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SOBRE FENOMENOLOGÍA Y MÍSTICA 397

SOBRE FENOMENOLOGIA
y MISTICA

En la etapa de exploración y estudio de las relaciones entre ciencias psic()...


Ilógicas y místicas que vivimos, no faltan intentos desde el mundo de la feno-
menología de este mutuo acercamiento. CARL ALBRECHT, conocido' fenomenólo'
go de Bremen, ha puesto a nuestra disposición en estos últimos años un par
,de obras de esta orientación, en el afán de explorar el fondo fenomenológico
,de la conciencia y del conocimiento místico con aplicaciones especi~les a la
'peculiar vivencia del sentimiento de inmersión o ensimismamiento y de pre-
.'sencia y experiencia que vive el alma mística. '
En 1951 salía de las prensas de Carl Schünemann, en Bremen, Psychologie
des mystischen BeWU.8stseíns (21 cm., 264 p.), a la que seguía en 1958 Das my-
stische Erkennen (ib., 21 cm., 384 p.). Ambas están construidas sobre un conjun-
to macizo de fuentes de fenomenología y mística de autores de primera cate-
goría. Damos al lector españoL para su información un informe y reflexión rá-
pida del contenido de ambas.
El autor intenta, en su primera obra, teniendo en cuenta la situación cien-
tífica alemana, eliminar lo más posible ideas y apreciaciones religiosas para
'mostrar el fenómeno místico como un fenómeno de ultimidad sui generis. Este
camino restringido que sigue, según el método de la fenomenología psicoló-
gica, le conduce a la tesis fundamental de su libro: «Mística es el aparecer de
algo que lo abarca todo, en el ensimismamiento» (p. 254). Para demostrar esta
"tesis delimita los distintos grados de la conciencia: la conciencia del estado de
vigilia -la norma-, la inmersión en sí mismo, el ensimismamiento, la con-
~emplación interior en el ensimismamiento y como fenómeno límite de este
grado la conciencia extática. El proceso de la inmersión en sí 10 explica como
un proceso psíquico que brota de sí mismo, determinado por una decisión an-
tecedente de la voluntad. Su señal característica es la desintegración de la
conciencia de vigilia y la nueva integración de la conciencia del ensimisma-
miento.
La desaparición de la conciencia de vigilia consiste, por 10 tanto, en un va-
ciarse y en un empobrecimiento de todo contenido vivencial. Se borra todo
pensar discursivo previo marcado por el yo y todo querer. El incentivo de
los instintos así como todos los sentimientos que se dirigen a un Objeto se ha-
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cen latentes hasta que todos los contenidos de la conciencia se integran en un
ünico estado que se llama <,paz)). Según Albrecht es la paz un estado de con-
ciencia ordenado, vaciado, super claro.
mI 'ensimismamiento como fin del proceso de la inmersión 'en sí puede pro-
clucirse de manera súbita o lenta a partir de la inmersión; también a partir
de la conciencia de vigilia sin el proceso de la inmersión, y esto espontánea-
mente y de golpe o en un producirse lento; o puede ser adquirido por mediooS
hipnóticos. Este grado de conciencia del ensimismamiento es ,condición sufi-
ciente pero no necesaria para la conciencia mística. Albrecht la define como
un 'estado de conciencia Gupel'clmo y vacío que retarda la corriente vivencial
y cuya característica fundamental es la paz, su única funci6n la contemplación
mterior.
De,;ign3 esta corntemplación como una fUDción ,del yo, que contemp];:¡ lo
vivido como algo que aparece. A esto que apal'ece lo llama él <,totalidad extra-
consciente» GUcse va haciendo cada vez más visible en el marco de la con-
ciencia. Si el contenido lle esto que J].ega es algo que abarca todo" tenemos el
caso -de la conciencia mística. AllJrecht designa «lo que abarca todo)) como un
contenido que s'e vive por el que está e'n el, ensimismamiento, de tal modo
como si viniera de una esfera extraña, que al final es el ser desconocido con
cuya totalidad se relacionan todos los contenidos de la conciencia pasados,
present2s y futuros de moclo inconfurndible.
Esencial para el ensimismamiento Y con ello para la contemplación inte-,
ríor mística es la ,existencia del desdoblamiento objeto-subjeto, Aparte de los
actos qU2 están dirigidos por la voluntad -que destrozan la conciE'ncia de
ensinlim.118rniento- son posibles todas las restantes formas y vivencias en
tanto cne se encuentran en armonía CCr¡1 el integrador, unificador estar ensi-
mismacio. En el ensimismamiento S2 produce una elevación de la capacidad
ele pensar, un dominio del cuerpo especial (fal<:iY"es, monjes, tibetanos, etc. se
explicarn sólO' a partir de este fenóm2no).
La llatnada conciencia !"xtática es, según Albrecht, un fenómeno límit·," (lel
ensimismamiento. Se re.conoce en el todavía existente, pero ya fugaz. desdo-
blamiento objeto-subjeto, El yo, así como los objetos contemplados, desapare-
cen fyC'nte 2(1 uno que lo abarca todo, que Jlerna sin diferencia alguna todo al
modo de un «summum bOm.1nlil. Lo fundamental ,del éxtasis es un vacío de la
conciencia y por eso posible a partir de], grado ,del ensimismamiento a causa
de los rasgos extáticos que se encllentrrm ya en él. El éxtasis se erncuentra
también fuera del campo ele la l111stíca.
En dos puntos de 'estos pensamientos ilustrados por el autor con ejemplOS
quisiéramos poner ligeros repal'cs. Uno en la definición de mística como el
aparecer de algo abarcador de todo, dentro de la cornciencia del ensimisma-
miento. Con ello queda el momento e:dático -el cesar del desdoblamiento ob-
Jeto-sujeto-, como no perteneciente al concepto formal de la mística, El au-
tor piensa que de e'ste mo,do ha sacado del campo de la mística los 'estados
cr'2pusculares Y enfermos que tan a mem.\do se introducen en su dominio.
Así confía que ahorrará al racionalismo creyente o incrédulo penosas y jus-
tas confusiones, puesto que él demuestra que 18 conciencia mística pertenece
a las más ordenadas, sanas y despi·el'tas que S2 conocen.
También es en la significación tradicional de la mística el éxtasis, como fe-
nómeno psíquico, un estadio de un desarrollo normal, no el punto álgido de
este desarrollo, pero tampoco un purO' fenóm·eno acompañante. Desde luego
es el éxt8sis la expresión de estados de conciencia limitados y quebradizos y
denota un sometimiento al cuerpo, pero se pU2de uno preguntar si la trans-
tormación de la personalidad en ese elevado proceso de purificación, algo que
pesa' toda la vid;:¡, pued2 pert'enecer sólo a un concepto ampliado de Mística,
siendo así que el mismo autor lo designa corno vivencia central.
Con esto queda en pie una aporía que radica en el mismo método empJ.ea-
(lo por Albrecht, imposible de resolver sin la introducción de otras categorías
a las por él empleadas. Pues la tesi.s de que sólo, pertenece al concepto formal
de la mística lo que no se encuentra en otros grcÍdos de conciencia, tiene que
contar con la dificultad, de que no solamente el éxtasis se encuentra en otros
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estados de conciencia, sino también de modo análogo una especie de inmer-


'sión en sí mismo, de pensar intuitivo, de contemplación, etc.
Otro pequeño reparo queremos poner al concepto de «lo que abarca todo»
'en lo que se refiere a la tesis de que es un concepto vivencial, no un concepto
esencial. Mientras que en la descripción psicológica no haya ninguna afirma-
ción teológica o psicológica no se puede decir nada en contra de ese concepto
vivencial. Pero la tesis de que «lo que aparece se denomina algo total cuando
eL que está ensimismado lo vive «como si» lo que viniera de esa esfera extra-
ña fuese un último y desconocido ser» (p. 218), lleva consigo implicaciones fi-
losóficas. Naturalmente hay afirmaciones de místicos que hablan de un «ser
originaria» «abarcador», de una «ultimidad», que no son afirmaciones sobre vi-
sión inmediata de Dios. Pero 'es siempre un poco problemático si las relacio-
nes entre concepto vivencial y concepto esencial -se experimente Dios ° no~
quedan plenamente caracterizadas con un «como si».
Los ligeros reparos que sirgen en la lectura del primer libro, provocados
por la limitación que el mismo autor se impuso de la fenomenología psico-
lógica, y los prOblemas que quedaron sin resolver, intenta el autor contestar-
los con la explicación de que el conocimiento místico es un conocimiento par-
ticular gnoseológicamente pobre, pero tiene sin embargo una validez gene-
ral muy relevante.
En la primera parte de esta segunda obra intenta el autor relevar del
campo total de la vivencia mística una relación cognoscitiva mística que es
examinada en su contenido d'e verdad en la segunda parte del libro. Primero
elimina la pseudomística, el ocultismo, los visionarios, espiritistas (antro poso-
fas, etc.). A continuación distingue el conocimiento propiamente místico de
las llamadas percepción, experiencia, compI'ensión mística y de la llamada
«Gewirktheit»: la visión figurativa de alegorías, de ángelesi y demonioo, la
visión de Cristo que ilustra con descripciones de grandes místicos. En la
llamada visión d'e luz habla de una luz como tal, de la luz como medio de vi-
sión, así como de una luz como iluminación del vidente.
En la segunda parte del libro constituye sin duda alguna el punto central
de su interés la percepción de la presencia, así como la visión sin imáge-
nes. La p'ercepción de la presencia, sólo gnoseológicamente significativa para
Albrecht, es en el fondo una conciencia inimaginable de la presencia de lo que
abarca todo.
La captación de la presencia no se identifica con la captación de lo pre-
s'ente. Sin embargo, la presencia es una objetividad que no se agota en la ob-
Jetividad de un contenido de conciencia, tampoco es una creación de la es-
¡flera del ser ideal.
Sería de desear una delimitación más exactá del concepto vivencial-
10 que abarca todo- y del concepto gnosológico -lo presente--.
En la comprensión de la presencia no se trata de un «como si» llegase lo
'que abarca todo de una esfera extraña, pues según Albrecht no son posi-
bles errores en la percepción de la presencia en el estadio de la revelación
del qué, de la cualidad de «lo que abarca todo», sino solamente en un segundo
,estadio de la vivencia total, de la cualidad del obrar y de la personalidad. Lo:,
errores son solamente posibles en la significación de lo presente. Los 'eng3J\i"S
no son nunca engaños de la percepción, sino siempre un convencimiento eITó-
neo en cuanto al origen de la actividad. Con otras palabras, la percepción ele
la presencia, según Albrecht, en su núcleo fenomenológico libre de engaños,
en su inimaginable, superclara conciencialidad, es inconfundible con estados
de concIencia patológicos.
También la visión de la luz mística está libre de engaños. Los engaños son
aquí posibles en la confusión de la luz mística como tal con la luz como un
medio superclaro de percepCión mística. Mientras más libre de imágenes esté
una visión mística, menos posibilidad de engaño tiene, según Albrecht.
Queda sin contestar sin embargo la pregunta, si es posible una ilusión
,acompañante en relación con Dios, si tenemos un criterio psicológico para dis-
tinguir lo auténtico de lo inauténtico. Pues él habla siempre nada más que dp
la realidad de la pl'esencia de «algo que abat'ca todo», no de Dios. Está unu
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tentado de preguntarse: ¿qué contenido de realidad tiene pues la «presencia»,
del nirvana en los budistas? Si no me equivoco es esta absolutización del «en-
simismamiento en el ensimismamiento» una atmósfera psicológica, en la que
se experimenta algo que claramente es experimentado como quasi abarcante
de todo Y summum bonum, sin embargo de modo manifiesto es una realidad
finita. ¿Cómo se distingue en el dominio de la mística cristiana en parecidos
tenómenos lo verdadero de lo falso?
Ciertamente puede parecer esta pregunta fuera de lugar si se trata del ser
en general, pero el teólogo tiene, quiera o no, que preguntarse, qué clase de
ser se experimenta. Acerca de esto no dice la presencia como tal nada. ¿Pue-
de hablarse dentro de esta mínima comprensión de ser, de un conocimiento?
Albrecht contesta a esta pregunta del siguiente modo: la comprensión de la.
presencia es un conocimiento personal extraordinariamente pobre, que no es·
comprobable, sin embargo puede denominársele conocimiento de validez ge-
neral y no a causa de su contenido esencial, sino porque a pesar de ser tan.
escaso en este sentido, es gnoseológicamente de extraordinaria relevancia se·
gún el valor en verdad de estas experiencias.
La tercera parte del libro trata de la significación de estas afirmaciones.
para la antropología. El ser-en-sí es la forma antropológica estructural que se·
encuentra en el fondo del ensimismamiento. Esta condición antropológica.
para la posibilidad del ensimismamiento caracteriza al hombre como ser abier-
to, que es a su vez fundamento de la posibilidad de recibir. Ser hombre como.
ser inmerso en sí no es sólo ser «mundaneidad con ventanas», sino tener tam-
bién una relación no mundana.
Con esta publicación quedan aclaradas felizmente más que en E. Underhill
(Mystik. München, 1928) o G. Walther (Phiinomenologia der Mystik. Freiburg,
1955) (*), las relaciones entre el terreno místico y los ajenos a la mística, así
como también con el ocultismo y lo que se refiere a lo inconsciante. Tam-
bién dentro del específico fenómeno místico se distinguen muchas cosas que
anteriormente con demasiada frecuencia se confundían y mezclaban.
Sería de desear que ambas obras de Albrecht estuvieran en manos de cien-
tíficos con orientación psicológica, pero también los te610gos las leerán COIl!
provecho. Estaría muy en su lugar una ampliación y acla.ración de estos inte-
resantes resultados de investigación psicológica hechas desde el punto de vis-
ta teológico.
P. A. SCHUMANN
Munich

(*) Cfr. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 17 (1958) 116-117.

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