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RETIRO DE
MUJERES EN PALMA DE MALLORCA
Introducción
Podía haber elegido un tema más popular o más atractivo, pero me temo
que no ha sido así. En mi tiempo devocional estoy leyendo y estudiando
a fondo la vida de José, que es fascinante, y que ha sido un reto para mi
vida. Tan fiel a su Dios, tan noble, tan íntegro en todo, y ¿por qué era
así? “porque Jehová estaba con él”. Esta pequeña frase se repite muchas
veces en la vida de José, y esa es la clave, que el Señor estaba con él y él
era fiel a su Señor, no quería pecar contra Dios “¿cómo, pues, haría yo
este mal, y pecaría contra Dios?”. Estas palabras salieron de su boca
cuando la mujer de Potifar quiso adulterar con él, pero él se negó. Yo
deseo ese temor de no pecar contra Dios en mi vida.
Espero con la ayuda del Señor que salgamos todas bendecidas y con una
visión más clara de lo que implica andar o caminar en santidad en cada
área de nuestra vida y de nuestro ser entero.
“Sed santos porque yo soy santo” (1ª Pedro 1:14-16). La base para exigir
santidad en nuestras vidas es porque Dios es santo.
Solo Dios es santo por naturaleza, las demás personas o cosas santas,
primero tuvieron que ser consagradas o santificadas por Dios. Solo Dios
en sí mismo es santo y solo Él puede santificar a lo demás. Él puede hacer
que lo común se convierta en algo especial, diferente, separado. Por
ejemplo la tierra que pisó Moisés cuando vio la zarza ardiendo, Dios le
dijo que se descalzara porque la tierra que pisaba era santa. ¿Cuál era la
diferencia de cualquier otra tierra? que Dios estaba presente y por eso
era santa. El templo era santo, algunos utensilios utilizados en el templo,
el pueblo de Dios es santo, los creyentes somos llamados santos etc.
Por lo tanto, es bajo esta visión de Isaías que tenemos que ser santos
como nuestro Padre celestial es santo. Sin entender su santidad
difícilmente entenderemos cómo ser nosotros santos y caminar en
santidad.
¿Qué es la santificación?
Hay una frase muy famosa de Lutero para captar esta idea:”Simul justus
et peccator”. Significa: “Justo y pecador al mismo tiempo”. Somos justos
en Cristo, a través de Cristo y por Cristo, mientras aun luchamos contra
nuestro pecado.
Una vez para siempre / Continúa durante toda la vida
Es Dios como juez quien nos justifica y declara justos ante Él, nosotros
no podemos hacer nada, es obra absolutamente divina. En nuestra
salvación la obra es enteramente de Dios trino. Pero en la santificación
se nos llama y exhorta a actuar, a participar “Ocupaos en vuestra
salvación con temor y temblor…” (Filipenses 2:12-13). En Romanos 6:11-
12, hay expresiones como “consideraos muertos al pecado, … no reine,
pues el pecado en vuestro cuerpo mortal”. En Romanos 8:13 Pablo dice
“si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”.
En Colosenses 3:5 “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:
fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia
que es idolatría”; 1ª Timoteo 6:12 “Pelea la buena batalla de la fe”; 2ª
Timoteo 2:22 “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia,
la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al
Señor”; Efesios 4:22:24 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos
del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra mente”; 2ª Corintios
7:1 “…Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor del Señor” . En todos estos
versículos se nos exhorta a luchar, pelear, a ocuparnos, a limpiarnos etc.
porque el propósito de la redención es nuestra santificación y somos
nosotros los que tenemos que actuar con la ayuda del Espíritu Santo.
“El buque de vapor cuyo mecanismo está roto puede traerse al puerto y
atarse al muelle. Está a salvo, pero no sano. Las reparaciones pueden
durar largo tiempo. Cristo planea hacernos tanto salvos como sanos. La
justificación proporciona lo primero, estar a salvo; la santificación
proporciona lo segundo, estar sanos”. Y esa reparación va a durar toda
nuestra vida.
El proceso de la santificación
La parte de Dios
Pablo nos exhorta a que “demos muerte a los malos hábitos del cuerpo”;
“Que nos esforcemos en nuestra salvación con temor y temblor”
(Filipenses 2:12). Debemos “buscar la santidad sin la cual nadie verá al
Señor” (Hebreos 12:14). “Tenemos que apartarnos de la inmoralidad
sexual, porque la voluntad de Dios es nuestra santificación” (1º
Tesalonicenses 4:3). “Purifiquémonos de todo lo que contamina al
cuerpo” (2ª Corintios 7:1). Esta clase de obediencia conlleva una lucha
constante e involucra un gran esfuerzo de nuestra parte. Debemos hacer
morir y apagar todo lo que sea pecado y pecaminoso, nuestros
pensamientos, obras, palabras, intenciones, caracteres (Romanos 8:13).
Conclusión y aplicación
Por lo tanto, podemos resumir esta primera charla diciendo que puesto
que Dios es Santo en su esencia, quiere y llama a su pueblo para que sea
santo como Él.
Él quiere que nos apartemos del pecado y que seamos más como su Hijo
Jesucristo. Ya que nosotros cooperamos con Dios y el Espíritu Santo en
nuestra santificación, ¿estás preparada a someterte a Él y obedecerle en
todo? ¿Te preocupa tu santificación, o has llegado a un punto donde
estás conforme con tu vida espiritual? Dios nos libre de conformarnos
con nuestro estado espiritual. Dios quiere que nos esforcemos en
nuestra santificación y que hagamos morir el pecado en nuestras vidas.
La voluntad de Dios para nosotros no es principalmente que seamos
felices, sino que seamos santas, como Él es santo, porque su voluntad es
nuestra santificación.