Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
I. Introducción
El propósito del presente ensayo es producir una lectura del trabajo teórico de Michel
Foucault, y para ello, poner su “obra” en contrapunto con la de Louis Althusser. La
aplicación de este “método”, del que es verosímil esperar una aceptación retrospectiva
imposible por parte del propio objeto de esta evaluación crítica, se basa y encuentra sus
razones justificativas en la propia obra de Michel Foucault. En efecto, aplicar al “autor” de
la idea de la arqueología del saber el método del contrapunto implica, en primer lugar,
responsabilizarse por un conjunto de preguntas centrales, a saber “¿qué es una obra?”
“¿qué es una teoría?” “¿qué es un concepto?”[3]. O también ¿la identificación de estas
“unidades” implica inmediatamente que el pensamiento se ha alineado con una forma del
quehacer teórico que opera en base al ordenamiento de la dispersión, presente entre un
conjunto de escritos que la costumbre obliga a designar como “el trabajo de Foucault”?.
¿O, por el contrario, la apreciación que singulariza no olvida que ese gesto se fortalece a sí
mismo cuanto más ha dado cuenta de los distintos niveles, etapas, intereses y métodos en
la obra de Foucault?.
La idea de poner en contrapunto a Foucault parte por lo tanto de un escenario: el de la
producción teórica francesa entre las décadas del ´50 y el ´70 del siglo XX, y opera sobre la
base del intento, congruente con las aspiraciones de al menos una parte de la obra del
propio Foucault, de construir una serie más, de las muchas posibles, entre experiencias
teóricas diferentes y próximas a la vez. En efecto, teniendo en cuenta aquel mapa de ideas,
y algunas indicaciones metodológicas presentes en el propio trabajo de Foucault, este
escrito no se orienta únicamente al esfuerzo de envolver bajo un mismo signo lo que en el
contrapunto teórico entre M. Foucault y L. Althusser parece responder a una lógica interna
semejante, al desarrollo del mismo principio bajo nombres diferentes, a la secuenciación
de lo que aparece como distinto. Por el contrario, y más allá de que el señalamiento de los
puntos de contacto y las fuentes de comunicación entre uno y otro sea hecho donde
aquellos sean detectados, el propósito del contrapunto se inspira más bien en la idea de la
especificación teórica. Esto es, a contramarcha de una lectura que, según Louis Althusser,
operaría contrastando un texto consigo mismo para hacer surgir en él lo que no dice al
decir algo, propongo sí partir de la idea de que “no existe una definición sino donde hay
una diferencia”[4]. Ello implica, tal como entiendo la idea de contrapunto teórico, que
esa diferencia es producida como tal poniendo dos textos –en este caso, dos “conjuntos” de
textos, más o menos atribuibles a “una” obra cada uno, esto es, a la obra de M. Foucault y
a la obra de L. Althusser- en una relación teórica y comparativa, que opere de forma que
cada uno de los dos conjuntos de textos funcione como medida del otro. Así retomo,
reformulando apenas, las premisas de lo que para Althusser es la primera lectura que Marx
realiza sobre los textos de la economía clásica (esto es, que la diferencia y la especificidad
de un texto se marcan en él a partir de su comparación con otro texto, que les es exterior)
para derivar de ella consecuencias diferentes y valorarlas de distinta manera[5]. Pues para
Althusser, este nivel elemental de la “primera” lectura, realizada entre dos textos en
relación de exterioridad mutua, produce como consecuencia una mera constatación de las
presencias y las ausencias en el segundo texto (subordinado), que es sometido a la crítica
por medio del primer texto, epistemológicamente jerarquizado. Sin embargo, en mi idea,
ninguno de los dos conjuntos de textos posee prerrogativas epistemológicas sobre el otro,
en la medida en que tanto el texto de Foucault como el de Althusser se encuentran en el
mismo nivel en cuanto a los alcances de su visión, es decir que, históricamente
contemporáneos y no unidos por una relación retrospectiva, se hallan en diálogo con
interlocutores semejantes y problemas teóricos y políticos simétricos, dentro de un mismo
campo filosófico y de una misma episteme[6]. Esto no implica, no obstante, que sean
desmarcadas las influencias de uno sobre otro, de libro a libro, de idea a idea. Como los
dos autores han reconocido, a lo largo de su producción teórica ambos se vieron
mutuamente influenciados. Con todo, lo que espero encontrar a través de su puesta en
contrapunto es, como se ha indicado, la producción de una diferencia, más que las
limitaciones de uno de los dos conjuntos de textos en cuanto a su capacidad explicativa y
su visión reducida para dar cuenta de lo real, puestas de manifiesto a través del otro
conjunto jerarquizado. En este sentido, proyectándose cada uno sobre el otro como su
medida, puestos en una relación simétrica de igualdad en cuanto a sus capacidades y a sus
créditos epistemológicos, su contrapunto permite asistir al proceso de dos discursos que se
imponen mutuamente desde fuera, cuya consecuencia no es mostrar la “ceguera-error” de
uno y la “agudeza del ver”[7] que acierta en el otro. Se trata simplemente de un proceso
revelador de las distancias, y por eso mismo, de un recurso en la especificación teórica de
lo que cada uno de los dos conjuntos de textos –y especialmente el de Foucault- dice.
Poner en contrapunto a Foucault es por lo tanto intentar dar cuenta de sus propias
prácticas discursivas en el marco de las relaciones que esas prácticas mantienen con otras.
Esto es, de qué forma esas relaciones entre prácticas discursivas –como las de M.
Foucault y L. Althusser- no exactamente simétricas pero cercanas, coadyuvan en la
formación de figuras epistemológicas, y quizás también de lo que podríamos llamar
ciencias humanas. En qué sentido, a su vez, es posible “detectar la incidencia de las
interrupciones”[8] entre diferentes y sucesivas reglas de uso de un mismo concepto, y
averiguar si tales quiebres dan lugar a transformaciones epistemológicas fundacionales o,
por el contrario, a la continuidad bajo otros nombres de los mismos fundamentos. Anotar,
por lo tanto, la heterogeneidad de la episteme, constituida por prácticas discursivas
colindantes, distintas y superpuestas, más que la homogeneidad del desarrollo de una
misma racionalidad manifestada en formas múltiples.
El objetivo es, entonces, “desplegar el espacio de una dispersión”[9] a partir del
contrapunto entre prácticas discursivas. Sobre la base de esta intención declarada, la
puesta en diálogo de dos autores opera sobre el trasfondo de una misma reacción,
manifestada de formas diferentes, a la sustanciación del sujeto tramitada por las “filosofías
de la conciencia”, así como ante el problema del “humanismo” que éstas traían aparejado
como su correlato más o menos inmediato. De acuerdo a esto, esta argumentación se
desarrollará a lo largo de un único eje central: las consideraciones de Foucault sobre el
poder y de Althusser sobre la ideología, así como del concepto teórico de sujeto/individuo
sobre las que tales elaboraciones se apoyan.
Conclusiones
Las conclusiones de este escrito están en el cuerpo del texto, es decir, no exceden aquello
que he podido decir a partir de los análisis concretos. En primer lugar, es necesario aclarar
que si bien se ha intentado aquí elaborar una comparación entre el concepto de poder de
Foucault y el concepto de ideología de Althusser, tal contrapunto no ha partido de la idea
de que existe en Foucault algo así como una teoría unificada o consolidada sobre el poder.
Como el mismo autor se encargó de aclarar tantas veces, su intención no fue nunca
elaborar una doctrina sobre el poder, sino más bien analizar el lugar del poder en relación
a la conformación de distintos modos históricos de subjetividad. En todo caso, este trabajo
ha operado con las concepciones del poder que pueden inferirse de los diversos escritos de
Foucault.
En lo referente al punto 1, se ha dado cuenta de los diferentes sentidos atribuidos a la
noción de productividad en las respectivas teorizaciones del poder y de la ideología. Tal
como se ha explicado, la productividad en ambos autores es una idea que permite
combatir las tendencias negativas con que se concibe en teoría social a la ideología y al
poder. En cuanto a las modalidades que ésta adquiere en el pensamiento de Foucault, se
ha postulado su historicidad, esto es, la productividad adquiriría una forma específica en
el poder disciplinario. El recurso al concepto de productividad permitió a Foucault
explicar la génesis del sujeto moderno a través de mecanismos disciplinarios que son
también una intensificación del cuerpo y del placer de la confesión. La ideología, por su
parte, tendría un carácter productivo omnihistórico, es decir, se postula como un concepto
capaz de dar cuenta de los procesos de constitución subjetiva a lo largo de la historia, y
siempre de idéntica manera.
Hemos hipotetizado asimismo los diálogos posibles mantenidos entre Foucault y
Althusser,
dando cuenta de la crítica de Foucault a la noción de ideología como Ley, origen de la
constitución simbólica subjetiva, del deseo y del inconciente. Probablemente, para
Foucault, tal sincronización entre la Ley y la subjetivación contuvieran peligrosas
inclinaciones a la sustancialización del sujeto en la reflexión. La atribución de las
características de sustancia al sujeto debe haber significado, para Foucault, la antítesis de
sus búsquedas en torno a la constitución de una metodología histórica genealógica. Por
otro lado, la respuesta de Althusser a Foucault, en todo caso, habría sido que su
conceptualización del poder no permite explicar los mecanismos a través de los cuales los
individuos ingresan al mundo simbólico de la Ley y la cultura.
En lo tocante al punto 2, se ha analizado cómo Foucault y Althusser parecen organizar
diferentemente sus reflexiones en torno al problema de la invisibilidad/visibilidad del
poder y de la ideología. Para Foucault, “la verdad” de cierta configuración histórica no
existe en las prácticas ocultas y profundas, no visibles, sino por el contrario en esas
prácticas visibles mismas, sólo que no es directamente accesible como tal (necesita de un
esfuerzo de interpretación que ponga de manifiesto su sentido). Mientras tanto, para
Althusser, la verdad de cierta estructuración histórica existe en la articulación de lo visible
de ella misma con su invisible estructural. Foucault entiende a la idea de “lo profundo”
como una construcción cultural. Así, Foucault ve a la hipótesis represiva como una
producción visible donde existe una determinada articulación (poder/saber) que no puede
interpretarse directamente, pero que no por ello pertenece al orden de “lo profundo”, sino
más bien al orden de las prácticas visibles. A su vez, hemos postulado la hipótesis de que
el poder disciplinario puede ser pensado no como una instancia de invisibilización radical,
sino por el contrario como un conjunto de prácticas que si bien suponen una
transformación del orden de la mirada organizado por el poder soberano, no supone una
total invisibilización (un desconocimiento estructural, en palabras de Althusser) de sus
mecanismos. Esta hipótesis, sugerida por un contrapunto fructífero entre Foucault y
Althusser, marcha a contramano de la lectura establecida sobre Foucault en este punto. No
obstante, el hecho de que el poder genere resistencia puede ser considerado una prueba a
favor de esta lectura heterodoxa. Pues si el poder genera resistencia, es porque no es
absolutamente confortable, es porque en algún punto su existencia es percibida y visible.
Por último, y a propósito de todo lo anterior, se ha analizado cómo la eficacia de la
ideología althusseriana está basada en su invisibilidad o en su desconocimiento
estructural, mientras que la eficacia del poder se basa en la visibilización (al menos de una
parte) de sí mismo.
En cuanto al punto 3, es posible indicar cómo, más allá de sus distinciones teóricas, el uso
del concepto de ritual por Foucault y Althusser permite dar cuenta de la materialidad
atribuida por ambos autores al concepto de poder y de ideología respectivamente. Por ello
mismo, el concepto de ritual pone en relevancia el involucramiento del cuerpo con ambos
mecanismos. Se ha indicado cómo para Foucault el ritual tiene un carácter histórico y
cómo en los rituales de poder disciplinario se da una articulación entre poder y saber, es
decir que para Foucault los rituales incorporan conocimiento en su funcionamiento. Por el
contrario, los rituales ideológicos de Althusser son la localización del no-saber, en tanto
ideología y conocimiento se excluyen de manera fundamental. Por otro lado, los rituales
de Foucault no se derivan de una pertenencia institucional, ni son la consecuencia de la
existencia de determinadas instituciones, sino que más bien atraviesan microscópicamente
instituciones diferentes. De forma diferente, para Althusser los rituales ideológicos sí
reglamentan un tipo específico de prácticas en tanto están insertos en aparatos ideológicos
de Estado. A su vez, si para Foucault los rituales se siguen de las leyes que dan lugar en la
historia a sucesivas formas de dominación, los rituales de Althusser son prácticamente
indiscernibles de las leyes, en tanto se derivan de la voluntad del Estado. Por último, si
para ambos autores el ritual es un proceso de construcción de un cuerpo dócil apto para
servir como fuerza de trabajo en el capitalismo, el ritual ideológico althusseriano da lugar
(hace existir) a la ideología con su ocurrencia, mientras que no es este el efecto de los
rituales de poder.
Por último, en el punto 4 se ha indagado en la vinculación del poder y la ideología con la
historia. Si bien estas reflexiones precisan de ulterior refinamiento, es importante destacar
que la pregunta por la historia en Foucault es a su vez una pregunta por sus relaciones
conflictivas con el estructuralismo. Así, se ha visto cómo si el poder tiene historia, también
la tienen las ideologías particulares que postula Althusser. Sin embargo, la ideología como
tal no posee historia, sino que es una estructura transhistórica. Para Althusser, la historia
es en definitiva la lucha de clases, de forma similar en que para Foucault la historia es la
sucesión de la dominación. Sin embargo, la historia althusseriana como lucha de clases es
el efecto de una causa ausente, mientras que el poder no es la causa ausente de la historia,
sino más bien es la historia la sumatoria de formas diferentes de poder. Para Foucault, las
prácticas de poder tienen en la historia una legalidad contingente, mientras que la
contingencia es para Althusser en todo caso el conjunto de articulaciones específicas de
ciertos elementos, cuya condición de posibilidad reside en una estructura ausente.
Como es claro, un punto central que este trabajo no ha abordado sino de forma tangencial
es la distancia cualitativa que existe entre la reflexión de Althusser sobre la operatoria de
los aparatos ideológicos de Estado y la teorización del poder de Foucault como no
operando primordialmente en las instituciones, sino más invistiendo las instituciones. Este
punto no ha sido abordado extensamente aquí porque, entre otras razones, ya ha sido
suficientemente discutido en la bibliografía existente sobre el tema. De la misma forma, el
proyecto original de este trabajo abarcaba otros puntos de comparación entre Foucault y
Althusser, que nombramos aquí a modo de compromiso futuro: 1) la resistencia como
respuesta al poder y a la ideología; 2) el poder y la ideología como instancias totalizadoras
de la experiencia histórica; 3) la ciencia/ el saber y su relación con la ideología y el poder;
4) la crítica de Foucault y la de Althusser al humanismo; 5) el método historiográfico de
Foucault y la crítica de Althusser al historicisimo; 6) el sujeto disciplinado y el sujeto
sujetado. Mientras tanto, esperamos que el presente ensayo sirva de avance para estas
reflexiones que serán materia de otros trabajos.
Bibliografía:
¨ Althusser, Louis. “Ideología y aparatos ideológicos del Estado (Notas para una
investigación)”, en Posiciones, Barcelona, Anagrama, 1977.
¨ Althusser, Louis. “Freud y Lacan”, en Aparatos ideológicos del Estado. Freud y
Lacan, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión.
¨ Althusser, Louis y Balibar, Etienne. Para leer El Capital, Buenos Aires, Siglo XXI
Editores, 1969
¨ Dreyfus, Hubert L. y Rabinow, Paul. Michel Foucault: más allá del estructuralismo
y la hermenéutica, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2001
¨ Eribon, Didier. “El pasado es largo”, en Michel Foucault y sus contemporáneos,
Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1995
¨ Foucault, Michel. “El sujeto y el poder”, en www.elseminario.com.ar, 2000-2001
¨ Foucault, Michel. Historia de la sexualidad. La voluntad del saber, Buenos Aires,
Siglo XXI Editores, 2003
¨ Foucault, Michel. La arqueología del saber, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2004
¨ Foucault, Michel (1986) “Las redes del poder”, en Farenheit 450, N° 1, Buenos Aires,
diciembre
¨ Foucault, Michel. “Disciplina”, en Vigilar y Castigar, Buenos Aires, Siglo XXI
Editores, 1989
¨ Terán, Oscar. Discurso, poder y subjetividad, Buenos Aires, El Cielo por Asalto,
1995
Notas:
[1] En Eribon, D. ”El pasado es largo”, en Michel Foucault y sus contemporáneos, Buenos Aires, Nueva
Visión, 1995, pág. 313.
[2] Eribon, D. Ibid., pág. 323
[3] Foucault, M. “Introducción”, en La arqueología del saber, Buenos Aires, Siglo
XXI Editores, 2004, pág.8.
[4] Althusser, L. “De El Capital a la filosofía de Marx”, en Para leer El Capital,
Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1969, pág. 19.
[5] “En una primera lectura Marx lee el discurso de su predecesor (Smith, por
ejemplo) a través de su propio discurso. El resultado de esta lectura, donde el texto de
Smith es visto a través del texto de Marx, proyectado sobre él como su medida, no es
más que un resumen de concordancias y discordancias, el descuento de lo que Smith
ha descubierto y de aquello en lo que ha fallado, de sus méritos y deficiencias, de sus
presencias y de sus ausencias. De hecho, esta es una lectura teórica retrospectiva,
donde lo que Smith no ha podido ver y comprender aparece solamente como una
carencia radical”. En Althusser, L., ibid., pág. 23.
[6] “Por episteme se entiende de hecho el conjunto de las relaciones que pueden unir,
en una época determinada, las prácticas discursivas que dan lugar a unas figuras
epistemológicas, a unas ciencias, eventualmente a unos sistemas formalizados; el
modo según el cual en cada una de esas formaciones discursivas se sitúan y se operan
los pasos a la epistemologización, a la cientificidad, a la formalización; la repartición
de esos umbrales, que pueden entrar en coincidencia, estar subordinados los unos a
los otros, o estar desfasados en el tiempo; las relaciones laterales que pueden existir
entre unas figuras epistemológicas o unas ciencias en la medida en que dependen en
prácticas discursivas contiguas pero distintas. La episteme no es una forma de
conocimiento o un tipo de racionalidad que, atravesando las ciencias más diversas,
manifestara la unidad soberana de un sujeto, de un espíritu o de una época; es el
conjunto de las relaciones que se pueden descubrir, para una época dada, entre las
ciencias cuando se las analiza al nivel de las regularidades discursivas”. En Foucault,
M. La arqueología del saber, ibid., pág. 323.
[7] Althusser, L., ibid., pág. 24
[8] Foucault, M. La arqueología del saber, ibid., pág. 5.
[9] Foucault, M. La arqueología del saber, ibid. pág. 16
[10] A modo de ejemplo de esta reciprocidad en el reconocimiento de las influencias
mutuas, incluimos aquí dos citas, la de Foucault a Althusser (La revolución teórica
de Marx): “En fin, sin duda las escansiones más radicales son los cortes efectuados
por un trabajo de transformación teórica cuando ´funda una ciencia desprendiéndola
de la ideología de su pasado y revelando ese pasado como ideológico´”, en La
arqueología del saber, ibid., pág. 7, (el subrayado es nuestro), y la de Althusser a
Foucault: “Lo mismo que quiero reconocer la deuda, evidente o secreta, que nos liga
a esos maestros en la lectura de las obras del saber que fueron para nosotros G.
Bachelard, y J. Cavaillès, y que son hoy día G. Canguilhem y M. Foucault”, en Para
leer El Capital, ibid., pág. 21.
[11] Para todo el desarrollo siguiente, me baso en la información suministrada por
Didier Eribon en Michel Foucault y sus contemporáneos, ibid. págs. 295-330
[12] En tanto representantes de una fenomenología existencialista en oposición a la
fenomenología trascendental de Kant y posteriormente de Husserl. Eribon, D. ibid.
[13] Dreyfus, H. y Rabinow, P. Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la
hermenéutica, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2001, págs. 15-25; Eribon,
D. Ibid. págs. 295-330; Terán O. Discurso, poder y subjetividad, El Cielo por
Asalto, Buenos Aires, 1995, pág. 7.
[14] Sin embargo, como bien destaca Didier Eribon, en los años posteriores a 1968 y
en torno de cuestiones políticas, Sartre y Foucault experimentaron un acercamiento
que los volvió contemporáneos políticos, mientras que Foucault permaneció siendo el
contemporáneo teórico de muchos otros, con quienes se halló enfrentado
políticamente. Eribon, D. ibid.
[15] Eribon, D. Ibid., pág. 317
[16] Terán, O. “Introducción”, ibid.,
[17] “Es preciso desembarazarse del sujeto constituyente, desembarazarse del sujeto
mismo, es decir, llegar a un análisis que pueda dar cuenta de la constitución del sujeto
en la trama histórica”, en Foucault, M. “Verdad y Poder”, citado por Dreyfus, H.L. y
Rabinow, P., ibid., pág. 149
[18] “mi propósito no ha sido analizar el fenómeno del poder, ni tampoco elaborar los
fundamentos de tal análisis. Por el contario, mi objetivo ha sido elaborar una historia
de los diferentes modos por los cuales los seres humanos son constituidos en sujetos”,
en Foucault, M. “El sujeto y el poder”, www.elseminario.com.ar, 2000-2001
[19] Es cierto que, sin embargo, el concepto de la ideología como falsa conciencia
comporta al menos un elemento de positividad: si por un lado es negativamente
conciencia falsa en la medida de que no es una relación reflexiva con el mundo, que
conoce y sabe que conoce, también es cierto que la noción de falsa conciencia supone
un elemento positivo o productivo, esto es, se presenta como capaz de manifestar la
verdad sobre el mundo, aunque no lo sea. Cohn, G. “Ideología”, en Altamirano, C.
(director). Términos críticos de sociología de la cultura, Buenos Aires, Paidós,
2002 (el subrayado es nuestro). En Althusser, sin embargo, el sentido productivo de la
noción de ideología se encuentra radicalmente enfatizado, en la medida de que la
ideología no es simplemente el conjunto de textos capaces de presentarse a sí mismos
como la verdad sobre lo social, sino que se trata de un discurso con capacidad para
interpelar y producir sujetos. En Althusser, L. “Ideología y aparatos ideológicos del
Estado”, en Posiciones, Barcelona, Anagrama, 1977.
[20] “Foucault supone que si el poder es fuerte es debido a que produce efectos
positivos al nivel del deseo y del saber”, Terán, O. ibid., pág. 22.
[21] Si bien Foucault parece referirse en muchas oportunidades al poder soberano, al
poder disciplinario y a las sociedades de control como momentos históricos
sucesivos, es importante tener presente que si asumiéramos el rechazo foucaultiano a
las formas tradicionales de periodización histórica, deberíamos pensar a estos
diferentes tipos de manifestación histórica del poder como formas históricas
predominantes más que como formas cuyo agotamiento respectivo da paso a la forma
siguiente: “(…) en la historia de las ideas, del pensamiento y de las ciencias, la
misma mutación (…) ha puesto en duda las posibilidades de la totalización. Ha traído
la individualización de series diferentes, que se yuxtaponen, se suceden, se
encabalgan y se entrecruzan, sin que se las pueda reducir a un esquema lineal”,
Foucault, M. La arqueología del saber, ibid., pág. 12
[22] La cuestión de la utilización del método historiográfico y/o del alcance histórico
en las teorizaciones sobre el poder y la ideología será abordada con mayor
profundidad más adelante en este mismo trabajo.
[23] “la persona examinada era investida con una específica forma de placer: toda
esta cuidadosa atención, estas acariciantes extorsiones respecto de los más mínimos
detalles, estas opresivas exploraciones. ´El examen médico, la investigación
psiquiátrica, el informe pedagógico y los controles familiares pueden tener por
objetivo global y aparente negar todas las sexualidades erráticas o improductivas; de
hecho funcionan como mecanismos de doble impulso: placer y poder´. El poder
médico de penetración y el placer del paciente por la evasión se seducen
mutuamente”. En Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Ibid., pág. 204.
[24] “El psicoanálisis se ocupa, en sus únicos supervivientes, de otra lucha, de la
única guerra sin memorias ni registros que la humanidad finge no haber librado
jamás, la que cree haber ganado siempre por anticipado, simplemente porque para ser
tal la humanidad debe haber sobrevivido a esa guerra, y vivir y darse a luz como
cultura en la cultura humana: guerra que a cada momento se libra en cada uno de sus
retoños, los cuales, proyectados, deformados, rechazados, cada uno para sí mismo, en
la soledad y contra la muerte, deben recorrer la larga marcha forzada que convierte a
larvas de mamífero en niños humanos, en sujetos”. Althusser, L. “Freud y Lacan”,
en Aparatos ideológicos del Estado. Freud y Lacan, Ediciones Nueva Visión,
Buenos Aires, págs. 82-83.
[25] “En todo caso, una cosa es cierta: que el hombre no es el problema más antiguo
ni el más constante que se haya planteado el saber humano. Al tomar una cronología
relativamente breve y un corte geográfico restringido –la cultura europea a partir del
siglo XVI- puede estarse seguro de que el hombre es una invención reciente”,
Foucault, M. “Las ciencias humanas”, en Las palabras y las cosas. Una
arqueología de las ciencias humanas, México D.F., Siglo XXI Editores, 1971,pág.
375
[26] Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Ibid., pág. 138
[27] “Que ese pequeño ser biológico sobreviva (...) tal es la prueba que todos los
hombres, adultos, han sobrellevado: son para siempre amnésicos, los testigos, y
frecuentemente las víctimas de esa victoria, que llevan en lo más sordo, es decir en lo
más clamoroso de sí mismos, las heridas, dolencias y fatigas de ese combate por la
vida o la muerte humanas. (...) Tampoco es sorprendente que la historia, la
“sociología” o la antropología se encuentren fuera de su ámbito, ya que se ocupan de
la sociedad, por tanto de la cultura, es decir de lo que ya no es ese animalito, que sólo
llegará a ser humano después de atravesar el espacio infinito que separa a la vida de
lo humano, a lo biológico de lo histórico”, en Althusser, L. “Freud y Lacan”, ibid.,
pág. 83. Y también: “los sujetos no existen primero para después entrar en combate o
en armonía. En la genealogía, los sujetos emergen en el campo de batalla y
desempeñan sus papeles allí, allí y sólo allí. El mundo no es un juego que
simplemente enmascara una realidad más verdadera que existe detrás de la escena. Es
tal cual aparece. Esa es la profundidad de la revelación genealogista”, en Dreyfus,
H.L. y Rabinow, P., ibid., pág. 138
[28] “Ni lo invisible aquí, ni lo visible, están en función de la vista de un sujeto: lo
invisible es el no-ver de la problemática teórica sobre sus no-objetos; lo invisible es
la tiniebla, el ojo cegado de la reflexión sobre sí misma de la problemática teórica
cuando atraviesa sin ver sus no-objetos, sus no-problemas, para no mirarlos (...)
podemos quizás dar un paso más y mostrar que entre este visible y este invisible así
definidos puede existir una cierta relación de necesidad. Lo invisible de un campo
visible no es, en general, en el desarrollo de una teoría, cualquier cosa exterior y
extraña a lo visible definido por ese campo. Lo invisible está definido por lo visible
como su invisible, suprohibición de ver: lo invisible no es simplemente, volviendo a
la metáfora espacial, lo exterior de lo visible, las tinieblas exteriores de la exclusión,
sino las tinieblas interiores de la exclusión, interior a lo visible mismo puesto que es
definida por la estructura de lo visible”. Althusser, L. Para leer El
Capital, ibid., pág. 31
[29] Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Ibid., págs. 135-136
[30] Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Ibid., págs. 152-153.
[31] “Foucault ha establecido claramente el concepto de la hipótesis represiva como
una impostura que ha de ser denunciada (...) su objetivo es proporcionar una
genealogía de cómo llegó a conformarse la hipótesis represiva y cuáles son las
funciones que cumple en nuestra sociedad. Lee los variados componentes de la
hipótesis represiva, no como evasiones, sino como partes fundamentales de la
moderna interacción de verdad y poder que está tratando de diagnosticar”. Dreyfus,
H.L. y Rabinow, P., ibid., pág. 160. “¿Por qué reducir los dispositivos de dominación
nada más al procedimiento de la ley de prohibición? Razón general y táctica que
parece evidente: el poder sólo es tolerable con la condición de enmascarar una parte
importante de sí mismo”, Foucault, M. Historia de la sexualidad. La voluntad de
saber, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2003, pág. 105
[32] En esto, diferimos con la segunda parte de la lectura que Dreyfus y Rabinow
hacen de Foucault en este punto, ya que para ellos “en las formas tradicionales de
poder, como la del soberano, el poder se hace visible a sí mismo, brota al exterior, se
pone constantemente en exposición (...) El poder disciplinario invierte esta relación.
Ahora, es el poder en sí mismo el que busca invisibilizarse”. Dreyfus, H.L. y
Rabinow, P. Ibid., pág.189
[33] “Aquellos que están dentro de la ideología se creen por definición fuera de ella:
uno de los efectos de la ideología es la negación práctica del carácter ideológico de la
ideología, por medio de la ideología: la ideología nunca dice “soy ideológica” (...) la
inmensa mayoría de los (buenos) sujetos funcionan bien “por sí mismos”, es decir,
por la ideología”. Althusser, L. “Ideología y aparatos ideológicos del Estado (notas
para una investigación)”, ibid., pág. 115
[34] Dreyfus, H.L. y Rabinow, P., ibid., pág. 216.
[35] “Debemos a la “dialéctica” defensiva de Pascal la maravillosa fórmula que nos
permitirá dar la vuelta al esquema nocional de la ideología. Pascal dice
aproximadamente: `Poneos de rodillas, moved los labios para rezar, y creeréis`. Por
consiguiente, Pascal da vuelta escandalosamente al orden de las cosas”, Althusser, L.
“Ideología y aparatos ideológicos del Estado (notas para una investigación)”, ibid.,
pág. 109
[36] Alhusser, L. “Ideología y aparatos ideológicos del Estado (notas para una
investigación)”, ibid., pág. 106
[37] “Pero podemos, indudablemente, sentar la tesis general de que en nuestras
sociedades, hay que situar los sistemas punitivos en cierta “economía política” del
cuerpo: incluso si no apelan a castigos violentos o sangrientos, incluso cuando
utilizan los métodos “suaves” que encierran o corrigen, siempre es del cuerpo del que
se trata (…) el cuerpo está directamente inmerso en un campo político; las relaciones
de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo
someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen
de él unos signos”, Foucault, M. Vigilar y castigar, pág. 32
[38] Foucault, M. “Nietzsche, la genealogía, la historia”, en Terán, O. Michel
Foucault. Discurso, poder y subjetividad”, ibid., pág. 82
[39] “(…) iniciar un discurso que intente romper con la ideología para atreverse a ser
el comienzo de un discurso científico (sin sujeto) acerca de la ideología”, Althusser,
L. “Ideología y aparatos ideológicos de Estado (notas para una investigación”, ibid.,
pág. 114
[40] Foucault, M. “Nietzsche, la genealogía, la historia”, en Terán, O. ibid., pág. 82
[41] Althusser, L. “Ideología y aparatos ideológicos de Estado (notas para una
investigación”, ibid., pág. 115
[42] “El esquema panóptico es un intensificador para cualquier aparato de poder:
garantiza su economía (en material, en tiempo); garantiza su eficacia por su carácter
preventivo, su funcionamiento continuo y sus mecanismos automáticos”, Foucault,
M. Vigilar y castigar, ibid., pág. 209. Por otro lado, sin embargo, Foucault ha
afirmado en alguna parte que “El funcionamiento automático del poder como
operación mecánica no es en absoluto la tesis de Vigilar y castigar”, citado por
Dreyfus H.L. y Rabinow, P., ibid., pág. 223
[43] Althusser, L. “Ideología y aparatos ideológicos de Estado (notas para una
investigación), ibid., pág. 100
[44] Althusser, L. “Ideología y aparatos ideológicos de Estado (notas para una
investigación), ibid., pág. 100
[45] Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Más allá del estructuralismo y la
hermenéutica, ibid., pág. 135
[46] “Lo que caracterizaba a esta historia –cuando menos lo que puede definirla, en
sus rasgos generales, por oposición a la nuestra- es que, al ordenar el tiempo de los
humanos según el devenir del mundo (…) o, a la inversa, al extender justo hasta las
menores parcelas de la naturaleza el principio y el movimiento de un destino humano
(…) se concebía una gran historia lisa, uniforme en cada uno de sus puntos que
entrañarían una misma deriva (…) un mismo ciclo, todos los hombres y con ellos a
las cosas, los animales, todo ser vivo o inerte…”, Foucault, M. “Las ciencias
humanas”, en Las palabras y las cosas, ibid., pág. 356.
[47] Terán, O. “Introducción”, en Michel Foucault. Discurso, poder y
subjetividad, ibid., pág. 31
[48] “los Aparatos Ideológicos de Estado son (…) susceptibles de ofrecer un campo
de acción objetivo a las contradicciones que expresan, bajo formas unas veces
limitadas, otras extremadas, los efectos de los choques entre la lucha de clases
capitalista y la lucha de clases proletaria, así como sus formas subordinadas”, en
Althusser, L. “Ideología y aparatos ideológicos de Estado (notas para una
investigación), ibid., pág. 90.