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Revista electrónica

Inteligencia educativa
Vol. 03-2019/63

Sueno de una tarde dominical en la Alameda Central, Museo Mural Diego Rivera, CDMX

Calidad Educativa Consultores S. C, presenta su boletín electrónico número 63 con el ensayo:


Inclusión ampliada en la educación, de la Dra. Laura Frade Rubio, que tiene la intención de hacer
conciencia sobre lo que es y no es la inclusión y cómo se debería ampliar su conceptualización hacia
todos los sectores que históricamente han sido discriminados, entre ellos: las mujeres, los pueblos
originarios, los pobres, las personas con discapacidad, la población con una manifestación,
orientación o expresión de género distinta de la norma social establecida, los migrantes y todos
aquellos que se consideran diferentes. Lo anterior con la idea de generar un cambio verdadero y
sustancial en las relaciones humanas que se producen en la escuela.
Es importante visualizar que, hasta ahora se ha creído o pensado, principalmente en el sector
educativo, que la inclusión es un proceso que se reduce a la integración de las personas con
discapacidad en la escuela regular o bien de los pueblos originarios, pero dados los cambios
realizados en el Artículo 3º Constitucional de la República Mexicana que se llevaron a cabo en
marzo del año en curso en nuestro país, la noción se amplía hacia todos los sectores que
históricamente habían sido marginados y con ello excluidos de los derechos y de los beneficios que
algunos pocos han logrado obtener.
Por esta razón, nuestra consultoría ha decidido enviar este ensayo que se basa
fundamentalmente en un libro que ya había sido escrito por la misma autora, pero que será
corregido y difundido en este año (septiembre del 2019) en su segunda edición, en una versión
corregida y aumentada sobre el "Diseño de situaciones didácticas", el cual incluye un proceso claro
para trabajarlas desde la perspectiva de la inclusión.
Cómo siempre este artículo se puede repartir ampliamente entre sus conocidos y amistades.
Esperamos que les sea de utilidad.

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Inclusión ampliada en la educación

Enlarged Inclusion in Education

Dra. Laura Frade Rubio


(Ensayo basado en "Situaciones didácticas inclusivas, del libro: Diseño de situaciones didácticas, en su
segunda versión a publicarse en septiembre del 2019, Mediación de Calidad S. A. de C. V., CDMX).

Resumen ejecutivo

La inclusión como concepto cuenta con un desarrollo histórico que debería ser analizado para
profundizar tanto en lo que es realmente como en lo que implica. Para hacerlo se presenta un
análisis histórico y filosófico del origen de la discriminación y con ello segregación de las y los
difrentes (las mujeres, las personas con discapacidad, la población con una manifestación o
expresión u orientación sexual y de género distinta a la norma) desde una perspectiva ampliada
para luego identificar los impactos en las construcciones sociales que de ello se derivan en los
procesos pedagógicos que se deberán llevar a cabo en la escuela.

Palabras clave: inclusión, desarrollo histórico, ampliación, sectores excluidos, género, construcciones
sociales y propuestas.

Dra. Laura Frade Rubio


Executive Summary

Inclusion is a concept with a historical development that should be analyzed to deepen in what it
really is, and also to understand which are the corresponding implications. To achieve this goal, a
historical and philosophical analysis of the discrimination is explained from an enlarged
perspective which considers all the different persons (women, persons with disabilities, the poor,
the population with a different sexual or gender orientation, manifestation or expression, an all the
social differences of any kind, such as migrants); to identify the impacts on social constructions
that emerge from this past in order to design a pedagogical processes that needs to be carried out
at school level.

Key words: inclusion, historical development, concept enlargement, exclusion, gender, social
constructions and proposals

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Inclusión ampliada en la educación

Nadie debe ponerle rejas al espíritu humano y nadie debe resignarse a que se las pongan.
Emilia Pardo Bazán
Introducción

La inclusión se ha entendido como el proceso mediante el cual una entidad (sociedad, gobierno,
institución educativa o empresa) incluye la diversidad de las personas que son miembros de ella,
las cuales y, además, se benefician de la aceptación y promoción de las diferencias existentes, es
decir, no solo se identifica como una acción positiva que realiza una institución, sino que también
esta última se fortalece por el impulso hacia el reconocimiento de las diferencias.

Desde este punto de vista, se identifica que todos los seres humanos son distintos, tanto en
la condición biológica que se observa en sus huellas digitales y ADN, de manera que no hay dos
personas iguales como por el reconocimiento del cúmulo de necesidades individualizadas que
presenta cada quién; lo que conllevaría a satisfacerlas mediante un beneficio o atención que
actualmente implica la noción subyacente de oferta-demanda que impera en el mundo mercantil
de la sociedad contemporánea actual. Esto se traduce en la construcción de una sociedad
individualista, en la que cada uno de sus miembros adquiere un valor específico y propio que
deberá obtener una satisfacción inmediata a sus necesidades y que se identifica, desde cuando se
le pregunta a cada quién su nombre en el café para entregárselo, hasta las encuestas de servicio y
la detección de datos personales en el Internet para vender los productos que necesita cada sujeto.

Sin embargo, una conceptualización de la inclusión, a partir de la observación de las


diferencias individuales, olvida la historia, no observa cómo se ha construido y establecido una
sociedad que valora lo único a través del imperio de ciertos valores hegemónicos que se adoptan
para todos y que, al hacerlo así, no considera lo que se tiene que hacer para que ciertos grupos
sociales o personas sean realmente favorecidos con los bienes, derechos y beneficios que otros sí
disfrutan. Se podría afirmar, entonces, que se identifica a la inclusión como un concepto ingenuo,
incluso mercantil, que no termina por modificar las condiciones en las que la discriminación,
segregación, e incluso explotación de los diferentes se erigió.

En este ensayo se presenta un análisis que conlleva a la construcción de un concepto más


profundo de inclusión que inicia por identificar sus causas filosóficas, históricas y culturales, para
luego determinar las construcciones sociales que emergen en los diferentes sectores que a lo largo
de la vida humana ha sido discriminados y segregados, terminando con un conjunto de propuestas
concretas para impulsar una noción ampliado en la educación.

Origen histórico filosófico de la discriminación y de la inclusión

Es importante tener en claro cuál es el origen de toda discriminación, porque esto es lo que debe
ser modificado. Fue la conceptualización antropocéntrica que se edifica a partir de los antiguos

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griegos la que pone en el centro de toda sociedad al "hombre" como la medida de todas las cosas,
como lo decía Protágoras, o bien como lo señalaba Platón (Timeo o de la naturaleza, 2016, p. 14):
"Después de implantadas en los instrumentos del tiempo correspondientes a cada una, debería
nacer el más piadoso de los animales, pero puesto que la naturaleza humana es doble, tal género
mejor sería el que luego se habría llamado hombre" (las itálicas las ha puesto la autora). Aspecto
reforzado por Aristóteles cuando decía en el capítulo doce de su libro: Política: "El esclavo está
absolutamente privado de voluntad; la mujer la tiene, pero subordinada; el niño solo la tiene
incompleta". Lo que quiere decir que solo el “hombre libre" puede ser considerado como hombre
pleno y sujeto independiente.

Por lo tanto, es desde la antigua Grecia que se establece que: "el hombre" (así solo en
masculino) es el centro del universo, es el único ser racional, y es aquí en donde se origina la
discriminación en la cultura occidental porque, de manera literal, el resto queda fuera, está
permanentemente excluido; entre ellos: los esclavos, las mujeres, las personas con discapacidad, la
población con una manifestación o expresión de género distinta a la norma (lesbianas, gays,
bisexuales, trasvesti, transexuales, transgénero, intersexuales, entre otros, en adelante
LGBTTTIQ+) los pobres y los diferentes de cualquier tipo como los migrantes. Así solo el sexo
masculino con poder podía decidir quién vivía, moría, iba a la escuela o bien sí podían trabajar o
no. Esto se dio en diferentes procesos y manifestaciones desde la Antigüedad hasta la quinta
década del siglo XX. Es, como bien lo decía Simone de Beauvoir, en su obra El segundo sexo (1949):
"basta con tener los ojos bien abiertos para darse cuenta de que en el mundo existen solo dos
categorías de individuos, los hombres y el resto, cuyo nombre es 'la otredad'...".

Con el advenimiento del posmodernismo como época histórica, no solo artística, a mediados
de los años 60 y 70 del siglo pasado, el reino de lo único: el único estado, la única religión, la única
raza, la única manera de pensar que se había impuesto desde la modernidad, se terminó, y surgió
con ella la aceptación de la diversidad de cualquier índole, su reivindicación y tolerancia a lo
distinto como valor supremo. Si bien esto tuvo sus inicios durante la Ilustración en el Siglo XVIII y
sobre todo en la Revolución francesa cuando se reivindican los "Derechos del Hombre", la realidad
es que no fue sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial que se plasmaron en acciones que
impulsaron la agenda de defensa y respeto a los derechos humanos la cual se basa en la lógica de
la igualdad jurídica de todos y todas, sin distinción de origen étnico, género, clase social, origen de
nacimiento, religión, orientación sexual y/o identidad de género, o discapacidad en la equidad de
las condiciones.

Basta con analizar la historia del siglo XX para constatar que fue hasta mediados de este que
se reconocieron los derechos plenos de la población afroamericana, las mujeres, las personas con
discapacidad, la población que ejerce una sexualidad distinta a la norma convencional socialmente
aceptada y es diversa en sí misma (LGBTTTIQ+) e incluso se reconoció que los animales también
tienen derechos (ONU, 1977), lo que implica que el círculo se fue ampliando de los hombres con
poder hasta "la otredad" y las a otras especies (Cortina, 2007).

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En otros términos, que la inclusión de los diferentes inició por la lucha por los derechos
humanos de cada sector discriminado, y con ello las modificaciones legales, sociales y culturales
que lo posibilitaron, lo que se traduce en que la verdadera inclusión es un proceso histórico de
cambio y transición que pasa de una situación de segregación de las mayorías a una en la que
paulatinamente se construye una cultura de derechos más amplia que simplemente de satisfacción
de las necesidades básicas (la vida, alimentación, vestido y vivienda), sino que garantiza también
la práctica de las capacidades que tienen que ver con el ejercicio de la libertad que va desde la
determinación, expresión, asociación, manifestación de la propia identidad, hasta el acceso a los
bienes y servicios existentes en la sociedad (salud, educación, seguridad, pensión y
entretenimiento, entre otros).

Dicho de otra forma, es a partir del reconocimiento social de las capacidades y facultades
humanas que se poseen y que se implican en cada derecho humano propuesto, que se va
impulsando un proceso de cambio en los niveles jurídico, político, social, cultural, económico y
educativo, dando igual acceso y goce a todos y a todas, pero garantizando que aquella población
que se considera más débil o en desventaja, reciba más recursos, apoyo, y ayuda solo por justicia.
En otras palabras, que se le den más derechos a quién más lo necesita y se promueva con ello el
respeto de las diferencias, incluso apoyándolas.

Por ejemplo, todas las personas cuentan con los mismos derechos laborales (jornada de ocho
horas, acceso a la seguridad social, a la capacitación, a las buenas condiciones de trabajo, etcétera),
pero solo las mujeres cuentan con ciertas prerrogativas que les son exclusivas como el derecho a la
licencia de la maternidad y la lactancia, puesto que son ellas las que lo necesitan primordialmente,
y aunque ahora en algunos países europeos también existe el permiso de paternidad, que va de un
mes a tres en caso de que un trabajador tenga un recién nacido en casa, lo cierto es que la
prerrogativa de parir y amantar sigue siendo femenina, hasta que la ciencia logre también que los
hombres lo hagan.

Desde esta perspectiva, la inclusión de aquellos, que por su diferencia habían estado
excluidos de los derechos a los que los hombres más poderosos (en general blancos y/o europeos,
o bien los "hombres" de una cultura dada) sí tenían acceso, ha significado un avance desigual. De
inicio, y durante el siglo XVII y XIX, la lucha se concentró en la eliminación de las barreras de "raza"
(esclavitud, apartheid o condiciones de pobreza para pueblos indígenas), y posteriormente en la de
género (las mujeres), para sumar finalmente a este proceso de luchas diferenciadas por sector, a las
personas con discapacidad y también a aquellos cuya sexualidad se manifiesta de una manera
distinta a la convención social o bien a la norma general que se acepta (LGBTTTIQ+).

De hecho, la incorporación de todos ellos y ellas a la participación política, social y económica


por el ejercicio de sus derechos fue gradual y no estuvo exenta de obstáculos, lo que implica
necesariamente que, cuando se habla de "inclusión", estamos hablando de la participación plena y
real de los que se consideran diferentes al "hombre blanco". Más adelante a todas estas diferencias
se les llamará "diferencias socio históricas y culturales", puesto que es a partir de determinados

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contextos del pasado que emergen en diferentes momentos con consecuencias diferenciadas para
cada sector de la población que las ha venido padeciendo literalmente por siglos.

Esta lucha sectorial tomó formas, estrategias y luchas distintas y, mientras en algunos casos
implicó guerras civiles como lo fue el caso de la eliminación de la esclavitud en Estados Unidos,
en otros ha sido un proceso de reivindicación más pacífico que, si bien ha pasado por marchas,
manifestaciones y procesos de cabildeo, tanto en la ONU como en los congresos de cada país, ha
obtenido resultados igualmente diversos. Por ejemplo, mientras en algunos países todavía existe
la pena de muerte para los homosexuales (como en Irán, Arabia Saudita, Yemen, Sudán y
Mauritania) en otros pueden casarse, adoptar, y ser como cualquier otro ciudadano.

Lo mismo pasa con las mujeres, mientras que en la mayoría de los países del mundo ellas
pueden ir a la escuela, votar y ser votadas, elegir libremente su vida, profesión, trabajo e incluso
decidir con quién y cuándo se casan, así como tener propiedades y heredar, en otros siguen
encerradas en cuatro paredes, son consideradas menores de edad y no pueden educarse. Tal y
como lo es en las comunidades que se encuentran bajo un gobierno Talibán (algunos lugares de
Afganistán y de Pakistán). Sin embargo, aunque ya cuentan con derechos, las mujeres siguen
enfrentando problemas de discriminación, por ejemplo, la violencia de género que se observa en
los feminicidios que encontramos en México y que se muestra en la siguiente gráfica:

Tomada de: Las dramáticas cifras de los feminicidios en México, publicado por RT
https://actualidad.rt.com/actualidad/306053-dramaticas-cifras-feminicidios-mexico el 15 de julio del 2009 que
cita al Sistema Nacional de Seguridad Pública.

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Cómo se advierte, del 2015 al 2018, la cantidad de asesinatos de mujeres en México pasó de
un promedio de 35 al mes, a 70. Cualquiera pudiera decir que existen muchísimos más asesinatos
entre los hombres, cosa es que real, pero la diferencia se encuentra en la razón de los asesinatos, a
ellos no se les mata solo por el hecho de ser hombres a las mujeres sí por el solo hecho de serlo.

Esto también sucede con las personas con discapacidad, si bien es cierto que en algunos
países cuentan con un apoyo mensual que permite pagar gastos como: movilidad, enfermeras,
cuidadores, medicamentos y otros insumos necesarios para su cuidado; en otros todavía se les
encierra en las casas, no se les deja salir, ni ir a la escuela, o bien, se les trata mal porque no trabajan
como el resto. Por ejemplo, en la experiencia de la autora, se ha visto que a una persona con
cuadriplejia (inmovilidad del cuello a los pies) no se le daba carne porque no la merecía, o bien,
otra que tenía una con discapacidad cognitiva, era encadenada a la mesa para que no se escapara.
Este es el caso de muchas comunidades rurales en México.

Las construcciones sociales vigentes que erigen barreras al ejercicio de los derechos humanos

La realidad es que, más allá de las luchas de todos estos sectores de la población por abrirse espacio
para tener derechos, defenderlos y aún llevarlos a la práctica, existe todavía un conjunto de
creencias, estereotipos, costumbres y tradiciones que impiden el pleno acceso y participación en la
vida social, cultural, política, económica y educativa de los y las diferentes. De ahí que no basta
con garantizar que existan derechos y que estos se cumplan en una sociedad que lo verifica, sino
que es necesario construir otras conceptualizaciones del término "inclusión", así como la conciencia
ineludible que conlleve a superar todas estas barreras que como construcciones sociales pueden
ser totalmente modificables.

Por ejemplo, las niñas asisten a la escuela en igual proporción que los hombres, pero cuando
lo hacen ya traen consigo una serie de creencias y percepciones que han adquirido desde casa, las
cuales las hace verse en el futuro exclusivamente como "madres", "esposas", o bien como: "débiles,
sujetos a ser protegidos", que no saben tomar decisiones por sí mismas, y que por lo tanto deben
dedicarse a los ámbitos del cuidado que van, desde ser amas de casa, hasta ser maestras,
enfermeras o psicólogas. Esto no está necesariamente mal, sino que las segrega a los espacios que
no son considerados como "masculinos" y que actualmente están más mal pagados, puesto que los
mejores puestos son aquellos que están vinculados a las matemáticas, las ciencias y la tecnología,
ámbitos que se encuentran dominados por los hombres.

Un ejemplo de las construcciones sociales que ya traen las niñas cuando llegan a la escuela se
observa en la siguiente foto, en la que, se identifica que, mientras los niños se describen como que
son bonitos, simpáticos, buenos y alegres en una descripción de sí mismos, las niñas se identifican
"en función de los otros" y señalan que quieren ayudar en casa, lavar los platos, limpiar el piso,
barrer, limpiar la mesa...

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Mientras los niños son...


Las creencias sobre lo que una es y
no es, se interiorizan desde las
familias y se reproducen en la
escuela, todos y todas somos parte
de la construcción de la
desigualdad...

Las niñas quieren:

Foto tomada por la autora en una de las escuelas de este país.


No se nombra para conservar y respetar anonimato, la intención no es minusvalorar a dicha
escuela sino hacer conciencia de una realidad nacional.

Más aún, creencias similares se producen en relación con los niños y las niñas con discapacidad,
en las que, frente a cualquier deficiencia adaptativa, se les pone la etiqueta de que: "No pueden
hacer algo", lo que implica que se observan sus debilidades antes que sus fortalezas. Así, si no
camina y anda en silla de ruedas, como consecuencia lógica no podrá participar en un juego,
aunque en la realidad sí puede hacerlo desde sus posibilidades más que desde sus deficiencias. Por
ejemplo, si todos corren él o ella, también puede lanzar la pelota, ser el árbitro, o participar en un
bailable, a partir de sus condiciones, desde su silla.

Existen además otras diferencias, una "otredad" que conlleva a la construcción de


estereotipos, creencias y exclusiones que promueven la segregación en el aula:

i Tener una religión diferente. Por ejemplo, cuando en una escuela, la mayoría es
católica y uno solo de los estudiantes es judío, se hacen posadas y se celebra la
Navidad... aunque él tenga sus propias festividades en el mismo período de tiempo
(Janucá), pero nadie le pregunta sobre ellas, no las expresa y además, no puede
participar en las celebraciones escolares como el resto sí lo hace.

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ii Pertenecer a una etnia y cultura distinta. Como cuando la mayor parte de la del
grupo habla español, es mestiza, pero hay una niña indígena que solo se expresa en
"purépecha" porque emigró de su comunidad a la capital del estado.
iii Contar con un nivel socioeconómico que no es el que tiene el resto del salón, o se es
muy pobre, o muy rico (raras ocasiones, pero sí se da) en comparación con los demás,
lo que los hace verse menos o mejor vestidos y presentados que el resto. En el primer
caso a veces se observa más sucio puesto que no tiene agua; o por el contrario, en el
segundo, tiene doce años y ya tiene un carro propio, mientras que la mayoría de sus
compañeros ni sus padres y madres lo poseen.
iv Poseer una capacidad que va mucho más allá de lo normal y esto complica la
participación. Esto, porque una de dos, o siempre se lo sabe todo y es el único o única
que quiere hablar, o se le aburre con lo que sucede y es capaz de corregir al docente
e incluso burlarse de él o ella.
v Tener una expresión de género distinta al sexo que le corresponde como ser
"amanerado" en el caso de los hombres o ser "marimacha" (en el caso de las mujeres),
lo que no quiere decir que sean gays o lesbianas, o bien contar con gustos fuera de
los papeles tradicionales, como lo puede ser la niña que le gusta jugar futbol y no le
gustan las muñecas, o el niño que es feliz cocinando y es más tranquilo. A los sujetos
que presentan estas características les llamaremos "personas que cuenta con una
expresión de la identidad de género distinta de la convencionalidad o convención
social".
Otros casos incluyen la existencia ya definida por parte del niño y de la niña,
(generalmente a partir de la adolescencia, aunque se puede presentar antes) de una
orientación o preferencia sexual distinta y que se expresa de diferentes maneras
como sentirse atraído por el mismo sexo y no por el contrario, o bien por ambos
(bisexuales), o bien los infantes que ya señalan que sus órganos sexuales no
corresponden a la identidad de género que poseen y, por ende, se conoce como
"transexuales". En algunos casos, por lo mismo, se visten ya de manera contraria al
sexo que tienen y su cuerpo como tal les incomoda.
Cabe mencionar que, tanto la homosexualidad como la bisexualidad, la
transexualidad (cambio de sexo) o la intersexualidad (contar biológicamente con
ambos sexos, antiguamente llamado "hermafrodita"), son características
biopsicosociales en el ejercicio de la sexualidad. De esto, actualmente existe
evidencia que señala que, la población con una orientación sexual o identidad
distinta de la norma esperada (hombre-mujer), cuenta con un origen congénito que
se formó útero, puesto que es dentro de la madre que la producción de más
testosterona influye en el desarrollo de testículos y pene, y en su ausencia en la de
los ovarios y el útero, y que esto se da durante los dos primeros meses de embarazo;
Mientras que, por otra parte, existe otro proceso que consiste en la diferenciación
cerebral en la identidad de género (ser hombre o mujer en sociedad, comportarse
como tal, u orientar la sexualidad -en términos heterosexuales, homosexuales o
bisexuales) que se lleva a cabo a partir del segundo trimestre del embarazo por
intercambios hormonales y neuroquímicos más complejos que se traducen en una

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diferenciación en las estructuras cerebrales involucradas en la construcción de dicha


identidad. Esta última se encuentra regulada por la región anterior del hipotálamo y
preóptica, que está por delante del mismo y se traduce en que no necesariamente
ambos procesos (genitales e identidad) corresponden en todos los casos, ya que son
dos dinámicas independientes (Swabb, 2007, Sayic, García y Swabb, 2010). Así, por
ejemplo, un transexual, puede sentir que su identidad no corresponde a los órganos
sexuales que posee desde que es un infante, y un homosexual puede sentir atracción
por el mismo sexo.
En todos estos casos, sean gustos por actividades que no corresponden al género, o
bien el hecho de pertenecer a la población con una expresión o identidad de género
que no sigue a la norma, la consecuencia lógica es que el resto de sus compañeros y
compañeras del salón no quieren jugar con ellos y ellas, pero además, y por lo
regular, son víctimas de acoso escolar con más frecuencia que el resto de los
diferentes, y que esta interacción social negativa que se conoce como "homofobia"
(odio a los homosexuales) y produce además "homofobia interiorizada" (Castañeda,
2013). Dicho de otra forma, que el sujeto aprende también a odiarse a sí mismo por
ser lo que es, lo que a la larga genera depresión y en muchos casos intentos de
suicidio.
vi Antiguamente, cuando se padecía una enfermedad infectocontagiosa como lo sería
la lepra o la tuberculosis generaba exclusión, segregación, aislamiento y
discriminación, hoy se reproduce este esquema con los niños y niñas que son VIH
positivos o bien tienen SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida por sus
siglas). Así, en muchas escuelas son los propios padres y madres los que piden la
expulsión de un infante que lo tenga diagnosticado, aun cuando no hay razón para
el contagio, pero si la hubiera, la medicina actual provee de la información necesaria
para evitarlo. Este tipo de segregación se basa totalmente en la ignorancia.
vii Los trastornos mentales que no están implicados en la discapacidad cognitiva, como
lo pudieran ser: el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el trastorno
oposicionista desafiante, el trastorno de conducta, el trastorno bipolar y otros, que
son etiquetados no desde la comprensión de una diferencia psiquiátrica o incluso
neurológica, sino más bien desde "la locura" que se traduce en la exclusión por "locos,
dementes, paranoicos" y otros nombres que más que ayudar empeoran la situación.

El problema de fondo con todas estas diferencias sociohistóricas y culturales (origen étnico,
religión, clase social, género, capacidad o discapacidad, orientación sexual, identidad de género o
una expresión no convencional de las expresión de género) es que no se logra la participación real
de las personas porque se les segrega, se les separa incluso estando dentro del mismo salón, espacio
o reunión, de manera natural, porque lo que es diferente no se acepta, pero además es discriminado
a partir de papeles, estereotipos, creencias y tradiciones que promueven su aislamiento incluso
desde que se es pequeño y se asiste a la escuela.

Cuando esto sucede, inicia un proceso de reproducción social de la discriminación, de


manera que, mientras que los que se consideran "normales" aprenden a despreciar a "la otredad",

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esta última interioriza sus diferencias aceptándolas, ejerciéndolas y con ello reproduciéndolas. Este
es un juego recursivo que emerge desde que se pone la "etiqueta" correspondiente (negro, indio,
mujer, judío, discapacitado, maricón, marimacha, degenerado), hasta que se educa para serlo. En
otras palabras, la segregación y la discriminación "se maman", emerge de un imprinting o impronta
cultural que pasa a observarse como un nombre impuesto, como algo social que se considera
prácticamente "natural", discriminando entonces a los diferentes.

Cambios necesarios en la educación a partir de una noción de inclusión ampliada

Para lograr un cambio real en el nivel global, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas
para la Educación la Ciencia la Cultura) ha impulsado el llamado "enfoque de derechos humanos"
desde el año 2003, que consiste en que las políticas públicas y los programas de gobierno que se
diseñan, aplican y evalúan en cada país, busquen la plena realización de los derechos humanos en
todas sus fases y sectores de la población. Para hacerlo se parte de tres principios fundamentales:

i) La universalidad que consiste en que todas las personas sean como depositarias de
derechos, independientemente de su origen étnico, creencias, prácticas, ubicación
geográfica, nivel de ingresos, género, clase social, diversidad de sexual.
ii) La rendición de cuentas que implica que todo funcionario, de cualquier nivel o instancia
tiene que dar cuenta de sus logros, desafíos, problemas y planes de resolución en su trabajo
concreto en relación con los derechos humanos.
iii) La indivisibilidad que se refiere a que no se puede conceder una prioridad a un derecho
o a otro en su consecución, sino que todos se deben trabajar por igual en las políticas y
programas de gobierno.
iv) La participación que se traducen en que los beneficiarios deben participar en el diseño,
aplicación y evaluación de las políticas y programas que se aplican. Este enfoque es un
gran salto porque se traduce en un compromiso colectivo para lograrlo.

No obstante, modificar la discriminación y segregación de los que se consideran diferentes en una


sociedad, a partir de un enfoque de derechos, requiere de procesos de inclusión real, no solo de
participación presencial o de integración. El primer concepto se refiere al conjunto de acciones
mediante las cuales todas y todos los miembros participan activa y plenamente en la vida
educativa, recreativa, social, cultural, política y económica de las comunidades y de sus actividades
desde los principios de igualdad de derechos y de equidad en las condiciones; mientras que el
segundo, se relaciona a las acciones que conllevan a integrar a los diferentes en los espacios, sin
dejar que participen plenamente.

Dicho de otro modo, que en la integración la "otredad", se incorpora en los espacios, está ahí,
pero no hacen nada literalmente con los que los rodean, siguen estando aparte, segregados, y
además, y por lo general, cumplen con el papel que se les ha asignado: servir en el caso de los
esclavos, de las mujeres y de los indígenas, mirar en el caso de las personas con discapacidad o de
los que forman parte de la población con una orientación sexual, identidad o expresión no
convencional de género, porque cuando no se les deja ser y hacer, solo miran y hacen como que

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están y que son lo que se les exige que sean, pero ni están ni son lo que desean ser, aspecto que les
genera muchísimo sufrimiento.

Una situación de exclusión así implica necesariamente la observación de dos polos: el que
decide quién participa y el que es relegado, el dominador y dominado, el poderoso y el débil:
dueño y esclavo, patrón y empleado, hombre y mujer, capacitado y discapacitado, mestizo e
indígena, heterosexual y homosexual y todas ellas son en sí mismas relaciones de poder cuya
función siempre es relacional: existe uno porque existe el otro, lo que hace uno implica un papel
que es regulado por uno y complementado, fortalecido y aceptado por él o la otra.

Hablar de la inclusión se traduce en construir nuevas conceptualizaciones y nuevos


lenguajes, porque para cambiar las construcciones culturales que impiden la participación de la
otredad, se deben nombrar las nociones y sus procesos de otra manera, puesto que, como decía
Wittgenstein en su Tractus Philosophicus, "lo que no se nombra no existe". Así, en lugar de partir de
la identificación de la diferencia con una etiqueta correspondiente (negro, indio, vieja, maricón, o
incluso en su forma elegante, afroamericano, indígena, mujer, homosexual, persona con
discapacidad) se señala ahora la necesidad de identificar las barreras que impiden que unas
personas participen plenamente.

Se entiende por la palabra "barrera" aquel obstáculo externo al sujeto que impide que
participe como un ser activo con derechos y obligaciones en la vida educativa, social, cultural,
económica y política de sus comunidades. Dicho de otro modo, que no se está observando solo
como un impedimento físico u obstáculo que le impide acceder y participar, como cuando no hay
rampas para las sillas de ruedas o existen un montón de escalones para ingresar a un hospital, sino
también como el conjunto de percepciones, creencias, estereotipos, creencias, tradiciones y
culturales, e incluso papeles asignados por una sociedad determinada, que conllevan o se traducen
en que los sujetos no pueden ejercer sus derechos como sí lo pueden hacer aquellos que detentan
el poder en una comunidad o localidad dada. Por ejemplo, como cuando se dice que las niñas no
deben estudiar porque, al fin y al cabo, se van a casar, o que los indígenas deben seguir viviendo
como en antaño para que no dejen de serlo.

Como se observa, las barreras, de cualquier tipo que sean, parten de la noción de se
encuentran fuera del sujeto, son externas a quién es discriminado porque se parte del supuesto de
que se basan en una construcción social, en una interpretación de la realidad que puede ser
modificada. Por ejemplo, pensar que una mujer debe ser sumisa, calladita y débil es una idea, no
es real, lo mismo sucede con los indígenas que son visualizados como flojos, o con las personas con
discapacidad que no pueden hacer nada... Todas estas son construcciones sociales y sí se pueden
y deben modificar; esto es lo que se plantea en una sociedad inclusiva y por ende democrática, en
la que por derecho, todos y todas somos iguales frente a la ley, sin distinción de ningún tipo: sexo,
edad, etnia, cultura, religión, clase social...

En paralelo a las barreras, existen también ciertas necesidades que emergen de cada sujeto
que es discriminado, es decir, son internas a él o ella, y nacen de dos vías:

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i) De su propia condición biológica, como en el caso de los niños y niñas con discapacidad
intelectual que no aprenden como lo hace el resto, pero que SÍ pueden hacerlo, por otras
vías, otras formas, tal vez más lento y con otras intervenciones, de ahí que la educación
especial siga siendo indispensable, en algunos casos severos como vía única, en otros como
complemento y apoyo indispensable a la escuela regular.
ii) De la indefensión aprendida que consiste en que, dada su discriminación, piensan y
están convencidos de que no podrán hacerlo, o bien que lo que dice el dominador es
verdad y por lo tanto valen menos, como las personas LGBTTTIQ+, que no se quieren así
mismos porque han interiorizado la homofobia, o las mujeres que creen que sí deben
permanecer en su casa sin estudiar.

Dichas necesidades se habían llamado "especiales" en el mundo de la discapacidad, pero en los


otros sectores, principalmente en la lógica del avance de las mujeres en los procesos para el
desarrollo, se conocen como necesidades estratégicas (Möser, 1993), que implican la identificación de
aquellos requerimientos de naturaleza subjetiva o vinculada a las condiciones socioculturales y
económicas del sujeto, que deberían ser satisfechas para que una población segregada o
discriminada se empodere y salga adelante por sí misma. Por ejemplo, una necesidad estratégica
de los indígenas es aprender que deben valorarse por serlo, dejando de lado los procesos de
asimilación a la cultura dominante que les implica olvidar su identidad.

En este contexto, se puede afirmar que, para que la verdadera inclusión se logre, se debe
impulsar que, tanto las barreras a la participación plena sean eliminadas como que las necesidades
estratégicas sean satisfechas cumpliendo el criterio de universalidad, es decir, que todo aquel que
ha sido discriminado, segregado o aislado históricamente en todos los ámbitos de la vida humana
(social, cultural, económica, política y educativa), deberá ser incorporado en las políticas públicas
destinadas para tal efecto en el ejercicio pleno de sus derechos.

Dicho de otra manera, si lo que se busca es un país en el que la población en su conjunto, viva
bien, acceda a todos los derechos que existen y de los cuales todos deberían disfrutar y que toda
noción, concepto, idea, que genere barreras que impiden el acceso y la participación social,
deberían ser eliminadas y, para hacerlo, la educación es la herramienta fundamental que lo
garantiza, porque es la que puede también satisfacer las necesidades estratégicas que tiene cada
sujeto que históricamente lo requiere.

Lo anterior porque, por definición, la educación es un acto de transmisión de una cultura de


una generación mayor a una menor (Durkeheim, 1960), y sí esto es así, lo que se desea pasar a los
nuevos seres humanos son los valores que nos ha costado literalmente sangre aprender y construir:
el amor, la paz, la aceptación y la tolerancia frente a la diversidad que implica la humanidad entera
y con ello los derechos humanos que, como capacidades normadas, aceptadas y socialmente
construidas, deben ser respetados.

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Pero, además, es muy importante considerar que, si bien la educación conserva la cultura y
el conocimiento adquirido por su transmisión a la siguiente generación, es esta última la que se
encarga de transformar todo lo que recibe porque, como bien lo dice Tomasello (1990), existe un
efecto torniquete en todo proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que para que la verdadera educación
se logre se requiere que ambos polos aprieten: la conservación del conocimiento y su
transformación por la siguiente generación. Este mecanismo dual y, hasta cierto punto
contradictorio, se traduce en que la educación tiene un inmenso poder de cambio en las sociedades
actuales.

Tomando en cuenta todo lo anterior, la inclusión educativa no puede ser visualizada


únicamente como un proceso estratégico de integración efectiva de las personas con discapacidad
al aula regular para que aprendan lo que los demás aprenden, o bien para garantizar que los
pueblos indígenas lo hagan de igual forma, ya que estos dos sectores son los que se están
considerando actualmente, sino que debería ser un concepto ampliado que abarque a todos los
sectores de la población que han sido históricamente discriminados y segregados que requieren de
un ejercicio dual: eliminación de barreras que impidan su participación y la satisfacción de sus
necesidades estratégicas para lograrlo. Por lo tanto, es indispensable construir un concepto de
inclusión ampliada en el sector educativo.

Dicho concepto debe partir de una epistemología distinta a la empleada en la ciencia clásica
que reduce el conocimiento sobre un objeto o sujeto a la observación de disciplinas del
conocimiento que, al estar separadas entre sí, no identifican lo real, lo que en verdad existe (Morin,
1984). Por ejemplo, en el caso de la discapacidad, se pasó de observarla como una deficiencia
biológica, y por ello médica y psicológica, a una construcción social que, como tal, puede ser
modificada, ya que se identifica que es a partir de lo que la sociedad observa en ella que se generan
barreras y con ello discriminación, lo que implica dejar de lado todo proceso terapéutico y de
atención médica que se requiera porque este partirá de utilizar etiquetas (autismo, deficiencia
mental, esquizofrenia, paraplejia, sordera, ceguera). Esta división entre la naturaleza, la deficiencia
adaptativa que implica tenerla y la sociedad que la construye impacta negativamente en los sujetos
porque, o se les minusvalora por tener un "padecimiento", o no se brindan recursos para atenderla.

De ahí que sea necesario partir de una epistemología que observe la totalidad del fenómeno,
evento, problema o dificultad adaptativa (llamada también deficiencia en el sector médico),
identificando la relación entre una condición biológica y la construcción social que de ello se deriva,
sin hacer separaciones entre la biología y la sociedad que conlleva a la atención del diseño y
aplicación de modelos que no terminan de atender a los sujetos, respetando la totalidad a los
derechos humanos que van desde el derecho a la salud y la educación hasta la participación laboral
y aún política. Esta epistemología es la complejidad, la construcción del tejido conformado por
partes que tienen interacciones, que construyen un todo que es más complejo que la suma de ellas,
lo que implica identificar cómo todas las disciplinas del conocimiento aportan a la atención de la
discriminación de los sujetos que históricamente han sido excluidos de las sociedades, puesto que
muchas veces sí lo han sido por causas netamente sociales, pero otras también porque la interacción
entre sus diferencias biológicas y las construcciones culturales que de ello se derivan no es

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identificada. En este caso se incluyen a las mujeres, de la discapacidad, de la homosexualidad,


bisexualidad o transexualidad.

Tomando en cuenta lo anterior, si se desea alcanzar y practicar la inclusión como una política
social que se construye y plasma en acciones concretas, se deben lograr estos propósitos
fundamentales en la educación:

i) Diseñar, aplicar y evaluar un modelo educativo que promueva la participación real de


los y las diferentes, de los que se consideran "la otredad", que por alguna razón no son
parte del resto, debido a que cuentan con una diferencia que los hace verse como
"distintos" y por lo tanto han sido "excluidos" históricamente.
ii) Impulsar que aquellos impedimentos que se consideran obstáculos o barreras de
aprendizaje, sociales, económicos, políticos, estructurales y físicos o arquitectónicos, que
incluyen además las construcciones y conceptualizaciones que conllevan a observar,
recalcar y reproducir la segregación, sean eliminados o modificados por oportunidades de
acceso a la participación plena.
iii) Promover que el propio sujeto que cuenta con una diferencia, reflexione sobre ella,
identificándola para determinar si debe reconocerla y con ello reivindicarla, o bien
eliminarla porque realmente no existe. Por ejemplo, las mujeres deben ser conscientes de
que los papeles y estereotipos que les han asignado como tales tendrían que ser
modificados si quieren llegar a niveles de autorrealización más plenos, lo que no implica
que dejen de llevar a cabo las tareas del cuidado y del hogar, sino que estas no son
suficientes para desarrollarlas plenamente y que, además, se deben compartir totalmente
con los hombres. Las personas con discapacidad deberían aprender a valorarse como tales,
independientemente de los impedimentos que tengan; la población LGBTTTIQ+ requiere
eliminar la homofobia interiorizada, el odio a ser diverso y diferente que se ha aprendido
del odio que el resto de la sociedad les expresa. Dicho de otra manera, mientras las
diferencias existan con una connotación peyorativa, los que las viven requieren
reflexionarlas para evitar que les haga daño superándolas, evidenciándolas y
transformándolas en reivindicación de las identidades y sobre todo en el ejercicio de sus
derechos con total autonomía y aceptación.
iv) Lograr que alcancen, en la medida de lo posible, una educación de calidad y de
excelencia para todos y todas, independientemente de las diferencias que pudieran
impedirlo.
v) Impulsar la transformación de las sociedades cerradas en sociedades abiertas que
posibiliten que todos y todas las diferentes participen plenamente en ellas mediante la
reproducción social de nuevos conceptos, procedimientos, lenguajes y procesos que
impliquen cambios concretos. La educación entonces es espacio de transformación social.

Dicho de otro modo, que la inclusión en la educación, además de observarse como proceso
de integración y participación plena de los diferentes, es también es una estrategia para impulsar,
fortalecer y construir las sociedades democráticas, abiertas y libres que se desean.

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Estos propósitos y/o estrategias se deben diseñar, aplicar y evaluar constantemente en la


dinámica diaria de clase, o sea, que es necesario integrarlos dentro del diseño de cualquier
planeación docente, de manera que, en un proceso de planificación transversal, a partir de las
situaciones didácticas que se realizan, se contemplen estrategias muy concretas que permitan
lograrlos. Estas se traducen en varios aspectos:

1. Identificar las diferencias que generan y reproducen las discriminaciones a partir de la


construcción de las barreras físicas, sociales, culturales y de aprendizaje que impiden la
participación plena y real dentro del aula.
2. Identificar a las y los estudiantes que por su diferencia cuentan con necesidades
estratégicas que deberían ser satisfechas y atendidas mediante acciones que, en
correspondencia con su diversidad, logren mejores resultados en su proceso educativo y
con ello se beneficien de la transmisión de los valores socialmente construidos y de los
cuales han sido excluidos: la paz, el amor, la tolerancia, la igualdad jurídica y la equidad
que se requiere en sus condiciones para alcanzar los beneficios que el resto de la población
disfruta.
3. Ubicar qué tipo de intervención se requiere para eliminar las barreras que impiden su
participación real y oportuna.
4. Diseñar un proceso de enseñanza-aprendizaje que lo garantice a lo largo de las
situaciones didácticas inclusivas de todas las diferencias que se trabajarán en el aula de
manera constante, como una acción transversal y permanente.
5. Evaluar continuamente en qué medida se logran las metas propuestas concretamente
para lograr su inclusión.

La ampliación del concepto de inclusión se podría interpretar como un proceso complejo de


atención individual que aumentará la carga de trabajo del docente; sin embargo, no necesariamente
tendría que ser así, al mismo tiempo, en que se modifica el concepto se van diseñan las estrategias
pedagógicas y didácticas que conllevarán a una aplicación más eficaz (que resuelva lo real) y
eficiente (que se pueda aplicar de manera rápida).

Para lograrlo, la base de todo esto es contar con un buen diagnóstico de las diferencias en
clase, de manera que, al hacerlo, se logren identificar las barreras que emergen del grupo, y las
necesidades que se requerirían satisfacer por las condiciones de aquellos y aquellas estudiantes
que más lo necesiten, así se podría diseñado una planificación en la que todos y todas participen
haciendo lo mismo pero diferente. Por ejemplo, en una situación didáctica sobre la la descripción
de una o uno mismo en un texto (5º de primaria) que responde al conflicto: ¿cómo me puedo
describir por escrito?, y con la que se aprende este tema, la niña con síndrome de Down que todavía
no sabe escribir, lo podrá hacer con dibujos y grafías que lo expresen, la niña que posee una alta
capacidad podrá hacer un texto que utilice metáforas, el niño que siente que su cuerpo no es el que
corresponde a su identidad, podrá expresarlo por escrito, la niña indígena que no habla en español,
primero lo harán en su lengua y luego en esta última lengua para poder aprenderla. Es decir, que
todas y todos participarán haciendo lo mismo pero diferente, lo que no resulta tan difícil de diseñar
y aplicar.

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Esto es lo que es un ajuste razonable, en el que todos y todas aprenderán, entendiendo por este
concepto, un proceso que implica que los planes y programas actuales se adapten a las diferencias
que se encuentran, sin que esto signifique una carga desmedida, o sea juna desviación o sesgo de
lo que se quiere que los niños y niñas aprendan, como lo sería poner a dibujar a un niño con
discpacidad cognitiva, mientras que los demás escriben sus textos. Esto traerá como consecuencia
que no aprenderá leer y escribir, porque lo que se está haciendo es un mero entretenimiento ya que
no está relacionando la imagen con la palabra escrita como lo fue en el caso de la niña con Síndrome
de Down que se incorpora a escribir su propio texto con grafías.

Conclusiones

La inclusión no puede ser considerada solamente como un proceso de integración de las personas
con discapacidad en la escuela regular, o bien de los y las personas que pertenecen a los pueblos
originarios, sino más bien debería ser conceptualizada como un proceso dinámico que busca
eliminar las barreras para la participación y el aprendizaje al mismo tiempo en que se apodera a
todos las y los sujetos que históricamente han sido excluidos de las sociedades en el ejercicio de
sus derechos humanos que, como capacidades a desarrollar, les permitirán alcanzar lo que los
demás sí disfrutan.

La ampliación del concepto de inclusión emerge del Artículo 3o Constitucional, no es un capricho,


es una norma legal que debe hacerse operativa en la educación mexicana y con ello en las aulas.
Para lograrlo, se debe partir de la sensibilización que implica una reflexión personal sobre las
construcciones sociales que promueven y reproducen la discriminación en el aula, tanto en uno o
una misma como en los demás, se debe ser consciente de lo que hay que cambiar cuando cada
persona se relaciona con los sectores que no forman parte del grupo que uno considera como
"normal" y con ello aceptado.

Es a partir del cambio interno que se construye la posibilidad de diseñar y aplicar un proceso
metodológico, pedagógico y didáctico que conlleva a la inclusión, que al ser verdaderamente
ampliada, posibilite relaciones más democráticas, igualitarias y sanas que se traduzcan en
promover una cultura de paz, tolerancia y armonía.

Referencias

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• Cortina, Adela 2009. La frontera de las personas, El valor de los animales la dignididad de los
humanos, Madrid, Tecnos.
• Durkheim, Émile (1922), (pub. 1975). Educación y sociología. Barcelona, Ediciones Península,
S.A., Col. Homo Sociologicus.
• Morin, Edgar 1984. Ciencia con conciencia, Barcelona, Anthropos.
• Möser Caroline, 1993. Gender Planning and Development: Theory, Practice and Training,
Routledge, London, 1993

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Inc, Academic Press.
• Swabb, Dick. 2007. Sexual differentiation of the brain and behavior, Best Practice Research
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• Tomasello, Michael. 1999. The cultural origin of human cognition, USA., Harvard University
Press.

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