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Sesión nº 3. Obediencia al derecho.

Cuestiones para el caso práctico. Las siguientes cuestiones tienen una finalidad meramente
orientativa, esto es, servir de ayuda o guía para resolver el caso práctico y anticipar alguna
de las cuestiones que debatiremos en la sesión.

1. ¿Qué se entiende por desobediencia civil?, ¿cuáles serían sus rasgos principales?, ¿cuál
sería su objetivo?

Por desobediencia civil se entiende a toda conducta que se desarrolla en


contraposición con las prescripciones que establece una norma jurídica a la que
pretende impugnar. La motivación de dicho compartimiento viene fundamentado por
la convicción moral de la necesidad de salvaguardar un determinado espacio de
libertad que se considera vulnerado por la aplicación de dicha norma por el Estado.

De acuerdo con el padre de la desobediencia civil, Henry David Thoreau, el deber de la


resistencia al gobierno civil impera cuando una ley de orden convencional transgrede
lo establecido por una norma de carácter natural, o por categorizarlo de una manera
más acertada, una norma moral de sentido universal.

Sus rasgos principales quedarían sistematizados a:

-Una actuación de base antijurídica (desobediente)

-Sustentada por una mayoría ciudadana alternativa

-Un carácter democrático, es decir, una actuación pacífica cuestionadora de la


legitimidad establecida.

-Y un fin democratizador en tanto en cuanto el objetivo que se persigue con dicha


resistencia es revestir de legitimidad a una norma, ámbito vulnerado o autoridad. Para
ello se trata mediante la movilización y oposición pacífica ciudadana a la ley (actúa
como fuerza centrífuga) conseguir un cuestionamiento del propio sistema.

2. ¿Considera justificada la desobediencia civil? ¿se debe distinguir entre legalidad y


legitimidad? En caso de hacerlo, ¿en qué supuestos? ¿Habría que tener en cuenta la
posición político-social de quien actúa a la hora de valorar un acto de desobediencia civil?

La actitud de oponer resistencia a las normas estatales queda plenamente justificada


cuando de manera injusta la ciudadanía sufre un atropello contra sus derechos y
libertades, viéndose éstos acotados injustamente por el gobierno civil. EL impulso
primario de dicha desobediencia cobra sentido partiendo del análisis individualizado
de los rasgos característicos que avanza la caracterización normativa que ofrece la
Constitución Española, norma suprema en la que se sustenta la validez de todo el
ordenamiento jurídico, en su artículo 1 acerca del Estado español, ''España se
constituye en un Estado social y democrático de Derecho que propugna como valores
superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad..''. Por tanto
articula la configuración de todo el ordenamiento jurídico en el respeto a los principios
de la libertad, la igualdad y la justicia como piedra angular sobre la que se erige la
democracia.

Siguiendo con lo anterior, el principio democrático atendiendo a su carácter básico


consagra un régimen en donde el pueblo participa en las decisiones del poder y esto se
articula mediante la asunción del hecho jurídico de que la fuente de procedencia del
poder del estado radica en la soberanía popular, que se materializa en la formación de
un gobierno nacido fruto del consenso ciudadano para representar a todo el pueblo.
Cuando el gobierno actúa con una manifiesta falta de legitimidad para un determinado
sector de los gobernados, es imprescindible una resistencia a la autoridad que
visibilice el desacuerdo popular con las medidas adoptadas, con la que cuestionar no la
autoridad en sentido estricto, como la legitimidad de dicha norma. Es decir al o
fundamentar su legitimidad sobre la pura legalidad (como algo preexistente, abstracto
y universal) no puede exigir de sus ciudadanos una obediencia jurídica incondicional,
sino cualificada. A su vez del Estado de derecho si partimos de la base de que requiere
de sus ciudadanos la aceptación del ordenamiento jurídico por la libre voluntad en
base a la aspiración de regirse por unas normas justas que ordenen la sociedad. Y de
una Constitución que se justifica en virtud de unos principios con los que el derecho
positivo debe coincidir. El estado de derecho solo puede esperar la obediencia de sus
ciudadanos a la ley si se apoya en principios dignos de reconocimiento que sirvan para
justificar como legítimo lo que es legal, y a los que éstos otorgan su reconocimiento.

Hay que tener en cuenta la conciencia político social desde la que actúa el
desobediente pero como tomándolo como lo que es, un imperativo que llama a obrar
de acuerdo con los dictados de la conciencia y la moral. Por ser la Desobediencia civil
un concepto que lleva a la encrucijada en cuanto al campo en el que encuadrarlo, por
no deber su operancia a un ámbito en exclusiva, sino moverse en los terrenos de la
ética, la política y el derecho. Es fundamental concebir el espíritu que despierta la
conciencia del desobediente a manifestarse contra un comportamiento injusto del
Estado, como referencia a los valores de justicia social que tienen que inspirar el
comportamiento humano cuando se den arbitrariedades por parte de la autoridad.

3. ¿Cuál sería la función de la desobediencia civil en un sistema democrático maduro? En


función de ello, ¿cómo se debe actuar desde el poder gubernamental ante estos actos?,
¿y desde el poder judicial?, ¿Debe tener influencia a la hora de interpretar las normas?

En un sistema democrático maduro con una cultura política desarrollada la resistencia


al gobierno civil se vuelve una actitud necesaria como contrapartida a los
desequilibrios que derivan de las decisiones del poder. Evidentemente no debe
cuestionarse la legitimidad total de la legalidad del ordenamiento puesto que eso
devendría justamente en la pérdida del sentido de dicho comportamiento
desobediente que nace de la obediencia a la legalidad fundada en la conciencia moral
que le otorga la legitimidad. Es por esto que para que la desobediencia civil no pierda
el horizonte ante las llamadas a la desobediencia generalizada desde los sectores más
radicales, es necesario una cultura política madura con este aspecto bien interiorizado.
''La desobediencia civil es el mayor instrumento de control frente a la injusticias que
pueden manifestarse en formas legales. Y es el producto de una cultura política que
reconoce a sus ciudadanos la sensibilidad y capacidad de raciocinio para reconocer las
violaciones legales de la legitimidad, actuando ilegalmente por convicción moral y
fundamento constitucional''1.

A partir de ahí, la función de dicha práctica consistirá en erigirse como el baluarte en


defensa de la libertad, la justicia y la igualdad ante cualquier acto que atente
gravemente contra el mismo para que con sus actos conseguir la revisión y
modificación normativa con el fin de que los ciudadanos mantengan su legitimidad en
el sistema.

4. La XV Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América, ratificada el 3 de


febrero de 1870, establece que “el derecho de los ciudadanos de los Estados Unidos a
votar no será negado o disminuido por los Estados Unidos o por cualquier Estado debido
a raza, color, o condición anterior de servidumbre” (Sección 1) y otorga al Congreso el
poder de hacer cumplir dicha previsión a través de la legislación necesaria (Sección 2). Sin
embargo, hasta la aprobación de la Voting Rights Act en 1965 se mantenían prácticas
discriminatorias en los Estados del sur que impedían de facto que la mayor parte de la
población negra pudiera votar. Con anterioridad a las marchas de “Selma” y a la
aprobación de la Voting Rights Act, ¿tenía la población de raza negra el derecho de
sufragio activo y pasivo en dichos estados del sur de EEUU?, ¿qué relación se manifiesta
entre las marchas por los derechos civiles y políticos, los derechos recogidos en la
Constitución y los derechos efectivamente gozados por la población de raza negra?
Reflexione sobre la pregunta e intente extrapolarla a otros contextos.

La población Estadounidense de raza negra no adquirió el derecho al sufragio activo y


pasivo pleno ó sea, en todo el territorio, hasta la presidencia de Lyndon B. Johnson, el
cual promovió la aprobación de la ley de derecho al voto fuerte de 1965. Dicha norma
consiguió poner fin a la flagrante discriminación que sufrían la población negra en su
derecho al voto en los estados del sur como Texas, en donde se modificaban las leyes
una vez la Corte Suprema las desechaba por anticonstitucionales, para seguir siendo
legal, y así perpetuar la discriminación racial.

La relación que se manifiesta es de evidente discriminación legal, consentida y


amparada hasta 1965 en distinto estados, por las instituciones americanas. No solo
existía una palmaria vulneración de las prescripciones constitucionales sino que
además se juridificaba mediante la aprobación de normas de rango legal que daban
soporte a la violación institucional del derecho a la igualdad de voto.

Tanto las marchas ''Selma'' , así como las violentas manifestaciones por los derechos
civiles son un claro reflejo de solidaridad del pueblo americano en defensa de la
libertad, la justicia y la igualdad. Las marchas que desbordaron el espacio de libertad
acotado por la ley y que, resistieron civilmente a pesar de las consecuencias jurídicas,
son un inmejorable ejemplo de el ejercicio de la Desobediencia civil por una mayoría
social que con actos de resistencia de significado simbólico, no buscan disputar la
autoridad al estado más que manifestar las injusticias legales carentes de legitimidad.

HABERMAS. La desobediencia civil. Piedra del Estado Democrático de Derecho. p. 30.


Desempeñando una actuación ilegal pero con fundamento moral que aspira a renovar
las disposiciones jurídicas.

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