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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

SEDE BOGOTÁ

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS


ÁREA CURRICULAR DE DERECHO

ASIGNATURA: TEORÍA DEL DELITO.

DOCENTE: FLORALBA TORRES RODRÍGUEZ

ESTUDIANTES:

CAMILO JURADO
CAROLINA PANTOJA
FELIPE SILVA
SOFÍA YANDAR

NIVEL ACADÉMICO: QUINTO SEMESTRE

PRIMER SEMESTRE ACADÉMICO 2019.


Introducción.

El código penal colombiano (Ley 599 del año 2000) establece en su artículo 32 las causales que
generan ausencia de responsabilidad penal, y dentro de ellas el numeral séptimo consagra el
estado de necesidad como un eximente. El presente artículo pretende exponer, explicar y
analizar esta figura, para lo cual, primero se realizará un análisis legal del artículo, segundo una
aproximación doctrinal, tercero se explicará cómo se da la aplicación de esta figura, y finalmente
se desarrollará el estudio de la jurisprudencia tanto de la Corte Constitucional como de la Corte
Suprema de Justicia.

Análisis legal:

En el presente apartado se expondrá el artículo referente al estado de necesidad, para luego


interpretarlo sistemáticamente, y posteriormente observar uno de los ejemplos más llamativos
de la doctrina.

Art. 32 de la Ley 599 de 2000. Ausencia de responsabilidad


Numeral 7. Se obre por la necesidad de proteger un derecho propio o ajeno de un peligro actual
o inminente, inevitable de otra manera, que el agente no haya causado intencionalmente o por
imprudencia y que no tenga el deber jurídico de afrontar.

El artículo en mención se fundamental en la necesidad de proteger un bien jurídico, este es el


pilar de la eximente, fundamentado en la idea de que existen situaciones en la vida real donde
para proteger un bien jurídico de una amenaza puede ser imperante dañar otros bienes jurídicos,
es decir, que el daño al bien jurídico debe ser la única opción. Pero, como se verá más adelante,
la proporcionalidad y que el daño causado sea menor al que se intentaba evitar, son elementos
que limitan este eximente, e incluso el mismo artículo nos habla de las consecuencias que tiene
extralimitarse con esta figura.

El que exceda los límites propios de las causales consagradas en los numerales 3, 4, 5,
6 y 7 precedentes, incurrirá en una pena no menor de la sexta parte del mínimo ni mayor
de la mitad del máximo de la señalada para la respectiva conducta punible.

Esta protección se da frente a un peligro actual o inminente, y en este aspecto es donde se


distancia de la legítima defensa, mientras esta última existe un ataque hacía la persona y esta
está justificada para contraatacar, en el estado de necesidad no se habla de contraatacar sino
de vulnerar otro bien jurídico con el objetivo de proteger uno propio o ajena de un peligro que
está ocurriendo o a punto de ocurrir.

Esto último nos lleva a la siguiente característica, el derecho a proteger puede ser propio a ajeno.
Cabe hacer la mención del trasfondo constitucional frente a la solidaridad. Se encuentra
plenamente justificado la defensa de un derecho ajeno en base al Artículo 95 de la constitución
política, referente a los deberes del ciudadano, donde uno de estos es: “Obrar conforme al
principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que
pongan en peligro la vida o la salud de las personas”.

Frente a las posibilidades de aplicación el artículo nos presenta unas situaciones donde no
aplica, es decir, escapan de su órbita de competencia, como los son: cuando el peligro fue
causado intencionalmente o por imprudencia por el mismo sujeto que intenta argumentar a su
favor la eximente; o cuando el peligro es jurídico, es decir, la persona estuviera en el deber
jurídico de soportarlo.

Para clarificar el desarrollo de la figura, existe un ejemplo de bastante uso doctrinal como lo es
el caso de la Tabla de Carnéades, situación donde dos náufragos por una tempestad solo tienen
una tabla para salvar su vida, que se puede dar en otras modalidades

Como el del capitán del barco que da la orden de arrojar al agua toda o parte de la carga
del navío para que este no se hunda en una tempestad; el caso de quien se apodera de
un vehículo ajeno para llevar a un enfermo grave ante un médico, al no existir otro medio
de transporte en una zona alejada de la ciudad; el caso de quien, huyendo de una bestia,
cruza predio ajeno para evitar un mal grave a sí mismo. (Guerra Espinosa, 2017)

Si se observa el caso anterior es modelo de la figura de estado de necesidad, ya que, si uno de


estos llega a herir al otro para quedarse con la tabla y sobreviviera, penalmente se lo exonera
de responsabilidad porque intentó proteger un derecho propio frente a un peligro inminente como
era ahogarse y lesionó otro en el camino, la vida del otro náufrago, lo anterior teniendo en mente
que el barco no naufragó por su intención o imprudencia. Desde un punto crítico se puede decir
que había un empate entre el derecho a la vida de un náufrago y del otro, pero mientras el daño
producido por el bien jurídico no sea mayor al que se intentaba evitar, la figura mantiene su
coherencia.

Doctrina de la figura de Estado de Necesidad.

Basta ha sido la doctrina y literatura sobre el estado de necesidad como eximente de


responsabilidad penal. En este artículo nos referimos a tres principales teorías que nos ayudan
a comprender su fundamento teórico, expuestas por Mir Puig con rigurosidad (Mir Puig, 1990).

Teoría de la adecuidad.

Esta teoría dice que, aunque la acción ilícita realizada en estado de necesidad no es conforme
a Derecho ni jurídicamente correcta, no puede castigarse por razones de equidad o ética. Estas
razones éticas, por la que la persona actúa de manera contraria al ordenamiento jurídico, se
fundamentan en la existencia de una coacción psicológica que recae sobre el sujeto.
Un gran influyente en esta teoría, es el pensamiento de Kant que, gracias a su desarrollo del
caso de la tabla de Carnéades, nos permite observar cómo una persona que asesina a otra para
salvar su vida no puede ser imputada por homicidio, ya que se vio enfrentada a la decisión de
salvar su vida o la de alguien más. Situación en la cual, cualquier persona normal priorizaría su
vida sobre la de un tercero.

Teoría de la colisión.

En esta teoría se realiza una ponderación, análisis, sobre el valor objetivamente relevante para
el Derecho de los bienes en disputa. Se pondera entre el mayor valor otorgado a los bienes
salvados, frente a un menor valor que poseen los bienes sacrificados. Influenciada fuertemente
esta teoría por el pensamiento de Hegel, se concluye que, siempre habrá un estado de
necesidad de salvar un bien jurídicamente más valioso sin importar la lesión o el sacrificio de un
bien jurídicamente menos valioso. Ejemplo de esto es la salvaguardia de la vida sobre propiedad
ajena. Un marinero decide arrojar al mar mercancía que no le pertenece para asegurar que el
barco no se hunda.
Teoría de la diferenciación.

Esta teoría subsume las dos anteriores, considerándose elementos que explican dos grupos de
casos de estado de necesidad.

 El primer de grupo de casos de estados de necesidad, es en el que se lesiona un interés


esencialmente inferior al interés que se protege con la acción ilícita. Se conoce como el
Estado de Necesidad Justificante.
Como ejemplo, asesinar a un perro que ataca a una persona. En estos casos, se realiza
una ponderación de qué bien es más valioso para el derecho, como dice la teoría de la
colisión, si la vida de un animal o la vida de una persona.

 El segundo grupo de casos de estados de necesidad, son los casos en que el bien que
se lesiona es del mismo valor, o incluso mayor, que el bien que se protege. Casos
conocidos como Estado de Necesidad Exculpante.
Situación en la que se encuentran dos personas que poseen un solo paracaídas y el
avión en el que se encuentran está en caída. En estos casos, no se realiza una
ponderación de qué bien es más valioso, sino que la actuación de la persona se ve
coaccionada por una situación en la que debe proteger su vida o su integridad personal,
sin importar el bien que pueda afectar para eso.

Teoría del estado de necesidad y culpabilidad.

Esta teoría se fundamenta en considerar que la actuación del sujeto, aunque presenta elementos
de la culpabilidad (Morales, s. f.) como el dolo, no puede haber la exigibilidad de otra conducta,
la persona que actúa salvando un bien en sacrificio de otro, no podía actuar de otra manera para
la salvaguardia de, por ejemplo, su propia vida.

Teoría del estado de necesidad y antijuridicidad.

Por otro lado, esta teoría considera que la actuación de la persona no puede ser antijurídica
(Castillo Morales, 2016), ya que el mismo Derecho le concede una causal de justificación para
que obre en protección de un bien jurídico mayor al bien jurídico que se vulnera.

Aplicación del Estado de Necesidad.

Elementos.

Siguiendo la teoría de Rubén Compagnucci (1999) encontramos como elementos para que un
acto sea necesario: a) El peligro actual de sufrir un daño en un bien jurídico; b) que la situación
de necesidad no haya sido causada por la persona amenazada; c) que no exista otra vía para
eludir el peligro; y d) que el daño que se ocasione sea menor al que se evite. A continuación, se
describe a mayor profundidad cada uno de estos.

a. Peligro actual de sufrir un daño en un bien jurídico.


El peligro del daño debe ser actual, tomándose con un sentido de inminencia en la posibilidad
de provocar el evento dañoso. Si fuera futuro, el amenazado podría válidamente recurrir a otros
medios para evitarlo. Además, debe tenerse en cuenta que la posibilidad del daño debe ser real
y no imaginaria, aunque para determinarla también se tendrá que analizar cómo la situación se
ha representado en el sujeto actuante; es en definitiva una valoración que se realiza y emerge
en virtud de ciertos elementos objetivos como son los valores y la proporcionalidad entre el bien
a destruir y el bien a salvaguardar. En adición, es muy importante la contemporaneidad con el
acto que se reprocha al defendido, ya que la mera hipótesis de peligro, o sólo amenazas, o
riesgos remotos, impiden invocar la figura. El autor menciona que, para Mosset Iturraspe (1980),
el estado de necesidad plantea una característica singular, encontrarse en presencia de un
conflicto entre dos intereses, que, considerados separadamente, merecen tutela jurídica.

b. La situación de necesidad no debe haber sido causada por la persona amenazada.

La persona que intenta argumentar a su favor este eximente no debió haber actuado con
intención, por la culpa o negligencia, y no puede alegar que obró privado de su libertad, ya que
era libre al iniciarse la actividad.

c. Que no exista otra vía para eludir el peligro.

Si el autor del hecho no tenía otro camino lícito a tomar, y lo que hizo fue la única posibilidad de
evitar el mal, queda justificado su comportamiento y el acto toma el carácter de “necesario”; en
el caso contrario no es posible invocar la figura. En la doctrina francesa, se entiende que el acto
dañoso debe presentar una verdadera “utilidad social”, ya que los intereses en disputa deben
quedar objetivamente justificados. Vinculado a ello algunos juristas ven que dentro de la
multiplicidad de situaciones que brinda la experiencia cotidiana se pueden observar diferentes
tipos: actos altruistas, como cuando alguien para evitar atropellar a un niño choca a otro carro
que se encuentra detenido; o actos necesarios en donde una persona que no tuvo ninguna
relación en los hechos interviene, tal es el ejemplo de alguien que rompe la puerta de una casa
que está en fuego para socorrer a las personas que se encuentran en su interior; o actos egoístas
, como el del náufrago que está sobre una balsa e impide subir a otros que se acercan
golpeándoles las manos con elementos cortantes.

d. Que el daño que se ocasione sea menor al que se evite.

El daño causado debe ser siempre menor que el que amenazaba a la persona del agente, sus
bienes, o a ciertos terceros. Clarificando la cuestión, enseña el mismo Mosset Iturraspe (1980)
que la diferencia en la jerarquía debe ser tomada en cuenta con relación a la categoría a la cual
pertenecen los bienes, por ejemplo, un derecho de la personalidad con un derecho patrimonial;
en cambio, cuando tengan la misma categoría debe acudirse a una valoración de tipo objetivo.
Esa es una vía adecuada para realizar el razonar comparativo y establecer el distingo entre
ambos supuestos.

Entre otros elementos que deben configurarse pero que no menciona el autor se hallan:

 Necesidad de proteger un derecho propio o ajeno: El Estado de Necesidad puede


predicarse tanto en defensa de un bien jurídico tutelado propio como el bien jurídico de
un tercero. No obstante, para ambos casos no debe existir la posibilidad de acudir a otro
medio para superar el daño
 Adecuación entre el peligro corrido y el daño ocasionado: Debe existir una proporción
racional entre la naturaleza del bien jurídico que se busca tutelar y la naturaleza del daño
que para salvarlo se ocasiona.

Exceso en el Estado de necesidad.

Si bien para que pueda hablarse de estado de necesidad es necesario como se ha visto
anteriormente que se den unos requisitos en su configuración, debe tenerse en cuenta que no
se admite que se acuda a esta figura cuando uno solo de ellos no se haya configurado; pero por
el contrario si se permite su uso cuando hay exceso en cualquiera de ellos, caso en el cual lo
dispuesto en el segundo inciso del artículo 32 numeral 7° sería mirado como un atenuante en el
momento de establecer la pena. Es así como Pelaez (2012) afirma:

El exceso en el estado de necesidad se producirá, no cuando falte algún requisito de los


expuestos, sino al extralimitarse en cualquiera de ellos (si admite exceso y no negación),
por ejemplo, cuando en vez de causar un mal menor se genera un daño mucho mayor al
que se intenta evitar, so pretexto de verse amparado por un estado de necesidad
justificante. En lo pertinente, también es aplicable el principio de proporcionalidad
expuesto con anterioridad para la legítima defensa. (p. 116)

Análisis jurisprudencial.

Dentro del desarrollo jurisprudencial de la Corte Constitucional en lo concerniente al estado de


necesidad se han dado varios pronunciamientos, de los cuales se destaca la sentencia C-542
de 1993, donde estaba aún vigente el código penal de 1980, y así mismo dos pronunciamientos
a los que también se hará referencia a continuación que son la sentencia C- 355 DE 2006 y la
C-301 de 2012.

Por otra parte, se tocará seguidamente como caso concreto el referido por la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Penal, proceso N°15313 del 17 de agosto de 2000.

Sentencia No. C-542/93

Alberto Zuleta, demanda la inexequibilidad de algunos artículos de la ley 40 de 1993. (Por la


cual se adopta el estatuto nacional contra el secuestro y se dictan otras disposiciones). En razón
de que estas normas tienen el propósito de evitar que se paguen las sumas de dinero que exigen
los delincuentes por los secuestrados, tipificando dicha actuación como delito, ya que se
enriquece a los grupos delincuenciales. Argumenta que las autoridades deben proteger la vida
de los residentes en Colombia, en forma activa, con el funcionamiento del aparato estatal, y los
jueces encargados de juzgar a quienes lo perturben; y, en forma pasiva, permitiendo que los
ciudadanos, cuando no pueden ser defendidos por el Estado, se defiendan por sí mismos, bajo
las justificantes de la legítima defensa o del estado de necesidad. Considera que el sacrificio de
la propia vida en aras de la libertad de otros "es una carga desigual a otras que se deben soportar
en bien de la colectividad".

El problema jurídico que la Corte se plantea es si es lícito exigir a un ser humano el sacrificio
de la vida y de la libertad, propias o ajenas, en razón de la primacía del interés general sobre
el individual.
Las consideraciones que presenta para declarar la exequibilidad de las normas son: en primer
lugar, que el Estado por medio de las autoridades deben proteger a las personas en sus derechos
fundamentales, por lo que la protección del individuo es el primer deber social del Estado. Esta
protección debe ser más exigente cuando se está ante amenaza o la acción de delincuentes,
donde el Estado debe ponerse al total servicio de este deber. En segundo lugar, la corte realiza
una lectura del caso respecto a los requisitos de la norma así: a.) La víctima del secuestro se
encuentra en peligro actual, y no sólo inminente, de perder su vida. Y ha perdido ya, así sea sólo
transitoriamente, su libertad; b.) Tal peligro, en la mayoría de los casos, no es evitable de una
manera diferente al pago del rescate a los delincuentes. Por desgracia, generalmente la acción
de las autoridades no impide la comisión del delito, ni consigue la liberación de la víctima; c.)
Tampoco puede decirse que el secuestrado, o sus parientes o amigos, hayan causado
intencionalmente o por imprudencia, el peligro en que se encuentran. Ellos solamente han tenido
la desgracia de ser elegidos por los criminales que asedian la comunidad inerme; d.) El
secuestrado y sus allegados no tienen el deber jurídico de afrontar el peligro.

Para terminar, manifiesta la Corte que una norma que tipifica la conducta razonable de los
particulares dirigida a proteger la vida y la libertad, propias o de un semejante atenta contra la
Constitución.

Sentencia C-355 de 2006:

Se demanda la constitucionalidad de los artículos del Código Penal que tipifican el delito de aborto
(Art. 122), de aborto sin consentimiento (art. 123) y las circunstancias de atenuación punitiva del
delito de aborto (art. 124) por limitar de manera desproporcionada e irrazonable los derechos y
libertades de la mujer gestante; y el numeral séptimo del artículo 32 del mismo Código, en torno
a que el estado de necesidad vulnera los derechos fundamentales a la vida y a la integridad
personal de la mujer, porque esta se ve obligada a someterse a un aborto clandestino “y por tanto
humillante y potencialmente peligroso para su integridad”.

Algunas de las consideraciones de la Corte en esta sentencia versan sobre la naturaleza


garantista del Estado de Derecho, que no debe imponer penas y castigar conductas que son el
resultado de situaciones imposibles de prevenir por quien se pretende castigar. En el caso de la
IVE cuando es el caso de los embarazos no consentidos, quien es tomada como autora del delito,
ha sido la víctima de la vulneración de sus derechos y se ve obligada a afrontar una situación no
querida por ella sino por el hecho de un tercero. En el caso de riesgo en la salud física o mental
o embarazos en los cuales el feto padece de malformaciones que llevarían a la madre o al hijo a
padecer grandes sufrimientos, la mujer tampoco es la que la lleva a esta situación.

Además, observa la Corte que exigir a una mujer una conducta que agrave su situación en busca
de mantener un orden jurídico, cuando ni siquiera ella causó dicho estado de cosas es tan
inhumano e irracional como las ordalías, y resulta más incomprensible la penalización de la
conducta en estas circunstancias, cuando pueden ser enmarcadas en una concepción amplia
del estado de necesidad.

Termina la Corte manifestando que debe considerarse el estado de necesidad en tres


circunstancias específicas en el marco del aborto, que son: i) cuando la continuidad del
embarazo signifique un riesgo para la vida de la madre; ii) cuando exista grave malformación del
feto que haga inviable su vida; iii) cuando el embarazo sea resultado de acceso carnal o acto
sexual sin consentimiento, y en este sentido declara la exequibilidad de los primeros artículos
demandados, y en cuanto al numeral 7 del artículo 32 lo declara exequible en vista de que este
comprende más situaciones que el aborto, por lo que su inexequibilidad dejaría sin amparo
muchos otros casos en donde se pueda acudir al estado de necesidad como eximente.

Sentencia C-301 de 2012

Se demanda la inconstitucionalidad del literal f) del artículo 34 (parcial) de la ley 1123 de 2007.f)
Revelar o utilizar los secretos que le haya confiado el cliente, aun en virtud de requerimiento de
autoridad, a menos que haya recibido autorización escrita de aquel, o que tenga necesidad de
hacer revelaciones para evitar la comisión de un delito”. por violar el secreto profesional.

En esta sentencia la Corte tiene muy en cuenta la interpretación doctrinaria al respecto, según
la cual el abogado deberá revelar información cuando se trate de los delitos de asesinato u
homicidio, genocidio; secuestro extorsivo, una toma de rehenes; ataque al transporte aéreo y
marítimo por parte de una asociación terrorista, entiendo que cumple con su esfuerzo por hacer
desistir del hecho a su cliente o de desviar el resultado, lo que da lugar a eximirse de
responsabilidad en virtud del estado de necesidad.
La Corte observa también que la norma demandada no constituye una vulneración al secreto
profesional, sino la consagración de un estado de necesidad aplicable de manera excepcional a
una conducta típica, que se debe ceñir a los criterios de las causales de exclusión de la
responsabilidad contempladas en la ley disciplinaria del abogado, así entonces es una causal
de exclusión de la responsabilidad, ya que el deber general de todo abogado es “guardar el
secreto profesional, incluso después de cesar la prestación de sus servicios”, tal como establece
el numeral 9º del artículo 28 del Código Disciplinario del Abogado.
Para que se considere exclusión de la responsabilidad es necesario que se cumplan ciertos
presupuestos de la ley como lo son: (i) existencia de un peligro actual o inminente para un bien
jurídico, entendido como la posibilidad de que el mismo sea lesionado desde una posición ex
ante, es decir, desde una perspectiva previa al hecho. En el caso de la expresión demandada,
el peligro para el bien jurídico está constituido por el riesgo de ser afectado por la comisión de
un delito. (ii) se requiere ponderación de intereses entre un bien jurídico que debe ser tutelado
y otro que debe ser lesionado para salvaguardar el primero. Esta ponderación de intereses
implicaría la salvaguarda del bien jurídico que pudiera ser afectado por el delito que se pretende
impedir y sacrificando el secreto profesional. (iii) se requiere que la conducta realizada constituya
un medio idóneo para hacer frente al peligro. Este requisito en palabras del numeral 4º del
artículo 22 de la Ley 1123 de 2007 exige el análisis de los criterios de: necesidad, adecuación,
proporcionalidad y razonabilidad, los cuales son útiles para la solución de casos difíciles que no
podrían ser estudiados a través de un criterio abstracto como la simple necesidad de hacer
revelaciones para evitar la comisión de un delito.
Por último, destaca la Corte que el abogado que en relación profesional con su cliente conoce
de la futura comisión de un delito se encuentra en una situación límite entre su sanción por la
revelación del secreto y su condena por omisión de denuncia, omisión de socorro u comisión
por omisión al no haber impedido la comisión del delito, por lo que debe atenderse a criterios
particulares de ponderación propios del estado de necesidad.

CASO CONCRETO: Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal.


El 13 de diciembre de 1995, la señora Sandra Rodríguez Sastoque es capturada por tráfico y
distribución de drogas alucinógenas, al encontrarse en su domicilio bazuco y cocaínas listas
para distribuir. Primero logró ser absuelta en virtud del Estado de Necesidad justificante, pero se
apela la decisión y el Tribunal Nacional condena a Sandra Rodríguez Sastoque con una pena
de 5 años de prisión más una multa de 12 SMMLV.
El presente caso llega a la Sala de Casación, alegando nuevamente el estado de necesidad en
el que se encuentra Sandra, dado que está en estado de gravidez, por lo que le ha resultado
imposible conseguir un empleo, tiene además dos hijos, su cónyuge falleció y vive en un lugar
en arriendo, por lo que ha optado por ejercer actividades ilícitas como tráfico de estupefacientes
para lograr su supervivencia y la de sus hijos. Indica la defensa que el Tribunal no hizo una
correcta apreciación de las pruebas testimoniales.
Esta Corte acepta la incorrecta interpretación del Tribunal de segunda instancia respecto de la
figura del Estado de necesidad razón por la cual no admite la demanda de Casación.

Bibliografía.

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Chile, Chile: Ediciones jurídicas Olejnik.
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http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/revistas/72-73-74/el-estado-de-
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Corte Constitucional. (25 de Abril de 2012). Sentencia C-301 de 2012 (M.P. Jorge
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recuperado de:

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