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La exposición que realiza Foucault en el primer capítulo corresponde a un excelente

marco histórico acerca de cómo han ido evolucionando dentro del imaginario
colectivo, conceptos que fueron ejes rectores de todo modelo estructural de seguridad
e incluso sometimiento social desde el siglo XVIII, mismos que presenta a manera de
dualidades tales como: suplicio-castigo, mismo que después de este esbozo desarrolla
cada uno por su cuenta en los capítulos siguientes.

Foucault describe como el castigo como espectáculo ha tenido que mutar obedeciendo
a un cambio en el objeto castigado como símbolo de redención, es decir mientras que
en la historia primitiva se impartía justicia a través de la flagelación del cuerpo como
forma de redención y escarnio público, con la instauración de la modernidad, la
relajación de la acción directa sobre el cuerpo del delincuente vista ahora como un
elemento negativo tiene como eje rector, la búsqueda de un sistema de reglas que
dicte una “condena” que se ejecute como un corrector y ya no como un castigo, es
decir una “cura”.

La privación del derecho a la libertad, es una medida que a diferencia de la inmediatez


de una ejecución satisface la certeza de un suplicio permanente.

Al verse desplazado el cuerpo como objeto de castigo, Foucault advierte en la


propuesta de Mably que ciertamente castigando el “alma” produce un impacto mayor
dentro de la sociedad ya que no sólo se castiga la acción o al acto delictivo en sí, ahora
se juzga a la persona, al individuo de tal forma que la sentencia esté regulada por una
normatividad de juicios morales, éticos y por lo tanto legales. He aquí donde el Poder
se abraza al juicio como un hibrido cuyas reglas Foucault las detalla en los siguientes
postulados:

1. El castigo como una función social compleja la cual pretenda como efectos
positivos el uso del Poder.

2. Utilizar los mecanismos de castigo como técnicas de Poder.


3. Hallar una correlación entre el avance de la humanidad y las acciones
punitivas.

4. Evitar en la práctica penal que la objetivación del alma no corresponda a una


modalidad encubierta del castigo al cuerpo.

Con la implementación de la nueva metodología coercitiva que prioriza el alma sobre


el cuerpo es imprescindible no desviar el motivo primordial del castigo que es la
sanción política y social de un delito. Por tanto el Poder se regulará a través de los
siguientes postulados:

 El Poder no se posee

 El Poder no se encuentra concentrado en alguna institución o clase social sino


es una red de micropoderes.

 Las relaciones de Poder deberán estar supeditadas a una utilidad


productividad y sometimiento simultaneo.

 El Poder no es un atributo sino una relación entre dominante y dominados.

 La acción del Poder no siempre es coercitiva, puede emplear otras técnicas no


invasivas o violentas.

 El Poder no reviste siempre la forma de Ley.


Foucault define al suplicio no como un salvajismo del poder jurídico, sino como
medidas regidas por una serie de normatividades que para ser consideradas de esta
forma deberían una cantidad determinada de sufrimiento, marcar permanente a las
víctimas ejerciendo un manifiesto de poder de castigar.
El suplicio puede ser cuantificado con base en el sufrimiento que merece el delito
cometido directamente proporcional a la falta cometida será la gravedad del mismo
quedando perpetuado en la memoria del colectivo con el fin de que cada uno los
individuos corrobore su carácter de innegable.

Ahora, esta aclaración conlleva a la aplicación de los métodos correctivos de la


conducta y para ello será imprescindible hacer uso de una confesión. Esta tendrá que
estar basada en una vía inequívoca de verdad que conduzca sin objeción alguna a la
sentencia emitida posterior a la aceptación-confesión del delito, aunque en ocasiones
habrá que hacer uso de la tortura como mecanismo reglamentado de la extracción de
la verdad-confesión, produciendo la llamada verdad que surge desde un sometimiento
violento como agresión y castigo a un hecho que aún no ha sido comprobado, he aquí
la dualidad peligrosa verdad-castigo que tiene encuentro en el cuerpo del acusado.
Por otra parte el rito de soberanía del delito reside implícitamente en un carácter
doble de ofensa al sistema y ofensa a la figura de Poder que si bien reside en sí misma
dentro del sistema tiene como representación pública una figura autoritaria y de
acuerdo a una relación dominante-dominado representa claramente la victoria de la
justicia aunque también una confrontación entre verdugo y castigado.

El pueblo desempeña un papel esencial en el ceremonial de los suplicios. El carácter


ejemplificador de éste no descansa en la certeza del castigo sino mas bien en el terror
que produce el sombrío espectáculo de la pena. Es necesario, por lo tanto, que el
pueblo sea testigo de la aplicación de la pena; pero su papel no se reduce a esto
tampoco. No es un mero receptor pasivo. Cumple su parte en el suplicio en tanto el
supliciado es expuesto a las humillaciones, insultos, y eventuales asaltos de los
espectadores.
El castigo generalizado pretende establecer una nueva y mejorada economía del acto
punitivo como acto de Poder, de tal manera que no se castigue más sino que se
castigue mejor en relación a una universalidad social, sin embargo este ultimo punto
puede ser considerado una utopía dada la contextualización sociocultural de cada
delito, por ello Foucault establece los siguientes parámetros que auxilian a la
ejecución del castigo:
1) Regla de la cantidad mínima: procurar asociar a la idea del crímen una
desventaja mayor que el beneficio esperado de él.
2) Regla de la idealidad suficiente: que el castigo se dirija mas a la
representación que al cuerpo; lo que debe procurarse es producir la idea
del dolor o desventaja que la pena representa, no es el dolor mismo la
herramienta de esta técnica punitiva. Dicho de otro modo, no se trata de
infligir sufrimiento sino de engendrar la representación de que la pena lo
produce.
3) Regla de los efectos laterales: los efectos de la pena están dirigidos a
aquellos que no lo han cometido. Si pudiéramos asegurar la no-reincidencia
del criminal, bastaría con hacer creer que se lo ha castigado; paradoja: lo
que menos importa en el cómputo es el delincuente mismo
4) Regla de los efectos colaterales: lo que importa es asociar de forma férrea la
idea de crimen con la del castigo y los inconvenientes de éste. De aquí dos
requisitos: a) codificación exhaustiva de los delitos y publicidad de las
penas a ellos asociada; b) una fuerza de vigilancia vinculada al aparato
judicial que desaliente las esperanzas de impunidad. Es importante también
que el proceso sea público.
5) Regla de la especificación óptima: necesidad de una codificación
exhaustivamente minuciosa de los delito
6) Regla de la verdad común: la verdad jurídica deberá encauzarse en los
regímenes de cualquier verdad. Abandono de un sistema gradual de
pruebas por la idea regulativa de una demostración completa
En la benignidad de las penas Foucault pretenden vislumbrar la relación
congruente entre el delito y la pena, hacer de las privaciones prolongadas un
método de mayor credibilidad e impacto social para la comprobación de la pena y
su ejecución haciendo del castigo algo útil a la sociedad ya que otorga la seguridad
permanente contra el efímero resultado que el suplicio momentáneo ofrece
transformando al delincuente como un objeto de instrucción. Esta vertiente del
castigo ha promovido que la detención sea la modalidad casi única que exista en
nuestros tiempos que remontándose a los monasterios católicos, la celda servía
para expiar los pecados y purificar la conciencia desarrollando como dice Foucault
un aparato del saber.

La disciplina es otro concepto interesante que aborda Foucault al exponer a los


cuerpos dóciles, manipulables, sometidos por unas normativas sociales que
garantizan la generación de individuos dóciles-útiles conforme se vean sometidos
a la disciplina que va disociando el Poder del cuerpo que con reglas sumamente
sencillas como lo son la programación de actividades temporizadas a un ritmo
preciso cronológico, desembocan en una pérdida de la autonomía individual
ofreciendo como tesis que en un cuerpo bien empleado nada permanece inútil,
dónde la articulación objeto-cuerpo les provee a ambos una complementariedad
casi simbiótica, en la que uno es al otro como el otro es al primero.

El ejercicio de la normatividad supone una vigilancia jerárquica en la cual


converge desde la mirada como un efecto de poder discreto.

La disciplina como una sanción normalizadora genera unas micropenalidades


basadas en un sistema de condicionamiento operante disciplina-ascenso-
recompensa, infracción-retroceso-castigo.

En el examen se superponen notoriamente poder y saber, Foucault analiza la


aplicación de exámenes como una forma fáctica de Poder disciplinario invisible de
objetivación despojando de la individualidad a través de una cuantificación
estadística donde se puede analizar, describir e interpretar a cada persona
cosificándola en un “caso”, el examen por tanto se halla en el centro de los
procedimientos que constituyen el individuo como objeto y efecto de poder, como
objeto y efecto de saber.

Finalmente Foucault toma como referencia la propuesta arquitectónica de


Bentham: “El Panóptico” donde una torre de vigilancia central ejerce una vigilancia
permanente a las celdas dispuestas de tal manera que no permita la comunicación
lateral donde opera un Poder visible e inverificable: el detenido ve la torre pero no
ve hacía adentro; no sabe si efectivamente está siendo vigilado pero es consciente
de que nada impide que lo sea, desindividualiza y autonomiza el poder, poco
importa quien ejerza la vigilancia pues es la virtualidad del dispositivo la que
induce los efectos de poder.

El panoptismo representa, según Foucault, la disciplina-mecanismo y el paso,


producido a lo largo de los siglos XVII y XVIII, de una disciplina de excepción a la
vigilancia generalizada, a la multiplicación y extensión de las disciplinas, en
definitiva a la sociedad disciplinaria.

Las disciplinas ínfimas, los panoptismos de todos los días pueden muy bien estar
por bajo del nivel de emergencia de los grandes aparatos y de las grandes luchas
políticas. Han sido, en la sociedad moderna, con la dominación de clase que la
atraviesa, la contrapartida política de las normas jurídicas según las cuales se
redistribuía el poder, ahora incluso utilizando formas distintas normativas sociales
de panoptismo regulado desde un marco jurídico codificado formalmente
igualitario y a través de la organización régimen tipo parlamentario sustentando
en “contrato”.
INTRODUCCION

En esta obra del postmodernista Foucault, expone desde la presencia de las


relaciones de Poder, tecnologías de control y microfísica del poder presentes en a
través de la evolución histórica de la humanidad donde nos ofrece una actitud
crítica donde pone en manifiesto la evolución de los métodos de castigo-vigilancia
desde épocas medievales hasta lo contemporáneo, pasando por la humillación
publica, la instauración de la prisión como prohibición del derecho a la libertad
hasta incluso las nuevas formas coercitivas aplicadas en los estratos sociales,
culturales y por consecuencia jurídico.

Durante el desarrollo Foucault plantea la evolución del concepto “pena” y como ha


sufrido mutaciones que si bien no han sido erradicadas las formas de suplicio y
castigo, las transformaciones que sufre la moral que erige los juicios conforme a la
situación sociopolítica y económica ha devenido en una objetivación de castigo
intangible e incorpóreo a lo que él llama “alma”.

Por otra parte realiza un análisis de las técnicas, elementos, materiales, vías de
comunicación y vigilancia que fungen como herramientas de control y Poder.

La importancia de esta obra trasciende la filosofía, sentando bases en lo jurídico,


psicológico y social, no sólo en el contexto sociocultural en el que fue escrito sino
con una trascendencia político económica de vigencia permanente.
CONCLUSIÓN

Las relaciones de Poder mostradas a lo largo del desarrollo de la obra marcan en


definitiva la estructura político-jurídica que nos acontece día a día detallando que
las “relaciones de Poder” son todas aquellas relaciones existentes entre los
hombres: institucionales, pedagógicas, económicas e incluso interpersonales, por
lo tanto la exposición que ha puesto de manifiesto durante el desarrollo de la
misma dista mucho de ser una obra propositiva debido a la constante denuncia y
evidencia de las deformaciones de los aparatos o instrumentos de juicio
normativos cuyas extrapolaciones sobrepasan a los ámbitos legales, adentrándose
incluso en la pedagogía y la legislación de las instituciones educativas, dando pie a
un sinfín de estudios para ahondar desde estudios de psicología social,
manipulación de masas, control social, psicopedagogía entre otras diversas áreas.

Un texto por demás necesario en cualquier área de humanidades ya que las


relaciones interpersonales son necesariamente un juego perenne de Poder, por
tanto resulta innegable la importancia de su estudio, análisis e incluso ejecución.

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