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Hace falta decir a los jóvenes que el amor hace que seamos más inteligentes.

Daniel Pennac

LOS DIEZ DERECHOS DEL LECTOR

Bastante se ha publicado y hablado acerca de los derechos del AUTOR, y qué hay de los
derechos del LECTOR?

En 1992 la editorial Gallimard lanzó “Como una novela” (Comme un roman) libro que fue
reconocido por toda la crítica europea, escrito por el profesor francés Daniel Pennac quien
postula que para hacer nuevos lectores no hay que obligar al niño a leer lecturas aburridas,
sino contagiarle el amor por la lectura.

Pennac compartió que en su infancia era mal alumno, porque tenía miedo de no saber
contestar las preguntas que le harían los adultos.

Pero la reacción de los adultos es siempre la misma: también tienen miedo. Tienen miedo
de que sus hijos no tengan éxito. Y los profesores también tienen miedo: Tienen miedo de
ser malos profesores. Todo ese miedo de la infancia se convirtió en conocimiento y convirtió
su trabajo como adulto en curar a los niños de ese miedo.

¿Cómo romper el miedo? Pennac dice que es un tema de soledad: soledad del niño, del
profesor y de los padres. Y lo que hay que hacer es romper esa soledad. Pedagógicamente
¿cómo se hace? Creando proyectos comunes, donde todo mundo está implicado. Por
ejemplo en la escuela está el teatro.

Cuando él no hacía la tarea, engañaba a su profesor con excusas, pero el profesor le dijo:
“Muy bien, tienes mucha imaginación, pero en vez de ocupar ese talento en inventar
mentiras, escribirás una novela y me entregarás 10 páginas cada semana. No hagas nada
más, sólo harás esta novela para mí”. Ese profesor logró convertir a un alumno pasivo, en
un alumno activo, un alumno que escribió una novela”.

Los bebés y los niños de hoy, son considerados por la sociedad de consumo como clientes.
Y la publicidad los empuja a consumir tabletas, ropa, celulares. Y ésa es la cultura, la cultura
cotidiana. Esos alumnos cuando van a la escuela se van comportar como pequeños
consumidores. Pero el profesor se dirige a ellos no para satisfacer sus deseos sino sus
necesidades más fundamentales: necesidad de aprender a leer, a contar, a pensar a
reflexionar, necesidades que se oponen a sus deseos. Por eso es más difícil ser profesor hoy
que en los años 50’s.

El problema es que un bebé cree que su deseo es una necesidad fundamental, va a creer
que su felicidad depende de la satisfacción de ese deseo. Los adultos dice Pennac, debemos
disociar el deseo y la necesidad. Y la felicidad, la verdadera felicidad la podemos alcanzar
cuando alcanzamos a comprender. Cuando comprendemos las cosas, comprendo por
ejemplo, que la publicidad puede ser mentirosa. Hace falta que yo me sienta responsable
primero de mi comportamiento delante de mis hijos, porque educar es dar el ejemplo.

El passeur tiene en consideración su propia cultura, sabiendo que no le pertenece, que


puede hacer la felicidad de los demás. Todo lo que sabes no te pertenece, no es tu
propiedad privada, sólo pasa a través de ti. Una de las razones de estar en la tierra es
compartir eso.

No tengas miedo, sed curiosos. La curiosidad es un remedio contra el miedo. Ser curiosos
por encima de todo. Sí, pero la realidad me da miedo. ¿La realidad te da miedo? Sé cómo
Juan: fotografíala. ¿Eres malo en inglés? Búscate una novia un novio en inglés, ya verás
cómo progresas. Ábrete, ábrete, sé curioso, no te cierres.

En su experiencia como docente Pennac llegó a la conclusión que es más importante


entusiasmar al alumno para que comience a leer por puro placer, que pasarse todo un curso
machacándolo con lecturas obligatorias y aburridas o tildándole de buen o mal estudiante.

El postulado de Pennac ha quedado plasmado desde el año 2009 en que Francia lanza una
campaña para animar a la lectura. Un vistoso cartel con los 10 derechos del lector más las
ilustraciones de Quentin Blake se colgó -todavía sigue vigente- en colegios, bibliotecas,
casas y en cuanto lugar visible.

Estos son los 10 derechos del lector:

Sus conclusiones se recogen en su fantástico decálogo

“Los Derechos del Lector”:

1. El derecho a no leer.
2. El derecho a saltarnos las páginas.
3. El derecho a no terminar un libro.
4. El derecho a releer.
5. El derecho a leer cualquier cosa.
6. El derecho a leer lo que me gusta.
7. El derecho a leer en cualquier parte.
8. El derecho a hojear.
9. El derecho a leer en voz alta.
10. El derecho a guardar silencio.

1.- El derecho a no leer


El derecho a no leer nos permite períodos de dieta, durante los cuales no tenemos ningún
libro en nuestras manos, ya sea porque existen otras obligaciones, otros entretenimientos
u otros intereses que ocupan nuestro tiempo, sin dejar por ello de seguir siendo lectores.

2.- El derecho a saltarse páginas.

El derecho a saltarse páginas nos brinda la libertad de leer, con una cierta rapidez, textos
extensos cuyo contenido no es de nuestro interés en su totalidad y, aunque se tratara de
una novela, nos permite seguir el hilo de la acción y obviar largas descripciones o
disquisiciones del autor, que irrumpen –inoportunamente- en medio de la trama.

3.-El derecho a no terminar un libro.

El derecho a no terminar un libro se constituye en un alivio cuando -lectores compulsivos-


nos resulta difícil aceptar que ese libro no nos atrapa lo suficiente como para terminarlo, y
hasta sentimos algo de “culpa” por no llegar al final. Según Pennac, existiría una especie de
química que no funciona entre la obra y nosotros lectores; en algunos casos, volvemos a
ella después de transcurrido un tiempo o, tal vez, quede para siempre en el olvido en un
estante de nuestra biblioteca.

4.- El derecho a releer.

El derecho a releer desarrolla un buen hábito -especialmente si se lo ejercita desde la


escuela- ya que no siempre podemos comprender un escrito a partir de una primera lectura.
Con respecto a las obras literarias, más de una vez descubrimos nuevos mensajes después
de la relectura de una novela o de un cuento, hecho que se acentúa con la poesía, cuya
relectura no sólo nos permite descifrar un significado sino que, muchas veces, nos deleita
al volver a recorrer sus versos con la vista.

5.- El derecho a leer cualquier cosa.

El derecho a leer cualquier cosa hace que, más de una vez, empecemos por la lectura de
“malas novelas” -especialmente durante la adolescencia- para acceder después, a las
“buenas lecturas”. Al decir de Pennac, “una de las grandes alegrías del pedagogo es -cuando
está autorizada cualquier lectura- ver a un alumno cerrar solo la puerta de la fábrica best-
seller para subir a respirar donde el amigo Balzac.”

6.- El derecho a leer lo que me gusta.

El derecho al bovarismo no es más que ese primer contacto con la obra literaria; la emoción,
el sentimiento, la confusión de la imaginación con la realidad, la penetración en un mundo
diferente del real. Nuestras primeras emociones como lectores, nuestros recuerdos de
lecturas adolescentes y esa siempre válida postura de lector ingenuo, nos harán disfrutar
siempre de la lectura.

7.- El derecho a leer en cualquier parte.


El derecho a leer en cualquier parte es aprobado y compartido tanto por ávidos lectores
como por quienes se acercan muy de vez en cuando a la lectura. No importa dónde, lo
importante es “leer”, hasta tal punto que, más de una vez, la concentración y abstracción
del mundo real al que nos lleva la lectura, hace que olvidemos bajar de un colectivo o de
cumplir con la hora de alguna actividad planeada previamente.

8.- El derecho a “picotear”.

El derecho a picotear está estrechamente relacionado con la falta de tiempo para leer en
forma completa un libro, pero nos permite abrirlo en cualquier página y descubrir allí el
comienzo de una posterior lectura o simplemente la posibilidad de trasladarnos por unos
minutos, a otro mundo o lugar. Muchas veces volvemos a una lectura ya hecha en busca de
un dato determinado o de una frase recordada a medias.

9.- El derecho a leer en voz alta.

El derecho a leer en voz alta -un ejercicio que se ha perdido últimamente en las escuelas,
pero que los alumnos de cualquier edad aprecian y solicitan a menudo- permite dar vida al
texto y compartirlo con el grupo. Pennac sostiene con certeza que “quien lee de viva voz…
si lee de verdad… si su lectura es un acto de simpatía con el auditorio tanto como con el
texto y su autor, si logra que se oiga la necesidad de escribir y despierta nuestra más oscura
necesidad de comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la muchedumbre
de aquellos que se creían excluidos de la lectura se precipitan en ella tras él.”

10.- El derecho a guardar silencio.

Finalmente, en el derecho a callarnos, aparece una vez más, el acto de leer como un
momento de intimidad del que nadie debe dar explicaciones a nadie…”nuestras razones
para leer son tan extrañas como nuestras razones para vivir. Y a nadie se le ha otorgado
poder para reclamarnos cuentas sobre esta intimidad.”

Estos diez derechos se resumen en un solo deber: NO BURLARSE JAMÁS de aquellos que no
leen si quieres que un día ellos lean.

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