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¿Cómo desautomatiza Borges en sus poemas la realidad?

Así el poeta lleva a cabo un desplazamiento semántico, saca la noción de la serie semántica en que
se encontraba y la coloca, con la ayuda de otras palabras (de un tropo), en otra serie semántica;
así sentimos la novedad, la colocación del objeto en una nueva serie.

Lo que se persigue es crear una impresión al máximo, y a este mismo fin están encaminados otros
procedimientos como el paralelismo, la comparación, la simetría, la hipérbole, las figuras, que
“tienden a reforzar la sensación producida por un objeto”

Reforzar la extrañeza de nuestra existencia a partir de la creación.

El Golem

La cábala:

Dios toma un terrón de tierra (Adán quiere decir tierra roja), le insufla vida y
crea a Adán, que para los cabalistas sería el primer golem. Ha sido creado por
la palabra divina, por un soplo de vida; y como en la cábala se dice que el
nombre de Dios es todo el Pentateuco, salvo que están barajadas las letras,
así, si alguien poseyere el nombre de Dios o si alguien llegara
al Tetragrámaton —el nombre de cuatro letras de Dios— y supiera pronunciarlo
correctamente, podría crear un mundo y podría crear un golem también, un
hombre. Borges.
La palabra tetragramatón proviene del griego, y significa “vocablo de cuatro letras”; así, en la
tradición judía cabalística, con el tetragramatón se hace referencia al nombre hebreo de Dios (el
aparecido originalmente en el Antiguo Testamento); mismo que se representa con las siguientes
cuatro letras del alfabeto hebreo: HWHY, que son Yod, He, Vav y He. Es el inefable nombre de
Dios. Los místicos lo consideran demasiado sagrado para ser pronunciado o escrito.
ElAleph es la primera letra del alfabeto hebreo y abarca todos los elementos que pertenecen al
lenguaje humano: abarca todo lo que puede ser expresado.

La idea de un nombre divino que encierra infinito poder. La búsqueda de ese


terrible nombre será el objetivo primordial de aquellos que pretendan crear un
ser imitando el proceso generador de Dios.
Gercshom Scholem On the Kabbalah and its symbolism: La tierra y el cielo fueron
creados del gran nombre de Dios. / Un hombre que crea un golem está compitiendo
con la creación de Dios, Adán.

Para Borges las letras son puertas que se abren al misterio creador. Toda cosa y todo
ser está a través de estas combinaciones. De ahí el proceso de combinar y mezclar
letras en un intento por descifrar el nombre de Dios.

En el Golem el rabino de Praga logra dar vida a su criatura tras finalizar el proceso de
creación alfabética.
Golem: hombre creado por combinaciones de letras. Pero el poder creador del ser
humano no puede compararse al divino, de ahí que la criatura creada por el hombre
sea un simulacro, pero nunca un ser dotado de alma, a imagen y semejanza del
hombre. EL Golem no puede hablar, y el poeta dice que se debe a un error cometido
en el proceso creador de la criatura.

El nombre encierra en sí la esencia de a la divinidad. El verbo entendido desde su


concepción biblíca, como creadora de realidad.

Dios cuyas palabras fueron el instrumento de su obra…, crea el mundo mediante las
palabras; Dios dice que la luz sea y la luz fue. Borges La cábala

En la concepción cabalística las letras fueronlos instrumentos de Dios, no las palabras


significadas por las letras que la configuran. El poder que hay encerrado en las propías
letras.

El deseo del hombre de emular a Dios en la creación: leyenda cabalística del Golem,
creación de una criatura llevada a cabo por una serie de sabios judíos. La palabra en
esta leyenda juega un papel primordial. Una vez modelada la figura de barro que ha de
convertirse en ser vivo, los artífices de la obra deben pronunciar sobre ella la palabra
mágica para darle vida. Las letras del alfabeto tienen una poder mágico.

Una primera forma de aproximación al lenguaje que hallamos en Borges está,


comprensiblemente, emparentada con la vieja filología, que parte de los textos, sobre
todo literarios, para alcanzar una comprensión del hecho lingüístico. Más que el
conocimiento de lingüistas, los textos borgeanos, tanto ensayísticos como narrativos y
aun poéticos, trasuntan lecturas de filósofos antiguos y modernos y de los viejos
indoeuropeístas. Los grandes temas de esta vertiente se hacen eco de antiguas
disquisiciones sobre la relación del lenguaje con el conocer (aristotélicos versus
platónicos) y sobre el lugar del lenguaje en el ámbito de la dimensión semiológica de la
cultura (ver Muñoz Millanes, 1977, para una sistematización de este aspecto de la
visión borgeana del lenguaje).

La obra musical carece de un referente, en el sentido en que lo tiene el lenguaje. Por


eso la música se nos aparece como más cercana al ideal absoluto que imaginamos sólo
patrimonio angélico o aun divino. El lenguaje, por su parte, si bien conlleva
efectivamente una forma de servidumbre, por cuanto la palabra no puede disociar la
dimensión material el sonido de la dimensión inmaterial el significado, se instala, y
precisamente por ello, en el centro mismo de lo humano. De ahí se sigue que el
lenguaje es, y Borges lo entiende bien, un sistema o construcción muy abstracto pero
cimentado en lo concreto, y que ocurre en el espacio y en el tiempo, o sea, puede ser
expresión del individuo sólo cuando se inserta en una tradición cultural específica. Por
eso, la visión borgeana del lenguaje se elabora a partir de su propia experiencia de la
lengua castellana, según ya hemos indicado.

Para Borges la tradición es vital y omnipresente, sobre todo la tradición literaria. Sólo
desde esa tradición puede configurar su identidad y expresar su mundo personal. Su
intuición poética le permite entender que todo gesto lingüístico, todo uso individual de
la lengua, es, para que tenga sentido, una continuidad, un eco de gestos del pasado
Para los cabalistas, por ejemplo, no era en absoluto insensato iniciar la lectura
desde la última palabra y avanzar la lectura en dirección contraria hasta llegar a la
primera, o bien, leer una palabra y desechar la siguiente. Los métodos más
empleados eran tres: 1.- El «notariqon» que consistía en sustituir cada letra de
una palabra por la inicial de otra palabra. 2.- La «temurah» que consistía en la
inversión de las letras de una palabra hasta lograr la composición de otra palabra
de distinto significado. 3.-La «gematría» o sendero de los nombres, que era la
técnica más empleada y de mayor complejidad. Se basaba en la equivalencia entre
palabras y números.

La reina, sin una palabra, sonríe. (Ibíd. p. 121).


e tiene solamente las dos partes en mayúsculas y resaltadas en color negro. Ahora
alternemos las dos partes iniciales de ambas palabras:
Rei na Son ríe
ríe ← son

Con esta permutación de las partes se conforma la palabra Sonríe. Ahora


propongo el otro factor.
Rei na Son ríe

na ← ríe
La unión de los segundos elementos ha conformado (dirección derecha-izquierda)
el término Reina. Esto comprueba, de forma fehaciente, que Borges “juega
literalmente” con el lenguaje utilizando el recurso de la temurah de la cábala
hebrea, recordando que la oración original es: «La reina, sin una palabra, sonríe»,
obviando la ironía y el descarte automático de la frase «sin una palabra».
Los personajes borgianos se encuentran atrapados en una búsqueda inútil e infructuosa en su
anhelo por desvelar los misterios divinos, los cuales, a lo sumo, pueden llegar a intuir de manera
parcial y fragmentaria, pero nunca a descifrarlos en su compleja totalidad.

Es búsqueda de interpretación del orden cósmico.

Similitud de la palabra poética y la palabra divina: abundan los objetos ideales, convocados y
disueltos en un momento, según las necesidad poéticas (Tlon, Borges)

En la palabra divina se encuentra cifrada la eternidad, el universo.

Leer la Parábola del Palacio en Borges.

En Borges, el deseo de alcanzar el entendimiento divino les conduce a la muerte. En El espejo y la


máscara.

Borges es un gran conocedor de diferentes tradiciones y leyendas, tanto bíblicas, como


cabalísticas. La búsqueda de nuestro autor se centra, pues, en la expresión literaria que mejor
refleje la ambición humana por descifrar el enigma del universo, al cual pretende acceder
mediante el poder de la divinidad que encierra la palabra.

Evaluar ideas religiosas o filósoficas en la base de la palabra estética.

El escritor logra extraer de las religiosas el hilo conductor con el cual tejerá su trama ficticia y dará
forma a sus creaciones.

La Ilíada era un libro eminente; se lo consideraba el ápice de la poesía,


pero no se creía que cada palabra, que cada hexámetro fueran
inevitablemente admirables. Ello corresponde a otro concepto.
Dijo Horacio: «A veces, el buen Homero se queda dormido». Nadie
diría que, a veces, el buen Espíritu Santo se queda dormido.
Ahora pensamos que un libro es un instrumento para justificar, defender,
combatir, exponer o historiar una doctrina. En la Antigüedad se pensaba que
un libro es un sucedáneo de la palabra oral: sólo se lo veía así. Recordemos el
pasaje de Platón donde dice que los libros son como las estatuas; parecen
seres vivos pero cuando se les pregunta algo, no saben contestar. Para obviar
esa dificultad inventó el diálogo platónico, que explora todas las posibilidades
de un tema. Heráclito y Platón censuraron, por distintas razones, la obra de
Homero. Esos libros eran venerados pero no se los consideraba sagrados.

En un libro sagrado son sagradas no sólo sus palabras sino las letras con que
fueron escritas. Ese concepto lo aplicaron los cabalistas al estudio de la
Escritura.

La idea es ésta: el Pentateuco, la Torah, es un libro sagrado. Una inteligencia


infinita ha condescendido a la tarea humana de redactar un libro. El Espíritu
Santo ha condescendido a la literatura, lo cual es tan increíble como suponer
que Dios condescendió a ser hombre. Pero aquí condescendió de modo más
íntimo: el Espíritu Santo condescendió a la literatura y escribió un libro. En ese
libro, nada puede ser casual. En toda escritura humana hay algo casual.

Pues bien; si a un cervantista se le ocurriera decir: el Quijote empieza con dos


palabras monosilábicas terminadas en n: (en yun), y sigue con una de cinco
letras (lugar), con dos de dos letras (de la), con una de cinco o de
seis (Mancha), y luego se le ocurriera derivar conclusiones de eso,
inmediatamente se pensaría que está loco. La Biblia ha sido estudiada de ese
modo.

Cuando pensamos en las palabras, pensamos históricamente que las palabras


fueron en un principio sonido y que luego llegaron a ser letras. En cambio, en
la cábala (que quiere decir recepción, tradición) se supone que las letras son
anteriores; que las letras fueron los instrumentos de Dios, no las palabras
significadas por las letras. Es como si se pensara que la escritura, contra toda
experiencia, fue anterior a la dicción de las palabras. En tal caso, nada es
casual en la Escritura: todo tiene que ser determinado. Por ejemplo, el número
de las letras de cada versículo.

Luego se inventan equivalencias entre las letras. Se trata a la Escritura como si


fuera una escritura cifrada, criptográfica, y se inventan diversas leyes para
leerla.

ambién cabe atribuir a las letras un valor numérico. Todo esto forma una
criptografía, puede ser descifrado y los resultados son atendibles, ya que
tienen que haber sido previstos por la inteligencia de Dios, que es infinita.
El curioso modus operandi de los cabalistas está basado en una premisa lógica:
la idea de que la Escritura es un texto absoluto, y en un texto absoluto nada
puede ser obra del azar.

En la prosa se atiende más al sentido de las palabras; en el verso, al sonido.


En un texto redactado por una inteligencia infinita, en un texto redactado por
el Espíritu Santo, ¿cómo suponer un desfallecimiento, una grieta? Todo tiene
que ser fatal. De esa fatalidad los cabalistas dedujeron su sistema.

Por último, otra leyenda narrada por Scholem. Muchos discípulos (un solo
hombre no puede estudiar y comprender el Libro de la Creación) logran crear
un golem. Nace con un puñal en las manos y les pide a sus creadores que lo
maten «porque si yo vivo puedo ser adorado como un ídolo». Para Israel,
como para el protestantismo, la idolatría es uno de los máximos pecados.
Matan al golem.

Volvamos al golem. Se supone que si un rabino aprende o llega a descubrir el


secreto nombre de Dios y lo pronuncia sobre una figura humana hecha de
arcilla, ésta se anima y se llama golem. En una de las versiones de la leyenda,
se inscribe en la frente del golem la palabra EMET, que significa verdad. El
golem crece. Hay un momento en que es tan alto que su dueño no puede
alcanzarlo. Le pide que le ate los zapatos. El golem se inclina y el rabino sopla
y logra borrarle el aleph o primera letra de EMET. Queda MET, muerte. El
golem se transforma en polvo.

Querría hablar ahora de uno de los mitos, de una de las leyendas más curiosas
de la cábala. La del golem, que inspiró la famosa novela de Meyrink que me
inspiró un poema. Dios toma un terrón de tierra (Adán quiere decir tierra roja),
le insufla vida y crea a Adán, que para los cabalistas sería el primer golem. Ha
sido creado por la palabra divina, por un soplo de vida;

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