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ORDENAMIENTO TERRITORIAL
Autora:
2015
ORDENAMIENTO TERRITORIAL
El POT de nivel regional, conforme a ley, deberá considerar las políticas sectoriales y
nacionales en su elaboración; y de la misma manera, los gobiernos locales provinciales
deberán articular su respectivo POT al Regional. El POT es un instrumento dinámico y se
construye sobre la base del DIT. Se ejecuta a nivel regional y local provincial, en
correspondencia con las funciones definidas en la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales
y la Ley Orgánica de Municipalidades, y en el marco de las políticas nacionales de
desarrollo.
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El ordenamiento territorial se concreta una vez que se implementan y ejecutan las acciones
que correspondan a partir del POT.
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1. MARCO
CONCEPTUAL
Para Gómez (2002) la experiencia del “dejar hacer” nos ha enseñado que sin
reflexión y previsión del futuro, el crecimiento espontáneo lleva a la aparición de
actividades desvinculadas del medio, a su ocupación desordenada, a un
comportamiento insostenible, y provoca un desequilibrio territorial y degradación
ambiental. En el Perú, este desequilibrio territorial es la consecuencia de las
diferencias territoriales vistas como parte de la heterogeneidad física propia del país,
que se han traducido en centralismo económico y político, altos niveles de
desigualdad y exclusión social, y una fuerte concentración de riqueza en Lima. Al
conocer las potencialidades y las limitaciones del territorio, las personas tienen
mayor posibilidad de utilizar los recursos de manera racional y sostenible
Ordenamiento territorial y desarrollo en el Perú: Notas conceptuales y balance 125
(CONAM, 2006: 9). Asimismo, es fundamental llevar a cabo un proceso planificado
de ocupación ordenada y sostenible sobre el territorio para acortar este tipo de
desequilibrios. Existen diversos enfoques de gestión del territorio. Primero, desde la
perspectiva económica productiva a través de la interacción de los sectores
productivos con el territorio, el cual se ve modelado de una manera diferenciada
según la estructura económica establecida, donde se busca ordenar las diferentes
actividades de acuerdo a las vocaciones del suelo. Desde la perspectiva de
conservación de la biodiversidad, i.e., el ordenamiento ambiental tiene el objetivo de
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establecer las condiciones de uso y de ocupación del territorio de acuerdo con las
características ecológicas teniendo en cuenta la fragilidad, vulnerabilidad y
endemismo de los ecosistemas y las especies, así como la erosión genética. Desde
la perspectiva geopolítica, para determinar las demarcaciones político
administrativas: a través de áreas que deberán tener homogeneidad y cohesión
funcional, a través de la conformación de las relaciones socioeconómicas internas
de la población. Finalmente, desde la perspectiva de la planificación urbana, el
Acondicionamiento Territorial busca la preparación del espacio para el desarrollo de
actividades residenciales, sociales, productivas y ubicación de infraestructura de
transporte y comunicaciones, bajo criterios de sostenibilidad. Así es que nace la
noción de ordenamiento territorial. El concepto aparece con el doble objetivo de
desarrollo territorial equilibrado, para disminuir los desequilibrios socioeconómicos,
y de ordenamiento sostenible de los usos del suelo, para reducir los desórdenes
medioambientales. Estos dos objetivos aparecen en la Carta Europea de
Ordenación del Territorio el 20 de Mayo de 1983, la cual recoge “los principios
comunes tendientes principalmente a reducir las desigualdades regionales y
alcanzar una mejor concepción general de la utilización y de la organización del
espacio, de la protección del medio ambiente y de la mejora de la calidad de vida”
(Bielza, 2008: 12). Por lo tanto, ordenar el territorio implica un conjunto de procesos
para corregir dos tipos de desórdenes territoriales: uno, de carácter socioeconómico
que afecta a las partes desequilibradas, a través de la descentralización e inclusión
social; y, otro, físico o ecológico que incide en los elementos del territorio
incompatibles entre sí, los cuales generan tanto contaminación como degradación
ambiental.
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Ley N° 27867, que indica que los gobiernos regionales tienen competencias
en materia ambiental y de ordenamiento del territorio, en concordancia con
los planes de los gobiernos Locales.
Ley Orgánica de Municipalidades, Ley N° 27972, que establece las
funciones básicas de las municipalidades, especialmente en materia de una
adecuada prestación de servicios públicos y un desarrollo armónico.
Ley General del Ambiente, Ley N° 28611, que señala que la planificación y
el Ordenamiento Territorial permiten orientar la conservación y el uso
sostenible de los recursos naturales, considerando criterios tanto técnicos
como políticos.
Ley sobre la Conservación y Aprovechamiento de la Biodiversidad
Biológica, Ley N° 27811, que establece directrices para tales fines.
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Ley Marco del Sistema Nacional Ambiental,
Ley N° 28245, que plantea que el OT debe
basarse en las potencialidades y
limitaciones del territorio, mediante el
conjunto de instrumentos de gestión
ambiental con carácter multisectorial y
descentralizado, uno de los cuales es la
ZEE.
Reglamento de la Ley Orgánica sobre la
Conservación y el Aprovechamiento
Sostenible de la Diversidad Biológica,
Decreto Supremo N° 068-2001-PCM, que
considera que el ordenamiento ambiental
tiene por objeto establecer las condiciones
de uso y ocupación del territorio de acuerdo
con las características económicas,
sociales, ambientales y culturales de cada
espacio.
Decreto Supremo N° 087-2004-PCM, que
reglamenta la instrumentalización de la ZEE
para el uso sostenible de los territorios y sus
recursos naturales a partir de una
evaluación de sus limitaciones y
posibilidades.
Decreto Supremo N° 012-2009-Minam, que
orienta el cumplimiento obligatorio de las actividades públicas y privadas en
relación con el uso racional del territorio, sobre la base de la ZEE.
Resolución Ministerial N° 026-2010-Minam, que aprueba los lineamientos
de política para el OT.
Ley Orgánica para el Aprovechamiento Sostenible de los Recursos
Naturales, Ley N° 26821, que define los alcances de la ZEE en base a áreas
prioritarias y considera que la ZEE es un instrumento de apoyo al
Ordenamiento Territorial.
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2. ¿QUÉ PASA CUANDO NO HAY ORDENAMIENTO
TERRITORIAL?
• Usamos nuestros recursos sin pensar en lo que será
útil y necesario para el futuro.
• Deforestamos nuestros bosques, sobre explotamos
los recursos marinos y dañamos los ecosistemas de
alta montaña.
• Descuidamos el agua, que es un bien cada vez más
escaso.
• Habitamos en zonas peligrosas o contaminadas,
exponiéndonos a accidentes y peligros.
• Construimos infraestructura y brindamos servicios
de manera inadecuada e insuficiente, sin tomar en
cuenta las características y la realidad del territorio.
• Tenemos concesiones mineras superpuestas a
áreas intangibles.
• Crecemos de manera desigual y centralista,
tugurizamos ciudades originando el colapso de los
servicios públicos y la infraestructura.
• Superponemos distintas actividades y se producen
los conflictos sociales por el uso del territorio:
agricultura, minería, carreteras, viviendas, entre otros.
3. IMPORTANCIA DE UN ORDENAMIENTO
TERRITORIAL
Es considerado crucial porque:
Ayuda a corregir el desigual desarrollo de los
territorios del país y la degradación ambiental
que este genera, factores que ponen en riesgo
la sostenibilidad y, finalmente, la vida.
Revalora los territorios como ámbito para la
gestión del desarrollo, especialmente los
ámbitos subnacionales. En esta escala los
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territorios posibilitan una actuación y toma de decisiones de diversos actores,
generando una “gobernanza territorial” de la que hacen parte autoridades,
agentes privados, actores sociales.
Introduce una forma diferente de entender y planificar el desarrollo territorial,
pues recoge la complejidad social, cultural, económica, geográfica y
biológica del territorio, rompiendo con la planificación altamente
sectorializada.
Implica un proceso de negociación de intereses en torno a una visión
compartida de desarrollo sostenible para una mejor asignación de los usos
del territorio.
Contribuye a una mejor distribución de las oportunidades y beneficios del
desarrollo, al formar parte del proceso de planificación de la gestión pública.
Disminuye la vulnerabilidad de la población ante fenómenos naturales y ante
el uso inadecuado del territorio.
Permite definir estrategias adecuadas para enfrentar los desafíos de la
integración del país, tales como la consolidación de espacios regionales, la
priorización de espacios geoeconómicos y la expansión de la conectividad
física -sobre todo de la infraestructura vial-, aspectos que forman parte de la
agenda pendiente en materia de planificación del territorio.