Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Era una lluviosa mañana de Septiembre de 1939, casi podría jurar que el cielo
lloraba de tristeza. A pesar de ser solo una niña, era inevitable no percibir lo que
sucedía, pues era el tema de conversación en todos lados y en cada escaso
medio de comunicación que había. Debido a que vivíamos en una comunidad
muy pequeña del municipio de Tenancingo, Estado de México, las noticias
mundiales llegaban muy tarde a nosotros o incluso nunca llegaban. Esto no
quería decir que ignoráramos lo que estaba pasando al otro lado del mundo,
habían llegado rumores de que Alemania había cambiado el mundo para
siempre, y un tal Adolfo Hitler era el nombre más odiado por aquel entonces,
escuché maldecirlo por cada lugar al que iba, la suma de todos los males, la
guerra había iniciado. Aquella noticia nos horrorizaba a todos, pues nuestra
gente aún estaba dolida por los estragos de la revolución mexicana, tenían temor
de volver a ser lastimados. Hay muchas cosas que no puedo comprender del
mundo de los adultos, nos enseñan a no decir mentiras, a no tomar lo que no es
nuestro y a respetar a los otros, sin embargo, todo lo que está sucediendo del
otro lado del mundo es porque no fueron capaces de hacer justo lo que nos
piden.
Recuerdo a mi padre hablar con mi madre y decir que no teníamos nada que
temer, que México se había mantenido neutral y no participaría en esta guerra,
sin embargo, la calma no duró mucho, pues a través de los pocos medios de
comunicación que nos llegaba, nos enteramos de dos buques petroleros fueron
hundidos y un día después el presidente en turno le declaraba la guerra a Japón
y Alemania.
Él lo vio todo, él estuvo ahí, era el menor de siete hermanos, dos mujeres y cinco
hombres. A pesar de ser el mas pequeño de todos no lo parecía, era un hombre
recio, de carácter duro pero noble. Un joven que creció con el pulque y el azadón,
el campo fue su vida y amaba cada mata de maíz y frijol que la milpa le ofrendaba
como agradecimiento por su sudor y sangre derramados, tenía las manos
laceradas de trabajar duro, su calzón de manta y sus huaraches desgastados,
fieles testigos de cómo la tierra es generosa pero también es celosa del que la
cultiva. De estatura mediana, complexión delgada y cabello lacio, su piel lo
convertía en un dignísimo representante de nuestra raza de bronce, esa que se
forja al calor del trabajo, esa que no se raja y a pesar de que la vida se ensaña,
siempre tiene una sonrisa para los suyos.
Cuenta el “jeletimo”, como yo a veces le decía de cariño, que se supo que Porfirio
Días había renuncia a la presidencia de México luego de más de 30 años de
ocupar el poder. Para después formar parte del exilio. Madero entro al poder y
visito la comunidad, las personas bajaban de los cerros que estaban alrededor
de Tenancingo, principalmente el Mixcongo y otras partes que están en Villa
Guerrero. Esto fue un triunfo porque ahí nombraban a las autoridades
municipales y acompañaron a Madero a su toma de su jurisdicción. Cuando entro
en el poder Francisco I. Madero, en 1911, Tenancingo recibió la visita de su
hermano Gustavo A. Madero, según la versión de mi padre, éste personaje fue
recibido en el Santo Desierto del Carmen, lugar emblemático para la región, por
varios simpatizantes del recién electo presidente de México. Ahí, le expusieron
las diversas problemáticas de la comunidad. Al mismo tiempo firmaron acuerdos
de seguir defendiendo los ideales de la revolución. Pero vino la decena trágica,
y con ella vino la muerte de Madero y otra vez vienen a caer a Tenancingo
aquellas grandes presiones en contra.
Con cada palabra que pronunciaba mi padre, veía dolor y a la vez coraje en su
rostro y aún no venía lo peor de la historia ya que, cuenta que Madero incumplió
las promesas hechas en el Plan de San Luis. Ahora era un peligro inminente y
dado que había entrado un grupo de bandoleros que quisieron apoderarse del
poco patrimonio que, con mucho esfuerzo y sacrificio, sus padres habían
conseguido. Ahora si tenían más de una razón para uniese al enfrentamiento. Él,
junto con su padre y hermanos se unieron un tiempo a la lucha, a un pequeño
grupo de personas en Tenancingo, salieron con rumbo al estado de Morelos, ahí
se le uniría un grupo más grande y partirían con rumbo a la ciudad de México,
encabezada por Bernardo Reyes, Félix Díaz y Manuel Mondragón. Mi padre
recuerda que pasaron muy poco tiempo en la ofensiva, ahí aprendió a valorar a
un más lo valioso que tenía, por mucho o poco que fuera. Sus ojos miraron
escenas que ningún niño tiene derecho a ver, les roban la inocencia y los
destruyen por dentro. Él no era el único menor ahí, incluso había mujeres y bebés
acompañando a sus esposos por miedo a ser abusadas. Cuando era tiempo de
enfrentarse a la lucha solo iban los mas fuertes, los demás se quedaban atrás,
desgraciadamente hubo muchas bajas, mas de las que se pudiera imaginar en
una semana, no habían tenido una lucha “importante”. Mi padre da gracias a dios
no haber permanecido mucho tiempo en ese lugar, y aunque no era la forma en
que quería salir, pudo haber sido peor. Un día mientras atravesaban un cerro
hubo una emboscada que desgraciadamente lo hirió de gravedad, a él y a otro
de sus hermanos, tuvieron que ir de emergencia a que les curaran las heridas,
una vez en el hospital, mi abuelo decidió no arriesgar más la vida de sus hijos y
apoyar a la lucha desde afuera.
Mi abuela y mis tías se quedaron en casa esperando lo mejor que pudiera pasar.
Para ese tiempo todo era valioso, más de una vez los ejércitos revolucionarios
recurrieron a ella, y a gente del pueblo para pedir comida, agua, municiones,
armas e incluso material humano. También cabe decir que muchos se
aprovecharon de la bondad de la gente y con una falsa bandera de
revolucionarios robaban, pedían recursos e incluso dinero, la vergüenza no era
algo que conocieran.
Si bien es verdad que la libertad tiene un alto costo, a México la historia le estaba
cobrando por segunda vez y justo cien años después del primer cobro. Al parecer
no fue suficiente y creo que nada lo es, pasan los años y no tiene fin la fila de
entierros, uno tras otro, la gente está cansada de llorar, a veces solo lloramos
por compromiso, pues la muerte se ha vuelto algo tan cotidiano, que poco a poco
nos estamos volviendo insensible a ella.
Con todo esto me doy cuenta de que la guerra es como un monstruo o como un
virus, infecta todo, se roba la tranquilidad, no importa a donde vaya una extraña
tensión envuelve las calles y las miradas de las personas.
Una época que sin duda estaría algún día en los libros de historia, y nunca cayó
en cuenta en esos momentos.
BIBLIOGRAFIA
http://www.redalyc.org/jatsRepo/351/35149890012/html/index.html
Castañeda, M. Abril 2015. “Reconstrucción histórica del paisaje de
Tenancingo” revisada 13/07/2019.
https://criterionoticias.wordpress.com/2015/11/17/tenancingo-vivio-en-
carne-propia-la-lucha-de-la-revolucion-mexicana/
Palma. F, Noviembre 2015, “Tenancingo vivió en carne propia la lucha de
la revolución mexicana”, revisada 13/07/2019.
https://www.timetoast.com/timelines/linea-del-tiempo-de-la-revolucion-
mexicana-1910-1940
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/estados/libros/edomex/html/estad
odemex.html
Jarquín, M. & y Herrejón, C., Octubre, 1994, “Breve historia del Estado de
México”, revisada 13/07/2019.