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PENSAMIENTO SOCIAL LATINOAMERICANO

“Latifundio”- Trabajo a exponer en final


El gobierno kirchnerista si bien introdujo políticas progresistas, no pudo introducir un
modelo de desarrollo rural que no se ligara en la agricultura capitalista de gran escala y el
agronegocio. ¿Por qúe no es posible la reforma agraria en Argentina? (eficiencia económica
– reparto equitativo de tierras – sustentabilidad ambiental)

Nuestra dependencia comenzó con la incorporación del país al mercado mundial en torno
a la producción agrícola-ganadera de la pampa húmeda como abastecedora de materias
primas. Esto fue posible en base a la apropiación de tierras, usurpación realizada a los
pueblos originarios a sangre y fuego primero por los colonizadores y luego por las campañas
militares llevadas adelante para la conformación del Estado. Esto dio como resultado la
conformación de enormes latifundios, conformando una poderosa clase terrateniente. “ley
rivadaviana de enfiteusis (alquiler de grandes extensiones de tierras públicas a unos pocos
individuos), las nuevas campañas del desierto y la venta en forma ventajosa de esas tierras
alquiladas. Este proceso culmina con la campaña del desierto del general Roca, eliminando
definitivamente la presencia del indígena y poniendo a disposición de un puñado de
terratenientes millones de hectáreas exportables (…)” (Rapaport, )

Scalabrini Ortiz (Bases para la reconstrucción nacional, ) detalla las cifras que demuestran
que millones de hectáreas del territorio argentino eran pertenecientes a latifundistas
extranjeros, señalando la apropiación de la totalidad de las tierras aptas de la provincia de
Tierra del Fuego por parte de firmas extranjeras (Menéndez Bebety y Braun, compañías
chilenas y anglochilenas; José Montes y Cía., chilena y Bridges y Reynolds, inglesas) a través
de “la extorción, la amenaza, la policía, el boicot, el préstamo usurario y la venalidad”

Por otro lado, Milciades Peña ( ) explica como de esta manera se configuró un capitalismo
dependiente, ocupando el puesto de deudor y proveedor de materias primas e importador
de bines industriales. Esto representaba un claro atraso nacional en el comercio exterior
que se sustenta en la riqueza de las clases dominantes más poderosas: estancieros y
comerciantes del Litoral. (pág. 278) Es así como el imperialismo había encontrado en las
oligarquías terratenientes y en las burguesías comerciales en América Latina a sus aliados
internos. La tendencia decreciente de los precios de las materias primas de exportación
latinoamericana se combinaba con la tendencia creciente de los precios de artículos
manufacturados provenientes desde el exterior. Este proceso simultáneo bajaba el nivel de
vida de América Latina, amputaba sus posibilidades de capitalización interna cerrando el
camino a una industria nacional, de modo que el atraso agrario de América Latina resultaba
absolutamente benéfico para el imperialismo. (Abelardo Ramos, ) Esto significó el
desmantelamiento de economías locales, favoreciendo un monocultivo exportador
complementario (Spilimbergo, 1964).

En este contexto de dependencia semi-colonial se constituyó una oligarquía ganadera como


clase dominante a través del acaparamiento de tierras públicas. Su ingreso básico no
provenía de un proceso de valorización del capital sino de un monopolio rentístico sobre la
tierra y la participación – los invernadores- en el monopolio inglés de las carnes, dando lugar
a una oligarquía parasitaria. La Argentina no logró generar una clase media rural (salvo en
ciertas zonas colonizadas de Santa Fé y Entre Ríos) que apliase el mercado interno y
estimulase el desarrollo regional. Esto significó, al ser el sector agropecuario la principal
actividad económica que motorizaba el país, una gran concentración de poder en manos de
los grandes estancieros que volcaron sus ganancias a las nacientes actividades industriales
promoviendo la más amplia apertura comercial a fin de colocar sus productos en el exterior.
(Rapaport, )

Fue recién en la década del ’40, con la presidencia de Ramón Castillo, que se orientó la
política estatal hacia un reconocimiento del valor social de la tierra con la creación del CAN
(Consejo Agrario Nacional). Este proyecto tenía como objetivo poblar el interior del país a
través de la racionalización de las explotaciones rurales y el desarrollo de las condiciones
de vida de los trabajadores agrarios. Fue también, durante el gobierno (cuál?) de Perón bajo
un modelo económico basado en la sustitución de importaciones, se implementaron
políticas orientadas a desarrollar la industria nacional y fortalecer el mercado interno,
representando una amenaza para la oligarquía terrateniente. Otras medidas impulsadas
por Perón fueron:
- La creación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (año?), encargado
de comprar la producción agropecuaria para venderla a los mercados mundiales,
mientras que con el excedente financiaba la industria local (el gobierno tenía el
monopolio de las agroexportaciones)
- Leyes para proteger a los obreros rurales, reducción de los precios de los
arrendamientos de tierras y prohibición de desalojo de tierras (Novick, 1986)
(Lattuada, 2002)

Dentro de lo que fue el Plan Trienal en 1973, Perón promovió la ampliación de


atribuciones de la Junta Nacional de Granos y la Junta Nacional de Carnes para establecer
un control más férreo sobre el comercio internacional de bienes agropecuarios. También
se implementó la institución del gravamen sobre la productividad “normal” estimada de
la tierra (Ley 20.538) y el envío de un proyecto de ley que no llegó a ser aprobada, para
expropiar las tierras consideradas “improductivas”, es decir, las que no estuviesen
explotadas en los últimos 10 años o que lo hayan hecho a un nivel menor del 30% de su
capacidad. (“Estado empresas y empresarios, la relación entre intervención económica
estatal, difusión de ámbitos privilegiados de acumulación y desempeño de grandes firmas
privadas. Argentina 1966-1989” Ana Castellani, 2006)

Durante la dictadura cívico-militar en 1976, la oligarquía terrateniente volvió a recuperar


fuerzas (Martínez de Hoz, ministro de economía provenía de una familia terrateniente, por
lo tanto implementó medidas que beneficiaron a dicho sector). Se dejó atrás el proceso de
industrialización por sustitución de importaciones, se abrió la economía de competencia
externa dando paso a un nuevo modelo económico basado en la acumulación rentística y
financiera restringiendo la participación del Estado y abriendo la competencia de los
productos nacionales con los extranjeros desmantelando la industria nacional.

- Eliminación de los impuestos sobre las exportaciones agrícolas


- Eliminación de precios mínimos y organismos reguladores con una consecuente
desregulación de la producción.
- Se suprimió en CAN (Consejo Agrario Nacional).
- Privatización de cooperativas agrarias y empresas estatales vinculadas al agro.
- Represión de las ligas campesinas y movimientos agrarios del noreste del país.
(Roze, 1992)

Las políticas neoliberales llevadas al cabo por la dictadura militar se profundizaron con la
presidencia de Menem en la década del ’90.

- “Relaciones carnales con los EEUU”

El nuevo sometimiento colonial se basaba en el dominio de la potencia del norte de modo


que el gobierno nacional impulsó las políticas sugeridas por el FMI y el Banco Mundial
(privatización de empresas estatales, desregulación del mercado laboral, eliminación de
aranceles, Plan de Convertibilidad). A su vez se llevó al cabo una política de liberalización
financiera con una consecuente libertad en el movimiento de capitales, con tratados
preferenciales al capital extranjero. A su vez, las reformas neoliberales en el sector agrario
permitieron la liberalización de los mercados de tierras:

- Programa de titulación de tierras con el apoyo del Banco Mundial.


- Se eliminaron los entes reguladores de control de precios, comercialización de
carnes, granos, etc.
- Supresión de aranceles para suministros agrícolas (maquinarias, semillas,
agroquímicos) (Teubal, Dominguez y Sabatino, 2005)

Dichas política buscaban reforzar los derechos de propiedad y favorecer el desarrollo del
mercado de la tierra mientras que incentivaron la entrada del capitalismo financiero con la
expansión de corporaciones trasnacionales como Monsanto y Cargill. La renta agropecuaria
se reparte entre los grandes productores exportadores (Cargill, Bunge, Nidera, Vicentin,
Dreyfus, Pecom-Agra y AGD), los grandes propietarios de las tierras (Benetton, Irsa-Cresud,
Los Grobo Agropecuaria), los proveedores de insumos y tecnología (Monsanto) y el sector
de la comercialización y el transporte (como las grandes cadenas de supermercado).
Naturalmente esto implicó la extensión de los latifundios y las producciones extensivas
produciendo así el fortalecimiento del monocultivo de soja. Entre 1996 y 2002, la
producción de maíz disminuyó un 8%, mientras que la producción de girasol y trigo se
redujo en un 5% y 13%, respectivamente. (Teubal, Dominguez y Sabatino;2005:53). Se
estima que la diversidad total de cutlivos en la agricultura argentina disminyuó un 20% entre
1990 y 2006 (Aizen, Garibaldi y Dondo, 2009). Durante la década del ’90, el número de
trabajadores rurales disminuyó un 25%. El predominio de la soja transgénica en el decenio
de 1996-2006 también significó que los trabajadores rurales recibieron 500 millones de
dólares menos en salarios por una disminución en la demanda de producción de soja pero
principalmente a causa de la eliminación de trabajos en la producción de cultivos
desplazados por la misma. (Rodriguez, 2010:232) La soja arrasó con montes y ecosistemas
dejando en la ruina a miles de pequeños productores y campesinos, terminando con la
tradicional riqueza y bodiversidad del país (Mariela Zunino, ).

Se produjo entonces un crecimiento y concentración de megaempresas de agro-negocios


ocupando una posición dominante en los circuitos agroexportadores mediante la venta de
insumos, procesamiento de cultivos y exportación de productos. Esto se le sumo la
invisibilización de las problemáticas que afectaban a los pueblos originarios.

Tras el fin del mandato kirchnerista en 2015, con el nuevo gobierno de Muricio Macri se
consolidó un nuevo patrón de acumulación basado en la valorización financiera y la
reprimarización de la economía argentina, un proyecto de país directamente favorable a los
sectores dominantes. Dicha matriz productiva se basa en el aprovechamiento de ventajas
comparativas basada en el uso intensivo de los recursos naturales y la exportación de bienes
primarios. Las primeras medidas estuvieron dirigidas a beneficiar a los poderes económicos.
Algunas de ellas fueron:

- La liberalización del dólar con la eliminación del cepo cambiario.


- La quita de retenciones a las exportaciones del agro y a las mineras.
- Eliminación de restricciones a las importaciones.
- En 2016 por decreto se modificó la ley de tierras promulgada durante el
kirchnerismo, eliminando el límite a la extranjerización de tierras.
Conclusión

Como se puede observar a lo largo del desarrollo del trabajo, existen a lo largo de la historia
argentina cambios de coyuntura y por lo tanto de correlaciones de fuerza que tienden a
favorecer en mayor o en menor medida los intereses de los sectores terratenientes. El
estado aquí cumple un rol fundamental en el devenir histórico y es este conjunto de factores
interrelacionados los que configuran las variantes que determinan la imposibilidad de
implementar una reforma agraria. El Estado en ocasiones actúa de manera autónoma a
través de sus políticas concreta porque controla ciertos sectores del circuito de producción
de valor y en otras como una institución con poca autonomía, subordinada a actores
nacionales e internacionales, inserto en el entramado de lucha de clases. (“La cuestión
agraria y los gobiernos de izquierda en América latina. Campesinos, negocios y
neodesarrollismo” Leandro Vergara-Camus y Cristóbal 2018: 32)

En la mayoría de los países latinoamericanos, los ministerios de agricultura a menudo eran


dirigidos por representantes de grandes terratenientes o del agro-negocio o por personas
cercanas a ellos. De esta forma, pudieron influir directamente en las políticas y extraer
concesiones como reformas institucionales que promueven la propiedad privada, subsidios
y créditos, incentivos fiscales y normas ambientales favorables. (“La cuestión agraria y los
gobiernos de izquierda en América latina. Campesinos, negocios y neodesarrollismo”
Leandro Vergara-Camus y Cristóbal 2018: 39). Esto puede reflejarse en la designación del
presidente de la Sociedad Rural, Luis Echevere, ministro de agroindustria en el actual
gobierno macrista.

Si bien hubo períodos que implementaron medidas de corte populista, no lograron


implementar reformas que permitan un desarrollo agrario equitativo a nivel estructural.
Para esto es necesario pensar al Estado no como un mero medio de la burguesía para
resguardar sus intereses sino como una institución atravesada por distintas fuerzas
provenientes de diversos actores sociales que tienen mayor o menor predominio dentro de
determinado período histórico.(Milcíades Peña, “Naturaleza de las relaciones entre las
clases dominantes argentinas y las metrópolis”, 1964)

Si bien las ideas políticas que dejaba ver Sarmiento en su ensayo “El Facundo” estuvo lejos
de estructurarse dentro de un discurso cientificista estuvo en el centro de las disputas de
las hegemonías culturales impactando directamente en el diseño de las políticas que
sentaron las bases de la nación, específicamente de lo que constituyó “La conquista del
‘desierto’” .Inmigrantes europeos y sus descendientes poblaron las Pampas a finales del
siglo XIX y principios del XX. De esta manera comienza a consolidarse una clase dominante
argentina compuesta mayormente por familias terratenientes que exportaban trigo y
ganado y mantenían estrechos vínculos con el sector financiero, por supuesto, a costa del
exterminio de los pueblos originarios que antes ocuparon dichas tierras. (“La cuestión
agraria y los gobiernos de izquierda en América latina. Campesinos, negocios y
neodesarrollismo”. Pablo Lapegna, 2018:158)

A mediados del siglo XX si bien el gobierno peronista estableció un control absoluto sobre
las agro-exportaciones creando el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio)
que garantizando la regulación del comercio agrario para el financiamiento de créditos
industriales, no profundizó las políticas que favorecerían a los trabajadores rurales y a los
arrendatarios. El escenario de posguerra influyó en la caída de los precios y aumento de
competencias, configurando una dificultad muy grande para la inserción de exportaciones
argentinas en el mercado mundial, basadas fundamentalmente en bienes primarios. De
esta manera Perón tuvo una postura conciliadora con los sectores agrarios dominantes
incentivando los créditos hacia las agroindustrias, dejando de lado el mejoramiento de los
salarios congelados de los trabajadores rurales y la redistribución de tierras que sugería en
sus discursos de la década del ’40. (“La cuestión agraria y los gobiernos de izquierda en
América latina. Campesinos, negocios y neodesarrollismo” Pablo Lapegna, 2018:159)

En cambio, durante la última dictadura militar argentina (1976-1983) la clase financiera y


terrateniente recobró las fuerzas que había perdido en gran medida durante la gestión
peronista, reforzadas en la gestión menemista (1989-1999) que puso en marcha la
consolidación de un proyecto socioeconómico neoliberal instrumentando políticas que
habilitaron el libre comercio, acompañadas de medidas desregulatorias bajo el diagnóstico
de que la causa principal de la profunda crisis económica se debió a la ineficacia del aparato
estatal. Esto profundizó las desigualdades geográficas en el campo argentino entre la región
pampeana y el interior del país, golpeando gravemente a las economías locales
principalmente en el norte. A su vez este proceso fue de la mano de la invisibilización de las
comunidades campesinas en el discurso nacional y en las políticas rurales implementadas.
(“La cuestión agraria y los gobiernos de izquierda en América latina.Campesinos, negocios
y neodesarrollismo” Pablo Lapegna, 2018:163)

El ocaso del período neoliberal de los ‘90 se sella con la crisis económica, política e
institucional que llega a su punto más álgido el 21 de diciembre de 2001, cuando se
congelaron los depósitos de millones de ahorristas y estalla una ola de protestas de sectores
medios y bajos desencadenando en una brutal represión. Fernando De la Rúa renuncia a su
mandato abriendo paso a la conocida seguidilla de 5 mandatos presidenciales en una
semana. Finalmente Duhalde es asignado como presidente provisional por dos años hasta
designar a Néstor Kirchner como candidato presidencial para disputar las elecciones en
2003. Luego de la renuncia de Menem a la instancia de ballotage, Kirchner asume la
presidencia el 25 de mayo de 2003. Su mandato produce un giro a la izquierda,
contrarrestando los efectos de las políticas neoliberales arrastrados del período anterior. Es
así como durante el mandato kirchnerista se aumenaron los impuestos de exportación a la
soja con una suba de un 11,5% con respecto a la gestión anterior. Si bien las políticas
desarrolladas por Kirchner tuvieron un carácter populista y se orientaron al desarrollo del
mercado interno, no enfrentó radicalmente el agro-negocio. Como bien sostiene Milcíades
Peña (1964), la producción para el mercado interno no genera necesariamente una política
nacional. Esto puede observarse en la escasa preocupación prestada al impacto
medioambiental de la producción masiva de soja en el agro, característica que compartirá
con la posterior gestión encabezada por Cristina Fernández de Kirchner. Esta actividad no
sólo benefició a intereses foráneos y a una minoría agraria poderosa, sino que resulta
perjudicial a nivel nacional en distintos sentidos que se enunciarán más adelante. La
tributación obtenida de dichas exportaciones se utilizó en gran parte para financiar los
programas sociales implementados. (“La cuestión agraria y los gobiernos de izquierda en
América latina. Campesinos, negocios y neodesarrollismo” Pablo Lapegna, 2018:177)

Luego de 4 años de mandato, Néstor Kirchner fue sucedido por su esposa Cristina Fernandez
de Kirchner a finales de 2007. En marzo de 2008, la presidenta propuso una modificación al
impuesto a las exportaciones de soja. Consistía en retenciones móviles de de acuerdo a la
variabilidad de precios en el mercado internacional. Los sectores vinculados con el agro-
negocio y los agricultores capitalizados se opusieron fervientemente al impuesto,
recabando el apoyo de amplios sectores de las clases medias con un gran apoyo mediático.
La medida que se encontraba empatada en el Senado fue derogada por el vicepresidente
Julio Cobos dando su famoso voto “no positivo”. (“La cuestión agraria y los gobiernos de
izquierda en América latina. Campesinos, negocios y neodesarrollismo” Pablo Lapegna,
2018:172)

Dicho conflicto con “el campo” cuestionó el liderazgo político de los Kirchner. El gobierno
nacional dio a entender, en cuanto a la interpretación de los hechos, que se posicionaba del
lado de un proyecto nacional-popular frente a los que apoyaban una oligarquía agraria
“anti-Patria”. Esto se relaciona directamente con el doble rol que distingue Milcíades Peña
(1964) en la burguesía terrateniente como “vendepatria” o como “defensora de la
soberanía”, de acuerdo a la coyuntura que se esté atravesando, velando siempre por sus
intereses a costa de los sectores más marginados. En este caso, el empresariado rural
lideraron grupos subordinados, incluyendo a chacareros medianos de la región pampeana,
incluyendo también a los sectores medios cuyos ingresos no dependían necesariamente de
la agricultura (“La cuestión agraria y los gobiernos de izquierda en América latina.
Campesinos, negocios y neodesarrollismo” Pablo Lapegna, 2018:173)

Si bien el gobierno enfrentó al sector dominante terrateniente, autodenominado “el campo,


las políticas públicas que involucraron a los actores del agro-negocio fueron ambiguas.
Como se adelantó anteriormente, la administración de CFK también alentó fuertemente el
desarrollo de semillas transgénicas y favoreció a las corporaciones globales del agro-
negocio. Entre los años 2008 y 2013, se liberaron dieciocho nuevos cultivos transgénicos en
Argentina. El objetivo final de muchas de las políticas del gobierno estuvo dirigido a
aumentar la producción agrícola, lo que solo puede lograrse a expensas de mayores pujas
distributivas, mayor deforestación y, por ende, una mayor marginación del campesinado y
los pueblos indígenas. (“La cuestión agraria y los gobiernos de izquierda en América latina.
Campesinos, negocios y neodesarrollismo” Pablo Lapegna, 2018:176) Tal fue el caso de la
soja transgénica que fomenta una menor diversidad de cultivos en el país, erosionando la
fertilidad de los suelos. No solo se exporta soja, se exporta suelo y recursos futuros.

A la par que se fortalecía el modelo de desarrollo agroexportador consiguiendo adeptos


políticos sub-nacionales hacia el gobierno, se dieron a su vez múltiples casos de homicidios
a sangre fría, episodios de acoso e intimidación por parte de matones contratados desde
los sectores del empresariado agrario hacia miembros de movimientos campesinos e
indígenas. Muchas personas que habitaban el territorio del área cultivable de soja
transgénica padecieron los efectos de los agroquímicos presentes en el agua causados por
el escurrimiento proveniente de campos de soja o con los efectos de las fumigaciones con
herbicidas que contaminan el aire. Esto significó peligrar la salud de dichas poblaciones
rurales y sus estrategias de reproducción basadas en el auto-sustento y la comercio local
(“La cuestión agraria y los gobiernos de izquierda en América latina.Campesinos, negocios
y neodesarrollismo” Pablo Lapegna, 2018:179)

El cierre del mandato kirchnerista con su impronta populista se dio con la asunción de
Mauricio Macri como presidente en diciembre de 2015, luego de derrotar al candidato
Daniel Scioli en la segunda vuelta electoral. Se produjo un claro giro a la derecha,
implementando políticas favorables al sector empresarial. El sector terrateniente
claramente no estuvo exento. A los pocos días de asumir su mandato, Macri eliminó por
decretos los impuestos a las exportaciones de bienes agrícolas excepto en el caso de la soja.
En dicho contexto, se pone de manifiesto la trama de intereses que influyen en el accionar
u omisión de los mecanismos gubernamentales a la hora de implementar determinadas
políticas. Esto puede observarse claramente en el caso de los reclamos mapuches en el sur
del país que resultaron en enfrentamientos con gendarmería teniendo como desenlace la
muerte de Santiago Maldonado en el año 2018. Este hecho marcó un hito que permite
visibilizar la lucha de los pueblos originarios y a su vez cómo los mecanismos de poder
operan favoreciendo a las minorías terratenientes del sur argentino desde los inicios de la
constitución del Estado Nación: “La posesión de la tierra le daba títulos que iban anejos. La
tierra era un inmenso feudo, un dominio que implicaba nobleza. Por eso hoy todavía
nuestro terrateniente es el noble en el orden de nuestro capitalismo bárbaro.” (Martínez
Estrada, 1933:21). Se legitima el brutal accionar represivo mediante la estigmatización de
las formas de movilización y protesta de la comunidad mapuche encubriendo a los grupos
terratenientes, propietarios del territorio en disputa: “El indio echaba el mal de ojo al tesoro
encantado y lo desvanecía. La destrucción del indio era asegurarse la paz del usufructo, y al
mismo tiempo destruir la evidencia de su fracaso.” (Martínez Estrada, 1933:21). Es así como
desde el exterminio originario se pasó a una radical represión.

Uno de los principales detentores de dicho territorio en disputa en la Patagonia es la


empresa italiana Benetton que en 1991 compró unas 900.000 hectáreas donde producen
más de un millón de kilos de lana por año. Pero la empresa no solo se enfoca en el sector
textil, también diversificó su inversión en la siembra de soja, la ganadería vacuna y la
explotación minera, entre otras. La extensión de las tierras ocupadas por el imperio
Benetton suma una superficie similar a la provincia de Chaco, fruto de años de complicidad
del Estado y la Justicia, favoreciendo en muchos casos la obtención de utilidades sin el pago
de impuestos aduaneros o con aranceles muy reducidos. Así, Luciano Benetton acumuló un
equivalente a casi cuarenta veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires entre 1991 y
1997 comprendiendo a las provincias de Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén y Buenos
Aires. El avance del latifundio por parte de estos sectores se produjo a costa de la represión
y el exterminio de los pueblos originarios. (Fuente La Izquierda Diario)

En esta línea, Milcíades Peña (1964) también analiza la relación de los terratenientes con
las metrópolis: “La relación de los terratenientes con el capital imperialista no es simple.
Mientras las metrópolis compran sus productos a buen precio, los terratenientes son fieles
amigos de las mismas y sus entusiastas aliados, llegando a actuar como columna
imperialista en detrimento de todos los intereses burgueses de la nación, e incluso de los
sectores más débiles de la propia clase terrateniente”. Este aspecto puede verse de
manifiesto en el acuerdo comercial entre Macri y Trump estableciendo el regreso de la
exportación de la carne argentina a Estados Unidos luego de 17 años, cuando por un brote
de aftosa el gobierno estadounidense cerró la importación. La dependencia económica
sigue perpetuándose en base a las necesidades de las grandes potencias en beneficio del
sector agro-exportador, con la promesa de generar millones de puestos de trabajo dentro
del país. Dicha iniciativa fue anunciada a viva voz por parte del gobierno, aunque no fue así
por parte de la Casa Blanca que pretende evitar que la medida se convierta en un emblema
político por parte del gobierno, poniendo énfasis en el tema de índole sanitario. La cuota
por el ingreso de carne al mercado norteamericano consta de unas 20 mil toneladas
anuales, sin aranceles de importación. Fuera de este cupo se pagaría un arancel de un 27%.
En contrapartida Argentina se compromete a importar productos de carne vacuna sin
límites. Algo similar ocurrió con la comercialización de limones hacia los estados unidos con
la condición de permitir la importación de carne de cerdo desde Norteamérica.
(https://www.clarin.com/politica/trump-macri-hablaran-regreso-carne-argentina-ee-
uu_0_4NkgQmggR.html)

Este resumido recorrido histórico intenta demostrar las dificultades de implementación de


una reforma agraria que pueda llegar a romper con la tradición latifundista de largo arraigo
que caracteriza a nuestra historia nacional. Esto a su vez, está íntimamente condicionado a
la dependencia existente con las potencias mundiales y nuestra modesta inserción en el
mercado mundial a través de la exportación de bienes primarios con poco valor agregado,
actividad representada por el sector empresarial ligado a los agro-negocios. Si bien existen
y existieron movimientos de pequeños productores que resisten a la oleada de agro-
negocios masiva, no logran conformar un sector campesino fortalecido que tenga la
suficiente influencia en la esfera pública como para lograr implementar medidas
redistributivas. En contraste con la impronta fundacional sarmientista, Carlos Astrada en su
obra “El mito gaucho” expresa: “Sarmiento, en vez de legitimar comprensivamente los
hechos, y de reconocer su individualidad histórica, y mostrarnos el cauce que, conforme a
los principios y a imperativos de la acción, deben tomar, propone lisa y llanamente abolirlos,
suplantarlos por otros. Partiendo de la falsa antinomia de ‘Civilización’ o ‘Barbarie (…)’ ”.
Refuerza dicho argumento citando una frase de Alberdi: “Depuremos nuestro espíritu de
todo color postizo, de todo traje prestado, de toda parodia, de todo servilismo.
Gobernémonos, pensemos, escribamos, y procedamos en todo, no a imitación de pueblo
ninguno de la tierra, sea cual fuere su rango, sino exclusivamente como lo exige la
combinación de leyes generales del espíritu humano, con las individuales de nuestra
condición nacional”. (“El mito gaucho” Carlos Astrada; 1948: 107,108,109) En esta línea, el
desafío está en visibilizar intereses de sectores postergados (agriculturas familiares,
pequeños productores, etc.) a lo largo de la historia nacional para que sean tenidos en
cuenta dentro de la esfera pública. Esto permitiría, aunque somos conscientes de que no es
tarea fácil, implementar medidas que restrinjan la expansión del latifundio y los agro-
negocios a favor de las pequeñas economías rurales, diversificando la actividad y teniendo
un impacto positivo en la economía nacional.

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