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Colosenses 1:7 “como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro
de Cristo para vosotros,”.
Colosenses 2:1 “Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están
en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro”.
Propósito de la carta
A pesar de su corta existencia, la iglesia ya había empezado a acusar la infiltración de doctrinas
que se desviaban del evangelio. Esta noticia, recibida por conducto de Epafras, alarmó a Pablo,
que se hallaba preso, posiblemente en Roma. Al comprender los peligros que acechaban a la fe
aún reciente de los colosenses, les escribió poniéndolos sobre aviso. Luego encargó a «Tíquico,
amado hermano y fiel ministro y consiervo en el Señor», que llevara la carta a su destino.
Este versículo menciona cuatro cosas negativas que pueden llevarnos cautivos:
1. La filosofía. literalmente significa EL AMOR A LA SABIDURÍA
2. Las huecas sutilezas
3. Las tradiciones
4. Los rudimentos del mundo.
Colosenses 2:16 “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna
nueva o días de reposo”.
Aquí Pablo menciona varias cosas positivas: la comida, la bebida, los días de fiesta, las lunas
nuevas y los sábados. Él exhortó a los colosenses a no permitir que nadie los juzgara con
respecto a estas cosas.
Colosenses 2:18 “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles,
entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal”
El premio mencionado en este versículo es Cristo como nuestro deleite. Es posible que la
humildad, una virtud humana muy positiva, solo sea vanidad disfrazada de humildad. Cuantos
actos religiosos que públicamente exaltan la humildad son claramente el resultado de la
vanidad humana.
Cuando tenemos el pleno conocimiento de la voluntad de Dios, andamos como es digno del
Señor.
Si comprendemos que la voluntad de Dios consiste en que Cristo nos sature. Algunos piensan
que andar como es digno del Señor significa ser humildes, amables y generosos. Pero debemos
entender que nuestro andar es digno sólo cuando vivimos a Cristo. Es posible ser humildes,
agradables y generosos, sin vivir por Cristo. Sin embargo, sólo cuando vivimos a Cristo y le
expresamos, podemos andar como es digno del Señor. Cristo es la voluntad de Dios y también
debe ser nuestro andar.
Juan 5:30 “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no
busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.
Mateo 17:5 “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que
decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”.
En Gálatas 1:15-16 “Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me
llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en
seguida con carne y sangre”
Pablo dice que agradó a Dios revelar a Cristo, Su Hijo, en él. No existe nada que agrade más a
Dios el Padre que el hecho de que vivamos a Cristo. Aparte de Cristo, nada puede agradar al
Padre.
Vivir a Cristo no solamente agrada al Padre, sino que también nos agrada a nosotros. No hay
otra cosa más agradable que vivir, disfrutar y experimentar a Cristo.
1Pedro 2:21-25 “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;
quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo
sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya
herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al
Pastor y Obispo de vuestras almas”.
Si quiere vivir a la manera de Cristo busque a Cristo en la Biblia y siga su ejemplo en su manera
de vivir.
Pablo no alaba a Dios solo porque los hermanos de Colosas han aprendido de Epafras, sino
porque su fe ha producido resultados concretos, resultados de amor y de fe. Cómo viven en
Colosas debe reflejar cómo viven en Cristo.
Colosenses 3:12-13 “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable
misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y
perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así
también hacedlo vosotros”.
Mientras que el pecado es un círculo vicioso y perverso que nos va hundiendo más y más. El
conocimiento de Dios llega a ser un círculo virtuoso o de virtud que nos lleva a mayores
profundidades en los propósitos de un Dios eterno.
¡La meta es Cristo! Llegar a ser como él. Nunca podremos sentirnos satisfechos, pero tampoco
nos agotaremos ni perderemos el deleite de perseguir tan gloriosa meta. El creyente no debe ser
una persona estática; tiene que manifestar vida y crecer en la Palabra de Dios.
Efesios 4:13-15 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos
en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”.
Lo que la Biblia nos está diciendo es que para poder llevar a la práctica el conocimiento y
sabiduría y dar buen fruto, necesitamos el grandioso e incomparable poder de Dios. Este poder
que resucitó a Cristo de entre los muertos (Rom.6:4), el poder que creó todas las cosas (Gen.1:1),
el poder que impulsa a Pablo a esforzarse en la predicación (1:29).
La fortaleza y el poder solo pueden venir de Dios; y son producidos por el Espíritu Santo. Los
creyentes tienen que depender del Espíritu para producir vidas santas efectivas.
Efesios 5:19-20 “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre
de nuestro Señor Jesucristo”.