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Derecho Procesal Socialista.

Los derechos socialistas resaltan claramente el fin colectivo del proceso civil. Este
sirve, sobre todo, para mantener el orden jurídico socialista en el terreno del derecho
civil. El proceso civil de tipo socialista exige, por consiguiente y lógicamente, la
búsqueda de la verdad objetiva, y para conseguir este fin se conceden al juez
amplios aumentos de poder.
Las legislaciones socialistas no olvidan en absoluto la voluntad de las partes. Se
tiene en cuenta el fundamental punto de vista de que el proceso civil interesa en
primer lugar a las partes, y que son estas las que conocen mejor sus relaciones
jurídicas esforzándose para presentar al tribunal los materiales apropiados para
justificar sus pretensiones.
Los litigantes tienen el derecho, en todas las etapas del proceso, de conocer el
contenido de los autos, de participar en las audiencias del tribunal, de presentar las
pruebas y tomar partes en su análisis, de suministrar al tribunal explicaciones y
consideraciones, de replicar a las del adversario, de impugnar las sentencias y
utilizar todos los medios procesales que la ley les concede.
El demandante tiene el derecho de modificar el fundamento o el objeto de la acción,
de la acción, de extender o reducir su demanda o de desistir de su acción.
El derecho procesal civil de tipo socialista desconfía del libre juego de las fuerzas
de las partes.
Por ende, la ley impone a las partes el usar con buena fe de todas las facultades
procesales que les correspondan. Las partes no son libres para ejercer los derechos
antes indicados Esto es para ellas un auténtico deber.
El principio fundamental de que el juez no puede conceder más de lo pedido está
descartado. El procedimiento de tipo socialista admite en el juez la posibilidad de
traspasar los límites de la demanda. Por ello, las partes no son libres de poner
término voluntariamente al proceso. El principio de la verdad objetiva exige que la
declaración judicial se someta al control de cada tribunal para cada asunto.
Parece superfluo indicar que el derecho socialista, a diferencia del derecho de tipo
Frances, conoce una serie de incidentes que son examinados de oficio (justificación,
conciliación previa, cosa juzgada, compromiso arbitral, incapacidad, falta de
representación, etc.).
Tendencias comunes en el sistema procesal socialista.
En el sistema procesal, en virtud de las características señaladas al sistema jurídico
socialista, el principio dispositivo, tal como es entendido en el civil law, ha sufrido
importantes modificaciones o excepciones.
Debe subrayarse en especial el importante principio del proceso civil soviético
(registrado en el artículo 16 de las bases de procedimiento civil de la URSS y en el
art. 5 del CPC) cuya esencia consiste en el papel activo del Tribunal Soviético en la
resolución de los litigios entre las partes. El tribunal esta obligado a tratar,
omnímodamente, de elucidar los derechos verdaderos y las relaciones mutuas de
las partes, a cuyo fin, no limitándose a las explicaciones y datos presentados por
los litigantes, coadyuvará al esclarecimiento más completo y objetivo de las
circunstancias sustanciales relacionadas con la resolución del asunto.
En el actual proceso civil soviético, la labor de juez encaminada a prestar a las
partes la asistencia necesaria en la tutela de sus intereses legítimos y a estimular la
actividad procesal, ha asumido un carácter complementario, accesorio respecto a
la actividad de las partes, sin sustituir a ésta ni hacerla pasar a segundo plano.
Respecto a la organización judicial conviene señalar que, el lado de la elección
popular de los jueces y de la participación de los asesores populares, en los países
socialistas se suele subrayar la función educativa de los tribunales y del proceso
mismo. Así se considera que “el juez tiene como misión asesorar a las partes sobre
sus derechos y lo que se debate en el juicio, así como sobre los procedimientos”.
En los asuntos laborales, suelen intervenir comisiones paritarias tribunales de
camaradas o tribunales de trabajadores, a través de procedimientos sencillos y
flexibles, en los que se concede mayor valor a la presión de la opinión general del
grupo que a la coacción jurídica.
Por último, conviene mencionar el considerable desarrollo que el denominado
arbitraje de Estado ha tenido, particularmente en la solución de los conflictos
económicos entre las empresas y los órganos de los Estados socialistas.

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