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Los alcances de la libertad

Los alcances de la libertad: intención, consejo y elecciones.


Hasta este punto se puede concluir que para ser realmente libres, los seres
humanos debemos emplear objetivamente la razón. Sin embargo, la fórmula no es
tan sencilla, ya que lo que consideramos razonable depende de muchos factores.
Por otro lado, es necesario señalar que la libertad se ve restringida por las
situaciones que nos determinan, es decir, que nos limitan al decidir entre una acción
u otra.

Una de las preguntas que ha acompañado al hombre a lo largo de la historia es si


realmente existe la libertad. ¿Cuántas veces tenemos que hacer cosas que no
deseamos, o dejar de hacer aquello que queremos? ¿Podemos decir, en tal caso,
que somos libres? Sin duda, hombres y mujeres estamos determinados por las
condiciones en las que vivimos, así como por nuestras propias necesidades; esto
no quiere decir que no exista la libertad.

Los alcances de la libertad: intención, consejo y elecciones


Ser libre no significa hacer todo lo que se quiera: una persona es plenamente libre
cuando es capaz de elegir, después analizar detenidamente lo que más le conviene,
tomando en cuenta las limitaciones que tiene, así como las consecuencias (tanto
buenas como malas) en que resultarán sus acciones. Los actos del ser humano, al
ser libres, implican el tener que asumir la responsabilidad de los resultados que
conllevan.
Intención, consejo y elección
Examinemos ahora la forma en la cual se toman las decisiones en la práctica,
teniendo en cuenta nuestros deseos y aquello que nos determina.
Alberto Hernández Baqueiro (1997) dice que este proceso consta de varias etapas:

 Intención: voluntad o deseo de hacer algo


 Consejo: intervención del juicio, ¿es posible y viable lo que queremos hacer?
 Elección: decisión final

Cuando una persona toma una decisión, en su interior se origina un proceso gradual
en el que intervienen varias de sus facultades: a la inteligencia le corresponde
reconocer y poner el orden de la actuación, mientras que a la voluntad corresponde
mover o empujar al sujeto, por fuerza de su deseo, hacia el objeto elegido.

Intención, consejo y elección

Al respecto del proceso de toma de decisiones, Alberto Hernández Baqueiro señala


lo siguiente:
“El proceso por el que se llega a formar una decisión consiste en una alternancia de
intervenciones tanto del conocimiento como del deseo. En ese proceso, un avance
en el conocimiento es el que desencadena un movimiento progresivo en el que las
dos facultades, inteligencia y voluntad, se retroalimentan, impulsándose
mutuamente a ir adelante hasta llegar a un punto en el que se da la elección, y por
consiguiente el acto libre completo”.

Más adelante, en la unidad 3 del curso, estudiarás con detalle el proceso de la toma
de decisiones.
1.2. La voluntad
Tenemos, pues, que uno de los elementos que intervienen en la toma de decisiones
es la voluntad, entendida como el deseo de hacer algo.

¿Pero cómo se expresa la voluntad en la práctica?

Las acciones que realizamos pueden ser clasificadas en tres formas:


-voluntarias
-contravoluntarias
-no voluntarias

Clasificación de las acciones

Acciones voluntarias
Las acciones son voluntarias cuando existe el deseo de llevarlas a cabo, es decir,
su principio de realización se encuentra en la persona que las ejecuta, en su
voluntad o deseo.

Acciones contravoluntarias
Las acciones contravoluntarias son aquellas que se hacen sin desearlo, es decir, de
manera forzada. Detrás de ellas existe un agente que obliga a su realización, es
decir, un condicionamiento.

Acciones no voluntarias
No se puede decir que las acciones no voluntarias sean deseadas, sin embargo
tampoco son despreciadas. En algunos casos son una combinación de lo voluntario
y lo contravoluntario, mientras que en otros no parecen mezcla sino acciones
defectuosas, a las que les falta algo para ser plenamente libres.

Imagina que un amigo te cuenta que una madre abandonó a sus hijos. Te
preguntarás entonces: ¿se fue para iniciar “una nueva vida” con otra pareja y con
otros hijos?, ¿la situación económica tan precaria la obligó a buscar trabajo en un
lugar distante?, ¿sufrió una enfermedad que la llevó a la muerte?

Si quiso separarse de sus hijos para tener una nueva vida, lo hizo voluntariamente.
Si las circunstancias la forzaron a irse, entonces fue contravoluntario. Si murió, su
partida y el abandono de sus hijos fue no voluntario.

Hasta ahora podemos concluir que la libertad, en una dimensión plena, implica la
intervención de la voluntad o deseo y la inteligencia. Por ello, cuando llevamos a
cabo ciertas acciones sin dimensionar las posibles consecuencias, somos libres
únicamente en apariencia.

La inteligencia nos permite tomar en cuenta las determinaciones que nos rodean y
ser conscientes de las consecuencias que acarrearán nuestros actos, para así
tomar las mejores decisiones para nosotros y para quienes nos rodean.

Cabe resaltar que el grado de libertad no nos exime de la responsabilidad. El estado


de ignorancia en el que nos encontremos puede llevarnos a actuar ciegamente, pero
es nuestra obligación hacernos cargo de las consecuencias. Piensa en una persona
que, en estado de ebriedad, atropella a alguien más. Si bien puede alegar que no
era consciente de sus actos, sí es responsable de haber ingerido el alcohol que lo
llevó a provocar dicho accidente.

Así como la ignorancia, hay muchos factores que obstaculizan el uso pleno de la
libertad. Te invitamos a leer el documento Los obstáculos de la libertad, para
conocer algunos más.

1.3. Ética y moral


Hay varias ciencias que examinan los actos humanos (la antropología, psicología,
sociología, historia, etc.) pero cada una los aborda desde una perspectiva diferente.
Para propósitos de la materia nos apoyaremos en la ética y la moral, que se ocupan
de las normas o costumbres que rigen la conducta de los miembros de un núcleo
social desde la “bondad” o “maldad” que involucran.

¿Cuál es la diferencia entre ética y moral?

Los seres humanos tenemos la capacidad de actuar conscientemente, a voluntad.


Somos responsables de nuestros actos, pero con frecuencia dichos actos se sujetan
a las normas de nuestra comunidad, y esto nos lleva a ser morales.

La moral es prescriptiva, es decir, dicta reglas de conducta y normas que favorecen


la convivencia entre los individuos de una comunidad (de ello se desprende que
existan diversos sistemas morales); la ética, por otra parte, es la reflexión en torno
a dichas reglas. Mientras que la moral se pregunta: ¿qué debo hacer?, la ética se
interroga sobre los fundamentos de aquello que se hace.

En el siguiente esquema se muestran las diferencias entre ética y moral.

Moral
Realiza evaluaciones específicas sobre diversos tipos de conductas ("Ema actuó
bien")
Elabora normas prácticas ("debes ser fiel a tu esposo").

Ética
Examina el comportamiento moral de los individuos
Formula normas morales de acuerdo a principios éticos racionales

Adolfo Sánchez Vázquez clarifica la distinción entre la ética y la moral de la siguiente


manera:

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