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Pasaje Clave: Esdras 3:1-7

CIUDADES EN RUINAS
¿Qué sucede seis meses después de haber regresado
a su tierra? (vs.1)
Durante los primeros seis meses se dedican
a instalarse en sus ciudades, algunas de ellas
destruidas por el ejército de Nabucodonosor 70 años
atrás y otras arruinadas por el paso del tiempo, la
suciedad, los saqueadores y los animales salvajes.
¡No eran ciudades paradisíacas ni casas “5 estrellas”!
Seguramente se encontraron con algunas casas y lu-
gares en buenas condiciones gracias a los judíos que
lograron escapar y no fueron llevados en cautiverio
¡pero eran las menos! Imagino que la gran mayoría de
las ciudades se encontraban en estado decadente.
¡Qué paradoja emocional! Por un lado la inmensa
alegría de la libertad y del regreso, y por otro lado
la inmensa tristeza de las ruinas, el abandono y
la desolación. Y el doloroso recuerdo de que todo
aquello fue debido a sus propios errores y pecados.

Las ruinas de nuestro pasado (o de nuestro presente)


nos recuerdan que las malas decisiones siempre traen
consecuencias negativas. Cada decisión equivocada,
impulsiva, cada consejo desoído, cada palabra de
revelación ignorada desataron consecuencias y
arruinaron sentimientos, relaciones, proyectos,
negocios, familias, parejas, propósitos…
Pero las ruinas de nuestro pasado (o de nuestro
presente) también nos recuerdan que podemos volver
a empezar, a corregir, a reedificar, a construir nuevos
sentimientos, nuevas y sanas relaciones, un nuevo
propósito… si oímos y obedecemos a Dios. ¡No está
todo perdido! Aún desde la mayor de tus ruinas pue-
des volver a empezar, pero para hacerlo tu primera
gran decisión tendrá que ser: restaurar el altar.

UN ALTAR QUEBRADO
Luego de que el pueblo se reuniera en Jerusalén, ¿qué
hacen los sacerdotes y los líderes del pueblo? (vs.2-3)
Primero lo primero: volver a edificar el altar en el
sitio exacto en el que siempre había estado. Y luego,
volver a ofrecer sacrificios y ofrendas.
Todo comienza con el altar. El altar es el símbolo de la
presencia de Dios, es el lugar del encuentro con Dios,
el lugar de la intimidad con el Señor Jesús.

Edificar el altar de tu vida es volver a relacionarte


con Dios, no como una práctica o ritual religioso,
sino como la relación de un hijo con su papá: un hijo
que habla con el papá, que le pregunta cosas, que lo
escucha. El altar es relación. Era ritual para aquellos
judíos, pero para nosotros es relación íntima con
Dios. El altar es gratitud, es adoración, es confesión
de pecados, es renuncia, es búsqueda, es entrega,
es comunicación directa con el cielo para recibir
revelación y sabiduría.

Y HABLANDO DE ALTAR… ¿CÓMO ESTÁ EL TUYO?


Responde a estas simples preguntas y lo sabrás: ¿con
qué frecuencia te relacionas íntimamente con Dios
mediante la oración y la Palabra? ¿Cuánto tiempo le
dedicas a hablar con Dios y a leer y pensar la Palabra
para que Dios te hable a ti? ¿Con qué frecuencia le
agradeces y lo adoras?
La frecuencia de tu relación con Dios determina el
“estado de tu altar”:

1. Altar completamente arruinado y destruido:Cero


relación con Dios (¡ni siquiera para darle gracias por
los alimentos te acuerdas de Él!).

2. Altar semidestruido: Escaza relación con Dios


(sólo te acuerdas de Él en casos de desesperación y
emergencias. Por ejemplo, cuando tienes un examen
difícil, cuando la chica que te gusta ya no te registra,
o cuando tu mejor amiga te cambia por otra mejor
amiga).

3. Altar entero pero muy lleno de polvo:Relación con


Dios a “media máquina” (congregas, ofrendas, das
gracias por los alimentos ¡y hasta sirves a Dios!, pero
tienes muy poca relación íntima con Él, muy poca
oración y muy poca Palabra).

4. Altar completamente funcional: Excelente relación


con Dios. Lo amas y se lo demuestras cada día en
tiempos de búsqueda, de oración, de gratitud y de
adoración… ¡además de congregar, dar gracias por los
alimentos y servirle!

Con el altar restaurado, ¿qué prácticas restablecen?


(vs.4-5)
¡Claro! Si hay altar hay culto a Dios.

Sin embargo, les queda aún un gran tema pendiente,


¿cuál es? (vs.6)
¿Y qué recursos gestionan para ponerlo en marcha
nuevamente? (vs.7)
Hay altar, pero no hay Casa, y ambos son necesarios
para restablecer completamente la presencia de Dios
en medio del pueblo. El altar es relación con Dios,
pero la Casa es la “habitación” de Dios. Ambos deben
restaurarse

Modificado por última vez: 12 mar. 2019

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