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Dos clases de personas

Texto: Salmos 1.

INTRODUCCIÓN

Este Salmo es una introducción a toda la colección de salmos. Describe lo dichosa que será
la persona que vive de acuerdo a la ley de Dios (“Bienaventurado…”, v.1), y lo infeliz que será
la que opta por hacer caso omiso a la Palabra de Dios. Podemos estudiar este salmo a la luz
de Lev 26 y Dt 28-29, pasajes en los cuales Dios promete bendecir a los que obedecen Su ley,
y castigar a los que son desobedientes a ella.

El tema central de este salmo es el contraste entre los “justos” (v.5) y los “malos” (v.4). Los
“justos” no son personas completamente perfectas; sino, personas que meditan en la ley de
Dios, y procuran vivir de acuerdo a ella. Los “malos” no son personas totalmente perversas;
son personas que viven dando la espalda a Dios y a Su ley.
Al escribir este salmo, el salmista tuvo en mente al pueblo de Israel; sin embargo, podemos
aplicar el mensaje del Salmo 1 a todo ser humano. A esto podemos verlo en dos grupos:

1. EL HOMBRE JUSTO (v.1-3)


El autor describe la forma de vida del hombre ‘justo’ (v.1-2), y el resultado de ésta (v.3). Divide
el comportamiento del ‘justo’ en dos partes: lo que NO hace (v.1) y lo que SI hace (v.2).

NOTA: Dios conoce a Sus hijos por nombre; pero nosotros solo podemos conocer quiénes son
Verdaderos creyentes por su carácter y comportamiento. Como dijo el Señor Jesús,
‘por Sus frutos los conocerás’ (Mt. 7:16)

a. Su Forma de Vida (v.1) lo que no hace.


El ‘justo’:
- “no anduvo en consejo de malos”. En este contexto, el verbo ‘andar’ significa
‘conducirse’, ‘comportarse’ o ‘vivir’. El hombre ‘justo’ no establece su forma de vida sobre la
base de las ideas y los consejos de los “malos”. Él es consciente de las cosas que el ‘mundo’
valora, pero no se deja influenciar por ellas al tomar decisiones. (Ejemplo del especialista. Y 1
Reyes 12:1-11)

- “Ni estuvo en camino de pecadores”. Aunque el hombre ‘justo’ no puede evitar contacto
con los pecadores, no se coloca en su camino, ni se deja influenciar en nada por ellos. Él no
se detiene en la senda de los impíos, sino que anda por ese camino ‘angosto’; el camino poco
transitado, pero que conduce al cielo. Ej. Joram, el hijo del primero de estos reyes, “anduvo en
el camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Acab; porque tenía por mujer a la hija de
Acab, e hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (2 Crónicas 21:6).

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Este triste ejemplo, como una solemne advertencia, nos recuerda la importancia del casamiento
“en el Señor”. La Palabra subraya las consecuencias del mal casamiento de Joram en cuanto
a su hijo Ocozías: “También él anduvo en los caminos de la casa de Acab, pues su madre le
aconsejaba a que actuase impíamente” (22:3).

- Jeremías hizo la conmovedora confesión: “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor


de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23)

- “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en


todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).

- “Ni en silla de escarnecedores se ha sentado”. Muchas personas, en este mundo se burlan,


escarnecen al que lleva una vida ordenada y sumisa a Dios y a Su Palabra, pero el hombre
‘justo’ nunca adopta esa actitud.

NOTA: Hay una progresión en el pecado, que va de “malos” a “pecadores”, y de “pecadores” a


“escarnecedores”. Todo empieza cuando el hombre olvida a su creador y rehúsa rendirle el
culto que merece. Luego, su falta de temor a Dios, lo lleva a cometer más y más Pecado, hasta
que se vuelve totalmente ‘pecador’. Finalmente, con la conciencia Cauterizada, el ‘pecador’ se
vuelve burlador – tanto de Dios como de los creyentes.

b. Su Deleite (v.2) lo que si hace.


Todo ser humano vive conforme a lo que le deleita; lo que le trae placer. Al hombre ‘justo’, lo
que le trae placer - su “delicia”, es “la ley de Jehová”, la Palabra de Dios. Pero observemos un
detalle importante. No es tanto que el salmista se deleita en la Palabra de Dios, sino que “su
delicia” está en la Palabra de Dios. En otras palabras, el salmista ha tomado una decisión, y
esa decisión es que se va a deleitar en la ley de Dios; esa será su delicia. Amar la Palabra de
Dios no es solo una emoción, sino una decisión. La emoción viene como consecuencia de dicha
decisión.

La emoción por la Palabra de Dios también viene como fruto del nuevo nacimiento. Pedro
afirma que el hambre espiritual es una de las evidencias de haber nacido de nuevo (1 Ped 2:2).
NOTA: Es interesante observar que cuando el Salmo 1 fue escrito, la ‘ley de Jehová’
Consistía solo en los primeros cinco libros de la Biblia (el Pentateuco). Para el creyente
Actual, estos libros no son los más leídos (especialmente Levítico y Números); pero el
Salmista los amaba – ¡se deleitaba en ellos!

Aunque la mayoría de cristianos reconocen el valor de la Biblia, son pocos los que la leen
ordenada y sistemáticamente. El salmista no solo la leía todos los días, sino que meditaba en
ella “de día y de noche”.
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El verbo, ‘meditar’ (‘jaga’), significa ‘murmurar’ o ‘hablar’ (ver Sal 35:28 y 71:24, donde el mismo
verbo en hebreo es traducido “hablará”). ¡La meditación del judío no era silenciosa! Éste
repetía en voz alta la Palabra de Dios, con el fin de concentrarse en ‘exprimir’ cada gota de
significado del texto. Era la mejor manera de alimentarse de la Palabra de Dios.

¿Cuál es el beneficio de meditar en la Palabra de Dios? Un autor responde, “En el texto más
sencillo hay todo un mundo de santidad y espiritualidad; y si nosotros, en oración, y en
dependencia de Dios, nos sentáramos para estudiarla, veríamos muchas cosas en ella que no
aparecen en la superficie”. Por ende, todo predicador debe meditar constantemente en la
Palabra de Dios. Escuchemos lo que dice Lutero al respecto: “Meditar consiste, en primer lugar,
en un análisis detenido de las palabras de la ley, para luego comparar lo que descubrimos con
diferentes textos de la Biblia. Usando el tiempo en esta manera, por fin sale un hombre bien
instruido en la Palabra de Dios, listo para hablar al pueblo de Dios”.

c. Su Testimonio (v.3)
¿Cuál es el resultado de esta clase de vida – una vida que se aparta del pecado, y se deleita
en la Palabra de Dios? El salmista lo compara con un “árbol plantado junto a corrientes de
aguas”.
NOTA: El verdadero creyente no es una ‘planta’ (algo vulnerable), sino un “árbol”.
No crece por casualidad, sino que es “plantado”.
No es colocado en un desierto, sino “junto a…aguas”.
No es sustentado por aguas ‘estancadas’ (un tradicionalismo religioso), sino por
“corrientes” de agua viva – el Espíritu Santo.

Dicho árbol será verde, frondoso y fructífero. ¿Qué significa esto? ¿Cuáles son las
características del verdadero creyente?
En primer lugar, “da su fruto en su tiempo”. El propósito de Dios, al darnos vida espiritual, es
que llevemos ‘fruto’ – mucho ‘fruto’ (Juan 15:16, 8). Este ‘fruto’ tiene que ver con nuestro
carácter transformado (el ‘fruto’ del Espíritu Santo; Gál 5:22-23). Pero también con el ‘fruto’ de
la reproducción. Es decir, el ‘fruto’ de la bendición de Dios en la vida de otras personas a través
de nosotros (Rom 1:13). La persona que se aparta del pecado, y se alimenta bien de la Palabra
de Dios, llevará mucho de éste ‘fruto’ espiritual.

En segundo lugar, “su hoja no cae”. Esto enfoca el ‘verdor’ y la ‘frescura’ espiritual, que deben
caracterizar al creyente. Hay creyentes que están ‘secos’ espiritualmente; o cuyo poco ‘verdor’
no muestra una vida cristiana saludable y fuerte. Hay otros creyentes que oscilan entre ‘verdor’
y ‘sequedad’ espiritual. Todo depende del cumplimiento de lo que el salmista dice en v.1-2.
Nuestro testimonio es de gran importancia. Un creyente verdadero lo es por dentro y por fuera.
Nuestra forma de vida, nuestro rostro, no debe negar lo que somos, espiritualmente.

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Un creyente triste, desanimado, ‘seco’ espiritualmente, es una incoherencia, porque el Espíritu
Santo del Dios Todopoderoso ¡no estaría haciendo ningún efecto en su vida!
Finalmente, “todo lo que hace, prosperará”. La promesa de prosperidad para los ‘justos’ se
halla en textos tales como Sal 128:1-4 e Is 3:10. La piedad (es decir, una profunda reverencia
por Dios, que conlleva a una vida de obediencia a Él), permite al ser humano vivir bajo la
bendición de Dios, y experimentar Su ‘shalom’ (1 Tim 4:8).

Ejemplos de personas que prosperaron incluyen a José (Gén 39:3, 23) y a Josué (Jos 1:7-8).
NOTA: En el AT, la prosperidad frecuentemente era algo externo y material; sin embargo, en el
NT, la prosperidad que Dios promete es interna y espiritual (aunque no descartamos la
Realidad de las bendiciones materiales que Dios nos concede como Sus hijos).

Reflexión: ¿Nos vemos en este cuadro? ¿Vivimos conforme al v.1? ¿Nos deleitamos en la
Palabra de Dios? ¿Hay una ‘frescura’ en nuestras vidas cristianas? ¿Estamos
Llevando abundante fruto espiritual? ¿Está prosperando nuestra alma (3 Juan 1:2)?

2. LOS HOMBRES MALOS (v.4-5)

Describiendo la vida de los efesios antes de conocer al Señor, Pablo dice que estaban “sin
esperanza y sin Dios en el mundo” (Efe 2:12). Esta es la condición de toda persona que no
tiene a Cristo como su Salvador personal.

El salmista, al hablar del inconverso, lo describe como “los malos” (hebreo, ‘rasha’). Cuando
Abraham intercede por la ciudad de Sodoma, esta es la palabra que usa para describir a los
ciudadanos de esa terrible ciudad (Gén 18:23, 25). En los Salmos, este término es traducido
“perversos” (Sal 3:7), “inicuos” (Sal 7:9), y “malo” (Sal 9:5, 17).

En el primer salmo, el autor usa la forma plural (“malos”), para dar a entender que ellos son
muchos; en cambio, habla del ‘justo’ como uno solo (v.1-3), porque hay pocos de ellos.
¿Cuáles son las características de los hombres ‘malos’? El salmista selecciona tres
características, que resumen la vida y el futuro de dichas personas.

a. No Tienen Permanencia en el Mundo (v.4)

El salmista los compara con “el tamo que arrebata el viento”. El cuadro que el salmista presenta
aquí es tomado de la vida agrícola de Palestina; específicamente de la práctica de aventar el
trigo, para separar el grano de la cáscara y la paja.

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El “tamo” es la cascara del grano. Luego de la cosecha, el grano es trillado, para sacarlo de la
cascara que lo envuelve. Parar eliminar la cascara o tamo, toda la cosecha, ya trillada, es
lanzada al aire, con el fin de que el viento se lleve la paja y la cascara.
Job 21:17-18 usa este símil para describir a los impíos (‘rasha’). Ver también Sal 35:4-5; Is
17:13; Oseas 13:3.

NOTA: En Mat. 3:12, Cristo es presentado como Alguien que tiene el aventador en su mano,
para Separar la paja del grano. Por lo tanto, el juicio divino es representado como la gran
Separación del grano y de la paja.

La Palabra de Dios nos indica cuál es el verdadero valor de estas personas – personas a
quienes nosotros muchas veces admiramos, y pensamos que son de gran importancia (artistas,
estrellas del cine, cantantes, hombres ricos, etc.). Desde la perspectiva del mundo, estas
personas son de ‘peso’; sin embargo, ante el juicio del Señor, serán desechadas como tamo.
En Su ira, las dispersará, como el viento dispersa el humo y la neblina. El creyente debe dejar
de mirar a tales personas como héroes, queriendo ser como ellas.

El contraste con el verso anterior es dramático. El ‘justo’ es como un árbol – sólido, firme,
permanente, fresco, fructífero. El impío no es presentado como un árbol seco y sin fruto, ni
siquiera como una planta marchita, sino como nada más que pedazos de cascara del grano,
algo liviano, efímero, totalmente inútil.

b. No Tienen Esperanza en el Juicio (v.5a)

La segunda cosa que el salmista dice de los “malos” es que “no se levantarán… en el juicio”. El
autor de Hebreos afirma que el día de juicio llegará para todos (Heb 9:27). En ese día, los
“malos” tendrán tremenda vergüenza, y no podrán ‘levantarse’ para defenderse. Lejos de
pararse, estarán temblando ante la presencia de Dios, y ante la cercanía de Su justo juicio, el
cual los condenará. Ver Sal 130:3, y comparar Sal 5:5; 24:3ss; Lucas 21:36.

En este mundo, rodeado de riquezas, fama e influencia sobre la sociedad, los “malos” pueden
sentirse orgullosos de lo que son y de lo que tienen. Sin embargo, la muerte los asedia
constantemente, y en cualquier momento tendrán que presentarse ante Dios, para que Dios
pase juicio sobre sus vidas. En ese momento, los “malos” se darán cuenta que todo lo que
tenían en este mundo, y las cosas sobre las cuales ponían su esperanza, carecen de valor ante
el trono de Dios. En ese momento, comenzarán a temblar, porque se darán cuenta que no
tienen esperanza alguna de defenderse ante Dios.

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c. No Tienen Futuro en la Eternidad (v.5b)

El salmista concluye esta breve descripción de los “malos”, afirmando que “los pecadores [no
se levantarán] en la congregación de los justos”. Si la primera parte del v.5 habla del día de
juicio, entonces esta segunda parte del verso habla de la eternidad. Los “malos”, al igual que
los “justos”, viven en este mundo disfrutando las cosas buenas que Dios ha dado en la creación
(Mat 5:45). Sin embargo, no será así para siempre. Cuando Dios haya creado nuevos cielos y
nueva tierra, ese será el hogar solo para los “justos”. Los impíos no tendrán parte ni suerte en
la Nueva Jerusalén (Apo 21:24-27). Su destino será estar excluidos de la presencia de Dios
eternamente (2 Tes 1:9; Apo 22:15), sufriendo el castigo divino por su falta de fe y
arrepentimiento (ver Apo 21:8).

CONCLUSIÓN (V.6)

Este primer salmo concluye con un tremendo contraste entre el ‘justo’ y el ‘malo’.
“Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá”
Dios conoce íntimamente al ‘justo’ (Sal 37:18), y aprueba su forma de vivir (Sal 37:23); pero los
proyectos y los planes de los impíos están condenados a perecer.
Delante de los ojos de Dios, ¿somos realmente como el “justo” del Salmo 1?
Meditemos como están nuestros caminos HOY.

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