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Guerra contra la confederación peru boliviana

La temprana consolidación de su régimen político e institucional en relación al resto de las


repúblicas hispanoamericanas, permitió a Chile alcanzar una importante primacía comercial en
el continente. Esta posición comenzó a ser amagada por la unificación de Perú y Bolivia en un
Estado bajo la conducción del mariscal Andrés de Santa Cruz. A esta rivalidad se sumaron las
sospechas mutuas respecto de que cada potencia conspiraba para desestabilizar políticamente
a la otra, configurando así, las principales causas de esta guerra. La convicción de que detrás
del asesinato de Diego Portales estaba la mano del mariscal Andrés de Santa Cruz, decidió al
Gobierno chileno a emprender la disolución de la Confederación Perú-Boliviana por medio de
las armas.

Con dicho propósito, en octubre de 1837 desembarcó en el sur del Perú un ejército
comandado por Manuel Blanco Encalada y conformado por tropas chilenas y disidentes
peruanos de Santa Cruz. Esta fuerza, denominada Ejército Restaurador, no consiguió alcanzar
sus objetivos, puesto que Blanco Encalada, evitando batirse con un enemigo numéricamente
superior, se involucró en las querellas de la política local, logrando la firma del tratado de
Paucarpata. Al regresar a Chile, Blanco Encalada y la paz de Paucarpata fueron repudiados
tanto por el pueblo como por el Gobierno, de modo que se organizó una nueva expedición,
esta vez a cargo del general Manuel Bulnes.

El ejército de Bulnes desembarcó cerca de Lima en agosto de 1838, donde debió enfrentar
graves inconvenientes. En lugar de dilapidar energías en ocupar la capital peruana e
inmiscuirse en las querellas políticas locales, el general Bulnes se concentró en aniquilar el
poder militar del mariscal Santa Cruz, mediante maniobras de evasión y hostigamiento que
derivaron en una marcha paralela de ambos ejércitos hacia el norte del Perú.

Después de meses en que sólo acontecieron escaramuzas aisladas, Santa Cruz fracasó en su
intento de apoderarse de ambas riberas del río Buin, frente a la tenaz defensa presentada por
una centena de soldados encabezados por el cacique abajino Juan Colipí. Desanimado por esta
derrota y desprovisto de equipamiento luego de la captura de la armada peruana en el
combate naval de Casma, el ejército confederado se reagrupó cerca del pueblo de Yungay, en
torno al cerro Pan de Azúcar, posición considerada como inexpugnable. Sin embargo, el 20 de
enero de 1839, Santa Cruz fue derrotado definitivamente por un ataque frontal del ejército
chileno, en el que se combinaron la astucia de su comandante y la valentía a toda prueba de
sus hombres y mujeres.

Tras el triunfo en Yungay, José Zapiola compuso el "Himno a la Victoria de Yungay", dando
forma explícita al sentimiento nacionalista que se había generado durante la guerra.

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