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¿QUÉ ES EL COMPORTAMIENTO?
“Comportamiento es el modo de actuar del individuo y el conjunto de acciones que lleva a cabo para
adaptarse a su entorno. El comportamiento es la respuesta a una motivación en la que están
involucrados componentes psicológicos, fisiológicos y de motricidad¨. Se ha demostrado que las
primeras experiencias influyen en las actitudes hacia el proceso de aprendizaje, en el concepto que
el niño tiene de sí mismo, y en la capacidad para formar y mantener relaciones sociales y
emocionales en el futuro.
Muchas son las causas que llevan a que un niño tenga mal comportamiento o comportamiento
inadecuado, y en esto, el profesor debe ser muy cuidadoso pues antes de juzgar al niño como
“malcriado”, “grosero”, “carente de disciplina”, se debe investigar y analizar los agentes
externos que pueden causar esto. Hay niños que vienen de hogares desestructurados lo que los
hace sentir inseguros y pueden mostrar en el aula un comportamiento dependiente pidiéndole al
maestro atención excesiva y que cuando no es obtenida se traducen en comportamientos
inadecuados para llamar la atención; también pueden expresar sentimientos de frustración a través
de escenas emocionales (pataleta, llano, gritos, agresión), durante la clase rechazando los intentos
del profesor por ayudarle.
Por estas razones es importante entender por qué un niño muestra un comportamiento inadecuado
antes de decidir qué acción emprender. Algunas dificultades de comportamientos en los niños
también se pueden deber a una incapacidad de comprender como relacionarse con los adultos. En
una relación niño-adulto, el niño busca señales que le indiquen orientación, imparcialidad,
soluciones, etc., mientras que el adulto espera comportamientos razonables de conformidad,
colaboración y obediencia.
La frase “mal comportamiento “, es más común de que “comportamiento inadecuado”. Todos los
niños se comportan mal algunas veces. Esto es normal en el crecimiento. Sin embargo, el
comportamiento de los niños es fuertemente influenciado por las personas y el ambiente que los
rodea. Algunos niños pueden sufrir de infelicidad personal por lo que se les ve ausentes en clase,
distraídos, carentes de atención, por lo que el maestro permanentemente los está regañando y
exigiendo. Son muchas las causas de esta infelicidad, como por ejemplo: maltratos, abusos
sexuales, presencia de escenas angustiantes ante los padres, motivos que difícilmente un niño
puede expresar por lo que el profesor debe ser muy cuidadoso con éstos comportamientos pues con
presionar la atención del niño, lo único que conseguirá será aumentar el problema, por el contario,
debe hacer un esfuerzo especial para comprender y acercarse al niño.
Muchos de los comportamientos del niño en el aula de clase son consecuencia directa de las
emociones negativas que los niños reciben del colegio en su conjunto. El fracaso en el aula deja a
los niños con una comprensible sensación de hostilidad y rechazo y debido a que estos sentimientos
interfieren a su vez en su capacidad de cooperar con los nuevos conocimientos que se introducen
constantemente, tienden a quedarse cada vez mas y mas rezagados y experimentan una mayor
sensación de fracaso.
Hay dos factores relacionados que favorecen los comportamientos poco funcionales e inadecuados
de los niños en clase:
El primero es que al no entender la mayor parte de lo que se trabaja en la clase se aburren,
y automáticamente, se dedican a otras fuentes de interés, tales como molestar al profesor o
compañeros.
El segundo es que el fracaso constante empieza a influir inevitablemente en la opinión que
los niños tienen de sí mismos. Es decir de su autoconcepto.
Manejo de la palabra NO
Evite responder a las peticiones del niño con un número excesivo de negativas.
Cuando el niño dice “NO”, lo que realmente quiere decir es “¿Tengo que hacerlo? Esta
respuesta no debe ser confundida con falta de respeto. Esta frase es importante para la
autodeterminación y la identidad. Trate de verla con sentido del humor y asombro.
Dele otras opciones: Esta es la mejor manera de hacer que el niño sienta que tiene más
libertad y control y esto a su vez hará que él esté más dispuesto a cooperar. Cuando el niño
tenga que hacer tareas que no le agraden, deje que tenga voz en el asunto, preguntándole
si quiere hacerlo rápido o lentamente, o “¿Quieres que lo haga yo o lo haces tú?”.
No le dé una opción al niño cuando no hay opción.
Proporcione tiempo de transición para el cambio de actividades.
Fije límites: los límites le indican al niño lo que se espera de él. Muchas reglas o exigencias
pueden sobrecargar a un niño, pero fijando algunos límites para situaciones sumamente
importantes, reducen conflictos y la necesidad de tomar medidas disciplinarias. Los límites
pueden ser más efectivos si se toman en cuenta las habilidades del niño, si se expresan
claramente, con palabras positivas, se hacen cumplir consistentemente y son basados en
razones que un niño puede entender.
Elimine las reglas excesivas: cuantas más reglas tenga, menos probable es que él esté
conforme con observarlas. Elimine las expectativas innecesarias y las discusiones acerca
de lo que debe o quiere hacer. Ayude a que el niño se sienta menos controlado teniendo
diariamente más interacciones positivas que negativas.
Sea paciente y no se dé por vencido cuando la situación se vuelva difícil.
o Naturales: un niño autoritario o mandón puede pasar un día solo y sin compañía
después que sus amigos deciden retirarse
o Lógicas: son usadas cuando las consecuencias naturales pueden afectar la salud o
seguridad del niño.
Resolución de problemas: Usted puede hablar con el niño, sobre porque se está
comportando de cierta forma, por qué el comportamiento es inaceptable y como pueden
trabajar juntos para modificar este comportamiento.
RECOMENDACIONES FINALES
Una de las formas de identificar el tipo de conducta, cuándo se produce y por qué, es ir apuntando
los episodios de agresividad que tiene el niño, qué los desencadena, etc. Recuerdo que en el
último cole en el que trabajé tenía una compañera que puso esta estrategia en marcha y le sirvió
para determinar el origen de la conducta agresividad, de manera que cada vez que veía que se podía
desencadenar un momento de estos procuraba evitarlo.
Si por ejemplo hemos comprobado que el niño suele ser agresivo en el patio del colegio, y que
generalmente lo es para conseguir algo por parte de sus compañeros, tendremos que poner un
profesor que esté pendiente específicamente del juego en el que está participando este niño para
regularlo. De esta forma, si se produce un momento que pueda desencadenar una conducta
agresiva, el profesor enseñará al niño a gestionar esta situación a través del diálogo, el
razonamiento, estableciendo normas, etc.
Reducir el contacto que nuestros hijos y alumnos tienen con modelos agresivos. Nosotros como
adultos debemos servir de modelo y ejemplo. Si nuestros peques ven que resolvemos
determinadas situaciones con tranquilidad y respeto ellos terminarán imitándonos.
Debemos enseñar a los niños a responder de forma tranquila y sosegada ante una provocación.
Cuando nuestros hijos o alumnos ayuden a sus compañeros, lleven a cabo juegos cooperativos,
etc., debemos recompensarles y mostrarles que estamos contentos ante su actitud.
Es fundamental que los objetivos que vamos a trabajar en casa sean los mismos que en el cole.
Como ya hemos comentado anteriormente, que haya una comunicación efectiva entre los diferentes
adultos que forman parte de la vida del niño es necesario para cumplir los objetivos planteados.
Una vez vistos estos consejos generales. Vamos a ver algunas estrategias que puedes llevar a
cabo Si tienes un alumno agresivo.
Explica a los alumnos las consecuencias de determinadas acciones negativas y las consecuencias
de determinadas acciones positivas. Si no hemos explicado a nuestros alumnos que si pegan a un
compañero, se quedarán sin patio, esto puede provocar que en el momento del castigo el alumno se
enfade más ante la impotencia e “injusticia” del castigo, y esto no hará otra cosa que incrementar su
agresividad. Pero si por el contrario esto estaba determinado desde un principio, tan solo tendremos
que decir: “Ya sabéis lo que significa pegar a un amigo…”.
Los procedimientos y las normas de clase son fundamentales para controlar el aula. Además, como
profes, es esencial que siempre los cumplamos, para que nuestros alumnos vean que no son solo
palabras.
Evitar la competitividad.
La competitividad en el aula puede aumentar las conductas agresivas. Mientras que la colaboración
y el trabajo en equipo ayuda a evitarlas.
Intervenir pronto.
Como ya hemos dicho anteriormente, identificar e intervenir la conducta lo antes posible es
fundamental.
Si no intervenimos, la conducta cada vez irá de mal en peor y llegará un momento en el que será
incontrolable.
Utilizar juegos.
A través de los juegos podemos conseguir alcanzar las conductas deseadas.
Podemos realizar desde ejercicios de relajación, que ayudarán a los niños a calmarse y a afrontar
con mayor tranquilidad situaciones de tensión. Hasta juegos de inducción a la tranquilidad, como
la técnica de la tortuga, que básicamente consiste en que los alumnos imaginan que son tortugas
que se esconden en su caparazón, doblando y juntando los brazos a sus cuerpos inclinado la cabeza
y cerrando los ojos. De esta manera, relajan sus músculos para hacer frente a las tensiones
emocionales.
Carolina Rojas
Psicóloga Clínica