1.3 Desarrollo histórico 1.3.1 El origen de la cárcel en tanto institución Entre los autores más representativos para abordar esta temática tenemos a (Miquelarena Meritello: n.d.) quien presenta un enfoque para describir el origen y la evolución de la cárcel en el mundo a través del tiempo, basado en un análisis de los antecedentes históricos tanto generales como penitenciarios, de los primeros centros penitenciarios, de la implementación del sistema celular, del sistema mixto de Auburn, de las primeras cárceles en Europa, del surgimiento del Derecho Penitenciario, del sistema semicircular de Bentham, de los avances en materia penitenciaria, de la aparición de los sistemas progresivos, de la Irlanda de Crofton, de los sistemas de tratamiento en España, de los sistemas progresivos en Alemania, de las tendencias modernas, de la aparición de disposiciones internacionales y de la crisis de las teorías modernas. Este enfoque ofrece una idea global acerca de la evolución del concepto de cárcel y del proceso de educación en condiciones de encierro. A continuación se presentará una visión de cada uno de estos puntos siguiendo las ideas del autor. Para explicar los antecedentes históricos generales que dieron origen al concepto de cárcel tal como se conoce hoy en día, (Miquelarena Meritello: n.d.) describe el paso del modelo feudal al modelo capitalista como clave, en el proceso de conformación de una nueva sociedad distinta de la anterior desde el punto de vista económico, político, cultural, tecnológico y por ende social. En el plano económico se pasó de un modelo de producción agrario a un modelo de producción mercantil, y en el plano político, de los reinos tradicionales establecidos a los nuevos estados concebidos como naciones. Fenómenos como la Ilustración y la Revolución Industrial produjeron cambios culturales y tecnológicos trascendentales, que aunados a los ocurridos en el orden económico y político condujeron al nacimiento de una nueva sociedad, organizada de forma diferente y con nuevas necesidades. Esta nueva realidad propició el surgimiento de instituciones como las fabricas y las escuelas, que cambiaron el modelo de sociedad. Las fabricas propiciaron el éxodo masivo de los campos a las ciudades y un cambio radical en la forma de vivir de las personas, por su parte las escuelas se consolidaron como las instituciones encargadas de formar ciudadanos capaces de convivir en sociedad a través del ejercicio de derechos y del respeto a los deberes consagrados en las normas. Ante este nuevo escenario, los estados se vieron en la necesidad de formular leyes para regular la convivencia, los hombres comenzaron a laborar masivamente en las fábricas, los niños y jóvenes a asistir a las escuelas y las mujeres quedaron a cargo del hogar, sin embargo el sector de la población conformado por los pobres, enfermos, ladrones, sin oficio, huérfanos, algunas personas mayores, personas con problemas mentales, y en general todos aquellos con dificultades para adaptarse a este nuevo modelo de sociedad, quedaron excluidos del sistema. Bajo este contexto surgieron las cárceles, como espacios de reclusión y tratamiento para los desadaptados a la sociedad; desde su concepción inicial las cárceles tenían como objetivo la privación de libertad como una forma de humanizar las penas en el sentido que buscaban sustituir las prácticas pecuniarias y de castigo corporal para incorporar elementos destinados a mejorar las conductas morales de quienes no lograban adaptarse a las reglas que regían la nueva sociedad. A medida que las industrias y tecnologías continuaron creciendo y extendiéndose, las formas de producción fueron modificándose y el trabajo se fue segmentando, generándose la tercerización de la economía, así en medio de este contexto muchas personas no lograron adaptarse a la nueva realidad económica y laboral y empezaron a tener dificultades para integrarse a la sociedad, lo que ocasionó que muchos de ellos comenzaran a satisfacer sus necesidades cometiendo actos delictivos. Cada sociedad empezó entonces a buscar sus propios mecanismos para reprimir las conductas antisociales, como ejemplo de ello se tienen las practicas del descuartizamiento, la crucifixión, la lapidación, la mutilación, la exposición pública, y la realización de trabajos forzados; con el pasar del tiempo estas practicas fueron evolucionando hasta llegar a las mas modernas caracterizadas por el aislamiento del delincuente bajo la custodia de otras personas. La nueva visión y estructura de la sociedad impulsaron la necesidad de combatir el crimen a través de la detención y no del castigo, con lo cual surgieron los primeros centros penitenciarios. (Reyes: 2015) señala que muchos filósofos comenzaron a hacerse preguntas acerca de cómo enfrentar el delito, como tratar al delincuente y cuáles deberían ser las sanciones a las que deberían ser sometidos y resalta la importancia que le dieron ilustres filósofos al tema del tratamiento del delito, mencionando como ejemplos a Hesíodo, Pitágoras, Heráclito, Protágoras, Sócrates, Platón y a Aristóteles. Frases celebres de Pitágoras como: Educad a los niños y no será́ necesario castigar a los hombres, o Cultivad las matemáticas: todos nuestros crímenes son errores de cálculo, o La libertad dijo un día a la ley “Tú me estorbas” La ley respondió́ a la libertad: “Yo te guardo”, muestran el interés que tuvo en el tema. Por su parte el pensamiento de Sócrates, tal como se describe en ("Biografía de Sócrates", 2017), se centró particularmente en la ética del ser humano, el argumentaba que el hombre sabio era necesariamente virtuoso y el hombre ignorante era necesariamente vicioso y quien poseía la sabiduría poseía todas las virtudes, Sócrates pensaba que nadie obraba mal a sabiendas, así que a su juicio la mejor manera de combatir el delito era combatir la ignorancia, pues un hombre sabio era capaz de conocer los beneficios de las buenas obras. Por su parte (Peña Mateos: 1997) indica que los indicios obtenidos del estudio de civilizaciones antiguas, como las de China, Egipto, Israel y Babilonia muestran las primeras prisiones como lugares de vigilancia y resguardo de los desadaptados y en ocasiones hasta de tormento, pues en sus instalaciones se aplicaban métodos para indagar en profundidad sobre los crímenes cometidos por los prisioneros. (García Valdés: 1982) citado por (Miquelarena Meritello: n.d.), señala que tras realizar una revisión de los derechos antiguos y ordenamientos medievales, se puede establecer que para la época las prisiones eran consideradas lugares de retención, y operaban bajo el concepto de “cárceles de custodia”. (Conde-Pumpido: 1990) también citado por (Miquelarena Meritello: n.d.) hace el siguiente un símil: “la pena es una medicina contra el autor del delito, el tratamiento su aplicación y la cárcel el hospital”. De acuerdo a lo expuesto por (Miquelarena Meritello: n.d.) la filosofía del correccionalismo del siglo XIX argumentaba que el reo debía ser sometido a un proceso de reajuste moral, intelectual y jurídico, para convencerlo de su mal proceder y evitar ser sometido en el futuro a nuevas penas, asimismo señala que a pesar de no haber unanimidad en este hallazgo, el sistema de prisión mas antiguo del que se tiene registro data del año 1166 y está constituido por una cárcel que mandó a construir Enrique II de Inglaterra en Claredon, conocida por ser el lugar donde este promulgó varias constituciones. En la Edad Media existían recintos carcelarios privados, aunque en general las medidas de restricción de libertad en cárceles eran administradas por los gobernantes, quienes impartían la pena para el reo en función de su estatus social y la severidad del delito cometido, y en ocasiones podían devolverle la libertad al reo a cambio de un pago en forma de dinero o de especies. Los primeros centros penitenciarios surgidos durante la Edad Media se empleaban para recluir a los delincuentes, enfermos mentales, mendigos y prostitutas, entre otros, antes de aplicar los duros castigos a los que posteriormente serían sometidos. Estas personas permanecían confinados en estos centros muchas veces en condiciones muy difíciles, pues los lugares donde funcionaban normalmente no habían sido concebidos para alojar personas. El Derecho Penal Punitivo del siglo XVIII se caracterizó por la aplicación de castigos crueles al delincuente que buscaban generar miedo y por ende a través de esta vía disminuir la comisión de delitos, muchos de estos castigos no tenían en cuenta la gravedad del delito cometido y en muchas ocasiones llegaban a cometerse errores al aplicarlos a personas inocentes, por otra parte los reyes y demás personas que tenían el poder intentaban disminuir la criminalidad aplicando penas a los rebeldes y los desadaptados que muchas veces no estaban autorizadas en las leyes. Hasta el siglo XVI las prisiones o cárceles eran utilizadas para custodiar a los detenidos hasta el momento del juicio, sin embargo el auge de la criminalidad en Europa fue tal que la privación de la libertad en estos lugares se convirtió en una pena mas, dada la imposibilidad de aplicar a todos los delincuentes las penas que tradicionalmente se venían aplicando, de esta manera paulatinamente los estados europeos incorporaron la prisión como pena, sin prescindir de los castigos corporales, las sanciones pecuniarias y el destierro. (Miquelarena Meritello: n.d.) Tal como lo señala (Miquelarena Meritello: n.d.) el primer centro penitenciario del que se tiene referencia, en el que los detenidos realizaban trabajos es “The House of Correction of Bridewell”, ubicado en Londres. De acuerdo a lo mencionado en (“Background - Houses of Correction - London Lives”: n.d.) las “Casas de corrección” fueron establecidas a finales del siglo XVI como lugares para el castigo y la reforma de los pobres condenados por ofensas menores, a través del trabajo duro. La de Bridewell fue primera y estaba ubicada en Londres, luego a principios del siglo XVII, surgieron las casas de Middlesex y Westminster. Bridewell fue prisión y hospital simultáneamente, y fue establecida en 1553 con el propósito de castigar a los pobres desordenados y de proteger a los niños sin hogar en la ciudad de Londres. Bridewell fue la primera casa de corrección del país y una importante institución caritativa. Sus registros proporcionan evidencia valiosa tanto de delitos menores como de aprendizajes de indigentes en el siglo XVIII. Pequeños infractores fueron ubicados en Bridewell por policías y magistrados de la Ciudad como, y ocasionalmente por padres y maestros. Los oficiales debían llevar diariamente vagabundos y personas ociosas a la prisión, sin embargo, a partir de 1785 sólo los magistrados tenían esta potestad. Los prisioneros estaban acusados de una amplia gama de delitos, incluyendo el vicio, la vagancia y delitos contra la propiedad. Se tienen registros de que para el año 1797 se tenían recluidas 188 mujeres por prostitución, 43 mujeres y 95 hombres por actos menores de deshonestidad, y unos 979 vagabundos. El propósito de la casa de corrección era castigar y corregir a los delincuentes, y no simplemente mantenerlos encarcelados, por lo tanto la mayoría de los prisioneros recibían castigos, que eran determinados por los gobernadores, siendo los mas comunes el azote y el trabajo duro. Al igual que otras prisiones del siglo XVIII, Bridewell fue inicialmente una prisión abierta, donde diferentes categorías de delincuentes podrían mezclarse y los visitantes podrían traer dinero, comida, licores y regalos. Sin embargo, hombres y mujeres se mantuvieron separados, y a finales del siglo XVIII se introdujo una mayor segregación de los presos y el aislamiento. Las prisiones eran lugares notoriamente insalubres, pero como hospital y prisión, Bridewell estaba más avanzado que cualquier otra prisión del siglo XVIII en la prestación de atención médica, contaba con personal médico y los prisioneros eran examinados regularmente para detectar enfermedades. Las condiciones de higiene ayudaron a prevenir la propagación de enfermedades. Tal fue el nivel de tratamiento e instalaciones disponibles que se especula que algunos pobres usaran a Bridewell como un medio de acceso a la atención médica. El siglo XVII fue testigo de un renovado interés en reformar a los delincuentes a través del trabajo y dio lugar al surgimiento de casas establecidas con este propósito y a la aprobación de estatutos que prescribían las casas de corrección como castigo para delitos menores, incluyendo la vagancia. Durante el siglo XVIII las casas de corrección evolucionaron en respuesta al mayor escrutinio legal. El número de prisioneros no disminuyó, pero los tipos de personas encarceladas cambiaron. Al igual que otras cárceles, en el último cuarto del siglo fueron afectadas por el movimiento de reforma penitenciaria (“Background - Houses of Correction - London Lives”: n.d.). Luego de Bridewell, se abrieron casas de trabajo en otras ciudades inglesas y europeas con la misión de recluir a los acusados por delitos menores, pero sin una estructura de organización orientada a transformar al delincuente; en Ámsterdam aparecen “Rasphuis” y “Sphinuis”. “Rasphuis” fue una prisión establecida en 1596 con el fin de recluir jóvenes delincuentes masculinos, a los que se les asignaba la tarea de raspar la madera del árbol de Brasil para obtener un polvo que se suministraba como materia prima para la industria de la pintura y “Sphinuis” fue otra prisión en la que las mujeres se desempeñaban como hilanderas. Años mas tarde surgió una nueva prisión en la que los familiares de jóvenes rebeldes con problemas de conducta los recluían para su reforma. Las casas de trabajo fueron el primer intento formal de reeducar a los delincuentes detenidos, sin embargo, no siempre se consiguieron los cambios psicológicos y sociales que se buscaba producir en los detenidos. El siglo XVII se caracterizó por la aplicación de penas crueles, como las torturas como formas de castigo y como forma de forzar la confesión, las mutilaciones y hasta la pena de muerte. El sistema penal era arbitrario, característico del absolutismo monárquico, los reos carecían de defensa en los juicios y en general existía una desproporción entre el delito y la pena. Con el paso del tiempo, algunos Estados, especialmente aquellos con mayor poder político y económico, vieron en los condenados una importante fuerza productiva y la empezaron a explotar, países como Francia, Inglaterra, España y Portugal, utilizaron a los reos como mano de obra para ejecutar trabajos forzosos. En el Siglo XVII Suiza lideró una concepción distinta de las cárceles basada en el trabajo útil para los presos y no en el tormento ineficaz, practicado en muchos recintos europeos para la época (Miquelarena Meritello: n.d.). Entretanto en Norte América existían las corrientes impulsadas por William Penn, quien de acuerdo a lo expresado en (“Brief Biography of William Penn: n.d.) fundó la Provincia de Pennsylvania, Colonia Británica Norteamericana, que posteriormente se convirtió en el Estado de Pennsylvania y cuyos principios democráticos sirvieron como inspiración para la Constitución de los Estados Unidos. Penn defendía el juicio libre y justo por parte de un jurado para los reos, no creía en el castigo físico, defendía el derecho del reo a una pena acorde con el delito cometido y apoyaba la pena de muerte solo para el delito de asesinato premeditado. Pennsylvania contó así con un régimen penitenciario de corte humanitario hasta la muerte de Penn en el año 1718, cuando el régimen existente fue sustituido por el antiguo código inglés, plagado de prácticas crueles y poco humanas. En este contexto surge en Filadelfia el sistema celular o de aislamiento, siendo la Prisión de Walnut Street en Pensilvania la mas representativa del sistema, esta tenía una serie de pequeñas celdas para ubicar a los prisioneros de manera individual, las celdas y los corredores que las conectaban estaban dispuestos de tal manera de evitar que los prisioneros se comunicaran entre sí, en esta prisión se utilizaba el aislamiento como forma de penitencia para permitir el autoexamen del reo, pues se creía en este último como un medio para la salvación. El sistema celular estaba fundamentado en la idea de que el aislamiento de los prisioneros impedía la corrupción de las prisiones y propiciaba el arrepentimiento de los mismos. En la Prisión de Walnut Street el número de celdas resultó insuficiente para todos los reos por lo que hacinamiento terminó socavando el objetivo del aislamiento. Los reclusos que fueron aislados sufrieron afectaciones psicológicas importantes y finalmente se optó por asignarle trabajo a los reclusos en las celdas, a los que podían dedicarles hasta ocho horas al día. Instituciones similares fueron construidas en Newgate, Nueva York y en Trenton, Nueva Jersey, de la experiencia en estas pudo comprobarse que el aislamiento prolongado producía graves efectos en los prisioneros, inhabilitándolos en el futuro para readaptarse a la sociedad pues los convertía en seres resentidos, desadaptados y con grandes complejos. (Miquelarena Meritello: n.d.) A raíz de las dificultades evidenciadas en el sistema celular, surgió el sistema de Auburn, implementado en la Prisión del mismo nombre construida en Nueva York en el año 1817. Este sistema fue creado por Elam Lynds, modificó el sistema reformatorio instaurado en Pennsylvania, y sustituyó el esquema de oración, contemplación y aislamiento por el trabajo duro. De acuerdo a lo descrito por (Acosta Muñoz: n.d.), bajo el sistema de Auburn los prisioneros debían trabajar arduamente durante el día y los ingresos producto de su labor debían ser utilizados para ayudar a mantener la prisión; los prisioneros eran segregados sexo y por delitos y forzados a utilizar un uniforme de acuerdo al crimen cometido, en el interior de las cárceles existían comedores comunales donde los prisioneros compartían las comidas, sin embargo había un estricto código de silencio que debía ser respetado en todo momento, así los prisioneros comían y trabajaban juntos, pero en completo silencio; los reos que violaban el código de silencio eran sometidos a severos castigos y penas corporales; y por la noches los prisioneros eran ubicados en celdas individuales. Tal como lo señala (Miquelarena Meritello: n.d.) el sistema mixto de Auburn buscaba mantener las ventajas de la incomunicación pero otorgando alguna flexibilidad en este aspecto para evitar los inconvenientes del aislamiento total, así sin abandonar totalmente los principios del sistema celular, este combinaba la acción socializadora realizada durante el día con el aislamiento nocturno orientado hacia la meditación, sin embargo el sistema tuvo problemas porque la tarea de impedir la comunicación entre los prisioneros mientras estos realizaban tareas en conjunto resultaba difícil y en ocasiones imposible de cumplir El origen de los centros penitenciarios concebidos para servir de prisión ocurre en Europa a partir del siglo XVIII, entre los mas emblemáticos se tienen el Hospicio de San Michelle en Roma y la Prisión de Gante en Bélgica. El edificio de San Michelle fue construido en 1704 y fue diseñado para garantizar el trabajo diario conjunto de los presos y la separación de estos durante las noches. La prisión de Gante data de 1773, esta contaba con varios pisos cada uno de ellos rodeados de celdas, dormitorios, comedores, salas, almacenes y talleres para que los presos trabajaran. En ambas prisiones los presos trabajaban juntos durante el día y permanecían aislados durante la noche. Entre los oficios que desempeñaban se tienen el cardado, el hilado, el tejido, y la confección de trajes y zapatos entre otros. ("Realidades desdibujadas - 3º Evolución de la Prisión": 2015). (Caro P.: 2013) trata la influencia de John Howard, filántropo e inspector de prisiones inglés, sobre la Reforma Penitenciaria Europea de finales del Siglo XVIII. Howard tenía ideas sobre lo que debía ser la infraestructura, segregación, seguridad e higiene en los establecimientos de reclusión, específicamente sostenía que las cárceles debían tener condiciones de higiene adecuadas para evitar enfermedades y epidemias, los condenados por delitos mayores y menores debían ser separados, debía incentivarse el trabajo de los condenados, y debía adoptarse el sistema celular de aislamiento en una celda para evitar la promiscuidad y desviaciones morales de los presos; asimismo se oponía firmemente a la aplicación de la tortura como medio para lograr la confesión, así como a la aplicación de castigos físicos a los reclusos. Las ideas de Howard tienen lugar a finales del Siglo XVIII, cuando estaba ocurriendo en Europa un cambio de los sistemas punitivos de la época, Europa intentaba pasar de un sistema castigador, autoritario y desigual a un sistema mas humanista y democrático concebido para lograr la regeneración de los delincuentes y su posterior reincorporación a la sociedad como ciudadanos útiles. Howard publicó en 1777 la obra El Estado de las prisiones en Inglaterra y Wales, en ella describe los horrores que presenció en las cárceles que visitaba, une las mejores características de los establecimientos que visitaba en Europa y propone lineamientos generales para la estructura y administración de las prisiones futuras, con el objetivo de mitigar las miserias de los reclusos y mejorar sus posibilidades de regeneración moral. (Miquelarena Meritello: n.d.) afirma que el origen del Derecho Penitenciario estuvo dado por la obra de Howard. Como antecedentes al trabajo de Howard, (Caro P.: 2013) señala a la Revolución Francesa entre los hechos históricos que hicieron posible el movimiento reformador del sistema penitenciario de la época, al desarrollo del sistema legal de los Estados Unidos, y a las obras de los filósofos europeos Cesare Beccaria, a través de El Tratado de los delitos y de las penas (1764) y de Jeremy Bentham, a través del Tratado de legislación civil y penal (1802). Ambos autores buscaban humanizar los procesos legales, específicamente abolir la pena de muerte y minimizar los castigos y tormentos físicos a los que se sometía a acusados y a sentenciados; establecer castigos proporcionales a los castigos y un sistema penal mas racional para la determinación de las penas. Paralelamente intentaban cambiar el propósito de la reclusión, del encierro a un mecanismo de rehabilitación fundamentado en la penitencia y la reflexión. Así estas ideas dan origen a las llamadas Penitenciarías y a los nuevos diseños arquitectónicos de las cárceles. Los aportes de Beccaria y Bentham impulsaron un cambio significativo en materia penal que junto a los relatos de la realidad carcelaria Europea de Howard y las propuestas derivadas, permitieron la materialización de una reforma que reviste de carácter humano el ámbito penal y la apertura de una visión más humanista de rehabilitación de los criminales. (Miquelarena Meritello: n.d.) señala que Howard y Beccaria tenían el objetivo de crear un Derecho Penal humanista, centrado en el trabajo como elemento resocializador que permitiera evitar el ocio y preparar al recluso para ser reinsertado en la sociedad. Jeremy Bentham, filósofo inglés, creador de la teoría de la mayor felicidad para el mayor número, conocida como Utilitarismo, realizó aportes al movimiento penitenciario. En el año 1786 se encontraba en Rusia donde inició el estudio de una reforma del régimen penitenciario, proponiendo como resultado de sus investigaciones y de la aplicación práctica de sus ideas, el proyecto de un edificio que sería la nueva prisión modelo, conocido como sistema semicircular, que consistía en una edificación semicircular donde los prisioneros estarían expuestos de manera constante a la vigilancia de los guardianes, sin que estos pudieran verlos. Bentham defendió su proyecto por largo tiempo, pero no se tiene registro de resultados tangibles. Adicionalmente aportó al movimiento penitenciario de la época a través de obras como The Rationale of Reward (1825) y The Rationale of Punishment (1830), entre otras. Antes en el siglo XVIII Estados Unidos adoptó el sistema celular, siendo la prisión de Wallnut Street, la mas representativa, en ella el preso era completamente aislado con la intención de crear un ambiente propicio para la meditación, el contacto con otros reos ocurría sólo cuando este realizaba algún trabajo. A finales del siglo XVIII los norteamericanos deciden migrar de su sistema a un nuevo modelo caracterizado por el uso de mecanismos tendientes a la rehabilitación del preso. Rápidamente los avances de los norteamericanos en materia penitenciaria fueron conocidos en el mundo, al punto que el Gobierno de Francia envió a Alexis de Tocqueville, pensador, jurista, político e historiador francés y a Gustave Beaumont, magistrado y reformador de prisiones francés, para observar el sistema de prisiones norteamericano. Asimismo otros Gobiernos europeos envían emisarios a Norteamérica con el mismo propósito. Los sistemas progresivos surgen a finales del siglo XIX, estos estaban caracterizados porque la intensidad de las sanciones impuestas a los detenidos iban atenuándose gradualmente, con el objetivo de restablecer su equilibrio moral, en el sentido de que pudiera por si mismo satisfacer sus necesidades básicas y realizarse personalmente con miras a su posterior reinserción a la sociedad civil. En el sistema progresivo inglés el tiempo de la condena se dividía en tres etapas por la cuáles debía pasar el preso que mostraba buen comportamiento, la primera estaba constituida por el régimen Filadélfico que consistía en prisión celular rigurosa durante nueve meses; la segunda etapa contemplaba el modelo de Auburn, consistente en trabajo común; y la tercera contemplaba la libertad anticipada o condicionada con posibilidad de revocación. En Irlanda, Walter Croffton, administrador y reformador penal, obró a favor de la libertad condicional, para mejorar el estado de las instituciones carcelarias existentes, en su momento la aplicación de la medida fue vista como un mal necesario frente a la imposibilidad de aislar individualmente a todos los reclusos dada la insuficiencia de las prisiones en su país, Crofton tenía dudas acerca de la libertad condicional por las dificultades existentes para su control, sin embargo esta terminó implantándose. El sistema Progresivo, conocido como Sistema Irlandés o de Croffton, estuvo basado en el conocimiento del recluso y se dividió en cuatro períodos, el primer período era el celular continuo integrado a su vez por dos etapas, la primera de completo silencio y alimentación restringida y la segunda con un poco mas de flexibilidad en estas dos condiciones, el segundo período identificado con el Sistema Auburn, el tercer período de prisión intermedia, con trabajo fuera de la cárcel y el cuarto período de libertad condicional bajo vigilancia. El sistema Progresivo Irlandés fue posterior al Ingles, en este el trabajo al aire libre del segundo período se desarrollaba sin necesidad de silencio. Entre las ventajas asociadas a este sistema se tienen: el estímulo para la buena conducta, la readaptación social; la existencia de fases graduales sucesivas, el contacto controlado entre reclusos y el incremento del trabajo. En contraparte el sistema facilita la simulación para el logro de la libertad condicional, alimenta la explotación del trabajo de los penados por parte del Estado, fomenta la comunicación entre empresas criminales y menoscaba la intimidación de la pena (Acosta Muñoz, n.d.). En España se aplicó también el sistema progresivo, en este caso bajo la tutela del Coronel Montesinos, allí el tiempo de condena se dividió en tres fases: aislamiento, trabajo en oficios elegidos por el detenido, y libertad intermedia. El sistema mostró un buen grado de organización y humanidad en el trato de los prisioneros. En Alemania se trabajó con este tipo de sistemas, en el año 1842 George Michael Von Obermayer, quien para el momento era director de la prisión de Munich, implementó un programa por etapas, la primera de vida común con otros presos pero con la obligación de permanecer en silencio, y una segunda etapa en el que el reo era ubicado con otros, formando grupos de veinticinco a treinta, con el objetivo de que a través del trabajo y la buena conducta pudiera alcanzarse una tercera etapa de libertad anticipada (Miquelarena Meritello: n.d.). (Ramos Vázquez: 2014) aborda la colaboración internacional en materia penitenciaria a través de los congresos penitenciarios internacionales. La reforma penitenciaria fue un asunto global y como mecanismo conjunto de cooperación entre países se organizaron Congresos Penitenciarios internacionales. El primer congreso penitenciario fue en Frankfurt en 1846 y el segundo fue celebrado en Bruselas en 1847. Esta iniciativa internacional fue interrumpida por la Revolución de 1848, dándose la próxima reunión internacional para tratar el tema penitenciario en el año 1870 en Cincinnati. En 1872 se crea en Inglaterra la Comisión Penitenciaria Internacional, por iniciativa de Enoch Cobb Wines, quien para entonces era Secretario de la Asociación de Prisiones de New York, con el objetivo de conocer en su conjunto la evolución de la reforma penitenciaria, así en 1872 se celebra en Londres el primer congreso internacional organizado por esta Comisión, las siguientes convocatorias fueron en Estocolmo en 1878, en Roma en 1885, en San Petersburgo en 1890, en París en 1895, en Bruselas en 1900, en Budapest en 1905 y en Washington en 1910. Para el año 1915 estaba prevista la realización del siguiente Congreso en Londres, sin embrago esta convocatoria no se concretó a causa de la guerra. Aunque los presidentes de la Comisión Penitenciaria Internacional fueron cambiando, es notorio el trabajo realizado por Luis Guillaume, Secretario de la Comisión y de todos los Congresos, en el sentido de que paulatinamente se aumentó el número de participantes y se concretaron resultados importantes, pasándose en este último punto desde al ámbito doctrinal a producirse conclusiones concretas que fueron acogidas por las legislaciones de algunos de los países participantes. El primero de los Congresos, celebrado en Londres en 1972, sirvió para conocer los principios logrados en Cincinnati y para el intercambio de información sobre el estado de las prisiones en los países participantes. Entre los resultados de los últimos congresos organizados por la Comisión resalta el interés por establecer un orden jurídico internacional que regule la materia, la realización de estudios para detectar los principales problemas de la administración penitenciaria, y la redacción y posterior publicación de de recomendaciones o reglas básicas para la administración penal y penitenciaria. (Miquelarena Meritello: n.d.) señala que para comienzos del siglo XX las tendencias en materia penitenciaria apuntaban a evitar que los ambientes en los que se había desenvuelto el delincuente para cometer los delitos por los cuáles se encontraba en prisión, se replicaran dentro de la prisión. Ello implicaba cambios en los regímenes carcelarios así como en la propia configuración física de las cárceles, siendo esto en muchas ocasiones irrealizable por los costos que implicaba. Por otra parte para el momento se buscaba que el detenido aceptara voluntaria y sinceramente su pena como un camino para su propia regeneración como individuo que hacía parte de una sociedad y por tanto percibiera su encierro como un tratamiento mas que como un castigo. Entre los años 1945 y 1980 surgieron distintas disposiciones internacionales acerca de los derechos de las personas privadas de libertad, de aplicación directa en los países firmantes, entre ellas destacan la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos adoptadas por las Naciones Unidas (1955), el Pacto de San José́ de Costa Rica (1966) y las Reglas Mínimas del Consejo de Europa para el Tratamiento de Reclusos (1973). En 1974 surge la Ley Sueca Penitenciaria, un instrumento normativo de mucha influencia. En general esta ley contenía normas que dotaban al estado de recursos para hacer mas efectivo el tratamiento y reinserción los reclusos a los sociedad. Esta ley influyó de una manera importante en Europa, siendo acogidas sus normas por Italia, Alemania, España y Portugal. En Alemania en el año 1976 surgió la Ley Penitenciaria de 1976, en la cual se estipulaba que el objetivo de las penas a las que era sometido el recluso era prepararlo para una reinserción a la sociedad, como un ser regenerado y responsable. Así entre los años 1970 y 1980, surgen en Alemania exitosos centros penitenciarios como Honenasperg y Gelsen, en los que se hicieron importantes inversiones en infraestructura y en personal profesional calificado para ayudar a los delincuentes en su capacitación para la reinserción a la sociedad. A finales del siglo XX se produce un cambio en las políticas penitenciarias que se venían impulsando, motivado por los altos costos que estas representaban. La necesidad de reducir el gasto público y la idea de que el Estado y sus ciudadanos no tienen porqué cubrir los gastos producidos por los delincuentes, condujeron aun cierto abandono de las prácticas de tratamiento de los reclusos. Estados Unidos por ejemplo, dio inicio a la construcción de cárceles privadas, mas rentables desde el punto de vista económico y de la seguridad. (Miquelarena Meritello: n.d.) 1.3.2 En Argentina (Martino: 2015) presenta una visión de la evolución de las cárceles federales argentinas, desde el año 1553 hasta la actualidad. A continuación se presentan los elementos mas resaltantes extraídos del documento. Las primeras cárceles en Argentina fueron los lugares donde los acusados de delitos eran recluidos mientras se conocía la decisión sobre el castigo. Para la época se hacia distinción entre cárcel y presidio, el primero era el lugar de espera de la condena y el segundo era el lugar donde esta se cumplía. Entre los presidios de Argentina se tenían el de Luján, el de Montevideo, el de la Isla Martín García y el de Carmen de Patagones. Algunas cárceles se ubicaron en los conventos jesuitas una vez que estos fueron expulsados de allí, existían también las cárceles coloniales que dependían de los Cabildos y las cárceles privadas; las dependientes de los Cabildos se caracterizaban por funcionar en edificios con muy malas condiciones. Entre las penas que podía decidir la autoridad judicial del momento se tenía la prisión, el sometimiento a azotes y el trabajo en obras públicas, esta última permitió que a través del trabajo de los presos se empedraran e iluminaran las calles de la ciudad, e incluso se restauraran edificios, en este caso los presos trabajaban por la comida que recibían. Los delitos por los cuáles una persona podía terminar en la cárcel eran muy variados, entre se tienen deudas por el incumplimiento de pagos, incumplimiento de promesas matrimoniales, malas conductas en el ámbito doméstico, ociosidad o falta de oficio, y la vida escandalosa de las mujeres, asimismo las personas con problemas mentales podían terminar encarceladas. Existían cárceles destinadas a las mujeres que pagaban por delitos contemplados en la ley, e incluso por tener una vida licenciosa o por estar en proceso de separación de sus esposos. Muchas mujeres estaban en prisión por estafa, vagancia, ebriedad, raterismo y demás infracciones a las ordenanzas y reglamentos, pero mayoritariamente caían en prisión por ejercer la prostitución o por cometer crímenes pasionales. Las que tenían 16 años o menos eran ubicadas en casas de familia para realizar trabajos domésticos. En un principio las mujeres eran ubicadas junto a los hombres en las cárceles del Cabildo y ayudaban con la preparación de la comida, sin embargo en 1718 se estableció una Real Cédula en la que se promulgó la aplicación de un impuesto a la exportación de cueros, con el objeto de que el dinero recaudado permitiera construir un edificio exclusivo para mujeres, donde las mujeres de vida licenciosa pudieran ser corregidas. En el año 1774 el virrey Juan José́ Vértiz hizo del conocimiento formal de la Corona la construcción de la edificación llamada “Casa de Recogidas”. Es así como la ciudad de Buenos Aires fue pionera en el proceso de separar en las cárceles a la población femenina de la masculina (Martino: 2015). Para el año 1820 existían tanto las cárceles de mujeres como las casas de corrección, las cárceles de mujeres se ubicaban dentro de las cárceles públicas o en el Cabildo como un recinto separado de los hombres, mientras que las casas de corrección funcionaban aparte. En el barrio “Alto de San Pedro” hacían vida los sacerdotes betlemitas, allí funcionaba un establecimiento conocido como Residencia, donde se atendían enfermos y mujeres que no seguían los estereotipos morales de la época. En el año 1890 la Residencia pasó a ser administrada por los hermanos de la Congregación del Buen Pastor, orientada a la rehabilitación de mujeres. El lugar contaba con espacios confinados para ubicar a mujeres difíciles de controlar. Esta instalación fue posteriormente el “Asilo correccional de Mujeres” donde se les instruía para realizar oficios del hogar, jardinería, costura, bordado, planchado, zurcido y otras actividades. La Congregación del Buen Pastor estuvo a cargo de estas instalaciones hasta el año 1970. Para el año 1832 existían cinco cárceles en Buenos Aires, una destinada a los deudores, otra adscrita a la policía donde se ubicaba a los delincuentes que no cumplían los los reglamentos, otra destinada a militares y marineros, una cárcel publica para acusados y condenados, y otra para los convictos y condenados a trabajos públicos. Durante el año 1840, mientras gobernaba Rosas, se pone en evidencia que la ociosidad representaba un grave problema en las cárceles y se intentó adoptar algunas medidas para subsanarlo. Cuando el General Justo José de Urquiza asumió la Presidencia de la Confederación, ubicó la sede de su gobierno en Paraná́ , Provincia de Entre Ríos. Para el momento, Buenos Aires que era todavía independiente de la Confederación, trabajaba fuertemente en la construcción de obras publicas, entre las que se encontraban las cárceles. La Confederación y Buenos Aires mantenían relaciones muy competitivas por lo que el General Urquiza para no quedarse atrás en avances penitenciarios con relación a Buenos Aires, promulgó en el año 1855 el Primer Reglamento para las cárceles aplicable para todo el territorio de la Confederación, este fue realizado por el Superior Tribunal de Justicia de la Confederación y plasmaba muchas de las ideas de John Howard. El Reglamento de Urquiza establecía que siempre que fuera posible los presos debían ocupar calabozos diferentes de acuerdo al delito cometido y al sexo, así los procesados por delitos graves y leves, los presos por deudas y las mujeres, debían ocupar espacios separados. Las mujeres debían tener restringido cualquier tipo de comunicación con los presos hombres y guardias de las cárceles. El Reglamento no tenía indicaciones claras sobre el estudio, el trabajo o la práctica de oficios por parte de los reclusos, sin embargo señalaba que en caso de realizarse trabajos, estos debían cumplirse en silencio. Se mencionaba la posibilidad de realizar trabajos públicos para la colonia, en cuyo caso la forma de cumplir la pena se llamaba presidio urbano, bajo esta modalidad los presos podían salir de la cárcel bajo custodia a efectuar trabajos públicos. El presidio urbano, contemplado en el Reglamento de la Confederación era una pena que sustituía a la condena a muerte en la que el preso debía realizar trabajos públicos externos, duros y penosos, a beneficio del Estado, como la construcción de canales, de obras de fortificación y de caminos (Martino: 2015). En el período comprendido entre el Virreinato y la caída de Rosas se hicieron esfuerzos por limitar las penas como la mutilación, la galera o la muerte, imponiéndose la prisión como una forma alternativa para el cumplimiento de la pena. Sin embargo, los salteadores, seductores, quebrados y ladrones públicos estaban exentos de la prisión como forma de pena. En el año 1811 el Primer Triunvirato dictó el Decreto de Seguridad Individual, en cuyo Artículo 69 se establecía que las cárceles estaban destinadas a la seguridad y no al castigo de los reos, por lo que a los custodios que aplicaran medidas con el pretexto de la seguridad pero con la intención real de mortificar y atormentar a los reos debía castigárseles severamente. Posteriormente el Artículo 18 de la Constitución de 1853 establecía textualmente que: Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos mas allá́ de lo que aquella exija, hará́ responsable al juez que la autorice. En el año 1866 fue aprobado el Código Penal elaborado por Carlos Tejedor, el cual permitió regular el funcionamiento de las cárceles argentinas. El Código clasificaba a los delincuentes por categoría, establecía penas como la de muerte, presidio, penitenciaria, confinamiento, prisión y arresto, aplicables de acuerdo al delito cometido. El Código contemplaba la penitenciaria como una pena orientada a la corrección del condenado, quien a través del trabajo debía reformarse. Para estos casos el código establecía que los sentenciados a la penitenciaria debían efectuar trabajos forzosos, y debían hacerlos sin cadena, salvo que existiera un alto riesgo de fuga. Asimismo establecía que el producto del trabajo debía destinarse a cubrir los gastos por concepto de permanencia del recluso en el establecimiento carcelario, a satisfacer la responsabilidad civil, y a formar parte de un fondo de ahorro al que el condenado pudiera acceder una vez cumplida la condena. La penitenciaria estaba concebida para regenerar al condenado, inculcándole hábitos de trabajo, sin embargo fue muy criticada en la época por quienes pensaban que el condenado era un ser sin posibilidades de regeneración y que en ocasiones podría hasta estar a gusto en prisión, los detractores de esta pena opinaban que el objetivo de las prisiones era evitar que los delincuentes reincidieran en sus acciones y así proteger a la sociedad. En el Código existían otras penas menores a la penitenciaria como el confinamiento, la prisión y el arresto (Martino: 2015). En el año 1877 se inauguró la Penitenciaria de Buenos Aires, la cual pasó a llamarse Penitenciaria Nacional cuando la Provincia de Buenos Aires de federalizó en el año 1880. A esta fueron trasladados 710 presos de la cárcel del Cabildo. La Penitenciaria era una edificación con largos pabellones en lugar de la tradicional configuración de celdas. Los presos que ingresaban a ella generalmente debían cumplir largas condenas. Los presos ingresaban atados con grillos de dos en dos, luego les quitaban los grillos, les afeitaban, les cortaban el pelo y les bañaban, para luego pesarlos y entregarles un uniforme que debían usar durante su reclusión. Eran registrados e identificados a través de un número que llevaban impreso en el uniforme y se les informaba acerca de las normas que debían cumplir, luego eran ubicados en sus celdas donde debían permanecer en silencio. Se trataba de que los hombres y las mujeres estuvieran recluidos en establecimientos independientes, sin embargo por razones de espacio esto no siempre era posible, por lo que en algunas ocasiones las cárceles albergaban a hombres y mujeres, pero siempre ubicados en celdas diferentes, sin embargo a pesar de ello se generaban conflictos entre los presos hombres por la cercanía de las mujeres, casos de este tipo de problemas sucedían en las cárceles de Córdoba. En el año 1877 se inauguraron las prisiones de San Nicolás de los Arroyos, Dolores y Mercedes, todas en Buenos Aires, y en el año 1882 la Penitenciaria Nacional, antes penitenciaria de Buenos Aires, fue reemplazada por el Gran presidio de Sierra Chica. También fueron puestas en funcionamiento las penitenciarias de Córdoba y Mendoza, cuyo funcionamiento estuvo afectado como en el resto de los presidios por la superpoblación carcelaria, sin embargo eran edificaciones concebidas para servir de prisiones, y por tanto poseían mejores condiciones físicas. Como casos emblemáticos de algunas cárceles con problemas se tienen el de la cárcel de Neuquén, conocida como “cárcel miseria” y el del Penal Choele-Choel. En la primera había un sobrepoblación de reclusos, estos además no contaban con uniforme lo que hacía que se confundieran con los celadores, existía una gran corrupción administrativa y los presos se alimentaban de manera precaria. En el Penal Choele-Choel el problema de la alimentación era aún mas grave al punto que en el año 1908 hubo una fuga masiva de presos que escaparon para no morir de hambre. En general la situación de la cárceles en Argentina no era la mejor, en el año1920 el penalista José́ Peco señalaba que Argentina carecía de un régimen carcelario, y que el sistema se caracterizaba por el caos, el ocio, el desaseo y el desorden, muy contrapuestos a los ideales de uniformidad, ,trabajo, limpieza, y regularidad. Peco además argumentaba que la justicia penal consagrada en la Constitución había sido reemplazada por una justicia penal implantada discrecionalmente en las cárceles (Martino: 2015). Entre los años 1933 y 1940 se construyeron once nuevas cárceles, entre ellas General Roca, Santa Rosa, Coronda y Santa Fe concebidas como cárceles modelos. Adicionalmente las cárceles de Neuquén y la casa Correccional de Mujeres de Capital, que se encontraban en condiciones muy precarias, fueron modificadas mediante la construcción de talleres. Sin embargo en la década de los años 30, se comenzaron a aplicar torturas muy crueles en algunas cárceles argentinas. Adicionalmente privaba una gran desorganización y en algunos casos la decisión de enviar un preso a una cárcel no dependía de un juez sino de las autoridades de las Penitenciarias. A pesar de que el escenario carcelario en Argentina no era el mejor, es importante mencionar los cambios introducidos por Roberto Pettinato, destacado penitenciarista argentino, quien tuvo una larga y prospera carrera profesional en el campo penitenciario. En el año 1934 ingresó como ayudante principal al Servicio Penitenciario Federal Argentino, en el año 1947 se encargó de la Dirección General de Institutos Penales, en 1948 asumió la dirección de la Escuela Penitenciaria de Argentina de la que fue creador y en 1953 fue confirmado como Director Nacional de Institutos penales. Pettinato consideraba que las personas detenidas eran sujetos de derechos, lo cual para el momento no era admitido; entre su legado destaca la eliminación del uniforme a rayas y la sustitución por un traje oscuro , el cierre del Penal de Ushuaia por razones humanitarias, la promoción nacional e internacional del principio de resocialización como fundamental para el trato de los presos, la necesidad de cárceles sanas y limpias pensadas para proporcionar seguridad a la sociedad y no castigo a los presos, la promoción de la alfabetización de los presos y del beneficio para los reclusos de realizar deportes, así como el mantenimiento y el fortalecimiento de los lazos familiares de los reclusos. En el año 1930 Pettinato fue nombrado Jefe de la Sección Penal de la cárcel de Ushuaia, allí habilitó instalaciones deportivas y mejoró el régimen de alimentación de los penados; impulsó la práctica de deportes, al punto de que se empezaron a realizar torneos deportivos entre equipos de reclusos, asimismo fomentó los vínculos familiares como mecanismo de resocialización del condenado, para ello flexibilizó el régimen de visitas para los penados con buena conducta, creo locutorios sin rejas, e introdujo “las visitas íntimas” para las esposas de los penados con buena conducta, lo que implicó la construcción de espacios apropiados para ello en las cárceles donde era permitida la medida. En la Penitenciaría Nacional aplicó lo que se conoció como régimen atenuado de disciplina, el cual consistía en un régimen flexibilizado para los reclusos que estaban próximos a salir en libertad, con el objeto de que el paso de la prisión a la libertad se diera de manera gradual; los reclusos sujetos a este régimen eran trasladados a un pabellón en el que las celdas permanecían con las puertas abiertas durante el día, bajo este régimen los reclusos comían en un comedor común, leían, escuchaban radio, jugaban juegos recreativos y recibían a sus familias en un ambiente que intentaba emular la vida en el hogar (Martino: 2015). A principios de siglo XX las condiciones de las prisiones federales, de los sistemas carcelarios provinciales, y de las celdas de las comisarías locales eran muy malas. En general su capacidad estaba excedida en un 65% de su capacidad, y se carecía de presupuesto para talleres, escuelas o bibliotecas. Para el año 1950 existían más de 50 establecimientos carcelarios, en muchos de los cuáles cohabitaban procesados, condenados y presos políticos, estos últimos concentrados en la Penitenciaria Nacional, en la cárcel de encausados, en el presidio de Ushuaia, en la cárcel de Neuquén, en Villa Devoto o en Secciones especiales de la Policía. La cárcel de Ushuaia es un caso emblemático dentro de la historia penal argentina. Su construcción data del año 1902, las celdas estaban dispuestas en pabellones con forma radial, permitían alojar como máximo a uno o dos reclusos y carecían de ventilación. Tenía capacidad para unas 380 personas, sin embargo llegó a albergar a unas 580, se caracterizó por las malas condiciones físicas y los malos tratos a los presos. En el año 1934 el Diputado Manuel Ramírez visitó la cárcel, en su informe posterior señalaba que en el recinto se encontraban mezclados delincuentes que habían cometido delitos de distinta severidad, novatos y reincidentes, no existiendo un régimen carcelario equitativo, señalaba también que la práctica de trabajos y tratos inhumanos, incluso de sadismo. Finalmente en el año 1947 el Presidente Juan Domingo Perón, firmó un decreto para cerrar la cárcel de Ushuaia (Martino: 2015). La cárcel de Caseros representa otro establecimiento carcelario importante cuando se estudia el régimen penitenciario argentino. Fue una cárcel de Buenos Aires concebida bajo el modelo Panóptico, e ideada durante el gobierno de Arturo Frondizi en 1960 por la Comisión Nacional de Construcciones penitenciarias, sin embargo fue efectivamente inaugurada durante el gobierno de Jorge Videla en el año 1979. Esta cárcel ha sido descrita como de arquitectura atroz y de triste memoria. En el terreno donde se construyó existía otro edificio construido en el año 1877 y que servía de sede a la Casa de Corrección de Menores Varones. La cárcel de Caseros fue cerrada en el año 2001, y tal como se menciona en (Centro de Arquelogía Urbana: 2016), durante la primera mitad de la década de 2000 se dio en la ciudad una amplia discusión acerca de la idea de demoler las cárceles de Caseros, en medio de la polémica se tomaron una gran cantidad de fotografías muchas de las cuáles reflejan lo dura que fue la vida carcelaria en su interior. Otra prisión emblemática en Argentina es el hoy Instituto de Detención de Villa Devoto, la cual es el único establecimiento penitenciario en funcionamiento dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Fue inaugurada en el año 1927 e inicialmente destinada para ebrios y vagos pero posteriormente sirvió a procesados por delitos comunes. Desde un principio tuvo mas ocupantes que los debía de acuerdo a su capacidad. En ella se mezclaban procesados y condenados, lo que impidió desarrollar adecuadamente un sistema de readaptación. Informes de 1934 señalan que los presos recibían muy mala alimentación, carecían de ropa y dormían en el suelo, además reinaba la arbitrariedad y la falta de aseo. Asimismo se reportaban fugas constantes y gritos de los reclusos castigados, a pesar de que la cárcel operaba bajo un régimen de silencio. En el año 1978 esta cárcel fue escenario de un motín en el que mas de 60 internos perdieron la vida y unos 85 resultaron heridos. La capacidad inicial de esta cárcel era de 900 personas, sin embargo se tienen reportes de que para el año 1994 habían 2.800 reclusos, y para 2006 habían 2110 cuando la capacidad había sido ampliada a 1694 personas. En la actualidad se busca la reinserción social del recluso, por lo que se desarrollan una serie de actividades en pro de este objetivo. En el año 2006, por ejemplo entró en funcionamiento es sus instalaciones el primer templo judío ubicado en un centro penitenciario en América Latina y recientemente grupos de artistas han presentado sus obras de teatro dentro del penal. (Cesano: 2014) realiza un análisis historiográfico de la prisión en Argentina entre 1890 y 1920 tomando como referencia a la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires y de algunos espacios provinciales o territoriales. Entre 1890 y 1910 la Penitenciaria Nacional era orgullo de los criminólogos positivistas y vista como prisión modelo, era un edificio rectangular de gran extensión, con celdas limpias e individuales, dotadas de luz y ventanas, con cocina dotada con moderno equipamiento y grandes talleres de manufactura. La cárcel albergaba de 700 a 900 reclusos, los cuales recibían vigilancia, alimentación e instrucción por parte de unos 200 empleados. Esta prisión era vista como un modelo de modernidad punitiva, en el que se contaba con numerosos y bien equipados talleres donde los penados trabajaban como si estuvieran en una industria; los penados tenían acceso a cursos de escuela primaria, de música, de dibujo industrial, de escritura a maquina y contabilidad. Sin embargo, el escenario de la Penitenciaria Nacional no era el mismo en el resto del territorio argentino en el cual señala la existencia de pantanos punitivos. Para 1910 la Penitenciaria era una de las 65 cárceles de Argentina y alojaba alrededor del diez por ciento de una población de algo mas de ocho mil reclusos. Ante esta realidad Ceseano se preguntaba “¿Hasta qué punto el proyecto de modernización punitiva, encarnado en el modelo de la Penitenciaría Nacional, tuvo repercusión, hacia giro de siglo, en el resto de las provincias y territorios nacionales que integraban la Argentina?” y la respuesta parece ser que muy poco, luego de realizar análisis de otros centros penitenciarios. Del análisis de las cárceles de Neuquén y del resto de la Patagonia, se concluye que los proyectos de modernización punitiva no alcanzaron un espacio hegemónico en el sur, el cual se caracterizó por la precariedad, desfinanciamiento, arbitrariedad e incoherencia. Del estudio de la institución penitenciaria del Territorio Nacional de Santa Cruz, se evidenció la existencia de diversos problemas, entre ellos las carencias materiales y de un edificio propio donde funcionar. Con relación a la Penitenciaría de Tucumán, se señala que esta no fue acompañada en su desarrollo institucional por quienes reclamaron su construcción, ni tampoco por los gobernantes y legisladores que aprobaron los diferentes proyectos, calificándola como un fracaso en muchos de sus objetivos institucionales. La construcción de la Penitenciaria Provincial de Córdoba se dio de una manera accidentada debido a las condiciones económicas que imperaban al momento de su construcción, por lo que se dice que la política penitenciaria cordobesa estuvo caracterizada por una dinámica coyuntural, que hacía que las decisiones tuvieran que ser replanteadas constantemente por razones económicas, e imperó la necesidad de concluirla rápidamente para poder trasladar a los presos que que se encontraban en la antigua prisión pública, sacrificando aspectos claves como las condiciones de seguridad de la nueva edificación. (Silva: 2012) por su parte analiza las políticas penitenciarias del estado nacional entre 1930 y 1960, concluyendo que durante el período se observa un proceso constante de unificación de la normativa penitenciaria a nivel nacional. Los gobiernos conservadores establecieron un marco regulatorio para las actividades penitenciarias bajo jurisdicción nacional, sin embargo es posterior la unificación de la normativa de los sistemas carcelarios provinciales con la del gobierno central, la cual permitió que los regímenes provinciales adoptaran disposiciones nacionales influenciadas por ideas internacionales, y que el estado tuviese una mayor influencia en los sistemas penitenciarios provinciales. Por otra parte durante el período analizado se estableció un régimen progresivo, el diagnóstico del delincuente y la individualidad de la pena. Finalmente se evidenció el uso de las cárceles como instrumentos de represión política. 1.3.3 En Entre Ríos Entre Ríos es una de las veintitrés provincias de Argentina. Limita al norte con la provincia de Corrientes, al sur con la provincia de Buenos Aires, al este con la República Oriental del Uruguay y al oeste con la provincia de Santa Fe y su capital es Paraná. A continuación se presentan datos relevantes sobre las condiciones generales del sistema penitenciario de esta provincia que cuenta con nueve unidades penales, algunos aspectos relacionados con la educación de los privados de libertad, así como algunos datos estadísticos. En el año 2012 el Servicio Penitenciario de la provincia firmó un convenio de acciones conjuntas con el Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la prevención del delito y tratamiento del delincuente (Ilanud). Este organismo desarrolla programas y proyectos en materia de criminalidad y justicia penal, y promueve el respeto a los derechos fundamentales de los privados de libertad. El representante del Ilanud Argentina en el año 2012 consideró que Entre Ríos era la provincia que mejor funciona en materia penitenciaria en Argentina, y se mostró optimista acerca de la implementación de un programa conjunto debido a que el número de internos en la unidades penales era relativamente bajo y las condiciones de las instalaciones del Servicio Penitenciario eran óptimas. El proyecto a desarrollar con el Servicio Penitenciario de Entre Ríos pretendía potenciar capacidades institucionales del Sistema Penitenciario que permitieran adecuar el modelo conceptual, referencial y operativo de las Naciones Unidas a través de un programa de capacitación de los recursos humanos pensado para que estos sean agentes de la restitución de derechos y obligaciones de la población privada de libertad en prisión y de la reinserción a la sociedad del recluso una vez cumplida su condena (Informe Digital: 2012), A juicio del Director del Servicio Penitenciario la provincia se distingue del resto del país por aplicar políticas orientadas al trabajo y la educación de los internos. La educación en general, el aprendizaje de oficios y el trabajo al que tienen acceso los reclusos representan actividades productivas mientras cumplen su condena y herramientas útiles para su reinserción a la sociedad cuando recuperen su libertad. El 70% de los internos de la Provincia trabaja, estudia, participa en cursos de oficio y capacitaciones, y las edificaciones carcelarias han sido acondicionadas gradualmente para que este tipo de actividades se puedan realizar. Por otra parte el desempeño de estas actividades se toma en cuenta cuando se otorgan beneficios y los internos que trabajan reciben salarios como una forma de estímulo. Así el sistema penitenciario de Entre Ríos puede afirmarse es efectivo por los bajos niveles de conflicto que se presentan así como por el bajo nivel de reincidencia (Diario Junio Digital: 2014). Como contraparte a las visiones antes mostradas, el número de internos entre condenados y procesados de Entre Ríos, pasó de 746 en el año 2011 a 1.752 en el año 2017, lo que pone las unidades penales de la Provincia al borde del colapso, pues la capacidad de las cárceles está sobrepasada. Ante el incremento de la población penal se ha tenido que ubicar a algunos internos en lugares donde antes funcionaban oficinas, talleres, depósitos e incluso en una capilla en el caso de Paraná. Este incremento se atribuye a la puesta en marcha del nuevo Código de Procedimiento Penal en la provincia que acelera los plazos de resolución de las causas penales y a la intensificación de los procedimientos contra el narcotráfico. Así el Gobierno estudia la construcción de una nueva unidad penal, y está en búsqueda de financiamiento, ya que es imposible financiar un proyecto de este tipo con fondos de la Provincia. La nueva cárcel debería tener características cónsonas con los conceptos actuales de seguridad, mas adaptados a la educación y al trabajo que a muros altos, personal armado e internos en situación de aislamiento. La situación mas crítica es la de Gualeguaychú, por ser la unidad penitenciaria más deteriorada y la que menos posibilidades ofrece para desarrollar actividades para la población penal. (Elentreríos: 2017) El 14 de marzo de 2017 se concretó la firma de un nuevo acuerdo entre el Servicio Penitenciario y el Consejo General de Educación con el objetivo de garantizar que las personas privadas de libertad puedan terminar la educación obligatoria. Esta medida tiene como objetivo darle la oportunidad de terminar la educación obligatoria a los internos que no la hayan finalizado. Según el director del Servicio Penitenciario de Entre Ríos, el interés de los internos por la capacitación crece de manera importante en la medida en que estos aprecian resultados positivos. El convenio firmado está enmarcado dentro la Ley de Educación Provincial Nº 9890 que incorpora la modalidad de Educación en Contexto de Privación de la Libertad en el Sistema Educativo. El Consejo de Educación ha venido asistiendo a las Unidades Penales ofertando distintas posibilidades de estudios para los internos, así que el Convenio firmado permite profundizar estas acciones (El Día Online: 2017). La Provincia de Entre Ríos está adherida a la Ley Nacional Nº 26995, de acuerdo a la cual es responsabilidad de las áreas de educación de las provincias, brindar la posibilidad de estudios a los internos. Los reclusos que concreten sus estudios de manera satisfactoria en tiempos razonables pueden recibir beneficios relacionados con el cumplimiento de la pena, lo cual busca incentivar el estudio en la población penal. Las unidades penales con las que cuenta la provincia cuentan colegios primarios, secundarios y ofrecen la posibilidad de tomar cursos de capacitación con el aval del Consejo General de Educación (El Día Online: 2017). Los artículos 92 y 93 de la Ley Provincial de Educación de Entre Ríos, rezan textualmente lo siguiente: Artículo 92: La Educación en Contextos de Privación de Libertad es la modalidad que brinda la posibilidad a las personas que se encuentran privadas o restringidas de libertad, en establecimientos carcelarios o en instituciones de régimen cerrado como en otras situaciones que le impidan la asistencia a establecimientos educativos donde se dicte educación obligatoria, que puedan acceder a propuestas educativas las que serán supervisadas por las autoridades del nivel o modalidad que corresponda. Artículo 93: Son objetivos de esta modalidad: a) Garantizar el cumplimiento de la escolaridad obligatoria a todas las personas privadas de libertad dentro de las instituciones de encierro o fuera de ellas cuando las condiciones de detención lo permitan. b) Ofrecer formación técnico- profesional en todos los niveles y modalidades. c) Favorecer el acceso y permanencia en la Educación Superior y un sistema gratuito de educación a distancia. d) Asegurar alternativas de Educación no-formal. e) Estimular la creación artística, la Educación Física, la práctica de deportes y la participación de diferentes manifestaciones culturales. De acuerdo a (Estadísticas penitenciarias en la Argentina. Informe Preliminar del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (SNEEP)., 2002), para el año 2002, la Provincia de Entre Ríos contaba con 7 unidades penales y un total de 877 privados de libertad. Para el año 2013 Entre Ríos aparece como la tercera provincia de Argentina con mayor numero de presos federales, precedida por Mendoza y Córdoba, y seguida por Santa Fe.
Bibliografía
Acosta Muñoz, D. Desarrollo de los sistemas y regímenes penitenciarios previos a la
progresividad del tratamiento. Psicologiajuridica.org. Consultado el 11 de Marzo de 2017 en http://psicologiajuridica.org/psj196.html Background - Houses of Correction - London Lives. Londonlives.org. Consultado el 10 de Marzo de 2017 en https://www.londonlives.org/static/HousesOfCorrection.jsp Biografía de Sócrates. (2017). Biografiasyvidas.com. Consultado el 7 de Marzo de 2017 en http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/socrates.htm Brief Biography of William Penn. Ushistory.org. Consultado el 11 Marzo de 2017 en http://www.ushistory.org/penn/bio.htm Caro P., F. (2013). John Howard y su influencia en la Reforma Penitenciaria Europe de finales del Siglo XVIII. Eguzkilore, 27, 149-168. Disponible en http://www.ehu.eus/documents/1736829/3202683/10-Caro.pdf Centro de Arquelogía Urbana,. (2016). La Cárcel Antigua de Caseros en fotografías. Iaa.fadu.uba.ar. Consultado el 15 de Marzo de 2017 en http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=4122 Cesano, J. (2014). El análisis historiográfico de la prisión en la Argentina hacia giro de siglo (1890- 1920): la necesidad de una historia local y comparada. Aportes metodológicos para una historia en construcción. Revista Electrónica De Fuentes Y Archivos, 5, 303-311. Conde-Pumpido, C. (1990). Derecho Penal Parte General (2nd ed.). Madrid: S.A. Colex. Editorial Constitución y Leyes. Diario Junio Digital,. (2014). En Entre Ríos el 70% de los internos trabaja o estudia. Disponible en http://www.diariojunio.com.ar/noticia.php?noticia=65541 El Día Online,. (2017). Las cárceles de Entre Ríos cuentan con un convenio para la educación de los internos. Disponible en http://www.eldiaonline.com/las-carceles-de-entre-rios-cuentan- con-un-convenio-para-la-educacion-de-los-internos/ Elentreríos,. (2017). Colapso: No hay más lugar en las cárceles de Entre Ríos. Disponible en http://www.elentrerios.com/politica/colapso-no-hay-mas-lugar-en-las-carceles-de-entre- raos.htm Estadísticas penitenciarias en la Argentina. Informe Preliminar del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (SNEEP). (2002). García Valdés, C. (1982). Comentarios a la legislación penitenciaria (2nd ed.). Madrid: Civitas. Informe Digital,. (2012). Aseguran que Entre Ríos tiene "el mejor sistema penitenciario del país". Disponible en http://www.informedigital.com.ar/secciones/general/57003-aseguran-que- entre-rios-tiene-el-mejor-sistema-penitenciario-del-pais.htm Martino, M. (2015). Las cárceles federales argentinas. Su historia desde 1553 hasta la actualidad. Organización. Buenos Aires. Disponible en http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/05/doctrina41053.pdf Miquelarena Meritello, A. Las Cárceles y sus orígenes (1st ed.). Disponible en http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2013/08/doctrina37067.pdf Peña Mateos, J. (1997). Antecedentes de la prisión como pena privativa de libertad en Europa hasta el siglo XVII (Doctorado). Universidad de Alcalá. Procuración Penitenciaria de la Nación, Departamento de Investigaciones,. (2014). El Estado y la producción de información. Deficiencias y ausencias en el relevamiento y la producción de datos. El caso Argentina. La producción estadística a nivel nacional, regional y mundial sobre la población encarcelada en los últimos 5 años. Buenos Aires: Procuración Penitenciaria de la Nación. Ramos Vázquez, I. (2014). La reforma penitenciaria en la historia contemporánea española (1st ed.). Madrid: Dykinson. Realidades desdibujadas - 3º Evolución de la Prisión. (2015). Realidadesdesdibujadas.blogspot.com. Consultado el 12 de Marzo de 2017 en http://realidadesdesdibujadas.blogspot.com/2015/10/3-evolucion-de-la-prision.html Reyes, D. (2015). ¿Qué es una Prisión?: Apuntes Históricos Sobre las Cárceles. Kaosenlared.net. Consultado el 7 de Marzo de 2017 en http://kaosenlared.net/que-es-una- prision-apuntes-historicos-sobre-las-carceles/ Silva, J. (2012). Las políticas penitenciarias del estado nacional entre 1930 y 1960. En VII Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata “Argentina en el escenario latinoamericano actual: debates desde las ciencias sociales”. La Plata. Disponible en http://jornadassociologia.fahce.unlp.edu.ar