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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD EXPERIMENTAL DE LA ARTES PLÁSTICAS

CREA ARMANDO REVERÓN

Unidad curricular: Teoría y Critica del Arte

Presentado por: Jessica Lima C.I. 26.314.679

Fecha: 10 de Abril de 2019

Docente: Pedro González

Ensayo 4.Tema: Carl Gustav Jung

Carl Gustav Jung fue un psiquiatra y psicólogo muy famoso, por su gran aporte hacia la
etapa del psicoanálisis en la década de 1896. Su trabajo inició basándose en la “psicología
profunda o el espacio interno”, la cual se centraba en realizar una investigación sobre el
funcionamiento del inconsciente, en los cuales incorporaba una metodología procedente de
la alquimia, la antropología, la interpretación de los sueños, La crítica de arte, la mitología,
la sociología, la filosofía y la religión. Sin embargo, en lo que más focalizo su atención fue
en la formulación de teorías psicológicas como los arquetipos, la teoría de la personalidad,
las dinámicas del psiquismo, etc.

QUE LO HIZO APOYAR A FROYD Y QUE LO HIZO CAMBIAR DE OPINION

CUALES FUERON SUS MAS GRANDES OBRAS COMO PSICOLOGO


COMO INFLUENCIA SU OBRA EN EL ARTE

ARQUETIPOS
En la psicología profunda de Jung esta expresión se refiere a supuestas
vivencias ancestrales, situadas en el inconsciente colectivo, transmitidas
hereditariamente y referidas a los grandes problemas con los que se debe
enfrentar toda persona: la muerte, la vida, el sentido de la existencia, la
autenticidad, el amor, el deseo, lo masculino, lo femenino,... Los arquetipos ("la
sombra", "Dios", "el anciano", "el animus", "el anima", "el héroe", "el tesoro"...) son
imágenes o metáforas que expresan simbólicamente las actitudes ante dichos
problemas. Según Jung, tenemos constancia de la existencia de arquetipos
gracias al análisis de los sueños y de los mitos y religiones de las distintas
culturas.

Sigmund Freud, define en su modelo tres partes del aparato psíquico. El Ello, yo
(ego), y el súper yo (súper ego). Según este modelo, el yo es el conjunto de
tendencias instintivas no coordinadas; el súper yo juega el papel crítico y
moralizador; y el ego es la parte organizada y realista que media entre los deseos
del ello y el súper yo. El “Ello” es la parte no organizada de la estructura de la
personalidad que contiene los impulsos instintivos básicos del ser humano. “Ello”
es el único componente de la personalidad que está presente desde el nacimiento.
El “ello” es el origen de las necesidades de nuestro cuerpo. Lo que queremos,
deseos e impulsos, particularmente nuestros impulsos sexuales y agresivos.
Según Freud el “ello”, “es la oscura e inaccesible parte de nuestra personalidad, lo
poco que sabemos de “ello” es de carácter negativo y puede ser descrito solo
como contrario al “yo”. Hacemos acercamientos al “ello” por medio de analogías:
lo llamamos caos, un caldero hirviendo de excitaciones…, está lleno de energía
que lo alcanza desde los instintos, pero no tiene organización, y no produce
voluntad colectiva, solo el empeño de alcanzar las satisfacciones de las
necesidades instintivas sujetas a la observación del principio del placer.”

Pese a que el análisis de Freud era pesimista en cuanto a la naturaleza de la


psicología humana, esto abrió el camino para uno de sus seguidores, Carl Gustav
Jung, quien en confrontación con Freud creía en un significado simbólico profundo
por el cual la psique se manifestaba en los sueños. Más adelante Jung haría un
gran aporte al comparar las representaciones arquetípicas de diversas regiones y
etnias en el mundo, con lo que su psicología profunda y los arquetipos simbólicos
plasmados en la psique de todo ser humano comparten el mismo origen, en un
inconsciente colectivo. Jung postuló al inconsciente colectivo como “la existencia
de un sustrato común a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del
mundo, constituido por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido
de la psique que está más allá de la razón”

En su obra El hombre y sus símbolos, Jung comienza por diferenciar el signo del
símbolo en el lenguaje humano. En el análisis de Jung el símbolo es una palabra o
una imagen cuando representa algo más que su significado inmediato y obvio. En
este último caso es sólo un signo. El aspecto inconsciente del símbolo nunca está
definido con precisión ni puede esperarse que lo esté. En la medida en que el
arquetipo expresa lo indeterminable, ninguna determinación ligada a la psique
consciente podrá suplirlo. El hecho de que se refiera a algo más allá de la razón
explica que las religiones usen un lenguaje simbólico y que Jung se haya
interesado por las religiones y la mitología, al punto de que muchos autores lo
consideraron un místico.

giphy (11)

Los arquetipos expresan los instintos en un sentido biológico y espiritual. Se


manifiestan en fantasías y con frecuencia revelan su presencia sólo por medio de
imágenes simbólicas. El contenido de los sueños es siempre simbólico. Los
arquetipos son tendencias a formar representaciones sobre un modelo básico que
afecta emocionalmente a la consciencia. Algunos motivos principales son el
ánima, o principio femenino, y el ánimus, principio masculino. La sombra es el lado
inconsciente de la personalidad, mientras el sí-mismo es la totalidad, parte
consciente e inconsciente.

El simbolismo de muerte, ángeles, demonios, dragones y serpientes, así como


geometría, el ave como símbolo de liberación y de trascendencia, la peregrinación,
el mito del héroe y una serie larguísima de otras figuras habitan en lo inconsciente
colectivo y constantemente acuden a la consciencia sin que sepamos
interpretarlos, y con variantes de formas y detalles, así como fluyen los instintos
primitivos en cada momento de nuestras vidas. Lo perturbador de los arquetipos
es que no llegamos a conocerlos del todo y nunca agotan su significado. Sin
embargo, para Jung, el sentido de armonía se consigue mediante la unión de la
consciencia con los contenidos inconscientes de la mente. Esa es la “función
trascendente de la psique”, con la que se supera el yo para conquistar la plenitud
del individuo.

Durante los últimos 30 años se han realizado muchas investigaciones en el grado


en que las personas están conscientes de las influencias importantes en sus
decisiones y han llegado a concluir que la mente inconsciente es una penetrante y
poderosa influencia sobre todo proceso mental (Bargh 2006).

Nuestros cinco sentidos obtienen más de 11,000,000 piezas de información.


Científicos determinan este número contando las células receptoras que cada
órgano sensorial tiene y los nervios que van desde esta célula hasta el cerebro…
El estimado más liberal es que las personas pueden procesar conscientemente
acerca de 40 piezas de información por segundo.

Artículos publicados recientemente ( Bargh y Chartrand, 1999) muestran que en


un 95% nuestras acciones no son conscientes, lo que apunta a que somos objetos
llevados por la sombra de lo inconsciente arraigado a la psique desde los inicios
de toda la humanidad.

La persona (en latín, «máscara» del actor) representaría el arquetipo de la


máscara dentro de la conceptualización de la psicología analítica de Carl Gustav
Jung.
Definición

Comienza Jung planteando en su obra Tipos psicológicos el hecho claro de que


un individuo normal nunca puede manifestar una pluralidad de personalidades,
pero sí la posibilidad en potencia de una disociación de la personalidad. También
en individuos normales existen vagas huellas de una escisión del carácter. Basta
observar cómo se modifica la personalidad de un individuo en distintas
circunstancias, al pasar de un ambiente a otro. En cada ocasión aparece un
carácter bien definido y distinto del anterior. Dos ambientes totalmente distintos
exigen dos actitudes totalmente distintas. Dichas actitudes generan un
desdoblamiento del carácter según el grado de identificación del yo con las
mismas.1

Una persona así no dispone de un carácter real, no es individual sino colectivo,


correspondiendo a las circunstancias generales. Si fuese individual tendría el
mismo carácter a pesar de la variedad de la actitud. No sería idéntico a la actitud
correspondiente y su individualidad se expresaría en toda situación.

Mediante su identificación más o menos completa con la actitud adoptada en cada


caso engaña cuando menos a los demás, y a menudo se engaña también a sí
mismo, en lo que respecta a su carácter real; se pone una máscara, de la que
sabe que corresponde, de un lado, a sus intenciones, y, de otro, a las exigencias y
opiniones de su ambiente; y en ello unas veces prepondera un elemento y otras el
otro. A esa máscara, es decir, a la actitud adoptada ad hoc, yo la llamo persona.
Con ese término se designaba la máscara que en la Antigüedad llevaban puesta
los actores teatrales.2

La persona es un complejo funcional que surge por razones de adaptación o de la


necesaria comodidad, pero no es idéntica a la individualidad. La persona se refiere
exclusivamente a la relación con los objetos. Hay que distinguir por tanto la
relación del individuo con el objeto externo de su relación con el sujeto.3

Existirían por tanto una personalidad externa y una interna.


A la actitud externa, al carácter externo lo designo con la palabra persona; a la
actitud interna, con la palabra ánima, alma.4

El alma, ánima en el hombre, ánimus en la mujer, es complementaria del carácter


externo, suele contener todas aquellas cualidades humanas que faltan en la
actitud consciente.

La identidad con la persona genera una identidad inconsciente con el alma. Si el


yo es indistinguible de la persona, de la máscara, no es consciente de los
procesos de su inconsciente, el yo sería idéntico a dichos procesos.

Quien es incondicionalmente su papel externo, ése está también sometido de


manera ineludible a los procesos internos, es decir, dado el caso, contrariará con
necesidad incondicional su papel externo o lo llevará ad absurdum
(enantiodromía). Está excluida, por tanto, una afirmación de la línea individual, y la
vida transcurrirá entre oposiciones inevitables.5

En definitiva, el desarrollo de la persona tendría dos peligros potenciales:6

La sobreidentificación con la persona, el yo se identifica con la máscara. El


individuo se preocupa excesivamente en adaptarse al mundo social
convenciéndose de que la imagen construida constituye la totalidad de la
personalidad.

El desentendimiento de la persona, el yo se identifica con el alma. No se presta


suficiente atención al mundo exterior ocupándose exclusivamente del mundo
interior. Se genera una satisfacción narcisista en detrimento de las demás
personas, siendo desconsiderado, ciego y desconectado de los demás. La
renuncia a este posicionamiento vendrá forzada por los duros golpes del destino.

https://cerodivideinfinito.com/la-sombra-de-lo-inconsciente/

https://es.wikipedia.org/wiki/Persona_(arquetipo)

https://www.e-torredebabel.com/Psicologia/Vocabulario/Arquetipos.htm
https://psicologiaymente.com/biografias/carl-gustav-jung

La relación entre Carl Gustav Jung y


Sigmund Freud
Si bien la psiquiatría de la que partía Jung para trabajar en la clínica psiquiátrica proponía una
visión materialista y reduccionista de la enfermedad mental, nunca renunció a adoptar elementos
y formulaciones provenientes del ámbito temático del espiritismo, la antropología e incluso el
estudio del arte. Jung creía que no se podía entender la mente humana renunciando al estudio de
los símbolos y su raigambre en la historia de la cultura humana, por lo que no compartía el
enfoque de lo que hoy entendemos como psiquiatría.

Por lo tanto, Jung siempre se movió en la tensión entre lo material y lo espiritual, algo que le ganó
no pocos enemigos en el mundo académico. Sin embargo, había un investigador de base filosófica
materialista que le interesaba sobremanera, y su nombre era Sigmund Freud.

La importancia del inconsciente y de los


símbolos
No era de extrañar, dado el papel central que el concepto de "lo inconsciente" tiene en la teoría
psicoanalítica de Freud. Jung coincidía con el neurólogo en que en el fondo de la psique humana
habita un ámbito inaccesible por la consciencia que en última instancia dirige los actos y los
pensamientos de las personas y cuya fuerza se expresa a través de impulsos primarios.

Jung y Freud empezaron a enviarse cartas en 1906, y un año después se conocieron en Viena. En
su primer encuentro, según el propio Jung, estuvieron hablando unas 13 horas.
Más o menos a partir de su primer encuentro, en Viena, Sigmund Freud se convirtió en una
especie de mentor para el joven psiquiatra, que ya se había interesado por el psicoanálisis desde
hacía unos años. Sin embargo, y aunque los escritos sobre lo inconsciente y los impulsos
fascinaban a Jung, no estaba de acuerdo en abordar todo el espectro de los procesos mentales y la
psicopatología como si todo se fundamentase en funciones biológicas.

La discrepancia de Jung con el


pensamiento freudiano
Esto le llevó también a rechazar la idea de que la causa de la patología mental se encuentra en
procesos bloqueados relacionados con la sexualidad humana (la llamada "Teoría Sexual" de
Freud). Por eso, de un modo similar a como lo hizo el psicoanalista Erik Erikson, Jung tomó una
gran parte de las propuestas del psicoanálisis de Sigmund Freud y le añadió el factor cultural en la
ecuación, desplazando el protagonismo de los impulsos sexuales.

Jung, sin embargo, fue mucho más allá de las explicaciones materialistas, ya que sus escritos se
adentran de lleno en explicaciones con un tono oscurantista, orientadas a explicar fenómenos de
naturaleza espiritual que suelen abordarse desde la parapsicología y ciertos enfoques de la
filosofía.

El inconsciente, según Jung


Jung creía que el retrato de la naturaleza de lo inconsciente que había realizado Freud estaba
incompleto si no se le añadía un importante factor cultural. Sostenía que en la psique de cada
persona individual habita, efectivamente, una parte muy importante que puede ser llamada "lo
inconsciente", pero para Jung una parte de este inconsciente es, de hecho, u na especie de
"inconsciente colectivo" o memoria colectiva, algo que no pertenece sólo al individuo.

El concepto de inconsciente colectivo


Esta memoria colectiva está llena de todos aquellos símbolos y elementos de significación
recurrentes que la cultura en la que vivimos ha ido tejiendo a lo largo de las generaciones. La
memoria colectiva que describe Jung, por tanto, es un elemento que explica las semejanzas entre
los mitos y símbolos de todas las culturas que estudió, por muy diferentes entre sí que parecieran
ser.

Estos elementos recurrentes no existían sólo como un fenómeno a estudiar desde la antropología,
sino que debían ser abordados por la psicología de la época, ya que las mentes individuales
también operan basándose en estos esquemas culturales.

De este modo, la cultura y el legado cultural que se va transmitiendo de generación en generación


permanece más o menos igual con el paso de los siglos, creando una base en la que la psique
humana puede arraigar y añadir sobre ella aprendizajes basados en las experiencias individuales
de cada uno. Estos aprendizajes y la manera en la que se realizan, sin embargo, estarán
condicionados por el sustrato cultural de esta parte inconsciente de la psique.

Jung y los arquetipos


Así pues, para Jung una parte de lo inconsciente está compuesta por recuerdos heredados, la
materia prima de la cultura. Estos recuerdos se expresan a través de lo que Jung llamó
"arquetipos".

Los arquetipos son los elementos que componen la memoria colectiva, fruto de la transmisión
hereditaria de la cultura. Estos arquetipos existen como plasmación en todos los productos
culturales hechos por el ser humano (teatro, pintura, historias, etc.) pero también pertenecen al
mundo invisible del inconsciente de cada persona, como si fuese algo latente. Como son
elementos que se caracterizan por ser de transmisión hereditaria, son básicamente universales, y
pueden ser encontrados bajo diferentes formas en prácticamente todas las culturas.

La producción cultural como elemento clave para entender la psique humana

Es por eso que Jung llamó la atención sobre el hecho de que para entender la mente humana
también había que estudiar los productos de esta, es decir, sus producciones culturales. De este
modo, Jung justificó la necesidad de poner en relación la psicología y la antropología, además del
estudio de los símbolos empleados en ámbitos oscurantistas como el del tarot.
A través de los arquetipos, cuya etimología viene de lo que en griego antiguo se traduce como
"modelo original", seríamos capaces de ver un atisbo de cómo nuestros antepasados comunes, los
padres y madres del resto de las culturas, percibían la realidad. Pero, además, mediante su estudio
podemos saber los mecanismos inconscientes mediante los cuales comprendemos y organizamos
nuestra realidad hoy en día. Los arquetipos sirven, según Jung, para describir la orografía de
naturaleza cultural sobre la que se fundamentan nuestras experiencias individuales.

Un legado muy variado


Jung propuso una manera de entender la psicología que en su día no parecía muy convencional, y
que en la actualidad lo sería aún menos.

Era una persona con múltiples inquietudes, y la naturaleza de estas fuentes de interés no
acostumbraba a ser fácil de describir con palabras. Su legado sigue especialmente vivo en el
psicoanálisis, pero también en el análisis del arte e incluso en los estudios de tipo oscurantista.

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