Sei sulla pagina 1di 3

Carga de la Prueba en el Derecho Administrativo

Resumen:

En el procedimiento administrativo, el deber de probar en estricto sentido es de la Administración. Sin


embargo, en sentido amplio deben probar tanto la Administración Pública, como el administrado.
Aquella porque está obligada por el Principio Inquisitivo a los fines de evitar que sus actos estén
viciados y éste por la necesidad de tutelar sus propios intereses, en virtud del Derecho a la Defensa y los
otros conexos al mismo. Al existir el Derecho a la Defensa y el de Libertad Probatoria el particular no
tiene impedimento en esgrimir sus alegatos y por ende presentar sus pruebas, lo que deriva en el deber
de aportar las pruebas pertinentes.

Palabras Claves: administración, legalidad, libertad, defensa, actividad, prueba.

La Administración, regida por el Derecho Público, en mi criterio, tiene por norte que se ejecute su
actuación, cualquiera que sea, dentro del Principio de Legalidad, razón por la cual su actividad
probatoria está dirigida a que sus decisiones se ejecuten de acuerdo al marco jurídico existente y por
ende, con apego a la verdad y a los hechos objetivamente comprobados, sin ningún interés en sostener o
demostrar posición o tesis preestablecida alguna. Esta circunstancia, diferencia ésta actividad probatoria
de las vinculadas al Derecho Privado, pues en esta última existen dos partes en pugna que buscan
evidenciar sus argumentos y desvirtuar los contrarios en aras de lograr salir victoriosos en la defensa de
sus intereses personales, correspondiéndole al Juez encontrar la verdad como valor supremo.

No obstante ello, es importante acotar que existe un punto de encuentro entre el Derecho Público y el
Derecho Privado y es que en ambos se está en búsqueda de la verdad de los hechos. Es por ello que, en
ambas esferas en el aspecto probatorio es fundamental el Principio de la Libertad de Prueba.

Así pues tenemos que en primer término la Administración debe buscar la verdad en su actuación, razón
por la cual corresponde a ella, a primera vista, la carga de la prueba, lo cual está recogido en el Principio
Inquisitivo; conforme al que la prueba en el procedimiento administrativo es básicamente una carga para
la propia Administración, quien debe verificar y probar de oficio los hechos.
Sin embargo, y aquí aparece nuevamente en nuestra opinión el Principio de Libertad de Prueba,
siguiendo a parte de la doctrina, podemos afirmar que en la realidad, en el devenir de cada
procedimiento administrativo, a cada interesado le corresponde producir su propia prueba. En otras
palabras, debe preconstituir privadamente toda la prueba que hace a su derecho, creativamente,
rebatiendo y previendo todas las posibles objeciones actuales y futuras de la administración, e
incorporarlas prestamente al expediente. Para ello deberá imaginar todos los posibles argumentos que a
la administración se le puedan ocurrir, en ese momento o en el futuro y en primer lugar introducir las
cuestiones de hecho que hacen al sustento fáctico de su petición: ellas, de no ser rebatidas por la
administración, establecerán un primer indicio probatorio a su favor.

Igualmente, deberá aportar todos los demás medios de prueba que la realidad le permita sustentar ese
mismo hecho y todas las demás particulares circunstancias del caso que hacen a su derecho.

Lo anterior, tiene asidero en el Derecho a la Defensa, el cual consiste en la facultad reconocida por el
ordenamiento jurídico de desarrollar una serie de actos legítimos tendentes a proteger un interés, ya sea
mediante la exposición de las pretensiones inherentes a dicho interés o a través de la actitud de repeler
las pretensiones adversas al mismo este. Este posee varios derechos conexos que constituyen su
expresión, los cuales identificamos en los siguientes artículos de la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos: derecho a hacerse parte (art. 23), derecho a ser notificado (art. 72, 73 74 y 75), derecho
a tener acceso al expediente (art. 59), derecho a presentar pruebas (art. 48 y 58) y derecho a ser
informado de los recursos (art. 73 y 77).

En este orden de ideas no podemos dejar de mencionar el Derecho a ser oído, entendido como la
posibilidad que le reconoce el ordenamiento jurídico a todo ciudadano de presentar, en la tutela de sus
intereses, todos los alegatos y pruebas que considere útiles a tales fines, esta contenido en los artículos
2, 23, 48 y 68 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.

Todo lo antes expuesto no significa, insistimos, que la carga procesal de la prueba recaiga en el
particular, ya que rige el Principio Inquisitivo, lo que impone esta carga también a la Administración y,
de tal modo, se concreta la función de cooperación de la Administración hacia el administrado. En
efecto, priva como hemos dicho la verdad material sobre la verdad formal, siendo necesario para el
esclarecimiento de aquella verdad un criterio de amplitud con respecto a los recursos y reclamaciones, a
fin de facilitar de este modo el control de la legalidad de la Administración

Vemos pues, siguiendo a parte de la doctrina 1, que la Administración tiene derecho a obtener pruebas
sobre hechos que se consideren necesarios para decidir, sin que tal actividad se encuentre
exclusivamente en manos de los particulares, de modo que bien puede para mejor proveer disponer de
oficio tales pruebas. Es consecuencia de que la Administración debe ajustarse a los hechos reales, a la
verdad material prescindiendo que ellos hayan sido alegados y probados por el particular o no, resulta
que la carga procesal, de averiguar esos hechos y cualesquiera otros que resulten necesarios para la
correcta solución del caso, recae sobre ella. Si la decisión administrativa no se ajusta a tales hechos
reales, aunque ello resulte de una falta de información no subsanada por el particular, el principio de la
verdad material lleva a igual conclusión: el acto que no se ajusta a la verdad de los hechos se encuentra
viciado.

1
Gordillo, Agustín A.: Tratado de Derecho Administrativo.
En conclusión, en nuestra opinión, en el procedimiento administrativo si nos preguntamos quién debe
probar? Debemos señalar que el deber en estricto sentido es de la Administración. Sin embargo, en
sentido amplio la respuesta es bilateral: Deben probar tanto la Administración Pública, como el
administrado. Aquella porque está obligada por el Principio Inquisitivo a los fines de evitar que sus actos
estén viciados y éste por la necesidad de tutelar sus propios intereses, en virtud del Derecho a la Defensa
y los otros conexos al mismo. Al existir el Derecho a la Defensa y el de Libertad Probatoria el particular
no tiene impedimento en esgrimir sus alegatos y por ende presentar sus pruebas, lo que deriva en el
deber de aportar las pruebas pertinentes.

Potrebbero piacerti anche