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Investigación 1
Marisol Tapias
Alejandro Rincón
Carlos González
Juan Villalba
Juan Camilo Schuster
Introducción
En el siguiente escrito se llevará a cabo una síntesis y reflexión sobre el texto Bíos y zoé: una
discusión en torno a las prácticas de dominación y a la política, que se detiene en la teoría
de la biopolítica planteada inicialmente por Rudolf Kjellén y trabajada por Michel Foucault.
Se comentará la crítica a la interpretación de Giorgio Agamben sobre la teoría planteada por
Foucault y las concepciones de Agamben sobre la obra aristotélica respecto a la cotidianidad
en la antigua Grecia.
Resumen
Según el texto, Agamben pretende discutir la dicotomía entre zoé y bíos en su texto Homo
Sacer I, y realizar una separación entre estos términos, argumentandose a partir de los textos
que en realidad no indican ninguna separación.
En la mitad de la década de 1990, Agamben establecía la figura del homo sacer (persona
juzgada por el pueblo por haber cometido un delito) como esencial para el pensamiento
político. Para él, existe una relación esencial, entre el Homo Sacer y la esfera soberana. Esta
última se define como aquella que puede matar sin cometer delito (ni celebrar sacrificio) y
es la que se apropia de la nuda vida (vida desnuda, sin cuaificar) al excluirla. El autor se vale
del concepto foucaultiano de biopolítica, que se refiere a la implicación de la vida biológica
del hombre en los mecanismos y dispositivos del poder. La vida y la muerte se presentan, no
como nociones científicas o naturales, sino políticas, que se encuentran sujetas a
disposiciones arbitrarias. La diferencia entre Foucault y Agamben, para éste último, la
biopolítica existe todas las veces que se considere a la política como atributo, como
excepción. La peculiaridad específica de la política moderna es la coincidencia entre
excepción y norma y no la inclusión de la vida biológica en la política.
Zoé y bíos no son, en Aristóteles, elementos opuestos, sino complementarios, aunque los
griegos diferenciaban el espacio adecuado de cada una de estas vidas: mientras la casa, oikos,
era el lugar propio de la zoé, la polis lo era del bíos.
Según Foucault, para Aristóteles el hombre era un animal viviente y adicionalmente, capaz
de una existencia política, Agamben se pregunta sobre el vínculo entre política y vida; la
fórmula de la polis es examinada como una exclusión inclusiva (una exceptio) de la zoé en
la ciudad, como si la política fuera el lugar en el que el vivir debe ser superado por el vivir
bien; sin embargo, Foucault no concebía las categorías aristotélicas como contrarias.
En lo tocante a los términos bíos y zoé: para Agamben hay oposición entre ambos términos,
para Foucault no hay más que vida en el sentido del bíos; para él la distinción entre bíos y
zoé no era genuina, ni importante.
Vemos en Foucault que hay una relación entre la historia y la vida biológica; hay que poner
atención sobre las diferentes relaciones que se trenzan: la forma de vida.
El objeto de las técnicas de poder-saber no es una dimensión de la vida, sino la vida toda;
puesto que, para Foucault no hay oposición cierta entre bíos y zoé.
La referencia de Foucault a Aristóteles, se observa que el además que conecta vida y política
implica inclusión y conexión. Sería prudente identificar cuál es el sentido último del término
biopolítica para Foucault; la utilización de esa categoría tiene un justificativo que no remite
exactamente a las elaboraciones teóricas expuestas por Agamben.
Agamben ha basado gran parte de sus hipótesis en una lectura sesgada de las ideas
foucaultianas, para su justificación esencial invoca directamente a Aristóteles. Allí, Agamben
intenta hallar la idea de una dicotomía, aparentemente presente en la obra de Aristóteles,
entre la zoé y el bíos. En el pensamiento aristotélico estos dos términos nunca se
corresponden entre sí por medio de la mutua contradicción: por el contrario, Aristóteles
entiende a la política como una ambiente que incluye en sí a las características biológicas
humanas. El bíos no es una instancia separada y opuesta a la zoé, sino que la supone, de la
misma manera que la política necesita y presupone a la naturaleza y a la oikonomía.
El oikos y la polis eran dos unidades cuyo lazo se identificaba por la continuidad y no por la
contradicción. En la lógica de la polis clásica, se vuelve evidente que lo que constituía al
oikos en la Grecia antigua eran la educación y las regulaciones religiosas, la familia extendida
y el derecho de propiedad. Precisamente, el oikos, como espacio en el que los hombres no
alcanzan su realización, sino el que los dispone hacia ella.
En el caso de la Reforma protestante, la doctrina de Lutero indica que la vida de los hombres
participa, paralelamente de dos jurisdicciones: el alma sólo es regida por Dios, el cuerpo debe
ser regulado por el poder secular, en manos del gobierno civil. De ese modo, el bíos, o sea,
la forma de vida –política– sólo se articula a través de la administración de los cuerpos (la
zoé), es decir, de la gestión de sus conductas materiales.
Reflexión
Primero se denotará un concepto claro de biopolítica: la influencia del poder sobre la vida,
es decir, no solo se regula el comportamiento a través de las ideas o la conciencia, también
se hace a través del cuerpo. La fórmula que usa Foucault es la de “hacer morir, dejar vivir”.
Por lo tanto el poder soberano tiene la vida y la muerte a su disposición, ya no es una cuestión
meramente natural o científica.
A lo largo del texto resulta interesante que se intentan separar los conceptos bíos y zoé;
Foucault, a lo largo del desarrollo de su trabajo, considera que bíos es la forma en la que se
decide actuar con zoé, es decir, acomodar una forma de vida a la vida misma.
En Aristóteles son conceptos complementarios mientras que en Michel Foucault solo existe
el bíos, o el vivir bien. Por otro lado se tiene la concepción de Giorgio Agamben, que realiza
una interpretación a partir de la antigua Grecia con ayuda de la teoría de Foucault, se puede
decir que el zoé se puede entender simplemente como vivir, mientras que bíos se puede
entender como la vida política del hombre, al ser un aspecto que actúa en el campo de la polis
para los griegos. Al final, para Agamben, estos dos conceptos son contradictorios.
También es interesante como se retoma la idea del vivir frente al vivir bien, recordando lo
que plantea Aristóteles frente a la naturaleza del hombre, pero en el texto se plantea que es
en el ámbito político en el cual el vivir bien debe superar el simple hecho de vivir, y es en
este punto en el que se puede observar nuevamente el vínculo o relación que quiere lograr
Agamben entre política y vida, para desarrollar un poco más el concepto de biopolítica. Se
puede considerar, a partir del texto, que Agamben trata de ahondar en la teoría de Foucault,
desarrollarla un poco más, pero, con los argumentos usados en el texto y las comparaciones
con Aristóteles, da una sensación de sin salida, es decir, de que no logra un desarrollo claro
y completo de la teoría de Foucault.
Vale la pena resaltar el papel que juegan la educación, la dimensión religiosa, la familia
extendida y el derecho a la propiedad privada en el texto. Se plantea que los elementos
mencionados anteriormente son los que forman a la persona en su oikos, en su casa o en su
vida como vida misma, para poder intervenir en la polis, en la ciudad, en la política, y es esta
formación la que propicia este desarrollo o crecimiento que permite la intervención política
de la persona, es decir, la vida se ve superada por el vivir bien gracias a esta formación. Junto
con esto es importante la percepción de polis y oikos en el texto, ya que se menciona que en
la casa es el lugar donde se potencia la vida para, posteriormente, pasar a la ciudad, al
escenario político en el cual se pasa de vivir a vivir bien, y retomando la ideología de
Aristóteles, se podría decir que es en la política donde se puede encontrar la verdadera
naturaleza del hombre.
Entrando un poco más en la dimensión religiosa que plantea el texto, se plantea un claro
ejemplo de cómo influyendo en la dimensión de zoé se puede modificar a futuro la dimensión
del bíos. En el escrito se presenta el ejemplo de la formación en los monasterios o conventos,
se describe que el cuerpo se forma con los dogmas de la religión y posteriormente esto se ve
reflejado en la forma de vida cotidiana, en este caso se podría considerar esta forma de vida
como el bíos.
Llama la atención lo planteado por Lutero, el alma es regida por Dios, es decir, el bíos,
mientras que el cuerpo es regido por los hombres, es decir, el zoé, y en este punto se puede
pensar bíos como la parte espiritual, mientras que zoé se piensa como el cuerpo o la parte
material del hombre. Esto refuerza una vez más el planteamiento de la biopolítica, el poder
soberano, en este caso los hombres, disponen de la vida biológica del homo sacer, mientras
que, bajo la luz de este ejemplo, los el poder soberano no puede disponer del bíos, ya que los
hombres no pueden influir en el alma de otro hombre. Para unir en este punto ambos
conceptos, se dice que para influir en el bíos es necesario la administración del zoé, es decir
se deben regular los comportamientos materiales para poder regular posteriormente los
deseos o ideas del alma.
Por último debemos mencionar que el reclamo hecho a Agamben respecto a fundamentar su
argumentación en aspectos que no suponen lo que se afirma, sería la misma crítica que se
puede hacer respecto a varios argumentos del texto como la comparación injustificada de la
similitud de las relaciones entre Bíos-zoé, Polis-oikos (antigua Grecia) y Frío-Calor
(Demócrito).
Bibliografía