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JOSE Y OMAR
Miguel Matrajt
I: INTRODUCCION
Una mañana de marzo de 1996 José y Omar concurren a ver a sus respectivos médicos.
Aunque ambos trabajan en la misma empresa automotriz ZZ, las situaciones son muy
diferentes. José, uno de los miembros del staff, recurre a uno de los especialistas más
renombrados de un hospital privado de moda: su antigua úlcera gástrica había comenzado a
sangrar peligrosamente. Omar, un trabajador de la línea de montaje, estaba siendo curado
por el médico de la empresa de las quemaduras producidas por un accidente...producido, a
su vez, por la mezcla de alcohol con marihuana. Para acceder a la comprensión de la historia
inmediata de estos dos acontecimientos, es menester incluirlos en la historia vital de sus
protagonistas, así como en la situación actual de la empresa.
LA EMPRESA. Tres semanas antes, José, al igual que el resto del staff, fue convocado de
urgencia a una reunión de dos días en un hotel cercano a la ciudad de México. El Sr. S.,
presidente de ZZ Mexicana, así lo había indicado directamente desde la sede de ZZ, adonde
había concurrido para su reunión anual con el Sr. B, el presidente de ZZ Internacional.
Meditando al respecto mientras viajaba, José no atinaba a entender la urgencia, ya que
suponía que el Sr. S los llamaba para felicitarlos. Después de la terrible crisis económica de
diciembre de 1994, que había golpeado fuertemente a todas las empresas, ZZ había logrado
recuperarse en forma sorprendente: durante el año 1995 sus ventas habían descendido
menos que el promedio de las grandes empresas, y las expectativas para ese año en curso
de 1996 llevaban a suponer que se recuperaría el nivel de antes de la crisis. José, como el
resto, esperaba felicitaciones por el éxito conseguido. Idéntica esperanza iluminaba el
interior del Sr. S, el presidente de ZZ Mexicana, durante su vuelo hacia la sede en la cual lo
aguardaba el presidente de ZZ Internacional. Ambos presidentes habían trabajado juntos
unos años atrás, permitiendo incluso la emergencia de una relación personal amistosa. El
ascenso del Sr. B al máximo sitial de ZZ Internacional condujo a un ascenso fulminante de S
hacia la presidencia de ZZ Mexicana. Sin embargo, El Sr. B, rodeado de dos de sus
colaboradores más próximos, lo recibe en forma fría y cortante. Durante 1995, ZZ Mexicana
había enviado a su sede la mitad de dólares que en 1994. El Sr. S procura explicarle la crisis
económica que había sacudido a México en diciembre de 1994, a consecuencia de la cual la
paridad peso/dólar había pasado de 3.50 a 8.20; también intenta esclarecerles los esfuerzos
de la filial mexicana para conservar las ventas en un medio recesivo. El Sr. B conocía la
situación económica de México así como los esfuerzos de su antiguo colaborador tan bien
como este último, pero no tenía la menor disposición para discutir estos asuntos. Las reglas
de juego consagradas, que ambos conocían a la perfección, definían la eficacia como la única
medida de una empresa, y la eficacia de una empresa trasnacional sólo se mide en utilidades
en dólares. El Sr. B circunscribe la reunión a ese punto, y pronuncia una frase lapidaria que
echa por tierra todas las argumentaciones que el Sr. S estaba organizando en su cabeza: la
política que ZZ Internacional iba a instrumentar eran las mismas que ya habían adoptado la
mayoría de las empresas trasnacionales del mundo desarrollado. El Sr. S escucha su
sentencia capital, que aunque sale de los labios del presidente de ZZ Internacional, proviene
del mercado, ese Dios-Padre inapelable del neoliberalismo. La frase siguiente es el tiro de
gracia: el staff de ZZ en el país L había encontrado las formas de hacer frente a los
problemas de devaluación monetaria. En el argot de ZZ Internacional esas palabras sólo
tenían una significación: el equipo para remplazar al Sr. S y todo su staff ya estaba
preparado. A pesar de la amistad, S se había convertido en un peón superfluo del ajedrez
empresarial. El presidente de SS Mexicana tendría plazo hasta diciembre para encontrar un
nuevo camino. Este último demanda al Sr. B otra reunión para la mañana siguiente a los
efectos de presentarle algunas ideas, pero la respuesta es negativa: el "gran" presidente
viajaba esa misma noche a otra ciudad para asistir al casamiento de su hija. "You
understand, my dear S.". Sin duda, el Sr. S "understood" la magnitud del desastre. Uno de
los colaboradores del Sr. B que estaba presente en la reunión había sido un antiguo
compañero de trabajo y de golf del Sr. S. Ambos deciden comer juntos al día siguiente. Su
aliado circunstancial le explica que la única solución sería exportar: había cuatro países
africanos en los cuáles ZZ Mexicana tendría chance, pero existía un acuerdo secreto con
otras dos empresas de la competencia para compartir ese mercado. Para salvarse, a ZZ
Mexicana no le quedaba otra salida que quitarle el mercado a una de las filiales europeas de
ZZ. El aliado le asegura al Sr. S. que contaba con su ayuda clandestina para ese objetivo,
pero esa asistencia no era suficiente. El problema crucial de ZZ Mexicana era su calidad, muy
inferior a la de las otras dos empresas de ese mercado. En ese instante, el Sr S. decide
llamar a su asistente en México para que convoque a reunión para el día siguiente a su
llegada.
JOSE. José es un ingeniero industrial de 42 años de edad. Está felizmente casado y es padre
de dos hijos. Su familia es de origen proletario y de ideología izquierdista. Su padre había
sido un trabajador de la línea de ensamble en la misma empresa ZZ. Cuando José, el
primogénito, tenía once años, su progenitor es despedido injustamente por haber participado
en una huelga. No logra jamás encontrar otro buen empleo, y toda la familia debe afrontar
crecientes dificultades económicas, llegando casi a la pauperización. Su padre enferma de
colitis ulcerativa sangrante y muere cinco años más tarde. La familia entera se aferra al
rencor contra ZZ, considerada responsable del deterioro económico del grupo y de la
degradación de la salud del padre. Aunque José conoce perfectamente las diferencias
anatómicas y patológicas entre su enfermedad y la de su progenitor, en la profundidad de su
inconciente estas distinciones se borran hasta la desaparición. A la muerte del padre, nuestro
héroe debe comenzar a trabajar para pagar sus estudios y ayudar a su madre. Durante su
carrera universitaria, llega a ser un activista importante tanto en los movimientos
estudiantiles de izquierda como en el sindicato de su lugar de trabajo. Como termina sus
estudios con muy altas calificaciones, no tiene problemas para encontrar trabajo como
ingeniero en una fábrica textil. Unos meses más tarde, un amigo le informa que hay una
posibilidad de trabajo muy atractiva en ZZ: un salario considerablemente más alto, y
excelentes perspectivas de ascenso. José queda aprisionado en el conflicto, entre el odio
familiar contra ZZ y la ambición. Reforzando a esta última estaba el hecho de poder casarse
inmediatamente con el amor de su vida. José decide entrar a ZZ, recurriendo a una
racionalización: lucharía siempre por mejorar las condiciones de trabajo de los obreros. En
realidad, el conflicto se abre hacia lo psicosomático: nuestro protagonista comenzará, unos
pocos meses después, a padecer una úlcera gástrica. ¡Las lágrimas de culpa que no podía
verter por los ojos se transforman en gotas de sangre por el estómago! Su carrera en ZZ es
rápida: en tanto es un hombre muy inteligente y tenaz se abre camino, obtiene ascensos y lo
envían a USA durante algunos años. En este país reparte su tiempo entre trabajo en una
planta y su capacitación personal en una especialidad: la calidad. Se destaca a tal punto en
este terreno que es enviado a Japón para seguir un curso intensivo, y, a su regreso, lo
promueven a jefe de sección. Después de cuatro años, es enviado a un país de América
Latina como jefe del turno nocturno, y, posteriormente, a México, el quinto país en
importancia para ZZ Internacional. José pasa a ser el jefe del turno matutino de la fábrica
más importante que ZZ tiene en México, y es el que toma el control cuando el Sr. K, el
director, debe ausentarse. Durante el período en que José trabaja en el extranjero, su úlcera
está bien controlada; surgen algunas recidivas cuando regresa a México, pero ninguna tan
severa como la actual.
Pero, ¿qué ha pasado con su rebelión manifiesta? Ha quedado reducida a una actitud de
diferenciación en relación a los patrones de conducta social de sus pares. Nunca se convierte
en un "yuppi", como los demás altos ejecutivos de ese tipo de empresas. Usa otro tipo de
ropa, vive en otros barrios, sus hijos van a otras escuelas... e instala su oficina muy cerca de
la línea de ensamble, en un cuartito incómodo, sucio, ruidoso, siempre invadido por
regimientos de colaboradores. El contraste con la espaciosa y lujosa oficina del Sr. K., su jefe
inmediato, es más que impactante.
OMAR. Omar tiene 28 años de edad, y proviene de una familia de clase media-baja. Su
madre, el verdadero sostén psicológico de la familia, muere en un accidente de autobús
cuando su único hijo varón tenía 14 años. Nuestro héroe y sus dos hermanas quedan al
cuidado de un padre mitómano e irresponsable. El adolescente reemplaza su vida familiar
por grupos de pares. Apenas puede terminar, con gran dificultad, sus estudios secundarios.
Sus ilusiones de llegar a ser un ingeniero industrial son arrojadas al mismo recipiente
subjetivo de frustraciones acumuladas que los deseos reivindicativos de José. A la edad de
17 años comienza a deambular por diferentes empleos, que no puede ni quiere asumir. Con
todo, unos años después encontrará el trabajo más significativo de su vida, en un taller de
reparación de motos. Allí él se siente creativo, puede utilizar su imaginación e incrementar
sus conocimientos, y por encima de todo, trabaja con placer. Omar compra una moto y se
dedica a reformarla y mejorarla, desarrollando toda su originalidad y potencialidad creadora.
Con la moto establece una relación casi humana, sin caer en el fetichismo. Relación casi tan
importante como la que establece con Claudia, la única de sus múltiples amigas y novias que
le llega al corazón. Pero esta relación termina dramáticamente luego de 20 meses: Omar,
conduciendo la moto, tiene un accidente que dejará a Claudia con un problema irreversible
en sus piernas. Esta última lo deja sin perdonarlo jamás. Omar, a su vez, abandona las
motos para siempre, al mismo tiempo que entierra sus esperanzas en relación al futuro y a
la alegría de vivir. Es así como retoma un derrotero incierto por múltiples trabajos, hasta
que, al cabo de dos años, encuentra empleo en ZZ Mexicana como ensamblador de tableros
electrónicos, una tarea que él detesta desde el fondo del alma. Tanto entrar como
permanecer en ZZ le exigen un esfuerzo cotidiano de corrupción y mentiras, las cuales,
aunadas a su odio frente a la electrónica, le producen un desgaste psicológico extremo. No
es de extrañar, entonces, que recurra al alcohol y la marihuana, y que los accidentes,
aunque pequeños, se sucedan con frecuencia alarmante. Los accidentes y el par verdad-
mentira serán los dos meridianos fundamentales durante toda su vida. Para poder tolerar la
sinergia de adversidades producidas por la ruptura con Claudia, la insatisfacción en el trabajo
y la atmósfera de corrupción y mentira que reina en ZZ, Omar utiliza cantidades crecientes
de alcohol y marihuana. Durante los fines de semana, nuestro hombre pasea de cama en
cama su desesperanza, transvestida en hipomanía y embriaguez, buscando sexo sin amor.
Durante las horas de trabajo, se esfuerza, a veces infructuosamente, por permanecer lúcido.
Los accidentes suelen ser benignos, y les puede hacer frente gracias a nuevas mentiras y
mayor corrupción. Una semana antes del último accidente se da cuenta, que, por primera
vez, el reiterativo discurso oficial acerca de la disciplina, la calidad y las medidas de ahorro,
se acompañaban de cambios en el dispositivo de producción y de un aumento considerable
en la velocidad de la línea de ensamble. Contra toda razón y sentido común, Omar
incrementa su consumo de alcohol y de marihuana para asumir la exigencia.
Las siete bombas nucleares que José había dejado caer producen reacciones en cadena.
Durante algunas horas todos discuten con todos en forma acalorada, y se intercambian
infinidad de acusaciones. Al final, se impone la conclusión más previsible: era menester
hacer un frente común frente a la amenaza común. Es así como deciden tomar el siguiente
conjunto de medidas, igualmente previsibles, pero que acuerdan mantener en secreto: a)
recortar el presupuesto (las utilidades) a todos los proveedores que no sean empresas de los
mismos ejecutivos de ZZ, con el objetivo de bajar los costos y aumentar las utilidades; b)
por idénticos motivos, recortar las compras reales a esos proveedores; c) reemplazar las
nuevas contrataciones de trabajadores por empleos precarios, con salarios más bajos y sin
costos de seguridad social; d) propagar un rumor controlado, acompañado de algunas
informaciones ambiguas, a los efectos de producir el imaginario institucional de riesgo de
cierre de la empresa; e) imponerles a los obreros horas extra sin pagarles el doble, o, si
fuese posible, sin pagarles nada; f) modificar el ritmo y las condiciones de la cadena de
ensamble para incrementar la velocidad de la misma, eliminando las "indisciplinas" con el
objetivo de incrementar la calidad. Esta última medida exigía a José exhibir sus
conocimientos y que se asuma como el cerebro de las nuevas prescripciones de trabajo que
serían inmediatamente aplicadas en las tres fábricas. El otrora joven ingeniero que había
ingresado a ZZ para llevar adelante acciones reivindicativas se transformaba ahora en el
autor intelectual de un crimen contra los trabajadores.
La última etapa de la reunión tuvo como objetivo el inconciente de los asistentes: había que
cambiar el imaginario grupal. Era imprescindible que cambiaran sus vestimentas de verdugo
para disfrazarlas ante los restos de conciencia que aún les quedaban. Los recursos a los que
apelaron fueron tan poco originales como las medidas que habían tomado. Aún cuando todos
estuviesen sujetos a las reglas del neoliberalismo y la globalización, comenzaron por
subrayar que si ellos no hiciesen el trabajo sucio, otros vendrían a hacerlo. Más aún, ¡no
había tal trabajo sucio!. Para demostrarlo, fabricaron un mito: el staff que estaba preparado
para sustituirlos seguramente haría grandes recortes de personal, o cerraría la planta.
Apoyados en estos mitos, se convertían en salvadores de la planta y de los empleos, con lo
cuál se investían de un rol mesiánico. Por otro lado, las astucias y argucias puestas en juego
para disminuir los costos de producción y para revertir los "vicios" de calidad instituidos no
hacían sino poner en evidencia su inteligencia y originalidad. En otros términos, estas
medidas no se convertían en fuente de autorreproche sino en instrumentos para la
realización personal y para la expansión del narcisismo.
No abordaremos las cuestiones ideológicas, incluyendo las éticas, por una cuestión de
espacio (3). Solamente nos centraremos sobre algunos aspectos teóricos.
ZZ es una antigua empresa fordista que ha sido empujada por el mercado globalizado a
evolucionar hacia el post-fordismo, pero las dificultades, los vicios y los prejuicios enraizados
en la historia de la organización convierten este objetivo en tarea imposible. ZZ Internacional
no puede ser sino una copia grotesca de Toyota o Nissan. Para sobrevivir a la competencia
debe utilizar algunos recursos de presión geopolítica o de política nacional, y le demanda a
sus ejecutivos un esfuerzo individual y colectivo sin importar qué precio se pague. La
"solución" ensayada por cada nivel de conducción fue aislar y aplicar, recortada del contexto,
alguna de las reformas post-fordistas, o, simplemente, disfrazar de japonesas a las "tareas
sucias". ¡Una forma particular de llevar a cabo el "kaizen"!. La constitución de los imaginarios
anteriormente señalados, las contradicciones entre discursos y prácticas, las formaciones de
lenguaje y comunicacionales, deben ser comprendidas como la solución posible para ZZ en
esta etapa de transformaciones mundiales del capitalismo y del trabajo. De igual forma se
deben entender los roles en el trabajo.
Los roles de cada quién son, en gran medida, independientes de su historia y su voluntad. La
pertenencia de José a ZZ implica que está obligado a hacer todo lo que se espera de un alto
ejecutivo. Si bien desarrolla algunas actitudes contestatarias como forma de expresar una
rebeldía ingenua e inofensiva, estas actitudes no son sino un estilo personal que conserva
trazas de subversión que le permite mantener la ilusión de ser lo que no es. Las empresas
son sistemas muy rígidos y cerrados, que, aunque transvestidos en institución liberal,
cercenan en extremo la libertad individual. Las novedades y originalidades que las empresas
permiten son aquellas de las que se pueden reapropiar en beneficio de la producción. Las
astucias de Omar se estrellan contra una dura muralla en el momento en que la situación
general impone un límite a ese tipo de actividades. La subversión subjetiva se expresa más
como síntomas ( la úlcera de José, las adicciones y los accidentes de Omar) y como
modalidades particulares de desenvolver las tareas que como oposición vera. La institución
habla a través de la boca de Omar y José, cuyos grados de libertad son más que reducidos.
Como es evidente, la situación descrita ocurre en el momento histórico nacional de mayor
debilidad sindical así como de otras formas de respuesta colectiva frente al autoritarismo.
Desde nuestra posición teórica, estas condiciones del contexto nacional (debilidad del
sindicalismo y subordinación de los gobiernos al capital globalizado) constituyen un
subsistema, cuyo abordaje cognoscitivo es imprescindible. Por ejemplo, hace 25 años
hubiese sido imposible el incremento en la velocidad de la cadena de ensamble que, en
1996, no encuentra ninguna oposición.
OMAR. LOS ACCIDENTES. Sin duda, hay dos accidentes claves en la historia de Omar: aquél
en el que pierde la vida su madre (cuando él tenía 14 años) y el que lleva a la lesión
invalidante de Claudia y la consiguiente ruptura de la relación de pareja más importante de
su vida. Ninguno de los dos se deben a su culpa. Sus accidentes de trabajo están producidos
por la intersección de por lo menos las siguientes cadenas de significación (un sistema
complejo en sí mismo): el efecto de neurointoxicación del alcohol y la marihuana (Johnson,
1990).
Los cambios ergonómicos decididos por la empresa.- ZZ había obtenido grandes éxitos con
sus programas de reducción de accidentes de trabajo. Como empresa, exhibe en todos lados
estos éxitos con orgullo. Los accidentes de Omar, por consiguiente, son un gesto de
subversión y una declaración de rebeldía inconscientes, expresados en un lenguaje de acción
(Matrajt 1993b).
Omar tiene una noción ambigua (proto-conciencia) de su participación en los accidentes
actuales, contrariamente a lo que había pasado en los dos accidentes históricos. La
repetición de los accidentes actuales (inconscientemente provocados) está, también, al
servicio de su narcisismo. Son accidentes que puede controlar, por oposición a los históricos
que lo habían controlado y le habían controlado su vida, y que le habían impuesto los dos
cambios más grandes en su existencia. Actualmente es él quién controla los accidentes,
utilizando mecanismos omnipotentes que le producen vivencias megalómanas. La producción
de pequeños accidentes le permite negar inconscientemente los dos grandes accidentes
determinantes de su vida. Estos pequeños accidentes constituyen escenas simétricas
invertidas en relación con aquellos. Tienen, por consiguiente, una doble significación: la
renegación de esa realidad insoportable, y el intento de descarga catártica de las emociones
depresivas no elaboradas (Matrajt 1994a,1997a).
Omar proviene de un medio popular, donde la cultura machista es un condimento
importante. Los accidentes, como el alcohol, son emblemas de virilidad (Matrajt 1994a,
1993b,1995).
Omar logra, con los accidentes, realizar tendencias autoagresivas (¿pulsión de muerte?) y
autopunitivas.
EPISTEMOLOGICAS II. El lector habrá podido apreciar que le hemos seleccionado los datos
más significativos de cada nivel. Antes de hacer esa selección debimos construir un boceto
provisorio de sistema complejo, en el cuál, según nuestra experiencia, encontraríamos las
determinaciones más significativas para comprender las relaciones entre trabajo en una
empresa grande y subjetividad. Esas determinaciones se estructuran constituyendo
subsistemas. Para dar cuenta de cada uno de ellos hay disciplinas específicas. Nosotros les
planteamos a cada una de ellas las preguntas más significativas y las responden en función
de sus bases teóricas y sus métodos específicos. El relato de la situación de ZZ, así como de
José y Omar, ha seleccionado las respuestas claves que han surgido en la investigación.
Por supuesto, cada subsistema puede ser abordado como un sistema complejo en sí mismo:
los síntomas, los lenguajes, las contradicciones, etc. ¿Por qué, entonces, seleccionamos uno
entre las variantes posibles? La selección depende de la operación teórica o la intervención
que nos propongamos efectuar. Pensamos que la elección de las vivencias subjetivas o de las
relaciones entre condiciones de trabajo (como las estudia la ergonomía) y vivencias
subjetivas no es reduccionista, sino la consecuencia de haber seleccionado espacios muy
cerrados y grupos muy pequeños (ver la bibliografía al respecto). Esa elección no es un
error. Muy por el contrario, esas investigaciones nos han abierto un universo de
conocimientos y significaciones.
Más todavía, ese camino sigue siendo muy fértil en posibilidades, a condición de que el
objetivo sean las pequeñas empresas o un recorte bien delimitado de una empresa grande
(un grupo de trabajadores), y que al establecer las fronteras no se paguen grandes costos
epistemológicos. Pero para la mayoría de las grandes empresas, así como para responder a
otros objetivos (por ejemplo el establecimiento de programas de prevención y/o de
corrección de determinaciones de enfermedad, programas de promoción de la salud mental
en el trabajo, de conciencia de alienación, etc) (Matrajt 1993c, 1994a, 1992b) es menester
tomar otra unidad de análisis. Sostenemos que la unidad de análisis más adecuada para
estos objetivos, aquélla que puede esclarecer mejor las relaciones entre subjetividad y
trabajo en una empresa grande, es la misma empresa. Estudiamos la empresa siguiendo la
metodología del institucionalismo (Ferreira 1998), la consideramos siempre atravesada e
interdeterminada por las condiciones de su entorno (Deleuze y Guattari 1975,1980, Guattari
1976, Baremblitt 1992, Ardoino 1979, Lourau 1975), condiciones que organizamos
cognoscitivamente en subsistemas indeterminados por sus resultantes. En la empresa
estudiamos la subjetividad, siempre atravesada e indeterminada por los otros subsistemas:
el de la organización del trabajo (estudiado por la ergonomía) el de los parámetros
extralaborales, el de la biología, etc. Todo el conjunto, o sea la empresa con sus subsistemas
interiores y sus condiciones de entorno, está en constante transformación a lo largo del
tiempo. Todo el conjunto es susceptible de ser estudiado de diferentes formas de acuerdo a
la operación epistemológica y práctica que nos propongamos hacer.
Hemos intentado poner en marcha una aproximación epistemológica, teórica y metodológica
que oscila operativamente entre Piaget y Deleuze, entre García y Guattari, entre los modelos
matemáticos de las ciencias duras de laboratorio y la frescura de la búsqueda de originalidad
y novedad que caracteriza la subversión individual.
Citas
He elegido este tema para responder a cierta demanda efecto del desconcierto que he
observado en psicólogos sociales con poca experiencia, cuando se les presenta un pedido de
intervención grupal. También, cuando un profesional se da cuenta de que puede instalar un
grupo operativo para esclarecer determinada problemática, pero no tiene la suficiente
claridad acerca de cómo hacerlo.
Lo que voy a presentar no sigue necesariamente un hilo conductor ya que tampoco se trata
de pautar un procedimiento; por el contrario cada situación particular debe ser abordada de
manera precisa y resolver el problema de la estrategia y de la táctica (recordemos que este
vocabulario de guerra es típicamente pichoniano) acorde con el análisis de la coyuntura que
se puede realizar en cada momento. Por tanto, las ideas simplemente enuncian aquellos
tópicos que a mi juicio deben ser tenidos en cuenta; otra cosa es la manera de combinarlos.
A groso modo, diría que hay aspectos que tienen que ver con la subjetividad de los
participantes (básicamente del equipo técnico) y otros que se relacionan más con las
características institucionales donde el grupo operativo podría tener lugar.
A. Aspectos de la subjetividad.
1. Lo primero que hay que tomar en cuenta es el deseo del coordinador, vale decir, la
naturaleza de su interrogación acerca de hacer o no un grupo operativo, de qué
características, con qué finalidad, etc. Habitualmente, el deseo del coordinador se hace
extensivo al deseo del equipo técnico ya que muy a menudo es el propio coordinador el que
elige a un colega para constituir un equipo técnico. La presencia del observador es
imprescindible para realizar una intervención. No abundaré sobre los argumentos que
apuntalan esta máxima ya que hay suficiente bibliografía disponible, comenzando por la
propia propuesta pichoniana, sobre que la intervención grupal debe ser realizada por un
equipo.
Por tanto, la manera cómo se elige al compañero de equipo resulta clave para que el equipo
técnico pueda funcionar como tal. La tarea del equipo técnico es la de esclarecer la tarea del
grupo cliente. Es secundario la distribución de los roles técnicos al interior del equipo técnico
ya que muchas veces el que tiene el contacto para instalar el grupo operativo mantiene con
algunos de los jerarcas institucionales alguna relación de amistad, lo cual aconseja que sea
él el observador y el colega invitado ocupe el rol de coordinador. Lo anterior con el objeto de
sostener la abstinencia de la pareja de coordinación.
Es obvio que en tanto se elige una pareja de trabajo está planteado el punto de la
complementariedad de funciones y ..... de personalidades. Conformar el equipo únicamente
bajo el criterio de la amistad o de la "atracción" recíproca puede acarrear problemas futuros.
Si de trabajo se trata, la complementariedad laboral es lo aconsejable. Con el equipo
constituído es entonces posible hacerse algunas preguntas como: ¿Por qué hacer un grupo?
Así como también ¿para qué hacer un grupo? Preguntas que deberán develarse ante un
tercero...
2. Es el momento entonces para elegir al supervisor. Hay algunos equipos que prefieren
esperar para contratar al supervisor hasta estar seguros de que el grupo operativo va a ser
posible y que se va a poder realizar según los parámetros que han fijado en un inicio. ¡Craso
error! La contratación del supervisor debe realizarse desde el primer momento sencillamente
porque el grupo operativo posible depende de la manera en cómo se resuelvan una serie de
situaciones de gran complejidad. Las primeras jugadas de ajedrez son decisivas ya que
posibilitan las siguientes. Las fantasías que implican su instalación juegan una función
determinante en su viabilidad. Por tanto, se podría pensar en una suerte de pre-tarea de la
supervisión que tiene que ver con:
a. Por qué se elige a tal o cual supervisor, lo que dice relación con la transferencia que se
establece entre el equipo técnico y el supervisor, y al interior del equipo técnico.
b. La construcción de un proyecto posible, esto es, el diseño de la estrategia y táctica para
que el grupo operativo finalmente sea viable.
Si bien esto es archisabido, dispenseme la reiteración: El supervisor está para pensar el caso
en conjunto con el equipo técnico, en ningún modo para ejecutar propuestas.
B. Aspectos institucionales.
Ya que toda demanda proviene de una institución - aunque ésta sea solamente un grupo - es
necesario pensar el lugar que el grupo operativo tendrá en dicha institución.
1. El establecimiento de una tarea para el grupo supone tener claro un cierto proyecto. Para
quién se trabaja, es una pregunta que no puede soslayarse, sobre todo cuando puede haber
distinto tipo de presiones para obtener un informe final. Quién paga no necesariamente dice
de con quién es el compromiso. Al igual que en psicoterapia infantil: pagan los padres pero el
que sufre es el hijo.
- El motivo de consulta define la razón que tiene la institución o el grupo para requerir los
servicios de un experto. Se podría decir que es como una "excusa" ya que a poco de
comenzar el trabajo grupal, el motivo original irá perdiendo intensidad, presencia, ya que
otros temas irán ocupando su lugar. El motivo construye un discurso inicial.
Cuando se ha planteado un motivo de consulta por parte de una institución, tendiente a
instalar un grupo operativo, es conveniente partir del punto en el que todo lo que en el
espacio de la INSTITUCION se dice (independientemente de quién o dónde se diga) conforma
lo que se va a entender como discurso institucional. Lo anterior permite registrar detalles
que en un inicio pueden parecer insignificantes o sin sentido pero que luego comienzan a
cobrar relevancia y pueden ser decisivos para realizar un buen diagnóstico de la situación
institucional.
-El equipo técnico no debe confundir la tarea manifiesta con la latente. No voy a abundar
aquí sobre las diferencias entre tarea manifiesta y tarea latente, tema que Pichón-Rivière y
otros han desarrollado suficientemente. Tan sólo deseo alertar para evitar confusiones. En
todo caso, es un tema central que deberá discutirse con el supervisor.
- El que uno de los integrantes del equipo coordinador tenga que faltar a alguna sesión no es
problema. Sí lo es perder el rol. La pérdida del rol no es significativa por sí misma sino por lo
que produce: un desdibujamiento de los parámetros de seguridad psicológica necesarios
para discriminar el adentro y el afuera grupal. La sesión se puede realizar sin el coordinador
y con la sola presencia del observador y éste se limita a observar como siempre y a devolver
en el momento oportuno. Por su función técnica como representante en ese caso del equipo
coordinador, tendrá que abrir la sesión y cerrarla.
Para finalizar, deseo simplemente mostrar que en las tareas de coordinación nunca hay
errores irreparables. Lo que si puede haber es silencio, falta de análisis, complicidades,
complots, actings, etc., fenómenos éstos que no dejan nunca afuera al equipo técnico.
Recordemos que la regla de abstinencia no le garantiza al equipo técnico la desimplicación,
que no va a ser afectado por el proceso grupal, por las regresiones que se produzcan en el
mismo así como por las angustias dominantes en cada momento. En suma, se trata de pasar
siempre de lo preverbal a lo verbal, de instalar el proceso secundario allí donde se despliega
el proceso primario.
(*) Ponencia presentada en el 5to. Encuentro de Experiencias grupales, Santiago de Chile, octubre de
2001 (Se ha mantenido el lenguaje coloquial ya que la ponencia no fue leída).
5. Alfaro (2000:16) reconoce que "el crecimiento de la psicología comunitaria que ocurre
durante los '90, no se acompaña suficientemente de un incremento de capacidad académica
que le de sustención, lo cual lo hace "vulnerable" y de "riesgo"."
Si ello es así, es conveniente preguntarse por el sentido del crecimiento de la psicología
comunitaria, ya que si carece de producción teórica, en el sentido de que es casualmente
ésta y no otra la que produce conocimiento, lo único que restaría sería una cierta
acumulación de experiencias. Si éstas no son pensadas teóricamente es aventurado suponer
un crecimiento. En todo caso podrían muy bien ser el efecto de impulsos de beneficencia,
voluntaristas, de ayuda, etc., o incluso la puesta en acto de metodologías que obedecen a los
mas disímiles marcos teóricos, todo lo cual sostiene la pregunta de saber si lo que se quiere
lograr es aquello que se produce. ¿Como asegurar que aquellas iniciativas que se supone se
han canalizado en un mismo sentido (crecimiento), no responden a marcos referenciales
distintos? No hay ninguna seguridad al respecto, salvo las buenas intenciones de Alfaro.
A su vez Aceituno (1993:33) constata "... esta práctica se caracteriza por la ausencia de
sistematización de experiencias, por la ausencia de evaluaciones globales, por la difícil
relación programática-institucional, por la inmediatez de su ejercicio, por la ausencia de
definiciones políticas programáticamente entendidas. No existen o son muy escasos los
textos donde se planteen los modelos teóricos a la base y sólo en el último tiempo han
surgido intentos de organización inter-institucional." Apreciación realista que no habla muy
bien de esta confluencia de prácticas comunitarias. Aceituno incluso llega a poner en tela de
juicio el alcance político, emblema bajo el cual se justifican no pocos proyectos comunitarios.
Ahora bien, si la psicología comunitaria no cuenta con una teoría, ni con una metodología
propia, si además no define un proyecto político, y si tiene problemas para especificar sus
logros, sólo cabe pensarla como un lugar mas de trabajo. Esta es la conclusión a la que llega
Alfaro (2000:17) al sostener la hipótesis de que en todo caso, sólo es una práctica
profesional.
"Constatar y dar fundamento a una noción de psicología comunitaria como profesión, y por
tanto, conformada estructuralmente sin autonomía teórica y conceptual, posibilita y exige el
uso de los recursos teóricos y metodológicos disponibles en el acumulado de la psicología,
para el análisis de problemáticas del ámbito comunitario, así como para la fundamentación
de acciones interventivas. "
Por tanto, la psicología comunitaria no se discrimina más que como campo de aplicación, no
porque remita a una óptica particular, ni porque haya podido delimitar un objeto de estudio,
ni una metodología propia y específica, etc., sino porque cualquier cosa de la psicología
podría servir a la "solución" de problemas en su campo. Por tanto, no existe más que
descriptivamente en tanto se define como un campo de aplicación, trasladando allí toda la
ambigüedad y contradicciones del caótico campo de las psicologías.
7. La psicología comunitaria aparece como la 5ta. área de inserción laboral posible. Así, se
agrega a las tradicionales clínica, social, educacional y laboral, todas ellas con la
especificidad que determina una particular relación entre el objeto de estudio (la salud, lo
colectivo, lo educativo y el trabajo) y el establecimiento en el cual se realiza (el hospital o el
consultorio, los agrupamientos humanos, masa, sociedad, la institución educacional y la
empresa o el servicio. En esta lógica, la psicología comunitaria carece tanto de objeto de
estudio como de establecimiento; más bien aparece con pocas posibilidades de diferenciarse
por momentos de la psicología clínica y de la psicología educacional y sobre todo no se
visualiza ninguna distancia con la psicología social. Podría afirmarse que toda la psicología
llamada comunitaria no es más que psicología social, sufriendo entonces también las
vicisitudes de ésta.
Bibliografía:
*Aceituno, Roberto (1993) La psicología comunitaria en Chile. Proposiciones para una intervención
ideológica, elementos para una discusión, Psicología comunitaria y salud mental en Chile, UDP, Santiago
de Chile.
* Alfaro, Jaime (2000) Discusiones en Psicología comunitaria, UDP, Santiago de Chile.
* Foladori, Horacio (2002) La institución de las organizaciones no gubernamentales y su "crisis", Revista
Praxis Nº 4, UDP (en prensa)
* Krause, Mariane y Jaramillo, Andrea (1998) Intervenciones psicológico comunitarias en Santiago de
Chile, PUC, Santiago de Chile.
* Krause, Mariane () La institucionalización de la intervención comunitaria en Chile: características y c
contradicciones, en Martínez, Ma. Loreto(1998) Psicología comunitaria e intervención en comunidades,
Intervenciones psicológico comunitarias en Santiago de Chile, PUC, Santiago de Chile.
* Olave, Rosa María y Zambrano, Laura (comp.) (1993) Psicología comunitaria y salud mental en Chile,
UDP, Santiago de Chile.
* Sanchez Vidal, Alipio (1996) Psicología comunitaria, EUB, Barcelona.
* Weinstein, Luis (1975) Visión general de la salud mental poblacional, Clínica y análisis grupal Nº 1,
Madrid, 1977
Quiero comenzar por hacer mención de un hecho histórico que se conmemora hoy, en esta
fecha, que son los 30 años de la matanza de Tlatelolco, en México en el 68. Este hecho
reviste su gravedad, como ustedes conocerán, porque, fue el preámbulo de las olimpíadas, y
fue una manera como, en su momento, el Presidente de México, Díaz Ordaz, pretendió
controlar un movimiento estudiantil insurgente, que había concitado también apoyo
campesino y popular de diversas sectores del pueblo mexicano.
Todavía a treinta años de esto no se quiere reconocer quién fue el que dio la orden para esta
matanza donde, las cifras oficiales hablan de cerca de 150 muertos, pero sabemos que Ángel
Parra en su canción memorable, menciona más de 400.
Quería establecer simplemente este hecho, como acto recordatorio dado que en México hay
manifestaciones cada año por esta cuestión, bajo el lema "El dos de octubre no se olvida".
Ahora bien, sobre el tema al que ustedes tan amablemente me han convocado, voy a
desarrollar la problemática del grupo operativo. Grupo operativo, supongo, que es un tema
que ha cobrado últimamente, alguna resonancia. Yo discutía con algunos organizadores por
esto de ubicarlo en esta mesa de temas emergentes. Emergente para nosotros es un término
particular porque es un término de la teoría del grupo operativo.
Nosotros hablamos de emergente en el sentido de que es una urgencia, es algo urgente que
emerge; entonces emergente junta ambas cosas. Lo que emerge, emerge en términos de
una determinada estructura del grupo, es decir, lo que emerge es el inconsciente del grupo.
O sea que en ese sentido me parece muy bien que nos hayan ubicado en esta mesa.
Qué es grupo operativo, cómo definirlo. Podríamos hablar mucho de esto pero dado que no
tenemos mucho tiempo voy a reducirme a un par de nociones que me parecen claves. Si
nosotros tuviésemos que dar una definición general del grupo operativo tendríamos que decir
que llamamos grupo operativo a todo grupo en el cual la explicitación de la tarea y el
accionar a través de ella no sólo permite su comprensión sino también su ejecución. Es decir,
la idea de tarea: el grupo operativo se centra en una tarea. La idea de Enrique Pichón-
Rivière, creador de esta teoría y esta técnica, ubica a todo grupo haciendo un trabajo, todo
grupo espontáneo o construido artificialmente, está convocado para hacer algo, ya sea para
tomar el té, ya sea para jugar el fútbol, ya sea para preparar un trabajo de pasaje de curso,
ya sea para curarse, ya sea para desarrollar un plan, una iniciativa de carácter
autogestionario, de carácter comunitario. Es decir, en tanto el grupo se centra en un trabajo,
el grupo entonces encuentra distintos grados de dificultad para desarrollar este trabajo.
La idea de trabajo se nos hace esencial, porque coloca al grupo en una determinada realidad,
que es la gran diferencia entre Pichón-Rivière y otros enfoques grupalistas. Esta es la gran
diferencia porque permite una aproximación a todos los grupos en general, mas allá de lo
que estén haciendo, porque todos hacen un trabajo, o sea que en eso son todos semejantes.
Ahora veamos, qué significa hacer un trabajo. Significa establecer una relación con el medio
y la modificación de éste por un lado y el acto de modificarse que ello implica. Es decir, acá
sabemos que hay una relación dialéctica que se produce a través del trabajo; el trabajo es el
elemento que humaniza al hombre. Entonces en la medida en que el grupo se centra y
realiza el trabajo, o pretende realizar el trabajo, o hace el esfuerzo por realizar el trabajo y
de alguna manera lo hace, genera un proceso de modificación, producto de este trabajo que
tiene dos efectos: uno, lo que va modificando en esta materia bruta, que se va modificando
a partir de este trabajo, y otro, aquello que repercute desde el punto de vista de esta
modificación en los sujetos que trabajan.
El grupo se centra entonces en la producción de cambios en el mundo y en sí mismos. En
este sentido decimos que todo grupo es operativo de manera general, si todo grupo se
centra y hace un trabajo, todo grupo es operativo, opera. Operar quiere decir eso, quiere
decir modificar, hacer un trabajo. Pero en sentido estricto nosotros llamamos grupo
operativo a un grupo que tiene un particular modelo de coordinación. A esta concepción de
grupo que remite a una manera de entender la grupalidad, a la teoría de Pichón-Rivière, que
tiene una metodología de lectura del discurso grupal y que tiene una técnica de intervención
desde el lugar de la coordinación y de la observación. O sea, que en sentido estricto para
nosotros grupo operativo es la modalidad de trabajo grupal fundada por Enrique Pichón-
Rivière.
Pichón-Rivière además de importar la idea de trabajo del materialismo histórico, era un
psicoanalista prestigioso, por lo tanto, también importó a la teoría del grupo operativo, una
teoría de la lectura sobre lo explícito y lo implícito. Lo explícito y lo implícito es algo así como
la terminología que se utiliza en el campo grupal y que remite, con algunas diferencias, a lo
manifiesto y lo latente que trabaja el psicoanálisis. Es decir, esto significa que si bien el
grupo discute cómo hacer este trabajo, se genera la posibilidad de leer mas allá, como dicen
los integrantes de los grupos, de "leer entre líneas" lo que va aconteciendo en el grupo y de
explicitarlo; esa es la función de la coordinación, la función técnica. Entonces, en tanto el
coordinador explicita aquello que está implícito, el grupo toma conciencia de lo que le está
pasando en este trabajo. Al tomar conciencia está, por supuesto, en mejores condiciones
para ya sea trabajar mejor y superar los obstáculos, o desarrollar nuevas "vueltas" en este
esfuerzo por el trabajo, por resolver el trabajo que está haciendo.
El otro aspecto que vale la pena mencionar es que el trabajo sitúa al grupo en una
determinada realidad que le evita regresiones profundas. A diferencia de las teorías de
psicoterapia de grupos mas tradicionales como pueden ser las de Bion, la de Foulkes, las
aportaciones de la escuela francesa del grupo de Anzieu, los americanos, todas estas teorías
que también trabajan con una lectura de la latencia grupal, como trabajan básicamente
centrados en la transferencia, producen regresiones importantes. Para el grupo operativo, el
trabajo lo ubica en un plano de realidad, o sea hay que poder ser operativo. Esto garantiza
que no tenemos un grupo de bebes de pecho (como pueden plantear algunos exponentes de
la escuela kleiniana), sino que tenemos un grupo de adultos, que está intentando ser adulto,
o sea, un grupo que piensa.
El grupo operativo entonces se focaliza permanentemente en una búsqueda del cambio.
¿Porqué? Simplemente porque el grupo operativo tiene como consiga la problemática del
cambio. Aquí hay que dimensionar otro concepto clave para Pichón-Rivière que es la idea de
adaptación activa a la realidad. La canción del poeta dice "cambia todo cambia", o sea que es
obvio que este cambio en el mundo requiere de cada uno de nosotros un proceso de
adecuación permanente, pero resulta que es complicado estar adecuándose
permanentemente a esta realidad cambiante y lo que habitualmente sucede es que nosotros
operamos estereotipadamente. Esto significa que utilizamos el mismo tipo de respuesta, de
comportamiento en situaciones que son disímiles, en situaciones que creemos que son
iguales, pero como la situación ha cambiado, se tratas entonces de situaciones diferentes, y
esto muestra una dificultad de los sujetos de adecuarse a las situaciones cambiantes.
Entonces para Pichón-Rivière la idea de adaptación activa a la realidad, supone que nosotros
tenemos que estar permanentemente en esta adaptación, es decir, adaptándonos pero de
manera activa, es decir, introduciendo cambios también en esta realidad. No es una
adaptación pasiva a esta realidad, sino que a través del trabajo introducimos cambios.
Interesa leer entonces en el desarrollo del grupo la manera como estos estereotipos van
apareciendo, porque casualmente en la medida en que estos estereotipos son señalados, son
puestos en sentido en la estructura del grupo, son verbalizados y analizados, es que
entonces los funcionamientos del grupo se pueden ir adaptando activamente a la realidad, es
decir, pueden ir abandonando estos estereotipos en aras de conductas mas activas,
transformadoras.
O sea que el grupo operativo atenta, provoca un cuestionamiento, diría que bastante fuerte
de los estereotipos. Y digo bastante fuerte porque en general los integrantes que participan
en el grupo operativo, no realizan el abandono de los estereotipos sin dolor, porque los
estereotipos son de cada quién, son propios y en la medida en que los tengo que dejar me
duele dejarlos.
Aparte de que esto, moviliza una serie de otras estructuras. O sea que el abandono de
conductas estereotipadas no es nada fácil, no es un problema de querer, es un problema de
poder, es un problema de poder tener "madera" para eso, también.
Si el grupo promueve el cambio, ¿en qué nivel podemos decir que se da este cambio? Es
decir, ¿cuáles son los cambios que produce la participación en el grupo operativo? En primer
lugar decíamos que el primer nivel de cambio es el cambio de los estereotipos. El cambio en
el interior de la estructura grupal misma supone cambios en la forma de relacionarse con
esta realidad, de construir esta realidad. Pero esto se realiza en el grupo, por lo tanto el
cambio de los estereotipos supone un segundo nivel de cambios que son cambios en las
relaciones interpersonales entre los participantes del grupo. Es decir, las formas en que los
integrantes del grupo se relacionan cada uno con todos los otros, va también modificándose
a lo largo del grupo. Pero la modificación de las relaciones interpersonales supone
necesariamente un cambio en el mundo interno de cada uno de los participantes.
Ahora bien, además de estos niveles, el proceso de participación en el grupo, el proceso de
esclarecimiento sobre los estereotipos y sobre determinados comportamientos grupales,
genera un aumento en la capacidad de escucha de los participantes del grupo sobre lo que
es el discurso grupal. Es decir, al poco tiempo de estar participando se empieza a poder
escuchar otras cosas. Escuchar no es lo mismo que oír, uno oye ruidos y escucha sentidos.
Esto quiere decir que el proceso sensibiliza a los participantes a una mejor escucha, o sea,
pueden empezar a hacerse cargo de determinados aspectos del discurso que los involucran o
que los toca de distintas maneras. Escuchar el discurso grupal es escuchar lo que los otros
compañeros del grupo dicen sobre qué les acontece en este trabajo que realizan en conjunto.
Pero escuchar a los otros es también aprender a escucharse a sí mismo, porque el otro
también me refleja. Entonces en lo que escucho del otro también me escucho a mí.
Esta sensibilización y aprendizaje de la escucha del discurso grupal genera una nueva
manera de pensar en el grupo. Para nosotros el pensar es necesariamente grupal, nadie
piensa sólo, pienso cuando dialogo con otro; mejor dicho, cuando discuto con otro. Y digo
discutir porque es a partir de la oposición que puedo pensar. Si estoy de acuerdo, estoy de
acuerdo, no pienso. Si estoy de acuerdo apoyo, piensa el otro, piensa aquel con el cual estoy
de acuerdo. Para tener ideas nuevas y pensar y poder aportar y crear algo distinto tengo que
hacerlo desde la oposición, tengo que pensar en contra.
Entonces, es interesante observar que el grupo para pensar cómo resolver el trabajo y
pensar sobre el trabajo, genera una manera de asociar que se ha llamado asociar en cadena,
es decir, la manera en cómo el grupo se maneja con la libre asociación: un miembro dice
algo y otro a partir de eso, dice otra cosa y así el grupo va avanzando. Pero se observa que
cuando el grupo está realmente sincronizado, surge un fenómeno espectacular que es el que
algunos integrantes empiezan a hablar como los sobrinos del pato Donald. Hugo, Paco y Luis
hablan de manera super sincronizada: uno empieza la frase, el otro sigue y el otro termina.
Lo cual supone una estructura gramatical que los atraviesa, porque cada uno se inscribe en
el momento apropiado de esta estructura gramatical cuando corresponde. Este es un
fenómeno que se observa perfectamente en los grupos operativos. Se observa, digo, cuando
hay un nivel de sincronización que muestra un punto de eficacia, de eficacia importante en el
desarrollo y la resolución de la tarea.
También, la participación en el grupo genera un aprender a asumir las proyecciones. El
grupo es un espacio naturalmente regresivante, por distintos motivos que no vamos a
desarrollar acá, lo cual hace que haya que tener cuidado cuando uno escucha este discurso,
porque no necesariamente los que hablan hablan por sí mismos, también hablan por otros,
también hay algunos que hablan a través de otros, también algunos de los que hablan, si
bien se dirigen a una persona en especial, de repente ese mensaje tiene otro destinatario. Es
decir, lo que quiero transmitirles es que la escucha del discurso grupal no tiene nada que ver
con lo que nosotros podemos observar sobre este desarrollo empírico ingenuo, sobre lo que
vemos. Descubrimos muchas veces que hay individuos que hablan en nombre de todos, y
esto ocurre así porque si habla del grupo es porque los demás lo autorizan; si no está
autorizado a hablar, "lo callan" de mil maneras y no puede hablar. Es decir, esto es lo que
llamamos desde los mecanismos del grupo, el problema de las depositaciones. Hay algunos
miembros que se hacen cargo de ansiedades fuertes, o de aspectos del grupo y se hacen
cargo porque todos han depositados allí, según el modelo del chivo expiatorio, sus aspectos
rechazados. Asumir las proyecciones es asumir estas depositaciones que hacemos
permanentemente en el grupo, en la persona de los demás.
Todo esto gira alrededor de una cotidianeidad del grupo, porque la problemática del trabajo
no es una problemática intelectual del trabajo. Para el grupo operativo, no se trabaja
intelectualmente, el pensar pensar sobre la tarea implica también un sentir sobre la misma.
Una de las cosas que Pichón menciona de manera muy certera es cómo la sociedad tiene
lugares donde está legitimado el pensar y otros lugares donde está legitimado el sentir. Es
decir, se institucionaliza una suerte de disociación en todos nosotros; si vamos a la escuela,
ese es el lugar para pensar. No tiene sentido que en la clase de matemáticas yo le diga al
profesor "bueno a partir de la fórmula que usted puso ahí, yo siento..." o, "ahora me siento
angustiado porque no entiendo". El profesor me va a mirar con cara rara, me va a decir:
"Mire, yo le puedo explicar el problema,¿ qué es lo que no entendió?". No me va a aceptar la
explicitación de un sentir en un espacio que no está indicado para ello. Pero por otro lado, la
familia es un lugar para sentir, entonces uno no puede ir a la casa y decir "bueno, yo pienso
que en este grupo nosotros tendríamos..." Inmediatamente somos interrumpidos con una
descalificación: "No te hagas el intelectual, lo que sucede es que tu no me querés, ese es el
problema"? Es decir, la familia se centra en esta cuestión del sentir y si uno entonces quiere
hipotetizar, pensar sobre lo que sucede, esto es sentido como una falta de cariño, de amor,
lo que sea.
Entonces dice Pichón ¿por qué tenemos que funcionar de manera disociada? Por un lado,
estamos perdiendo una enorme cantidad de energía y estamos desaprovechando la riqueza
que nos de el pensar sobre el sentir y el sentir sobre el pensar. Entonces esto tiene que ver
con lo que nos ocurre en esta vida cotidiana del grupo que a su vez se hace extensiva a la
vida cotidiana de todos nosotros, la vida diaria. Es decir, lo que nos ocurre diariamente cómo
lo pensamos y cómo lo sentimos.
Además, el grupo operativo genera - en tanto realiza un trabajo, que está centrado en el
trabajo - un cuestionamiento sobre lo que llamamos la ilusión grupal. La ilusión grupal es
esta ilusión, es este "delirio" que se genera en todo grupo alrededor de la idea de que porque
estamos juntos, podemos. Ese es el problema de "la unión hace la fuerza", lo cual en parte
es cierto: la unión hace la fuerza, pero en general nos imaginamos que tenemos mucha más
fuerza por estar en grupo. Es decir, hay que hacer una adecuación al análisis de lo que es la
fuerza real del grupo, de qué es lo que estamos haciendo en los hechos que nos autoriza a
pensar sobre qué es lo que podemos hacer. O sea, el grupo trabaja también sobre la
omnipotencia que el efecto grupo produce. Cuestionar la omnipotencia es "ajustar " al grupo
a sus propias condiciones, a sus propias posibilidades, a descubrir sus límites, a construir su
fuerza real, no imaginaria.
En suma, podemos decir que el grupo operativo genera en su proceso cambios que tienen
que ver con la estructura y con la dinámica, y estos cambios se internalizan como
aprendizaje, se internalizan como análisis de estereotipos, como una capacidad de enfrentar
situaciones nuevas, enfrentarse y resolverlas. Es decir, internaliza un modelo de análisis, de
toma de distancia, de reflexión, de asumir el pensar y el sentir sobre lo cotidiano. Por demás
está decir que además el grupo operativo cuestiona todo el enfoque de la psicología
academicista, individualista, clásica, porque parte de que el individuo se define a partir de las
relaciones, o sea que las relaciones son las que definen a este individuo, por lo que no existe
una psicología individual. Ya Freud había señalado que toda psicología es en un principio
social.
Ahora bien, como ustedes ven esta problemática que el grupo abarca posibilita una amplia
gama de aplicaciones porque hay grupos que espontáneamente pueden ser operativos, pero
también nosotros podemos colaborar para que el grupo pueda ser más operativo. Acá es
donde interviene todo el sentido de la coordinación; cuando se trabaja con la técnica del
grupo operativo, entonces se facilitan los procesos porque el técnico está encargado de ir
mostrando estos obstáculos y las dificultades del grupo. No deja que el grupo caiga en
círculos cerrados, espirales donde "se come la cola", lo que a veces sucede en los grupos.
Es decir, hay grupos que evolucionan de manera natural, pero hay grupos que pueden
necesitar un apoyo técnico y, por otro lado, la participación en el grupo produce, como
vimos, una amplia variedad de posibilidades y de aprendizajes que ayudan a los grupos que
se encuentren en cualquiera de las áreas en que habitualmente la psicología social trabaja.
(*) Conferencia dictada el 2 de octubre de 1998, en el 1er. Encuentro metropolitano de psicología social,
organizado por alumnos de la Universidad Diego Portales, de la Universidad Arcis y de la Universidad de
Chile. Se ha preferido mantener la transcripción de lo dicho.
El grupo-análisis: técnica de diagnóstico de clima organizacional
Análisis de un caso de alcoholismo (*)
Horacio Foladori
Se puede afirmar sin exagerar, que el método del grupo-análisis permite reproducir en el
grupo piloto la totalidad de las variables intervinientes, así como poder valorarlas de una
manera estructural y determinar la incidencia de cada una de manera cualitativa - no
cuantitativa - lo que no deja de presentar ventajas ya que las conclusiones que se extraigan
reproducen el "aquí y ahora" de la empresa con toda la riqueza que ello aporta al diagnóstico
de la situación.
Se pretende que el análisis de caso que se expone a continuación ilustre esto en detalle.
Antes, es conveniente precisar algunos fundamentos del método, que hacen a la congruencia
entre la concepción que se puede tener de la empresa y la puesta en práctica de una técnica
acorde con la misma y que arroje una imagen de una empresa "viviente". Algunos
postulados son:
2. La empresa, si bien constituye un grupo, está también integrada por múltiples grupos
pequeños, los que a su vez tienen sus tareas y responsabilidades específicas. Los integrantes
de los grupos y de la empresa en su totalidad son soportes y creadores de una estructura
grupal informal y a su vez, son efecto de la misma. Son "encargados" de manera no
consciente de determinados conflictos y actúan, muchas veces sin saberlo, situaciones con
otros ajenos a ellos. En suma, cuando se trata del análisis de un grupo es necesario realizar
una adecuada valoración de aquellos aspectos que pertenecen a la conformación del grupo
como totalidad, de otros aspectos típicamente individuales de los sujetos soportes.
De más está decir que las relaciones entre los individuos al interior de un grupo se
caracterizan por principios bastante diferentes a los aportados por la psicología individual
cuando estudia al individuo
aislado, por ejemplo, en lo que tiene que ver con las normativas grupales (E. Mayo 1977;
Sherif 1936) o con los cambios de actitudes (K. Lewin 1947),etc. Por ello, la aproximación
del grupo-análisis al
estudio de la empresa aprovecha una amplia experiencia en grupos y múltiples
investigaciones en el área, además de reproducir una situación natural (E. Jacques 1951;
A.K. Rice 1963).
Para ilustrar algunas de estas cuestiones se analizará el caso de una empresa que permite
mostrar de qué manera se puede realizar el deslinde de las determinaciones de los síntomas
y a su vez, en consecuencia, deducir las proposiciones modificadoras.
CASO: Una empresa productora y repartidora de refrescos embotellados
Se agrega a lo anterior los accidentes que han tenido los camiones, todos ellos muy
aparatosos y con pérdidas importantes de maquinaria y mercadería, así como también
problemas de responsabilidad civil que implican fuertes erogaciones.
Los camiones salen de la planta a las 6:30 a.m. a cargo de un chofer (responsable) y dos
operarios. La ruta a cubrir está determinada con precisión y nunca es terminada antes de las
18 hrs. En algunos casos, los camiones regresan a la planta cerca de las 21 hrs. En todos los
casos, al arribo realizan la entrega de la caja con lo recaudado y llevan el camión a cargar
para que quede listo para el día siguiente. Los sueldos son relativamente buenos y en el caso
de los choferes son muy buenos.
Elementos de diagnóstico
Accidentes de trabajo. Una de las primeras cosas que llama la atención es la gran cantidad
de cicatrices que todos los miembros del grupo tienen. Tanto en la cara, como en las manos,
brazos, piernas, y dicen que hasta en la espalda, por el estallido de las botellas y porque
también al tirar las cajas de botellas desde lo alto del camión, se golpean y se rompen. El
calor y el movimiento hacen que la presión dentro de las botellas aumente
considerablemente, por lo cual, cuando estallan lo hacen con gran violencia. Ahora bien, de
esto la empresa no se entera oficialmente porque las heridas no son denunciadas por temor
a perder el empleo. Se curan como pueden y tratan - en la medida de lo posible - de estar al
otro día en el trabajo de nuevo. Claro está, surge entonces que el equipo de seguridad no es
utilizado: no usan los guantes porque argumentan que al hacer la mano más grande, les
dificulta agarrar las botellas, sobre todo cuando tienen que ordenarlas ya que los comercios
las entregan revueltas. No usan los zapatos con suela antideslizante porque dicen que los
que provee la empresa son inadecuados. De hecho, la empresa solamente a los de planta les
da suelas antideslizantes de buena calidad. Sin este tipo especial de zapatos les es más difícil
trepar al camión y bajar las cajas sin golpes o caídas (y cortaduras). Tampoco usan fajas
especiales para el cuidado de la columna porque son incómodas y n o las soportan por el
calor. En consecuencia las lumbalgias son comunes. De hecho, cada caja pesa 25 kg. y son
capaces de levantar por lo menos tres y a veces hasta cuatro por vez. Comentan
jocosamente cómo se entrenan los nuevos operarios, que deben levantar una caja desde el
piso y colocarla sobre el hombro. El caso es que deben ser capaces de hacer eso con cuatro
cajas: hay algunos principiantes que a la primera clase se retiran y no regresan. Todo este
manejo ostentoso del cuerpo, de la fuerza y la despreocupación por los accidentes, se
asienta en patrones culturales machistas, donde el uso del equipo de seguridad es visto
como que "feminiza" (lo denuncia como débil) al operario. Un "buen macho" debe poder
hacer todo con su fuerza y no preocuparse de las consecuencias. Es evidente entonces, que
los cursos sobre el uso del equipo de seguridad caerán en saco roto hasta que no se
modifique la actitud de los operarios hacia sí mismos, para lo cual habrá que implementar
algo más que un simple curso de capacitación.
Ahora bien, hablando de accidentes reconocen que las respectivas familias se oponen a que
el operario trabaje en la empresa. Los argumentos son variados: Es la familia la que se hace
cargo del herido cuando llega a la casa; hoy es una simple cortadura, pero mañana... lo que
configura una fuente de permanente preocupación. Porque además, los camiones son
asaltados y algo hay que entregarle a los ladrones a cambio de la vida; otra fuente de
preocupación. Las cajas de seguridad que se han instalado en los camiones repartidores
salvan el dinero de la empresa pero no los exime del asalto. El ratero siempre obliga a los
operarios a que le entreguen algo. Por tanto, la angustia de la familia se incrementa pues
temen que algún día el operario no regrese.
Tampoco el horario los favorece: llegan tarde y se van muy temprano y entonces no hay
convivencia en el hogar. Comentan en broma que cuando llegan a la casa la madre les dice a
los niños "llegó el repartidor de..." Ahora bien, este rechazo de parte de la familia hacia el
trabajo que el jefe de la casa realiza, lo comienza a sentir como un rechazo a su persona.
Vale decir, les ocasiona culpa el no poder hacer algo para que las familias puedan vivir más
tranquilas y evitar las quejas, que son sentidas como presiones. Esto hace que el trabajador
tienda a llegar cada vez menos a la casa para evitarse el malestar que le ocasionan las
quejas, ya que no tiene muchas posibilidades de cambiar de trabajo. Tiende entonces, a
permanecer más con los compañeros de ruta y de otras rutas, con quienes convive todo el
día, se distancia del hogar y la "familia" se traslada al grupo de compañeros de ruta: siente
que estos sí se solidarizan con él, incluso lo aplauden y lo estimulan, lo cuidan y lo protegen.
Además, es con los que se puede divertir y recuperar energías luego de una ardua jornada
laboral. Este aspecto crucial tiende a generar un espacio propicio para el alcoholismo.
Alcoholismo: Lo primero que hay que señalar es que todos toman mucho, sobre todo
cerveza, por el calor. Pero este nivel base de consumo sería el que la empresa midió
primero. Por tanto, ¿de dónde puede venir el incremento? Los operarios no tienen claro las
causas de ello, pero entre todo lo que relatan recuerdan que algún tiempo atrás funcionaban
en la empresa equipos de fútbol que se reunían a jugar cuando retornaban del reparto. Los
partidos estaban fijados para las 17 horas y convocaban un gran público. Cuando los
camiones iban llegando, los operarios se encaminaban al partido. Allí se pasaban por lo
menos tres horas y luego comentaban sobre el partido tomando cerveza. Pero se dio el caso
de que por no perderse el partido hubo camiones que abandonaban la ruta y esto ocasionó
que la empresa - sin medir las consecuencias - suspendiera unilateralmente los encuentros
de fútbol. El deporte les proveía además de un compromiso en su tiempo libre, actividad en
sí que poco se podía combinar con la bebida; pero la suspensión de los encuentros abrió para
muchos de ellos, un espacio de varias horas, en las cuales no tenían nada que hacer: se
comenzaron a reunir en la cantina a matar el tiempo.
Análisis de resultados
Una vez terminado el trabajo con los grupos se contaba con información sobre una
multiplicidad de factores; se podía hipotetizar sobre las razones que mantenían y
desarrollaban cada vez más el alcoholismo entre los trabajadores. Este deslinde de las
diferentes causas de este caso concreto y según el imaginario de este grupo permite el
planteamiento de medidas apropiadas y consistentes de solución:
- Factor cultural - Los operarios toman mucho porque provienen de un medio que toma
mucho y donde el tomar es una actividad valorada positivamente porque es propia de
machos. Sentirse macho es tomar y para poder sentirse perteneciente al grupo de iguales,
de trabajadores de la empresa, es necesario compartir entre ellos la bebida. Este ritual al
estilo de la comunión, configura el sustrato alcohólico cuya modificación es harto complicada
porque responde a un valor cultural que trasciende con mucho a la empresa de la que el
caso trata.
- Factor familiar - Los operarios toman porque no desean regresar a sus casas muy
temprano ya que corren el riesgo de ser sometidos a todo tipo de críticas y quejas. Lo hacen
bien entrada la noche cuando ya "no hay moros en la costa". Esta conducta les ocasiona
culpa, porque en el fondo, quieren estar con la familia, con los hijos y para eso trabajan. La
culpa los induce a tomar para neutralizarla, tal cual un estimulante. Este es un factor que es
más fácil de modificar porque es posible tomar medidas que abarquen la participación
familiar.
- Factor psicológico - Toman porque las condiciones de trabajo no son las mejores. Hay
accidentes, hay robos, están expuestos día a día y eso los angustia. Unirse y tomar es una
manera de olvidar. También este factor puede ser modificado si se analizan y elaboran los
temores y riesgos del trabajo.
- Factor temporal - Toman porque no tienen nada que hacer, sobre todo luego que les
suspendieron los partidos de fútbol y no hubo nada que los reuniera y los motivara a hacer
otra cosa de corte recreativo. Este factor, que depende directamente de la empresa, tal vez
sea el factor más sencillo de modificar, considerando actividades para el tiempo libre.
Este análisis de las determinaciones, muchas de ellas incluso ignoradas por los propios
operarios, no se podría haber realizado de otro modo que no fuera a través de la escucha
organizada y sistemática de lo que los operarios tenían que decir acerca de su trabajo, el
ambiente laboral, la relación trabajo-familia, etc. Resulta evidente que una vez aplicado el
método del grupo-análisis es posible diseñar una estrategia a seguir para revertir el índice de
alcoholismo que, como se vió afecta tanto a la empresa en su producción y crecimiento como
a la salud física y mental de los trabajadores.
El grupo-análisis resulta un instrumento (técnica) útil para realizar esta pesquisa ya que
provee la posibilidad de realizar una lectura de la latencia grupal, necesaria para el deslinde
de las causalidades que determinan el síntoma "alcoholismo", por el que la empresa
consulta. Para ello, se parte de que el síntoma se construye como un lugar de
condensaciones de sentidos. El trabajo de análisis grupal supone el proceso contrario.
Bibliografía
Intervención en un ministerio
Horacio C. Foladori y Livia Sepúlveda
Publicado originalmente en Revista PSICOLOGIA, Vol. VIII Nº1, U. de Chile, Santiago, 1999
Puede consultarse en www.psicologiagrupal.cl
Introducción
El caso que aquí se detalla y analiza forma parte, como se podrá apreciar, de una situación
límite ya que pone en tela de juicio a los mismos modelos de intervención. La referencia a los
marcos teóricos no puede soslayarse cuando a veces los esquematismos atrapan al
especialista en una escucha parcializada de lo que acontece en la institución. Muchas veces
se "bajan" modelos de manera mecánica, porque pueden ser los únicos que se conocen, sin
preguntarse muchas veces acerca de las complicidades que el especialista sostiene con la
institución. El análisis de la implicación - a nuestro juicio - resulta imprescindible para
ampliar (aunque más no sea levemente) la apertura de "las anteojeras" que todo sujeto
tiene en una situación determinada, en tanto es atravesado por innumerables instituciones
que lo constituyen.
De ahí que nuestra opción no es por un "desarrollo organizacional", en el sentido de que
previamente se determina que la organización debe ser desarrollada, lo cual supone una
alianza tácita con el staff cliente en tal sentido. Preferimos situarnos en la línea del análisis
institucional que postula metodológicamente, la situación de análisis como de búsqueda e
identificación de los elementos que componen la institución, y de institucional por que hay
que dar cuenta de las luchas de poder al interior de las instituciones (que incluye lo
organizacional, pero también lo ideológico, así como lo libidinal). Creemos que en la esfera
de lo público es más acuciante la necesidad de esta diferencia ya que hay un interés
colectivo más allá de un eficientismo inmediato...; el beneficiario no es el ministro del ramo
sino la totalidad de la población incluyendo a los funcionarios mismos.
2. CONTRATO DE TRABAJO
3.1. Expectativas
Las primeras reuniones dieron cuenta de las expectativas de los funcionarios en cuestión.
a. Se expresó que "creían que se trataría de un sólo taller"; vale decir, la institución generó
un malentendido, tal vez para obtener la anuencia de los funcionarios a participar. Fue
necesario entonces comenzar a mostrar que los problemas tenían larga data y era ilusorio
suponer que en una sesión aislada se podían obtener esclarecimientos sobre situaciones tan
complejas.
b. La actitud de los funcionarios fue - como es habitual según la mecánica de los "cursos" - la
de esperar que los expertos les dijeran qué tenían que hacer y por qué les sucedía lo que
acontecía. Por tanto, se hizo también necesario mostrar que la ansiada "mejoría" era un
trabajo que debería ser hecho por todos, que era un "producto" al cual se podría arribar pero
que había que trabajar para ello. No fue poco el desconcierto.
c. Inicialmente se atribuyó a "problemas familiares" la presencia de tantos problemas en la
Oficina. Ello significaba plantear la cuestión en términos de " no nos metamos con la vida
privada de nadie", lo que constituía una resistencia férrea al trabajo grupal que teníamos que
hacer: abrir los problemas, animarse a mirarlos y esclarecerlos. Naturalmente, la
intervención era sentida como amenazante ya que requería de un grado de confianza y de
compromiso emocional con el trabajo de análisis. Por ello, la insistencia en solicitar
recomendaciones que siempre permanecen como "exteriores" al sujeto y le permite jugar
con la ilusión de que él elige si las va a aplicar o no.
d. Por otro lado, el equipo consultor se convertía en un intermediario entre los funcionarios
de la Oficina y las autoridades administrativas, por lo que - en el imaginario del grupo -
podría negociarse a través del equipo mejoras laborales (salarios, ascensos, vacaciones,
beneficios diversos, etc.), con lo que algunas sesiones se convirtieron en "mesa de
negociaciones" de las condiciones de trabajo. Con ello, los funcionarios al contar con
"abogados defensores" evitaban tener que asumir ellos mismos los reclamos que deseaban
hacer a las autoridades y jugársela por sus ideas y proyectos.
e. También estuvo presente desde el inicio la idea de que por estar el equipo interventor
formado por psicólogos, las reuniones se transformarían en una suerte de terapia de grupo;
y más aún por cuanto el índice de enfermedades psicosomáticas y depresión figuraban entre
los motivos de la convocatoria. Pero se trataba de una "terapia de grupo" que no era
solicitada personalmente como tal , porque ello significaba asumirse como enfermo: jugar a
la terapia de grupo entonces, lo que implicaba la propia negación del intento.
Cada uno de los subgrupos adquirió desde el inicio características propias. Sin perjuicio de
ello, el proceso que siguieron fue similar. Transitaron por diversas etapas y fue interesante
detectar de qué manera el conflicto central del grupo fue variando a lo largo del proceso. En
este sentido sostenemos que lo que llamamos el conflicto central, es aquel lugar en el que
aparece la mayor concentración de fuerzas opuestas. Pero las fuerzas son móviles y según
se esclarecen distintas escenas, es decir, de ser vividas como situaciones antagónicas, pasan
a ser situaciones complementarias; se disuelve el conflicto que aparece nuevamente
polarizado en otro par de situaciones.
Se puede mostrar que el conflicto nació centrado en situaciones personales e
interpersonales, al poco tiempo se polarizó en la figura de la jefatura de la Oficina, más tarde
adquirió la tonalidad de los problemas internos a cada subsección, posteriormente se hizo
presente como conflicto con la institución total: el Ministerio. Más tarde se polarizó en un
férreo cuestionamiento al gremio para adquirir por último la tonalidad de los conflictos
intrafamiliares. Cada uno de estos momentos deberá ser mostrado y explicado ya que
conlleva la respuesta al interrogante general que convoca la intervención, vale decir, ¿cuáles
son las determinaciones del estrés laboral? El grupo contesta TODAS ELLAS, lo cual no
significa que todas operen con el mismo peso, ni tampoco que lo hagan de igual modo en
todos y cada uno de los funcionarios de la Oficina. De hecho, cada participante se vió
afectado de distinta manera por el proceso global.
La primera respuesta del grupo de funcionarios tiene que ver con cómo ellos justifican lo que
les sucede en el Ministerio. Parten de la base de que muchos de los funcionarios concurren al
trabajo con una gran carga emocional producto de situaciones familiares, es decir, los
conflictos personales los indisponen para el trabajo en común ya que se sienten deprimidos,
enojados, alegres , etc. según como vengan desde sus propias casas. Se juega aquí una
cierta manera de pensar los problemas ya que sobre todo la impotencia ante los conflictos
hogareños y la imposibilidad de estar allí (para solucionarlos, ya que tienen que ir a trabajar)
hace que lo hagan con disgusto. Así, atribuyen a una determinada "naturaleza humana" lo
que les sucede en el trabajo: son desleales, tienen problemas de carácter, contestan de mala
manera, tienen falta de educación, tienen familiares enfermos graves, sufren de
desconfianza entre ellos, etc. etc.
Dicho argumento no toma en cuenta que - triste es decirlo - en realidad hay un tiempo
mayor que pasan en el empleo, comparativamente con aquel destinado al hogar y que la
explicación podría ser casualmente la contraria, vale decir, que se llevan los conflictos del
trabajo a la casa: si están más de 8 horas en el trabajo y deben viajar en muchos caso no
menos de dos o tres más, llegan a la casa para cenar y acostarse, por lo que el tiempo en la
casa es exiguo.
Es interesante observar que la reacción de los funcionarios ante las calificaciones es diversa.
Hay quienes prácticamente reconocen preocuparse mucho por la calificación y por la forma
en que se aplican los juicios por parte de la jefatura; hay otros que pretenden "negar" su
importancia, seguramente como una manera de neutralizar la propia sensación de
impotencia que la arbitrariedad de la misma les produce. En todo caso, es un tema que no
deja de poner al desnudo toda la situación laboral por lo que se convierte en un denunciante
de la misma.
Esta queja sobre la jefatura adopta el modelo de una " situación familiar" un tanto conocida.
Los funcionarios se quejan como si estuviesen ante un padre malo, arbitrario que no trata a
todos los hijos por igual y que se reserva las mejores tareas y funciones. Pero a su vez,
también plantean que el jefe "debe mandar" y coinciden en señalar que si la jefatura se
manejara con "mano dura" hay cosas que no se tolerarían en la oficina. (Es evidente que la
competencia y riña entre los funcionarios aumenta de manera manifiesta si el jefe es
condescendiente). Resulta sorprendente este pedido, esta nueva queja que da cuenta de la
enorme pasividad con que los funcionarios se enfrentan a la jefatura, prácticamente no
tienen iniciativa y permanecen a la espera de que sea el jefe quien, a través de sus
instrucciones los reconozca y les diga qué deben hacer. Este aspecto de la pasividad
generalizada reviste singular relevancia ya que aparecerá de diversas maneras a lo largo del
taller y articulado con otros momentos. La pasividad es el efecto de la resignación ("tirar la
toalla", "tirar la esponja", "no hay espíritu de cambio", "no se puede esperar retribución", "no
calentarse la cabeza", "hacerse la lesa", etc.), que a su vez es, tal vez, el peor enemigo del
cambio en la institución.
Cuando se les mostró que seguramente todos los males de la oficina no provenían solamente
de la jefatura, se generó un tercer momento de desarrollo del conflicto que se pasó a centrar
en las relaciones entre ellos mismos, entre las diversas subsecciones que conviven bajo la
gran repartición de la Oficina de Partes.
En todo caso, el conflicto - que abarcó varias sesiones - se fue hablando y analizando hasta
que se disolvió. Los mismos funcionarios reconocieron luego que se había llegado como a un
acuerdo tácito, no sin violaciones a las normas (de horarios) implantadas.
Este momento permitió identificar la baja tolerancia que los funcionarios tienen a las
diferencias entre ellos (de rendimiento, de educación, de formas de ser y hasta de trabajo,
para mencionar las más notorias) como si pretendieran que todos fuesen uniformizados al
estilo de un batallón...
Cuando los conflictos entre secciones y al interior de las secciones se fueron disipando
comenzaron a surgir una serie de reflexiones sobre el trabajo mismo, sobre las tensiones
que genera, sobre la relación que mantiene cada quién con su actividad. Este aspecto se
convierte, en el sentir de los funcionarios, en un punto neurálgico ya que es poco lo que se
puede hacer para cambiarlo por ser el motivo del empleo. Cuesta tomar medidas ante eso y
en muchos casos se depende de instancias que están mucho más allá de la propia Oficina.
Veamos algunos ejemplos:
Hay un momento en que el grupo de funcionarios toma conciencia de que los problemas que
tiene con el trabajo dependen de las normativas, de la forma de organizar el trabajo, de la
estructura burocrática, de las jerarquías, etc., que no necesariamente hace a la naturaleza
del trabajo en sí, sino que pasa por la manera en cómo la institución norma la actividad
laboral. Dicho de otro modo, los conflictos con el trabajo tienen un común denominador ya
que hay responsables que toman decisiones sobre políticas y sobre formas de hacer las cosas
a las que los funcionarios deben someterse (4). No se trata entonces de un problema sobre
la "naturaleza del trabajo en sí " (además, porque los funcionarios están plenamente
convencidos de que el Ministerio y su trabajo, es muy importante, tal vez haciendo gala de
mecanismos de idealización ) , sino sobre la manera en cómo se ejerce un determinado
poder sobre el trabajo, y allí la violencia de la institución aparece en toda su magnitud.
En lo concreto, se vuelven a explicitar en el grupo muchos de los planteos que se hicieron
sobre la figura del Jefe, ya que éste encarna en el espacio de la Oficina a la institución. Sin
embargo, en esta oportunidad hay una mayor discriminación, en el sentido de que el Jefe es
también un engranaje del Ministerio y de que los problemas rebasan su esfera de
responsabilidades.
La única respuesta posible para enfrentar a la institución, que aparece como poderosa y
sólida, es la unión de los funcionarios a través de una organización que les de posibilidades
de luchar. Por tanto, cuando los funcionarios se plantean algún tipo de proyecto
reivindicativo, algún tipo de acción de conjunto para mejorar sus condiciones laborales,
surge inmediatamente el tema del sindicato que acapara las tensiones y que marcan la
presencia del conflicto central. Pero el sindicato también abre a un sinnúmero de dificultades
entre ellos y con la organización que dice representarlos:
Sobre la evaluación
6. SUGERENCIAS A FUTURO
Del análisis del proceso se pueden realizar algunas apreciaciones con proyección a futuro.
2. En lo administrativo:
a. Capacitación: Si bien el Ministerio tiene una muy buena disposición para capacitar
permanentemente a sus funcionarios, pareciera ser - según los funcionarios - que en muchos
casos estos cursos no necesariamente responden a una programación que detecte
prioridades de necesidades de los funcionarios. Además, no pareciera existir una política de
evaluación y seguimiento de los programas de capacitación, que tenga repercusiones a su
vez, en el estatuto salarial y escalafonario del funcionario.
b. Rotación : si bien este es un aspecto complejo y frente al cual los funcionarios tienen
diversos grados de resistencia (tal vez por temor a perder "su feudo") podría convenir
estudiar en conjunto con los afectados, bajo qué parámetros y en qué funciones la rotación
es posible.
c. Desnormativización del trabajo: El trabajo que los funcionarios realizan está tan
estrictamente normado que es imposible realizar cambios creativos para que el mismo
resulte más gratificante. El Ministerio no aprovecha ni la capacidad ni la sabiduría de los
propios funcionarios para ir dando nuevas soluciones a viejos problemas, generando mayores
niveles de participación y compromiso. Es una manera de manifestar confianza y estímulo de
la institución hacia sus funcionarios.
d. Calificación: El sistema resulta ser persecutorio y arbitrario lo cual más que apoyar el
desempeño de la gestión ocasiona casualmente lo contrario: incrementa de manera
significativa los niveles de miedo y de estrés. Es un elemento eminentemente represivo que
afecta la situación salarial y la seguridad futura (jubilación).
Ya que el sistema de calificación afecta la totalidad del Ministerio, debiera cuestionarse los
efectos que está produciendo, los que resultan antagónicos con los objetivos para los cuales
fue propuesto.
Notas
Bibliografía
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* Mendel, Gérard: La sociedad no es una familia, Paidos, B.A., 1993
* Pichón-Rivière, Enrique: El proceso grupal, Nueva Visión, B.A., 1975
1. Introducción
Cuando se abre la posibilidad de pensar al grupo como una nueva unidad de estudio - la que
define a su vez a la psicología social - una serie de fenómenos nuevos se hacen presentes en
el campo en cuestión, ya que era imposible percatarse de su existencia mientras la psicología
no abandonara el estudio del individuo. De la gran variedad de fenómenos que aporta la
investigación sobre el grupo como totalidad, el estudio sobre el liderazgo cobró singular
relieve por varias razones:
Por un lado, el predominio del enfoque individualista tendió a identificar en el grupo, el que
aparecía como una masa informe y continua, individuos y sus funciones, probablemente
como una manera de comenzar por lo conocido. Dicho de otro modo, la ideología imperante
en la psicología no permitía que el grupo pudiese ser considerado como una entidad de otro
orden, diferente a la que se venía abordando. Así, la primera forma de contacto con el
fenómeno del grupo dice relación con un abordaje colectivo, vale decir, pensar al grupo como
una agrupación de individualidades.
Lewin coloca al grupo como unidad de análisis he ahí uno de sus logros. Pero esta unidad le
interesa por cuanto puede ser estudiada en su conflictiva interna,, fuerzas (abstractas)
contrapuestas que responden - en su modelo fisicalista - a la inercia imperante en cada
coyuntura. El mecanicismo da cuenta por tanto de la movilidad del grupo en tanto esta es
permanente, siempre girando alrededor del problema del cambio, idea central que tomaran
otros investigadores.
El liderazgo se sitúa a mi juicio en el entrecruzamiento de estos tres ejes por cuanto aparece
como lo que se diferencia emergiendo del grupo, como aquel que hace laborar al grupo,
organizarlo en aras de un determinado objetivo que lo ha reunido, y, por último, también es
el que concita y desencadena estados particulares, a veces regresivos manteniendo en
muchos casos lazos muy profundos con sus seguidores.
Lo anterior demuestra que el tema del liderazgo no haya pasado desapercibido desde un
inicio y que su estudio ofrezca jugosas recompensas tanto en el terreno de la producción (en
sentido amplio) como en el de la organización y control social.
No existe una clara diferencia entre líder y jefe. Mas bien, en una concepción organicista (el
grupo es para Lewin un cuerpo) las definiciones colocan el acento en cierta funcionalidad,
que tiene que ver con la cabeza ya sea de un grupo o de una institución. En ambos casos
hay un trabajo por realizar cuya encomienda se le carga al conductor. Podríamos acordar
primariamente, una definición de liderazgo del tipo de: El proceso mediante el cual un
miembro del grupo (su líder) influye a los otros miembros hacia el logro de objetivos
específicos grupales.
Desde otro ángulo, K. Lewin analiza la incidencia del grupo sobre el individuo y las ventajas
de leer al individuo desde el campo que el grupo ofrece. (Lewin 1939: 141) "La observación
del grupo proporcionará más y mejor material para la caracterización de la posición y el
papel del individuo dentro del grupo; determinará, por consiguiente, el significado de su
conducta, con mayor precisión de la que se conseguirá observándolo más o menos como una
entidad separada". Sostiene la amplitud de la información que se podría obtener así como la
precisión de las conclusiones.
Y agrega una nota a pie de página que es aplicable por entero al caso del liderazgo, cita en la
cual se adelanta como un visionario a los desarrollos que impulsará Pichón-Rivière quince
años después: "El acentuar el enfoque de campo en relación con la técnica de la búsqueda
de hechos en psicología social no excluye, por supuesto, la posibilidad de que bajo ciertas
condiciones el comportamiento de un individuo pueda ser tratado como un síntoma de
ciertas propiedades del grupo". Si bien la cita no remite explícitamente al problema del
liderazgo, la palabra síntoma utilizada en dicho contexto abre a una serie de posibilidades.
No es necesario entender allí una concepción psicoanalítica del síntoma (aunque se sabe que
Lewin conocía al psicoanálisis) sino simplemente sostener el criterio mas tradicional de
síntoma como señal de enfermedad. As, el síntoma individual, sería aquel que a raíz de las
propias fuerzas grupales en juego, adopta en el grupo un lugar resistencial. En todo caso, un
lugar diferente a través del cual algo es señalado. Pero si de fuerzas se trata, el síntoma es
el lugar donde el conflicto se pone de manifiesto.
3. El problema de la historia
La historia para K. Lewin es entendida en términos de causalidad, tiene que ver con lo que
ha sucedido antes y que da cuenta lógicamente del origen del fenómeno. ¿Cómo aislar
entonces el momento presente, para marcar toda su trascendencia? Lewin tiene que rescatar
el presente considerando la historia pero no de manera definitiva lo que convertiría al
presente en un puro efecto (causa) del pasado, así como el antecedente el futuro.
Tal sea por ello que una de las críticas más contundentes que se le realiza al cuerpo nocional
lewininano tiene que ver con su concepción del tiempo. El énfasis que Lewin ha puesto en los
factores actuales ha llevado a diversos comentaristas a afirmar que la historia no tiene
ningún lugar en la teoría del K. Lewin. Se trata de trabajar en el hic et nunc, énfasis puesto
por el propio Lewin. Ahora bien, creo que tal crítica solamente da cuenta de la dificultad de
los discípulos para comprender los desarrollos del maestro. Se trata de una lectura
demasiado literal de lo formulado por Lewin, que deja fuera buena parte de la
conceptualización metodológica acerca de las coordenadas que determinan el valor de la
causa histórica.
Ahora bien, el caso es que no puede ser de otra manera, cuando se dice que la totalidad
(actual) de los fenómenos del campo son los que dan cuenta de un determinado fenómeno,
necesariamente se está incluyendo entre dichos fenómenos las diversas variables históricas
que tienen presencia de una u otra forma en ese momento actual. No hay posibilidad de
operar sobre la historia sino es desde el presente. Lewin (1939: 139) trata el tema de
manera poco analítica y sin embargo es pertinente dimensionar los alcances de sus
propuestas: "Tanto la psicología como la sociología contienen problemas "históricos" y
ahistóricos ("sistemáticos") íntimamente entretejidos. A diferencia de la psicología, la
sociología ha luchado repetidamente, casi desde un principio, contra el excesivo énfasis
puesto en el aspecto histórico de sus problemas. La transición hacia construcciones
dinámicas hace necesario contemplar este problema lo más claramente posible. No es tarea
de la sociología ni de la psicología eliminar el aspecto histórico de sus problemas. Por el
contrario, la teoría del campo no puede dejar de tener en cuenta el carácter histórico de cada
hecho y su específico marco histórico".
Me gusta leer en esta cita una diferencia entre el momento de la práctica en el cual la causa
histórica no puede ser trabajada y el momento del análisis en el cual el carácter histórico y el
marco histórico sí se constituyen en variables a ser consideradas en las determinaciones de
los hechos. Años después, el análisis institucional introdujo la diferenciación entre campo de
análisis y campo de intervención, discriminación muy útil ya que permite deslindar entre
otros factores, el problema del manejo de la causa histórica y de su conceptualización.
El estudio rector realizado sobre el tema del liderazgo, se configuró de la siguiente manera:
(Schellenberg 1978:88) "El estudio más famoso de grupos inspirado por Lewin fue la
investigación sobre climas sociales de grupo llevada a cabo en 1938 y 1939 en la ciudad de
Iowa por R. Lippitt y R. White. Dispusieron varios grupos de niños jugando bajo diferentes
estilos de liderazgo adulto. El primer bloque de estudios comparaba los resultados entre los
esquemas autocrático y democrático de liderazgo. Un segundo bloque incluía estos dos
estilos más el de "laissez-faire", un tipo de liderazgo no directivo comparado con el estilo
centrado en el líder (autocrático) y con el centrado en el grupo (democrático)".
Hay que señalar que estos experimentos causaron interés en todo el medio norteamericano
repercutiendo significativamente en diversas actividades cotidianas. Deutsch y Krauss (1970:
55), discípulos directos de Lewin, señalan que este experimento "Contribuyó además a
estimular cambios en el tipo de liderazgo en grupos industriales, educacionales y militares, y
determinó el surgimiento de programas de entrenamiento en relaciones humanas,
ampliamente utilizados para ayudar a la gente a capacitarse para el liderazgo de grupos".
Estas experiencias estimularon otras. Por ejemplo, Serraf (1971) realiza un experimento
similar pero con adultos en grupos de trabajo en los que evalúa el grado de satisfacción
personal y el grado de satisfacción en relación con el rendimiento ante el trabajo.
Este relato, más o menos reproducido de manera similar en muchísimos textos de psicología
social, permite aproximarse a la concepción del liderazgo en K. Lewin, así como a su idea de
grupo. Veamos algunos de sus ideas que son deducibles de la forma cómo se realizó el
experimento.
1. El grupo es conformado por el experimentador, desde afuera de él y según
intenciones y parámetros muy precisos. Incluso el experimentador no se incluye en
el grupo, opera desde una cierta distancia diseñando las estrategias que otros (en
este caso los líderes adultos designados) tendrán que implementar sobre niños. El
experimentador mueve los hilos de su diseño.
4. En tanto el líder no hace la tarea sino que "favorece" que el grupo pueda asumirla,
se podría deducir que el líder en realidad cumple funciones de técnico, de
especialista, de asesor del grupo para que el mismo se pueda organizar y trabajar.
En todo caso, la ambigüedad se hace presente ya que según el tipo de liderazgo (por
ejemplo, el autocrático), el grupo debe acatar las directivas impuestas, con lo cual el
líder se convierte en el principal ejecutor de la tarea. Se puede apreciar que hay dos
funciones superpuestas: la función de líder y la función técnica.
1. 5. En todo caso, queda claro que el éxito de la eficacia grupal en los tres modelos
tienen que ver de manera importante con las características de manipulación del
líder de turno ya que el líder asume la responsabilidad de que el grupo funcione, de
que trabaje según el esquema previsto. O sea que para Lewin el grupo requiere de
una aproximación que fuerce cierto destino.
El resultado inmediato es pensar que el líder es algo que hay que agregarle al grupo para
que el colectivo - ahora adecuadamente guiado - pueda realizar su labor. Es válida así la
imposición del liderazgo. Se trata del requerimiento de condiciones fijas, permanentes y sin
posibilidades de cambio ya que se ha construido un cierto perfil del líder, el que se aplica por
igual en todos los casos. El líder es entonces pensado en términos de características
individuales, más allá del grupo. Es un elemento que el grupo necesita y por ello, hay que
buscarlo en el espacio extragrupo. En esta concepción, el grupo aparece colocado en
segundo lugar ya que lo importante verdaderamente es el líder; él es el que puede conducir
a la masa integrada por aquellos que no poseen ese don que es el de ser líder. Entre los
estudios realizados sobresale una cualidad imprescindible para poder ser líder: la flexibilidad.
Esta cualidad es lo que permite, por un lado, que el líder lo pueda ser de una amplia gama
de tareas que el grupo deberá enfrentar, y por otro, la flexibilidad tiene que ver con la
capacidad de congeniar una vasta gama de demandas de los integrantes de la masa,
depositadas en el lugar del liderazgo.
b. La teoría de la función
Si el grupo es una unidad diferente a la suma de las partes que lo componen, entonces el
liderazgo tiene que ver con una determinada función que es necesario realizar. Como dice
Maisonneuve (1968:66) "En esa perspectiva, el liderazgo no será considerado según una
perspectiva estática y estrechamente individualizada, sino como un sistema de conducta
requerido por y para el funcionamiento del grupo, como una condición y una cualidad
dinámica de su estructuración".
En este caso, si bien no es necesario que el líder pertenezca a la estructura grupal, el campo
de fuerzas determina un lugar que debe ser llenado por alguien. Cada grupo entonces, según
su propia dinámica construye dicho sitio. Ahora bien, para este caso lo fundamental es que el
líder sea aceptado y ello tiene que ver con la manera en cómo el líder pasa a cumplir las
condiciones del lugar en que se sitúa. Esto significa pensar en el principio de autoridad ya
que el líder aparece como el miembro que ejerce la más fuerte influencia. Esta posición se
moviliza por tanto, en torno a definir cuáles son los rasgos principales que más comúnmente
son descubiertos pero como características de la función, del perfil requerido para cumplir la
función, no de la persona.
K. Lewín se inscribe en esta línea de pensamiento ya sea por su concepción de grupo como
también por la manera en que sostiene los experimentos sobre liderazgo. El "índice de
aceptabilidad" que daría cuenta de cómo el líder impuesto es recibido, es formulado en
términos de cohesión ya que es desde allí que puede pensarse la forma en como el grupo se
enfrenta - integrado - a la tarea que tiene que resolver. El líder, por ende, cumple un papel
esencial en mantener la cohesión, primer aspecto de la función que determina a su vez el
rol. El líder aparece como una nueva fuerza impuesta, con una función reordenadora de las
mismas. Por ello, podría decirse que el individuo en realidad cataliza algo ya dado en el
espacio grupal, un cierto conflicto que hay que encauzar. Por ello creo que Lewin toma cierta
distancia con la idea de este líder-individuo que si bien está colocado allí arbitrariamente,
aterriza en un mar de contradicciones ya constituidas.
Bibliografía
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Serraf, Guy (1971) Efectos de los estilos de conducción sobre los grupos de trabajo según la experiencia
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Agosto 2002
foladori@emol.com
Texto publicado originalmente en www.psicologiagrupal.cl
La concepción operativa de grupo - que supone que el grupo se centra en una tarea que
debe resolver y se constituye a su vez en el motivo de la convocatoria - plantea una radical
modificación en cuanto a la concepción del liderazgo, comparativamente con cómo se lo
piensa en la psicosociología de origen lewiniano. Si bien las investigaciones de Kurt Lewin se
ubican históricamente alrededor de la Segunda Guerra Mundial, sus aportaciones se han
extendido en el tiempo a través de sus discípulos, centros de investigación y publicaciones
así como en desarrollos producidos en otras disciplinas cercanas. Tal es así que, por ejemplo
los planteos del "Desarrollo Organizacional" tan comunes en nuestro medio, son deudores de
esquemas, producciones nocionales, técnicas y metodologías en las que es fácil descubrir la
escritura de la Escuela lewiniana. Algunos desarrollos irán conformando el tema en cuestión.
1. Liderazgo y tarea
La tarea es el eje del trabajo grupal. "Para nosotros la tarea es lo esencial del proceso
grupal", afirma Pichón-Rivière (1980:19).
El grupo es siempre un grupo de trabajo, por cuanto su razón de ser tiene que ver con
resolver un problema, aquel que se constituye en la razón de su existencia. En este sentido,
el liderazgo tiene que ver en primer lugar, con la manera de organizar dicha labor, en la
forma de conformar un sistema eficiente en el cual todos los integrantes participen de uno u
otro modo y que pueda aprovechar al máximo los recursos grupales, vale decir, aquello con
lo que el grupo cuenta y que es aportado por las individualidades, por las verticalidades (las
historias personales sintetizadas en el momento presente).
El liderazgo entonces adopta una modalidad funcional, ya que tendrá que adecuarse a las
múltiples mini-tareas que el grupo tendrá que abordar para resolver su tema central. Esta ya
es de por sí una innovación conceptual por cuanto el liderazgo adopta entonces una
movilidad que no ha sido prevista en teorizaciones de otros autores. En general se ha
entendido que el liderazgo, por diversos motivos permanece fijo. Pichón Rivière sostiene una
propuesta en la cual muestra la capacidad del grupo de aprovechar sus propios recursos: el
liderazgo variará en función de los diversos momentos que convoquen cualidades presentes
entre los integrantes, los que se pondrán así al servicio del grupo. Cada participante podrá
ser líder en su momento: El trabajo sobre la tarea requiere de la puesta en juego de
cualidades específicas que hará que quien las tiene, se vea en la necesidad de mostrarlas
operativamente, haciéndose cargo de guiar al grupo en ese instante. Pichón llega a decir que
el verdadero líder es la tarea. Esta expresión un tanto temeraria resume de manera clara del
desplazamiento producido. Lo que importa acá es entender que la intervención de los
participantes es posterior a una organización que la tarea instaura en el grupo. Se descentra
el grupo de los participantes quienes aparecen por tanto al servicio de la resolución del
problema acordado. Es cierto entonces que esta metáfora radical supone una concepción del
grupo y de su trabajo más compleja que las propuestas un tanto descriptivas que sostienen
diversos autores.
Ahora bien, en otro orden de cosas Pichón Rivière señala que al interior del grupo el
liderazgo (ahora hablando de ciertos participantes, de ciertos roles) se organiza en términos
de oposición. Este fenómeno ha sido observado por otros investigadores de los mecanismos
grupales. La idea es que cuando en el grupo alguien dice " Vamos a hacer tal cosa" hay
enseguida otra persona que dice "Vamos a hacer lo contrario", así como también están los
segundones que ante el "Vamos a hacer tal cosa", secundan la "moción" diciendo "Sí, creo
que eso es bueno y adecuado". En suma, una cierta posición ocasiona el surgimiento de lo
contrario y de lo similar. Pichón (1989:44) dice " Pero el líder saboteador y el progresista no
actúan solos sino que tienen sus partidarios. Y en los grupos se forman sub-grupos que
pueden abanderar el progreso o el saboteo de la tarea".
Otro investigador que observa este fenómeno aunque lo describe a su manera es Schindler
(1957:62) quien plantea que en la dinámica grupal a todo "alfa" le corresponde un "omega".
Comentando sobre el omega dice que "cumple con una tarea esencial para la dinámica del
grupo, una forma de representación del enemigo en el grupo. Aparece extraño, marginal.
Para ella están dispuestos el nuevo en el grupo y también el menos talentoso o temeroso e
inseguro. El omega se identifica con aquel que sería capaz de oponerse al grupo y que podría
resistir a ello; y este es, naturalmente, el adversario. El se dirige con sus afectos contra el
alfa, del cual siente surgir la agresión contra sí mismo...".
Pero esta forma de operar de todos los grupos es un fiel reflejo de la manera en cómo el
grupo instrumenta una metodología para pensar el problema que tiene que resolver. El
pensamiento se construye por oposiciones las que a su vez producen un movimiento que va
progresivamente agrupando a los diversos integrantes en torno a los lugares ya señalados.
En algunos casos es posible que se llegue a una confrontación que ponga en peligro la
existencia del grupo como un cuerpo total. Cuando no es así, entonces se pueden ir
logrando, paso a paso, ciertos acuerdos intermedios que van conformando el "camino" que el
grupo se digna a construir. "Nuestra técnica de grupos, está inspirada en la técnica del
comando, donde cada persona tiene un rol funcional y el líder del grupo, es el especialista en
la función necesitada en un momento determinado. Es decir, el cocinero es el líder del grupo
mientras se cocina" (Pichón-Rivière 1989). Por tanto, una característica clave del liderazgo
es que sea rotativo (según la tarea) para que pueda ser funcional al avance del grupo.
Pichón-Rivière entonces sostiene - y siempre pensando el tema desde la tarea como lugar
central - que dicha polarización está encabezada por lugares grupales que resultan
funcionales para la resolución de los problemas y que por lo tanto, habría que hablar de dos
tipos de liderazgo efectivo que se constituyen interdependientemente para organizar el
proceso de pensamiento grupal. Así señala que aquel miembro que propone en primer lugar
una alternativa para abordar la resolución del problema se constituye en el líder de progreso,
mientras que aquel otro que le sale al paso para rechazar la propuesta se constituye en el
líder de retroceso. Los nombres utilizados para la designación no tienen más alcance que
mostrar: 1. La polarización que se da en el grupo. 2. La interdependencia de los liderazgos,
ya que no puede existir el liderazgo de progreso sin el liderazgo de retroceso y viceversa. 3.
El lugar que cada quien adopta con respecto a la tarea, lo que no constituye un juicio moral
sobre la disposición o no a trabajar sino tan sólo el lugar emergente en la estructura grupal.
Pichón se preocupa de mostrar que ambos lugares son imprescindibles para que el grupo
pueda analizar el problema y resolverlo, posición muy distanciada de otros enfoques que
pretenden, a veces, "eliminar" al líder de retroceso, para "ayudar" al grupo a avanzar.
Si el líder de retroceso es una función del grupo, es absurdo confundir el lugar con aquel
miembro que ocupa ese lugar. Sacar al integrante que ocupa el lugar no equivale a suprimir
el lugar estructural. Dicho de otro modo, la cirugía es incapaz de extirpar un lugar
estructural, tan sólo se convierte en una técnica de maquillaje que demostrará toda su
ineficiencia cuando tiempo después otro integrante ocupe dicho lugar. Por ello, la solución
tendrá que ser encontrada al interior del espacio grupal donde se ha construido una escena
con un intenso grado de polarización. Sacar a alguien del grupo debido a estos motivos se
constituye en un acto meramente represivo que no coadyuva a facilitar que el grupo pueda
realizar su tarea. La teoría del chivo emisario desarrollada por Taylor (1953) muestra este
mecanismo en todo su esplendor. Ampliaré este aspecto más adelante.
3. El lugar de la coordinación
El liderazgo es un rol, por tanto tienen que ver con el mecanismo por medio del cual el grupo
distribuye los diversos roles entre los integrantes. Los liderazgos no están desvinculados de
otros procesos, de otros lugares y las leyes que los rigen son comunes a otros roles. A
Pichón le interesa mostrar que el liderazgo no es, bajo ningún concepto, un lugar elegido
voluntariamente por alguna persona, sino que tiene que ver con mecanismos implícitos en el
funcionamiento grupal. El liderazgo no puede ser, entonces, impuesto desde fuera de la
dinámica grupal.
El reparto de los lugares tiene que ver con complejos procesos de segregación y de
preservación. "Un miembro de un grupo, siguiendo el proceso natural de adjudicación y
asunción de roles, se hace depositario de los aspectos negativos o atemorizantes del mismo
o de la tarea, en un acuerdo tácito en el que se compromete tanto él como los otros
miembros" (Pichón-Rivière 1969:321). Eso lo lleva a plantear que la segregación, en tanto
mecanismo, genera el rol de chivo emisario. Y continúa:"Otro miembro en cambio, siempre
por el mismo proceso, puede hacerse depositario de aspectos positivos del grupo y obtiene
un liderazgo que se centrará en una o varias de las categorías ya enunciadas (pertenencia,
cooperación, etc.). Sin embargo, ambos roles, el de líder y chivo emisario están íntimamente
ligados, ya que el rol de chivo sirve para preservar el liderazgo a través de un proceso de
disociación o splitting, necesario en el grupo en su tarea de discriminación. Agregamos a
estos tres roles el de saboteador, que es habitualmente, el liderazgo de la "resistencia al
cambio".
5. Liderazgo o coordinación
Se puede afirmar que Pichón-Rivière es el primer psicólogo social que tiene clara la
diferencia entre coordinación y liderazgo. La coordinación proviene del espacio exterior del
grupo y, por tanto, tiene asignada una tarea que tiene que ver con el grupo pero no con lo
que el grupo a su vez hace. El liderazgo es un conjunto de lugares que surgen al interior del
grupo en tanto éste se aboca a resolver sus problemas. Y digo que es el primero que tiene
claro esta diferencia fundamental ya que, por ejemplo K. Lewin, introduce un "líder" al grupo
para hacerlo hacer (vía democrática, autocrática o laissez-faire) aquello que el técnico tiene
encomendado. Por tanto, la intervención lewiniana implica siempre una manipulación, ya que
se aprovecha de un fenómeno central que posibilita que el coordinador ocupe un cierto lugar
en el imaginario grupal, aspecto que será desarrollado en el próximo apartado.
Comentando la confusión entre coordinación y liderazgo Pichón (1965: 297) dice: "La
detección de los liderazgos tiene un importancia fundamental en la comprensión de la
dinámica del grupo, tanto es así, que la estructura y función del grupo, se configuran de
acuerdo a los tipos de liderazgo asumidos por el coordinador (K. Lewin). ... el líder
autocrático del grupo...favorece un estereotipo de dependencia, entrando al servicio del
statu quo de la enfermedad y la resistencia al cambio.
Su característica mas señalada es quizás su incapacidad de discriminar entre rol y persona,
confundiéndose a sí mismo con el grupo." Es decir, pierde su rol - así como su tarea
específica - en tanto entra al servicio de la tarea grupal. Posteriormente, menciona el líder
demagógico - en una clara crítica a K. Lewin que no lo visualiza, tal vez atravesado por su
interés político - reflexionando: "La conducta del líder demagógico tiene una característica
muy marcada: la impostura, es impostor en la medida en que, con una estructura
autocrática, muestra una apariencia democrática, cayendo a veces en situaciones de laissez-
faire, como resultado de estas actitudes contradictorias".
Reconocer la diferencia entre la tarea de la coordinación y los fenómenos de liderazgo en el
grupo instala una ética que Pichón extrae del psicoanálisis. El analista no habla de aquello
que habla el analizando. El analista habla acerca de cómo habla el analizando, no de lo que
éste dice. El analista no hace sugerencias ni le da consejos, ni lo induce a hacer o a dejar de
hacer, ni a tomar resoluciones en un sentido u otro. Simplemente analiza y eso ya es
bastante. Pichón cuenta entonces con esta discriminación, con esta postura ética. Pero en el
proceso individual de la cura no se visualizan otros feómenos que son del orden de la
grupalidad, por ejemplo, el caso del liderazgo y es allí donde Pichón entonces, realiza su
aporte teórico.
Tener clara esta diferencia es imprescindible para conservar el lugar técnico, por ejemplo
ante la seducción grupal que siempre va a pretender - en tanto se reproduce el supuesto
básico de dependencia descrito por Bion (1951) - que la coordinación le resuelva los
problemas. Tener clara esta diferencia es no entrar en el juego de los líderes (de progreso y
de retroceso), tomar partido por alguno y terminar compitiendo por el liderazgo en el grupo,
con el peligroso resultado de que el grupo se ha quedado sin coordinación. Tener clara esta
diferencia es abandonar una cierta omnipotencia la de hacer producir al grupo a un
determinado ritmo, o con tales o cuales resultados específicos.
Lo analizado hasta este momento remite a un determinado nivel de estudio del fenómeno del
liderazgo. Hay otros posibles, por ejemplo aquel que se sitúa en el plano de lo imaginario.
Desde esta óptica, el grupo construye a su vez sus propios lugares que no necesariamente
son aquellos que aporta el discurso de lo explícito. Una cosa es la contratación de un
determinado equipo coordinador para que contribuya al esclarecimiento de los obstáculos
con los que el grupo se encuentra en su abordaje de la tarea y otra muy distinta es la
atribución de cierto lugar al equipo coordinador, adjudicación que no pasa por el contrato
manifiesto de trabajo.
En tanto se materializa el contrato, cierta expectativa al margen de éste comienza a
manifestarse, mostrando este otro nivel de problematización que dice relación con un lugar
construido en el imaginario del grupo y que desencadena una estructura relacional que da
cuenta de un lugar transferencial, en el sentido que el psicoanálisis da a este concepto.
Ahora bien, dicho lugar imaginario determina tanto el discurso grupal como su accionar, a tal
grado que se dificulta el reconocimiento de las características del lugar contratado. Si bien
los distintos integrantes del grupo saben que allí cuentan con un equipo coordinador que
tiene una tarea especifica, dicho rol será tratado como si ocupara para cada uno, un
determinado lugar histórico de saber, de poder, de mando, tal cual si se hubiese constituido
un cierto espacio de liderazgo. El grupo entonces, realiza una oferta muy seductora y por
tanto peligrosa para el trabajo de elaboración que la tarea requiere, ya que propone
tácitamente ungir al equipo coordinador en el lugar del jefe y someterse voluntariamente a
sus designios.
Dicha demanda se constituye en una parte esencial del trabajo que oportunamente Pichón ha
nombrado como pretarea; vale decir, el esclarecimiento paulatino de los roles de cada quien,
siendo los primeros a discriminar aquellos de los integrantes y los de los coordinadores.
Sin embargo, la pretarea jamás es "resuelta" del todo por lo que el equipo coordinador
deberá mantenerse permanentemente alerta para lograr desmarcarse de la adjudicación de
un rol que lo confunde todo y, más aun, deja al grupo sin el resguardo de su sostén: aquel
que le posibilitará pensar. Así, la principal tarea del equipo coordinador es sostener el
dispositivo de trabajo (Foladori 2001), acción que establece en primer lugar, el corte entre el
afuera y el adentro (espacial y temporal), al igual que la diferencia de roles entre integrantes
del grupo y equipo coordinador.
7. Liderazgo e interpretación
Que la tarea aparezca pensada de manera disociada, es decir, polarizada a través de una
dramática grupal que supone dos subgrupos liderados cada uno por un líder de progreso y
otro de retroceso, no hace sino plantear problemas a la coordinación. Tal es así que será
tarea del equipo coordinador mostrar de qué manera es que el grupo se las ha ingeniado
para pensar y analizar el problema utilizando dicha disociación instrumental.
Lo que la coordinación deberá mostrar - en opinión de Pichón - es cómo aquello que es
presentado como opuesto por el grupo, desde otro punto de visto no es sino los dos aspectos
de los mismo, las dos caras de una misma moneda, en una totalidad que trasciende el
enfoque parcial escenificado en la polarización grupal. Y he aquí que el desconcierto grupal
se instala, en la medida en que lo anterior es señalado y disminuye la intensidad de la
angustia que se había producido por la discusión, ya que en tanto el complot (la puesta en
escena disociada) es señalado, el grupo vuelve a aparecer unificado en su trabajo de re-
construcción de su proceso.
Así, los liderazgos van a ir guiando también el trabajo del equipo coordinador, en tanto que
lo implícito en el grupo son aquellos acuerdos tácitos visibles de manera tangencial y que
hacen al análisis de la tarea. De más está decir que más allá, el complot encarna la pasión
transferencial ya que se trata siempre de un movimiento en el que los supuestos básicos
descritos por Bion (1951) operan como organizadores de la polarización inicial que el grupo
instala como demanda a la coordinación.
El notable avance que se produce con la concepción pichoniana del liderazgo responde a un
cambio de paradigma que tiene que ver con situar al grupo en la óptica de la grupalidad. Por
ello, el desmarcarse, el poder mirar el campo en cuestión desde otro lado, el descentrarse -
diría algún epistemólogo -, permite enriquecer sustancialmente la comprensión de los
fenómenos en juego: donde había descripción de apariencias, se introducen relaciones
estructurales. La teoría pichoniana no solamente se apoya en la concepción lewiniana del
grupo sino que la supera ampliamente, en cuanto es capaz de leer al grupo como efecto de
la grupalidad (Foladori 1999), más que desde el conjunto de los comportamientos de las
individualidades que lo conforman. En todo caso, esta brecha entre la descripción de
fenómenos y su experimentación por un lado, y la producción de una teoría explicativo-
comprensiva por otro, resulta en una diferencia que es en sí misma la producción de
conocimientos.
Se trata de una de las más populares formas de visualizar aquello que es y ocurre en un
grupo. El grupo en realidad es un colectivo, un conjunto de unidades que conservan cada
una su integridad. El conjunto no presenta otra particularidad que aquello que lo define como
agrupamiento. Cierto agente exterior al grupo identifica un fenómeno: el de que una
manzana ha comenzado a pudrirse. Se supone una cierta teoría que no aparece explicitada:
la del contagio. De dicho contagio no se habla si bien, se puede entender que determina la
acción. El proceso de pudrición es inherente a cada manzana; sin embargo, no es esa noción
que prima. Se funciona como si la pudrición se pudiera extender a las otras. Debe
intervenirse cuanto antes ya que el proceso es inexorable: todas las manzanas terminarán
podridas. La manzana, la fruta prohibida del paraíso, la fruta de la perdición, el erotismo está
allí implícito, la tentación y la serpiente. Sacar la manzana, desterrar el pecado del grupo,
abolir la tentación, intervenir de inmediato para evitar un mal mayor.
Esta es la visión del liderazgo y de grupo que prima en nuestro medio. Así como se quita,
también se introduce. "Hacer tal curso para ser líder", reza un anuncio de alguna
universidad. El liderazgo impuesto o extirpado (en el caso de un líder sindical), lo que
subyace es una concepción de lo grupal como un colectivo, como una sumatoria de unidades,
como conjunto de pares. La unidad de medida sigue siendo el individuo singular. En el fondo,
no hay grupo como algo diferente. Es la concepción que subyace a cierto enfoque de la
psicología social como especialidad de la psicología general. Se confunde individuo con
sujeto. Se confunde grupo con conjunto. Se confunde el contacto con el contagio. Se
confunde la ciencia con la descripción. Se confunde...
Se trata de una cadena. Los diversos eslabones (unidades menores) aparecen entrelazados a
tal grado que entonces pueden mantener una tensión. Ahora bien, la cadena tiene su
flexibilidad ya que el engarce de un eslabón con otro introduce la posibilidad de una
adecuación a los espacios más disímiles. Ello le da a la cadena una unidad y más que eso,
porque constituye una unidad en sí misma a tal punto que los eslabones pasan a segundo
término. Las unidades menores han construido otra cosa, algo que se presenta como una
unidad mayor y de una naturaleza distinta que anuncian las unidades menores. Se ha
producido un cambio, un salto cualitativo: allí hay algo de otro orden. Ahora bien, dicha
cadena se tensa y en este juego intervienen todos los eslabones. Pero la tensión no es
visible, es deducible. La tensión se hace presente cuando la cadena se rompe. La rotura de
un eslabón hace explícito que allí hubo una tensión que la cadena no pudo soportar y, por
tanto, cierto eslabón se quebró. La ley reza que la cadena se rompe por el eslabón más
débil, porque allí es donde la tensión adquirió el máximo de intensidad. Por tanto, el eslabón
roto lo es por cuanto tuvo que soportar la tensión de los demás. Si se suelda y refuerza el
débil eslabón, aparecerá un segundo eslabón entonces como el más frágil. Es un problema
de lugar y de la energía que transita por la cadena.
El grupo entonces es una unidad nueva, no es un conjunto es otra cosa, se configura como
una unidad lograda por la interdependencia de las unidades menores, lo que le da tal grado
de unidad que configura una unidad indivisible - dentro, por supuesto, de cierta tensión
soportable. A tal grado que aquel que aparece individualizado (eslabón roto) es expresión de
un proceso no visible de tensión que ha recorrido el camino de la interdependencia. Emerge,
por tanto, como figura individualizada de una totalidad que ha hecho su trabajo. En tal
sentido, es representativo de la totalidad, de la tensión que ha sido común a todos. La
adjudicación del lugar (eslabón roto - liderazgo) responde a un proceso no visible.
Se distingue por tanto claramente el registro de lo fáctico y por tanto observable, del registro
de la inferencia estructural y de los mecanismos que operan para determinar, en nuestro
caso, la rotura de la cadena. También, se pone de manifiesto el proceso de depositación,
para utilizar un feliz término adoptado por Pichón-Rivière (1979:109). La tensión es
desplazada y depositada en aquel eslabón "elegido" por sus propiedades particulares, ya que
es el que en ese momento puede mostrar de mejor forma la realidad de la cadena. El grupo
es dinámico, está en permanente movimiento, desplazamiento, depositación, encargo, etc.,
que determina la adjudicación y asunción de roles y por ende del liderazgo.
La teoría de la grupalidad significa un cambio radical de paradigma ya que supone un nuevo
"orden" al interior del grupo. Se puede dar cuenta así de manera más compleja de lo que
acontece con el liderazgo, comprender su estructura de determinaciones y su funcionalidad.
Pichón comparte el célebre dicho de que "no hay nada mejor que una buena teoría".
Junio de 2002
foladori@emol.com
Texto publicado originalmente en www.psicologiagrupal.cl
Bibliografía
América Latina fue, durante los 80 centro de "inversión" para múltiples fundaciones
extranjeras a través de las ONGs que se fueron creando en varios países. La represión
política durante las dictaduras, la pobreza creciente, problemas sociales, etc., señalaban una
"necesidad": la de dar asistencia de diversas maneras a sectores muy amplios de la
población que se vieron "marginados" (1) de las políticas oficiales. El procedimiento de
fundación fue claro: un equipo de personas, en general de técnicos en algo, elaboraban un
proyecto asistencial dirigido a determinado sector social indicado como "privilegiado", se
constituían en una ONG y solicitaban financiamiento a asociaciones y fundaciones
fundamentalmente europeas, aunque también norteamericanas y/o locales.
Si el proyecto era aprobado, recibían los fondos solicitados durante el plazo convenido y se
podían poner a trabajar. Finalizado el plazo, un informe detallado tanto de acciones como de
gastos, y luego de dificultosas negociaciones, se podía abrir la puerta a una nueva
"contratación" por otro período. De hecho, a través de ese sistema se pudieron realizar en
América Latina proyectos bastante novedosos y "beneficiar" a sectores más o menos
extensos de la población. Frente a la ruptura primero y luego destrucción del muro de Berlín
y ante la angustiante situación para los europeos de ver las "necesidades" de sus vecinos
(realidad amenazante, emigración masiva con su efecto xenófobo) dichos fondos se han ido
canalizando a nuevos destinos, lo que hace que América Latina ya no sea más el lugar
"privilegiado" para que las ONG continúen siendo financiadas. Se agrega a lo anterior un
matiz político que es el "retorno" a la democracia de algunos países, que supuestamente
haría innecesaria la "ayuda", vale decir, los gobiernos ahora elegidos "democráticamente" en
tanto representantes de la población, deberían asumir a su vez la cobertura de muchas de
las acciones que las ONG habían estado realizando. En todo caso, las democracias
"tuteladas" como se las llama en algunos espacios - al ser su desarrollo vigilado por los
mandos militares - tienen un importante papel que jugar por su "representabilidad"; ya que
para los sectores europeos que respaldan las ONG la presencia militar no es un elemento
discriminador suficiente: la democracia progresa.
Es cierto que aquí se cuela una determinada ideología que partiendo de la categoría de
"población en riesgo" edifica toda una postura de "asistencia" social por cuanto hay un riesgo
- debe entenderse de vida - suscitado por una marginalidad generada por las políticas
oficiales represivas justificadas por la necesidad de introducir el neoliberalismo a ultranza. Es
decir, el riesgo aparece señalado en el sector salud, educación, trabajo básicamente,
inscribiéndose claramente en una problemática de tipo social.
Pero da la casualidad de que a ese riesgo subyace otro de tipo político - que no se menciona
- y que termina orientando las políticas más generales de estos grupos. El "riesgo" de que el
incremento de población marginada culmine en una serie de importantes movimientos
sociales que unificados políticamente pongan en tela de juicio la permanencia del sistema
neoliberal, que los mismos militares implantaron en América Latina en la década de los 70 y
que cuidan ahora desde bastidores. Y este doble nivel entre el riesgo social y el riesgo
político es el que define las políticas de las fundaciones que respaldan las ONG, ya que son
los gobiernos de esos países europeos los que terminaron manifestando su reconocimiento
de los regímenes militares y luego favorecieron el surgimiento de las ONG casualmente para
"sostener" de algún modo acciones que el modelo neoliberal en lo político dice haber
abandonado. Se trata del doble juego del capitalismo - tan conocido y tan sentido - que
parcha con acciones aquellos puntos débiles inoculando, por la naturaleza de la estructura
misma que transmite, una suerte de parálisis en las instituciones, como otra forma más de
control social y político.
Dicho de otro modo, las ONG se constituyen en un lugar sintomático que aparece en lo
manifiesto como una ayuda útil, planificada, armónica e interesada en el hombre, su
crecimiento y desarrollo. Por otro, en tanto adoptan el modelo de la beneficencia, estructura
a las instituciones según dicha ideología, en la cual, como dice el dicho popular "a caballo
regalado no se le miran los dientes", y entonces todos en la institución terminan operando -
de uno u otro modo - según el modelo de la beneficencia impuesto. La estructura base de
todo esto pasa por el trasfondo de hurto y explotación que desde el "descubrimiento de
América", Europa primero y los EE.UU. después han sometido a Latinoamérica y al resto del
Tercer mundo. Explotación de las riquezas naturales, políticas colonialistas, mano de obra
barata, esclavitud, invasión, etc., a partir de los intereses del capital materializado en la
penetración de las transnacionales. Así se puede hablar de un lugar de víctimas donde se ha
colocado a Latinoamérica. Este aspecto estructural constituye a nuestro juicio un mecanismo
de control social, ya que ata de manos a los técnicos, soportes en actitudes paternalistas y
de autoexigencia culposa que los obliga a dar más de lo convenido porque "como hay otros
que ponen el dinero, yo tengo que, al menos, poner el trabajo". (2).
Este modelo, no debe dejar de generar sus efectos en la "población en riesgo", en la cual
habría que incluir a los "técnicos en riesgo" que son aquellos que a su vez laboran en la ONG.
Porque en todo caso, las fundaciones extranjeras no dejan de generar "fuentes de trabajo":
esa es la ilusión que a su vez venden. Al mismo tiempo la relación del técnico con el "cliente"
es transmisora - como de manera subliminal - de este tipo de implícito que no dejará de
condicionar de varios modos aquello que se recibe tan bondadosamente.
Pero lo más grave, a mi juicio, está en que el modelo de ONG, en tanto estructurado sobre
un sistema financiero de beneficencia, no habilita para pasar a otro modelo pretendidamente
autogestionado. He aquí lo peligroso. Y no habilita porque la subjetividad de la beneficencia
implica un compromiso culposo que impide muchas veces pensar las cosas de otro modo,
vale decir, rompiendo con la beneficencia y renunciando al lugar de víctimas. Plantearse la
necesidad de trabajar (autogenerar grupalmente sus propias fuentes de trabajo) se opone a
la autoimagen idealizada de la "ayuda" que es necesario prestar a la "población en riesgo",
con la cual los técnicos se identifican. En todo caso, resulta claro que "la ayuda" debe poder
cambiar de lugar" : debe poder pasar del lugar de meta al lugar de efecto: sólo podré ayudar
al otro si puedo hacer algo por mí. El otro será el efecto de mi capacidad de hacer cosas,
producir, trabajar y no podrá ser el objeto de mi proyecto. Pero este cambio es
enormemente resistido ya que supone diversos procesos de elaboración a saber:
- renuncia al paternalismo de la beneficencia que por su propia naturaleza estructura y
condiciona la acción de trabajar como ayuda.
- renuncia al lugar del "dador" de "ayuda" a otros.
- análisis de las condiciones objetivas del trabajo que se realiza, para pensar la
"productividad" según las determinaciones capitalistas.
- renuncia a una cierta mezcla ideológica entre trabajo y militancia en la cual trabajar y
cobrar por él, está mal visto (en determinada "ideología" socialista) y como la militancia no
se cobra, se confunde automáticamente a la militancia con la beneficencia y la solidaridad.
- renuncia al lugar de víctima (social y política) y a los enormes beneficios - como los
beneficios secundarios del síntoma - que ser víctima implica.
Un interrogante que me inquieta durante estas reflexiones se centra en las determinaciones
de las ONGs en los dos períodos en que se hace referencia: Si bien surgen durante los
gobiernos de facto, se adecuan para permanecer durante los gobiernos "democráticos". Pero
mientras bajo los gobiernos militares constituyeron búsquedas autogestionadas colectivas de
trabajo (ante la enorme desocupación generada por el "ajuste" del modelo socioeconómico)
para responder a las amplias necesidades sociales de ayuda, y hasta con pretensiones de
lograr un poder popular paralelo, en tiempos actuales se han convertido en pequeñas
empresas del sistema, perdiendo buena parte de su finalidad política y sobreviviendo gracias
a la habilidad para "ganar" licitaciones. En suma, muchas se han constituído en consultoras
paraestatales. Es decir, ¿qué ha sucedido con este proceso de institucionalización?
En todo caso, habría que discutir la relación entre la víctima de una acción - la que a su vez
está fechada como hecho social - y el imaginario que implica sentirse víctima - que alude a
una permanencia en un determinado lugar social, que demanda una y otra vez por una
"reparación" a todas luces imposible. Hegel en la dialéctica entre el amo y el esclavo había
analizado este tipo de relación. En el caso que nos ocupa, es indudable que vivirse como
víctima es vivirse como esclavo: es hacerse cargo del deseo del amo. La víctima tiende a
eternizarse en el sentirse víctima utilizando para ello buena parte de su energía y
abandonando otras posibilidades más creativas y ricas de realización.
En un análisis estratégico habría que pensar también que las ONG cuentan en su haber con
una honda experiencia en la elaboración de proyectos viables (¿autogestionados?) y con un
bagaje de experiencia de negociación nada despreciable, si han podido sortear los requisitos
de las "normas de calidad" de los europeos...
La estructura de la beneficencia
foladori@emol.com
Texto publicado originalmente en www.psicologiagrupal.cl
Notas:
(*) Trabajo a publicarse en Revista PRAXIS Nº 4, UDP, Santiago de Chile, 2002 (en prensa).
(1) El término "marginación" resulta una noción equívoca ya que alude simultáneamente a diversos
procesos y lugares de los más dispares. Si bien no se pretende realizar un análisis exhaustivo de sus
sentidos, creo que vale la pena deslindar algunos de manera breve:
- En primer lugar hay que decir que marginal viene de margen, o sea que la noción hace a una cierta
ubicación, a una topología, a un cierto lugar respecto a otro que sería el centro. Claro está, las
anotaciones " al margen", por su lugar, resaltan más que lo que está en el centro: llaman la atención.
- Jurídicamente apunta a estar " al margen de la ley" lo que constituye un contrasentido ya que los
primeros que se marginaron fueron los movimientos golpistas. Pero como el que tiene el poder es el que
dicta las normas, "marginado" en América Latina nombra a aquellos individuos que configuran los
perseguidos políticos por "atentar" contra el régimen establecido, aunque sea "de facto".
- Ideológicamente, marginados son aquellos que no participan de la ideología oficial y que promueven
ideas "totalitarias" u otras que llevarían - en la opinión de algunos (radicales) - a la desintegración social
y al caos.
- Socialmente, el marginado es aquel que está al margen de "la sociedad", pero la sociedad aparece
definida en términos de sociedad desarrollada, por lo que el marginado es el que no hace una vida social
como "todos". Aquí hay dos matices: 1) la marginación con respecto a la sociedad de consumo en
términos de sociedad "avanzada", aquel que no tiene para comprar cosas, objetos de consumo, y 2) la
marginación en términos de vida rural (más "salvaje" o "primitiva" y atrasada) como opuesta a la vida
citadina (supuestamente más civilizada).
A su vez y sobre todo en las ciudades, marginado también es aquel que carece de los servicios
elementales, ya sea porque por el lugar donde vive no llega luz, agua potable, teléfono, transporte
público, correo, etc., ya porque, por el motivo que sea, no cuenta con servicios como educación, salud,
vivienda, prestaciones sociales, etc.
- Laboralmente, el marginado es el desocupado, parcial o totalmente, o que trabaja en tareas no
reconocidas como "trabajo": prostitución, pepenadores, tragafuego, etc. Aquí también habría que ubicar
a los jubilados...
- Educativamente, el marginado es el analfabeta o que cuenta con niveles de "instrucción" mínimos en
función de ciertos criterios "deseables".
- Subjetivamente, marginado es el que " se margina" de un grupo por lo cual es culpable de su propia
marginación. Interesante conclusión ya que exime a los demás de toda responsabilidad y además lo
hace objeto ideal para ser utilizado como chivo expiatorio por parte del grupo. En suma, y para decirlo
en pocas palabras, los marginados son los malos. Es el problema de las nociones funcionalistas.
(2) No creo conveniente discutir aquí el problema de las determinaciones y limitaciones que a su vez los
proyectos tienen en sí mismos. Muchos técnicos de ONG se animan a sostener que no sufrieron
"recortes" o que sus proyectos fueron aprobados tal cual por las fundaciones extranjeras, significando
con ello que los europeos se "tragaron" la "semilla revolucionaria" implícita en el mismo. Hasta podría
creer que esto es verdad. Pero soy un poco más escéptico por aquello de la implicación: es decir, de qué
modo cada quién está metido, se la juega, manifiesta su deseo, en lo que hace. En este caso, el primer
objetivo del equipo técnico es hacer que el proyecto sea vendible "en Europa", para lo cual ya se
conocen algunas de las condiciones que debe cumplir éste. En suma, la autocensura puede ser más
peligrosa que aquella que proviene del exterior.
(3) P. Clastres, (1971) El último círculo, Investigaciones en antropología política, Gedisa, México, 1987,
p. 15.
Una secta, en su sentido más global no es más que un grupo de personas aglutinadas por el
hecho de seguir una determinada doctrina y/o líder y que, con frecuencia, se han escindido
previamente de algún tipo de grupo doctrinal mayor respecto de cual, generalmente, se
muestran como críticos.
Una Secta Destructiva (SD) será todo aquel grupo que, en su dinámica de captación y/o
adoctrinamiento, utilice técnicas de persuasión coercitiva que propicien la destrucción
(desestructuración) de la personalidad previa del adepto o que la dañen severamente. El
que, por su dinámica vital, ocasione la destrucción total o severa de los lazos afectivos y de
comunicación efectiva, del sectario con su entorno social habitual y consigo mismo.
Cualquier grupo con escasa o nula independencia de su doctrinario, podrá ser un campo
abonado que bajo los condiciones apropiadas, pueda darse la persuación coercitiva. Y cuanto
más intensamente se dé cada uno de los siguientes puntos, tanto más destructiva podrá ser,
para el psiquismo del adepto.
Las sectas hacen su proselitismo de forma que puedan filtrar grandes cantidades de gente,
para así poder llegar a detectar a los individuos más frágiles. Y es innegable que utilizan una
variada gama de procesos manipuladores que logran que los futuros adeptos queden
adscritos a la red sectaria a través de un proceso ajeno a su voluntad, pero sin duda, pocas
veces ajeno a su disponibilidad o necesidades inconscientes.
Las SD siempre se presentan encubiertas de una imagen, doctrinal y vital, muy atractiva
(que nunca se corresponde con la realidad del grupo). La función de esta es la de actuar a
modo de reclamo publicitario o anzuelo para atraer hacia sus filas a un target de
características específicas o, simplemente, filtrar la mayor cantidad de gente posible que
"esté buscando algo". En esta fase del proceso de captación se despierta en el posible
candidato sentimientos tan dispares y complementarios como el interés, la curiosidad, la
necesidad y la afinidad (que pueden llegar a ser identificación). De este modo, en la secta
CEIS en Barcelona, que ha usado la cobertura de consultorios psicológicos, tratamiento de
problemas de pareja y sexuales y esotéricos adivinación, del futuro y espiritismo,
encontramos muchos que entraron en la secta por conflictos de pareja, homosexualidad,
abundan los que habían quedado muy afectos a causa de la muerte de algún ser querido y
que les resultaba deseable el "contactar" con ellos a través del espiritismo. También se
encontró gran interés en la rehabilitación de drogadependientes.
Una vez superada esta primera fase de atracción, la manipulación de marco doctrinal llevará
al neófito hacia las etapas de seducción y despersonalización.
El proceso despersonalizador que subyace debajo de toda dinámica de SD se basa en la
aplicación de una serie de técnicas de persuasión coercitiva, en general desarrolladas de un
modo intuitivo por el líder del grupo, que incrementando progresivamente su intensidad, se
inician en la fase de seducción-captación y acaban demoliendo buena parte de la
personalidad del neófito.
En síntesis, las SD utilizan tres estrategias básicas combinadas: el exacerbar el
comportamiento emocional en detrimento del racional, el repetir intensamente eslogans
(ideas sobre comportamientos o dogmas) muy simples, y finalmente el usar el doble
mecanismo del premio-castigo. Todo este proceso se estructura alrededor de una serie de
comportamientos que, en forma de enunciados, se detallan a continuación:
Ambiente manipulado.
Corte de lazos afectivos.
Cancelación o control de las actividades sociales.
Supresión de información ajena a la SD.
Control de todas las comunicaciones.
Manipulación del lenguaje.
Ritual de incorporación.
Marca de distinción (identidad de grupo).
Maniqueismo (uno frente al mundo).
Supresión de propiedades.
1. Supresión de la individualidad
2. Debilitamiento físico. A través de:
Alimentación insuficiente.
Descanso insuficiente.
Actividad desmesurada.
Ataque sensorial.
De salir una SD se detectan una serie de problemas post traumáticos que conforman lo que
se ha dado en llamar el síndrome post-secta. Estas alteraciones, con lógicos matices en
función de cada estructura de personalidad, se dan en la práctica totalidad de los ex
miembros de SD, en al menos, los seis primeros meses de vida fuera de SD. Tener presente
el estado anímico que generan es fundamental para poder abordar una buena terapia y un
correcto proceso de reinserción social.
Depresión.
Soledad.
Autovaloración negativa.
Culpabilidad.
Bajo nivel de autonomía adaptativa.
Embotamiento de la agudeza mental.
Tendencia a caer en estados alterados de conciencia ("flotación").
Rencor hacia la secta.
Temor a la secta.
Dificultad de justificación.
Se debe tener en cuenta que el sujeto que ha sido expuesto a todos estos procesos, se lo
debe considerar con una personalidad propensa a ser víctima de este tipo de organizaciones.
Por lo general cuando logran salir de una SD es porque se metieron en otra.
Pensamiento
Educación Publicidad Propaganda Adoctrinamiento
Reforma
FOCO DEL Muchos El cuerpo del El cuerpo del El cuerpo del El cuerpo del
CUERPO DEL cuerpos del conocimiento se refiere conocimiento conocimiento se conocimiento
CONOCIMIENTO conocimiento, al producto, se centra en diseña se centra en la
basados en competidores, cómo la persuasión explícitamente gente que
resultados vender e influenciar política de para inculcar cambia sin su
científicos en vía la persuasión legal. masas de la valores de conocimiento.
varios gente. organización.
campos.
Quiero invitarlos a representarse una imagen. Volamos en helicóptero, alto, sobre un estadio
en el que está por finalizar un encuentro. Los invito a imaginar, a ver en el estadio un tazón,
bastante lleno de un líquido como aceitoso, denso. De repente, me imagino como si al tazón
le sacaran el tapón, el líquido comienza lentamente a correrse por los bordes, por la base del
mismo. Veo como una mancha fuera del tazón que se mueve, se desplaza aumentando de
tamaño en varias direcciones. Poco a poco el tazón va quedando vacío y la mancha rodea ya
buena parte del tazón y se continúa hacia lo lejos perdiendo intensidad, se torna más
transparente y fragmentada. Poco más allá se comienzan a diferenciar algunas gotas que
continúan su movimiento independiente.
Se me ocurre que es como un bosque, grandote, muy extenso, veo sólo su color más o
menos uniforme hasta que en los extremos se torna ralo, y aparecen algunas manchas
parciales, como islas de color. Veo el bosque, no los árboles.
Abandonemos por unos instantes este juego de imaginación para introducirnos en la lectura
del texto freudiano, una vez más nuestra principal fuente de reflexión.
Comenzaré por una larga cita: En Psicología de las masas y análisis del yo, Freud comienza:
"La oposición entre psicología individual y psicología social o de las masas, que a primera
vista quizás nos parezca muy sustancial, pierde buena parte de su nitidez si se la considera
más a fondo. Es verdad que la psicología individual se ciñe al ser humano singular y estudia
los caminos por los cuales busca alcanzar la satisfacción de sus mociones pulsionales. Pero
sólo rara vez, bajo determinadas condiciones de excepción, puede prescindir de los vínculos
de este individuo con otros. En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total
regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el
comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido
más lato, pero enteramente legítimo.
La relación del individuo con sus padres y hermanos, con su objeto de amor, con su maestro
y con su médico vale decir, todos los vínculos que han sido hasta ahora indagados
preferentemente por el psicoanálisis, tienen derecho a reclamar que se los considere
fenómenos sociales. Así, entran en oposición con ciertos otros procesos, que hemos llamado
narcisistas, en los cuales la satisfacción pulsional se sustrae al influjo de otras personas o
renuncia a estas. Por lo tanto, la oposición entre actos anímicos sociales y narcisistas -
autistas, diría quizás Bleuler (1912) - cae íntegramente dentro del campo de la psicología
individual y no habilita a divorciar esta última de una psicología social o de las masas" (2).
Veamos en detalle este párrafo tan preciso y tan sugerente. Se podría decir que Freud
realiza aquí una especie de ajuste de cuentas. Toda la psicología es social y en todo caso, lo
que habitualmente llamamos psicología individual no es sino un caso particular de aquella.
Muestra de qué forma el otro cuenta "con toda regularidad", vale decir que la psicología
individual es impensable sino se la explica desde la psicología colectiva. Freud opta partiendo
del todo para pensar las partes, para recortar en "condiciones de excepción" a la posibilidad
individual, pero no duda en argumentar que todas las llamadas relaciones de objeto son
psicología social y tienen derecho a ser pensadas desde dicha óptica.
¿De qué hablamos entonces cuando nos referimos a la psicología individual? Solamente a
"ciertos procesos que hemos llamado narcisistas". Así, el momento autista se funda en una
retracción energética como un polo efecto de las relaciones de objeto. ¿Pero bajo qué
coordenadas se produce dicha sustracción? ¿Cuál ha sido el origen de estas cargas?
Sigue Freud: " Nos formamos así la imagen de una originaria investidura libidinal del yo,
cedida después a los objetos; empero, considerada en su fondo, ella persiste y es a las
investiduras de objeto
como el cuerpo de una ameba a los pseudópodos que emite." Tenemos pues un primer
momento en el cual la libido está en el yo (narcisismo primario) y de la cual parte hacia los
objetos en un segundo momento. Esta extensión reproduce el pseudópodo de una ameba, se
extiende hacia los objetos.
Pero más interesante parece ser la reflexión de Freud acerca de ese momento "oscurecido
por múltiples influencias" y que se encarga de justificar a partir del cubrimiento que realizan
los síntomas neuróticos. Dicho de otro modo, el narcisismo primario no es visible ya que
quedamos encandilados por la sintomatología neurótica. Aclara Freud que desde el punto de
vista de la energía "al comienzo están juntas en el estado de narcisismo" y posteriormente,
cuando ocurre la investidura de objeto, es posible diferenciarlas; es decir, poder apreciar
aquella energía que se deposita en el objeto de aquella que permanece en el yo
(narcisística).
Ahora bien, el próximo problema al que se enfrenta Freud tiene que ver con el estatuto
yoico. ¿De qué estructura yoica estamos hablando y cómo es posible suponer su existencia
desde un inicio, pensando en un narcisismo primario? Freud es categórico, "Es un supuesto
necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al
yo; el yo tiene que ser desarrollado. " O sea, inicialmente no contamos con un yo
constituído; hablar de un narcisismo primario es todo un proyecto, no es una realidad, hay
energía pero no hay una estructura diferenciada y constituida como el yo.
Continúa Freud "Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son inicialmente, primordiales; por
tanto algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el
narcisismo se constituya "(5). En suma, inicialmente tenemos energía (autoerótica) pero se
requiere de una determinada acción, de un particular movimiento para que tengamos el
narcisismo primario. Ese "algo" es absolutamente central para el argumento freudiano ya
que nos abre la puerta a suponer un movimiento de diferenciación cuyo efecto es fundar ese
yo muy primario. La energía autoerótica, vale decir que se satisface in situ, alude a su vez a
una imagen corporal parcializada y fragmentada. El cuerpo, entonces no aparece constituído
como una unidad sino que se presenta como fragmentos de un rompecabezas que seguirán
un camino de unificación. El contenido de ese "algo" (identificación) es secundario en la
argumentación; lo que interesa destacar es que ese "algo" introduce - como proceso - una
diferencia que tiene un efecto fundante.
Freud sigue el mismo modelo que para la identidad sexual: la estructura biológica no
determina de manera mecánica la psicología. Esta debe avanzar en su propio proceso y, tal
vez, quizás, " se encuentre" con la biología, pero puede ser que ello no ocurra así. Que el
cuerpo biológico esté unificado no quiere decir que la representación psicológica del mismo
también lo esté. Que el niño tenga pene no necesariamente significa que su identidad sea
masculina.
Dejemos por momento estos aspectos para centrarnos en otras nociones. Se trata de la
consideración que Freud realiza en el Malestar en la cultura (6) del sentimiento oceánico.
Freud se ve entrampado en una discusión con Romain Rolland acerca de la existencia de ese
sentimiento - que Freud prefiere llamar "sensación de eternidad" - y su posible aplicación a
la religiosidad. Porque el problema del método lo pone a Freud en una disyuntiva: él no cree
encontrarlo en sí mismo, pero no está en condiciones de afirmar que no exista, que no se
pueda dar en otros mortales. Aquí hay un problema metodológico relevante: frente a alguien
que ve algo y alguien que no lo ve, naturalmente tendemos a creerle a aquel que dice que lo
ve. Freud, únicamente se reserva el derecho de interrogar por su precisión y por la forma en
que se lo interpreta. En la discusión pormenorizada que realiza, no puede dejar de señalar en
un principio que "Normalmente no tenemos más certeza que el sentimiento de nuestro sí-
mismo, de nuestro yo propio. Este yo nos aparece autónomo, unitario, bien deslindado de
todo lo otro" (7). Vale decir, Freud se preocupa por analizar los deslindes del yo (ya
constituído) con el ello (reservorio de la energía libidinal) y con el mundo exterior y los
objetos de éste, por ejemplo en el caso del enamoramiento. Pero una reflexión ulterior lo
lleva a reconocer que "Este sentimiento yoico del adulto no puede haber sido así desde el
comienzo. Por fuerza habrá recorrido un desarrollo que, desde luego, no puede demostrarse,
pero sí construirse con bastante probabilidad. El lactante no separa todavía su yo de un
mundo exterior como fuente de las sensaciones que le fluyen"(8).
Este sentimiento oceánico o, mejor dicho "sensación de eternidad" nos resitúa en un pasado
en el que los límites del yo se encontraban no determinados y en un movimiento de ida y
vuelta: "del polvo venimos y al polvo volveremos", como reza un dicho popular. Interesa
mostrar que la omnipotencia que se deduce de esa "sensación de eternidad" es el primer
elemento que se observa en los grupos y que D. Anzieu ha llamado con justeza "ilusión
grupal", aludiendo con ello a las diversas expresiones que el grupo tiene para la idea de su
poder, efecto de su unión (la unión hace la fuerza), ya que se retorna a la idea de que el yo
es todo, por tanto, todo lo puede.
Posteriormente, Lacan al comentar el problema del narcisismo, propone el estadio del espejo
como la instancia en la cual la imagen corporal se constituye. "No hay que olvidar tampoco el
valor afectivo alcanzado por la gestalt de la visión de conjunto en la imagen corporal,
teniendo en cuanta que aparece sobre un fondo de perturbaciones y discordancias orgánicas:
todo indica por tanto que es allí donde hay que buscar los orígenes de la imagen del 'cuerpo
despedazado'. "(10) Para fundamentar el estado caótico en que se encuentra el recién
nacido, Lacan se apoya en varias observaciones, entre ellas la teoría de la fetalización de
Bolk que plantea la ventaja del ser humano sobre los animales casualmente en lo prematuro
de su nacimiento. Por ello es que la imagen corporal lograda ante el espejo se constituye en
el primer momento en el que el todo aparece dado. Dicha unidad no deja de ser una simple
imagen, dice Lacan, " La Ilusión de unidad en la que un ser humano busca el autodominio y
que bordea siempre un constante peligro: deslizarse nuevamente hacia el caos del que
partió. Ilusión que pende sobre el abismo de una vertiginosa Aquiescencia en la que quizá
pueda verse la esencia misma de la Angustia" (11).
Me interesa destacar el reconocimiento que hace Lacan de ese "caos del que partió", como
un momento previo a la constitución yoica, incluso previa al momento del narcisismo
primario. Un momento en el cual el cuerpo fragmentado, desarticulado y "despedazado"
pone en tela de juicio la posibilidad de pensar el tema de la individualidad. Un cuerpo que no
puede menos que estar mezclado, confundido, diluido con otros cuerpos... Ahora bien, esta
fase no deja de ser a su vez fundadora de una cierta vivencia de abismo en la cual Lacan se
anima a postular el origen de toda angustia. Volveremos sobre esta imagen.
Bleger es un autor poco prolífico, lo cual no quita que sus aportaciones sean particularmente
originales y operativas. Su trabajo con grupos y con instituciones lo llevaron a realizar
propuestas en las que es posible visualizar varios niveles de ruptura con concepciones
anteriores y en particular con el psiquismo individual.
Sostiene que el grupo puede funcionar haciendo abstracción del nivel sincrético a partir de
un particular clivaje. Reconoce que el sincretismo es estructurante ya que está presente, y
se lo ignora.
Bleger critica la idea de serialidad propuesta por Sartre como aquel momento en el cual el
conjunto de individuos no conforman aún un grupo, por ejemplo, en el caso de personas que
hacen la cola esperando el autobús. Sartre (13) había sostenido que dichas personas se
sienten no teniendo ningún lazo entre sí, la gente se ignora, se desconoce, no guardan
relación unos con otros. Bleger sostiene que ocurre todo lo contrario. La carencia de
interacción visible no implica que no hayan aceptado ya un código común y varias normas -
ya que respetan, por ejemplo el orden de llegada, la forma de la cola, etc.- y por eso ya son
un grupo. Ya que no hay interacción aparente, el sincretismo adquiere toda su magnitud; se
mueve como una masa aparentemente informe pero que responde a una estructura que
tiene sus normas. La normatividad tácita da cuenta del sincretismo: hay una acuerdo en
mantener entre sí una no relación. Aceptan la indiferenciación "la indiscriminación entre el yo
y el no yo, entre cuerpo y espacio, entre yo y otro".
Otro ejemplo que trata Bleger con rigurosidad es el de la relación madre hijo. La madre
realiza tareas hogareñas y el niño juega en silencio a un costado. Ya que no hay interacción
entre ellos se podría suponer que no hay grupo. Ahora bien, si la madre sale del local, el niño
dejará su juego y la seguirá tal vez llorando. Por tanto, la relación de la madre con el hijo no
pasa por una individuación, más bien se podría hablar de una especie de soldadura que hace
que operen como grupo. Bleger sostiene que muchas veces los temidos silencios de los
grupos se constituyen a partir de la emergencia del nivel sincrético. El sentimiento de
soledad tiene sus raíces en este nivel. Nótese que el sentimiento de soledad sólo es posible
luego de haberse logrado algún nivel de discriminación, no lo es desde el puro sincretismo.
En el desarrollo de los grupos, el temor que aparece tiene que ver con lo desconocido dentro
de lo conocido, es la figura de la no persona que cada quien lleva consigo como parte de su
persona, "temor fantasmático del encuentro con una sociabilidad que los disuelve como
personas, transformándolos entonces en un medio homogéneo" (14) Es decir, los integrantes
del grupo temen no poder emerger, destacarse, diferenciarse, y quedar sumergidos, efecto
de las disolución de su identidad lograda por niveles más estructurados de desarrollo del yo.
Bleger termina postulando una especie de clasificación de los grupos según el movimiento de
este sincretismo básico. A su vez, la aplicación de estos conceptos a las instituciones, a las
organizaciones, a la burocracia, aporta nuevos elementos de análisis y permite pensar
estrategias de abordaje. El problema de las instituciones tiene que ver con este lugar que
cumplen, según E. Jacques, como defensa contra las ansiedades psicóticas. Bleger coincide
con Jacques y más aún en su trabajo sobre Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico (15)
muestra como el setting se convierte en lugar de proyección de lo psicótico; para Bleger
sería el depósito de la sociabilidad sincrética. La sociabilidad sincrética no es algo patológico
en sí, el sincretismo - según Bleger - sería algo fantasmático y pulsional que circula entre los
individuos sin que ello implique fuerzas de expulsión o agresión. Finalmente, Eiguer en su
reflexión sobre las aportaciones de Bleger, reconoce que el sincretismo tiene lazos estrechos
con el narcisismo primario postulado por Freud, un desarrollo que amplía y especifica este
momento de diferenciación entre lo grupal y lo individual.
Danzinger (16) ha estudiado últimamente variados procesos de grupos grandes con objetivos
terapéuticos. Sus observaciones apoyan firmemente algunos de los desarrollos esbozados
por los autores citados y que pretenden dar cuenta de la grupalidad. Siguiendo a Foulkes
(17) reconoce que "La gran masa indiferenciada de los demás hombres, representa aquí
simbólicamente, el poderoso y gran cuerpo de la madre." Y en consecuencia ve como la
inclusión de los pacientes en un grupo grande plantea el gran tema de la unión simbiótica,
generando un rápido regreso a fases tempranas del desarrollo del yo. Por ello, la inclusión
del paciente psicótico en un grupo grande supone un desafío de enfrentar no pocos peligros
ya que lo retraería a una fase muy anterior, semi-indiferenciada o, en algunos casos
totalmente indiferenciada, de la formación del yo, en la cual el paciente podría sentirse
disuelto en la gran masa". Hablando simbólicamente se puede decir que las fronteras del yo
se someten a un duro baño de 'dureza' (prueba de fortaleza), cada uno se sumerge en ese
estado regresivo para llegar después, otra ves a la firme ribera del pequeño grupo o a las
reglas de juego relativamente fijas de la institución." Estudiar estos procesos desde el "aquí
y ahora" del proceso grupal, ayuda al autor a hipotetizar acerca del proceso de diferenciación
entre el individuo y la masa.
Así, lo más interesante del desarrollo de Danzinger y que, en todo caso es atingente a
nuestra propuesta, tiene que ver con lo que llama los "estados de agregación". Los mismos
tienen que ver con los confusos y fluidos momentos de disolución psíquica en la que las
fronteras yo-no yo no aparecen del todo delimitadas, proponiendo cuatro fases que permiten
hilvanar el tránsito hacia los diversos momentos de constitución yoica.
Entonces, propone un primer estado líquido que corresponde a una fase de total
indiferenciación a nivel de la matriz madre-hijo, con la consecuente pérdida del sí mismo con
respecto al objeto. Un segundo estado pastoso que corresponde a la fase simbiótica del
grupo que se puede identificar por que hay aspectos que se van discriminando sin que aún
los límites totales estén muy claros. En el grupo, dice Danzinger, se ejemplifica con un
animal grande que todos los participantes construyen, sintiéndose cada quien una parte del
mismo. Este es el modelo que los investigadores mexicanos proponen alrededor del Grupo
Mamut (18) en el que se condensan los aspectos más remotos, prehistóricos y arcaicos, así
como el fenómeno simbiótico de constituirse cada quién como las partes interdependientes
de un sólo cuerpo.
Por último, la cuarta fase corresponde a una estructura sólida dentro del grupo en el que hay
una clara diferenciación del yo y donde se jerarquizan los vínculos interpersonales que
corresponden al momento de las relaciones de objeto (líbido objetal).
Con los referencias señaladas es posible a mi juicio establecer algunos parámetros para
pensar el problema de la grupalidad y su origen.
Para comenzar, creo que es conveniente discriminar grupalidad de sociabilidad. Esta última -
si tomamos el modelo presentado por Freud en Introducción al narcisismo - definiría la
relación entre el yo y el objeto del mundo exterior, vale decir, lo que habitualmente
conocemos como una relación social, que se caracteriza por una clara discriminación de los
límites entre el yo y el objeto, marco que permite identificar a su vez la energía libidinal que
se halla al interior del yo y aquella otra que se encuentra depositada en el objeto y que
Freud nombra como libido objetal.
Pero conviene precisar que este estado se constituye de manera sumamente tardía; más
aún, podríamos afirmar que se trata de una estructura que en tanto recorta cuerpos en una
masa social, identifica claramente las unidades que la componen. Me atrevería a señalar que
es el estado al cual llegan los grupos a través de sus propios procesos, de manera natural o
artificialmente cuando son coordinados por expertos. Dicha estructura posibilita una
dinámica particular en los grupos que los convierte en productivos, vale decir, son grupos
que se dedican al trabajo, realizan una tarea con algún éxito, pueden planificar acciones y
llevarlas a cabo de manera organizada, son capaces de respetar las normas internas que se
han dado explícitamente en las que ha pesado el acuerdo por consenso (explícito o tácito).
Son grupos que hablan y producen sentido.
Este sincretismo se constituye en una poderosa fuerza de unificación, que si bien por una
parte angustia porque arrastra a la fusión, por otra parte alivia porque al indiferenciar libera
de identidad. El atractivo de la masa es casualmente la posibilidad del anonimato, hacen sin
ser.
Debe señalarse que la discriminación de estos dos estados es meramente con fines
didácticos. En los hechos, y como siempre ocurre, los estados permanecen como marcas de
momentos pretéritos que son re-activados según factores desencadenantes de la vida
cotidiana. Por ello, el trabajo con cualquier grupo humano supone la imbricación, según las
leyes de ambas estructuras, las que se movilizan en efectos sintomáticos visibles para el
observador entrenado. Pero esta imbricación no pierde las referencias tópicas de las cuales
se desprende y que, dicho en términos cotidianos, la gente se reúne porque quiere, como
individuos independientes; por lo menos esa es la ilusión.
Pero dicha conjunción provoca la movilización de las estructuras más arcaicas de origen, es
decir, de la grupalidad. Conviene aquí hacer una precisión didáctica: Cualquier observador no
necesariamente entrenado, podría observar un grupo que se reúne por vez primera y deducir
un cierto caos inicial que es interrumpido por un esfuerzo de cada uno de los miembros de
discriminarse en su individualidad. Un observador más agudo podría a su vez deducir que tal
intento de discriminación parte casualmente de la sensación de ser arrastrado de manera
potente a una especie de hoyo que se traga todo. La conducta de discriminación es el intento
fallido - algo así como el manotón del ahogado - ante el surgimiento de la grupalidad que se
impone sin reservas. La grupalidad, en tanto retorno a los orígenes, no deja de mostrarse de
manera seductora...
A modo de ejemplo, durante las primera sesiones de un grupo es posible observar una
dinámica particular que se construye alrededor del silencio, el que aparece como terrorífico y
por tanto, debe ser evitado aunque no se sepa muy bien cómo hacerlo. Este silencio
centrífugo y angustiante acapara la atención de los participantes. Aquellos que lo rompen
hablando, lo hacen como en un intento de diferenciación de lo que sienten como una masa
informe. Nótese que hablar en dicha coyuntura no supone una intención de sociabilidad ya
que rara vez los miembros del grupo intercambian entre ellos. Es simplemente una manera
de sentirse "no tragado" por la grupalidad, sentida en el silencio. Si se producen
intercambios "sociables" es dable suponer un acuerdo tácito de hablar "para llenar el
silencio", más que para intercambiar con real interés. Ahora bien, es posible suponer
entonces que la inclusión de una persona en un grupo implica automáticamente apelar a la
grupalidad, lo que produce un momento regresivo en su accionar.
Horacio C. Foladori
foladori@emol.com
Santiago. mayo de 1999
(*) Publicado en la Revista PRAXIS Nº 1, UDP, Santiago, 2000
----------------
(1) H. Foladori, La ola en el fútbol: reflexiones sobre la grupalidad, Ilusión Grupal Nº 6, Cuernavaca,
1991.
(2) S. Freud, Psicología de las masas y análisis del yo, Obras completas, T. XVIII, Amorrortu, B.A.,
1976, pag. 67.
(3) S. Freud, Introducción al narcicismo, O.C., T. XIV, Amorrortu, B.A., l976, pag. 72.
(4) Idem, pag. 73.
(5) Idem, pag. 74 (el destacado es mío).
(6) S. Freud, El malestar en la cultura, O.C., T. XXI, Amorrortu, B.A., 1976.
(7) op. cit. pag. 66.
(8) op. cit. pag. 67.
(9) op.cit. pag. 72.
(10) J. Lacan, Algunas reflexiones sobre el yo, International Journal of Psychoanalysis, 1953, pp.11-17.
(11) Idem.
(12) J. Bleger, Simbiosis y ambigüedad, Paidos, B.A., 1967.
(13) J. P. Sartre, Crítica a la razón dialéctica, Losada, B.A., 1963.
(14) A. Eiguer, La terapia grupal y el grupo según José Bleger, Revista de psicología y psicoterapia de
grupo, T. XI, Nº 1, B.A., 1988, pag. 47.
(15) En Simbiosis y Ambigüedad.
(16) R. Danzinger, Observaciones psicoanalíticas de grupos grandes, Ilusión grupal Nº 1, UAEM,
Cuernavaca, 1989.
(17) S.H.Foulkes, Problems of the large group from a group-analytic point of view, The large group,
Peacock Publishers, Itasca, 1975.
(18) R. Döring, J.L. González y J. Margolis, El grupo mamut, documento personal elaborado a partir de
las investigaciones realizadas con grupos grandes de promotores de salud mental, con ocasión del
terremoto de l985, inédito. Ver también de los mismos autores, Salud pública y grupo amplio en estado
de emergencia, Ilusión grupal Nº 3, UAEM, Cuernavaca, 1990.
Psicología social
Héctor Barreira
"Pichón Riviere decía que toda la Psicología es Psicología Social, en tanto que el ser humano,
es esencialmente un ser social".
Sólo en el área social, las personas nos convertimos en seres sociales y esto es un
disparador para el desarrollo de la psiquis, de nuestra capacidad de raciocinio y de nuestro
poder de creación. Carlos Campelo que fue el creador y coordinador general de Los Grupos
del Hospital Pirovano, estaba compenetrado con esta premisa. Cuando yo ingresé al
Programa que él dirigía y tomé contacto con el Grupo de Coordinación para Coordinadores,
noté al principio cierto rechazo de él hacia los Psicólogos Sociales, poco a poco y a medida
que avanzaba el tiempo, reafirmaba su concientización de nuestros saberes, habíase quizás
fusionado con algunas ideas y técnicas que nosotros empleamos. Tal es así, que después de
innumerables confrontaciones filosóficas y técnicas que se suscitaban dentro del Grupo que
Cámpelo Coordinaba y del que yo era miembro, manteníamos invariablemente una situación
de amor y odio recíproco. Tal es así que me invitaba a reuniones Selectas de Coordinadores
y, algunas veces me sugería indirectamente a colaborar en la Organización. Yo estaba tan
compenetrado y centrado en mi grupo de Autogestión Laboral Emprendimientos para
desempleados (año 1994/96) y, con el manejo que él hacia de nuestro grupo de
Coordinadores, que mi interés se centraba solo en eso, tan apasionante, no me interesaba
otra cosa (es decir mi Grupo y el Grupo que Coordinaba Campelo al cual yo pertenecía).
Campelo era un personaje creativo, obsesivo, contradictorio e inflexible consigo mismo y con
los demás. Cierta vez llego tarde a nuestro Grupo que el Coordinaba, cosa que jamás
ocurría, se sentó en su silla y nos dijo: Perdónenme, tengo problemas familiares y hoy no
voy a asistir. Se levantó y se retiró.
¿Quién hace esto?: Solamente teniendo un fuerte sentido de responsabilidad, que asumió
siempre y, de la personalidad que tenía. Solidario y a veces agresivo, se asumía tal cual era,
incluso él decía que era un Capanga (un Capataz) y creo que tenía razón. Las peleas (no,
confrontaciones) eran un mar de posibilidades que nos entregaba, un torbellino de saberes
que nos ofrecía, yo aprendía con él y él conmigo y con el Grupo, torbellino de ideas, de
conocimientos recíprocos y de aprendizaje continuo. Sin falsa modestia: el sabia, que yo
Sabia y yo Sabia que el sabia mucho.
Y sabíamos, que el que cree, que sabe todo, tiene cerradas las capacidades de aprender y de
enseñar.
Fue un trasgresor sabio para el cambio que convalidó. Mis peleas con él (no,
confrontaciones) me sirvieron para acrecentar mis saberes, ese cúmulo de ideas dispares, de
conocimientos mutuos, que se aclaraban en la comunicación, fue fructífero y altamente
didáctico. Informar lo que uno sabe, es productivo, los conocimientos que no se vuelcan no
sirven, ni para uno, ni para el otro. Yo sentía por él, amor y odio y, creo que él sentía lo
mismo. Lo extraño y lo recuerdo con mucho cariño. Lástima que ya no está. No es lo mismo
hoy, el Pirovano sin él. Campelo estaba en todo, era un hombre orquesta, Era un Capanga.
Pichón Riviere , ante una referencia de R.M.Rilke, en el "PROCESO CREADOR ", Libro escrito
por Pichón, decía: "El artista, como toda persona de nuestro tiempo, tiene que abordar Los
problemas que se le plantean a cualquiera de sus semejantes, pero con la diferencia de que
él se anticipa y como ser anticipado se le adjudican las características de un "agente de
cambio", situación que favorece el desplazamiento sobre él de todos Los resentimientos,
fracasos, miedos, sentimientos de soledad e incertidumbre de los demás, como si fuera el
portavoz de todo lo subyacente aún no emergido. Automáticamente es elegido como Chivo
Emisario, como perturbador de una tranquilidad anterior. El artista, entonces tanto el
plástico como el poeta, es ser en anticipación que es víctima de verdaderas conspiraciones
organizadas contra el cambio, contra lo nuevo, contra lo inédito".
Es muy usual que estas palabras, estos dichos por Pichón, se ven consumados en la práctica,
en distintas profesiones, en distintos medios, es muy usual, que el que se antepone a un
hecho, al creativo, al que sale de una situación de estereotipia, se le endilgue como Chivo
Emisario, se lo encasille como un perturbador de la tranquilidad y seguridad actual, nadie
quiere un cambio, aunque sea fructífero y valedero, las resistencias al cambio se hacen muy
fuertes, nadie quiere perder su tranquilidad, todo cambio genera crisis y mediante esa crisis
llegan las soluciones innovadoras, valientes y proyectadas hacia un bien común y general. La
envidia está siempre presente, la rivalidad también, la angustia de perder una posición de
privilegio, genera rechazo hacia una nueva posición, hacia una nueva idea, hacia un cambio
proyectado hacia la comunidad que genere una transformación. Se ve en todos los órdenes y
áreas de la vida cotidiana.-
EL GRUPO
Nunca se debe pensar, que en un Grupo los silencios son improductivos o impertinentes para
el desarrollo, hay silencios productivos. pensadores de la situación que acontece en ese
momento y que significa entrar en insiaght y productividad para ese mismo Grupo. Los
silencios que a veces se suscitan, pueden ser disparadores de nuevas ideas y soluciones
innovadoras. La estereotipia no se crea por Los silencios, sino por la falta de pertenencia y
pertinencia, se crea por abulia, por cansancio, por aburrimiento o por evitar entrar en una
situación temida por ese grupo. Se crea también por la falta de motivación que pueda
engendrar el Coordinador, por inexperiencia o por ineptitud y, también por desinterés del
Coordinador y el Grupo.
Los instrumentos, técnicas, conocimientos que hemos adquiridos en nuestra práctica diaria,
no son realmente instrumentados para que podamos sentirnos satisfechos de nuestros
saberes. Realmente no volcamos todo lo que sabemos y, a veces siquiera volcamos aquello
que no sabemos, para que pueda dilucidarse y confrontarse en el Grupo, como si esto fuera
una prueba de desconocimiento del tema, que debe ocultarse. No somos omnipotentes, ni lo
sabemos todo, sería bueno y productivo que también digamos lo que no sabemos. Entre el
saber acumulado y el utilizado, existe gran diferencia, Bleger decía: "El primero enajena, el
segundo enriquece la tarea y al ser humano".No hay ser humano que no pueda enseñar
algo, aunque más no sea por el simple hecho de tener cierta experiencia de vida".
"Ser Psicólogo Social es tener un oficio que debe ser aprendido, ya que no se nace con esta
posibilidad. Solo cuando puede resolver sus propias ansiedades y sus perturbaciones en la
comunicación con los demás, puede lograr una correcta interpretación de los conflictos
ajenos. En la medida en que el sujeto dispone de un buen instrumento de trabajo resuelve
incertidumbres e inseguridades. Recién entonces es operador eficaz" Enrique Pichón Riviere
(Psicología de la vida cotidiana)
En Los Grupos suele manejarse como un flotamiento del Coordinador, que va incorporando
las vivencias de los integrantes, como si fueran imágenes retroalimentadas de la vida diaria
y los conflictos e incertidumbres que trae incorporada la aventura de vivir.-
Ser Psicólogo Social hoy, presupone un desafío, una visualización de nuevas problemáticas,
hasta ahora sin resolver, que generan conflictivas situaciones sociales, familiares e
institucionales, ya que se rigen como un triángulo en que están unidas sus partes
indefectiblemente, la tarea consistiría, no en separarlas, sino en encontrar una solución
viable, en que estando unidas por razones obvias, puedan vivir en armonía, respetándose
mutuamente.-
Héctor Barreira
Psicólogo Social
Prof. de Psicodiagnósticos
Email: indesi@ciudad.com.ar
Tel. 4613-5283 República Argentina
1. El caso
Llega tarde y entra medio como apurado, se justifica con que hubo un taco y se demoró. Le
pido que se recueste en el diván. No cabe, pone una pierna y la otra le queda como
colgando. Da la sensación de que se va hundiendo de a poco. A su vez la cabeza parece
como que no encaja - luego sabré que tiene sólo 130 años -. Como por la mitad hay un gran
cinturón donde se lee ¿Vió, vió? Todo lo que veo - y que me impresiona - es una gran presa
en construcción. Pienso, como para mi ¿quién estará preso? ¿Por qué estará preso?
Justamente en ese lugar la vestimenta contrasta, nace como una prenda de un tejido de lana
firme, con colores que a pesar del tiempo - se nota que lleva allí más de 500 años - sostiene
toda su dignidad y marca su diferencia con el resto, un tanto roído, como con trozos de
plástico con colores vistosos pero no hacen juego. Parches, combinación desordenada de
modas diversas, cocidas de manera desprolija. Sorprende las diferencias entre los collares de
oro y atuendos de sedas, al lado de trozos ya muy gastados, en hilachas que dejan ver a su
vez una piel también curtida. Hay trozos rotos. A esta imagen convergen otras con igual
intensidad y sentido. Pienso que ésta debe ser una muy rica metáfora del conjunto: lo roto
desde tiempo inmemorial o.... desde el memorial. Mas tarde me entero de que el roto chileno
ha constituído con el tiempo una cierta inversión; de un lugar desvalorizado se ha convertido
ambivalentemente en orgullo nacional. Una novela sirve en su época para fundar un estilo,
plasma una cierta ilusión de identidad.
Se me ocurre otra inversión y la propongo: ¿Roto chileno o chileno roto? Por momentos el
discurso se sitúa en las familias rotas, desintegradas y exterminadas. Recuerdo que otro
paciente de una época similar hablaba de una trilogía de destinos: Encierro, destierro o
entierro. Aquí, el entierro en muchos casos, ya no fue posible.
De pronto, en ese discurso melancólico aparece otro texto. Intertextos, todo discurso es un
collage de textos ya escritos. Todo está ya escrito.
¿Quién habla ahora? Parece que los jóvenes, los muy jóvenes. No solamente hablan, tienen
que gritar para ser mínimamente escuchados. Algo pasó con los pases, que si les cobraron
ya o aún no, el caso es que con los pases no pasan y eso, como es lógico produce protestas.
Como desde la nada (estamos en los inicios del semestre) surge un movimiento que empieza
a paralizar las secundarias. Lo sorprendente es que nadie los toma en cuenta, ni los
universitarios, ni los padres, ni los docentes. Eso no reduce su protesta, por el contrario los
paros se suceden una y otra vez, y realizan varias marchas. Los que tienen que saber, no
saben, los que se tienen que hacer responsables, se escurren. En el discurso oficial eso es
simplemente una pataleta de niños chicos. Las preguntas comienzan a inquietar ¿Qué pasó
con las platas? ¿Quién comprometió su palabra? Como está de moda, se instala una mesa
más de monólogos.
El movimiento avanza. Confrontado alguien reconoce que hubo dolo, que algún micrero se
llenó el bolsillo. Que alguien que tenía que controlar, se borró, no estuvo. La queja abandona
su matiz de pataleta para adoptar la forma de una interpelación, y sobre todo cuando los
pases se transforman en raspe-pases. Con el pase no pasa, por tanto raspe, y si le sale su
nombre, entonces pasa...Claro está, en Chile todos tienen su raspe, hasta la Teletón ¿porqué
no habrían de tenerlo también los micreros? Negocio redondo. The Clinic titula "Se chorearon
los pendejos". Fenómeno extraño, los micreros retroceden tácticamente y cambian a su líder.
Se acepta negociar. El problema económico pasa a segundo plano: la discusión es si el
famoso pase es un servicio, un beneficio o un derecho, irrumpe así el tema de fondo;
invisible a simple vista termina imponiéndose. Días después se termina aceptando el derecho
de los estudiantes a viajar gratis. Ya Freud nos había mostrado que el retorno de lo
reprimido no se impone tal cual, se lo puede hacer objeto de una nueva represión y debe
transitar por largos proceso de transacción para poder, de alguna manera, hacerse presente,
como en el sueño, el acto fallido, el síntoma, etc.
Un cierto análisis corresponde ser realizado sobre este acontecimiento. Es tal, por cuanto se
constituye en el contexto en un hecho singular, un analizador, como le gusta decir a los
analistas institucionales. El abril de los secundarios instala en el discurso social un tema, una
polémica nueva y conmina a hablar de ella. Nadie puede quedar al margen, se constituye
como un lugar privilegiado del discurso cotidiano, mostrando cierta recuperación de la
palabra alrededor de un tema que no la tenía hasta ese momento. Hablar de algo de lo que
no se hablaba, recuperar un cierto discurso. Sostengo la tesis de que el derecho de los
estudiantes a viajar gratis era un tema del que no se podía hablar.
Fenómeno similar ocurrió cuando la detención de Pinochet en Londres, para algunos el hecho
más significativo desde el golpe de Estado. Hecho por demás insólito y sobre todo
inesperado, como caído del cielo. Puesta la represión entre rejas, es posible entonces hablar.
Rota la muralla defensiva, algo se cuela, y entonces personas que habían olvidado,
recuerdan, comunican, ponen en palabra, dicen cosas que nunca habían sido dichas antes.
Esto ocurre con los secundarios que hablan desde otro lugar donde el discurso social
comienza por no reconocerse. ¿Desde qué lugar? Ellos no fueron objeto de la tortura, de la
persecución, del encarcelamiento, ni siquiera del toque de queda. Tienen a lo más 16 años,
nacieron con la vuelta a elecciones (más preciso que hablar de vuelta a la democracia).
Saben sobre la dictadura aquello que está en el discurso social, por referencia, no como
experiencia personal, conocen por la historización de otros mayores. Por ello, lo que a través
de su discurso surge tiene una doble determinación que importa señalar.
Por un lado, para ellos se trata de su movimiento, de su contingencia, de su lugar propio en
esta sociedad, la de los secundarios, parte de la vida de ellos, de sus reivindicaciones, de sus
luchas. Pero por otro, se trata de un lugar donde cierto discurso social vuelve, donde es
posible que se exprese de manera desplazada el retorno de lo reprimido social, porque es allí
en el discurso adolescente que se desmarca de la represión social global, que ejerce la
dictadura disfrazada en la cual vivimos.
Porque lo que más sorprende es que el problema del derecho de los secundarios a viajar
gratis existió en una época remota y fue reprimida violentamente cuando con tanques se
empezaron a negar muchos derechos que la población tenía. El modelo implantado a sangre
y fuego tenía que hacer negocios. Y allí estuvieron los militares para posibilitar eso. ¿Qué
negocios se podían hacer en un país de todos? Por ello, aunque los adolescentes - como
discurso- no sean conscientes de ello, su triunfo es valorado por todo el discurso social ya
que se trata de comenzar a poner las cosas de nuevo, en su sitio. El retorno de lo reprimido
rompe tal cual un lapsus, el discurso oficial produciendo un nuevo sentido.
Pero situémonos más allá de lo anecdótico. El problema del pase, roto ahora en tanto raspe y
redefinido en tanto retorno de lo reprimido político plantea una disyuntiva sobre la cual rara
vez se reflexiona.
Lo reprimido político, institucional (si el pase es un derecho, es entonces una institución), es
algo que está allí, está reprimido pero está y según la mecánica del conflicto social tratará de
abrirse paso con el pase (mecanismo del desplazamiento) para retornar a la conciencia
social. No está presente pero está latente. Es decir, late, insiste, está vivo, vuelve a la
memoria accesible. Su retorno dependerá de la coyuntura, del momento y de la disminución
de la fuerza represiva.
Nótese que la memoria social no tiene nada que ver con los individuos soportes, no se trata
de que algunos recuerden, se trata de que la memoria se hace presente - como retorno de lo
reprimido - en otros agentes diferentes a aquellos sobre los que operó la represión. Lo
escrito, escrito está, no se pierde pero no se sabe cuándo y a través de quiénes se recupera.
Distinto es si el objeto ha sido perdido, porque entonces no está, no es asequible y no hay
posibilidad de que retorne. Solo resta aceptar su perdida, como en un duelo o vivir el duelo
de manera permanente.
Esta dualidad de alternativas supone además un cierto referente energético ya que el yo
social se halla con distintas fuerzas según el caso. Si el objeto está perdido, en tanto objeto
de amor, se fue con una parte nuestra, permaneciendo nosotros tristes, desganados, con esa
mezcla de rabia y depresión - cuando no de remordimiento - que inmoviliza y aisla.
Recuperar las energías depositadas en el objeto y que se fueron con él, llevará tiempo; la
melancolía estará presente, todo será gris.
Pero en el caso de la represión un litigio está presente, una lucha, una mecánica del
combate, un juego de posiciones. No hay por tanto debilitamiento sino movilización
estratégica. La inactividad, el desinterés, la apatía, pueden presentarse entonces como
camuflages para descolocar a la represión. El combate es desigual pero los recursos son
ilimitados; esto es lo que nos enseñan los secundarios.
El ejemplo de los secundarios es tan sólo uno, pudiera haber muchos otros, tendría que
haber muchos otros que se constituyen en el retorno de lo reprimido, si podemos
identificarlos. En este mundo complejo en que vivimos, no todo es igual, hay fisuras,
fracturas, roturas por donde lo reprimido se cuela cumpliendo su misión: derrotando a la
represión. Todo depende de cierta escucha, sensibilidad necesaria para comprender.
Me parece que esta discriminación entre lo perdido definitivamente y lo que nos parece
perdido pero que en realidad está reprimido, nos induce a algunas conclusiones.
En primer lugar, no hay que dar nada por perdido hasta que se demuestre que está perdido
definitivamente no existiendo posibilidad alguna de recuperación. En segundo lugar, no hay
que dejarse llevar por una cierta apariencia de los fenómenos; un poco de paranoia, de
sospecha, de desconfianza ayuda a valorar los acontecimientos de otro modo. En tercer
lugar, se requiere de una actitud atenta, capaz de escuchar y percibir los matices en los
procesos sociales, arrimando a una valoración diferente de ciertas coyunturas.
Por último, cierta acción sobre el debilitamiento de la represión política se constituye en una
alternativa para poder recuperar lo nuestro, por la vía del retorno de lo reprimido.
Deseo abundar en el tema de la represión institucional con una ilustración del propio Freud.
En su segunda conferencia dictada en los Estados Unidos en 1909, Freud recurre a un
ejemplo para mostrar el proceso de la represión: en síntesis, supone que dentro de la sala de
conferencias podría existir un individuo revoltoso que lo distrajera de su tarea con
comentarios, risas y ruido. Se vería entonces en la necesidad de detener la conferencia y
solicitar que el barullento sea desalojado (represión) de la sala, colocándose algunas sillas
contra la puerta para impedir su reingreso (resistencia). Se podría entonces retornar a la
disertación siempre y cuando el individuo ahora fuera del recinto no generara tal jaleo que
imposibilitara la escucha, por cuanto quisiera reingresar y participar con los demás. En tal
caso no había mas remedio que solicitar una intermediación (transacción) a los efectos de
negociar el reingreso del susodicho, pero a condición de que no perturbara más el normal
desarrollo de la conferencia.
Como puede verse a través del ejemplo, la problemática central no es llamativamente
aquella de la sexualidad como podría suponerse si Freud habla del psicoanálisis, sino la del
poder: Se produce una suerte de atentado al orden instituido - la conferencia- reduciéndose
al revoltoso y colocándolo en el exterior de la sala. En tal caso, ya no es necesario volver a
hablar de la situación y se puede retornar al tema de la conferencia. El tema del excluido ha
quedado tácitamente prohibido. Va a ser el barullo exterior el que va a poner nuevamente al
excluido en el discurso de la sala, produciéndose entonces una instancia de negociación
política, la que de tener éxito readmitiría al barullento a condición de que su comportamiento
se atenga a las normas de convivencia del lugar.
Como se puede apreciar, el ejemplo aporta a una comprensión de un problema
fundamentalmente político. Es muy interesante este "desliz" del pensamiento freudiano ya
que se traslada el dispositivo de análisis de lo psíquico a lo político. No podía ser de otro
modo por cuando se trata de análisis de discursos. El análisis de la transacción le sirve a
Freud para concluir que "no es esta una figuración inadecuada de la tarea que compete al
médico en la terapia psicoanalítica de las neurosis." Es extraño en este caso que Freud no
haya puesto como ejemplo lo ocurrido con alguno de sus casos, con Dora, con Juanito, con el
Hombre de las ratas. ¿O es que Freud quiere darnos a entender otra cosa? ¿No será que la
represión psíquica es en una primera instancia represión política? ¿No se tratará de que el
mecanismo de la represión es esencialmente un procedimiento político y, en todo caso, no se
debería hablar de política de las relaciones interinstancias?
Voy a sostener la tesis de que el asunto hay que plantearlo justo al revés. Freud importa el
concepto de represión del campo político-social al campo psíquico. La génesis social del
concepto se impone así en toda su magnitud. No se trata de un pasaje de lo psíquico a lo
político sino de lo político-institucional a lo psíquico, y este no es el único ejemplo que da
Freud, veamos. Cuando Freud tiene que dar cuenta del mecanismo de la censura en el límite
mismo entre el sistema prec. conc. y el sistema inconsciente, recurre a un ejemplo por
demás célebre. Dice Freud que la censura funciona como en la frontera rusa donde las cartas
aparecen tachadas en líneas o párrafos, en que la propia tachadura denuncia la presencia de
la censura, queda una marca. Vuelve entonces a importar del campo político un ejemplo que
le permite teorizar el mecanismo de la censura psíquica, mostrando que opera como aquella
política.
La lucha política se ha situado últimamente en torno a cómo el discurso oficial se conforma,
se construye. Porque es en el discurso oficial donde la ausencia de temas se hace palpable
ya que es sobre ello que lo no dicho - como normativas tácitas - encuentra su lugar. Los
temas excluidos lo son en tanto la propia formulación del discurso social implica un particular
lugar de poder - por apropiación de éste - el que no puede dejar de manifestarse más que
como violencia sobre aquellos que se hacen cargo de enunciar los temas en cuestión. Por
ello, no es necesario que se prohiba por decreto hablar de ciertas cosas aunque las
dictaduras llegan al ridículo de prohibir expresamente palabras - como en el caso uruguayo y
argentino - o el colmo de la payasada cuando en ambas márgenes del Río de la Plata se
prohíben los 7 tangos "subversivos" de Gardel. En muchos casos basta con operar no dando
lugar al reconocimiento oficial de dichos discursos.
Otro caso por demás insólito ocurre luego del atentado contra las torres gemelas, cuando al
gobierno norteamericano se le ocurre que 150 canciones deben ser suprimidas del discurso
cotidiano. Ahora resulta que Imagine, New York New York, y otras tan célebres como esas
tendrían algún tipo de valor terrorista...
(*) Trabajo presentado en el Encuentro organizado por el ICHPA sobre Cultura y psicoanálisis, Santiago
de Chile 2001, y publicado en www.psicologiagrupal.cl
Horacio Foladori
foladori@emol.com
Bibliografía:
* Andersen, Hans Christian (1876) La sirenita y otros cuentos, Centro Editor de América Latina,
B.A.,1972
* Freud,S. (1910) Cinco conferencias sobre psicoanálisis, O.C.,T. XI Amorrortu, B.A., 1976
* Freud, S.(1927) Fetichismo, O.C., T. XXI, Amorrortu, B.A.,1976
* Laing, Ronald (1969) El cuestionamiento de la familia, Paidos, B.A.1982
* Mannoni, Octave (1964) Ya lo se... pero aún así, La otra escena, Amorrortu, B.A.,1973
* Pichón-Rivière, Enrique (1971) El proceso grupal, Nueva Visión, B.A.
Diversos grupos han corrido presurosos a prestar sus "servicios" argumentando cierta
"patología social" y la necesidad de implementar intervenciones "terapéuticas" para "curar"
estos males. Varias corrientes psicológicas se han autoadjudicado contar con instrumentos
de intervención, y con saber "como hacer" para enfrentar esta epidemia. En todo caso, me
ocuparé de comentar, en esta ocasión, cierto enfoque, de un particular punto de vista, que
por gozar de un marco referencial sofisticado interviene con "fundamentos" ante los
fenómenos del maltrato. Y no se trata de una línea de trabajo pasada de moda, sino que por
el contrario, su actualidad, sus propuestas conceptuales elaboradas se han convertido en
alternativas seductoras para muchos voluntariosos y bien intencionados que desean aportar
algo a la problemática en cuestión.
Me estoy refiriendo a cierto enfoque psicoanalítico sobre el maltrato a la mujer que se apoya
por un lado en la teoría de las relaciones objetales de Fairbairn - ampliada posteriormente
por otros autores - con el cruzamiento que se produce con los desarrollos de O. Kernberg y
sus "estados fronterizos" (diagnóstico estructural, estrategias de abordaje, etc.), síntesis que
ha desarrollado intensamente D. Celani (1, 2, 3, 4).
Ello no obsta para abrir una amplia mirada a las diversas prácticas terapéuticas
extraanalíticas en el área de la violencia intrafamiliar, sus implícitos, sus técnicas y sus
efectos, análisis crítico que creo que aún no se ha realizado. Un cierto enfoque positivista
supone que la violencia intrafamiliar debe ser erradicada - los estudios estadísticos apuntan
a ello si se toma en cuenta la forma en que son presentados al público - sin un comentario
que vaya más allá de la simple descripción y que involucre un análisis de sus causas
estructurales, institucionales y sociales.
La teoría de las relaciones objetales propuesta por Fairbairn, permite visualizar la dirección
de la pulsión, vale decir, el tipo de trato a que se somete al objeto. Dicho planteo supone
interpretar las pulsiones en juego haciendo caso omiso a las diversas situaciones sociales en
las que el conflicto acontece. En este caso, se trata de las pulsiones agresivas que
obviamente aparecen combinadas con las libidinales. Celani destaca así los "apegos
obstinados y frecuentemente autodestructivos" (4).
En el trabajo de Celani el énfasis está puesto en cierta forma que adquiere la relación de
objeto en la cual el yo no está en condiciones de prescindir del objeto, en el mundo interno,
lo cual traería como resultado la dificultad para desmarcarse en la vida cotidiana, del lugar
de víctima de la golpiza. El trabajo terapéutico va dirigido entonces a analizar (y fortalecer)
el lugar yoico para que pueda habilitarse la prescindencia del objeto imprescindible.
Todo este planteo supone que el mundo interno reproduce fielmente la realidad cotidiana, de
manera paralela y puntual; es como la teoría del trauma. Celani dice " este tipo de pacientes
está activamente involucrado en una lucha relacional con un objeto externo que calza
exactamente con el patrón de su estructura interna".
Desde el punto de vista psicopatológico esta estructura yoica débil y esta actividad
masoquista (femenina) en la cual es imposible desvincularse del objeto es categorizada como
estado fronterizo, lo cual determina asimismo, según Kernberg, estrategias terapéuticas
precisas para garantizar su evolución.
La manera de abordar el planteo conceptual y práctico del que Celani se hace portavoz,
puede realizarse a mi juicio analizando con detenimiento aquel corpus teórico que se
constituye en el núcleo mismo del problema: el concepto de violencia. Ello implica a su vez
un trabajo de discriminación ya que, para el caso del psicoanálisis no se habla de violencia
sino que de agresión. ¿Son estos términos equiparables? ¿Responden ambos a los mismos
orígenes? ¿Se encuentran en similares planos epistemológicos? ¿Provienen de las mismas
disciplinas? Considero que una mínima elucidación de los mismos es necesaria a los efectos
de asentar la práctica clínica sobre bases más firmes. En todo caso, me adelanto a señalar
que una falta de conceptualización en este sentido produce un desarrollo teórico y práctico a
todas luces psicologizante y por ende represivo.
Creo que es posible separar radicalmente dichos conceptos y, en todo caso, mostrar que la
violencia no necesariamente tiene nada que ver con las manifiestaciones de la agresividad.
Por pulsión agresiva "designa Freud las pulsiones de muerte, en tanto que dirigidas hacia el
exterior. El fin de la pulsión agresiva es la destrucción del objeto" (5) Así, la agresividad es
este conjunto de tendencias que se actualizan en comportamientos (reales o fantaseados)
que tienen la intención de dañar al otro, etc. Se trata de una tendencia que muestra la
especie y que a su vez vincula al hombre con el desarrollo onto y filogenético.
El caso de una piedra que cae muestra una trayectoria que no es interrumpida o trastocada
por una fuerza ajena a dicha trayectoria. Es natural porque es siempre igual sin intervención
externa, el movimiento reproduce aquello que expresa una fuerza de la naturaleza (por
ejemplo, la gravedad) . El humo sube porque hay una lógica -natural - que tiene que ver con
corrientes de aire (frías y calientes) que desplazan al humo. Ahora bien, si lanzo una piedra,
es porque le he imprimido una fuerza adicional para contrarrestar la fuerza de gravedad.
Estoy modificando la natural trayectoria - caer - para lograr que la piedra se desplace en una
trayectoria inventada por mi y no siga su movimiento natural. Por tanto estoy en presencia
de un movimiento violento. Cuando el movimiento violento se extingue es que se restituye el
movimiento natural.
En primer lugar, la violencia supone una actividad de destrucción sin freno de parte del
sujeto. Sin freno significa que no existe en el ser humano un mecanismo de origen biológico
- como en muchas especies animales - de inhibición de la agresión (ver por ejemplo a K.
Lorenz). En tal sentido, es llamativo que las luchas entre animales de la misma especie rara
vez culminan con la muerte y destrucción del otro. El animal cuenta con un mecanismo de
autocontrol que hace que en determinado momento pueda detener su ataque. Nada de esto
existe en el hombre que puede - una vez desencadenado un ataque - destruir hasta la
muerte a su opositor. Es en este sentido de "destrucción sin freno", que a veces se equipara
y define violencia como una agresión sin límites, agresión sin control, agresión hasta la
destrucción total. Este sería el aspecto de la diferencia cuantitativa entre violencia y
agresión, el extremo último de la agresión, una agresión particularmente intensa,
fulminante.
En este punto es donde la diferencia entre agresión y violencia parece disolverse ya que la
agresión (ver la cita Nº 5) busca en el último caso, la destrucción total del objeto. Pero no es
casual que esto sea así solamente para el caso del ser humano, ya que como se vio, éste
carece de mecanismos de contención de la agresión porque es un sujeto de cultura, vale
decir los límites a sus acciones desenfrenadas aparecen puestos por las normativas sociales.
En segundo lugar, la violencia tiene que ver con una situación en la cual la víctima no puede
escapar a la acción del victimario. No solamente se trata de un ataque fulminante sino que la
"huída" no es posible. Dicho de otro modo, la víctima se halla a merced lo que significa que
está condenado de antemano.
Ahora bien, el estar a merced no es solo una fórmula física que implicaría la ausencia de
defensa, es también simbólica, es no poder salirse de las coordenadas de la situación,
incluso en aquellos casos en los que no hay manifestaciones agresivas. Este matiz introduce
una diferencia radical, cualitativa que hace que la situación de violencia se instituya como
diferente de aquella de la agresión.
Sostengo que como violencia y agresividad corresponden a órdenes diferentes puede darse
una sin la otra. Por ejemplo, la policía siempre está en condiciones de someter al ciudadano,
por lo que éste no puede escapar a la situación en tanto hay una normativa que se aplica.
Ello no obsta para que se siente violentado y sin embargo puede no haber agresividad. No es
un encuentro entre individuos que están en un plano de igualdad, no se conocen no se están
peleando por nada. La policía no tiene ninguna situación personal con su "víctima". Si la
persona pretende argumentar y rebelarse es sometida y entonces se produce una situación
en la que además de violencia puede haber agresión, pero no siempre es así.
Dos vecinos que discuten por algo, son personas que se encuentran en un plano de igualdad
con respecto al lugar social. No existe una relación de jerarquía entre uno y otro, por tanto
allí se canaliza principalmente la agresión. En general, cualquiera de ellos puede -dadas las
circunstancias - abandonar el campo de la discusión.
Para comprender este problema de las jerarquías y el manejo del poder es necesario
plantearse el problema del origen mismo de la institución. Como todo problema de los
orígenes se trata del mito fundacional, sin embargo el mismo es necesario para dilucidar el
lugar en que cada quien se encuentra con respecto a los demás. Se trata en última instancia
del problema del origen del Estado. Ahora bien, no todas las culturas han producido un
Estado. Gracias a Clastres (6) sabemos hoy que hay sociedades que se han cuidado mucho
de instituir un Estado.
Tal vez ayude pensar de qué manera nace hoy en día una institución, cómo se determina el
momento de constitución de un orden institucional, como se eligen a los directivos y qué
función deberán cumplir a futuro con respecto al resto de los miembros.
La estructura y forma que adquiere una institución está determinada por normas explícitas
elaboradas por el Estado. Resultado, todas las instituciones del Estado son solidarias de la
estructura misma del Estado, así colaboran en sostener que dicha forma de organización es
la única, en tanto no existen visiblemente otras. Lo presentado como único tiene la intención
de mostrar a lo único como lo natural, ocultando la diversidad producto de la cultura.
Cualquier club, sociedad, sindicato, empresa, familia, etc. adopta, cuando se funda, el
modelo oficial en el cual se establece el mecanismo de delegación del poder sobre algunos
agentes que figurarán como los responsables sociales en tanto que representantes del
colectivo. ¿Delegar el poder para qué? Simplemente para sostener el orden institucional. Por
tanto, la primera responsabilidad de los directivos es hacer cumplir los estatutos y
reglamentos; por tanto, someter a los miembros de la institución al orden institucional en
tanto éstos ya delegaron su poder en los primeros. Esta delegación del poder instituyente
produce que los integrantes " de base" de la institución se sientan sin poder y que todo lo
que puedan hacer sea presentar sus demandas a los directivos para que estos estudien,
resuelvan y operativicen medidas de beneficio colectivo. Del lugar activo que ocupaban en el
momento de la fundación de la institución, como efecto de la delegación de poder que se ha
producido, se han convertido en sujetos pasivos y dependientes.
Ahora bien, violencia es casualmente el acto mediante el cual los miembros han renunciado a
su poder, inherente a ellos como seres humanos. Por tanto, el poder no es más que la
apropiación (por vías más o menos explícitas y/o tácitas) del poder de la base. Por ello, la
violencia está en el mismo acto de fundación de la institución; la institución se asienta sobre
un "reparto" del poder que rompe con el momento del poder igualitario que todos tienen
antes del momento fundacional. Surgen así las jerarquías - que hacen a los plus de poder
que tiene cada nivel - y los lugares institucionales, funciones que hacen a la tarea que nuclea
a la institución.
Solamente se autoriza la fundación de instituciones que sigan los mismos parámetros, vale
decir, que funcionen del mismo modo. La disolución de una institución significa poner en
entredicho el problema de la delegación del poder lo que constituye una afrenta a la
estructura social total. De hecho, es mucho mas sencillo fundar una institución que
disolverla. Disolver una institución es restituir el poder a sus originales detentores y hacer
explícito el proceso de autolegitimación del orden imperante.
Recuérdese que una condición básica de la violencia tiene que ver con la imposibilidad del
objeto de escapar del campo en cuestión AUNQUE LO DESEE. Por tanto, suponer deseos
autodestructivos cuando la
situación es de aprisionamiento político, me parece que es optar por una posición ideológica
reaccionaria.
Para Laing este es un tema eminentemente político y se sitúa en lo que otros autores
(Castell, Baremblitt, Lourau, Guattari, etc.) designan como el inconsciente institucional:
Aquel sistema de normas inconscientes que son productoras de violencia. Son inconscientes
en el sentido de lo no dicho institucional, están allí y regulan el funcionamiento institucional
pero nadie se ha percatado de ello y, más aún, negarían su existencia. Guattari (9) define
este atravesamiento (transversalidad) de la institución como el grado de apertura de las
anteojeras que todo ser social presenta. La pareja, entonces, puede estar atrapada por estas
normativas que de algún modo tienen que ver con la estructura psíquica de los involucrados
pero que difícilmente pueden ser trabajadas desde la estructura psíquica, por cuanto
pertenecen a otro orden.
La posición que defiende Celani se incluye en lo que, por ejemplo Castel (10) etiqueta como
psicoanalismo. La crítica de Castel apunta al núcleo mismo de la producción freudiana
cuando muestra que el acto de fundación del psicoanálisis, como espacio teórico, supone
dejar afuera (acto de represión) lo socio-político. Si de represión se trata, es que se
producirá una y otra vez "el retorno de lo reprimido político" en el proceso del análisis. Eso
que fue fundado como más allá del espacio analítico intentará retornar a él de múltiples
formas ya que no hay escucha posible para ello.
No se trata de no ser neutral sino que es imposible pretender serlo. La neutralidad del
apoliticismo es optar políticamente. Algo similar ocurre con el tema de la violencia (y de sus
orígenes) por lo que las intervenciones técnicas enfocadas sintomáticamente serán
represivas: más de lo mismo, pero ahora desde el poder del Estado que, por la vía de los
técnicos "invitados", violenta la dinámica intrafamiliar.
Hoy en día la violencia preocupa a capas cada vez más amplias de la población. Tal parece
que cada sector desea contar con un tipo de violencia propia; así se habla de la violencia
escolar y de la violencia en los estadios, de la violencia mapuche y de la violencia de los
carabineros, de la violencia contra los niños y contra las mujeres y la violencia universitaria,
la violencia de la delincuencia, la violencia de los trabajadores portuarios, la violencia del
tránsito, en fin, la violencia intrafamiliar.... ¿ y la violencia extrafamiliar?
Porque esta atomización de la violencia intenta producir la ilusión de que son cosas
separadas que no guardan relación unas con otras y de que cada una de ellas obedece a
causas absolutamente independientes. La violencia intrafamiliar cae en este mismo juego,
tratando de recortar un espacio que se podría explicar por sí mismo. Pero como siempre
sucede, el intento de represión es fallido y se termina denunciando aquello que se pretendía
ocultar. La pregunta por la violencia extrafamiliar coloca el tema de otro modo:
estableciendo una suerte de relaciones causales posibles entre lo que ocurre al interior de la
familia y lo que sucede en la sociedad en la que los integrantes de la familia desarrollan su
cotidianeidad. Esta sola pregunta abriría a la hipótesis de si la violencia ahora localizada
intrafamiliarmente no sería casualmente uno de los lugares donde se hace visible (efecto de
síntoma) aquello que ocurre en otros espacios y que es producido por otras causas,
posiblemente ajenas al campo familiar específico. Y si esto es así, la intervención profesional
en el campo familiar solamente se constituye en un acto de represión (para que el síntoma
"social" no se produzca allí), mostrando la complicidad del técnico con el sistema social cuyo
asesoramiento se instituye como un parche, y que ignora la estructura de la violencia en
cuestión, que a su vez le da sentido.
Porque la norma se elimina con otra norma. En todo caso, es a partir de una segunda norma
que la primera puede ser puesta en entredicho. La norma siempre remite a un grupo que
legisla, a un grupo de referencia. Es desde dicho lugar que puede interrogarse la norma
fundadora. Esta situación de golpiza a las mujeres, presenta en algunas poblaciones de
Santiago características que merecen nuestra reflexión. Es posible observar que el "apego" al
victimario no funciona exactamente de dicho modo. Luego de un tiempo de mucha violencia,
hay mujeres que adoptan la firme determinación de no aceptar más un sólo golpe de parte
de su pareja. En estos casos, se apoyan en sus conocimientos sobre su compañero para
determinar con precisión en que momento van a ser nuevamente objeto de golpiza. Se
apropian de algún objeto contundente o de un buen cuchillo y revierten desde el inicio
mismo el ataque en cuestión. Este cambio brusco no deja de tomar desprevenido a la pareja
que es expulsado violentamente de la casa. Ahora bien, es interesante observar que esta
situación es posible siempre y cuando la mujer pertenezca a un grupo de pobladoras con las
que conforme un grupo confidente de sus vicisitudes ya que es necesario que desde allí
emane una nueva norma que establezca para ese microgrupo que las mujeres no tienen
porqué dejarse golpear. Es en la medida en que esta nueva norma es discutida, analizada e
implantada por el grupo de referencia, que las mujeres que lo componen están en
condiciones de adoptar un cambio micropolítico radical (Guattari) y re-asumir el poder sobre
sí mismas.
Por último, deseo destacar que las anteriores argumentaciones me llevan a sostener que la
situación de violencia intrafamiliar es solamente una manera particular en que aparece un
problema social mucho más basto. Es uno de los lugares donde la institucionalidad se hace
visible, es el lugar en el cual el control del Estado se ejerce de manera más drástica ya que
toca la institución más numerosa del sistema. Es obvio que nadie en el núcleo familiar tiene
conciencia del encargo de que es objeto y de los sutiles grados de implicación que cada quien
encarna. Estos encargos y los "acuerdos" del acto de fundación de la pareja constituyen lo no
dicho de la institución familiar. Ahora bien, es sabido que desmantelar lo no dicho, no es
posible solamente con decirlo. En todo caso, lo que importa es el análisis de los mecanismos
grupales, sociales e institucionales que hacen que lo no dicho permanezca como tal.
En todo caso, de qué no-dicho nos hacemos cargo cuando analizamos, de qué no dicho nos
hacemos cómplices. Como se pregunta Baremblitt ¿qué instituimos cuando analizamos?
Horacio C. Foladori
foladori@emol.com
(*) Publicado originalmente en GRADIVA Nº1, ICHPA, Santiago, agosto 2000 (**) Es llamativo que los
colegios profesionales "psi" no se hayan pronunciado sobre este nuevo tipo de trabajo, y sobre todo
porque hay un visible desliz en la función del técnico a cargo, lo que no deja de connotar cuestiones
éticas.
Citas bibliográficas
(1)Celani, D.P., The Treatment of the Borderline Patient: Applying Fairbairn's Object Relations Theory in
the Clinical Setting, Internacional Univ. Press, Madison, Connecticut, 1993.
(2)Celani, D.P., The Ilussion of Love: Why the Battered Woman Retuns to Her Abuser, Columbia Univ.
Press, 1994.
(3)Celani, D.P., The Dynamics of the Battering Couple, The Healthcare Review, Aug.-Oct. l996
(4)Celani, D.P., Fuentes de resistencia estructural en la mujer golpeada: un análisis fairbairniano,
documento del Instituto Chileno de Psicoterapia Psicoanalítica, Stgo., 1997
(5) J. Laplanche y J.B.Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Ed. Labor, Barcelona, 1971, pag. 339
(6) P. Clastres, La Société contre l'etat, Les Editions de Minuit, Paris, 1974
(7) J. Ferreter Mora, Diccionario de filosofía, Tomo IV, Ariel, Barcelona, 1994
(8) R. Laing, El cuestionamiento de la familia, Paidos, B.A., 1969
(9) F. Guattari, Psicoanalisis y transversalidad, S. XXI, México, 1976
(10) R. Castel, El psicoanalismo, S. XXI, México, 1980