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apítulo 1

El capítulo comienza con la introducción del narrador, Scout (Jean Louise) Finch;
de su hermano mayor, Jem (Jeremy); y de su amigo y vecino, Dill (Charles Baker
Harris). A continuación, Lee da un resumen de la historia de la familia Finch. Su
ancestro, un metodista de nombre Simon Finch, huyó de la persecución británica para
finalmente instalarse en Alabama, donde cazaba animales para sus pieles y practicar
medicina. Habiendo comprado varios esclavos, estableció una gran hacienda que se
autoabastecía, Finch’s Landing, cerca de la ciudad de Saint Stephens. La familia
perdió su fortuna en la Guerra Civil.

El padre de Scout, Atticus Finch, estudió el derecho en Montgomery mientras


mantenía a su hermano, John “Jack” Finch, que estudiaba medicina en Boston. Su
hermana, Alexandra, se quedó en Finch’s Landing. Atticus comenzó a practicar la ley
en Maycomb, capital del condado de Maycomb, donde su “oficina contenía poco más que
una percha para sombreros, un tablero, una escupidera y un impoluto Código de
Alabama”. Su primer caso implicó defender a dos hombres que se negaban a declararse
culpable de un asesinato en segundo grado. En su lugar, se declararon no culpables
de asesinato en primer grado y fueron ahorcados, lo que marcó “el probable comienzo
de la profunda antipatía que profesaba mi padre a algunas disposiciones del derecho
penal”.

Scout pasa a describir la época de la “Gran Depresión” (de los años 20) en Maycomb,
“una población antigua, pero cuando yo la conocí también era una población
fatigada”: el verano calentaba y disminuía el ritmo de vida. Ella observa que
“nadie tenía prisa porque no había a dónde ir, nada que comprar ni dinero con que
comprarlo, [JC1] ni nada para ver fuera de los límites del condado de Maycomb
[sic]” (11). Scout describe a su padre como alguien completamente “satisfactorio”,
y a la cocinera afroamericana de su familia, Calpurnia, como estricta y “tirana”.
La madre de Scout y de Jem murió de un ataque cardíaco cuando Scout tenía dos años,
y por lo tanto no la recuerda. Sin embargo, Jem recuerda a su madre, y Scout nota
que por momentos él se pone nostálgico cuando piensa en ella. La novela comienza en
el verano. Scout tiene casi seis, y Jem casi diez. [JC1]please check the
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Una vez que se completa el panorama histórico, comienza la verdadera narrativa con
el primer encuentro entre Scout, Jem y Dill, un niño enérgico y con mucha
imaginación que tiene casi siete, pero es muy pequeño para su edad. Dill defiende
su estatura al decir que “soy pequeño pero mayor”. Proveniente de Meridian,
Mississippi, Dill pasará el verano en la casa de la señorita Rachel Haverford, su
tía. Él impresiona a los niños Finch con su dramático relato de la película
Drácula, lo que le gana su respeto y amistad. Los tres pasan el verano ocioso
mejorando el árbol de los Finch e interpretando obritas teátricas adaptadas de las
tramas de sus libros favoritos. Scout observa que Dill podía considerarse un
“Merlín de bolsillo, cuya cabeza está llena de proyectos excéntricos, extrañas
ambiciones y fantasías raras”.

Al pasar el verano, y habiendo cumplido todos sus objetivos anteriores, los niños
comienzan a interesarse en la misteriosa casa de los Radley, ubicada a una cuadra
de la casa de los Finch. Se decía que la casa de los Ridley estaba habitada por un
“fantasma maligno” de nombre Boo Radley (“Boo” no es un nombre común en inglés:
evoca el “bu” de las fantasmas, y a veces es usado como apodo familiar en dialectos
norteamericanos sureños). Aunque los niños jamás lo han visto, la palabra corría
que este Boo medía más de dos metros, tenía dientes amarillentos y podridos, ojos
saltones, hasta que babeaba y que comía animales crudos. Cada vez que algo extraño
sucedía en el vecindario, se le echaba la culpa a Boo. La historia de Boo es una
extensión de la extraña familia Radley, que “se había encerrado en su casa”,
costumbre imperdonable para el pueblo. Antes de morir, al señor Radley, el padre de
Boo, solo se veía yendo a la ciudad todas las mañanas a las once y media y
volviendo a las doce, con lo que se creían ser provisiones, y además, la familia se
quedaba encerrada los domingos. El hijo menor, Arthur, a quienes los niños llamaban
Boo, supuestamente sufría la influencia de sus “malas juntas”: un grupo de niños
que terminó arrestado y llevado a juicio después de conducir por el pueblo en un
auto viejo y encerrar al sacristán de Maycomb en una letrina. Aunque los otros
niños fueron enviados a escuelas industriales como castigo, e, irónicamente,
recibieron una educación excelente, la familia de Arthur Radley prefirió encerrarlo
en el hogar. Después de vivir allí quince años, se dice que Boo, de treinta y tres
años, apuñaló a su padre en la pierna con una tijera y luego continuó como si nada
con su tarea de recortar artículos de los periódicos. Rechazando que a su hijo se
lo declarase loco o se le imputasen cargos criminales, el señor Radley permitió que
Boo quedara encerrado en el sótano del tribunal: “el sheriff (alguacil) no tuvo el
valor de meterlo en un calabozo junto con negros”. Boo finalmente fue devuelto a su
casa. Después de la muerte del señor Radley, su hermano mayor, Nathan, llegó para
continuar con el trabajo de su padre y mantener a Boo fuera de la vista de la
gente.

Dill desarrolla una insaciable curiosidad por Boo y queda ansioso de ver a este
extraño “fantasma”, de quien se decía que andaba por las noches espiando a través
de las ventanas. Dill desafía a Jem a traspasar la puerta de entrada de los Radley.
Aunque pasa tres días evadiendo la situación, el miedo que Jem le tiene a Boo
sucumbe a su sentido del honor cuando Dill cambia el desafío a solo tocar la casa
con un dedo. Jem finalmente acepta. Corre, toca la casa, y todos vuelven a salvo al
pórtico de su casa, donde contemplan la casa: “nos pareció ver que una persiana
interior se movía. Un movimiento leve, casi imperceptible, y la casa continuó
silenciosa”.

Capítulo 2

El verano termina, y ya estamos en septiembre. Dill regresa a su familia en


Meridian, y Scout espera ansiosa su primer día de escuela. Le emociona la idea de
finalmente empezar, pero el primer día del primer grado la decepciona
profundamente. Su maestra, la señorita Caroline Fisher, tiene 21 años y es nueva en
las escuelas del condado de Maycomb. Ella proviene del norte de Alabama, que es más
rico y culto, y no comprende las costumbres de Maycomb.

Para empezar el día escolar, la señorita Caroline les lee una empalagosa historia
infantil sobre gatos, que deja a los niños impacientes. Scout explica: “La señorita
Caroline parecía no darse cuenta de que los andrajosos alumnos de “primer grado”
(el primer año de la escuela primaria), con camisas de franela y faldas de tela de
saco, eran inmunes a la literatura". La mitad de estos niños eran recursantes, y
por lo tanto, cuando la señorita Caroline escribe el alfabeto en la pizarra y Scout
lo lee sin problemas, y sigue leyendo de su abecedario y el periódico local, la
señorita Caroline le prohíbe a Scout seguir aprendiendo a leer con Atticus. En
lugar de felicitarla por su conocimiento, la señorita Caroline cree que a Scout no
se le está enseñando correctamente y le pide que ya no lea más en su casa. Scout le
explica que no recuerda cómo aprendió a leer, y que le parece que siempre supo cómo
hacerlo. Cuando la señorita Caroline le prohíbe continuar leyendo, Scout se da
cuenta de lo importante que es la lectura para ella: “Hasta que temí perderlo,
jamás me embelesó leer. A uno no le embelesa respirar”.

En el recreo, Jem escucha las quejas de Scout y trata de calmarla, explicándole que
la señorita Caroline está introduciendo una nueva técnica de estudio denominada el
sistema decimal de Dewey. De vuelta en la clase, Scout se aburre y comienza a
escribirle cartas a Dill, pero nuevamente su maestra le hace una crítica por saber
escribir en cursiva cuando solo debería saber letras de molde (letras de imprenta)
en el primer grado. Scout le echa la culpa a Calpurnia por enseñarle a escribir en
letra cursiva los días de lluvia.
Durante el almuerzo, la señorita Caroline quiere saber quiénes no van a casa para
almorzar, y les dice que ellos tienen que mostrarle sus almuerzos empacados. Un
niño, Walter Cunningham, no tiene almuerzo y no quiere aceptar el dinero que la
señorita Caroline le da para comprarse algo. La señorita Caroline no entiende el
rechazo, y un compañero de clase le pide a Scout que lo ayude a explicárselo. Scout
le dice a la señorita Caroline que Walter es un Cunningham, asumiendo que esa
explicación sea suficiente. Después de darse cuenta de que la señorita Caroline no
entiende lo que significa esto, Scout le explica que los Cunningham no aceptan
ayuda de nadie y se arreglan las cosas con lo poco que tienen. Scout recuerda
interiormente cómo el señor Cunningham, cuando se complicó el mayorazgo de su
estancia, le pagó a Atticus por sus servicios legales con un saco de nueces, leña
para la estufa y otros productos de la finca familiar involucrada. Los Cunningham
son granjeros con algo de tierra pero nada de dinero en efectivo debido a la Gran
Depresión. Muchos profesionales del pueblo les cobran a sus clientes del campo con
productos agrícolas en lugar de dinero debido a este trasfondo económico. Cuando
Scout explica que Walter no podrá devolver el dinero del almuerzo que la señorita
Caroline le ofreció, la maestra golpea la mano de Scout con una regla y la obliga a
pararse en un rincón del aula. Scout y el resto de los niños quedan perplejos ante
esta forma poco amenazadora de la “azotaina” reglamentaria, ya que están
acostumbrados a castigos corporales más severos, y toda la clase se echa a reír
hasta que una maestra local de sexto grado llega y anuncia que “prendería fuego a
todos” si no hacen silencio (en la novela original, solo amenaza a los estudiantes
con una paliza clásica).

Termina la primera parte del día y cuando sale de la clase, Scout ve a la señorita
Caroline esconder la cabeza entre los brazos. Sin embargo, Scout no siente pena por
ella después de lo mal que la trató aquella mañana.

Capítulo 3

Jem invita a Walter Cunningham a almorzar cuando se entera de que éste no tiene
nada para comer. Walter duda, pero terminaba aceptando la invitación. En la casa de
los Finch, Atticus y Walter discuten asuntos técnicos del campo, y Scout está
abrumada por su discurso tan maduro. Walter pide un poco de melaza y la vierte en
la carne y las verduras. Scout le pregunta sin pelos en la lengua qué está
haciendo, y Calpurnia le da una lección sobre cómo tratar a los invitados, incluso
si son de familias como los Cunningham.

De vuelta en la escuela, surge un alboroto cuando la señorita Caroline grita al ver


un piojo saltar de la cabeza de uno de los niños de la clase. El niño, Burris
Ewell, viene de una familia tan pobre que Atticus dice que “viven como animales”.
Todos los niños Ewell van a la escuela el primer día de clase pero jamás vuelven el
resto del año escolar. Los otros niños advierten a la maestra de esto, explicándole
que “es uno de los Ewell”. La señorita Caroline quiere que Burris vaya a casa y que
se bañe, pero antes de abandonar la clase por el resto del año, él la insulta a los
gritos y la hace llorar. Los niños la tranquilizan y le piden que les lea una
historia.

Cuando llega a casa de la escuela, Scout se siente desmotivada. Después de cenar,


le dice a Atticus que no quiere regresar. Atticus le explica que debe entender la
situación desde el punto de vista de la señorita Caroline: no se le puede esperar
que maneje bien a sus alumnos si no sabe nada de ellos. Scout quiere ser como
Burris Ewell y no tener que ir a la escuela. Como Atticus le explica, las
autoridades del pueblo hacen excepciones a la ley con los Ewell porque jamás
cambiarían sus hábitos. Por ejemplo: el señor Ewell puede cazar fuera de la
temporada designada para cada animal porque todos saben que gasta sus cheques de
subsidio en whiskey, y como tal, si él no caza, no comen sus hijos. Atticus le
enseña a Scout sobre el compromiso: si va a la escuela, Atticus le dejará leer con
él al llegar a casa. Scout acepta, y Atticus les lee el periódico a ella y a Jem.
Capítulo 4

La escuela sigue avanzando; el año también. Scout duda de que el nuevo sistema
educativo realmente la beneficie; la escuela le aburre y desearía que la maestra le
permitiera leer y escribir, en lugar de pedirles hacer actividades tontas
relacionadas con “la dinámica de grupo” y “la buena ciudadanía”. Una tarde, cuando
pasa por la casa de los Radley, nota algo en un agujero en el tronco de un roble en
el jardín delantero. Decide investigar un poco más y descubre ahí adentro dos gomas
de mascar. Scout tiene cuidado, pero decide comerlas. Cuando se entera de que su
hermana encontró ahí goma de mascar, Jem la obliga a escupirla. Un tiempo después,
cuando se acerca el fin del año escolar, Jem y Scout descubren en el mismo agujero
dos “centavos indios” (monedas de un centavo del periodo en el cual se imprimían
con una cabeza de un indígena en el verso), considerados monedas de la suerte. Los
niños no saben si el agujero es el escondite de alguien o si las monedas son un
regalo, pero deciden guardarlas en el baúl de Jem.

Dill regresa a Maycomb por el verano, lleno de historias sobre viajes en tren y
sobre su padre, a quien afirma por fin haber podido ver. Los tres intentan comenzar
juegos nuevos, pero se aburren rápidamente. Jem pone a Scout en una llanta vieja
(un neumático automóvil de la época) para que pueda rodar en ella, pero la empuja
tan fuerte que termina en el patio de los Radley. Aterrada, Scout corre de vuelta a
su casa, pero deja la llanta. Jem tiene que ir a buscarla. Dill piensa que Boo
Radley haya muerto, y Jem dice que hayan colocado su cuerpo en la chimenea (para
esconderlo). Scout piensa que tal vez esté vivo. Inventan un nuevo juego sobre Boo
Radley. Jem hace de Boo, Dill interpreta al señor Radley y Scout tiene el papel de
la señora Radley. Durante el verano, el juego se va transformando en una pequeña
obra dramática incorporando a todos los rumores que escucharon sobre Boo y su
familia, incluyendo una escena donde usan la tijera de Calpurnia como utilería. Un
día, Atticus los descubre mientras juegan así y les pregunta si la obra tiene algo
que ver con la familia Radley. Ellos lo niegan, y Atticus responde: “Espero que
no”. La firmeza de Atticus los obliga a dejar de jugar, y Scout se siente aliviada
ya que estaba preocupada por otros motivos: le pareció escuchar a alguien riéndose
en la casa de los Radley cuando sucedió lo del neumático.

Capítulo 5

Jem and Dill se hacen muy amigos, y Scout, al ser niña, se encuentra excluida de
sus juegos. Dill, comportándose de manera infantil, decide comprometerse con Scout;
pero ahora que él y Jem juegan juntos a menudo, Scout siente que no la quieren
allí. En lugar de jugar con ellos, Scout se sienta con su vecina —una jardinera
ávida de nombre Maudie Atkison— a mirar la puesta del sol o a comer los pasteles
caseros que la señorita Maudie hace. La señorita Maudie es muy honesta en lo que
dice y en cómo se comporta, y además tiene parla. Por lo tanto, Scout la considera
una amiga de confianza. Un día, Scout le pregunta sobre Boo Radley, y la señorita
Maudie dice que todavía está vivo y que no le gusta salir. También agrega que la
mayoría de los rumores sobre él son mentiras. La señorita Maudie le explica que los
Radley son bautistas estrictos: ellos creen que los placeres son un pecado contra
Dios y pasan la mayor parte del tiempo encerrados y leyendo la Biblia. Dice que
Arthur había sido un niño agradable cuando ella lo conocía.

Al día siguiente, Jem y Dill inventan un plan para dejarle una nota a Boo en la
ventana de los Radley, usando una caña de pescar. La nota le pedirá que de vez en
cuando se asome para decirles qué está haciendo adentro, y también dirá que no le
harán daño y le comprarán un helado. Dill dice que quiere que Boo salga y se siente
con ellos por un rato ya que podría ayudarle a sentirse mejor. Dill y Scout vigilan
en caso de que alguien llegue, y Jem intenta entregar la nota con la caña de
pescar, pero se da cuenta de que éste es más difícil de manejar de lo que pensaba.
Mientras se las ingenia, Atticus llega y los descubre. Les dice que dejen de
molestar a Boo y les da una lección sobre el derecho que tiene Boo a su privacidad,
y sobre el derecho que no tienen ellos para acercarse a la casa, a menos que sean
invitados. Los acusa de explotar la vida de Boo para la edificación del vecindario.
Jem dice que no estaban haciendo eso y admite sin querer que justamente era eso lo
que hacían. Atticus los había enredado recurriendo a “la treta jurídica más vieja
que existe”.

Capítulo 6

Es la última noche de verano de Dill en Maycomb. Jem y Scout tienen permiso para
sentarse con él aquella tarde. Dill quiere dar “un paseo”, pero termina siendo algo
más: Jem y Dill quieren escabullirse para ir a la casa de los Radley y espiar por
una de las ventanas. Scout no quiere que lo hagan, pero Jem la acusa de ser una
niñita, un insulto que ella no puede soportar y decide sumarse al plan. Pasan por
debajo de una cerca de alambres y traspasan una puerta. En la ventana, Scout y Jem
le echaron una mano a Dill para que pueda espiar por la ventana. Dill no ve nada,
solo cortinas y una luz tenue a lo lejos. Los chicos intentan con una ventana
trasera, a pesar de que Scout pide irse. Cuando Jem levanta su cabeza para mirar
adentro, la sombra de un hombre aparece y pasa por delante de Jem. Tan pronto como
desaparece, los tres niños corren lo más rápido que puedan de regreso a casa, pero
Jem pierde sus pantalones, enganchados en la verja. Mientras corren, escuchan el
sonido de un disparo de escopeta detrás de ellos.

Cuando vuelven, el señor Radley está parado en la puerta, y Atticus está ahí con
varios vecinos. Escucharon que el señor Radley le estaba disparando a un "negro
blanco" en su patio trasero y tenía otro barril esperando por si regrese. Dill
inventa una historia acerca de jugar strip poker para explicar por qué Jem no traía
pantalones, y Jem dice que jugaban con fósforos en lugar de cartas, pecado que
sería considerado imperdonable. Dill se despide de ellos, y Jem y Scout se van a
dormir. Jem decide volver por sus pantalones una vez que anochezca. Scout trata de
convencerlo de que no lo haga, de que sería mejor que Atticus lo azote antes de que
el señor Radley le dispare y lo mate, pero Jem insiste en ir. Jem le explica que
Atticus jamás lo azotó y que no quiere que lo azote. Jem se va por un corto tiempo,
pero vuelve con los pantalones, temblando.

ANÁLISIS
El primer capítulo se centra en la historias familiares, y las historias dentro de
historias describen los rígidos lazos sociales que mantienen unida a la sociedad
del pequeño pueblo de Maycomb, Alabama, y los inevitables nexos que unen a un
individuo con su familia o clan. El libro comienza mencionando cómo, a los doce
años, Jem se quebró el brazo. El narrador menciona que el resto del libro explicará
cómo sucedió la lesión, y la novela termina con este suceso. Desde el comienzo,
mediante un análisis histórico, la novela trata de explicar cómo surgió “este
suceso particular”. Los intentos de los niños por rastrear los orígenes del
incidente (la quebradura de Jem) hasta sus raíces los lleva a preguntarse si todo
comenzó con la llegada de Dill a Maycomb y su amistad con él, o si el origen real
yace mucho más profundo, en la historia de sus ancestros y los sucesos casuales que
llevó =la familia Finch a Maycomb. Su discusión se trata de problemas fundamentales
mucho más profundos acerca de la naturaleza del bien y el mal en los seres humanos,
abriendo sutilmente hacia la vieja discusión sobre “la innato contra lo adquirido”.
Dill, el niño nuevo del pueblo, representa una influencia externa sobre los niños
que los afecta profundamente, mientras que la historia familiar de Scout es un
patrón más inexorable que existió desde mucho antes de que nacieran. Atticus le
dice a Jem y a Scout que los patrones de historia, familia, identidad y
temperamento (tanto nuevos como viejos) ayudan a formar a cada persona.

Scout narra el libro en primera persona, pero en tiempo pasado. Su voz y


perspectiva ofrecen una perspectiva hacia los eventos y las personalidades del
pueblo a través de los ojos de una niña, que puede que no siempre logre captar toda
la historia. A menudo, ella busca consejos de Atticus, que siempre tiene una
respuesta correcta y sólidamente moral para sus reacciones a lo sucedido. Sin
embargo, la voz de Scout suele adoptar un tono maduro cuando escribe desde un
tiempo distante: ya sea cuando habla del pueblo y de sus habitantes en el tiempo
pasado lejano o bien cuando se interrumpe para ofrecer explicaciones de términos
pasados de moda (por ejemplo: “El señor Radley ‘compraba algodón’, una forma amable
de decir que no hacía nada”). Esta estrategia narrativa le permite al lector
entender un poco más sobre algo que cuenta Scout y que la joven narradora no
termina de captar por completo en el hecho.

La casa de los Radley es vieja, oscura, cerrada y poco civilizada en comparación


con el resto del vecindario, alguna vez blanca, ahora de color gris pizarra, con
tejas de madera podridas, unos robles que cierran el paso del sol, patios enormes,
y una puerta que mantenían cerrada los domingos. Los Radley también difieren del
resto de la comunidad en que se aíslan voluntariamente de los patrones normales de
interacción social, lo que provoca que el pueblo los excluya y convierta sin motivo
alguno al misterioso Boo en un chivo expiatorio para cualquier circunstancia
extraña o desafortunada. Por ejemplo: cuando varios animales domésticos aparecen
mutilados y asesinados, los habitantes sospechan que sea por culpa de Boo, hasta
después de saberse que el loco Addie es el culpable. Esto es un presagio del trato
que recibirá más adelante en el libro Tom Robinson, a quien encuentran culpable a
pesar de que hay sobrada evidencia al contrario.

Scout describe la tendencia de los Radley de “encerrarse” como una “costumbre


imperdonable en Maycomb. Ellos no iban a la iglesia, la diversión principal de
Maycomb, sino que celebraban el culto en casa”. Su elección de la palabra
“diversión” para describir el culto a la iglesia es un indicio de la hipocresía
ética de los habitantes del pueblo, especialmente con respeto a la idea del perdón,
una de las virtudes más importantes en el protestantismo norteamericano. El libro
parece implicar que ir a la iglesia no siempre garantiza que las personas tengan
las virtudes del cristianismo si el culto se reduce a un evento social y si las
leyes de la sociedad tienen más peso sobre qué se considere “perdonable” que las
mismísimas leyes de la biblia. Esta idea se ve en más detalle en el Capítulo 24, en
el que las mujeres de la Sociedad Misionera de Maycomb muestran en cantidades
similares su “moralidad” religiosa y su explícita intolerancia racial.

Para los niños, Boo es poco más que lo que han escuchado de las leyendas populares,
interpretado por su imaginación colectiva. El relato de Scout sobre la descripción
que Jem hace de Boo muestra cómo su mente joven no puede distinguir lo verdadero de
lo ficticio. Jem explica que Boo "comía ardillas crudas, por eso tenía las manos
manchadas de sangre: si uno se come un animal crudo, jamás podrá limpiarse la
sangre”. Que los niños acepten esos tipos de supersticiones —como la permanencia de
la sangre de un animal crudo— demuestra que son igual de susceptibles a aceptar el
rumor del pueblo sobre el misterioso Boo, como lo prueba el hecho de que Scout
considere que la descripción de Jem sea “razonable”.

Por más que sea fácil de engañar, la mirada infantil también se utiliza en este
capítulo para acercarse a la verdad más de lo que serían capaces de hacerlo los
adultos. El comentario de Dill, “Soy pequeño pero mayor”, explica por qué su altura
parece desproporcional con su madurez, pero también sugiere simbólicamente que las
personas “pequeñas” tal vez tengan una comprensión de los eventos más amplia que la
de los adultos. La representación física de esta faceta de la infancia está
plasmada en esa visita audaz al patio de los Radley, es decir, cuando los niños
entran a un espacio condenado de forma sistemática por todo el pueblo. El camino de
esta persona contra las tradiciones de todo un grupo, aunque aquí se representen en
miedo y en un desafío, presagian lo que sucederá cuando Atticus defienda a Tom
Robinson en el juicio y cuando Scout se enfrente al clan amenazante de habitantes.
Dill intenta convencer a los otros dos de que “lo hagan salir [a Boo]” porque “me
gustaría verlo”. Su deseo de “verlo” es importante simbólicamente para la idea de
que los niños —que aún son algo inocentes y no están influenciados por la sociedad—
tienen el deseo de ver cosas de forma más verdadera que los adultos, y de que son
capaces de comprender las falacias de las parcialidades, prejuicios y falsas
acusaciones de los adultos.

En el Capítulo 2, Lee utiliza la descripción del primer día de Scout para presentar
a algunas de las personas y familias del condado de Maycomb y de este modo brindar
un contexto para los sucesos que vendrán. Con la presentación de la señorita
Caroline, que es algo parecido a una extranjera en la escuela, Lee también revela
al lector ciertos rasgos culturales de Maycomb. Los niños del condado de Maycomb
son mayormente pobres, incultos, rudos y de campo (“muchos de los cuales habían
cortado algodón y alimentado cerdos desde que aprendieron a caminar”), en
comparación con la señorita Caroline, que usa maquillaje y “olía como una gota de
peppermint y tenía el mismo aspecto” (“peppermint drop” es el nombre en inglés de
un caramelo duro tradicional, rayado y con sabor a menta). El capítulo ayuda a
mostrar que reina en el condado de Maycomb una ignorancia profunda. El sistema
escolar, representado por la señorita Caroline, tiene buenas intenciones, pero al
mismo tiempo carece del poder para lograr un cambio en los patrones de conducta tan
profundamente arraigados en la estructura social del pueblo.

Como se ve en el primer capítulo, donde la identidad de una persona se representa


como fuertemente influenciada por su familia y su historia, este capítulo vuelve a
mostrar que en Maycomb, la conducta de un niño puede explicarse por tan solo su
apellido, como cuando Scout le explica a su maestra que “él es un Cunningham”.
Atticus dice que el señor Cunningham “viene de una casta de hombres testarudos”, lo
que sugiere que toda la línea de los Cunningham comparte los mismos valores. En
este caso, son orgullosos: no les gusta aceptar dinero que no pueden devolver y
prefieren seguir viviendo de la tierra, en la pobreza, antes que trabajar para el
gobierno. Entonces, en el condado de Maycomb, las personas pertenecen a “castas”
familiares que determinan la posición o temperamento de sus miembros. Todos los
otros niños de la clase entienden esto: crecer en este entorno les enseña a los
niños que las personas pueden comportarse de cierto modo tan solo porque pertenecen
a una determinada familia o grupo.

El capítulo también establece que Scout es una niña muy inteligente y precoz que
aprendió a leer a través de su instinto natural, cuando se sentaba en el regazo de
Atticus y seguía la lectura en su libro. Ella no comprende que ama leer hasta que
su maestra se lo prohíbe: esto le demuestra que leer era un placer y una libertad
que dio por sentados durante toda su vida hasta que se lo negaron. El valor de
algunas libertades no puede terminar de comprenderse hasta que una persona es
obligada a dejarlas. De forma similar, Scout y Jem aprenderán la verdadera
importancia de la justicia más tarde en el libro a través del juicio a Tom
Robinson, en el que la justicia se le quita y niega a una persona por ser
afroamericano. La implicación es que las personas jóvenes esperan intrínsecamente
ciertas libertades humanas y tienen un sentido natural de libertad y justicia, que
solo llegan a comprender por completo cuando los adultos de la sociedad intentan
arrebatárselas. Aunque Scout es joven y fácil de impresionar, se convierte en el
portavoz de su clase e interactúa con su maestra adulta de forma cómoda y segura de
sí misma; esto muestra que, aunque sea pequeña de edad, es más madura que algunos
de sus compañeros.

En este capítulo, Lee también devela cómo Scout busca a Jem para que la apoye y le
aconseje. Jem a veces la aconseja mal: cree que “entailment” (mayorazgo) quiere
decir “tener tus dedos atrapados en una trampa” (confundiendo el término con
“entrapment” tal vez), cuando en realidad es un término legal para una restricción
en la herencia de propiedad, y llama a la nueva técnica de lectura “el sistema
decimal de Dewey” porque se confunde el catálogo de la biblioteca (el sistema de
clasificación decimal Dewey) con las nuevas teorías educativas del intelectual
decimonónico John Dewey. Sin embargo, apoya a su hermana cuando ella lo necesita,
aunque le advierte que no se junte ni con él, ni con sus compañeros de quinto año
en la escuela.

En el Capítulo 3, la paciente enseñanza de Atticus le da una lección a Scout que,


según él, la ayudará a “convivir mejor con muchas clases de personas”: debe siempre
juzgar a las personas por sus intenciones y no por sus actos, y ponerse en el lugar
del otro para entenderlo mejor. El capítulo establece que Atticus puede
relacionarse con todo tipo de personas, incluso niños granjeros pobres. La última
oración del capítulo, que dice: “Atticus tuvo razón”, se aplica a su predicción de
que Jem se caería de su casita del árbol y también a casi todos los otros problemas
que conciernen a los personajes. Normalmente, se puede confiar en las opiniones de
Atticus; y él está convencido de la importancia de tratar a todas las personas
justa- y razonablemente, sin importarle mucho las circunstancias.

El capítulo presenta a la familia Ewell, quienes tendrán mucha importancia en la


parte final del libro. Burris Ewell y su familia se las ingenian para vivir por
fuera de las leyes locales y nacionales porque son muy pobres e ignorantes;
pertenecen al círculo más bajo de la sociedad de blancos de Maycomb. Los niños
Ewell solo necesitan ir a la escuela el primer día, y luego el pueblo obviará el
hecho de que están ausentes, aunque sea compulsoria la asistencia escolar para
todos los niños ciudadanos del país entero. De igual manera, al señor Ewell se le
permite cazar fuera de temporada porque se sabe que es un alcohólico que gasta sus
cheques de subsidio en whiskey; si no puede cazar, puede que sus hijos no coman.
Aquí podemos ver cómo la ley, que fue creada para proteger a la gente, a veces
puede resultar dañina si se sigue demasiado al pie de la letra. En ciertas
ocasiones, a veces lo mejor para todos es hacer excepciones a la ley. La opinión
del pueblo es que ninguna ley jamás forzará a los Ewell a cambiar porque ellos
están acostumbrados a sus “costumbres”. Más bien, la ley debe modificarse para
adaptarse a ellos y proteger a los niños, que no deberían sufrir sin necesidad.

Scout también se entera que el motivo por el cual Walter Cunningham no aprueba el
primer grado es que necesita abandonar la escuela en la primavera para ayudar en la
granja de su familia. Los Cunningham no son necesariamente analfabetos e ignorantes
por falta de inteligencia, sino porque están sujetos a un sistema económico que
socava su acceso a una buena educación. Los Cunningham necesitan mantener la granja
funcionando si quieren sobrevivir; y dado que el sistema escolar no realiza ninguna
adaptación para niños del campo, hay un ciclo social que se perpetúa a sí mismo
para que las familias del campo continúen siendo analfabetas e ignorantes.

En el Capítulo 4, vemos que las escuelas han intentado enseñarles a los estudiantes
cómo comportarse en grupos y cómo ser ciudadanos de bien, pero Scout nota que su
padre y Jem aprendieron estos trucos sin necesidad de la escolaridad que ella
experimenta. La escuela puede intentar convertir a los niños en seres morales, pero
la educación moral de Scout se da casi exclusivamente en su hogar o en la presencia
de los adultos y amigos de Maycomb. Esto sugiere que las escuelas tan solo pueden
proporcionar un cambio limitado en la sensibilidad moral de los niños, si es que
haya algún cambio posible; las familias y las comunidades son las verdaderas
creadoras del sentido de los niños sobre lo que está bien, lo que es correcto, y lo
que no lo es.

Aceptar los regalos en el agujero del árbol de los Radley y entrar accidentalmente
al patio de los Radley mientras juegan a rodar en llantas son dos de las primeras
señales de que los niños se están acercando lentamente hacia contacto con Boo. No
obstante, aún están aterrorizados por el misterio de Boo. Su curiosidad y el juego
dramático que crearon es una muestra de cuán desesperados están por encontrar
respuestas a sus preguntas sobre Boo, en ausencia de cualquier información o
conocimiento real. De igual manera, los habitantes del pueblo tienen una tendencia
a reaccionar de forma poco favorable a las cosas que son “diferentes” hasta que
tienen razones para comprender la diferencia. Además, los niños comienzan
gradualmente a humanizar a Boo: en el primer capítulo se lo menciona como un
“fantasma maligno”, pero a esta altura, es un hombre real cuyo comportamiento
antisocial lo califica como alguien poco normal y, por lo tanto, sospechoso o
peligroso.

En el Capítulo 5, aunque Atticus intenta sugerirles a los niños que dejen en paz a
Boo, ellos comienzan a sentir simpatía por él al pensar en lo solo que está y cuán
estricta fue su crianza. Si bien aún le temen, desean ser sus amigos y ayudarlo. La
descripción que la señorita Maudie les hace de Boo les ayuda a comprender que él es
una víctima de su crianza.

La señorita Maudie es una de las pocas mujeres a quien Scout respeta y con quien es
amigable. Calpurnia y la señorita Maudie son las principales influencias maternas
en su vida. Más tarde, la tía Alexandra se impone como una madre sustituta que
intenta convertir a Scout en una “dama” sin su consentimiento. La señorita Maudie
es la más neutral y comprensiva de las tres, aunque Calpurnia se vuelve más
simpática con el pasar del tiempo. La señorita Maudie está obsesionada con sus
canteros de flores y continúa encargándose de ellos a pesar de la desaprobación de
los “bautistas estrictos”, que de vez en cuando la acusan de pasar demasiado tiempo
en dichos vanidosos propósitos terrenales. La señorita Maudie se opone a estas
ideas estrictas y devotas, pero a la vez es religiosa, lo que demuestra que tal vez
encuentra una relación entre mantener hermosas cosas en el mundo y comunicarse con
Dios. Al igual que en el caso de los Ewell cuando cazan fuera de temporada, algunas
cosas son más importantes que seguir la ley al pie de la letra. La extremadamente
religiosa familia Radley se queda encerrada todo el día y raras veces participa en
actividades de la comunidad, excepto durante emergencias. Sin embargo, la señorita
Maudie parece pensar que servir a cosas vivas, ya sean humanos o flores, es una
parte importante de servir a Dios. No hay una forma única de adorar a Dios, pero el
capítulo sugiere que leer la Biblia todo el día puede ser una aplicación de la ley
de Dios que, como la ley de caza cuando se aplica a los Ewell, se vuelve
contraproducente si se aplica de forma demasiado severa. En ambos casos, mantener
la vida (los hijos del señor Ewell o las flores de la señorita Maudie) es más
importante que obedecer los códigos estrictos. La señorita Maudie también cree en
la importancia del placer y de saber disfrutar la vida.

En el Capítulo 6, los niños están cada vez más cerca de achicar la brecha entre
ellos y Boo. Scout no está convencida del valor de participar en estos juegos, pero
tampoco soporta quedarse afuera, especialmente cuando se la acusa de “niñita”. Más
adelante, Scout se enterará de por qué le gusta a Boo su privacidad y por qué es
importante dejarlo en paz, pero por ahora, solo sospecha de él.

Los intentos de los niños por comunicarse con Boo evocan, nuevamente, la impresión
de que ellos podrán ver a Boo con más decencia y sinceridad que el resto del
pueblo. Esta búsqueda en la oscuridad, las tantas puertas, los vegetales en el
patio y el vistazo que Dill da a través de la oscura ventana con cortinas donde se
ve una luz tenue son de alguna manera simbólicos de la búsqueda de los niños a
través de capas de ignorancia y rumores para encontrar la verdad que subyace a
todo. Al buscar al hombre que la sociedad convirtió en monstruo, le devuelven su
humanidad básica fundamental y lo conectan con todo el resto de las personas a
pesar de su personalidad poco común. De otra manera, Atticus quiere hacer lo
posible para que la gente afroamericana exista al mismo nivel que los blancos, y
que ya no estén sujetos a una subyugación inhumana. El color es algo significativo
aquí: Boo Radley es descrito al final del libro como alguien muy, muy blanco; y Tom
es descrito como alguien de color negro “aterciopelado”. Si bien están en extremos
opuestos de la escala de color de piel, estas dos principales “figuras de ruiseñor”
comparten el dilema común de ser calificados como diferentes por no tener el color
de piel considerado normal en Maycomb.

Capítulo 7
Jem está “callado y de mal humor” después del incidente de los pantalones. Comienza
un nuevo año escolar, y Scout siente que el segundo grado será igual de aburrido
que fue el primero. Un día, ella y Jem vuelven a casa caminando juntos y Jem le
confiesa que cuando encontró sus pantalones aquella noche, estaban doblados, y las
roturas habían sido cosidas, como si alguien supiese que él iba a regresar por
ellos. A Jem esto le parece muy inquietante. Después, los niños encuentran una
madeja de hilo en el agujero del árbol de los Radley. De nuevo, no están seguros si
es un regalo o no, así que lo dejan allí por algunos días. Cuando sigue estando
allí con el pasar de los días, lo toman y deciden que todo lo que esté en ese
agujero se lo pueden llevar.

Jem está emocionado por el sexto grado porque va a aprender sobre el Egipto
antiguo. Jem le dice a Scout que la escuela mejorará en algún momento. Un día de
octubre, encuentran dos pequeñas figuras en el agujero: un niño y una niña hechos
de jabón. Después de examinarlas en detalle, se dan cuenta de que las figuras son
ellos dos. Se preguntan quién podría haberlas hecho; tal vez el señor Avery, un
vecino que talla en madera. En un par de semanas, encuentran un paquete de goma de
mascar, una vieja medalla de una competencia de deletreo, un reloj de cadena roto,
y un cuchillo de aluminio. Jem no puede arreglar el reloj, pero él y Scout deciden
escribir una carta de agradecimiento a la misteriosa persona que les está dejando
estos regalos. Una vez escrita, la dejan en el agujero. Al día siguiente, se
horrorizan al descubrir que alguien tapó el agujero con cemento. Le preguntan al
señor Radley si sabe algo, y él alega que el árbol se está muriendo y que rellenar
el hueco con cemento lo mantendrá vivo. Jem queda en la sospecha tras esta
explicación, y cuando le pregunta a Atticus al respecto, Atticus contesta que el
árbol se ve muy saludable, pero que el señor Radley debe tener sus buenas razones
para rellenar el agujero. Jem piensa en lo que dijo Atticus sobre quién podría ser
la persona que deja esos regalos. Jem se para en el porche solo por un rato tiempo.
Cuando él entra, Scout piensa que parece que hubiese estado llorando.

Capítulo 8

Llega el invierno a Maycomb y nadie esperaba que fuera tan duro. El señor Avery
culpa a los niños de causar este mal clima al decir que los niños desobedientes
hacen que cambien las temporadas. La señora Ridley muere, y Atticus va a la casa
Radley para dar el pésame. Cuando Scout le pregunta varias veces sobre Boo, Atticus
dice no haberlo visto allí.

Hay una tormenta de nieve, y es la primera que Scout y Jem han experimentado. La
escuela se cancela, y Jem y Scout deciden hacer un muñeco de nieve. Sin embargo, no
hay mucha nieve, y Jem y Scout ni siquiera están seguros de cómo se hace un muñeco
de nieve. Determinados, deciden hacerlo usando tierra y nieve que recolectan de su
patio y del de la señorita Maudie. El muñeco de nieve se parece bastante al señor
Avery. Atticus admira su trabajo, pero sugiere que oculten la identidad de su
creación para no ofender a su vecino. Jem le pone al muñeco de nieve el sombrero y
las tijeras para podar de la señorita Maudie; ella se ríe de la personificación.

La noche que le sigue a la tormenta es muy fría. Scout se despierta en el medio de


la noche con Atticus inclinado sobre ella; su padre le dice que debe levantarse y
salir, la casa de la señorita Maudie está en llamas. Tres camiones de bomberos
intentan apagar las llamas, pero el frío dificulta todo, y una de las mangueras
explota. Atticus hace que los niños esperen en la casa de los Radley para que no
estén en el medio del camino. Frente al patio de los Radley, esperan temblando que
las llamas no se acerquen a su propia casa. La casa de la señorita Maudie se viene
abajo y su techo de lata ayuda a extinguir las llamas. Scout entiende que la
señorita Maudie tendrá que vivir en la casa de la señorita Stephanie por un tiempo.

Ya en su casa, Atticus nota que Scout tiene una manta que la envuelve y la regaña
por alejarse del lugar donde debía quedarse. Scout le explica que ni ella ni Jem se
fueron del patio de los Radley y que no sabe de dónde viene la manta. Caen en la
cuenta de que Boo Radley debe haber colocado la manta sobre Scout mientras ella y
Jem estaban hipnotizados por el fuego. El señor Radley, su hermano, había estado
ocupado ayudando a todos los que estaban en la casa de la señorita Maudie, así que
Boo es la única persona que podría haberle dado la manta a Scout. Scout está
asombrada que estuvo tan cerca de Boo sin haberse dado cuenta.

La señorita Maudie está inesperadamente animada respecto al hecho de que su casa


quedara reducida a cenizas y dice que quería una casa más chica de todos modos
porque siempre quiso un jardín más grande. También comenta que el incendio
probablemente comenzó porque dejó el fuego encendido aquella noche para que los
tiestos de sus plantas no se congelaran.

Capítulo 9

Un niño de la escuela, Cecil Jacobs, molesta a Scout al decirle que su padre


“defiende a niggers (término muy peyorativo para negros en los estados unidos,
menos tabú en época de apartheid legal)”. Scout no aceptará que insulten a su padre
y pelea con Cecil. Más tarde, le pregunta a Atticus sobre el significado de la
frase, y él explica que decidió defender a una hombre afroamericano llamado Tom
Robinson, que vive en un asentamiento detrás del vertedero municipal. Atticus dice
que muchos habitantes del pueblo piensan que no debería defender a Tom porque es
afroamericano. Scout le pregunta por qué lo hace si la gente se opone, y Atticus
responde que si él no toma el caso, “no podría caminar por la ciudad con la cabeza
alta” ni representar al condado en la legislatura ni mandar a sus hijos. Atticus
explica que cada abogado tiene al menos un caso en su vida que lo afecta
personalmente y que éste era el suyo. Le manda conservar la calma, a pesar de todo
que la digan al resto, y pelear con su mente, no con sus manos. Scout le pregunta
si ganará el caso, y Atticus responde que no, pero “el hecho sencillo que hayamos
perdido cien años antes de tomar el caso no es motivo ninguno para que no
intentemos ganarlo”. Le dice que no importa lo que suceda, las personas de Maycomb
siguen siendo sus amigos, y este sigue siendo su pueblo.

De regreso en la escuela, Scout se esfuerza por no pelear. El tío Jack viene a


Maycomb para quedarse una semana con ellos, cosa que Scout disfruta porque él tiene
un gran sentido del humor, a pesar de ser médico. Scout ha intentado decir
groserías porque tiene la teoría de que Atticus no la obligará a ir a la escuela si
se entera de que ella las aprendió allí; pero después de cenar, el tío Jack le dice
que no las use en su presencia a menos que sea una situación que realmente lo
merezca. Para la Navidad, tanto Jem como Scout reciben de regalo rifles de aire
comprimido y están muy conformes.

Atticus y los niños van a Finch’s Landing, una casa enorme con una escalera
especial que lleva a las habitaciones de las cuatro hijas de Simon Finch y que
alguna vez le permitió a Finch vigilarlas. Scout odia ir allí porque su tía
Alexandra siempre le dice que debe actuar más como una dama: usar vestidos y no
pantalones, y jugar con juguetes de niña, como juegos de té y joyas. La tía
Alexandra hiere los sentimientos de Scout y, a la hora de cenar, la obliga a
sentarse en una mesa pequeña y no en la mesa de los adultos, donde se sientan Jem y
Finch. Francis es el nieto de la tía Alexandra, y Scout lo llama “el niño más
aburrido que conocí en toda mi vida”. Cuando habla con Francis, Scout tiene la
sensación de “hundirme lentamente en el fondo del océano”. Lo único positivo de
estar en Finch’s Landing es que la tía Alexandra excede como cocinera.

Después de cenar, Francis y Scout están en el patio trasero cuando Francis acusa
Atticus de ser “amante de los negros (nigger-lover)” y dice que será la perdición
de la familia, que ni siquiera podrá caminar por las calles de Maycomb. Scout
espera pacientemente su oportunidad y le da un puñetazo directo en la boca. Francis
grita, y todos salen corriendo. Francis dice que Scout lo llamó “ramera” (whore-
lady) y le saltó encima, algo que Scout no niega. El tío Jack le dice a Scout que
no use ese tipo de lenguaje y la sujeta cuando ella intenta escaparse. Scout le
dice que lo odia. Atticus dice que ya es hora de volver a casa.

De vuelta en la casa, Scout corre a su habitación para estar sola. El tío Jack sube
para charlar con ella sobre su lenguaje. Scout le dice que él no entiende muy bien
a los niños porque que jamás escuchó su versión de la historia. El tío Jack le
pregunta cuál es su versión, y Scout le dice lo que dijo Francis sobre Atticus. El
tío Jack está muy preocupado y quiere hablar inmediatamente con la tía Alexandra,
pero Scout le pide que no le diga nada a Atticus ya que no quiere que se entere él
de que ella rompió el acuerdo de no pelear más por el caso de Tom Robinson.

Scout escucha al tío Jack hablando con Atticus. El tío Jack explica que no quiere
tener hijos porque no los entiende del todo. Atticus reflexiona que Scout necesita
aprender a controlar su carácter porque en los próximos meses, la familia estará en
el ojo de la tormenta. Jack pregunta qué tan malo será, y Atticus responde que no
podría ser peor: el caso consiste básicamente en la palabra de un hombre
afroamericano contra la palabra de una familia de blancos, los Ewell. También juzga
imposible que el jurado le crea a su cliente y no a un blanco. Atticus solo espera
que sus niños sobrevivan el juicio sin que contraigan “la enfermedad corriente de
Maycomb”, el motivo de que “personas razonables se pongan a delirar como dementes
apenas surge algo relacionado con un negro”. Atticus espera que Jem y Scout acudan
a él si tienen preguntas, y no al pueblo. En ese momento llama a Scout y le dice
que vaya a dormir. Ella vuelve corriendo a su habitación. Años después, la
narradora, una Scout adulta, nos explica que con el tiempo entendió que Atticus
quiso que ella escuchara todo lo que él decía a Jack.

Capítulo 10

Scout duda que su padre pueda “hacer” otra cosa que no sea el oficio de abogado; no
le gustan los trabajos físicos y no juega a la pelota. Es mucho más viejo que los
padres de sus compañeros, lo que le dificulta participar en esas actividades.
Además, Atticus usa lentes porque casi no ve de un ojo. En lugar de cazar, le gusta
sentarse y leer dentro de la casa. Scout está un poco avergonzada de su padre
porque pareciera que no puede hacer nada que valga la pena. Atticus les dice a
Scout y a Jem que pueden usar sus rifles de aire comprimido para dispararles a
latas y a azulejos, pero que es un pecado matar un ruiseñor. La señorita Maudie lo
confirma y le dice a Scout: “Tu padre tiene razón. Lo único que hacen es cantar
bellamente para nuestro deleite. No estropean los frutos de los huertos, no anidan
en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar su corazón, cantando para
nuestro deleite. Por eso es pecado matar un ruiseñor”.

Un día, un perro de nombre Tim Johnson aparece en el vecindario, a una cuadra de la


casa de los Finch. Tiene una apariencia extraña y camina lento, con un tic. Los
niños le avisan a Calpurnia, que al ver al perro, llama de inmediato a Atticus para
decirle que hay un perro con rabia en el vecindario. A continuación, Calpurnia
llama al operador del pueblo para que les avise a todos los vecinos. Incluso corre
hasta la casa de los Radley y les grita que tengan cuidado. Atticus y el sheriff,
Heck Tate, llegan al lugar; y el sheriff le da un arma a Atticus. El perro está tan
cerca de la casa de los Radley que al tirarle directamente, la bala podría entrar a
la casa. Atticus le dispara de mala gana al perro. El perro se desploma. Jem queda
pasmado por la precisión del disparo de su padre. La señorita Maudie les dice a los
niños que su padre solía ser conocido como “Finch un disparo”, el mejor tirador del
condado. Les dice que él no dispara a menos que tenga que hacerlo porque siente que
cuando tiene un arma en sus manos, Dios le da una ventaja injusta por sobre otros
seres vivos. Scout quiere contarles a todos en la escuela sobre el incidente, pero
Jem le pide que no lo haga. Jem le explica que a él no le importa si Atticus “no
pudiera hacer nada” porque Atticus es un caballero.
Capítulo 11

Cuando se dirigen a ver a Atticus a la salida del trabajo, Scout y Jem deben pasar
por la casa de la señora Dubose. La señora Dubose es una malvada anciana que se
sienta en su porche delantero a gritar e insultar a Jem y a Scout cada vez que
pasan. El día siguiente al cumpleaños duodécimo de Jem, él y Scout van al pueblo a
gastar parte del dinero que recibió de regalo. En el camino, la señora Dubose le
grita a Jem que él había destruido la parra de uvas de la señorita Maudie aquella
mañana, lo que era mentira, y le grita a Scout por llevar puesto un mameluco. En
ese momento, empieza a gritarles sobre cómo Atticus defiende a negros y dice que
Atticus no es mejor que “las basuras para las que trabaja”. Jem intenta seguir el
consejo de Atticus respecto a la señora Dubose: mantén la cabeza alta y sé un
caballero. En el pueblo, Jem se compra un modelo de locomotora a vapor y le compra
a Scout un bastón que hacía rato que quería.

De camino a casa, en un ataque de ira repentino, Jem toma el bastón de Scout y


corta todas las flores del árbol de camelias de la señora Dubose; luego parte el
bastón a la mitad. Scout mira asombrada y comienza a gritar. Regresan a casa y
esperan de forma deprimente que Atticus vuelva, seguros de que están en problemas.
Atticus regresa a casa con los capullos verdes de las camelias y el bastón roto de
Scout. Los hace ir a la casa de la señora Dubose y pedirle disculpas en persona.
Scout y Atticus discuten la necesidad de mantener el control incluso cuando las
cosas se ponen difíciles. Atticus le explica que él debe seguir lo que le dicta su
conciencia, sin importarle lo que dice el resto del pueblo. Jem regresa de la casa
de la señora Dubose. Atticus le dice que no puede hacerle responsable a una anciana
enferma por las cosas irresponsables que dice. Jem le comenta que la señora Dubose
quiere que le lea en voz alta todas las tardes por un mes entero.

Scout y Jem van a la casa de la señora Dubose, que es oscura, atemorizante y está
llena de equipos médicos. La señora Dubose está en la cama y se ve amigable, aunque
su rostro es anciano y detestable. Jem comienza a leerle Ivanhoe, y la señora
Dubose le da una cachetada cada vez que pronuncia mal una palabra. A medida que
pasa el tiempo, la anciana deja de hablar, y su boca se abre y se cierra mientras
su cabeza se mueve de lado a lado. Jem le pregunta si está bien, pero no contesta.
En unos minutos, suena una alarma, y la ayudante de la señora Dubose los saca de la
habitación y les dice que vayan a casa porque es hora de que la señora tome su
medicina. Esta misma secuencia se repite cada vez que Scout y Jem van a visitarla.

Scout le pregunta a Atticus qué significa “amante de los negros (nigger-lover)”, y


él dice que es un término sin importancia que “usan las personas ignorantes y
pendencieras cuando creen que uno favorece a los negros más que a ellas”. Le dice
que estas palabras lastiman más a quienes las usan que a él.

El mes está llegando a su fin, y la señora Dubose les pide a Scout y a Jem que le
lean por una semana más. Cada día, les parece que se están quedando un rato más
antes de que suene la alarma. Cuando la señora Dubose hace comentarios sobre el
caso de Atticus, Jem le responde desinteresadamente y esconde su enojo. Semanas
después del último día de lectura, Atticus recibe una llamada y se dirige a la casa
de la señora Dubose, donde se queda por un rato largo. Regresa y les anuncia a los
niños que ella ha muerto. Además, les devela que la señora Dubose era adicta a la
morfina. Las visitas de Jem y Scout la ayudaron a superar la adicción a esa droga,
que los médicos le habían prescrito como medicina para su enfermedad. Atticus les
explica que la señora Dubose era un ejemplo de verdadera valentía. Aunque sabía que
iba a morir, la señora Dubose quiso superar su adicción. Atticus le dice a Jem que
la valentía es mucho más que hombres y armas. Es saber que vas a perder, pero aun
así ser fiel a tus convicciones y luchar igual por ellas. La señora Dubose ganó
porque murió sin deberle nada a nadie. Atticus la llama “la persona más valiente
que conocí en toda mi vida”.
Capítulo 12

Jem está creciendo y se está convirtiendo en alguien malhumorado y temperamental.


Scout intenta darle su espacio y no puede esperar a que Dill regrese en el verano.
Desafortunadamente, Dill no regresa este verano: le escribe para explicarle que
tiene un nuevo padre y, por lo tanto, tiene que quedarse en Meridian. Empeorando
las cosas, Atticus tiene que irse durante dos semanas por una sesión de emergencia
con la legislatura estatal. En lugar de dejar que los niños no asistan a la iglesia
ese domingo, Calpurnia los lleva a la iglesia First Purchase A.M.E. (Metodista-
episcopal africana), una congregación compuesta enteramente de gente afroamericana.
Calpurnia se esfuerza mucho por asegurarse de que los niños estén bien limpios y
vestidos lo mejor posible para caer como huéspedes este domingo.

En la iglesia, una mujer afroamericana de nombre Lula intenta decirle a Calpurnia


que los niños blancos no pertenecen a esa iglesia. Sin embargo, Calpurnia señala
que es el mismo Dios para todos, y el resto de la congregación les da la
bienvenida. Scout está sorprendida de escuchar que Calpurnia usa el mismo dialecto
que los otros porque en su casa Calpurnia siempre usa el inglés formal al hablar.
En esa la iglesia, todo es mucho más sencillo que en la iglesia a la que ella va
normalmente, y no hay cancioneros. El reverendo Sykes anuncia que la limosna de hoy
será para Helen, la esposa de Tom Robinson. El hijo de Calpurnia, Zeebo, el
recolector de basura del pueblo, es quien guía a la congregación en las canciones:
canta cada línea y el grupo la repite. El reverendo Sykes da un sermón, que parece
similar a los sermones que Scout está acostumbrada a oír, excepto que toma a
personas específicas de la congregación como ejemplos para ilustrar lo que quiere
decir. Después de la limosna, el reverendo cuenta el dinero que se recolectó y
anuncia que deben recaudar diez dólares para darle a Helen Robinson. Ordena que se
cierren las puertas hasta que todos donen más.

Después del servicio, Scout le pregunta al reverendo Sykes por qué Helen necesita
dinero de la limosna si todavía puede ir a trabajar y llevar a sus hijos con ella.
El reverendo Sykes le explica que puede que tenga problemas para conseguir trabajo
en el campo en este momento. Scout le pregunta a Calpurnia sobre esto, y Calpurnia
le explica que es porque Tom fue acusado de violar a la hija de Bob Ewell. El señor
Ewell hizo que arrestaran a Tom y lo fue encarcelado. Scout recuerda que los Ewell
son esos que van a la escuela solo una vez en todo el año y son lo que Atticus
denomina “basura”. Calpurnia no le explica a Scout qué significa “violar”. Scout
entonces le pregunta por qué no tienen cancioneros en su iglesia, y Calpurnia le
explica que muy poca gente de la iglesia sabe leer. Scout también se entera de que
Calpurnia solía trabajar en Finch’s Landing para la tía de la señorita Maudie, la
señorita Buford, quien le enseño a leer. Jem le pregunta a Calpurnia por qué no
habla bien cuando está con afroamericanos, y Calpurnia le contesta que no
corresponde y que quedaría como una pretenciosa. Los otros no quieren aprender a
hablar “bien”, dice ella, entonces ella habla su idioma. Scout le pregunta si puede
visitar su casa algún día para ver cómo vive, y Calpurnia acepta. Cuando llegan a
la casa de los Finch, descubren que la tía Alexandra los está esperando sentada en
el porche.

Análisis
El árbol con el agujero está en el patio de los Radley, y luego de que el señor
Radley lo rellena con la excusa de salvarlo de morir, es evidente que Boo Radley ha
estado dejando esos regalos para los niños. Además, los regalos eran dulces,
inocentes y bastante considerados, lo que demostraba que a pesar de su falta de
habilidades sociales, él tenía buenas intenciones y una naturaleza generosa y
perceptiva. Los regalos de Boo también sugieren que le agradan los niños. Habiendo
perdido gran parte de su niñez encerrado permanentemente en su hogar, tal vez Boo
siente nostalgia y vive indirectamente a través de observar a Scout y Jem jugar,
vivir y crecer. El señor Radley, que rellena el agujero, y los otros adultos no
alientan esta interacción de Boo con los niños, pero Jem siente gran simpatía por
el hombre, lo que refleja su transición de la niñez a la madurez. Cuando termina la
conversación con Boo, también terminan los juegos infantiles, y Jem tiene que
madurar. Sentado solo en el porche, Jem se encuentra en el umbral entre interior y
exterior, entre la libertad de la niñez y el civilizado mundo interior de los
adultos. En este triste momento silencioso y reflexivo, no sabemos qué piensa Jem,
pero quizás está lamentando los últimos días de su propia niñez tanto como el
injusto encierro de su misteriosamente aislado amigo nuevo, Boo Radley.

El Capítulo 8 trata principalmente sobre el fin de la búsqueda de Boo Radley, con


más narración que material temático. La narración destaca las actividades de los
niños, entre ellas el escabullirse en la casa de los Radley, encontrar los regalos
en el árbol, descubrir que rellenaron el agujero con cemento y ver el incendio de
la casa de la señorita Maudie. Mientras observaban el incendio, Boo coloca una
manta sobre Scout sin que ella se dé cuenta. A lo largo de estos capítulos, Boo es
representado como un amigo de los niños y una especie de cuidador. Él los protege,
les da regalos considerados y se asegura de que estén abrigados cuando están en el
frío. Claramente, Boo vigila a los niños y sus acciones en estos capítulos son un
indicio de lo que sucederá más adelante cuando los rescate.

La amenaza del incendio une a la comunidad porque todos colaboran para intentar
superarlo. Incluso el señor Radley, quien no suele interactuar con sus vecinos,
sale para ayudar a extinguir el fuego. Irónicamente, la señorita Maudie está feliz
de verse obligada a comprar una casa más pequeña porque quiere un jardín más
grande. La señorita Maudie ama pasar su tiempo al aire libre. En el libro, la
ubicación de la gente y los sucesos dentro o fuera de las casas es muy importante.
En general, aquellos que son vistos y descritos como personas que están
voluntariamente dentro de la casa (la señora Dubose y la tía Alexandra, en
particular) son los más corrompidos por los prejuicios de la sociedad. Los niños,
libres de prejuicios, corren hacia afuera todo el tiempo; y Dill, en particular, no
tiene casa propia, lo que lo hace extremadamente libre. La señorita Maudie pasa
mucho tiempo afuera, al igual que el sheriff, Heck Tate; y ambos demuestran estar
del lado de los buenos. Aquellos que son forzados a quedarse dentro son víctimas de
la influencia de la sociedad, en especial Boo Radley y Tom Robinson, que viven
encerrados en su propio tipo de prisión durante gran parte del libro. Atticus es
una excepción: la presencia de su oficina le proporciona otro tipo de casa en la
cual vivir, una que se asocia a la estructura de la sociedad y, al mismo tiempo,
está por fuera de ella. Atticus raramente usa su auto, y sus paseos diarios desde
la casa a la oficina y viceversa demuestran que es parte del mundo “exterior” de
los librepensadores.

El Capítulo 9 establece algo de las bases para el futuro juicio a Tom Robinson, que
se tratará en lo que queda de novela. Atticus sabe que serán momentos difíciles
para sus hijos y, aunque el lector todavía no sabe nada del caso, ya expresa que es
inútil porque el jurado simplemente no le creerá a un afroamericano por sobre un
hombre blanco, sin importar las pruebas. El juicio entonces se trata de mucho más
que simplemente liberar a un hombre: Atticus sabe que no ganará, pero sugiere que
causará un revuelo en el pueblo que traerá grandes consecuencias. La intolerancia y
el racismo han sido endémicos en la sociedad sureña durante cien años y no serán
erradicados debido a este único caso, pero Atticus luchará de todos modos para
poner su grano de arena en la causa para lograr la igualdad, seguir lo que dicta su
conciencia y ser un ejemplo para la comunidad. Atticus sabe que, si no es sincero
en su trabajo como abogado, no puede ser sincero con su familia o con sus amigos.

La primera vez que aparece la tía Alexandra, se la describe como una presencia
dominante y conservadora con opiniones firmes sobre cómo Scout debe comportarse.
Sus ideas de cómo es una dama sureña se vuelven un recordatorio permanente para
Scout de que siempre hace algo “mal”. Sin embargo, Scout siempre encuentra consuelo
en saber que al comprensivo Atticus no le molesta “demasiado” cómo es. El
comportamiento de Scout todo el tiempo desafía los conservadores atributos
femeninos sureños, pero los códigos que su tía intenta imponerle suelen verse
ilógicos e injustificados dado que se basan más que nada en una mera tradición.
Scout puede mantener su juvenil identidad por ahora, pero cuando la tía Alexandra
se mude con la familia Finch durante el juicio, Scout se encontrará dividida entre
dos mundos: su inocencia infantil y la conducta ideal de una dama sureña.

Estos conflictos paralelos entre la identidad individual y la tradición de la


comunidad —en que Atticus conserve su propia moral y Scout conserve su propia idea
de lo que significa ser una niña— sugiere que aunque la lucha por justicia que
lleva a cabo Atticus es muy difícil y solitaria, el proceso de crecer con una
expresión de género algo masculina (“marimacho” en sentido menos peyorativo) en la
década de los 30 en el sur por momentos puede ser igual de doloroso y solitario; y
ciertamente contribuyó al desarrollo de la personalidad fuerte de Scout. Atticus
sin lugar a dudas alienta a Scout a que sea su propia clase de niña, tanto
directamente como a través de la forma en que se maneja en su vida personal.

El perro rabioso del Capítulo 10 es una amenaza mortal y peligrosa para el pueblo,
y su presencia afecta a todos en la comunidad, negros o blancos, sin importar la
clase o la personalidad. Por eso, al igual que el incendio, el perro tiene un
efecto unificador en el vecindario: nadie es inmune a él, y todos deben protegerse
entre ellos. Más tarde en el libro, Atticus usa el tribunal de forma similar: aquí
todos son iguales, sin importar la etnia o la clase social. Además, también nos
enteramos que aunque a Atticus no le gusta disparar, es un excelente tirador.
Atticus no hace alarde de sus virtudes o talentos, simplemente los usa cuando los
necesita. Cuando Atticus sostiene el arma, el destino de toda la comunidad depende
de él; un papel que se discutirá en detalle en el Capítulo 24, donde la señorita
Maudie señala que el pueblo depende de Atticus para que preserve la verdad para
todos. A Atticus no le gusta manejar armas porque cree que le da una ventaja
injusta sobre todos los seres vivos. Sin embargo, en nombre de la seguridad
pública, el código moral de Atticus le pide que proteja a su familia y a sus
vecinos, y que mate al perro. Nuevamente, esto muestra que a veces debe evadirse
una ley, ya sea una ley de la naturaleza o personal (como la de Atticus al evitar
las armas), por una causa superior.

Atticus no es la única figura importante en la crisis del perro rabioso. Calpurnia


es la primera que se da cuenta de la gravedad de la situación e inmediatamente hace
las llamadas correctas, y corre para advertirles a los vecinos. Los protege del
peligro, pero no recibe agradecimientos en comparación con las que recibe Atticus
al matar el perro. Aunque las habilidades de Atticus para manejar un arma son
extraordinarias, la pronta acción y el conocimiento de Calpurnia son invaluables.
Esto es un reflejo de cómo la ayuda de y apoyo a la comunidad afroamericana a la
comunidad de blancos en Maycomb pasa inadvertida.

La advertencia de Atticus sobre dispararle a un ruiseñor es la primera referencia


al título de la novela y a la temática del ruiseñor. Atticus no quiere que sus
hijos sean crueles con los inocentes ruiseñores tan solo porque pueden hacerlo, al
igual que a él no le gusta disparar por deporte. Sus advertencias sirven para
enfatizar las responsabilidades que conlleva el poder. Aquellos que tienen poder
deben tener cuidado de no ser crueles con los inocentes e indefensos. Los poderosos
deben ser cuidadosos al elegir sus objetivos. En el juicio al indefenso Tom
Robinson, la gente blanca del jurado tiene poder sobre el hombre afroamericano, y
eligen ejercer ese poder pésimamente al declararlo culpable solo porque es
afroamericano. Aquí, Tom Robinson está en la misma situación que el ruiseñor. La
temática del ruiseñor también aparecerá al final del libro cuando Boo rescata a Jem
y a Scout. Para evitar que Boo sufra un juicio, el sheriff y Atticus deciden
“acordarse” que Bob Ewell cayó sobre su propio cuchillo.

De nuevo, los sucesos del Capítulo 11 ayudan a enfatizar la grave intolerancia


racial de la mayoría de los habitantes de Maycomb, y el aislamiento extremo que
sufren los Finch en nombre de tener la conciencia tranquila. La señora Dubose dice
que todos los afroamericanos son “basura”, sin excepción, y pone a prueba la
paciencia de Jem. Atticus quiere que los niños entiendan que la valentía tiene que
ver con luchar por las metas personales, sin importarle que casi no haya chances de
lograrlo. El heroísmo consiste en la lucha en sí misma, la lucha contra el destino,
circunstancia o cualquier otra fuerza superior. La meta de la señora Dubose es
superar su adicción a la morfina. Su lucha contra el reloj y la mortalidad puede
compararse fácilmente con la lucha de Atticus por mantener su propia moral a pesar
de lo inútil del caso y la falta de apoyo por parte del pueblo. Según la definición
de Atticus, él y la señora Dubose son valientes, incluso heroicos, y quiere que los
niños sigan sus ejemplos. Aunque la señora Dubose es una anciana malvada y
prejuiciosa, tiene buenas cualidades que exigen respeto. Atticus quiere que los
niños vean que, aunque muchos de los habitantes son ignorantes y racistas, también
tienen virtudes personales y no son, en esencia, personas malas.

Jem aprende algunas lecciones sobre cómo no reaccionar demasiado, incluso cuando se
cuestiona y critica la opinión de su padre. Jem es normalmente más silencioso y
tranquilo que Scout, pero su calma externa a menudo oculta tanto daño y enojo como
el que Scout siente y expresa. Justamente porque raras veces expresa su enojo en
peleas verbales o físicas, a menudo termina acumulando lo que siente. Cuando
explota, como cuando cortó las flores de la señora Dubose, la explosión es mucho
más grande y destructiva que cualquier cosa que Scout pudiera hacer normalmente, y
después se siente muy avergonzado. Parte de la crianza de Scout y de Jem consiste
en entender cómo controlar sus sentimientos de enojo. Scout debe aprender a calmar
sus respuestas, mientras que Jem necesita aprender formas útiles de expresar sus
sentimientos en lugar de reprimirlos.

El Capítulo 12 nos ofrece la única ventana real a la vida y cultura de la comunidad


afroamericana de Maycomb. La escasez de puntos de vista de los “barrios de los
negros” refleja apropiadamente lo que era crecer como una niña blanca en la década
de los 30 en el sur. Scout vive casi exclusivamente en un mundo de blancos de clase
media, y como el libro suele centrarse en su experiencia, casi nunca se mueve a
otros círculos raciales o socioeconómicos. Lo limitada que es su propia
experiencia, vista a lo largo del libro, demuestra la rigidez de la sociedad
segregada de Maycomb.

La iglesia The First Purchase es claramente más desgastada y sencilla que la


iglesia a la que asiste Scout, y refleja la pobreza material de su congregación.
Sin embargo, aunque son pobres desde lo material, la congregación exhibe riqueza en
dignidad humana y espiritual. Aunque los blancos los hayan sometido a décadas de
discriminación y odio racial, toda la congregación (excepto Lula) les da a los
niños una cálida bienvenida. La mayoría de la comunidad afroamericana parece unida
en un sentido de solidaridad que la pobreza y dificultades compartidas ayudó a
consolidar. El reverendo señala en su sermón a individuos particulares en frente
del grupo porque dentro de una comunidad de gente discriminada, los actos de los
individuos tienen un efecto más profundo en la imagen del grupo entero. De este
modo, se convierte en la responsabilidad de cada individuo actuar teniendo en
cuenta las metas en común del grupo.

De igual forma, cuando recolectan el dinero para Helen Robinson, todos en la


comunidad deben sacrificar un poco más de lo que les resulta cómodo para ayudar a
aquellos que lo necesitan. En un grupo social más acaudalado, los más ricos pueden
actuar como filántropos y donar grandes sumas de dinero en apoyo a los más pobres
sin hacer ningún sacrificio significativo para sus fortunas. En esta comunidad
afroamericana, todos los integrantes del grupo sienten las necesidades de los
miembros más pobres como suyas.

A pesar de las diferencias entre las congregaciones de afroamericanos y de blancos,


Scout nota que el servicio en sí es parecido a los que conoce de su propia iglesia,
incluida la naturaleza del sermón mismo. Esto demuestra que los dos grupos, aunque
socialmente segregados, tienen mucho en común en lo que respecta a la fe. Como en
el tribunal (“la casa del estado”) más tarde en el libro, la iglesia (“la casa de
Dios”) es un espacio en el que todas las personas pueden ser tratadas como iguales.

La habilidad de Calpurnia de hablar el inglés de la comunidad de los blancos y


también el de la comunidad afroamericana muestra un aspecto de su papel como
mediadora entre los mundos, de otra manera opuestos, de los afroamericanos y de los
blancos. A menudo se la utiliza como una mediadora entre las dos comunidades, como
en el caso de la muerte de Tom Robinson en el Capítulo 24. Ella se las ingenia para
unir ambos mundos sin ser ajena a ninguno de los dos, como en el caso de los niños
“mestizos” que se ven alrededor del tribunal en el Capítulo 16. Sin embargo, la
discusión sobre los dialectos del inglés también da cuenta de la edad del libro de
Lee porque se hace referencia a la gramática de los blancos como la “apropiada”,
mientras que la gramática de los afroamericanos se entiende como una manera más
ignorante de hablar. Estudios lingüísticos más recientes demostraron que los
dialectos del inglés de los afroamericanos siguen las mismas reglas lógicas y
sistemáticas que todos los idiomas, y que son correctos y perfectamente válidos.
Calpurnia explica que los miembros de la comunidad afroamericana prefieren hablar
su propia forma de inglés, lo que demuestra que su dialecto los ayuda a
identificarse como grupo, una idea que tiene reverberaciones contemporáneas
respecto a la problemática de introducir el inglés vernáculo afroamericano en las
escuelas públicas estadounidenses.

La actitud defensiva que toma Lula respecto a permitir que los niños estén en la
iglesia demuestra que aunque la comunidad afroamericana es en general acogedora,
siempre habrá personas, blancas o afroamericanas, que sean menos generosas o hasta
injustas; algo que se relaciona con el discurso que dio Atticus en el tribunal,
donde explica que hay personas honestas y deshonestas en todas partes, sin importar
su raza. Al crear un personaje algo hostil con Lula, Lee salva a la población
afroamericana de convertirse en un estereotipo poco realista de “bondad” inequívoca
en el libro. La experiencia de no poder ingresar por un momento al espacio de la
iglesia también fuerza a los niños Finch a experimentar el mismo tipo de
discriminación racial que forma parte de la realidad cotidiana de la comunidad
afroamericana. Los actos de Lula sugieren que, en represalia a la crueldad de la
dominación de los blancos, ella quiere que la comunidad afroamericana —al igual que
los blancos— tenga sus propios espacios y lleven vidas mutuamente exclusivas. Los
otros, sin embargo, parecen más interesados en trabajar en una integración pacífica
entre blancos y afroamericanos a pesar de las atrocidades y el rencor históricos.

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