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Sacramento (Iglesia católica)

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Los Siete Sacramentos.

Los sacramentos —en la teología de la Iglesia católica— son signos sensibles y eficaces1 de
la gracia de Dios y mediante los cuales se otorga la vida divina; es decir, ofrecen al creyente el ser
hijos de Dios.

Los sacramentos se administran en distintos momentos de la vida del cristiano y simbólicamente la


abarcan por entero, desde el bautismo hasta la unción de los enfermos (que antes del Concilio
Vaticano II se aplicaba solo a los que estuvieran en peligro de muerte).

La mayoría de los sacramentos solo pueden ser administrados por un sacerdote. El bautismo, en
ocasiones excepcionales, puede ser administrado por cualquier seglar, o incluso no cristiano, que
tenga la intención de hacer con el signo lo que la Iglesia hace. Además, en el sacramento
del matrimonio los ministros son los mismos contrayentes.

Índice

 1«Sacramento» en el Nuevo Testamento

 2Sacramento en la patrología

o 2.1Patrología griega

 2.1.1En los siglos I y II


 2.1.2En el siglo III (Padres alejandrinos)

 2.1.3En el siglo IV y V

o 2.2Patrología latina

 2.2.1En el siglo III

 2.2.2En los siglos IV-V

 3Sacramento en la escolástica

 4El Concilio de Trento y la época postridentina

o 4.1La Reforma

 4.1.1Ordenanzas

o 4.2El Concilio de Trento

o 4.3La Contrarreforma

o 4.4La Ilustración

 5Sacramento en la teología católica contemporánea

o 5.1El Concilio Vaticano II

o 5.2En el Catecismo de la Iglesia católica

 6Teología católica: los siete sacramentos

 7Los siete sacramentos

o 7.1Bautismo

 7.1.1Edad

 7.1.2Símbolos

o 7.2Crisma o Confirmación

o 7.3Eucaristía

o 7.4Confesión o Reconciliación o Penitencia

o 7.5Unción de los enfermos

o 7.6Orden Sacerdotal

o 7.7Matrimonio
 8Véase también

 9Notas

 10Referencias

 11Bibliografía

 12Enlaces externos

«Sacramento» en el Nuevo Testamento[editar]

Tríptico de los Siete Sacramentos, de Roger van der Weyden.


Museo Real de Bellas Artes de Amberes, Bélgica

El primer término teológico que los Padres usaron para designar en general los ritos cristianos fue
el de mysterion. El término latino sacramentum es una traducción de aquel (según consta también
en la Vulgata, que casi invariablemente traduce la palabra griega por sacramentum).

Al parecer, la expresión viene del ambiente judío y no del griego (donde indicaba tanto la divinidad
como sus «secretos»)nota 1 y se relaciona con deliberación, consejo, designio hacia la salvación o
el juicio final. En el Evangelio se usa en Mc 4, 11 y sus textos paralelos: «los misterios del Reino de
Dios», es decir, la voluntad de Dios de que todos los hombres se salven: esta salvación es ofrecida
por Cristo por medio de su sacrificio en la cruz.

En las cartas de san Pablo el término mysterion aparece unas 21 veces. Indicaría el plan salvífico
secreto de Dios que se ha realizado definitivamente en Cristo, dando lugar al período considerado
como final de la historia (ya que no se espera una nueva revelación o alianza) y que consiste en la
recapitulación (ανακεφαλαιωσιςnota 2) de todas las cosas en Cristo. Así, incluye a Cristo, pero
también cuánto realizó por salvar a los hombres y por ende su cuerpo místico que es la Iglesia.

Con base en esto, la Iglesia católica reinterpreta estos pasajes bíblicos como que, en la medida en
que los gentiles participan de esta salvación y de la Iglesia, aceleran la plenitud final de la
salvación. Además, se interpreta que el "mysterion" o sacramento son los signos y prodigios que
realizan la voluntad divina de que todos los hombres se salven por medio de la Iglesia,
actualizando el signo y prodigio fundamental: Cristo en su Encarnación, Muerte y Resurrección.

Sacramento en la patrología[editar]

Artículo principal: Patrología

Patrología griega[editar]

En los siglos I y II[editar]

En los escritores de los siglos I y II la palabra μυστεριον (mysterion) se reservará a «hecho de


salvación». Para san Ignacio de Antioquía, mysterion son los hechos salvíficos de la vida de
Cristo. San Justino aplica mysterion, además, a las figuras y profecías del Antiguo Testamento (y
compara los ritos cristianos con los mysteriade las religiones mistéricas). San Ireneo de Lyon no
usa la palabra para evitar confusiones con el gnosticismo.

En el siglo III (Padres alejandrinos)[editar]

Se llama mysterion a la relación oculta entre imagen y arquetipo que es revelada al iniciado por
medio de una enseñanza (mystagogia). Así, se aplicó a los ritos cristianos y a los hechos salvíficos
siempre teniendo presente el designio de Dios por la salvación de los hombres y las figuras que la
liturgia ofrece para significarlos. Clemente de Alejandría usa mysterion para indicar los ritos de
culto, sean estos paganos o cristianos. Orígenes usa el término con un sentido platónico, es decir,
como símbolo o tipo de la historia de la salvación en cuanto Cristo está presente en toda ella.

A Orígenes se debe una definición de signo que será utilizada en teología sacramental por
san Agustín: «signo es una realidad sensible que enlaza con una realidad invisible».

En el siglo IV y V[editar]

Debido a la decadencia del paganismo, el término mysterion se fue popularizando, pues ya no


cabía la posibilidad de confusión con los cultos gnósticos. San Atanasioda al término el sentido de
un designio salvífico que se realizó en el pasado y se celebra en la liturgia. Tanto Basilio el
Grande como Gregorio de Nisa y Gregorio Nacianceno subrayan la intervención divina en el
mundo, que es también una elevación de la realidad mundana. Así, el mysterion del designio de
salvación se distribuye en los tres hechos principales de esa elevación: la Encarnación, Pentecostés
y la Eucaristía. Juan Crisóstomo usa con frecuencia la palabra «mysterion» para referirse a los ritos
cristianos. Cirilo de Jerusalén lo identifica con el acto de salvación realizado por Dios por medio de
Cristo que se celebra en la liturgia. Por ello, sus catequesis mystagógicas son una introducción del
fiel a la vivencia de los principales ritos: el Bautismo, la Unción y la Eucaristía.

Con Pseudo Dionisio Areopagita, tal identificación de mysteria con los ritos propios de la Iglesia se
vuelve sistemática. En primer lugar, define mysterion como las acciones rituales que por medio de
la invocación de la Iglesia al Espíritu Santo, la gracia salvadora de Dios, actúan sobre las personas o
cosas. Luego distingue tres aspectos de mysteria:
1. Las consagraciones (Bautismo, Comunión y Unción).

2. Los consagrantes: obispo, sacerdote y diácono.

3. Los consagrados: inferiores, purificados, terapeutas o monjes.

Patrología latina[editar]

En el siglo III[editar]

En el norte de África se popularizó la traducción «sacramentum» para la palabra mysterion,


aunque también se usó la voz latinizada «mysterium». Tertuliano, partiendo de la noción jurídica
que la expresión «sacramentum» tenía en la cultura romana (un juramento de fidelidad con
carácter religioso), lo aplicó al Bautismo, pues, según su criterio, en el Bautismo se realiza un pacto
entre Dios y el bautizado. Pero también aunó la noción griega de mysterion, aplicándola a los
demás ritos cristianos. Cipriano de Cartago asumió estos sentidos, dándoles un alcance eclesial al
introducir la relación del bautizado con el obispo .

En los siglos IV-V[editar]

En este período, la expresión «sacramentum» era empleada con el mismo sentido


de mysterion relacionado con los actos de culto de la Iglesia. Ambrosio de Milánamplió el alcance
de la expresión con reflexiones que encontraron poco eco en sus contemporáneos:
entendía sacramentum como los hechos de la historia de la salvación y encuentro con Jesucristo.

Agustín de Hipona utiliza el término sacramentum para significar los ritos tanto del pueblo elegido
como de la Iglesia. También lo usa para indicar las figuras o signos del Cristo en el Antiguo
Testamento y finalmente para aludir al «depósito de la fe». También emplea la
palabra mysterium para significar lo escondido, lo oculto de acuerdo con el sentido griego antiguo.
Sin embargo, desarrollará una amplia teología del signo de algo sagrado aunque con gran
influencia de su filosofía platónica: su reflexión se empleará luego en la teología sacramental.
Reconoce que tales signos sagrados han de tener un elemento material y una palabra que los
completa y que permite la aplicación de la idea de memorial del culto hebreo. Así, luego ofrece
una definición en su carta a Januario (carta 55) donde relaciona el sacramento con una
conmemoración.

Quien se hace garante de la eficacia de tales sacramentos, según Agustín, es Cristo mismo a través
de los ministros del culto.
La disputa de Agustín con los donatistas le ofrecerá la oportunidad de establecer una nueva
distinción por la que se separa la validez de un sacramento de su eficacia (el bautismo de los
donatistas sería válido pero no daría la gracia de la fe). En teología, luego se llamará «signum»
(signo) al elemento externo válido y «res» a la gracia concomitante.
Los autores posteriores (León I el Magno, Gregorio Magno)
trataron mysterium y sacramentum como sinónimos, dándoles el alcance general que tenían en la
teología griega.

Sacramento en la escolástica[editar]

Durante la primera Edad Media y tras las invasiones germánicas, la filosofía neoplatónica que
servía de base a la reflexión de los Padres fue perdiendo influencia. La noción de mysterion se
empezó a aplicar solamente para la verdad revelada que exige un asentimiento de fe. El término
sacramento quedó para indicar un signo concreto por el que Dios actúa. En la medida en que la
noción de signo perdió consistencia ontológica para trasladarse al nivel de pura referencia, se
produjeron problemas para la correcta comprensión del dogma acerca de la presencia real de
Cristo en la Eucaristía. Así, se hizo necesaria una reflexión más profunda acerca de la noción de
sacramento que permitiera establecer adecuadamente su virtualidad. Debemos a Berengario de
Tours una definición que tuvo mucho éxito posterior: «Forma visible de una gracia invisible»,
donde forma indica solo la referencia pero no la presencia real.

Hugo de San Víctor es el primero en escribir un tratado sobre los sacramentos: De sacramentis
christianae fidei. Y ofrece su propia definición tomando en cuenta todavía toda la historia de la
salvación pero reduciendo el ámbito:

«Sacramentum est corporale vel materiale elementum foris sensibiliter propositum, ex


similitudine representans et ex institutione significans, et ex sanctificatione continens aliquam et
invisibilem et spiritualem gratiam»

De sacramentis..., I 9 2

Pero aplica esta noción de sacramento no solo a los sacramentos actuales de la Iglesia católica sino
también a los que ella llama «sacramentales».

Al tiempo que los sacramentos van tomando forma como ritos, se inicia la reflexión —de la mano
de la influencia progresiva de la filosofía aristotélica— acerca de lo esencial de la ceremonia o
aquello que no puede faltar para que el sacramento sea válido. La noción de causa y la distinción
de materia y forma enriquecieron de manera notable la reflexión sobre los sacramentos. A través
de la noción de causa, Pedro Lombardo reintrodujo la eficacia del sacramento, que será «causa de
la gracia de la que es imagen». Así se pudo fijar el número de siete (aunque algunos dicen que más
bien se debió a una elección de conveniencia). Hugo de San Carointrodujo la distinción materia y
forma en el sacramento a partir de la definición de Agustín de Hipona.

Tomás de Aquino trató extensamente de los sacramentos en su obra. Asume la reflexión anterior
sobre el sacramento como medicina del pecado, pero la enriquece con el sentido de acto de culto
(también presente en los autores anteriores) y en la tercera parte de la Summa Theologica, en el
tratado que les dedica, los propone como comunicación y aplicación de la salvación de Cristo para
santificación de los hombres. Así, toma los elementos de la reflexión anterior y los enriquece con
la filosofía aristotélica. Una definición que ofrece para incluir todos esos aspectos es la siguiente:
«Sacramentum proprie dicitur quod ordinatur ad significandam nostram sanctificationem. In qua
tria possunt considerari, videlicet ipsa causa sanctificationis nostrae, quae est passio Christi; et
forma nostrae sanctificationis, quae consistit in gratia et virtutibus; et ultimus finis nostrae
sanctificationis, qui est vita aeterna. Et haec omnia per sacramenta significantur. Unde
sacramentum est et signum rememorativum eius quod praecessit, scilicet passionis Christi; et
demonstrativum eius quod in nobis efficitur per Christi passionem, scilicet gratiae; et
prognosticum, idest praenuntiativum, futurae gloriae»

III q60 a3c

Así lo propone, sí como signo pero también causa y, por tanto, recupera su eficacia sobrenatural. Y
coloca la causa eficiente a tres niveles: la de Dios que causa la gracia, la de la humanidad de Cristo
que obtuvo la salvación y la del ministro por el sacramento mismo.

En cuanto a la aplicación de la distinción materia y forma, subraya el mayor valor de la forma


(palabras) y considera «materia» no los elementos sino las acciones.
Para Tomás de Aquino, la eficacia del sacramento depende en buena medida de la fe, aunque en
menor grado en aquellos sacramentos que ofrecen una disposición de la persona que lo recibe
para los actos de culto. Tal disposición es lo que Tomás llama «carácter sacramental».

En cuanto al número de sacramentos, ofrece el de siete partiendo de una reflexión antropológica


relacionada con las circunstancias del hombre: nacimiento, crecimiento, nutrición, enfermedad,
vigor primero, propagación, gobierno. Esta consideración con algunas variantes ha sido adoptada
por el Catecismo de la Iglesia católica.3

En el Segundo Concilio de Lyon se leyó una profesión de fe que afirma «septem ecclesiastica
sacramenta».4 El período posterior es el de las disputas entre las
escuelas franciscana y dominica acerca del problema de la causalidad del sacramento.

El Concilio de Trento y la época postridentina[editar]

El tema central de la controversia con los protestantes era el de la justificación. Por eso, allí se
dirigió el pensamiento de los participantes en el Concilio de Trento, aunque no tenían la intención
de elaborar tratados sistemáticos sobre los problemas debatidos.

La Reforma[editar]

Artículo principal: Reforma Protestante

En general la teología de la Reforma niega la eficacia del sacramento en relación con la gracia,
pues lo considera solo una acción humana que no puede hacer que de ella dependa la acción
divina, esto basado en la lectura literal de la Biblia la cual no presenta signo alguno de existencia
de dichos sacramentos conferidos de esa manera específica. Lutero afirma que los sacramentos
son medios para aumentar la fe, aquella fe que nos hace creer en Quien nos ha obtenido la
salvación. El signo, cualquiera que sea, es incapaz de sustituir la fe del cristiano y, en última
instancia, resulta ineficaz en sí mismo. Esta noción de sacramento le permitió reducir su número a
dos, llamados ordenanzas por los evangélicos: Bautismo y Comunión o Santa Cena.

Juan Calvino, que tiene como base su teoría sobre la predestinación y la pasividad del acto de fe,
da a los sacramentos el valor de testimonio externo o prueba de la acción divina en el alma.

Ordenanzas[editar]

Protestantes y Evangélicos ven las ordenanzas como representaciones simbólicas del mensaje del
evangelio que Cristo vivió, murió, fue resucitado de entre los muertos, ascendió al cielo, y volverá
algún día. En lugar de requisitos para la salvación, ordenanzas son ayudas visuales para entender
mejor y apreciar lo que Jesucristo hizo por nosotros en su obra redentora. Las ordenanzas están
determinados por tres factores: fueron instituidos por Cristo, se les enseñó a los apóstoles, y
fueron practicadas por la iglesia primitiva. Puesto que el bautismo y la comunión son los únicos
ritos que califican bajo estos tres factores, no puede haber sino solo dos ordenanzas, ninguno de
los cuales son requisitos para la salvación.5

El Concilio de Trento[editar]

Artículo principal: Concilio de Trento

El concilio de Trento dedicó su sesión séptima a tratar el tema de los sacramentos. Aunque no
ofreció una definición formal de sacramento, fijó la ya tradicional expresión de Berengario de
Tours: «forma visible de la gracia invisible», usando además la categoría del símbolo que contiene
y confiere la gracia que significa. Además se estableció el número de siete sacramentos. También,
y a pesar de las disputas entre los teólogos y obispos, se aceptó la afirmación por la cual los
sacramentos habrían sido instituidos por Jesucristo (aunque las escuelas presentes definían de
diversos modos la noción de «institución»). Ahora bien, el común origen y la imposibilidad de
modificar su sustancia no implica -siempre según los padres conciliares- que todos los
sacramentos sean iguales en dignidad.

En contra de la teología de la Reforma, el Concilio afirmó la eficacia de los sacramentos siempre


que el receptor no ponga obstáculos a la gracia. Ahora bien, para evitar conflictos con los
ortodoxos, se usó la expresión «contienen la gracia» y no «causan la gracia» y la contienen «ex
opere operato», según expresión que indica su eficacia sobrenatural propia. Sin embargo, se
condicionó tal eficacia a que el ministro quiera hacer con ellos lo que hace la Iglesia y realice lo
esencial a cada sacramento.

Además se indicó que tres eran los sacramentos que conferían «carácter» (y que, por tanto,
podían ser recibidos una sola vez): el Bautismo, la Confirmación y el Orden.

La Contrarreforma[editar]

Artículo principal: Contrarreforma


Los principales temas afrontados por los teólogos de la Contrarreforma son: la definición de
sacramento, el modo de causalidad de la gracia en ellos y la naturaleza de la gracia sacramental
(en relación con la gracia santificante). El Catecismo de Pío V ofreció una definición que incluía los
diversos elementos de Trento:

Rem sensibus subiectam, quae ex Dei institutionis, sanctitatis et iustitiae tum significandae tum
efficiandae

Segunda parte, 11

y el papa Alejandro VII aclaró que cuando el Concilio decía que el ministro debía tener intención de
hacer lo que hace la Iglesia, tal intención es no solo externa (realizar con detalle el rito prescrito)
sino también interna (querer hacer con ello lo que la Iglesia afirma que se realiza).

La Ilustración[editar]

Artículo principal: Ilustración

El auge del racionalismo supuso un quiebro en la teología de los reformadores que fueron
arrinconando el simbolismo. La reacción de los católicos fue más bien hacia subrayar lo razonable
del acto de fe pero también, en algunos casos, el de una exigencia tal de idoneidad que la práctica
sacramental se redujo considerablemente.

Sacramento en la teología católica contemporánea[editar]

El Concilio Vaticano II[editar]

Artículo principal: Concilio Vaticano II

La reflexión del Concilio Vaticano II se vería influenciada por el movimiento litúrgico y el


movimiento patrístico. Gracias a esas tendencias teológicas, se recuperó la noción
de mysterion que se aplicó a la Iglesia y que tuvo parte importante en las discusiones conciliares.
Otro desarrollo teológico contemporáneo que aportó luz sobre la noción de sacramento fue la
teología de la historia. Al subrayar el aspecto histórico esencial del cristianismo, los sacramentos
son vistos como «actos de salvación», equiparables a los hechos que el Antiguo Testamento narra
de la vida del pueblo de Israel. En este sentido, el teólogo Jean Daniélou retoma -a partir de la
mistagogia de la patrología griega- la idea del lugar de los sacramentos en orden a la restauración
final de todas las cosas en Cristo (escatología): memoriales de la Pascua de Cristo.

Los padres conciliares tomaron y asumieron estas reflexiones teológicas en la


Constitución Sacrosanctum Concilium y en la Constitución dogmática Lumen Gentium. Además, se
perfeccionó la doctrina de Trento en relación con la fe: Los sacramentos «fidem non solum
supponunt, sed verbis et rebus alunt, roborant, exprimunt; quare fidei sacramenta dicuntur»
(SC 59).

Tres tendencias de reflexión ha seguido la teología posconciliar:


 Profundiza en el modo en que cada sacramento es un encuentro con Cristo.

 Recoge la centralidad de la Eucaristía sacando las conclusiones pertinentes.

 Relación de los sacramentos con la sacramentalidad de la Iglesia.

En el Catecismo de la Iglesia católica[editar]

Como se mencionó antes, este texto adoptó la explicación antropológica en relación con el
número de los sacramentos. Ahora bien, en lo que concierne a la explicación, asume y completa la
teología del Concilio Vaticano II.

De los números 1113 al 1130 trata de la relación entre el Misterio Pascual y los sacramentos. De
los números 1135 al 1186 los encuadra en la liturgia de la Iglesia. Finalmente dedica la sección
segunda de la segunda parte a los siete sacramentos.

En el número 1084, tras recordar que los sacramentos fueron fundados por Cristo, ofrece una
definición: «Los sacramentos son signos sensibles (palabras y acciones) accesibles a nuestra
humanidad actual. Realizan eficazmente la gracia que significan en virtud de la acción de Cristo y
por el poder del Espíritu Santo». O también en el número 1131: «Los sacramentos son signos
eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada
la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan
las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con las disposiciones
requeridas».

Teología católica: los siete sacramentos[editar]

La Iglesia católica celebra siete sacramentos, que son: Bautismo, Confirmación (o


Crisma), Eucaristía, Reconciliación (o Penitencia), Unción de los enfermos, Orden y Matrimonio.
Según su doctrina, "todos los sacramentos están ordenados para la Eucaristía «como para su fin»
(S. Tomás de Aquino)". En la Eucaristía se renueva el misterio pascual de Cristo, actualizando y
renovando así la salvación de la humanidad.6 El sacramento católico es un acto ritual destinado a
los fieles, para que ellos reciban la gracia de Dios, y destinado también a conferir sacralidad a
ciertos momentos y situaciones de la vida cristiana. Fueron instituidos por Jesucristo como
"señales sensibles y eficaces de la gracia [...] mediante los cuales nos es concedida la vida divina" o
la salvación7 y fueron confiados a la Iglesia. A través de estas señales o gestos divinos, "Cristo
actúa y comunica la gracia, independientemente de la santidad personal del ministro", aunque "los
frutos de los sacramentos dependan también de las disposiciones de quien los recibe".8

Al celebrarlos, la Iglesia católica, mediante las palabras y elementos rituales, alimenta, expresa y
fortifica su fe y la fe de cada uno de sus fieles. Estas señales de gracia constituyen una parte
integrante e inalienable de la vida cristiana de cada fiel. Los sacramentos son necesarios para
la salvación de los creyentes porque confieren la gracia de Dios, "el perdón de los pecados, la
adopción de hijos de Dios, la conformación a Cristo Señor y la pertenencia a la Iglesia".9
El Espíritu Santo prepara para la recepción de los sacramentos por medio de la Palabra de Dios y
de la fe que acoge la Palabra en los corazones bien dispuestos. Entonces, los sacramentos
fortalecen y expresan la fe. El fruto de la vida sacramental es al mismo tiempo personal y eclesial.
Por un lado, este fruto es para cada creyente una vida para Dios en Jesús; por otro, es para la
Iglesia su continuo crecimiento en la caridad y en su misión de testificar.

Los sacramentos son entonces gestos de Dios en la vida de cada creyente, expresándose simbólica
y espiritualmente; por consiguiente, son considerados:

 Señales sagradas, porque expresan una realidad sagrada, espiritual;

 Señales eficaces, porque, además de simbolizar un cierto efecto, en realidad lo producen;

 Señales de la gracia, porque transmiten dones diversos de la gracia divina;

 Señales de fe, no solamente porque suponen la fe en quien los recibe, sino también
porque nutren, robustecen y expresan su fe;

Los siete sacramentos[editar]

Los siete sacramentos marcan las distintas etapas importantes de la vida cristiana de los
creyentes, que se dividen en tres categorías:

 Sacramentos de la Iniciación Cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía ) que "sientan


las bases de la vida cristiana: los fieles renacidos en el Bautismo, fortalecidos por la
Confirmación y son alimentados por la Eucaristía";10

 Sacramentos de curación (Penitencia y Unción de los enfermos);

 Sacramentos al servicio de la comunión y la misión (Orden y Matrimonio).

Estos sacramentos también se pueden agrupar en solo dos categorías:

 Que expresan el carácter permanente y dejan una marca indeleble en quien los recibe, y
por lo tanto solo puede ser administrado una vez a cada creyente. Son el Bautismo, la
Confirmación, el Matrimonio y el Orden;

 Aquellos que se pueden administrar reiteradamente.

Bautismo[editar]

Artículo principal: Bautismo

El bautismo es entendido como el sacramento que abre las puertas de la vida cristiana al
bautizado, incorporándolo a la comunidad católica, al gran Cuerpo Místico de Cristo, que es
la Iglesia en sí. Este rito de la iniciación cristiana es hecho normalmente con agua en el bautismo,
con la inmersión, efusión o aspersión. Utilizando otras palabras del Compendio del Catecismo de la
Iglesia Católica, «el rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o
derramar el agua sobre su cabeza, mientras se invoca el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo».11 El bautismo significa sumergir «en la muerte de Cristo y resucitado con Él como nueva
criatura».12

El bautismo perdona el pecado original y todos los pecados personales y el castigo debido
al pecado. Posibilita a los bautizados la participación en la vida trinitaria de Dios mediante la gracia
santificante y la incorporación en Cristo y en la Iglesia. Confiere también las virtudes teologales y
los dones del Espíritu Santo. Una vez bautizado, el cristiano es siempre un hijo de Dios y un
miembro inalienable de la Iglesia, y también pertenece para siempre a Cristo.13 Además el
bautizado comparte con Él la misión de ser Profeta (predicar la palabra de Dios, especialmente a
los hijos o a quienes no conozcan a Jesús), Sacerdote (ofrecer sacrificios a Dios dentro de nuestra
vida diaria, dejando de hacer actividades que nos gusten mucho o bien realizando aquellas que no
son de nuestro agrado, siempre ofreciéndolas por alguna intención personal, recordando que todo
es para mayor gloria de Dios) y la de ser Rey (preocuparse, al igual que Jesús, por aquellos más
necesitados y olvidados: pobres, enfermos, encarcelados) ocupándonos en hacer oración por ellos
si es que no podemos ayudarlos físicamente.

Aunque el bautismo es esencial para la salvación, los catecúmenos, «todos los que mueren a causa
de la fe (Bautismo de sangre), [...] todos los que bajo el impulso de la gracia, sin conocer a Cristo y
la Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir con su voluntad (Bautismo de
deseo)», consiguen obtener la salvación sin ser bautizados, porque, de acuerdo con la doctrina de
la Iglesia católica, «Cristo murió por la salvación de todos.» Los niños que mueren sin bautizar, la
Iglesia en su «liturgia confiar en ellos para la misericordia de Dios», que es ilimitada e infinita.14

Edad[editar]

En la Iglesia católica, el bautismo se da tanto a niños como a adultos convertidos que no han sido
antes bautizados válidamente (el bautismo, en la mayor parte de las Iglesias cristianas, es
considerado válido por la Iglesia católica porque se considera que el efecto proviene directamente
de Dios, independientemente de la fepersonal, aunque no de la intención, del sacerdote).

Pero la Iglesia católica insiste en el bautismo a los niños porque «habiendo nacido con el pecado
original, necesitan ser liberados del poder del maligno y ser trasferidos al reino de la libertad de
los hijos de Dios».15 Por esta razón, la Iglesia recomienda a los fieles hacer todo lo posible para
evitar que una persona no bautizada venga a morir en su presencia sin la gracia del bautismo. Así,
aunque el sacramento deba ser administrado por un sacerdote, delante de un enfermo no
bautizado cualquier persona puede y debe bautizarlo, diciendo: «Te bautizo en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» mientras que, con el pulgar de la mano derecha, dibuja una
cruz en la frente, la boca y el pecho del enfermo.16 La Biblia sugiere que el Bautismo debe ser
suministrado al que tiene pleno conocimiento del bien y el mal, debe realizarse por sumersión
completa, imitando la muerte y sepultura de Cristo. El propósito es dar a conocer su fe, aunque
albergamos la herencia del pecado, y nacimos en pecado, definitivamente no somos pecadores.
El hecho de que el bautismo sea generalmente administrado a los niños recién nacidos, que, por
eso, no entrando en la vida cristiana por su propia voluntad, explica qué requieren estas personas
para recibir otro sacramento, la Confirmación, cuando llegan a una edad en la que
tienen discernimiento e intelecto suficiente para profesar conscientemente la fe y decidiendo si
debe o no permanecer en la Iglesia católica. Si es así, entonces estará en este caso, confirmando la
decisión que sus padres o tutores hicieron en su nombre en el día de su bautismo. Sin embargo,
como este sacramento imprime carácter, quien recibió el bautismo, independiente de que lo
confirme o no a través del sacramento del Crisma o Confirmación, estará bautizado para siempre.

Símbolos[editar]

En la Iglesia católica, el sacramento del bautismo tiene varios símbolos, pero hay cuatro
principales, que son ellos: el agua, el aceite, la túnica blanca y la vela. Cada uno representa un
misterio en la vida de los bautizados. Además de estos símbolos (que son los principales), el rito
romano también establece la sal, pero este símbolo es utilizado solo de acuerdo con las
orientaciones pastorales de las Iglesias particulares.

Veamos los significados de los símbolos:

- Agua: Representa el pasaje de la vida "pagana" a una "nueva vida". Ella tiene el factor de
purificación, lavándonos del pecado original.

- Aceite: Representa la fortaleza del Espíritu Santo. Antiguamente, los luchadores usaban el aceite
antes de las luchas para dejar sus músculos rígidos y así poder vencer. En la nueva vida adquirida
por el bautismo él tiene la misma función, revestir al bautizado para las luchas cotidianas contra
las amenazas del maligno.

- Túnica blanca: Representa la nueva vida adquirida por el bautismo. Cuando tomamos baño
vestimos una ropa limpia, en el bautismo no sería diferente. Somos lavados en el agua y vestidos
de una nueva vida.

- Vela: Tiene dos significados: el Espíritu Santo y el don de la fe. Por el bautismo somos revestidos
de muchas gracias y la principal es el Espíritu Santo, pues seremos unidos a Dios como hijos para
ser santificados y esta santificación es realizada a través del Espíritu Santo. La fe es un don
fundamental para nuestra vida, es a través de la que reconocemos Dios y por ella recibimos su
gracia.

Crisma o Confirmación[editar]

Artículo principal: Confirmación

Se denomina confirmación del Bautismo o Crisma cuando el bautizado reafirma su fe en Cristo,


siendo ungido durante la ceremonia, recibiendo los siete dones del Espíritu Santo. La unción es
hecha por el Obispo o padre autorizado, con aceite bendecido el Jueves Santo.
Es un sacramento instituido para dar oportunidad a una persona - que fue bautizada por decisión
ajena y que tiene, por delante de la Iglesia, compromisos asumidos por otras personas en su
nombre delante de la pila bautismal – de confirmar el deseo de ser miembro de la familia cristiana
dentro de la Iglesia católica y de reafirmar aquellos compromisos, después de alcanzar la “edad de
la razón”.

Simplemente, la ceremonia es la renovación de las "promesas bautismales", preguntas por el


obispo que preside, en general, hace en voz alta y responde de la misma manera en la
Confirmación de la comunidad.

Como el bautismo, la confirmación también imprime carácter, pudiéndose administrar solamente


una sola vez a cada persona.

Debido a que es un acto de afirmación de los compromisos, la persona puede jamás recibir el
crisma o, yendo a participar de la ceremonia, dejar de confirmar estos compromisos.

De todos modos, el que no fue confirmado o que rehusó renovar los compromisos del bautismo,
puede hacerlo en cualquier momento.

El crisma es, por lo tanto, un sacramento dependiente, complementario al bautismo, ya que no


tiene importancia dada a los que no han sido bautizados.

Eucaristía[editar]

Artículo principal: Eucaristía

Es la celebración en memoria de Cristo, conmemorando su Última Cena, su pasión y


su resurrección. En esa celebración, el cristiano recibe la Hostia consagrada.17

Es el sacramento culminante, que le da a los fieles la oportunidad de recibir e ingerir físicamente el


que consideran como Cuerpo de Jesucristo, en que se transformó el pan consagrado por el
sacerdote, así como el vino se transforma en su Sangre.

En el sacramento de la Eucaristía, la Hostia consagrada (el pan) es distribuida a los fieles, que la
colocan en la boca e ingieren lenta y respetuosamente.

Para recibir la Hostia o comulgar, el fiel debe estar en “estado de gracia”, o sea, debe haber antes
confesado sus pecados y recibido el perdón divino en el sacramento de la Confesión o Penitencia
(se puede comulgar si los pecados no son pecados de gravedad o mortales).

Normalmente, la consagración ocurre durante la celebración de la Misa, rito también llamado de


Santo Sacrificio. El sacrificio es precisamente el acto de la consagración. Consiste en la recreación,
durante la misa, de un momento de la Última Cena de los apóstoles con Cristo, cuando Él sirvió
pan y vino a los apóstoles, diciéndoles que aquello era su cuerpo y su sangre.
La Iglesia católica sostiene que, cuando el sacerdote pronuncia las palabras rituales «Esto es mi
cuerpo» en relación al pan y «Esto es mi sangre» en relación al vino, sucede un fenómeno
llamado transubstanciación, o sea, la substancia material que constituye el pan se convierte en el
cuerpo de Cristo y la que constituye el vino se transmuta en Su sangre. En la Biblia, las palabras del
Señor Jesucristo son de forma figurativa, como la mayoría al hacer una comparación o parábola
para una mejor inteligibilidad, que no es este el caso ya que hablaba exclusivamente a sus
discípulos y enfatizó en las palabras «esto es mi cuerpo...» y «esta es mi sangre...».

El pan transubstanciado es distribuido a los fieles que, a los que ingieren la Hostia están ingiriendo
el cuerpo de Cristo. La Eucaristía es considerada el sacramento de la acción de gracias, en la
acepción de la palabra original griega εὐχαριστία (transc. "eukharistia").

Confesión o Reconciliación o Penitencia[editar]

Artículo principal: Reconciliación

Es la confesión de los pecados a un sacerdote, que aplica la penitencia para, una vez cumplida,
propiciar la reconciliación con Cristo. En otras palabras, es el sacramento que da al cristiano
católico la oportunidad de reconocer sus faltas, arrepentirse y proponerse no pecar más, para así
ser perdonado por Dios.

El reconocimiento de las faltas consiste en su confesión a un sacerdote, que las escucha en


nombre de Dios y concede a aquel fiel el perdón y la paz por el ministerio de la Iglesia.

Del punto de vista formal, el confesante se arrodilla ante un sacerdote, el confesor, y a él le


declara que pecó, que desea confesar lo que hizo y pedir a Dios que perdone sus pecados.

Después de oírlo, cabe al sacerdote ofrecer sus palabras de consejo, de censura, de orientación y
conforta al penitente, recomendando la penitencia a ser cumplida.

El confesado debe rezar la oración denominada Acto de arrepentimiento, después el que el


sacerdote pronuncia las palabras de perdón y bendice al penitentes, que se retira para cumplir la
penitencia que se le prescribió.

La Iglesia católica considera el sacramento de la penitencia un acto purificador, que debe ser
practicado antes de la Eucaristía, para que esta sea recibida con el alma limpia por el perdón de los
pecados. Pero, se entiende también que ese efecto purificador es saludar, siendo benéfico para el
espíritu cada vez que es practicado.

Uno de los más rígidos deberes impuestos al sacerdote por la Iglesia es el secreto de confesión.

El sacerdote está rigurosamente y totalmente prohibido de revelar lo que oye de los files en el
confesionario. El incumplimiento de ese deber es considerado uno de los mayores e más graves
pecados que un sacerdote puede cometer y lo sujeta a penalidades severísimas impuestas por la
Iglesia.
Véanse Jn 20,23; St 5,15.

Unción de los enfermos[editar]

Artículo principal: Sacramento de la unción de los enfermos

La Unción de los enfermos es el sacramento por el cual el sacerdote reza y unge a los enfermos
para estimularles la cura mediante la fe, escucha los lamentos de ellos y les promueve el perdón
de Dios. Este sacramento Puede ser dado a cualquier persona que se encuentre en estado de
enfermedad, y no solamente a personas que están en estado de fallecer en cualquier momento.

Véase St 5, 14-15.

Orden Sacerdotal[editar]

Artículo principal: Orden

El sacramento de la orden concede la autoridad para ejercer funciones y ministerios eclesiásticos


que se refieren al culto de Dios y a la salvación de las almas. Está dividido en tres grados:

El Episcopado: Confiere la plenitud de la orden y torna el candidato legítimo sucesor de los


apóstoles y le es confiado los oficios de enseñar, santificar y regir.

El Presbiterado: Configura el candidato al Cristo sacerdote y buen pastor. Es capaz de actuar en


nombre de Cristo cabeza y administrar el culto divino.

El Diaconado: Confiere al candidato la orden para el servicio en la Iglesia, a través del culto divino,
de la predicación, de la orientación y sobre todo, en la caridad.

Matrimonio[editar]

Artículo principal: Matrimonio católico

Es el sacramento que establece y santifica la unión entre un varón y una mujer, y funda una nueva
familia cristiana. Matrimonio es el casamiento entre varón y mujer, celebrado en la Iglesia y
santificado en la indisolubilidad y en la fidelidad.

Un rasgo distintivo es el sacramento del matrimonio no es oficiado por el sacerdote, sino por la
propia pareja que, realizando el sacramento delante de la Iglesia, piden y reciben del sacerdote la
bendición para la nueva familia que está naciendo.

Las Iglesias ortodoxas también celebran estos siete sacramentos. Para las iglesias reformadas,
como se ha mencionado antes, dichos símbolos manifiestan la gracia, pero no la confieren.

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