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¿Hay un trabajo conjunto entre la política y el hacer Ciencia en

Colombia?

Colombia es uno de los varios países de Latinoamérica en donde el conocimiento


Científico o el hacer Ciencia, no es una prioridad en las políticas públicas de la
nación. Cada Gobierno de turno que pasa mete sus manos para hacer un
grandísimo daño en el desarrollo de los planes de investigación que se van
llevando a cabo, cada nuevo inquilino de la Casa de Nariño mira cómo sacar
fondos del programa de ciencia: Colciencias.

Muchos tenemos el concepto de que la ciencia debe ser independiente y de


alguna manera debe ser así; debe ser independiente en que su estudio e
investigación arroje la realidad y no que se censuren resultados por favorecer a las
relaciones políticas o algún sector específico.

La política no puede estar alejada de los resultados que derivan del estudio y la
investigación científica, esta debe estar atenta del resultado para que pueda ser
llevado a la realidad a través de políticas públicas en pro del desarrollo de la
nación.

En Colombia existe una gran separación entre lo que realiza la ciencia y lo que
llevan a cabo los grandes padres de la patria, en ellos existe una gran apatía entre
el sector de la política y la ciencia; una de las causas es que las personas del
común no ven la importancia de la ciencia, la tecnología y la innovación.

En Colombia los programas de ciencia y de investigación están trabajando con las


garras debido a que no existe una financiación buena y que se acomode a las
necesidades del sector científico. Para el 2018 Colombia le destinó a Colciencias,
el 0,65% del producto interno bruto (PIB) que son 6,15 billones para todas las
actividades de ciencia e innovación.
En cuanto a investigación y desarrollo, Colombia destinará este año 2,2 billones, o
0,25 por ciento del PIB. Ambas cifras son solo la continuación de una tendencia
negativa que se ha mantenido en los últimos años.

Es importante dar a conocer esta realidad:

“Es importante que tanto el Gobierno como el sector privado sepan la importancia
de que los países generen su propio conocimiento, que es el que, finalmente, va a
aportar al desarrollo económico, pues esto genera independencia de otras
naciones en varios sentidos, como la posibilidad de tener tecnología propia para
transformar las materias primas por nosotros mismos, no solo exportándolas para
que su valor agregado se quede en el extranjero”, asegura Clara Inés Pardo,
directora ejecutiva del OCyT (Observatorio Colombiano en Ciencia y Tecnología ).

Asimismo, otro factor que golpea a la inversión en el país es que, en ciencia, se


requieren inversiones a largo plazo, y los políticos o no tienen la paciencia para
esperar los resultados o simplemente no les interesa mantener los proyectos en el
tiempo.

Sobre este punto, llama la atención acerca de las cantidades que destinan otros
países de la región a los mismos rubros: en Brasil es superior al uno por ciento del
PIB en investigación y desarrollo, mientras que en México supera el 0,50. El
rezago de Colombia es mucho más notorio si se compara su inversión con la de
empresas globales como Amazon: 21 veces más en innovación y desarrollo.

Según Enrique Forero, presidente de la Academia Colombiana de Ciencias


Exactas Físicas y Naturales: “Hay tres razones fundamentales que explican la baja
financiación de Colciencias: el vergonzoso desconocimiento y desinterés por parte
del alto gobierno por la ciencia y la tecnología; el debilitamiento de la
institucionalidad, pues no puede ser que en los últimos nueve años Colciencias
haya tenido ocho directores, lo que le impide hacer políticas y coordinar
esfuerzos. También, está el hecho de que la cultura, la ciencia, la tecnología y el
medioambiente siempre son las cenicientas del Gobierno”
“Es importante saber hacia dónde focalizamos los recursos para generar el
conocimiento que necesita el país y también es importante lograr que la inversión
que ya hay se mantenga, principalmente a partir de las regalías, las cuales logran
un segundo objetivo, que es disminuir las brechas de inversión entre las regiones”.

Colombia nunca ha sabido de políticas de ciencia y tecnología, En 1991 crean el


Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, toma forma asimismo la llamada
Misión de los Sabios, se catapulta a Colciencias, y el gobierno de turno promete
que Colombia tendrá políticas de ciencia y tecnología serias, responsables y de
largo alcance.
Pues bien, desde 1991 hasta la fecha, sistemáticamente, todos los gobiernos
habidos han incumplido las promesas: nunca el presupuesto en ciencia y
tecnología fue superior al 0,5 por ciento, y ni siquiera se alcanzó el prometido 1
por ciento del PIB. Asimismo, Colciencias jamás dejó de ser un (simple)
Departamento Administrativo. En notable diferenciación con otros países de la
región, Colombia jamás tuvo hasta el momento un Ministerio de Ciencia
(independiente del nombre que pudiera adoptar).
Los presupuestos para CyT han sido los siguientes:
Antes de 1990: 0.1%
1991: 0.3%, César Gaviria,
1996: 0.4%, Ernesto Samper
2001: 0.37%, Álvaro Uribe
2006: 0.39%, Álvaro Uribe
2011: 0.19%, Juan Manuel Santos
2016: 0.5%. Juan Manuel Santos
De consuno, en abril del año 2016, el Sistemas Nacional de Ciencia y Tecnología
queda eliminado de Colciencias y pasa a formar parte del Departamento Nacional
de Planeación con el nombre de Sistema Nacional de Competitividad, Ciencia,
Tecnología e Innovación.

Como podemos ver la clase dirigente de nuestro país a través de la historia ha


sido tradicionalmente indolentes e insensibles hacia el conocimiento, la educación
y la investigación, y su ignorancia sobre políticas de ciencia y tecnología es amplia
y profunda. Ha primado el afán por la guerra, las políticas de corto plazo, la
entrega del país a los capitales internacionales, en fin, la corrupción, pública y
privada.

Es triste ver la ausencia de políticas de ciencia y tecnología, es decir, de políticas


a largo plazo de conocimiento e innovación. Lo que se entiende, inmediatamente,
en la disminución de la calidad de vida de los colombianos, en atraso y
dependencia. Es un hecho ya suficientemente reconocido que a mayores políticas
de ciencia y tecnología, mayor desarrollo de la industria nacional, más y mejores
condiciones de vida con calidad y dignidad para los ciudadanos. Pero a todos nos
queda claro que la clase politiquera de nuestro país le interesa tenernos en el
atraso mental, porque como lo dice el gran José Martí: “Un pueblo de hombres
educados, será siempre un pueblo de hombres libres. La educación es el único
medio de salvarse de la esclavitud”. Hemos estado esclavizados al atraso
tecnológico y mental y hemos seguido el juego de quienes desean subyugarnos.

Lo hecho en materia de ciencias y tecnología en el país es simple y llanamente el


trabajo específico de las universidades, públicas y privadas, de los grupos de
investigación mismos y de los propios investigadores. Pero nunca ha sido el
resultado de políticas nacionales de ciencia y tecnología.

Que diversos gobiernos hayan sido indolentes hacia la ciencia y la tecnología no


es sino la expresión para decir que el Estado colombiano jamás ha sabido ni se
ha interesado por la ciencia, la tecnología y la investigación. Aparentemente, para
el Poder Ejecutivo, para el Congreso e incluso para el Sector Judicial, la ciencia es
algo que carece de importancia. Cuando lo han intentado, los científicos jamás
han sido plenamente escuchados.

Un silencio peligroso separa a la comunidad académica y de investigación del


poder político y económico. El poder no quiere escuchar a los pensadores e
investigadores porque escucharlos seria reconocer que todo el sistema esta
creado para la delincuencia y el atraso mental.

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