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El Gualeguay
Esta edición electrónica reproduce por escaneo la parte correspondiente a este poemario,
de la monumental edición de las Obras Completas, realizada por el Departamento de
Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, hoy lamentablemente muy difícil,
sino imposible, de hallar. Se ha dejado el número de página original para referencia
en citas.
Puesto que la sección de notas está al final de la poesía editada y antes de la inédita
y la prosa, no sigue la secuencia de números de página.
Sobre El Gualeguay
Marilyn Contardi
Si uno se pregunta en qué momento del desarrollo de un poema empieza a manifestarse uno
de sus rasgos esenciales, la extensión, creo que cabría responder que, como las nervaduras en
una hoja, las líneas secretas que impulsarán su despliegue hasta su culminación están en
germen desde el origen mismo.
El poema breve, destinado a inscribirse en un corto espacio-tiempo, concentra sus materia-
les, despliega sus imágenes, las hace interactuar y destellar teniendo siempre presente los
límites de su espacio.
En "El aguaribay florecido", poema del libro La mano infinita, aparece clara esta necesidad
de concentrar energías del poema corto cuando, en el segundo verso, aflora, tentador, un
interrogante. Apenas emergido en la mitad del verso queda claro que la visión de conjunto del
poema está allí para controlarlo. El interrogante es encerrado entre guiones para que no
desborde sobre los otros versos y empañe el alcance de sus energías.
La sugestiva aparición del hálito no debía hacer olvidar los bordes invisibles dentro de los
cuales se iba diseñando como una estampa primorosa, porque toda línea divergente, por más
encantadora que fuese, al crecer demasiado, terminaría por comprometer el acabado perfecto
del poema.
Aun así, en esa veloz aparición ha conseguido dejarflotandouna resonancia. La intercalación
justa, medida, del elemento diferente, "la gota de otro color", como para producir el matiz
buscado, señala también la pericia en la composición.
El poema extenso avanza de otra manera, como secretándose a sí mismo; en su propio
discurrir encuentra el aliento. "El discurso poético elabora sus herramientas mientras avanza
y es también avanzando como las destruye", dice Mandelstam1 en su ensayo sobre Dante. El
poema extenso se alimenta a sí mismo, mantiene vivo su soplo alargando sus brotes hacia
adelante, de esos brotes nacen otros y de ésos, a su vez, los siguientes, y así de continuo. En
este despliegue mucho más extenso quedan en evidencia, como las vetas de un mineral, estos
modos de alimentarse a sí mismo, de ir conformándose derivando de una cosa a otra.
En El Gualeguay, el poema más extenso de la obra de Ortiz, además de los cuidados de
escritura propios del poema breve se agregan otros.
1 Osip Mandelstam, Conversaciones sobre Dante. Traducción del francés de Cecilia Beceyro y Marilyn Contardi.
México, Universidad Iberoamericana, Colección Poesía y Poética, 1994.
Juan L. Ortiz Obra Completa 656
del guasú-pucú", estar atento a la "pequeñísima agonía de nácar" en el pico del Martín Pescador,
al "relámpago de sílex" que tumba a la nutria.
Hay una especie de intensa lid entre dos fuerzas disímiles, la escritura frágil, el "oscuro
encaje", y la materia colosal a la que acomete.
Sometidos a la presión de esa labor, geografía, historia pasan a ser hechos de escritura.
Pierden la contundencia de hecho puro, se convierten en momentos del poema. Son, alterna-
damente, o todos a la vez, ritmos, sonidos, sentidos. Sucede como si la historia, la geografía
después de depositar sus cargas retrocedieran a las bambalinas. Cuando reaparecen, se han
metamorfoseado en colores, voces, imágenes que actúan en la ilación de la escritura. Una fecha,
una hora, un hecho, los dramas de los hombres, pasan a ser "...esa retirada por el amarillo que
moría, de Julio...", "un caballo de furia en una arremetida de arcángel". Entre el decir, la trama
delicada de la escritura, y lo dicho crece el estado de tensión que sostiene el vigor del poema.
La primera estrofa
[...] allá
de la hondonada que dejara, cuándo? el mar,
El verbo en subjuntivo aleja la idea de algo consumado de una vez por todas y salva de la
dureza de una aseveración firme, mientras el interrogativo "cuándo" refuerza la indefinición y
manda aún más lejos, removiendo las capas del tiempo, el probable acontecer para seguir:
Ahora sí, de nuevo, el "dulce calor", transformado en "nube de paloma" por donde debe haber
subido, flota en el ámbito cautivante de "paloma". Esta palabra con toda la imaginería que suscitó
en el tiempo, desde aquella paloma bíblica, que no debe haber sido tampoco la primera. Su ser
mítico re-aparece aquí y nos conduce a los tiempos del origen, cuando vuela sobre las aguas
aquietadas, ahora bajo la forma de nube que guarda de la paloma los tonos suaves y el paso
ligero por el cielo.
Desde el comienzo mismo el orden es trastrocado, la reflexión del tiempo alargada mediante
subjuntivos; un interrogante se plantea y se lo deja flotar. Tiempo de atención para nosotros,
adonde vamos?
En el aura del sauce El Gualeguay 659
O venía él
con el hálito, gris y blanco, del mar?
Imposible colocar allí ese "cuándo" o en alguna otra parte sin que suene a falso y se demuestre
inútil el esfuerzo por agregar complejidad. En el lugar que ocupa en el poema, situado
justamente antes de "el mar", al que alude, es, como puede suponerse, parte del destino del
"dulce calor", o habla de los tiempos en que el mar se retiró, o de las dos cosas a la vez.
Y qué decir del "en una nube de paloma" que quedaría aprisionado, sin alas, entre dos
proposiciones cuando es precisamente en ese doble vuelo fantástico donde reside gran parte
de la sugestión de estos versos?
Es en la conformación, en el orden de los versos, como circulan juntos "la gracia y el sentido".
Y sigue el poema:
La interrogación recorre estos versos en una línea más recta que en los anteriores, corre
más rápido hacia el final y termina con una palabra que resuena mucho y bien: "cintillos".
"Cintillos" no es una palabra de uso frecuente aunque tampoco es rara; al sonido tembloroso
de su sílaba final —que preanuncia ya el tintineo de las gotas de lluvias— se agrega la
multiplicidad de imágenes. Tres al menos son destacables: recuerda a "escintilar" con la que
comparte dos sílabas, y si "escintilar" es centelleo de brillos, con los mismos brillos comparte
la sílabafinal,y ahí es sobre todo donde se aloja la idea de movimiento brillante. Pero es también
"anillo", que anuncia o celebra las nupcias; el "cintillo" es el anillo nupcial. Y por fin "cintillos"
son "adornos de cintas", que por el movimiento ondulante, los brillos de los hilos y las piedras
con que están bordadas, no se asemejan, no son ya, agua que cae? Estas imágenes vienen a
retumbar como ondas sonoras en torno a "cintillos" y con esa carga enriquecen a "lluvia", que
es introducida en seguida, y la acompañan con un cortejo de movimientos y brillos:
La cercanía entre arpa y lluvia aparece más visible: una es sonora, la otra evocadora de
sonidos, o ya porque las cuerdas del arpa semejan hilos de agua, o los hilos de agua semejan
cuerdas de arpa, pero la calidad de "ciega" es más oscura. ¿Es ciega porque está en la penumbra,
y por ella nos remite a la noche del origen? ¿Es ciega porque nadie está ahí para verla? En
cualquier caso parece querer llevarnos a lo que fue antes del "Y la luz se hizo".
Los juncos de vidrios huían. ¿Cómo fue? Cuando pronunciamos "vidrio", el frotamiento de
la "d" contra la V entre los agudos de la "i", los roces se hacen audibles. Y esos juncos son
lluvia, hilos de lluvia cayendo por todas partes y son a la vez tallos de juncos que alguien plantaba,
lluvia que se convertía en juncos mientras ella la plantaba. ¿Quién es ella? Ella es la inesperada
hada brusca:
El adjetivo, inusual para acompañar al hada, resalta además por el tono que introduce la "u"
en un verso dominado por el sonido abierto de las "a", pero al usar "una" y no "un", la "a", el
sonido abierto ¿blanco? se alarga: "unaahada" y su supremacía queda asegurada. De todos
modos "brusca" es como una oscilación de amplitud diferente introducida en el verso. Pero,
asimismo, fluye por la misma línea sonora de "penumbra" y "vidrio". No hubo quiebres; sí se
ha producido una ondulación en la intensidad, en el tono de los sonidos que acompañan o son
el vehículo en el que viajan rápidas las imágenes, lluvia de arpas, juncos que huyen, hada que
planta.
La labor que ejecuta el hada es familiar, doméstica y también ancestral. Realizada por un ser
fabuloso nos coloca en los orígenes del tiempo. Aún sin nombre, la hija del viento y de la nube
es de la misma familia de los seres mitológicos. La estrofa concluye:
El Gualeguay
(Fragmento)
O venía él
ya ligeramente cavada:
en un distinto tiempo?
con los envíos del norte o con los envíos de las islas
de la herida de septiembre:
y el jilguero y el cardenal,
viscosamente rastreros,
o de la siesta mística,
a él.
y el "Mojones" y el 'Tigre"
y el "Villaguay" y el "Vergara"
y el "Raíces" y el "Mosca"
y el "Piedras" y el "Vizcacha",
y más insospechadas,
y de la armonía primera,
Sí, eran una sola cosa con los follajes, y las ramas, y las hierbas,
Una, con él, el río, como otros hijos, con el cordón todavía
en su presente de pesadilla:
fundidas en el grupo,
esa debilidad, también primera, que requería hasta la defensa de las otras, 300
contra unas flechas invisibles...
en un desdén de crines-
y el "Altamirano" y el "Maidana"...
en un escándalo de ondas...
y a estos tembladerales
ante el solo conocimiento que las hachas abrían, rectamente, hacia el este,
no dejaban de sobrevivir
del azul-
hasta el escalofrío,
la sangre de "Matanza"...
y los mismos ojos indios de las mujeres, los niños y los viejos...
increíblemente de pie
contra esos "títulos" que deseaban arraigar sobre las leguas y la sangre... 520
de los abismos...
sobre el descenso...
en un frío de "cornetillas"...
Y el perfume mismo fue una queja entre las hojas del rocío
en un secreteo de arpas...
y la sangre de gritar...
de nácares?
esa paz del destino que a veces le volvía de otro mundo, 590
En el aura del sauce El Gualeguay 681
con los hilos del oeste tendiéndose hasta el río de las alas,
Y el primitivo "Verbo",
y que desfondarían
desprendiendo la "Rinconada"
ese momento del sur que él, Don Tomás, abriera sobre el latido de las hachas
Don Tomás
del lado siempre de los peones contra los "vales" del sudor 670
y las trampas desde allá...
Don Tomás-
Don Tomás...
dando casas, casas, a los que las tenían sólo de las ramas,
Don Tomás...
de la codicia-
contra las cuatro garras que trababan los pasos del jardín
Don Tomás...
contra esas garras abatidas también sobre las raíces humanas de las villas 690
y los campos
para "el ocio de la tierra", solamente, bajo las pezuñas de los Wright..
Don Tomás...
con los ojos que tasaban, ya, también, las líneas que nacían
presidir a su visión...
con las brisas, ah, del día, que bebiera en Olavide, en Jovellanos o Feijóo,
su juventud de Sevilla...
En el aura del sauce El Gualeguay 685
Pero el rio dudaba, entre unos centinelas de algo como el ser, 710
o una manera de violines que descendían tanto en unas hadas amarillas 720
quizás nunca?
Juan L. Ortiz Obra Completa 686
esas pajas
en tui mar que aparecía, además, con unas crines y una lividez de apocalipsis,
él, no admitía
de los gemidos y llamados que iban dejando, ay, sus pasos de crepúsculo...
Y soñaba...
y el "arma"
ausente, ausente, entre los visos muertos y los visos por nacer?
invisiblemente,
más frágil...
como la de la despedida
de sus días-
Eran sus sauces, eran sus "alisos" los que goteaban esas chispas?
o subía
de cabelleras de niñas,
la soledad de la luz,
su ilusión amarilla...
o erizamientos de plomo,
de las horas-
fatalidad,
un niño,
lívida,
se volvía en la penumbra
y tierra seca...
que no se percibía-
cuando él salía, tardíamente, hacia las nueve, de unos sueños de cisnes, 860
del crepúsculo...
Y el marinero,
y humildísima de aleros...
irritándose por rastrear, como los otros, y lo mismo que unas almas,
de sí,
un fluido de gramillas...
De cuáles de sus hijos esa "piñandary" que bajaba aún más la brisa?
se detenía en una,
se deshacía
y de alas en la lluvia...
Juan L. Ortiz Obra Completa 692
el sollozo de lo ido
al fin,
o el frío de su luna,
hasta postrar con la rapidez de una pasión, poco menos que un millar...
Para eso —gemía— se había traído por el norte esa paz de sus marañas,
sobre algún aleteo que sesgaba, no? hacia alguna otra orilla de la vida...
en el miedo de su melodía...
o los confines del pan y lo demás para las manos que hacían...
y una sed de sentido que quería aún tocar, sí, las alillas 1000
de algo menos que el "minuto"?
o fantasmales de luz?
Oh, él los había visto antes, antes, más gentiles que los caballeros..
a la libertad de la fábula...
en el amarillo de la custodia...
en la "terrible participación"...
sobre unas tierras sólo defendidas por las alegaciones del sudor
con algo de pájaros, sí, por encima de las estancias y los surcos,
ese decoro que salía eterno, al parecer, del mismo arzón?, 1130
En el aura del sauce El Gualeguay 699
por entre la lista de una tarde, más de cal, más de cal, todavía...
y traían el "gato",
o de latón o de plata,
que no eran, no, las que traían el día, no, sino la noche de las plumas,
o se estancaba en coágulos...
ella sólo podía mirar desde los patios o los "espejos" de las amas,
fue el aire para ese "Mayo" que nacía, con las heridas de la fe
Y ella fue la que "cortara", también, con los hierros del azar,
Oh Don Bartolomé,
bajo las señales del rescate, allá, como bajo el viento de la luz...
la epifanía de plata-
Mas esa "caña", es cierto, tuvo una hermana en esa brisa de las plumas,
podía sólo andar por esos palos y esos lazos, corridos hacia el mar,
y de qué modo!
que subía al nivel de sus latidos, y más allá, con el humus y las briznas,
allí donde nacían los duendes del fogón y los duendes del horno,
se objetaba en seguida,
No, no era, él, "bravio", porque era también el tiempo que buscaba,
y con Amidas y Maitreyas, sí, mas en el centro del devenir o de las llagas,
Y la descomposición, ahora sin hálito, aunque con las ilusiones de sus ácidos,
pero sin su alma muy suya, también, tras los vidrios del segundo,
de tan mínimo,
Sí, sí, con la espuma de los matorrales, de los arbustos y las lianas,
en el flujo de Diciembre,
de un celeste de misterio,
muy delante de sí, siempre, en una gama sin fin, como la vida,
En el aura del sauce El Gualeguay 707
o de donde él venía?
y paralelos a su nostalgia-
en "glissandos" que irían ya, sobre todo a los oídos de los "Agni",
mas al igual que a un metal sin una mezcla hasta más allá del éter
y de las manos que se crispan, gritando, sobre las piedras más visibles,
era para los ecos, sobre todo, que él cavaba su línea, 1430
En el aura del sauce El Gualeguay 709
aunque buscando, él, es verdad, una a modo de "suite" para un a modo de límites,
y eso sí, hacia esas escalas y diseños que tienen de unas lianas 1440
Y aún sobre su "limo", cómo, esa dicha que se iba y esa paz que caía,
sobre el amor que ahora unía, unía aun más, por los guaznales de la fe,
y se excede,
sin más "arena" que ésa y sin más soplo en hilo que ése suyo...
y que quería un gran fuego, aunque íntimo, para todos los fríos,
con todos los "pies afuera", ése, y las carnes más escritas,
bajo las carretas y las "guayabas" y los "ingaes" y las "mirtas"... 1520
Juan L. Ortiz Obra Completa 712
al dividir, con las líneas del "15", el sol agrario para ellos...
de 'la clase",
vestidos de cielo,
en la vertical de la custodia,
súbito siempre éste, del otro lado aún de los ríos, dondequiera que ellas invadieran...
esas sombras parásitas, de aquí y más allá, que se negaban a morir, 1550
Oh, sobre él, el río, y sobre el arroyo de adivinación, o cuanto más, de lentejuelas,
el silencio:
del "auxilio"
Juan L. Ortiz Obra Completa 714
y más proyectiles,
cómo 1600
de esas como sus sombras, sus sombras, hacia la lágrima del ángel.
llorando?
Era porque no tenían que ver nada, ellos, con la "historia" de esos dueños
Y si se ejercitaba la crueldad,
o de la lira de su "aquí",
al parecer, también,
naturalmente, no lo seducía,
A la defensiva, pues,
de las "figuras", de todas las "figuras", que más allá, en el "ballet" del mar,
o el "aquí"... 1730
si "eso", justamente,
En el aura del sauce El Gualeguay 719
sólo, sólo podía ser el del espejo que se corre frente a todas las escenas:
No, no podía, él dejar de latir más profundamente que las flores o perfumes
y le imponían la intemperie...
el celeste de su f e -
Y él sentía, ya, otra vez, la lástima de esa gente de los montes y las estancias, 1800
retrocediendo, aún más, hacia el "salto"...
Mas por qué se apenaba ante esa fuerza que sólo "sucedía"
afinándose 1840
y la regla de plata...
El arroyo del crepúsculo, entonces, que aquí y allá palidecía del creciente,
con más agonía aún, 1870
ni menos, por cierto, para los que deberían "volverla" desde su intimidad o de su fe...
a través de esas barbas que fueran una sola, también, como los campamentos,
ni serían, únicamente,
de que el sudoeste
eran el lugar
de su tiempo y de su espacio
o de la nieve? 1970
En el aura del sauce El Gualeguay Til
El arroyo, al parecer,
de lo invisible?
por las pruebas hacia la perla que se llenará sólo de cielo? 1980
Y el río, luego,
de la deslealtad...
escapar de la silla
en un amanecer de niña...
o de la fatalidad
y de la despedida de la "luz"
Y supo de la profanación,
y del sacrilegio
A quién, 2090
a quién quejarse
de la "separación",
de las orillas?
en la red de lo múltiple?
Y ese "uno"
acaso,
de escamas de minutos
del "hado",
de ésos que,
la obedecían?
y del sur
a la vez—
para que él, el río, pudiese, cuándo?, ser más que la piedad:
la caridad, de veras,
en el azul de su ser,
Pero entre tanto, no era él, él, una fugacidad que aniquila
cuándo?
al hálito de su "raíz"?
amanecería?
y la alzaría Medina,
y el metal de la chispa
envainándose en la huida
ciertamente,
decirle de la paz—
de lo hondo?
irrisión,
Juan L. Ortiz Obra Completa 734
en un sobresalto de acero,
eh, rápidamente,
de Abril,
En el aura del sauce El Gualeguay 735
Oh, qué misterio el de ese cuello que irradiaba, así, sobre él,
de lo íntimo,
y de ñandubayes y de chañares,
acababa de condecorar
a la orilla,
se iba
Juan L. Ortiz Obra Completa 736
ya
a su confidente,
más aún,
Y esos sonidos
no sólo el azul
de las lágrimas
o de la niñez,
como a su conjuro,
Y después,
por entre las ramas de ese estío y bajo las lancetas de ese estío, ay,
de un matunguillo,
lo devolvía...
de la tempestad
Y la sufriría 2280
o contra la fatiga
increíblemente, de cepo-
a la "dignidad" de su villa,
en tanto, naturalmente,
y, más desde luego, de los nacarados con rubores que le atañían 2300
al parecer, solamente...
de la mancilla,
lo hiciera
de aquella noche...
o a un crepúsculo de celda...
sobre el litoral,
de su "pueblecito"
Mas por qué olvidaba, él, el río... por qué tan a menudo
olvidaba
lo que, a pesar de todo, debía ser, él, entre las apariciones 2340
del "baile":
la sabiduría de la mirada
ni menos a batir
y de los helechos,
y en vainas de noche,
en un ofrecimiento de briznas
unas nubes
Juan L. Ortiz Obra Completa 740
y su cristalino
en un gris de nunca
abismándose en su sed...
al encuentro de su torcacita...
de ser un cielo
y de ese idilio
no era la molicie?
no dejaban de reasumirla
de esos "moldecitos"
del juego?
O sólo serían ellos, por qué no? las vegetaciones que le descomponían
hasta el enrarecimiento
de sus sacrificios
y seguía siendo
Hasta cuándo...
Montiel,
a todo su largo,
En el aura del sauce El Gualeguay 743
de los "Rincones",
o de miedo
o de plenilunio, 2460
de que él mismo no podía nunca, nunca, saber,
oh, purísimamente,
o la helada...
de un día...
por qué, por qué, los que se arriara, ya, para la Cordillera,
de libra...
o el mismo,
o desde la montería
a su celo de espinas,
todavía,
entonces
todo el iris
y lo escalofriase, es cierto,
no! y no!...
hasta la resistencia —se enteraba— que no podía, ya, alentar bajo los farolillos
o de la vara
a "faena"...
sólo que, a su pesar, rojeando siempre, o casi siempre, únicamente, para el brillo
y la asumían
por esa yugular que, para pagar un corderillo, y aún, una lonjilla de un adicto,
o de los traspatios,
o de los "puestos",
al parecer, la nariz?
cómo investirla,
viviéndose, viviéndose,
literalmente, de alas,
o del viento-
Pero, en fin de cuentas, la vida que se vivía en su unidad, no cesaba, por eso de fluir,
sus esencias...
como tal,
Cortezas, unos?
o de los "ruedos"
ay, de nacer?
Cortezas?
y esos latidos
en la persecución de su ángel...?
las apariciones
(continúa)
En el aura del sauce Notas 919
El Gualeguay
Como se señalaba en la Introducción ("La obra poesía de Ortiz, las imágenes del territorio y
de Juan L O diz"), El Gualeguay es un poema- de su historia: la lira y el laúd, por ejemplo, con
libro, culminación de la "extensión" de poe- los que se da cuenta de la forma del "entre
mas como "Gualeguay" y "Las colinas". Pero ríos"; imágenes que incluso se reproducen a
también es, como estos poemas, una ars poé- sí mismas, con una vida propia, como la ima-
tica, donde se reúnen todas las "habilidades" gen del sauce en la cita de Michaux del poema
(toda la "sabiduría poética", dice Kasmens- "Entre Ríos", que "cita" ahora otros sentidos:
zain) adquiridas por una poesía que está en
constante evolución. v. 1662/3 [...] el alma del sauce
Así se reproducen todas las imágenes de la sobre la cita de los arroyuelos del aire...
Juan L. Ortiz Obra Completa 920
No hay estudios de este poema, como no los de abajo hacia arriba. De esta manera, en
hay, prácticamente, de ninguno de los poemas contraste, un hombre "a caballo" adquiere una
extensos de Ortiz. El trabajo de Marilyn Con- estatura singular. Así, por ejemplo, se ve llegar
tardi, "Trece versos de El Gualeguay" de 1986 a esas "criaturas", los colonizadores españo-
(base del texto de la Introducción al poema en les, "sobre" sus caballos:
esta edición: "Sobre El Gualeguay"), señalaba
v.358/62 [...] él mismo hubo de verlas,
ya las dificultades con las que se enfrenta su
con algo de saltones en una vestidura que
lector: una tensión entre una lectura que debe
[ parecía de metal,
detenerse en las. minucias desplegadas en
cruzándolo detrás de un flotante bosque de
cada palabra, y una lectura que debe extender-
[ "astas",
se y abarcar más de dos mil versos.
medio plegadas, ellas, sobre otras de cabezas
En una carta de 1959 (ver Envíos), Ortiz nom-
[ nobilísimas
bra a El Gualeguay como un poema "en prepa-
en un desdén de crines-
ración", y lo define de este modo:
Así, también, desde abajo, el río ve regresar al
...aspira al sentimiento de este río a través de las
"evadido" que ha sido capturado:
distintas categorías de tiempo.
v.2271/2 con las manos a la espalda y los pies
En esta instancia de trabajo el proyecto poéti-
[ debajo de la cincha
co todavía coincidía, al parecer, con el del
de un matunguillo
poema "Las colinas" (ver notas) donde sí se
desarrollan distintas categorías de tiempo. El proyecto poético de El Gualeguay, se va
Pero El Gualeguay, que en muchos aspectos definiendo a principios de los '60. En 1962,
temáticos y, sobre todo, en el uso de la perso- Ortiz escribe a Veiravé: "nuestro río marcha,
nificación como recurso técnico central, es y marcha...". En 1964, Carmelina de Castella-
una prolongación de "Las colinas", al mismo nos dice:
tiempo se diferencia de tal manera de este
Sabemos que está escribiendo un poema en el
poema que se constituye en un proyecto úni-
que, a través del río Gualeguay, desfilará la his-
co. Y se diferencia, en este sentido, más por
toria del país. Pero no conseguimos que nos dé
concentraciones y expansiones que por oposi-
detalles.
ción. Por ejemplo, la acentuación de una de
estas categorías de tiempo: la "histórica", que Y este proyecto poético se mantendría en su
en "Las colinas" era una de las menos desarro- "continuación", tal como la imagina Ortiz, en
lladas. Por ejemplo, la extensión del poema, 1976, en un reportaje que le hiciera Mario
que duplica la de "Las colinas" (es importante Alarcón:
señalar que, en sentido inverso a esta exten-
sión, los versos se acortan: hay versos de una ...otra historia del río, otra parte de la historia del
sola palabra, incluso versos de una sola sílaba, río. Sí, otra parte. El río, ya se sabe, es el tiempo,
impensables en "Las colinas" donde, en pro- como el Gualeguay, que ha sido el protagonista,
medio, se trata de versos de más de quince casi más testigo, de tantas cosas de la historia
sílabas). nuestra, a la que ha asistido desde abajo.
que es el vacío, el bostezo, el caos, que todo Las pupilas del río
relato mítico plantea del principio (el Génesis Nacen las ciudades. Y las ciudades, insoluble
bíblico, por ejemplo), pero que es también, paradoja, nacen sobre un cadáver (v.739). Y
como señala Pedrazzoli, el vacío del origen sólo el río puede dar cuenta de este oxímoron,
geológico del territorio de la provincia de En- de esta "pura contradicción"; sólo él, el río, que
tre Ríos, cubierto y descubierto por las aguas no deja nunca de correr, pero que, de pronto,
del mar, que luego se levanta, a lo largo de una "en menos de un suspiro", se vuelve del acero
falla de la que surge el río Paraná, en un más inconmovible, en una inmovilidad como
movimiento telúrico que es el que da origen, de muerte, lívida pero en una lividez, a su vez,
a su vez, a las cuchillas entrerrianas y al río tensa "de apocalipsis". Sólo estos ojos pueden
Gualeguay que corre entre ellas. ver estas ciudades:
La cosmogonía del río que plantea el poema
es, curioso centauro, una mezcla indisoluble v.753/9 Oh, él que se aceraba, a veces, como
de relato mítico y relato científico. Una cosmo- [ el cielo
gonía compacta, donde se narran, rápidamen- con las diluciones del cielo, cierto,
te, con el mismo procedimiento del montaje en un mar que aparecía, además, con unas
de un film, procesos que duran millones de [ crines y una lividez de apocalipsis...
años. Este plan es similar al que traza Teilhard él, que era en sí mismo
de Chardin para El fenómeno humano-. la "pura contradicción" sin los límites,
[ siquiera, de un suspiro,
Y que nadie se extrañe tampoco acerca del grado mas con unas pupilas que veían,
de realidad que voy a dar a las diversas partes del veían, es verdad, desde lo más hondo de su
film que presento. Cuando intente figurarme el [ esencia...
Mundo antes de los orígenes de la Vida, o la Vida
en el Paleozoico, no deberé olvidar de ninguna E1 poema contará la "historia". La historia
manera el hecho de que existiría una contradic- nombrada así, entre comillas, como si fuera a
ción cósmica en imaginar a un Hombre como su vez un personaje más, vista de la misma
espectador de estas fases anteriores a la apari- manera como son vistas todas las cosas por el
ción de cualquier Pensamiento en la Tierra. Yo río: por reflejos. El río que, a lo largo de todo
no voy, pues, a pretender describirlas como fue- su curso, en su divagar, se presenta como un
ron realmente, sino como deberemos repre- gran espejo:
sentárnoslas para que el mundo nos resulte ver-
dadero en aquel momento. v. 1737 sólo, sólo podía ser el del espejo que
[ se corre frente a todas las escenas
Y en esta cosmogonía del territorio, el río será
el centro: ante el cual deambulan, muchas veces como
vagas sombras, desde personajes solitarios
v. 133/4 El río era todo el tiempo, todo... hasta multitudes
ajustando todas las direcciones de sus
[ líneas v. 1754/7 [...] el desplegamiento del carro o del
[ carruaje
alrededor del cual, o del cual, surgen todos los sobre unas tablas ligerísimas
seres: a manera de flotador o de otra balsa
que unos "oscuros" tiraban con la
vi36/9 Era el amor, el río-
[ libertad de las sombras
Todo nacía de él, o venía
[ evangélicamente o al cual, a veces, un rostro se asoma, como el
a él de la Delfina, la mujer de Francisco Ramírez:
Juan L. Ortiz Obra Completa 922
v.2041 Oh, él, el río, la viera también v.365 Y de este modo el Moreyra, luego, le
[ mirándose a su "luna" [ dijera de la "Cruz"
Rostros fugaces, pero a veces rostros en lar- v.375/7 Y lo mismo, más o menos, se lo
gas y obligadas estancias al lado del río, como [ murmuraran el "Vergara" y el "Lucas"
la que se le impuso a Garibaldi: y el "Diego Martínez" y el "Paso
[ Caraballo",
v.2251/4 El espectro de aquella mies daba luego
y el "Altamirano" y el "Maidana"...
[ unas sílabas
a su confidente, Son estas "vibraciones", estos "latidos", los
y él deducía, por ellas, una humedad que conforman el sistema por medio del cual
[ de celestes el río "ve". Y la historia, que tiene sus propios
que fosforecían hacia Niza caminos, a veces se cruza con los caminos del
río, cuando el hecho histórico, sobre todo las
Los caminos de la historia batallas, tienen por escenario, precisamente,
a alguno de los ríos o arroyos de este sistema.
v.769/70 Pero qué relación la de su ir, en un Por ejemplo: el combate entre una flotilla pa-
[ espacio como ajeno, triota y corsarios realistas, en 1813, en Arroyo
y el camino de los hombres? Bellaco (v.i24l), cerca de Gualeguaychú; los
triunfos de Ramírez en 1817 en el arroyo de
La "historia", entonces, es el tema del poema,
Ceballos (v.1563) y en 1817 en Saucecito
pero la historia como un objeto dificultoso,
(v. 159o) contra las tropas enviadas por el Di-
siempre demasiado distante (resonancias, re-
rectorio; la derrota que sufriera Artigas, en
flejos, noticias que llegan de lejos) o demasia-
manos de Ramírez, en 1820, en Las Tunas
do próximo (tropillas de caballos o ejércitos
(v.1883); o la batalla en el Ibicuy (v.2222),
que atraviesan las aguas del río). La historia
donde es herido y capturado Garibaldi.
con sus propios caminos, que no son los del
río pero bajo los cuales él, el río, "late". Los comienzos
v.1092/4 Mas la "historia", lo advertía El río "ve", entonces, la historia, por reflejos y
[ nuevamente, tenía sus caminos, resonancias. De esta manera aparece el indio,
y él, otra vez, latiría bajo ellos, en el territorio edénico, precedido primero
según fúeran abriendo, sí, el confín, por el grito:
Entre los versos 157 y 172 el poema enumera v.222 Cuándo el grito del "minuán" o el grito
los distintos arroyos, ríos, riachos, que confor-
[ del "bohan"
man el sistema fluvial del río Gualeguay: Sau-
ce, Ortiz, Lucas, Tigre, Villaguay, Vergara, de y luego sus reflejos:
las Guachas, Jacinta, Mosqueira, Piedras, Ce-
v.243/4 Pero las miradas del río, casi a todo su
ballos. Y el río Gualeguay, entonces:
[ largo,
v. 150 latía, más allá de su música, con todas dijeran los reflejos, a su vez, de la
[ esas vibraciones, [ primer nobleza bípeda
hasta hacerlas suyas De la misma manera resuenan las "noticias"
en algo que se buscaba casi en círculos de la presencia en el norte del "hombre blan-
co":
Con estas "vibraciones" le llegan, por ejemplo,
las noticias del español: v.347/8 Unas criaturas que parecían sin sangre
querían, allá, "reducir" su otra sangre...
v.345/6 Cuándo "El Tigre" le trajo esas noticias
que a su vez las recibió del Tay Ticú"? que vienen a confirmar un reflejo ya entrevisto:
En el aura del sauce Notas 923
v.357/9 Mas no recordaba, él? va desde fines del siglo XVIII hasta mediados
Antes, y más arriba, él mismo hubo de o fines del siglo XIX, tendrá como eje la revo-
[ verlas lución de Mayo. Eje, para el poema, tanto de
la historia como de la geografía.
Luego aparece Hernandarias (v.403), en su
expedición del año 1632, cuando realiza pac- Mayo
tos con los indios que permiten el ejercicio de
En "Mayo y la inteligencia argentina" (ver
las vaquerías y la instalación de las primeras
Comentarios), publicado en 1942, Ortiz esboza
estancias en el territorio. Luego viene la expe-
el marco teórico general en el cual podría
dición genocida de Vera y Mujica (1749-1752),
inscribirse el proyecto poético de El Guale-
con la "Matanza" (v.47i) de miles de indios, a
guay como poema histórico. En este trabajo
lo que sigue la delimitación del territorio, "la
Ortiz habla de "métodos más modernos, más
locura por los papeles de los límites". Final-
flexibles y más amplios" para estudiar el fenó-
mente viene Tomás de Rocamora "con el revés
meno de Mayo, a cuya "luz", dice:
del crimen" (v.64l) para fundar, entre otras
poblaciones, la villa de Gualeguay en el año nuestra revolución aparecía como una aspiración
1783. Fundaciones y asentamientos que le por cumplir y la figura de nuestra nacionalidad
permiten a Entre Ríos separarse de Santa Fe. como una obra, de modelación indefinida, abier-
ta sobre un tiempo infinito.
v.653 de esa "Fe", por cierto, nada "santa"
El 25 de Mayo de 1810, entonces, es solamen-
La historia, que corre, como elrío,sin detener-
te la señal visible de un proceso emancipador
se, progresa de manera irreversible. Podría,
cuyas raíces se hunden en el pasado, y cuya
como el río realimentado por las lluvias, volver
proyección hacia el futuro está todavía "abier-
a sus fuentes. Pero en cambio progresa, desde
ta" y en conformación. El pedido que en ese
su génesis, cronológicamente, y muy pocas
escrito se hace a los intelectuales para que
veces vuelve atrás:
sirvan a la modelación de esta forma abierta,
v.380/4 Debía volver un medio siglo, acaso, volviendo la mirada al paisaje (las cosas y los
para tocar aquella herida? hombres) para tratar, "con la suficiente pureza
Y dónde, la herida, dónde, si él era y humildad" de transformar en "imágenes de
[ irreversible? arte" esta realidad íntima de Mayo, es asumido
Pero si él era, al mismo tiempo, otro por el mismo Ortiz en El Gualeguay.
[ sentimiento del aire, En este sentido el río comenzaba a "respirar"
y en el aire nada se perdía? esta realidad íntima y frágil de Mayo, mucho
antes de mayo:
Desde la conformación geológica del territo-
rio, hasta la conquista y colonización española, v.788 Oh, él respiraba, ahora, la "realidad" de
se han contado, en menos de la cuarta parte [ Mayo
del poema, millones de años (Prehistoria). En más frágil...
las otras tres cuartas partes (Historia), en cam-
Y Mayo, antes de mayo, fue brotando como un
bio, se contará prácticamente un siglo. Un
perfume:
profundo desequilibrio estructural. Pero que
puede compararse, por ejemplo en La Biblia, v.879 Y su memoria se encendía más atrás, más
con el desequilibrio del libro del Génesis entre [ atrás, con los perfumes
una primera parte donde se cuenta la creación de los fogones en línea...
del mundo y el diluvio y una segunda parte
donde se cuenta la historia de Abraham y de O como una música:
su descendencia. v.929 con una flauta probablemente breve y un
En El Gualeguay esta segunda gran parte, que [ soplo aún pueril
Juan L. Ortiz Obra Completa 924
y unos dedos que recién, tal vez, como Bartolomé Zapata (v.1204) (ver notas a
comenzaban a ensayarse más allá del asir? los poemas "Gualeguay", "Las colinas" y "En-
tre Ríos") que guiarán sus esfuerzos. "Ellos",
O como el rubor de un rostro cuyo matiz, sin
el hombre y sus "amiguitos", serán las som-
decidirse si de ira o de pudor, los días van
bras que gimen, heridas, en "el horror del
buscando con desesperación (v.942/3). Y la
crepúsculo" (v.1605) tras la batalla de Sauce-
historia será un gran "rodeo" de almas en la
cito. Gemidos que lo "traspasaban" al río:
imagen del rodeo ganadero que comienza a
retumbar: v.1606/8 las quejas que suben, pidiendo, junto
[ al caballo en agonía...
v.944 Un redoble de pezuñas que parecía venir
y las que se ahogan, ya, entre los aullidos
[ de las raíces
de esas como sus sombras, sus sombras,
pero que se detiene un momento, parte contra [ hacia la lágrima del ángel.
todo, en la figura "heroica" de una vaca que
Aunque más lo traspasaban, más lo "penetra-
defiende, con su propia vida, a su cría del
ban", los gemidos de los amiguitos:
ataque de un tigre.
Entre los versos 944 y 1079, se describen v.1622/9 Era porque no tenían que ver nada,
escenas de manadas y manadas de ganado [ ellos, con la "historia" de esos dueños
vacuno y caballar arreadas hacia la "espera de que debían matarse entre sí
los saladeros", como imagen de un ciclo de para que ella, la "historia", tomara o no
sufrimiento que debe cortarse, desde su mis- [ tomara el camino
ma violencia contenida. Lo que había sido, en del "25" de todos,
un principio, el soplo de una "flauta breve", es y la palabra "hombre", al cabo, diera a
ahora una música a toda orquesta: [ pesar de ello, o con ello,
el orgullo del metal?
v. 1075/8 en tanto que la selva, la selva,
Nada... y se les llevaba al espanto como
que había sido sólo un bufido en la
[ otra arma,
[ penumbra,
o, sin poderlo evitar, es verdad, como
sobre el trueno de los vasos,
[ la colilla del destino...
alzaba ahora todas sus tuberías a las
[ dianas La emancipación de Mayo como un proceso
por cumplirse y las figuras de los caudillos,
Pero el Mayo de allá, el Junio de aquí, de las
como ejecutores equívocos de este proceso,
villas (v. 1108), era "un alba que nadie conocía"
constituyen el núcleo fundamental de El Gua-
(v.1116). Que "ellos" todavía no conocían.
leguay en un lenguaje poético que menos que
"Ellos", a quienes el río había visto:
afirmaciones (características del género épi-
v. 1117/20 El los había visto a ellos, ya, de una co), prefiere desarrollar preguntas. O, en todo
[ sola dignidad caso, afirmaciones que, mezcla extraña de oxí-
en el juego de la vida y de la muerte con el moron y litote, terminan conjurándose y ate-
[ "amigo" de las millas... nuándose a sí mismas:
ramas, casi, del atardecer,
v. 1265/6 Sí, sí, mas ellos fueron heridos
quebradas sobre la silla que era mesa y era
[ misteriosamente
[ lecho
allí donde comenzaban a
"Ellos", hombre, caballo, perro, que esperan [ encontrarse
entre "juegos" y "canciones" que evocan su
mundo pastoril y el recuerdo de luchas pasa- Los caudillos
das (contra el indio, el portugués y el inglés), En un reportaje realizado en 1972 por Alberto
a aquellos caudillos, a aquellos "aparecidos", Perrone dice Ortiz:
En el aura del sauce Notas 925
Luego de la batalla de "Saucecito", paradigma v.2097/8 Pero no era él, apenas, sino una
por excelencia de una batalla "civil", contra un [ venilla del azar
fondo, un paisaje, de horror (hombres, caba- en la red de lo múltiple?
llos, perros, heridos, abandonados, que gi-
v.2113/7 Mas no era, también, él,
men, sombras entre las sombras del crepús-
otro viajero de la eternidad con un va y
culo) , el poema vuelve sobre sí mismo al punto
[viene
de preguntarse, cuestionando el método de
de escamas de minutos
"reflejos" y "resonancias" que lo constituye,
bajo las plumas de las nubes, que, a su vez,
sobre estas posibilidades de "ver" la historia
palidecían hacia el olvido?
que tiene el río. Vuelve a preguntarse sobre
esos gemidos que, en la distancia, lo "traspa- Garibaldi en Gualeguay
san":
Con la alusión a Garibaldi, figura paradigmáti-
v. 1738/9 cómo se explicaría, así, sus aventuras ca en la construcción de una idea de caudillo,
cierra este ciclo de personajes históricos. Esta
[ más allá de sus pupilas,
del ángulo de sus pupilas? alusión, entre los versos 2221 y 2337, particu-
larmente extensa en la economía del poema,
Alo que le sigue un éxodo de sombras que, de es una de las más herméticas. No hay manera,
repente, sí traspasan elrío:una balsa de cuero, desde lo que el poema "informa", de encontrar
un nadador que lleva entre los dientes un señales de Garibaldi en este fragmento, donde
atado con su ropa, un jinete que nada al costa- se refiere su estancia de seis meses en la
do de su caballo, un carro, un carruaje, un ciudad de Gualeguay, aunque, por otro lado,
"chasque" que corre a rienda suelta. Ahora el las referencias "históricas" son sumamente
río es protagonista. Ahora es la historia la que, precisas.
de una manera lateral, cruza el río. Y este Amaro Villanueva relata, en su libro Garibaldi
contraste entre el método y el horror, entre la en Entre Ríos, basándose en documentos y
materia narrada y las posibilidades del lengua- testimonios, este momento de la vida de Gari-
je con que se la narra, se constituye en el baldi y de la ciudad: Garibaldi (nacido en Niza)
centro mismo del poema (centro, incluso, de se había exiliado en Brasil huyendo de la per-
la geografía del poema). Este éxodo que, tras secución austríaca. Hacia 1837 (tenía treinta
la batalla de Saucecito, traspasa el río (un años) remonta como corsario brasilero, en la
efecto, en definitiva, también de resonancia), goleta "La Luisa" (a la que también llama "La
es como un río dentro del mismo poema. Andrajosa"), el arroyo Ibicuy hacia el río Gua-
En todo este ciclo de los caudillos hay un leguay y es herido cerca de la ciudad de Gua-
contraste entre uno de los elementos de la leguay, donde queda detenido (teniendo a la
materia narrada, el personaje histórico, al que villa por cárcel), durante seis meses. Lo alojó
se nombra muchas veces con el pronombre en su casa Jacinto Andreu (huésped del "jacin-
"ése", y "él, el río", el punto de vista desde to"), un hermano masón. Ayudado por An-
donde las cosas son narradas. El primero, que dreu, Garibaldi planea una fuga. Pero quien
de por sí nunca es referido con suficiente iba a ser su "guía", un baqueano del lugar, lo
claridad, muchas veces se confunde con el traiciona abandonándolo en el monte y vol-
segundo, al punto que el pronombre del narra- viéndose al pueblo para dar parte al comisario.
dor "él" reforzado por su nombre "el río", tiene Una partida detiene a Garibaldi que, llevado
que irrumpir muchas veces como una aclara- de regreso al pueblo, es torturado por el comi-
ción. En definitiva "el caudillo", suma de nu- sario: buscando que "cante" el nombre de su
merosas voluntades, y "elrío",suma de nume- cómplice en la fuga, lo cuelga de una cumbre-
rosos cauces, esbozan una misma y dificultosa ra de palma (la Sociedad Italia de Gualeguay
imagen: conservó esta cumbrera como una reliquia
En el aura del sauce Notas 927
durante muchos años; en el libro de Villanue- En la Errata, Ortiz realiza dos correcciones
va hay una foto de la misma, junto a la que importantes en el poema. Agrega, bajo el títu-
posan, casi con orgullo, varios miembros de la lo, la palabra "Fragmento", y, al final, entre
comunidad italiana de la ciudad) y luego lo paréntesis: "continuará".
pone en un "cepo". Con tal violencia fue tortu- La continuación de El Gualeguay estaba entre
rado Garibaldi, que le llegan noticias al gober- los planes del Cuarto Tomo. En el reportaje
nador Echagüe, quien lo hace llevar a Paraná que mencionamos anteriormente, de 1976,
(la "Bajada") donde permanece por dos me- Ortiz incluso le da un título: "Cuando el río me
ses. ahogue". Desconocemos el grado de concre-
Todos estos datos (pueden cotejarse en el ción que adquirió este trabajo.
poema), están narrados con suma minuciosi- Podemos suponer una imposibilidad, o al me-
dad, en una historia que, para los registros nos una dificultad de esta continuación, ya que
habituales de la "historia", y por las "resonan- la historia, en su progresar, como el río, que
cias" que pudiera tener en la misma, no debe- ya ha promediado el siglo XIX (si bien es cierto
ría siquiera ser pronunciada. Una historia lle- que han quedado al margen de la escena,
na de bajezas e intrigas pueblerinas, donde el entre otras, las figuras de Urquiza y López
héroe por antonomasia, en la posibilidad de Jordán), está por alcanzar la fecha de naci-
ser observado por el río y por nosotros duran- miento de Ortiz, en Puerto Ruiz, sobre el río
te meses, transcurre anónimo. Gualeguay, en 18%. Esta continuación, de ahí
en más, deberá contar, como ya lo ha hecho
La continuación El agua y la noche, la relación entre el poeta y
Con Garibaldi el poema cierra en cierto modo su río. Esta segunda parte, entonces, sería el
el ciclo histórico de los caudillos. El ciclo que yin y el yang, el recomenzar, una serpiente
sigue, a partir del v.2338, comienza con una que se muerde su propia cola, un río que se
lamentación por el olvido: ahoga en sí mismo.
Mas por qué olvidaba, él, el rio... por qué tan a La corrección final
[ menudo
Se conserva una copia mecanografiada incom-
olvidaba
pleta, de la página 35 a la 45 (entre los versos
Desde este momento, y hasta elfinal,hay una 1568 y 2061). Es una versión casi definitiva.
disminución de la "historia", y el poema va Tiene pocas variantes y todas están, en su
adquiriendo, progresivamente, mayor "leve- mayoría, tachadas y corregidas a mano. Es
dad": interesante ver, en estas correcciones, los ras-
gos de este trabajofinal.Por ejemplo el modo
v.2419/20 Pero hasta cuándo, hasta cuándo
de atenuar una afirmación:
[ iba a seguir
con esos "metafisiqueos" v. 1737 sólo era el del espejo que se corre
[ frente a todas las escenas
Las alusiones a las explotaciones forestales y
a las curtiembres y saladeros que se instalan en el que participan, conjuntamente, la figura
en las orillas del río son imprecisas: de la litote ("sólo, sólo") y el cambio de moda-
lidad verbal ("podía ser" por "era").
v.2590/1 y más cuando las orillas le dolían,
Este mismo cambio verbal se da en:
y el aire mismo le dolía al adquirir,
[ también, orillas... v. 1854/5 con efluvios que iban a buscar el
[ extrañamiento
Y hasta en su misma diagramación, perdiendo
y volvían para sellar las manos
a partir del v.2494 el margen izquierdo, el
poema se aligera. También se puede observar "el borramiento"
Juan L. Ortiz Obra Completa 928
de la cosa referida (batalla u objeto): v.1867 para dirimir así, acaso, el título al metal o a
[ la dignidad al imán
v. 1856 contra las nubes "de afuera", ésas, que
[ subían sobre "Tacuarembó" v.1907 que iba a la noche de todos, asimismo, bajo
[ el pestañeo de 'las Marías"?
v. 1899 sobre su propia brújula y los modos
[ contra la marea que ascendía...? v.1910 de las virolas de oro
ISBN 950-9840-73-4
Reservados todos los derechos.
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.