Resumen: “El cuarto mosquetero” de Alfonso Gumucio Dagron
Temas Selectos de Comunicación para el Desarrollo. Mtra. Patricia Flores B. Elaborado por María Andrea Cameras Pedraza
El artículo escrito por el Cineasta, Escritor, Fotógrafo, Periodista y especialista
en comunicación para el desarrollo reflexiona en lo que se puede segmentar por etapas de lo que hoy conocemos (y buscamos) en la Comunicación para el Desarrollo, hablando desde una perspectiva internacional, pero también desde la experiencia que tiene como experto en el tema. Según menciona Gumucio, “existe evidencia suficiente para afirmar que la comunicación es aún considerada por los organismos de cooperación y desarrollo como la quinta rueda del carro y que su función es poco entendida por quienes toman decisiones estratégicas” -y es algo que de igual manera se vive en las instituciones públicas. Bajo estas estrategias de operación, en los organismos “conciliadores” o de cooperación, la Comunicación ha sido relegada a la función de difundir mensajes a un <target>, no como una herramienta articuladora entre los seres y los distintos pensares, todo ello encaminado a un bien social, un bien común. Incluso la Academia ha bebido del mismo manantial que estos organismos, el autor desvela que en el ámbito educacional aún falta mucho por comprender tan sólo la importancia de tener un enfoque común o de desarrollo social que en verdad lo sea, dando como resultado egresados que poco comprenden la importancia del desarrollo de este ejercicio. Ante los procesos capitalistas y de rezago urbano y rural, se suman los medios masivos de comunicación que suprimen las voces de la multiculturalidad. El ejercicio popular es pasado por alto, y cada vez más reclama su lugar en la existencia. En un mar de indiferencia y olvido, La Comunicación para el desarrollo emerge recordando su raíz humanista, encarando desafíos grandes. Este mar, formado por varios tiempos -menciona el autor- que puede enmarcar en - información manipuladora (de mercado), -Información asistencialista (difusionismo), Comunicación instrumental (desarrollo), -Comunicación participativa (ética). En cuanto a la información manipuladora, el autor detalla que en tiempos de la Segunda Guerra mundial se vivieron procesos de expansión de mercado, para reactivar la industria en tiempos de posguerra, ante la inminente crisis mundial. Esta comunicación es esencialmente un ejercicio que se pone en función únicamente del mercado y sus necesidades. Es decir, en realidad no es comunicación, sino manipulación. El poder del que puede, es decir el que puede comprar y vender. No es algo que sirva al común, sino que se sirve de. Conforme este mar evoluciona, se llegó el tiempo en el que los “subdesarrollados” tenían que desarrollarse y para ello no habían mejores expertos que los “desarrollados”. Entonces la información asistencialista es protagonista en la persuasión y la imposición amable de ideas (y por tanto conductas) que los que están al frente del capital sugieren (más bien les convienen). Los cauces del mar siguieron tomando su curso hasta que, en la comunicación instrumental, los organismos de cooperación internacional (FAO, UNESCO y UNICEF) marcaron pauta comenzando a adoptar estrategias de comunicación que le daba su lugar a la cultura local y al saber tradicional antes que imponer el cómo debería de ser o qué deberían consumir. Como resultado de este oleaje, llegamos a la Comunicación para el cambio social, que con la consigna ética, de identidad y afirmación de valores, amplifica aquellas voces no escuchadas y busca potenciar su presencia en lo público. Fundamentalmente recupera el diálogo y la participación como la base de lo que Comunicación representa. Recupera su papel porque con anterioridad se habían hecho acercamientos pero no formaban parte de la definición de la comunicación. Ahora es cuando se le da su merecido lugar en los ojos de teóricos y estudiosos en el tema. Esto es, a lo que Gumucio bautiza como “Cuarto Mosquetero”. En este mundo de desarrollos diversos en el que existe el Primero y el Tercero, son sabidas ya las nada gratas experiencias que el “Progreso” atrae a aquellos que han pasado a ser “Subdesarrollados”. Programas de desarrollo fallidos, ingresos mal invertidos y el olvido paulatino de la identidad es tan solo como se puede sintetizar una lista sinfín de absurdos que los pobladores “subdesarrollados” de todo el mundo viven y -sufren-. Cincuenta años han tenido que pasar en el mar del olvido para que se tome consciencia sobre la importancia de la comunicación y de la participación para el desarrollo en instancias tan grandes como el Banco Mundial comiencen a hablar sobre desarrollo participativo y más importante aún, darle un rol al conocimiento local y a la comunicación. Sin embargo hay instituciones que adoptan este lenguaje pero pocas las que en verdad lo ponen en práctica. A pesar de ello, aún se vive una batalla en la confusión, academias siguen sin saber discernir entre lo que se genera auténticamente como participación o lo que se sigue promoviendo por disuasión.
Los grandes proyectos de desarrollo son indiferentes a los procesos de
interculturalidad, así como los enfoques de estudio de miles de periodistas egresados de las academias. Ello ya representa un problema dialéctico de comprensión entre el ser y lo que se definiría como “el otro”. Los planes de acción de los proyectos, así como campañas informativas se gestan sin tomar en cuenta la realidad de los que va dirigido, ni siquiera preguntarse esa gran cuestión, ejemplo claro el que expone Gumucio donde analizó una campaña anti tabaquismo de Papúa nueva Guinea. La campaña habla de la toxicidad de los componentes de los cigarros industriales mientras que la gente tiene la tradición de forjarse sus propios cigarros artesanales, muy alejados de lo que la industria provee. En ese tenor, ¿qué caso tendría dicha campaña? O por ejemplo la “amable” donación alemana de unos estantes metálicos para una radio comunitaria de Burkina Faso, un estado de África Occidental en donde rara vez llegaría una carta, pues eran muy pocos los que sabían leer o escribir. Risible y grave el asunto, que, aunque la intención es buena, el esfuerzo se anula por no tener la delicadeza de acercarse a la localidad, vivirla y observar sus verdaderas necesidades. Esto es una descripción de un hecho local que sin duda es un fenómeno global. De la misma manera avanzamos en los estudios en comunicación social y para el desarrollo. Es algo que el gran capital estadunidense teme, oprime y no quiere ver y por ende, así también las escuelas. Productoras de comunicadores pero no de agentes de cambio que realmente trabajen una comunicación participativa en los ámbitos vulnerables desde adentro y desde la única y auténtica perspectiva que tenemos: como seres humanos. Porque la comunicación no es la inyección de información, sino la articulación entre los seres.