encontraba en buenas condiciones pero presentaba un
hundimiento no común, lo cual provocaba que la persona que manejaba la camioneta no tuviese
una visión cercana a la defensa de la camioneta, provocando que la visión fuera sobre el nivel del
capó del equipo, y complementado por el testigo de la empresa, don […], quien afirmó que, ese
día no había ningún letrero de peligro o de advertencia; normalmente sí hay indicaciones; son
letreros amarrados con cadena a las paredes del túnel o con cordel; éstos indican Peligro cara libre,
lo que significa que ahí se termina el camino; no hay iluminación, sólo las luces de la camioneta;
en el túnel, la oscuridad es total; los letreros son blancos y se ven con las luces de la camioneta; el
día del accidente no había nada; b) que aún cuando hubiere existido una conducta imprudente
o negligente del conductor de la camioneta, que no la hubo, ello no exime a la demandada de su
responsabilidad respecto del demandante, quien era transportado en el vehículo de propiedad de
la empleadora, conducido por un dependiente de ella, y que, por tanto, en todo caso fue expuesto
al siniestro por hecho imputable a la empleadora;
14º. Que, por las razones anotadas, esta Corte confirmará la sentencia en alzada en cuanto, habiendo
ponderado la prueba en forma debida, ella resolvió que el accidente que motiva la demanda de
autos, fue causado por hecho o culpa de la sociedad demandada, y que, en consecuencia, ella
deberá asumir la responsabilidad que en derecho corresponde;”.
Pronunciada en la Décima Sala por el Ministro, señor Raimundo Díaz Gamboa, la Fiscal Judicial,
señora Beatriz Pedrals García de Cortázar, y el Abogado Integrante señor Luis Orlandini Molina.
de autos en lo que concierne a la referida petición; razón por la cual esta Corte
confirmará lo resuelto en la sentencia de primer grado en cuanto negó lugar a esta
parte de la demanda del actor.
Cabe tener presente que de acuerdo con lo que previene la ley Nº 16.744, sobre
seguro social contra accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, la respon-
sabilidad objetiva del empleador respecto del riesgo a que está expuesto el
trabajador que de él depende, está cubierta por el seguro social establecido
en dicha ley conforme con sus artículos 1º, 2º y 5º; y que los derechos, beneficios
y prestaciones relativas a este seguro social son de responsabilidad del respectivo
órgano administrador del seguro social, que, en este caso, es la Asociación Chilena
de Seguridad” (Corte de Apelaciones de Santiago, 19 abril 2006, Apelación
“Guzmán con Compañía de Seguros de Vida Cardif S.A”, Rol n° 7781-2004)116.
116
En este caso, el actor (un mecánico que cayó a un hoyo en un vehículo conducido por otro
compañero de trabajo) solicitó en su demanda que se condenara a la sociedad demandada a
indemnizarle los perjuicios en virtud de la teoría del riesgo creado o del riesgo profesional,
en una suma no inferior a los doscientos millones de pesos por el daño moral producido, a la
suma de $118.080.000 por daño emergente permanente que se traduce en lucro cesante, y la
suma de $ 15.225.300 por el seguro colectivo de accidentes personales y de vida pactado en el
numeral 16 del anexo del contrato que lo une con la demandada, más las costas de la causa y
los intereses y reajustes; fundando su demanda invocando su calidad de trabajador dependiente
de la sociedad demandada, y lo que dispone el artículo 69 de la ley Nº 16.744, dado que el
accidente de trabajo de que fue víctima, era imputable a hecho o culpa de la empleadora.
En su contestación, la sociedad demandada planteó, como cuestión previa, la falta de legitimación
pasiva de dicha sociedad en lo concerniente a la eventual indemnización a que tendría derecho el
demandante por el seguro de accidentes personales y de vida contratado por la demandada con la
Compañía de Seguros de Vida Cardif S.A. mediante la póliza Nº 29910315, en beneficio del actor
en su calidad de trabajador dependiente de dicha sociedad; porque de acuerdo con dicho contrato
de seguro privado, y en caso de ocurrir el siniestro, el o los beneficiarios de la póliza deben dirigir
su acción en contra de la entidad aseguradora, que es la referida compañía de seguros.
Que, no obstante que en su actuación de fojas 76, la parte demandante insistió en pedir que se
condenara a la empleadora al pago de los $15.225.300 por concepto de indemnización proveniente
del seguro de accidentes personales, el hecho es que, según consta, el actor, cobró y percibió de la
Compañía de Seguros de Vida CARDIF S.A, el día 30 de diciembre de 2003, la suma de dieciseis
millones novecientos sesenta y nueve mil setecientos pesos ($16.969.700), equivalentes a la sazón
al monto asegurado de UF 1.000 que correspondían al seguro privado tomado por la sociedad
empleadora.
Que, conforme con los referidos antecedentes y en lo que concierne a la petición del actor para
que se condenara a la demandada a pagarse la suma de $ 15.225.300 por el seguro colectivo de
accidentes personales y de vida contratado por ésta en beneficio del actor, cabe considerar que la
excepción de falta de legitimidad pasiva planteada por la demandada para fundar su petición de
que se negara lugar a tal petición, habría debido acogerse, toda vez que la empleadora nunca fue
deudora de las indemnizaciones que pudieren provenir de dicho seguro de vida; que, a mayor
abundamiento, consta en el proceso que con posterioridad a la fecha en que dedujo su demanda,
el actor percibió de la referida compañía de seguros la indemnización a que conforme con dicho
contrato de seguro de vida tenía derecho; que, en consecuencia, cabe concluir que no procede
acoger la demanda de autos en lo que concierne a la referida petición; razón por la cual esta Corte
confirmará lo resuelto en la sentencia de primer grado en cuanto negó lugar a esta parte de la
demanda del actor;
En cuanto al fondo de la cuestión promovida, la sociedad demandada alegó en su defensa que
había adoptado todas las providencias para la adecuada protección de la salud y la vida de sus
trabajadores; razón por la cual era improcedente imputar a la demandada incumplimiento de
las obligaciones emanadas del contrato de trabajo; por estas consideraciones, resumidamente
expuestas, solicitó el rechazo de la demanda en todas sus partes, con costas; y, en subsidio, que se
negara lugar a las indemnizaciones solicitadas por concepto de daño emergente, lucro cesante y
daño moral, por no existir daño o perjuicio indemnizable.
Pronunciada en la Décima Sala por el Ministro, señor Raimundo Díaz Gamboa, la Fiscal Judicial,
señora Beatriz Pedrals García de Cortázar, y el Abogado Integrante señor Luis Orlandini Molina.
117
Este caso se trata de una demanda por despido injustificado y por la enfermedad profesional sufrida
por el actor. El tribunal de primera instancia, Quinto Juzgado del Trabajo de Santiago (Rol nº 2.666-
también nos parecen importantes los motivos: “Quinto: Que, por de pronto,
04), en sentencia de diecinueve de junio del año pasado, escrita a fojas 188, rechazó la excepción
de incompetencia y acogió la de prescripción, accediendo a la demanda sólo en cuanto condenó
a las demandadas a pagar indemnización sustitutiva del aviso previo y por años de servicios, esta
última incrementada en un 80%, compensación de feriado legal y proporcional, más intereses y
reajustes, sin costas.
Se alzaron ambas partes y una de las salas de la Corte de Apelaciones de Santiago, en fallo de
seis de marzo del año 2009, escrito a fojas 218, revoca el de primer grado en cuanto acogió la
excepción de prescripción y en cuanto condenó a pagar indemnización por años de servicios a las
demandadas y, en su lugar, rechazó dicha excepción de prescripción y condenó a las demandadas
a pagar indemnización por daño moral, derivado de enfermedad profesional y las eximió del
resarcimiento por años de servicios, confirmando en lo demás.
En contra de esta última sentencia, las demandadas recurren de casación en el fondo, por haber
sido dictada, a su juicio, con infracciones de ley y a fin que se la invalide y se dicte la de reemplazo
que describen. Recurso cuya sentencia, nos aporta lo siguiente: “Séptimo: Que, por consiguiente, la
solución a la primera parte de esta controversia ha de encontrarse, sin duda, en la legislación especial
contenida en la Ley Nº 16.744. Dentro de ella, dos son las disposiciones en juego. Por una parte, el
artículo 69, el cual dispone: “Cuando el accidente o enfermedad se deba a culpa o dolo de la entidad
empleadora o de un tercero, sin perjuicio de las acciones criminales que procedan, deberán observarse
las siguientes reglas: ‘a) El organismo administrador tendrá derecho a repetir en contra del responsable
del accidente, por las prestaciones que haya otorgado o deba otorgar; y b) La víctima y las demás
personas a quienes el accidente o enfermedad cause daño podrán reclamar al empleador o terceros
responsables del accidente, también las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a
las prescripciones del derecho común, incluso el daño moral”. Y el artículo 79, el que señala: […].
Undécimo: Que, siguiendo con el debate que ocupa esta decisión, corresponde ahora señalar que,
en conformidad a lo dispuesto en el artículo 2.514 del Código Civil “La prescripción que extingue
las acciones y derechos ajenos exige solamente cierto lapso de tiempo, durante el cual no se hayan
ejercido dichas acciones” y “Se cuenta este tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible”
y, de acuerdo a lo previsto en el artículo 2.515 del mismo texto legal “Este tiempo es en general
de tres años para las acciones ejecutivas y de cinco para las ordinarias”. En el caso, se trata de una
acción ordinaria, de modo que su lapso de extinción es de cinco años, el cual se cuenta desde que
la obligación se hace exigible y ésta adquiere tal naturaleza desde que se produce la certeza de
su existencia y tal época no puede ser otra que aquélla en que se ha declarado, por la autoridad
competente, que la enfermedad profesional tiene tal carácter y respecto a cuya decisión ya no
resultan factibles recursos o instancias a través de las cuales se pudiera obtener la modificación
de dicha declaración, esto es, desde que ha quedado firme y ejecutoriada, en conformidad a lo
dispuesto en el artículo 77 de la Ley Nº 16.744.[…]
Duodécimo: Que, en la especie, la certeza de la declaración de existencia de la enfermedad de
naturaleza profesional en el trabajador demandante y el grado de incapacidad, se ha adquirido
con la fecha del diagnóstico definitivo emanado de la Comisión Médica de Reclamos del
Ministerio de Salud, entidad ante la cual fue impugnada la decisión primitiva de la Comisión
Médica de Pensión e Invalidez de la Región Metropolitana, desde que no existe constancia
118
Pronunciada por la 4ª Sala integrada por los Ministros sres. José Benquis, Orlando Álvarez, Urbano
Marín, y el Abogado Integrante Patricio Novoa.
119
“20º) Que, del expediente arbitral que se tiene a la vista, seguido entre las mismas partes ante el
compromisario arbitrador don Raúl Varela Morgan, surge de relieve que entre otros temas los
litigantes discutieron la naturaleza del contrato de seguro materia del presente juicio y es así como
mientras la Compañía de Seguros Generales Cruz del Sur S.A. alegó que se trata de un seguro de
carácter patrimonial o de daños, por lo que era necesario acreditar el monto de la pérdida para
el pago de la póliza, la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción sostuvo
que era un seguro de accidentes personales no afecto al principio indemnizatorio, por lo cual no
resultaba procedente demostrar daño alguno a sus bienes pues, al igual que el seguro de vida, sólo
cabía satisfacer el monto asegurado.
En su sentencia de fojas 489 a 516 el árbitro acogió la demanda declarando que la aseguradora
debe pagar a la mutual la indemnización reclamada por los siniestros, fallo que se encuentra
ejecutoriado por haberse desistido la aseguradora de los recursos de casación en la forma deducido
de fojas 531 a 574 y de queja interpuestos por su parte, según consta de fojas 586, en lo que al
primero de esos medios de impugnación se refiere. Y en esta resolución el árbitro concluye que se
celebró un contrato de seguro de accidentes personales (considerando 27).
21º) Que, en la litis actual la aseguradora invoca entre los fundamentos de la acción de nulidad
intentada que se está en presencia de un contrato de seguro patrimonial, ya que lo protegido es el
peculio de la mutual y, en todo caso, deviene en un reaseguro, para concluir que en realidad se trata
de un seguro social de accidentes del trabajo prohibido por la ley Nº 16.744, en circunstancias,
que con arreglo a lo preceptuado en el ya citado inciso 2º del artículo 3º del Código Civil esta
declaración judicial vincula directamente a las partes por tratarse de una cuestión debatida y
decidida en ese pleito ya afinado entre los mismos contendientes.
22º) Que, desde otro punto de vista es menester tener en cuenta la excepción planteada por la
mutual, en orden a que la actora se halla impedida de alegar la nulidad, toda vez que intervino
en la celebración del contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba, es decir,
conociendo la causa generadora de la nulidad absoluta de la convención, y a este respecto los
litigantes no han controvertido que la demandante Compañía de Seguros Generales Cruz del Sur
S.A. concurrió voluntariamente a la suscripción del contrato de seguro que ahora repugna, con
la intención de producir entre los contratantes los efectos jurídicos que le son propios, por lo que
no puede lícitamente aprovecharse de su propia actuación.
23º) Que, el artículo 1683 del Código Civil distingue al que conocía real y efectivamente el vicio
de nulidad en el momento de contratar, o sea, que obró con plena conciencia del defecto de que
adolecía el acto jurídico, del que debía saber la anomalía, esto es, que pueda racionalmente suponerse
o presumirse ese conocimiento en quien reclama la nulidad, derivado de un cúmulo de elementos
que sólo merced a una grave negligencia de su parte no tiene noticia real de la anormalidad que
provoca la nulidad absoluta. Bajo este prisma, es útil dejar en claro que se trata de una prohibición
legal que involucra la presunción de derecho de conocimiento de la ley contenida en el artículo 8º
del Código Civil, que no admite prueba en contrario y que hace operar la sanción que el mencionado
artículo 1683 del mismo cuerpo jurídico establece para el contrato nulo, máxime se repara en
que el impedimento legal se encuentra prefijado desde hace varios años antes del otorgamiento
del contrato de seguro que se objeta y se extiende justamente a las compañías de seguros, cuyo
es el giro de la demandante Compañía de Seguros Generales Cruz del Sur S.A., de modo tal que
parece inconcuso que no cabe aceptar razonablemente el desconocimiento de la prohibición que
pretexta y que imputa al ocultamiento de su contraparte.
24º) Que, en lo atinente a la adhesión de la apelación formalizada por la mutual en el primer
otrosí de su libelo de fojas 1.190 y 1.191, mediante el cual procura una condenación en costas
de la contraria, puesto que, en su concepto, no sólo fue vencida totalmente, sino que también
ha litigado temerariamente con el solo afán de obtener se deje sin efecto una sentencia arbitral
ejecutoriada que le fue adversa, sin ningún otro motivo plausible, por lo que resulta infundada.
Sin embargo, tanto las acciones propuestas por la actora como sus fundamentos, permiten a
esta Corte mantener la liberación de esta carga decidida en primer grado a favor de la compañía
aseguradora.
Por estas consideraciones (…), se declara:
Primero: Que se rechaza el recurso de casación en la forma promovido de fojas 1.128 a 1.182
por la demandante Compañía de Seguros Generales Cruz del Sur S.A. en contra de la sentencia
definitiva de fojas 1.084 a 1.126.
Segundo: Que se rechazan las impugnaciones documentales formuladas de fojas 457 a 459 y 1.213.
Tercero: Que se confirma la misma sentencia apelada de diecisiete de agosto de mil novecientos
noventa y ocho, que se lee de fojas 1.084 a 1.126, sin costas del recurso por haber tenido motivos
plausibles la demandante para alzarse”.
dido pueden tener derecho a presentar licencias médicas; para que ello ocurra es
necesaria la reincorporación efectiva al trabajo y que con posterioridad se sufra de
una incapacidad laboral que afecte temporalmente la capacidad residual, sea por
una de las patologías por la que hubo declaración de invalidez o por otra distinta.
Por otra parte, se hace presente que en el caso de los trabajadores pensionados por
invalidez que se reincorporan a la vida laboral y que posteriormente presentan
licencias médicas, éstas generarán derecho a pago de subsidio por incapacidad la-
boral en el solo caso de que se registren tres meses de cotizaciones dentro de los seis
meses anteriores a la fecha de inicio de la licencia, efectuadas sobre remuneraciones
devengadas con posterioridad a la obtención de la pensión de invalidez” (Super-
intendencia de Seguridad Social, 26 abril 2006, Dictamen ORD. Nº 19756).
“Para tener derecho a subsidio de incapacidad laboral se requiere, un mínimo
de seis meses de afiliación a un Sistema Previsional y de tres meses de cotizaciones
dentro de los seis meses anteriores a la fecha inicial de la licencia médica corres-
pondiente. Los requisitos son copulativos y, de acuerdo a la interpretación del
artículo 4° del D.F.L. N° 44, de 1978, del M. del T. y P.S., ha de entenderse que
el requisito de 3 meses de cotizaciones equivale a tener 90 días de cotizaciones,
continuas o discontinuas dentro de los seis meses anteriores al inicio de la licencia,
es decir los citados 90 días deben encontrarse dentro de los 180 días anteriores a
la licencia. El hecho de no registrarse los 90 días aludidos, amerita el rechazo del
beneficio de subsidio por incapacidad laboral.
Finalmente, se hace presente que esta Superintendencia no tiene facultades
discrecionales para eximir del cumplimiento de requisitos legales, como son los del
artículo 4° citado” (Superintendencia de Seguridad Social, 23 marzo 2007,
Dictamen ORD. Nº 18078).
Pronunciada por la Quinta Sala de la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago integrada por los
Ministros señores Jaime Rodríguez Espoz, Raúl Héctor Rocha Pérez y Abogado Integrante señor
Benito Mauriz Aymerich.
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl/ ID n° 31862.
4) Cotizaciones al Seguro
El seguro de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales se fi-
nancia, entre otras cosas, con las cotizaciones: i). General Básica, de cargo del
empleador, y que sería de un costo fijo según la Ley nº19.578, , sea quien sea
el organismo al que se encuentre adscrito el patrón, o se trate de empresas
con autoseguros. Y, ii) la Cotización Adicional Diferenciada, establecida en
función de la actividad y riesgo de la empresa o entidad empleadora, la que
será determinada por el Presidente de la República y que no podrá exceder
de un 3,4% de las remuneraciones imponibles y será de cargo del empleador.
Las Municipalidades deberán pagar por las personas contratadas
bajo las normas del Código del Trabajo, la cotización básica general y la
cotización adicional diferenciada por riesgo efectivo que le corresponda,
por la totalidad de sus trabajadores, incluidos, aquellos contratados en el
Programa de Generación de Empleo, no siendo procedente que se pague
sólo una de ellas por algún personal, por transitorias que sean sus funcio-
nes o cualquier otra causa (Superintendencia de Seguridad Social, 23 febrero
2001, Dictamen ORD. nº 6489).
Cotizaciones que deben efectuar en su cuenta de capitalización indi-
vidual los imponentes de una AFP que se encuentran pensionados por
invalidez conforme a la Ley nº 16.744 (Superintendencia de Seguridad
Social, 9 noviembre 1992, Oficio Circular nº 11.360).
Improcedencia de efectuar aportes de la ley a socios que forman parte
como administradores de la empresa empleadora. Devolución de cotiza-
ciones. “El artículo 3º del Código del Trabajo, contenido en el D.F.L. Nº 1, de
1994, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, prescribe en su letra b) que,
para todos los efectos legales, se entiende por trabajador toda persona natural que
preste servicios personales intelectuales o materiales bajo vínculo de subordinación
o dependencia y en virtud de un contrato de trabajo. A su vez, y conforme lo dis-
pone el artículo 7º del mismo Código, el contrato de trabajo es una convención
por la cual el empleador y el trabajador se obligan recíprocamente, éste a prestar
servicios bajo dependencia y subordinación del primero y aquél a pagar por estos
servicios una remuneración determinada. En estas condiciones, respecto de socios
éstas tienen como fundamento en este caso que haya derecho al referido beneficio.
Cabe consignar que el artículo 22 del D.F.L. Nº 44, del 1978 del Ministerio del
Trabajo y Previsión Social -aplicable al subsidio que establece la citada Ley Nº
16.744- en su tercer inciso parte del supuesto que la entidad que deba pagar las
cotizaciones correspondientes esté pagando el subsidio respectivo. En consecuencia
y con el mérito de las consideraciones que anteceden, esta Superintendencia estima
atendida la consulta planteada por esa Comisión” (Superintendencia de Seguridad
Social, 11 marzo 1998, Dictamen ORD. nº 4560).
En efecto, el referido seguro cubre a todos los trabajadores del sector privado
y opera sobre la base de un sistema de reparto financiado con cotizaciones de los
empleadores, quienes deben cotizar en una misma entidad por todos sus traba-
jadores contratados sin distingo de ninguna especie. La incorporación al seguro
de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales además, es inmediata pues
opera con la sola suscripción del contrato de trabajo y protege a la persona ante
cualquier contingencia derivada del desempeño de sus funciones desde el primer
día. En consecuencia, por escaso que sea el tiempo con cotizaciones, el trabajador
temporero se encuentra cubierto por el referido Seguro. Por otra parte, cabe hacer
presente que el Departamento Médico de esta Superintendencia estudió los antece-
dentes del caso, concluyendo que el trabajador persistía incapacitado hasta la fecha
del alta definitiva, esto es, hasta el 27 de mayo de 2005 y que el número de días
perdidos es correcto, ya que estuvieron adecuadamente respaldados por la evolución
clínica del cuadro. Consecuente con lo anterior, se revisó el cálculo de la tasa de
cotización adicional realizado por la Mutualidad, constatando que se encuentra
correcto, toda vez que la tasa de siniestralidad de esa empresa es de 266, la que
según la tabla del D.S. N° 34, de 2001, le corresponde una tasa de cotización
adicional de 2,38 %, la que sumada a la cotización básica y extraordinaria da
un total de 3,33 %.
En atención a lo anterior, la Resolución N° 97784, de 25 de noviembre de
2005, de la Mutualidad, se ajusta a derecho. En consecuencia, esta Superintenden-
cia declara que rechaza su reclamación y confirma el alza de cotización adicional
diferenciada aplicada por la citada Mutualidad” (Superintendencia de Seguridad
Social, 24 agosto 2006, Dictamen ORD. nº 4560).
Accidentes sufridos por estudiantes que ejecutan trabajos que signifi-
quen fuente de ingresos para el plantel educacional respectivo, no significa
que deban agregarse a la determinación de la cotización agregada. Una cor-
poración Municipal solicitó pronunciamiento respecto de si deben considerarse
para los efectos del cálculo de la tasa de riesgo del D.S. Nº 173, de 1970, a los
estudiantes de establecimientos educacionales estatales o reconocidos por el
Estado que deben ejecutar, de acuerdo con el Programa de Enseñanza aprobado
por el Ministerio de Educación, labores técnicas, agrícolas y/o industriales que
1) De las Mutualidades
Hacia los años 1950, se crearon las Mutualidades de empleadores con el
objetivo de prevenir los riesgos laborales y disminuir las tasas de accidentes
existentes a la época. Insistimos en que, a la fecha de dictación de la Ley
n°16.744 se oficializa el trabajo de las dos mutuales existentes en ese entonces:
la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), creada por iniciativa de la Sofofa
y Asimet en junio de 1958, y el Instituto de Seguridad del Trabajo (IST) creado
en octubre de 1958 por empresarios y Asiva. Y en el año 1963 y por iniciativa
de los empresarios agrupados en la Cámara Chilena de la Construcción, se crea
la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción.
Las otras instituciones que han participado en la administración del seguro
eran organismos estatales: el Instituto de Normalización Previsional (INP) y
el Sistema Nacional de Servicios de Salud (SNSS).
William Thayer Arteaga indica que, a la fecha en que empezó a discutirse
la Ley 16.744 (1965), la experiencia en materia de organismos mutuales que
administraran el riesgo que la nueva ley buscaba regular era favorable, pero
limitada. “La opción por el sistema de mutuales como órganos administra-
dores de la seguridad social era -para utilizar una expresión que se usó en el
120
De la historia de la Ley, Thayer Arteaga, ha resumido como citas más representativas: “El Mensaje
del Gobierno expresaba que el proyecto rechaza la idea de unificación de todos los órganos de
administración de la seguridad social, como muchos lo pretendieron a poco de conocerse el Informe
Beveridge, sino que defiende la unidad del sistema dentro de la multiplicidad de organismos de
administración […]. En tal sentido, se hace notrar que las Mutuales sin fines de lucro, como órganos de
administración de este seguro han demostrado extraordinaria eficiencia no sólo en Chile, sino también
en otros países del mundo (Alemania, Dinamarca, etc.). En efecto, en Chile estos organismos han
logrado rebajar en un 30% a un 40% los índices de frecuencia en los accidentes con la consiguiente
economía de costos, el beneficio para la economía nacional por la menor pérdida de horas de trabajo,
y con el inapreciable para los trabajadores de no estar expuestos a estos accidentes que les pueden ser
de tan funestas consecuencias. Existe también otra razón, particularmente importante, que no puede
dejar de invocarse para justificar la mantención de estos organismos, y ella es que estas mutualidades
podrían transformase en el futuro en administradoras de otras formas de seguros sociales”.
Ob. Cit., pág. 55.
121
Ibid., pág. 57.
122
Pese a que cuentan con facultades de supervigilancia y fiscalización en materia de higiene y seguridad
de los lugares de trabajo pudiendo prescribir las medidas que correspondan, la autora les pide un
mayor protagonismo en la materia, debido a las limitaciones de los Servicios de Salud, en virtud
del principio de la subsidiariedad.
“Cuentan, además, con la facultad de requerir a los Servicios de Salud para que se apliquen sanciones
a aquellas empresas adherentes que no cumplan sus prescripciones y de aplicar directamente un
recargo en la cotización adicional diferenciada. En efecto, las empresas o entidades que no ofrezcan
condiciones satisfactorias de higiene y seguridad, o no implanten las medidas de seguridad que
el organismo competente las ordene, deben pagar una cotización adicional que varía […] sin
perjuicio de las demás sanciones que correspondan. La materia está regulada por D.S. nº 173, de
1970, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social”. Ibíd., pág. 76.
123
Sobre el particular, ver Ob. Cit., págs. 76 y 77.
Véase, Ibíd., págs. 76 y 77.
dar cobertura a las secuelas derivadas del siniestro, ya que debe considerarse como
un solo todo la incapacidad originada por un infortunio laboral, no siendo posible
fraccionar las secuelas que presenten.
Ahora bien, en la especie en cuanto al sr. […] a la fecha en que sufrió el acci-
dente se encontraba afiliado, para los efectos del seguro contra riesgos laborales al
ex Servicio de Seguro Social [actual INP] habiendo recibido la atención médica en
ese servicio de salud, corresponde que éste le proporcione las prestaciones médicas y
subsidios por incapacidad laboral derivados de las secuelas que actualmente exhibe
como consecuencia del accidente del trabajo que sufrió el año 1987, conforme a lo
prescrito por los artículos 29 y 31 de la Ley nº 16.744 y a lo sustentado por esta
Superintendencia en situaciones similares.
3.-En consecuencia, este Organismo acoge la solicitud de reconsideración
formulada por la Asociación Chilena de Seguridad y dispone que este Servicio de
Salud debe asumir las prestaciones de origen médico y los subsidios por incapacidad
laboral reclamados por don […], así como practicar a este último una revisión de
la incapacidad de ganancia que actualmente presenta, previa citación del o los
organismos administradores de la Ley nº16.744 a que haya estado afiliado, dando
cuenta de lo obrado” (Superintendencia de Seguridad Social, 8 octubre 1992,
Dictamen ORD nº 10.105. Revista Laboral Chilena, enero 1993 (1), pág. 17).
No es competencia de la Dirección del Trabajo pronunciarse acerca de un
accidente producido en la hora de colación no registrada, pues, le corresponde
a los organismos administradores de la Ley. “Si bien la legislación laboral no
exige del trabajador registro de la hora de salida y de regreso de colación, no existe
impedimento jurídico para que así se establezca, materia propia del reglamento
interno de orden, higiene y seguridad de la empresa, y […] La Dirección del
Trabajo carece de competencia legal para pronunciarse si un accidente ocurrido
con motivo de la colación de un trabajador que no registró su hora de salida para
este fin constituye o no accidente del trabajo, o podría configurarse abandono de
trabajo, materias que corresponde conocer a los organismos administradores del
seguro de accidente del trabajo y enfermedades profesionales de la ley 16.744, y a
los tribunales de justicia, respectivamente, sin perjuicio de lo demás expresado en
124
Ante el Primer Juzgado Civil de Concepción, autos rol Nº 4.827 1998, en juicio ordinario de
indemnización de perjuicios, se demandó en procedimiento ordinario a la Mutual de Seguridad de
Concepción, debido a que, con fecha 31 de marzo de 1998, el actor sufrió un accidente laboral al
ser atrapado por una grúa portal, produciéndole una astricción de ambos pies, siendo ingresado al
Hospital de la Mutual de Seguridad de Concepción, en donde se decide desarticular el dedo menor
de su pie izquierdo, y curar los demás dedos de dicho pie y las heridas del otro, siendo, durante
veinte días, tratado médicamente en la recuperación de sus lesiones sin que se desencadenaran
consecuencias anexas o derivadas del accidente. Agregan, que el paciente había sido afectado por
la bacteria Streptococus, la cual estaba matando rápidamente los tejidos del paciente, haciéndoles
ver que en junta médica se tomó la determinación extrema de desarticular la pierna izquierda de
Carrillo Fierro, pues, en caso contrario, perdería la vida en tan solo horas; ante ello la cónyuge,
paciente y hermano adoptaron la decisión propuesta, procediéndose a la desarticulación de la pierna
izquierda completa, desde la cadera hacia abajo, cuestión que no era necesariamente lo convenido o
comunicado; que la intervención se llevó a efecto el 24 de abril de 1998, informándoseles, una vez
terminada, que sólo por milagro se podría salvar el paciente, por cuanto a esa altura se presentaba
una atrofia multifuncional comprometiendo seriamente riñones, hígado y pulmones, constatándose
una coagulación intramuscular que dejaba sin irrigación sanguínea a gran parte del cuerpo del
paciente; y que el 26 de abril de 1998 se inicia la recuperación del cuadro infeccioso. Señalan,
que no les cabe duda que la infección fue contraída dentro de la Mutual durante las atenciones
Impugnada esta resolución por las partes demandante y demandada por medio de la interposición
de recursos de apelación, una de las Salas de la Corte de Apelaciones de Concepción, el 20 de
mayo de 2002, confirmó el fallo de primer grado, con declaración que se aumenta a $ 50.000.000
(cincuenta millones de pesos) la suma que la demandada deberá pagar al actor, por concepto de
indemnización por daño moral, con los reajustes e intereses que indica el fallo de primer grado.
En contra de la sentencia de segunda instancia, la demandada dedujo los recursos de casación en
la forma y en el fondo. El primero fue declarado inadmisible y se trajeron los autos en relación
para conocer del recurso de casación en el fondo.
125
Ante el 1º Juzgado Civil de Puerto Montt (Rol 1373-2004), en procedimiento ordinario de
indemnización de perjuicios, la demandada Mutual de Seguridad C.CH.C. recurre de casación
en el fondo en contra de la sentencia dictada por una de las Salas de la Corte de Apelaciones de
Puerto Montt que - en lo pertinente al arbitrio en estudio - confirmó la sentencia de primer grado
que hizo lugar a la demanda y condenó la demandada a pagar al actor la suma de $22.250.000,
correspondientes a $2.250.000 por daño emergente y $20.000.000 por daño moral, con declaración
que el monto que la demandada debe solucionar por este último concepto asciende a $30.000.000,
cantidad que se debe ser enterada debidamente reajustada en la forma que indica.
“2°.- Que, la actora solicitó, en resumen, que se condenara a la contraria por su responsabilidad
contractual a pagar a su parte una indemnización compensatoria de $ 124.200.000, más reajuste
de intereses y costas. Explica que la demandada debe responder por el daño emergente irrogado
toda vez que el actor tuvo que contratar los servicios particulares que una profesional médico,
ajena a la Mutual de Seguridad, para que lo operara, lo que sucedió más de 16 meses después de
su accidente; perjuicios que evalúa en la suma de $2.250.000. Demanda, asimismo, lucro cesante,
el que funda en el hecho de haber sido el demandante dado de alta rápidamente por el doctor
Sr. Denton, lo que provocó que no se le cancelaran licencias médicas en su oportunidad, sino en
forma atrasada y sólo por intervención de la Superintendencia de Seguridad Social. En cuanto
al daño moral, sostiene que éste se identifica con los padecimientos físicos y psíquicos causados,
intensos dolores, malos tratos, humillaciones y la intervención quirúrgica que nunca se realizó,
unido ello al sufrimiento emocional, la imposibilidad de practicar deportes; concluye que estos
daños deben ser evaluados en la suma de $120.000.000;
3º.- Que, evacuando el traslado respectivo, la demandada Mutual de Seguridad C.CH.C. solicitó
el rechazo de la pretensión de su contraparte, argumentando, básicamente, que no existe una
relación contractual con el demandante y que, además, éste recibió una atención médica adecuada
y oportuna;”.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Adalis Oyarzún M.,
Sergio Muñoz G., Sra. Margarita Herreros M., Sres. Juan Araya E. y Guillermo Silva G.
Santiago 30, julio 2010, Recurso Nulidad “Mella Baeza con SODIMAC
S.A”, Rol nº 591-2010).
1) Cálculo
Para el cálculo de las pensiones que se originen de accidentes del tra-
bajo, se deberá atender a las remuneraciones percibidas por el trabajador,
de manera inmediatamente anterior al hecho que originó la invalidez.
Actor que sufrió una pérdida en su capacidad de ganancia y que se agravó
en una invalidez total. “De esto se desprende que el agravamiento de las lesiones
del trabajador, no constituyen por sí mismas un nuevo accidente del trabajo, por
lo que la base de cálculo para la pensión de jubilación seguirá siendo aquella
correspondiente al promedio de los seis meses anteriores a la fecha del accidente
laboral, todo esto porque el origen de las lesiones sigue siendo el mismo, pese al
transcurso de un largo período de tiempo para que se verifique el agravamiento”
(Corte Suprema, 29 julio 2010, Casación en el fondo “Inostroza Muñoz con
IST”, Rol n° 1650-2010)126.
Parte importante del fallo de casación reproducimos en seguida, además
de lo resolutivo de la sentencia de casación, ya que, en ellos se encuentra el
126
Ante el 1er Juzgado del Trabajo de Valparaíso (Rol n° 490-2007), por sentencia de 9 de noviembre
de 2009, se hizo lugar a la demanda sólo en cuanto se ordena al Instituto de Seguridad del Trabajo
determinar el monto del subsidio por invalidez total correspondiente al actor de conformidad
con las rentas percibidas por éste a la fecha de la respectiva declaración y, asimismo, pague las
devengadas desde el 1° de agosto de 2007, con reajustes e intereses.
En el juicio se establecieron como hechos, los que siguen: “a) el 2 de octubre de 2001 el actor
como consecuencia del accidente del trabajo sufrió la amputación supracondilea fémur izquierdo,
declarándose una incapacidad parcial permanente de un 45%; b) en diciembre de 2005 se le
declaró una invalidez total, con un 70% de sus capacidades de ganancia, como consecuencia del
agravamiento de las lesiones originadas en el referido accidente; c) el actor no dejó de trabajar en
la empresa que lo hacía al sufrir el accidente, logrando acceder al cargo de jefe de bodega, con un
aumento de su remuneración a $450.000 base mensual; d) el instituto demandado determinó
el monto de esta nueva pensión considerando el sueldo base que percibía el actor a la fecha del
accidente, esto es, el 2 de octubre de 1991”.
Se alzó la parte demandada y una Sala de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, por sentencia de
cuatro de febrero del 2010, confirmó el fallo de primer grado.
127
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores Urbano
Marín V., Patricio Valdés A., señoras Gabriela Pérez P., Rosa María Maggi D. y Rosa Egnem S.
128
Ante el 6° Juzgado del Trabajo de Santiago (Rol nº 6.903 2002), demandó un maestro carpintero
por el accidente sufrido tras la instalación de un andamio de tres niveles para hacer instalaciones
de alerones y frontón de las casas de tres pisos que se construían, y cuando se encontraba en una
plataforma del segundo nivel del andamio instalando el tercero, sorpresivamente se desplomó la
plataforma en que se encontraba, cayendo violentamente al suelo. Resultó con lesiones de distinta
gravedad, y entre ellas, una fractura en la columna, en un brazo y en un pie, siendo la más grave esta
última por la que permaneció hospitalizado en el hospital de la Mutual de Seguridad C.CH.C. con
licencia médica por veintidós meses, siendo dado de alta en definitiva el treinta de julio de 2002;
sin lograr recuperarse totalmente, ya que su pie izquierdo quedó definitivamente con una grave
secuela como lo determinó la comisión médica de dicho hospital. Desde la fecha del accidente y
por dos años, ha recibido atención médica en el Hospital del Trabajador y fue sometido a más de
siete operaciones para reconstruir su pie que no han tenido el resultado esperado, por lo que quedó
con una incapacidad de un cuarenta por ciento que lo obliga a desplazarse ayudado con muletas
y sin posibilidad cierta de poder volver a caminar normalmente Por esto, que no puede ni podrá
trabajar como carpintero en obras de construcción que, es el único trabajo que ha desempeñado
en su vida. A la fecha del accidente la empresa no proporcionaba ningún elemento de seguridad,
por lo que no se daban las condiciones mínimas que exige la ley para desempeñar las labores como
la señalada. Una vez dado de alta, la empresa lo destinó a ayudante de instalador eléctrico con
una rebaja sustancial en sus remuneraciones, ya que al momento del accidente ganaba $ 220.000
mensuales y como ayudante instalador, ganó $ 150.000 y una vez concluida esta última labor fue
redestinado a labores de jornal con una remuneración de sólo $ 120.000. Como también estaba
imposibilitado de desempeñarse eficientemente, fue finalmente despedido el once de noviembre de
2002. Mientras se desempeñó como ayudante eléctrico se valió de sus muletas, y cuando trabajó
como jornal tuvo que prescindir de ellas, lo que agravó su precaria salud y determinó su despido
por su incapacidad para desplazarse normalmente; que ha sufrido un grave detrimento psicológico
producto de su estado de salud, la impotencia de haber sido rechazado por el empleador y el
futuro incierto que le espera, ya que jamás volverá a caminar en condiciones normales. Termina
solicitando que en definitiva se condene a la demandada al pago de la suma de $ 40.000.000 más
los intereses y reajustes correspondientes a la fecha del pago efectivo y las costas de la causa.
La demandada en su contestación, en primer término, señala que el actor tenía experiencia
laboral en su especialidad de carpintero; que su remuneración era inferior a la suma indicada en la
demanda, y que los servicios terminaron el treinta y uno de julio de 2002 por la causal del artículo
2) Juez Competente
Será el Juez quien deba pronunciarse acerca de la Causal de Termina-
ción del contrato individual, la Invalidez del trabajador en caso de que
perjudique su salud o seguridad. “Si el empleador no tiene otra labor
adecuada para cambiar al trabajador pensionado de invalidez atendida
la capacidad residual de trabajo de éste, y su integridad física y psíquica,
y estima que podría configurar causal de terminación de contrato, será el
juez del trabajo, el que deba pronunciarse en cuanto a su procedencia y
justificación, en caso de reclamación del trabajador, no constituyendo la
invalidez en sí causal para tales efectos. […]En caso de duda si un trabajo
es perjudicial para la salud o seguridad del trabajador o superior a sus
fuerzas, deberá requerirse la calificación a que alude el artículo 187 del
Código del Trabajo, del Servicio de Salud correspondiente, y de así estimar-
se el empleador no podrá exigir ni admitir en tal trabajo al dependiente,
correspondiendo al Inspector del Trabajo fiscalizar esta infracción y san-
cionarla, según los artículos 476 y 477 del Código del Trabajo” (Dirección
del Trabajo, 21 octubre 2002, Dictamen ORD nº3459/179).
3) Fecha de la Declaración
La fecha de inicio de una patología corresponde a la fecha de la
Resolución que la otorgó. “Mediante el Oficio N°3.621, de 28 de enero de
2005, esta Superintendencia instruyó a la Comisión de Medicina Preventiva e
Invalidez de la SEREMI de Salud […] que revisara su Resolución N°32/2003,
159 Nº 5 del Código del Trabajo, y con fecha treinta y uno de julio de 2002 el actor suscribió un
finiquito laboral amplio y se liquidaron y pagaron todas las prestaciones pendientes. Luego opone
las excepciones de carecer el demandante del derecho invocado por haber mediado un finiquito,
en cuya cláusula tercera se consigna que nada se le adeuda por los distintos conceptos señalados
ni por ningún otro, sea de origen legal o contractual derivado de la prestación de sus servicios
y por ello le otorga el más amplio y cabal finiquito. También opuso la prescripción de la acción
deducida. Solicitó el rechazo de la acción, en atención a que no se dan los presupuestos para que
su parte responda a título de incumplimiento contractual; agrega que la norma citada por el actor,
que debe ser la del artículo 69 de la ley Nº 16.744, no establece presunción alguna, sino que deja
subsistente la posibilidad de demandar indemnización, o acciones civiles cuando el accidente
laboral ha ocurrido por dolo o culpa del empleador o de un tercero, o sea, para demandar estas
indemnizaciones civiles se requiere necesariamente la existencia de dolo o de culpa. Como en la
demanda no se expresa que intencionalmente hubiera producido un daño al actor, lo que se afirma
es la existencia de culpa, y siendo el contrato de trabajo uno de carácter bilateral que beneficia a
ambas partes, lo que la ley exige es el cuidado del buen padre de familia, esto es, la diligencia y
cuidado que los hombres emplean en sus propios negocios; señala que ella queda cubierta con
las medidas que enumera, todas las que ha cumplido, de modo que no sólo empleó el cuidado
ordinario, sino que la suma diligencia, y demostrativo de ello es que su tasa de accidentabilidad ha
estado permanentemente bajo la media de las empresas constructoras; la tasa de cotización adicional
que ha pagado y paga Copeva es menor que la del promedio de las empresas constructoras y en
general el tipo de accidentes producidos han determinado incapacidades transitorias. Sostiene que
el accidente se debió a culpa del propio trabajador, ya que no respetó los procedimientos seguros
para desarrollar sus funciones, crean con su actuar peligros innecesarios, tal vez para avanzar
más rápido en su trabajo y obtener mayor remuneración ya que era trabajador a tratos; termina
solicitando que se acojan las excepciones opuestas, y en el evento que sean rechazadas, se niegue
lugar en todas sus partes a la demanda, con costas. En el primer otrosí solicita que en todo caso
el monto de la indemnización que se demanda sea rebajado sustancialmente, atendido a que el
lucro cesante es inexistente y el daño moral resulta exagerado; el demandante reconoce que por la
pérdida de su capacidad laboral recibe una pensión de invalidez, por lo que no se puede establecer
con la certeza que exige la ley, que la capacidad residual de ganancia, de un sesenta por ciento, sea
tan exigua que justifique otro pago adicional; en cuanto al daño moral, lo pedido resulta excesivo
si se compara con lo que ordinariamente se concede por los Tribunales que justifique otro pago
adicional; además el trabajador se expuso imprudentemente al daño, y de acuerdo con lo dispuesto
en el artículo 2330 del Código Civil, la indemnización deber ser reducida; si bien esta norma se
encuentra entre las que regulan la responsabilidad extracontractual, corresponde aplicarla también
en el ámbito contractual y cita al efecto opiniones de tratadistas y sentencias judiciales; atendido
a que el actuar del actor fue imprudente y descuidado, las indemnizaciones deben ser rebajadas
considerablemente.
El Juez de primer grado, estableció como hechos: “a) que el actor era carpintero de la obra Nova
Vida de la Empresa Copeva, desde el 6 de octubre de 2000. b) Que el 13 de noviembre del mismo
año, alrededor de las 10:00 am, dentro de su jornada de trabajo y armando un andamio de tres
niveles para hacer instalaciones de alerones y frontón en casas de tres pisos, encontrándose en la
plataforma del segundo nivel, ésta desplomó, cayendo a tierra, sufriendo lesiones que lo tuvieron
hospitalizado en el Hospital de la Mutual de Seguridad por 22 meses. c) Que el día del accidente, las
únicas medidas de seguridad del trabajador eran un casco, guantes y zapatos especiales. d) A pesar
que los andamios empleados en la obra son estructuras metálicas que deben ser ensambladas con
un sistema de macho y hembra, cuyo peso requiere fuerza, el día de los hechos el actor ejecutaba
la maniobra solo y sin ayuda. e) Que la caída se produjo desde los tablones que hacían de segundo
nivel al andamio, precipitándose el demandante junto con ellos y con los materiales que debía
colocar de tercer nivel. f ) Que la expectativa de vida laboral activa del actor, a partir de su fecha
de nacimiento, alcanza hasta el 15 de enero de 2026. g) Que su remuneración era un promedio
de $220.00 mensuales”.
Y de aquel fallo, destacamos: “Decimotercero: Que, la parte demandada en el otrosí de fojas
veintitrés sostiene que por haberse expuesto el trabajador en forma imprudente al daño, las eventuales
indemnizaciones deben ser reducidas considerablemente atendido que el actuar del trabajador fue
imprudente y descuidado, todo de conformidad con lo que dispone el artículo 2330 del Código Civil, esta
alegación será rechazada porque no se advierte en la conducta del trabajador que se hubiere desempeñado
en forma descuidada y peligrosa y si efectivamente no usaba todos los elementos que previeran su caída,
ello se debió a que la empleadora no se los proporcionó y debió trabajar en condiciones inseguras impuestas
por dicha parte;
Decimocuarto: Que, consecuente con lo anterior, corresponderá acoger la demanda tanto respecto de la
indemnización por el lucro cesante, como por el daño moral producido por el accidente; para regular la
primera se considerará el grado de incapacidad permanente que ha sido secuela del accidente, estimado
por los organismos correspondientes, la remuneración que percibía el actor cuando tenía plena capacidad
de trabajo, la circunstancia que percibe una pensión de invalidez de $ 76.000 mensuales, y el tiempo
de vida laboral hasta pensionarse por vejez; atendido los referidos parámetros, la sentenciadora regula
los perjuicios por lucro cesante en la suma de $ 25.000.000 que representa un mínimo de pérdida
en ganancia atendida la remuneración que gozaba hasta el accidente y aun considerando la pensión
otorgada, por los veinticuatro años de vida laboral útil que tenía el actor como expectativa;
Decimoquinto: Que, la indemnización del daño extra patrimonial o moral por su naturaleza no es
posible de ser medido en forma exacta y por ende su indemnización no tiene el carácter reparatorio sino
que persigue otorgar a la víctima una satisfacción, ayuda o auxilio que le permita atenuar el daño,
morigerarlo o hacerlo más llevadero, por lo que debe ser apreciado prudencialmente por el Tribunal
tratando de llenar las finalidades indicadas, pero evitando que sea fuente de un lucro injustificado; la
suma de $ 20.000.000 cobrada por este concepto, a juicio de la sentenciadora resulta ajustada a las
características del caso en que el actor debió soportar un larguísimo tratamiento y quedó con secuelas
que afectan en forma importante su autoestima al convertirlo en una persona semi inválida;
Decimosexto: Que, con relación al cobro de reajustes e intereses, deberá tenerse presente que no se trata
de indemnizaciones fijadas por la ley, de modo que los reajustes por la variación del Índice de Precios
al Consumidor no puede ser otro que el que exista entre la fecha en que la presente sentencia quede
ejecutoriada y la del pago efectivo, y los intereses, desde la fecha en que la demandada se constituya en
mora de pagar”.
Sentencia que fue confirmada por la Décima Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago (Rol
n°1976-2005) integrada por el Ministro señor Raimundo Díaz Gamboa, el Fiscal Judicial señor
Mario Carroza Espinosa y el Abogado Integrante señor Héctor Humeres Noguer.
El fallo de la Corte Suprema fue pronunciado por la Cuarta Sala, integrada por los Ministros
señores Urbano Marín V., Jorge Medina C. y Rubén Ballesteros C. y los Abogados Integrantes
señores Roberto Jacob Ch. y Patricio Valdés A.
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl, ID n° 34817
del trabajador, en conformidad con el artículo 4° del D.S. N°109, de 1968, del
Ministerio del Trabajo y Previsión Social. En esta oportunidad, esa Mutualidad ha
señalado que la referida Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez emitió la
Resolución N°02/2006, de 25 de enero de 2006, fijando en un 20% la incapacidad
de ganancia del interesado, a contar del 28 de agosto de 2002. En consecuencia,
solicita a esta Superintendencia que instruya a la referida Comisión de Medicina
Preventiva e Invalidez que modifique la fecha de inicio de la patología, fijándola con
anterioridad a diciembre de 1975, dictando una Resolución de reemplazo, dando
cumplimiento a lo instruido por este Organismo en la Circular N° 2.065, de 2003,
apartado 1.-, párrafo quinto, a fin de poder aplicar lo previsto en el segundo párrafo
de la letra a) del artículo 2° del D.S. N° 67, de 1999, del Ministerio del Trabajo y
Previsión Social. Sobre el particular, este Organismo debe manifestar que la fecha
de inicio de una patología corresponde a la fecha de la Resolución que la otorgó, si
en ella nada se precisa o, en caso contrario, a la que se indique en la misma. Sin
embargo, en los casos en que existan estudios de una fecha anterior que confirmen
el porcentaje de incapacidad asignado por la Comisión de Medicina Preventiva e
Invalidez, es posible retrotraer la fecha de la invalidez a la fecha de dichos exáme-
nes. En la especie, no consta entre los antecedentes la existencia de audiometrías a
diciembre de 1975, lo que permitiría determinar la incapacidad de ganancia de
origen laboral a esa época, por lo que no resulta procedente acceder a lo solicitado.
Sin perjuicio de lo anterior, cabe indicar que, según el inciso segundo de la letra a)
del artículo 2° del D.S. N° 67, de 1999, del Ministerio del Trabajo y Previsión
Social, se excluirán del cálculo de la tasa las incapacidades o muertes causadas por
accidentes del trabajo ocurridos en una entidad empleadora distinta de la eva-
luada o por enfermedades profesionales contraídas como consecuencia del trabajo
realizado en una entidad empleadora distinta de la evaluada, cualquiera fuese la
fecha del diagnóstico o del dictamen de incapacidad. Estas incapacidades o muertes
deberán considerarse en la evaluación de la entidad empleadora en que ocurrió el
accidente o se contrajeron las enfermedades, siempre que ello haya ocurrido dentro
de los cinco años anteriores al 1° de julio del año en que se efectúe el Proceso de
Evaluación. En consecuencia, no resulta necesario retrotraer la fecha de inicio de
la invalidez, para que la empresa en la cual el interesado trabajaba, al acreditar
que no estuvo expuesto al riesgo respectivo, no se considere dicha incapacidad para
6) Revisión y reevaluación
Revisión del cálculo de indemnización global de la Ley nº 16.744
por enfermedad profesional. En este caso, un trabajador que perdió un
27.5% de su capacidad de ganancia por “asma bronquial por harina de trigo”
que no quedó conforme con el pago de la indemnización global debido a su
bajo monto ($1.977.057, equivalente a 9 sueldos base) y que logró que la
Superintendencia manifestara a la Mutual de Seguridad que ésta no realizó el
cálculo de manera correcta por no haber considerado la reajustabilidad de las
remuneraciones base de cálculo de la indemnización. (Superintendencia de
Seguridad Social, 19 marzo 2007, Dictamen ORD nº 16.373 -DA-LOHR).
Improcedencia de reevaluar incapacidad de ganancia, conforme al
artículo 62 de la Ley 16.744, en caso que la afección haya sido menor al
15%. Conforme a los artículos 34 y 39 de la Ley nº 16.744, sería inválido
129
En este caso, se dieron po sentados los siguientes hechos:
Con fecha 11 de junio de 2008 el recurrente, sufrió un accidente cuando se encontraba trabajando
para su empleadora. Con esa misma fecha ingresa el trabajador al Servicio de Urgencia de la
Asociación Chilena de Seguridad, donde es atendido conforme a la Ley Nº 16.744 por su
accidente laboral, siendo dado de alta en el 17 de diciembre de 2008, con controles en policlínico
y rehabilitación.
Con fecha 16 de junio de 2008 la empleadora del recurrente efectúa la declaración individual de
accidente del trabajo, indicando que el accidente ocurrió el 11 de junio de 2008, en un galpón de
la empresa, en circunstancias en que el trabajador, estando en altura cortando un fierro con una
galletera, perdió el equilibrio, cayendo al vacío, golpeándose el costado derecho de su cuerpo.
Con fecha 13 de mayo de 2009, por Resolución Nº 062007309 la Comisión de Evaluación de
incapacidad del Seguro Social de Accidentes del Trabajo de la Asociación Chilena de Seguridad,
determina que el trabajador Jorge Humberto Quevedo Robles con motivo del accidente del
trabajo, tiene un grado de incapacidad de un 40%. De esta Resolución el trabajador se conformó
por declaración jurada previsional de 10 de julio de 2009.
El recurrente dedujo demanda de indemnización de perjuicios por el accidente del trabajo
ocurrido el 11 de junio de 2008, en contra de su empleador y de otras personas, demanda que
fue admitida a tramitación el 24 de julio de 2009, siendo notificada el 27 de julio y contestada
por los demandados el 20 de agosto de 2009.
7) Extinción de la Pensión
Oportunidad en que procede la extinción de la pensión de invali-
dez de la Ley nº 16.744 para los afiliados al Sistema de AFP y derecho a
prestaciones por sobrevivencia. Acerca de la extinción de las pensiones de
invalidez provenientes de la cobertura de siniestros profesionales, ésta será a
los 60 ó 65 años de edad o cuando se obtenga derecho a pensión por vejez.
Y en el caso de los afiliados que hubieren obtenido una Pensión Anticipada
conforme al artículo 68 del DL nº 3.500, el cese de la pensión de invalidez
total o parcial, también será a los 60 ó 65 años según corresponda, procedien-
do el pago y percepción simultáneos de ambos tipos de pensiones durante el
periodo anterior al cumplimiento de las referidas edades.
Y en cuanto al derecho a prestaciones de sobreviviencia, se dijo que, si fa-
lleciere un pensionado que hubiere estado percibiendo conjuntamente pensión
de invalidez de la Ley nº16.744 y pensión de vejez anticipada del artículo 68
del DL nº 3.500, éste generará pensiones de sobrevivencia en conformidad
a ambos sistemas, siendo compatible la percepción simultánea para sus be-
neficiarios, de los dos tipos de pensiones de sobrevivencia.(Superintendencia
de Seguridad Social, 6 noviembre 1992, Circular nº1273.Superintendencia
de Administradoras de Fondos de Pensiones, 6 noviembre 1992, Circular nº
746.En Revista Laboral Chilena, enero 1993 (1), pág.16).
Compatibilidad de las pensiones anticipadas del DL nº 3.500 y de
invalidez de la Ley nº 16.744: hasta los 60 ó 65 años. Según la Circular
nº 1.273 y la Superintendencia de Administradoras de Fondos de Pensiones,
se resolvió que en el caso de los afiliados que hubieran obtenido u obtengan
una pensión anticipada conforme al artículo 68 del DL nº3.500, el cese de la
pensión de invalidez total o parcial de la Ley nº16.744 se deberá producir al
cumplimiento de los 60 ó 65 años según corresponda, procediendo el pago y
percepción simultáneos de ambos tipos de pensiones durante el periodo ante-
rior al cumplimiento de las referidas edades (Superintendencia de Seguridad
Social, 27 enero 1993, Dictamen ORD nº 1.015).
130
Sobre el particular, véase el artículo “Protección a la salud y seguridad de los trabajadores. Ley
20.123”, publicado en la Revista Laboral Chilena nº159 (8), agosto 2007, págs 82 y ss., sección
Temas de Interés.
131
“Deberes de la empresa en materia de higiene y seguridad en el trabajo” publicado en la Revista
Laboral Chilena, diciembre 1994 (12), págs 58 y ss., sección Estudios.
132
Y será competencia de la Dirección del Trabajo para “controlar y promover el cumplimiento de
las medidas básicas legalmente exigibles, es decir, que se encuentren contenidas en disposiciones
legales vigentes, sea en leyes o reglamentos, algunas de las cuales son de carácter general, válidas
para cualquier sector de actividad económica y otras específicas, propias de distintos procesos de
trabajo.
En el conjunto de la normativa laboral la prevención contra riesgos de accidentes y enfermedades
del trabajo está localizada con énfasis como un problema básicamente de responsabilidad de la
empresa. Del empleador, en primer lugar, directamente y a través de sus órganos técnicos, del
conjunto de los estamentos de la organización y de los trabajadores”.
Boletín Oficial de la Dirección del Trabajo, Gobierno de Chile, “Los Instrumentos de Prevención
de Riesgos dentro de las Empresas”, Magdalena Echeverría, noviembre 1997, págs. 4 y 5.
Fuente: http://www.dt.gob.cl/documentacion/1612/articles-62214_recurso_1.pdf
133
Fuente: www.legalpublishing.cl, ID nº 36679.
134
Fuente: www.legalpublishing.cl, ID nº 42308.
135
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl/, ID n° 35464
136
En autos rol Nº 2.236, del Juzgado de Letras de Coelemu, un maestro eléctrico deduce demanda
en contra de su ex empleadora, y expone que ingresó a trabajar en la empresa demandada el 03
de Noviembre de 2005 y que su trabajo consistía en la construcción de la caldera recuperadora,
planta desmineralizada, aire comprimido, evaporizadores, turbogenerador y otros, debido a que su
empleador era contratista del Complejo Industrial Nueva Aldea, comuna de Ránquil, de propiedad
de Celulosa Arauco S.A. Añade que el día 01 de Diciembre de 2005, junto a su hermano, maestro
de primera eléctrico, iniciaron el día trabajando en la conexión de transformadores. Alrededor de
las 16:30 horas aproximadamente, el capataz a cargo de la cuadrilla, les ordenó a él y a su hermano
limpiar el trasformador y celdas, en general, del equipo ubicado en la sala N° 7, para su entrega a
los dueños de la obra; fue en ese momento que sufrió una descarga eléctrica. La causa del accidente
se produjo porque se les ordenó trabajar en un lugar donde había equipos energizados, sin dar los
avisos y sin implementarse las adecuadas condiciones de seguridad, en particular sin existir charlas
sobre bloqueo de equipos en tales condiciones. Luego de la ocurrencia de éste, fue trasladado
primero a Chillán y después a una clínica en Concepción, donde quedó hospitalizado por un mes
y con tratamiento por siete meses. Las heridas que sufrió fueron en manos y tórax, de carácter
grave, por las que debió ingresar en varias oportunidades a pabellón. Como consecuencia de ellas,
sufre intensos dolores físicos y padecimientos psicológicos que le duran hasta hoy, considerando,
además, que se le amputó el dedo índice de la mano izquierda. Indica que no puede haber duda de
su accidente ni las heridas graves sufridas junto al dolor físico causado, esto le produjo un quiebre
anímico y espiritual, con secuelas permanentes que deben indemnizársele. El fundamento de la
demanda se basa en que el empleador está obligado a tomar todas las medidas necesarias para
proteger la vida y salud de sus trabajadores y los implementos necesarios para prevenir accidentes
y enfermedades profesionales y capacitar adecuadamente, por lo que se infringió el artículo 184
del Código del Trabajo; y, siendo el accidente una consecuencia inmediata y directa de ello, la
demandada es responsable de los daños que se le han ocasionado. Solicita, por último, tener por
interpuesta la demanda en contra de su ex empleador, ya individualizado, acogerla a tramitación y,
en definitiva, declarar que el demandado debe indemnizarle el daño moral derivado del accidente
del trabajo ascendente a la suma de $42.000.000 o a la suma mayor o menor que se determine,
conforme al mérito de autos, con costas.
La demandada, evacuando el traslado conferido, opuso la excepción de incompetencia del
tribunal, fundado en que el único competente para conocer de estos hechos es el juzgado
de letras en lo civil de la comuna de Coelemu; ello, porque la letra b) del artículo 69 de la
Ley 16.744, establece que las acciones para el cobro de las indemnizaciones que derivan de
accidente del trabajo deben ejercerse conforme a las prescripciones del derecho común. De lo
dicho concluye la incompetencia absoluta de este tribunal y, en consecuencia, debe abstenerse
de su conocimiento. En cuanto al fondo, solicita su rechazo de acuerdo a los antecedentes que
Y ante una Multa a una empresa que manejaba máquinas de frío, re-
expresa. Si bien reconoce la existencia de la relación laboral con el actor, su labor expresada
en la cláusula primera del contrato se encontraba bajo la supervisión de uno de los capataces
de la empresa, quien planificaba y supervisaba diariamente los trabajos ejecutados por la
cuadrilla a la que estaba asignado el actor. El día 1 de diciembre de 2005 se le ordenó al
demandante, junto a otros trabajadores, la limpieza del área de transformadores de la sala
eléctrica N° 7, esto es, de la zona en general y no de los trasformadores mismos, los cuales se
encontraban encintados y debidamente señalizados, indicando energización y peligro en los
equipos de la aludida sala. El accidente ocurrió aproximadamente a las 16:30 horas, cuando
el actor violó la demarcación existente y procedió a retirar los pernos para abrir la tapa de uno
de los trasformadores de 15.000 voltios, supuestamente para proceder a la limpieza interior.
En consecuencia, la conducta del actor constituye una acción negligente y temeraria que
afectó la seguridad del establecimiento, como asimismo la seguridad, actividad y salud de
los trabajadores. Con posterioridad a la apertura de la celda, el actor procedió a limpiar el
equipo, haciendo contacto con la zona energizada, hubo una descarga eléctrica que le ocasionó
quemaduras de tercer grado en tórax y mano izquierda, lesiones que hicieron necesaria la
amputación de parte del dedo índice. En el instante en que el accidente se produjo, su representada
puso en marcha el procedimiento de atención de primeros auxilios, luego el herido fue enviado
al policlínico para un primer chequeo y finalmente se le trasladó a Concepción. Por lo expuesto,
la demanda carece de fundamento porque su representada ha dado cumplimiento a la obligación
impuesta por el artículo 184 del Código del Trabajo, acatando todos los requerimiento legales y
contractuales de seguridad y prevención de riesgos, sin que pueda imputársele a su representada,
falta o mora porque las lesiones del actor se produjeron principalmente por una acción temeraria de
éste. Por último, al no darse los presupuestos legales, la demanda debe necesariamente rechazarse.
El Juez de primera instancia rechazó la demanda, sin costas
Se alzó el demandante, y la Corte de Apelaciones de Chillán (Rol nº5-2009), por resolución de
trece de marzo del 2009, anuló de oficio el fallo de primer grado y acto continuo, dictó a fojas
236 vta. sentencia de reemplazo en la que rechazó la demanda, sin costas, por estimar que el
demandante tuvo motivo plausible para litigar. Entre sus argumentos: “2º.- Que, analizada la
sentencia definitiva recurrida se puede observar que en lo relativo al fondo de la cuestión debatida el
Tribunal a-quo razona en base a nueve considerandos, de los cuales ocho son de carácter descriptivo
o expositivo, y en el noveno es donde concluye rechazar la demanda en base a las pruebas cuyo
valor probatorio lo aprecia conforme a las reglas de la sana crítica. Así las cosas, es evidente que
el juez a-quo al dictar la sentencia definitiva de fojas 209 y siguientes, infringió abiertamente
lo dispuesto en el artículo 456 del Código del Trabajo, que dispone que “al apreciar la prueba
conforme a las reglas de la sana crítica, al hacerlo el Tribunal deberá expresar las razones jurídicas
y las simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia, en cuya virtud les asigne valor o
las desestime. En general, tomará en especial consideración la multiplicidad, gravedad, precisión,
concordancia y conexión de las pruebas o antecedentes del proceso que utilice, de manera que el
examen conduzca lógicamente a la conclusión que convence al sentenciador, incurriendo con ello
en la causal de nulidad procesal contemplada en el artículo 768 Nº 5 del Código de Procedimiento
Civil, en relación con el artículo 458 Nº 5 del Código del Trabajo, en la dictación de la sentencia
3º.- Que, si el vicio que diere lugar a la invalidación de la sentencia fuere alguno de los contemplados
en las causales 4ª 5ª, 6ª 7ª del artículo 768, deberá el mismo tribunal, acto continuo y sin nueva
vista, pero separadamente, dictar la sentencia que corresponda con arreglo a la ley. Por estos
fundamentos y lo dispuesto en los artículos 768 Nº 5 del Código de Procedimiento Civil y 458
Nº 5 y 463 del Código del Trabajo, se invalida de oficio la sentencia de veintiuno de Noviembre
de dos mil ocho, escrita de fojas 209 a 215, y conforme lo dispone el artículo 768 del Código de
Procedimiento Civil, acto continuo y sin previa vista, pero separadamente, este Tribunal dictará
la sentencia que corresponda con arreglo a la ley”.
137
“Primero: Que, a los elementos de convicción reseñados por el juez a quo, de acuerdo al mérito
del proceso se agregan los siguientes: a) Que, a fojas 20, 21, 91 y 92 rola el “Acta de hechos
constatados relativos a condiciones de salud y seguridad básicas en los lugares de trabajo”, en la
cual se puede apreciar que en el apartado: “Derecho a Saber”: ítems “Informar sobre medidas
preventivas e Informan sobre método de trabajo correcto”, y en el apartado: “Departamento de
Prevención de Riesgos”, en su ítems: “Se cumplen medidas indicadas por Depto. Prevención”;
no existen marcas de chequeo (tics) en los conceptos referidos, todos los cuales dicen relación
directa con el accidente materia de autos. b) Que, en la misma Acta reseñada, existe una parte
final descrita como: “Hechos detectados como deficiencias”, dentro de las cuales se mencionan,
entre otras deficiencias: “Presencia en el lugar de trabajo de polvo, gases humo y vapores, y no
evaluación de riesgos inherentes a la actividad”. c) Que, de los documentos que rolan a fojas
45, 134 y 243, denominados: “Procedimiento para trabajos en alturas en cámaras frigoríficas de
atmósferas controladas de frutera Tucapel Ltda”; como asimismo, el documento que rola a fojas
136 denominado: “Procedimiento para trabajos en altura en cámaras de frío”, si bien describen
lo que sus nombres indican, estos documentos no tienen fechas, ni se encuentran firmados por el
trabajador, lo que no permite acreditar que éste, los hubiera recibido de su empleadora. d) Que,
en atención a aquello que la misma empresa reclamante indica, en los documentos reseñados
precedentemente, la forma para desarrollar trabajos en alturas en sus cámaras frigoríficas de
atmósferas controladas, el trabajador debía contar con un arnés y una cuerda de vida para subirse
en la plataforma de la grúa y así ser levantado para proceder a la labor de conexión o desconexión
de los cables de los sensores de temperatura. Sin embargo, en autos, no rola documento alguno
que acredite que la empresa le hizo entrega y que el trabajador recibiera los citados implementos
con los cuales debía desarrollar el trabajo.
Segundo: Que, también, como es de conocimiento público en esta zona agrícola y de producción
frutícola, las cámaras de frío y de atmósfera controlada, donde se guarda y conserva la fruta, se
llenan con cajas de madera o plásticas de una capacidad aproximada de 380 kilos cada una, llamadas
o conocidas como bins. Las citadas cámaras al llenarse con estos bins, se distribuyen en su interior
unos sobre otros, formando columnas, las cuales llegan por lo general, a una altura de entre 7 y 8
metros. El proceso de llenado, carga y descarga de las cámaras se efectúa con grúas con horquillas
que trasladan, elevan, depositan y posteriormente retiran los bins, debiendo circular éstas por los
espacios que se dejan y forman en su interior para transitar con la carga. Asimismo, las referidas
columnas de bins, al disponerse en el interior de las cámaras no se apoyan en sus paredes, sino que
se sitúan separadas de éstas, y atendido que los sensores de temperatura se conectan en la parte
superior de las mismas (caso de autos), requiriéndose acceder a ellas para su conexión o desconexión,
mediante un sistema que permita alcanzar la cota de los bins, lo que en el caso de la reclamante,
como ella misma expone, se debía hacer mediante la utilización de una grúa y plataforma metálica,
con la concurrencia de al menos dos personas -uno en la plataforma que se eleva y el otro en la
grúa, como operador-, según consta en el documento denominado: “Procedimiento para trabajos
en alturas en cámaras frigoríficas de atmósferas controladas de frutera Tucapel Ltda”, acompañado
en autos a fojas 45, 134 y 243, y también en otro instrumento acompañado por la reclamante
signado como: “Procedimiento para trabajos en altura en cámaras de frío”, el cual sin embargo en
su “Paso N°4”, señala, a diferencia del anterior, que este tipo de trabajos debe hacerse a lo menos
por dos personas en altura, apoyados por el operador de la grúa, es decir, tres personas, como
consta a fojas 136.
Tercero: Que, la cámara de guarda de fruta donde se produjo el accidente es de aquellas denominadas
de atmósfera controlada; técnica frigorífica de conservación en la que se interviene modificando
la composición gaseosa de la atmósfera en la cámara, mediante un control de regulación de las
variables físicas del ambiente (temperatura, humedad y circulación del aire). Tratándose por tanto,
de una atmósfera empobrecida en oxígeno (O2) y enriquecida en dióxido carbónico (CO2), que
permite la conservación de productos hortofrutícolas, ya que la composición del aire se ajusta de
forma precisa a los requerimientos del producto guardado, manteniéndose constante durante todo
el proceso. Con lo cual, este modo asociado al frío, acentúa el efecto de la refrigeración sobre la
actividad vital de los tejidos de la fruta, evitando ciertos problemas fisiológicos y disminuyendo
las pérdidas por podredumbres, ya que ralentiza las reacciones bioquímicas, lo que provoca una
mayor lentitud en la respiración del fruto, retrasando la maduración, pero manteniendo sus
condiciones latentes, con la posibilidad de una reactivación vegetativa una vez puesto el fruto en aire
atmosférico normal. (Cheftel, J.C.; Cheftel, H; Besançon, P. 1977. Introducción a la bioquímica
y tecnología de los alimentos. Ed. Acribia. Zaragoza. pág. 404. Colomé, E. 1998. Tecnología de
envasado en atmósfera modificada. Alimentación. Equipos y tecnología nº 5. Junio 1998. Año
XVII. 95-99 y Nuevas tecnologías de conservación de frutas y hortalizas. Atmósferas modificadas.
Ed. Mundi-Prensa. Madrid. pág. 221).
Cuarto Que, la modificación de los gases al interior de la cámara, es beneficiosa para la mantención
de la fruta que se guarda y conserva, pues se hace más lento el metabolismo y en consecuencia, el
proceso de maduración y descomposición de la misma. Procedimiento incompatible con la vida
humana, pues la baja concentración de oxígeno y como contrapartida, la alta concentración de
dióxido carbónico, no permiten la sobrevivencia animal al interior de una cámara de atmósfera
controlada.
Quinto: Que, consecuente y en razón de lo expuesto, en el manejo del personal que opera y que
accede a las cámaras de atmósfera controlada, se deben extremar los programas de capacitación y
las medidas de seguridad, ya que debido a la falta de oxígeno al interior de la cámara, cualquier
persona que ingrese a ésta, se expone a grandes riesgos.
Sexto: Que, para prevenir cualquier accidente producto de estas condiciones ambientales, las
recomendaciones más elementales en la materia que indican los expertos -Bahamóndez, Sergio.
Profesor y Gerente técnico de TH-S thermo Servicios Limitada, publicación en Revista Frío y
Calor, órgano oficial de la Cámara Chilena de Refrigeración y Climatización A.G. N°80 y 81-,
son que el personal que ingrese a una cámara de atmosfera controlada debe tener en cuenta las
siguientes medidas de seguridad: a) Ingresar cuando está en régimen con equipo autónomo de
respiración. b) Que, cada vez que se ocupe un equipo autónomo, se proceda a su llenado de aire
antes de que sea ocupado nuevamente. c) Que, un segundo operador esté siempre presente en el
interior de la cámara, también con equipo autónomo, por un posible riesgo de su compañero. d)
Que, exista una comunicación visual con un tercer operador desde el exterior en todo momento,
incluso amarrándose a la cintura para estar unidos. e) Que, el tiempo de permanecer dentro de
la cámara no exceda del 50% del tiempo de duración del tubo de aire. f ) Ingresar siempre en
compañía y con autorización a las cámaras de atmósfera controlada en proceso.[…]
Décimo Primero: Que, consecuente con lo anteriormente expuesto se encuentra configurada la
infracción mencionada en la Resolución de Multa N°8064/08/58 de la Dirección del Trabajo,
representada por don Mauricio Hernández Morán, Inspector Comunal de la ciudad de Molina,
y por doña Gimena Paola Valenzuela Soto, Fiscalizadora del referido servicio, dictada con fecha
22 de julio de 2008, notificada el 9 de septiembre del mismo, a la reclamante, no revistiendo el
carácter de arbitraria, ni de ilegal.[…], SE CONFIRMA el fallo de veinte de mayo de dos mil diez
que se lee desde fojas 255 a 275, mediante el cual se rechazó la reclamación de la multa cursada
mediante la Resolución N°8064/08/58 de la Dirección del Trabajo, por la suma de 40 U.T.M.
1) Comités Paritarios138
El Comité Paritario de Higiene y Seguridad (CPHS) es el organismo
técnico de participación entre empresas y trabajadores, para detectar y evaluar
los riesgos de accidentes y enfermedades profesionales. Y serán obligatorios
(cuarenta Unidades Tributarias Mensuales) por la infracción mencionada con el N°1, con costas
del recurso”.
Fuente: http://cl.microjuris.com/ MJJ26666.
138
El actual artículo 66 de la Ley 16.744 dispone: “En toda industria o faena en que trabajen más
de veinticinco personas deberán funcionar uno o más Comités Paritarios de Higiene y Seguridad,
que tendrán las siguientes funciones:
1. Asesorar e instruir a los trabajadores para la correcta utilización de los instrumentos de protección;
2. Vigilar el cumplimiento, tanto por parte de las empresas como de los trabajadores, de las medidas
de prevención, higiene y seguridad;
3. Investigar las causas de los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales que se produzcan
en la empresa y de cualquiera otra afección que afecte en forma reiterada o general a los trabajadores
y sea presumible que tenga su origen en la utilización de productos fitosanitarios, químicos o
nocivos para la salud;
4. Indicar la adopción de todas las medidas de higiene y seguridad que sirvan para la prevención
de los riesgos profesionales;
5. Cumplir las demás funciones o misiones que le encomiende el organismo administrador
respectivo.
El representante o los representantes de los trabajadores serán designados por los propios
trabajadores.
El reglamento deberá señalar la forma como habrán de constituirse y funcionar estos Comités.
En aquellas empresas mineras, industriales o comerciales que ocupen a más de cien trabajadores,
será obligatoria la existencia de un Departamento de Prevención de Riesgos Profesionales, el que
será dirigido por un experto en prevención, el cual formará parte, por derecho propio, de los
Comités Paritarios.
Las empresas estarán obligadas a adoptar y poner en práctica las medidas de prevención que les
indique el Departamento de Prevención y/o el Comité Paritario; pero podrán apelar de tales
resoluciones ante el respectivo organismo administrador, dentro del plazo de treinta días, desde
que le sea notificada la resolución del Departamento de Prevención o del Comité Paritario de
Higiene y Seguridad.
El incumplimiento de las medidas acordadas por el Departamento de Prevención o por el Comité
Paritario, cuando hayan sido ratificadas por el respectivo organismo administrador, será sancionado
en la forma que preceptúa el artículo 68.
Lo dispuesto en este artículo no se aplicará a las actividades a que se refiere el artículo 162-A del
Decreto Ley Nº 2.200, de 1978”.
139
Hoy la obligación rige en todas las empresas, faenas, sucursales o agencias que tengan el número
de trabajadores indicados, sin importar su giro.
140
Verdugo Ernst, “Accidente …”, Ob. Cit., pág. 77.
141
Entre sus principales funciones destacan: 1) Instruir sobre la correcta utilización de equipos de
protección personal; 2) Vigilar el cumplimiento de medidas de prevención de higiene y seguridad;
3) Investigar causas de accidentes y enfermedades profesionales en la empresa; 4) Decidir negligencia
inexcusable; 5) Adoptar medidas de higiene y seguridad para la prevención de riesgos profesionales;
6) Cumplir funciones encomendadas por el organismo administrador; 7) Promover la capacitación.
De hecho sus atribuciones son muy amplias. Además de la aprobación del Reglamento Interno y
de tener competencias para poner en práctica el “derecho a saber”, las funciones más importantes
consisten en: vigilar el cumplimiento tanto de la empresa como de los trabajadores de las medidas
de prevención, higiene y seguridad, asesorar e instruir a los trabajadores para la correcta utilización
de los instrumentos de protección, investigar las causas de los accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales que ocurran en la empresa, indicar las medidas de higiene y seguridad que sirvan
para la prevención de riesgos profesionales, organizar la capacitación en estas materias y cumplir
otras funciones que le encomiende la Mutualidad u otro organismo administrador del seguro al
que la empresa esté adscrito.
Los Comités deben reunirse una vez al mes, siempre que haya un accidente grave o mortal o
cuando las partes lo soliciten. Deben levantar un acta de los acuerdos tomados en sus reuniones.
Y deben trabajar en torno de un programa de trabajo, que igual que en el caso del Departamento
de Prevención de Riesgos, haga una jerarquización de las prioridades.
En “Los Instrumentos de …”, Ob. Cit, pág. 5.
Boletín Oficial de la Dirección del Trabajo, Gobierno de Chile, noviembre 1997, “Los Instrumentos
de Prevención de Riesgos dentro de las Empresas”, Magdalena Echeverría.
Fuente: http://www.dt.gob.cl/documentacion/1612/articles-62214_recurso_1.pdf
el cumplimiento, tanto por parte de las empresas como de los trabajadores, de las
medidas de prevención, higiene y seguridad” (Corte Suprema, 27 mayo 1999,
Casación en el fondo “Aguirre Rodríguez con EMERES Ltda.”, Rol nº 4131-
1997. En FM nº 486, pág. 854, sentencia nº 8; también RDJ t. XCVI, 2ª
parte -sección 3ª, pág. 89).
De la Competencia de la Dirección del Trabajo para pronunciarse
acerca de una Comité Paritario. “La Dirección del Trabajo carece de compe-
tencia para pronunciarse sobre la constitución y funcionamiento de los comités
paritarios de higiene y seguridad, constituidos y a constituirse en el Hospital […],
dependiente del Servicio de Salud Metropoliano Sur, correspondiendo su conoci-
miento y resolución a la Superintendencia de Seguridad Social, sin perjuicio de
la facultad de la Dirección del Trabajo para actuar como ministro de fe en el acto
eleccionario de los miembros de ese comité” (Dirección del Trabajo, 29 diciembre
2004, Dictamen ORD nº 5379/208).
Sin embargo, la Dirección del Trabajo se encuentra facultada no tan
sólo para ordenar la creación y mantención de Comités Paritarios de
Higiene y Seguridad en toda empresa, faena, sucursal o agencia en que
trabajen más de 25 personas, sino que también, a contar de la vigencia
de la Ley Nº 19.481, para sancionar la inexistencia de aquéllos. Lo an-
terior, sin perjuicio de las facultades conferidas a otros Servicios del Estado
sobre la materia. (Dirección del Trabajo, 26 enero 2000, Dictamen ORD
nº 2926/137).
El empleador tendrá que pagar como jornada extraordinaria el tiem-
po que el trabajador ocupe en las reuniones del Comité Paritario que se
desarrollen fuera del horario de trabajo. Para efectos de contabilizar en la
jornada de trabajo aquel tiempo utilizado en los cursos sobre capacitación sobre
prevención de riesgos en la empresa, éstos se tendrán que ajustar a las reglas
en el D.F.L nº 1, de 1989, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social sobre
Estatuto de Capacitación y empleo (Dirección del Trabajo, 28 julio 1997,
Dictamen ORD nº 4441/248).
142
Que se establecieron como hechos en la causa indiciada por el Juez del 1er. Juzgado del Trabajo
de Santiago, la existencia de una relación laboral entre las partes desde el 1º de abril de 1982; el
demandante se desempeñaba en la sección troquelado. El día 24 de febrero de 2000 el actor mientras
desempeñaba funciones en su lugar de trabajo manipulando la máquina de troquelado, sufrió un
accidente que le ocasionó lesiones en ambas manos; el actor siguió trabajando en la empresa y a la
fecha de la presentación de la demanda su remuneración asciende a $266.000. El demandante a
la data de ocurrencia del accidente llevaba más de 17 años en la empresa y durante este tiempo en
cumplimiento a las labores asignadas nunca sufrió un accidente. El actor no sufrió perjuicio con
ocasión del accidente del trabajo; la empresa demandada cumplía con tener todos los elementos
de seguridad y que durante 60 años nunca tuvo un accidente. El accidente se produjo porque el
demandante en la operación de la máquina troqueladora obró en forma imprudente, negligente
y con infracción a las instrucciones impartidas en los reglamentos.
Por su parte, la demandada contestó el libelo interpuesto en su contra y solicitó su total rechazo,
con costas. Al respecto, señaló que a la empresa no le ha cabido responsabilidad alguna en el
accidente de que fuera víctima el actor. Reconoció que el día 24 de febrero de 2001, el actor estaba
operando la máquina troqueladora, tal como lo hacía desde el año 1982, y su función era la de
marcar y precortar pliegos de cartulina y que el accidente que sufrió es de su responsabilidad, al
haber operado la máquina de manera absolutamente irresponsable, negligente y desobedeciendo las
normas mínimas de criterio y de seguridad exigidas por la empresa y asimiladas por los trabajadores,
tales como, la coordinación con su ayudante y el no introducir las manos en una máquina que se
encontraba en plena operación y funcionamiento, lo que era imposible de precaver. Por lo demás,
en atención a las medidas de seguridad adoptadas por la empresa, ello le ha permitido tener una
nula estadística de accidentes del trabajo durante sus años de existencia.
Por otra parte, solicitó el rechazo de la demanda civil, por no concurrir el elemento del perjuicio
efectivo, así, señaló que el actor nunca ha sido despedido ni se ha encontrado en la imposibilidad
de trabajar y, a mayor abundamiento, la Asociación Chilena de Seguridad, declaró una invalidez
mínima en la capacidad de su trabajo y por la cual el actor recibe una pensión de invalidez parcial,
aparte del total de su remuneración, por tanto, este último no ha sufrido menoscabo moral, material
ni de ninguna especie que haga justificable una demanda como la entablada en autos.
“Octavo: Que, en consecuencia, se establece que el trabajador en cumplimiento de las labores
asignadas, obró en la operación de la máquina a su cargo, en forma imprudente, negligente y con
infracción a las instrucciones impartidas en el Reglamento de Higiene y Seguridad en la operación
de la máquina asignada, al no retirar la platina en forma previa al pliego, situación que no se justifica,
en atención a la experiencia y conocimiento de la función para la cual fue contratado, por lo que
se dispone que la empresa no tuvo culpa ni responsabilidad alguna en el accidente del trabajador y
que de acuerdo al mérito de las probanzas presentadas al juicio, dicha parte dio cumplimiento a lo
dispuesto en el artículo 184 del Código del Trabajo. Por estas consideraciones […], se dispone: […]
B) Que se rechaza la demanda interpuesta a fojas 1, en todas sus partes. C) Que no se condena en
costas al demandante, por estimar el Tribunal que tuvo motivo plausible para litigar”.
Por su parte, la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago (Rol nº6860-2004) confirmó
este fallo, ya que, “las argumentaciones contenidas en el escrito de fojas 244 no logran convencer
a esta Corte como para alterar lo que viene decidido”. Pronunciada por la Décima Sala de esta
Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, integrada por el ministro don Raimundo Díaz Gamboa,
el Fiscal Judicial don Mario Carroza Espinosa y el abogado integrante don Roberto Mayorga Lorca.
La Corte Suprema, rechazó los recursos de casación en el fondo por manifiesta falta de fundamento.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores José Luis
Pérez Z., Orlando Álvarez H. y Jorge Medina C. y los Abogados Integrantes señores Roberto Jacob
Ch. y Patricio Valdés A.
metros legales fijos de apreciación de su mérito, esto es, que obliguen a valorar los
antecedentes probatorios en un determinado sentido (Corte Suprema, 18 mayo
2006, Casación “Lazo Sepúlveda y otros con Servicio de Salud Talcahuano”, Rol
n° 1243-2006)143.
143
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl/, ID n° 34345
144
“Los Instrumentos de …”, Ob. Cit, pág. 4.
145
Ibíd., pág. 5.
146
El texto completo del Dictamen es el siguiente: “Mediante presentación del Ant. 4), solicita
un pronunciamiento de esta Dirección, acerca de procedencia de externalizar la contratación
de experto a cargo del Departamento de Prevención de Riesgos de la empresa principal, en
cuanto podría ser subordinado de una empresa contratista especializada, con la cual se celebra
contrato de prestación de servicios en la materia. Sobre el particular, cúmpleme informar a Ud.
lo siguiente:
El inciso 4º, del artículo 66 de la ley Nº 16.744, sobre seguro social de accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales, dispone: […]. De la disposición legal antes citada se desprende que
será obligatoria la existencia de un Departamento de Prevención de Riesgos Profesionales, dirigido
por un experto en prevención, en toda empresa minera, industrial o comercial que ocupe a más
de 100 trabajadores.
De este modo, el legislador establece con carácter imperativo la existencia del mencionado
Departamento en las empresas mineras, industriales o comerciales, que tengan más de 100
trabajadores, el que deberá ser dirigido por un experto en prevención de riesgos. En otros términos,
el indicado Departamento, de acuerdo a la ley, debería constituirse como una dependencia dentro
de cada una de las empresas señaladas, si se exige de modo expreso su existencia en ellas, cuando
reúnan más de 100 trabajadores.
De esta suerte, el mencionado Departamento, debe tener existencia y conformación dentro de la
empresa en la cual deba constituirse legalmente, no siendo procedente que pudiere tener existencia
y funcionamiento externo a la respectiva empresa, por lo que no sería conforme a derecho que
se recurriera al efecto a una empresa externa contratista para que desempeñara las funciones del
mencionado Departamento de Prevención de Riesgos.
Lo anterior guarda armonía con la doctrina de la Superintendencia de Seguridad Social, que en
Ord. Nº 36723, de 26.08.2002, […].
Ahora bien, la doctrina de este Servicio, en cuanto a la dependencia jurídico laboral que pueda tener
el experto en prevención, que se encuentre a cargo del correspondiente Departamento, contenida
en dictamen Ord. 1026/062, de 02.03.1998, ha concluido que: “Los expertos en prevención
de riesgos dependientes de una empresa contratista deben suscribir contrato de trabajo con su
empleadora, sin perjuicio que deban registrar asistencia en la empresa o establecimiento al cual
sean destinados”.
Para arribar a la conclusión anterior, se parte del supuesto que sería factible que la empresa en
la cual debe existir el Departamento de Prevención pudiera encargar las funciones de éste a una
empresa contratista, que proveyera dicho encargado o experto, con la cual aquélla hubiere celebrado
contrato de prestación de servicios, lo que como se ha analizado no resultaría conforme a derecho.
Acorde al dictamen indicado, Ord. Nº 1026/062, el experto podría tener dependencia de una
empresa contratista, con la cual debería suscribir el correspondiente contrato de trabajo, y al ser
destinado a una empresa principal, debería registrar en ella su asistencia a fin de garantizar con
ello su efectiva disponibilidad y funciones en favor de ésta última.
Pues bien, lo anterior no guardaría armonía con lo primeramente expuesto ni con la doctrina de
la Superintendencia de Seguridad Social ya transcrita, si ésta se pronuncia por la improcedencia
de la externalización del Departamento de Prevención de Riesgos Profesionales respecto de la
empresa en la cual éste se debe constituir, ya que debería ser una dependencia propia dentro
de su organización, lo que conllevaría que la dependencia jurídico laboral del experto que esté
a cargo de dicho Departamento, no podría ser trabajador de una empresa externa contratista,
sino debería vincularse por contrato de trabajo con la empresa obligada a mantener el referido
Departamento.
En efecto, la doctrina de la Superintendencia antes aludida, añade que: “nuestra legislación actual
no permite la externalización de los servicios que dentro de una empresa y en el marco de su
organización interna debe efectuar el Departamento de Prevención de Riesgos Profesionales”,
conclusión que alcanzaría a la subordinación y dependencia del experto en prevención a cargo de
dicho Departamento, si este último no se puede externalizar.
En confirmación de lo antes expuesto, la misma Superintendencia, mediante Ord. Nº 6051, de
29.01.2010, del Ant. 1), ha señalado que: “Sobre el particular, esta Superintendencia manifiesta
que, mediante Oficio 36723, de 2002, copia del cual fue remitido a esa Dirección, dictaminó
que, del análisis armonico de las disposiciones legales y reglamentarias que regulan la existencia
y funcionamiento de los Departamentos de Prevención de Riesgos, ha concluido que resulta
improcedente externalizar esta entidad, de manera que no corresponde que una empresa externa
provea de expertos a los empleadores que según lo establecido en el artículo 66 de la ley 16744
están obligados a contar con ellos”.
“Luego, mediante Oficio 3616, de 2008, esta Superintendencia reiteró que no procedía la
externalización del Departamento de Prevención de Riesgos ni del Departamento de Prevención de
Riesgos de Faena en el contexto del artículo 66 bis de la ley 16.744 referido a la subcontratación.”
El argumento dado en la presentación del Ant. 4), en orden a que tanto la ley Nº 16.744 como los
Reglamentos D.S. Nº 40, de 1969, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social y Nº 76, del 2006,
del mismo Ministerio, no prohíben expresamente la externalización del mencionado Departamento
o del experto, por lo que ello podría hacerse, según el principio de derecho privado que si la ley no
lo prohíbe estaría permitido, no considera que tanto el artículo 66, inciso 4º de la ley Nº 16.744,
como los artículos 8º, 9º y 10º del D. S. Nº 40, utilizan expresiones imperativas para referirse a la
constitución de tal Departamento en las empresas que reúnen los requisitos legales, al precisar que “en
las empresas mineras, industriales o comerciales que ocupen a más de 100 trabajadores será obligatoria
la existencia de un Departamento de Prevención de Riesgos Profesionales, el que será dirigido por
un experto en prevención”, lo que lleva a que si el legislador establece como obligatoria la existencia
del mencionado Departamento y del experto en las empresas de más de 100 trabajadores, no podría
darse una interpretación distinta en un sentido permisivo a la misma disposición legal.
De consiguiente, de conformidad a lo expuesto, disposiciones legales citadas y doctrina transcrita
de la Superintendencia de Seguridad Social, cúmpleme informar a Ud. que no resulta conforme
a derecho que las empresas obligadas legalmente a constituir Departamento de Prevención de
Riesgos Profesionales a cargo de un experto en prevención, puedan contratar los servicios de una
empresa externa que cumpla tales funciones o que le provea de dicho experto. De esta manera, se
deja sin efecto dictamen Ord. Nº 1026/062, de 02.03.1998, de este Servicio y cualesquiera otro
que contenga similar doctrina”.
147
Comentario al Dictamen publicado en la Revista Laboral Chilena nº187 (6), junio 2010, sección
Comentarios Legales. págs. 91 y ss.
148
José Luis Diez Schwerter ha escrito que, “Tratándose de la responsabilidad del contratista y
subcontratista, éstos responden ‘respecto de sus propios trabajadores en virtud de lo dispuesto en
el artículo 184’ del Código del Trabajo, norma que a su vez los obliga “a tomar todas las medidas
necesarias para proteger eficazmente la vida y salud” de éstos, “manteniendo las condiciones
adecuadas de higiene y seguridad en las faenas, como también los implementos necesarios para
prevenir accidentes y enfermedades profesionales” y debiendo “prestar o garantizar los elementos
necesarios para que los trabajadores en caso de accidente o emergencia puedan acceder a una
oportuna y adecuada atención médica, hospitalaria y farmacéutica”.
En este aspecto el nuevo artículo 183 E CT. nada innova en relación con la regulación anterior,
pues el texto del aludido artículo 184 CT. se ha mantenido inalterado luego de la dictación de la
Ley N° 20.123”.
“Responsabilidad civil derivada de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales: aspectos
relevantes de su regulación y operatoria actual”, en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso XXXI, (Valparaíso, Chile, 2º Semestre de 2008), págs 163 y ss.
149
“La existencia de responsabilidad “directa” en este ámbito en el artículo 183 E CT. ha sido
reconocida expresamente en Dictamen N° 141/05 de la Dirección del Trabajo, de 10 de enero
de 2007; y en doctrina: Lanata Fuenzalida, Ruth Gabriela, El contrato de trabajo como negocio
jurídico en la legislación chilena (Rosario, tesina de maestría en Derecho privado, Universidad
150
En esta causa R.U.C. 1040038614-0, R.I.T. O-138-2010 del Juzgado de Letras del Trabajo de
Chillán, por sentencia de 24 de noviembre de 2010, la señora Jueza de ese Tribunal, doña Roxana
Salgado Salamé, no hizo lugar, con costas, a la excepción de incompetencia absoluta deducida por
la empresa demandada, haciendo lugar, con costas, a la demanda deducida, contra una empresa de
carnes, y en contra de la Empresa de Servicios y Obras L&L Ltda., sólo en cuanto se les condenó
a pagar solidariamente la suma de $25.000.000 (veinticinco millones de pesos), suma que deberá
reajustarse, de acuerdo con la variación que experimente el Índice de Precios al Consumidor, fijado
por el Instituto Nacional de Estadísticas u organismo que haga sus veces, entre la fecha del fallo y hasta
el día de su pago efectivo, con los intereses corrientes para operaciones reajustables que correspondan
a contar desde el día en que el obligado al pago se constituya en mora y hasta su pago efectivo.
Contra el referido fallo, la demandada principal, dedujo recurso de nulidad fundado en las
causales de nulidad contempladas en los artículos 477 inciso 1°, esto es, por haber sido dictada
con infracción al artículo 69 de la Ley N° 16.744, artículos 1.698 inciso primero y 2.329 inciso
primero del Código Civil y al artículo 183-E del Código del Trabajo, infracciones que han influido
sustancialmente en lo dispositivo del fallo; artículo 478 letra a), por haber sido pronunciada por
juez incompetente, en relación a lo dispuesto por el artículo 420 letra f ) del Código del Trabajo, por
el artículo 69 de la Ley N° 16.744, y el artículo 45 del Código Orgánico de Tribunales y artículo
478 letra b), esto es, por haber sido pronunciada con infracción manifiesta de las normas sobre
apreciación de la prueba conforme a las reglas de la sana crítica, específicamente, al artículo 456
del Código del Trabajo en relación al Sumario Sanitario, Informe de Fiscalización y documento de
Investigación de Accidente del Trabajo, infracciones las que estima han influido sustancialmente
en lo dispositivo del fallo.
Termina la recurrente, solicitando se invalide la sentencia que acoge la demanda, declarándose
absolutamente incompetente a los Juzgados del Trabajo, o en subsidio, se invalide dictando otra
en su reemplazo que, rechazando la demanda, declare no existir responsabilidad alguna de Carnes
Ñuble en el accidente o, se rebaje el monto de la indemnización, en atención a la valoración de
la prueba, conforme a las reglas de la sana crítica.
El 24 de febrero del 2011, se llevó a efecto la vista del recurso, interviniendo en ella los abogados
de los demandados y el abogado del demandante.
Fuente: http://microjuris.cl/getContent?reference=MJCH_MJJ26480&links=.
151
“El Nuevo Régimen de Subcontratación, y la regulación del funcionamiento de las Empresas de
Servicios Transitorios”, Editorial Metropolitana Ltda., 2006, pág. 73.
tanto, los empleadores tendrán que “vigilar el cumplimiento por parte de los
contratistas o subcontratistas de la normativa relativa a higiene y seguridad”.
Y para ello, tendrán que “implementar un sistema de gestión de la seguridad y
salud en el trabajo para todos los trabajadores involucrados, cualquiera sea su
dependencia, cuando, en su conjunto, agrupen a más de 50 trabajadores”152.
Con todo -y nos detenemos en este caso por sus considerables “particula-
ridades”-, bajo el anterior régimen se recientemente se ha fallado que, existe
la posibilidad de exonerarse de responsabilidad al demandado subsidiario
dado que no tiene más vinculación con el trabajador que recibir los ser-
vicios (Corte Suprema, 29 julio 2010, Casación en el fondo “Díaz Venegas
con Soto Cía. Ltda. y Chilectra S.A.”, Rol nº 2710-2010)153. La decisión fue
152
Ibíd., pág74.
153
“Octavo: Que, el sentido del artículo 64 del Código del Trabajo, es claro en orden a limitar
la responsabilidad del dueño de la obra o faena a las obligaciones laborales y previsionales, de
manera que es a ellas a las que debe estarse para los efectos de precisar la existencia de aquella
responsabilidad. Sin embargo, la ley no ha entregado una definición de tales obligaciones, razón por
la cual corresponde interpretar el alcance que se ha querido dar a dichas expresiones. Recurriendo
al concepto de contrato individual de trabajo, definido legalmente como “una convención por la
cual el empleador y el trabajador se obligan recíprocamente, éste a prestar servicios personales bajo
dependencia y subordinación del primero, y aquél a pagar por estos servicios una remuneración
determinada”, resulta que la principal obligación del empleador, aunque no la única, es la de pagar
la remuneración, al punto que el artículo 10º Nº 4 del Código Laboral señala como estipulación
del contrato de trabajo “Monto, forma y período de pago de la remuneración acordada”.
Noveno: Que, de otro lado, ha de considerarse que este artículo 64 se encuentra ubicado,
precisamente, entre las disposiciones que protegen a las remuneraciones, cuyo pago, como se
dijo, constituye la obligación principal de todo empleador, a lo que debe agregarse la prescripción
contenida en el artículo 58 del texto laboral, esto es: “El empleador deberá deducir de las
remuneraciones los impuestos que las graven, las cotizaciones de seguridad social, las cuotas
sindicales en conformidad a la legislación vigente y las obligaciones con instituciones de previsión o
con organismos públicos [...]”, consignándose en esta norma otra de las obligaciones del empleador.
Décimo: Que, por consiguiente, cabe concluir que las obligaciones laborales y previsionales a que
hace referencia el artículo 64 del Código del Trabajo, están constituidas, fundamentalmente, por el
pago de las remuneraciones -en concepto amplio- y de las cotizaciones de salud y seguridad social,
sin perjuicio que el empleador deba dar, además, cumplimiento a los restantes imperativos de la
legislación laboral, verbigracia, duración máxima de la jornada, pago de horas extraordinarias,
adopción de medidas de seguridad, escrituración y actualización de los contratos, etc. En este
contexto, aparece que tales obligaciones nacen, permanecen y resultan exigibles durante la vigencia
de la relación laboral que une a trabajador y empleador, pues son consecuencia, precisamente, de
del trabajo, surge para el dueño de la obra o faena en la medida en que éste no haya ejercido la
prerrogativa de fiscalizar la adopción de las medidas de seguridad necesarias y a que esté obligado
el empleador directo del trabajador. Tal omisión lo hace responsable de los perjuicios que, un
accidente de naturaleza laboral, haya causado al dependiente cuyas fuerzas laborales son invertidas
en beneficio del responsable subsidiario. No puede desconocerse que el deber de seguridad impuesto
al empleador, constituye una obligación laboral de aquellas a que hace referencia el artículo 64 del
Código del Trabajo.
Decimocuarto: Que, en el evento que el dueño de la obra o faena haya cumplido con la fiscalización
necesaria, indudable resulta la ausencia de responsabilidad subsidiaria, pues esta última reconoce
límites, como ya se ha decidido, entre los que se encuentra el cumplimiento de la obligación de
control por parte del beneficiado con el trabajo del afectado. En la especie, conforme a los hechos
fijados, si bien se precisan las medidas de seguridad que correspondió adoptar al empleador directo,
esto es, proporcionar camión con capacho o escaleras adecuadas y cinturón de seguridad y que debía
fiscalizar la recurrente, no se ha determinado que la dueña de la obra o faena por las circunstancias
del siniestro haya estado en condiciones de controlar la adopción de dichas medidas de seguridad,
de modo que no ha podido, en ese evento, hacérsele efectiva su responsabilidad subsidiaria en el
pago de las indemnizaciones de perjuicios a que ha sido condenada la principal.
Decimoquinto: Que, en consecuencia, al condenar a la recurrente en forma subsidiaria respecto
de los ítems ya descritos, se ha cometido error de derecho por falsa aplicación de los artículos 64 y
64 bis del Código del Trabajo, al hacerlos regular una situación que no se subsume en esas normas,
yerro que influye sustancialmente en lo dispositivo del fallo, en la medida en que condujo a la
mencionada condena lo que hace necesario acoger el presente recurso de casación en el fondo.
Por estas consideraciones [...], se rechaza el recurso de casación en el fondo interpuesto por la
demandada principal a fojas 513 y se acoge, en ambos casos sin costas, el deducido por la demandada
subsidiaria a fojas 615, contra la sentencia de diecinueve de noviembre de dos mil nueve, escrita
a fojas 509, en la parte que se pronuncia sobre el recurso de apelación de fojas 454, la que, en
consecuencia, se invalida y se la reemplaza por la que se dicta a continuación, sin nueva vista,
separadamente”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros sr. Patricio Valdés
A., Sras Gabriela Pérez P., Rosa María Maggi D., y Rosa Egnem S., y el Abogado integrante Patricio
Figueroa S.
acerca de las restantes defensas invocadas por esta parte, salvo la excepción de
prescripción en relación con las remuneraciones adeudadas al trabajador, la que
ya ha sido decidida.
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 463
y siguientes del Código del Trabajo, se revoca, sin costas de la instancia, la
sentencia apelada de treinta y uno de julio de dos mil ocho, que se lee a fojas 371
y siguientes, complementada a fojas 491, sólo en cuanto por ella se desestima la
demanda en contra de la persona natural Leonor Soto Maturana y en tanto se
condena subsidiariamente a la empresa Chilectra S.A. y, en su lugar, se decide
que el libelo queda acogido en contra de Leonor Soto Maturana, como persona
natural, en consecuencia, queda esta última condenada a pagar solidariamente las
prestaciones que fueron impuestas a Leonor Soto y Compañía Limitada. Asimismo,
dicha demanda se rechaza en cuanto se dirige en contra de Chilectra S.A., sin costas.
Se confirma, en lo demás apelado, la referida sentencia.
Acordada, en lo relativo a la absolución de la demanda Chilectra S.A. con
el voto en contra de la Ministra señora Rosa María Maggi Ducommun, quien
estuvo por confirmar el fallo de primer grado en dicho aspecto, en virtud de
los fundamentos expuestos en la disidencia consignada en el fallo de nulidad
que precede”154.
Sin embargo, en este caso las demandadas fueron condenadas “solida-
riamente” al pago por la Corte de Apelaciones de Santiago, “2°) Que, sin
perjuicio que no hay prueba de la existencia del subterfugio en la contratación del
trabajador, es lo cierto que para efectos laborales, debe entenderse que existe una
unidad empresarial entre doña […] y la sociedad […] Compañía Limitada. En
efecto, habrá que concluir que es verdad que se trata de dos personas distintas […]
154
Aquel fallo, en sentencia complementaria, en virtud del principio de “Supremacía de la realidad”,
exculpó a la representante legal -del mismo nombre- de la empresa demandada principalmente (7º
Juzgado del Trabajo de Santiago, Rol nº58-2005), y que fue demandada, porque “no tenía claridad
quién era su empleadora, y porque aparecía firma de la representante legal en un documento”,
pero sólo prestaba el actor servicios a una de ellas, la persona jurídica.
155
Acordada con el voto en contra del Ministro señor Mera quien estuvo por revocar la sentencia
en alzada en aquella parte que acoge totalmente la demanda dirigida en contra de Chilectra S.A.,
y decidir en cambio que esta acción, en cuanto pretende que se le condene subsidiariamente al
pago de indemnización sustitutiva del aviso previo, indemnización por años de servicio, aumento
del 80%, lucro cesante y daño moral, queda desestimada. Tuvo presente para ello: “A) Que, de
una atenta lectura de los antiguos artículos 64 y 64 bis del Código del Trabajo, vigentes para este
caso, se concluye que el dueño de la obra o faena sólo es responsable de las prestaciones adeudadas
con ocasión del contrato de trabajo, de suerte que no tiene responsabilidad alguna, ni directa
ni subsidiaria, en lo que se refiere a las indemnizaciones a que da derecho la terminación de la
relación laboral. Consecuentemente, sólo sería responsable Chilectra S.A., subsidiariamente, de
la remuneración del mes de octubre de 2004 y de tres días de noviembre del mismo año. Así se
ha fallado en forma reiterada por la Excma. Corte Suprema de Justicia.
B) Que, en lo que toca a la responsabilidad de Chilectra S.A. por los perjuicios sufridos por el
actor en relación al accidente laboral que sufrió el 26 de agosto de 2002, de la simple lectura de
la disposición contenida en el artículo 64 del Código Laboral, aparece que el dueño de la obra o
faena, como lo es la referida persona jurídica, es responsable subsidiariamente de las obligaciones
laborales, como es aquella de seguridad y protección de los trabajadores fijada en el artículo 184
del Texto Laboral, que afecten a los contratistas, en este caso la empresa Leonor Soto Maturana y
Leonor Soto Maturana y Cía. Limitada.
C) Que, en la especie, habiéndosele encomendado por Chilectra S.A. a Leonor Soto Maturana y
a Leonor Soto Maturana y Cía. Limitada la labor de mantención de líneas energizadas, no ve el
disidente qué conducta pudo adoptar aquella empresa para proteger la vida e integridad física de
los trabajadores de estas dos últimas, debiendo recordarse que la responsabilidad por accidente del
trabajo no es objetiva, sino construida sobre la base de dolo o culpa. Al ser culpa contractual, es el
empleador el que debe demostrar la debida diligencia o cuidado, lo que en la especie no sucedió,
razón por la cual la demanda debe ser acogida cuando se dirige en su contra mas, tratándose
del dueño de la obra o faena, su responsabilidad sólo deriva de lo que dispone el artículo 64 del
Código del Trabajo y debe probarse la culpa de Chilectra S.A., lo que no ha sucedido y, de hecho,
nunca pudo suceder, pues parece del todo imposible exigirle al mandante una especie de control
o supervigilancia permanente sobre la forma en que el contratista hace su labor”.
Dictada por la Décima Sala de la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, presidida por el Ministro
señor Juan Cristóbal Mera Muñoz e integrada, además, por la Fiscal Judicial doña Loreto Gutiérrez
Alvear y por la Abogado Integrante señora María Eugenia Montt Retamales.
CIX, sección 1ª, pág. 480). Criterios que se han mantenido hasta la actuali-
dad, ya que, “la solidaridad sólo reconoce su origen en la ley o en la voluntad de
las partes, no pudiendo de manera alguna declararla de oficio el tribunal” (13
noviembre 1996, Rol 78-1996, considerando 3º. FM nº 456, pág. 2411,
sentencia nº 13).
Y que tampoco se puede presumir, porque “De acuerdo con lo prevenido
en el artículo 1511 del Código Civil, la solidaridad debe ser expresamente
declarada en todos los casos en que no la establece la ley” (Corte Suprema,
4 agosto 1994, Rol nº 3930-94).
Resultando lo más paradójico de todo este caso que, el “Informe de Pe-
ritos” demostraba que la culpa fue del trabajador por su imprudente actuar,
pero jamás fue considerado.
En contra, se ha fallado que, no es posible encontrar en el antiguo ar-
tículo 64 del Código del Trabajo, ni en los reformados por la Ley 20.123,
disposiciones que permitan establecer la responsabilidad solidaria o
subsidiaria de la empresa principal en los accidentes sufridos por los
trabajadores de un contratista (Corte de Concepción, 26 octubre 2010,
Apelación “Elgueta Collante con Servicios Industriales y Forestales Larraín Ltda.
y otra”, Rol nº 156-2010). Siendo la doctrina destacada de esta sentencia,
“Corresponde revocar la sentencia de primer grado en la parte en que condena a la
codemandada al pago de las indemnizaciones derivadas del accidente sufrido por
el trabajador demandante, por cuanto nada hay ni en el antiguo artículo 64 del
Código del Trabajo ni en los reformados por la ley 20.123, que permita establecer
la responsabilidad solidaria o subsidiaria de la empresa principal en los accidentes
sufridos por los trabajadores de la contratista.[…]
Dado que la empresa principal no acreditó el cumplimiento de la obligación
de seguridad, en el sentido de no haber tomado las providencias necesarias para
resguardar la integridad de sus trabajadores, debe responder por los daños sufridos
por el dependiente accidentado en una faena riesgosa que requería conocimientos
y preparación previa, adecuadas”156.
156
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ25439.
Por su parte, Ma. Cristina Gajardo Harboe ha escrito que, “el eje de la
responsabilidad en la prevención de infortunios laborales, se desplazó hacia
la empresa principal receptora del trabajo subcontratado o empresa usuaria
de los servicios transitorios”157. Distinguiendo entre las obligaciones laborales
y previsionales, e indica que “la responsabilidad de prevenir los infortunios
laborales, radica en el empleador directo, al menos desde el punto de vista
formal, y deja dentro del esquema de responsabilidad solidaria o subsidiaria
sólo el pago de cotizaciones previsionales.
Así por ejemplo, la obligación de entregar los equipos e implementos de
protección personal necesarios, establecida en el artículo 68 de la Ley 16.744,
radica en el empleador directo y no en la empresa principal.
Sin perjuicio de lo anterior, la Ley de Subcontratación estableció expre-
samente un conjunto de obligaciones para la empresa principal en materia
de higiene y seguridad, que encuentran su fundamento en la Teoría del Riesgo
Profesional, pues siendo la empresa principal la dueña de las respectivas obras,
faenas o servicios contratados, es quien crea el riesgo de que ocurran acciden-
tes del trabajo y enfermedades profesionales de tales obras, faenas o servicios.
Se ha dicho con razón, que la Ley de Subcontratación cambió el eje de
responsabilidad en materias de higiene y seguridad, desplazándolo hacia la
empresa principal -y también a la empresa usuaria de servicios transitorios
[…]”158.
Para la aplicación de los artículos 66 bis y 76 de la Ley nº 16.744, 184
y 477 del Código del Trabajo, a partir de la publicación de la Ley 20.123,
se aprobó el reglamento nº 76 del Ministerio del Trabajo, como también las
Circulares 2345 y 2346 de la Superintendencia de Seguridad Social, en el mes
de enero de 2007.
157
“Obligaciones en materia de higiene y seguridad en el trabajo: los cambios de la ley de
subcontratación”, en Revista Laboral Chilena nº 176 (5), mayo 2009, sección análisis, pág. 95.
158
Ibíd., pág. 82.
159
Un completo análisis del tema encomendamos en: “Protección a la Salud y Seguridad de los
Trabajadores. Ley 20.123”, publicado en la Revista Laboral Chilena nº 159 (8), agosto 2007,
pág. 82 y ss., sección estudios.
Trabajo”; en virtud del cual, la empresa principal debe mantener las condiciones
adecuadas en las instalaciones en que se prestaban los servicios, “mantenién-
dolos en condiciones de velar por la salud y la vida de los trabajadores que
en ellas se desempeñan, cualquiera sea la dependencia de los trabajadores”160.
Otra orden legal que debe cumplir la empresa principal es la referida a
“Velar por el cumplimiento de las normas de higiene y seguridad por
contratistas o subcontratistas, si subcontratan una obra, faena o servicios
propios de su giro”.
En cuanto a la expresión “servicios propios de su giro” contenida en el
inciso primero del artículo 66 bis de la Ley nº 16.744, Gajardo Harboe ha
escrito que: “en un comienzo se entendía que al referirse a servicios propios
del giro, la obligación de velar por el cumplimiento de normas de higiene y
seguridad por parte de las empresas contratistas y subcontratistas existía para
al empresa principal, sólo cuando subcontratara obras, faenas o servicios que
dijeran relación con su giro actividad principal. [Y cita como ejemplo los
Bancos, pues, quedaban fuera de esta obligación, todos aquellos servicios
subcontratados que no pertenecieran al giro, tales como al alimentación, aseo,
vigilancia, etc.].
Sin embargo, al dictarse el Reglamento del citado artículo 66 bis de la Ley
nº 16.744, contenido en el D.S. nº 76 de 2006, del Ministerio del Trabajo y
previsión Social, se despejaron las dudas [con el texto de su artículo 4º].
Como se aprecia, la autoridad optó por dar un alcance amplio a la ex-
presión ‘servicios propios del giro’, que comprendiera todo aquello que esté
destinado al desarrollo de las operaciones o negocios de la empresa, y por tanto,
incluyó por ejemplo los servicios de alimentación, vigilancia, mantención de
jardines y transporte de personal, ya que todos ellos son necesarios para que
la empresa funcione.
En concordancia con este alcance amplio de la expresión, la Superinten-
dencia de Seguridad Social a través de su Ord. nº 27756 de 2007, ha señalado
160
Gajardo Haboe, Ob. Cit., pág. 83.
161
Ob. Cit., pág. 84.
162
La política de seguridad establecerá las directrices que orientarán todos los programas y las acciones
en materias de seguridad y salud laboral en la obra, faena o servicios. Se exige que esta política sea
puesta en conocimiento de todos los trabajadores, lo que en la práctica se hace a través de actos
de entrega con el comprobante escrito de recepción por parte de cada trabajador, a fin de poder
acreditar el cumplimiento de este deber.
163
“Sin perjuicio de lo anterior, se exige a la empresa principal vigilar el cumplimiento por parte de
las empresas contratistas y subcontratistas de la obligación de informar a sus trabajadores de los
riesgos que entrañan las labores que ejecutarán; las medidas de control y prevención que deben
adoptar para evitar tales riesgos y de los métodos de trabajo correctos, entre otros”.
Y agrega la autora que, se trata de velar por el cumplimiento del “Derecho a Saber” contenido en
el artículo 21 y siguientes del D.S. nº 40 de 1969, y del actual texto del inciso primero del artículo
184 del Código del Trabajo. Ibíd.
164
Ibíd.
nº 76; y que se cumpliría con un acta de entrega o con una referencia expresa
en el contrato de prestación de servicios165.
Una quinta obligación estaría en “Mantener un Registro Actualizado
de Antecedentes” (artículo 5º D.S. nº 76), para efectos de planificar y dar
cumplimiento a las obligaciones de la empresa principal en materia de segu-
ridad y salud en el trabajo.
También se tendrá que “Velar por la constitución y funcionamiento del
Comité Paritario de Faena y del Departamento de Prevención de Riesgos
de Faena”. Comité Paritario de Faena, será obligatorio para la empresa prin-
cipal cuando el total de trabajadores que presten servicios en la obra, faena
o servicios propios de su giro, cualesquiera sea su dependencia -principales,
subcontratados y transitorios-, sean más de 25166.
En cuanto a sus Funciones: el CPF debe ejercer funciones de vigilancia y
coordinación de las acciones de seguridad y salud en el trabajo, en la respectiva
obra, faena o servicios167.
165
Este Reglamento Especial habrá que incorporarlo al Registro Actualizado de Antecedentes, el cual,
establecerá el mínimo de acciones de coordinación entre los distintos empleadores de las actividades
preventivas, a fin de garantizar a todos los trabajadores las condiciones mínimas de higiene y
seguridad adecuadas. También, contemplará los mecanismos para verificar su cumplimiento por
parte de la empresa principal y las sanciones aplicables. Una descripción del contenido mínimo
exigido para el reglamento se encuentra en el artículo 13 del D.S. nº 76.
Ibid., pág. 85.
166
Se trata de un estatuto independiente del Comité Paritario de Higiene y Seguridad (del artículo
66 de la Ley 16.744 y el D.S. nº 54 del Ministerio del Trabajo y Previsión Social de 1969), y que
tendrá aplicación supletoria en todo aquello que no fuere incompatible con las normas del D.S.
nº 76.
Sin perjuicio de lo dicho, el artículo 18 del D.S. 76 señala que, cuando la empresa principal tenga
constituido su CPHS en la respectiva obra, faena o servicios, de acuerdo al D.S. 54, éste podrá
asumir las funciones del CPF. Ibid., pág. 86.
167
Y para tal efecto debe realizar las siguientes acciones: “a) tomar conocimiento de las medidas
de seguridad y salud en el trabajo que se programen y realicen, debiendo la empresa principal
proporcionarle la información necesaria. b) Observar y efectuar recomendaciones a las actividades
de prevención programadas y en ejecución por parte de la empresa principal. c) Realizar las
investigaciones de los accidentes del trabajo que ocurran, cuando la empresa a que pertenece
el trabajador accidentado no cuente con CPF. En algunos casos debe integrar el CPF para los
170
“Esto último ha generado algunos inconvenientes, en caso de empresas principales que no tienen
como actividad principal la minera, industrial o comercial, pero que con motivo de las obras, faenas
o servicios subcontratados, sí desarrollan tales actividades, como por ejemplo las Municipalidades.
Nuestro parecer es que en estos casos debiera prevalecer la norma especial contenida en el artículo
26 del D.S. 76, por todo el tiempo que dure la obra, faena o servicio subcontratado.
Las normas particulares en materia de constitución, funcionamiento y funciones del DPRF se
contienen en el D.S. 76 […].
Al igual que en el CPF, el DPRF es independiente del Departamento de Prevención de riesgos
(DPR) que toda industria o faena minera, industrial o comercial debe constituir cuando en ella
laboren más de 100 trabajadores, que también es obligatorio y cuyas normas reglamentarias
se contienen en el D.S. nº 40 de 1969, […].Con todo, este Reglamento se aplica a los DPFR
supletoriamente, y en todo aquello que no fuere incompatible con las normas del D.S. nº 76.
Sin perjuicio de lo señalado, el artículo 28 del D.S. nº 76 señaló que cuando la empresa principal
tenga constituido el DPR en al respectiva obra, faena o servicios, de acuerdo al DS 40, éste podrá
asumir las funciones del DPRF.
Por último, cabe señalar que si la empresa principal cuenta con dos o m‘as obras, faenas o servicios
que cumplan los requisitos indicados, deberá constituir un DPRF en cada uno de ellos [asi,
Superintendencia de Seguridad Social, Ord nº66.104]”, ha escrito Gajardo Harboe, págs. 88 y 89.
171
Norma que según Gajardo Harboe posee una confusa redacción, “ya que su primera parte consagra
la responsabilidad de la empresa Usuaria, sobre el cumplimiento de las normas de higiene y
seguridad de los trabajadores transitorios, para luego agregar que ello es especialmente en relación
a sus trabajadores permanentes, lo que no era necesario decir, ya que es obvio que todo empleador
está obligado a ello.
Enseguida llama a confusión la referencia expresa a la Ley nº16.744, ya que algunos han pensado
que estaría evidenciando la responsabilidad directa de la Usuaria en la afiliación al sistema de dicha
ley, en el pago de cotizaciones previsionales al mismo sistema, y que los infortunios laborales que
los trabajadores transitorios pudieran sufrir durante los servicios contratados a la EST, afectarían
a las estadísticas de riesgo de la Usuaria.Todo lo anterior no es efectivo, y se explica simplemente
por lo que señalábamos […]: el empleador del trabajador transitorio es la EST y por tanto, a ella
corresponden los efectos señalados.
En sentido de atribuir una “responsabilidad directa” de la Usuaria en el cumplimiento de las normas
de higiene y seguridad respecto de los trabajadores transitorios, no es otro que el de enfatizar que
estando bajo sus instrucciones y en sus dependencias, corresponde a la Usuaria velar porque los
trabajadores transitorios presten sus servicios en condiciones óptimas de seguridad, cumpliendo
con las normas que al efecto el sistema contempla”.
172
Si bien la historia fidedigna del establecimiento del artículo 183 -AB, inciso final del Código del
Trabajo no da luces sobre este punto, nos parece que al establecerse que también será responsabilidad
de la Usuaria, las indemnizaciones a que se refiere el artículo 69 de la Ley nº 16.744, la norma
quiso enfatizar el especial cuidado que debe tener la Usuaria en velar por el cumplimiento de las
normas de higiene y seguridad por parte de los trabajadores transitorios, […], habida cuenta que
tales trabajadores se encuentran bajo su dependencia material.
Con todo, la EST está obligada a constatar que el estado de salud del trabajador transitorio sea
compatible con la actividad específica que desempeñará, lo que se traduce en la necesidad de exigir
a las EST los exámenes pre- ocupacionales que fueren necesarios”.Ob. Cit., págs. 91 y 92.
173
“Si bien la regla general es que la obligación de denunciar esté radicada en la entidad empleadora,
en los servicios transitorios la ley [artículo 183 -AB inciso tercero] optó por una solución práctica,
y señaló que la Usuaria debe denunciar inmediatamente al organismo administrador al que se
encuentra afiliada o adherida la respectiva empresa de servicios transitorios, la ocurrencia de un
infortunio laboral. Esto es así porque ya dijimos que el trabajador transitorio está subordinado
materialmente -no jurídicamente- a la Usuaria, siendo ésta quien controla su prestación de servicios
y quien debe velar por la salud y seguridad del trabajador transitorio.
Sin perjuicio de lo anterior, y consciente de que el empleador del trabajador transitorio es la EST,
se exige que la Usuaria también le notifique el siniestro para los fines pertinentes”. Ibid., pág. 92.
c) Jurisprudencia
174
Ibid.
175
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ25858.
y otros”, Rol n° 4514-2005)176. Por nuestra parte, nos parece muy destacable
176
Ante el 4° Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago (Rol n° 2356-2003), un trabajador deduce
demanda de indemnización de perjuicios por el accidente laboral sufrido. Indica que, con fecha 23
de septiembre, alrededor de las 8:00 horas, se encontraba en lo alto de un palto recogiendo frutos
con un tunero de metal que le proporcionara la empresa Polpaico, sentado sobre un gancho del
árbol como a 5 ó 6 metros del suelo y, al levantar el tunero sufrió una descarga eléctrica, provocada
por los cables de alta tensión que cruzaban la copa de los paltos cosechados. Fue trasladado al
Hospital de Cabildo y luego a la Mutual de Seguridad de Santiago. Expresa que producto de la
descarga eléctrica sufrió quemaduras en genitales, piernas y abdomen, además de la pérdida del
dedo pulgar de la mano izquierda y, de los dedos pulgar y anular de la mano derecha. Agrega que es
un joven de 18 años sin oficio y que por su incapacidad no podrá volver a trabajar adecuadamente.
Expone que la situación por la cual atraviesa se debe única y exclusivamente a culpa de la entidad
empleadora, la que no adoptó los resguardos de prevención de riesgos necesarios, esto es, poner a
disposición de sus trabajadores los elementos de protección necesarios, falta de instrucción para
la realización de la faena y falta de supervisión, no cumpliendo con las medidas de seguridad a
las cuales está obligado por imposición legal. Señala que por lo expuesto demandó por esta vía,
los siguientes conceptos a) Indemnización por concepto de seguros contratados por la empresa $
20.000.000; b) lucro cesante $ 78.396.000; c) daño biológico fisiológico $ 210.000.000; d) daño
moral $ 200.000.000; e) daño estético $ 50.000.000, todas las sumas anteriores más reajustes e
intereses y, el pago de las costas de la causa.
La demandada en su contestación de la demanda por parte de Agrícola Polpaico S.A., empleadora
formal, la que opone la excepción dilatoria del Nº 2 del artículo 303 del Código de Procedimiento
Civil, esto es la falta de personería o de representación legal del que comparece a su nombre, excepción
que fue rechazada por el tribunal a fojas 73. Luego opuso las siguientes excepciones perentorias: a)
Falta de interés actual en ejercicio de la acción subsidiaria impetrada por el demandante; b) Falta de
legitimación pasiva de la demandada, Agrícola Polpaico S.A., señalando que por el motivo señalado
con anterioridad, la demanda adolece de nulidad y en consecuencia vicia el proceso; c) Improcedencia
da litis consorcio voluntario eventual, toda vez que no existen otros empleadores del demandante
que Agrícola Polpaico S.A., la cual no tiene relación alguna con otra u otras empresas, dueños de
obra o faenas, contratistas o subcontratistas y que ésta ha sido demandada en forma equívoca,
subsidiariamente; d) Falta de uno de los elementos constitutivos de la acción, esto es la causa, puesto
que la demandante no considera a Agrícola Polpaico S.A. como su empleadora.
Agrega que el demandante, de manara voluntaria, en forma irresponsable y contraviniendo las
órdenes dadas por la empresa en cuatro charlas, se expuso en forma imprudente y temeraria al
riesgo; que la empresa entregó elementos de seguridad necesarios al trabajador y que cuenta
con todas y cada una de las medidas de prevención y de seguridad para evitar que se produzcan
accidentes por lo que no habría incurrido en responsabilidad alguna.
Resolviéndose por el Juez de Primer grado: “16) Que, analizada y ponderada la prueba rendida
por las partes y, aplicada las reglas de la sana crítica, se llega a las siguientes conclusiones: […]
e) Que, se arriba a la conclusión que el actor sufrió el accidente que le provocó los perjuicios
cuya reparación solicita, porque no se adoptaron, ni se previeron por la demandada, debida y
oportunamente, los métodos adecuados y seguros de ejecución de la faena y, además, tampoco
dispuso todas las medidas de seguridad y resguardos que eran necesarias para evitar los riesgos
consiguientes, lo cual permite estimar incumplida por el empleador la obligación de protección
que debía al demandante, en virtud de lo prevenido en el art. 184 del C. del Trabajo.
f ) Que, habiendo, en consecuencia, ocurrido el accidente por acciones y omisiones atribuibles a la
empresa Agrícola Polpaico S.A., sólo cabe acoger la demanda de autos, en la forma que se indicará
en lo resolutivo de este fallo.
18) Que, no habiendo acreditado la parte demandante la existencia de un seguro por la cantidad
señalada por ésta a fojas 24 vuelta, cabe desestimar la demanda en esta parte.
19) Que, teniendo presente que el lucro cesante es toda cantidad que el actor hubiera estado
percibiendo al momento de la ocurrencia del accidente y que se ha dejado de percibir por motivo
del mismo y, considerando los siguientes factores, esto es, que el sueldo, señalado por la parte
demandante (fs. 23 vta.) era de $ 120.000, correspondiente a faena de temporada y ocasional,
el cual fue cancelado hasta el mes de junio de 2003, que el organismo asegurador le otorgó una
pensión de invalidez del 70%, con vuelta al trabajo y, que aún se encuentra en etapa escolar (1º
medio al año 2002, con 18 años), según se lee de la demanda de autos, se hará lugar a la misma,
en base a una proyección estimativa de dos años más de estudios , esto es entre el año 2005, fecha
de término de sus estudios y, a la fecha de cumplir 65 años de edad, en base a diferencia de $
36.000 mensuales, esto es, 44 años 2 meses, lo que arroja la suma total de $ 19.094.000.
21) Que, en lo que respecta al daño biológico (pérdida de un órgano a fin de cubrir prótesis) y,
estético (cicatrices), éste dice relación con el daño directo causado por el accidente laboral sufrido
por el actor, por lo que ha de tenerse presente que, al momento de la ocurrencia del accidente
laboral, la empresa demandada se encontraba afiliada a la Asociación Chilena de Seguridad, por
lo que conforme lo dispone la ley 16.744. los gastos derivados de la ocurrencia del accidente son
cubiertos por el seguro de accidentes del trabajo.[…].
V. Que, se rechaza la demanda en cuanto se dirigió en contra de la Sociedad Agrícola y Comercial
Limitada Agricom, en calidad de empleadora real.
VI. Que, se hace lugar a la demanda de fojas 10 y siguientes, aclarada a fs. 78, en cuanto la Sociedad
Agrícola Polpaico S.A., deberá pagar al demandante, ya individualizado, ejecutoriada que sea la
presente resolución y por intermedio del Tribunal: a) $ 15.000.000 por concepto de daño moral;
b) $ 19.094.000 por concepto de lucro cesante.
VII. Que, se rechazan las excepciones formuladas por la Sociedad Agrícola Polpaico S.A.
VIII. Que, la Sociedad Agrícola y Comercial Limitada (Agricom) debe responder en los términos
del art. 64 del C. del Trabajo.
IX. Que, las indemnizaciones deberán reajustarse de acuerdo a la variación que experimente el
Índice de Precios al Consumidor, desde la fecha de notificación de la demanda y, además devengará
intereses corrientes para operaciones reajustables desde que el fallo quede ejecutoriado y, hasta su
pago efectivo.
X. Que, cada parte pagará sus costas y, por mitades las comunes si las hubiere”.
177
Pronunciada por la Décima Sala de esta I. Corte de Apelaciones, integrada por la Ministra Sra.
Rosa María Maggi Ducommun, el fiscal judicial Sr. Daniel Calvo Flores y el abogado integrante
Sr. Nelson Pozo Silva.
178
En autos seguidos ante el Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Antofagasta (Rol nº 4.472-
04), por sentencia de 24 de junio de 2005, que estableció como hechos: a) el 6 de julio de 1999,
alrededor de las 16:10 horas, mientras el actor cumplía labores al interior de las instalaciones
de la Minera Lomas Bayas, efectuando un trabajo de cambio de luminarias, cayó de una altura
aproximada de cinco metros al ceder el poste que lo sostenía, precipitándose el demandante sobre
el talud y luego dentro de la taza de contención de los estanques de petróleo, diagnosticándosele,
producto de la caída, fractura de cráneo y muñeca derecha; b) la escalera usada por el trabajador
accidentado fue facilitada por personal de la empresa minera; c) la demandada Compañía Minera
Lomas Bayas no informó previamente al Servicio Nacional de Geología y Minería de la II Región,
los trabajos de mantención que haría Esso Chile en el interior de sus instalaciones; d) no hubo
análisis ni evaluación previa del trabajo que habría de realizarse por parte de Ingelv; e) el supervisor
de Ingelv dio la orden para el uso de una escalera en la reparación de la luminaria; f ) Esso Chile
autorizó los servicios de Ingelv como contratista; g) no hubo ningún tipo de supervisión por parte
de Esso Chile ni de Lomas Bayas. El fallo de primer grado, acogió la demanda sólo en cuanto se
condenó al demandado principal al pago de cincuenta millones de pesos, más reajustes e intereses,
por concepto de indemnización por el daño moral sufrido por el actor con ocasión del accidente
de trabajo, ocurrido el 6 de julio de 2001. Además, decidió que los demandados subsidiarios, son
responsables, en esa calidad, de la suma que se ordenó pagar al actor.
Se alzó el demandado principal y la demandada subsidiaria Esso Chile Petrolera limitada y la Corte
de Apelaciones de esa ciudad, por fallo de treinta de septiembre de 2005, que se lee a fojas 327,
con mayores fundamentos, confirmó de la primera instancia.
En contra de esta sentencia, la demandada subsidiaria, Esso Chile, interpuso recurso de casación en
el fondo, por haberse dictado con infracción de ley, pidiendo su invalidación y la dictación de fallo
de reemplazo por medio del cual se acoja su recurso de apelación y se revoque la de primera instancia
en cuanto declaró que su parte es subsidiariamente responsable del pago de la indemnización por
daño moral reconocida al actor. De este fallo reproducimos su parte resolutiva: “Noveno: Que,
desde un ángulo práctico, la responsabilidad en examen debe estimarse comprensiva sólo de los
casos en que el dueño de la obra, faena o empresa ha podido fiscalizar el cumplimiento por parte
del contratista o subcontratista de las obligaciones de las que se pretende hacerlo responsable.
Ya se resolvió en materias similares que si ello escapaba de la esfera de control del responsable
subsidiario, éste no puede ser condenado en tal calidad.
Décimo: Que, por consiguiente y sobre la base de los hechos asentados en este proceso, esto es,
que el empleador directo del actor es quien dio la orden de usar la escalera en la reparación de las
luminarias, lo que estaba expresamente prohibido por la demandada subsidiaria Empresa Esso
Chile, no es posible atribuir a la dueña de la obra o faena -la recurrente de casación- responsabilidad
subsidiaria en la condena que se le ha impuesto al contratista por infringir el deber de seguridad,
desde que aquélla no estuvo en condiciones reales de ejercer una fiscalización mayor que la que
hizo operar en relación con el cumplimiento de las medidas que tendieran a proteger eficazmente
la vida y seguridad de los trabajadores de la obra o faena contratada.
Undécimo: Que, de acuerdo con lo anterior, los sentenciadores interpretaron con error de derecho
la norma del artículo 64 del Código del Trabajo, al extender la responsabilidad subsidiaria del
dueño de la obra o faena a una situación de hecho no prevista por aquélla. Conculcación de ley que
influyó sustancialmente en lo dispositivo del fallo recurrido, desde que condujo a los sentenciadores
a condenar a la recurrente, en los términos en que fue demandada. Por estas consideraciones
[…], se acoge el recurso de casación en el fondo interpuesto por la demandada subsidiaria […],
en consecuencia, se invalida y se la reemplaza por la que se dicta a continuación, sin nueva vista,
separadamente.
Se previene que el abogado integrante Sr. Peralta estuvo por acoger el recurso de que se trata
teniendo para ello únicamente en consideración, que en su concepto, la responsabilidad subsidiaria
del dueño de la obra o faena, prevista en el artículo 64 del Código del Trabajo, en materia de
accidentes del trabajo, se encuentra limitada sólo al cumplimiento, en carácter de subsidiario, de las
obligaciones de afiliación y cotización que afecten a los contratistas en relación con las obligaciones
de sus trabajadores, como se expresa en el inciso segundo del artículo 209 del Código del Trabajo
y que se reitera en el artículo 4° de la Ley 16.744”.
Y desde la Sentencia de reemplazo destacamos: “se resuelve: I) Que, se revoca la sentencia apelada
[…], sólo en cuanto por su decisión IV, condena a la empresa Esso Chile Petrolera Limitada, en
carácter de subsidiaria, al pago de la indemnización por conc pto de daño moral a que se encuentra
condenado el empleador del demandante, contratista Ingelv y, en su lugar, se declara, en cambio,
que se la exime de responsabilidad.
II) se confirma, el referido fallo en lo demás apelado.
Se previene que el abogado integrante Sr. Peralta estuvo también por revocar la sentencia en
alzada en relación a la demandada subsidiaria Esso Chile Petrolera Limitada, teniendo para ello
en consideración que la responsabilidad de la empresa dueña de la obra o faena, en materia de
accidentes del trabajo, se extiende únicamente a lo previsto en el artículo 209 del Código del
Trabajo, en relación con el artículo 4° de la Ley 16.744, esto es, a las obligaciones de afiliación y
cotización”.
Pronunciado por la Cuarta Sala, integrada por los Ministros señores Marco Libedinsky T., Orlando
Álvarez H., Urbano Marín V., y Sr. Patricio Valdés A. y el abogado integrante Sr. Ricardo Peralta
V.
179
Acordada la decisión de acoger el recurso de casación en el fondo deducido por la demandada
subsidiaria, con el voto en contra de la Ministra, señora Rosa María Maggi Ducommun, quien
estuvo por rechazarlo, sobre la base de las siguientes consideraciones: “b) Que, se trata, entonces,
de una obligación que tiene su fuente en la ley, pero que está ciertamente vinculada al contrato
de trabajo suscrito entre el dependiente y su empleador directo, desde que a este último ha
encomendado el responsable subsidiario la ejecución de la obra que no ha podido o querido realizar
por sí mismo, beneficiándose en definitiva con la labor desarrollada por los trabajadores. De esta
manera, las normas que regulan la responsabilidad contractual se hacen extensivas a la obligación
que la ley impone al dueño de la obra, de responder por las obligaciones laborales y previsionales
que afecten al empleador directo, a favor de los trabajadores de éstos. […]
d) Que, entre las obligaciones laborales a que alude la norma citada quedan también incluidas
aquéllas derivadas de la infracción del deber de protección que al empleador impone el artículo
184 del Código del Trabajo. En tal caso, ante el incumplimiento de esa obligación de seguridad,
está el trabajador en cuyo favor se ha establecido el derecho en situación de impetrar, no sólo
de parte de su empleador directo, sino también del responsable subsidiario, las indemnizaciones
que pudieren corresponderle por las consecuencias dañosas de los accidentes o enfermedades
profesionales que hubiere sufrido durante la vigencia de la relación laboral.
e) Que, de acuerdo a los hechos asentados en el proceso, sintetizados en el motivo quinto de
esta sentencia, el empleador directo tuvo responsabilidad en el accidente por no haber adoptado
las medidas necesarias para proteger la integridad física y psíquica del demandante, pues pese al
riesgo que representaba subir a un poste con trepaderas metálicas, no proporcionó una escalera
adecuada o camión con capacho que habría evitado la caída del trabajador, ni comprobó haberle
suministrado un cinturón de seguridad. Entre los hechos establecidos por los jueces del fondo no
consta, sin embargo, ninguna circunstancia que permita concluir que la dueña de la obra o faena
haya cumplido eficazmente su obligación de fiscalizar, ni haya estado impedida de controlar el
cumplimiento de la obligación de seguridad por parte del empleador directo.
f) Que, en consecuencia, en opinión de la disidente, los sentenciadores no interpretaron ni aplicaron
erróneamente la norma del artículo 64 del Código del Trabajo al acceder a la demanda interpuesta
en contra de la recurrente, como responsable subsidiaria del pago de las indemnizaciones sustitutiva
del aviso previo y por años de servicios, y de aquellas derivadas del daño sufrido por el demandante
con ocasión del accidente del trabajo”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señor Patricio
Valdés A., señoras Gabriela Pérez P., Rosa María Maggi D., y Rosa Egnem S. y abogado integrante
señor Patricio Figueroa S.
180
Transcribimos el fallo de la Corte de Puerto Montt (Rol nº 309-2006).“Tercero: Que, en la especie,
ha concurrido a solicitar amparo constitucional por la vía de este recurso, don […] a favor de
doña […], quien refiere que en forma ilegal y arbitraria le fue rechazada la autorización sanitaria
necesaria para el funcionamiento de su local consistente en una sucursal de la Óptica Austral,
invocándose por la recurrida el incumplimiento a lo dispuesto en los artículos 21 y 22 del decreto
supremo 594, puesto que no cuenta con baños para el personal del establecimiento.
Cuarto: Que, por su parte, informando el recurso, don […], Seremi de Salud de la Décima Región,
sostiene que su decisión se ajusta a derecho puesto que efectivamente al no contemplar el local
cuya autorización sanitaria se solicita, servicios higiénicos para el uso del personal, se transgrede
lo expresamente estatuido en el reglamento sobre condiciones sanitarias y ambientales básicas de
los lugares de trabajo, no siendo suficiente al efecto que se disponga de baños en un local externo,
no obstante encontrarse a menos de setenta y cinco metros de distancia.
Quinto: Que, analizados los antecedentes acompañados por las partes así como los dispuestos
agregar por esta Corte, de conformidad con las reglas de la sana crítica, fluye como hecho no
sucursal de óptica austral en Puerto Montt que la decisión denunciada, por una
parte, establece a su respecto una diferencia arbitraria, desde que establecimientos
comerciales de idéntico giro, ubicados en centros comerciales de la misma ciudad,
carecen también de servicios higiénicos y, pese a ello, fueron autorizados para
funcionar; y en segundo término, porque con aquélla se le dificulta el desempeño
de su actividad comercial’;
3°) Que, el artículo 67 del Código Sanitario, con que se inicia su Libro
Tercero intitulado ‘De la higiene y seguridad del ambiente y de los lugares de
trabajo’, dispone que: ’Corresponde al Servicio Nacional de Salud velar porque
se eliminen o controlen todos los factores, elementos o agentes del medio ambiente
que afecten la salud, la seguridad y el bienestar de los habitantes en conformidad
a las disposiciones del presente Código y sus reglamentos’;
4º) Que, a su vez, el artículo 82 del Código referido, ubicado en el Título III
‘De la higiene y seguridad de los lugares de trabajo’, establece que: ‘El reglamento
comprenderá normas como las que se refieren a: a) las condiciones de higiene y
seguridad que deben reunir los lugares de trabajo, los equipos, maquinarias, insta-
laciones, materiales y cualquier otro elemento, con el fin de proteger eficazmente la
vida, la salud y bienestar de los obreros y empleados y de la población en general;
b) las medidas de protección sanitaria y de seguridad que deben adoptarse en la
extracción, elaboración y manipulación de substancias producidas o utilizadas en
los lugares en que se efectúe trabajo humano; c) las condiciones de higiene y seguri-
dad que deben reunir los equipos de protección personal y la obligación de su uso’;
5º) Que, en cumplimiento de las normas reproducidas más arriba, se dictó el
Decreto Supremo Nº 594, de 15 de septiembre de 1999, continente del ‘Reglamento
sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales Básicas en los Lugares de Trabajo’,
cuyo artículo 1º prescribe que dicho cuerpo normativo anticipa las condiciones de
esa clase ‘que deberá cumplir todo lugar de trabajo’; y, seguidamente, su artículo
21 detalla cuáles son las exigencias que deben cumplir los servicios higiénicos y de
evacuación de aguas servidas de tales recintos;
6º) Que, de lo transcrito se desprende que las normas que regulan las con-
diciones sanitarias y ambientales básicas en los lugares de trabajo tienen carácter
obligatorio, puesto que se han dictado en cumplimiento del mandato establecido
la manera en que lo hizo, por lo cual el órgano recurrido actuó dentro de la esfera
de su competencia, no incurriendo entonces en ilegalidad alguna;
13°) Que, asimismo, el acto denunciado aparece revestido de plausibilidad
y razonabilidad, más aún si ha sido dictado tomando en consideración el debido
resguardo de la salud, el bienestar y la vida de los trabajadores dependientes de
la recurrente;
14º) Que, por lo concluido precedentemente y no resultando arbitrario ni
ilegal el actuar del recurrido, resulta innecesario entrar al análisis de las garantías
constitucionales que se dicen conculcadas en el recurso, el que, en consecuencia, no
puede prosperar y debe ser desestimado.
Por estos fundamentos y de conformidad, además, con lo que disponen el
artículo 20 de la Constitución Política de la República y el Auto Acordado sobre
Tramitación del Recurso de Protección de Garantías Constitucionales, se revoca
la sentencia apelada de veinticuatro de enero recién pasado, escrita a fojas 46 y si-
guientes, y en su lugar se declara que se rechaza el recurso de protección deducido”181.
“La Inspección del Trabajo tiene plena competencia para fiscalizar no sólo
aquellas normas de protección de la salud y la vida de los trabajadores, sino tam-
bién en materia de higiene y seguridad, y respecto de las normas del Reglamento
sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales Básicas en Lugares de Trabajo […]
Constatado por un fiscalizador de la Inspección del Trabajo que los trabajado-
res de la empresa se encontraban totalmente mojados, producto de las lluvias, ello
importa un riesgo evidente para su salud e integridad física, sin que ello implique
desarrollar alguna enfermedad profesional. El legislador busca proteger al traba-
jador de “cualquier riesgo”, como se desprende del artículo 10º del Reglamento
sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales Básicas en Lugares de Trabajo, lo que
implica que respecto de los trabajos que deban realizarse en locales descubiertos o
en sitios a cielo abierto, deben tomarse precauciones adecuadas para proteger a los
trabajadores contra las inclemencias del tiempo, como el viento, la lluvia, el frío y
181
Pronunciado por la Tercera Sala, integrada por los Ministros Sr. Ricardo Gálvez, Sr. Milton Juica,
Sr. Adalis Oyarzún, Sr. Héctor Carreño y Sr. Pedro Pierry.
fiscalización a los Servicios de Salud, pues el artículo 184 del Código del Trabajo
dispone precisamente que la fiscalización de tales instituciones no se opone a la
que corresponde realizar a la Dirección del Trabajo” (Corte Suprema, 17 marzo
2008, Apelación “Ortega Arcauz con Inspección Comunal del Trabajo de San
Vicente”, Rol 1202-2008)182.
182
Que según refiere el fallo de primer grado (Juzgado de Letras de San Vicente, Rol nº 1.554-2006),
el día 7 de mayo de 2006, se constituyó en visita inspectiva en el Fundo La Granja de Peumo, el
fiscalizador de la Inspección Comunal del Trabajo de San Vicente de Tagua Tagua, ocasión en que
diversos trabajadores cosechaban paltas bajo la lluvia, constatando que aquéllos se encontraban ‘con
sus ropas totalmente mojadas de cuerpo entero’, y los trajes de agua entregados por la empresa ‘en
condiciones inadecuadas’, según lo consigna en su informe, a raíz de lo cual procedió a ordenar
la suspensión de labores por el período en que subsistieran las circunstancias que lo originaron,
como consta del acta.
Esta medida, resistida por dicho empleador, motivó que demandara a la referida entidad
fiscalizadora, por estimar que aquélla no se ajustó a derecho, por cuanto sus trabajadores agrícolas
‘se encuentran equipados con los elementos de protección personal necesarios y adecuados para
proteger su salud y vida’, pudiendo y debiendo ‘ejecutar labores durante los días de lluvia’, en razón
de lo cual solicitó en definitiva que se declarara, ilegal la señalada suspensión de faenas, sin antes
cuestionar la competencia de los fiscalizadores de la Inspección del Trabajo en materia de higiene
y seguridad y respecto de las normas del Decreto Supremo N° 594 sobre condiciones sanitarias y
ambientales básicas en lugares de trabajo.
“Tercero: Que, la Inspección Comunal del Trabajo, al contestar la demanda a fs. 20, ratificó su
denuncia en cuanto a que los trabajadores que laboraban en la fecha de inspección se encontraban
con sus ropas totalmente mojadas, lo que pudo verificar el fiscalizador por una simple inspección
visual y de tacto; también precisó que aquéllos tenían sus impermeables ‘desgastados especialmente
en la zona de pliegues (antebrazos, axilas, entrepiernas, rodillas, etc.)’, la cual había perdido su capa
impermeable, ‘quedando al descubierto la tela blanca no impermeable’. El que esta vestimenta
no se encontrara en perfecto estado de funcionamiento, es lo que provocó que los trabajadores en
una jornada de lluvia ‘tuvieran sus ropas íntegramente mojadas’, pues, al revisar materialmente
el fiscalizador los implementos de protección personal, estos se encontraban ‘ajados y rotos’,
exponiéndolos indebidamente a la lluvia y al frío con el consiguiente peligro para su salud.
En razón de lo anterior es que el fiscalizador, haciendo uso de la facultad que le concede el artículo
28 del DFL N° 2 (Ley Orgánica de la Dirección del Trabajo) ordenó la suspensión inmediata de
labores, dando así cumplimiento, además, a la obligación de controlar que el empleador tome las
medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores, según lo dispone
el artículo 184 del Código del Trabajo, en concordancia con la exigencia de tomar precaucion es
adecuadas que los protejan ‘contra las inclemencias del tiempo’, conforme lo prescribe el artículo
10º del Decreto Supremo N° 594, de 1999. En razón de lo anterior es que el fiscalizador, haciendo
uso de la facultad que le concede el artículo 28 del DFL N° 2 (Ley Orgánica de la Dirección
del Trabajo) ordenó la suspensión inmediata de labores, dando así cumplimiento, además, a la
obligación de controlar que el empleador tome las medidas necesarias para proteger eficazmente
También, de este fallo se destaca que: “La Inspección del Trabajo tiene plena
la vida y salud de los trabajadores, según lo dispone el artículo 184 del Código del Trabajo, en
concordancia con la exigencia de tomar precaución es adecuado que los protejan ‘contra las
inclemencias del tiempo’, conforme lo prescribe el artículo 10 del Decreto Supremo N° 594, de
1999.
Quinto: […] b) Respecto del otro ámbito de la denuncia formulada por el fiscalizador, en cuanto
a que los trabajadores se encontraban con sus ropas ‘totalmente mojadas de cuerpo entero’ (fs.8),
todos los testigos estuvieron contestes en confirmar tal denuncio. Pero al momento de hacerlo,
los que declararon por el demandante atribuyeron ese estado a la transpiración que provoca el
uso del impermeable, en tanto que los otros confirmaron que ello se produjo fundamentalmente
porque tal vestimenta era y es inadecuada.
Ciertamente, esta última afirmación tiene mayor asidero para explicar la humedad que
verificó el fiscalizador en ropa personal de cada trabajador, la cual se supone que es protegida
precisamente por el impermeable o traje de agua que se les entrega para laborar en días de lluvia.
En verdad esto no se produjo pues, consta de algunos testimonios que ese día los trabajadores
ya se habían cambiado ropa a mitad de jornada y ‘antes’ de que se realizara la visita inspectiva.
Por tanto, asumiendo como válidas y coherentes las conclusiones de la sentenciadora en el motivo
undécimo del fallo en cuestión, sólo resta señalar que el hecho de que los trabajadores hayan
estado totalmente mojados (y no ‘totalmente transpirados’), importa, desde luego, un riesgo
evidente para su salud e integridad física, sin que ello implique desarrollar alguna enfermedad
profesional. El espíritu del legislador es y ha sido proteger al trabajador de ‘cualquier riesgo’ como
se desprende del artículo 10º del Decreto Supremo 594, de 1999, el cual, respecto de los trabajos
que deban realizarse en locales descubiertos o en sitios a cielo abierto -como es el caso de autos-
ordena que ‘deberán tomarse precauciones adecuadas que protejan a los trabajadores contra las
inclemencias del tiempo’, como lo son el viento, la lluvia, el frío y las heladas en época invernal
, porque, pueden transformarse en factores determinantes para quebrantar en mayor o menor
grado la salud de quienes trabajan bajo esas condiciones climáticas sin la debida protección, de
sus empleadores. De ahí, entonces, las exigencias de adecuación y calidad que el legislador ha
impuesto para los ‘elementos de protección personal’ (Decreto Supremo de Salud N° 18, de 1982).
En consecuencia, si los trajes de lluvia entregados por el demandante para las faenas de invierno
son impermeables según la certificación hecha por la ACHS y aun así penetra el agua de la lluvia
hacia las ropas y al cuerpo del trabajador -como ha quedado fehacientemente acreditado en autos-
resulta innegable que el tipo o modelo usado para la faena de campo en días lluviosos es del todo
inadecuado, es decir, no apropiado a las condiciones o circunstancias para las que fue destinado.
Por ello, resulta congruente y ajustado a derecho la ulterior medida de suspensión de faena decretada por el
fiscalizador en pleno uso de la facultad conferida por el artículo 28 del DFL N° 2 de 1967, del Ministerio
del Trabajo y Previsión Social, en razón de lo cual no cabe sino confirmar la sentencia apelada, sin costas.
Sexto: […]. Por estas consideraciones, se resuelve: I.- Que, se confirma la sentencia apelada de
fecha 25 de junio de 2007, escrita desde fs. 90 a 93 vta. II.- Que, no se condena en costas al
demandante por estimar que tuvo motivo plausible para litigar”.
Fuente: http://productos.legalpublishing.cl, ID nº 38509
acerca del sentido y alcance de lo dispuesto en el artículo 3º, del D.S. Nº 594, de
1999, del Ministerio de Salud, sobre obligación de la empresa de mantener en
condiciones adecuadas los lugares de trabajo para proteger a sus dependientes como
los de sus contratistas, en cuanto se podría comprender también otras obligaciones
como la vigilancia o control de las medidas de prevención que deben aplicar sus
contratistas o subcontratistas. Sobre el particular, cúmpleme informar a Ud. lo
siguiente: El artículo 3º, del D.S. Nº 594, de 1999, del Ministerio de Salud,
que aprueba el reglamento sobre condiciones sanitarias y ambientales básicas en
los lugares de trabajo, dispone: […]. De la disposición reglamentaria citada se
desprende que la obligación de mantener condiciones sanitarias y ambientales
adecuadas en los lugares de trabajo para proteger la vida y salud de los trabajado-
res, corresponde a la empresa, ya sea que en tales lugares se desempeñen sus propios
trabajadores o los de sus contratistas que realicen actividades para ella. De esta
manera, los lugares de trabajo deberán ser mantenidos en condiciones adecuadas
por la empresa respectiva, a fin de que brinden protección eficaz a la vida y salud
de los trabajadores que laboren en ellos, sean trabajadores de la misma empresa o de
contratistas que se desempeñen para ella. De este modo, las obligaciones indicadas
se imponen de forma directa sobre la empresa, porque a ella pertenecen ordinaria-
mente los lugares de trabajo, conformando su identidad, y ella sería, por ende, la
que los debe mantener en las condiciones necesarias y adecuadas, cualquiera sea la
dependencia de los trabajadores que vayan a trabajar en ellos, del propio dueño de
la obra, o de un contratista, que habitualmente lo son en forma transitoria y por
lo mismo no tienen mayor vinculación con determinado lugar de trabajo, con sus
instalaciones, estructuras y características básicas. De esta manera, como se trata
de regular las condiciones de los lugares de trabajo, es primordial la referencia a
la empresa a la cual pertenecen, o bajo cuyo mantenimiento se encuentran, como
obligada a velar por sus condiciones de seguridad y salubridad, indistintamente de
la persona del empleador que los ocupa, si es el dueño o contratista. Lo expresado
queda en mayor evidencia si se considera que el reglamento en cuestión tiene por
objeto precisamente regular las condiciones de seguridad y salubridad de los lugares
de trabajo, atribuibles a la empresa, y no las obligaciones del o los empleadores
de los trabajadores que se desempeñan en ellos, materia que se encuentra tratada
en la ley 16.744, sus reglamentos, y en el Código del Trabajo, por lo que existiría
independencia en el alcance y sentido de la norma reglamentaria del artículo 3º en
análisis y esta última legislación, entre las cuales habría más bien un complemento
en su aplicación. En efecto, el reglamento D.S. Nº 594, en su artículo 1º, inciso 1º,
precisa: […]. De este modo, el reglamento aludido regula las condiciones sanitarias
y ambientales de todo lugar de trabajo, sin distinguir la entidad empleadora de los
trabajadores que laboren en ellos, y más bien cualquiera sea ésta, como se deriva
del texto del artículo 3º del mismo reglamento, ya comentado. De esta suerte, el
artículo 3º del D.S. Nº 594, no tendría por sentido o alcance establecer otras
responsabilidades del empleador por las medidas de prevención de accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales por trabajadores que laboran en los lugares
de trabajo, sino más bien fijar las exigencias de estos centros de trabajo, para
proteger la vida y salud de los dependientes que laboran en ellos, indistintamente
de su empleador. Lo expresado no podría llevar a entender que la disposición
reglamentaria en comento obligue a la empresa, o dueña de la obra, respecto del
contratista, a la vigilancia o la supervisión de este último en cuanto cumpla con la
normatividad sobre las condiciones de seguridad y salubridad de sus trabajadores,
a menos que lo sea respecto del lugar de trabajo, por lo que no podría hacérsele
responsable al efecto ni menos sancionarlo como infractor de una obligación que
la ley no le impone. En efecto, de acuerdo a la legislación vigente, es el empleador
quien responde de las obligaciones de protección y prevención de accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales de sus trabajadores, sin que la ley establezca
una responsabilidad de vigilancia o supervisión, o subsidiaria, del dueño de la
empresa, obra o faena, cuando interviene un contratista o subcontratista, si éstos
como empleadores deben asumir dichas obligaciones por sus propios trabajadores.
Así, el artículo 184 del Código del Trabajo, que consagra en nuestra legislación el
denominado deber de seguridad, se refiere directamente al empleador, al disponer:
[…]. De este modo, si el dueño de la obra, empresa o faena no es el empleador
directo de los trabajadores que laboran para él, no le asisten las obligaciones de
prevención señaladas, a menos que como ha quedado dicho se trate de las condicio-
nes del lugar mismo de trabajo, que corresponde a la empresa. Cabe acotar, que al
referirse la norma transcrita a la mantención de condiciones adecuadas de higiene
y seguridad en las faenas, como obligación del empleador, ello no se contrapone
con la norma reglamentaria en estudio, que alude a las condiciones adecuadas del
lugar de trabajo, como obligación de la empresa, si son aspectos distintos. Faena es
sinónimo de trabajo, servicio, actividad o tarea, en cambio, lugar de trabajo lo es
del D.S. Nº 313, a menos que la atención externa se derive de una necesidad
imprescindible por su urgencia u otro motivo grave, causada exclusivamente por
la naturaleza de las lesiones producidas, siempre que la prestación que se otorgue
se encuadre dentro del concepto de protección necesaria y suficiente del estado de
necesidad provocado por el accidente y que la procedencia de la atención externa
esté determinada, además, por la falta, insuficiencia o no disponibilidad de los
medios necesarios en el respectivo Servicio de Salud;
b) El Jefe del establecimiento educacional estará obligado a denunciar los
accidentes escolares, tan pronto tenga conocimiento de su ocurrencia, aun en el
caso de que se haya optado por la atención médica privada; c) Si el establecimien-
to escolar respectivo hubiere celebrado un convenio de Seguro de Accidentes con
una clínica privada, tal contrato de seguro, de índole mercantil, no incluye a la
víctima de las prestaciones del Seguro Social del D.S. Nº 313 citado, y puede ser
complementario. Sin embargo, debe tenerse presente que este último seguro no
cubrirá ninguna de las prestaciones que se hayan otorgado con cargo al aludido
seguro mercantil; y d) Ante la eventualidad de producirse una invalidez de un
alumno como consecuencia de haber sufrido un accidente escolar, éste tiene derecho
a recibir educación gratuitamente, previa solicitud ante el Ministerio de Educa-
ción, siempre que hubiese experimentado una merma apreciable de su capacidad
de estudio” (Superintendencia de Seguridad Social, 8 agosto 1994, Dictamen
ORD nº 3752).
taria, dependientes del Estado o reconocidos por éste, quedarán sujetos al seguro
escolar contemplado en el artículo 3º de la Ley Nº 16.744 por los accidentes que
sufran durante sus estudios o en la realización de su práctica educacional o profe-
sional. A su vez, el inciso segundo del mismo artículo establece que se exceptúan
los estudiantes a que se refiere la letra c) del artículo 2º de la Ley mencionada, que
se refiere a los estudiantes que deben ejecutar trabajos que signifiquen una fuente
de ingreso para el respectivo plantel. En consecuencia, al estudiante que realiza
su práctica profesional sin que ello signifique una fuente de ingreso al plantel
educacional respecto de los accidentes que le produzcan una lesión a causa o con
ocasión de sus estudios o de la realización de su práctica profesional o educacional
y que le produzcan incapacidad o muerte, se aplica el Decreto Supremo Nº 313
indicado. Siendo ese el caso del estudiante de que se trata, debió ser atendido por
el Servicio de Salud respectivo, que corresponde al servicio de salud Talcahuano,
en lo relativo al otorgamiento de las prestaciones médicas, de acuerdo a lo esta-
blecido en el artículo 4º del Decreto Supremo Nº 313 mencionado. Ahora bien,
este Organismo debe señalar que es posible que la víctima de un accidente puede
recurrir a establecimientos asistenciales distintos de aquellos a los que le corresponde
atenderse según la normativa respectiva, en el caso del Decreto Supremo Nº 313
indicado, siempre y cuando se presenten algunas de las siguientes situaciones de
excepción; [a) Urgencia del caso; b) Naturaleza o gravedad de las lesiones sufridas;
c) Necesidad de someterse a tratamientos especialmente calificados; d) Cercanía
del lugar donde ocurrió la contingencia]. En la especie, de acuerdo a los antece-
dentes de que se dispone y de lo informado por el Departamento Médico de este
Organismo, el estudiante sufrió una fractura a su columna de pronóstico grave y
que requirió de atención de urgencia porque podían producírsele secuelas graves,
razón por la cual la emergencia del caso obligó a la empresa recurrente a enviarlo
a la Asociación Chilena de Seguridad, lugar en que se atienden los trabajadores
de esa empresa que sufren accidentes, en vez del Servicio de Salud Talcahuano.
En consecuencia, esta Superintendencia declara que corresponde que ese Servicio
pague a la Asociación Chilena de Seguridad el valor de la atención médica que
otorgó al estudiante accidentado, la cual debió ser prestada por ese Servicio, pero la
urgencia y la naturaleza y gravedad de las lesiones sufridas por el estudiante impidió
que se requirieran de ese. Finalmente, cabe hacer presente que, si bien la atención
médica prestada por la Mutualidad indicada es avaluable en dinero, mantiene
1) Generalidades
El seguro social contemplado por la Ley 16.744 otorga dos tipos de
prestaciones, las médicas y las pecuniarias. Y debido a la amplitud de las
prestaciones medicas, tan sólo diremos que las pecuniarias han sido estable-
cidas por las siguientes contingencias: a) Incapacidad laboral temporal que
contempla el pago de subsidios que remplazarán la remuneración o renta
del trabajador accidentado mientras subsista la incapacidad para trabajar;
b) Invalidez parcial que otorga una indemnización si la invalidez es de baja
183
Ver Humeres, Ob. Cit., pág. 178.
184
A su vez, conforme al artículo 3º del D.S. nº109: “Se considerará invalidez el estado derivado de
un accidente del trabajo o enfermedad profesional que produzca una incapacidad presumiblemente
permanente de naturaleza irreversible, aun cuando deje en el trabajador una capacidad residual
de trabajo que le permita continuar en actividad. La invalidez deberá ser graduada en todo caso,
en conformidad a las normas establecidas en el presente reglamento, y en tanto represente una
incapacidad de ganancia igual o superior a un 15%, dará derecho a indemnización global o a
pensión, según el caso, sin perjuicio de las prestaciones médicas y subsidios que correspondan”.
de cargas familiares por sus hijas y, de hecho la credencial está emitida sólo para él.
A pesar de ello, FONASA no aceptó la eliminación de la carga y, por el contrario,
informó verbalmente que la pensionada asistencial debía renunciar a la carga familiar
por su hija, aduciendo que el cónyuge en su calidad de trabajador dependiente con
mayor renta es quien debe incorporar como cargas familiares a las menores. Sobre el
particular, esta Superintendencia declara que de acuerdo a lo dispuesto en el artículo
7º del D.L.Nº 869,de 1975, las personas que perciben una Pensión Asistencial no
pueden ser causantes de asignación familiar. Sin embargo, la misma norma dispone
que pueden ser beneficiarios de esta prestación en relación con sus descendientes que
vivan a su cargo en los términos contemplados en el Sistema Único de Prestaciones
Familiares. Por su parte, el D.F.L. Nº 150, dispone en su artículo 6º que los causantes
no darán derecho a más de una asignación familiar por cada uno de ellos, aún cuan-
do el beneficiario estuviere acogido a diversos regímenes previsionales y desempeñare
trabajos diferentes y aun cuando pudieren ser invocados en dicha calidad por dos
o más personas. La norma citada sólo establece como limitación que los causantes
sólo pueden dar derecho a una asignación familiar, pero nada dispone en cuanto a
quien debe proceder al reconocimiento. En la especie, ambos padres pueden invocar
a las menores como cargas familiares y tal como consta de la documentación tenida
a la vista la interesada, en su calidad de pensionada asistencial, solicitó y obtuvo la
autorización de cargas familiares de sus dos hijas. En consecuencia, se ha dado cum-
plimiento a la limitación establecida en el artículo 6º citado, no siendo procedente
la exigencia de que el padre sea quien solicite el reconocimiento de las cargas por no
existir norma legal que lo autorice” (Superintendencia de Seguridad Social, 13
enero 2005, Dictamen ORD nº 1522).
Es causal de término del beneficio de pensión de supervivencia
derivado de fallecimiento del causante por accidente del trabajo, si la
madre de los hijos naturales tiene el estado civil de casada. El Instituto ha
recurrido a esta Superintendencia, solicitando un pronunciamiento respecto
de la pensión de supervivencia que se construyó, a contar del 24 de julio de
1987, en el caso de una madre de los hijos naturales del causante, fallecido
a causa de un accidente laboral. Expone esa Mutualidad que para la consti-
tución del beneficio mencionado, la Sra. exhibió y entregó antecedentes que
demostraban su condición de soltera, conforme lo exige el artículo 45 de la
encuentra configurada una causal de término del beneficio en cuestión, porque, tal
como se ha indicado precedentemente, la interesada no cumple con los requisitos
para continuar en goce del mismo.
3.- En consecuencia y en mérito de las consideraciones que anteceden, esta
Superintendencia cumple con manifestar que corresponde que ese Instituto ponga
término a la pensión de supervivencia de la Ley N° 16.744 que concedió a doña
[…]. Sin perjuicio de ello, esta Entidad Fiscalizadora debe señalar a esa Mutuali-
dad que debe extremar los resguardos administrativos, a fin de evitar la repetición
de situaciones como la de que se trata” (Superintendencia de Seguridad Social,
14 septiembre 1999, Dictamen ORD nº 26.900).
Situación de pensionado por accidente del trabajo en relación a bene-
ficios que indica en su calidad de docente. (Superintendencia de Seguridad
Social, 18 abril 2000, Dictamen ORD nº 13.283).
Los bonos de movilización, colación y celular no deben incluirse en
la base de cálculo de los subsidios por tratarse de remuneraciones no im-
ponibles; en cuanto al ítem de remuneración denominado bono de venta,
devengado en el mes de agosto de 1999 y pagado en el mes siguiente, no
debe incluirse, por cuanto dichos meses, no intervienen en la base de
cálculo de dicho subsidio (Superintendencia de Seguridad Social, 13 junio
2000, Dictamen ORD nº 20.922).
Imprescriptibilidad del derecho Pensión asistencial de viudez de la
Ley Nº 16.744. (Superintendencia de Seguridad Social, 20 abril 2000, Dic-
tamen ORD nº 13.587).
Plazos de prescripción del pago del subsidio por incapacidad laboral, y
del cobro de las cotizaciones previsionales correspondientes al período de
incapacidad laboral. Una trabajadora, reclamando en contra de esa Caja por
el no pago del subsidio por incapacidad laboral derivado de su licencia médica
extendida a contar del 26 de julio de 2006. Señala que tuvo una intervención
quirúrgica, consistente en la extracción de 2 tumores mamarios benignos,
razón por la cual le extendieron la licencia médica [...], por 15 días a contar
del 26 de julio de 2006. Agrega que al recibir su sueldo correspondiente al
mes siguiente, venía completo y no tuvo conocimiento del pago que efectuaba
en su Caja de Compensación de Asignación Familiar por este concepto, de
modo que sólo se enteró que estaba pendiente el pago cuando el 1° de marzo
de 2007 concurrió a la oficina de la Caja para verificar el pago de otra licencia.
Requerida al efecto, esa Caja informó que recepcionó a través de la Empresa
la Licencia Médica, por el período que va desde el 26 de julio hasta el 9 de
agosto de 2006 por 15 días, disponiendo los procedimientos administrativos
habituales para la tramitación ante la Subcomisión de Medicina Preventiva
e Invalidez. Agrega que una vez autorizada la licencia médica por la Subco-
misión correspondiente, esa Caja de Compensación procedió a generar el
respectivo comprobante de egreso, pago que quedó disponible para su cobro
en cualquiera de sus sucursales del país. No obstante encontrarse disponible
el comprobante de egreso de la referida licencia médica, desde el 29 de agosto
de 2006, por el monto de $94.915, el sistema computacional con fecha 28 de
febrero de 2007 anuló automáticamente comprobante con el mensaje pres-
crito, situación que se informó al beneficiario los primeros días de marzo de
2007, momento en que se acercó a cobrar dicho subsidio.“Sobre el particular,
cumplo con manifestar que el inciso segundo del artículo 155 del Decreto con
Fuerza de Ley N°1, de 2005, del Ministerio de Salud, establece que el derecho
a impetrar el subsidio por incapacidad prescribe en el lapso seis meses contados
desde el término de la respectiva licencia médica. Es decir, dentro de los seis meses
siguientes al término de la licencia médica prescribe el derecho para impetrar el
subsidio por incapacidad laboral, plazo que está referido tanto a la solicitud del
beneficio como a su cobro efectivo, de tal manera que dentro de los referidos seis
meses debe haberse no solamente solicitado el beneficio, sino que haber procedido a
su cobro material. La prescripción es una institución jurídica que tiene por objeto
consolidar las situaciones, ya que por una cuestión de orden y certeza, éstas no deben
mantenerse en forma indefinida en el tiempo, por lo que las personas deben hacer
valer sus derechos oportunamente. En la especie, el reposo prescrito por la licencia
médica terminó el 9 de agosto de 2006, fecha desde la cual se deben contar los seis
meses antes referidos (en el entendido que no existe otra licencia médica continuada
posterior, caso en el cual el plazo se cuenta desde que termina la última. De este
modo y considerando que de acuerdo con lo informado por esa Caja, la interesada
se presentó a requerir el pago del subsidio por incapacidad laboral por la licencia
1. Introducción
185
Sergio Gamonal Contreras, “Daño Moral en el Contrato de Trabajo”, Lexis Nexis, 2005, pág. 9,
23 y 24.
del deudor nace una obligación que es la de indemnizar, lo que en esta materia
se traduce en que primeramente el Empleador, por el hecho de celebrar un
Contrato de Trabajo, contrae la obligación de velar por la vida e integridad
física y psíquica de sus trabajadores, […], y para el caso que no cumpla con
dicha obligación, se verá enfrentado a la acción que tiene el trabajador y sus
herederos de exigir que se les indemnice por los daños que les hayan ocasionado
el incumplimiento del deber de seguridad que se le impone”186.
Además de considerar como fuente de esta obligación el Contrato de
Trabajo187.
Sin embargo, no somos del parecer de dejar al simple orden civil esta “obli-
gación de seguridad” contenida en el artículo 184 del Código del Trabajo. Lo
dicho es obvio, pues, estos “deberes de protección” es sabido que operan con
independencia de las prestaciones, o sea, no requieren de una contracara como
sí ocurre en materia contractual-patrimonial, de manera tal que, no dan lugar
a la excepción del contrato no cumplido y otros arbitrios que tradicionalmente
ha enseñado la doctrina del Derecho Civil.
186
“Responsabilidad del empleador frente a los accidentes del trabajo en la jurisprudencia”, Memoria
de Grado, U. de Chile, 2005.
187
“Primeramente se debe señalar que el Contrato de Trabajo, no es solamente un negocio jurídico
o un intercambio de prestaciones de servicio y remuneraciones, sino que también lleva consigo
una relación jurídica personal, entre seres humanos. Se trata de una relación estable, continua y
que tiene como último fin, la producción de bienes para toda la comunidad.
Es por esto que la celebración de un Contrato de Trabajo no acarrea sólo obligaciones pecuniarias
para el empleador, sino que también conlleva al cumplimiento del contenido ético jurídico de
éste. Y es justamente dentro de este contenido ético jurídico que se inserta el deber de protección
que impone la ley como consecuencia de la celebración del contrato de trabajo, estableciéndose
como contrapartida al deber de obediencia y fidelidad con que debe actuar el trabajador.
El deber de protección se encuentra establecido expresamente en el Código del Trabajo,
específicamente en el artículo nº 184 que señala: […].
Por lo tanto, se puede decir que la fuente de la obligación de protección, es la celebración del
Contrato de Trabajo que acarrea no sólo para el empleador, la obligación de pagar la remuneración,
sino que también una serie de deberes establecidos en la normativa laboral y que se incorporan al
Contrato de Trabajo”.
Ibíd.
188
Cuya fuente estaría, principalmente, en el artículo 184 del Código del Trabajo y toda su normativa
complementaria, “por lo que su infracción se considera apta para configurar ‘culpa contra legalidad’,
hipótesis que opera también en el orden extracontractual de la responsabilidad civil”.
José Luis Diez Schwerter, “La Culpa del Empresario por Accidentes del Trabajo: Modernas
Tendencias Jurisprudenciales”, en Cuadernos de Extensión Jurídica, U. de los Andes, Ob.- Cit.,
pág., 87.
189
Por ser inherente al contrato de trabajo y cuyo incumplimiento origina la consecuente
responsabilidad si concurren sus elementos.
190
Ob. Cit., pág. 87.
1999, RDJ t. 96, sección 3ª, pág. 89 y 8 agosto 2000, RDJ t. 97, sección 3ª,
pág. 152], siendo esencial en el contrato de trabajo [Corte de Concepción, 10
julio 2002, FM nº 506; y Corte Suprema, 8 agosto 2000, RDJ t. 97, sección
3ª, pág. 152] y de una ‘trascendencia superior a la de una simple obligación
de una de las partes en un negocio jurídico, pues ella mira a la prevención
de los riesgos profesionales, lo que importa a sus trabajadores, a sus familias
y a la sociedad toda, tanto para proteger la vida y salud de los trabajadores
como por razones éticas y sociales’ [Corte Suprema, 27 mayo 1999, RDJ t.
96, sección 3ª, pág. 89].
El deber de protección/obligación de seguridad se encuentra consagrado
en el artículo 184 del Código del Trabajo, y en una extensa serie de otros
preceptos de diversa naturaleza que los complementan y/o caracterizan, todos
los cuales han sido calificados por nuestra jurisprudencia como de ‘orden
público’ [Corte Suprema, 27 mayo 1999, RDJ t.96, sección 3ª, págs. 89 y
25 marzo 2003, FM nº 508, pág. 278] y dirigidos a lograr una ‘conciencia
de la Seguridad’ por la importancia que ella tiene para ‘los trabajadores, sus
familias, la propia empresa y la comunidad, siempre está interesada por los
recursos humanos’ [Corte Suprema, 27 mayo 1999, RDJ t. 96, sección 3ª,
págs. 89, y 25 marzo 2003, FM nº 508, pág. 278; y 12 junio 2003, Rol nº
1656-2003]”191.
Y agrega que, en primer término el artículo 184 del Código del Trabajo
enuncia una “amplia cláusula general”, en virtud de la cual se obliga al em-
pleador a “tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la
vida y salud de los trabajadores”.
Al mismo tiempo, creemos que las respuestas a nuestras vacilaciones –acer-
ca de su alcance y extensión- estarían en los Principios del Derecho Laboral,
especialmente en el Principio Protector, ya que, como el Estado no pudo
mantener la ficción de una igualdad entre las partes del Contrato de Trabajo,
191
Ob. Cit., págs. 75 y 76.
192
“Mi tesis es que los principios laborales, y sólo sobre la base del concepto de operativo de fuente
del Derecho que se ha esbozado, constituyen una fuente formal del Derecho del Trabajo, toda
vez que nuestro ordenamiento jurídico, no sólo las contempla, sino que más aún, las reconoce.
Es decir, admite la posibilidad de que un principio jurídico del trabajo pueda ser utilizado como
razón de autoridad para fundar una sentencia laboral”, dice Marcos López Oneto.
“Los principios jurídicos laborales como fuente formal del Derecho del Trabajo Chileno”.
Fuente: http://marcoslopez.cl/spa/documentos/principios.pdf.
193
“Cabe advertir que para algunos autores ‘la norma más favorable’ y ‘la condición más beneficiosa’
no tienen el carácter de principios, sino de meras reglas para determinar la norma aplicable (Así,
por ejemplo, Plá, […]. Me parece que cumplen además una función informadora del ordenamiento
jurídico laboral, lo que permite conferirles el carácter de principios)”.
Claudio Palavecino Cáceres, “Los Principios del Derecho del Trabajo”.
Fuente: https://www.u-cursos.cl/derecho/2010/2/D128A0523/5/material.../307372
194
Ibíd.
y salud de sus trabajadores, como por razones éticas y sociales. La regulación del
cumplimiento de este deber no queda entregada a la autonomía de la voluntad de
las partes, ni menos aún, a la decisión del empleador. Ella comprende en general
una serie de normas de derecho necesario, cuyo contenido, forma y extensión se
encuentran regladas mediante normas de orden público, sin perjuicio de norma-
tivas adicionales decididas o convenidas por el empleador” (Corte Suprema, 27
de Mayo 1997, Casación “Aguirre Rodríguez, con Empresa Metropolitana de
Residuos Ltda.”, Rol Nº 4131-97. FM n° 486, pág. 852).
195
Y, en cuanto a qué es lo que hace ético al Contrato de Trabajo, Saavedra Torres ha escrito que:
“ciertamente la consideración a la comunidad jurídico-personal que se forma en el contrato de
trabajo lo hace exceder de la simple obtención de un fin a cambio de una remuneración, porque
una persona al obligarse por un contrato, no sólo obliga su capacidad de realizar alguna labor,
sino que dispone de todo su ser, por un espacio de tiempo, al servicio de una tarea, consintiendo
en obedecer las directrices dadas por quien se beneficia de ese trabajo y se obliga a remunerarlo.
Como se ve, estamos hablando de personas, y antropológicamente hablando el hombre es ético
o no es hombre.
La naturaleza humana tiene como fines alcanzar el bien y verdad, objetos que se alcanzan libremente,
ya que son optativos, no necesarios. Uno puede optar por ellos o dejarlos. Los fines de la
naturaleza humana no están asegurados, nos podemos desviar, y es aquí donde la ética nos ayuda,
pues nos señala el camino más seguro para llegar. La realidad humana tiene sus leyes, la ética está
intrínsecamente metida en la naturaleza humana, ya que el desarrollo de la persona está guiado
por estas directrices.
Así, donde está la persona, [ahí] está la ética, y la relación laboral no es la excepción, por tanto lo
que hace ético al contrato de trabajo es la consideración a la persona, puesto como se ha dicho,
ésta no sólo obliga su capacidad de trabajo, sino que dispone de todo su ser, por un espacio
de tiempo, al ejercicio de una labor. Basta recordar que el Estado está al servicio de la persona
humana”.
Ob. Cit., págs. 17 y 18.
196
El “Deber de Protección” como contrapartida ética de la facultad de mando, es la otra cara de
la “facultad de mando”, nos lleva a referirnos a la “Autoridad” en materia laboral, la cual, será la
orientación que se dé a la potestad de alguien que podrá disponer de la “libertad” de otro en orden
de un fin, hacia los bienes que esa otra persona necesita y que solo no puede alcanzar. Entonces,
el empleador orientará tal “libertad” del trabajador para obtener un determinado resultado, y
por el cual tendrá que remunerar sus servicios, y así podrá el empleado satisfacer sus necesidades
económicas y realizarse personalmente –en ciertos casos-.
“La Autoridad para cumplir con su cometido último, es decir, permitir que quien obedece
obtenga lo que le conviene, debe cumplir con ciertas funciones, una de ellas es la de preservar
los derechos individuales de las personas singulares. Instaurando así un ámbito de seguridad, de
protección. Y como a todo derecho corresponde su deber, la autoridad o facultad de mando, tiene
como contrapartida el deber de protección.
La autoridad como poder tiene, entonces, su Límite ético, [en el] deber de protección, cuya
regulación lo asume la legislación positiva, aunque su verdadero límite se determina en cada
caso, por la jurisprudencia. Lo importante es que la autoridad debe estar regulada por leyes que
orienten su actuar hacia un fin correcto, para que cumpla funciones. La medida de la autoridad
está en la ley que la haga razonable, pues una fuerza como mera voluntad se convierte en pura
violencia. […]
Con esta regulación estaremos cumpliendo el fin del derecho, cual se garantiza por medio de la
justicia, el orden y la seguridad, se creen las condiciones que permitan a los miembros del grupo
social realizar su bien, el bien de todos, el bien común”. Ibíd., págs. 19 y 20.
197
En este sentido, William Thayer y Patricio Novoa, “Manual de Derecho del Trabajo. Tomo II”,
Editorial Jurídica de Chile, 1989, págs. 167 y 168. Gamonal Contreras, Ob. Cit., pág. 9.
198
Este efecto, sería producto de las influencias romanas y germánicas del Derecho del Trabajo.
Y pese a que la tesis contractual de intercambio de prestaciones es la predominante, este contenido
ético-jurídico fundaría, según algunos, la concepción “comunitaria” del Contrato de Trabajo, en una
suerte de comunidad de intereses entre trabajadores y empleadores. La concepción “comunitaria”
pese a ser considerada reacción a la tesis del conflicto industrial, y que ha contado con importantes
nales del derecho a vida y el orden público económico de los artículos 1546
del Código Civil, 19 n°1, 21, 24 de la Carta fundamental, con el Deber de
Protección del artículo 184 del Código del Trabajo.
De mejor manera, lo ha explicado nuestra jurisprudencia al decir que:
“el contrato de trabajo, por su especial naturaleza, tiene alcance patrimonial, que
se distingue de lo que la doctrina ha denominado ‘contenido ético-jurídico’. La
relación entre las partes no sólo comprende la obligación del trabajador de prestar
el servicio convenido y la obligación del acreedor de remunerarlo, pues los contra-
tantes conforman una comunidad jurídica personal. Por consiguiente, el contrato
de trabajo tiene, además del económico, un profundo contenido moral
con manifestaciones jurídicas y entre éstas, obligaciones ético jurídicas,
de responsabilidad del empleador, cabe destacar entre otras, el deber de
ocupación efectiva y adecuada, y en general, el de protección al dependiente
y respetar su honra y dignidad personal. Estas obligaciones pertenecen al con-
trato por aplicación de las normas contenidas en el Código del ramo, por expresa
disposición del artículo 1545 y 1560 del Código Civil, y se deducen, igualmente,
de los principios que informan el Derecho del Trabajo” (Corte Suprema, 30
noviembre 2005, Casación en el fondo “Frías Gómez con Méndez y Cartagena
Ltda.”, Rol nº 4125-2004. FM nº 539, pág. 3171, sentencia nº 5)199.
críticas por su corporativismo y reductora de las relaciones laborales, sería una manifestación de
la buena fe contractual.
Con todo, y pese al innegable antagonismo entre el empleador y sus trabajadores, Gamonal
Contreras no ve que tales posturas sean irreconciliables, al escribir que, “pensamos que el contrato
de trabajo tiene un contenido dual (comunitario/conflictivo) no necesariamente contradictorio,
ya que la sola conflictividad difícilmente podría permitir el desarrollo y la ejecución del contrato.
Rechazamos las visiones maniqueístas en esta materia que han ocupado extensas reflexiones de la
doctrina laboral.
Un punto distinto son los límites que se imponen a estos deberes de buena fe, fidelidad y lealtad,
producto de la dignidad del trabajador y de la vigencia de sus derechos fundamentales inespecíficos.
199
En autos Rol Nº 14.793, del Juzgado de Letras de Magallanes, se conoció el caso del actor, quien
se desempeñó para la demandada en la reparación de artefactos electrodomésticos y otros artículos
técnicos. Debido a una intervención quirúrgica al cerebro se ausentó de sus funciones durante
más de un año, declarándose su invalidez transitoria total, atendidas las secuelas del meningioma
operado consistente en hemiparesia braquio-crural izquierda, signos de deterioro orgánico cerebral,
epilepsia secundaria con frecuencia de una vez al mes inicialmente sin pérdida de conciencia y
depresión, lo que significó una pérdida de capacidad laboral en un 74%. Al regreso a sus labores,
después de haber hecho uso de licencias médicas, la demandada lo reincorporó, pero no lo recibió
en las labores convenidas ni en otra actividad. Asimismo, existió un acuerdo entre las partes para
que mientras se resolviera la consulta efectuada por el actor a la Dirección Nacional del Trabajo
en orden a definir si la invalidez puede constituir causal de terminación de contrato de trabajo,
el trabajador no efectuaría tarea alguna. Finalmente, una vez reincorporado el actor a la empresa,
permaneció a disposición del empleador sin ejecutar las labores convenidas ni ninguna otra, por
causas no imputables a su voluntad y posteriormente la demandada le impidió acceder a la empresa.
Por sentencia de 28 de mayo de 2004, se desestimó la reclamación por despido indirecto
argumentando para ello que no se encuentra acreditada la causal de incumplimiento grave
de las obligaciones que el contrato impone al empleador, entendiendo que el actor renunció
voluntariamente, se acogió la demanda sólo en cuanto se condenó a la demandada a la compensación
de los feriados adeudados, correspondientes a los años 2002 y 2003, más reajustes e intereses, sin
costas por no haber resultado la demandada totalmente vencida.
Se alzó la demandante y la Corte de Apelaciones de Punta Arenas (Rol nº31-2004), la confirmó,
sin modificaciones.
En contra de esta última decisión, el demandante deduce recursos de casación en el fondo, por
haberse incurrido en infracciones de ley que han influido, a su juicio, sustancialmente en lo
dispositivo del fallo, pidiendo que este Tribunal la invalide y dicte la de reemplazo que indica,
con costas. Se trajeron estos autos en relación.
“Tercero: Que, sobre la base de los hechos anotados, los sentenciadores del grado concluyeron
que el contrato de trabajo no impone al empleador la obligación de proporcionar al trabajador
determinada función o algún tipo de trabajo específico y de ejecución inmediata y efectiva. Para
ello consideraron que la jornada de trabajo constituye una unidad de tiempo durante el cual
el trabajador se encuentra a disposición del empleador, ya sea desarrollando efectivamente sus
funciones (jornada efectiva) o bien sin desempeñar actividad laboral (jornada pasiva), pudiendo
el empleador asignar o no las tareas convenidas, por lo que la circunstancia alegada por el actor
respecto a que una vez reincorporado a la empresa no se le asignó labor alguna y que no se le
recibió para ejecutar el trabajo convenido, no puede ser calificada como incumplimiento grave
de las obligaciones que impone al empleador el contrato de trabajo, por cuanto la asignación
de labores inmediatas y efectivas, no forma parte de las obligaciones del empleador para con el
trabajador. Por esta razón, los jueces recurridos determinaron el rechazo de la demanda, en todas
sus partes.
Cuarto: Que, conforme lo expresado, dirimir la controversia jurídica de autos implica precisar las
obligaciones que del contrato de trabajo nacen para la parte empleadora y si, en la especie, se ha
configurado la causal esgrimida por el trabajador para finalizar la relación laboral según el artículo
171 del Código del ramo, que regula lo que en doctrina se denomina despido indirecto. […].
Sexto: Que, el despido indirecto o autodespido ha sido conceptuado como el término del contrato
de trabajo, decidido por el trabajador, observando el procedimiento que la ley señala, motivado
porque el empleador incurrió en causal de caducidad de contrato que le es imputable, lo que da
derecho al trabajador para que el Tribunal ordene el pago de la indemnización sustitutiva del aviso
previo y de la por años de servicios con los recargos legales. (Manual de Derecho del Trabajo. Tomo
III. W. Thayer A. y Patricio Novoa F. Edit. Jurídica de Chile).
Séptimo: Que, de acuerdo con la norma y concepto transcritos, es dable admitir, que, atendida
su naturaleza, en el instituto de que se trata prima la voluntad del dependiente. En efecto, la ley
le otorga la facultad de decidir o no la conclusión del contrato laboral ante el incumplimiento en
que incurra el empleador. En la especie, el trabajador decidió poner término a la relación laboral
esgrimiendo para tal propósito la causal del numeral 7º del artículo 160 del Código del Trabajo,
esto es, incumplimiento grave de las obligaciones que el contrato imponía al empleador, causal
que hace consistir en la falta de asignación de trabajo y en no permitirle el acceso a la empresa a
contar de noviembre de 2003.
Octavo: Que, el sentido de la norma prevista en el artículo 171 del Código del trabajo, en relación
con la antes referida causal, es claro en orden a facultar al trabajador para finalizar su vinculación
con el empleador, cuando es éste quien ha incurrido en incumplimiento grave. Tal prerrogativa,
evidentemente, aparece concebida en el marco del especial nexo habido entre las partes, es decir,
la prestación de servicios personales, bajo vínculo de subordinación o dependencia, a cambio de
una remuneración, relación contractual en la que uno de los sujetos resulta, en mayor o menor
medida, supeditado al otro. Es el contratante más débil al cual la ley se ha preocupado de proteger
mediante toda la regulación contenida en el Código de la especialidad. […].
Duodécimo: Que, por lo mismo, las relaciones laborales han de desenvolverse en un clima de
respeto, el que se genera en la medida que las partes cumplan con sus obligaciones en la forma
estipulada, fundamentalmente, de buena fe. Es por este motivo que ante ciertas conductas del
empleador, debidamente acreditadas, el legislador laboral autoriza al trabajador a poner término al
nexo laboral, condenando a la contraparte al pago de las indemnizaciones legales. En la especie, la
calificación jurídica de los hechos establecidos en la sentencia conduce a admitir que el empleador
incumplió gravemente una obligación básica que le imponía el contrato de trabajo.
Decimotercero: Que, en consecuencia, al haberse estimado que no obstante la conducta del
empleador ella no se contempla en el artículo 160 Nº 7 del Código del Trabajo, por cuanto no es
obligación del empleador asignar de inmediato trabajo efectivo al dependiente, se han infringido,
en la sentencia atacada las normas invocadas en el recurso, por falsa interpretación de ley, error
denunciado en el recurso de casación en el fondo en estudio y que ha influido sustancialmente
en lo dispositivo del fallo, desde que condujo a rechazar la demandada intentada y tener al actor
por renunciado voluntariamente a su trabajo.
Decimocuarto: Que, por ende, procede acoger el presente recurso de casación en el fondo y anular
el fallo de que se trata”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores José Luis
Pérez Z., Orlando Álvarez H., Urbano Marín V. y Jorge Medina C. y el Abogado Integrante sr.
Roberto Jacob Ch.
200
Además, el autor hace hincapié en la procedencia del daño moral no sólo respecto de las normas
que lo contemplan expresamente, sino también por el incumplimiento de obligaciones que
procedan según la naturaleza del contrato de trabajo, en el cual permanentemente se involucran
aspectos vinculados a la personalidad de las partes. Ob. Cit., págs. 11, 12 y18.
201
Ob. Cit., págs. 13 y 14.
202
Ob. Cit., pág. 18.
en su ejecución. Así las cosas, la causa determinante del perjuicio sufrido por el
demandante provino, sin duda, de la omisión de la empresa demandada […].
De otro lado, la apreciación del daño estará sujeta a reducción sólo si la
víctima se expuso ‘imprudentemente’ a él, de modo que para que proceda la re-
ducción es necesario que la acción u omisión de la víctima sea culpable, ilícita.
La acción ejecutada por el demandante no puede así calificársela. Para ello es
preciso considerar ciertos principios que rigen las relaciones laborales, como el de
primacía de la realidad y el de la experiencia, los que llevan a concluir que el
actor se vio obligado a actuar frente a los desperfectos de los carros que operaba,
debiendo movilizarlos del lugar a como diera lugar, ya que estaban obstaculizando
las vías transversales de circulación y el tránsito de los otros carros de la empresa
que debían entrar al recinto antes de las 08:00 horas del día de los hechos, y el no
hacerlo habría significado un reclamo en su contra (Corte de Concepción, 10
julio 2002, Apelación “Valdebenito Cortés con Empresa de Ferrocarril del Pacífico
S.A.” Rol n° 1892-2001)203.
III. Generalidades
1. En qué consiste
Sobre el tema, los planteamientos de la judicatura no varían mucho, y
tampoco son ricos en su descripción. Pasemos a revisarlos.
“El empleador estará obligado a tomar todas las medidas necesarias para
proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores, obligación incorporada
a todo contrato de trabajo que constituye un elemento de la esencia de éste, no
pudiendo su cumplimiento quedar entregado a la autonomía de la voluntad, sino
que se trata de un deber ético superior, que se rige por normas de orden público,
203
Proveído por los Ministros señora Irma Meurer Montalva, Juan C. Villa Sanhueza y el Abogado
Integrante señor Mario Romero Guggisberg.
Fuente: www.legalpublishing.cl, ID n° 30551.
204
Del fallo, destacamos su motivo Octavo: “Que, en una materia cuya apreciación es una cuestión
de hecho y pertenece, por lo tanto, al ámbito de los jueces de la instancia, las circunstancias
descritas, los antecedentes y las pruebas allegadas a la causa, llevan a estos sentenciadores de alzada,
a discrepar de la señora juez a quo y a descartar, la imprudencia de la víctima del daño como causa
concurrente del mismo y, en consecuencia, la exención o atenuación de la responsabilidad de quien
desplegó la conducta negligente, principal o determinante. Lo anterior por cuanto como se señala
en el considerando vigésimo del fallo que se revisa el accidente ocurrió al no otorgar la seguridad
suficiente y eficiente al actor para desarrollar su trabajo sin riesgos, sin que se acreditara por el
empleador la existencia de señalética orientada a prevenir accidentes en la máquina impresora,
faltándole incluso la cubierta o tapa que corresponde al motor, la que de existir habría impedido
que el actor pudiera introducir su mano e incluso el gancho artesanal que utilizaban para manipular
la impresora, de lo que se desprende que hay una relación de causa a efecto entre la infracción del
deber de seguridad que debe otorgar el empleador y el accidente con resultado de daño que sufrió
el actor”.
Pronunciada por las Ministras Sras. Carmen Rivas González y María T. Letelier Ramírez, y el
Abogado Integrante Manuel Hasbún Comandari. Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ23597.
205
En este caso, el accidente ocurrió en la máquina impresora en que trabajaba el actor, la que se
atascó y al ir a limpiarla, enganchándose su guante con la correa del motor, quedando atrapada
su mano, mutilándose su dedo medio (mano derecha), debido a la falta de cuidados y medidas
de seguridad, así como a la falta de la capacitación necesaria, para operar dicha impresora.
Pronunciada por las Ministras Sras. Carmen Rivas González y María teresa Letelier Ramírez, y el
Abogado Integrante Manuel Hasbún Comandari. Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ22732.
206
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ24219.
207
Pronunciada por los Ministros sra. Raquel Camposano E., sr. Juan Guzmán T., y el Abogado
Integrante Sergio Guzmán R.
208
Un obrero, domiciliado en Rancagua, interpuso demanda en juicio ordinario del trabajo en contra
de la Empresa Constructora ante el 1er. Juzgado del Trabajo de Rancagua (Rol nº 86602-2005),
y funda su demanda en las circunstancias consistentes en que el día 6 de febrero de 2004, estando
trabajando, perdió el equilibrio y se fue guarda abajo en el andamio que le servida de sostén,
todo ello, debido a que la empresa para la cual trabajaba no le proporcionó los implementos de
seguridad, entre ellos el cinturón de seguridad, que le protegiera de la caída, agrega que fue a parar
al suelo sin el uso del casco protector que se le había soltado. Expone que a consecuencia de la
caída, sufrió traumatismo encéfalo craneano (T.E.C. abierto) la rotura de su masa ósea craneana,
pómulo izquierdo, pérdida parcial de la visión y quebradura expuesta de muñeca de su mano
derecha, que quedo inutilizada. Fundamenta, además, su demanda en haber dejado el demandado
de cumplir con las obligaciones que le impone el artículo 184 del Código del Trabajo, y que el
accidente no se habría producido de no mediar la negligencia y falta de cuidado de su empleador,
fundamenta que las lesiones sufridas por el accidente repercutieron dolorosamente en su estado
de ánimo, especialmente por estar propenso a la epilepsia, la cual lo hace sentir menoscabado,
pérdida de autoestima, estados depresivos, impotencia sexual, sufrimientos que equivalen a un daño
moral que le deben ser indemnizados. Solicita se obligue a la empresa demandada al pago de las
siguientes sumas: $ 40.000.000, por daño físico, la suma de $ 80.000.000, a título de daño moral,
reservándose el derecho del lucro cesante que resultare de la diferencia de remuneraciones entre
el monto de la pensión que se le asigne por incapacidad laboral, en relación con su remuneración
actual. Todo lo que demanda más reajustes, intereses entre la fecha en que ocurrió el accidente y
el pago efectivo, con costas.
En la contestación, se pidió su rechazo. Al efecto, agrega que, el día de los hechos como asimismo
durante la totalidad de las jornadas laborales, la demandada hizo entrega a sus dependientes,
incluido al actor, de la totalidad de los elementos de seguridad, equipos, materiales y herramientas
idóneas y necesarias para los trabajos asignados.
Que cabe sobre este particular tener en consideración las características del lugar en que se realizan
las obras, y que no existiría por parte de su representada dolo o culpa, ya que fueron entregados
los elementos de seguridad pertinentes, instruyendo la utilización. Concluye expresando que en
el improbable caso de prosperar la acción deberá aplicarse el artículo 2330 del Código Civil.
de orden público a que se encuentra sujeto; por lo que si bien se cumplieron diversas
medidas de seguridad, la ley de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales
ha previsto en la letra b) de su artículo 69, el resarcimiento para el afectado cuan-
do como consecuencia del trabajo realizado experimente un daño, cuyo caso es el
presente, al que corresponde acceder en consideración a que esas no se han revelado
como eficaces, al haberse producido la contingencia que le ocasionó la disminución
de su capacidad física y de trabajo” (Corte de Santiago, 26 julio 2007, Apelación
“Ahumada Alvial con Constructora Ralún Ltda.”, Rol nº 3616-2006). Pillada
“El inciso primero del artículo 184 del Código del Trabajo establece para el emplea-
dor una obligación que consiste en que debe adoptar todas las medidas necesarias
para proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores, de la prueba rendida
en el proceso, si bien se encuentra acreditado que la grúa horquilla contaba con los
implementos de seguridad, que la bodega tenía espacio suficiente para las maniobras
de éstas, que el empleador hizo entrega al actor del Reglamento Interno de Orden
y de Seguridad así como de los implementos de seguridad necesarios para efectuar
las labores para las cuales había sido contratado; tales medidas no fueron suficientes
para eximir de culpa al empleador, pues éste debió otorgar la seguridad que estaba a
su alcance para resguardar al trabajador de cualquier siniestro durante el desempe-
ño de sus labores, lo que en la especie no aconteció, desde que, se encontraba recién
contratado, y por ello debió cerciorarse, si efectivamente contaba con la experticia
necesaria. No altera lo anteriormente razonado la circunstancia que el demandante
contara con la licencia necesaria para manejar la grúa horquilla, pues como se ha
establecido precedentemente, hubo falta de control de parte del empleador respecto de
un trabajador que resultaba necesario pues estaba recién contratado para la ejecución
de las labores para el demandado” (Corte Suprema, 13 agosto 2009, “Mora Tudela
con Montaner S.A.”, Rol nº 3994-2009).
“El deber de cuidado que se le exige al empleador, comprende entre
otros, el contar con personal competente, que el equipamiento del personal
sea adecuado, que el espacio físico sea seguro y que la organización sea
eficiente. (Corte de Santiago, 5 agosto 2010, Rol nº 994-2010)209.
209
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ244.
210
Pronunciada por la Décima Sala, integrada por el ministro señor Carlos Cerda Fernández, la
ministra señora Amanda Valdovinos Jeldes y el abogado integrante señor Francisco Tapia Guerrero.
211
En cuanto a los hechos de la causa, de la sentencia se lee: “el actor, mientras se encontraba esperando
pauta de trabajo actuó como señalero en el carguío y acomodamiento de bulldozer en “cama baja”,
para indicar mediante señales de mano el posicionamiento de dicho móvil, ante ayuda solicitada
por don […], quien lo operaba sin autorización, bajando el dozer, -pala frontal- provocando el
atrapamiento del pie derecho de aquél.
Que, la demandada sostuvo, en síntesis, que el accidente se produjo por el descuido y la impericia
de los trabajadores […] y […], quienes realizaban labores para las que no estaban capacitados y
sin instrucciones de sus superiores, provocando con su actuar negligente el accidente.
Tercero: Que, a su vez la demandada solidaria Corporación Nacional del Cobre de Chile, División
Codelco Norte, solicita el rechazo, manifestando que en la especie no concurren los elementos
exigidos por los artículos 183-A y 183-B del Código del Trabajo para determinar su responsabilidad,
desde que la empresa principal sólo responde por obligaciones que se generan mientras el trabajador
presta servicios efectivos en su beneficio, la que está limitada a las obligaciones laborales y
previsionales que el empleador directo tiene para con los trabajadores de su dependencia y que en
la especie se trata de hechos ocurridos fuera del ámbito de su control; y que las indemnizaciones
demandadas referidas al daño moral y lucro cesante, no están comprendidas dentro del concepto
de indemnizaciones derivadas de la terminación de la relación laboral que existe entre el trabajador
demandante y la empresa contratista y que el deber de protección sólo obliga al empleador. […]
Sexto: Que, como se indicara precedentemente, las demandadas ha señalado que el accidente
tuvo como causa básica el actuar imprudente del demandante al realizar una acción para la que
no estaba calificado y para la que además no había recibido instrucción alguna por parte de sus
superiores jerárquicos, accediendo a una petición de un compañero de trabajo quien tampoco
tenía instrucciones para realizar la operación que ocasionó finalmente el accidente. Pero el testigo
del actor, don […], prevencionista de riesgo, señala que el trabajador al momento de ocurrido el
2. Características
accidente se encontraba sin supervisión suya, lo que corroboran los deponentes de la misma parte,
[…] y […], manifestando además este último que no se encontraba el jefe de turno, aduciendo
los dos primeros -Lorca y Sainz- que […], a quien el actor ayudó a cargar el bulldozer en la
cama-baja, estaba operando esta máquina pesada sin tener autorización alguna de las demandadas.
A lo que cabe añadir que el propio representante de la empresa demandada principal don […]
al absolver, a fojas 216 y siguientes, las posiciones 24 y 35, reconoce que al momento preciso
del accidente no fiscalizaban la maniobra que realizaban el demandante y su compañero […] y
tampoco se encontraba presente en el lugar el prevencionista de riesgos al momento de ocurrido
dicho accidente.
Séptimo: Que, en efecto, se ha establecido que el actor sufrió un accidente durante la jornada de
trabajo, dentro de las instalaciones de la demandada solidaria y que al momento de ocurrencia del
siniestro no se contaba con la presencia de prevencionista, realizando funciones tanto el actor como
su compañero de trabajo Lorenzo Jofré, sin supervisión directa, a lo que cabe añadir que este último
operaba el bulldozer sin estar autorizado. Debe tenerse presente, además, que el demandante se
encontraba prestando servicios para la demandada principal Marineer Zona Franca S.A., con la
cual había suscrito un contrato de trabajo, desempeñando labores para aquélla, resultando con
lesiones que en definitiva le significaron la amputación de su pie derecho, lo que fue calificado como
accidente del trabajo, de modo tal que establecida la responsabilidad de la contratista responde de
manera solidaria quien encargó la ejecución de la obra, sin que a su respecto sea necesario considerar
elementos subjetivos de imputabilidad, como son el dolo o la culpa, sea en el accidente como en la
resolución del respectivo contrato. En efecto, dicha responsabilidad solidaria tiene su fuente en la
interpretación armónica de las normas contenidas en los artículos 183-B y 183-E del texto del ramo”.
Pronunciada por la Segunda Sala integrada por los Ministros don Enrique Álvarez Giralt, doña
Laura de los Ángeles Soto Torrealba y Abogado Integrante don Alfonso Leppes Navarrete.
212
Ante el Primer Juzgado del Trabajo de San Miguel (autos rol Nº 1.735-02) se demandó a fin que
se declare que entre ambos existió relación laboral, que el accidente sufrido por el actor (soldador)
en su pierna derecha producido en la construcción de un galpón encargada por el demandado, tiene
el carácter de laboral y el demandado sea condenado a pagarle las prestaciones a que habría tenido
derecho en conformidad a la Ley Nº 16.744, debiendo determinarse el monto de los perjuicios
en la etapa de cumplimiento incidental del fallo, más costas.
El demandado, en su traslado, alegó que no existió relación laboral con el demandante y que el
accidente por éste sufrido se debió a su propia negligencia al manipular una máquina desconocida
para él y en un lugar en el que estaba de visita, por lo tanto, pidió el rechazo de la acción deducida
en su contra, con costas.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de 27 junio de 2003, rechazó la demanda, sin costas.
Se alzó el demandante y una de las salas de la Corte de Apelaciones de San Miguel (Rol nº 333-
2003), en fallo de 10 de diciembre de 2003, confirmó la de primer grado.
En contra de esta última sentencia el demandante deduce recurso de casación en el fondo, por
haber sido dictada, a su juicio, con errores de derecho que habrían influido sustancialmente en
lo dispositivo de la misma y pidiendo que esta Corte la invalide y dicte una de reemplazo que
revoque la de primer grado y acoja la demanda en todas sus partes, con costas.
pues ella mira a la prevención de los riesgos profesionales, lo que importa a sus
trabajadores, a sus familias y a la sociedad toda, tanto para proteger la vida y salud
de los trabajadores como por razones éticas y sociales.
Las normas de seguridad social impuestas por imperativo social al empleador
no se agotan ni se satisfacen con la sola existencia de un formal reglamento de
seguridad ni de anuncios, exhortaciones ni prevenciones hechas a la sola buena
voluntad de los trabajadores, sino que sólo han de tenérselas por existentes cuando
el empleador mantiene elementos materiales constantes y supervigilancia autén-
tica en cuanto a la forma como deba o haya de desarrollarse la actividad de los
trabajadores, especialmente tratándose de faenas peligrosas. […]
Atendido que los valores que justifican la obligación de seguridad del emplea-
dor, en forma directa e inmediata, no son de índole patrimonial, sino que es la
propia vida, la integridad física y psíquica y la salud del trabajador, que exceden
el mero contenido patrimonial del contrato de Trabajo, y dada la circunstancia
que el artículo 69 de la Ley 16.744 no determina el grado de culpa de que debe
responder el empleador en su cumplimiento, necesario resulta concluir que éste es
el propio de la culpa levísima, es decir, la falta de aquella esmerada diligencia
que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes”
(Corte Suprema, 27 mayo 1999).
Deber ético superior. “Que, la obligación que el artículo 184 del Código
del Trabajo impone al empleador constituye un elemento de la esencia del Contrato
de Trabajo, norma que debe interpretarse acorde con los principios generales que
informan el derecho del trabajo, no pudiendo su cumplimiento quedar entregado
a la autonomía de la voluntad, sino que se trata de un deber ético superior
que se rige por normas de orden público […]
2.- Que, ya en otra disidencia anterior, este mismo discrepante, aunque en
esa ocasión estuvo por revocar la sentencia y negar sitio a la indemnización del
trabajador por darse allí una situación de hecho distinta a la presente, sostuvo que
de lo previsto en los artículos 184, 188, 189, 190, 191 y 210 del Código del Tra-
bajo, y 5ºº, 6º, 65, 66, 67 y 68 de la Ley Nº 16.744 sobre “Seguro Social contra
Riesgos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales”, se desprende que
la responsabilidad en caso de accidentes del trabajo ocurridos a un trabajador dice
relación directa con las normas y medidas de seguridad que el empleador ha debido
adoptar y luego cumplir, conforme a las prescripciones de la ley, en el lugar físico de
las faenas, en sus instalaciones y en los sitios de trabajo, y la necesaria obligación y
deber de supervisión directa del empleador en el “desarrollo” de tales actividades
o faenas. Hay, en el seno de esta rama o institución especial de seguridad social un
vínculo necesario y directo entre el empleador y el empleado, y entre éstos y el sitio
o instalación material de las faenas. Luego, ha de haber igualmente la necesaria
relación de causalidad entre la eventual culpa, hecho u omisión del empleador y
la ocurrencia del accidente del trabajo” (Corte de Santiago, 24 marzo 2010,
Voto Disidencia del ministro Cornelio Villarroel Ramírez, Apelación “Morales
Guzmán con Central Automática y Regulación S.A.”. Rol nº 4651-2009)213
La importancia de su cumplimiento no puede quedar entregada a la
voluntad de las partes, pues está regulado por normas de orden público.
“El precepto legal en que se apoya la acción intentada por el actor, el artículo 184
del Código del Trabajo, establece el deber general de protección de la vida y la salud
de los trabajadores, impuesto por el legislador a los empleadores, en términos tales
que éstos son deudores de seguridad para aquéllos y tal obligación es una de las
manifestaciones del deber general de protección, cuyo cabal e íntegro cumplimiento
es de una trascendencia superior a la de una simple obligación a que se somete una
de las partes de una convención y, evidentemente, constituye un principio que se
encuentra incorporado a todo contrato, siendo un elemento de la esencia de éste.
Por tal motivo, la importancia de su cumplimiento no queda entregada a
la voluntad de las partes, sino que comprende una serie de pautas, cuyo
contenido, forma y extensión se encuentran reguladas mediante normas de
orden público” (Corte Suprema, 27 diciembre 2006, Casación “Giampaoli
Romero con Soc. Transportes Los Canelos Ltda.” Rol nº 2224-2005)214.
213
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ23350.
214
Ante el 2º Juzgado Civil de Talcahuano (Rol n° 912-2003), se demandó a fin que se ordene el
pago de la suma que indica, por concepto de indemnización por lucro cesante y daño moral, con
reajustes, intereses y costas, en virtud de la responsabilidad que ésta tiene, por disposición de los
artículos 184 del Código del Trabajo y 69 letra b) de la Ley N° 16.744, en el accidente de trabajo
sufrido por su persona.
La demandada, evacuando el traslado, acepta la obligación de reparar los daños causados al actor,
sin embargo discute los montos por los conceptos reclamados, ofreciendo las cantidades que indica,
por cada uno de ellos.
El tribunal de primera instancia, en sentencia del 27 septiembre 2004, hizo lugar a la demanda,
sólo en cuanto condenó a la empleadora al pago de $1.740.924 por concepto de lucro cesante,
hasta la fecha de la dictación de la sentencia, ordenando que el resto, ascendente a $19.730.472,
por el mismo título, se pague en cuotas mensuales de $96.718, como complemento de la pensión
de invalidez del actor, hasta su jubilación o fallecimiento; acoge, igualmente, la acción, en cuanto
al daño moral alegado, por la suma de $60.000.000, con costas.
Se alzaron ambas partes y la Corte de Apelaciones de Santiago, en fallo del 6 abril 2005, revocó
el de primer grado, en la parte que éste denegaba reajustes e intereses y, en su lugar, declara que
las sumas ordenadas pagar a la demandada devengarán los primeros, desde la fecha de la misma
y, los segundos, desde que la empleadora se encuentre en mora.
El texto de la sentencia de la Corte Suprema es el siguiente: “Segundo: Que, en la sentencia de
que se trata se fijaron como hechos que el 14 de junio de 2002, mientras el actor trabajaba para la
demandada, en circunstancias que pasaba por un portón metálico instalado en la nave principal de
la empresa, éste cayó sobre su cuerpo al ceder el material que lo sostenía, resultando el demandante
con graves lesiones y pérdida de masa encefálica, quedando imposibilitado de trabajar por una
incapacidad calificada de ‘gran invalidez’. Se estableció, además, que la empleadora incumplió la
reglamentación destinada a proteger a los trabajadores, en cuanto a señalar, por medio de avisos,
los peligros y lugares riesgosos dentro de la misma.
Tercero: Que, sobre la base de los presupuestos fácticos descritos, y asentado, previamente,
el incumplimiento por parte de la empleadora de los deberes de protección y seguridad para
con sus empleados y que en el caso de autos se circunscribiría a la ausencia de advertencia del
peligro que finalmente afectó al actor, los sentenciadores acogieron la acción indemnizatoria
entablada, otorgando determinados montos de dinero a título de lucro cesante y de daño moral.
[…]. Quinto: Que, dentro de las consideraciones referidas, la recalificación que el tribunal
de segundo grado hizo de la incapacidad resultante para el trabajador de que se trata,
carece de la importancia que le otorga el recurrente, ya que ella se basó en la Resolución
de la Comisión Médica de Reclamos de fojas 308, es decir, un antecedente agregado a los
autos después de que fue dictada la sentencia de primera instancia y que, en consecuencia,
resulta ajeno a la controversia de las partes y a la prueba rendida por las mismas. Por otro
lado, aún obviando el desfase indicado, no se encuentra probado en autos que dicha nueva
evaluación se haya traducido, durante el transcurso de este proceso, en una mayor pensión
para el demandante y que implique que el pago ordenado se encuentre desprovisto de objeto.
[…]. Séptimo: Que, tal como lo indican los jueces del fondo, de acuerdo a los hechos asentados
por el tribunal, ya referidos, no cabe en el caso sublite la aplicación del artículo 2.330 del Código
Civil, por cuanto el accidente que genera las obligaciones de la demandada ocurrió en el acceso
a la empresa, un sector indudablemente transitado y en el que no existía señal alguna de los
trabajos que se estaban efectuando en el portón ubicado en el lugar, lo que justificó la instrucción
de un sumario y la imposición de una multa por parte del Servicio Sanitario de Talcahuano a
“El empleador estará obligado a tomar todas las medidas necesarias para
proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores, obligación incorporada
a todo contrato de trabajo que constituye un elemento de la esencia de éste, no
pudiendo su cumplimiento quedar entregado a la autonomía de la voluntad, sino
que se trata de un deber ético superior, que se rige por normas de orden público,
normas de seguridad que no se agotan ni satisfacen con prevenciones dadas por el
empleador que queden al arbitrio y buena voluntad del trabajador” (Corte de
San Miguel, 23 marzo 2010, Rol nº480-2009).
Se trata de una Obligación legal. “Que, al sentido y alcance de las expresio-
nes utilizadas en el artículo 64 del Código del Trabajo, deben sumarse los principios
la empleadora. Así, en una materia cuya apreciación es una cuestión de hecho y pertenece, por
lo tanto, al ámbito de los jueces de la instancia, las circunstancias descritas llevaron a éstos a
descartar, válidamente, la imprudencia de la víctima del daño como causa concurrente del mismo
y, en consecuencia, la exención o atenuación de la responsabilidad de quien desplegó la conducta
negligente, principal o determinante.
Octavo: Que, en cuanto al fundamento de la responsabilidad exigida en el libelo de autos y
establecida en la sentencia atacada, y su graduación, se hace necesario agregar que el precepto
legal en que se apoya la acción intentada por el actor, el artículo 184 del Código del Trabajo,
establece el deber general de protección de la vida y la salud de los trabajadores, impuesto por el
legislador a los empleadores, en términos tales que éstos son deudores de seguridad para aquéllos
y tal obligación, bajo todos sus respectos, es una de las manifestaciones del deber general de
protección, cuyo cabal e íntegro cumplimiento es de una trascendencia superior a la de una simple
obligación a que se somete una de las partes de una convención y, evidentemente, constituye un
principio que se encuentra incorporado a todo contrato, siendo un elemento de la esencia de éste,
por lo que la importancia de su cumplimiento no queda entregada a la voluntad de las partes, sino
que comprende una serie de pautas, cuyo contenido, forma y extensión se encuentran reguladas
mediante normas de orden público.
Noveno: Que, el legislador, ante el incumplimiento por parte del empleador de una de las
obligaciones de la esencia de un contrato laboral, ha previsto el subsiguiente resarcimiento para el
o los afectados, consagrando la acción pertinente en la Ley N° 16.744, sobre Seguro Social contra
Riesgos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, específicamente en su artículo
69, que prescribe: […].
Décimo: Que, por todo lo razonado, sólo es pertinente concluir el rechazo del presente recurso
de casación en el fondo por no haber incurrido los jueces de fondo en los vicios denunciados por
la recurrente”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores Orlando
Álvarez H., Jorge Medina C. y Patricio Valdés A. y los Abogados Integrantes señores José Fernández
R. y Carlos Kunsemuller L. Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ9029.
nización de perjuicios por daño moral solicitada por la cónyuge e hijos del occiso,
que el tribunal fija en diez millones de pesos para cada actor […]
Que, se haya sobreseído al empleador demandado en el sumario sanitario,
que persigue la aplicación de una multa para los casos señalados en la ley, no es
suficiente para eximirlo de responsabilidad en el accidente, por cuanto, en primer
lugar, lo opinado por el SEREMI de Salud no obliga a los tribunales de justicia y,
en segundo lugar, la causa del sobreseimiento fue que no se determinó cabalmente
responsabilidad en la empresa del accidente laboral fatal acaecido, no porque no
tuviera responsabilidad o porque hubiera dado cumplimiento a la obligación de
seguridad que sobre ella pesaba” (Corte de Concepción, 30 noviembre 2010,
Apelación “Llanca Gajardo y otros con Uribe Cuevas” Rol nº 676-2010)215.
215
“2º Que, los demandantes sostienen que en el accidente que le costó la vida a su cónyuge y padre,
la demandada actuó “descuidada, negligente y temerariamente, es decir, con culpa por cuanto
no cumplía ninguna de las medidas de seguridad que la ley exige al empleador para salvaguardar
la integridad física, psicológica y la vida de los trabajadores, no tenía experto prevensionista para
realizar maniobras peligrosas, no informó oportuna ni debidamente a los trabajadores de la faena
y no tenía elementos de seguridad.
3º Que, no son hechos controvertidos por las partes, que el accidente se produjo mientras […],
efectuaba trabajos para su empleadora, la demandada de autos.
4º Que, la parte demandada ha negado los hechos en que se sustenta la demanda, señalando que
la causa del accidente fue la actuación negligente del trabajador señor Alarcón, quien se cruzó por
detrás de una retroexcavadora en los momentos en que se efectuaban maniobras de descenso de la
máquina del camión que manejaba el occiso, que se atravesó sin razón alguna en los instantes en
que la máquina era bajada y que además adoptó todas las medidas de seguridad y protección del
trabajador exigibles respecto del hecho lesivo cuya responsabilidad se persigue, así implementó las
medidas adecuadas y proporcionales a la labor realizada y susceptibles de ser aplicadas en razón
de la labor realizada por el trabajador, cumpliendo con las obligaciones impositivas de la ley Nº
16.744.
5º Que, la versión que da la parte demandada de los hechos aparece desvirtuada por lo establecido
por ella misma en el informe interno de accidente de trabajador con consecuencia fatal, que rola
a fojas 20 del Sumario Sanitario.
En efecto, en dicho informe se señala, en la narración de los hechos, lo siguiente: “Siendo el
día Lunes 28 de agosto del 2006, aproximadamente a las 14:00 procede el […] Operador de la
maquinaria excavadora marca JCB modelo LS 200, año 2005 a bajar excavadora de camión cama
baja. Una vez realizada la maniobra y estando la excavadora en terreno, el operador procede a
realizar maniobra de retroceso cuando se percata del aplastamiento del chofer del camión .
Conforme a lo establecido por la propia demandada en dicho informe y a lo declarado por el
operador de la máquina, en el sumario sanitario Nº 424–2006 y en el informe de investigación
del accidente realizado por el Instituto de Normalización Previsional, el accidente no ocurrió
cuando bajaban la retroexcavadora del camión, como lo señala al contestar la demanda la parte
demandada, sino ocurrió estando la retroexcavadora en tierra, cuando el operador procedió a
realizar una maniobra de retroceso atropellando al trabajador que se encontraba detrás de ella.
[…].
14º Que, en lo que dice relación con la alegación de la demandada de que la víctima se expuso
imprudentemente al daño, de manera que debe reducirse la indemnización, no sólo no resultó
probado, sino debe tenerse presente que son la cónyuge y los hijos los que demandan la
indemnización por su propio daño, al cual no se expusieron, de manera que no puede aplicarse
la reducción contemplada en el artículo 2330 del Código Civil.
Por estas consideraciones, disposiciones legales citadas y de conformidad, además, a lo dispuesto
en el artículo 1698 del Código Civil, se revoca la sentencia de veintiuno de septiembre de dos mil
nueve, escrita a fojas 92 y siguientes y en su lugar se declara: Que, se hace lugar a la demanda de
fojas 19 y se condena a la demandada al pago de la suma de $10.000.000 para cada uno de los
demandantes, en total $30.000.000, por concepto de daño moral. Se la condena, además, al pago
de las costas de la causa”. www.legalpublishing.cl, ID nº46867.
216
www.legalpublishing.cl, ID nº 31008.
217
Un trabajador dedujo demanda en procedimiento ordinario laboral en contra de su empleadora,
para la cual se desempeñó como guardia desde el 1º de abril de 2002. Manifiesta que en febrero
de 2006, estando de turno tuvo un accidente con el portón de corredera nº3 del establecimiento
-estructura de ocho metros de largo por dos metros de alto y cuyo peso alcanza a 1,5 toneladas y
que no existía “señalética alguna de advertencia de peligro o riesgo”-. Al mismo tiempo el portón
de corredera se salió de los postes de guía y volcándose hacia su cuerpo, logrando únicamente saltar
rápidamente hacia atrás, instante en que sintió un fuerte golpe en sus pies, que lo desestabilizó,
producto de lo cual cayó de espalda al suelo, refiriendo que al tratar de incorporarse se percató
que se había lesionado ambos pies. A consecuencia del accidente, resultó con lesiones consistentes
en “fractura calcáneo derecho, fracturas múltiples ortejo pie izquierdo y contusión severa ambas
extremidades inferiores”.
Interponiendo así, demanda que solicita el pago de $300.000.000 (trescientos millones de pesos)
en reparación del daño moral sufrido, con reajustes e intereses desde la fecha de la demanda y
hasta su efectivo pago o calculados en la forma que el tribunal determine. Agrega que, además,
sufrió un cuadro infeccioso que obligó a extensos tratamientos con antibióticos, sin que exista
seguridad de recuperación en este extremo, lo que podría incluso llevarle a sufrir la amputación
de su pierna. En subsidio, pidió la condena al pago de las indemnizaciones, conceptos y sumas,
mayores o menores, que el sentenciador determine con arreglo al mérito de autos; en uno u otro
caso con costas.
Contestada la demanda, se pidió su completo rechazo, con costas, sobre la base de la oposición de
las siguientes defensas y excepciones: a) la falta de efectividad de las imputaciones referidas en la
demanda; b) la única causa del accidente sufrido por el actor se hallaría en su propia imprudencia,
esto es, en la culpa de la víctima, de manera que el accidente no sería imputable al Hipermercado,
por lo que opone “excepción de irresponsabilidad”; en subsidio, alegó la excepción prevista en el
artículo 2330 del Código Civil, puesto que de la propia narración de la demanda cabría colegir
que el trabajador se habría expuesto imprudentemente al daño, de modo que la correspondiente
220
Ante el Primer Juzgado del Trabajo de San Bernardo (autos Rol Nº 5.120), se demandó por los
padres de un trabajador que falleció cumpliendo sus funciones, más reajustes, intereses y costas.
Previo a la contestación de la demanda, se opuso por la empleadora la excepción de incompetencia
del Tribunal. La juez de primer grado, desestimó en un primer momento tal excepción dando
curso progresivo a los autos, pero tal resolución fue recurrida de reposición por la empleadora,
la que fue acogida y, en consecuencia, se declaró la incompetencia del tribunal para conocer del
juicio.
Apelada esta interlocutoria por la demandante, una de las salas de la Corte de Apelaciones de San
Miguel, en resolución de siete de julio de mil novecientos noventa y nueve, que se lee a fojas 50,
la confirmó.
En contra de esta última sentencia, los demandantes dedujeron recurso de casación en el fondo.
“Quinto: Que, de este modo, el fundamento sobre el que se sostiene la sentencia impugnada,
es erróneo, puesto que como se dejó establecido en el motivo anterior, los actores accionan en
virtud del deber de protección que consagra el artículo 184 del Código del Trabajo, razón por la
cual es evidente que resulta competente para conocer de dicha acción un tribunal del trabajo, en
conformidad a lo dispuesto en el artículo 420 f ) del Código del Ramo.
Sexto: Que, por lo antes indicado, resulta que el fallo impugnado ha vulnerado la disposición
contenida en los artículos 184 y 420 letra f ) del Código del Trabajo, desde que conforme a tales
normas, son los juzgados del trabajo los llamados a conocer y fallar las causas en que se deduce una
acción que tiene por fundamento el deber de protección y seguridad, impuesto por el legislador
al empleador, deber que se encuentra consagrado por la ley y que, como ya se dijo, constituye un
elemento esencial de los contratos de trabajo.
Séptimo: Que, conforme a lo razonado, no cabe sino la invalidación del fallo impugnado, por
cuanto se cometió en su dictación el error de derecho analizado y, por ende, la infracción de ley
denunciada por los demandantes, la que ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo,
desde que motivó la aceptación de la excepción de incompetencia, alegada por la demandada, y
la subsecuente omisión de la resolución del asunto controvertido”.
Pronunciada por la 4ª Sala de Corte Suprema, integrada por los Ministros sres. Mario Garrido,
Marcos Libedinsky, José Benquis, Urbano Marín y el Abogado Integrante sr. Juan Infante.
221
“6º Que, si bien se ha distinguido la procedencia de la acción en sede laboral, de acuerdo a la
naturaleza de la responsabilidad que se invoca, esto es la que surge del contrato o del ilícito laboral,
lo cierto es que como lo ha sostenido la doctrina, “La naturaleza contractual o extracontractual de
la acción ha de verse en el causante: si éste habría podido accionar en virtud de la infracción de
un contrato, la acción será contractual, y si no había contrato entre él y el causante del daño, la
acción es extracontractual. El o los herederos no pueden alterar la naturaleza de esta acción, ni aun
bajo el pretexto que ellos son ajenos al contrato que haya podido ligar a la víctima directa con el
actor. Ellos no deducen una acción propia sino la que era del causante y precisamente porque son
sus continuadores jurídicos. De allí que, además, para accionar deban previamente demostrar su
calidad de herederos (Domínguez Hidalgo, Carmen. El daño Moral. Tomo II. Editorial Jurídica
de Chile. Santiago, 2000, pág. 736). De este modo, el incumplimiento del deber de seguridad
pertenece a la esfera de lo contractual, pues es inherente a la existencia del contrato de trabajo, con
lo que aún manifestado que haya sido el dolor propio de los demandantes, el hecho discutido en
la causa ha sido si se han adoptado de parte del empleador, las medidas eficaces para evitar todo
riesgo en la vida y salud del trabajador, lo que no se ha acreditado y dado el principio general de
la reparación del daño, es que procede en virtud de la responsabilidad contractual que emana de
los propios hechos hacer efectivo dicho principio, teniendo además presente que los actores han
tenido legitimación activa, pues, ello consta de los documentos acompañados en el primer otrosí
de la demanda, que dan cuenta de tratarse de la cónyuge e hijas del causante, calificación jurídica
que se ajusta a la naturaleza del proceso laboral y a las normas sustantivas sobre que se funda la
acción ejercida en autos.
7º Que, sin perjuicio de lo razonado en el motivo decimosexto del fallo de primer grado, nada
puede hacer prever el tiempo de duración de la relación laboral entre el dependiente y su empleador,
si no se hubiese producido el accidente, como en el caso de haber sobrevivido al mismo, de allí
que se estima prudente y razonable regular la indemnización por lucro cesante en cinco millones
de pesos ($5.000.000) y el moral, en veinte millones de pesos ($20.000.000).
En cuanto al recurso de apelación: Se confirma la sentencia apelada, y Acordada con el voto en
contra del Ministro señor Villarroel Ramírez, quien estuvo por revocar la sentencia, en cuanto en
su decisión II hace lugar a la demanda de fojas 1, y ordena a la demandada principal pague a la
demandante y a sus hijas legítimas menores, las siguientes indemnizaciones: “2º) por concepto de
daño moral la suma de $50.000.000; y en cuanto en su decisión III señala que las indemnizaciones
por lucro cesante y daño moral se reajustarán de acuerdo a la variación experimentada por el
índice de precios al consumidor desde la fecha del accidente ocurrido el 28 de mayo de 1996 en
el caso del lucro cesante, y desde la fecha de notificación de la demanda respecto del daño moral,
y además ambas indemnizaciones con intereses corrientes para operaciones reajustables, desde que
la sentencia quede ejecutoriada y hasta el pago efectivo en ambos casos, y, en su lugar, estuvo por
rechazar la expresada demanda.
Tiene para ello presente que, de lo previsto en los artículos 184, 188, 189, 190, 191 y 210 del Código
del Trabajo, y 5º, 6º, 65, 66, 67 y 68 de la Ley Nº 16.744 sobre Seguro Social contra Riesgos de
Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, se desprende que la responsabilidad en caso
de accidentes del trabajo ocurridos a un trabajador dice relación directa con las normas y medidas
de seguridad que el empleador ha debido adoptar y luego cumplir, conforme a las prescripciones
de la ley, en el lugar físico de las faenas, en sus instalaciones y en los sitios de trabajo, y la necesaria
obligación y deber de supervisión directa del empleador en el desarrollo de tales actividades o
faenas.
Hay, en el seno de esta rama o institución especial de seguridad social un vínculo necesario y
directo entre el empleador y el empleado, y entre éstos y el sitio o instalación material de las faenas.
Luego, ha de haber igualmente la necesaria relación de causalidad entre la eventual culpa, hecho u
omisión del empleador y la ocurrencia del accidente del trabajo. En el caso de autos, el trabajador
realizaba labores para un tercero, en instalaciones ajenas a las de la demandada y a kilómetros de
distancia de ésta. En consecuencia, y según el disidente, la demandada no ha podido ser sujeto
pasivo de la acción de indemnización de perjuicios interpuesta en estos autos, desde que a la
fecha de su ocurrencia, atendido el lugar en que el accidente acaeció, no estaba en condiciones de
haberlo previsto, el que sí pudo y debió ser de la previsión del tercero para el que el trabajador se
desempeñaba el día del hecho”.
222
Ante el 8º Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, en causa Rol n°1083-2007, el actor demandó
para que se condenara a la demandada a resarcir los perjuicios causados por concepto de lucro
cesante y de daño moral por los montos indicados en el libelo o los que se determinen conforme
al mérito del proceso, con reajustes, intereses y costas.
La demandada al evacuar el trámite de la contestación de la demanda, solicitó el rechazo de la
misma porque son absolutamente falsas las imputaciones de responsabilidad que le imputa el actor,
por el contrario, alega que el accidente se produjo por exclusiva responsabilidad de éste. Agrega
la improcedencia de los perjuicios solicitados en el libelo de demanda.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de 11 de febrero del 2009, acogió la demanda
interpuesta, sólo en cuanto la demandada, debe pagar al demandante la suma de $50.000.000 por
concepto de daño moral, más los reajustes de acuerdo con la variación del IPC desde la notificación
de ésta y la del pago efectivo e intereses corrientes desde que quede firme, ambas hasta la fecha
del pago, desestimándose en lo demás y no se condena en costas a la demandada porque no fue
totalmente vencida.
Se alzaron ambas partes y la Corte de Apelaciones de Santiago (Rol nº4909), por fallo de 6 de
abril de 2010, lo revocó y rechazó la demanda. Estableciendo como hechos de la causa que, el
actor “ingresó a trabajar para la demandada como ayudante de operador de máquina, el 1 de
septiembre de 2006, desempeñándose en una guillotina industrial para fierro (máquina cortadora
o trituradora de fierro). El día 23 de julio de 2007, alrededor de las 15,30 horas, mientras operaba
la referida máquina una esquirla saltó hacia su ojo izquierdo diagnosticándosele trauma ocular
severo en ojo izquierdo, atrofia ocular severa, prótesis cosmética ojo izquierdo, exhibiendo como
secuelas la pérdida globo ocular ojo izquierdo, con un 30% de incapacidad, según informe de la
ACHS.
Consta, que la empleadora le había entregado elementos de seguridad, específicamente antiparras,
las que el actor tenía puestas antes del accidente, en presencia de uno de sus jefes, pero que se
sacó una vez que éste se ausentó momentáneamente. […].
Quinto: Que, en la especie, conforme a los hechos asentados, resumidos en el motivo segundo
de este fallo, no es posible concluir que el empleador haya incumplido con la obligación que le
impone el artículo 184 del Código del ramo, desde que adoptó las medidas necesarias, posibles
y previsibles, para proteger la vida y salud del actor, entregando los elementos de seguridad,
instruyendo y supervisando la labor.
En efecto, cabe recordar que los hechos suceden cuando en la operación regular de una guillotina
industrial para fierro, donde la salpicadura ocasional de astillas potencialmente dañinas para la
integridad del operador es posible, un operario de 46 años, quien se había desempeñado por más
de 10 meses en la misma labor, contando con antiparras o lentes, proporcionadas por su empleador,
decidió no utilizarlas ante la ausencia de su jefe directo. El hecho haber estado utilizando las
antiparras y quitárselas al salir su jefe revela la existencia de instrucciones en relación a la utilización
de dicho elemento de seguridad, así como la supervisión que sobre la labor que realizaba existía,
toda vez que en presencia de su jefe el actor utilizaba los lentes.
Sexto: Que, en el contexto en que se desenvolvieron los hechos, no advierte este Tribunal que
otra medida razonable y eficaz era exigible al empleador , ante la conducta del trabajador , para
evitar el accidente de autos, de modo que al haber adoptado las que eran de su cargo en función
de la naturaleza de faena de que se trata, cabe desechar la demanda interpuesta.
Por estas consideraciones […], se revoca la sentencia en alzada de once de febrero del año dos mil
nueve, escrita de fojas 148 a 176, y en cambio se decide que se rechaza la demanda”.
223
De la Sentencia de Reemplazo destacamos la prevención del Ministro señor Valdés, quien estuvo
por fijar como indemnización por daño moral, la suma de quince millones de pesos, pues en su
parecer, ésta resultaba más acorde con el hecho que al producirse el accidente laboral, el actor
se expuso imprudentemente al daño, al no usar los lentes de seguridad proporcionados por su
empleador al ejecutar las maniobras en la máquina en la que ejercía sus labores.
Redacción a cargo de la Ministra señora Gabriela Pérez Paredes y la disidencia su autor.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señor Patricio
Valdés A., señoras Gabriela Pérez P., Rosa María Maggi D., Rosa Egnem S., y el Abogado Integrante
señor Patricio Figueroa S.
224
Corte de Santiago, Rol nº 3026-2005. Corte Suprema, Rol nº 673-2006. http://productos.
legalpublishing.cl/. Fallo nº 33835.
225
Diez Schwerter, Ob. Cit., pág. 77.
226
“En su apelación, el recurrente expuso: a) que según el fallo recurrido, no se han controvertidos
los hechos siguientes: “I.- Que, entre las partes existió relación laboral desde el 24 de octubre de
2005; II.- Que el día 22 de noviembre de 2006, en ejercicio de sus funciones, luego de terminar
su función, y mientras se disponía a bajar la escalera que se encontraba utilizando, resbaló
–el trabajador-, golpeándose sobre el borde del metal que forma el pick-up de la camioneta,
provocándole lesiones; que “…las partes se encuentran contestes en el hecho que el actor sufrió
un accidente en el cumplimiento de sus funciones, no discutiéndose la relación de causalidad
entre el accidente y las lesiones sufridas por el demandante, hecho que se encuadra dentro de la
definición prevista en el artículo 5 de la ley número 16.744”; b) que, además, se establecen como
hechos efectivos derivados de la confesional solicitada por el demandante al representante de la
empresa demandada; i) que ningún otro trabajador presenció el […]; ii) que la propia empresa
demandada denunció como accidente del trabajo el evento sufrido por el demandante; iii) que
la ACHS calificó como “accidente de trabajo” el hecho sufrido por el actor; iv) que la ACHS
evaluó al demandante y determinó un 15% de pérdida de capacidad de trabajo; c) que lo que
sí fue controvertido fue si la Sociedad Automática y Regulación S.A. incumplió su obligación
emanada del artículo 184 del Código del Trabajo, incorporada al contrato de trabajo en virtud de
lo quie dispone el artículo 22 de la ley sobre efecto Retroactivo de las Leyes y, en caso afirmativo,
si los perjuicios causados al trabajador provienen precisamente de ese incumplimiento; d) que
el cumplimiento de la referida obligación implica necesariamente que quien se encuentra afecto
a ella debe actuar con la debida diligencia para evitar la producción del daño, diligencia que no
es otra que aquella que se identifica con el “sumo cuidado” a que se refiere, como concepto de
carácter general el artículo 44 del Código Civil, es decir, culpa levísima; que ello es así no sólo
porque el ya citado 184 del Código del Trabajo dispone que el empleador estará obligado a
tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores,
sino principalmente por la naturaleza de los intereses que la Ley pretende proteger al consagrar
tal obligación de seguridad, los que no son de carácter pecuniario, porque derivan de la calidad
humana de todo trabajador; que las obligaciones que impone el artículo 184 del Código del
Trabajo a todo empleador son obligaciones de resultado, por lo que se establece a este respecto un
sistema de responsabilidad objetiva en el ámbito de la prevención de accidentes y seguridad laboral,
régimen de responsabilidad que impone necesariamente al empleador la obligación de indemnizar
al trabajador lesionado por un accidente que le haya ocurrido por o con ocasión de su trabajo;
que, en el ámbito de la prevención y seguridad laboral, normalmente se consideran tres distintos
aspectos que deben ser debidamente resguardados y cumplidos por los empleadores para evitar
accidentes a sus trabajadores: 1) entrega de implementos de seguridad o técnicamente denominados
Elementos de Protección Personal (E.P.P.). 2) la entrega completa y adecuada de instrucciones y
capacitación, y el establecimiento de sistemas o procedimientos de trabajo seguro, con la debida
información al trabajador de los riesgos que existen en sus labores. 3) la implementación de todas
las medidas de seguridad necesarias para evitar accidentes (señalética, vías de evacuación, extintores,
protección de partes móviles de maquinarias, entrega de herramientas adecuadas para la función,
elementos para evitar la exposición a riesgos de atrapamiento o corte, etc, y que es precisamente
en este sentido en el que debe entenderse el punto de prueba N° 1 de la interlocutoria de 28 de
junio de 2007, de fs. 47 y 48; […]
4.- que, no obstante todo lo dicho, justo es reconocer también que de parte del trabajador hubo
igualmente una exposición imprudente al daño, pues existan o no medidas de seguridad, éste
sabe de antemano que ellos deben existir y que debe utilizarlos efectivamente. No hacerlo implica
un descuido atribuible en parte a su conducta propia, por lo que en virtud de lo dispuesto en el
artículo 2330 del Código Civil, el disidente estuvo por acoger la demanda del trabajador sólo por
la suma de $7.000.000 (siete millones de pesos) a título del daño moral experimentado a raíz de
su parcial incapacidad”.
tuar las labores, dado que a la fecha del hecho había prestando servicios
sólo tres días y por ello debió cerciorarse que contaba con la experiencia
necesaria para manejar grúas de horquilla, y sin alterar lo razonado, que
el demandante contara con licencia necesaria para manejar ese tipo de
máquinas (Corte Suprema, 13 agosto 2009, Casación “Mora Tudela con
Montaner S.A.” Rol nº 3994-2009).
2) Lo indispensable es el deber de previsión y el cuidado del en-
torno para permitir un trabajo seguro. “Que el trabajador haya poseído los
implementos de seguridad no completa la obligación de seguridad, pues excede esa
circunstancia, siendo indispensables el deber de previsión y cuidado del entorno
para permitir un trabajo seguro, precisamente porque el accidente puede provenir
de terceros ajenos al empleador. Precisamente que la causa del accidente sea la
evaluación deficiente de las condiciones seguras para operar, equivale a faltar al
deber de previsión con que el empleador debe actuar” (Corte Suprema, 10 abril
2007, Casación en la forma “Alegría Melo con Escobar Mendoza” Rol nº 4005-
2005)227. Del fallo de segunda instancia, se lee: “5.- Que, al respecto importante
es detenerse en el hecho admitido, para analizar qué conducta le era exigible al
227
En este juicio Rol nº 12.357-03 del Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Los Ángeles, se
demandó a fin que se condene a los demandados a pagarle las cantidades que indica, por concepto
de indemnización por daño emergente, lucro cesante y daño moral o las que el tribunal determine,
más intereses, reajustes y costas.
El actor, funda su demanda en que el 02 de septiembre de 2003 empezó a trabajar en labores de
carpintería en moldaje para un contratista; que el 16 de septiembre, a las 3 de la madrugada, se
encontraba tirando lienzas para los moldajes de uno de los peldaños del sector donde laboraban
varios operarios, momento en el que el operador de la grúa denominada “pluma”, maniobró con
tal imprudencia, descuido y torpeza, que empezaron a caer materiales de P.V.C. de 8 metros de
largo, y uno de esas tubos, de más o menos un metro de diámetro y 80 kilos de peso, le impactó
violentamente el abdomen, lanzándolo hacia atrás hasta donde dio el cinturón de seguridad. Sin
embargo, el peso del objeto y la violencia del impacto lo lesionó de gravedad, que le afectaron
los pulmones, riñones y columna vertebral, dejándolo incapacitado de por vida en un 50% en su
aptitud laboral y física, amén de otras secuelas, que estuvo hospitalizado desde el 16 de septiembre
hasta el 31 de octubre del año 2003, y a la fecha de la demanda, está con licencia médica con
severas limitaciones físicas y psicológicas; los sufrimientos físicos y psíquicos perduran y subsistirán
por el resto de su vida; que a su edad podía aspirar a 30 años más de vida laboral útil; que percibía
remuneraciones, como obrero especializado, un promedio de $ 300.000 mensuales, o sea $
3.600.000 por año y $ 108.000.000 en 30 años; que el daño moral por sus limitaciones físicas y
detrimento psíquico, al tener que depender de terceros y estar en permanentes controles médicos,
y por el sufrimiento y menoscabo moral, que también impactan a su mujer joven y a sus tres hijos
menores, que dependen de su trabajo, ascienden a no menos de $ 100.000.000.
El demandado alegó que adoptó todas las medidas de seguridad necesarias, como lo reconoce el
propio demandante y que el accidente constituye un caso aislado, a lo que agrega que el afectado
ha recibido todas las atenciones pertinentes y que el operador de la grúa causante del accidente
no era trabajador suyo.
El Consorcio demandado, en la contestación alega que no es ni ha sido el dueño de la obra en la que
se desempeñaba el demandante, la que pertenecía a Endesa, a lo que agrega que la responsabilidad
subsidiaria se encuentra limitada en cuanto a la materia y que tampoco existió responsabilidad
por parte del demandado principal. Por último, opuso el beneficio de excusión.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de 23 de julio de 2004, acogió la demanda sólo en
cuanto ordena que el demandado y, en subsidio, el Consorcio Febrag S.A., paguen al actor, por
concepto de daño moral, la cantidad que indica, más intereses, reajustes e impuso a cada parte
sus costas y por mitades las comunes.
Se alzaron las demandadas principal y subsidiaria y el demandante y una de las salas de la Corte
de Apelaciones de Concepción, en fallo de once de julio de 2005, confirmó la sentencia de primer
grado con la declaración allí contenida.
En contra de esta última sentencia, el demandado subsidiario dedujo recurso de casación en la forma,
por haber sido dictada, a su juicio, con vicios que han influido sustancialmente en lo dispositivo
del fallo y pidiendo que se la invalide y se dicte una de reemplazo que rechace la demanda, con
costas.
La sentencia de casación fue pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por
los Ministros señores Marcos Libedinsky T., Orlando Álvarez H., Urbano Marín V. y Patricio
Valdés A. y el Abogado Integrante señor Roberto Jacob Ch..
ese extremo no se logra, porque tener en una bodega elementos de seguridad, por
mucho que se encuentren a disposición de lo operarios, no constituye en absoluto
la adopción de todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y
salud de los trabajadores como manda la ley, y por ende no cumple el deber de
proporcionar esos elementos con sólo tenerlos en la bodega. En efecto; en cuanto al
contenido de tan amplia obligación, para el caso concreto, es bastante obvio que, si
bien puede admitirse que en una obra de gran extensión y número de trabajadores
no pueda vigilarse de modo continuo y permanente lo que cada operario haga o
deje de hacer, cuando menos es ineludible deber de la empresa incorporado al con-
trato por la ley asegurarse de que al comenzar su jornada o al dirigirse al trabajo
particularmente asignado, cada operario lleve el material de seguridad que para
su desempeño sea necesario, que conozca sus instrucciones de uso y que durante la
jornada se efectúe algún tipo de ronda o control respecto de la utilización efectiva
de tales implementos. Ni la confesional ni la testimonial del demandado aportan
nada en este sentido y antes al contrario, ninguno de los dos testigos de la empresa
estaba presente al momento del accidente ni se sabe tampoco si tan siquiera estaban
al momento de comenzar la labor de aquella jornada. Ello no obstante que el primer
declarante admite que era el encargado de supervigilar el uso de los elementos de
seguridad, labor que no cumplió o al menos no puede afirmarse que cumpliera- y el
segundo reconoce que toda la supervisión que se adoptaba al comenzar la jornada
era dar una charla de cinco minutos que a todo evento no se afirma haber dado
ese preciso día- sobre el uso de los elementos de seguridad. Es decir, y a contrario
sensu, la empresa no controlaba físicamente que cada trabajador partiera a sus
labores premunido de esos elementos, ni efectuaba luego control alguno, continuo
ni discontinuo, de su uso en la práctica.
3) En su cumplimiento, cualquier omisión importa desobedecerlo.
“Cuando se trata de cumplir la obligación de diligencia y cuidado, cual-
quier omisión importa desobedecer el deber que incumbe al empleador.
El requisito de capacitar al dependiente para desarrollar una faena protegida no
sólo abarca la preparación de manuales e impartir charlas sobre la peligrosidad
de las labores sino que también es compulsivo un eficiente control en el sitio de
las actividades y que tales medidas sean adecuadas, cualidad que se desvanece si
acontece una catástrofe. Que se acredite que se entregaron elementos de seguridad
228
“13. Que, las normas de seguridad del trabajador forman parte del contrato de trabajo y son
irrenunciables por ser necesarias para impedir que se dañe la vida o salud de los trabajadores. Es obligación
del empleador dar seguridad a sus trabajadores, cumpliendo así con su deber general de protección.
El incumplimiento del empleador se presentará cuando ocurra un accidente del trabajo, ya sea porque éste
no había adoptado las medidas necesarias de seguridad o porque las adoptadas no eran eficaces, surgiendo
el deber de reparación como consecuencia de la obligación que él asume al celebrar el contrato de trabajo.
Así, formando la obligación de seguridad parte integrante del contrato de trabajo, que es de cargo
del empleador, su infracción determina, consecuencialmente, la responsabilidad contractual de éste.
14. Que, armonizando el artículo 184 del Código del Trabajo y 1547 del Código Civil, cabe
concluir que en la responsabilidad contractual el incumplimiento de las obligaciones se presume,
de manera que al que reclama dicha responsabilidad sólo le incumbe probar la existencia de la
obligación, pero no debe acreditar que el incumplimiento de ésta sea culpable. En cambio, el
empleador que pretende liberarse de responsabilidad deberá probar haber dispuesto las medidas
de seguridad adecuadas para, de este modo, entender cumplido el deber de diligencia exigido por
la ley. La prueba de la diligencia excusa del deber de reparar. La prueba de la diligencia debida o
cuidado incumbe al que ha debido emplearla, esto es, como se dijo, al empleador. El empleador
debe desvirtuar la presunción de culpa y la prueba que se produzca debe provocar la convicción
en el tribunal de que se empleó la debida diligencia. […]
19. Que, es necesario tener presente que el empleador es un deudor de seguridad frente a sus
trabajadores, debiendo actuar con la máxima diligencia para evitar que éstos sufran accidentes o
enfermedades profesionales que puedan afectar su vida o su integridad física o psíquica”.
http://productos.legalpublishing.cl, Fallo nº 37966.
229
“1. Que, la infracción al deber de seguridad respecto de los trabajadores de la empresa contratista
que pesa sobre la demandada subsidiaria, conforme a los artículos 183-E y 184 del Código del ramo
y a la normativa de la Ley 16.744 de 1968 sobre Accidentes del Trabajo, que surge del siniestro
laboral que sufrió el demandante, se encuentra suficientemente establecida por el tribunal de
primer grado. Que, a este respecto se impone la reflexión de que es irrebatible que la obligación de
diligencia y cuidado que la ley hace recaer sobre el empleador subsidiario en el rubro de accidentes
laborales, es de una gran entidad, ya que no sólo es de su cargo adoptar todas las medidas ineludibles
para proteger la vida y salud de los trabajadores, sino que debe hacerlo eficazmente, siendo la
prueba de su cargo y en la especie ésta no se ha rendido en un grado que posibilite descartar su
responsabilidad. En efecto, hay que insistir que cuando se trata de cumplir con una obligación
tan perentoria como extrema, cualquier omisión importa desobedecer el deber que incumbe al
empleador. A la luz de la naturaleza de esta exigencia, el requisito de capacitar al dependiente para
desarrollar una faena protegida no sólo abarca la preparación de manuales e impartir charlas sobre
la peligrosidad de las labores, sino que también es compulsivo un eficiente control en el sitio de las
actividades y que tales medidas sean adecuadas, cualidad que se desvanece si acontece una catástrofe.
2. Que, sin embargo, se echa de menos una indagación del sentenciador de primera instancia sobre
la conducta de la víctima y la vinculación causal de ella con el accidente, consignando desde ya
que con una investigación semejante no se pretende excluir la responsabilidad de las demandadas,
sino una morigeración de las indemnizaciones pertinentes conforme a las reglas del derecho común
y particularmente de lo preceptuado en el artículo 2332 del Código Civil, aplicable en este caso
por el reenvío que efectúa el art. 69 de la Ley de Accidentes del Trabajo, y que la permite por la
exposición imprudente de la víctima al daño”. Fuente: http://productos.legalpublishing.cl/, Fallo
nº 36932.
230
Ante el 1er Juzgado de Letras del Trabajo de Temuco (Rol nº 553-2007), se demandó la
indemnización del daño moral sufrido con ocasión del accidente del trabajo, del que es responsable
y que avalúa en la suma de $30.000.000 o la que se señale de acuerdo con el mérito de autos, con
reajustes, intereses y costas.
El accidente ocurrió cuando el actor junto con otros dos compañeros de trabajo, movían el
‘rosco’, momento en el que uno de ellos, accionó el interruptor haciendo funcionar el motor, lo
que provocó que el trigo bajara, el demandante perdiera el equilibrio, cayera y parte de su mano
izquierda fuera succionada por la máquina, siendo trasladado a un centro asistencial en Cunco
para darle los primeros auxilios y posteriormente a la ciudad de Temuco.
La demandada, contestando el traslado conferido, solicitó el rechazo de la acción deducida en su
contra, argumentando que no le cabe responsabilidad en el accidente sufrido por el actor.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de 15 de mayo del 2008, rechazó la demanda, sin
costas.
Se alzó el demandante y la Corte de Apelaciones de Temuco, en fallo de 5 de marzo del 2008,
agregando un nuevo fundamento, lo confirmó.
Del fallo de la Corte Suprema, se lee: “Segundo: Que, de la lectura de la sentencia de segunda
instancia se advierte que ésta para confirmar el fallo de primer grado que desechó la demanda,
estableció que la causa determinante del accidente fue la pérdida de equilibrio del actor, a raíz de
lo cual, éste puso su mano en la máquina que se la succionó, siendo esta causa fortuita y que no
puede atribuírsele a culpa del demandado.
Tercero: Que, en consecuencia, se ha determinado en el fallo que la causa del accidente se produjo
por causa fortuita, sin embargo, de éste no es posible advertir, fundamento alguno que lleve a
esa conclusión. […]. Por estas consideraciones […], se acoge el recurso de casación en la forma
[…], en consecuencia, se invalida y se la reemplaza por la que se dicta a continuación, en forma
separada y sin nueva vista.
Atendido lo resuelto, se omite pronunciamiento sobre el recurso de casación en el fondo deducido
por el demandante”.
La Sentencia de Reemplazo dijo: “Cuarto: Que, el deber de cuidado que se le exige al empleador,
comprende entre otros, contar con personal competente, es decir, habilitarlos para desarrollar las
tareas para las cuales fueron contratados, y en el caso en estudio se ha reconocido por el testigo
[…] que no se le capacitó para trabajar en el rosco; y contar con equipamiento adecuado, en este
caso, también se ha señalado por el testigo […] que el rosco era nuevo y que era primera temporada
que se usaba, que tanto él como el actor, no tenían experticia en su uso, sin embargo, no parece
lógico para estos sentenciadores que esta máquina pudiere accionarse en la forma que se hizo, de
modo que, requería, al menos una envoltura protectora que evitara que ésta pudiere ponerse en
marcha con el mero roce, como ocurrió en este caso.
Quinto: Que, por todo lo razonado, es posible concluir que el empleador no cumplió con los
deberes de cuidado que le exige la norma legal en estudio, de modo que, al contratar a una
persona sin darle la capacitación suficiente en el manejo de la maquinaria usada para cargar el
trigo en camiones, como asimismo utilizar una máquina en condiciones inseguras, ha actuado
con negligencia, incumpliendo la obligación impuesta por la ley y que provocó el accidente que
le causó las lesiones al actor en su mano izquierda. […]
Séptimo: Que, el daño moral, entendiendo por tal, el sufrimiento, dolor o aflicción psicológica
que lesiona el espíritu de afecto y de familia y que se manifiesta en pesadumbre y depresiones de
ánimo, permite a este tribunal sin lugar a dudas presumirla de los antecedentes establecidos de
autos. En efecto, el actor, a pesar de prestar servicios al demandado por cuatro años, sin contrato
escrito y sin cumplírseles las obligaciones de seguridad social, sufrió un accidente del trabajo que
le ocasionó lesiones en su mano izquierda y la amputación de su dedo medio, motivo por el cual,
debió asistir a curaciones y a rehabilitación. Este daño corporal le produjo cambios no sólo en su
anatomía sino que también en su personalidad y en la forma en que debe enfrentarse al resto de
las personas y a su trabajo. […].
Noveno: Que, habiendo resultado perdidosa la demandada, será condenado al pago de las costas.
Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 463 y siguientes del Código del Trabajo, se revoca,
la sentencia apelada […] en cuanto por ella rechazó la demanda y en su lugar se declara que ésta
queda acogida y se condena a la demandada a pagar al actor la suma de $ 15.000.000 por concepto
de daño moral, con los reajustes e intereses establecidos en el motivo octavo, con costas del juicio”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señor Patricio
Valdés A., señora Sonia Araneda B., señora Rosa María Maggi D., Ministro Suplente señor Julio
Torres A., y el Abogado Integrante señor Ricardo Peralta V.
V. El empleador y su responsabilidad
231
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores Urbano
Marín V., Patricio Valdés A., señoras Gabriela Pérez P., Rosa María Maggi D. y el Abogado
Integrante señor Patricio Figueroa S.
con Porcelanas Florencia S.A.”, Rol nº 3377-02. FM nº 506. pág. 5267 y ss.,
sentencia nº 12)232.
232
En este caso un pensionado demandó a su ex empleador, una empersa de ferrocarriles, para que
le indemnice por las lesiones sufridas en un accidente, los montos que indica por lucro cesante
y daño moral. El Juez de primera instancia (4º Juzgado del Trabajo de Santiago, Rol nº2043-
2001), sólo accedió ordenar el pago del daño moral, y en lo demás, rechazó la demanda. Teniendo
presente para ello que, el tenor del artículo 184 del Código del Trabajo y la falta de elementos de
seguridad, además de su deplorable estado.
La Corte de Apelaciones de Santiago, en su fallo revocó la sentencia apelada (Rol nº6844-2001).
Y del fallo de Casación nos quedamos con los siguientes motivos: “Segundo: Que, el sentido de
la norma es claro en orden a facultar al empleador para finalizar la vinculación existente con el
trabajador cuando éste ha incurrido en falta de probidad. Tal prerrogativa, evidentemente, aparece
concebida dentro del especial nexo habido entre las partes, esto es, la prestación de servicios
personales, bajo vínculo de subordinación o dependencia, a cambio de una remuneración, relación
contractual en la que uno de los sujetos resulta, en mayor o menor medida, supeditado al otro. Es
el contratante débil al cual la ley se ha preocupado de proteger mediante toda una reglamentación
contenida en el Código de la especialidad.
Tercero: Que, no obstante el raciocinio anterior, no puede desconocerse que el contrato de trabajo
se encuentra también marcado por su contenido ético, es decir, por el imperio de ciertos principios
que las partes deben respetar, entre ellos, el deber de fidelidad y lealtad a que ambas se encuentran
obligadas, atendidas, entre otras, las circunstancias de alta competitividad en el que se desarrollan
en el mundo moderno las actividades empresariales. En efecto, el mayor o menor éxito de una
empresa radica en la calidad y variedad de los productos que ofrezca a los consumidores de los
mismos, características que, a su vez, dependen de un acertado proceso de producción en el que,
sin duda, los dependientes juegan un rol principal.
Cuarto: Que, por lo mismo, las relaciones laborales han de desenvolverse en un clima de confianza,
el que se genera en la medida que las partes cumplan con sus obligaciones en la forma estipulada,
fundamentalmente, de buena fe. Es por este motivo que, ante ciertas conductas del trabajador,
debidamente comprobadas, el legislador laboral autoriza al empleador a poner término a la
vinculación, sancionando al trabajador con la pérdida de las indemnizaciones que, en otro evento,
le habrían correspondido. En la especie, se ha tratado de la probidad, esto es, de la honradez en
el actuar.
Quinto: Que, dicha honradez en el actuar exigida al dependiente, la ley laboral la ha establecido
sin mayores calificativos, es decir, basta que concurra -y haya sido acreditada- para que dé lugar a
la sanción más arriba mencionada. No se requiere la convergencia o reunión de más antecedentes,
sin perjuicio de la facultad de apreciación de la prueba rendida, actividad que se ubica entre las
atribuciones privativas de los jueces del grado. Por ende, ante la ausencia de esa rectitud o integridad
recibe aplicación la disposición contenida en el artículo 160 Nº 1 del Código del Trabajo, sin
que sea necesario considerar la concurrencia de otras circunstancias, por no exigirlo ni poder
interpretarse de esa manera, sin infringirla, la norma en examen”.
“4º) Que, en el Libro II del Código del Trabajo titulado ‘De la Protección
a los Trabajadores’, se regula substantivamente la que debe otorgar el empleador,
como responsabilidad suya. […];
5º) Que, el empleador es un deudor de seguridad a sus trabajadores.
La obligación de otorgar seguridad en el trabajo, bajo todos sus respectos,
es una de las manifestaciones concretas del deber general de protección del
empleador; su cabal cumplimiento es de una trascendencia superior a la
de una simple obligación de una de las partes en un negocio jurídico, pues
ella mira a la prevención de los riesgos profesionales, lo que importa a sus
trabajadores, a sus familias y a la sociedad toda, tanto para proteger la
vida y salud de los trabajadores, como por razones éticas y sociales. La regu-
lación del cumplimiento de este deber no queda entregada a la autonomía
de la voluntad de las partes, ni menos aún, a la decisión del empleador.
Ella comprende en general una serie de normas de derecho necesario, cuyo
contenido, forma y extensión se encuentran regladas mediante normas de
orden público, sin perjuicio de normativas adicionales decididas o con-
vencidas con el empleador.
6º) Que, en relación con la obligación de prevención y seguridad que pesa sobre
el empleador, aluden a ella los artículos 66, 67 y 68 de la Ley Nº 16.744, cuyo
Reglamento fue aprobado por DS. Nº 40, del Ministerio del Trabajo y Previsión
Social, de 11 de febrero de 1989, además de las prescripciones específicas para la
ejecución de las funciones motivantes del accidente del trabajo en análisis.
7º) Que, los mencionados preceptos de la Ley Nº 16.744 apuntan a que en
las empresas se logre una “conciencia de la seguridad”, por la importancia que ella
tiene para los diversos sectores referidos: los trabajadores, sus familias, la propia
empresa y la comunidad, siempre ésta interesada por los recursos humanos.
Al respecto importa destacar, entre otros preceptos, las dos primeras funciones
que deben cumplir los Comités Paritarios de Higiene y Seguridad que deben fun-
cionar en toda empresa en que laboren más de 25 personas: “1.- Asesorar e instruir
a los trabajadores para la correcta utilización de los instrumentos de protección.
2.- Vigilar el cumplimiento, tanto por parte de las empresas como de los trabaja-
dores, de las medidas de prevención, higiene y seguridad”.
8º) Que, el citado artículo 184 del Código del Trabajo señala que el emplea-
dor debe adoptar todas las necesarias medidas para proteger eficazmente la vida
y salud de sus trabajadores. La palabra “eficazmente”, empleada en la disposición
legal citada, aparentemente apunta a un efecto de resultado, el que sin dudas se
encuentra también presente; pero fundamentalmente debe entendérsela referida
a la magnitud de responsabilidad y acusiocidad con que el empleador debe dar
cumplimiento a su obligación de prevención y seguridad, en relación con lo cual
cabe inferir inequívocamente una suma exigencia del legislador.
9º) Que el Reglamento aprobado por DS. Nº 379 del Ministerio de Econo-
mía, Fomento y Reconstrucción, sobre requisitos mínimos de seguridad para el
almacenamiento y manipulación de combustibles líquidos derivados del petróleo
destinado a consumos propios, en relación con la responsabilidad por la seguridad de
las instalaciones, dispone lo siguiente: “El propietario, arrendatario o administrador
a cargo de la operación de las instalaciones, o su mero tenedor, será responsable de
su seguridad y de la aplicación del presente Reglamento. La persona responsable
y el personal a cargo de la instalación deberá disminuir al máximo, controlar y/o
eliminar los eventuales riesgos para quienes laboren en las instalaciones, para las
personas y propiedades vecinas y para terceros”, norma a la que, en una situación
como la de la especie, se debió dar estricto cumplimiento por la demandada.[…].
11º) El contrato de trabajo además del aludido contendido patrimonial, tiene
un importante contenido personal, en el que destacan básicamente el deber general
de protección del empleador y los de lealtad y fidelidad que pesan sobre los traba-
jadores. Aquél comprende el deber de seguridad que encierra una problemática
adicional.
12º) Que, los valores que tienden a preservar la obligación de seguridad, en
forma directa e inmediata, no son de índole patrimonial, sino es la propia vida,
la integridad física y psíquica, y la salud del trabajador” (Corte Suprema, 27
mayo 1999, Casación en el fondo “Aguirre Rodríguez con EMERES Ltda.”, Rol
nº 4131-1997. FM nº 486, pág. 854, sentencia nº 8; también RDJ t. XCVI,
2ª parte -sección 3ª, pág. 89)233.
233
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros sres. Hernán
Álvarez, Oscar Carrasco, Marcos Libedinsky, José Benquis y el Abogado Integrante Patricio Novoa.
pacio de tiempo hasta esa fecha sin honrar su deber legal. Así, tratándose de una
obligación de hacer y constituido en mora, surge la obligación indemnizatoria de
los perjuicios resultantes de la infracción del contrato […]
Resultando público y notorio que de la omisión en el cumplimiento de la
obligación de seguridad en cuanto a mantener en operación equipos adecuados y
en correcto estado de operación, se deriva la clara posibilidad de la producción de
daños morales a los trabajadores, en razón de la eventualidad de ocurrencia de
accidentes, se concluye que los daños morales experimentados por el actor fueron
previsibles para la demandada” (Corte de Concepción Fecha: 5 marzo 2008,
Apelación “Reyes Campos con Hipermercado Líder Bío Bío Limitada”, Rol nº
502-2007).
El empleador es un deudor de seguridad respecto de sus trabajadores, “según
lo preceptuado en el artículo 69 de la Ley 16.744, si el accidente se debe a culpa o
dolo de la entidad empleadora, sin perjuicio de las acciones criminales que procedan,
la víctima podrá reclamar del empleador responsable del accidente, además de las
indemnizaciones contempladas en dicha ley, las otras indemnizaciones a que tenga
derecho con arreglo a las disposiciones del derecho común, incluso el daño moral.
Atendido que los valores que justifican la obligación de seguridad del emplea-
dor, en forma directa e inmediata, no son de índole patrimonial, sino que es la
propia vida, la integridad física y psíquica y la salud del trabajador, que exceden
el mero contenido patrimonial del contrato de Trabajo, y dada la circunstancia
que el artículo 69 de la Ley 16.744 no determina el grado de culpa de que debe
responder el empleador en su cumplimiento, necesario resulta concluir que éste es
el propio de la culpa levísima, es decir, la falta de aquella esmerada diligencia
que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes.
La obligación de seguridad analizada hace responsable al empleador, en sede
contractual y, cuando corresponda, en los términos del artículo 69 de la Ley 16.744,
por la conducta de un dependiente que en el ejercicio de sus funciones ha causado
daño a un compañero de trabajo, cuando tal conducta se ha limitado a poner de
manifiesto que el empleador no dio adecuado cumplimiento al elemental y princi-
palísimo deber de seguridad que le impone la ley laboral, como ocurre en la especie.
Al desechar la demanda por el daño moral causado por el accidente del Trabajo
sufrido por el actor, la sentencia recurrida ha infringido tanto el artículo 184 del
Código del Trabajo como el artículo 69 de la Ley 16.74, por lo que corresponde
invalidarla, pues las infracciones citadas tienen influencia sustancial en lo dispo-
sitivo del fallo que las contiene e involucra un error de derecho que alcanza a su
decisión” (Corte Suprema, 27 mayo 1999, Rol nº 4313-1997).
nos administradores del seguro social contra accidentes del trabajo [Corte de
Chillán, 10 agosto 2000, GJ nº 244, págs. 98 y ss.; Corte de Concepción, 20
mayo 2002, Rol nº 887-2002, GJ nº 270, pág. 160 y ss.; Corte de Santiago,
30 septiembre 2003, Rol nº 6551-2002, GJ nº 279, pág. 270]”234.
De esta manera, la ocurrencia de un accidente laboral o una enferme-
dad profesional ponen de manifiesto el fracaso de las medidas adoptadas
por el empleador en la protección de la vida y salud de sus trabajadores,
que no fueron eficientes o simplemente que no se adoptaron (Corte de
Concepción, 10 julio 2002, confirmada por la Corte Suprema el 20 enero
2003. FM nº 506, pág. 5267).
“El incumplimiento contractual del empleador se presentará cuando ocurra
un accidente del trabajo, ya sea porque éstas no eran eficaces, surgiendo el deber de
reparación como consecuencia de la obligación que él asume al celebrar el contrato
de trabajo” (Corte de Concepción, 28 agosto 2002, Apelación “Macaya Ruiz
con Pesquera Itata S.A.”, Rol nº 161-2002. GJ nº266, pág. 210).
La diligencia y cuidado del empleador es de mayor importancia que la
exigida en los contratos bilaterales. “En el artículo 184 del Código del Trabajo,
norma de cuyo literal se desprende que la obligación de diligencia y cuidado que
la ley impone al empleador en la especie, es de mayor entidad que la comúnmente
exigida en los contratos bilaterales, pues no sólo es de cargo de aquél tomar todas
las medidas de seguridad necesarias para proteger la vida y salud de sus traba-
jadores, sino que, además, debe hacerlo eficazmente. En consecuencia, atendido
lo dispuesto en el ya citado artículo 184 del Código del Trabajo, correspondió a
la empresa demandada acreditar que efectivamente tomó todas las medidas de
seguridad que la naturaleza de las faenas ameritaba, para proteger eficazmente
la vida y salud del actor, en los términos y modalidades a que legalmente estaba
obligado” (2° Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 14 enero 2010, RIT
O-518-2009)235.
234
Ob. Cit., págs. 84 y 85.
235
Fuente: http://microjuris.cl/, MJJ23902.
236
“La jurisprudencia ha sostenido reiteradamente que el empleador responde hasta de culpa levísima
en el cumplimiento del deber de protección/obligación de seguridad; es decir, hasta por ‘la falta de
aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios
importantes’ (aplicando lo señalado en el artículo 44 del Código Civil) [Corte de Santiago, 25
noviembre 1988, GJ nº 221, pág. 200; Corte Suprema, 8 agosto 2000, RDJ t. 97, sección 3ª, pág.
152; Corte de Concepción, 10 julio 2002 confirmada por la Corte Suprema, 20 enero 2003, FM
nº 506, pág. 5267; Corte de Santiago, 29 agosto 2003, Rol nº 7245-2002. GJ nº 278, pág. 282;
Corte Suprema, 12 mayo 2003, FM nº 510, pág. 960], y ello ‘atendidos los valores que tienden
a perseverar tal “obligación de seguridad”, que no otros, […] que la vida, la integridad física y
la salud del trabajador, y dada la circunstancia que el artículo 69 de la citada Ley nº16.744 no
determina el grado de culpa del cual debe responder el empleador en su cumplimiento” [Corte de
Antofagasta, 3 agosto 2000], precisándose además que el artículo 1547 del Código Civil se aplica
únicamente al contenido patrimonial del contrato de trabajo (intercambio de remuneraciones por
servicios), pero no a su contenido personal, en el que se comprende la obligación de seguridad
y protección de la vida e integridad física y psíquica y la salud de los trabajadores que afecta al
empleador [Corte Suprema, 27 mayo 1999, RDJ t. 97, sección 3ª, pag152]”. Diez Schwerter,
Ob. Cit., pág. 88.
237
En este caso, demandó la cónyuge del trabajador en representación suya y de sus dos hijos,
debido al fallecimiento a causa de la aspiración del monóxido de carbono que se almacenó en
el subterráneo debido a que el shaft de salida de los gases estaba obstruido por escombros que,
entre el segundo y tercer piso, se habían depositado, producto de una reciente construcción. La
demandada, evacuando el traslado, opuso la excepción de prescripción y solicitó el rechazo de
la acción, con costas, y sostuvo, además, que la demandante renunció a sus derechos y que las
cantidades reclamadas son excesivas. La demandada subsidiaria, al contestar la demanda, opuso
la excepción de incompetencia del tribunal, alegó la falta de responsabilidad del empleador y lo
excesivo de las cantidades pretendidas. En sentencia de 3 de diciembre de 1998, el tribunal de
primer grado, rechazó las excepciones de incompetencia y de prescripción y acogió la demanda
en contra de ambas demandadas, más reajustes e intereses e imponiendo a cada parte sus costas.
Se alzaron todas las partes y una de las salas de la Corte de Apelaciones de Santiago (Rol nº504-
1998), en sentencia de 17 de enero del 2000, revocó la de primer grado en cuanto acogía la demanda
en contra de la demandada subsidiaria, declarando en su lugar que, en este procedimiento, se rechaza
tal acción y, por ende, no emite pronunciamiento sobre la excepción de incompetencia opuesta
por esa parte, confirmando, en lo demás, con declaración que la demandada queda condenada
a pagar a los demandantes las sumas de $5.000.000.- por daño emergente y $20.000.000.- por
daño moral, más reajustes e intereses, sin costas del recurso.
En contra de esta última sentencia, la demandada principal dedujo recurso de casación en el fondo,
a fin que se la invalide y se dicte la de reemplazo que corresponda conforme a la ley y al mérito
de autos, con costas.
“Tercero: Que, sobre la base de los hechos descritos en el motivo anterior, los jueces del grado
concluyeron que el empleador del trabajador fallecido […], incumplió el deber de protección y
cuidado que le impone el artículo 184 del Código del Trabajo respecto a aquél, habiendo incurrido
en la responsabilidad que establece el artículo 69 de la Ley Nº 16.744, razón por la cual acogieron
la demanda interpuesta por la viuda e hijos del occiso, otorgándoles indemnización por daño
emergente y moral, por las cantidades que se indican en lo resolutivo del fallo de que se trata. […]
Octavo: Que, ante el silencio señalado, para tales efectos, esto es, determinar el grado de culpa,
habrá de recurrirse al derecho común. Al respecto el artículo 1547 del Código Civil, hace una
clasificación tripartita de los contratos, según el beneficio que reportan a las partes. El deudor
no es responsable sino de culpa lata en los contratos en que, por su naturaleza, sólo son útiles al
acreedor; es responsable de la leve en los contratos que se celebran para beneficio recíproco de
las partes; y de la levísima, en los caos en que el deudor es el único que reporta beneficios. Tal
regla, sin embargo, admite flexibilidades que se deducen de la norma del artículo 2129 del mismo
Código, según el mayor o menor interés del contratante. Ahora, la citada calificación tripartita,
según el beneficio que reportan a las partes, es, por cierto, extensiva al contrato de trabajo en su
contenido patrimonial, esto es, en cuanto intercambio de remuneración por servicio. […]
Décimo: Que, de este modo, dilucidada una parte de la controversia, esto es, origen y naturaleza
de la acción de que se trata y el grado de culpa de que responde el empleador, calificaciones en las
que la sentencia impugnada no ha cometido infracción de ley ninguna, procede establecer el plazo
de prescripción que para la extinción de la citada acción ha establecido el legislador, desde que el
recurrente alega que como se determinó la existencia de una responsabilidad contractual para su
parte, recibe aplicación el artículo 480 del Código del Trabajo. Al respecto conviene recordar que
la citada disposición regula ‘los derechos regidos por este Código’ y ‘las acciones provenientes de
los actos y contratos a que se refiere este Código’, sin embargo, la acción de que se trata ha sido
establecida en una legislación distinta, cual es la Ley Nº 16.744, relativa al Seguro Social contra
Riesgos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, específicamente, en su artículo
69, como ya se dijo, de manera que para precisar el plazo de prescripción de la misma, ha de
recurrirse a esta normativa la que, en el artículo 79 preceptúa: […]. Ello por cuanto es de toda
lógica atender a la ley creadora de la acción para determinar el plazo de prescripción de la misma,
sobre todo si se considera la disposición del artículo 13 del Código Civil y si, además, no resulta
posible entender una distinta intención del legislador ante la precisa redacción del citado artículo
nos parecer los motivos Quinto y siguientes, al decir: “Que, el precepto legal
en que se apoya la acción intentada por los actores, como sucesores y actuando en
representación del trabajador fallecido, es el artículo 184 del Código del Tra-
bajo, el que establece el deber general de protección de la vida y la salud de
los trabajadores, impuesto por el legislador a los empleadores, en términos
tales que el empleador es un deudor de seguridad a sus trabajadores y tal
obligación de otorgar seguridad en el trabajo, bajo todos sus respectos, es
una de las manifestaciones de aquel deber general de protección ya citado,
cuyo cabal e íntegro cumplimiento es de una trascendencia superior a la de
una simple obligación a que se somete una de las partes de una convención
y, evidentemente, constituye un principio que se encuentra incorporado a
todo contrato, siendo un elemento de la esencia de éstos y la importancia
de su cumplimiento no queda entregada a la voluntad de las partes, sino
que comprende una serie de pautas, cuyo contenido, forma y extensión se
encuentran reguladas mediante normas de orden público.
Sexto: Que, precisado el origen de la acción que se ha deducido -la ley y el
contrato de trabajo- corresponde relacionarla con los efectos de las obligaciones, desde
que aquella vinculación jurídica constituye una fuente de estas últimas. Dentro
de las líneas rectoras generales y que, obviamente, reciben aplicación en materia
laboral, aún cuando en esta sede el principio de la autonomía de la voluntad se
encuentre restringido como manera de proteger a una de las partes contratantes,
esto es, el trabajador, se ubican la ley del contrato y la buena fe en la ejecución del
mismo, entre otras y, obviamente, en este contexto, ha de concluirse que el incum-
plimiento de las obligaciones genera para las partes la subsecuente indemnización
de perjuicios, como lógica consecuencia de la falta o mora en que ha incurrido
uno de los contratantes, cuyo es el caso y aún más si se considera que el deber de
protección encuentra su fuente inmediata en la ley laboral.
79 de la Ley Nº 16.744, ni aún cuando esta última norma utilice la expresión ‘prestaciones’, la
que ha de entenderse en términos amplios, es decir, comprensiva de beneficios y de retribuciones
o indemnizaciones. En consecuencia, también ha de concluirse la ausencia de errores de derecho
en este sentido.
Undécimo: Que en armonía con lo que se ha reflexionado sólo cabe concluir el rechazo del recurso
de casación en el fondo que se analiza”.
medidas eficaces para proteger la salud del trabajador importa que el empleador
no ha desplegado la diligencia o cuidados necesarios, que es de la culpa o descuido
levísimo, aparece como procedente la responsabilidad subsidiaria atribuida a las
demandadas en relación con las indemnizaciones derivadas de la inexistencia o
mal estado de las condiciones de higiene y seguridad que era su obligación man-
tener y/o fiscalizar, para la protección eficaz de la vida y salud de los trabajadores
a su cargo” (Corte de Valparaíso, 19 enero 2009, Apelación “Castillo Soto con
Rodríguez y Parra Ltda. y otros”, Rol nº 525-2008).
Otro ejemplo de falta de supervisión encontramos en la Invalidación de
Oficio “Ibarra Bobadilla con Transportes Laja Ltda.” del 27 de mayo de 2008
(Rol nº 2049-2008)238, en donde el accidente se produjo por un montacargas
238
En autos rol Nº 2.437-04 del Sexto Juzgado del Trabajo de Santiago, donde un concretero dedujo
demanda en contra de Construcciones y Transportes Laja Limitada y de Constructora Bío Bío
S.A., ambas representadas por la misma persona, en forma solidaria o esta última en subsidio de
aquélla, a fin que se condene a las demandadas a pagar las cantidades que señala, por concepto de
indemnización por lucro cesante y daño moral, originadas en el accidente de trabajo que relata,
más reajustes, intereses y costas.
La demandada, Construcciones y Transportes Laja Limitada, evacuando el traslado, solicitó el
rechazo, con costas, de la acción deducida en su contra, señalando que el accidente materia de
autos, se debió exclusivamente al actuar temerario y negligente del trabajador, por las razones que
explica, a lo que agrega que no existió, por su parte, infracción al artículo 184 del Código del
Trabajo y que la pretensión de lucro cesante debe ser desestimada, al igual que el daño moral y
que, en todo caso, la cifra solicitada resulta desproporcionada.
La demandada, Constructora Bío Bío S.A., al contestar, alega que no existe norma legal que la
haga responsable solidaria como se pretende en el libelo y que siempre fiscalizó el cumplimiento,
por parte de la otra demandada, de las obligaciones estipuladas en el artículo 184 del Código del
Trabajo, de manera que no es posible atribuirle responsabilidad de ningún tipo, ratificando las
alegaciones formuladas por Construcciones y Transportes Laja Limitada.
El tribunal de primera instancia, en sentencia de 23 de mayo de 2007, dio lugar a la demanda
y condenó a ambas demandadas, como empleadoras del actor, a pagar a éste las cantidades que
indica por concepto de lucro cesante y daños extrapatrimoniales, como consecuencia del accidente
de trabajo que sufrió el 30 de abril de 2003 e impuso a cada parte sus costas.
Se alzaron las demandadas y la Corte de Apelaciones de Santiago, en fallo de siete de marzo de
dos mil ocho, que se lee a fojas 184, confirmó la sentencia de primer grado, con la prevención en
ella contenida.
En contra de esta última decisión, las demandadas deducen recurso de casación en el fondo, por
haberse incurrido en infracciones de ley que han influido, en sus conceptos, sustancialmente en
que fue elevado hasta que el carro chocó con la polea cortándose el cable,
lo dispositivo del fallo, pidiendo que este tribunal la invalide y dicte la de reemplazo que se crea
conforme a derecho.
Hechos de la causa, son los siguientes: “ e) el actor, para ejecutar su trabajo de concretero, tenía
necesariamente que subir a la plataforma del montacargas para poder sacar la carretilla con
hormigón y no colocó el gancho que aseguraba la plataforma; f ) el actor le solicitó al operador
del montacargas que lo elevara más para facilitar el vaciado del concreto en el molde y, éste, no
obstante la prohibición existente, elevó el montacargas produciéndose el choque, la ruptura del
cable y la caída del demandante; g) en el momento del accidente el jefe de la cuadrilla no se
encontraba presente en el lugar; h) las demandadas Construcciones y Transportes Laja Limitada
y Constructora Bío Bío S.A., conforman un holding o sociedades relacionadas que tienen
socios comunes y trabajadores comunes, apareciendo la Constructora Bío Bío como la empresa
aseguradora del actor ante la Mutual de Seguridad y otorgándole liquidaciones de remuneraciones
indistintamente con la otra demandada; i) la causa determinante del accidente la constituyó la
aceptación por parte del operador del montacargas de transportar al demandante más arriba y
su falta de cuidado para no evitar el choque violento de la plataforma con la polea; j) la causa
concomitante del accidente estuvo constituida por la petición del demandante de ser elevado con
la carretilla por el montacargas; k) los trabajadores laboraban sin la supervisión de jefes, ni siquiera
el capataz de cuadrilla, cuya presencia probablemente hubiera evitado que el operador accediera
a llevar al demandante más arriba y habría ordenado a este último sacar la carretilla y realizar la
labor en forma habitual; l) además de la ausencia de supervisión, el montacargas no era dirigido
por el operador habitual y era una maquinaria riesgosa, porque la potencia del motor facilitaba
la ruptura del cable; m) el accidente sufrido por el demandante el 28 de julio de 2003, no es de
trabajo; n) ninguna de las incapacidades sufridas por el actor le otorga derecho a pensión mensual,
alcanzando el nivel de incapacidad a un 20% por las lesiones ocasionadas en el accidente del 30
de abril de 2003; ñ) acreditados los hechos que revelan el perjuicio extrapatrimonial sufrido por
el demandante, desde el 30 de abril de 2003 y hasta, al menos, el 11 de julio de 2005; o) ambas
sociedades demandadas fueron las empleadoras del actor.
[…]. 3º) Que, en conformidad con lo dispuesto en el artículo 1556 del Código Civil, la
indemnización de perjuicios comprende el daño emergente y el lucro cesante y este último ha sido
conceptualizado como la pérdida cierta de la ganancia probable, de modo que deben acreditarse,
por quien pretende su reparación, los presupuestos necesarios para hacerlo procedente, es decir,
la merma efectiva del beneficio o provecho que se habría obtenido en determinadas condiciones.
En el caso, se ha partido del supuesto constituido por la labor realizada por el trabajador, sin
calificación y su edad, sin embargo, ninguna de esas circunstancias puede considerarse como
antecedente suficiente para tener por concurrente el lucro cesante, desde que ambas son conjeturas,
por cuanto suponen presumir, sin fundamento conocido alguno, que la víctima sobrevivirá el
tiempo necesario y con un ingreso permanente y determinado, el cual habrá dejado de percibir
en razón de la incapacidad que lo afectó.
4º) Que, por consiguiente, al haberse otorgado en la sentencia atacada, indemnización por lucro
cesante sobre la base de suposiciones, se ha incurrido en error de derecho por equivocada aplicación
del artículo 1556 del Código Civil, yerro que influye sustancialmente en lo dispositivo del fallo,
Vigésimo tercero: Que, el ya tantas veces referido artículo 64 del Código del Trabajo, constituye
una norma amplísima en cuanto a su contenido, ya que se refiere a todas las obligaciones de carácter
legal y previsional que se originaron en el contratante y sus trabajadores sin excepción, y por ende
no está restringida sólo a las remuneraciones, sino comprensiva de beneficios y retribuciones o
indemnizaciones.
Vigésimo cuarto: Que, en cuanto al instituto de la prescripción, señalan las apelantes subsidiarias
que habiéndose deducido la demanda al amparo de las normas sobre la responsabilidad contractual,
al alegarse incumplimientos de deberes derivados de un contrato de trabajo, la demanda como
acción se encontraba prescrita a la luz de lo determinado en el artículo 480 inciso segundo del
Código del Trabajo, que establece un plazo de seis meses contados de la terminación de los servicios,
momento que corresponde a la muerte del trabajador en virtud de lo dispuesto en el artículo 159
Nº 3 del mismo Código, siendo inaplicable la prescripción de cinco años establecida en el artículo
79 de la ley 16.744 que sólo se refiere a las acciones para hacer valer estos derechos respecto de las
mutualidades exclusivamente para el acceso de los trabajadores y sus familiares a las prestaciones
médicas y asistenciales que establece la ley, ya que la responsabilidad contractual derivada de
accidentes del trabajo se rige por las normas del Código Laboral; asimismo que el concepto de
prestaciones a que se refiere el artículo recién citado no quedan incluidas las indemnizaciones de
perjuicios, debiendo regirse por el derecho común de acuerdo a lo preceptuado por la letra b) de
la ley referida precedentemente.
Vigésimo quinto: Que, como lo advierte el juez de primer grado en su razonamiento trigésimo,
la acción intentada en el caso sublite ha sido establecido en la ley sobre accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales Nº 16.744, de forma que para precisar el plazo de prescripción ha de
recurrirse a lo estatuido en el artículo 69 de dicho texto legal el que preceptúa que “las acciones para
reclamar las prestaciones por accidente de trabajo o enfermedades profesionales prescribirán en el
plazo de cinco años contados desde la fecha del accidente o del diagnóstico de la enfermedad[...]”,
sin que resulte procedente una interpretación diferente frente al claro tenor de lo indicado en dicha
norma, por lo que las acciones deducidas en la litis han sido interpuestas en forma oportuna
Vigésimo sexto: Que, por otra parte, las demandadas subsidiarias al recurrir de apelación han
sostenido que el trabajador fallecido incurrió en incumplimientos al contrato de trabajo, ya que las
labores a realizar consistían en la limpieza y secado de aisladores eléctricos de postes y subestaciones
respecto del tendido eléctrico domiciliario o de campamento de la localidad de María Elena y no
en otros como el caso del tendido industrial que se encontraba energizado y que no era objeto de
su trabajo, todo lo cual consta en las declaraciones que corren en la causa penal, desoyendo las
órdenes al subir a un poste energizado sin haberle sido indicado.
Vigésimo séptimo: Que, del mérito de los antecedentes analizados pormenorizadamente por el
juez de primera instancia en los fundamentos vigésimo séptimo y vigésimo octavo, que se han
reproducido, ha quedado plenamente establecido que el resultado dañoso tuvo su origen en la
conducta negligente y culpable de la demandada principal al no adoptar las medidas reglamentarias
de seguridad que el delicado trabajo a realizar requería, lo que se evidencia claramente del informe
técnico evacuado por la Superintendencia de Electricidad y Combustible allegado a fojas 263 y del
Acta de Inspección emitida por la inspectora del Departamento de Programas sobre el Ambiente
del Servicio de Salud de Antofagasta a fojas 325 y de los demás antecedentes que emanan de
la testimonial analizada, los que permiten colegir que incumplió el deber de protección de sus
trabajadores que le impone el artículo 184 del Código del Trabajo, careciendo de asidero las
argumentaciones esgrimidas por las demandadas subsidiarias de que hubo negligencia del trabajador
al incumplir las obligaciones que le imponía el contrato, y estimándose improcedente por lo mismo
la excepción de contrato no cumplido.[…]
Vigésimo noveno: Que, el artículo 43 de la ley citada anteriormente regula un orden de prelación,
pero está referido sólo a las pensiones por supervivencia, y no excluye a personas que no cuenten
con el vínculo matrimonial. La Constitución Política de la República establece en su artículo
primero que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, concepto constitucional que no
admite discriminación entre familias matrimoniales y no matrimoniales, estando integrada la
familia nuclear por una pareja adulta con o sin hijos, lo que ha llevado al ordenamiento jurídico
a no discriminar entre los nacidos tanto dentro como fuera del matrimonio, estimándose no
atendible los argumentos sostenidos por las demandadas bajo estos aspectos.
Trigésimo: Que, como lo ha sostenido reiteradamente nuestra jurisprudencia, es un principio
no discutido en la actualidad que el daño moral es indemnizable y que no requiere ser probado,
quedando entregada la fijación del mismo al mérito del proceso y al prudencial criterio del
juez, entendiéndose por tal el sufrimiento, dolor o afección psicológica que lesione el espíritu,
manifestándose en pesadumbres y depresiones de ánimo, dolor y pesar. En la especie, al no haberse
adoptado las medidas de protección necesarias para haber evitado la muerte del trabajador, y
atendida la naturaleza del daño causado, ello se tradujo evidentemente en un padecimiento a
sus sobrevivientes, en este caso a su hijo, madre y conviviente, por lo que a través de quienes la
reciben se pretende procurar satisfacciones que en alguna medida permitan atenuar ese sufrimiento
debido al dolor infligido. En estas circunstancias se procederá a regular el monto solicitado por
este concepto en forma prudencial, acorde a lo que se dirá en la parte resolutiva.
Trigésimo primero: Que, en lo que hace al lucro cesante debe considerarse que no sólo es cierto
el daño actual, sino que también puede serlo el futuro en cuanto a la certidumbre de haberse
producido las circunstancias que lo establecen, lo que no importa que esta incertidumbre obste a
su reparación; y si no se erigen antecedentes que permitan determinarlos de una manera precisa,
deberán fijarse equitativamente, sin que el tribunal se pueda abstraer, en el caso sublite, de la futura
capacidad laboral del trabajador, pues era una persona joven (23 años), el soporte económico de su
grupo familiar y no percibía otros ingresos que no fueran los propios de la labor que desempeñaba,
fluctuantes entre $ 8.000 y $ 10.000 diarios, además de no constar en autos que su hijo y madre
del mismo hayan percibido los beneficios de una pensión de supervivencia.
Por estas consideraciones, se confirma la sentencia de fecha veinte de diciembre del año 2002,
escrita a fojas 463 y siguientes, con declaración que: [a). Se reduce a sesenta millones de pesos
$ 60.000.000 la indemnización por daño moral establecida en favor del menor […] a treinta
millones $ 30.000.000 para .[…] y a quince millones $ 15.000.000 en beneficio de .[…]. b. No
se condena en costas a las recurrentes por haber tenido motivos plausibles para alzarse]”.
Pronunciada por la Primera Sala, constituida por los Ministros Titulares, señor Enrique Álvarez
Giralt, señora Laura Soto Torrealba y señor Oscar Clavería Guzmán.
de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios, por lo que puede con-
cluirse que se ha incurrido en un negligencia grave, pues aun las personas
negligentes y de poca prudencia respetan las normas legales mínimas, como
lo es conducir con una licencia o autorización adecuada, y dada la poca
experticia del trabajador, a lo menos ameritaba un grupo de apoyo u otro
conductor para asesorarlo en la adquisición de habilidades tan específicas
como aquellas que requiere la conducción de un camión de alto tonelaje;
culpa grave que de acuerdo al artículo 1.437 de este estatuto, es fuente de las
obligaciones, por ser el elemento esencial del cuasidelito civil, que está vinculada
causalmente con el resultado de muerte, en la medida que la empresa demandada
como persona jurídica de derecho privado, estaba obligada a cumplir con la ley y
sus reglamentos, especialmente, en lo referente a la extracción minera y la actividad
relacionada con ella, y fue el desobedecimiento de la ley y el reglamento lo que ha
producido necesariamente la muerte de […], desde que es lógico concluir que un
buen adiestramiento no sólo en la capacitación, sino en los años de experiencia en
la conducción de otros vehículos como prerrequisito conforme a la Ley 18.290,
habría evitado sin duda este fatal hecho” (Corte de Antofagasta, 12 septiembre
2008 Apelación “Pérez Suárez y otra con Sociedad Contractual Minera El Abra”,
Rol nº 911-2007)240.
240
“Séptimo: Que, el informe reseñado en el motivo precedente, indica con precisión las conclusiones
sobre las causas básicas del hecho, analizando las circunstancias en base a declaraciones e instructivos
al respecto, por lo que corresponde valorarlo como plena prueba, a lo que debe agregarse que la
demandada, Sociedad Contractual Minera El Abra, violó la Ley 18.290 en cuanto no cumplió con
la exigencia de tener a sus trabajadores encargados de conducir los camiones de alto tonelaje, con
autorizaciones superiores a las licencia clase ‘A-4’ que constituye el prerrequisito indispensable para
comenzar la preparación y autorización en la conducción de estos camiones, cuya maniobrabilidad
requiere de mayor destreza y de una experiencia mínima, lo que resalta el informe aludido.
Octavo: Que, de acuerdo a este razonamiento, existe prueba completa de la falta de diligencia o
cuidado por parte de la demandada al autorizar a un trabajador que no cumplía con los requisitos
legales y reglamentarios para conducir un camión de gran dimensión o de alto tonelaje, que exige
una experiencia superior a la normal como lo expresa también el informe pericial de fojas 333 […]
cuando indica como causas básicas los factores personales de la falta de conocimiento del conductor
al carecer de experiencia en la operación del camión fuera de carretera con una instrucción inicial
insuficiente de once días, y la ‘falta de habilidad (sic) por práctica insuficiente’ al trabajar 18 días
en el mes de junio y 17 en el mes de julio, en compañía de otros operadores. […]
Décimo: Que, en nada altera lo concluido los documentos de fojas 189 y siguientes, referente a
un informe técnico pericial, practicado en ausencia de las formalidades legales y exento de todos
los antecedentes que tuvo a la vista la pericia del Servicio Nacional de Geología y Minería, por
lo que legalmente carece de valor probatorio, sin perjuicio de que su deficiencia se manifiesta
fundamentalmente en el desconocimiento del sustento fáctico que exige la ley, conforme se ha
razonado en relación a la Ley 18.290. Asimismo, esta reflexión sirve para ponderar el informe
de fojas 229 y siguientes, de […], cuya declaración de fojas 315 y 361 siguientes, realizada fuera
del plazo fatal señalado por la ley, carece de valor probatorio, cuando omite un razonamiento
y desconoce la necesaria instrucción básica que le entrega la experiencia al ser titular de una
licencia para conducir clase ‘A’ y que el legislador exige como presupuesto elemental para conducir
vehículos de transporte de carga de alto tonelaje, de manera que todo lo relacionado a la forma
de estacionarse y la aparente confianza del conductor y el desconocimiento de los manuales,
pierde importancia y causalidad frente a la ausencia de estos elementos esenciales explicados
precedentemente; razonamiento similar que sirve para excluir el testimonio de […], quien además
no fue testigo presencial y se refiere tangencialmente al operador del equipo de apoyo sin advertir
las consecuencias que conlleva la ausencia de este personal”.
Pronunciada por la Primera Sala integrada por el Ministros Sr. Oscar Clavería Guzmán, el Fiscal
Judicial Sr. Rodrigo Padilla Buzada y el abogado Integrante Sr. Alfonso Leppes Navarrete.
Confirmada por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, Integrada por los Ministros Sr. Héctor
Carreño, Sr. Haroldo Brito, Sr. Roberto Jacob y los Abogados Integrantes Sr. Luis Bates y Sr.
Domingo Hernández el 16 de diciembre de 2010, Rol nº6421-2008.
241
Ante el 4º Juzgado del Trabajo de Santiago (Rol nº 5903-2005.), comparece la viuda por sí y
por su hija menor de edad, demandando en juicio ordinario del trabajo, en calidad de cónyuge
sobreviviente e hija, respectivamente, a un contratista, por el accidente sufrido por su marido en
julio del año 2005, quien efectuaba labores de ayudante mecánico, en la empresa subsidiaria, que
le produjo la muerte, el día 03 de julio de 2005. Alude que al momento del accidente, el occiso
se encontraba en un sector del foso del taller mecánico, desmontando un motor y desconectando
mangueras de alimentación de bencina, para asistir un vehículo. Durante el procedimiento, se
reventaron las mangueras y se produjeron chispas, de modo que su cuerpo se empapó de bencina
incendiada por la combustión, arrancó del taller hacia el patio, tratando de impedir el avance del
fuego con sus propias manos, hasta que se lanzó a un charco de aguas lluvias, revolcándose a fin
de apagar el fuego de la hoguera que lo consumía. Expresa que la demandada principal violó su
obligación de seguridad, ya que el occiso carecía de la capacitación y pericias requeridas, omitiéndose
las supervisiones correspondientes y, en general las condiciones necesarias de seguridad. Por lo
expuesto, solicitó al Tribunal, que ordene a las demandadas el pago de las siguientes prestaciones:
a) Lucro cesante, las jubilaciones por vejez, por el lapso de 15 años, considerando una pensión
mensual de $ 400.000; y b) Daño moral, equivalente a la suma de $ 500.000.000. El perjuicio
extrapatrimonial comprende el dolor y el sufrimiento del causante en el tiempo, 5 días, entre la
quemazón del 65% de su cuerpo y la cesación definitiva de todas sus funciones vitales.
El demandado principal, opuso en primer término, excepción de “falta de la capacidad del
demandante o de personería o representación legal del que comparece a su nombre“, fundada que
en autos no hay antecedentes de que se haya otorgado la posesión efectiva. En subsidio, contesta,
señalando que el trabajador fue contratado con fecha 15 de junio de 2005 (18 días de haberse
iniciado la relación laboral). La demandada subsidiaria, señala no tener responsabilidad en los
hechos, no sólo por cuanto la responsabilidad subsidiaria no se extiende a las indemnizaciones
derivadas de accidentes de trabajo, sino que porque el accidente se produjo en circunstancias que
su víctima se encontraba desarrollando actividades absolutamente ajenas a las que su representada
contrató con el empleador y demandado principal.
En su fallo, el Tribunal del fondo, dispuso: “e) Que, de los antecedentes que rolan en autos, no
dan certeza a esta sentenciadora, que el accidente que le costó la vida al señor […], sea atribuible al
empleador, vale decir, que éste no haya tomado las medidas de seguridad necesarias para proteger la
vida y salud del trabajador, puesto que al interior del taller existía la señalética pertinente, extintor
de incendio, el causante usaba vestimenta adecuada, todo lo cual lo expresaron los testigos de la
demandada y, que se observa, los primeros, en copias de fotos, además, los informes acompañados
se fundan en suposiciones, uno, que el accidente se podría haber producido por haber recibido el
causante, en el rostro, bencina, al desconectarse las mangueras del vehículo que se encontraba en
el foso del taller, otro, por mala manipulación de combustible, el que se pretendió utilizar para
limpiar las herramientas, y de allí se explica la gran cantidad de las mismas que fueron encontradas
en el suelo del taller mecánico, cuyas cajas estaban derretidas; f ) Que, en consecuencia, se rechaza
la demanda de autos, en todas sus partes, puesto que se llega a la conclusión, que el accidente
sufrido por el señor […], se debió a alguna acción imprudente o indebida del mismo.
14) Que, la demás prueba rendida documental resulta irrelevante y en nada altera lo ya resuelto.
15) Que, incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta.
[…], se declara: I. Que se rechaza la excepción de falta de representación formulada por la parte
demandada; II. Que se rechaza la objeción de documentos formulada por la parte demandante;
III. Que se rechaza la demanda de autos, en todas sus partes; VI. Que cada parte pagará sus costas
y, por mitades las comunes, por estimar que la parte demandante litigó con motivo plausible”.
Del fallo de segunda instancia: “4º. Que, como puede apreciarse, el empleador encomendó al
trabajador una labor que a juicio de esta Corte no pudo dejar de supervigilar de modo directo, dada
la calidad de aprendiz del trabajador, y desde que precisamente dicho carácter requiere del superior
conocimiento de quien como mecánico le contrató. El empleador demandado no ha acreditado
haber conocido de modo real la eventual aptitud o calificación técnica del trabajador para realizar
la acción encomendada. Si el trabajador debía desempeñarse como “ayudante” y “aprendiz”, el
indicado trabajo debió necesariamente llevarse a cabo en compañía y con el auxilio, enseñanza
e instrucción del empleador, lo que éste no hizo, incurriendo en un acto negligente, y culposo
que de modo legítimo se le representa en esta causa como título suficiente de su responsabilidad
contractual ante el daño moral ocasionado con la muerte del trabajador a las demandantes;
5º. Que, las razones anteriores, por sí suficientes a los efectos de lo que se dirá en lo decisorio, hacen
innecesario ahondar en las causas directas del origen del fuego, tanto por la imponibilidad material
de habérsele podido establecer, cuanto, aun con las adecuadas medidas de seguridad el trabajador
debía ser supervisado y ayudado en su impericia para realizar la faena que le fue encomendada; y
“La circunstancia que se alegue que el actor estaba contratado sólo para
ciertas labores, no exime al empleador de su obligación de tomar todas las
medidas de seguridad que la actividad productiva que desarrolla exija. Por
ende, aun cuando se aceptare que la labor del trabajador era sólo la de abonar un
terreno, aplicando la experiencia, que es propia de la apreciación conforme a las
reglas de la sana crítica, el empleador debió prever la posibilidad de accidentes,
tomando medidas de seguridad al respecto.
En todo contrato de trabajo se distinguen tres contenidos: el jurídico
instrumental, el patrimonial y el ético jurídico, siendo dentro de este último
donde se ubica la protección que debe todo empleador a sus trabajadores, lo
que tiene sustento legal en el artículo 184 del Código del Trabajo.
El artículo 184 del Código del Trabajo, le impone al empleador la obli-
gación de mantener las condiciones adecuadas de seguridad en las faenas y de
proporcionar “implementos necesarios”, lo que implícitamente comprende, la
indispensable obligación de capacitación, debiendo relacionar, adecuadamente,
el artículo mencionado, con la disposición 179 del mismo compendio legal,
en cuanto la empresa es responsable de la capacitación ocupacional de sus
trabajadores con el fin de permitirles mejores “condiciones de vida”. De esta
manera, un accidente del trabajo puede producirse por la falta de capacitación
de los encargados de manejar ciertas máquinas involucradas en el proceso
productivo, que por su falta de pericia provocan daños a terceros trabajadores”.
6º. Que, a la hora de determinar el monto del daño moral, esta Corte se arriba a lo que la prudencia
y la equidad le aconsejan en cada caso particular, de modo que en éste lo fijará en la suma de $
10.000.000.
Por estas consideraciones y citas legales, […], se decide: a) Que, se revoca la sentencia apelada
de […], y en cuanto en su resolutivo Nº VI ordena que cada parte pague sus costas, y, en su
lugar, se declara que la demanda deducida a fojas 10 queda acogida, sólo en cuanto se condena
al demandado […] a pagar a los demandantes doña [y su hija] la suma única de $ 10.000.000 a
título de daño moral experimentado por dichas demandantes con motivo de la muerte […]; b)
Que, la suma antes indicada se pagará con los reajustes e intereses contemplados en el artículo 63
del Código del Trabajo; y c) Que, se condena al demandado al pago de las costas de la causa”.
Pronunciada por la Décima Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, integrada por el Ministro
señor Cornelio Villarroel Ramírez, la Fiscal Judicial señora Marta Jimena Pinto Salazar y el Abogado
Integrante señor Cristián Pumarino Romo.
242
Un obrero, domiciliado en un Fundo de la Comuna de Pelarco, interpone demanda laboral de
indemnización por accidente de trabajo en contra de su ex empleador, señalando que el 10 de
diciembre de 2001 fue contratado por la demandada para desempeñar labores de abonadura de
maíz, en el Fundo Pangue, con una remuneración diaria de $ 4.000. El 12 de diciembre del 2003,
por instrucciones de su empleador, procedió a la descarga de un coloso y cuando realizaba la labor,
éste se desplazó hacia donde estaba, quedando aprisionado entre el coloso y el tractor. A raíz del
accidente resultó con lesiones graves, quedando imposibilitado de concurrir a su trabajo, siendo
despedido el 13 de marzo de 2002, solicitando que en definitiva se le condene a su ex empleador
a pagarle a título de indemnización por lucro cesante y por daño moral, haciendo un total de
$2.724.000 más los intereses y reajustes, con expresa condenación en costas.
El Juez de Primer Grado rechazó en todas sus partes la demanda interpuesta, sin costas, por haber
tenido motivos plausibles para litigar el demandante.
Apelada la sentencia, destacamos del fallo: “Noveno: Que, como lo ha definido la mayoría de
los tratadistas, el daño es de toda lesión, disminución o menoscabo sufrido por un bien o interés
jurídico y el daño moral es una lesión en los derechos inherentes a la personalidad de un sujeto,
que es de naturaleza extrapatrimonial y que produce agravio, dolor, en este caso, en el derecho
a la seguridad e integridad individual, que el contrato le aseguraba al imponer al empleador las
condiciones de protección que señala el artículo 184 del Código del Trabajo.
Con lo razonado, disposiciones legales citadas y, visto, además, lo dispuesto en los artículos 471,
472, y 473 del Código del Trabajo, se revoca la sentencia apelada […] y, en su lugar se declara que
se le acoge con relación a la indemnización del daño moral quedando obligado, en consecuencia,
[…] a pagar a Ramón Ernesto González González la suma de un millón de pesos, por concepto
de indemnización del daño moral sufrido por éste en el accidente del trabajo ocurrido el 12 de
diciembre de 2001, derivado del incumplimiento de las normas de protección contenidas en el
contrato de trabajo por remisión del artículo 184 del Código del Trabajo, sin costas por estimar
que hubo motivo plausible para litigar.
La cantidad antes indicada deberá ser reajustada conforme a la variación que haya experimentado
el Índice de Precios al Consumidor, a contar de la fecha de la notificación de la demanda y hasta
su entero y cumplido pago.
Se previene que el presidente señor Biel, fue de opinión de fijar en quinientos mil pesos la antedicha
indemnización y hacer aplicable el reajuste sólo a partir del cúmplase de esta sentencia”.
Pronunciado por el Presidente de la Segunda Sala señor Rodrigo Biel Melgarejo, Fiscal señor
Gabriel Poblete Poblete y Abogado Integrante señor Jenaro Bobadilla Briones.
El Fallo de la Corte Suprema, fue pronunciado por la Cuarta Sala integrada por los Ministros
señores, Marcos Libedinsky T., José Benquis C., Urbano Marín V. y Orlando Álvarez H. y el
Abogado Integrante señor Juan Infante P.
243
En autos rol Nº 3.104-02 seguidos ante el Primer Juzgado del Trabajo de Antofagasta, a fin que se
condene a las demandadas a pagar, por concepto de indemnización por daño moral por las lesiones
y secuelas producto del accidente que refiere, la suma que indica, más reajustes e intereses, en
subsidio, las cantidades que el tribunal estime ajustadas a derecho y equidad, en ambos casos con
costas. El demandado principal, no contestó la demanda, y la subsidiaria, evacuando el traslado
conferido, opuso la excepción de falta de legitimidad pasiva, la de prescripción de la acción. En
subsidio, negó la efectividad de los hechos en que se funda la demanda y solicitó con costas, el
rechazo de la acción deducida en su contra. El tribunal de primera instancia, en sentencia de 19
de marzo del año 2003, rechazó la excepción de prescripción y condenó al demandado principal
al pago de la suma que señala, más intereses y reajustes, por concepto de indemnización por daño
moral sufrido con ocasión del accidente de trabajo, ocurrido el 9 de marzo de 2001. Además,
decidió que la demandada subsidiaria debe responder en tal calidad del pago de la suma consignada
en el fallo.
Se alzó la demandada subsidiaria y la Corte de Apelaciones de Antofagasta, y confirmó la sentencia
de primera instancia.
En contra de esta sentencia, la demandada subsidiaria interpuso recurso de casación en el fondo,
por haberse dictado con infracción de ley, pidiendo su invalidación y la dictación de fallo de
reemplazo por medio del cual se acoja su recurso de apelación y se revoque la de primera instancia,
con costas.
“5º. Que, útil se hace recurrir a la historia del establecimiento del precepto en cuestión [artículos
64 y 64 bis del Código del Trabajo]. En el Código de 1931, se registra en los siguientes términos:
El dueño de la obra, empresa o faena, será subsidiariamente responsable de las obligaciones que
afecten a los contratistas a favor de los obreros de éstos. En los casos de construcciones de edificios
por precio único prefijado, no procederá esta responsabilidad subsidiaria cuando el que encargue la
obra sea una persona natural.. Con la dictación del Decreto Ley Nº 2.200, de 1978, se derogaron
los Libros I y II del Código del Trabajo de 1931 y la nueva legislación no contenía norma alguna
relativa a la materia. Sin embargo, la disposición es otra vez introducida en la legislación laboral,
en iguales términos que en el Código de 1931, por el Decreto Ley Nº 2.759, de 1979, el que
alteró algunos aspectos del Decreto Ley Nº 2.200. Posteriormente, en 1987, al entrar en vigencia el
nuevo Código del Trabajo, éste contempló, en su artículo 63, la misma disposición que el Decreto
Ley Nº 2.759, esto es: El dueño de la obra, empresa o faena, será subsidiariamente responsable
de las obligaciones que afecten a los contratistas a favor de los trabajadores de éstos. En caso de
construcción de edificios por precio único prefijado, no procederá esta responsabilidad subsidiaria
cuando el que encargue la obra sea una persona natural; esta codificación, además, establecía
la responsabilidad subsidiaria del dueño de la obra, empresa o faena en materia de afiliación
y cotización de la Ley Nº 16.744 sobre Enfermedades profesionales y Accidentes del Trabajo,
que afectara a los contratistas o subcontratistas. Es dable también señalar que la extensión de la
responsabilidad subsidiaria en relación con los subcontratistas, sólo aparece en la Ley Nº 19.250,
de 30 de septiembre de 1993 y que por medio de la Ley Nº 19.666, de 8 de marzo de 2000, se
estableció la posibilidad que el trabajador además de demandar a su empleador directo, pueda
dirigir su acción en contra del responsable subsidiario. Esta ley también incorporó el artículo 64
bis, ya transcrito.
6º. Que, ciertamente, la normativa que se estudia pretende abordar el problema de la insolvencia
de los contratistas o subcontratistas que va en desmedro de los derechos de los trabajadores y que
surgieron en Europa en el siglo XIX, a raíz de la especialización de los procesos productivos y el
requerimiento subsecuente de conocimientos y manejos específicos.
7º. Que, es desde este punto de vista desde el cual debe buscarse el sentido y alcance de las
expresiones que nos interesan, a lo que deben sumarse los principios que imbuyen la legislación
laboral, es decir, protección del trabajador e in dubio pro operario, entre otros. Por consiguiente, si
la ley habla de obligaciones laborales y previsionales, sin excluir a ninguna en particular, ni referirse
a alguna en especial, deben entenderse en sentido amplio e incluir en ellas los deberes, imposiciones
o exigencias esenciales a la vinculación de naturaleza laboral, cualquiera sea su fuente, es decir,
legal, contractual e incluso, según el caso, nacidas de la aplicación práctica que se haya consentido
por las partes. Así por lo demás se señaló en el debate respectivo en la Cámara de Diputados,
donde incluso se sostuvo que no se estaba introduciendo ningún nuevo principio en la materia.
Deben, además, considerarse las obligaciones nacidas de las contingencias de la seguridad social,
dado que donde la ley no distingue, no le es lícito al intérprete distinguir. Estas últimas, sin duda,
involucran la prevención de las contingencias sociales y la cobertura de siniestros propiamente
tales, esto es, sistema de pensiones a través de las Administradoras de Fondos de esa naturaleza y
la salud, por intermedio de las Instituciones respectivas como, asimismo, la afiliación y cotización,
es decir, el acto por el cual un particular se integra al régimen de seguridad social y la cuota con la
que, obligatoriamente, trabajadores o empleadores deben concurrir a los regímenes de seguridad
para financiar sus fines. […].
9º. Que, en esta línea de ideas, útil es precisar también, como ya se ha decidido, que, ciertamente,
la responsabilidad subsidiaria posee límites. Tales límites están dados desde un doble punto de vista,
tanto jurídico como fáctico. Jurídicamente, uno de los límites de la responsabilidad subsidiaria,
está establecido en el propio artículo 64 inciso final, del Código del Trabajo, en cuanto no la
extiende al caso de construcción de edificios por un precio único prefijado, encargada por una
persona natural.
10º. Que, desde el plano práctico, la responsabilidad en examen debe estimarse extendida sólo a
aquellos casos en que el dueño de la obra, faena o empresa ha podido fiscalizar el cumplimiento
8º. Que, por otro lado, en relación con la obligación laboral de que se trata,
esto es, el deber de seguridad contemplado en el artículo 184 del Código del Tra-
bajo, cuya infracción ha derivado en un accidente de esa naturaleza, del que se
pretende hacer responsable subsidiariamente a la dueña de la obra o faena, corres-
ponde precisar que constituye una de las varias manifestaciones del deber general
de protección que se impone al empleador, cuyo origen algunos autores lo sitúan
en la contrapartida al deber de fidelidad y lealtad atribuidos al trabajador; otros,
en la situación de comunidad jurídico-personal que caracteriza a la vinculación
laboral; otros, en el principio pro operario, etc. Lo cierto es que, sea cual fuere su
origen, nuestro legislador lo ha establecido expresamente en el citado artículo 184
y, por lo tanto, puede anotarse que se trata de una obligación de fuente legal.
por parte del contratista o subcontratista de las obligaciones de las que se pretende hacerlo
responsable. Ya se decidió que si ello escapaba de la esfera del responsable subsidiario, éste no puede
ser condenado en tal calidad. Este Tribunal se ha referido con anterioridad a otras limitaciones
fácticas, tales como el tiempo, el contrato suscrito y la efectividad de los servicios prestados por
los trabajadores, las que no resulta necesario analizar en el presente fallo.
11º. Que, en consecuencia y sobre la base de los hechos asentados en este proceso, esto es, que la
demandada subsidiaria entregó al demandado principal las recomendaciones pertinentes acerca
de prevención de riesgos; que existía Comité Paritario de Seguridad y prevencionista de S.Q.M.
Boratos que se preocupaban del área de prevención de riesgos en faena, no es posible atribuir a
la dueña de la obra o faena -la recurrente de casación- responsabilidad subsidiaria en la condena
que se le ha impuesto al contratista por infringir el deber de seguridad, desde que aquélla no
estuvo en condiciones de ejercer una fiscalización mayor que la que hizo operar en relación con
el cumplimiento de las medidas que tendieran a proteger eficazmente la vida y seguridad de los
trabajadores de la obra o faena contratada. Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto
en los artículos 463 del Código del Trabajo y 785 del Código de Procedimiento Civil, actuando
de oficio esta Corte, se invalida la sentencia de doce de mayo de dos mil tres, escrita a fojas 121
y se la reemplaza por la que se dicta a continuación, sin nueva vista, separadamente”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores José
Benquis C., José Luis Pérez Z., Orlando Álvarez H. y Urbano Marín V. y el abogado integrante
señor Roberto Jacob Ch.
244
Ob. Cit., págs. 89 y 90.
245
Sobre el particular, Diez Schwerter hace el siguiente comentario: “¡pero qué difícil prueba!
En efecto, respondiendo el empleador hasta de culpa levísima deberá probar entonces que, pese a
haber cumplido toda la normativa vigente, y pese a haber adoptado, además todas las medidas de
prudencia y atención que la circunstancias del caso requerían para proteger eficazmente la vida y
salud de los trabajadores con la esmerada diligencia que un hombre juicioso habría empleado en la
administración de sus negocios importantes, le fue imposible impedir la ocurrencia del accidente
del trabajo o enfermedad profesional.
Y si no produce tal prueba, ‘forzoso es presumir la culpabilidad en el suceso’, concluyen nuestros
jueces [Corte de Rancagua, 21 noviembre 2003, Rol nº 4174].
Ahora francamente ilusoria se tornará la posibilidad de impetrar con éxito ausencia de culpa, si se
considera que el artículo 184 del Código del Trabajo, al imponer la obligación de adoptar todas
Al respecto, el artículo 184 del Código del Trabajo obliga al empleador a tomar
todas las medidas que ameriten las circunstancias para una protección eficaz de la
vida y salud de los trabajadores, manteniendo condiciones adecuadas de seguridad
en las faenas y a su vez instrumentos que sean capaces de impedir accidentes y
enfermedades profesionales.
En la materia –un accidente de trabajo en la faena– corresponde al empleador
la carga de la prueba, en orden a acreditar que cumplió con el deber de seguridad en
comento, este deber lo obliga a contar con personal competente, con equipamiento
adecuado, con un espacio físico seguro y una organización eficiente.
En lo que respecta al caso concreto, es perfectamente posible concluir que no
se ha cumplido con el deber de cuidado previamente mencionado, toda vez que
fueron enviados los trabajadores a un sector sin la información suficiente, que el
lugar tampoco contenía señalética necesaria para advertir el peligro inminente que
representaba, y que tampoco se encontraban supervisores al momento del accidente.
En definitiva por lo anteriormente descrito, nace el deber de indemnizar
los perjuicios ocasionados, entre los que se comprende el daño moral, presumible
para el Tribunal en virtud de los antecedentes acompañados que dan cuenta de
las graves lesiones físicas ocasionadas” (Corte Suprema, 13 julio 2009, “Lozano
con Echeverría Izquierdo Montajes Industriales S.A.”, Rol nº 2620-2009)246.
las medidas necesarias para proteger ‘eficazmente’ la vida y salud de los trabajadores, está exigiendo
‘resultados positivos’ [Corte de Rancagua, 21 noviembre 2003, Rol nº 4174], o apuntando ‘a un
efecto de resultado’ [Corte Suprema, 27 mayo 1999], como se ha resuelto en ciertos casos”.
Ob. Cit., pág. 92.
246
En autos Rol nº 2.236, del Juzgado de Letras de Coelemu, el actor deduce demanda en contra
de su ex empleadora Echeverría Izquierdo Montajes Industriales S.A., a fin que se le indemnicen
los perjuicios causados por el accidente del trabajo que le afectó, y se condene a la demandada a
pagarle el perjuicio sufrido por daño moral ascendente a la suma de $42.000.000 o lo que se fije,
con costas.
Expone que ingresó a trabajar en la empresa demandada el 03 de Noviembre de 2005 como
maestro de segunda eléctrico, su trabajo consistía en la construcción de la caldera recuperadora
planta desmineralizada, aire comprimido, evaporizadores, turbogenerador y otros. Añade que el
día 01 de Diciembre de 2005, junto a su hermano Alejandro Soto Lozano, maestro de primera
eléctrico, iniciaron el día trabajando en la conexión de transformadores. Alrededor de las 16:30
horas aproximadamente, el capataz a cargo de la cuadrilla, les ordenó a él y a su hermano limpiar el
trasformador y celdas, en general, del equipo ubicado en la sala N° 7, para su entrega a los dueños
de la obra; fue en ese momento que sufrió una descarga eléctrica. La causa del accidente se produjo
porque se les ordenó trabajar en un lugar donde había equipos energizados, sin dar los avisos y
sin implementarse las adecuadas condiciones de seguridad, en particular sin existir charlas sobre
bloqueo de equipos en tales condiciones. Luego de la ocurrencia de éste, fue trasladado primero
a Chillán y después a una clínica en Concepción, donde quedó hospitalizado por un mes y con
tratamiento por siete meses. Las heridas que sufrió fueron en manos y tórax, de carácter grave,
por las que debió ingresar en varias oportunidades a pabellón. Como consecuencia de ellas, sufre
intensos dolores físicos y padecimientos psicológicos que le duran hasta hoy, considerando, además,
que se le amputó el dedo índice de la mano izquierda. Indica que no puede haber duda de su
accidente ni las heridas graves sufridas junto al dolor físico causado, esto le produjo un quiebre
anímico y espiritual, con secuelas permanentes que deben indemnizársele. El fundamento de la
demanda se basa en que el empleador está obligado a tomar todas las medidas necesarias para
proteger la vida y salud de sus trabajadores y los implementos necesarios para prevenir accidentes
y enfermedades profesionales y capacitar adecuadamente, por lo que se infringió el artículo 184
del Código del Trabajo; y, siendo el accidente una consecuencia inmediata y directa de ello, la
demandada es responsable de los daños que se le han ocasionado.
La demandada, evacuando el traslado conferido, opuso en primer término, la excepción de
incompetencia del tribunal -rechazada- y, en cuanto al fondo, pidió el rechazo de la demanda,
con costas.
El tribunal de primera instancia, en fallo de 21 de noviembre de 2008, rechazó la demanda
interpuesta por el trabajador en todas sus partes.
Se alzó el demandante y la Corte de Apelaciones de Chillán, por resolución de 13 de marzo del
2009, anuló de oficio el fallo de primer grado y acto continuo, dictó a fojas 236 vta. sentencia de
reemplazo en la que rechazó la demanda, sin costas, por estimar que el demandante tuvo motivo
plausible para litigar.
En contra de este último fallo, la demandante recurre de casación en el fondo, aduciendo las
infracciones de ley que señala y solicita se revoque la sentencia impugnada y se dicte la que con
arreglo a derecho corresponde.
“Sexto: Que, de acuerdo con lo que ha decidido reiteradamente esta Corte, del análisis del artículo
184 del Código del Trabajo, aparece que efectivamente corresponde al empleador acreditar que
adoptó todas las medidas de seguridad que la naturaleza de las faenas amerite, a fin de proteger
eficazmente la vida y salud del trabajador.
Séptimo: Que, por lo razonado, la sentencia incurrió en error de derecho al hacer una errada
aplicación e interpretación del artículo 184 del Código del Trabajo, en contradicción con lo
ordenado en el artículo 1698 del Código Civil, al invertir el peso de la prueba, error que tuvo una
influencia sustancial en lo dispositivo del fallo desde que condujo a los sentenciadores a rechazar
la demanda de indemnización de perjuicios con motivo del accidente laboral que afectó al ex
trabajador, en circunstancia que correspondía darle acogida.
la obligación de probar que se tomaron todas las medidas necesarias para que el
trabajo se desarrollase en condiciones adecuadas y seguras, no obstante lo cual el
accidente igualmente se produjo, en términos tales que él no pudo prever ni evitar.
Lo anterior significa que el empleador no será responsable de todo daño sufrido
por sus trabajadores, dado que es común que el trabajo implique ciertos riesgos,
los cuales obviamente se busca evitar, pero que en ocasiones, inevitablemente para
el empleador, igual acontecen. Sin embargo, ha quedado establecido que el tra-
bajador fue descuidado en el desarrollo de sus funciones, pues no logró acreditar
que cuando procedió a limpiar la máquina, ésta estaba apagada y que se energizó
posteriormente, circunstancia que sólo será considerada para rebajar el monto de la
indemnización demandada, pero en ningún caso puede ser tenida como suficiente
para decretar la compensación de culpas solicitada, dado que no se acreditó que el
demandado contara con las mínimas condiciones de seguridad ni desarrollara ac-
ciones tendientes al cuidado eficaz de la vida y salud de sus trabajadores. Asimismo,
se acreditó que no contaba con comité paritario de seguridad y que no efectuaba
la capacitación adecuada a sus trabajadores, por lo que mal puede entenderse que
el accidente se debió a caso fortuito o fuerza mayor” (Corte de Concepción, 30
Octavo: Que, por todo lo anteriormente concluido, se acogerá el recurso de casación en el fondo
en estudio”.
Y de la Sentencia de Reemplazo: “Vigésimo segundo: Que, los antecedentes referidos
precedentemente, permiten a estos sentenciadores concluir valorando el daño moral experimentado
por el actor, en la suma de $25.000.000 (veinticinco millones de pesos), que deberá pagar el
demandado, suma que deberá reajustarse, de acuerdo con la variación que experimente el Índice
de Precios al Consumidor entre la fecha de esta sentencia y el pago efectivo, con los intereses
corrientes para operaciones reajustables desde la fecha de la mora y el pago.
Vigésimo tercero: Que, los restantes elementos de convicción allegados a estos autos y no analizados,
no alteran las conclusiones a que se ha arribado en esta sentencia. Por estas consideraciones y lo
dispuesto en los artículos 7º, 184, 420, 446, 455, 456 y 458 del Código del Trabajo, 69 de la
Ley 16.744; 144, 160 y 358 del Código de Procedimiento Civil, se declara: […] e) Se acoge la
demanda de fojas 1 sólo en cuanto la demandada deberá pagar al actor la suma de $25.000.000 por
concepto de daño moral, con los reajustes e intereses establecidos en el motivo vigésimo segundo
de esta sentencia; f ) Se condena a la parte demandada al pago de las costas del juicio”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores Patricio
Valdés A., Carlos Künsemüller L., Ministro Suplente señor Julio Torres A., y los Abogados
Integrantes señores Jorge Medina C., y Ricardo Peralta V.
http://productos.legalpublishing.cl, Fallo nº 42224.
julio 2007, Apelación “Muñoz Ulloa con Briones Sanhueza, Harbison Walker y
Refractarios S.A”, Rol nº 1759-06)247.
247
Ante el 2º Juzgado del Trabajo de Concepción, comparece un trabajador, interponiendo demanda
de indemnización de perjuicios por accidente del trabajo en contra de un contratista de servicios
y, subsidiariamente, en contra de R.H.I. Chile S.A., empresa del giro de su denominación, para
obtener que se le condene al pago de $ 20.000.000, o la suma mayor o menor que se determine
conforme a derecho y al mérito del proceso, más reajustes e intereses corrientes para operaciones
de crédito de dinero no reajustables desde la fecha de la presentación de la demanda hasta que se
haga entero, total y cumplido pago de la obligación, o desde las fechas que se determinen conforme
a derecho. También pide que la demandada subsidiaria sea declarada subsidiariamente responsable
de la indemnización que en definitiva se determine, con su expresa condenación en costas. Sostiene
en su libelo que, el actor ha sostenido que el accidente le ocurrió cuando limpiaba la máquina la
que, pese a haberla desactivado previamente, se energizó, siendo aprisionada su mano derecha.
Alega que existe un manifiesto y flagrante incumplimiento de la obligación de seguridad que la ley
le impone al empleador, dada la falta de mantención de la máquina, cuyo sistema de desconexión
por un botón no es seguro en la actualidad. Agrega que nunca fue capacitado ni recibió charla
alguna y ni siquiera un manual de seguridad de la máquina.
La demandada principal contestó señalando que el manejo de la máquina es de escasa complejidad
y no requiere de capacitación especial. Aduce que el único responsable es el propio demandante,
quien se expuso temeraria e imprudentemente al daño; en subsidio, alega que no existió ni culpa
ni dolo por parte de la entidad empleadora y también en subsidio de todo lo anterior, que deben
compensarse las culpas de ambas partes.
Por su parte, la demandada subsidiaria, alega la improcedencia de su responsabilidad, por no estar
comprendida en el artículo 64 del Código del Trabajo. Además que, el accidente se debió sólo a
la imprudencia del trabajador, quien conocía la máquina por haberse desempeñado en ella desde
hacía mucho tiempo, estando capacitado para su manejo y que el daño moral no es de la magnitud
indicada por el actor, indemnizaciones que no pueden constituirse en una fuente abusiva de lucro.
Del fallo de segunda instancia se destaca: “6. Que, la materia se encuentra básicamente regulada en
la Ley 16.744, de 1968, sobre Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, que contempla
un régimen tarifado de indemnizaciones para la víctima de un accidente o enfermedad profesional,
en términos tales, que todo empleador se encuentra obligado a asegurar a sus trabajadores de la
forma que allí se establece frente a los referidos riesgos, obteniendo éstos las prestaciones que
correspondan de la respectiva entidad administradora del seguro social contemplado en ella. Sin
embargo, la misma ley hace referencia a la posibilidad de obtener indemnizaciones adicionales
en aquellos eventos en que el accidente o enfermedad se haya debido a culpa o dolo de la entidad
empleadora o de un tercero. Es decir, y como lo indica la ley señalada, toda lesión que sufre una
persona con causa u ocasión del trabajo y que le produzca incapacidad o muerte, será accidente
del trabajo y dará lugar al pago de las prestaciones que en ella se indica, pero ello no implica la
obligación de la entidad empleadora de pagar indemnizaciones adicionales, sino solamente en
aquellos casos en que haya mediado culpa o dolo de su parte. […]
8. Que, así entonces, y tratándose de obligaciones que emanan del contrato de trabajo que liga a
trabajador y empleador, acaecido un accidente, es en este último en quien pesa la obligación de
probar que se tomaron todas las medidas necesarias para que el trabajo se desarrollase en condiciones
adecuadas y seguras, no obstante lo cual, el accidente igualmente se produjo, en términos tales
que él no pudo prever ni evitar. Lo anterior significa que el empleador no será responsable de todo
daño sufrido por sus trabajadores, dado que es común que el trabajo implique ciertos riesgos, los
cuales obviamente se busca evitar, pero que en ocasiones, inevitablemente para el empleador, igual
acontecen.
9. Que, el actor ha sostenido en su demanda que el accidente se debió a que la mantención de la
máquina que debía operar era mala y que no había recibido la capacitación adecuada para maniobrar
en ella. Sin embargo, como bien discurre la sentencia en revisión, ha quedado establecido que el
trabajador fue descuidado en el desarrollo de sus funciones, pues no logró acreditar que cuando
procedió a limpiar la máquina, ésta estaba apagada y que se energizó posteriormente, circunstancia
que sólo será considerada para rebajar el monto de la indemnización demandada, pero en ningún
caso puede ser tenida como suficiente para decretar la compensación de culpas solicitada, dado que
no se acreditó que el demandado contara con las mínimas condiciones de seguridad, ni desarrollara
acciones tendientes al cuidado eficaz de la vida y salud de sus trabajadores. Asimismo, se acreditó
que no contaba con comité paritario de seguridad y que no efectuaba la capacitación adecuada
a sus trabajadores, por lo que mal puede entenderse que el accidente se debió a caso fortuito o
fuerza mayor. […]
11. Que, debe considerarse que la competencia de esta I. Corte está delimitada por los fundamentos
de los respectivos recursos de apelación, y que la demandada subsidiaria sólo se ha alzado alegando
la inexistencia de responsabilidad por parte de la demandada principal lo que, consecuencialmente,
implicaría su propia ausencia de responsabilidad, por lo que sus alegaciones no serán atendidas.
Por estas consideraciones y atendido además lo dispuesto en los artículos 184, 458, 465, 472 y
473 del Código del Trabajo y 69 de la Ley 16.744, se confirma, sin costas del recurso, la sentencia
apelada”.
medidas y que proporcionó todos los elementos o implementos necesarios para evitar
el accidente de autos, otorgando la máxima seguridad posible en el lugar en que
se prestaban los servicios por su dependiente. De no probar esta circunstancia, se
presume la culpa, por tratarse de una responsabilidad de carácter contractual, no
procediendo imponer la carga de la prueba al trabajador demandante” (Juzgado
del Trabajo de Antofagasta, 26 agosto 2009, RIT-O-49-2009)248.
248
En este caso, se demandó tanto el despido injustificado, cobro de feriado proporcional y accidente
del trabajo. Con fecha 16 de febrero de 2009, aproximadamente a las 14:15 horas, el actor sufrió
un accidente cuando estaba lavando contenedores de basura, pues repentinamente en el camión
que conducía, se produjo una falla de operación en los brazos del equipo y una fuga de agua,
por lo que se tuvo que bajar del móvil y debido a que el pavimento estaba mojado ser resbaló,
sin caer al suelo, pero azotó los pies en la cuneta y contenedor. Hace presente que sus labores
eran de conductor y debía trabajar con un peoneta, pero ese día la empresa lo mandó a laborar
solo. Además, refiere que la demandada no protegió en forma eficaz su salud, ya que se accidentó
por no contar con los elementos mínimos de seguridad, como son los zapatos de seguridad, no
dispuso la dotación suficiente de personal, encomendándosele una tarea riesgosa, incurriendo por
lo mismo en culpa. Y que el accidente le provocó un grave daño moral y dolor físico, viéndose
afectado psicológicamente, ya que se ha sentido incapacitado para trabajar, daño moral que debe
ser indemnizado con la suma de $6.000.000 o la que SS. estime ajustada a derecho y equidad.
La demandada contestó la demanda solicitando su rechazo en todas sus partes, con expresa
condenación en costas. Negó todos los hechos relatados en la demanda, salvo aquellos que resulten
probados o reconoce expresamente. Y que su parte haya infringido el artículo 184 del Código del
Trabajo, pues al demandante se le hizo entrega de todos los elementos de seguridad necesarios para
el desempeño de sus funciones como chofer de camión, también se cumplió con todas y cada una
de las obligaciones establecidas en el contrato de trabajo, reglamento interno, como las disposiciones
especiales que regulan la materia relativa a las condiciones de higiene y seguridad en los lugares de
trabajo. Señaló que la actividad de chofer de camión no es riesgosa, pues no se baja del camión y su
operación consiste en posicionarse al costado de los contenedores de basura, contando con cámaras
que le permiten visualizar adecuadamente la operación; además, el camión conducido por el actor
cuenta con un sistema automatizado de lavado de contenedores, por lo que no es necesario que
se baje para revisar dicho sistema, pues no cuenta con la experticia técnica necesaria para resolver
un desperfecto. Su contrato de trabajo delimita su labor sólo a la conducción del camión, por
lo que antes de intentar una reparación, debió llamar al personal especializado, existiendo una
exposición imprudente al daño por parte del demandante, lo que escapa a cualquier medida de
seguridad adoptada por su representada. Finalmente indicó la inexistencia del daño moral, pues
el actor sostiene que se vio afectado psicológicamente, sintiéndose incapacitado para laborar, sin
embargo, en la demanda señala que inmediatamente que tuvo el alta se presentó a trabajar el 5 de
abril y que estaba dispuesto a trabajar el 6 de abril; además la lesión sufrida carece de la gravedad
que le atribuye el demandante, pues recibió un tratamiento médico adecuado para su lesión,
tomándose los plazos necesarios para su recuperación. Luego de la lesión continuó trabajando,
por lo que la supuesta incapacidad laboral argumentada por el trabajador para fundamentar su
daño moral, no es tal.
Se llamó a las partes a conciliación, la cual no se produjo, por estar en desacuerdo las partes.
de demostrar que esa parte entregó los demás elementos de seguridad tales como
zapatos de seguridad u otros necesarios para cumplir adecuadamente el actor sus
labores, las que si bien no eran de alto riesgo, sí requerían para su ejecución de a lo
menos los bototos de seguridad. Lo anterior se concluye, de acuerdo al mérito de las
declaraciones de los testigos que depusieron en autos y del tenor de las obligaciones
que imponía el contrato de trabajo incorporado al juicio, según cláusulas cuarta
y quinta, por las cuales el empleador debía entregar elementos de seguridad, lo
que quedaría registrado en un documento aparte, sin que conste que ello se haya
cumplido de manera alguna.
En cuanto a lo segundo, esto es el deber de dotar con un peoneta al camión
lavador, del mismo contrato ya analizado, se desprende tal obligación ya que de
acuerdo a los términos en que se encuentra redactado dicho instrumento en su
cláusula sexta letra H) se establece ‘[…] además será responsable de informar al
superior de cualquier accidente o anomalía en que se viera involucrado alguno de
los peonetas, que correspondan a la dotación del camión”, lo que coincide con las
declaraciones de los testigos, que indican que estos trabajadores tenían por misión
ver en terreno los posibles problemas en la ejecución del lavado de los contenedo-
res, o verificar que en ellos no quedaran residuos ni restos de basura, debiendo en
definitiva en ausencia de estos auxiliares hacer el referido trabajo el chofer del
camión’. Por lo dicho se estima, que efectivamente como lo ha alegado la deman-
dante, existió un incumplimiento por parte de la empresa demandada, en el deber
de seguridad y protección que le correspondía, no siendo admisible la defensa en
cuanto a que el trabajador no debía bajarse del camión, pues dentro de sus obli-
gaciones estaban ‘informar cualquier desperfecto o anomalía que lograra observar’,
debiendo en consecuencia bajarse del camión si es que era necesario y revisar a qué
correspondía la anomalía, para luego informar. No hacerlo, iría contra el sentido
lógico de cómo funcionan las cosas, lo que contraría el principio de la primacía
de la realidad aplicable en estas materias, estimándose que el actor al bajarse del
camión, a verificar cuál era el problema con las asas, no cometió infracción alguna
a sus obligaciones o que ello no era obligatorio, ni menos podría concluirse que
se expuso imprudentemente al daño. Así las cosas, no cabe sino entender que la
responsabilidad del accidente recayó íntegramente en la demandada.
249
Un trabajador que prestó servicios a una empresa de residuos como operador de motobomba
desde el día 7 de enero de 1993, y con fecha 14 de junio de 1995, en circunstancia que estaba
saliendo de su turno se produjo un incendio en el interior de las oficinas ubicadas en el vertedero
Lo Errázuriz. A raíz de ello, resultó con quemaduras graves del 75% de sus manos y cara. Una
vez producido el incendio y hasta la fecha de la demanda, no se presentó representante alguno
de la demandada, vecinos del lugar llamaron a la ambulancia, la que tardó cerca de media hora
en llegar, fue trasladado al Hospital de la Mutual de Seguridad, el cual le atendió sus heridas. El
accidente se produjo a consecuencia de la irresponsabilidad y total negligencia de la empleadora,
en efecto, las bombas que opera funcionan con bencina, y la demandada no adoptó las medidas de
seguridad necesarias para cargarlo a las máquinas, toda vez que cumpliendo las instrucciones de la
empresa, la bencina era transportada desde la bodega ubicada a 15 metros del lugar del accidente,
en un bidón plástico, posteriormente era trasvasijada en las mismas oficinas a diversos bidones de
menos capacidad, los que luego eran repartidos para vaciar a las máquinas que también estaban
ubicadas en el interior del recinto. Durante la operación de trasvasije del bidón grande a los de
menos capacidad, se inflamó la bencina originando el incendio que produjo sus quemaduras. Señala
que al momento del accidente, no tenía ningún elemento de seguridad. El accidente laboral, en
definitiva le produjo que no pueda mover los dedos, produciéndole incapacidad para trabajar y
efectuarse una cirugía plástica en la cara, ello ocurrió cuando tenía 25 años. Los perjuicios físicos los
avalúa en la suma de $39.641.238.- [suma que asciende al 70% de sus remuneraciones multiplicado
por el número de años que tiene como expectativa de vida]. El daño moral, $25.000.000.-, todo
ello con reajustes, intereses y costas.
A fojas 64 comparece el Gerente General de Emeres Ltda., la cual contesta la demanda deducida
en su contra y solicita el rechazo de la misma en todas sus partes, con costas. Expresa que el actor
pretende fundar su demanda en un accidente ocurrido en el domicilio de la empresa Emeres
Ltda., y que la empresa demandada cuenta con un Reglamento de Seguridad, con la asistencia
de un experto, en prevención de Accidente del Trabajo y la inspección habitual de funcionarios
de la Mutual de la Asociación Chilena de Seguridad y el Servicio de Salud del Ambiente de la
Región Metropolitana. Además que, el accidente en comento fue denunciado oportunamente
por la empresa a Carabineros y Mutual de Seguridad a fin de que los trabajadores lesionados
fueran atendidos inmediatamente de ocurrido el hecho, y ordenó, asimismo, se practiquen las
investigaciones pertinentes para esclarecer el hecho. El accidente ocurrió en los vestidores, esto es,
un lugar habilitado para que los trabajadores procedan a cambiar vestuario, ya sea para ingresar y
retirarse de sus faenas, en el lugar se encontraba el actor en compañía de otros trabajadores. Llama la
atención que a la hora del accidente, esto es, a las 21:55 horas, no correspondía que se encontraren
en ese lugar ya que sus labores debían terminar a las 23:00 horas. Expresa la irregularidad que
se encontrase a esa hora un bidón de bencina, la parte contraria reconoce que el lugar habitado
La sede casación nos dejó un muy buen fallo, que pasamos a destacar sus mo-
tivos principales: “4º) Que, en el Libro II del Código del Trabajo titulado ‘De la
Protección a los Trabajadores’, se regula substantivamente la que debe otorgar el
empleador, como responsabilidad suya. […];
5º) Que, el empleador es un deudor de seguridad a sus trabajadores.
La obligación de otorgar seguridad en el trabajo, bajo todos sus respectos,
es una de las manifestaciones concretas del deber general de protección del
está como a quince metros del lugar del accidente, el cual no reúne las condiciones necesarias
para operar. Resulta inexplicable y corresponde a los partícipes del accidente contestar por qué se
encontraba el bidón, y de quién fue la orden de ser ingresado, asimismo, el actor afirma el hecho
de haberse practicado un trasvasije de combustible, ningún superior jerárquico le ordenó que
realice dicha maniobra. Dice que el accidente se debió a la negligencia de trabajador que portaba
el bidón, y que por la omisión de aquellos que expusieron negligentemente el riesgo del accidente,
y que éstos sabían que resulta irregular mantener un bidón de combustible en los vestidores de la
empresa. Y que de aceptarse la tesis del trasvasije, corresponde determinar que dicha decisión no
corresponde a la empresa, por tratarse de un acto de voluntad temerario del trabajador y de ser así,
concurriría la causal de caducidad de falta de probidad, ya que debe concluirse que necesariamente
esa maniobra fue hecha con propósitos comerciales ajenos a la empresa. Además, por investigaciones
de la empresa, se supo que los trabajadores habían colocado irregularmente un calefactor hechizo
(micrón) y finalmente se encontraban fumando en su interior, lo cual se encontraba expresamente
prohibido, por el riesgo inherente por tratarse de un sitio reducido que cumple sólo la función de
vestidor y baño de sus trabajadores. Por lo expuesto, solicitó tener por contestada la demanda de
autos.
Del fallo del 6º Juzgado del Trabajo de Santiago, se lee: “4.- Que, conforme a lo concluido se
concluye que el trasvasije de bencina se efectuó en un lugar no autorizado, ya que el lugar autorizado
está a quince metros de los vestidores, por lo que la responsabilidad del accidente del trabajo sufrido
por el actor, es exclusiva del trabajador que efectuó la maniobra de combustible en los vestidores;
5.- Que, está probado en el juicio, por medio de la testimonial de la demandada, la cual no fue
desvirtuada, que la empresa tenía un lugar especialmente habilitado para guardar la bencina y
efectuar la faena de trasvasije, por lo que al haberla realizado en los vestidores [...]
6.- Que, atendido lo expuesto, se determina que la empresa demandada no es responsable en el
accidente del trabajo, ya que ésta tomó todas las medidas de seguridad necesarias para velar por
la salud e integridad de sus trabajadores, en cambio, fueron éstos los que por, culpa o negligencia
no cumplieron con las normas establecidas por el empleador;
Por estas consideraciones, y visto, además, […] se declara: I.- Que se rechaza la demanda de fojas 1,
en todas sus partes por lo expuesto y razonado en el considerando quinto de la presente sentencia;
II.- Que no se condena en costas al actor por haber litigado con motivo plausible;”.
http://productos.legalpublishing.cl/, Fallo nº 51593.
14º) Que, no es dable considerar infringido el artículo 2.322 del Código Civil,
en cuya virtud los empleadores responden de la conducta de sus dependientes en
el ejercicio de sus respectivas funciones. Dicho precepto alude a la responsabilidad
extracontractual que frente a terceros puede tener un empleador por tal conducta
de sus dependientes.
La obligación de seguridad analizada hace responsable al empleador, en sede
contractual y, cuando corresponda, en los términos del artículo 69 de la Ley Nº
16.744, por la conducta de un dependiente que en el ejercicio de sus funciones
ha causado un daño a un compañero de trabajo, cuando tal conducta se ha limi-
tado a poner de manifiesto que el empleador no dio adecuado cumplimiento al
elemental y principalísimo deber de seguridad que le impone el artículo 184 del
Código del Trabajo.
15º) Que, habiendo infringido la sentencia recurrida los artículos 184 del
Código del Trabajo y 69 de la Ley Nº 16.744 en la forma que se ha señalado, corres-
ponde acoger el recurso de casación en el fondo, e invalidar la sentencia recurrida,
pues las infracciones citadas tienen influencia substancial en lo dispositivo del fallo
que las contiene, e involucra un error de derecho que alcanza a su decisión, pues
si no se hubieren configurado la demanda no debió ser rechazada como se hizo.
Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 767 y 785 del Código del Proce-
dimiento Civil y en el artículo 463 del Código del Trabajo, se acoge el recurso de
casación en el fondo”.
Y de la Sentencia de Reemplazo: “2.- Que, la adopción de la necesaria
medida de protección consistente en la construcción de una sala especial de com-
bustible, fue sugerida por los fiscalizadores del organismo administrador del seguro
de accidentes del trabajo, según declaraciones de testigos de ambas partes […] y
[…], respectivamente, medida a la que la empresa dio cumplimiento después de
sucedido el accidente, según consta en el acta de Inspección Personal que rola a
fojas 44 del proceso penal antes individualizado.
Y visto, además, lo dispuesto en el artículo 463 del Código del Trabajo, se
revoca la sentencia apelada […] y se declara, en cambio, que se acoge la demanda
sólo en cuanto a disponer que la demandada […] pague al actor, la suma única
250
“10º) Que, el artículo 69 de la Ley Nº 16.744 […]. El precepto legal citado no señala el grado
de culpa de que debe responder el empleador, en su calidad de deudor de seguridad.
Para determinar los grados de culpa el artículo 1547 del Código Civil hace una clasificación tripartita
de los contratos, según el beneficio que reportan a las partes. El deudor no es responsable sino de
culpa lata en los contratos que por su naturaleza sólo son útiles al acreedor; es responsable de la
leve en los contratos que se hacen para beneficio recíproco de las partes; y de la levísima, en los
casos en que el deudor es el único que reporta beneficios. Tal regla del artículo 1547 del Código
Civil admite flexibilidades que se infieren de la norma contenida en el artículo 2129 del mismo
Código Civil, según el mayor o menor interés del contratante.
11º) Que, la citada clasificación tripartita de los contratos, según el beneficio que reportan a
las partes, es por cierto extensiva al contrato de trabajo en su contenido patrimonial, esto es, al
intercambio de remuneraciones por servicios.
El contrato de trabajo, además del aludido contenido patrimonial, tiene un importante contenido
personal, en el que destacan básicamente el deber general de protección del empleador y los de
lealtad y fidelidad que pesan sobre los trabajadores. Aquél comprende que pesan de seguridad que
encierra una problemática adicional”.
Setencia de Reemplazo: “Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de los números 4º
y siguientes del considerando Nº 5 que se eliminan. Se tienen, además, por reproducidas las
consideraciones 1 a 7 del voto disidente de la sentencia de segunda instancia de fojas 150, los
considerandos 3 al 14 del fallo de casación que antecede, y teniendo, además, presente:
1.- Que la demandante produjo prueba testimonial consistente en las declaraciones de los testigos
[…], quienes declaran a fojas 95 y siguientes, legalmente interrogados y dando razón de sus dichos
estuvieron contestes en que el día de los hechos el actor se encontraba en el turno saliente; que por
instrucciones de la empresa este turno debía dejar los bidones de bencina para su uso por el turno
de noche; que la bencina era entregada en un bidón plástico de 20 litros y que en los vestidores
era trasvasijada a otros bidones de menor capacidad, que eran repartidos entre los operadores de
motobombas para ser trasladados por éstos a sus lugares de trabajo. Estas declaraciones, confirmadas
y avaladas por los datos que fluyen del proceso penal Nº 105.363, del 15º Juzgado del Crimen de
Santiago, instruido para averiguar el incendio de que se trata, analizadas en el considerando 4º del
voto disidente permiten concluir: a) En la empresa existía efectivamente un depósito de combustible,
distante 15 metros de los vestidores; b) Para los operarios del turno de noche se les dejaba en los
vestidores bidones de 20 litros, cuyo contenido debía ser trasvasijado en dicho lugar, sin ninguna
medida de prevención en instalaciones que no ofrecían seguridad a los trabajadores, peligrosidad que
se acentuaba debido a que tal trasvasije se efectuaba cerca de una resistencia eléctrica, donde además
había equipos de calefacción hechizos. Estas conclusiones ponen de manifiesto el incumplimiento
por parte de la demandada de su obligación de seguridad que le impone el artículo 184 del Código
del Trabajo y que, además, la hace responsable ante el actor en los términos del artículo 69 de la Ley
Nº 16.744”. Pronunciado por los Ministros señores Hernán Álvarez G., Oscar Carrasco A., Marcos
Libedinsky T., José Benquis C. y el Abogado Integrante señor Patricio Novoa.
medad cause daño podrán reclamar al empleador o terceros responsables del accidente,
también las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las prescripcio-
nes del derecho común, incluso el daño moral’. Ni en el aludido proceso penal, ni en
estos autos laborales, la demandada […] ha acreditado y ni siquiera invocado haber
cumplido con los requisitos mínimos de seguridad tanto en sus instalaciones como de
inspección periódica de éstas y de las operaciones que se realizaban con los combustibles,
ni cumplido tampoco con el adecuado mantenimiento a que para su funcionamiento
seguro se hallaba legalmente obligada. Por ello, y en la especie, resulta claro que […]
ha infringido su obligación de proteger eficazmente la vida y salud de sus trabajadores,
por lo que, a juicio del disidente, corresponde indemnice al trabajador el daño moral
experimentado por éste a raíz de los hechos de que se trata, en el monto ya indicado al
inicio de esta disidencia” (Corte de Santiago, 27 mayo 1999, Rol nº 3036-1997)251.
251
Pronunciada por los Ministros, sres. Carlos Cerda Fernández, Cornelio Villarroel Ramírez y
Abogado Integrante Orlando Álvarez Hernández.
252
En autos Rol nº 29.853-2006 del Juzgado de Letras de Castro, el padre del hijo –menor de edad- de
la occisa, dedujo demanda, en juicio ordinario civil, en contra de Invertec Seafood S.A., a fin que se
declare su responsabilidad en la muerte de la madre de su representado y se la condene a pagarle la
suma de ciento veinte millones de pesos ($120.000.000) por concepto de daño moral, con costas.
La demandada, evacuando el traslado conferido, solicitó el rechazo de la acción deducida en su
contra, con costas, sosteniendo que no tiene responsabilidad alguna en la muerte de la señora.
En sentencia 18 de enero de 2008, el tribunal de primer grado condenó a la demandada a
pagar la suma de cincuenta millones de pesos ($50.000.000), con motivo de la responsabilidad
extracontractual que le cabe en la muerte violenta de la asesinada.
Se alzó el fallo, y una de las salas de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, en fallo de 9 de
octubre de 2008, con algunas modificaciones y nuevos argumentos, confirmó el de primer grado.
En contra de esta última decisión, la demandada dedujo recurso de casación en el fondo, a fin que
se la invalide y se dicte la de reemplazo que indica.
253
“Segundo: Que, se han establecido como hechos en la sentencia recurrida, los siguientes:
a) la occisa fue acometida por una compañera de labores, en el interior de la planta de la demandada;
b) la agresora llegó al lugar de trabajo en estado de ebriedad, lo que fue advertido por el supervisor,
quien no adoptó una actitud enérgica para que ésta hiciera efectivo abandono del recinto; c) se sabía
con antelación, que las protagonistas del ilícito fundamento de la demanda, se iban a agredir, dado
el ánimo insidioso creado, fundamentalmente en la agresora de que Luz Perán la había sustituido en
ciertas relaciones sentimentales que mantuvo, a lo menos, con dos hombres; d) la empresa demandada,
teniendo conocimiento que podría producirse una pendencia, no adoptó los resguardos necesarios
para evitar que su empleada […] agrediera y provocara la muerte de doña […], limitándose los
encargados de seguridad y jefatura de la planta a indicarle a la primera que abandonara el recinto
laboral por encontrarse en estado de ebriedad; e) de haberse impedido el ingreso a la planta a Marcia
Pérez Oyarzo, o de haberla acompañado hasta las afueras del recinto para constatar que efectivamente
abandonó la fábrica, no se habría producido el homicidio, el que era predecible; f) el arma homicida
era de propiedad de la demandada; g) la difunta fue madre de […], nacido el 29 de agosto de 2001.
Tercero: Que, en consecuencia, teniendo presente los presupuestos fácticos reseñados en el motivo
anterior, los jueces del fondo resolvieron que la empresa demandada ha incurrido en responsabilidad
extracontractual, que proviene de su propia culpa, ya que fue su inactividad, ante un hecho
previsible, la que permitió que ocurriera el homicidio de doña […], el que a su vez fue la causa
de los daños extrapatrimoniales sufridos por su hijo, el demandante de autos.
Cuarto: Que, los jueces del grado, en uso de las facultades que son de su exclusiva competencia -la
ponderación de la prueba y el establecimiento de los hechos- asentaron solamente los elementos indicados
en el motivo segundo de este fallo y decidieron como se ha descrito en el considerando anterior.
Quinto: Que, en cuanto al recurso, cabe señalar que éste, al afirmar que el homicidio de la madre del
actor no era previsible y que el demandado no tiene responsabilidad en el mismo, intenta modificar
los hechos establecidos por los jueces del fondo, sin alegar infracción a las leyes reguladoras de la
prueba aplicables al caso. Este planteamiento, desconoce que los hechos de la causa son sólo aquellos
establecidos en la sentencia y que éstos pueden ser modificados únicamente si el recurrente denuncia
y se constata infracción de las normas reguladoras de la prueba, lo que no ha ocurrido en la especie.
Al efecto, cabe tener presente que en la sentencia recurrida se dio por establecido que el actuar de
la homicida era previsible para su empleador Invertec Seafood S.A., y que fue la inactividad de éste,
-al dejar que aquélla ingresara ebria a la faena, sabiendo que tenía serios problemas con la occisa,
limitándose a solicitarle que se retirara, sin verificar que efectivamente lo hiciera-, es causa del hecho
dañoso, todo lo cual importa una omisión de los cuidados que la prudencia requiere o hace necesarios
para el caso, lo que es constitutivo de culpa extracontractual, suficiente fundamento para condenarlo
al pago del daño moral causado. Acorde a lo anterior, la infracción a las normas denunciadas en el
recurso carecen de influencia en lo dispositivo del fallo, toda vez que éste se cimenta en la existencia
de la responsabilidad extracontractual del demandado sobre la base de los hechos acreditados, más
que en la presunción establecida en los artículos 2320 y 2322 del Código Civil”.
Pronunciada por la Cuarta Sala del máximo tribunal -integrada por los ministros Margarita
Herreros, Juan Araya, Patricio Valdés, Gabriela Pérez y Rosa Egnem-.
Primera Parte
ASPECTOS GENERALES Y FUNDAMENTOS DE LA
RESPONSABILIDAD POR ACCIDENTES DEL TRABAJO
Capítulo Primero:
De los accidentes del trabajo & Enfermedades Profesionales ............9
Capítulo segundo:
De la Ley 16.744 Seguro Social contra Riesgos de Accidentes
del Trabajo y Enfermedades Profesionales ..........................................183
I. Generalidades................................................................................... 183
1. Objetivos y Alcances.................................................................... 187
a) casuística................................................................................. 188
b) sujetos protegidos por la ley 16.744........................................ 189
2) Otras Características de la Ley 16.744......................................... 196
a) Importancia, trascendencia y superioridad.............................. 196
a.i) Se trata de normas de elevadas consecuencias.................... 196
a.ii) De Orden Público............................................................ 198
b) En cuanto a la Eficacia de las normas de Seguridad Social....... 214
c) En virtud de la Ley 16.744 se varió de una responsabilidad
directa del empleador por los riesgos profesionales a una social.......214
Capítulo Tercero
El deber de cuidado del empleador.................................................. 367
I. El deber de cuidado del empleador como
fundamento de la responsabilidad por accidentes del trabajo............. 367
1. Introducción................................................................................ 367
II. Del contenido ético-jurídico del contrato de trabajo........................ 375
III. Generalidades................................................................................. 383
1. En qué consiste............................................................................ 383
&) En materia de Subcontratación.............................................. 391
2. Características.............................................................................. 392
a) Para su procedencia, se debe dar dentro del marco
de las obligaciones y funciones del trabajador......................... 392
b) Obligación legal, superior y de orden público........................ 393
c) Los valores contenidos en el deber no son patrimoniales,
pues, sólo se refieren a la vida, salud e integridad
física y psíquica del trabajador................................................ 406
d) En definitiva, la infracción de la obligación de
seguridad crea una responsabilidad de resarcir por
parte del empleador los daños materiales
y morales sufridos por el trabajador........................................ 406
e) De las medidas de seguridad.................................................. 411
IV. Alcances e interpretación................................................................ 415
1) Cuándo nace este deber de seguridad:
desde que comienza la obligación laboral..................................... 415
2) Lo indispensable es el deber de previsión y el
cuidado del entorno para permitir un trabajo seguro................... 416
3) En su cumplimiento, cualquier omisión importa desobedecerlo........418