Sei sulla pagina 1di 10

Corporación Universitaria Minuto de Dios

Maestría en Paz, Desarrollo y Ciudadanía

Noviolencia y transformaciones culturales-estudios para la paz

Presenta:
Magda Bayona Sanabria ID. 359568

Docente:
Dr. Carlos E. Martínez H.

Colombia_Cúcuta. Diciembre 01 de 2017


Cultura de paz desde la noviolencia

“No debemos perder la fe en la humanidad que es como el océano: no se


ensucia porque algunas de sus gotas estén sucias”.
Mahatma Gandhi
.
Colombia ha estado sumida por más de cincuenta décadas en un conflicto que solo ha
traído pobreza, desolación y llanto. Si bien el origen de estos conflictos siempre se ha
relacionado con necesidades insatisfechas, se debe comprender que los mismos han sido el
resultado de imaginarios atávicos aprendidos de generación en generación y que se volvieron
parte de la cotidianidad de los pueblos.

Se habla entonces de un origen cultural, comprendiendo el concepto emitido por


Martínez (2015) cuando afirma que la misma, “está conformada por un conjunto de
imaginarios o significaciones sociales que van dándoles sentidos a las acciones humanas”.
(p. 5), y son precisamente estas acciones humanas las que han llevado a una crisis civilizatoria
que desencadena no sólo conflictos personales, sino sociales e incluso ambientales.

En este orden de ideas, se interpreta que esta crisis es desencadenada por imaginarios
que surgen desde la cultura haciendo necesario estudiarla desde su génesis, llegando al origen
de todo, sólo en este contexto se hallarán las respuestas a tantos interrogantes que mantienen
sumida a la humanidad en un sistema hegemónico; como dice Martínez (2015) “no podemos
pensarnos sin la cultura, ya que es el espejo que nos devuelve la realidad; sin esta no seríamos
capaces de leerla, entenderla, ni interpretarla.”(p. 57)

Es entonces, cuando se comprende que los imaginarios han llevado a la humanidad a


una crisis civilizatoria en la cual la violencia ha permanecido como la constante de la
actuación humana. El ser humano ha concebido como real a mi concepto, el peor error,
creerse superior a todas las razas. Con este imaginario no solo viene destruyendo su propia
especie, sino que también arrasa con lo que el medio que le rodea. Martínez (2015), lo
contextualiza así:

Hemos supeditado la vida a intereses de poder político, militar o económico,


sacralizándolos con filiaciones divinas, guerras santas o manos invisibles y,
bajo su manto, hemos destruido, arrebatado, esquilmado, y sometido cuantas
expresiones de vida y recursos, creyendo hacer lo correcto. (p.60)

Lo anterior, se suma a la obediencia como mandato divino y por ende, no se está


permitido dentro de esta cultura cerrada recriminar a quien desde los agentes socializadores
primarios se ha visualizado como las figuras de poder y por lo tanto se les deben acatar
permanentemente en todo lo que se diga. Martínez (2015), explica este imaginario como, “el
soporte de las instituciones jerarquizadas; de hecho, el funcionamiento de éstas depende del
aprendizaje de la obediencia y no es gratuito que sea una de las características culturales que
se interioriza desde las más tierna infancia”. (p. 65)

La cultura cerrada ha permitido la construcción de imaginarios en las cuales se han


levantado muros, que son más mentales que físicos. Las fronteras que se han convertido en el
diario vivir de la humanidad, viene generando más distancias cada día, haciendo que o se
reconozca ya la humanidad. Martínez (2015) menciona que:

Las fronteras y los muros comenzaron a apropiarse del universo cultural,


permeando transversalmente todo tipo de relaciones: la realidad se escindió en
todos los niveles, se dividió en dos. Las religiones, los racismos, los sexismos,
los Estados, el antropocentrismo, el machismo, son hijos directos de esta forma
cultural de entender la vida. (p. 72)

El anterior imaginario desencadenó otro aspecto que legitima la violencia: el


imaginario de los iguales, en el cual se arropan para garantizar la seguridad, viendo al otro
como el diferente, el extraño, el extranjero, al que no se le permite entrar porque se considera
como originario de todo mal. Con base en lo anterior, las fronteras se han vuelto más rígidas y
las distancias más marcadas, escudándose en el patriotismo, como justificación del rechazo al
que no consideran como suyo. Esto se vive en carne propia en las zonas fronterizas, donde se
culpa al extranjero de la difícil situación que atraviesan ciudades como Cúcuta, tal vez para
evitar reconocer que los errores han sido más internos que externos.

De estos muros se han aprovechado los que ostentan el poder para reforzar su discurso
y seguir manipulando mentes para lograr su beneficio, que no es el mismo beneficio del
colectivo, sino que es el cúmulo de lo antiético, donde se vale de todo para poder permanecer
en la cúspide, aunque para esto se requiera pisotear o culpar al otro de los errores propios,
como si fuesen chivos expiatorios, haciendo que se mire solo lo superficial y no se ahonde en
la raíz, esa que conviene mantener oculta para conservar su estatus social.

Un imaginario que quizá es el que mayor fuerza tiene es el del miedo como
mecanismo de control social. Esto ha permitido que se reprima el deber ser del ciudadano; por
temor, se deja de ser libre. Hace unos días en una clase con estudiantes de tercer semestre de
Trabajo Social de una universidad pública en la ciudad de Cúcuta, se debatía el desarrollo de
la ciudad y aunque se reconocía que la crisis no era originada en el vecino país, sino por la
corrupción de los que siempre han ostentado el poder, un estudiante tomó la vocería y expresó
que era muy difícil cambiar esta cultura en una ciudad donde oponerse al sistema era firmar
su sentencia de muerte.

Aprovechando entonces este pensamiento, se puso sobre la mesa el debate que durante
este curso se ha interiorizado, las luchas y movimientos que han permitido transformaciones
sociales desde adentro, no tanto del territorio, sino desde el alma de cada ciudadano, que
comprendió que la única manera de salir de la crisis era atreverse a salir del cuenco, abrirse a
nuevas formas de concebir el mundo, a mirar la cultura como un sistema abierto que permite
mantener la supervivencia como lo expresa el profesor Carlos Martínez.

Pensamientos como el de Jesús en el Sermón de la Montaña, en donde se explica de


forma concisa la cultura dela noviolencia, aunque esa misma cultura cerrada haya dado otra
interpretación y se confunda con sumisión. Martínez (2015) refiere:

Por el contrario, estas palabras proponen, a mi juicio, un método distinto para


confrontar la violencia. Es algo así como: si te atacan con violencia, reacciona
de una manera que tu agresor no espera, produciendo en él una sensación de
desconcierto tal que el efecto de dicho desconcierto te proteja de su agresión y,
de paso, transforme y reduzca su violencia, sintiendo así profunda vergüenza
de la misma. (p.124).

De manera semejante, Gandhi propone a través del Satyagraha, renunciar al uso de la


violencia inspirado en el ahimsa, que consistía en el cuidado amoroso de la vida, no solo
limitando el uso de la violencia, sino construyendo razones para no hacerlo. Comprendiendo
con esto, las razones y las posturas del opositor, de forma tal que posibilite la confianza entre
las partes y construya salidas alternativas al dualismo vencedor/vencido. (Ibíd. p. 185-192).

Al igual que Jesús y Gandhi, para Luther King citado por Martínez (2015), la
noviolencia era el camino ineludible y alternativo a la complacencia y al odio (p. 224); el
mismo autor referencia un apartado de King, en la cual manifiesta que, “durante los últimos
años he predicado sin cesar que la noviolencia requiere que los medios de que nos valemos
sean tan puros como las metas que nos proponemos alcanzar”. (Ibíd. p. 225).

Acción adoptada por Thoreau, cuando se declara en desobediencia civil al negarse a


pagar impuestos en reclamo a la esclavitud que se proclamaba en algunos estados del sur de
los Estados Unidos y, su proclama de objeción de conciencia como mecanismo para no
apoyar la violencia; es un llamado a comprender que el poder del Estado se mantiene gracias
al poder del pueblo. Ese poder al que Gandhi llamó como el Swaraj o autogobierno; empezar
a gobernar desde lo micro para poder transformar lo macro y lograr por fin la verdadera
autonomía que lleve a la libertad.

Pensamientos como los descritos con anterioridad y que se forjaron desde el interior,
motivaron la movilización desde la comprensión de la situación y de subjetivar los problemas,
dejando de verlos como culpa del otro, por el contrario, reconocer que han llegado hasta ese
punto solo porque se les ha permitido. Esto sin duda, generó distintas movilizaciones desde la
noviolencia como la del hipismo de los años sesenta, en la cual se levantó la voz de protesta a
través de una cultura pacifista que precisamente se oponía a la violencia que promulgaban los
que para la época ostentaban el poder.

Este movimiento, fue el soporte de otras manifestaciones noviolentas que surgieron


para la época en diferentes contextos. Con la crisis política que se vivía en Francia para la
misma época, surgen nuevos movimientos como el de Mayo de 68; en la cual estudiantes se
oponen al sistema que el gobierno de turno promulgaba; Martínez (2015) explica que este
movimiento, “cuestionó el poder como patrimonio exclusivo de los más fuertes y los espacios
de fragilidad fueron consolidando la percepción de un poder que se expresó en desobediencia
civil, en desconocimiento de la autoridad, en líneas de fuga” (p. 246).
La necesidad de liberase de imaginarios atávicos, permitió a diferentes grupos etarios
identificar sus capacidades que se tenía el temor de exteriorizar. Caso como el de los
movimientos feministas, en que las mujeres opacadas por el dominio masculino, decidieron
salir y generar cambios a nivel micropolítico que han transformado la cultura machista en las
que se fundamenta la sociedad actual.

Este despertar también se evidenció en marchas como las de “No en mi nombre”,


dirigidas por miles de ciudadanos en contra de la guerra llevada a cabo contra Irak, reflejaron
el rechazo de la ciudadanía, al comprender en primer momento que la lucha no era del pueblo,
sino del capitalismo que veía en el uso indiscriminado de las armas su mecanismo de
supervivencia, aun cuando esto costara la vida de miles de personas inocentes.

La caída de las fronteras como las que se vivieron en el derribamiento del muro de
Berlín en noviembre de 1989, ratificó este pensamiento; sus ciudadanos comprendieron que
sus muros más que físicos eran simbólicos, sostenidos en imaginarios atávicos propios de la
cultura sedentaria y que permitieron por muchos años no solo la división del territorio, sino el
justificar un mecanismo absurdo que se impuso para legitimar un poder entre el socialismo y
el capitalismo, ante la imposibilidad de convivir en medio de la alteridad.

Reflexiones que motivaron otras manifestaciones noviolentas como las del


movimiento antiglobalización en Seattle y su lucha contra la globalización económica; el Foro
Social Mundial en Brasil en la cual se hizo una crítica definitiva sobre el modelo neoliberal y
su dictadura económica; las Primaveras Àrabes y sus resistencia sin violencia como forma de
confrontar las distintas violencias de los Estados, directas y estructurales; los Indignados del
15M, movimiento noviolento que permitió romper las cadenas de la obediencia y los
mecanismos de represión simbólica y, por último Anonymous, transformado imaginarios de
poder como aquello que los que no aparece en los medios no existe. (Martínez, 2015, p. 296-
330)

Esta contextualización permite analizar el por qué la noviolencia se plantea como una
cultura emergente. Desde allí se comprende el pensamiento de Jesús, al no responder con
violencia, porque no se puede convertir en la única enseñanza que debe ser transmitida de
generación en generación, siendo la oración matutina y la reflexión nocturna. Y esto permitió
dar respuesta a la duda del estudiante, se puede desde la noviolencia transformar imaginarios
que tanto daño han causado, pero sobre todo que siguen legitimando la violencia como único
camino para alcanzar el desarrollo humano.

Para concluir, traigo a relación la estrategia que se viene implementando en la


Universidad Francisco de Paula Santander y el apoyo de la “Red Joven pasa la Paz –
JoenPaz” de las Naciones Unidas, en la cual 36 líderes juveniles del Catatumbo asumieron el
compromiso de ser constructores de Paz y, fue precisamente el aprendizaje de este curso, lo
que me llevó a orientarlos en mecanismos alternativos de resolución de conflictos desde la
noviolencia, proponiendo un nuevo concepto de cultura de paz, en la cual se busca proveer a
estos jóvenes de herramientas para afrontar el conflicto, toda vez que no podemos hablar de
prevención porque el conflicto está, lo que se requiere es mejorar esas habilidades sociales
para poder afrontarlo.

Y es por ello le sigo apostando a las estrategias pedagógicas, a la educación popular,


buscando transformar mentalidades que permitan romper estos imaginarios atávicos que
sostienen una cultura cerrada. Culmino este curso con la satisfacción de haber sembrado en 36
jóvenes líderes campesinos del Catatumbo el amor por su territorio, y en ello fundamentar el
compromiso de no permitir que nada ni nadie les impida soñar y menos vivir en paz. Pero no
sólo romper los muros mentales que los separan, sino transmitir lo aprendido en cada una de
sus comunidades. De ahora en adelante, le apuesto como voluntaria a impartir esta pedagogía
para la paz desde la noviolencia, para que veamos al otro como amigo y no enemigo,
derrumbando las barreras culturales que nos siguen separando, porque me motiva testimonios
como el de Luis Antonio Espinel Pérez, líder del corregimiento Las Mercedes, quien definió
la capacitación de excelente al desconocer muchas temáticas que se abordaron y, cerrar su
intervención con la frase, “mi tarea es decirles a mis compañeros, en especial a los niños lo
importante que es hacer paz desde pequeñas acciones”.
Diagrama de Cultura noviolenta

Referencias bibliográficas

Martínez, C.E. (2015). De nuevo a la vida: el poder de la Noviolencia y las transformaciones


culturales. (2ª Ed.), 358p. Bogotá: Editorial Trillas de Colombia.

Bibliografía

Clement, Paule. (2011). Chaos International. Recuperado de http://www.chaos-


international.org/index.php?option=com_content&view=article&id=395%3A-la-
estructuracion-sociopolitica-de-la-indignacion-el-movimiento-transnacional-de-los-
indignados&catid=50%3Alista-de-pac&directory=85&lang=fr

Graset, E. (4 de agosto, 2011). Acampadasol. Recuperado de


http://madrid.tomalaplaza.net/2011/08/04/apuntes-sobre-la-noviolencia-del-15-m/
Maturana, H. (1997). Prefacio. En: Eisler R. El cáliz y la espada. México: Editorial Pax
México. Recuperado en https://sites.google.com/site/rescatandotextos/prefacio-
humberto-maturana

Ramonet, I. (19 de mayo de 2008). Mayo del 68, “una pop-revolución”. Recuperado de
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=67588

Savater, F. (29 de abril de 2008). La elocuencia de las paredes. El País. Recuperado de


http://elpais.com/diario/2008/04/19/babelia/1208561956_850215.html

Uniminuto Virtual y a Distancia. (2013). La caída de las fronteras. [Archivo de video].


Recuperado de http://youtu.be/pjGGCps2xOo

Uniminuto Virtual y a Distancia. (2013). Las primaveras de 2011. [Archivo de video].


Recuperado de http://youtu.be/j7JGOOoiNZ0

Uniminuto Virtual y a Distancia. (2013). Más allá del pacifismo. [Archivo de video]. Video
dirigido a http://youtu.be/kkWSymVwAWg

Autoevaluación:
Este último corte ha sido duro para mí por diferentes motivos personales que me hicieron
pensar incluso en abandonar la maestría; no obstante, experiencias como las narradas al
finalizar el ensayo, hicieron reflexionar sobre lo enriquecedor que ha sido este curso en mi
vida personal y profesional y, aunque fue difícil hacerlo por lo duro del momento, dediqué el
tiempo necesario para la construcción del mismo, queriendo recopilar en él todo lo aprendido.
Por lo anterior, mi calificación es de 20 puntos.

Potrebbero piacerti anche