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Fué éste el seno que divise desde las faldas del Osorno despues de
recorrer los campos incendiados del Chanchan, i su proximidad a ln la-
guna de Llanquiliiic, el motivo de las felices espForaciones que me in-
dujeron a colocar sobre sus playas el primer asiento de la proyectada
colonia.
Solo me debo congratulaciones por el resultado d e mi prolijo estudio
sobre la importancia de esta interesante bahía. En el noyte de ella i
bajo el nombre de Callenel, territorio del silencioso Melipulli, liabia
colocado el ticaso uno de los mas seguroe i cómodos puertos que posee
la República.
La próvida naturaleza al formar ese surjidero, parece que se hubiese
esmerado en dotarle de todas aquellas ventajas que solo obtiene la ma-
no del hoxqbre en otros ptiertos a fuerza de tiempo i de supremos sa-
crificios. A la imperturbable tranquilidad de sus aguas, abrigadas con-
tra todos los vientos del compas, reuue la inapreciable comodidad de
ser un dique natural que enqlas époaas aizijiales de cada mes, vacia sus
aguas, i daja suavemente n descubierto las mas poderosas quillas, así
camo seis horas despues, las sumerje, las alza i pone B flote sin el me-
nor vaiven.
Este iniportante lugar, colocado en el ,punto preciso donde debia de
iniciarse el primer trabajo colonial, fué designado como centro i punto
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de partida perinanente para las operaciones subsiguientes. La poderosa
selva que lo cubriit en su totalidad, no dejaba alpié del hombre mas
lugar donde detenerse, que le estrecha, zona de pedruscos i arenas que
dejaba libre, dos veces al dia, el refliijo del mar, El hacha i el fuego
fmiiquesron pronto asiento a un inal galpon, i no fue otra le primera
piedra que en B 5 2 sirvió de base al hermoso edificb que miran con
patriótica einocion mantos, conociendo lo que aqnello fue, tienen oca-
sion de ver lo que es ;hora.
A ese solitario e improvisado asilo, que el mar estrechaba por un 13-
do i un imponehte bosque con su fangosa base por el otro, fueron
conducidos sin mas esperar, los inniigiados que yacinn apilsdos en las
liúmedus casas-mtm de los castillos del Corral, i otros mas que en
nqnellos momeiitos llegaron de Hainburgo.
El censo de estos primeros pobladores, tiunque reducido, merece
oonsigimme aqni; conshba de 44 matrimonios i su compicion em la
siguiente:
1 Sketch of the surveying of his niajesti's ships Aventur and Beagle 1836
Journal of the Roya1 Geographical Society of London.
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meros pasos. Coiitra este iiioceiite, i como nirigiin otro útil estableci-
iiiiento, se habian conjurado los mas estravagaiites enemigos. Las
autoridades de las vecinw proriiicias, contajiadas por el odio iiifitnda-
do que muchos de sus veciiios alimciitabnn cmtm k~ cstranjeros, con.
trariaban a cada paso la inarclia del ajente de 1% coloiiizaciou bii RUS
respectivos territorios. El fantasma de los terrenos fiscales alzó trtm-
bien en Llanquiliue su iiioportuna i descarada cabeza; i todos los te-
rrenos praclnmaron du'efios tambieii alli. Cuando la preiisa se ocupaba
de ella, no era mas qne por llenar vacíos o por satisfucer agravios. l t u i
pocos periodistas sabiaii donde estaba la colonia, siii dejar por esto de
ocuparse de ella, i de criticar su situacion, haciendo nna lastimosa con-
fusion entre Valdivia i Llonquihiie i aun entre el significado de las
palabras ciiiigracion, iiimigracion i colonizacion, que lastimosaineiite
confundian, lo que me obligó a escribir la memoria que sobre estas tres
voces dediqué a don Aiitoiiio Varas en diciembre de 1854. Hubo re-
mitidos que haciendo al Gobierno cargos por l i w O@?ltes sumas que se
malbanitabaii en un establecimiento como ese, esclamaban llenos de
estúpida suficieiicia: ¿cuál era el pi-ovecho que el pais sacaba de la co-
lonia? i esto era repetido hasta en conversaciones. Al niño en manti-
llas le criticaban porque no podia aun pagar la leche con que se le m a -
mantaba! Para qué recordar los cargos que forjaban a iina el capricho
i la estúpida ignorancia, para llenar las no siempre bien iiitencionadas
coiiimiias del Nwcurz'o i de lu Revista CutÓZka? La politica por uii
lado, el sórdido iiiteres por otro, i la imon en parte alguna, hicieron
hacer al primero en su iiíiiiiero 8001, atropellados i supuestos cargos
contra las ventajas de 1s inmigracion, para propagar con ellos el des-
crédito del Gobierno qiie la fomentaba. L a segiinda por el mal enten-
dido interes de secta, i por el de material coiiveniencia, pulsaba con
ardor la misma ciieidri, no dejando ambas para conseguir su objeto,
de twojer con estrañi fruicion en sus columnas, cuantos remitidos les
enviaban del sur los dctentudores de los terrenos fiscales.
Pero esos enemigosao bastaban, era preciso que entrase en línea el
negro fanatismo que, para vergüenza de la humanidad, campea aun en
el siglo en que vivimos. Este implacable enemigo del progreso i de
cuanto encierra de divino el corazon humano, no tardó en encontrar
en un ministro de justicia, para quien el hBbito hacia al monje, i en un
decano universitario, de estos que llaman pasados por agua los espa-
ñoles, los instrumentos que necesitaban para hostilizar a la colonia.
Por poco grato que me sea, Como chileno, traer a la memoria estos
Iiechm, fnerza es cbnsignarlos aquí, para qne Re vea cuán en ménos se
miraba entóncoe IR ininigracioii, i con cuánto desembrazo se adopta-
ban las medidas mas inonsultas con tal que ellas fuesen encafnifladas
en su daño.
Habia en los terrenos de una antigiwi abandonada Misi'on, un man-
zanai- como los.hai a' cada paso en Medio de lo$ bosqueefJ de Vddivia.
Pisaba el ea'inino piiblico*por el iiianr,:inar, los pada'jerbd alojaban bajo
10d Arboles, i los niiimdes en que cxbnlgabnii, para mayor seguridad los
encerr:iban en uii corral de altos estncones, que, segun lo decia IR tida-
dicion, habian servido de pidedes a la primitivai iglesia misional. Co-
mo terreno qiié nadie dispiitaba al fisco, fiié aquel I n p r distribúido en
peqii~~:is'hijriel¿is a vatias f~tiniliiisde iiiiiiigi.adoa, i p r a que éstas,
mientras se instaI:{l>nii,ftraeri iiiéiios iiiolestad:~~ por 'las Iliivias, tuvo
el a,jeiite la desgiwiada idea de hacer enderezar los estacones, de echar
sobre 410s un techo dc tablas i de convertir aqiiel asilo de aiiimales en
asilo de i.ncioti:ilcs. (1 I
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cuentan con departamentos propioe, así como cuatro escnelas, dos na-
cionales i dos privadas.
El cómputo que se ha hecho de la poblacion urbana de e s b aldea
hace alcanzar a 2,500 personas el total de sus moradores; i, sin embar-
go, cuenta ya con una sociedad orfe6nica perfectamente organizada;
con un cuerpo de bomberos Voluntarios servido con dos bombas, insti-
tucion que entró con los estranjerus a Llanquihue, sin que fuese nece-
saYio para crearla, la presencia de una espantosa hoguera como la de la
Compañía, que fué la que creó definitivamente el Cuerpo.de Bomberos
Voluntarios de fiantiago; i por íiltiino, ciienta tambien COB la mas rica
biblioteca departamental de la República, establecimiento que debió (11
Ministro Errázuriz en su memoria de justicia de 1865 este sentido elo-
jio: «Este establecimiento se encuentra en el mas satisfactorio estado
do arreglo i de prosperidad, debido al entusiasmo de los vecinos i espe-
cialmente al de los alemanes,.
Cada casa, por modesta que sea la fortuna de quien la habita, posee,
aunque en pequeña escala, todas las comodidades que sabe proporcio-
narse el europeo; en todas rema el mas prolijo aseo, i, a falta de mejor
ornato, no hai una que no exhiba, tras las limpias vidrieras de sus ven-
tahas a la calle, grandes inacetas de flores escojidas. Sus amueblados,
hechos todos con maderas del p i s i por ebanistas de primer órden, son
cóiiiodos i lucidos a1 mismo tieinpo. Eii Puerto Montt no se comprende
que pueda nadie edificar, sin designar ante todas cosas, el lugar que
puede ocupar el jardiii. En todos ellos, alternando con las flores i las
legumbres tempraneras, se ven árboles cargados de frutos cuya posibi-
lidad de cultivo solo ahora comienzan a creor realizable los envejecidos
moradores de los contornos. Molinos, curtiembres, cervecerías, fábricas
de espiritus, excelentes panaderias, artesanos para todos los oficios i, en
1
-eneral, ciiantos reciirsos i comodidades tien'en asiento en las grandes
ciudades, R ~ V elO teatro i la imprenta, existen en aquella poblscion mo-
delo, que, por un rasgo que le es característico, persigiie como crimen
la mendicidad.
El aspecto de aquel naciente piieklo, rodeado de colina8 limpias i 80-
metidas a un esmerado cnltiro; i el Tecuerdo de lo que fué, dan la me-
dida exacta de lo que debe ser cuando se ve que en tan córto tiempo,
aquello que en menos se tenia, es ya tanto.
Media entre Puerto Montt i la Laguna de Llanquihue, en cuyas pin-
torescas mirjenes tiene la colonia sil principal asiento, poco trecho mas
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de cuatro Icguas, andado de sur a norte. Un costoso i bien sostenido
'camino carretero atraviesa aquel espacio ocupando el lugar de la fango-
sa i primitiva senda, donde perecieron los desventurados Wehle i Lin-
cke. Las primeras dos legues de este trayecto, ya firmemente consolida-
do, tienen por base una sona de médanos i de tupidas raíces que allí
llaman el TepmZ. En toda esa esteiision inútil, por ahora, para los tra-
bajos agricolas, 8010 llaman la atencion del viajero el aspecto lejano de
la sombría selva empujada por elhacha i el fuego a mas o mdnos distan-
cia del camino; los muchos fantasmones de troncos carbonizados que
epBnas se sostienen sobre sue descarnadas raices; los restos esqueletados
de los eoihzies, las jigantescas bases de los alerces dewibados, cuyas po-
derosas cepas ni el hacha ni el fuego han logrado aun destruir, i tal
Cllill choza solitaria, punto de acopio de las maderas trabajadas eii el
interior del bosque i llevad# a hombro hasta ese cargadero. Diciembre,
enero, febrero i marzo, época del corte i beneficio de las maderas, 11s-
man tambien la atencion por la multitud de jente que acude a este lu-
gar, desde las islas mas lejanas del archipiélago; todos trabajan a un
tiempo, todos descalzos, i todos, mujeres, viejos i niños, cargan a hom-
bro tablas, durmientes i pesadas vigas al lado de las carretas alemanas
de ciiatro ruedas, que hacen el mismo servicio.
Termina el Tepual en el estremo de una larga e improvisada calle de
matornleq, llamada Srrnyan, i abierta entre las corpulentas cepas de
iina antigua mancha de alerces. Componen el Arrayan dos largaa hile-
ras de casuchas ciiál mas incómoda i de peor aepecto, pobladas por los
depeiidicntes de las cama del pueblo, i por los numerosos ajentes del
comercio de Calbtico i de Ancud, que conciirren al cambio de maderas
con abundantes mercaderías i sostienen una feria activisima de cambio
durante aquellos meses i en aquel singular aduar colocado en niedio de
una selva. A las primeras aguas del invierno, la jente se dispersa, i
queda convertido ac,nel lugar de bullicio en un despoblado con casas
durante ocho meses.
Desde la terminacion del Tepual i de aquel pequeño poblado para
adelante, el campo cambia totalmente de aspecto; dejando atras la na-
tiiraleza en bruto, con toda eu imponente soledad, se da principio a la
fértil i poblada zona de terrenos que forman el perimetro de la laguna
Llanqui hiie.
Al separarse del bosque no puede menos el viajero de fijar con agra-
dable sorpresa la vista en un singular jardin lleno de vistosas flores i
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colocado en el corte transversal de un alerce derribado. El colono ale-
man saca partido hasta de las mismas dificultades que no puede ven-’
cer. E n el patio de la casa de uno de ellos, se encontr6 la gran cepa a
que nos referimos; mas tiempo perdia en destruirla que en adornarla, i
sin mas esperar, aquel estorbo se convirtió en un caprichosisimo jardin.
Desde allí hasta las limpias aguas del lago, se ven a cada cinco cua-
dras dos bonitas casas, una frente a la otra, en tino i otro lado del ca-
mino. Cinco cuadras es el frente de cada propiedad rural, i cada lina
constituye con sus edificios habitables, sus graneros, sus establos, jar-
dines, arboledas, potreros i sembrados, máquinas agrícolas, conservato-
rios i talleres de alguna industria especial, un completo aunque modes-
to establecimiento agrícola, en el cual muchos de nuestros opulentos
hacendados tendrian algo que aprender.
Ciento cuarenta hijiielas de cien cuadras cadii una i diez i .ocho
de a cincuenta, rodean el norte, parte del sur i todo el poniente del
hermoso lago de Llanquihue, que, bajo una forma bastante regular,
cuenta como cuarenta leguas de circunferencia; i en las fértiles mhrje-
nes del Chamiza, cuyos caprichosos bajos se prolongan mas de una le-
gua mar a dentro, se encuentran tambien, de cinco en cinco cuadras,
quince preciosas hi juelas cuyos embarcaderos fluviales los tienen en las
mismas casas.
Cada uno de los predios rústicos de la colonia solo se distingue de
los demas en el ejercicio de alguna industria nneva, a la cual se presta
la naturalezs del suelo, o en el grado de riqueza o de saber del colono
que lo posee.
Así, en Puerto Octai (Mriñoz Gamerd) se cultivan coi1 preferencia
la linaza i el nabo para convertirse en aceites qrie y t ~Re esportan para
Valparaiso; en el oriente se observan trabajos de cebada perla con sus
Tal vez no pueda señalarse una sola de las infinitas colonitts que, año
a ~ i i o fundan
. en los despoblados del mundo los activos hijos del viejo
continchte, que 11ay~necesitado llevarse diezisiete años para poder pre-
sentar i.eiinidos un número tan insignificante de pobladores estranjeros,
como los que presenta nuestra colonia de Lhnqtiihue. 1 no es cierta-
mente porque a nuestros gobiernos les haya faltado indicilcíones p d c -
ticas, despues dc tan dilatado tiempo de 'tímidos ensayos, sino porque
le inmigracion se sigue mirando como un objeto de lujo i no como una
apremiante necesidad.
L a inmigracion ebtre nosotros se pospone a todo; se pospone a un
edificio jxíblico pot iHiiecesnria que sea su constrticcion. Al mismo tiein-
PO que se lamentaba 1s falta de fondos para atender a las necesidades
piiblieas, $e presupoaiari nuevos miles para continuar IR constriiccion
del edificio que aquí llamamos universidad. Pan eatablecer cómoda-
mente una fhbrica de testos foi'zosos de ensefianaa, ae decretabm miles,;
p a n la ixítnigracion faltaban fondos, Tratóse de colonizar las provincias
araucILnad, i se decretd medio milloa de pesos i en aeguida mas miles
ann para el eosten de las tropas Ghya permanenbia, si transitoria, es
inútil, i si cohstahte, gravosísima: i de nite170 quedó postergada la in-
migrncion estranjera, úníca que sin esterminar al colono indíjena, pu-
dieiñ. reducirlo al estado gr>cial.
Con &e medio millon de pesos, hubierase pbdido hacer llegar al herri-
torio indijena dos mil familias del estrmjero, oon iin personal aproxima.